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obrienmercury · 2 years ago
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F.E.
(La Felicidad Existencial) ¿Prólogo?
Me gusta la gente que pone flores en los frentes de sus casas.
Parecen haber entendido todo lo que tiene que ver con la belleza.
La belleza que se esconde detrás de nuestras máscaras.
Y, que además. Es una belleza puesta al servicio del otro.
De hecho, admirar la flor ya presupone un escape de la belleza narcisista. La del rostro, la del el cuerpo, e inclusive, la de la propia casa.
Esta gente se ha olvidado un poco de su disfrute personal. Para oifrecérselo a su vecino. A su barrio. Al caminante ocasional.
Es fruto de su trabajo. Un trabajo no remunerado. Y por lo tanto libre.
Existió en el antiguo Japón, una muy sana costrumbre.
La de diseñar el frente de la casa del vecino. Y el vecino ser el diseñador del paisaje que vería todos los días al despertar.
Una muy extraña manera de vivir el propio disfrute pero en función de un otro.
Pienso en ellos y me pregunto. ¿Cuántos transeúntes ocasionales serán portadores de éste conocimiento como para poder contemplar este fenómeno?
Tan cotidiano. Y a la vez tan invisible.
¡Cuán errados están los ciegos que inconcientemente propagan el cinismo existencial!
Que olvidan que crecer en mente y en espíritu presupone un retorno a la inocencia.
Así confundimos seriedad con amargura. Madurez con putrefacción.
Confundimos alegría con estupidez. Al maestro dolor con Angustia.
Ahora bien, hablando de quienes aniquilan a diario su alma por falta de conciencia de existencia, (distraídos a drede en todo aquello que les impide ver las flores del vecino) suelen ser personas que han perdido la capcidad de regocijo por la risa de los niños, entre otras cosas.
Y lo peor de todo. Es que muchos de ellos llegan a Filósofos.
Y buscan amargarnos con el sinsentido de la vida.
A nosotros, sin embargo, el sinsentido nos motiva.
Es que de la misma manera en la que un artista concreto reproduce en un lienzo el interior de una piedra partida al medio, nosotros somos una suerte de actores concretos.
Interpretamos un guión. Y aparentemente escrito por un novelista muy mediocre según los cínicos. Pero que resulta también certeramente magistral para los concientes.
El divagar de dos personas que se aman mientras miran una video novela en el reproductor. Con trasladarlas a un escenario, y ahora si, sin guión alguno, pudiera representar una escena épica.
El juego de miradas de dos personas que se gustan en un lugar cualquiera. Sin conocerse. ¿Es en serio que eso no está guionado?
Porque luce maravilloso. A menos que viniera un cínico a acusarnos de sobreactuación. De forzamiento de situaciones. De cursilería. De poco "vuelo intelectual".
Siendo que quien vuela en realidad es el cínico. Que no cae ante la realidad de la flor. No respira la risa de los niños. Que de tanta seriedad mal entendida. De tanta putrefacta "madurez". Se impide ser un actor concreto de su ilusoria vida.
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obrienmercury · 3 years ago
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"Las redes sociales son un vacío desmoralizador de aserción sin sentido"
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obrienmercury · 3 years ago
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De caminantes. Prólogo + primer relato ficticio.
Prólogo
La gente que camina es rara. Me refiero a la que anda caminando en lugar de manejar al menos una motocicleta. Se me dirá…la gente sí camina. Respondo. Sí claro. Tal vez cuando se trate de ir hasta el supermercado. Lo más probable es que la gente “salga a caminar”. Que no es lo mismo. Lo hace por recomendación de su médico. Y más frecuente que esto es, el “salir a correr”. Sin embargo, el caminar por dar un puro paseo. Sea o no sea, en compañía de alguien a quien amamos, es la versión más noble del caminar. O el no-caminar.           
  Lo que quiero decir es que la función del caminar no está lo suficientemente clara en nuestros días. 
  Se sufre una suerte de estigma de los caminantes. Que son tildados como pobre gente que “anda a pata”. Mucha gente no caminante, siente vergüenza de ser vista caminando. Y es que es curioso, porque por todos los ámbitos le dicen a uno que caminar es saludable. Sin embargo, a su vez, es más común ver gente que “sale a correr”, como ya lo hemos dicho. Lo hacen por deporte. Pero nunca por transporte. Nunca veremos a una persona que está llegando tarde a su trabajo correr como cuando lo hace vestido con ropa deportiva. Si lo pensamos, corriendo simplemente al trote, podríamos llegar en 15 minutos una distancia que por lo general nos puede llevar 30 caminando. Sin embargo se opta por el taxi. Y por supuesto, a nadie le gusta llegar sudado a su trabajo. Mucho menos al empleador.
