Text

"El locutorio de San Bernardo" España (1960-1961) art by Baldomero Romero Ressendi
199 notes
·
View notes
Text
Cotidianidad
Se miran a la cara, todos, los cinco presentes. Rostros totalmente estoicos, sin atisbo alguno de sentimientos. Primerísimo primer plano como dirían los cineastas, de esos que harían llorar a Sergio Leone. Quien diga la primera palabra será agarrado a cascotes, saben todos, por eso nadie trata de modular ni si quiera un sonido gutural. Rafael haciendo gala de su edad entre los presentes, siendo el más viejo, prefiere cortar de plano esto.
—¿A quién le tocaba traer el lechón?
Todos señalan a todos, incluso lo señalan a él. Ninguno quedó sin señalar, porque aún y que fueran impares, Amaya señaló por dos. Rafael se agarra el tabique nasal.
—Saquen sus celulares, miren el grupo— Dice, pero ahí todos le señalan que esta reunión no se organizó por WhatsApp sino de boca, y ahí murió todo.
—Pero tranquilos— Dice Luis —bien podemos buscar el lechón si aún es temprano. ¿Sale asado?
—Es almuerzo— Replica Salvador.
—Pero bien podemos almorzar a las tres si son las once— Le defiende Amaya —Al menos que estés muerto de hambre, que ya ahí vos.
Salvador refunfuña. Fernanda quiere hablar, va a hablar, pero Rafael rápido indica su apoyo y ahora pregunta dónde sacaran el lechón si donde venden, en la tienda de Vicente, son varias cuadras incluso en moto y saben que hoy el negro no trabaja. Entonces Salvador dice que de los cerdos de la porqueriza en el potrero de la abuela de Benjamín, que es la misma abuela de Rafael. No saben su grado de relación entre el enano y él, pero saben que esa doña es abuela de los dos. Tiene varios, sin apiñar, pero no al aire libre e incluso a Rafael le regalaron dos lechones el verano pasado. Ahora están grandes y gordos. De buena fe Rafael acepta pero ahora la pregunta se dirige en quién lo irá a matar, y él alega que él no porque ya puso al animal. Ni cortos ni perezoso los otros tres señalan a Fernanda, y la mujer aunque se queja no puede ganar en esta. «¿Al menos alguien me acompaña?» dice, y Rafael le contesta que no es necesario porque en la porqueriza siempre hay un peón y que él le puede ayudar. Resignada va al potrero con la daga y las sogas.
_____________________
—Rodrigo, ¡párate!— Grita Benjamín por la ventana del cuarto alquilado —Te tengo algo.
Rodrigo de a poco abre la ventana de persianas, de a poquito porque está recién levantado. Le quiere putear porque bien sabe que trabaja hasta tarde taxeando por ahí y ayer no fue la excepción. Solo quiere echarse su sueño de diez horas antes de volver a las andadas. Pero coño, no se quiere echar en el culo la buena voluntad de la abuela del moreno que bien solo le cobra 45 quincenal, no paga agua solo luz, e incluso ya le regalaron la contraseña del WiFi.
Abre la puerta, no el portón de metal, y solo un poco. Se asoma por ahí y le extiende la mano. Benjamín le dice que no, que salga porque le quiere explicar todo. Rodrigo solo gruñe y le dice que espere. Escucha portazos, ha de ser el armario, y después un sonido de regadera y sabe que está orinando, el escusado sonando fuerte el agua lo confirma. Ahora el cepillado de dientes y Benjamín le dice que maricón, no estás saliendo para una cita. Quince minutos, deben pasar quince minutos para que por fin Rodrigo salga del cuarto. El menor sabe que fue de maldad después de gritarle marica.
—¿Qué es?— Comenta cansado Rodrigo, dormido aún, y solo abre los ojos cuando literal tiene de frente un tabaco que le extiende Benjamín —¿Un cigarro? ¿Está es la gran vaina que necesita mi atención?
—Decía que te tengo algo, no que quería tu atención, pero ahora que la tengo escucha. ¿Crees que si se la vendo a los turistas en el malecón saque buen dinero?
