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En tu jeta
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ortovski · 6 years ago
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Avalancha original
Fijé la vista de mi ojo derecho en el extremo de la flauta y observé por dentro. 
Me puse a jugar con la luz, pasando mis dedos por encima de los orificios, e imaginaba el sonido de los autos que pasan por encima de los túneles, porque las sombras proyectaban algo idéntico. 
Ignoré lo que me sucedía por dentro, pero el corazón latía cada vez más fuerte. No costaba nada dejar esta idiotez, levantarme del suelo y decir lo que me lloraba el pecho. 
Latía tan fuerte que se me podía ver en las manos el pulso. “Las cosas, hoy, ahora, están por cambiar”. Di media vuelta y encontré a la gran ola. Estiré los brazos de par en par para recibir su azote. Era triste, inevitable y necesario.
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ortovski · 6 years ago
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Proceso de una planta que muere en la oscuridad
.
.
.
Si creo en algo
/son más bien/
más bien son
/bien son más/
locuras mías,
individuales,
no colectivas.
Así que
bancame el efecto,
porque
no sea cosa que también
conmigo tampoco sin también
o que también conmigo pero sin tampoco
como
si el agua hirviendo no pudiera
ser hielo y
también vapor y después
ese malestar de invierno silencioso no
te vengas a creer que al lado mío el
mar pueda ser llano y siga
siendo libre y puedas
(y puedas, siendo libre)
pisar/
vivir/
morir
en él.
Después de todo,
¿quénecesidad-porquetengoyo-
de decirte quién soy?
Puede ser que sea que haya un haber insensato,
y que enfermarse la cabeza o que
afanarse de afán por
afán de afanarse dentro de
contarse los dedos como loco muerda uñas.
Así estaba ya cuando llegaste.
Yo.
Yo me ocupo de ellas pero
no esperes que pueda
regenerar la piel y dar
vuelta las escamas que
salgan por los poros alas
porque
las células del sol aclaman
lo que
pensabas que no se acaba te
parece solo que
todo es...
así.
Nada más
así.
Pero no es.
Pero no soy.
Pero no sos.
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ortovski · 7 years ago
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Abrazos
Empecé a revolver las sábanas
sabiendo que no tenía
porqué encontrar algo en ellas.
Me miré las manos,
me desnudé.
Me desnudé las manos,
me miré.
Me saqué de la cama
Me encamé de la huida.
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ortovski · 7 years ago
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Turismo de la espera
Hay un gran pozo
en este laberinto mío
que grita de miedo
arañandome de abrazos.
Yo lo saco a desfilar
por amarillas nostalgias.
Sólo me reconozco
en quienes tampoco salen.
Hablo ahora del laberinto
por el que camino de rodillas
con las dos manos en el corazón
y la cabeza de a medio perfil.
Las paredes de la corteza de la piel
se siguen llenando
de pájaros de ausencias.
No obstante yo
me fascino de teorias iracundas,
pero en el fondo sé
que los cuerpos se cansan
y que no hay más verdad
que en los que ya no andan.
Y esto es todo lo que hay.
Y a esta nada que me lleva puesta
con todos nuestros pájaros
le voy a dejar que me suceda de plumas
y arrancar por el norte
o quizás por el sur,
despacito.
Muy despacito.
Yo voy a saber
por dónde ir.
Ellos sabrán
si quieren venir.
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ortovski · 7 years ago
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Tomemos una casa
  Jodido loco de mierda, dice que quiere tomar una casa el año que viene. Aún más; dice que TOMEMOS una casa, que vamos a tener un espacio cultural para rodearnos de todas las artes.  Suena excelente.
  Espera que yo le diga que es posible que volvamos a vivir juntos, porque nos llevamos bien y un poco más, somos como… dos hippies que se llevan bien, en la ciudad. La definición es una porquería, pero se entiende. El tipo dice que no podríamos vivir juntos porque él es re “AAAAAAAAAA” (mientras pega puñetazos al aire) y que yo soy más… (hace señas de bajar el volumen).
  Está loco. Este tipo está loco… Sabe que me tienta tomar una casa.
