Periódico estudiantil del IAVA. De los estudiantes, para los estudiantes!
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Torta de zanahoria [RECETA]

Hola! Hoy, como primera receta, traemos la torta de zanahoria! que muchos conocen, ya que está presente en todas las cantinas estudiantiles del liceo.

Vas a necesitar:
4 huevos
1 y 1/4 taza de azúcar
1 y 1/2 taza de harina
2 cucharaditas de polvo de hornear
una pizca de sal, una de canela, y una bien chiquita de nuez moscada
1/2 taza de aceite vegetal
2 tazas de zanahoria rallada -fina o gruesa, no importa
un chorrito de esencia de vainilla
Procedimiento:
1 . Precalentá el horno a temperatura media-alta 2 . Batí los huevos hasta que queden espumosos
3 . Con la ayuda de un tamiz, echale los ingredientes secos (azucar, harina, polvo de hornear, sal, canela, nuez moscada) a los huevos 4 . Añadí el aceite a esta mezcla anterior y homogeinizá bien

5 . Agregá, revolviendo, la zanahoria y la vainilla.
6 . Verté la masa sobre una tortera enmantecada (o enaceitada)

7 . Llevala al horno, por aproximadamente 30 minutos. Cuando claves un palillo en la torta y salga limpio, significa que está lista!

Queda riquísima recién salida del horno o ya con unos días de hecha. Animate a probarla!
~Siena André
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Ceniza [Relato corto]
Manos heladas, frágiles dedos de pianista, suaves y blancos. Delgada y de baja estatura, de labios color ciruela y ojos cenizos. Llorosos. Mirada extraviada, cabello largo, ondeado, luminoso. Cuerpo esbelto, pechos pequeños, piernas finas y nerviosas. Lavó cada centímetro de sí bajo la cascada de agua, en su baño. Acarició su cuerpo con delicadeza, despojándolo de cualquier suciedad. Corrió las cortinas y cerró la canilla. Lo secó lentamente. Su fragancia emanaba fresca y pura. Salió del baño y rebuscó entre la ropa, un vestido azul obscuro, simple y hermoso. Tomó lo demás y se vistió, depositó su cuerpo sobre una silla y allí disfrazó su cara. Mujer de ojos pintados, labios de fuego, se arrodilló en su cama y tomó el acero. Deslizó sus dedos por su muñeca, lugar que tan bien conocía, todos sus relieves, todas sus angustias. Acerco el filo al punto justo y suavemente tajó. El hilo rojo comenzó a surgir y lamió su piel hasta caer en las sábanas blancas y mancharlas. Hizo lo propio en la muñeca contraria y se recostó en su lecho, ya cansada, con el trabajo completo. Lentamente comenzó a dormirse, dos gotas brotaron de sus ojos y cayó. Soñó y nunca más despertó. Hermosa ella, hermosos sus pensamientos mal encaminados, hermosas sus palabras, hermosa su boca, hermosa su voz, siempre hermosa. Menos para ella. Su corazón no dejó espacio para más. Ahora duerme.
-Kalel Padilla
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¿Por qué "Bromo"?
Hola!Escogimos el nombre “Bromo” ya que el liceo IAVA es el número 35, y coincide con Bromo, el elemento 35 de la tabla periódica :D
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Comic enviado por un compañero del IAVA!