   Es que hace milenios que dejamos de ser nómades. A quién le habría importado el sudor de su prójimo caminante cuando de lo único que se trataba era de la supervivencia. Hoy, sedentarios. Debemos lucir pulcros como príncipes (pero proletarios). Nuestros palacios de acaso tres o cuatro habitaciones en terreno de 10 x 30 nos dan la libertad de elegir entre cuál de nuestros vehículos utilizar para ir a ganarnos el sustento. La camioneta (de reparto), el auto (taxi), o la motocicleta.
  Es que caminar en el sentido práctico ha quedado obsoleto. ¿Para qué caminar si tenemos vehículos maravillosos autómatas que interactúan con nuestras extremidades? No niego que es fascinante manejar una máquina. Sin embargo sabemos del costo que esto representa. Aunque insistiré. El mayor logro tecnológico del ser humano luego de la rueda, fue la bicicleta. Pero eso, merece un capítulo aparte. 
  Sin embargo, algunos seguimos caminando. No hay lugar que nos quede lejos. Sabemos que llegaremos. Se trata de marcar el paso sin prisa ni pausa. Es gente que ha elegido y prefiere “salir a pata”.
  Todo caminante cada tanto, se cruza con otro caminante. Es una rara ocasión, Pero sucede. No nos referimos a aquel que va caminando rápido y gritándole a su celular. O el que camina de su vehículo al negocio x, y del negocio al su vehículo. Sino de personas que ya son reconocidas como caminantes reales. En ellos la marcha es calma. Sin prisa ni pausa. Tanto así que no podemos evitar cuando nos cruzamos, mirarnos unos segundos. Nos reconocemos. Sabemos que somos otra especie. No nos saludamos. Pero nos reconocemos. Sin conocernos.
  Y creo que poseemos algún particular aura que nos envuelve que nos impide que se nos acerquen los asaltantes. Jamás en mi vida me han asaltado mientras caminaba.
  A los caminantes, es más que común encontrarlos en horarios en los que nadie sale de a pie. Por ejemplo, a las 15:35 hs., en verano. También por veredas de calles empinadas.
  Es que el caminante ya tiene todo calculado antes de lanzarse a la aventura de desplazarse a su destino. Ya sabe cuánto tiempo le va a llevar llegar a dicho lugar al cual se dirige. Sabe qué hacer con el sudor que pudiera excretar de acuerdo al calor que hiciera. En el caso de que hiciera frío, ya está preparado para no sentir frío ni exceso de calor por exceso de abrigo. De hecho muchas veces en invierno (cuando se carece de automóvil y su caparazón) hasta es preferible caminar para calentar el cuerpo de la manera más natural. Sobre todo si pensamos en lo tortuoso de congelarse arriba de una motocicleta.   
  La persona no caminante, es la que va caminando rápido, mirando su celular mientras camina o ambas cosas. Esa persona, de seguro, va llegando tarde a su destino. De lo cual se puede desprender; mientras que el caminante real es previsor, el falso caminante es previsible. Siempre es el que llega tarde a todo. Por ende, es completamente falsa esa creencia moderna, la cual reza que vivimos en una sociedad cada vez más acelerada. O mejor dicho, no del todo falsa. Si no que somos más bien una sociedad lerda, más allá de que anduviésemos a las corridas. Y con demasiadas distracciones sobre la marcha como para prever un simple traslado de nuestros cuerpos.
   Muchas personas han tenido que hacerse caminantes reales a la fuerza. Y son aquellos quienes el destino les ha quitado la posibilidad de hacerlo de manera fluida. Estamos hablando de personas con algún impedimento motriz. Paradógicamente estos seres se han convertido en caminantes plenos. Entendieron y valoraron la virtud del caminar en plenitud. Inclusive en la adversidad.
La Parada Fantasma
  Fue en mi época de estudiante. Y precisamente más que con el caminar, tiene que ver con el contraste máquina/cuerpo. Mientras yo iba montado a la máquina, a saber el transporte colectivo como le decimos en Argentina (Bus para casi todo el resto de la humanidad), ella iba caminando. Y en el sentido contrario en el que iba el colectivo. Visto así parecería ser un sinsentido. Pero ¿qué fue lo que pasó? Parece ser que al haber sido ella una muchacha caminante real, era tan precavida y previsora que siempre pasaba a la misma hora con la misma intensidad de marcha por el mismo lugar, ocurrió una extraña sincronía (bastante asincrónica, ya advertirán por qué). El transporte en Córdoba en ese tiempo andaba perfecto. “Un relojito” como se suele decir. Tanto así, que siempre un poste me impedía verle su rostro. Increíblemente siempre estaba pasando por el mismo poste de la misma cuadra a la misma hora, de tal manera de que mi perspectiva de pasajero de colectivo que viajaba de parado, casi siempre en el mismo lugar (de la mitad hacia atrás) y eligiendo siempre ir viendo a la misma vereda, no daba nunca con el ángulo adecuado.
