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Vámonos a Marte. | Namjoon x reader.

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✧ Ambientada en un país ficticio, con lunfardo argentino presente.
✧ Resumen: En donde Namjoon y Yoongi, tus mejores amigos, planearon un viaje de dos semanas al exterior para festejar tu tan ansiado egreso, consiguiendo por fin tu título profesional. Tres días antes de la fecha, Yoongi llama para avisarles que enfermó y que canceló sus boletos. Aún así, se las ingenió para convencerte de no cancelar los suyos y viajar de todas formas. O en donde casi accidentalmente tienes la oportunidad de explorar ciertos sentimientos que últimamente eran imposibles de poner en palabras y mucho más imposibles de ignorar con tu mejor amigo al lado. Y terminan haciendo mucho más que sacarse fotos el uno al otro.
"Porque con él no era sentir un constante vértigo como si estuvieras al borde de un edificio, eran respiraciones tranquilas y sonrisas con dientes y hoyuelos, era calor en tu pecho y la libertad de ser vos misma..."

𝚅𝚊𝚖𝚘𝚗𝚘𝚜 𝚊 𝙼𝚊𝚛𝚝𝚎, 𝚍𝚘𝚗𝚍𝚎 𝚗𝚊𝚍𝚒𝚎 𝚟𝚊𝚢𝚊 𝚊 𝚋𝚞𝚜𝚌𝚊𝚛𝚝𝚎.
No aceptaste sin antes sumergirte en una imposible cantidad de “qué pasaría si” después de escuchar las noticias de Yoongi. Era uno de tus sueños viajar al exterior, hacer un tour por las ciudades más lindas de otros continentes, viajar por el mundo y aventurarte con las personas que amas hacia lo completamente desconocido.
“Me sentiría peor si no fueras única y exclusivamente por culpa mía” había dicho en la videollamada, jugando una de sus peores cartas que eran sus expresiones faciales, ¿cómo decirle que no a esa sonrisa de labios presionados?
Tu lucha interna no tenía nada que ver en sí con el viaje, siempre fue tu sueño, viajar, conocer nuevos lugares, compartirlo con la gente que amas, aun si terminabas yendo sola sabías que lo ibas a disfrutar a pleno. El tema era que, el aire entre Namjoon y vos estuvo tenso los últimos meses, y ni siquiera por haber discutido, sino por algo completamente opuesto.
El moreno comenzó a ser mucho más atento desde que anunciaste tu separación más reciente, hace más de seis meses, o quizás le habías empezado a prestar atención. La facilidad con la que caíste en esa comodidad que te brindaba esa nueva dinámica en su relación asustaba, pero era lo normal, Yoongi se comportaba igual de atento con vos, ambos lidiando con tu corazón roto en sus hombros. Pero era raro y estabas segura de que no eras la única en notarlo, porque con Yoongi las cosas poco habían cambiado, pero con Namjoon era otra historia...
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“Ya tienes todo?” la voz grave de Namjoon resonó a través de la habitación, el teléfono en altavoz mientras vos tomabas distancia de la cama donde tenías tu maleta contemplando que todo esté en su lugar. Eran pasadas las doce de la noche y estabas casi segura de que la ansiedad no te iba a dejar dormir, así que decidiste llamarlo para compartir el momento, y molestarlo. Si vos no dormías, él tampoco.
“Sip”.
“¿Ropa abrigada? ¿Cargador portátil?” Ante cada pregunta le seguía un sip mientras revisabas por enésima vez todo lo que empacaste. “¿Anteojos de sol? ¿Bloqueador solar? ¿Ropa fresca? ¿Para salir?”
Lo cortaste con una risa y se apuró en aclarar, casi dejándote escuchar su sonrisa “sé cómo te pones con el calor, la aplicación del clima dice que va a ser un poco inestable los días que estemos ahí, también va a haber humedad,” suspiró “no todo puede ser perfecto”.
El quejido que le devolviste fue casi involuntario. “Ni siquiera estamos ahí y ya lo estás arruinando”. No hacía falta ser un genio o pasar mucho tiempo en tu compañía para adivinar que odiabas el calor, y por sobre todo la humedad.
“¡Digo! De antemano, así te prepares psicológicamente antes de estar ahí para lo que va a pasar, yo estoy haciendo lo mismo”.
Le sonreíste a la pared, como si pudiera verte. “Sos el mejor del mundo, ¿pasas por mi casa?”.
“Sí, felicidad, voy a estar a las seis ahí así que, por favor, por favor” acentuó, tu prontuario de tardanzas tampoco era difícil de conocer, ya sabías como iba a terminar la frase “estate lista a tiempo”.
Felicidad. Una especie de chiste interno entre los dos que ni siquiera es un chiste. La primera vez que te llamó de esa manera fue en medio de un abrazo de quince minutos después de haber pasado un mes sin verse las caras. Una jornada intensa de parciales y trabajo los había mantenido separados lo suficiente como para extrañarse insoportablemente. Cuando le preguntaste por qué, se encogió de hombros y solamente mencionó que era la mejor forma de representarte, porque a donde sea que vayas o desde donde sea que estés llevabas un poquito de felicidad con vos. Y viniendo de la persona con un nombre que representa todos los aspectos de su vida y que nombra todo lo que es importante en su vida, no era raro que renuncie a tu nombre una vez que encontró el apodo perfecto para vos.
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Una vez que se sentaron en la zona de embarque a esperar el llamado decidieron con una mirada llamar a Yoongi, cuando una pantalla completamente negra les gritó un “¡¿qué?!” al atender, chocaron los cinco entre risas. Una llamada no anunciada a las siete de la mañana, un clásico.
“Si no me cuentan cada minuto qué es lo que están haciendo los voy a eliminar de mi vida como mejores amigos y me voy a adoptar gatitos para reemplazarlos” los amenazó antes de cortar y desearles mucha suerte, a lo que ambos rápidamente accedieron.
“Voy a documentar el mejor momento de mi vida a cada segundo, de eso ni lo dudes” fue tu respuesta.
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En el hotel, se encontraron con la situación de que, debido a los cambios de último momento, la reservación de la habitación con una división interna y tres camas no se podía cambiar al momento del check-in. La única opción que les ofrecían era una habitación con una cama matrimonial.
Ni siquiera terminaste de escuchar a la recepcionista explicar cuando te diste vuelta encontrándote con la mirada de Namjoon ya en tu cara, completamente serios hasta que largaron una carcajada, porque claro que les iban a ofrecer vivir una historia típica de Wattpad en unas vacaciones donde accidentalmente terminaron los dos juntos.
Al final decidieron no cambiarla, llegando a un acuerdo a través de un sistema muy eficaz de decisión como lo es el piedra, papel o tijeras. Después de una pequeña carrera por los pasillos del hotel una vez que las puertas del ascensor se abrieron, al llegar primero decidiste tomar el lado de la habitación que tenía dos camas, juntándolas para hacer tu propia cama king size y sacándole la lengua a Nam cuando intentó protestar que no era justo.
Después de un gran debate y una charla con Yoon de por medio decidieron en recorrer los alrededores del hotel para familiarizarse con la zona, el itinerario minuciosamente detallado, cortesía de Yoongi, comenzaba al día siguiente y tenían que dar lo mejor de sí para acomodar sus horarios de sueño, así que una caminata por los alrededores del hotel era la mejor opción.
DÍA 2
La primera excursión programada era un viaje en tren hacia una ciudad cercana y probar comidas típicas del continente con un grupo relativamente chico de personas, por lo que naturalmente aprovecharon parte de la mañana para dormir y descansar del vuelo así poder disfrutar las vacaciones con todas las energías.
Una de las cosas que sabías por las que habían elegido este destino era la cantidad de puntos turísticos relacionados con el arte, y en cierta forma, te conformaba tener presente que no solo vos estabas disfrutando, sino el grandote hablando sin parar de uno de sus artistas favoritos siendo inmortalizado en uno de los museos que iban a visitar según el cronograma, también la estaba pasando genial y tenía casi la misma cantidad de expectativas que vos.
El día fue tranquilo en su medida, lograron hablar con un par de personas sobre de dónde son y qué los traía a esa localidad, pero no fue mucho más allá de eso, demasiado concentrados en prestar toda su atención a sus alrededores, en algún punto del mediodía llamar a tus padres mientras les servían el postre, y tu mamá exclusivamente pidió tener unas palabras con Namjoon.
Siempre te pareció extraordinaria la forma en la que Yoon y Nam encajaron en tu vida, casi como si el momento en el que aparecieron para quedarse hubiera estado escrito de esa forma. Esa entre otras razones era lo que te llevaba a vivir de forma en la que realmente no te arrepentías de cómo las cosas tomaban su vuelta, porque quizás si no hubieras vivido de la forma en la que lo hiciste, quizás ellos nunca llegaban y te ibas a perder de tener a las mejores personas que el destino tenía preparado para vos.
Y mientras Namjoon te sonreía del otro lado de la mesa hablando, esta vez, con tu papá saber cómo fue el vuelo y la atención del hotel, pensaste en que ojalá él haya llegado para quedarse.
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"¿Podemos?" lo escuchaste detrás tuyo, a pesar de que intentaste pasar de largo la librería urbana que acababan de cruzar era casi imposible que Nam lo pase por alto.
"Joon, tenemos que seguir con el grupo, vamos, dale" lo apuraste, estirándole la mano para que siguiera el camino. En vez de eso, se apuró unos pasos más adelante para hablar con el guía del viaje y volvió con una sonrisa mostrando los dientes.
"Vamos, tenemos quince minutos" te agarró la mano que habías estirado y entraron. No era algo de lo que hablabas mucho, pero él sabía de tu gusto por la literatura, y aunque sentías que no se comparaban a los suyos, de vuelta en casa cada paquetito cuadrado con uno de los libros que mencionaste en la semana querías leer eran de su autoría, aunque no estén firmados.
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"¿Viste lo que te mandé? Joon insistió en comprar todos esos libros, ¡no tenía idea que iba a encontrar de todo en esa librería! Ni siquiera parecía del tipo de vender en inglés algunos libros..."
"Me hace feliz que la estés pasando bien" te contesto Yoongi del otro lado de la línea, sacándote un suspiro el cual seguramente no fue su intención.
"Te extraño, tendrías que estar aquí, te odio".
La risita de Namjoon resonó del otro lado de la habitación. Estaban compartiendo el silencio que se formaba cada vez que decidían leer juntos y esta vez pareció una genial idea hacerlo antes de dormir, retomar algunos hábitos para ayudarlos a acomodarse en los horarios y todo eso. Estuvo tranquilo hasta que decidiste que era mejor marcarle a Yoon para contarle de tu día en adición a las miles de fotos que le mandaste.
"¡Ey! No es mi culpa que la gripe sea tan despiadada y cruel con mi cuerpo…"
"Sí es, come más verduras". Y colgaste.
DÍA 3
El segundo día de excursión era el más largo del itinerario. Para visitar una ciudad vecina tenían que despertar super temprano para el viaje, y pasar el día entero bajo el sol en caminatas interminables. Antes de salir de la habitación, sin embargo, Namjoon decidió consultar tu opinión en moda con respecto a su outfit y una vez que recibió tu completa y sincera aprobación, decidió que todavía había tiempo de jugar.
"Modela para mí, yo pongo la música y vos me presentas tu outfit del día, dale" fue lo que dijo que desprendió una carcajada de tu parte, y mientras te componías podías sentir su mirada en vos.
"Pero si me estás viendo ahora como estoy vestida, perdí el efecto sorpresa".
Suspiró, él realmente suspiró como si ese fuera el problema más grande que tenían que enfrentar en un país y continente desconocido.
"Igual, la presencia en la pasarela le da el toque, la caminata y todo eso, yo sé que vos quieres". Le sonreíste desde tu lado de la habitación antes de concederle su pedido porque, aunque realmente no querías admitirlo en voz alta, te gustaba demasiado ese tipo de atención que estaba dispuesto a volcar en vos en cualquier momento.
Con música de fondo cumpliste su pedido, él mirándote recostado desde tu cama con ambas manos detrás de su cabeza para no despegar sus ojos de vos. A partir de ese día quedaron en repetir esa rutina cada día antes de salir de la habitación, a veces Yoongi también terminaba uniéndose al público general por video llamadas para festejar y silbar cada una de tus caminatas.
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Al subirse en el transporte que los llevaría a su destino les informaron que más personas terminaron sumándose al recorrido, y que iban a separarse en grupos más pequeños para no colmar los horarios de visita de los lugares turísticos, se guiaron del registro y terminaron en lugares separados. No eran un matrimonio, ni una familia, naturalmente separados por la distancia de letras entre sus apellidos.
Cruzando miradas con un leve encogimiento de hombros ambos se aseguraron de que todo iba a estar bien mientras tomaban caminos diferentes al momento de bajarse.
Durante toda la mañana intercambiaron mensajes con Namjoon, intercalando entre chistes horrendos, ocurrencias y fotos casuales con caras raras y movidas al frente de algún monumento o edificio.
Yoongi también optó por usar la mañana para mensajearte y preguntarte sobre lo que estabas haciendo esa mañana, quejándose de que la videollamada previa con Nam fue absolutamente no entretenida y optaste por mantenerlo informado de tu actual situación a través de fotos de todo lo que te rodeaba.
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No te era para nada fácil aceptar que necesitabas ayuda, era algo con lo que habías tenido problemas toda tu vida, pero ni en este momento ni en este lugar era lo ideal ponerse quisquillosas con las preferencias de cómo resolver los problemas…
Con el pensamiento aún colgando en tu mente le marcaste a Nam. Intentar controlar tu respiración era casi inútil pero aun así lo intentaste antes de que atienda.
“¡Felicidad! ¿Ya te aburriste sin mí?”
“Joon yo… eh…” Sabías que podía escuchar el temblor de tu voz, no era porque fuera extremadamente exagerado, sino por la falta de costumbre de escucharte cada vez que estabas al borde de las lágrimas.
Del otro lado se sintió movimiento y de repente un poco más de silencio de fondo “Ey, ey, ey. ¿Qué pasa? ¿Te lastimaste? ¿Pasó algo?”
“No sé dónde estoy” al soltarlo empezaste a mirar a todos lados buscando una forma de no sonar tan idiota con vos misma, “estábamos caminando y como estaba sacando fotos de… de cosas, me quedé un poco atrás para poder sacar un par más y cuando me di vuelta no veía más a mi grupo entonces seguí caminando y caminando y ya no sé a dónde estoy y no los veo más, Joon…”
Cuando escuchaste un resoplido al otro lado de la línea, uno que sonaba casi como si hubiera contenido la risa para no interrumpirte paraste con tu relato, sintiendo esa pequeña presión en el pecho que siempre intentabas ignorar.
