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LA MICRO
Dos piernas Un punto de referencia. Hay silencio si hablan todos, habla nadie
Nubes y sol el murmullo omnipresente el bocinazo, la baliza las frenadas en seco
No son personas, son manchas y los perros son líneas y las líneas son luces rojas en un sentido, blancas en el otro.
Cuando una vibra se avanza en bloque, es el tiempo-fuera, el suspiro el suspenso del botón inútil Descrito el paisaje desmiento: - Falso que se puede leer - Falso que te avisan de ir con la mochila abierta - Falso que los choferes son amables - Falsa la publicidad del paradero - Falso que el primer asiento se cede - Falsa la promesa de áreas verdes - Falso el barrio universitario - Falsa la actividad cultural - Falsa la ciclovía inexistente - Falsa la hora del reloj de coca-cola - Falso que le faltan 100 pesos pa’ la micro - Falso mi gusto por la ciudad - Falsa la orientación del gps - Falso el respeto por la luz amarilla - Falsa la Ley del Tabaco - Falso el sonido de los tacos - Falso el furgón escolar - Falso el edificio con espejos para respetar el paisaje
Y ante eso pasan robotizados en piloto automático aceptando el grito del cartel de Ripley sin ver al Luchito dormir con perros en la Plaza Sucre No ven el tango de la pareja de baile pero le tiran monedas para que los dejen pasar Seguir, cumplir el horario llegar a casa, repetir. Dotada con visión de 20 - 20 pero accidentada, entonces usa lentes para tocar la luz de la farmacia y oler la caída del diesel. A veces se respeta el paso de cebra por el que cruzan personas y se ve de lejos la fila del banco el caos trae más caos, esa esquina la están reparando. Los que se abrazan en el paradero, son la espera y el cansancio anticipado de ir o venir.
Vagar ya no es cosa de perros ni la peluquería de humanos se invirtió el rol de las mascotas y del amo. Eficiencia y capitalismo la pantalla led: publicidad y barrio seguro evita asaltos tres cuadras a la redonda.
Salir es volver tatuado de marcas y olores rezar descuentos y ofertas caminar rápido y buscar miradas
No hay mucho hay demasiado el paseo no cabe en 36 fotos hoy se guarda en megas.
La memoria no es frágil, es penca se viene en flashes para reírse solo en la micro y que te miren raro.
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Despertador
Como ese momento en que te despiertas Te sacas las lagañas Lagrimeas Un bostezo que te corta la frase que estás diciendo, Y entra una bocanada de aire y sale de nuevo Esos estiramientos matutinos La mirada perdida en tus pies Balanceo Suspendidos en ese momento de empezar el día Sin tiempo Y a la vez, tan efímero
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Juicio
He sido juzgada por un mundo en el que no creo Escucho sus murmullos y sé exactamente cómo dicta la sentencia cada palabra, cada puntuación Y me paro impertérrita ante el juez.
En una situación de riesgo, intento leerme pulso: controlado sudoración: nula ¿cómo se declara? y en mi cabeza no existe la palabra culpa.
Estoy siendo juzgada por un mundo que no me interesa y he vivido al margen de cada evento, ése mundo me dice que no merezco ésta vida más la vivo, intensa.
Y en el acto de habitarlo, el mundo busca vestigios en mí no puedo siquiera pestañear descontrolada porque en mi experiencia no existe la palabra culpa.
Juego a las cartas con un mundo que no ve y sorteo cada movimiento con simple estrategia pasan todos los días y sé que no me interesa nada de ese artificio me intimida.
Entonces juzgan en silencio, y no hay consecuencias, todos los días duermo con absoluta paz en mi conciencia el mundo atrapado en sus límites y yo en la periferia.
He sido juzgada por un mundo que se amuralla y desde mi rincón en la cuneta veo cada grieta por la cual atravesar sus defensas no se trata de ser poderosa se trata de poseer superlativa inteligencia.
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Conteo
Yo te miré y quise contar tus pecas Llegue como a la treinta Me distrajeron tus pestañas Hacían una fila militar al borde de tus ojos Y de repente noté tus tres marcas horizontales Y te dije - arrugas de preocupación - Te llegaba esa luz de las ocho Y rebotaba en el amarillo microondas Me sentía en ánimo matemático Conté los surcos de tu boca Los tres o cuatro lunares de tu cuello Las líneas de tu piel El par de surcos azules de tus venas Y cada eslabón del amuleto Se te veía el pulso en el cuello Y la respiración a ritmo Había un algo que titilaba Y mire de nuevo El punto rojo en la punta de la nariz Como faro hacia el centro de tus ojos Te vi mover músculos de tu cara en plan desperezarse Y en un segundo cerré el obturador Te mentí esa mañana, No dormía Te enumeraba.