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Y así es como me echaron de Holanda
El 30 de diciembre de 2014 a las 16 horas me estaba tomando el primer avión de mi vida, con destino a Holanda. Una nueva vida me esperaba en ese país, 12 meses en el viejo continente, que al final fueron 10. Fui en modo espía, quería conocer de primera mano como funcionaba la vida de aquellos tan estimados europeos, y una gran sorpresa sacudió mi pensar cuando finalizando octubre fui informado de que por ser un "mal ejemplo" estaba expulsado de la escuela. Tal fue la indignación que decidí escribirle una "carta abierta" a la directora. La única respuesta que tuve fue que debía volver a Uruguay. A continuación el escrito que dio lugar a mi exilio:
Estimada Liesbeth Augustijn,
Escribo esta carta a modo de respuesta. "Ultimas palabras", si se quiere, con respecto a lo acontecido el pasado martes 13 de octubre. Fecha en la cual me vi expulsado del establecimiento educativo "Leo Vroman". Entiendo, reconozco, respeto, y sin ofrecer resistencia acepto su derecho a expulsarme de la institución, mas comprendo a su vez la raíz del motivo que da lugar a la misma. Comprendo que su escuela es una fabrica de humanos robots, preparados para servir orgullosamente y con la frente en alto a un sistema esclavizante, alienante y mentiroso, que coje por el trasero a sus pobres victimas. Cimentada sobre los valores de una economía neo-liberal explotadora, en su escuela engañan a sus alumnos haciéndoles creer que estudiando o trabajando todo el día van a llegar a ser felices. Ellos les hacen caso asustados, siempre aplicando el terror hacia la autoridad, y a diario sufren una condena de 9 horas hasta tener tiempo libre, tiempo que usan para seguir haciendo tareas o trabajando. La vida de sus alumnos pasa y sus alumnos siguen trabajando, esperando la felicidad, pero ésta demora mucho. Cuando quieren ver son unos viejos reumáticos y se les fue la vida, la vieron pasar, se olvidaron de vivirla. Yo me pregunto, es este el destino de la vida humana? Nosotros no vinimos a la vida intentando desarrollarnos en términos materiales, vinimos a la vida intentando ser felices. Pero si la vida se va a escapar trabajando y trabajando para consumir un plus, la vida es un desperdicio, un regalo para los que se ríen de vos. Lamento que contribuya con el sistema y que ayude a mantener el mundo como esta, sufriendo el 99,8% de la población y el resto moviendo las piezas.
Por otra parte, quiero volver a recordar que el suceso en el cual me atraparon "armando un porro en el vestuario", es falaz, y que no tienen pruebas para culparme de tal atrocidad. Entiendo que al no adaptarme al prototipo de humano idiota que desean crear, soy una gran amenaza para las manipulables cabezas de los estudiantes, quienes no deberían ver otra posibilidad, mas el uso de esa penosa excusa como motivo de la expulsión, y el haber llevado a cabo la misma sin ningún tipo de pruebas, evidencia comportamientos de carácter altamente racista e intolerante, casi rozando los augurios del fascismo, llevados a cabo por la administración de su escuela. Por dicha razón me alegro de ya no formar parte de esa cárcel, tengo la libertad que me merezco.
Le deseo una buena vida señora Augustijn, y si algún día para en Uruguay, las puertas de mi casa están siempre abiertas. Eso si, tenga cuidado, que ahí la marihuana también es legal y se fuma mucho. Me reconforta saber que no soy un buen ejemplo para sus estudiantes, significa que voy por buen camino, o al menos no por el peor. Habría que comprobar quien es mas feliz.
Atentamente, Federico el hippie oloroso
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De como entré al concierto de los Rolling
No hay duda de que lo bueno es mejor cuando llega de sorpresa y que la comida es más rica cuando es gratis. Durante toda la semana había estado pensando en el concierto del los Rolling. No porque fuera a ir, pero me gusta mucho su música y es inevitable no pensar en un evento de proporciones tales que consigue afectar el funcionamiento entero de una ciudad.
El martes 16, algunas horas antes de que comience el concierto, como a las cinco de la tarde, Nacho me mandó un mensaje. Me dijo que irían, junto a otros amigos, a las inmediaciones del estadio. La idea me gustó, desde allí, escuchando la música y los gritos, por lo menos, me sentiría más espectador que desde mi casa.
Con el correr de las horas, esa idea se fue desdibujando, me di cuenta de que iba a ser una tortura. Ya me veía sentado en la calle, rodeado de envases, bolsitas de nylon y demás porquerías propias de un evento así, escuchando la poca y distorsionada música que lograría escapar de las paredes del estadio. Me dejé de cavilar, y fui a la playa.