  Nos sentamos en unos banquitos de cemento en pleno disturbio nocturno de Avenida Santa Fé, cerca de Scalabrini Ortiz, y me pregunta:
-¿Porqué no fuiste más al psicólogo? A mí los ojos me lagrimean. Le sonrío.
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ortovski · 7 years ago
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Pulmón de manzana
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  Me hicieron la autopsia y descubrieron flores creciendo entre mis órganos.
  Ante la falta de respuesta -después de una semana de ingenuas e inútiles investigaciones- las entidades involucradas en el caso se llevaron mis intestinos, el estómago, los pulmones, las vísceras y el vientre. En el corazón no había cercido planta, pero era el corazón lo que me había reventado.
  Cuando sacaron mi cuerpo de la morgue y lo prepararon para el velorio, notaron que mis manos comenzaron a mostrar una leve hinchazón, que después de diez horas, ya era puerca y exagerada.
  Vacilando en el qué hacer, uno de mis parientes comenzó a frotarme la mano a presión, pero provocó que por debajo de las uñas se me abrieran pequeñas fugas de sangre, de la cual se desprendieron miles de diminutas letras oscuras de textura viscosa.
  Re podridos de forenses, médicos y científicos, sin decir una palabra a nadie, detuvieron la pérdida de sangre y me taparon las manos. Una hora después, la piel comenzó a presentar suaves manchas color marrón oscuro, parecidas a las pecas.
  Me maquillaron, deformándome más de lo que ya estaba. La lengua, la cara, las orejas, el cuello, las tetas, el ombligo, los brazos. Parecía sarampión, viruela, varicela. Las manchas oscurecieron aún más, debilitando al maquillaje. Durante las últimas horas de la velada, se expandieron y tomaron forma de letras. Cuando ya no tuvieron más lugar en la piel, empezaron a empujar hacia fuera y a formar relieve.
  Los vivos me despidieron y cerraron el cajón.
  Cuando fueron a verme después, bastante después, me había crecido, en el corazón reventado, una flor de loto. La flor, buscando la luz, creció para salir del cajón. Y todo el cutis, y el ombligo, y la lengua, y los brazos, y las tetas, y el cuello, y las orejas, estaban de nuevo sin las letras y sin relieve.
  Desaparecí, en paz.
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ortovski · 7 years ago
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Ornerito el yacaré y su encuentro con el Paraná
  Un yacaré salió de la puerta del consultorio odontológico del señor Altamirano Benecio. Los pacientes habituales no emitieron movimiento, hasta que las circunstancias les hicieron saber que el reptil había tenido un muy mal día, y que no tenía sino otras intenciones que la de volver a la costa.
-¡Ornerito, vení para acá! ¡Cajeta nio!- Gritó don Benecio.
  Al frente, en la Punta San Sebastián, estaba Katupyry, con su casual compañía del momento, Beto, que aprovechaba su día de franco.
-¡Chaque!- Gritó Katupyry soltando la caña y agarrándose de los pelos.
-¡Oke nderi kua!- Se sobresaltó Beto, apresurandose a lanzarle una cuerda de la canoa como toda respuesta. Ahí no más, no se la esperaba Ornerito; Katupyry agarró la cuerda, la ató a un palo, elaborando una suerte de horca que usó exitosamente para atarle la mandíbula. Beto no perdió tiempo y corrió a sostener a Ornerito de la cola. No fue tarea fácil, Ornerito estaba muy bravo y desprendía una fuerza tal que la lucha culminó con todos en el suelo. Don Altamirano Benecio llegó con los brazos en alto y el grito en el cielo:
-¡Dejen a mi Ornerito!
-¡¿Qué ornerito?! ¡Acá no hay orneritos!
-¡Es mi yacaré, hijo ‘e puta, soltá!