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Terapia
A cuántos más les tendré que repetir la historia para convencerme de que fue real. A veinte, a treinta, a mil? A ciento cincuenta y ocho páginas de mi libreta le pondré tinta con cosas tuyasA ver si al transformarte en literatura te haces más liviano.
En el tramo de setenta y cinco kilómetros, hemos ido y venido en el mapa, es poco. Pero imagínatelo en subida En subida y bajo sol, es harto.
Correr ya no es suficiente, me apuré mucho Y ya marque los doce mil pasos en el podómetro Se prendió la luz azul Parpadeó diez veces
Cuántas veces tendré que exhalar Para sacarte de mis pulmones Unas dieciséis sin desconcentrarme Quizás en la meditación
Ciento ocho saludos al sol y veinte oraciones Las tres variaciones del om El desapego dura mil y una noches
Trescientas veces dijimos que era raro Y unas cuatrocientas no nos importó Y los cinco minutos de Amanda se hicieron eternos Te tengo que repetir como sankalpa, de a poco y en relajación A ver si sin peleas te metes en la sección recuerdos y dejas de ser dolor.
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Víveme
Quiéreme Me gusta que me quieras así Como si no pudieras evitarlo Como que se te sale del plan
Aléjame Me intriga que me alejes así Como si no quisieras verbalizarlo Como si lo odiaras hasta el último momento
Resuélveme Me fascina que me quites así Las capas que cubren el funcionamiento de mi mente Descubriendo los algoritmos que me sugieren a ti
Disfrútame Me deleita que me recorras así En una bocanada de aire En un trago de miel
Distánciate No quiero tus dudas existenciales Y aunque las lea, no las deposites aquí Camina lejos, camina sin mí
Recuérdame En la nostalgia de los años viejos Cuando el aroma dulce te asalte por ahí Y se quede mi besar en tus mejillas Mientras saboreas la vainilla de los pliegues que perfume para ti.
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La Cancha
Del total de cuadros
El más raro de todos
Pasa que es el más bello.
Tiene historia,
Observado desde la perspectiva
del Alto.
Es el más silencioso y el que más se ríe
El que más me habla
Y al que más vuelvo.
Se ve como partida de ajedrez
Pero es una pichanga
escondida en un vacío del cúmulo de casas
Ese día, llovieron niños felices
en el gris de ese concreto.
Pasaste y se hicieron eternos
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La Exageración
Cuando lo describí ante mis amigas quizás lo pinté como un intelectual arribista y donjuanesco, y lo es, pero no en los niveles caricaturescos o chabacanos. Es, más bien, un ser bamboleante, extrañado del cuerpo que habita - tal vez porque en otras épocas su corpulencia lo planteaba como un hombre del estereotipo deportista - hoy, su ejercicio de caminante lo disminuye a un longuilíneo ser que sabe posar sus ángulos. Su cuerpo acusa el vestigio de una masa muscular prominente que, humildemente, se retira del foco para sólo dejar la fibra que sostiene el arma que tan elegantemente dispara.
Puede ser que haya exagerado cuando plantee su elocuencia y el perfecto uso del lenguaje que me hizo adicta a sus relatos, porque al final del día la construcción armónica, atrapante y coherente de textos legibles la poseía - en mayor y exquisita medida - yo. Había un uso excesivo de adornos hostigantes que, al final del párrafo, terminaban por confundir o aburrir a los lectores.
Podría declararme culpable de adherir con fervencia a la extrema sensación de que allá - afuera de ésta cabeza - alguien podía leerme y comprender a la perfección el espacio entre líneas. Culpable, como se me acusa, de encandilarme por la correspondencia.
Y bueno, así podría admitir ciertos decorados cuando hablé de su caballerosidad, pero no podría mentir jamás sobre cuánto me distraía de simples objetivos, como por ejemplo: preparar un té o ver una película. Tampoco podría mentir sobre todas las veces que creí morir soltando un último suspiro en su oído izquierdo, ni cómo el olor de una marca de auto podía encender cada célula de mi cuerpo. No puedo adornar el hecho de sentir poder sobre su débil fuerza de voluntad, ni cuánta gratitud sé que incluso hoy me guarda.