  Lograba reconocer que era ella la misma, porque su carpeta siempre la llevaba del lado de su brazo izquierdo. El que daba a la calle. Lo único que podía saber, era que ella era una estudiante de arquitectura. Estamos hablando de la Avenida Vélez Sarsfield. Quien conozca la vida estudiantil de “la docta” sabrá de lo que le estoy hablando. 
  Por supuesto que muchos días de la semana no la veía pasar. Sino ya habríamos estado hablando de un error en la Matrix. Sin embargo, cada vez que ocurría nuestro ambiguo encuentro, se daba de esta manera.
  Una vez, estiré el cuello y le ví casi medio rostro. Pero me dio un poco de cosa estar así mirando como estúpido y no lo hice más.
  Creo que esto fue lo que me llevó a pensar sobre el tiempo y el desplazamiento de nuestros cuerpos. Según sea, nos condujera una máquina o nuestras propias extremidades.  
  Por lo cual pensé varias estrategias. Pero que resultaban incongruentes. Salir más temprano, o salir más tarde no tendrían sentido. Ya que o habría pasado antes de que ella lo hiciera, o lo habría hecho después de que pasara por el poste.
  ¿Aventurarme a caminar? ¿Por qué no?
  Es más. Ante mi desesperación opté por bajarme una parada antes, para retomar el colectivo en la siguiente, de manera que pudiera caminar su cuadra en el momento más o menos previo al que estuviera llegando al dichoso poste. Era delirante. Lo sabía. Pero debía hacerlo.
  Fue un fracaso. El camino hasta dicha cuadra fue más largo de lo habitual. La calle anterior estaba embotellada. Tuve que cruzar corriendo entre medio de autos que me bocineaban. Y caminé toda esa cuadra. Con mi corazón lleno de esperanzas. Y nada.
  Tristemente tomé el colectivo en la siguiente parada. Llegué tarde a la facultad. Por cierto. 
  Repetí la acción por toda la semana. Había empezado el lunes. No vi como algo absurdo volver a intentarlo. Con muy pocas esperanzas cada vez. Hasta que el viernes sucedió.
  Desde más o menos media cuadra divisé su andar. Como era lógico venía en sentido contrario al mío. Su manera de vestir no me dejaba dudas. Era ella. Su tez era muy blanca cuasi pálida. Que contrastaba con su pelo muy negro. Ni muy corto ni muy largo. Ojos claros que no pude divisar si eran verdes o celestes. Pero que bellos que eran. Mi pecho estallaba. Levantó su mirada hacia mí unos milisegundos que fueron eternos. Sentí un poco de vergüenza de si se estaba dando cuenta de que la estaba mirando de manera obsesiva. Eso era imposible porque no fue nada más que un mirar a una cosa que pasaba a su lado. Sentí el vacío cuando ya su imagen estaba a mis espaldas. De modo que a riesgo de ya parecer un mendigo de amor, giré mi cabeza para verla irse. Un deleite. Su perfume se impregnó en mi sistema límbico para siempre. 
  Cuando ya me estaba despidiendo, tal vez de ella para siempre, gira su cabeza muy súbitamente y me ve.
  Sentí un apuro enorme y ya no la miré más. Pero mi corazón era un repiquetear de mil bombos. ¿Cuándo la volveré a ver? Pensé…
  Volví a la rutina de colectivo habitual y en el poste ya no había nada cada vez que pasaba. No la veía ni a medias ni a enteras. ¿Tan Totalista tenía que ser la realidad?  
  Pensaba, de manera muy maniquea, si tal vez no debería haber trazado mi hazaña de caminar esas cuadras de la parada fantasma.
  Acepté, pensando de una manera muy al estilo del realismo mágico, que lo del poste había sido un prodigio. Y que la realidad ahora se estaba manifestando tal cual era. De no haber roto con esa anomalía espacio temporal, seguiría viéndola por toda la eternidad. Y pensaba, ahora de manera muy estoica. Es mejor así.
  En lo subsiguiente ya ni me importaba ir mirando hacia la misma ventanilla. Daba igual si fuera sentado o parado en el colectivo. Ya casi no pensaba en tal cosa. De todos modos su cara me estallaba en la mente con total claridad. Cada vez que pasaba, sobre todo, por la cuadra del poste.  
