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Torre de marfil

Me siento encerrada en una torre de marfil. Siento que todos mis pensamientos, movimientos y sentimientos son controlados por otro ser, que no puedo ser yo, que no tengo libertad, que el aire que respiro se convierte en ceniza y, cuando lo inspiro, me inunda los pulmones y me intoxica. Me pudre por dentro, me infecta, me carcome.

Recuerdo que pocas veces he sido consciente de vivir en la torre, pero supongo que hace mil años que me encerré allí dentro. Supongo que yo misma subí voluntariamente para ver qué había ahí, al otro lado de la realidad, en la orilla de la locura.

Ahora es diferente. si bien es verdad que ha sido a raíz de mis decisiones, siempre desafortunadas (creo que eso no cambiará nunca), nunca imaginé que podría sentirme tan cohibida dentro de una relación. La única persona a la que le permitiría tratarme y atarme así sería a mí misma. Parece que todo lo que estoy viviendo es irreal. Parecía antaño que los monstruos habían desaparecido de mi cabeza, pero estaba equivocada; las sombras siempre quedaron ahí, nunca se fue la oscuridad.

No tengo ninguna esperanza de que se vaya. Sé que seguirá conmigo hasta el final. Solo confiaba en poder sortearla un poco y hacer ver que no existe, pero ella me engulle de vez en cuando y, suspendida en el limbo, me mantengo medio cuerda, pero cada vez me cuesta más salir de ahí y agarrarme a algo real. Me mantengo serena por fuera, pero por dentro sé que soy la misma mierda de siempre, que acabaré cayendo y que a nadie le va a saber mal que yo lo haga. Supongo que mi destino es inevitable, que todo lo que he intentado hacer todos estos años ha sido en vano y que la salida y el final me esperan. Yo no merezco nada. No puedo quitarme estos pensamientos de mi cabeza desde hace años. Ya no sé cómo luchar contra ellos. Ahora sé que aunque los ignore, siguen allí, rompiéndome poco a poco. Bah... ¿a quién pretendo engañar? Ya ni siquiera hay nada que romper. Soy un ente que no tiene sustancia, que se deja llevar, que no procesa nada de lo que pasa a su alrededor. Morí el día en el que este maldito maleficio se tornó en hielo y me helé en él, por los siglos de los siglos seguiré helada, seguiré intacta. No volveré a sentir. Antes sentía. Demasiado. Muchísimo, la vida me dolía, todo me hería, no podía continuar así y decidí congelarme en el tiempo, congelar mi mente y no vivir más allá de los 16 años. Sigo estancada mentalmente en esa edad. Aunque haya madurado por fuera y quizás en mis pensamientos, puesto que ya los puedo procesar y entender mejor, no quiere eso decir que no siga anclada en ese barro y fango que viví a los 16. Algo debió pasar que me de trastocó de tal forma que nunca he vuelto a ser la misma. Parece ahora que hable yo de alguna violación (bueno, hubo un intento, pero no creo que fuera esa la raíz del problema) y también es verdad que fui muy desafortunada en algunas otras cosas como el amor, los estudios y en general el castillo de arena que había construido a esa edad se derrumbó, pero ¿realmente pasó algo tan fuerte como para que mi mente lo borrase y me mantuviera por siempre presa en ese periodo sin desvelarme mis fantasmas? Sí, intenté suicidarme varias veces y sí bebía y me cortaba, vomitaba y hacía dieta a la espera de ser mejor, a la espera de ser más popular, a la espera de volverme bonita. Pero qué estúpida era. Y supongo que sigo siendo porque no ha variado mucho mi pensamiento al respecto... La sociedad no ha cambiado. Ahora, como antaño, me sigo preguntando dónde está mi alma gemela, dónde esta mi amiga, dónde está la felicidad y si seré yo una de las afortunadas que pueda alcanzarla en algún momento.

¿La felicidad está hecha para todos? ¿O solo está al alcance de unos cuantos afortunados? ¿Tendré yo la suerte de siquiera verla aunque sea de lejos?

