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hildoderochester · 4 years
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El populacho debe tener abiertos los muros de la monarquía, pero no para traspasarlos ni para saciar su cotilla sino para aprender a conducirse manso como cervatillo en las paces de la bosqueda.  Pues no puede pretender la real institución enamorar a la plebe dándola sus espaldas sin suspiro.  La potestad regia ha de ser, a un tiempo, severa y clementísima, de misericordias muchas y de hazañas benignas, ostentarse de dominadora del reino pero recogiendo el fervor de las clases gobernadas. Debe ser magdalena y bernarda, bizarra jerusalémica pero transitoria con la poquedad del pueblo, que no alcanza las glorias de la sobrenaturaleza augusta de los monarcas.  Vestida de las púrpuras reales, la majestad oficia de virgen para el populacho, aún cuando deba a éste las mieles y bondades de la prosperidad lograda por el trabajo, reposando feliz en el trono aún a resultas de la contemplación beatífica de su perfección en la golfería y la malversación, pero se vuelve así tan necesaria como los aires de la montaña que se divisa al fondo del paisaje.  Pues tanto la monarquía como el populacho se equivalen mutuamente, al ser canoro canto cuanto proclama la voluntad regia de ella, y contemplación bien mirada de asomo la postura, si bien tosca, de las hordas plebeyas propias de él. Considérese así y lúzcanse tales principios por siempre y para siempre.
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hildoderochester · 4 years
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La excesiva cercanía en recepciones oficiales lleva a saludos forzados e inconvenientes, hace ceguera a contraluz y es pertinacia contra la evidencia falsaria.  La sabia regla del protocolo regio británico, según la cual jamás se puede estrechar la real manecilla o saludar, a no ser por iniciativa del funcionario royal, trata de combatir el mal de la excesiva cercanía y, en el fondo, de renovar permanentemente la potencia potestativa de la monarquía. El calor humano no puede superar al calor del sol, pues eso equivaldría a sostener que los astros universíacos carecen de ardor, incluido el astro sol.  Pues la monarquía y quienes la encarnan deben exultar como un arco celeste, siendo no solo principales en todo sino únicos en su posición en el mundo, perceptibles aunque lejanos, divisables aunque de largo mirados, que sean como el sol, que es sentido por todos y a todos calienta, pero siempre desde la lejanía. Que sean distintos aún en la medida de sus distancias respecto a los demás.  Si se traspasa tal distancia en el límite de lo necesario, se entra en la fuerza y en la inconveniencia, rompiéndose el hechizo mitológico y la lírica armónica en los que se funda la real potestad. No es todo esto hipérbole sino verdad sencilla que nos ofrece el sufragio dinástico de los siglos.  No es porfía sino fecunda luz de la ciencia arcana, pues la monarquía a todos y a todo informa de fundamento y por eso requiere que se la distancie, aún cuando se trate de saludos que son mera adulación y deben rechazarse por culposos de falsía. Téngase, pues, hecha la nota y la tasa del menester.
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hildoderochester · 4 years
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Los reales podios de la monarquía para actos de entrega deben cuidar la diferencia de alturas entre el funcionario royal, más alto, y el populacho, más bajo.  Vemos una imagen del dictador-regente de la monarquía hispánica, Paquito Franco, tomada en el año 1966 en Barcelona, España, con ocasión de la entrega de títulos de viviendas sociales a familias desfavorecidas.  El podio, amplio y envuelto en un mantel de ornato, está elevado sobre una tarima, de manera que pueda verse alta y majestuosa la figurilla del dictador-regente, que cubre su cabezuela con un sombrero, para proteger su calva de los rayos solares, pues por su provecta edad empezaba a tener problemas de piel en el cráneo.  El sencillo armazón elevado logra imprimir al acto un simbolismo de profunda autoridad y liderazgo, a modo de una cumbre coronada de sobrenaturalidad, donde el vaporismo tenso del aire dictatorial sopla calmo pero brioso y soberbio en torno al dictador-regente de la monarquía, con la fijeza firme, cierta y del mismo tenor que todos los siglos de la historia, que es la representación más clara de todo el audaz linaje de los humanos. Preservemos, pues, la elevación de los reales podios como si fueran el centro del mundo y el apoyo de lo celeste. Amén y amén.