  No fue hasta una semana de la última vez que pasé en el bondi mirando al poste sin ningún resultado, que la que la vi en un bar de manera casual. No era un bar que frecuentara mucho. Estaba con unos amigos. Eran dos varones y ella. No lo dudé. Me acerqué. ¿Jugamos? Hace rato que espero mesa. ¿Les molesta que hagamos un dos y dos? Yo pago la ficha. Después vemos. Los dos muchachos me miraron como un sapo de otro pozo de más de diez leguas. Pero aceptaron con buena onda. Yo juego con ella, se me adelantó uno de ellos. Ok. Entonces será contra ella. Dije mientras la miraba. Le saqué una tímida sonrisa.
 Jugamos, y como suele suceder, en medio de la partida van apareciendo rasgos de la personalidad de los participantes. Ella sabía jugar bastante bien. Lo cual me enamoró mucho más. Se me hacía casi imposible no mirarla todo el tiempo. Pero debía hacerlo. Creo que fui discreto. No lo sé. No sabía si ese compañero pretendiente no era en realidad su novio. O tal vez su hermano, lo cual era más o menos lo mismo.
  Terminamos con todas las bolas ya en la cajuela salvo la 8. Esto es, definíamos los dos. Ambos amigos entendieron que éramos los que mejor jugábamos y nos cedieron todos los tiros.  Aproveché para preguntarle si estudiaba arquitectura y demás. Aunque ya sabía muchas cosas, y otras intuía. Todo marchaba como me lo imaginaba. Se llamaba Andrea. Bajó bastante la guardia. A pesar de que había empezado con toda la furia. De hecho había metido casi en un solo turno todas sus bolas rayadas. Y no le importó perder. Hasta creo que me dejó ganar. Tomamos unas varias cervezas, conversamos bastante, ya los chicos que la acompañaban se alejaban solos, chamuyándose ya a otras muchachas, corroborando así que ninguno de ellos era su novio. Una lámpara le dio de lleno en sus ojos, y sí. Eran decididamente verdes. Y si, su perfume grabado para siempre en la hipófisis vuelto a ser percibido como la primera vez, fue mi trofeo de campeón. Aún así no me sentía del todo cómodo. No sabía cómo seguir.   Y en eso, se me ocurre confesarle.
  Le dije lo de lo que me había estado pasando con ella como desde hacía más de un mes. Al principio se rio y le pareció bastante divertido. Hasta que cuando ya me vio un poco extasiado con la idea de que había sido algo extraordinario, y tal vez al sentirme un poco raro (tal vez arrepentido) de habérselo contado, noté que su expresión también se puso rara. Es tarde. Me tengo que ir. Si, seguro. Un placer conocerte. Igual. Gracias.
  Me sentí un poco un idiota. Pero tampoco es tan grave. Como mantra resonaba el teléfono en mi mente  que le había pedido (existían los celulares pero no el 4G, de seguro en el bondi si me lo tomaba, le habría dicho, “excelente partida” por Whatsapp). Mientras caminaba, derechito por la Tucumán. Hacia mi casa. En el barrio Alta Córdoba. Habría podido tomar el colectivo. Pero opté por caminar. Había quedado muy extasiado.
  Pasaron dos días y la llamé. No atendía al principio. Intenté varias veces. Casi desisto. Hasta que escuché su voz. Hola. Andrea? Si. Quién es? Mariano, el del pool la otra noche. Ah si, me dijo. Cómo estas? Bien. Vos?
  Quedamos en ir a un museo. Le propuse que había una muestra que me parecía bueno ver.
  Apenas nos encontramos y nos saludamos, me dice. Me quedé pensando en lo que me dijiste que me habías visto antes. Pero que en realidad no te había visto…le interrumpi…Si, si. Ya te voy a contar. Entramos? Dale
  Hicimos la típica recorrida de museo, en la que cada uno saca de sí su mejor versión. Dejándose llevar por las impresiones, comentando. Alejándose un poco, otras veces mirando las mismas obras en silencio. Señalando algo. Algún que otro comentario sarcástico o cómico respecto a algo, como para hacerse uno el crítico pero con altura. En fin. La magia de pasear por el museo con la chica que te gusta. Y digámoslo, que uno sospecha que es la que gusta de uno por cierto.
  A la salida, casi que no hicimos mucho comentario sobre la obra del artista expositor, de hecho era bastante corriente. Buena, pero bastante corriente. Bajamos las escaleras del Museo Caraffa y caminamos una cuadra por el Boulevard de cara al centro en completo silencio.
  En un momento los dos coincidimos en retomar el tema.