  Katupyry, que era del Impenetrable, a duras penas entendía lengua alguna que no fuera guaraní; así que Beto, revolcándose todavía en las orillas para sostener la cola del animal, intentaba traducirle que Ornerito era de hecho el nombre del cocodrilo, y que aquél a su vez tenía como dueño a ese calvo enojado de alpargatas y vestimenta quirúrgica, cuando en el carrito del frente llegó un policía para pedir un pancho, y como los cazadores del ocaso estaban en una triple situación ilegal, don Benecio desplegó enseguida una tira de camalotes sobre la frustrada bestia. La cola aún se veía severa como la de un gato furioso, azotándose contra el suelo.   Una niña alemana que se hallaba veraneando con su familia en la costa, presenció toda la salvajada a menos de dos metros de distancia, en tanto sus padres no se percataban de su ausencia en el Arazatí.   Beto y Katupyry se sentaron sobre el lomo de Ornerito como si fuera un pedazo de tronco bañado en camalotes; don Benecio se metió al agua para traer de vuelta la caña de pescar; el policía Murcio jugaba con su revólver, lanzando y atrapándolo en el aire. Don Benecio volvió con la caña y optó por simular la situación ilegal menos problemática de las tres: la pesca. Murcio recibió su pancho al tiempo que la niña se le acercó haciéndole señas en dirección a Ornerito y los tres pescadores de angaú.
-¿Qué pa te pasa? ¿Dónde está tu mamá? Ella le tironeó el pantalón para que la siga, y al ver que entre la extranjería de la pequeña y la tez de los muchachos señalados no había cohesión, no le quedó más remedio que ir a ver qué pasaba.
  En su falsa pescadería, don Benecio, sin querer, atrapó a un bagre de no menos de 3 kg. La caña -una tacuara con un piolín- no le daba la comodidad de traer al pescado desde su confortable asiento. Para no levantarse, decidió soltar la caña, recibió una cachetada de parte de Katupyry, y comenzaron a pelear por la caña. Benecio quería soltar la caña, y Katupyry se rehusaba a dejar pasar la oportunidad. Beto fue atento ante la mirada del oficial y prendió un cigarrillo, en señal de ‘aquí no pasa nada’.
  Cuando el oficial y la niña se posicionaron detrás de ellos, el radiotransmisor radio-transmitió el radiomensaje: gurisa extraviada en el Arazatí, edad cinco años, pelo rubio, nacionalidad Alemana, 1 metro de altura, responde al nombre de… de Gewinnen… Jeguinen Ga… ¿Qué dice acá?
  En eso, Benecio y Katupyry rodaron en su lucha. Beto se cagó tanto de miedo, que contra todo pronóstico le encajó un salto a los 3 metros de piedra que separan la playa del sendero. Ornerito se metió al agua velozmente y, mientras murcio balbuceaba con el aparato en la mano, la ex convicta saltó al lomo de la bestia, y juntos huyeron por la corriente del Paraná.
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ortovski · 7 years ago
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Margaritas, hambre, y sexo
   En el órgano reproductor número dos de la margarita número 451 del campo en el que juega la mona calva de un pastor, existen dos planetas en guerra, iniciadas por unos tipos de comidas faltantes en uno, y de otros tipos en otro. Los habitantes de ambos mundos son físicamente similares entre sí, son redondos casi por completos y sus extremidades pueden extenderse o adentrarse en sus cuerpos según la ocasión, sus mascotas son murciélagos bailarines del quinto bar del único rey de aquel universo, Maury McDonald.
   La hija del rey del mundo que no quería exportar sus carnes ni vender sus animales, estaba enamorada de un habitante del otro mundo, y nada sabía de los revuelos provocados por sus decisiones, ya que la mantenían encerrada por órdenes del marido ausente y autista de la aristocracia.
   Los murciélagos bailarines sabían que ella podía convencer a su padre del final de la guerra si la ponían al tanto, pues la habían conocido en el Bar del Infierno en una de sus escapadas, así que cinco de ellos subieron a escondidas a una de las naves de guerra, atravesaron dos ciudades y llegaron después de perder a tres de su grupo como precio azaroso del destino para entrar al castillo. Uno había muerto en la pelea con un gendarme, y otros dos en la lucha con los guardias. Los últimos dos se separaron proponiendo el intento de entrar cada quién por distintos caminos.
   Uno llegó primero, y el problema fue que ésta, desesperada por no haber visto presencia masculina -o algo parecido- durante meses, lo obligó a pasar la noche con ella.