“¿De qué te ríes imbécil? ¡No sé dónde estoy!, no tengo idea ni dónde estoy parada y ni si quiera sé el idioma…” con la última palabra la voz se te cortó, ya no estabas segura de si era por miedo o por lo patética que era toda la situación.
De todas formas, la risa de otro lado paró.
“Está bien, está bien, te voy a enseñar como se pregunta en dónde estás y me lo dices, te voy a buscar con el GPS ¿sí?”
Minutos después escuchaste pasos apresurados a tu espalda y te diste vuelta para encontrarte con su sonrisa de costado a unos metros de distancia, solo entonces pudiste sentir que tus hombros se relajaban e inhalaste profundamente.
Apenas llegó a tu lado te abrazó. Porque quería o porque sabía que así hacía que tu respiración se normalice con calma, o simplemente para intentar sacar el estrés de la situación fuera de tu cuerpo con su mano subiendo y bajando en tu espalda. “¿Estás bien?” fue lo único que preguntó, probablemente intentando evitar una pelea en el medio, a lo que asentiste e intentaste separarte.
Cuando se pusieron lado a lado para caminar de vuelta a su grupo, no se despegó tanto de tu cuerpo y terminó por poner su brazo sobre tus hombros.
Y te dejaste acurrucar contra el costado de su cuerpo mientras caminabas, porque era familiar, porque a veces caminaban así por los pasillos de la universidad cuando te iba a buscar luego de algún examen o simplemente porque era más fácil no perderte de esa forma. De nuevo, esa comodidad y familiaridad que asustaba, pero esta vez era más aplacadora que alarmante.
DÍA 4
Si había un día que no te tenía emocionada para nada tenía que ser este. Recorridos vagos por la ciudad y sus calles de restaurantes para almorzar para cerrarlo con un paseo en barco, o algo así te había traducido Nam. La sensación de inquietud solamente se amplificó una vez que colocaste ambos pies en la embarcación. Los viajes largos en autobús te mareaban, la parte trasera de un auto te mareaba, volar en avión era una pesadilla, no era de extrañarse que estar a merced del agua podría tener el mismo efecto en vos.
Se suponía que debían disfrutar del paisaje que lograban ver de la ciudad solo sobre el agua, sacar fotos o planear lugares para visitar desde adentro, en una esquina había una mesa de cocteles al que no pudiste prestarle ni dos segundos de atención antes de aferrarte al borde de barco.
Es así cómo te encontró Namjoon, a un costado, aferrada por tu vida y lista para devolver el almuerzo o tirarte al agua, lo que ocurra primero al segundo en el que los giros de tu cabeza se vuelvan insoportables.
“¿Estás bien?” escuchaste que preguntaba por sobre tu cabeza mientras apoyaba su mentón en esta, ambas manos en tus hombros para acercar sus cuerpos.
“Acabo de descubrir que no me gustan los barcos” sentiste la vibración de su risa por toda tu espalda.
Entre lo que parecía ser una carcajada preguntó “¿en serio?”
“No, mentira, los odio”.
“¿Vas a vomitar?”
“Muy probablemente”.
“¿Y si te desmayas?”
“¿Y si pasa todo junto?”
“¿Vomitar y desmayarte?”
“Sí, por favor no dejes que me manche el pelo, odiaría lavar eso después” de nuevo, lo sentiste reír cada vez más presionado a tu espalda y, aprovechando el movimiento te presionaste más contra él, provocando que saque sus manos de tus hombros y en su lugar rodee tu cintura con sus brazos.
Cuando su risa se calmó te volviste a concentrar en la orilla. Primero sentiste la vibración de su cuello en la parte de atrás de tu cabeza antes que escuchar los murmullos que formaba, repasando una melodía que seguramente se le había pegado en el viaje de ida.
No querías sonar cliché porque tenía que haber algún tipo de explicación lógica al por qué de que tu cabeza haya parado de dar vueltas, cerraste los ojos con fuerza intentando pensar en una respuesta que no sean sus grandes manos manteniéndote en lugar o la espalda de su pecho acompañando cada movimiento de tu cuerpo. Era inútil, en ese momento te sentías anclada a él, el movimiento debajo de tus pies dejo de ser más importante que el movimiento de sus pulgares en los costados de tu ombligo.
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Descubrieron una playa de rocas no muy lejos de donde se encontraban las calles que lograron reconocer después del primer día cerca del hotel, y decidieron parar el atardecer ahí separándose del grupo, esta vez, los dos juntos.
Inmortalizar el momento se ha vuelto un hábito en los pocos días que lograron compartir, selfies juntos o tomar turnos para sacarse con el paisaje de fondo era mucho más entretenido de lo que sonaba, más cuando ambos se tomaban muy en serio sus roles.
Cuando el sol desapareció intentaste levantarte antes de que la claridad del día lo haga también, pero una mano en tu muñeca te detuvo, “en el atardecer salen los cangrejos” ojos suplicantes y brillantes.
“Voy a llorar”.
“Te prometo que no hacen nada”.
Con los dedos entrelazados y un leve tironeo en tu brazo para que te quedes donde estas, Namjoon sacó las fotos suficientes para armar un álbum completo de los cangrejos que lograban captar su atención mientras trepaban por las piedras, y los escalofríos que pasaban por tu cuerpo parecían ir a ritmo con sus patitas.
𝙽𝚒 𝚊 𝚝𝚒, 𝚗𝚒 𝚊 𝚖𝚒.
DÍA 5
Era la primera vez en todo el viaje que no eras la primera en levantarte, pero era casi obvio el porqué. Las palabras arte urbano, galerías y artistas callejeros estaban esparcidas por todo el cronograma del día y solamente había una persona en ese viaje que podía estar más emocionado que vos por lo que les esperaba en el día.
Tampoco fue sorpresa que para despertarte sientas una increíble falta de aire en tus pulmones. Por suerte, no era nada interno, sino que tenía mucho que ver con un grandote de un metro ochenta y tantos tirándose encima tuyo para despertarte.
“Podría haber muerto” le reclamaste mientras luchabas por empujar su cuerpo de encima tuyo e intentabas sentarte. Una vez que pudiste conseguir suficiente lugar para moverte agarraste la almohada de atrás de tu cabeza para pegarle a un costado de su cara en señal de que se mueva por completo.
“Estás loca”.
Se levantó de tu cama y se acomodó los shorts que utilizaba para dormir. Paseándose solo en esos shorts a través de la habitación te hizo algo a tu cabeza, no estabas segura qué y tampoco estabas segura de sí querías saberlo.
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Desayunaron en un café con temática artística, era de esos en donde mientras esperaban que el mesero vuelva con sus órdenes les proporcionaban acrílicos y un lienzo blanco a cada uno para pasar el rato creando.
“¡A este lo conozco! Es, es…” mientras intentabas buscar en tu mente el nombre del artista que creo la escultura de reciclables al frente de ustedes, le robaste una mirada a Namjoon, notando la media sonrisa y hoyuelos a la vista.
El paseo era más como una peatonal repleta, lado a lado de personas exponiendo su arte, creatividad, y talento. Te gustaba más que todo eso los ojos atentos de Nam en vos cada vez que intentabas contarle de todos esos artistas de los que leíste o encontraste en internet, de igual forma que era hipnotizante verlo perderse en las voces o letras de un par de cantantes callejeros adornando la exposición.
Al terminar tenían programado el almuerzo y justo luego de eso una visita al edificio de exposición de arte urbano, lo describirías como un museo, pero realmente era mas parecido a las calles de un barrio de tu ciudad con las paredes repletas de pinturas que a un museo. Por suerte su entusiasmo no acabó ahí, casualmente este era el departamento de conocimiento de Namjoon y esta vez te tocaba a vos aprender sobre cada uno de sus artistas favoritos.
Cuando era tu turno de hablar o aportar, aunque había datos que estabas segura de que él ya sabía, su atención se volcaba completamente en vos por los segundos que te tomabas en contarle algo de lo que habías aprendido de esa gente o esas obras, en especial las que tenían una historia detrás.
Obviamente al final no pudieron faltar las sesiones interminables de fotos, aprovechando que las cámaras estaban permitidas y la creatividad de ambos para sacarse fotos con las pinturas.
“Felicidad".
Te diste vuelta y sonreíste para la foto. Aprovechando el momento en el que él te devolvió una sonrisa aún más grande, le dijiste: "vos sos felicidad, tu sonrisa es contagiosa".
Naturalmente su respuesta fue dejar caer la cámara a su estomago y bajar la cabeza con los ojos apretados, con una risa bajita para no molestar alrededor. Cuando pudo componerse de lo que suponías era el rubor que subía por su cuello y orejas, negó con la cabeza.
“Dale, si sabés que es verdad” empujaste, aprovechando el segundo en el que demoró para contestarte “tenés una sonrisa hermosa y te lo voy a decir siempre”.
“Basta, basta, no voy a terminar de sacarte fotos así nunca, y quiero que sea mi turno” cortó la conversación volviendo a poner la cámara sobre su cara, no lo suficientemente centrada porque aún eras capaz de ver su sonrisa detrás.
DÍA 6
“¡Bueno! Quién se dignó a aparecer” Yoongi contestó del otro lado de la videollamada, después de quejas e insistencias decidiste pedirle el celular a Namjoon para usar sus datos y llamarle en medio de una excursión.
“¿Cómo está mi mejor amigo favorito?” Le preguntaste, mirando a la cámara y riéndote porque pudiste físicamente sentir la mirada de Namjoon a un costado de tu cara.
“¡Extrañándote! Siento que hace una eternidad no veo tu cara, estoy harto de verlo al grandote…”
“¡Ey!” lo interrumpió Nam, “yo sí te mando fotos de ella en cada excursión”.
Yoong rodó los ojos “me mandas una al día, dos si estaba haciendo alguna estupidez”.
“Bueno, eso no es lo importante” les cortaste la conversación para volver a centrar la cámara en tu cara, “lo importante es que ahora puedes ver mi hermosa cara en este hermoso lugar que la verdad no tengo idea qué es, ¿qué estuviste haciendo sin mí? ¿Siendo miserable?”
Al final la conversación terminó durando horas, a veces con Namjoon quitándote el teléfono para mostrarle algo en específico del recorrido a Yoongi, a veces vos contándole una de tus ocurrencias con la mirada fija en la pantalla expectante a las reacciones del otro lado provocando que Nam tenga que agarrarte de la cintura para guiarte por donde caminabas, lo que tenía que ver absolutamente con casi tropezar un par de veces y casi, palabra clave, tirar su teléfono al piso.
Por esa misma razón y quizás también porque estabas hablando un poco más fuerte como para mantener su conversación en privado, una pareja que hablaba el mismo idioma se acercó a ustedes preguntando por algunas indicaciones para ir a cenar. Al parecer, también estaban con el grupo, pero se aburrieron y quisieron probar otra cosa.
Una vez que entablaron conversación la situación cambio completamente y se encontraron los cuatro charlando amenamente y compartiendo el recorrido que, a decir verdad, era mucho más entretenido cuando podías compartir comentarios condescendientes con alguien que entienda exactamente a qué te refieres. Yoongi había colgado el momento en el que aparecieron esas personas, teniendo que prepararse para ir a trabajar.
Te encontraste llevando el hilo de la conversación más veces que no mientras Namjoon optaba por sonreír y asentir ante cada comentario en su dirección. A veces llevándote a que contestes por él cuando se encontraba demasiado inmerso en la explicación del guía.
Al mismo tiempo que Namjoon le sugirió al chico que los acompañaba que parecía igual de inmerso en una escultura específica de volver sobre sus pasos para comprobar algo de lo que habían estado hablando los últimos cinco minutos, la chica se ofreció a sacarles una foto a ambos con la cámara polaroid que colgaba de su cuello.
"Está bien, cuando vuelvas nos sacamos" le aseguraste antes de que se fuera.
"Son una muy linda pareja" comentó la chica mientras alternaba su mirada entre ambos.
El comentario no te sorprendió, por alguna razón la dinámica que solías tener con él era usualmente malinterpretada por tus compañeros de clase cada vez que pasaba a buscarte luego de una clase, hubo un tiempo en el que la mamá de Namjoon pensó exactamente lo mismo, así que estabas acostumbrada. Aun así, no pudiste evitar el calor que sentías crecer en tu cara "nosotros-".
Sus palabras cortaron la línea de tus pensamientos con un "¿sabes? siempre quise a alguien así, él es genial” señaló a su compañero “y lo amo, pero con él" señaló a Nam en la distancia, "siento que apagaría el sol si eso bastara para hacerte feliz".
Asentiste, de cierta forma estando de acuerdo con lo que decía porque sin ponerle mucho pensamiento al asunto, era fácil de concluir que así era. "Sí… Él es lindo así".
DÍA 7
Revisando el itinerario la noche anterior te diste cuenta de que no había actividades reservadas para el fin de semana. Lo cual en sí era bastante raro porque se suponía que el viaje entero estaba absolutamente completo en actividades, o al menos eso es lo que viste cuando lo revisaste en casa.
“¿Joon? ¿No tenemos nada que hacer este fin de semana?”
“Ah” lo escuchaste revolver un par de cosas de su lado de la habitación e intentaste con todas tus fuerzas no imaginar qué podría haberse roto luego de un crack particularmente fuerte “sí, sí tenemos, hay que levantarse temprano”.
“Hay que pagar todo lo que se rompe” le recordaste con un suspiro mientras te dejabas caer sobre tu cama con todo el cansancio del día encima.
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Lo que no esperaste esa mañana cuando despertaste fueron los dos bolsos de mano posicionados en la mesa en tu lado de la habitación con un par de boletos en tren encima, esperándote a que elijas la mejor ropa de viaje y emprender camino a una de las ciudades cercanas por todo el fin de semana.
Mucho menos te esperabas encontrarte con la sorpresa de que, una vez en un nuevo hotel, con una habitación absolutamente preciosa de camas individuales y un balcón con vista a las luces de la ciudad, Namjoon té anunciara que tenia otra sorpresa para vos.
Cuando el Uber paró al frente de las puertas de lo que claramente era un parque temático con una monstruosidad de montañas rusas en su interior, lo único que te salió hacer fue mirar boquiabierta a Namjoon mientras éste te apresuraba a bajarte.