  Si. La verdad que si. Es el recorrido que siempre hago. Pero cómo hacías para saber que era yo. Me sentí incómodo. Esteem…no se. Me parece que tu altura, tu manera de vestir, tu ritmo de caminante…bueno, si puede ser, me interrumpe…en realidad yo sentía algo sabés. Ahora que lo pienso. Cada vez que pasaba por esa mitad de cuadra me daba como una inspiración. En serio? Si. No se muy bien. Pero algo que tenía que ver con el tiempo. A ver…? Veía una especie de guerrera aborigen corriendo a toda marcha. Con un arco y una flecha.
  Súbitamente me acordé. Había soñado. Ni le había prestado atención. Pero no había logrado olvidarlo por lo impactante. Soñé que me perseguían. En medio un bosque agreste. Justo cuando lo iba a decir. La aborigen iba como en un bosque muy frondoso. Recordé, que al final del sueño me alcanzaban. Súbitamente aparecía una gran roca en medio del bosque. Una aborigen negra, ahora venía caminando a paso firme. Apuntándome con su arco. Al sentir el zumbido del arco al ser soltado me desperté.
  A veces soñaba que pasaba algo muy feo al final. Cuando me dormía pensando en esa sensación.
  No sabía si decirle lo que pasaba por mi mente. Y sigue diciéndome…pero al finalizar esa inspiración mi sentimiento era como de tristeza. Una mezcla de euforia y de tristeza a la vez. El semáforo de Illia y Chacabuco estaba en rojo para nosotros. Los dos parados. Ya se, ya se, no me digas más nada. Y nos besamos.
   Es sabido que en la Historia, en diferentes culturas, existieron los mensajeros. Quienes trotaban por los caminos reales, de posta en posta para difundir alguna noticia o información de seguridad. O simplemente mensajes de amor de Príncipes a Princesas de diferentes reinos. Es muy probable que en esta pseudo-visión que tuvimos, hayamos experimentado una experiencia de vidas pasadas. Probablemente en una vida anterior (que siempre es inferior a la actual según la lógica de la evolución kármica) hayamos sido guerrera/mensajero. Habré tenido alguna información que habría perjudicado a su tribu. Tal vez la habría exterminado. Me habría visto alcanzado por el camino. O habré sido emboscado. O se trataba de un mensaje de amor de un Rey a alguna Reyna que no debía llegar. Esa parte del episodio no aparece en ninguna de nuestras lagunas.      
   Lo que sí parece estar claro es que pasamos de trotamundos a caminantes. Algo de lo maratónico existía en nuestra psique. Pero de manera más que cautelosa. Hasta diríamos con cierto sentido de estructura, disciplina y cultura. Ya que antes, de alguna u otra manera habríamos sido seres capaces de darlo todo a cualquier precio. Rompiendo todo límite.
   Al día de hoy que somos un matrimonio feliz con tres hijos, seguimos armando el rompecabezas cada vez que nos vamos a dormir. Y no aparece la escena de cómo fue que nos divisamos y nos llevó a tal escena. Solo sabemos que ella debía aniquilarme, y yo sabía que ella tenía razón. Y me entregué al Creador pidiendo perdón al Cielo.
G.C.
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obrienmercury · 3 years ago
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obrienmercury · 3 years ago
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De caminantes (1). Reflexiones acerca del Mal.
   Iba camino al Banco. Necesitaba retirar un dinero. Una pequeña suma nada más. Casi siempre opto por no manejar. Me estresa demasiado. Además como  en ésta Ciudad todo queda cerca, más se justifica. Digo que me agobia un poco manejar por lo que veo en cada esquina. En cada semáforo. En cada mitad de cuadra que es violada por un motociclista que no quiere dar toda la vuelta y comete el “piadoso” pecado de entrar en contra mano ¿Total? No pasa nada, no viene nadie. La ecuación parece ser: mientras más chico sea el pecado, más libre de ser condenado estoy. Sin embargo proponemos lo siguiente: el más “inocente” de los pecados será considerado como el verdadero germen del Mal y de todos los Males de la Tierra. 
   ¿El Mal? ¿No será muy exagerado? No. Nos referimos al Mal en su concepto más fiel. Y paso a explicarlo.  
   El hablar del Mal está muy bastardeado. Muy caricaturizado en diferentes tipos de realizaciones artísticas modernas. Del Bien me aburre un poco hablar. Porque éste siempre se reduce a una máxima (o algunas pocas más) que todos conocemos. Todo esto lo cual ya abunda, además, en todo seminario de espiritualidad que anduviese pululando por las redes sociales, pretendiendo quedarse con algunos #coins que nos estuviesen estorbando en nuestra #billetera virtual.
  Quiero decir. Hablar de un dictador, un conquistador, un sanguinario emperador, un guerrero azteca,  o acaso un druida, trasciende cierta barrera del concepto que queremos tratar. Nos cuesta considerar que todos estos sujetos nombrados aquí sean como se suele decir, verdaderas “encarnaciones del mal”.