—Claro, si no saben— Rodrigo aún no sabe cómo, en este siglo y en este año, aún contratan menores de edad en la tabacalera pero ahí está Benjamín de ejemplo. A su edad se contrataba a cualquiera. ¿Quieres chamba? Listo, preséntate a las seis de la mañana que te digo qué hacer. Después pasaron las leyes en pro de la niñez, trabajo infantil visto como el demonio, y San se acabó laborar en los cafetales, en los plantones de tabaco, en las cosechas de lechuga y más. En la teoría, en la práctica quien podía salirse con la suya bienvenido sea. Entonces Benjamín consiguió trabajo en la tabacalera y lo tienen como cosechador, pero ahora le cuenta que le andan enseñando a armar para cuando tenga la edad pasarlo ahí, y aquí tiene, supuestamente, sus primeros trabajos —Diles que vienen de la región de Mancuaba, que es donde mejor tabaco hay en el país. Invéntale un mito, uno medio creíble, y dígale con su inglés raro que tienes, y el primer gringo te dará el doble de lo que cuesta— Otra cuestión es que él tampoco es el mejor ejemplo y confirmarle al menor que puede estafar así es para mínimo un reprimiendo, pero eh, si a la abuela no le importa mucho menos a él.
Benjamín exclama alegría y se le ilumina los ojos, como quien le dice el secreto del año. Rodrigo ya se levanta del taburete, para irse a dormir nuevamente, pero Benjamín lo para.
—Es tuyo— Dice el moreno —y quiero que me confirmes que al menos es aceptable.
Rodrigo no es que sepa de tabacos, lo repudia de hecho. Pregúntele a su hermana qué hizo cuando el novio, bien bonito y presentable, pulcro y caballeroso, blanquito de buena familia, quien Catalina suspirando dice «mi hombre» cada que piensa en él, se le pasó la terrible idea de prenderse un pucho en la sobremesa familiar una noche. Le diría que la razón por la cual Rodrigo ya no vive allá, más allá de que sí estaba quemadísimo de ellos, más tiene que ver con una visita a urgencias del hospital por parte del novio por semejante desfachatez.
—¿Hago esto y no me jodes una semana?
—Hecho— Le responde Benjamín.
Cuando prende e inhala le viene un sabor raro y el aroma es igual. A tabaco no sabe, pero nuevamente, él no sabe de tabacos así que piensa que es qué bueno, no es buen sommelier, pero haciendo el paripé se puede sacar a Benjamín de sus espaldas por una semana y lo vale.
—Ah no, pero tienes que inhalar.
—¿De aquí a cuándo los tabacos se inhalan, Benji?
—Maricón.
Rodrigo rechina los dientes y entonces inhala, fuerte, y tose por imbécil. En otro contexto Benjamín se habría reído pero aquí no. Eso debió de prenderle las alarmas a Rodrigo, pero nada, sigue ensoñado. Y vuelve a inhalar y se va acostumbrando. Poco a poco se siente raro y medio vueltas le da su cabeza, y el calor, horrible cómo se pone. Se agarra el cuello de la camisa y jala para airearse, agarra la comisura de la misma y se seca el sudor de la frente. Le pregunta a Benjamín qué onda con el calor, y este tiene los ojos pelados de par en par.
Benjamín ve cómo el tipo se mete al riachuelo al lado de la casa para refrescarse. Ahora tiene miedo y se le acerca. Le dice a Rodrigo que venga pero ya ni le hace caso. Ve que se quita todo y se echa agua como poseído, y empieza a balbucear tonterías que no entiende, y como es riachuelo de fango, está ahora más sucio que limpio y de a poco se le pega el limo de las piedras. Benjamín le sigue, no quiere que se mate más sabiendo que la culpa es suya si llegase a suceder.
Viven a las afueras del barrio, pero siguen siendo parte de ese barrio de mala muerte, solo que a ellos les dicen los campesinos «porque eso allá ya es campo» y medio cierto es, ya es a las afueras y hay potreros. Justamente la casa de su abuela atrás hay uno, donde tiene las porquerizas y antaño vacas y cabras.
