Mis pilas se recargan viendo el mar y poniendo la cabeza sobre tu hombro.
Desde muy joven me atraen las zonas portuarias, creo de en una vida pasada he sido un árbol cuya madera se utilizó para construir una barca. No se nadar, pero me gusta viajar y aún me dejo llevar por el viento, sin importar que lleve las velas rotas, ignorando siempre la tormenta en el horizonte, sin timón, y con miedo de anclar a veces llevando tesoros y otras veces provisiones.