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Pódcast MAÑANAS QUE SE PARECEN
Para todos aquellos que desean escribir su primer libro y no saben por dónde comenzar.
¿Cómo estructurar un relato, crear los ambientes, las localizaciones, los personajes, o simplemente, elegir un título?
¿Qué sabes sobre el mundo editorial, sobre cómo crear tu estilo?
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HILOS DE ACERO
A lo largo de todos estos años he tenido la oportunidad de escribir muchas cosas, lo hice despacio y sin presiones editoriales. Saboreando una buena conversación, un largo paseo o un cremoso café sin edulcorantes. Las ideas fluyeron muchas veces sin acelerar los acontecimientos y se posaron sobre un cielo natural de nubes blancas y densas como el papel de mis primeras libretas.
Cuando comencé a pasar mis notas a una máquina de escribir, no contaba con todas las ventajas tecnológicas de las que disponemos ahora, en realidad, todo era tan abrupto como auténtico.
Muchas páginas se quedaron en nada, eran como un amor de verano, alegres, efímeras y melancólicas, pero otras anotaciones fueron esenciales para dotar de vida a mis personajes. Cada uno se inspiraba en alguien que conocí o en alguien que creía haber conocido, en cualquier caso, había muchas diferencias de edad, sexo y antecedentes culturales.
Las historias hablaron sobre arqueólogos fracasados, pilotos acrobáticos caídos en el barro, anticuarios que necesitaban romper con todo, músicos abandonados, mujeres que no estaban seguras de nada, mercenarios arrepentidos, adultos atrapados en su infancia, héroes de vidas sencillas, pequeños astronautas o estaciones de metro fantasmas…
Todas las conversaciones, ambientes y personas pertenecían a diferentes mundos, épocas y maneras de entender la vida, pero si pudieran estar todas juntas en un mismo lugar, sería como si ya se conocieran.
En realidad, los echo mucho de menos y en cierto modo, todas esas historias acaban bien. O todo lo bien que fue posible según las circunstancias.
Muchos sueños son tan frágiles como un suspiro y a pesar de ello nos acompañan durante toda nuestra vida. El sueño de escribir y ser leído, es muchas veces tan delgado como una hebra de hilo, pero hay hilos que son de acero.
julianswritings.com

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Disponible en 4 idiomas
EL ANTICUARIO DE GRENOBLE
Un relato breve que se puede descargar gratuitamente y en 4 idiomas desde la Website: Mandarinas de papel
Haz clic en el siguiente enlace y adquiere tu copia, después puedes comentar, difundir o compartir y tus observaciones.
http://www.mandarinasdepapel.com/frases-que-hacen-nidos/4901-2/
Guarda este relato en tu tablet y ábrelo delante del fuego o de una ventana con las primeras lágrimas del invierno, siente el reconfortante sabor de una taza caliente y vive esta nueva historia.
Conoce a Adrien y su tienda de antigüedades da un paseo por Brooklyn y déjate contagiar del espíritu emprendedor de un personaje que a pesar de haberlo perdido todo, está dispuesto a no rendirse y comenzar de nuevo.