Cuando llegué a casa, el hambre postplaya hizo que antes de entrar a bañarme haya dejado un arroz cocinándose. Mientras estaba en la ducha, no podía parar de pensar en ese afortunado 4,2% de la población montevideana que para ese momento estaría llegando al estadio. Un rato después de haber salido de la ducha, me di cuenta de que había olvidado de revisar el celular. Dejé el arroz y fui hasta mi cuarto. Abrí Whatsapp y vi un mensaje de Matilde, me preguntaba si estaba en el estadio y me envió una foto de como se veía el escenario desde donde estaba.
Era bastante triste; estaba en mi cuarto con una toalla en la cintura y chorreando agua. En una mano tenía el celular con una foto del espectacular concierto que iba a arrancar en unos minutos a treinta cuadras de mi casa, y en la otra un cuchara con arroces pegados.
Mientras comía arroz decidí que el concierto era casi un hecho histórico, y si bien iba a ser doloroso escucharlos desde afuera, si estaba en las inmediaciones del estadio no me iba a sentir tan culpable cuando le diga a alguien “Ahhh, si, el concierto de los Rolling… Yo estuve por ahí”, y esa persona crea que, efectivamente, estuve adentro. Terminé todo el arroz del plato (aunque sabiamente dejé un poco en la olla para comer a la vuelta), le pedí a mamá dinero suficiente como para comprar una entrada, naturalmente se negó. Agarré plata mía y salí.
Una vez en la parada me di cuenta de que estaba frente a dos problemas:
a) La idea de haber llevado un billete cincuenta dólares para comprar una eventual entrada a un revendedor era estúpida, sobre todo si consideraba que las más baratas costaban, hacía una semana, cerca de cien dólares en los Abitab.
b)Estaba, solo, en la parada, con un billete de cincuenta dólares entre la batería y la tapa del celular y tres billetes de veinte pesos esperando algun omnibus (ni idea cual) que me acercarse al estadio. Claro que podría llegar caminando, pero para cuando estuviese ahí el show habría terminado.
Volví hasta casa, le pedí, ahora cien pesos, a mamá y accedió. Me los tiró por el balcón y volví corriendo a la parada. Ya eran las nueve, según sabía, los teloneros habían terminado hace unos minutos y los Stones ya estarían por comenzar. Rápidamente me tomé un taxi a cuyo conductor indiqué “lo más cerca del centenario que me puedas dejar con cien pesos”.
Por suerte el dinero me dio bien. Como las calles estaban cortadas me bajé en el ombú de Ramón Anador e hice una cinematográfica corrida hasta el estadio al ritmo de Start me up que ya había empezado a sonar.
Llegué al estadio y vi que este estaba cercado. Me enfrentaba a la primer barrera de acceso. Me quedé un rato analizándola. Era un arco, en el cual, hasta donde pude entender, te indicaban que puerta te correspondía conforme la entrada que hayas comprado. La seguridad era mínima. Creo que era una especie de depurador; para que quienes no iban a entrar no anden jodiendo en la vuelta.
Esperé a que dos tipos con cara de haber comprado entradas se acerquen. Cuando ellos pasaron por el arco, y sus lugares les fueron indicados yo entré con ellos. Como entré unos metros más atrás, un guardia comenzó a chistarme, pero dejó de hacerlo al ver que, a la distancia, yo estaba hablando con esas personas como si fuesen conocidos. Creo que les pregunté la hora o “¿Por acá se entra?”. En fin, apenas pude, me separé de mis primos, compañeros o lo que el seguridad haya creído que eran y comencé a rodear el estadio solo.
Recorrí las primeras puertas, pero la gran presencia policial y el vallado me impedían siquiera acercarme a las puertas sin la entrada. De hecho creo que lo que más intimidaba era la expresión en el rostro de toda esa gente. De todos modos no los culpo; estar cortando entradas mientras a tus espaldas se sucede el espectáculo más imponente, por lo menos, del lustro no parecía ser una tarea agradable. Como mucho podrían ligar alguna Coca 600, o un desodorante, pero no valía el martirio.