La cuestión no era en sí el parque de diversiones sino intentar descifrar cuándo había planeado todo esto. Estabas segura de que fue solo él, porque las reservaciones estaban hechas para dos personas y podría ser una coincidencia absoluta que hayas mencionado el querer visitar algún tipo de parque al estilo Disney en un futuro cercano.
Dirigiéndose hacia las filas de personas que esperaban pacientemente por sus turnos en las montañas rusas decidiste subirte a su espalda, o básicamente escalar para abrazarlo con brazos y piernas, gritándole al oído lo agradecida que estabas de que te haya llevado a ese lugar.
Con una carcajada hizo las maniobras suficientes para bajarte de su espalda y asegurarte a su lado con una mano en la tuya, dejándote que lo estires y prácticamente arrastres para donde vos quieras, el día de hoy vos tomabas las riendas.
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“¿Era absolutamente necesario casi dejarme sin mano?” se quejó Namjoon una vez que las barras de seguridad lo separaron de tu agarre. La mueca de dolor estaba acompañada por una sonrisa.
“¿Podría haber salido volando?” le contestaste con el mismo sarcasmo “¡tenía que sentirme segura!”
Volvió a tomarte la mano para ayudarte a salir del juego una vez que él estaba afuera, optando por entrelazar sus dedos una vez que lograste salir sana y salva.
“Esta es la peor… experiencia de mi vida, y la mejor también”.
Namjoon se encogió de hombros con una sonrisa, el sol reflejándose en su piel morena mientras te devolvía la sonrisa. El calor ese especifico día era insoportable, pero admirabas el empeño en la que puso Nam de no mencionarlo, aun cuando gotas de transpiración recorrían los costados de su cuello, bajando y escondiéndose tras la remera probablemente bajando por el medio de su torso donde la tela no tocaba y…
“Voy a comprar bebidas, quédate aquí en la sombra, ya vengo”. Tus pensamientos llegaron a un alto y tomaste la oportunidad para parpadear y volver en vos.
“¡¿Por qué tienes que ser tan bueno conmigo y darme absolutamente todo lo que pido?!”
Le gritaste mientras se separaba de vos y caminaba de espaldas para regalarte una sonrisa torcida y una ceja levantada. De nuevo, no había que ser un genio para adivinar que te encantaba que te consientan de la forma en la que él lo hacía. Maldito.
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Volvieron al hotel al atardecer y a pesar de que morías por finalmente acostarte a dormir una siesta después de estar tan agotada emocional y físicamente, Namjoon estuvo a segundos y una protesta más de levantarte y tirarte en la bañera para que accedieras a bañarte para más tarde. Pensabas que no era justo si no sabias exactamente por qué o para qué. Pero al final terminaste accediendo porque realmente no sabrías qué harías con vos misma si él te levantaba del suelo por voluntad propia. Preservación personal. Y emocional
“Vamos a salir, me tomé la libertad de empacar ropa de noche y maquillaje, prepárate y ponete lo más cómoda que puedas porque quiero sacar fotos esta noche y no voy a aceptar un no por respuesta”.
Fue tu turno de levantar una ceja “bossy”.
Rodó los ojos "¿me avisas cuando estés?" dijo, evitando el comentario por completo.
A juzgar por su ropa y por la hora, era casi seguro que se iban a dirigir a una especie de club; no fue hasta que estuviste sacando la ropa de tu bolso que te diste cuenta de que Nam había elegido una de las polleras que puesta como a vos te gustaba quedaba excesivamente corta y solo habías empacado por las dudas, un top que resaltaba demasiado tus pechos y accesorios tales como un choker y un cinto que claramente iban en armonía con toda la combinación.
Obviamente, al Namjoon ser Namjoon también encontraste otra combinación un poco más sobria para elegir entre ambos. Buen gusto, eso nunca se lo pudiste negar.
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Podría ser el alcohol, o el hecho de que el club esté teniendo una noche con temática latina y el ambiente esté mucho más caliente de lo usual, pero las miradas y los roces entre ambos no pasaron por desapercibidos la primera mitad de la noche, sus manos en los costados de tu cuerpo, la presencia del suyo sobre toda tu espalda, las risas de cabeza inclinada, hoyuelos y dientes a plena vista.
Era demasiado, y si estabas tomando chupitos para poder tolerar el hecho de que sus manos encajaban perfectamente en tu cintura nadie tenía que saberlo, no hasta que pasaron a salsa a través de los parlantes y Namjoon insistió con una sonrisa boba en la cara que tenías que enseñarle a bailar como siempre quisiste desde aquella ves que tomaste clases. Dos clases para ser exactos, pero se entendía el punto.
La torpeza entre sus pasos combinados terminó causando más fricción entre sus cuerpos de lo que debería, con una mano en uno de tus brazos y la otra en la parte baja de tu espalda intentaste dar lo mejor de vos para enseñarle el paso básico, de lado a lado y hasta llegaste a pensar en empezar a enseñarle giros arriesgando la salud de tus tobillos simplemente para sacar de tu cabeza el pensamiento de su cuerpo presionado al tuyo y sus manos sosteniéndote de esa manera.
Al finalizar de la canción lo único que conseguiste fue una ligera capa de transpiración en ambos (grabe error, su camisa blanca se pegaba mucho más a su cuerpo, ¿era eso posible?) y la sensación de sus manos aun recorriéndote tu cuerpo cuando ya no estaban ahí.
“Tienes la sonrisa más linda del mundo” optaste por decirle, notando como se enfocó firmemente en tus labios al no ser capaz de escucharte completamente por sobre la música.
Volvieron a la barra, vos guiada por la presión de su cuerpo detrás tuyo y él con sus manos en los huesos de tu cadera, podrías jurar que ni si quiera el aire pasaba por medio de sus cuerpos en ese momento, pero no ocupaste tu cabeza con ese pensamiento por mucho tiempo porque al momento de poner tus manos sobre la barra para esperar a que el bartender mire en tu dirección, reggaetón comenzó a sonar por los parlantes, desprendiendo un grito de la multitud.
El momento de la noche en el que Namjoon se dio cuenta de que no tenías ninguna intención de parar de visitar la barra fue cuando él decidió parar de pedir tragos con alcohol, y todo era demasiado ruidoso y colorido como para darte cuenta de lo que estaba pasando, una mano en la parte baja de tu espalda siempre manteniéndote en equilibrio era lo único que se registraba más allá de la euforia de momento.
Cuándo decidiste que el nivel de alcohol en tu sangre era el suficiente como para despegarte un poco de él y hacerle un pequeño show bailando al ritmo de lo que sea que estaba sonando, pudiste ver una serie de carcajadas y risas, cabezas agachadas y negaciones mientras te veía a lo lejos, pensaste captar una mordida de labios también pero se fue tan rápido como vino, mirando por sobre tu hombro.
Notaste que parte de la gente que se acercaba a vos para acompañarte en tu pequeño baile era un grupo de amigos, probablemente, con vasos de cerveza en la mano y el mismo corte de barba como para no diferenciarlos los unos de los otros. Cuando volviste la mirada a Namjoon su mandíbula trabada en una mueca era casi un chiste por lo evidente que era, siempre intentando ocultar las veces en las que se molestaba con vos o en tu presencia, y esta vez todo estaba ahí, demasiado gracioso.
Primero que nada, esa gente, bastante grosera al querer bailar con vos de esa forma asumiendo que estabas sola.
Te acercaste a él sin dejar de bailar y enganchaste tus brazos en su cuello, casi obligándolo a despegar la mirada del grupo para en su lugar mirarte a vos, tres segundos, eso es todo lo que conseguiste. Sus manos encontraron el camino a tus caderas de todas formas y con una risita te acercaste a la altura en donde llegaba tu nariz y comenzaste a recorrer la parte de delante de su cuello con ella, sabías que era juego sucio, pero ¿de qué servía saber puntos débiles si no podías usarlos en momentos así?
Con un movimiento de caderas te acercaste más a su cuerpo, esta vez colocándote sobre su costado y apoyando tu mejilla sobre su hombro, acercando esta vez no solo tu nariz, pero también tu boca a esa zona delicada, logrando con éxito dirigir toda su atención a vos nuevamente. Un total de dos besos en el lugar y listo. Casi como magia.
Sus ojos te buscaban al momento en el que te separaste de su cuello. Lo siguiente que supiste es que estabas saliendo del club, y después de un parpadeo estabas sin tus zapatos, y al siguiente estaban dentro de un taxi. ¿El hotel no estaba tan lejos?
Prácticamente agarrándote de los lados del pasillo entraste a la habitación compartida, con puertas golpeando y una respiración acelerada en la parte de atrás de tu cuello. Y después la suavidad de tu cama debajo tuyo.
Luchaste por sentarte de nuevo, buscaste sus ojos apenas encontrándolo al frente tuyo, probablemente de rodillas al frente de tu cama para estar a tu altura. Cuando soltaste la botella que estaba siendo presionada sobre tus labios para que tomes algo de agua, conectaste miradas.
Su respiración era cálida contra tus mejillas enrojecidas por el frío de la noche, y sus ojos miraban intensamente en los tuyos. Cuando te asomaste sentiste ambas manos a los costados de tu cara, manteniéndote en lugar, un parpadeo y sus labios estaban apoyados sobre tu frente, otro parpadeo y estabas de vuelta con la cabeza sobre la cama. El siguiente parpadeo fue en medio de la noche, con un brazo apretado alrededor de tu cintura y el peso de un cuerpo al costado del tuyo, en donde todo era demasiado calmo como su respiración, decidiste acurrucarte más cerca y disfrutar de la sensación un rato más, cerraste los ojos cuando sentiste sus brazos apretarte más cerca de su cuerpo.
•
Te despertaste sola en tu cama, con los costados fríos y el mareo descriptivo de una resaca insufrible. Los ronquidos al otro lado de la habitación te indicaban que no estabas sola en la habitación y mientras intentabas poner todas las piezas juntas te sentaste en la cama, viendo las pastillas y una botella de agua perfectamente a tu alcance para esos momentos en donde nada dejaba de girar.
Quizás estabas demasiado ebria, o demasiado cansada por el largo día, o demasiado dormida para saber qué es real y qué no. Pero nada de eso explicaba por qué habías soñado con casi besar a tu mejor amigo, mucho menos por qué soñar con dormir con él.
DÍA 8
Definitivamente no una de tus mejores formas de lidiar con la frustración era ahogarlas en alcohol la noche pasada, era algo que ya lo dabas por sabido, pero al momento que Namjoon entro con un desayuno para dos personas en sus brazos parpadeaste ante su presencia, con él nada de lo sabido parecía seguir sus reglas. No definitivamente en este viaje.
Toda su hospitalidad era con el único propósito de ponerte sobre tus pies sin que quieras morirte completamente y arrastrarte fuera de la comodidad de esas cuatro paredes para recorrer la ciudad en bicicletas rentadas.
Por la mirada en su cara ya te imaginabas que era algo que no podías saltarte, así que hiciste poco esfuerzo en ocultar tu expresión de horror al enterarte de los planes.
No hubo comentarios con respecto a tu comportamiento la noche anterior más que un breve regaño por tu insufrible resaca, lo que no ayudaba con las vueltas olímpicas que estaba dando tu cabeza en esos momentos. Aun así, bajo el sol, las cosas parecían ordenarse por sí solas.
El recorrido te puso de buen humor inmediatamente. Sumado a la comodidad que te brindaba una de sus remeras después de una noche entera de ropas ajustadas al cuerpo era indescriptible, y sus quejas de que no te la prestaba, pero aun así decidiste usarla hacían todo mejor.
Recorrer los caminos tranquilos con una brisa levemente fría acariciándote la cara, usar el viento y la soledad de la ruta que habían elegido para cantar a pulmón cualquiera de sus canciones favoritas sin importarles si afinaban o no.
Estar con Namjoon en situaciones así se sentía natural, tanto como para dejarte ser vos misma, sin pretender absolutamente nada, porque sabias que él era capaz de ver a través tuyo y que realmente no le importaba todo eso que vos querías pretender que no estaba ahí, para él “todo es parte de vos”, y vos entera siempre es mejor que de a pedazos.
Con ese aire fresco a sus costados y el sol en la cara, Namjoon avanzó un poco para estirar sus piernas parándose en la bici y no quedarse atrás por dejar de pedalear. Y a su espalda le confesaste que si hay algún otro lugar donde te sientas más en calma y contenta, no querías saberlo.
𝙳𝚘𝚗𝚍𝚎 𝚝𝚘𝚍𝚘 𝚎𝚜 𝚖𝚊𝚜 𝚌𝚊𝚕𝚕𝚊𝚍𝚘 𝚢 𝚜𝚘𝚕𝚒𝚝𝚊𝚛𝚒𝚘 𝚙𝚊' 𝚕𝚘𝚜 𝚍𝚘𝚜.
DÍA 9
Llegaron sobre la madrugada al hotel que inicialmente eligieron dejando atrás su miniaventura de fin de semana y en ese momento el cielo no era para nada prometedor. Que a la mañana siguiente amanezca nublado y lluvioso no fue una sorpresa.
Por supuesto, aprovechando el fresco por fin desde que llegaron, te levantaste temprano empezaste por escabullirte hacia la parte de la habitación donde dormía Namjoon para intentar despertarlo, planeabas disfrutar todo el día sin limitaciones.
"Es un hermoso día afuera, levanta, levanta" esquivando la ropa en el piso y casi tropezando con la maleta aterrizaste directamente sobre su cuerpo, no dejando que el desastre te distraiga de tu objetivo.
Suspiró antes de si quiera abrir los ojos, comenzando a moverse debajo tuyo para reacomodarse.
"¡Está nublado, y hace frío! Tenemos planeado un viaje a un par de horas para hacer alguna locura al aire libre seguramente, podemos ir a desayunar ahora y en las tres horas de espera para que nos busquen podemos..."
"¿Tres horas? ¿Son las siete de la mañana?" La vibración de su cuerpo acompañaba el escalofrío que recorrían tu espalda, de nada ayudaba que con un clima así tu pijama consista en shorts y musculosa.
"Sí, rápido porque–"
Te sacó un grito cuando se movió hacia un lado, llevándote con él y usando la frazada que lo envolvía para envolverte a vos en ella. Sus brazos y piernas se encargaron de mantenerte en el lugar mientras lo sentías volver a acomodarse para seguir durmiendo, casi todo su cuerpo estaba encima tuyo una vez que se quedó quieto.
“Sí, amamos el frio, me encanta la lluvia, pero es temprano. Vamos a dormir”.