En estos momentos solo me quiero hundir en el fondo del océano, donde no hay nadie, solo oscuridad, soledad y frío. ¿Cómo se recupera uno de todas las desgracias? ¿Cómo se encuentra a alguien afín que no coarte tu libertad? ¿Cómo debo trabajar en mí para poder recuperarme? Sé que quizás es una locura el pretender volver a ser la niña alegre que era antes del boom, pero de alguna manera lo consigue la gente sin caer en el pozo de locura, ¿no? De alguna manera salen adelante... ¿por qué yo no puedo? ¿Por qué tengo tan pocas fuerzas? ¿Por qué yo no puedo dejarlo y ya?

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Devastación.

A veces me gustaría escribir, pero no tengo nada que decir. La devastación es tal que ni siquiera sé qué expresar. Parece que comienza una nueva etapa, pero, nada más lejos de la realidad, es lo mismo de siempre: descontento, tristeza, devastación, desespero y silencio mezclado con soledad. No puedo evitar sentirme sola en estas etapas de mi vida que no puedo compartir con nadie, porque no tengo a nadie a mi lado. Supongo que es inherente al ser humano (me refiero a la soledad). Todos estamos solos.

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Sitios

Hoy estaba sentada en la reunión. En medio de una sala llena de gente. Todos hablando con su compañero, apuntando algo, riendo y luego estaba yo. Sola, triste, con ganas de llorar y de irme de allí. Sentía que no era mi sitio. Supongo que es difícil que un sitio se sienta como que es el sitio correcto donde tienes que estar en ese momento, tu sitio.

Si me paro a reflexionar, los sitios que siento míos suelen estar aislados o vacíos. Sitios cerrados, abandonados. Sitios donde no entra mucha luz. No sé por qué me inclino hacia ellos. Intento pensar si en algún momento de mi infancia fui feliz en algún sitio así, pero no consigo dar con ello. Más bien me daba miedo la oscuridad y lloraba estando sola y a oscuras. No entiendo en qué momento empecé a querer estar en ellos y cuándo el miedo se convirtió en tranquilidad.

Ya ni recuerdo la última vez que fui feliz. Hoy, leyendo, me ha asaltado un miedo vital: ¿y si nunca conseguiré ser feliz? ¿y si la yo del futuro sigue igual o peor de lo que estoy ahora? ¿es esto la vida? ¿no hay nada más?

Está claro que yo tomo las decisiones equivocadas, pero las circunstancias tampoco ayudan mucho a mejorar. ¿Seguiré siendo igual de desgraciada en mi trabajo? ¿Tendré siempre las pocas ganas que tengo de aguantar las faltas de respeto constantes?

El futuro es incierto y evito pensar en él porque siempre intentas pensar algo positivo pero ¿y si no lo habrá? ¿Qué pasa si el futuro es peor? No quiero volver a la rueda de pensamientos de siempre. Tener que pelear contra mí misma es complicado, pero tampoco estoy ya para aguantar las gilipolleces de los demás.

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Inevitable

Estoy sentada. He comido el desayuno. Me estoy bebiendo el té y pienso: ¿hacia dónde voy? ¿por qué estoy aquí? ¿quiero estar aquí?

Me da miedo la respuesta porque sé cual es, pero, a la vez, la escondo dentro de mí. No dejo que salga a la superficie. Y casi cada día me pregunto qué pasaría si me fuera de donde estoy, si cambiara el rumbo de mi vida. Me da demasiado miedo, pero supongo que es algo inevitable.

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Hinchada

Después de los atracones y las vomitadas, me levanto con la cara hinchada, llena de granos, el cuerpo también hinchado y me miro en el espejo, sabiendo que no valgo para nada y que quisiera un momento de descanso.

Quizás no pueda resistir el trabajar durante 45 años seguidos. Aguantar a los niños cada día es agotador, me quitan la mínima energía que tengo para vivir y nunca tengo ganas de ir a trabajar y estar con ellos, pero es curioso, porque a la hora de dar clase, no noto ese cansancio, es como si no fuese yo, como si fuese un muñeco que actúa bajo sus propias reglas, cosa que esfuma al salir de trabajar. Vuelvo a ser yo. Y no quiero serlo. ¿Será por eso porque escogí esta profesión? ¿La escogí yo o no me quedó más remedio? Tantas preguntas existenciales...