   Después de unas horas tuvieron un hijo, que resultó ser el tercer género sexual, pero ella no lo quería. Por fin llegó el murciélago faltante con las noticias, la dama enfureció ante el motivo real de sus visitas, pero recordó a su viejo amante del otro mundo, y logró convencer a su padre de que maten a aquellas dos mascotas junto al nuevo tercer sexo.
-Oh, Romeo, ¿dónde estás que no te veo?
- Oh, Julieta, al lado de ésta maceta. Mi amada, exportemos esta noche, lejos, bien lejos.
   BANG - BANG .
-¡Ja-ja, te maté!
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ortovski · 7 years ago
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El día en el que nos arrancamos el látex
  Llegué corriendo con las bolsas de mercadería, muerta de hambre, tarde como siempre. Ellos estaban bailando, ya habían comido lo que encontraron, y reían como si nada hubiera pasado.
  A a duras penas se mantenía la fogata que habían hecho con tronco seco y hojas de palma. Había una humedad que no dejaba respirar. Algunos comenzaron a tocar los tambores mientras en el fondo de la comuna, iluminados por dos o tres velas, inventaban tragos frescos con las botellas recién sacadas del pozo. Hacía demasiado calor; no sé por qué se les había metido en la cabeza mandarse tremenda fogata.  
  Yo transpiraba y temblaba con una ansiedad terrible que cargaba desde la mañana: volvía de la civilización. Me dijeron que me calmara, y que dejara de mentir; que la próxima vez iban a mandar conmigo a alguien más; que yo siempre creo hallar en ellos la paciencia para esperarme por tantas horas, pero que en realidad me cago en ellos. Igual, ¿quién le podría  escuchar con lo que yo estaba viendo? Le respondí que viera cómo todos bailaban.
  A mí no me sonaba conocido: empezaron a volar por sobre nuestras cabezas. Las manos en los tambores ardían en brasas que quemaban las baquetas. Yo estaba descalza, así que comencé a usar todos los dedos de los pies, porque sus risas me disparaban, todo el tiempo me disparaban.
Y dejé de sentir hambre;
y dejé de preocuparme
por las cosas que había visto
a sólo dos kilómetros atrás
con estos mismos pies.
    Se prendían fuego los tambores y se les resbalaba
lo que quedaba de las baquetas
gritaban con los ojos en blanco,
y -lapso de tiempo perdido en mi memoria-.
    Todo el sudor del otro se nos mezclaba. Comencé a recorrer el círculo y a sacarles las remeras uno por uno.
  Se aplaudía, se saltaba, se corría, se derramaban los tragos, se mojaban con la llovizna que venía del calor saturado. Ellos mismos comenzaron a quitarse las polleras y los pantalones y me
persiguieron,
y me arrancaron toda
-toda-
la ropa
y el látex.
    Después se desnudaron, y yo vi que todos éramos iguales.
   El loco que anteriormente me hablaba de mi ausencia, falleció allí con todos nosotros, en el júbilo que salía de nuestros pechos. Nos tocamos las pieles mojadas y olvidamos de  todo lo que se nos había inculcado. Nos acariciamos los vellos de los brazos y las pestañas, nos besamos los párpados, nos lamimos los dientes, nos besamos los pies y nos revolcamos en la arena desde arriba de las dunas.
  Fuimos corriendo al mar, y no nos soltamos ni cuando la más grande ola nos azotó. Nos dejó heridas en el rostro, en la espalda, en las piernas, y se nos llenaron de arena y agua los oídos. Cuando salimos, cada quién se acarició por sobre la sangre del otro, y cada par se abrazaba (a- Brasa  - ba) raspándose de arena y agua salada. Nos amamos.
  Y ahora, que ya no tenemos ni el látex, ¿qué podrán hacernos?.
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ortovski · 7 years ago
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Pareces Mario Benedetti
   Tengo una foto al lado de la cama, para no perderme todas las mañanas.  Armé una caja llena de chucherías para explicarme que hasta ahora estuve viva, y cada vez que descanso la vista, viajo cerca de vos.