“¡No! No, no, no, hay que aprovechar todo el día, me siento con energía, con muchas ganas de disfrutar la vida, explorar los cielos, mirar las calles”.
“No te vas a callar, ¿no?”
“No”.
Después de escuchar un suspiro sentiste la presión que mantenía tu cuerpo quieto desaparecer, y en cuestión de segundos estabas sobre tus pies nuevamente.
El momento en el que decidiste mirar en su dirección y tus ojos se clavaron en los músculos flexionándose de su espalda coincidió casualmente con el segundo en el que te replanteaste cada decisión que tomaste esa mañana desde que abriste los ojos. De saber que había dormido simplemente en bóxer y no en sus shorts de todos los días habrías tomado tantas decisiones diferentes.
Suspiraste cuando lo último que captaron tus ojos fueron los músculos de sus muslos mientras cerraba la puerta del baño detrás suyo, lo hecho, hecho estaba. Iba a ser un buen día.
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Una vez que Namjoon colgó el teléfono de la habitación se dio vuelta para mirarte con cierto tinte de arrepentimiento en sus ojos, y cuando te dijo que las actividades del día se habían cancelado por la probabilidad de lluvia afuera, supiste que era porque se sentía culpable de ser él el que te de las noticias.
Era razonable, el clima parecía inestable afuera, pero toda la lógica del mundo se iba de tu cabeza cuando te encaprichabas con algo, como lo era salir con el clima frio en ese momento.
Lo único bueno es que les aseguraron un día de extensión en su viaje todo pago para recuperar la excursión perdida, estaba prometido en el paquete que habían elegido para ir a ese lugar después de todo, así que no era una sorpresa.
•
“No probamos aún el transporte público”.
“¿En serio estás emocionado por ir en transporte público en una ciudad que no conoces para que muy, muy probablemente terminemos perdidos?”
“¿No te parece la mejor idea de todas las ideas?”
“Me encanta”.
Por insistencia de tu parte, luego de desayunar en un café que aún no habían visitado, Namjoon terminó accediendo a una caminata por las calles de ese lado de la ciudad, esta vez yendo en dirección norte hacia lugares que todavía no habían logrado recorrer.
Había cierta belleza en una ciudad completamente empapada y se aventuraron en conocer más al segundo en que un autobús paró a unos metros de ustedes, dándole pie a la idea de explorar y perderse bajo la claridad del día. La única regla era no ver Google Maps hasta que no decidan que era hora de volver.
Pararon en una tienda a comprar paraguas cuando comenzó a llover, solo para que al rato te despegues de Namjoon y empieces a caminar fuera de la protección de éste, había algo indescriptiblemente liberarte en sentir las gotas frías directamente en tu cara.
Nada tenían que ver sus reclamos de que vuelvas a resguardarte de la lluvia con que estabas usando uno de sus buzos y lo estabas empapando completamente.
Intentó agarrarte del brazo para ponerte a su lado de nuevo, a lo que con una sonrisa lo esquivaste, notando el destello juguetón en sus ojos decidiste que la sonrisa que traía ahora era digna de mantener por mucho rato.
Aprovechando las calles vacías y el ruido de lluvia sacaste rápidamente tu teléfono, cubriéndolo con tu cuerpo para que no se moje hasta que seleccionaste una canción y se lo diste a Nam para que lo proteja mientras te alejabas rápidamente de él y comenzabas tu rutina de baile en distintos puntos de la calle cada vez que lograbas escaparte del agarre de sus manos.
Naturalmente llegaste al punto en donde la ropa te pesaba por la cantidad de agua que había en ellas, y tu pelo estaba absolutamente un desastre, pero hacía frio y si había algo más para amar que la lluvia, era esa sonrisa de ojos apretados y dientes expuestos en la cara de Namjoon.
Cuando decidiste que era suficiente te dejaste atrapar, accediendo ante las suplicas de volver al hotel de una vez antes de que sea demasiado tarde y estén perdidos en una ciudad que no conocen de noche.
DÍA 10
Despertar con el cuerpo pesado y una leve molestia en tu garganta nunca era para alarmarse, no cuando no habías pasado horas expuesta al frío y a la lluvia en temperaturas a las que tu cuerpo no estaba acostumbrado, así que en ese momento la historia era completamente deferente. Decidiste que dormir un rato más podía arreglarlo, pero la segunda vez que abriste tus ojos fue con algo frío sobre tu frente y la mirada preocupada de Nam clavada directamente en tu cara.
Era injusto y una pérdida de tiempo, pero resfríos así eran una mierda y ni si quiera podías pretender que todo estaba normal cuando a los segundos de pararte de la cama, te mareaste y él tuvo que sostenerte para no terminar cayéndote.
“En serio me encantaría decirte te lo dije, estaba seguro de que ayer te advertí que era mejor estar debajo del paraguas”.
“Dices una palabra más y amaneces sin orejas”. Lo amenazaste, con los ojos entrecerrados y un dedo acusador.
Como respuesta levantó ambas manos en el aire y no tardó en girarse sobre sus talones para salir de la habitación.
Te golpeaste mentalmente cuando viste en el itinerario que ese día era el día de recorrido por los caminos de un parque botánico a unos kilómetros de donde estaban ubicados. A ver la hora supiste que se había perdido el transporte que los llevaría al lugar si pensaba en ir sin vos. No pudiste evitar mantener la mirada fija en la entrada de la habitación y tratar de descifrar por qué Namjoon seguía ahí, en el hotel con vos.
Luego de una rápida visita del médico del hotel y una inyección que prometía dejarte como nueva para mañana, decidiste que salir de la habitación no valía la pena y que podías aprovechar la cuenta de Netflix gratis que proveía el hotel para casos como estos.
“¿Por qué sigues aquí?” le preguntaste después de notar que el ruido en su lado de la habitación no cesaba.
“Estás enferma” razonó, asomando la cabeza para poder verte a la cara “¿a dónde querés que vaya?”
Rodaste los ojos “te vas a contagiar”.
“No”.
“Sí”.
Y continuaron hasta que Namjoon dio dos pasos hacia atrás saliendo de la habitación, sin mediar otra palabra. Le adjudicaste al escaso flujo de aire esa presión en el pecho cuando el silencio de la habitación comenzó a hacer ruido en tus orejas.
Intentaste ignorarlo, porque así era él, esto no era una discusión ni nada por el estilo, pero si lo fuera sería igual, siempre se retiraba de la situación antes de decir cosas que quizás después no pueda retractar, y al rato se sentaba a tú lado para hablar sobre lo que había pasado. Siempre era todo tan correcto con él.
No tenías idea cuanto tiempo pasó, pero seguramente fue bastante desde que la puerta se cerró hasta que pudiste despegar la mirada con el ceño fruncido de esta, concluyendo que repensar las cosas no tenía sentido. A los minutos se abrió nuevamente, revelando a un Namjoon un poco agitado con un par de bolsas en cada mano.
“No te voy a dejar sola cuando estás enferma, además” dejó las bolsas sobre la mesa en una esquina de la habitación y se acercó a la cama, agachándose para quedar a la altura de tu cara y regalándote una sonrisa completa terminó la frase “las excursiones a las que no vayamos tienen reembolso”.
•
Decidieron empezar una serie mientras comían ambos sobre tu cama, él negándose a dejarte un segundo sola y vos demasiado terca como para continuar con una pelea de la que sabías que no tenías forma de ganar. Luego de la tercera vez que quedaste dormida te despertaste con la noche en su máximo esplendor a través de la ventana y la pantalla en la pared en negro.
Miraste a un costado y te diste cuenta de que lo que te despertó realmente era Namjoon levantándose con lo que él definiría como sigilosamente de tu lado para probablemente irse a su lado de la habitación. Lo agarraste de la muñeca sin pensar dos segundos, asustándolo un poco y frenándolo en sus movimientos.
“¿Te vas?”
“Son las doce y media, es mejor dormir ya, si tenemos suerte mañana vas a estar mejor y hay que levantarse temprano”.
Hiciste puchero y… suspiraste mentalmente. “¿Te quedas?” podrías jurar que no escuchó tus palabras, no solo por la falta de reacción en ese instante sino porque las dijiste tan bajitas que no estabas segura de sí solamente habían quedado como un pensamiento.
“Dame un segundo”. Fue lo único que dijo antes de soltarse de tu agarre y levantarse por completo. Suspiraste una vez sola en tu lado de la habitación, esta vez soltando todo el aire de tus pulmones.
Tu comportamiento no era raro, razonaste, dos grados más de temperatura sobre tu cabeza y estabas literalmente llorando porque alguien esté cerca tuyo aliviando el dolor de cabeza, o dándote contención inmediata, como solías llamarle. Esa necesidad de acurrucarte entre frazadas y almohadas, y tener una mano constantemente acariciándote el pelo, a veces un montón de abrazos, a veces simplemente el contacto con otra persona.
Tu mamá siempre decía que volvías a ser una niña cada vez que te enfermabas, Yoongi decía que eras más parecida a un gato que a un infante, y Namjoon simplemente accedía callado.
Al parecer te habías quedado dormida rumiando porque al instante en el que abriste los ojos de nuevo sentiste el peso de su brazo en el costado de tu cuerpo, y el calor que emanaba abrazándote como una segunda frazada.
Su pecho estaba pegado a tu espalda y podías sentir su respiración por sobre tu oreja, una de sus manos estaba dibujando patrones aleatorios en tu brazo. Te diste vuelta para mirar en qué posición estaba y lo encontraste con su mano libre sosteniendo su cabeza por sobre la almohada, ojos entrecerrados con tranquilidad.
Otras de las cosas que solían ponerte tensa era la facilidad en la que él te entendía. Sabías que la razón por la que no fue a la excursión ese día eras vos y no te gustaba la idea de que tuvo que renunciar a algo que él quería por vos, pero también sabías que no había persona en la tierra que pudiera convencerlo de lo contrario una vez que había decidido algo; nuevamente no era difícil conocerte, saber que cada vez que te enfermabas tenías cierta actitud difícil por la frustración que te generaba la traición de tu propio cuerpo era fácil, pero el hecho de que él lo tenga pendiente incluso antes de que a vos se te ocurra el porqué de sus acciones, asustaba.
No en ese momento, para ser honesta con vos misma.
“Dormí” susurró, con su voz gruesa resaltando incluso ante la quietud de su voz.
Te diste vuelta, colocándote de nuevo en una posición cómoda y levantaste ambos brazos para agarrar la mano que estaba sosteniendo su cabeza, bajándola y utilizando ese brazo como almohada, acurrucándote sin soltar el agarre. Sentiste su risa más que la escuchaste, y a los segundos los movimientos de su mano en tu brazo continuaron, esta vez con su respiración directamente en la parte trasera de tu cuello.
DÍA 11
Casi como por arte de magia y para nada por la inyección que habías recibido el día anterior ese día despertaste con muchísimas más ganas de vivir, sin tener en cuenta los síntomas restantes del resfrió. Rápidamente notaste el sol a través de las persianas dándole los buenos días, lo que significaba que la humedad del día iba a ser insoportable. Bueno, adiós a las increíbles ganas de vivir.
Ese día, salteándose las actividades que requerían demasiado esfuerzo físico como para realmente ser atractivas en ese momento, les quedaba unirse al grupo en un almuerzo al aire libre combinado con un recorrido de esculturas.
La consigna era preparar y levar comida al estilo picnic o almorzar en uno de los restaurantes cercanos a donde se suponía que estaría la parada para comer.
•
La situación no era la mejor, el porcentaje de humedad en la pagina del clima era directamente proporcional con la cantidad de palabras que ibas a emitir esa mañana hasta que algo cambiara; como el clima no lo iba a hacer, Namjoon decidió tomar la situación en sus manos.
Literalmente, tomarte de la mano para recibir una mirada de advertencia y acto seguido arrastrarte todo el camino hasta el punto de encuentro con el grupo a la hora del almuerzo. Aun con el sol sacando brillo en ambos y la humedad pegándose en el vestido que elegiste ese día para no ser completamente miserable hasta volver al hotel, no redujo el paso.
“Te prometo que sí vale la pena” fueron sus palabras mientras agarraba una de tus manos en dos de las suyas, cubriéndola por completo.
“¿No podemos comer en uno de los restaurantes, con aire acondicionado…?” Intentaste, inútilmente no solo para él que te miraba con ojos decididos, sino con vos misma. Antes de salir del hotel Namjoon tomó la delantera y una vez que se reunieron en el lobby notaste la bolsa que cargaba, probablemente con comida, para lo que sería el picnic programado.
La cosa era, para llegar al lugar destinado donde extenderían manteles en el suelo para comer, era en medio de una exposición al aire libre de esculturas talladas, una extensión de césped a la que se accedía únicamente por escaleras prometedoras de sacar un par de gotas de sudor. Y con este clima… No.
Pero al mismo tiempo, con sus pocas habilidades en la cocina se las había ingeniado una forma de preparar algo digno de un almuerzo, digno de la confianza que destellaba en sus ojos en ese momento, y no podías negarte.
“No, no podemos” terminó él por responderte. Vos suspiraste, exageradamente y acompañando el gesto con un movimiento brusco de tus brazos.
“A veces me pregunto por qué, realmente por qué esta es mi vida, por qué todo tiene que pasar como tiene que pasar, por qué tomé clases de estadística cuando no debía, por qué tuve que sentarme cerca del fondo del aula, por qué…”
La risa aireada de Namjoon no te impidió continuar con tu monologo de agonía y arrepentimiento mientras volvía a entrelazar sus dedos y hacia su mejor esfuerzo para que no parezca que literalmente te estaba arrastrando escaleras arriba.
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Una variedad de frutas, chocolates, refrescos, sándwiches con el logo del restaurante del hotel y recipientes con verdadera ensalada de frutas te sonrieron una vez instalados para comenzar a comer. No era algo demasiado especial, pero de igual forma te tenia flotando sobre tus pies, sonriéndole a él y a la cámara de su teléfono con cada foto que decidió sacar en búsqueda del post perfecto. Todo estaba bien, y estabas feliz.
El sol fue lo bastante amable como para procurar que el césped debajo suyo no esté húmedo por la lluvia de los días pasados, pequeñas flores blancas y amarillas regando la zona por este mismo motivo.
La exposición de esculturas era mucho más grande de lo que te imaginabas, con imponentes moles de concreto esparcidas por toda la extensión de terreno, era una característica exposición de recorrido libre, cada escultura estaba acompañada de un cartel con la información necesaria, sin un camino preestablecido para recorrer.