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Incidente en la cafetería

Una fría tarde en la que el cielo de Varsovia tenía el color gris de un uniforme de fontanero, Adam se dirigía a Pracownia, la tienda de instrumentos musicales donde siempre afinaba y limpiaba a fondo su oboe. Era uno de esos establecimientos con luz cálida, casi amarilla, mostradores de madera noble y antigua y vitrinas de cristal que protegían del polvo los instrumentos musicales. Casi siempre olía a infusiones de poleo con menta, su propietario, un artesano que ya había sobrepasado la edad de la jubilación, nunca tomaba té ni café, tenía un sueño frágil. Adam siempre disfrutaba de esa pequeña visita en la que compartía su pasión por la música delante de una taza caliente. Era un tiempo tan agradable y reconfortante, que pasaba volando.
Después de recorrer con su estuche el bulevar de la calle Grójecka se topó con los grandes y cuadrados ventanales del café Starbucks. La luz eléctrica de la cafetería contrastaba con la densa oscuridad del atardecer.
Cuando el semáforo le obligó a detenerse, Adam se arropó el cuello con las solapas de su viejo abrigo overcoat y esperó en el borde de la acera. Estaba allí, rodeado de extraños mientras caían las primeras gotas de una fina aguanieve. Él aún no lo sabía, pero ese aleatorio momento en que aguardaba bajo la lluvia se convertiría en un antes y un después durante el resto de su vida.
Los vehículos salpicaban de agua sucia sus zapatos, mientras que al otro lado de la calle, en el café, Andzélika, Andzie, sonreía dichosa al recibir el intenso beso de Blazer. Paul Blazer era un inglés arrogante y engreído que se había enamorado de su habilidad para hacer "hablar" al piano. Adam nunca sintió demasiada simpatía por ese individuo que peinaba su melena rubia con los dedos, era una especie de aversión que ya arrastraba desde antes y sin embargo hoy le sobraban motivos.
Adam era una persona tranquila, de costumbres sencillas, la música, Andzie, paseos hasta las librerías; ella le había contagiado con su amor por los libros. Entró en la cafetería sumido en una profunda tristeza que a su vez le incendiaba de rabia y desesperación. Su tendencia natural nunca fue agredir al pianista, pero una fuerza descontrolada en el epicentro de algo parecido a un huracán sin sentido le estaba empujando hasta allí.
Andzie volvió a sonreír a Blazer y regresó a sus cálidos labios con sabor a café de Ecuador. «¿Qué podía atraerle de aquel tipo narcisista que apestaba a colonia de supermercado? ¿En qué momento había comenzado a perderla? ¿Por qué no se había dado cuenta antes, cómo podía estar tan ciego?»
Andzie se iba con el pianista inglés y Adam intentó enfrentarse a él una tarde, en un café de Varsovia con una silla. Con una silla como lo haría un domador de leones. El pianista, que era un adicto al gimnasio, le dejó muy afectado contra el office de los platos y Wróbel, sangrante y humillado, intentó recuperarse. Las peores heridas, esa tarde fueron las que no sangraron.
—Hijo, es mejor que ahueques el ala.
—Le aconsejó un cliente, un abuelo de casi noventa años.
—¡Levántate imbécil! ¡Mamarracho!
—Eran palabras que Blazer le arrojaba como piedras incendiarias sin apenas haber sudado.
Wróbel se levantó.
MAÑANAS QUE SE PARECEN
Fragmento
by Manuel Julián
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Frases huérfanas

Todo comenzó como una nueva manera de comunicar emociones. Algunas palabras nacieron con la voluntad de perdurar para siempre, en cambio otras agonizaron con el paso del tiempo y cayeron en el olvido. Poco después, las palabras descubrieron que necesitaban adaptarse si querían sobrevivir y crearon su propio lenguaje, uno que incluyera nuevas voces y conceptos a los que aún no le habíamos puesto nombre.
Todo ese esfuerzo tendría sus propias consecuencias y muchas de ellas se quedaron en el camino, enterradas entre las páginas de viejos libros hasta que volvieran a ser descubiertas. Muchas frases vagaron desde entonces por terrenos yermos, deseando que un escritor las amara y las adoptara. Quizá por todo ese enorme peso, un escritor no solo se enfrenta a sí mismo sino a todo lo anterior, al lenguaje de su infancia y la de todas aquellas generaciones que le precedieron.
Una página en blanco espera pacientemente a que algo de todo eso se derrame sobre ella, a que lo haga antes de que las energías se desvanezcan. Antes de que el pulso renuncie a una nueva historia y que el silencio lo cuente todo. No se escribe para ser leído, se escribe para ser perdurado. Para respirar de nuevo aquella primavera de hojas de papel, tinta y recuerdos. Así es que las frases ya son parte de tu familia aunque nadie las conozca, aunque sus mandarinas sean de papel, sus nubes de azafrán y hagan nidos en tu cabeza, aunque las mañanas ya no se parezcan.
Mañanas que se parecen
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Fotos con ruido