Seguí caminando e investigando otras puertas. En un momento pasé frente a una que entraba al campo. Era notoriamente más grande que las otras y a través de ésta se conseguía ver una de las tres pantallas gigantes y escuchar bastante bien. Ahí me quedé un rato hasta que me echaron. Me dijeron que estaba obstruyendo el paso, que me vaya. El espectáculo ya había empezado (hace unas horas si tenemos en cuenta a los teloneros), y ya no había nadie entrando. Estábamos yo y un par de doñas, parados con el cuello estirado, tratando de mirar sobre los hombros de los que estaban en la puerta. Pedí que por favor me dejasen seguir ahí, pero tras una segunda negativa, esta vez no tan amigable, y al notar que no era yo el que tenia una cachiporra, sanamente decidí seguir investigando otras puertas.
A los minutos llegué a otra de las puertas. En ésta, si bien era más chica, había más personal controlando el acceso. Comencé a hablar con un tipo de la productora. A éste le expliqué que había venido por el fin de semana, desde Buenos Aires. Le dije que estaba convencido de que encontraría entradas el mismo día del espectáculo pero que ahí estaba, tratando de conseguir una forma de entrar mientras escuchaba el concierto desde afuera. Le conté también qué por casualidad, justo llevaba conmigo cincuenta dólares. No mostró ni interés ni pena ante mi historia, de hecho cuando quise acordar, lo tenía a unos metros recogiendo, junto a oficiales de la policía, las vallas. Le pregunté qué estaba haciendo y me dijo que ya iban a cerrar las puertas. A partir de ese momento todo el panorama cambió.
Mis intenciones iban a tener que ser más explícitas si quería entrar. Me decidí directamente a entregar los cincuenta dólares a quien correspondiese. Comencé a analizar a cada una de las personas que estaban ahí. Tenía una sola oportunidad de ofrecer ese billete y debía ser a la persona correcta. Mientras tanto un pequeño escuadrón seguía sacando y guardando las vallas. Para cuando terminasen, iba a ser imposible entrar.
Para comenzar la interacción con cualquiera de las personas que estaban ahí, decidí arrimarme bien hasta la puerta. Vi que un sujeto estaba llevando, solo, una valla hasta el camión y en amable y desinteresada actitud, sin decirle nada antes, tomé la parte trasera de la verja portátil y la cargué con él. El hombre, al notar que estaba haciendo menos esfuerzo, volteó y me vio. Yo evité el contacto visual, puse cara de trabajo duro y no paré la marcha. El sujeto volvió a mirar hacia adelante y continuamos caminando hasta el camión en que la dejamos. Fue muy raro. Sobre todo porque una vez la valla en el camión, yo me aparté del hombre y quedé viendo como seguía trabajando solo.
EL INGRESO
De todos modos hubo un avance. Cada vez estaba más cerca de la puerta, había cinco personas en el umbral, pero yo estaba a un metro, recostado contra la pared, como si nada. Oía el sonido que bajaba por la escaleras y que, con ritmo, me golpeaba la espalda. Miré a los guardias de la entrada que a segundos de terminar su horario comenzaron moverse para poder cerrar las puertas de chapa que estaban totalmente abiertas, contra las paredes exteriores del estadio, y vi ahí mi oportunidad, única y última.
De nuevo: no se cuestionaron mi presencia. Habrán pensado que entre la gente de la productora, el personal de seguridad contratado, los cortadores de entradas, los que estaban desarmando las vallas, los policías y demás, alguien que aparentemente era un “civil” sería el hijo o sobrino de alguno.
Mientras cerraban las puertas, una vez más, me les uní al esfuerzo, me puse en el extremo de una de las dos hojas, la parte que se toca con la otra, y comencé a cinchar. Cuando ambas hojas estaban por tocarse, casi en forma involuntaria me escabullí, me escurrí de perfil entre ellas. Un segundo después oí a mi espalda el tranquilizador ruido de las puertas que se juntaban y cerraban dejándome a salvo de todo peligro.
