Tumgik
narracionesordinarias · 7 months
Text
Una extraña visita
 No encuentro ninguna explicación para lo que estoy por contar. No sé si la haya, en realidad, porque depende de cada persona la manera de interpretarlo. Tampoco veo a nadie en la posición de decirme con exactitud qué pasó, sin dar lugar a diferentes opiniones.
 Me cuesta poder interpretar si, lo que viví, fue un sueño o realmente estaba despierta. Si en verdad fuera un sueño, no sería correcto decir que lo viví, pero es que lo sentí tan real que no me veo capaz de hacer una distinción entre la realidad y los sueños.
 Siempre me vi sujeta de la mano con lo paranormal, como cuando escuchaba desde la planta baja de mi casa cómo se movían las sillas en la parte superior. Tengo una hija, y podría decir que fue ella la que las movía, pero tengo la total certeza de que estaba durmiendo. Otro ejemplo (ya más personal), es cuando escuché a mi tía ya fallecida llamarme. Pero a lo que le quiero dar prioridad no es a esas situaciones, sino a algo que, si bien ya pasó hace unos cuantos meses, me tiene ciertamente preocupada, y algo a lo que recién me digno a escribir con gran pesadez en mis dedos, aunque con una increíble velocidad.
 Considero que es necesario aclarar que, para ese entonces (quiero decir, cuando transcurrió esto que estoy por contar), yo ya me había mudado de casa hace tres años. Probablemente no sea relevante, porque mi casa no tenía nada que ver con los hechos paranormales, o por lo menos eso me gusta creer. Incluso pensando eso, recuerdo que estuve viviendo en esa misma casa toda mi vida. Todos o gran parte de mis familiares murieron ahí, y creo que es un dato a tener en cuenta si le quiero buscar una explicación, por más o menos lógica que sea, a todo esto.
 No recuerdo el mes ni mucho menos la fecha en que ocurrió este hecho, pero si puedo decir con toda la certidumbre que sea humanamente posible tener, que fue alrededor de las tres y treinta y tres de la madrugada. Me parece que fue un viernes, capaz el doce o trece de ese mes, pero no es importante. Mi esposo trabajaba hasta más tarde y mi hija, como es de esperar, seguía durmiendo. Yo también lo estaba, pero no estoy segura. Es ahí entonces cuando, de repente, sentí que alguien dijo mi nombre, pero no en un tono alto, como si fuera algún vecino, sino en un susurro, así como alguien llamándome a mí, especialmente a mí, en el oído. No podrían haber estado llamando a otra persona con el mismo nombre que yo.
 Seguí “dormida” y no reaccioné, aunque he aquí algo a lo que quiero apuntar; yo escuchaba con gran agudeza todo lo que ocurría a mi alrededor, por más que ese “todo” implicara silencio. Pero, incluso haciéndome la dormida (repito, no sé si lo estaba), no podría escapar de lo que sea que me acechara, porque, otra vez, volví a escuchar mi nombre.
 Luego se produjo un largo silencio, el cual, yo, puedo deducir que tuvo una duración de unos diez minutos, aproximadamente. Siempre fui una persona de sueño ligero, y a día de hoy lo sigo siendo, por lo que para mí es completamente normal escuchar aun estando dormida.
 Capaz eran las tres y treinta y tres cuando, de repente, sentí que me tocaron el hombro. Me di vuelta lo más rápido que pude, creyendo que por ahí era mi esposo, probablemente sí estando un poco dormida, pero no había nadie. Toda la habitación estaba a oscuras, así que se me hace difícil confirmarles que no había nadie, mas considero que es una obviedad.
 Prendí, a toda velocidad, el velador que estaba en la mesita al lado de mi cama, y volví a mirar hacia allí -donde sentí que provenía el toque-, sin conseguir ver nada nuevo.
 Esa noche no pude dormir, aunque sí me volví a acostar, pero ahora boca arriba, de manera en que podía ver hacia mis alrededores sin mayor esfuerzo. No soy capaz de describirles cuán eterno se me hizo ese lapso nocturno, y suspiré aliviada cuando los primeros rayos de Sol se asomaron por mi ventana.
 No sé si le estoy dando demasiada importancia al asunto, porque, como ya les dije, lo paranormal es algo ordinario en mi vida. Sin embargo, me gustaría saber la opinión de externos, y dejar de martillarme la cabeza con pensamientos y razonamientos que, a día de hoy, ya me tienen aturdida.
Katherine Turner
4 notes · View notes