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hildoderochester · 4 years
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Los reales tapices son piezas palaciegas de entorno que envuelven el rumor augusto de las estancias con sus temáticas, por lo que deben cubrir de empaño las paredes.  Ya sea el emblema blasonado de la casa, como una apoteosis eucarística, una representación marina, el momento cumbre de una batalla o cualquier tópico de la pintura universal, los tapices enseñan y visten, obran con un cierto espíritu de cobijo y estimulan las ideas de los estantes, llenando de gozo estético las grandes salonas para comedor o los tronos reales, con escenas mitológicas seriadas de Escipión o de Hércules, o articulando una trama de tejido con los colores de una aparición milagrosa en la que un caballeroso santo vence a la furia de un monstruo.  El real tapiz no puede olvidarse en la escenografía de los palacios reales, aunque cueste sacudirle la repolva o haya que retejerlo en la urdimbre y costurearlo a la luz de un cartón dibujado.  Hagamos, pues, de las reales tapicerías parte núclea de nuestros afanes y depositemos en ella los más elevados instintos de la ciencia.
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hildoderochester · 4 years
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El enlace de manos da un aire decente a los funcionarios royales, pues da comedimiento, templanza, porte y modestia, como suma de excelsitud para la magistratura regia.  Lo demostramos con una imagen de la reina de Inglaterra, tomada el 2 de abril de 2020 durante una alocución a la nación británica. Contribuye al gesto que analizamos una cuidada escenografía, con florecillas, unos cuadros, una sencilla meseta de gabinete, un vestido unipieza en verde y unos discretos adornos en el atuendo, limitado a un collar, un broche, un reloj de pulsera y un anillo, todo sobriedad categórica. Las manos enlazadas no distraen sino que dan consuelo a la vista, armonizan la estructura de la real figurilla, equilibrándola, dando credibilidad, haciendo honor al porte regio dado por nacimiento, pasando por la vida como pide el estado natural de un royal, que es el permanente ascendente con galas hacia lo sobrenatural.  Un aseo tan cuerdo como modesto, que da la señal del mujerío serenado de la reina, al contemplar las reales manecillas enlazadas como solidaria fuerza ante el presente. Un peinado pensado y pensante, armonioso y plateresco, que corona con ricos rizos moderados a la laca los ondulados rasgos de la real cabeza, que se asientan sobre un cuello sin cortes en su discreto aliño, apeanado sobre el cuerpecillo mediante un collar perlado de tres vueltas. En definitiva, toda una figura aposentada sobre el enlace de las manos, que es de sabiduría bastante como para inspirarnos las mejores intenciones, que es de lo que se trata. He aquí la fuerza persuasiva del enlazado de manos, que debe procurarse siempre como el mejor de los gestos escénicos de un monarca ante el populacho, como egregio instrumento para hacer querer ver el juicio universal de todas las cosas. Vindiquémoslo.
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hildoderochester · 4 years
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hildoderochester · 4 years
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El brazo en espaldilla es el gesto postural más efectivo para reforzar la distancia regia en los saludas.  Vemos una imagen del dictador-regente de la monarquía hispánica, Paquito Franco, recibiendo en audiencia en su despacho oficial del palacio real de El Pardo, en Madrid, a un falangista perteneciente al partido fascista único que sostenía políticamente a Paquito. El dictador-regente combina, más por casualidad que por talento, la distancia regia en el saludo con la sonrisa parca, los ojos, cerrados justo en el momento de recibir la reverencia salutatoria, y el brazo izquierdo en espaldilla.  Al ofrecerse así, logra en el recipiendario un efecto de repliegue y sumisión, que potencia el poder despótico del regente, sobre todo a efectos de posteridad cuando es captado por la cámara. A ello se añade el hecho de vestir uniforme militar. Aunque el despacho es de escenografía bastante horrorosa, con esos cortinajes como de casa de putas, y esos enormes apilados de papeles y expedientes desordenados para dar apariencia de un sesudo hombre de estado, lo cierto es que el dictador-regente logra impostarse con un gesto disciplinante y altivo, marcado por la marcialidad de su talle, logrando un clima desafiante de autoridad indiscutible, que es lo que requiere el ejercicio de la magistratura regia, que él ejercía como regente del reino de opereta. El brazo en espaldilla transmite el significado gestual, a modo de señuelo para tontos, de estar vedada la confianza con él, que existe un ámbito inaccesible que no se puede traspasar, lo que es la base del principio de autoridad impuesta. Además favorece el talle enhiesto del cuerpecillo contra la tendencia corva Todo lo contrario a los toqueteos, el amiguismo hipócrita o la gracia sobreforzada, que solo conducen a la pérdida del imperio y al frivolismo corrupto de otros. Defendamos, pues, siempre el gesto de brazo en espaldilla durante la recepción de reverencias y saludas en los actos oficiales de palacio.