Después de que Namjoon te retara por descalzarte para sentir el pasto en tus pies terminó haciendo exactamente lo mismo, recostándose sobre la manta a tu lado una vez que terminaron de ordenar todos los deshechos de lo que comieron.
Con los pies quietos y descalzos, los ojos entrecerrados y el corazón más tranquilo, miraste hacia un costado, al perfil de Namjoon; ojos cerrados con facilidad y mentón apuntando al cielo, como si a ese momento lo estuviera disfrutando plenamente con el roce de los rayos de sol contra su piel.
Al parecer sintió tu mirada, porque en segundos se encontraba reposicionándose sobre su costado, para enfrentar su cuerpo contra tu figura, apoyando su cabeza sobre su mano y levantándose justo sobre tu cara con ojos risueños.
“Siempre me gustaron estas flores” te dijo, con su otro brazo estirado por sobre sus cabezas. Miraste para abajo, pensando que hacía referencia a las flores de tu vestido y lo escuchaste reír.
Levantaste la mirada justo a tiempo para ver como su mano se acercaba a tu cara, pequeña flor entre sus dedos. Repitió la acción un par de veces hasta que te diste cuenta de lo que estaba haciendo.
Su mano se quedó acomodando algunos mechones de tu pelo mientras colocaba las flores en distintas partes, casi como si estuviera decorando tu figura tranquila con la naturaleza que los rodeaba.
O bueno, eso era exactamente lo que estaba haciendo, y sin la voluntad suficiente para arruinar el momento con el sonido de tu voz, con el miedo de que esa mirada de absoluta adoración parpadeé y desaparezca, le sostuviste la mirada en silencio.
Una vez que estuvo satisfecho te sonrió, ojos cerrados, hoyuelos y dientes mostrándose mientras se levantaba de su lugar, manteniéndote en el suelo con una mano gentil sobre tu hombro. Buscó la cámara y comenzó a tomarte fotos, cuando el aire dejó de ser un poco denso, te dejaste hacer caras tontas, tirar chistes y pretender que eras un zombie, sacando carcajadas profundas que movían todo su cuerpo y probablemente arruinaban la precisión de la cámara, pero no importaba porque estabas feliz.
•
De vuelta en el hotel siguieron la rutina que tranquilamente venían manteniendo todos esos días, solo que esta vez, cuando fue tu turno de salir de la ducha lo cruzaste aun con el pelo mojado y teléfono presionado contra su oreja hablando de algo que parecía de más serio.
Sabias que era Yoongi porque antes de entrar a bañarte te anunció por mensajes que iba a “actualizarse con el grandulón”.
No fue tu intención escuchar su conversación, pero no pudiste evitar captar unos “sí, ya sé”, era cortado por Yoongi al otro lado, “no, todavía no”, de nuevo, cortado sobre sus palabras, “Yoongi yo no-” a la tercera vez te preocupaste, ¿era una discusión? No sonaba enojado de todas formas, era más como… ¿frustración? Al prestar atención pudiste captar un poco más antes de que todo se derrita en un murmuro. “No es que no estoy seguro, te dije cómo era para mí, Yoon…”
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Cuando apareció para darte las buenas noches luego de cortar la llamada le sonreíste.
“¿Vemos una peli antes?”
Rompieron la tradición de leer antes de dormir, y no les importó realmente. No cuando una vez que los créditos corrían ambos se encontraban profundamente dormidos en los brazos del otro.
DÍA 12
Era extraño, incluso para vos misma la forma en la que decidías actuar de acuerdo con el día, el clima, factores externos o internos, no lo definirías exactamente como cambios extremos, pero en sí, era la diversidad de tu personalidad.
Si la humedad de día anterior era insoportable en la ciudad, había que imaginarla a cinco horas de distancia, en una excursión que requería equipamiento deportivo para senderismo y el camino estaba bordeado por una cantidad de naturaleza, dicho despectivamente, la del día de hoy era absolutamente insufrible.
De todas formas, te despertaste en tu mejor actitud, dispuesta a tomar todas las decisiones e iniciativas del día, esto hasta el segundo en el que sentiste el brazo de Namjoon envuelto en la parte media de tu torso, acercándote más a él. Y de repente la energía inicial se desvaneció en sus ojos, casi como si tomara todo eso como energía para hacerlos brillar de la forma en la que lo estaban haciendo.
“Necesito decirte a-” el golpe incesante en la puerta lo interrumpió cruelmente, la persona del otro lado anunciando la hora y requiriendo que dejen la habitación de inmediato.
Si no avisaban que no asistirían a una excursión, los coordinadores del día tenían la tarea de buscarlos habitación por habitación si no aparecían en el recuento final, y una vez que desbloqueaste tu teléfono para ver la hora, toda esa energía que parecía haber abandonado tu cuerpo volvió de repente, a ambos, y en segundos se encontraban los dos de pie, corriendo de lado a lado para vestirse y salir cuanto antes. Estaban media hora atrasados, y el viaje era largo.
•
Lograron estar listos en una cantidad de tiempo récord, la supuesta conversación pendiente olvidada mientras recorrían los senderos angostos lado a lado, intentando picarse con alguna que otra planta en el camino simplemente para molestar al otro.
“¿Te lo imaginas?” le preguntaste, mirándolo divertida. Llegaron a un sector del camino que rodeaba un camping, sectores divididos para personas que deseen la seguridad de un lugar a donde armar sus tiendas de acampar más toda la experiencia de la naturaleza aún incluida.
“Sería lindo, volver aquí para poner una de esas” te respondió, con una sonrisa juguetona mientras señalaba a una de las carpas más pequeñas “luchar por sobrevivir y todo eso”.
Te sacó una risa. “Okay, pero en serio, sería lindo volver”.
“¿Sin hoteles caros, ni aire acondicionado?”
“Ni camas separadas” concluiste, adelantándote en el sendero y esquivando su mirada “solo una tienda y probablemente un colchón inflable, porque no pienso dormir en el piso”.
•
En un sector particularmente abierto de naturaleza les indicaron que podían tomar un descanso antes de volver, los encargados de guiarlos por la zona les dijeron que pueden continuar si quisieran, pero no podían alejarse en un rango mayor a un kilómetro, y debían volver cuando reciban una llamada si no estaban a la vista.
Con un mapa en mano sugeriste continuar unos metros más por el sendero, a lo que Namjoon curioso aceptó. Te diste el lujo de observar esa expresión en su rostro mientras guiabas el camino hasta que llegaron al punto que estabas esperando ver con ansias, y captaste el segundo exacto en el que por sus ojos se cruzó el reconocimiento.
Era básicamente el borde de un precipicio, lo único que los separaba de una horrible caída eran maderas clavadas en el suelo a modo de barrera, el sendero se abría en ese punto también, dejándoles ver la ciudad desde otra perspectiva, cruzando un poco de naturaleza y un rio que iba cuesta abajo. Una vista que apreciar, y no podías creer que el recorrido no la haya incluido.
“Es una vista hermosa” no pudiste evitar decir en voz alta, absolutamente absorbida por el paisaje al frente tuyo. El calor de Namjoon al costado de tu cuerpo y su mano en tu espalda baja te daban la pauta de que te estaba escuchando.
“Sí” suspiró. Le dirigiste la mirada un segundo para darte cuenta de que te estaba mirando y sonreíste, antes de volver tus ojos a su rostro te reíste con la cabeza agachada, negando levemente. ¿En serio?
Decidiste sostenerle la mirada, con una pequeña sonrisa en tus labios. Sus dedos se movieron contra tu piel, ajustando el agarre en tu cintura y acercando tu cuerpo al de él, y de no ser por la intensidad de su mirada habrías sido capaz de notar la proximidad de sus rostros, él ligeramente inclinado, vos estirando tu cuello para parecer más alta y sostener mejor su mirada.
Y antes de poder pensar en qué es lo que estaba pasando, una de tus manos se dirigió al costado de su cara, la pregunta de qué pasaría sí inundando todos tus pensamientos, y lo guiaste para inclinar su cabeza en el ángulo correcto. Cerraste la distancia entre sus labios en el cuarto qué pasaría sí.
Sus manos no tardaron en encontrar el camino hacia los costados de tu cadera, colocándote en frente de él y haciendo que por el movimiento brusco coloques ambas de tus manos sobre sus hombros. El beso ciertamente no era como te lo imaginabas, era firme y un poco desesperado, con las respiraciones agitadas por, quizás, la sorpresa y las ganas, te permitiste pensar. Cuando Namjoon apoyó su frente en la tuya para tomar un poco de espacio y probablemente recuperar el aliento abriste tus ojos de par en par.
No. No, no, no, no.
“Perdón, mierda, no, perdón, te voy a enfermar, soy horrible, todavía estoy un poco congestionada, Dios esto es muy… Perdón, per-” tus palabras acompañaron los pasos frenéticos que utilizaste para poner al menos un metro de distancia entre ustedes, rápidamente recuperado por su mano en tu muñeca solo con la suficiente fuerza para hacerte retroceder esos pasos y volver a estar frente a frente.
Con su mano libre en tu mentón te obligó a levantar la mirada, aún si sentías que no tenias la suficiente fuerza como para enfrentar lo que sea que ibas a encontrar en sus ojos, se lo concediste y ciertamente no esperabas encontrarte con una sonrisa ladeada en su cara.
“No digas eso”. Su mirada era intensa, pero el destello juguetón seguía ahí junto con su ceja levantada.
“¿Que te voy a enfermar? Pero si es verdad…”
Negó con la cabeza, sus ojos fijos en los tuyos. “Perdón. No digas perdón por el beso, yo no lo voy a hacer” y en segundos ambas manos estaban en tu cara, como lo habían estado las tuyas segundos antes, acercando tu rostro al suyo, lamiéndose los labios casi como si pudiera saborearte de nuevo una y otra vez con tan solo esa acción. Cuando fue él quien cerro la distancia entre ustedes para reanudar el beso, lo hizo lento, cuidadoso, casi como si estuviera permiso para tocar cada parte de tus labios con los suyos.
•
De vuelta en el hotel, tarde en la noche y con la estamina aun burbujeando en sus cuerpos debido a todos los eventos de esa tarde, decidieron que ir a la habitación directamente era demasiado desperdicio de sus energías.
Namjoon pasó discretamente un brazo por detrás de tus hombros mientras te frenaba en tus pasos, acercándote a su cuerpo y sonrió hacia el frente, sin despegar la mirada del ascensor y dejando pasar primero a las demás personas para quedar solos en el lobby una vez cerradas las puertas, preguntó “¿quieres hacer algo estúpido?”
“Siempre”.
La sonrisa que te devolvió valía absolutamente cada estupidez que podrías pensar en hacer a esas altas horas de la noche. Y de alguna manera te sorprendió encontrarte al frente de las puertas cerradas que conducían a la piscina del hotel, claramente deshabilitada porque no era nocturna.
Intentando esconder tus nervios le agarraste la mano que colgaba por uno de tus hombros, entrelazando sus dedos para presionar ligeramente y llamar su atención.
“Nos van a correr, si nos encuentran”.
“Si nos encuentran” repitió, esta vez sonriendo mientras te miraba fijamente.
Como era obvio que no podían entrar por la puerta principal sin romperla o romper la cerradura, cosa que ninguno de los dos estaba dispuesto a hacer, encontraron la vuelta a través de la puerta de mantenimiento, que no tenía entrada directamente a la piscina, pero si una ventana abierta que daba directamente hacia el lugar.
Era la oportunidad perfecta para enfriar la cabeza y gastar toda la energía que les quedó del día. Dirigiste tu mirada a sus outfits, ambos deportivos, recuerdas haber discutido con vos misma sobre tu elección de remera esa mañana, y de cómo era más importante evitar las marcas de sol feas a que se vea más de lo necesario, optando por una musculosa que realmente solo cubría lo suficiente.
Mientras decidiste que con el short y el corpiño deportivo estarías bien, Namjoon se había despojado de toda su ropa menos el short negro, ese que era imposiblemente corto con cordones blancos, dichos cordones aún más largos que la prenda misma. Ese short que se abrazaba a sus piernas y muslos como si ese fuera su único propósito.
Apenas terminó de deshacerse de sus medias se colocó al borde, entrando al agua con un salto de flecha. Mucho show para alguien que quería pasar desapercibido hace apenas unos segundos.
Cuando demoraste más de lo necesario desatándote las zapatillas, antes de deshacerte de tus medias sentiste un roce frio en la parte baja de tu espalda, tardando un total de dos segundos en darte cuenta de que eran las manos mojadas de Namjoon levantándote del suelo y llevándote con él hacia el agua, cayendo ambos con un grito ahogado tuyo.
“Shhhhhhh” siseó una vez que ambos sacaron su cabeza por la superficie, sus manos no tardando en encontrar el camino a tu cintura “nos van a echar del hotel si te escuchan aquí y tenemos literalmente ningún otro lugar a donde ir”.
Le salpicaste agua directamente en la cara “nadie te dijo que me tires al agua sin avisarme”.
“Mi culpa”.
“Sí”.
Tras un par de zambullidas y carreras tontas de un extremo a otro de la piscina, en la completa soledad que les brindaba la noche sus respiraciones se acentuaban con cada movimiento que realizaban, siendo ese el único ruido que los envolvía en ese momento.
Intentaste salir, decidiendo que eran suficientes travesuras por ese día y relativamente más cansada desde que entraste inicialmente al agua. Con un pie en la escalera a un costado de la piscina y a punto de catapultarte hacia arriba para comenzar a salir, sentiste nuevamente una de sus manos acentuarse en tu cintura, lo escuchaste acercarse en el agua incluso antes de tener la pauta de que estaba atrás tuyo, pero mientras su mano se deslizaba por el frente de tu estómago y te rodeaba la cintura con su brazo, tomaste todo lo que había en vos para culparle de tu respiración pesada a la agitación de la actividad física de ese momento.
Con un estirón particularmente fuerte de su brazo pudo desprenderte de la escalera, metiéndote al agua de lleno, sacando un leve quejido de sorpresa de tu boca, y ganándote una mirada de advertencia de su parte.
Te puso delante suyo, aprovechando el estirón para girarte en el agua. La imposibilidad de apoyarte en uno de los bordes hizo que te aferres a los costados de sus brazos, aun si el soporte de sus manos en tu cintura nunca te dejó.
Aprovechando el agarre y con una sonrisa de absoluta mierda intentó sumergirte repentinamente, casi sacando otro grito, pero pudiste exitosamente morderte la lengua y clavar tus uñas en sus hombros para evitar ir bajo el agua sola. En un intento desesperado envolviste tus piernas alrededor de su medio, llevándote por completo a él con vos.