Algunos recuerdos son como arena en los ojos: una antigua fotografía, una frase en un libro o una vieja canción, tienen esa extraña capacidad de detenerlo todo. De que nuestra mente regrese a aquel instante y despierte de nuevo en nosotros algunas sensaciones que creíamos olvidadas: el mismo sabor, el aroma de entonces envuelto por las voces lejanas de otros tiempos.
Seguramente que todos habríamos querido aparcar nuestro Delorean en la puerta del colegio y repetir el examen de matemáticas que suspendimos, el beso que nunca llegó, o las decisiones en las que nos equivocamos. Es posible que la vida nos haya dado ya muchas oportunidades para sanar las heridas del pasado. Pero el tiempo solo vuelve cuando lo recordamos.
Muchos deseos, como este, naufragan en el interior de una botella golpeada por las olas, no se hunden pero tampoco van a ninguna parte. El viento los empuja, el sol los abrasa y el mensaje sigue dentro del cristal, esperando a que, como hoy alguien lo encuentre.
Las cosas podrían haber sido de otra manera o tal vez no. Quizá no lo sepamos nunca, son como el ruido de una fotografía, una imagen poco definida en nuestra memoria, erosionada por el paso de los días, disuelto, frágil y volátil recuerdo de nuestra adolescencia.
Si algo nos ha enseñado la vida es que cada mañana amanece. Una cálida luz emerge desde las entrañas de la tierra para alumbrar nuestro camino, para que miremos en la misma dirección que nuestros anhelos a lo largo de un nuevo día. Para que cortemos todas nuestras ataduras, que ningún lastre nos retenga y que de nuevo confiemos en el mañana.
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Nubes de azafrán

NUBES DE AZAFRÁN
Abril de 2015
259 páginas
15,00€
ISBN: 978-8494-364-006
En el más importante asentamiento neolítico de europa trabaja con su hermano un nuevo licenciado en antropología. Pero algo en su vida le empujará a cuestionarlo todo.
AVENTURA, ACCIÓN, ROMANCE
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Nueva tendencia: “Nesting”

ANTES ERA UNA MODA…
…Y HOY ES UNA CUESTIÓN DE SUPERVIVENCIA
En mayo de 2017 escribí un artículo para Sitges Infoguía Magazine titulado: “NESTING”: LA MODA DE QUEDARSE EN CASA.
Se trataba de un artículo de opinión sobre una nueva tendencia que se llamaba «NESTING», (permanecer en el nido) y según los eruditos modernos de entonces, quedarse en casa tenía muchas ventajas psicológicas e incluso creativas, algo así como una recuperación o reajuste de la armonía interior. Era como si todo lo que llevábamos tanto tiempo buscando en la calle, hubiese estado más cerca de nosotros de lo que habíamos imaginado, en nuestras propias casas, dentro de nosotros mismos.
Ya han pasado tres años y las paradojas de la vida nos han llevado de una tendencia a una obligación, ya que a consecuencia del COVID-19 millones de personas de todo el mundo se hallarían confinadas en sus casas redescubriendo su propio nesting.
¿Qué habremos aprendido cuando todo esto termine?
Las lecturas o inputs son muy variados, unos más optimistas y otros más lúgubres pero si de algo podemos estar seguros es que llegado el momento de la recuperación o restablecimiento a la normalidad, no será a la normalidad de antes, sino a una realidad paralela que nos haga desconfiar de las multitudes, del contacto físico e incluso de los hábitos de comunicación.
Unos dicen que la epidemia se originó en Asia por culpa de un extraño armadillo infectado, un Pangolin, que forma parte de la cultura gastronómica del lugar y otros que todo obedece a una especie de gran conspiración urdida en la penumbra de un laboratorio. Quizá tardemos mucho tiempo en descubrir la verdad, pero todo este asunto ha revelado un hecho incuestionable; y es que igual que en el aclamado efecto mariposa, lo que ocurre en lugares tan remotos como China puede afectarnos también a nosotros. La globalización nos ha llevado a comerciar y compartirlo todo y ahora ha llegado el turno de los virus, las enfermedades, las mascarillas, los guantes de silicona y los mismos miedos.
Todo sucede ahora a tanta velocidad, que casi no podemos asimilarlo y lo que antes era una frivolidad, ahora es una cuestión de supervivencia.
LA MODA DE QUEDARSE EN CASA
SITGES INFOGUÍA MAGAZINE nº 143 pág. 78
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El ecualizador de las emociones