Benjamín se sobresalta cuando Rodrigo pega un brinco, quedando en la orilla del riachuelo, y ese brinco por la fuerza le quita el pantalón y los calzones. Ahora tiene que corretear a un hombre que corre por el potrero como maniaco, evitando que vaya para el oeste y se tope con el resto del barrio. ¿En qué carajos se metió? Pensó Benjamín.
_____________________
Rafael es raro que se enoje, muy raro. Voz de la razón le dicen los otros cuatro a veces de bromas, pero más verdad es. Por tanto cuando éste se para enojado, haciendo caer la silla donde estaba sentado, el sobresalta en los tres presentes es notorio, más aun viéndole el rostro el cual no oculta su molestia. Rafael no fue el de la idea, fue Luis, y ya el resto se les unió aportando cosas. Pero Rafael sí gusta de reuniones así, entonces para él éste percance es una desfachatez.
—A las onces y quince salió— Dice Rafael —Son diez para las una y media.
—Fue sola— Amaya no es que guste defender a Fernanda, de hecho más de una vez la ha tirado al agua, pero ella sí tiene derechos, no los varones —Si tan fácil es matar un cerdo, ¿por qué no fuiste vos?
Luis Ángel abre los ojos de par en par, asustado, porque Rafael no es dé quien les guste que le repliquen pese a lo bonachón que a veces puede ser. Lo toma como ofensa. Cuando está de buenas con Salvador éste le dice cómo la única persona que se puede salir con la suya en eso es Itzel, «porque esa mujer es una bruja y le dio agua de calzón al primo, Luis» le mencionó aquello en Año Nuevo, a las tres de la madrugada, la hora donde salen las brujas.
Rafael y Amaya son los mayores ahí, no quieren que terminen peleados y se agarren a golpes. Más por Rafael porque si Amaya quiere le enseña la nueva técnica de boxeo que aprendió con Vicente cuando se va a comprarle. «Se la come de dos en dos, así la bocota, glü glü glü» narró Rafael en ese mismo Año Nuevo cuando Amaya no estaba presente y él tenía el ron hasta el cerebro, narrando lo que era esa relación a su parecer. Suerte para él dicha conversación quedó resguardada por Luis y Salvador que suficiente estima le tienen porque los cuidó de pequeños, más para él que sus verdaderos, y porque no quieren vestirse de negro para despedirlo tan joven como se entere Amaya.
—Después de Vicente la otra tienda que vende lechón está a cinco cuadras. Puede que haya embotellamiento pero en la motocicleta llegamos a buen tiempo. No será almuerzo pero cenar cargado da un pase— Argumenta Salvador y Luis, primera vez en su vida, lo apoya y le da porras —¿Rafael?— Éste lo mira sombrío, y vuelve su vista a Amaya —Lo pago yo— Salvador añade y Rafael por fin deja caer su cara de enojo y le dice que lo siga, que igual necesita de una segunda mano para traer el lechón.
Su Italika FT125 quizás no sea la mejor moto del mercado, demonios para ser una barata igual lo tuvo que sacar a cuotas, pero le ha rendido como Dios manda y orgulloso se siente del mismo. Van sin cascos, porque hace tres días atrás se lo robaron cuando Luis, de tonto, los dejó en el portal sin verja. Igual, ¿quién los va a parar? Policías no hay en su trayecto. Van medio rápido pero Rafael sabe cuándo bajar la velocidad, y en eso que bajan escuchan sonando el celular del alto y éste le dice a Salvador que mire quién llama, que puede ser su abuela que a veces, ya en su chochez, llama para preguntar dónde están las pastillas. Salvador hace caso, mira el número registro, «Itzel» dice y para qué. Rafael pierde el control de la mota a eso que escucha el nombre de su amada, porque mete pata en una subida que justo debe de tomarla a baja velocidad, y salen ambos volando y cayendo a los matorrales de un lote baldío.
Rafael sale casi ileso, rasguños namás, y rápido busca a Salvador mientras se le salen las lágrimas al ver su querida Italika FT125 destrozada. De a poco se le van acercando gente, y como quien quiere la cosa, y no sabe cómo, ya hasta la unidad móvil de 24TV se les acerca para entrevistarlo.
