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Clases de cerámica
Te imagino moldeando un cenicero con forma de corazón (con púas) en el taller de cerámica... Han pasado dos días que parecen más de dos meses, algo así como mil pedas. Llegó el momento del día donde estoy llorando el ácido en vez de sudarlo.
Fue la fiesta techno, fue la keta, fue un desafortunado chiste misógino. Eso se convirtió en un viaje a San Luis, un cumpleaños digno de un guión noir, un chingo de señales que me decían que pisara el freno. Algunos ataques de ansiedad por los excesos después, comenzaron los chats eternos...
Las pláticas, lo besos, las pedas y las cogidas moldearon la confianza y el afecto. Lo que no esperaba sentir se esparció como incendio causado por un idiota que tiró un cigarro en la parte más inflamable del bosque. Empecé a pensar en las etiquetas, a negarlas y a cuestionar las convenciones que habitan lo más profundo de mí.
La confusión no perece en la mente de un pendejo enamorado. La sensación de estar vivo me ha vuelto y recuerdo lo chingón que te quedan todos tus putos calzones... Alguna vez mi abuela me preguntó:
"¿Crees que el amor muere?"
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Tiempo de orquídeas
Tiempo de orquídeas, hace frío y las banquetas de la colonia Juárez se comparten entre vagabundos y basura. La temperatura baja mientras llega la ambulancia a ayudar a los dos motociclistas que acaban de atropellar en la recta a Cholula. Al menos no hay sesos desparramados ni fracturas expuestas, únicamente conductores curiosos y furiosos esperando a que ellos sean los próximos...
Tiempo de orquídeas, al frío de una caguama discuten frívolamente un grupo de jóvenes desesperados por tener la razón sobre un tema que acaban de descubrir en el último trendig topic que leyeron. Una batalla entre ciegos gritones y manos sin talento se lleva a cabo mientras los más pequeños prefieren entablar conversaciones con cualquier extraño en internet y enviarle sus nudes. Acciones que se valoran años después, reacciones estúpidas que se repiten en nuestra mente una y otra vez.
Tiempo de orquídeas, la mota empieza a dormir los sentidos de quienes se atrevieron a amar incondicionalmente. Con manos secas y agrietadas se escriben textos sobre lo ingenuos que somos los humanos, sobre quienes señalan al primer débil mental que se les ocurra para salir ilesos del fracaso que les come el cerebro. Desvelo que se acaba con dos vasos con chela fría y un sin fin de intentos fallidos de pertenecer en distintas esferas de lo social.
Tiempo de orquídeas, que florecen sin importarles el pinche frío. El clima culero, la Cámara de Diputados dormida… Es una noche para esconder lo que te queda de botana, para recibir abejas y abrirse al mundo sin importar la muerte de quienes te antecedieron ni mucho menos, sus logros o comunicaciones con otras especies. Lo hermoso es el pinche sol, que va quemando a todos poco a poco, evaporando ansiedades; un clima que nos engaña, dejando en duda si es pertinente lavar la ropa o no.
Tiempo de orquídeas, surgen muchas dudas entre artistas y demás personas que quieren saber cómo se definen ante el caos que sucede diario. Orquídeas que todos podemos admirar, que nos recuerdan la belleza de un mundo podrido y vil, un vistazo a la adversidad superada por el empuje de vivir. Puedes ver a las orquídeas si estás en el lugar correcto, justo donde alguien con depresión te susurra al oído que está dispuesto a acompañarte hasta que se te quite la ansiedad.
Tiempo de orquídeas, creo que la ciudad es mucho más fría que yo. Que se enfrían las ganas coger, se agrietan las confianzas, se antoja un pinche mezcalito para otra vez tener ganas... ¿Cómo despertará una orquídea? ¿Bella? ¿Cómo tú?
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Tiempo de cucarachas
Tiempo de cucarachas, hace calor y las banquetas de la colonia Juárez se comparten entre peatones y cucarachas. La temperatura sube mientras le ofrecen un “trabajo” a la chava que se atrevió a entrar al bar de mala muerte en Bucareli. Al menos se gana una bolsita de coca mientras la intentan convencer de entrarle a una red de trata de blancas.
