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A todos los abuelos. Ojalá fuerais eternos.

Y, en especial, a los míos.

A Juana, por siempre recordarme que soy un mujer libre y valiosa. Por no dejar que nadie me quite mis ilusiones.

A Lorenzo y Manuela, por darme los mejores veranos de mi vida y enseñarme que la humildad y la empatía valen más que todo el dinero del mundo.

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Como sigue la vida sin ti, todo va sucediendo, pero tú no estás, físicamente, porque en realidad yo te veo en todas partes. Gracias por la última lección, te he sentido muy cerca. Nos mirábamos sin pestañear durante minutos, la luz de tus ojos iluminaba toda la habitación. Todo lo que nos dijimos lo guardaré para mi, es mi tesoro más preciado. Gracias por celebrar cada una de mis victorias como si fuera la más grande, por crujirme la espalda y cocinar las mejores recetas para vernos disfrutar, por hacernos reír, por cantarnos villancicos y llenar de música la casa, por todos los besos con cosquillas, y los besos suaves antes de dormir. No entiendo la vida sin ti.

Tu rubita seguirá contigo, sé que seguirás cuidándome. El beso más grande al cielo.

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Sin ternura, hasta lo justo duele…

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A veces, incluso si sabes que algo no va a durar para siempre, tienes que disfrutarlo mientras dure…

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Si alguna vez el amor me vuelve a encontrar, espero que el universo me permita conocer a alguien que vea el amor tan profundamente como yo, alguien que elija quedarse; alguien que se sienta como un hogar y que también encuentre un hogar en mí.

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No es solo la persona, es la emoción que asociamos a esa persona. El alivio después del dolor.

Y eso es adictivo

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Cuanta belleza hay en lo cotidiano, en compartir un Café con alguien a quien quieres, que te dígan te quiero rozándote con un pie, un abrazo inesperado, unos huevos con patatas, un ratito de soledad, unas risas compartidas, un apretón de mano, jugar y ver como juegan mis abuelos.

Qué día tan bonito, sencillo y precioso.

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20/04/2025

No se puede exigir más, a quien lo ha dado todo rubita

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Mujer Montaña

Firme como la roca, libre como el viento, serena como la niebla y fuerte como la cumbre

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Siempre seréis el recuerdo más bonito de mi vida, aunque ojalá no lo sea

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No sé si es que ser un chica de pueblo, hacerte mayor y apreciarlo te recuerda como vivir.

Lo que sí sé es que cada vez que vuelvo a Madrid me doy cuenta de que lo único que quiero hacer, es volver aquí.

En la ciudad me agobia el silencio, siento que si no estoy haciendo nada, estoy perdiendo el tiempo. Que descansar es sinónimo de perder el fiasco.

Cuando vuelvo a casa me encuentro disfrutando de cosas que allí no soy capaz ni de apreciar: ver cómo cambia la luz a lo largo del día en el cielo, sentarme sin mirar el móvil aunque sea 10 minutos, ir a dar un paseo sin un destino concreto, solo porque me dé el aire fresco en la cara.

En la ciudad, lo único que quiero es llegar y cuando Vuelvo a casa me importa mucho más el camino.

Así que si, por todo esto y muchas cosas más, me encanta ser una chica de pueblo.

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Hay una extraña intimidad en jamás volver a hablarse, en dejar que todo lo que alguna vez ha sido, quede suspendido en el aire, intacto. No es olvido, ni rencor. Es el respeto al pasado compartido, el reconocimiento de que, aunque el desenlace haya sido emocionalmente intenso y doloroso, pesan mucho más los buenos momentos, el cariño y la conexión que existió.

Cortar el contacto no siempre es un acto de indiferencia; a veces, es la única forma de proteger lo que en su momento nos hizo felices. Y hay quienes salen de tu vida no para irse del todo, si no para tomar tiempo, y volver en el momento correcto.

Cuando algo acaba, no solo se pierde a una persona, sino también un lenguaje, una forma de entenderse, momentos que ya no van a ocurrir. Y en esa ausencia, paradójicamente, sigue habitando la presencia de todo lo que alguna vez fuimos.

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Ayer quedé a pasear con mi yo de hace 10 años:

Las dos llegamos tarde con ojeras y churretes, por ser un poco caos. Hay cosas que nunca cambian

Ella llegó maquillada e impoluta, yo despeinada y en botas de montaña

Hablamos de sueños.

Ella soñaba con trabajar en una gran empresa, y yo sueño con tener una granja y un huertito

Ella quería viajar y recorrerse el mundo y yo pensaba lo mismo

Me confesó que desconfiaba de la gente, que no creía que pudiera enamorarse, le conté que estuve profundamente enamorada y que aprendí demasiado de esa relación

Ella no quería tener hijos y yo quiero formar una familia

Me preguntó por los abuelos, y le dije que aunque alguno ya no está, siento que me acompañan cada día

Ella pensaba que tenía que cambiar y adaptarse a los demás, a mí me encanta como soy aunque sigo trabajando en ello

Estuvimos toda la ruta hablando y riendo, porque eso siempre nos ha gustado, incluso cuando las cosas han ido mal.

Le di un abrazo muy largo.

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Nadie se muere por un corazón roto

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Se que ahora no me crees paula pero no te va a doler toda la vida

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“¿Por qué lloras? Si estás cumpliendo tus sueños” Eso es lo que me dijo mi madre la primera vez que me fui.

Pero cumplir sueños duele, es decir adiós a quien fuiste y a lo que conociste. Y eso da miedo, mucho miedo. Pero aquí estoy d enervo, con una maleta llena de sueños a punto de embarcarme en mi próxima aventura.

No es un adiós, es un hasta luego.

Hoy camino en solitario mientras me abrazan en la distancia.

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No puedo borrar conversaciones porque guardo recuerdos en ellas, si borro tu conversación es porque estoy lista para olvidarlos