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El tiempo pasa...

El tiempo pasa y yo parece que sigo estancada. He vuelto a vomitar, dos semanas seguidas. Una vez por semana. Sé que no es nada crítico, pero me preocupa el que se me vaya de las manos. Ni siquiera es agradable hacerlo. Las últimas veces (anteriores a estas) me daban taquicardias y salía sangre de la garganta, pero ahora ya no. No sé a qué se debe pero debo hacer algo y escoger entre A o M no me parece nada acertado, aunque es lo único que puedo hacer. Eso o comer hasta reventar literalmente.

Espero perder peso pronto y llegar a mi meta sin tener que acudir a M o a ayunos intermitentes de más de 48h. Es verdad que una vez entras en este laberinto, no sales.

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Resolución

Al final he comido. En algún momento me he sentido llena, pero está claro que uno de mis tantos problemas es no saber parar y no saber identificar el momento en el que el estómago te dice basta.

Creo, sin embargo, que no he comido en demasía. Un trozo de salmón pequeño, unas patatas fritas caseras y un poco de ketchup, tomate y pepino. Nada más. Igual, cuando lea esto dentro de unos meses digo: "menuda cerdada", pero para empezar quizás no esté tan mal. He comido comidas calóricas a sabiendas de ello, para recuperar energía porque nuestro plan de hoy es ir a nadar y si seguía sin comer nada, no aguantaría, creo yo. El caso es empezar por algo y no dejarse llevar por el veneno.

Solo espero que mañana no llegue hasta los 70'3kg de ayer.

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Sorpresa

Ayer me pesé: 70'3kg

No pretendía hacer gran cosa, pero al haber la noticia, me puse muy triste y pensé que no hacía falta comer, aunque tuviese mucho hambre y no comí. Lo decidí así. Solo bebí agua, té y una bebida baja en calorías.

Me peso esta mañana: 68'2kg

No podía creérmelo. Sí, ya sé que todo eso es agua, que todo eso no significa nada de nada y que son fácilmente recuperables, pero ya no sé qué hacer. Mi plan era comer hoy normal y mañana volver a no comer y así, alternar días de comida y días de ayuno. No tengo ni idea de si eso es algo que pueda funcionar. Tengo claro que llegará un momento en el que todo se estanque cuando el organismo se adapte a esa rutina, pero igual, para empezar, no estaría mal.

El problema de esta rutina sería los días de comer, que seguramente lo que más me cueste no es el no comer, sino el controlarme cuando como y no comer de más. Una vez accedes al veneno, a la droga de la comida es muy difícil salir de ahí.

He de decir que también estoy débil y como medio mareada como cuando tienes fiebre que es como si fueras flotando en una nube...

Recuerdo aquella vez que estuve 3 días seguidos acostada en la cama y solo me levantaba para ir al wc y tomaba agua nada más. Al cuarto día me levanté, con pocas fuerzas, era verano y aquí el verano es mortal, te deja chafado. Bajé a la cocina y quise comer una sopa, pues la respuesta de mi organismo fue el vomitarlo porque ya no lo aceptaba, o al menos no a la primera. Supongo que antes era mucho más sensitiva con estas cosas...

Entonces, ahora no sé qué hacer: si no comer hoy tampoco porque tengo miedo de descontrolarme o intentar comer razonablemente. Lo haré sobre la marcha, como casi todo en mi vida.

Otro problema es que estoy todo el día en casa, no se puede estar fuera con este calor. La cocina está a dos pasos, mi pareja come, me ofrece comida, huelo la comida, la veo, pienso en ella y se hace muy difícil. Me ha salvado ayer el libro de Agatha Christie que estaba leyendo porque estaba interesante y que le pedí dar un paseo a mi pareja por la tarde, pero los demás días... no sé con qué me puedo distraer. Estoy haciendo un curso online y obviamente seguiré leyendo, algún día quizás vayamos a la playa o a la piscina que eso ya te quita mínimo 2-3h del día en el que no debes preocuparte de la comida, aunque ella esté siempre presente en mi mente. Parece el monotema. A ver si me puedo concentrar en otras cosas...