  En todo caso, han debido hacer algún mal con el objetivo de ganar algún honor. Más no ejercer el mal. Ya que el verdadero mal, es aquel que se ejerce en las acciones cotidianas de cualquier persona que se dice buena. Que se autopercibe No-dictadora. No-Conquistadora. No-Sanguinaria Emperadora. Y mucho menos (o más bien, mucho más) No-Guerrero/a azteca/druida. Es más, aborrece tanto esta buena gente a dichas “encarnaciones del mal”, que no hace nada por leer sus historias.[1] Ni siquiera sabe por qué las odia. Por qué hay que odiarlas, o ubicarlas en algún cartel que le diera nombre a alguna calle. Figuras (próceres, científicos, escritores clásicos, virreyes, coroneles, aviadores, etc.) que, desde luego, a veces están sobrecargadas con un poco de mito y leyenda, pero que sin embargo, sus historias, las describen como lo que fueron: personajes de la Historia. No le importa a la gente buena conocer sobre las miserias que debió vivir la humanidad para llegar a ser lo que hoy somos. No le importa a la gente buena, preguntarse alguna vez por qué se cree tan buena.
  Recordé, ya pasando el Tajamar, aquella visión del Dante. La de la más baja de las instancias del Infierno. La primera de todas: “El Limbo”. Carece hasta de nombre. Como sí lo tiene Estigia por ejemplo. En Wikipedia la denominan el “pre-infierno”, aunque el Dante no le da carácter de esfera. Cualquiera podría pensar que esta instancia se trataría del más terrible lugar de los infiernos. En donde se encontrarían las mayores de las torturas y los peores castigos. Donde estarían las almas de quienes más castigos merecerían. Sin embargo No. Se trata de, un Pre-Limbo en el que se encuentran las pobres almas de aquellas personas que no alcanzaron el suficiente mérito como para hacer nada lo suficientemente malo, ni lo suficientemente bueno, como para ser castigados y/o compensados. Las personas que solamente se han dedicado a existir sin pena ni gloria. Los indolentes. Esa gente es la que, diremos según lo que venimos razonando, merece el infierno. O bien hasta se podría decir; que ni merecen el castigo del Infierno. Ser castigado presupone algún mérito. Premeditar un asesinato, para ejercer justicia por mano propia merece un castigo. No así, estacionar en doble fila en la Avenida Perón.
   A esta idea del Dante le agregaría que, allí en ese limbo, dichas almas miserables, siguen siendo igual de inconscientes que en la tierra, y ni siquiera saben si es que están muertos o están vivos. Habitan un sueño como los que la mayoría de nosotros tenemos cada noche. Pero sin despertar jamás. Hasta uno se lo imagina a Dios diciendo, dejalos ahí Lucifer, que no estorben. Hay mucho trabajo qué hacer con toda esta manga de Impíos que sabían lo que hacían al menos. Una especie de sótano del Infierno. Interesante. [2]
  Un auto estaba estacionado en la esquina. Por supuesto, con las balizas prendidas. En La Rioja pareciera que la baliza fuese como un comodín que garantizara la Soberanía absoluta sobre el asfalto. Una moto estacionada convenientemente en el lugar destinado a las mismas. Pero en lugar de estar en perpendicular al cordón, lo estaba en paralelo. Esto es; ocupando espacio de un auto. En la siguiente cuadra el sujeto automovilista había respetado el rojo. Pero no las líneas peatonales. Como casi siempre. Uno cruza con su trasero muy cercano a los autos de los que les toca el verde. O bien por detrás del auto estacionado. Fumándose el humo del aceite quemado de ese auto modelo 97 que seguramente fue vendido en sobreprecio.
  Comienza uno, a veces, a pensar si no es uno quien está mal. Quien está errado. Estudios científicos recientes, por ejemplo, sobre la puntualidad de las personas, arrojan como resultado que las personas puntuales son las que pierden frente a las impuntuales. Las personas impuntuales no experimentan la culpa, la ansiedad, ni la rabia que experimentan las personas que respetan los horarios a rajatabla. Ahora pensándolo así, podría pensar que uno al ser puntual, está siendo un egoísta. Que espera que los demás sean como uno. El ego es el principal enemigo del alma. Probablemente uno esté haciendo mal. Pero no estoy tan convencido de eso. Me inclino más a pensar que la impuntualidad es otra de las manifestaciones cotidianas del Mal en la tierra. [3]
  En esta misma sintonía estaba una video conferencia sobre Caballah que había estado mirando anoche hasta altas horas, a cargo del disertante Javier Wolcoff, que se refería a este tema. Creer en una especie de iluminación absoluta que me limpia de todo mal de una vez y para siempre es una falacia. Así sea uno el mayor estudioso de las Escrituras, el mayor practicante de mantras, el ser más altruista del mundo, etc., uno debe ser consciente de que la sombra del maligno nos acecha día a día. Aquel que se auto-convence de que no es tentado de hacer el mal cada día de sus vidas entró de bruces en el Mal. Y para peor, de manera inconsciente. Cada día de nuestras vidas desde que Adán y Eva pecaron, nos encontramos con la misma serpiente. No será hasta la llegada del Mashiaj, que nos fundiremos en el Bien Supremo, y Paraíso y Tierra serán Ejad: Uno solo. El Uno que existía antes de la división de las almas.