Rápidamente subí una escalera mientras contemplaba lo irreal de la situación. El volumen y la claridad del sonido fueron aumentando progresivamente hasta que me encontré allí, como cualquier otro espectador que sabía que estaría ahí desde el momento en que compró la entrada.
Con una sonrisa enorme y la actitud de un viajero en el tiempo, le pregunté a una mujer en que tribuna me encontraba. Estaba en la tribuna Colombes, en el anillo tres.
La inquietud/ansiedad/felicidad del momento me impidió concentrarme en el espectáculo los primeros minutos. Traté de avanzar para ver mejor y de meterme lo más entre la gente posible por si algún guardia me había visto. Comencé a bajar por la tribuna, atravesé el anillo tres y llegué hasta donde terminaba el dos, y comenzaba el uno. Me enfrentaba a un nuevo vallado.
En el anillo uno, la vista (y el precio de la entrada) era algo totalmente distinto, pero claro que yo no lo sabía. Me paré junto al acceso a dicha sección esperando que el guardia me de paso. Éste, tras notar la intención, me dijo Esta entrada es solo para el anillo uno. No supe que contestar, yo solo quería estar más cerca de los Rolling, así que le dije: Si, si, voy para ahí. El hombre, que ante mi sincera naturalidad no sospechó, corrió la valla y me dio paso.
Sin saberlo, desde un muy privilegiado lugar, disfruté de un espectacular show al cual dos horas antes no imaginé que iría. La media de edad a mi alrededor era de unos cincuenta años, pero esto no impidió a los espectadores saltar y cantar; tampoco me impidió a mí congeniar con ellos, quienes me prestaron binoculares y me contaron historias sobre lo mucho que admiraban a los británicos.
Del resto del concierto tienen decenas de noticias y artículos: Jagger habló de Gardel, Suárez, la rambla y el chivito. El público explotó con Paint it Black. La (objetiva) mejor parte del concierto transcurrió con un pintoresco escenario y al ritmo de Sympathy for the Devil, y el espectáculo fue coronado con Satisfaction y un genial espectáculo de pirotecnia.
Una vez que terminó el espectáculo, hubo un clima de claustrofobia general. La gente comenzó a desesperarse por salir del estadio. Yo decidí recorrer la obra del arquitecto Scasso. Bajé al campo, despues fui a la parte superior de las gradas, después a la parte interna de estas (donde noté que la construcción es mucho más compleja de lo que parece) y después decidí ir lo más próximo posible de la “torre avión”, como la llamaba de chico. Cuando estaba ahi, pensando en por qué le habrían puesto alitas, y casi no había nadie más en el estadio, se me acercó un uniformado, quien con claras intenciones de echarme me preguntó ¿Se te perdió algo? Le dije, bien lento y en un español de extranjera articulación: “Io no pierdí nada, estoy mirrandou la estadio”. El hombre sonrió y exclamó, como si se tratase de la respuesta a una adivinanza ¿¡Americano!? Le sonreí y asentí, luego preguntó si me gustaba Uruguay y repetí el gesto. Tras verme mirar la torre unos segundos me dijo adiós y se fue. Yo seguía pensando en por qué le habrían puesto alitas.
Minutos más tarde abandoné el estadio y comencé a caminar hacia casa, no había taxis así que hice los tres kilómetros a pie. Llegué cansado, con hambre y con muchas ideas para una crónica. Comí el arroz que había dejado en la olla a la tarde, guarde los cincuenta dólares y sesenta pesos. Con la que sería una anécdota para mis nietos y una sensación de gloria inigualable, me fui a dormir.
Hoy, semanas después de haber contado, orgulloso, esta gesta a familiares, amigos, allegados y un largo etcétera que hasta incluye a más de un desconocido, mi sentimiento de triunfo se desvanece.
Así es, la exclusividad de haber entrado gratis al concierto se desmorona.