Seguramente, para distraerme un rato también me pasaré por aquí mucho más seguido.

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La noticia

La noticia que estaba esperando desde hace meses ha llegado, pero no de la manera esperada. Me vuelvo a ver envuelta en el mundo de Alicia, pero no uno bonito y mágico, sino cruel y despiadado.

Hace meses, quizás un año, no estoy segura, que estuve meditando, después de una serie de acontecimientos en los que yo me sentí muy herida ( ¿Qué cabe esperar de una tlp como yo? Siempre somos las víctimas de nuestra propia vida, ¿no?) que no podía tolerar eso toda una vida y, sin embargo, persistí en ello. Siempre lo hago, nunca hago nada sin haberlo meditado durante muchísimo tiempo y, de hecho, ya había tomado la decisión pero no el cuando llevarla a cabo. De hecho, me imaginaba algunas veces que volvía a casa y lo encontraba con una rubia o con cualquier mujer en la cama y era ese mi pretexto para dejarlo. No ha ocurrido.

En mi mente esa situación era mucho más fácil de digerir el que te digan que no le gustas (lo que más me duele es que nunca le he gustado físicamente, si supieras cómo te entiendo... Si tan solo supieras qué monstruo veo cada vez que me miro en el espejo... Si tan solo supieras las ganas que tengo de destruirme... Si tan solo supieras el tremebundo asco que me doy estando acostada, sentada, de pie, durmiendo, haciendo ejercicio, leyendo... lo que sea... Creo que no tiene ni idea de que el asco que él pueda sentir hacia mí yo lo siento multiplicado por infinito. No tiene ni idea de lo que representa vivir así...).

No le culpo, si soy yo la primera que nunca he creído en mí, que nunca me he visto atractiva. Y quizás eso es lo que más me duele de todo esto, que alguien no me apoye y sienta la misma repugnancia que siento yo hacia mi persona. Quizás no tanto por él como por mí.

Cuando llego al punto en el que no me importa nada, es algo crítico. Siempre lo ha sido en mi vida. Siempre que me ha dejado de importar todo, realmente me daba igual morir atropellada, ser secuestrada, violada o ahogarme en la bañera. ¿Qué sentido tiene la vida? Parece ser algo imposible encontrar a alguien que encaje contigo, ¿vivirla solo es vivirla plenamente? No estoy segura, pero sí sé que si yo la viviese sola, solo podría haber dos salidas: una en la que me autodestruyo y otra en la que mejoro notablemente mi relación conmigo misma, aunque esto último lo veo demasiado idílico, demasiado positivo.

Sí, sé que todo lo que estoy escribiendo son ideas inconexas que no llevan a ninguna parte. Escribo para mí, para curarme de alguna manera este dolor que estoy sintiendo ahora mismo. Creo que es la única manera que he encontrado que me alivia algo el sentirme mal. Hablar conmigo misma a través de estas letras y, quizás, encontrar algo de alivio y una solución a lo que sea que esté sufriendo, por eso nunca he podido escribir cuando estaba de buen ánimo. No es lo mío. Solo sé escribir sangrando palabras, sin mirar atrás, sin revisar el texto, sin tener coherencia ni cohesión.

Y vuelvo a estar aquí sentada frente al ordenador (¿Cuántas veces lo habré vivido ya?) vomitando mi dolor, sintiéndome vacía, sintiéndome frágil y quebradiza después de que me hayan apuñalado el pecho. Otra de las cosas que me ha dolido es que ha dicho que no me va a dejar. Mi plan era ese precisamente. Supongo que somos unos cobardes de mierda los dos. Me ha dicho que igual, si no hay cambios (físicos y en mi manera de ser) que puede que haga cosas (aka acostarse y verse con otras mujeres). Otra puñalada, pero esta vez por la espalda.