  Para una mente no creyente esto le puede sonar un poco exagerado y como una estrategia supersticiosa para generar miedo y culpa en las personas. Sin embargo el concepto visto desde la Moral al menos, desde el punto de vista filosófico (y como muchos filósofos lo han trabajado ya) es de considerar. Ya que siempre se ha hablado de cierta inquietud sobre la propia imagen de uno. ¿Es el Ser Humano bueno por naturaleza? ¿Es la cultura lo que lo corrompe? Al decir de Kant, ¿Existe la Ley Moral dentro de mí, al igual que las estrellas en el cielo? ¿Conozco la verdad de mi Ser? Justo antes de decir su célebre frase Descartes; “pienso, luego existo”. Dijo; porque dudo (de mí mismo, de mi propia mente, y de mi Realidad) es que pienso. Y si es que pienso, existo, ergo…quien no duda, no piensa. No existe. Y si cree existir pudiera dejar de hacerlo (existir). Ejemplo: si no dudo aunque sea un poco, de que pudiera venir alguien en un vehículo (automóvil) más grande que el mío (motocicleta sin los plásticos) por esa calle en la que estoy entrando en contramano y aparecer súbitamente al girar, podría salvarme de un accidente. Incluso de la muerte. Habré dejado de existir. Y ya no en el sentido teórico/filosófico. A menos que, nobleza obliga, consideremos algún sentido de la trascendencia de las almas.
  Entonces, sea visto desde el castigo Divino o desde el punto de vista de la finitud ante la vida, la especulación vale por igual. Ejemplo: No creo en Dios. Por esto mismo creo estar por encima de la falsa moral de los creyentes. Eso tiene sentido. El creyente hipócrita no tiene por qué creerse en superioridad moral respecto de nadie. Sin embargo, ¿por qué tomar como un absoluto que el ateísmo nos “libra de todo mal”? Borges decía que sin ser ateo ni creyente, se consideraba a sí mismo, un apasionado lector de la Biblia, y que creía tener más devoción por la Escritura que muchos religiosos que dicen conocerla. Ya que veía en esta, una especie de oráculo misterioso. Que le generaba más preguntas que certezas. Sólo el creyente ciego, agrego yo, ve solo certezas en la Biblia. Del mismo modo pero opuestamente, en el que ciertos ateos, solo ven en esta un instrumento de control por medio de la superchería. Y no una especie de código encriptado de la historia de la humanidad y del Espíritu. En fin. No tengo la respuesta. Pero siempre invito a todos y a mí mismo a la reflexión y al análisis. Es que creo que si al menos la gente anduviese distraída (para bien) con ese concepto existencial, creo que al menos se tomaría mejor las cosas. Tanto a las cosas trágicas como a las más banales. Como por ejemplo: tomar conciencia o no, de que manejar en esta bendita Ciudad del demonio, es un dolor de huevos.
  Un sujeto caminaba por la misma vereda mía en sentido contrario con su vista pegada al celular. Ya estoy acostumbrado a jugar con estas situaciones. Y no hago por esquivarlos. Adrede espero el choque. Cada vez lo disfruto más. Se disculpan siempre. Y no pasa nada. Creo que es lo más simpático que puede pasar en esto de llevarse de bruces con el mal. Y con el prójimo. De manera literal.
  Ya llegando al café de la esquina, un policía miraba el Facebook mientras “vigilaba” en la puerta de un negocio. Dos automóviles y una moto cruzaron el semáforo recientemente cambiado a rojo. Por lo que varios peatones les gritaron. Una parejita joven caminaba mientras iban absortos en sus pantallas táctiles.  