    Por primera vez, me desperté riendo; me desperté de la risa. Me maravilla poder responder a esa pregunta que me hicieron una vez: “¿cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?”.
   Me acuerdo de que había sol, y que se podía oler al río. Las sombras de las rejas del balcón del departamento estaban sobre nuestras caras, y ese sol de verano sí que te había hecho mal; esta vez, tenías la cara arrugada, estabas rojo y te habías dejado el bigote… Pero, ¡¿Qué veo?! ¡Si tenes canas de arriba abajo!
-Oh, por Dios, ¡pareces Mario Benedetti!
-Es que tuve mucho estrés –Pobrecito, pobre… Pero qué gracia me da.
-Pareces Mario Benedetti.
    “Qué acertada comparación”, piensa nuestro amigo, y no se aguanta la risa. Tu cara de infeliz da mil veces más gracia, pero se sabe que no te molestan las risas, y nos reímos todos juntos, cada vez más y más, hasta no poder respirar.
  Costó creer que todo eso era un sueño, y estábamos tan lejos. ¿En verdad somos capaces de amar tanto?
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ortovski · 8 years ago
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Jiji-jojo-juju
   Me disperso, me disperso en el agua mientras las palabras se hunden. Me hundo, me hundo hasta el centro de la tierra y me encuentro con Julio Verne, y me atrevo a decirle que El faro del fin del mundo no me gustó del todo, pero Viaje al centro de la tierra me fascina tanto como Rayuela, de Cortázar, y Rayuela sí que me puede.    Ah, el Barroco, el profesor habla del Barroco. Fue después de Dante Aligeri, fue antes de Alexandre Dumas, ahí no más, cerquita. Año 1600, tal parece que no sé mucho de escritores de aquella época. Debo incursionar. Tengo también unos veinte libros para leer, entre ellos a la Ilíada, unas quinientas páginas traducidas lo más fielmente posible al castellano. También tengo La Celestina, ¿de qué época era? Quizás se acerca más al Barroco... No, nada que ver. Estoy a unos 200 años, lejos.    Ahora estoy leyendo a Gorki en portugués, Mãe, una obra pre-bélica exquisita, pero muy extensa y de hojas finitas, así que voy a tardar, eso seguro, voy a tardar en llegar a excursionar en autores del Barroco. El Barroco, un lenguaje nuevo. El Siglo XIX parte con el romanticismo… Ahí está Goethe con su Fausto, que en cualquier caso de algo me puede servir en el exámen… “Demasiado idealistas”, dijeron algunos por los románticos, y crearon el naturalismo, y ahí lo tengo a mi pobre Alphonse Daudet, que nadie lo conoce, en Cartas desde mi Molino… Lindo, lindo. He leído por ahí que Gorki fue naturalista en sus primeros tiempos ¿Pequeños burgueses entrará en esa clasificación? No sé, no creo.    Esas pinturas de Edward Hopper hacen que se me venga a la mente un libro llamado Quieres hacer el favor de callarte, por favor?, y solamente así lo conocí antes de esta clase.
300 dividido 12= 25
25%350= no sé
250.000.000 por 45= 11,250,000,000
(Mi psicóloga me dijo que saque cálculos al azar cuando se aproxima un ataque de pánico).
   En el ante último año de la secundaria me examinaban de manera distinta por la dispersión. Pero acá no se permite tener déficit de atención. Jiji-jojo-juju.
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ortovski · 8 years ago
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Crónica de un secuestro anunciado
-¡Qué buen pelaje, Pan Dulce! -Pues muchas gracias, me lo lamo a menudo. -Quiero tener el pelaje como vos, Pan Dulce. -Si no tenés una lengua de gato, no podrás conseguirlo. -¿Y cómo puedo conseguir una lengua de gato? -Pues tendrás que adoptarme.    En ese momento ella lo alzó en sus brazos y se llevó al gato, que hasta el momento sólo había estado diciendo: -MEOW, MEOW, MEOW.
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ortovski · 8 years ago
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Háganse trizas
Tan simple como hacerlo; el trabajo del asesino no es preguntárselo dos veces.