¿Para qué alargarlo más? Cuando a alguien no le gustas físicamente, sabes que ahí no es. Cuando a alguien no le gusta tu manera de ser, sabes que ahí no es. Cuando alguien intenta cambiarte, sabes que ahí no es. Cuando alguien te reprocha cosas completamente naturales y humanas, sabes que ahí no es. Pues yo, sabiendo que ahí no era desde un buen principio, me metí. Debo estar enferma, no estoy bien de la cabeza. Siempre confías en que cambie, siempre piensas que va a mejorar y nunca lo hace, no importa las veces que lo intentes, las cosas son como son y no cambian.

Tampoco se merece él nada de lo que yo pueda ofrecerle. No por cómo me ha tratado y el daño que me ha hecho. He intentado cuidarle y darle cariño, pero supongo que no solo basta eso cuando él quiere estar con una rubia delgada de 1`75.

No hay compatibilidad en buscar a alguien que llene tu alma con alguien que quiere llenar la bragueta. Eso ya lo sabía desde el primer día así que supongo que todo esto no deja de ser culpa mía. No puedo evitar culparme por todo. Soy una estúpida y siempre lo he sido, parece que eso tampoco va a cambiar nunca.

Lo que no quiero ahora es pensar en el futuro. Da miedo, da angustia, me marea, me paraliza el hecho de tener que pensar en: ¿y ahora qué? Ahora nada. Ya nada. Ya lleva años siendo nada y lo seguirá siendo. No sé en qué momento exacto dejó de ser "¿qué puedo hacer ahora?" a "no me importa, solo quiero no existir".

Cuando estás sin fuerzas, cuando estás débil, no apetece seguir aquí, apetece tumbarte sobre un prado lleno de hierba, donde corre una suave brisa y solo estás tú y tu silencio, tú y tus recuerdos, tú y tu sangre saliendo de las entrañas mientras las lágrimas cruzan tus pómulos y se te meten en las orejas como queriendo tapar cualquier leve sonido que pueda distorsionar este momento.

Ya no sé qué más vomitar aquí, ya no sé de qué maneras puedo destrozarme si ya no vivo. No sé qué hacer ni a quién acudir, odio mostrarme vulnerable, odio que alguien me vea como el trozo de mierda que soy, odio que puedan ver lo pequeñita que soy en realidad, lo poco que costaría destruirme, lo poco que yo estoy dispuesta a defenderme, las pocas fuerzas que me quedan. No he logrado nada, no he hecho nada, no he conseguido lo que yo quería. No he conseguido mantener, ya no digo hacer nuevos, sino mantener los pocos amigos que tenía. Es algo que me duele profundamente el no poder llamar a alguien, quedar con esa persona y ponerme a llorar en su pecho como un puto bebé de mierda que soy sin que esa persona me diga nada, que solo me abrace y vea en mi lo que yo no consigo ver: ¿fortaleza? Soy una puta desgracia para el ser humano, no sirvo para nada.

Me ODIO, me merezco todo lo malo. Me gustaría coger un cuchillo y cortarme toda en pedazos y después hacer carne picada, moler los huesos, convertirlos en polvo, carbonizar todo lo que quede de mí y esparcirlo por algún lugar muerto, como yo. Soy yo la culpable de todo lo que me pasa, soy esa puta subnormal que tanto odio. Soy esa que nunca hace nada bien, soy esa que siempre será fea por fuera y podrida por dentro. Estoy llena de veneno que me envenena desde hace años, que me consume cada vez que respiro, cada vez que late mi corazón. Todo se distribuye por mi interior como si necesitase ser erradicada mi alma demoníaca. Parece que no encajo aquí porque debo estar en la tierra muerta de los caídos.

Puede que si estuviese en esa tierra muerta, todos estarían igual de muertos que yo alrededor y no tendría que fingir sonrisas, ni amor, ni cariño. Solo sería yo rodeada de dolor, de mi propio dolor que me engulle y no deja que yo pueda hacer nada contra él. ¿Cómo se cura eso? ¿Hay cura? ¿Hay cura para el dolor que se provoca uno mismo? No creo que exista, no creo que nadie pueda ayudarme y no les culpo. Soy yo la causante de mi propia desgracia, soy yo la que no se deja avanzar, soy yo la que no se ama ni se cuida. Solo pretendo destruirme porque un ser tan inmundo como yo no merece nada. No merece ni mi propia atención.