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hildoderochester · 4 years
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Los reales escabeles son el asiento de la honradez del desempeño regio y, por lo tanto, los escabeles regios lo son de la propia fortuna. Estas coquetas piezas de la furniture real se han dejado de utilizar actualmente pero, históricamente, siempre acompañaban a las reales comitivas en sus escenas de tronío, bien en actos de presidencia como para posados de asiento, o para reposar en ellas los reales piececillos. En la compleja y clánica monarquía Ashanti del África occidental, se tenían como piezas de elevadísimo simbolismo, escabeles de plata y oro que, incluso, llegaron a presentarse, en 1922, en forma de réplica, como regalo de bodas a la princesa Mary, hija del rey de Inglaterra. El escabel con el que ilustramos el artículo de hoy, es de época y pertenece al siglo XIX, está estructurado en madera sobredorada y el reposapiés está tapizado con un aterciopelado en "blue velvet", con lo cual la combinación recuerda al paraíso celestial sobre el que se entiende que reposa el descanso del funcionario royal, que deposita en él las reales extremidades mientras desempeña su augusta y cansada magistratura.  A los reales escabeles se les dio, en algún momento de la historia, un uso de soporte de los reales almohadones, para no tenerlos sobre el suelo o la tarima ya que, también, la mullanza de las lanas que daban cuerpo a los almohadones, sirvió de reposado alivio a los encallecidos pies gotosos de los reyes. Pero el escabel es pieza más suntuosa y sólida para los actos palaciegos o de Estado, que se ofrece como elemento más egregio de la real alteza con propósitos de autoridad. El efecto escenográfico del escabel, para una sociedad infantilizada, mediocre y simple, como la actual, sería potentísimo y haría renacer las famas de la monarquía, al tiempo que la coronaría del poder y la autoridad que le son propios y que hoy no posee. Pero nadie se atreve por poquedad y por complejos de mala conciencia.
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hildoderochester · 4 years
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En las reales audiencias de palacio no se deben aceptar presentes de mano, salvo cuando convenga por tratarse de un objeto sujeto a revisión por el funcionario royal, como las memorias impresas.  Vemos en la imagen al dictador-regente de la monarquía hispánica, Paquito Franco, recibiendo en audiencia a un grupo de falangistas pertenecientes al partido único fascista que le apoyaba, que le hacen entrega de unas memorias o librotes, en el palacio real de El Pardo, en Madrid. Aunque lo que corresponde en estos actos es tomar levemente el documento y pasarlo inmediatamente al ayudante de campo, si se trata de una loa o panegírico hacia la real figurilla (algo muy frecuente en todos los lameculos y chupatintas que acuden prestos ante la real potestad), procede abrirlo y hojearlo brevemente para que el momento sea captado por los camarógrafos, pero nada más. La razón profunda de este procedimiento protocolario, atiende a que en el funcionario royal puede verse sorprendido por lo que pueda leer en el documento o librote, más allá de la alocución de presentación que le hagan los recipiendarios, con lo que la real audiencia puede torcerse, más por el equívoco de confianza que puedan mal entender los visitantes, que por el mareo que, de tanta alabanza, pueda sufrir el recto entendimiento del royal. Cuando la Real Casa y Hacienda recibe súplicas de audiencia para la presentación ante el monarca de librotes o papeles, la regla general es rechazarlas sustituyéndolas por la remisión y posterior acuse de recibo de cortesía, remitiendo los librotes o papeles a la real Biblioteca de palacio y olvidando el asunto. Que sea así eternamente.
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hildoderochester · 4 years
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La plantación de árboles debe ser una constante en la actividad de los funcionarios royales, pero las palas deben ser lucidas y prestantes, en oro o en plata.  Algunos royal, por vagancia, por desconocimiento o por desorden, evitan este tipo de actos conmemorales o de testimonio, con lo que entran sus reinados en franca decadencia.  Vemos una imagen, tomada el 22 abril de 2020, con motivo de la plantación de un árbol en los jardines de la White House a cargo del presidente de los Estados Unidos y la primera dama.  Estos actos siempre enaltecen la sabia sentencia: "Tal es el fruto cual es el árbol y tal el árbol cual el fruto" de manera que en ellos se representa para la posteridad todo el compendio de lo que fueron los plantadores del mismo, pues el árbol perdurará vivo por muchos años e incluso, si se reproduce, por siglos. Por quién plantó el árbol y en qué momento, se nos moverá al recuerdo de si hubo o no devoción ingenua o sin caridad al regir la nación, si había soberbia y mangancia o era austeridad sin ostentación, si hubo celo con cargas insoportables o sin ellas al gobernar el reino, si fueron tiempos de mucha abundancia para el poder pero estériles para el común, cual árbol que da mucho ramaje pero nulo provecho de frutos. La plantación regia de árboles es de los más contundentes testimonios de los reinados, ya fueren estos ásperos como dulces.  Pero si la plantación no se realiza de modo que trascienda por su forma, mediante palas sobredoradas o sin cuidar el rito plantador, todos esos efectos para la posteridad no tendrán lugar, deshaciéndose así el hechizo sobrenatural de la potestad mayestática.