Cuando los puso a ambos de nuevo con la cabeza sobre la superficie amenazaste con escupirle toda el agua que terminó en tu boca por la sorpresa, el usando rápidamente una mano para taparte la boca y evitar que todo termine en su cara.
Y mientras recuperabas tu respiración, aun aprovechando su intromisión en tu boca para guardarte todos los insultos en ese segundo, parpadeaste dándote cuenta de la posición en la que están ahora, y tu respiración parecía no querer regularizarse más ante la nueva información agregada.
Viste en sus ojos lo que estabas segura de que él podía ver en los tuyos, y en un intento desesperado de arañar la tensión que se estaba formando, escupiste toda el agua de tu boca en su mano, ganándote una mirada de absoluto horror de su parte.
“Sos literalmente el peor ser humano que pisó el planeta”. Cada palabra iba acompañada con un chapuzón directo a su cara.
“Así te gusta” te dijo, agarrando tus dos manos en una de las suyas, manteniéndolas unidas por la muñeca, sin soltar el agarre de la otra esta vez en tu cadera, apretándote aún más con su cuerpo.
“Me estas volviendo loca” la intensidad de sus ojos no era parecido a nada de lo que habías experimentado en toda tu vida, incluso en los inocentes juegos de provocación allá de vuelta en su casa, jamás llegaron a ser esto, este aire denso que apenas pasaba por tus pulmones.
Con una reparación cortada lo viste acercarse a tu rostro por segunda vez en el día, apresando tus labios con los suyos una vez que la distancia entre ustedes era mínima. Inmediatamente liberando tus manos, dirigió las suyas a la parte baja de tu espalda, tanteando casi incontinente mientras te sostenía cerca de él para profundizar el beso.
Aunque era todo tu cuerpo el que lo estaba rodeando a él, piernas aun envuelta en su miedo y talones cruzados clavados en su espalda, uno de tus brazos rodeando sus hombros dejando a tu mano descansar en la parte trasera de su cuello y la otra acariciando ligeramente lo que podías alcanzar de su brazo, sintiendo sus músculos flexionarse bajo tu toque mientras los movía en el agua, te sentías profundamente abrumada por su existencia, su boca en la tuya, el calor de su cuerpo aún bajo el agua contra tus muslos, la presión de sus manos bajando cada vez más lento por la extensión de tus piernas, manteniéndote ahí, su respiración pesada haciendo música con el ruido del agua moviéndose alrededor de ustedes. Estaba consumiendo cada uno de tus suspiros y por primera vez en tu vida, no te sentiste ahogada.
Cuando tuvieron que inevitablemente separarse por aire, Nam posicionó sus manos esta vez en tus muslos, aprovechando la ridícula extensión de sus manos para asegurarse de agarrar todo lo posible de la zona.
Y cuando intentaste reanudar el beso con las mismas ganas con las que había empezado todo eso, se sumergió en el agua, deslizándose fácilmente de tu agarre y dejándote patalear para mantenerte a flote mientras salía hacia la superficie a unos metros de distancia. Absoluta mierda.
“Sos un…” siseaste, hablando en susurros. Namjoon te dirigió una sonrisa juguetona mientras salía del agua con la fuerza de sus brazos para sentarse al borde, dejando las piernas (y parte del cordón blanco) dentro del agua. Apoyó el peso de su cuerpo en sus manos y se quedó completamente quieto, intentando regularizar su respiración.
Las ideas más estúpidas eran definitivamente las más espontáneas, y el segundo que tu cerebro se tomó para absorber esa imagen al frente tuyo fue exactamente el segundo que demoraste en resolver cómo ser una absoluta mierda de vuelta.
Imitando su acción de sumergirse para nadar por debajo hasta el lugar donde llegó, emergiste del agua a un par de metros de él, aprovechando el movimiento del agua para tirar tu cabello hacia atrás- Sentiste como las gotas caían de tu rostro al mismo tiempo que las suyas caían a través de sus hombros y pectorales. Con una lentitud absurda y una sonrisa juguetona te acercaste lentamente hacia él.
Te podrías haber detenido el segundo el que sus ojos se abrieron al tacto de tus manos con sus pies, o cuando viste su manzana de adán bailar con la saliva que hizo pasar el segundo que tomaste el cordón blanco que aún rozaba el agua entre tus dedos, o cuando reacomodó su postura en sus manos una vez que te posicionaste entre sus piernas.
Si tu plan original era despertar una reacción de su parte claramente lo habías conseguido, pero justo en ese segundo, con todo juicio de razón nublados por el intercambio de hace un rato, continuaste, optando con fijar tu mirada en el cordón, definitivamente no para evitar la intensidad en la mirada de Namjoon sobre tu cabeza, utilizando tus dedos para jugar con él, torcerlo, envolverlo y estirarlo. Tus ojos siguiendo el movimiento hacia el elástico justo arriba de su entrepierna.
Separaste el cordón en dos cuando apoyaste tus manos en cada pierna de Nam, acariciando apenas por unos segundos para afirmar el agarre y utilizarlas como soporte para subir y salir del agua. Por la maniobra era casi natural que termines a horcajadas sobre sus piernas una vez fuera de la pileta.
Con tus brazos en sus hombros para ayudarte a posicionarte te atreviste a finalmente desprender tus ojos de la única prenda de ropa que tenía puesta para deslizarse a través de su abdomen hasta llegar a su rostro.
Y no supiste si era la intensidad de su mirada, o la tensión del momento, o la forma en la que sus manos absurdamente gigantes se posicionaron nuevamente en tus muslos o como apretaron una vez ahí, que te dejaste llevar. Te sumergiste en él esperando no resurgir hacia la superficie. Sus labios se rozaron, respiraciones pesadas siendo lo único que hacía eco en tus oídos, eso y el arrebatado latido de tu corazón.
Subiendo sus manos hacia la unión de tus muslos y tu cadera, hundiendo su pulgar en la zona y utilizando el resto de sus dedos para apretar y acercarte más a su cuerpo, fue él quien se acercó con la intención de continuar con el juego un rato más, pero esta vez fuiste vos la que inició el beso; hambriento, feroz, húmedo y desordenado.
En segundos te diste cuenta de que la posición comprometedora en la que estaban te dejaba sentir con total libertad el crecimiento en sus pantalones, mientras tus manos recorrían la extensión de su pecho y espalda con efusividad, y las suyas se dedicaron a masajear toda la parte baja de tu cuerpo, presionándote contra él, en consecuencia, haciendo que sus cuerpos se estuvieran moliendo con abandono.
Él rompió el beso con una respiración, casi como si fuera urgente recuperar el aire en sus pulmones para volver a poner todo el resto de su cuerpo en funcionamiento. “Creo que…” puso más distancia entre ustedes, aun respirando con dificultad, “creo que tenemos que parar”.
No habías abierto tus ojos, no queriendo ver la mirada en sus ojos y apretaste con fuerza mientras asentías, “sí…” estabas si no igual que él, peor. El aire negándose a entrar en tu sistema con fluidez. “Sí, es mejor”.
Te deslizaste fuera de su cuerpo, liberándolo de tu agarre y dándole la libertad para que se coloque sobre sus pies, utilizándolos para dirigirse a donde había dejado su ropa. La tomó y pasó nuevamente por tu lado. Vos, aún en el suelo, observando cada uno de sus movimientos.
“Me voy a duchar” murmuró, alejándose con paso firme, para unos segundos luego volver la cabeza en tu dirección para agregar un aireado “que no te atrapen saliendo” y un intento de sonrisa.
Una vez sola, te desplomaste sobre el suelo, con ambas manos sobre tu rostro. Eso era todo.
Te las habías arreglado vos solita para arruinar una amistad de años con una de tus personas favoritas, todo por no poder mantener tu cabeza sobre la misma línea por dos semanas, tenías que hacer de las tuyas y acabar con todo lo que habían construido. La tranquilidad de su presencia, el calor de su cuerpo contra el tuyo, la seguridad de sus manos sobre tu piel, todo eso, así como así arruinado, porque mierda que sabías que después de esto nada iba a ser lo mismo de nuevo.
•
Tu corazón se hundió un poco más una vez que llegaste a la habitación y notaste que no había nadie en el baño. Namjoon claramente de su lado de la habitación revolviendo entre la ropa que aún no estaba en el suelo. Sin una palabra de por medio y un suspiro contenido tomaste tus productos del baño y cerraste la puerta detrás tuyo.
Lo único que contribuyó a tu absoluta oscuridad esa noche fue encontrarlo dormido profundamente sobre tu cama una vez que terminaste tu larga y reflexiva ducha. Con media sonrisa decidiste hacer como si absolutamente nada estuviera mal y te acurrucaste a su lado. Sus brazos recibiéndote con un tinte de familiaridad en los movimientos. Él profundamente dormido.
𝙳𝚘𝚗𝚍𝚎 𝚗𝚘 𝚑𝚊𝚢 𝚗𝚊𝚍𝚒𝚎 𝚖𝚊𝚜 𝚚𝚞𝚎 𝚝𝚞 𝚢 𝚢𝚘.
DÍA 13
El día comenzó como si en la noche anterior tu corazón no hubiera amenazado con romperse en trizas de la tristeza, como si absolutamente nada entre ustedes hubiera cambiado, solo esa leve tensión de cosas no dichas en el medio.
Afuera del hotel, justo antes de subirse al transporte que los llevaría a la siguiente aventura, Namjoon tomó tu mano entre la suya entrelazando sus dedos, y te diste la libertad de pensar por unos segundos que sea lo que sea que estaba pasando ahí, podía ser salvado.
Pero cuando al segundo decidió comunicarte que “necesitamos hablar”, toda esperanza se rompió. Eso era todo.
•
Camino a la excursión lograste sacar las preocupaciones de tu cabeza contagiándote de su aura calmada y tranquila, dejando que casi instintivamente tu mano presionara la suya, entrelazando sus dedos con seguridad, porque la tranquilidad que sentías con él no se iba a ir a ningún lado. A pesar de tu cabeza.
A pesar… No podías sacar de tu cabeza el hecho de que todo parecía que estaba arruinado para siempre, sus manos se deslizaban juntas de lado a lado mientras recorrían las calles de la fama de la ciudad, teatros, exposiciones de cualquier cosa que ofrecían adentro sobre las veredas, muchos lugares para mirar a la vez y tus ojos parecían perdidos mientras tus pensamientos vagaban por las más ridículas conclusiones.
¿Qué significaba eso si quiera? Tenía que ser sobre lo que pasó en el viaje. Era Namjoon, claro, tenía que ser absolutamente todo hablado, con su costumbre de utilizar siempre las palabras primero, la honestidad ante todo y todo eso. Pensar las cosas y repensarlas de nuevo para ser responsables afectivamente con todas las personas a tu alrededor, y por supuesto que a él le malditamente importaría la relación de amistad que estabas a punto de arruinar.
Probablemente diría algo como vamos a poner nuestras cabezas en esto para pensar claramente las cosas, no podemos hacer esto, después de todo él fue el que detuvo las cosas… Dios, ¿qué estabas haciendo?
La nebulosa de tus pensamientos se disipaba cada vez que escuchabas su risa mientras se entretenía con alguna de las tonteras que hacían personas extravagantes a un costado de la calle, o cuando apretaba tu mano para que mires adelante a quien sea que se haya robado toda su atención.
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A pesar de tu tormento personal, al llegar al hotel te anunció que la charla tendría que esperar hasta la cena, y que procures estar cómoda y de acuerdo con la etiqueta del lugar.
Las dudas cayeron de nuevo mientras el agua corría por la ducha, ¿era una buena forma de romper tu corazón? ¿hacerlo todo más suave? ¿o decirte que a penas termine el viaje no quería tener nada que ver con vos mientras comen… ensaladas? Realmente ahora era el peor momento para seguir el itinerario, no con tantas cosas sin decir entre ambos.
Después de todo, lo de ayer fue algo nuevo para ambos, y si bien tus palpitaciones mostraban lo asustada que estabas, de su parte no pudiste conseguir reacción alguna más que tomar distancia e irse. Eso que viste en él por una fracción de segundo era su lado irracional, ese que pocas veces dejaba salir cuando se trataba de personas a las que le importaban, y claramente conflictuado con sus acciones de igual manera quería arreglar las cosas hablando. Ah, hablar, hablar, hablar. Maldita charla.
Cuando saliste y te dirigiste a tu habitación escuchaste como inmediatamente la puerta se cerraba detrás tuyo, tomando él su turno para prepararse. Envuelta en una toalla frunciste el ceño pensando en que no habías llevado muchísima ropa para salir de noche realmente, o algo apropiado para una cena cuando el sonido se quedó atrapado en tu lengua.
Sobre tu armada cama doble se encontraba una caja y a un lado, estirado elegantemente, un vestido negro y corto. Te acercaste para sentir la tela en tus manos, cuando tu atención se la llevo la caja blanca a su lado, al abrirla no evitaste el suspiro de sorpresa y sin pensarlo te diste vuelta para mirar incrédula la puerta del baño, qué carajos.
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Ninguna de las maldiciones que soltaste antes se asemejaban a lo que podrías haber dicho mientras el Uber se detenía al frente del lugar en el que iban a comer. Namjoon se bajó de su lado rápidamente rodeando el auto para abrirte la puerta, un pequeño chiste interno sobre cordialidad y caballerismo, y no falló en ese momento en robarte una carcajada.
Con un traje, camisa blanca y corbata negra (¿a juego con la textura de tu vestido?) te sonrío extendiéndote la mano para salir del auto.
El restaurante es uno de los más caros que existían en el catálogo que les brindaba el hotel para turistas y estaba a un par de cuadras del edificio, así que naturalmente habían tenido la oportunidad de mirarlo solo desde afuera. De vista te dejaba adivinar si era más caro sentarte en una de esas mesas o utilizar una servilleta, y ustedes totalmente hicieron bromas al respecto de la gente que comía adentro. Y ahora ahí estaban, ingresando por la puerta para ser dirigidos por un hombre bien vestido hacia la mesa reservada en nombre de Kim.
Cuando llegaron a la mesa fue cuando tu mente comenzó a dar vueltas. Una reservación para dos. Si esto estaba en el paquete como una sorpresa tendría que ser para tres, ¿o Yoongi no iba a venir? ¿No lo habrá querido pagar?
"Reservación para dos" señalaste, obteniendo solo una sonrisa con hoyuelos a cambio mientras ambos tomaban asiento y les entregaban el menú.