Tiempo de cucarachas, al calor de un meme discuten inútilmente un grupo de personas desesperadas por hacer valer su cosmovisión en los comentarios que nadie leyó. Una batalla de egos inmensos y mentes pequeñas se libra mientras algunos prefieren abrir la pestaña de incógnito para hacerse una chaqueta antes de dormir. Palabras que valen mucho menos que los millones de views del youtuber que tiene menos educación que tú.
Tiempo de cucarachas, el M no deja dormir a quienes se atrevieron a desafiar el sueño en jueves. Con palmas sudorosas se escriben textos sobre el asco que somos los humanos, sobre quienes siguen consumiendo como idiotas pero se les hace fácil señalar a un fumador como el culpable de una realidad que ya era insostenible desde hace una década. Desvelo que no acaba con el ansia eterna de ver el declive de la humanidad.
Tiempo de cucarachas, que disfrutan de un hermoso paseo nocturno. El clima perfecto, la policía dormida... Es una noche para mostrarse sin pena, para sacudir las alas y el trasero al aire después de vivir una gran parte de la vida debajo de una plaga que acabó con el hábitat de los animales de la región. Lo culero es el pinche aerosol, que acaba con la vida de todos, usado en nuestra contra; un veneno que nos acabamos tragando todos los que existimos en este lugar.
Tiempo de cucarachas, surgen muchas publicaciones de artistas y demás apoyando luchas como el feminismo. Cucarachas que se reconocen entre sí, que aplauden a símiles por su “irreverencia”, la cual realmente son actitudes de mierda como darle una “sorprendente” nalgada a una mujer que va con su pareja. Puedes ver a las cucarachas en la superficie por un momento pero no vas a tener ni puta idea de lo que pueden dar por su amiga, la cucaracha acosadora.
Tiempo de cucarachas, creo que el planeta anda más caliente que yo. Que se evaporan las ganas sentir, se secan las lágrimas del pasado, se quema la hierba medicinal. ¿Cómo dormirá una cucaracha? ¿Tranquila? ¿Cómo tú?
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El viaje de la serpiente
Suenan Los Huracanes del Norte a todo lo que da en el autobús que va entrando por la boca de Coacalco. “Por tu culpa, nomás por tu culpa...” y el conductor se para a platicar 15 minutos con su compa en una casa duplex con un puesto de copias piratas de las películas más candentes del momento. Voy tarde, como siempre; la ansiedad engulle mi cuerpo y se apodera de mi pierna para moverla impacientemente, estoy nervioso por el viaje de Ayahuasca que estoy por experimentar.
El autobús no llega hasta la calle 14, me bajo y subo un camino empedrado muy pinche empinado. Ya me esperan Mexi y Charly, los vatos que me recomendó mi socio (el de las terapias psicológicas con ácido). El recinto cuenta con tres pisos, nos espera una terraza en forma de octágono en el primer nivel del lugar.
Un techo octagonal sostenido por pilares cubre a todos los presentes en la terraza, de los cuales yo era el único que no estaba instalado con su sleeping alededor de una ofrenda puesta al centro. Me instalo y pongo una bolsa en la cubeta que nos pidieron los organizadores de la ceremonia por si tenemos que vomitar en el proceso (cosa común en este ritual, por lo que veo). Comienza la plática y la explicación de lo que vamos a vivir dentro de pocos momentos, los que ya han tenido la experiencia se impacientan un poco pero los primerizos estamos atentos a cada palabra.
“La Medicina” es amarga y puede tardar desde 10 minutos hasta hora y media en hacer efecto, depende si hiciste la dieta vegana de una semana o no. “La Medicina” no es culera, te avisa si quieres cagar, orinar o vomitar; si alguien se vomita o se caga es porque eso les dio gusto. Cada quien es su chamán, todos son su propia medicina; no hay alguien que pueda guiarte más que la parte parte más sabia de ti.
Acaba la explicación, los músicos que llevan un gong, instrumentos de viento y tambores repasan el tipo de notas y ambientes que pueden tocar con Charly; empieza la ceremonia con el ritual del Rapé. Cada asistente pasa individualmente a que le soplen una combinación que incluye tabaco y plantas medicinales por la nariz con un tubo de 90 grados hecho de madera. Nos apendejamos un poquito y la esposa de Mexi nos pasa humo de copal con un sahumador, lo cual se siente genial con el pinche frío que hace.