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hildoderochester · 4 years
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En los bustos reales de estatuaria en piedra debe cuidarse la parte posterior de la sucia salitrosa. Vemos una imagen posterior del busto de la princesa Catalina de Württemberg, consorte del rey de Westfalia, Jerónimo Bonaparte, según una escultura en mármol de carrara, hecha en 1810 por el barón Bosio. Podemos observar en la base la suciedad por efluencia de sales y manchas amarilidáceas por oxidación, tan típicas del carrara mal conservado, que dan a la pieza un aspecto un tanto desdeñoso, aunque la escultura es de gran traza, como se ve en el moñete con tirabuzones y en la corona trenzada de la reina consorte de Westfalia, entonces princesa. La suavidad y blancor del mármol de Carrara puede verse teñida por esas emanaciones decolorantes de cristalización que lo desmerecen. La limpieza con jabón neutro y el abrillantado con aceite de coco es esencial y así ha de instruirse al servicio de palacio, pero sobre todo es muy importante cuidar los soportes de la escultura, o los cementos de asiento de la misma. Los soportes deben preferirse en madera noble, antes que el metal, precisamente para evitar los problemas de manchado por óxido, y los cementos de asiento, si son necesarios por el tipo de instalación, que sean siempre blancos.
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hildoderochester · 4 years
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El agua, como elemento inescindible a todo lo saludable, debe estar siempre presente en los reales sitios de la monarquía, pues ésta siempre calma la sed de las cosas excelsas.  Vemos una imagen, tomada en estos días, del estanque para aguas del real monasterio de El Escorial en España, que servía para atender a las necesidades para los ganados, para riego de las huertas, para la comunidad monástica y para las cocinas y lavaderos de la corte establecida en este egregio edificio. Pero, además, el agua así contenida en las reales heredades, traza siempre las memorias de los que más supieron, como un Arquímedes, favorece la limpia, satisface la vida de las avecillas y de los peces, ilumina cual espejo reflectante y es pila de los calores en la veranada, con lo que da refresco al real sitio.  En las aguas de estanque descansan todos los fines de los buenos deseos, pues en muchos sitios se depositan en ellas las monedas en su esperanza, y se hacen baños salutíferos por sus propiedades medicinales, o se puede incluso llegar a practicar la ceremonia del bautizo, o esquiar los badulaques. En las aguas de estanque no hay lugar para que crezcan las malezas del mundo, dejando un cuadro de reflejos sinuosos que van hablando de los cielos mientras el sol los recorre en el día. Las divinas letras de los viejos sabios han cantado a las aguas, como el señuelo de la prudencia en el gobierno, que tanto enternece el rigor de la vara de mandar a los pueblos, convirtiéndola en báculo del descanso pacífico en la cadencia rítmica de la naturaleza, que a nadie estorba en el beber, pues el agua se ha tenido siempre como cosa de todos y para todos, en dominio público, como la misma institución regia. Que triunfen, pues, de presencia las aguas para estanque en los reales dominios de la monarquía.
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hildoderochester · 4 years
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Los reales mantequilleros deben ser piezas porfidiadas en purpuración carmesíaca, con piedras duras, estucados en mármol taraceado, con asa en oro macizo.  Vemos en la imagen un mantequillero sueco datado en torno al año 1800. Observemos al amuescado de la arístide poligonal en redondo del vaso, que permite un mejor asidero del mantequillero, así como el asa de la tapadera labrada con un bello motivo forestal, concretamente un cono piñonero, que nos ofrece un funcional contraste con las facetas pétreas de las técnica de piedras duras. La clave de un buen mantequillero es que pese para que pueda tomarse la mantequilla con el cuchillo sin que se mueva. Para eso es ideal la piedra pórfida que, además de conservar el frescor de la grasa láctea, confiere al recipiente un brillo de color excelso, que dignifica la real mesa para el desayuno de los funcionarios royales. Estos mantequilleros se rellenan tan luego de haberse elaborado la manteca y se conservan en fresquera o en refrigerador, procurando que el servicio les de brillo a base de frotes de pañería, incluida el asa de oro. La fábrica de la tapadera debe encajar en el vaso del mantequillero a machihembraje con la finalidad de evitar el enranciamiento de la mantecada. Hagamos, pues, de la pasión porfírica a través de los mantequilleros la seña de presencia en los reales comedores. Que así sea dulcemente.