No sé cuál es el nuestro, pero parece ley innata continuar como si no hayamos visto nada; como si no tuviéramos pasado; como si nada nos doliera
Es innato.
Ya las personas parecen todas suricatas; con alertas activadas para establecer momentos adecuados de sacar a luz las pesadillas.
Cuando uno no resiste la podredumbre y rompe con el canon tiempo-lugar-persona TIENE que pedir disculpas.
Hay un momento y una persona y un lugar adecuado para romperse a pedazos
¿Lo hay?
Espero éste lo sea, porque quiero desearles a todos que se rompan; que se hagan trizas; que se desconozcan; que se tengan miedo
bajo el tiempo-espacio-persona menos pensado.
Ojalá.
Ojalá les pase.
Es ese nuestro genuino nacimiento: el que nos quitaron al momento de colocarnos persona; tiempo; lugar
(partera/o, fecha, y hospital).
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ortovski · 8 years ago
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Despedida de los malos sueños
Hola, estaba por escribir acerca del terrible sábado que estoy teniendo -son las cuatro de la madrugada, y ya no es sábado-
Sí, pudo haber sido peor, es sólo que... La estoy pasando un poco mal y sabés cómo es la facu y todo lo que sacrifico para seguir acá.
Es que estoy en época de parciales y llego con el tiempo justo.
Entonces un idiota viene y me dice “Vamos al bar de Luca” y me insiste le digo que no y me insiste; me compra.
Voy.
En la casa de la previa no nos atienden; nos sentamos a tomar algo pago cincuenta pesos por un vasito de cerveza, pienso en mis materias y tengo frío.
Somos más de 10 personas, comenzamos a esperar a que algunos tomen la decisión unísona de ir a lo de Luca pero quieren terminar su fernet primero (fernet puro).
Abro la cartera (hippie), descubro que no tengo suficiente dinero pregunto nadie tiene.
Pasan dos horas la mitad del grupo merodeando.
Finalmente le mando al recontra carajo al idiota que me rogó que fuera.
Me faltó insultar a su perro y maldecir a su familia pero creo que quedó claro que si fuera legal matar…
Bueno ahora estoy en “casa”, y quería leer ese poema tuyo llamado “me cago en todo”.
Pero terminé leyendo otras cosas tuyas. Viejas cosas.
Y vi a través de tus poemas cómo te fuiste degradando cómo todo te aplastó.
Y ahora entiendo que tu bloqueo no fue un bloqueo; fue un respiro.
Ahora estás respirando aunque sea a la defensiva estás viviendo y todo va a estar bien y yo voy a estar bien.
Y los dos vamos a salir juntos de la sala de rehabilitación.
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ortovski · 8 years ago
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Hace frío, Shakespeare
No quiero que todos los días sean iguales.
No quiero pasarme las tardes frente a un televisor.
No quiero caminar por las calles y ver siempre lo mismo.
No quiero ser arrojada a disposiciones ajenas.
No quiero que decidan qué se debe hacer con un día,
Si quiera con una hora de mi vida.
No quiero obligaciones camufladas de valores;
que se confunda al amor con la meritocracia;
que me hagan cargo de batallas ajenas
que tiempo atrás di por perdidas
porque me cansé de los latigazos.
No quiero una hora para despertarme,
una hora para comer,
una hora para mirar a la nada,
otra para sentarme,
y esperar.
No quiero hablar de mis pasiones a las paredes
para que cuando calle me pregunten porqué callo.
Algunos matan a sangre fría
Y otros bombardean toneladas de ataduras.
Quiero SER.
Quiero estar viva.
Quiero ser libre.
Y si un día descubro
Que no puedo SER
Prefiero pegarme un tiro.
