Fue todo como un sueño que tuve anoche.
I
Sueño con el fondo de casa
descampado
como hace algunos años.
La policía
busca
a chicos
que andan en bicicleta por el barrio
y
tienen armas.
II
Juegan con armas parece, no se sabe si roban también.
Pero tienen armas.
(Muy pocas veces se las veo.
Igual,
las veo.)
De repente
aparece la sensación de que
el miedo invade todo el barrio
y
uno no se quiere acercar a ningún chico
sin importar quienes sean.
No se acerca.
Sólo porque son chicos.
III
En algún momento los veo a lo lejos,
correr con armas.
Asustados, parecen.
Y
siempre corren yéndose.
Y transpiran.
Están siempre transpirados.
Pero, en cambio,
lo que hay más de cerca siempre
son policías:
pantalones largos,
borcegos,
chalecos antibalas,
cascos,
y escopetas. Siempre con escopetas.
Siempre un montón.
De repente, el barrio está lleno de policías.
Y
IV
en un momento veo a uno de esos chicos con armas,
a una chica.
Vestido azul, muy de verano;
pelo castaño claro,
casi rubio,
como Cami.
Estoy bastante seguro de que tiene un arma.
Y se va corriendo,
la veo a
setenta metros de distancia
y se va corriendo por
por el campo de la Universidad.
Y cruza el canal, por un puentecito de madera,
corriendo.
Cuando la veo,
corro en dirección contraria,
alejándome de ella. Y también esquivando un montón de bicicletas que capaz
[que no tienen nada que ver.
V
Huyo,
yo huyo
sin cesar, yo
huyo
de bicicletas
muchas veces
manejadas por chicos más chicos que yo.
Y también
de una carreta tirada a caballo
que avanza levantando polvo.
VI
Corro hacia la policía,
que está toda junta en una esquina.
Y cuando me ven acercarme, me
piden que frene,
que tenga cuidado,
que diga qué quiero.
Y yo
primero no puedo respirar
por la agitación de la corrida y por el miedo.
Y después,
cuando puedo,
les digo lo que vi:
les digo hacia donde se fue la chica,
les digo que
cruzó el campo de la Universidad.
Y ellos se ríen porque,
de los tres chicos con armas que había,
ellos tienen a dos.
Al tercero lo agarró el Partido Obrero.
VII
Entonces
toda la imagen se transforma, porque
es un sueño.
Y el barrio se llena,
en vez de chicos andando en bicicletas
y llevando armas,
se llena de militantes
y de banderas.
Están los chicos del P O diciéndole
que “no se preocupe”, que “no tiene que correr”,
que ahora está con ellos.
Que la van a cuidar, porque ellos siempre
-no sé-
protegen esas cosas.
Y de repente, todo es un acto político.
Y el sueño se termina.
VIII
El sueño se termina con la sensación
de que estos años que pasaron no fueron más
que un extraño, pero recurrente,
paréntesis en nuestras vidas.
Y no la cálida normalidad.
La cálida normalidad es esto de ahora.
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Que me dijiste, lo primero fue
“si así es el juego,
yo no participo”.
Pero después,
cuando el momento
“yo no participo”
llegó,
fuiste la jugadora más comprometida.
De todos modos, está bien:
esto ya pasó antes,
miles de veces
a gente
distinta antes que nosotros.
Y seguirá pasando,
miles de veces más.
Todos jugamos el mismo juego
desde siempre.
Desde siempre y lo seguiremos jugando
unos más
otros menos
(pero) todos comprometidos.
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La conquista del cercado.
reza que
lo injusto
se revela
siendo olvido
Y no es lo mismo
el desierto que la estepa.
Lo injusto se rebela siendo olvido.
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03/07/2017
Cipolletti es
“Leimat, Leimat,
energía siempre”.
Cipolletti es que la idea que uno tiene del frío esté más cerca del frío que uno siente en el cuerpo que de costumbre.
Cipolletti es invierno de cielo amplio y gris. De casas bajas –todavía- que se ponen a tono con el clima. De olor a tierra en la puerta de casa.
Cipolletti es olor a tierra y a humo de caños de escape. Es caños de escape de autos viejos y camionetas nuevísimas que circulan por la puerta.
Cipolletti es la calle circunvalación que pasa por la puerta de casa. Es que de circunvalación sólo le quede el nombre.
Cipolletti es que, en invierno, todo el tiempo parezca que está por llover pero nunca llueva. Cipolletti es que nunca llueva. Es el desierto y la barda y el valle artificial; las chacras que caen y los barrios que se levantan. Los muchos barrios de mansiones, las mansiones del petróleo.