Para cuando pasan las horas, Rafael solo tiene un mensaje, es de Itzel y es la única que le pregunta si él y su primo están bien. Ni Amaya ni Luis preguntaron. Se olvidó de Fernanda.
_____________________
Fernanda como que le cagaron los pájaros, piensa ella, pero no para buena suerte sino lo contrario. No hay peón, no hay nadie. Ha tenido que sacar el cerdo, amarrarlo ella y ver cómo lo estoca en el pecho para que deje de chillar y muera. Alzarlo, ponerlo en la tabla y sacarle las tripas. Suerte que esto lo ha hecho varias veces cuando su madre le decía que hay que limpiar gallinas, iguanas, palomas y sí, cerdos.
La cuestión es que tampoco hubiera demorado tanto sino fuera por gritos en el potrero que van y vienen. Logra descifrar un «¡para, para!» y luego un grito afónico. De donde está, en el cuarto de limpia, se acerca a la puerta a ver qué onda y lo que halla es una criatura bípeda chocolate con verde pegando unos aullidos, y detrás de él un joven que lo corretea. Fernanda no es supersticiosa, se da golpes del pecho diciéndose muy lógica. Pero ve que el muchacho lleva una pulsera roja en el brazo y sabe que esos son los santeros y se saca el uno más uno igual a dos. Al joven se le escapó el espíritu que invocó. Cuidadosamente vuelve a meterse al cuarto haciendo como la quién no ha visto nada, y cierra la puerta, con llave por supuesto, y espera que los gritos y alaridos se dejen de escuchar.
_____________________
Amaya ve el reloj de su celular y éste le indica ya las tres de la tarde. Sin muestras de vida de Fernanda y los otros dos. Se está preocupando por la primera que ya lleva casi cinco horas sin saber de ella. Odia que eso la ponga así, porque es Fernanda claro.
—Luis deja de chismear con quien chateas y sígueme.
Los dos van a las afueras del barrio y en poco tiempo hallan la cerca de alambre de púas que da al potrero de la abuela de Rafael. Tienen suerte que no ha llovido estas semanas por tanto no hay lodazales por donde pisan, cuando llueve es justo lo contrario y solo pasan con botas de caucho. Caminan por el área de árboles antes de llegar a potrero abierto, pero justo cuando llegan al límite entre ambos los dos se quedan atónitos cuando ven halla una criatura con musgo y lodo en su cuerpo.
—¡Amaya, Amaya!
—¡Lo veo, lo veo!
Es como el metraje de Patterson-Glimi, de hecho Amaya se le comenta a Luis, «el metraje ese del Sasquatcho o Pata Grande o como se diga», «la Tula Grande más bien» pensó Luis cuando vio de frente en ese segundo que la criatura voltea para verlos. El hombre le dice a Amaya que mejor salgan, que eso, hombre o no, no está en sus cabales y es peligroso. Amaya le dice que no sea marica y que le dé la pistola cogida en oxido que tienen y se las prestan entre sí. «No lo traje» comenta Luis y Amaya se le voltea sorprendida, le pregunta si es tonto o qué, y el «eso no me detiene» es el punto de partida para que Luis vea cómo Amaya con valentía agarra piedras y palos y se lo lanza a la criatura al frente.
No es tonta porque rápido voltea y corre para huir de las pedradas y palazos pero Amaya no se da por terminada y persigue a dicha criatura. Luis le sigue, igual ya ha cogido un par de palos de ahí por si acaso, claro. Benjamín, que sigue persiguiendo a Rodrigo para que no se mate, cayó de cara en un ojo de agua y cuando levanta cabeza ve a dos personas correteando a su inquilino lanzándole objetos que sabe bien que lo pueden herir de gravedad. Grita para pararlos, pero ambos no escuchan porque se han empecinado a seguir a Rodrigo. Saca su celular, se dice para sus adentros para tener evidencia en caso que le hagan daño a Rodrigo, pero sabe que en parte quiere fotos y vídeos para medio reírse cuando por fin haya terminado esta pesadilla. Y jura por su abuela que ahora sí se va a comportar, o al menos le chillara para que hable con su padre y le haga entrar en razón y se lo lleven nuevamente donde él y sus otros hermanos porque estar aquí ya le está hartando como ninguno otro.