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ortovski · 8 years ago
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El profesor Checo inventó una palabra
   La clase transcurría sin trascendencia entre bostezos y murmullos desinteresados. El titular de la cátedra navegaba en un sin fin de posibilidades de recuerdos inexistentes, era la típica rutina de imaginar paralelismos de “Si hubiera sido de tal manera”. No así su asistente, entusiasmado en explicaciones que sus futuros nietos tendrian la maldición de escuchar. La mirada del titular era nostálgica, su rostro estaba dirigido a Checo como para simular cierto interés, pero sus pupilas agigantadas lo delataban; veía en él a una bella damisela que nunca antes apareció en su vida. La imagen se tornó tan carnívora que estuvo a punto de besar a Checo. Allí es cuando se inclinó maravillado y hasta rozó, en intento de una caricia, las medias floreadas de su asistente.    De golpe, a Checo se le subió un eructo que lo atravesó dolorosamente, su papada se volvió una con su cabeza, varias contracciones lo azotaron y su lengua se agrandó conquistando su cabeza hasta formar una bola rosa voluptuosa con dos ojos por encima de su cuello. Los alumnos no supieron cómo reaccionar; el titular se mostró desconcertado por aquel comportamiento, para poder atenuar el hecho de que aún no era capaz de acceder del todo a la realidad, pues se creyó esclavo de sus lascivos pensamientos una vez más, captando una suerte de intuición acerca de lo que acontecía frente a su jeta.    Notablemente se inflamaron los pómulos de Checo, y los alumnos quedaron petrificados involuntariamente, porque el tiempo se detuvo para ellos, y no estaban conscientes de su falta de movimiento físico, sin embargo detectaron, cual radar, cada sensor omnisciente delator de vida real. Pero tuvieron miedo, mucho miedo, de contar esta vivencia, y terminar suspendidos para que los llenen de clonacepam.    Ahí estaba Checo, retorciéndose con los párpados al revés, con los pies carnosos y astillados como lamidas de gatos, el cuerpo destrozando las telas de la clase media mal pagada. La ropa fue comida por la monstruosidad, a la que se le desparramaba su labio inferior hasta derramar enormes cantidades de baba. El color de la masa adoptó su textura definitiva: una consistente bola bordó con diminutas astillas pomposas de carne se arrastraba al frente del salón, y comenzó a mordisquear el borde de la mesa como todo un castor. Saboreaba la mesa con tal deleite, que la letra M se le escapaba en gemidos constantes.
   Era un caracol desnudo tamaño familiar excitándose con una mesa de madera machacada por el tiempo. El profesor Checo balbuceaba palabras inexistentes, pero claramente disfrutadas.
-BLAWSOOOOW. CLAW, CLAW.-Decía riendo.
-Grow. Ja-ja. Los ojos saltones se le derretían como dos gotas de glicerina caliente. Sus actos ocurrieron en cámara lenta, su voz se escuchó como tal hasta transformarse en la más grave que pudiera alguien haber escuchado jamás.
-JA-JA-JA.-Se regocijaba Checho frente a su titular de cejas entrejuntadas por la confusión, que a pesar del absurdo, no soltó palabra por miedo a ser acusado de falta de cordura. Cerrada la boca no más, se limitó a sentirse de verdad extrañado por lo que le mostraban sus ojos.
-MMMMMM...MMMMM...MMMMMMBROUG. BROUG, BROUG, BROUG. JAJAJA. BROUG, BROOOUUUUUG. JI, JI.
   Como toda sabandija herida, el caracol desnudo se dirigió hacia la salida. Así siguió repitiendo:
-BROUG, BROUG, BROUG.
   Al atravesar la puerta, nadie recordó lo sucedido. Con preocupación los docentes llamaron a Checo por no haber asistido a clases, entonces apareció un humano idéntico a Checo y con su misma voz respondió que tuvo un desmayo, se disculpó, y todo volvio a la normalidad.    Sus discípulos se acomodaron las camisas por dentro del pantalón, los anteojos en el punto exacto sobre la nariz, las polleras y los zapatos en sincronía con cada baldosa para realizar un paso adelante y estrecharse las manos cordialmente en señal de un satisfactorio final de jornada. Sin saberlo, habían adquirido una nueva palabra debajo de las habituales; luego de cada oración hipócrita, eructaban un pequeño “Broug” en tono infantil que llegaba desde lo más recóndito de sus órganos.
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ortovski · 8 years ago
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Hola Abril. Cuéntame como haces para ser tan hermosa. Alguna vez te lo habían dicho ?
¡Es el cumplido más original que escuché en mi vida jamás!
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