Todos estamos destinados al caos en algún momento de nuestras vidas. Llega de repente y nos arrolla, nos arrastra hasta la nada, hasta la vorágine que es la nada, la soledad, la autodestrucción y el odio. Y nosotros nos quedamos allí, en un rincón, arropaditos por nuestra propia vergüenza esperando algo. Algo que nunca llega. Y se aprende a vivir ahí dentro ¿o no? Quizá creemos que somos más fuertes de lo que somos en realidad. Yo, desde luego, soy una persona débil. Muy débil. ¿Qué esperamos que pase? ¿Un milagro? No existe. Me gusta esa teoría que dice que todos somos parte del sueño de alguien, que en realidad no existimos. Casi preferiría que eso fuera cierto, pues no tendría que preocuparme por muchas de las cosas que me importan en la vida, porque si total, formas parte de algo fortuito y aleatorio, no importa que tanto te esfuerces, porque estarás destinado a la aleatoriedad de ese sueño.

Aunque no puedo matar a esa parte de mí que aun conserva esperanza, que aun espera que todo se arregle, que aun espera que todo mejore, que aun sueña con una vida, que aun se emociona con algo bonito y llora con algo triste, que aun vive dentro de mi cadáver.

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La primera vez

La primera vez que decidí adelgazar no tenía ningún referente del que yo fuera especialmente fan y adorara de tal modo a esa persona que quisiera imitarla. Como no la tenía, mi inspiración vino por una canción que me ponía como un mantra cada día varias veces en mi mp3. Ella me daba fuerzas para seguir ayunando y perseguir mi ideal que no tenía ninguna forma concreta, pero sí estaba segura de que no quería ser yo. Más de 15 años después, sigo sin querer ser yo, sin aceptar mi cuerpo, sin aceptar mi forma de ser, mi cara, mi manera de comportarme, mi manera de ser fría y no mostrar sentimientos aunque por dentro los sienta.

Se supone que toda esa época ya terminó aunque a mí nunca se me ha tratado mi tca, o lo que yo creo que era/es un tca porque mi relación con la comida nunca ha sido normal. Es verdad que en esa época me opacaban otras cosas como la depresión, el tlp y las autolesiones, pero la bulimia estaba ahí, la anorexia al principio también. No me jodas, llegar a pensar que no debes cepillarte los dientes porque la pasta de dientes puede tener calorías no lo encuentro normal. Aunque ahora reconozco (y antes también, lo que pasa que estaba absorbida y no quería salir de ahí) lo que no es normal, no quiere esto decir que quiera serlo yo también si no consigo encontrarme a gusto dentro de mí.

En estos últimos años he estado sintiéndome muy mal conmigo misma por una serie de circunstancias. He llegado a vomitar y a sentirme tan mal que perfectamente podría haber seguir haciéndolo, todavía no sé qué me lo impide. He intentado, el universo lo sabe, he intentado adelgazar de manera sana pero es imposible, solo hay que estar jodidamente enfermo para que algo funcione, comer menos que un bebé y quemar calorías con lo que puedas. Para ello el paso es bien sencillo, solo hay que deprimirme enormemente y dejar de querer nada en la vida, con lo cual se me van las ganas de comer y las ganas de ser persona. ¿Qué pasa? Que tengo pareja, por lo que no puedo deprimirme porque tampoco me gustaría perderla. Pero voy a perderlo si no adelgazo. Sí, ya lo sé, red flag, toxicidad al máximo y bla bla bla. Me importo tan poco que me da igual... estoy cansada de ir a contracorriente e intentar ser algo que no está en mi naturaleza, pues ¿desde cuando soy yo una persona feliz? Desde jamás.

El caso es que estos últimos años lo único que me ha dado un poco de serotonina ha sido BTS y es precisamente Jimin quien en un principio me llamó la atención por ser extremadamente diferente al resto. Su figura es tan estilizada que no puedo más que admirarle en ese aspecto, pues sé que ha tenido que sufrir mucho para llegar ahí, como todos los que deseamos un cuerpo perfecto, hay que sacrificar una parte de tu alma, o más bien toda tu esencia debe irse por el retrete para que tú puedas disfrutar de ver bajar los números en la báscula.