"¿Qué?" largaste una risita. "¿Yoongi no quiso pagar su lugar para la reservación?... O peor, Yoongi la pagó para ustedes dos y me trajiste de reemplazo" él soltó una risa negando con la cabeza "¿la pagó Yoon para él y para mí y cambiaste el nombre de su reservación?"
Namjoon volvió a negar, totalmente encantado con tu habilidad de hablar de absolutamente cualquier cosa para evitar algún tema incómodo. Si el aire estaba tenso lo era para ambos.
Decidieron disfrutar primero de la comida, dejando el resto para después. Y en cierto punto era mejor, si hablaban de cosas que te quitarían el apetito era mejor comer antes y disfrutar del restaurante.
•
"Entonces… Sobre esa charla".
Utilizaste una servilleta para limpiar un costado de tu boca. Este era el momento. Claramente era el momento en el que todo se iba a la mierda, tenían que aguantar un par de días y luego se volvían a su país, a sus casas y no estaban obligados a verse nunca más.
"Intenté buscar las palabras todo el día, no es que te hice esperar porque sí, quiero empezar pidiéndole perdón por lo que pasó anoche…" su voz se hizo lejana mientras tomabas tu celular por debajo de la mesa, pidiendo un auto para salir de ahí en cuanto termine todo eso, la idea comenzaba a asentarse en tu estómago y no te gustaba ninguno de los escenarios que pudiste recrear saliendo de esto.
"... no estaba pensando con claridad" volviste a sintonizar, mirándolo a los ojos. Tenía esa mirada que inmediatamente te sacó un suspiro, no era justo. Nada de esto era justo.
“Quería hacerlo bien, por eso estamos aquí, quería decirte…” cuando estiró su mano, reloj brillando con las luces del lugar y tomó tu mano por sobre la mesa, eso era todo.
“Mira, las cosas no tienen que ser de esta forma” su cara cambió inmediatamente ante tu interrupción. “Yo sé que arruiné esto, no fue mi intención hacerlo, aunque realmente sí era la intención, pero no que las cosas terminen de esta forma, pensé que con el primer beso las cosas estaban más que bien, pero después me di cuenta de que yo fui la que inició todo y vos simplemente te alejaste cada vez más y lo siento, lo que jamás intenté arruinar era esta amistad, siento que me sienta un poco diferente hacia vos, pero no voy a decir perdón por mis sentimientos y eso es todo, tengo un auto afuera…”
“No estabas escuchando”.
¿Qué? Él realmente no pretendía que…
“¿Qué?” tomaste la oportunidad para respirar “¿así que me tenía que callar y dejarte terminar con todo esto y romperme el corazón sin tener una palabra que decir al respecto?”
“No estabas escuchado en lo absoluto” dijo mientras se reía, aún sin dejar ir tu mano por sobre la mesa incluso si intentaste levantarte y arrancarla de su agarre. A veces te olvidabas de que era mucho más fuerte de lo que dejaba ver. “Acabo de decir que estuvo mal de mi parte dejarme ir de esa forma, antes que nada, y que quería hacer las cosas bien, nosotros bien”.
Levantaste la mirada. ¿Qué?
“Y me interrumpiste cuando estaba por decir que siento cosas por vos, que la verdad era que las vengo sintiendo hace muchísimo tiempo y que quería hablar sobre esto para hacer las cosas bien”.
Parpadeaste las lágrimas que se habían comenzado a formar al momento que primero hablaste, intentando contener la confusión que generaban sus palabras en ese momento y suspiraste, dejándote caer en el respaldar de la silla porque ¿de qué estaba hablando?
“¿De qué estás hablando?”
"Fuiste a ese lugar de mierda de nuevo, donde no me escuchas y no dejas de pensar y es mi culpa" abriste la boca para decir lo contrario pero el apretó tu mano y habló antes de que pudieras hacerlo. “Lo es, tendría que haberte hablado anoche, te estaba esperando, pero me dormí porque estaba muy cansado, o quizás no tenía las palabras justas todavía y esta mañana simplemente no supe cómo empezar, necesitaba mi tiempo, pero no fue lo mejor, perdón por eso, pero quiero que sepas que todo lo que dije es verdad, desde esa vez que tuve que morderme para no besarte porque no estaba seguro de si eso es lo que querías, sabía que quería hacerlo bien”.
"Entonces no fue un sueño".
"¿Creíste que estabas soñando con besarme? ¿Y era normal?" Una sonrisa se escapó de la comisura de sus labios.
"Ah, callate”.
Suspiraste y apretaste su mano en intercambio.
“Sientes cosas por mí”.
“Vos también”.
“Ese no es el punto, vos imbécil”.
Su pequeño intercambio un poco menos acalorado y más lleno de bromas internas se vio interrumpido por la notificación en tu teléfono de que el auto que pediste estaba en la puerta y torciste el rostro. Entendiendo que te tocaba explicarle ahora vos a el por qué. Luego de una pequeña charla de por qué sacar conclusiones y actuar en base a ello está mal, Namjoon decidió pedir el postre para llevar y volver al hotel con vos.
•
Una vez en el ascensor del hotel suspiró, negando con una sonrisa y los ojos clavados en el suelo. “Había planeado una reservación vip en el club Benagil para esta noche, si la noche pasada no te sacaban los ojos de encima con esa pollera, este vestido tenia que conocer esos lugares”.
Levantaste una ceja en su dirección, entrando primero al ascensor sin decir una palabra al respecto.
Al destrabar la puerta de la habitación con un poco de dificultad lo primero que atinaste en hacer fue dirigirte al baño. Necesitando intensamente calmar tus pensamientos y poner distancia física entre sus manos gigantescas y tu cuerpo, golpeándote mentalmente al segundo en el que escuchaste música venir desde el otro lado de la puerta. Respiraste profundamente y decidiste tomarte tu tiempo.
“Bueno, si no puedo llevarte a la fiesta, la fiesta va a tener que venir aquí”.
Lo escuchaste hablar mientras destapaba una botella de champagne (cortesía del restaurante, muchas gracias) apenas saliste del baño, su corbata ligeramente aflojada y el saco arremangado hasta sus codos. Las bolsas que trajeron del restaurante con el postre ya descartadas en el suelo y todas las cajas esparcidas sobre un lado de tu cama preparadas para comer. Al verte asomarte te sonrió y sirvió un poco en dos copas separadas sobre la mesa de la habitación.
“Deberías poner eso también en la mesa” apuntaste a la comida esparcida en la cama.
Se acerco con una sonrisa, imposiblemente cerca que casi tuviste que cruzarlos ojos para mantenerle la mirada y recibiste la copa que te estaba ofreciendo, soltando un suspiro al darte cuenta de lo tensa que estabas por ninguna razón. Era él, todo estaba bien.
De un solo trago terminó el contenido de su copa y esperó a que termines la tuya. Su mano libre acarició un costado de tu cara una vez bajaste la copa de tus labios, deslizándola lentamente por la longitud de tu cuello y terminando sobre la curva que lo unía con tus hombros, aprovechando la falta de cobertura en la zona para sentir el toque piel a piel.
Volvió la mirada a tu cara y tomó tu rostro con su otra mano, tirando la copa sobre el colchón para amortiguar el golpe.
“¿Puedo besarte?”
“Por favor” respiraste.
“¿Quieres besarme?”
“Sí, sí, sí, sí”. Respondiste acercándote más a él, presionando sus cuerpos juntos.
Acercándose lo suficiente para rozar sus labios te dijo sobre ellos “no voy a parar”.
Quizás era lo sucedido en los últimos días, pero de repente te sentías nublada, como si todo tu juicio y pensamiento lógico quedara encerrado en una pequeña caja y lo que quedaba en vos eran ganas, ganas de besarlo, de no parar, de no separarte del calor de su cuerpo, de ser consumida lenta y enteramente por él.
“No quiero que pares”.
Esta vez fue él quien acortó la distancia entre sus labios, lentamente al principio, pero por la aceleración de su respiración sabias que no iba a seguir el mismo ritmo toda la noche, y casi como si lo estuvieras esperando deslizó su lengua por tu labio inferior, pidiéndote permiso para ir más profundo.
Cuando se lo concediste, al mismo tiempo en el que el beso comenzó a ser más feroz, sus manos viajaron todo tu cuerpo para terminar en tus muslos, apretándote lo suficientemente fuerte como para moverte de lugar y cuando te diste cuenta de que su intención fue levantarte, despegaste sus labios con un grito de sorpresa.
Entrelazaste tus manos por detrás de su cuello, dejando caer la copa de tus dedos sobre la alfombra, y te sujetaste con tus piernas a sus caderas mientras que él caminaba para apoyar tu cuerpo sobre la pared más cercana. Su boca buscó la tuya una vez más, no dándote la oportunidad de emitir ninguna queja al respecto.
Cuando sentiste que el calor era demasiado comenzaste a usar tus manos para estirar el borde del cuello del saco que traía puesto, intentando bajarlo por sus hombros con dificultad por la posición en la que se encontraban. Sus manos estaban seguras en tus muslos, un poco más abajo de tu culo para sostenerte en el lugar contra su cuerpo y al sentir tu lucha contra el saco te apretó más contra la pared y colocó una pierna entre las tuyas para sostenerte en el lugar, liberando una mano a la vez para sacárselo y tirarlo en alguna parte de la habitación. Con una capa de tela menos entre sus cuerpos buscaste su boca de nuevo, desesperada, casi sedienta de todo lo que tenía para darte, lo querías todo.
“¿Por qué pusiste las cosas en la cama, imbécil?”
“Pensé que íbamos a comer antes que…”
“Claramente pensaste mal” reprimiste un gemido cuando sus manos se apoyaron sobre la carne de tu culo “… así que movete y ponelas sobre la mesa”.
“¿Qué gano con eso?”
Levantaste una ceja esta vez buscando su mirada.
“Voy”.
Dijo, plantándote un beso rápido antes de colocarte de nuevo sobre el piso.
Aprovechaste la distancia para colocarte frente al televisor y bailar lentamente la canción que sonaba de fondo, observando como la camisa se estiraba en los músculos de su espalda mientras levantaba las cosas para ponerlas sobre la mesa en una esquina de la habitación. Una vez terminó se tiró sobre la cama, imitando la pose que tomaba cada vez que desfilabas tu outfit del día, manteniendo la mirada en vos.
“Ah, ¿esto querías?”
“Más que a nada” sonrió.
Lentamente te despojaste de tu vestido, manteniendo el vaivén de tus caderas al ritmo sensual de la música. Cuando se reposicionó sobre la cama en señal de que te unas a él, lo ignoraste y continuaste con la tarea vos sola, tortuosamente lento hasta que finalmente dejaste caer la prenda al piso.
Al no ver en vos intenciones de moverte hacia su lugar se levanto de la cama casi de un salto para agarrarte de los muslos y levantarte, dándose vuelta sobre sus talones para tirarte sobre la cama. Escalando por tu cuerpo y ante tu agitada imagen, intento bajar tu tanga por tus piernas fallando miserablemente en delicadeza cuando la desagarró.
“¿Qué mierda, Joon?”
“Perdón, te compro otra”.
“Mas te vale” intentaste decir, pero no estabas segura si se logró entender porque sus labios ya estaban sobre los tuyo en segundos.
La desesperación estaba clara en la cantidad de veces que se forzó en usar su nariz para respirar correctamente mientras te besaba, utilizando sus manos para recorrer cada centímetro de tu cuerpo, la longitud de tus brazos y la línea de tu cintura, tu abdomen y finalmente descansando sobre tus caderas, apretando ligeramente para colocarte mejor en posición sobre el colchón, escalando el por encima tuyo con una pierna a cada lado de tu cuerpo.
Tus manos aún intentaban aflojar el nudo de la corbata al mismo tiempo que intentabas desarmar un par de botones de su camisa blanca. Con ambas aun manos en tu cadera te levanto para que abrieras tus piernas y colocarse más cómodamente en el medio. Una vez en posición se levantó sobre sus rodillas separándose del beso y arrastrando más que sus manos, su mirada intensa por todo tu cuerpo.
Se apiadó de vos deshaciendo su corbata y un par de botones de su camisa antes de abrirla y terminar por hacer saltar los otros, descartándola rápidamente en el piso.
Con una sonrisa ladeada se sacó el cinturón con los ojos fijos en los tuyos, tirándolo a un lado igualmente y continuando con su pantalón, deshaciendo solo los botones y dejándoselo encima, para cuando volvió a bajar cerca de tu rostro, sentiste firme y plenamente su erección en tu muslo.
Un casto beso y comenzó a bajar lentamente por tu cuello, sacando gemidos de tu boca que intentabas contener con una mano sobre tu boca.
“Quiero escucharte” te retó agarrando tu muñeca y alejándote el brazo de tu cuerpo, manteniéndolo fijamente arriba de tu cabeza.
Su mano libre se dedicaba a recorrer tus tetas, casi jugando con la sensibilidad de tus pezones hasta que su boca se colocó sobre una de ellas, succionado ligeramente y provocando que te retuerzas debajo de él cada vez que sus dientes te rozaban.
Bajó su mano aún más sin despegar su boca de tu cuerpo, colocando la mano entera sobre tu monte de venus y adentrándose solo con sus dedos a los pliegues de tu vulva, recorriendo la zona lentamente y aprovechando cada movimiento para empaparse en vos. Una vez que decidió era suficiente volvió la mirada a tu cara por apenas unos segundos, buscando ese asentimiento con la mirada mientras alineada sus dedos en tu entrada. Con tu afirmación comenzó a penetrarte lentamente.
Su mano sí era gigante y la explosión de placer que sentiste solo con uno de sus dedos podía explicar cuan largos eran; cuando agregó un segundo dedo para comenzar a trabajarte gemiste audiblemente, no reprimiendo absolutamente nada mientras intentabas buscar algún tipo de anclaje a la realidad en los músculos de su espalda.
No podías más, necesitabas mucho más que sus dedos jugando a abrirte. Con tu mano libre comenzaste a bajarle el pantalón, al menos de un lado y lo más que podías ante la posición en la que estaban.
Te libraste de su agarre para usar ambas manos y sujetar cada lado de su cabeza, levantándolo a la atura de tu cara y unir sus labios nuevamente en un beso, esta vez más desastroso y desesperado que la anterior.
“Sacátelos” le pediste en un gemido cuando sus dedos se movieron de cierta forma, él sonrió y se levantó, en la misma posición en la que se sacó la camisa y bajándolos completamente junto con su bóxer, exponiendo su miembro completamente.
