louisonrisas

[louisonrisas]

Es duro aceptar que las cosas han cambiado y nunca volveremos a ser los de antes. Por un lado, es algo bueno porque eventualmente hay que madurar y aprender de los errores, pero por otro lado, uno a veces extraña la genuina inocencia que se tenía y como uno se ilusionaba con amores pasados.

La idealización es algo bien agridulce, ¿no?

Ayumi

[louisonrisas]

[louisonrisas]

Y sí 🙂‍↔️

(anónimo)

-InefableNostalgia

[louisonrisas]

me pregunto si también tendrás estos pensamientos repentinos que aparecen a lo largo del día

[louisonrisas]

[louisonrisas]

[louisonrisas]

Ricosbesos de media noche

Me senté en la banca (en la misma de siempre). “Ahora sí lo voy a esperar”, me dije a mí misma. Ya se estaba tardando, pero yo tenía que dejar de verlo con los mismos prejuicios de siempre si de verdad quería avanzar.

Además, servía que sacaba a Lucián un rato.

Ya tenía tiempo que no lo veía, pero pensaba en él a veces, y lo veía como fantasma entre la gente. Como un reflejo constante, junto con menciones de su nombre y coincidencias extrañas... (el patrón seguía, ¿por qué?) si ya había hecho de todo —en serio de todo— para deshacerme de él. Y por más que quisiera, seguía existiendo una chispa. Era como si volviera a renacer entre las cenizas.

Desde que llegó pude notar que quería estar cerca. Yo estaba sentada con las piernas dobladas, abierta, solo viéndolo. Él se acercó y puso su mano en mi pierna.

—Tome —me dijo. —¿Por?

Puso su mano en mi vientre, dio unas palmaditas suaves y dejó sus dedos rozando mi entrepierna. —Jugo Rayado... jugo Rayados...

La verdad es que no teníamos mucha plática. Yo andaba high, estaba fumando wax y escuchándolo. Todo era tranquilo. Había pausas, pero no eran silencios incómodos: se podían disfrutar junto con la noche y el viento fresco.

—Me encanta la noche —dije. —¿Por la posición de la luna? ¿O por qué...? Acaso vas a empezar a decir que la luna es especial por esto y esto como lo sueles decir…

Empecé a reír y lo miré. —No, solo la estaba disfrutando. —Ah, es que siempre decías cosas así. —Ay, traumadillo…

Jajajaj.

—Dame un abrazo —me pidió. —Si le fumas al wax —le dije.

Fumó una calada. Me hizo señas con las manos para que me acercara. Lo rodeé con mis brazos por el cuello, y él se recargó en el mío. Me tomó por la espalda, sentí sus manos grandes sosteniéndome fuerte, y un largo suspiro escapando de él.

Sentí su respiración en mi cuello. Sentí cómo me olía, cómo transpiraba sobre mí. Su energía era reconfortante, tranquila. Como si por fin estuviéramos en casa. Tierno y cálido.

Después empezamos a platicar, pero yo solo quería estar más cerca de él. A medida que seguíamos, yo me acercaba más. Recargué mis piernas sobre las suyas. A veces las tocaba, suave. Pero yo necesitaba más. A veces las movía con las suyas. Y así…

Llegó la hora de despedirse. Me paré en el escaloncito de la puerta de mi casa, quedando a su altura.

Me abrazó. De nuevo sentí esa necesidad. Me apretaba con sus manos, suave, suspiraba… y no me soltaba.

—¿Estás bien, Lenin? —pregunté dulcemente. —Sí —respondió con sus labios pegados a mi hombro.

Me solté del abrazo, lo miré. Estábamos muy cerca. Nos volvimos a abrazar. Y así, consecutivamente. Sus manos en mis caderas, las mías colgadas en su cuello. Nuestras cabezas escondidas en los cuellos del otro. Era demasiado ya.

Además… ya habían pasado cuatro años. Justo los cumplimos este mes.

Cuando nos soltamos, estábamos a centímetros. Solo tuve que inclinar un poco la cabeza para darle un beso. Él retrocedió con el entrecejo fruncido. Duró unos segundos así. Yo solo le sonreí.