Cipolletti es que las manzanas y las chacras estén en nuestra memoria y en ninguna otra parte.
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04/07/2017
Mientras
yo
estoy
en Buenos Aires,
la distancia
física
pone en evidencia
la distancia
real
que nos separa.
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07/09/2017
Sobre Raúl Zurita y Chile:
Los hombres trazan fronteras, y dentro de ellas se encierran geografías. Y sin darse cuenta, las geografías moldean a los hombres dentro de las fronteras. Y a ello llamamos “identidad nacional”. No sé cuál es primero, pero todas estas cosas pasan.
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09/11/2017
Hay veces que me pasa: pongo algo de música para escuchar y termino sin prestarle atención, imaginándome una música totalmente diferente en mi cabeza.
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No me gusta.
no me gusta
mucho que me miren,
que me calculen,
me pesen y me midan.
Me aterra que especulen
sobre mí. Que sean
rápidos para acomodarme
en una repisa con nombres.
Me
hace mal al cuerpo. Me
pone tenso, me nubla la
vista.
Me pone a chocar
con las paredes de mí mismo.
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Policiales.
En mi cumpleaños
me regalaron una novela de espías
¿Por qué es que tengo
tantos policiales en mi biblioteca?
Debe haber algo
-algo ve la gente-
entre el misterio,
lo-que-hay-por-descubrir,
y yo.
Puede ser -me gustaría creer-
que tenga que ver
con los sobretodos,
la noche, la sangre.
En esta
última novela
-“El ojo de la patria”-
nadie sabe bien
para quien trabaja, para qué trabaja
quienes son sus compañeros
o quienes sus amigos.
-nadie tiene amigos en realidad-.
Todos están confundidos.
¿Por qué es
que tengo tantos policiales en mi biblioteca?
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Triunfo.
me sobra
soberbia ansiedad
me duele
el orgullo
todo el tiempo
todo el tiempo el orgullo
me tensa el cuerpo
necesito
paciencia
paciencia y tiempo
(triunfo.)
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Quisiera pensar que no soy el único, pero.
I
Siento vergüenza suficiente como para huir
bajo la tierra
y cambiarme el nombre
y la cara,
el color de pelo.
II
Es claro que falta largo tiempo
para ser un hombre.
Deberías saber:
el tiempo me pesa.
III
“Ahora vas a tratar de ubicarme y vas a fallar”
sueño
entre pesadillas de vergüenza.
IV
Es culpa del elixir.
V
La mala suerte no nos abandona.
VI
Hace tiempo no temblaba
de frio.
Hace tiempo no temblaba de frio.
VII
Quiero ser el más perfecto de los hombres,
pero soy tan humano.
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Los hombros flojos.
Los hombros pesan. Hace tiempo no se aflojan.
Los hombros pesan. Ocupan un lugar estratégico
en el cuerpo. Desde el centro todo lo traban. Todo lo endurecen.
A Lamborghini leí. Hablar de “la experiencia de la vida”.
Todo lo que repite es “comedia”, “cómico”, tragicómico; “parecidos
pero no iguales” e “iguales pero diferentes”.
Los hombros flojos son amigos del ritmo. No del que salta de un
pulso a otro, sino del que transita, avanzando de uno a otro.
Los hombros flojos son amigos del que baila.
Amigos de los amigos del cuerpo.
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I
A ellos, a los fundadores del
mundo del futuro
les deseamos el infierno,
nosotros que hemos estado ahí,
nosotros que lo conocemos
II
Algunas personas caen
en un profundo pozo y
logran salir de él
Personalmente, he intentado
leer muchas veces
La Divina Comedia
y nunca superé el infierno.
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Poesía política.
Las bestias viven en esta tierra.
Por cada peso que prestan,
mil reclaman de vuelta.
Van a caer, las bestias:
Carecen de imaginación
-política y emocional-,
y el odio es todo lo que conocen.
Van a caer:
En esta tierra habitamos nosotros,
los que conocemos algo
de su naturaleza,
los que siempre tenemos
fuerzas para enfrentarlas.
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I
Yo soy amigo de las fieras,
aunque las odio
II
Sé cuales son las bestias.
Sé que las llevamos dentro
aunque las neguemos.
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Fronteras.
Las fronteras son para las naciones
y para las relaciones que nunca llegan
a concretarse.
Existen por los débiles que no pueden
resistir
la tentación de acercarse al terreno
y al otro cuerpo.
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Los triunfos y los fracasos de las palabras.
Al pie de la montaña, siempre.
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