Mañana me voy de viaje, al estar caminando mucho tiempo durante varios días, espero comer poco y perder algún quilo (uno o dos), solo necesito un primer empujón al que agarrarme.

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Sin respuestas

No sé muy bien para qué vine a este mundo. Porque está claro que para disfrutarlo, no.

Hubo un periodo muy largo de mi vida en el que odiaba cada molécula de este mísero mundo. No puedo decir que haya dejado de hacerlo del todo. Siempre queda algo de ese resentimiento, esa rabia, ese odio, esa depresión que te carcome día a día sin que te des cuenta.

Sigo teniendo esos sentimientos crónicos de querer huir de todo. Supongo que siempre he sido y sigo siendo una cobarde que no es capaz de cambiar nada, de enfrentarse a nada, la que no tiene fuerzas de luchar, ¿para qué? - me pregunto incansablemente-. La respuesta nunca la hallo. No lo sé.

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Neblina

Y así empieza todo otra vez. Es un interminable remolino de dolor y sufrimiento que, a veces, te engulle y te escupe. Y yo, la verdad, me dejo llevar. A veces deseo caerme otra vez y quedarme ahí. Mi mente es ese sitio oscuro y seguro donde no temo ser yo. Es mi refugio, donde nadie puede alcanzarme. Deseo volver a enterrarme en mí. Volver a vivir dentro de esa neblina que lo invadía todo cuando era más pequeña. Ahora simplemente sobrevivo sin pensar mucho en que el tiempo pasa y que yo me hago vieja y que no vivo donde quiero vivir ni hago lo que quiero hacer. Todo son apariencias.

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Time...

El tiempo pasa y nada cambia. Yo sigo estando igual. Solo soy un cuerpo que recibe golpes. Ya ni duelen, ya ni sangro, ya ni vomito, ya nada...

Y la cuestión es si yo quiero que pase algo. Sí quiero pero no pasa y me frustro. A veces, ya no quiero y solo quiero dormir. A veces me gustaría cambiar algo peor no puedo. La comida es un mal que me persigue. Está ahí siempre y no puedo tener conductas de trastornada porque vivo en pareja. Pero aunque yo quiera no dejo de escuchar comentarios cada día de que como demasiado, que estoy gorda, ... Ya ni le hago caso. ¿Qué más me da? Nunca le voy a gustar físicamente aunque él ahora diga que sí, cuando nos conocimos y yo pesaba 12kg menos, me decía lo mismo pero peor todavía. Todo lo mío era malo, me vestía mal, comía mal, no hacía nada, era una vaga. Ahora también lo soy a pesar de trabajar igual que él. Sigo siendo una puta vaga. No me importa ya nada. Ha conseguido destrozar todo lo bonito que yo sentía por él y guardaba dentro a base de comentarios que me han dolido demasiado. Le quiero, pero de momento no soy capaz de sanar estos comentarios, más que nada porque se repiten cada semana. ¿Para qué luchar ni esforzarte si te minan la moral de esta manera? No me merezco esto.

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Quiero fundirme con la niebla

Si he vuelto a escribir ha sido porque estaba descendiendo otra vez a la madriguera de la se supone que salí hace años. Cuando no me siento segura de mí, cuando no confío en mí, empiezo a escribir otra vez. Empiezo a vomitar mis pensamientos y reflexiones en un blog anónimo y perdido de internet para que nadie lo lea, para que nadie lo relacione conmigo, para, a fin de cuentas, alejarme de mis letras, de mis palabras y hacer ver que esta realidad paralela, la de estas frases, no existe.

Ya ni siquiera duele reconocer que he vuelto a fallarme. Han sido tantas veces que era lo esperable. Ayer volví a pesarme: 69kg. Esta mañana he ido a trabajar pero era como si no estuviese, como si me hubiera vuelto a absorber aquello de las garras de lo cual me alejé hace años y he intentado no volver ahí.