Sigue la toma de “La Medicina”, si a alguien no le hace la primera toma puede solicitar otra y así sucesivamente (siempre y cuando haya hecho la dieta). Te pueden tocar viajes diferentes: ver deidades, ver tu muerte, ver tu vida como película, hablar con extraterrestres, tener visiones, escuchar la perfección... lo importante es que hay quienes están al pendiente de ti al momento de viajarte. Pasamos todos individualmente a la primer toma, pasan 10 minutos y ya hay mujeres jadeando y riendo, hombres sonriendo bailando sentados; un par de hermanas a mi lado permanecen sobrias AF, al igual que yo.
Un verdadero carnaval de placer está ocurriendo a mi alrededor, ha pasado una hora y Charly pregunta si hay personas que no estén sintiendo el efecto de “La Medicina”; las hermanas y yo levantamos la mano. Nos piden esperar media hora más, yo me cago de frío en posición de loto (con los ojos cerrados en todo momento, meditando). Pasa media hora y nos invitan a tomar la segunda toma, yo soy el primero en pasar al frente. “¿Estás puesto?”, niego con mi cabeza, “¿Hiciste la dieta?”, respondo que me chingué un taco de pechuga asada y que fumé leve mota, unas papas con sal del metro y que también me rifé una chela o dos...
“No debe ser problema”, a continuación recibo la segunda toma; una toma amarga que recibo antes de volver a mi lugar. En mi silencio, comienzo a pensar que tal vez no fue una buena idea; tal vez no me va a pegar, mejor me resigno y me acuesto... No sé si estoy acostado pero estoy viendo chispas y cabello rojizo volando en un paisaje tan brillante que no alcanzo a ver bien dónde estoy... un comienzo potente.
Me encuentro en un show de mi banda, nos abrazamos y nos besamos al ritmo de una banda underground de Azcapo; dejaste a tu novio para estar conmigo esa noche y yo muy pendejo te pedí que fuéramos a coger al baño o a cualquier lugar. Las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos cerrados y percibo que estoy en posición de loto y que en ningún momento me acosté. Una oportunidad que se fue a la chingada, como varias, como la que materializaba en una gran sonrisa frente a mí.
Por un momento cobra sentido el haberte conocido en Facebook, años después en la fila del check-in del aeropuerto, rato depués en el avión, luego en la taquilla de un concierto en Tijuana y al final del mismo día en el concierto donde no habían menos de 500 personas (frente a frente, justo donde mandé a la verga mis deseos más intensos, donde dejé que mi mente tomara control para callar mis sentimientos de la manera más brutal). Siento la temperatura bajar y las lágrimas no dejan de salir de mis ojos de regalo; se prende un fuego, lo siento y lo veo sin abrir los párpados, el calor me trae una historia donde no la cagué contigo.
Estamos con mi familia, en una comida, pasándola increíble. Nos amamos, cogemos delicioso, nos reímos; puedo ver nuestra energía uniéndose. Nace una vida a partir de la unión y un sentimiento que se transforma en voz me dice que esa vida traerá revolución. Veo la cubeta, “La Medicina” me avisa que voy a vomitar por segunda vez.
Estoy de pie, siento que la tierra se convierte en arena movediza pero me mantengo estoico, tomándome a mí mismo de las manos. El shock de lo que vi es grande pero no puedo abrir los ojos, salgo del octágono y alzo la cara para que por fin pueda ver... las estrellas. “Hay un colibrí en tu corazón”, escucho sonidos y voces que vienen de todos los ángulos, los músicos tocan de nuevo.
El frío aumenta pero mis pies desnudos en el pasto sienten que su conexión con la tierra los calientan. La luna está sonriendo y hay dos planetas brillando especialmente en cada lado de su sonrisa. Veo un flamingo radioactivo con lentes oscuros, es mi hijo, es la onda, está bien.