_____________________
Fernanda piensa que han de darle un premio o algo de compensación, más no cae en cuenta que va tardísimo. Como es verano el día se alarga más y se desorienta. Aún cree que deben ser a lo más las dos, y que si se apuran podrán comer a las cuatro si la candela está fuerte o usan el horno de barro de la casa de Rafael. Entonces llega al gazebo donde se reunieron por primera vez hoy y casi deja caer el lechón al suelo.
No hay nadie.
Están las sillas, está la mesa ya arreglada. Hay un par de platos de comida vacíos, pero han comido de ahí, de aquella que sí trajeron que no era más que las entradas. Hay cuatro vasos, de los cuatro: Rafael, Luis, Salvador y Amaya. Se nota que han tomado de ahí. Pero no hay nadie, ni una muestra de vida. Fernanda medio se pasea el perímetro a ver qué onda. No hay alma alguna, la moto no está. Llama a Rafael pero no contesta. Llama a Salvador pero suena cuando el teléfono está apagado. Con Amaya y Luis es igual.
—Siempre es lo mismo— soliloquia mientras agarra el lechón —«Fernanda haz esto y te esperamos» y nunca están. «Búscate el hielo en la gasolinera» y cuando salgo ya están en la playa. «Feliz cumpleaños» pero era el quince, no el treinta. «Para Navidad te visitamos» y nada, pese a que solo vivo cuatro calles abajo. Abandonada como siempre han hecho desde niños.
Quiso dejar el lechón en la cocina de Rafael, pero por la decepción y despecho se lo llevó. Total, nadie pregunta por ella y nadie preguntará por el lechón, si todo lo que toca lo hace invisible como ella, piensa.
4 notes
·
View notes
Text



finished mgs3 yesterday oh my goodness
561 notes
·
View notes
Text










Being besties with your neighbor who used to be a swaddled, drooling baby just hits different for sure
813 notes
·
View notes
Text
gqux has done and could do a lot of very funny things, but consider this:
mysterious indian woman in a yellow jacket appears... she's beautiful... she's wearing designer shades... you ask her for her name... it's fa'eev, dear.... fa'eev dix...
276 notes
·
View notes
Note
Could you tell us more about Tsuno Daishi? He seems very interesting.
Tsuno Daishi, the Great Horned Master, is the deified form of Ryogen, a tenth century Tendai monk, abbot of the Mt. Hiei temple complex (the same one where Matara-jin was enshrined) and prominent Buddhist philosopher.More, including some images, under the cut.
Seguir leyendo
13 notes
·
View notes
Text
Sun Wukong the Monkey King! Latest commission, thank you Ahmed!
439 notes
·
View notes
Text
In Legends Arceus, you had to fight for your life as Pokemon tried to kill you in a mostly untamed wilderness, mimicking the real life conditions of pre colonized Hokkaido
In Legends ZA, if you go out after dark, the French will mug you, mimicking the real life conditions of modern Paris
18K notes
·
View notes
Text
What it’s like when you and the gang are in different fandoms

35K notes
·
View notes
Text
happy Zelda day y'all. Here's the dragons I drew from BotW some years ago because I basically always loved Zelda's dragon designs.
22K notes
·
View notes
Text





We were feeling a little nervous about posting these images of arteries and veins...
These are all 18th-century engravings—and some are engravings based on other engravings, so don't go using them as maps or anything, who knows how many inaccuracies were introduced over time. Wanna see more? Follow this link to images by William Cowper and prepare to be amazed.
From the always fascinating Open: Wellcome Collection on JSTOR, which is open access with no login needed! Creative Commons: Attribution.
1K notes
·
View notes
Note
i was under the impression you were a woman for years
I must have seemed a radiant goddess in your eyes
8K notes
·
View notes