Toda mi hazaña se cae, hace apenas unas horas leí que este grupo de británicos inescrupulosos que no escatimó en seguridad, barreras, policías y demás obstáculos para dificultar mi acceso, estará brindando un concierto gratis en La Habana…
Pero, la verdad es que me alegro por los cubanos; bien vale la pena que yo pierda la gloria… y que miles y miles puedan disfrutar gratis del mejor rock del mundo.
-- Nicolás Alé
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Buenas! Nos alegramos de informar la creación de una nueva sección del periódico en la que recomendaremos películas, libros, obras de teatro y series. Alentamos que cada uno de ustedes envíe su recomendación!
El tema de esta edición será EDUCACION: Mandanos tu película o libro favorito relacionado a la educación o el ámbito liceal -de cualquier manera, ya sea comédica o dramática- junto a una corta sinopsis (valoramos que la escribas vos), cuál es tu cosa preferida de la obra (como ser sus personajes, alguna frase en particular, etcétera) y de qué manera apela a la temática propuesta (ataca a los problemas del sistema educativo? O acaso celebra el compañerismo entre estudiantes? )
Nuestro mail: [email protected] Rogamos que aclares el título de recomendación en el asunto.
Muchas gracias!
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CAVERNARIO [Relato corto]
En la cúspide de la adolescencia se empezó a preguntar que era real y qué no, hasta dónde era dueño de sus acciones o solo un mero peón en un tablero de ajedrez llamado sociedad.
Se levantó a las dieciséis y ni se molestó en responder a los rezongos de su madre. Caminó en silencio hasta la puerta que se encontraba al final del pasillo y se fue de casa sin siquiera decir adiós.
Para cuando llegó al bosque, ya eran las dieciocho.
-Este lugar es perfecto, este bosque será mi hogar a partir de ahora-pensó mientras buscaba un sitio apropiado para su carpa.
Su fuga no era algo espontaneo. Hacía meses que tenía ganas de intentarlo y semanas desde que empezó a planearlo seriamente. No se lo había dicho a nadie, pues, si lo delataban, lo obligarían a volver a esa prisión llamada hogar y todo habría sido en vano.
Tampoco era ningún estúpido, tuvo en cuenta todas las precauciones que tiene que tener en cuenta un hombre cuando decide abandonar su vida e ir a al bosque.
En su mochila, además de cargar con una carpa y abrigo, llevaba las herramientas necesarias para sobrevivir en el mundo salvaje: un hacha, un machete, una navaja y un revólver, por si acaso. Además, contaba con comida y agua que había llevado en una hielera, solo para los primeros días de adaptación obviamente, luego sería capaz de sobrevivir por sí mismo.
Había caído la noche y la fogata alumbraba el campamento. Él contemplaba maravillado el fuego, el primer símbolo de su libertad. Pensar que hace una hora, no había una gota de luz en todo el bosque y ahora él lo había transformado sin ayuda de nadie, solo con sus manos. Eso lo hacía pensar en sus antepasados, en el hombre primitivo que debía valerse de sí mismo para sobrevivir y su única ambición era poder vivir un día más. Hombres libres, solamente limitados por las leyes de la naturaleza.
El solo pensar que tenía razones para compararse con ellos, lo hizo llorar de emoción.
-Ahora por fin soy libre -dijo mientras se limpiaba las lágrimas- Nunca más voy a estar atado a nada, no más trabas, no más gente, no más falsedad ni hipocresía. Ahora somos solo el bosque y yo, el hombre y la naturaleza, como lo era antes, como siempre debió haber sido. No más mercado que me haga preocupar por cosas materiales que no necesito, no más niñas inventando chismes sobre sus amigas, no más trabajo al que estar atado toda la vida, no más padres y directores quejándose sobre mi indisciplina. La sociedad ya no existe para mí y yo ya no existo para ella.
Este bosque y el tiempo serán los encargados de eliminar lo que quede de ese cáncer llamado civilización en mí.
Hoy no comienzo una nueva vida, hoy por fin empiezo a vivir.