El frío aumenta y vuelvo a mi lugar para enredarme entre la cobija que llevo. Me convierto en un tigre que vaga solitario en la helada cima de una montaña, siguen brotando las lágrimas, se acerca Charly a mi cuerpo tirado en el piso temblando de frío y llorando para saber si está bien. Mi cuerpo alza su pulgar y sonríe con los ojos cerrados.
Estoy solo en la cima, sobreviviendo, solo caminando en un bosque nevado donde la temperatura ya no es un pedo; veo cómo me ven los demás, veo una cascada de publicaciones en redes, mensajes, pláticas y referencias sobre mí (me siento especial, gracias). Se alza otra montaña frente a mis ojos y en esa montaña vive una tigresa que se parece mucho a mí...
Emprendo mi camino hacia la otra montaña con mis cuatro patas, sigiloso, yendo al baño a cagar aguado de vez en vez. Voy entre los árboles y escucho “Ahí va, serpenteando, serpenteando, es la Coatlicue, es la muerte”, comienzo a ver escamas escurriendo entre las hojas. La serpiente se desliza a toda velocidad hacia mí, una bota gigante le pisa la cabeza, volteo a ver de dónde viene esa bota gigante: soy yo vestido de mariachi...
“Sigue llorando”, escucho y me doy cuenta de que sigo parado. Comienzan a salir hilos de la nada, mostrándome mi lazos familiares y algunos temas pendientes... Veo el daño que hacemos, la mierda que es nuestra ambición, lo efímeros que somos, lo pendejo de nuestra humildad, los aprovechados, la gente culera por vocación, lo que van con los ojos cerrados corriendo pensando que están en una carrera...
Soy expulsado al espacio, veo la tierra a la distancia y escucho el magnetismo de los objetos espaciales. Siento una presencia y pregunto “¿Quiénes son?” pero no recibo respuesta. Escucho la campana de una iglesia, al menos 7 tonos distintos sonando en distintos lugares por campanada.
Veo un encapuchado pasar sobre mí, estoy acostado. Puedo ver mejor, casi todos están dormidos y un par están llevando leña al Temazcal del tercer nivel del lugar. Un cielo estrellado abre la toma, baja la cámara hasta llegar a tres sujetos calentándose frente al horno de un Temazcal...
Mexi colocó un ventilador frente al horno para mantener el fuego, estaba inseguro de lograr que se mantuviera prendida la brasa por el frío; me preguntó algo que contesté de la manera más estúpida seguramente porque no recuerdo qué preguntó pero recuerdo que contesté en automático. Las chispas de la brasa volaban mientras Mexi nos dejó a dos desconocidos a vigilar el ventilador...
Me acosté y emprendí el viaje a un sótano muy profundo. Abrí la puerta y vi esqueletos, de considerable dimensión, de dinosaurios. En ese momento comprendí que estaba metido en mi mente.
Ahora vuelvo a escuchar al sentimiento, “Sigue a tu corazón”. Recuerdo lo que es sentir, me duermo exhausto, despierto para compartir lo vivido en un Temazcal con los presentes, mota, baño de agua fría, calor de rocas, fuego de abuela, visiones y reflexiones. Empaco y nos vamos a una pulquería del pueblo.
Quesadillas y pulque, todo delicioso, especialmente cuando un compañero me dice que vio a un Xoloescuintle parado a mi lado en algún punto de la velada. Todo es de todos, nosotros somos nuestra medicina. Que la mente no calle tu corazón.
- Sr. Sacatripas
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Para tu cumple, Ere.
Acompañamos el calor de esta noche de junio con la bebida más barata del lugar: cerveza. El karaoke-bar de Polanco nos ofrece la oportunidad de cantar “Creep” y comenzar a integrarnos a fiestas ajenas. Brindamos y nos ponemos a bailar con gente que conocimos hace no más de media hora.
¿Por qué le quieres poner tu sombrero ahuevo a ese señor? ¡CABRÓN! Me tienen que ayudar los de seguridad a sacarte del lugar porque no te controlas wey.
Ahora que estamos sentados en el auto noto más tu labio partido por el madrazo del wey que me estaba sirviendo tequila... Arrancas el auto y recibo una llamada. Parece ser que se le botó la mierda a ese cabrón y está amenazando a la familia con un cuchillo.