El concepto de la fe y la confianza se ha devaluado con los años. Un agudo sentido del ridículo, un gran desconocimiento de su verdadero origen o significado y la permanente sensación de que esta cualidad es solo para ingenuos ha provocado muchas veces su rechazo.
La fe es el ecualizador de las emociones. Los de mi generación, que escuchábamos la música en vinilo, seguramente todavía recordaremos aquel prodigioso artefacto que permitía, entre otras cosas, moderar o ecualizar los graves y los agudos de una inolvidable canción. Algunos frikis dicen que los discos de antes suenan mejor, yo, después de trabajar en una industria que superaba por mucho todos los decibelios imaginables, ya no puedo distinguir la alarma de un termómetro o de algún sofisticado despertador. Sin embargo todavía conservo un sonido interior sobre lo que es correcto o incorrecto, sobre lo que debo evitar o a lo que debo aferrarme. Es el prefacio de una melodía que me ha acompañado toda la vida y que me ha ahorrado muchos problemas. Hacer lo correcto no suele ser lo más ventajoso económicamente, pero muchas personas pagan verdaderas fortunas por pastillas para dormir y sesiones de psicólogo. Sin embargo actuar con una buena conciencia nos ayudará siempre a conciliar el sueño y disfrutar de una vida, en todos los sentidos, más saludable.
La definición más antigua que se conoce sobre lo que es en realidad la fe tiene casi 2.000 años de antigüedad y se encuentra en una carta. Fue escrita por un ciudadano romano versado en la ley y que poco tiempo atrás había abrazado el cristianismo. El redactor se llamaba Pablo y la carta iba dirigida a sus compañeros hebreos.
Un fragmento de esa carta dice lo siguiente:
“La fe es la certeza de que sucederá lo que se espera, la prueba convincente de que existen realidades que no se ven”.
Certeza y prueba convincente
El texto, escrito originalmente en griego koiné, al hablar de una prueba convincente, se refería también a una “demostración evidente”. De manera que el concepto de fe cobra sentido cuando comprendemos que no se trata de una credulidad ciega, sino el resultado de algo que aunque aún no se ha producido, puede ofrecer garantías evidentes, o la certeza de que ocurrirá.
Por ejemplo, algunos adquieren una nueva vivienda sobre planos. Han comprado una casa que todavía no existe y que ni siquiera el constructor sabe cuando la terminará. Quizá solo hay un espacio o solar vallado, lleno de arbustos o piedras y parece difícil imaginar que uno vaya a vivir en ese lugar, pero si mira el plano y después vuelve a mirar el solar, ahora lo ve con otros ojos. Con los ojos de la fe, y la evidencia son los planos.
En ocasiones no somos capaces de observar más allá de lo evidente, las “realidades que no se ven" y esto destruye la mayoría de nuestras certezas sobre el futuro, o lo que esperamos del futuro. Es cierto que muchas veces se traiciona la confianza y que es difícil recuperarse de una decepción, pero si miramos bien encontraremos muchas evidencias que nos ayudarán a ser mas felices y a vivir con un nuevo propósito.
La fe es el ecualizador de las emociones cuando regula los graves y los agudos de nuestra vida, cuando nos permite tener un razonable sentido de esperanza, cuando aprendemos de los errores y sentimos la necesidad de ser mejores personas.
La fe forma parte de nuestro ADN. Unos tienen fe en la ciencia, otros en el amor, en la creación, en el Creador, en un proyecto, o el nacimiento de un niño…, se cual sea nuestra caso, no despreciemos ni la fe ni las creencias de nadie. El tiempo siempre da la razón a los que no se equivocan y lo pone todo en su lugar. A lo largo de nuestra vida hemos perdido muchas cosas, que una de ellas no sea nuestra fe.
*PD
Salmo 106, verso 3: "Felices...los que siempre hacen lo correcto"
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Mandarinas de papel 2ª Edición
Your new books to love reading
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MANDARINAS DE PAPEL
2a ed. octubre de 2013
689 páginas
16 X 21
20,00€
ISBN: 978-84-941138-4-0
Un joven arqueólogo y su mejor amigo sobrevuelan las selvas de Yucatán para sumergirse en un yacimiento subacuático.
AVENTURA, ACCIÓN, ROMANCE, HISTORIA, SUSPENSE , FICCIÓN
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“El lenguaje de este autor es bellísimo, casi poético… Una novela que nos enganchará de inmediato…, creo, sinceramente, que es muy buen escritor, que tiene mucho que aportar a la literatura y que merece la pena que se le conozca y que se le lea”.
ÉRIDE Ediciones
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“Él quería una vida con ropa de algodón y pies descalzos en la playa, de niños correteando por la arena. Una vida de frascos de cristal llenos de conchas y tardes de sábado con mantas, cojines y palomitas ante el televisor.
Quería una vida sencilla, una a su lado”.
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