Al terminar el discurso, decidió darle fin a su ritual de liberación. Tomó su documento, leyó su nombre, el de su ciudad y ese número identificador que tanto asco le daba una última vez, y lo tiró al fuego. Era libre. El chico que ayer se había levantado a las seis de la mañana para ir a estudiar había muerto.
No fue hasta un mes después que la policía encontró el cadáver. Fueron tres las familias convocadas a reconocer el cuerpo, ya que no se encontró nada que pudiera identificarlo. El cadáver tenía el torso destrozado. Se lo había encontrado debajo de un tronco que había caído dos semanas atrás debido a una pequeña tormenta y la mala manipulación de un hacha.
~Franco Villa
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Hola! Para cuando está pensada su primera impresión? Esperando con ansias!
Buenas! Está planeado para que se lanzase la próxima semana o la siguiente, y haremos lo posible para que sea incluso antes, pero - siendo sinceros - está complicado. A partir de hoy publicaremos artículos periódicamente.
Muchas gracias por tu apoyo!
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Preguntas frecuentes
Gracias a quienes nos enviaron sus dudas! Si tenés alguna pregunta más, no hesites en comunicarte con nosotros -sea via facebook o email-
¿Sobre qué temas puedo escribir? Cualquier tema, siempre y cuando no manifieste odio, difame a un compañero o autoridad liceal, es bienvenido. Tu artículo va a ser revisado por miembros de la comisión; Si se va a escribir sobre un tema controversial o polémico, te recomendamos que previamente te comuniques con alguno de nosotros
¿Cómo envío mis artículos? Puedes enviar al mail [email protected] tu artículo. Este será leído, corregido -por faltas de ortografía o sintaxis de ser necesario- y publicado en el tumblr del periódico. Es posible que también sea impreso para la edición física.
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¿Cuál es el costo de la edición física? Es a voluntad. Por supuesto, es valorado un pequeño aporte para que este proyecto se mantenga como fue ideado. Pero, de todas maneras, si justo andas sin un peso, ¡no hay ningún problema!
¿Me puedo unir a la Comisión que gestiona el periódico? Sí, contactate con alguna de nuestras redes sociales planteando el pedido y te informaremos acerca de las diferentes instancias de reunión, debates, etc.
Tengo una banda / un proyecto artístico / una exposición de mis pinturas / etc, ¿me pueden promocionar? Nos encantaría; cualquier colectivo, grupo o organización estudiantil es de vital importancia para el periódico y esperamos resultar útil a aquellos quienes desean expandir un proyecto.
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¡Bienvenidos!
Compañeros del liceo I.A.V.A., la comisión de el Periódico Estudiantil se alegra de comunicar la creación de un nuevo periódico que va a estar funcionando este 2016. Este proyecto está planeado para que cualquier estudiante de liceo tenga la posibilidad de escribir artículos cuando quiera y sobre el tema que quiera.
Estos artículos pueden ser, por ejemplo, noticias de actualidad, recetas de cocina, reseñas de libros o películas, resúmenes deportivos, poemas, viñetas y comics (tomando en cuenta que la edición física será en blanco y negro), cuentos, opiniones o críticas.
Todo lo que sea mandado a la comisión será leído y evaluado. El criterio que utilice la comisión será muy arbitrario, por esto mismo preferimos que se hable con algún miembro de la comisión antes de enviar el material. El periódico va a funcionar con un soporte virtual, donde se subirán artículos siempre que se tenga la disponibilidad, y también una versión física gratuita que se publicará cada dos semanas y se distribuirá por el liceo. La comisión se encargará de tomar decisiones con respecto al periódico, publicar los artículos en la página, gestionar las redes sociales, revisar el e-Mail, imprimir la versión física y difundirla. Nos reunimos todos los martes a las 19:30 en el salón gremial, todo el que quiera ser parte de la comisión es bienvenido.
Nos pueden contactar a nuestra página de Facebook: Periódico Estudiantil del IAVA A nuestro e-Mail: [email protected] O a los siguientes celulares: 091 669 947 091 809 496 091 842 413
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