Aceleras, chocamos en Río San Joaquín y seguimos el camino. Corremos hacia la entrada del edificio cuando vemos que también van llegando policías al lugar. Esperamos llegar a tiempo cada paso que damos, hasta que entramos al departamento y ese cabrón no está.
Estábamos a 4 de junio, 3:12 de la mañana, fue cuando me convertí en tu padre. Justo cuando recibí esa llamada, justo cuando te vi parado en la sala de tu casa mientras tu mamá estaba hecha bolita en su cama con cortadas en las muñecas. Le cuesta un huevo dejar a ese wey...
Nada más nos queda tu trastorno de personalidad y mi propensión a vivir situaciones extremas. Todo eso puede cambiar o ser más llevadero si nos acompañamos. Por eso acabamos juntos.
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M A R Z O
Trato de esquivar la idea de que el mundo está dominado por quienes viven de la humillación de los demás, ahora mis palabras son apaciguadas. Admiro la música que hacen cabrones aferrados y dedicados, la oportunidad de gozar una canción que no habías escuchado: el regalo que me llevo casi cada fin de semana. Consumo manzanas para seguir por el camino del silencio incómodo y de la incertidumbre, ahí me encuentro con una noche perfecta para derrochar neuronas con San Pedro El Cortez.
Le hago una llamada a los extraterrestres en la azotea de un edificio cerca del metro Normal. Inhalo y exhalo, justo como cuando medito, para alargar la conexión hasta 9 minutos. La paz me invade con una presencia fuera de este mundo, me voy con un mensaje de esperanza.
Cuelgo la llamada mientras se escuchan varias detonaciones de pistola, tengo que salir rápido. Salgo de la ciudad, veo culos, me pongo hasta el culo y la incomodidad no me deja ni un instante. Trato de de hacer otra llamada, la línea está ocupada y mejor planeo esa anhelada grabación de audio con mi sentir.
El ocaso del sentimiento de conocerme es mi mayor deseo.
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F E B R E R O
Me deshago de la nostalgia de mi participación en un festival de documentales de música con un desmadre en Azcapo, donde rasgo mis pantalones mientras estoy en mi trance furioso frente a un cabrón que no concibe el otro yo, si no viene en presentación de consumidores refinado que se burlan de la humildad y la paciencia. La catarsis en Clavería 22 va acompañada del robo de un “no-breaker” y de la falta de acción y comprensión de un organizador al cual le valen verga las bandas que tocan en su evento (pedir una paga en estas condiciones parece ser una grosería para agentes parasitarios de la música). La ignorancia y la prepotencia se hacen presentes todos los días, por lo menos ahora estoy ante seres humanos que toman en cuenta al otro; no puede ser tan difícil si la intención es florecer en conjunto, no en una pinche maceta donde la colectividad vale madre.
Sigo convirtiendo la desilusión en pedas severas, otra vez estoy cagando sangre. Me tranquilizo comiendo una pizza con forma de corazón con ese cabrón, por fin lo veo más. Relajo mi desazón con el maestro de la buena vibra en su casa por el Soumaya, me alegra haberlo visto hace poco.
El amor y el lado animal se opacan, ahora los debes dejar libres.
- Sr. Sacatripas
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E N E R O
Por lo contrario al día de hoy, amanezco con dinero en la cartera (sin mencionar mis identificaciones y tarjetas bancarias). Es la primer semana de enero y la veo después de mucho tiempo, reforzamos nuestra amistad con una buena cogida. El dinero y el sexo me sonríen mientras trato de concentrarme en reponer la tocada que cancelé en diciembre, casi lo mismo que este año.
Únicamente pienso en cómo chingados le voy a hacer para ver más a ese cabrón. El tiempo y la vida son algo que hago a un lado para poder salir a flote después de pasar hambre, las deudas rebasan mi dignidad y comienzo a acostumbrarme a algunos bárbaros corporativos. Se congela mi sangre mientras observo la hostilidad innecesaria en un ambiente donde ser devorado vivo es sinónimo de trabajar y aprender; ahora el río fluye, como la sangre que llega mi cerebro para pedirme más acciones.
El tigre dormido, ahora despierta.
- Sr. Sacatripas
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