Hoy me he mantenido con 3 tés y una comida normal. Nunca he pesado tanto. Cada vez es peor, si adelgazo, no llego hasta mi objetivo y si engordo sobrepaso mi peso máximo. Es como una espiral que se repite y se seguirá repitiendo toda mi vida. No es un problema que se haya intentado solucionar nunca. Siempre ha estado ahí pero nadie le ha hecho caso. ¿Para qué? Supongo que nadie me ha visto capaz ni lo suficientemente enferma como para llegar a un peso ínfimo ni tampoco de destrozarme la garganta con los vómitos. No sé si esta vez será diferente. Lo único que sé es que no tengo ganas de estar en mi cuerpo, ni tengo ganas de no entrar ya en mi ropa, ni tampoco no sentirme deseada por nadie. Solo tengo ganas de desaparecer y estar sola. Dejar de ingerir alimento y fundirme con la niebla.

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El insecto de la pared

La última vez que miré la pared el insecto seguía allí. Aplastado por el peso del mundo, por el peso de su vida. Deshecho y restregado como una masa de algo que antes era vivo y ahora se está pudriendo. Como yo. Me veo reflejada en ese insecto inofensivo que solo estaba haciendo lo único que sabe hacer: volar. Simplemente, por el hecho de vivir fue aplastado, ya nada quedará de él en unos días. Nadie se acordará de él. Todos somos insectos en mayor o en menor medida. Todos acabaremos aplastados por el peso de la vida, por nuestra propia vitalidad, por respirar, por sentir, por ser nosotros.

Hoy ha sido un día malo y ese insecto fue la gota que colmó mi vaso. Era el tercer ser vivo que veía aplastado en una misma mañana. Primero fue un escarabajo enorme aplastado por mi acompañante en una cafetería. ¿Qué le había hecho ese escarabajo? Después fue un gato atropellado en una acera. Yacía allí tumbado, inmóvil. Era blanco y negro, rellenito. ¿Tendría familia? Otra vida machacada, aplastada y desechada a la basura. El tercero, el insecto de la pared, aplastado sin miramientos. Nadie quiso quitarlo, ahí sigue observando, ya muerto, cómo intentamos sobrevivir los demás.

Mi vida me aplasta poco a poco ¿o soy yo? Solo tengo ganas de vomitar. No es que no tenga ganas de comer es que directamente lo que quiero es vomitar mis entrañas, depurarme, sentirme vacía y sentir que mi corazón deja de latir poco a poco, que con el pasar de los años ya no bombea la sangre tanto como antes y que me cuesta volver a la vida (¿acaso tuve una en algún momento?). Sentir como me desvanezco, cayendo en un estado de semiconciencia, casi drogada por el efecto de vomitar.

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Día 1: Crónica de una muerte anunciada

Diríase que este va ser otro comienzo fallido de los mil que he tenido. No me cabe duda de que seguramente fracase en lo que emprendo porque me ha pasado ya muchas veces y esta no va a ser una excepción. Así pues, este va a ser la crónica de una muerte anunciada.

Ya soy mayor pero esto nunca se me ha ido de la cabeza, desde los 12 años pienso mucho en ello. ¿Por qué me ha tocado este cuerpo? ¿Por qué debo maltratarme para llegar a una meta que ni siquiera me hará feliz? ¿Por qué tengo que sufrir en todo este proceso? No. No sé hacerlo sin sufrir ni deprimirme. No sé hacerlo de manera sana, lo siento. Tampoco es que me haya rendido, solo resignado a entender que nunca tendré el cuerpo deseado ni me desearé a mí misma. No me quiero aunque duela admitirlo, ni siquiera me respeto. Supongo que seré una de tantos millones de personas que se odian y conviven con su enemigo día a día. Te acabas acostumbrando a mirarte al espejo y no verte, a recluirte en ti mismo, a hacerte daño de alguna manera u otra.

Medidas

Pecho: 95cm

Brazo: 29'5cm

Cintura: 75cm

Cadera: 105cm

Muslo: 64cm

Gemelo: 38'5cm

Cuello: 33cm

Altura: 163,5cm

Peso: 68'1kg