  Tenía tiempo, y me senté a tomar un café. Como es de costumbre, pasan unas adolescentes vendiendo bolsas de residuos. Me quedaba un vuelto como para comprarles. Esperen, ya me traen el vuelto. - Les dije. Les pregunto si tenían de las más chicas porque de las grandes ya tenía. - No. Solo las grandes, - me dicen. Y como el contrato moral fue no haberles dicho que no de entrada, me sentí en obligación, y siempre me siento bien al ayudar. Ahora. A nadie le importa mi sentimiento caritativo. El problema fue el siguiente. No dijeron “gracias”. Y siguieron conversando entre ellas como si lo que acababa de hacer hubiese sido “lo que tiene que ser”. ¿Se dan cuenta? De buenas intenciones está plagado el Infierno (tanto así como de mendigaciones miserables). Es justamente en momentos de caridad en donde uno puede verse más plenamente con sus propios demonios. Y a veces mucho más que en la noche más oscura de nuestras almas. Me sentí un imbécil al haber perdido plata. Que seguramente me habría alcanzado para comprarme unos pecadores y mortales cigarrillos, los cuales se me habían terminado. Y no es por el dinero en sí. El dinero no es más que una metáfora, un símbolo del intercambio. No decir “por favor” y “gracias” es lo que envenena la experiencia mercantil en esencia. Creo más bien que Dios (o acaso Kant) hubiese preferido que no fuese caritativo y que me envenenara un poco los pulmones. Porque del Banco justamente no era cierto que fuera a retirar una fortuna.
   ¡Vaya suerte la de los habitantes del Pre-Limbo! Que no tienen que pasar por estas tribulaciones del espíritu. 
   Ya sin dinero y, con pocas ganas de ir a retirar ese cheque estatal miserable, me pongo a ver el Twitter. Todo lo que podía ver es cómo la gente (sobre todo la gente joven) hace bromas con respecto al sexo, la infidelidad, la traición. Me voy a otra red, y desde otro aspecto, lo mismo. La desnudez “inocente”. El erotismo a plena luz del día y la cultura fitness. Los cuerpos. Poco texto. Alguna que otra expresión de bronca de algún indignado sobre algún tema. Tema de seguro irrelevante. Como los que tienen que ver con la política.  Frases motivacionales que sabiendo de quiénes vienen se tornan absolutamente vacías. Más memes. Con algunos me río. Una frase de Arjona con foto del mismo. Noticias de portales ecologistas con dudosas teorías sobre algún tema que a nadie le quita el sueño. Couching sobre cómo seducir y encontrar el amor. Talleres de “masculinidades”. Feminismo. Más feminismo. Proclamas pacifistas financiadas por la ONU. Cancelan a tal artista por decir tal cosa. Un amigo pone un tema que me gusta. Le doy “me gusta”. Tensión por posible intervención bélica contada en clave de la Guerra Fría que ya no existe. Una de tus contactos cambia foto de perfil con típica frase de recién separada. Muere motociclista por ser atropellado tras cruzar semáforo en rojo. Tal jugador de tal equipo europeo es comprado por otro equipo europeo por varios millones de Euros. [4]  La arrastraron diez metros en motocicleta por robarle la cartera. Conocé el nuevo y revolucionario look de reconocido artista que ni conocías. Decir alienígena es racismo, asegura conocida cantante internacional. Encuentra la plenitud por medio del Yoga. ¿Sabes quién es el Profeta Mormón? ¡Aprendé Ingles en seis meses!, etc. 
Señor, ¿Se va a servir algo más?
No, gracias. Ya me voy…
Disculpe la demora, es que había mucha gente.
No hay problema amigo...
   Revisé mi bolsillo trasero y algunos billetes arrugados palpé. - Aquí tiene, -Le dije. - Adiós. - Muchísimas gracias, hasta luego caballero. - Me dijo.
  Y me fui a cobrar.
[1] Conoce más de memoria a los Héroes de #Marvel que a los períodos históricos básicos. Y déjenme decirles que lo fue gracias al Cine actual. Porque seguro nunca leyeron un #Comic en su vida.
[2] De hecho, pareciera el #El Dante haber sentido tal aborrecimiento por tales pobres almas, que ya como burlándose despiadadamente, les adjudica un castigo de lo más bizarro: Serán picados por insectos y con la sangre que vertieran de sus heridas alimentarían a extraños gusanos.
[3] Los Mayas habían diseñado un calendario sincrónico Lunar/Solar/Terrestre. Y según se dice es perfecto hasta el día de hoy. Qué pena que no lo hayamos entendido y ni siquiera sepamos despertarnos con la luz del sol en lugar de con una alarma estridente de algún dispositivo electrónico. 
[4] ¿Por qué tales transacciones comerciales de humanos no son consideradas “trata de personas”?
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obrienmercury · 3 years ago
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#Gentedehablahispana #Latinoamérica #Escritores #Pensamiento #Argentina Hoy empiezo a escribir. Se los prometo.
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