Y solo eso bastó para que me regresara el beso. Pero uno más apasionado, como si nos debiéramos algo. Como si esa tensión de años estuviera reclamando su lugar, recobrando el tiempo perdido.

Subía la velocidad. Subían nuestras respiraciones. Nuestras narices topaban de lo rápido que cambiábamos. Yo le tomaba el labio de arriba, luego el de abajo, lo lamía, lo succionaba. Él tenía sus manos en mis nalgas, suave. Yo quería que las apretara.

A medida que bajábamos la intensidad, nos recorríamos con besos suaves hasta el cuello, y volvíamos a descansar ahí. Cálido. Tierno. Nos volvíamos a ver, y nos dábamos besos en cadena: uno en el cachete, luego yo le daba uno, y ponía mi cachete. Él se alejaba, le daba risa, pero igual me lo daba. Un juego entre nosotros.

Al final, un beso largo. Fui bajando mis manos por sus brazos, apretando suave, hasta llegar a sus manos. Sentía su energía. Solo quería darle un cierre.

—Estamos bien… ¿verdad? —le sonreí. —Sí —me sonrió. Se me quedó viendo. Miraba mi cara con sus ojitos chinitos, brillosos, y sonreía.

Yo también lo miraba. Nos recorríamos la cara con los ojos. Nadie se quería ir.

—¿Otro?

Y volvíamos. No me soltaba. Ni yo a él.

Le daba wax. Se lo acercaba a la boca, inhalaba. —Un último y ya…

Un beso corto entre risas. Y me soltó. Se fue.

[louisonrisas]

las memorias de pasados fantasmas me aterrorizan de esos días congelados de invierno y los eternos días de primavera me consumen hasta quedarme sin aliento y lágrimas saliendo de la ventana de mi alma.

[louisonrisas]

“No vine a ser la terapeuta de nadie. Vine a compartir mi brillo con quien sepa verlo sin encandilarse ni querer apagarlo.”

[louisonrisas]

Los pasados fantasmas… ¿te están visitando otra vez? ¿O es que los reconociste con más claridad esta vez? Y esos inviernos congelados…

¿los traes pegados a la piel aún cuando afuera hace calor?

[louisonrisas]

Desde la mañana, en el tramo de Félix U. Gómez —antes de sumergirme en el caos del centro—, sentí una nostalgia aguda, como un puñal entre las costillas. ¿Por qué? Odio esa sensación, pero a la vez me obliga a enfrentar mi vulnerabilidad. Y ahí, entre el sobrepensamiento y la rendición, aparecía él.

I.

Mi mente se comunica en imágenes, y hoy era una cámara proyectando recuerdos en primera persona: su energía imparable, esos ojos que parecían descifrar frecuencias invisibles. Era único. Convivir con él era como tener una bocina al máximo, luces destellantes, y aún así querer subirle el volumen. Más, más, más. ¿Pero a qué costo?

El ser más impredecible y funable que he conocido. Y lo peor: yo lo entendía. Pasé por alto sus excesos porque quería ver hasta dónde llegaba... pero él, sin límites, y yo, ingenua, activamos la parte más horripilante de mí: esa que es fría, calculadora, que juega sus cartas en silencio hasta quedarse con todo el botín.

Sé el poder de mi mente. Su único límite es el infinito.

Lástima que él solo era un espejo roto donde me vi reflejada.

[louisonrisas]

"Las lágrimas saliendo de la ventana de mi alma"

es como si tuvieras un balcón interno por donde se escapan las emociones que ya no caben adentro.

[louisonrisas]

El encuentro entre almas gemelas se da en un estado profundo de consciente en el que se envuelven emociones e ideas conjugadas con el otro dando una fuente divina unica donde conectan y se tienen el uno para el otro.

[louisonrisas]

Mi alma no se vende y si ese fuera el caso a ti no te alcanza para comprármela.

Efimera Lunar Intemporal

[louisonrisas]

Se dice lo de es un "Quiero y no puedo", pero mas bien sucede más a menudo un "Puedo pero no quiero".

[louisonrisas]

escuchando playlist q escuchaba en el 2013

[louisonrisas]

ya me canse

Estoy en algún punto entre mi peor colapso y mi era de sanación más poderosa.