No podría ocultar el destello que salía de mí al caminar por las mañanas o el absoluto convencimiento de que simplemente ahí debía estar. Todo se tornó en mí de su mejor forma, mi mente se agudizaba con el solo objetivo de entenderle, pero si…tal vez exageré cuando le hablé a mis amigas sobre él. No era un savant ni un donjuán, era un hombre normal haciendo una lectura exacta de quién era yo y lo que necesitaba decirme para servir a su propósito, juego que, por lo demás, le dejé jugar porque que él me descifrara fue mi meta desde el segundo en que lo ví, y es mejor así, darle el crédito intelectual me redime de los hablares y como en el póker me deja en clara ventaja.
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Valparaíso de mi amor
Por estas fechas cada vitrina se está llenando de corazones, banderines melosos y peluches que dicen “i love you”. Sin duda se está dejando sentir esa efeméride comercialmente mal entendida. Pero, en lugar de quejarme por cómo se comercializa en torno al amor romántico (y por tanto, sus muchas razones para desmembrar dicha idea) quisiera aprovechar la ocasión para hablar de un amor un poco más complejo, atrapante y único, Puerto querido, ésta misiva es para ti.
Valparaíso de mi amor, cuánto se ha cantado sobre ti y cómo en incontables metáforas los artistas de distintas décadas, han intentado plasmar esa atmósfera atrapante y adictiva que tienes. Basta con caminar por la cinturita de tus cerros para detenerse en un par de suspiros, no por tu impecable configuración urbana sino por el caos que estalló en cada cerro, transformando los caminos en serpenteantes iluminaciones que adornan el cúmulo de casas que allí proliferaron. Es que es imposible no maravillarse con la idea de que ese óxido en las latas de tus casonas, cuenta más historias y tiene más riqueza, que el perfecto desfile colorido de los cerros más pudientes y turísticos; cómo no hablar del trazo caótico de todo el cableado de la luminaria pública y esa mirada contemplativa de cada viejo porteño cuando se asoma por el ventanal de su casa centenaria.
Si pareciera que uno camina tranquilo por tus callecitas, esas que son maniobradas con destreza por los choferes de las micros coloridas, el bocinazo que te avisa si seguir o no, esas vistas incomprensibles de la configuración de las poblaciones en la parte más alta, la ligereza con la que se ríen las porteñas choras que se saben embellecidas por la caminata diaria cerro arriba. Oye, pero ¡cuánto más podría escribirte! sin embargo, conozco tus más oscuros deseos, necesitas de un amor profundo y dedicado, no eres mucho de tratar con modas nuevas, tu esencia está impregnada en tus calles y cada vez que la novedad toca tus suelos, tienes una manera vengativa de sacarla del camino. Es que siento que lo que buscas de nosotros, tus amantes, es una lealtad ciega y con compromiso hasta la muerte. Cómo no caer ante tanta callecita propicia para robarse besos, cómo no caer ante el olor a tabaco y borgoña, cómo no mover los pies cuando se fugan las melodías de los boleros en los bares de mediodía, cómo no caminar con los ojos puestos en el sube y baja de tus ascensores, cómo no enamorarse de la garra de tus habitantes y su agridulce resistencia. Es que te conozco de toda la vida y aún aquí me tienes Valparaíso, admirandote incluso con tus crueles decisiones, incluso conformandome con ser una de tus últimas prioridades, me declaro fiel Porteña que te quiere aunque duelas Valparaíso, aunque de todos los amantes seas el más frívolo y el más encantador, aunque no me pueda resistir a tus encantos y al mismo tiempo, te editaría por completo. Valparaíso, en ti se encuentran sincronías desastrosas, almas correspondidas y espíritus rebeldes que se atraen como imanes, pero incluso aquí a tus porteños se les rompe el corazón, sobre todo cuando parten y sienten la nostalgia de un lugar como tú, embriagador terruño que no te pide nada para disfrutarlo, pero te exige absoluta devoción.
En esta Joya perdida en una coordenada del océano pacífico, los forasteros pueden quedarse y perderse, perderse y encontrarse, estimularse y caer al vacío; encontrarse soñando a la altura de Montedónico y despertar con resaca en el Muelle Barón. Valparaíso, no tengo flores ni bombones ni un peluche hecho en China para ti, pero tienes toda mi mente, toda mi alma y mi absoluta disposición a ser parte de tu eterna resistencia.