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hildoderochester · 4 years
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Los mensajes a la nación de los funcionarios royales no titulares de la Corona deben ser muy escuetos y hacerse mediante real pliego con firma. Presentamos el mensaje que acaba de dirigir a la nación Su Alteza Real el Duque de Edinburgh, consorte de la reina Isabel II del Reino Unido.   El pliego lleva el real blasón escudario del consorte regio y aparece firmado al pie. Tan solo contiene ocho líneas divididas en dos párrafos, siguiendo la filosofía de que los royal deben hacer más que decir.  Se trata de transmitir una o varias ideas con un alto grado de síntesis, sin caer en la verborrea oficialista o burocrática vacía de contenido, tan habitual hoy en muchos ámbitos institucionales y en muchos otros funcionarios royales de otras naciones.  Ha de hacerse entender al populacho que el autor del mensaje ya ha visto pasar muchas aguas debajo de los puentes, deben ser breves proposiciones que lleven a la gentecilla a sugestivos conjuntos de ideas secundarias y, sobre todo, deben ser mensajes que no caigan en sectarismos ideológicos, procurando que no sean admonitorios ni tampoco aduladores de la facilidad del mundo, porque el mundo nunca fue ni será fácil.  Bastan unas breves líneas para que cale en todo el reino la idea de que se le ha dirigido un mensaje desde la Corona, y de que se piensa en él. Y con ese alcance, estará satisfecha la finalidad de la real potestad y de su continuidad histórica. Dígase, como en las iglesias: amén y amén.
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hildoderochester · 4 years
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Isa de England aniversa sus 94 años de edad.
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hildoderochester · 4 years
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El descubrimiento de sombrero es gesto, antes que de cortesía educada, de eficacísimo simbolismo acerca de la excelsitud de las cabezas que cubren, entre ellas las de los monarcas.  Aunque actualmente el uso social del sombrero, como del bastón, se ha perdido, durante muchos años fue pieza magnífica para la elegancia y, en los próceres de Estado, un elemento que recuerda a las tiaras papales de la monarquía teocrática vaticana, siempre que no sea de paja tejida por artesanos mundanos o del tipo de los jipijapa panameños, ni los sombreros gardelianos, llaneros o de quiebre, ni los corrosca colombianos.  Vemos en la imagen al dictador-regente de la monarquía hispánica, Paquito Franco, bajando una escalinata alfombrada durante un acto oficial en el año 1966, como si fuera una vedette añeja, pero descubierto de sombrero, un gesto amable y de cierta elegancia, aunque él lo utilizaba para disimular su decrépita cabezuela calva y para protegerla de sol.  La compostura del dictador-regente al desombrerarse, le confiere una personalidad de autoridad y de prestigio, aunque fuera un indigente en cuanto a virtudes.  Recuperemos, pues, la excelsa elegancia de los sombreros.
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hildoderochester · 4 years
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Los posados dinásticos transgeneracionales son una modalidad de recurso gráfico para hacer material la tradición continuista de la monarquía. Vemos en la imagen al funcionario royal españolesco Juanito Borbón, mucho antes de ser elevado al trono, posando delante de un retrato de su bisabuelo Alfonso Borbón Aubsburgo-Lorena, que reinó España con el nombre de Alfonso XIII, pintado por el célebre retratista de corte, de origen húngaro, Laszlo de Lombos. El retrato se encontraba depositado en la palacio real de Madrid y fue el dictador-regente, Paquito Franco Bahamonde, quien ordenó que se trasladara al cortijo real de La Zarzuela, que se acababa de rehabilitar y carecía de mobiliario y elementos decorativos, donde permanece desde entonces. Se hizo posar a Juanito en esta postura de escorzo frente a la mirada de su antepasado con un claro mensaje subliminal, queriendo transmitir la idea de continuidad histórica transgeneracional de la dinastía, porque se discutía mucho entonces en ciertos ambientes elitistas que la sucesión del dictador-regente, resuelta en favor de Juanito Borbón, era una nueva fundación de cabeza dinástica completamente descabellada, pues Paquito no era royal, ni noble, ni aristócrata. Este tipo de posados suelen pasar desapercibidos siendo, como son, importantísimos para la exaltación y perpetuación de la real comedia, aunque hoy pueden sustituirse por la mera fotografía sin autor. Pues, siendo así: ¡Hágase que se haga!
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