Texto escrito para el Especial de San Valentín de Orgullo Porteño, 2019.
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Hemos Fracasado
Existen dos lecciones. Solo dos reglas que desafían constantemente todo intento del ego por sentirse superior.
Dos sentencias.
La primera es que “todo esta hecho”, incluso esa brillante epifanía de la obra maestra, ya fue hecha y dicha, incluso de manera similar, por alguno de los grandes maestros de la historia.
La segunda es la aceptación de la insatisfacción permanente: “una obra de arte nunca está terminada, porque si se termina… muere”.
Y si todo está hecho y, además, todo lo hecho nunca muere… qué podemos decir nosotros sobre arte.
Me imagino que quizás, aún somos dueños de la libertad de combinar. Relacionar los hitos de manera innovadora, representar nuestro universo de manera auténtica e irrepetible.
Y es entonces cuando esos autores que se tatuaron en nuestra memoria hablan a través del pensamiento. Recuerdo a Byung Chul Han, cuando dijo:
“Quien fracasa en la sociedad neoliberal del rendimiento, se hace a sí mismo responsable y se avergüenza, en lugar de poner en duda a la sociedad o al sistema. En esto consiste la especial inteligencia del régimen neoliberal (…) En el régimen neoliberal de la auto explotación uno dirige la agresión hacia sí mismo. Esta auto agresividad no convierte al explotado en revolucionario, sino en depresivo.”
Y ante el ritual que hoy nos convoca, quisiera decirles:
Que hoy hemos fracasado.
Le fallamos a la idea bien constituida que dicta que cada quién debe ajustarse a un molde predeterminado.
Le fallamos a la promesa de pasar por la universidad y salir bien instruidos a colaborar con el sistema.
Fallamos, en el más extraño de los escenarios, porque nuestro mayor triunfo fue aprender que el error es fecundo.
Fallamos, porque en el acto de observar fuimos despojados del prejuicio.
Y las grandes ambigüedades de la lengua nunca habían cobrado tanto sentido, porque todo depende de dónde se mire; porque todo sucede en el entre; porque a pesar del ritual…nadie nos está esperando allá afuera.
La historia determina a los “grandes artistas”, que tienen el mérito por ser capaces de cohesionar todas las interpretaciones del mundo en un formato acotado de materiales. En una imagen, en un volumen, en un sonido o en un verso. Pero como nosotros fracasaron, porque fueron testigos activos de un mundo que vive para sonreír, pero por dentro sabían que eran sujetos de la melancolía.
Fue en una de estas aulas, donde nunca imaginé que un profesor de astronomía enseñaría el principio básico de la existencia del arte. Él dijo: todas las estrellas del universo conviven en sistemas binarios, es decir, siempre encontrarán dos estrellas que potencian su curso por la galaxia y están a una distancia relativamente cercana (en lo que a años luz respecta), sin embargo, en nuestro sistema, el sol está solo… Júpiter debía ser el “otro sol”, pero le faltaron un par de toneladas de masa para encenderse.
Todo cobro sentido, si somos polvo de estrellas… entonces los seres humanos somos hijos de la estrella más melancólica de la galaxia y, hasta ahora, los únicos capaces de producir obras de arte.
Eso es todo, quizás no se necesite más explicación que la infinita inconformidad con el mundo, la infinita búsqueda del saber, suena a fracaso pero es ganancia. El mundo no nos espera, pero nosotros tenemos hambre de mundo.
Finalmente, me pregunto ¿con qué actitud debiésemos enfrentarnos a lo que viene?. Y otro de los grandes me da la respuesta:
“Hay que estar siempre ebrio. Eso es todo: la única cuestión. Para no sentir el horrible peso del tiempo quebrando la espalda y doblándonos hacia la tierra, hay que emborracharse sin tregua. ¿Pero con qué? Con vino, poesía, o virtud, como quieran. Pero emborráchense. Y si alguna vez, en las escalinatas de un palacio, sobre la hierba verde de un parque, en la taciturna soledad del cuarto, despiertan ya disminuida o desaparecida la borrachera, pregunten al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj, a todo lo que huye, a lo que gime y rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, pregunten qué hora es y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj, responderán: "¡Es hora de emborracharse! ¡Para no ser mártires esclavos del tiempo, emborráchense; emborracharse sin cesar! Con vino, poesía o virtud, como quieran." (Baudelaire - Embriaguense)
Discurso de despedida Licenciatura en Arte, generación 2016. Pontifica Universidad Católica de Valparaíso.
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