Pretender que no salivaste ante la vista de lo que pensaste era una de las extremidades más grandes y gruesas que jamás te cruzaste no fue un problema porque cuando Namjoon volvió la mirada a tu rostro una vez completamente desnudo, le sonreíste y pretendiste secar saliva de tu barbilla con el dorso de tu mano, sacándole una sonrisa y una queja que no terminó de formular.
Eran demasiadas las ganas que tenias de sentirlo por todos lados, pero en tu boca simplemente no era prioridad. Aprovechaste la posición y entrelazaste tus tobillos detrás de su espalda, tomándolo por los hombros y utilizando su peso para voltearlo de lado, cambiando de posiciones y esta vez quedando vos encima tuyo, movimiento efectivo por la distracción de que estaba a punto de hablar y totalmente no se lo esperaba.
Sabía que tomando el control te ibas a sentir más segura, al menos esa primera vez, y él rápidamente se amoldó debajo de tu cuerpo, alineando sus pelvis para que su miembro este en constante roce con tus muslos.
Tomaste iniciativa e imitaste sus movimientos previos, recorriendo con tus manos toda extensión de piel que podías alcanzar, hundiendo tus dedos en sus brazos donde la línea de sus músculos aparece cuando los flexionaba, luego delineando su pecho y donde su abdomen está marcado, siguiendo por la línea v y presionando ligeramente los huesos de su cadera utilizando el agarre como soporte para inclinarte hacia su pecho, pasando ligeramente tus labios por la zona para segundos después unirlos con su piel y chupar una marca rápida en uno de sus pectorales, sintiendo el musculo moverse bajo tu boca y sacando uno de los quejidos más graves que le escuchaste soltar en toda la noche.
“La puta madre…” suspiraste, apoyando tu cabeza en su pecho. Sus manos se habían localizado en los costados de tus muslos, alternando en apretar la carne de la zona y tu culo.
“¿Qué pasa?”
“No hay condones, no compramos, no…”
“Tengo”.
Levantaste la mirada y cuando hicieron contacto con sus ojos le levantaste una ceja.
“¿Dónde? ¿Vos? ¿Aquí?” se río, levantando la mirada hacia el techo para evitar tu mirada inquisitiva.
“Sí, en el bolso, en el bolsillo del costado derecho”.
No tardaste en levantarte de su cuerpo y apresurarte hacia su lado de la habitación, de repente sintiéndote expuesta al estar corriendo completamente desnuda por la habitación. No tardaste en encontrarlos y volver a tu lado de la habitación, colocándote nuevamente en posición mientras le preguntabas “¿los compraste aquí? ¿los trajiste de casa?”
“¿Podemos hablar de eso en otro momento? Ahora realmente, realmente no puedo pensar”.
“Si, señor” le contestaste, ganándote una cachetada más bien sonora sobre tu muslo, un poco debajo de la cadera, sabías que iba a dejar marca.
Luego de colocárselo tomaste la punta y comenzaste a jugar un poco en tu entrada, desesperadamente necesitada de él no lo hiciste más largo cuando comenzaste a hundirlo lentamente en vos, gimiendo casi inmediatamente al sentir cada uno de sus centímetros, insoportablemente grande como para dejarle tomar el control justo ahora. Apoyaste ambas manos sobre sus pectorales y te mantuviste ahí mientras trabajabas tu camino hacia abajo. Ahora entendiste su meticulosa preparación, para sentirte y para que seguramente no te lastimes al momento de hacer esto.
Con las rodillas clavadas a cada lado de su cuerpo reafirmaste el agarre en su pecho y comenzaste con un vaivén de caderas para ajustarte a su tamaño, sacando suspiros de ambos. Ojos clavados en el otro, sin animarse a perderse una mínima reacción de por fin compartir ese momento entre los dos, y de repente sentiste lo tenso que estaba.
“¿Estás bien?” asintió, cerrando los ojos con fuerza un segundo antes de volver la mirada a tu rostro, le costaba respirar, pero eso era normal para ambos en ese momento, su longitud completamente adentro tuyo te sacaba la respiración de por sí.
Nunca te sentiste tan llena, y habías tenido sexo antes, de muchísimas formas, pero nada se sentía como esto, aún si decidías sentarte por horas sobre él estaba esa sensación de estar completamente llena, sintiéndolo por todas partes, despertando esas cosquillas en las partes más profundas de tu ser.
Te reacomodaste en él encontrando un nuevo punto donde su miembro alcanzaba en vos y utilizaste todos tus músculos para levantarte una vez y sentarte, sacando un gemido casi en llanto de parte de él, con las manos firmes en tu culo, apretó más e intentó mantenerte en lugar. Y entendiste cuando te diste cuenta del gemido que salió de tu boca en ese momento sonaba casi a una queja.
“Estoy bien” le dijiste, tirándote sobre su pecho para alcanzar su rostro, cambiando el ángulo y sacándote otro gemido “no me vas a romper” te reíste y cuando él te respondió de la misma manera supiste que diste en el clavo, aprovechaste la distancia para unir sus labios y decirle entre el beso “y yo estoy arriba, estoy bien, me gusta así, me tengo que acostumbrar a vos, nada más”.
Se relajó visiblemente, asintiendo y liberando un poco el agarre de tus muslos para comenzar a recorrer grandes partes de tu cuerpo con sus manos. Te posicionaste de nuevo, esta vez retomando las embestidas y estableciendo un ritmo continuo, lo suficientemente profundo como para dejarte sin aire cada vez que bajabas en él.
Terminaste por jadear su nombre mientras sentías como tus músculos empezaban a quemar, la desesperación que generaba el ritmo que habías adoptado provocó que él empiece a mover su pelvis para encontrarse con la tuya a mitad de camino, sintiendo como el movimiento lo llevaba aún más profundo en vos. Cuando una de sus manos encontró lugar entre tus piernas acompañado cada uno de tus movimientos y cada embestida con una caricia directa en tu clítoris sentiste tus piernas temblar, totalmente ahogada en placer y literalmente en aire, lo dejaste tomar el control de tu cuerpo.
Los reacomodó clavando sus tobillos en el colchón y levantándote ligeramente, sosteniendo tu cadera con su mano libre en un agarre que definitivamente iba a dejar marcas mañana y comenzó las embestidas. Primero tentativamente, llevándote a colocar tus manos sobre la pared al frente tuyo para mantener el equilibrio, una vez segura lo miraste justo cuando un gemido se escapaba sin permiso de tus labios, encendiendo aún más, como si fuera posible, esa llama en sus ojos que iban al compás de la oscuridad que creó la dilatación de sus pupilas.
Sus embestidas comenzaron a ser despiadadas con tu entrada, su mano aun jugando con la sensibilidad de tu clítoris, acompañando el ritmo y te sentías arder, cada parte de tu cuerpo ardía en ese momento, donde sus manos tocaban, donde su mirada se clavaba, en donde su respiración desesperada te rozaba. En el segundo en el que unió su boca a uno de tus pezones entendiste por qué sentías su respiración tan cerca de tu cuerpo, estaba tocando cada uno de tus botones y sentiste como cada vez estabas más cerca, gimiendo incontrolablemente su nombre o variaciones que se podían deducir eran eso.
Pensaste en un segundo de claridad que las paredes del hotel tenían que ser realmente gruesas, porque si no estaban poniendo un show para todo el piso del edificio.
Cuando dedujiste que comenzaba a sentirse en el borde, se sentó en la cama cambiando ligeramente la posición de sus embestidas y logró llegar a partes que no sabias que podía llegar, la coordinación de sus movimientos comenzó a fallarle mientras se dejaba pegar por la ola de su orgasmo en ese momento, respirando pesadamente sobre tu cuello mientras daba las ultimas estocadas.
Con tus manos entrelazadas atrás de su cuello tus caderas volvieron a tomar el control casi sin pensarlo, sintiendo cada uno de sus músculos flexionarse debajo de tu cuerpo lograste sacarle un gemido ahogado mientras intentaba pasar el frenesí de su clímax. Sentiste sus dedos retorcerse sobre tu punto más sensible y aprovechaste la nueva posición para sacar máximo provecho de la fricción de sus cuerpos, persiguiendo tu propio orgasmo aun montándolo sobre el final del suyo.
Entre gemidos ahogados y con la voz rota lograste llamar su nombre para un beso descoordinado entre ambos, a pesar de su sobreestimulación no hizo nada para detenerte llegar al clímax, intentando volver en sí para trabajar aún mejor sus dedos en vos, animándote a llegar a tu propio orgasmo en esa posición. El segundo en el que su lengua paso sobre tus labios para buscar profundizar el beso tus piernas se apretaron casi involuntariamente a su alrededor, sacando gemidos una octava más agudos mientras los espasmos del clímax llegaban como olas a tu cuerpo.
Vos sentada encima de él y él con su cabeza sobre tu hombro tomaron unos minutos para recobrar la respiración y la claridad de mente, la música había dejado de sonar hace bastante y recién lograste notar el silencio de la habitación solamente interrumpido por el jadeo de ambos.
Lentamente salió de vos para sacar el condón, atarlo y descartarlo a un lado; problema del Namjoon de mañana a dónde. Tomó tus caderas esta vez más suavemente y te reacomodó sobre él para quedar apoyado en la cabecera de la cama y vos sobre su pecho.
Comenzó a acariciarte el pelo para quitar algunas tiras de tu cara y habló “eso fue el mejor polvo de mi vida”.
Sonreíste desde tu posición soltando un murmuro de contento “y vos que querías salir”.
“Me gustaba la idea de comernos después de un par de tragos”.
Levantaste tu mirada y buscaste por la habitación la botella aún abierta de champagne a un lado, con un movimiento de cabeza la señalaste. “Todavía podemos”.
Recordaste que en su maleta había más que una caja de condones, y que casualmente trajiste varias con vos en el apuro. Él te sonrió mirando para abajo, directo en tus ojos mientras una de sus manos aterrizaba sobre una de tus nalgas, resonando fuertemente ante el silencio de la habitación.
“Ahora vas a tener que hacer eso de nuevo” uniste sus labios nuevamente, disfrutando de la instantánea respuesta de su parte y hablaste en medio del beso “mientras estoy sobre tu cara”, rompió el beso encerrando tu labio inferior entre sus dientes, apretando ligeramente. Él no era de los habladores en la cama, lo que significaba que tus palabras en el juego previo podían encenderlo más o sacarlo del ambiente muy rápido.
Cuando sentiste su erección semidura contra tu muslo sonreíste en triunfo, comenzando a friccionarlo con tus piernas mientras escalabas lentamente sobre su pecho hasta quedar sentada sobre su abdomen. El resto era historia.
DÍA 14
La tercera vez que Namjoon estiró su mano y apretó “aplazar” la alarma de esa mañana te encontrabas comprometidamente presionada entre el colchón y su cuerpo, doblada a la mitad con tus pantorrillas presionando alrededor de su cuello y tus brazos haciendo lo mejor que pueden por evitar irte contra la cabecera de la cama con la fuerza de sus embestidas. Sus manos, cuando no estaban aplazando la alarma, estaban firmemente presionadas en los hoyuelos de tu espalda, levantando ligeramente para cambiar de posición de vez en cuando.
Con todas las emociones de la noche pasada y básicamente cero horas de sueño se habían olvidado completamente que la excursión de ese día empezaba horriblemente temprano y la alarma estaba programada para sonar a las seis de la mañana en punto.
•
A pesar de considerar quedarse a dormir toda la mañana decidieron que era divertido testear su resistencia física al prepararse e ir de todas formas, y una vez dentro del autobús quedaron completamente desmayados del cansancio.
La llamada incesante de Yoongi a ambos de sus teléfonos celulares los despertó cinco minutos antes de que lleguen a la parada destinada.
“Hermoso, los dos se ven completamente horribles” los saludó del otro lado de la pantalla al segundo en que contestaron la videollamada.
Namjoon se quejó y te pasó el teléfono, claramente no lo suficientemente espabilado como para lidiar con eso ahora.
“¿Qué pasó? ¿No durmieron? ¿Les hicieron escalar montañas también de noche? Wow, realmente te ves horrible” a este punto solo era visible su ojo de lo mucho que se había acercado al celular para tomar una mejor mirada de tu rostro y eso logró sacarte una sonrisa.
No dormir toda la noche era una mierda, pero no podías ni si quiera darte el privilegio de estar molesta ese día por todo lo que había pasado en las últimas veinticuatro horas.
“Ah, ahora sonríes, bueno igual no cambia mucho la situación, pero te extrañé…”
“Gracias Yoon-” te cortaste, dejando el nombre en un simple apodo, tu voz estaba absolutamente ronca por la noche anterior (y madrugada de hoy) y dolía ligeramente. Suspiraste y miraste brevemente a Namjoon aún con los ojos cerrados a tu lado.
Toda la bendita noche.
•
Era el día en donde recuperarían lo que cancelaron el día de lluvia. Las actividades del día se dividían en grupos que harían salto de caída libre (¿no, gracias?) y skyline drinving, o manejar por el horizonte, algo que inmediatamente despertó tu atención al mismo tiempo que una mueca de parte de Namjoon.
“¿En serio quieres hacer esto?” lo escuchaste hablar en tu cuello, tu espalda pegada a su pecho y sus manos en tus caderas, estaba básicamente descansando sobre vos mientras esperaban en la fila a que llegue su turno, lamentablemente un par se les adelantaron y no podían colmar la ruta que tomarían.
“Suena emocionante, jamás había escuchado de eso en ningún lado” razonaste, optando por desbloquear tu teléfono y sacar un par de fotos para mandarle a tus papás, había pasado un tiempo desde que los actualizaste.
Sentiste las cosquillas en tu cuello de sus besos justo cuando apuntabas la cámara en selfie para sacar una de ambos, los lentes de sol haciendo un excelente trabajo ocultando sus caras de cansancio le obligaste a sonreír para la foto “es para papá”.
“Ah” soltó, moviendo las manos de tu cintura y colocándolas en tus hombros.
Una carcajada salió de vos al segundo que tomaste la foto, burlándote silenciosamente de su reacción. Con un rápido movimiento se inclinó hacia tu cara y te robó un beso.
“¿No quieres no hacer esto y volver al hotel ya mismo?”
Con una firme negativa aceptaste la condena de sus labios rozando cada parte que podía alcanzar de tu cara mientras te decía lo frustrante que era no poder dormir bien y tener que estar cien por ciento alerta (“¿y eso culpa de quién es?” "de los dos”). Con besos robados aquí y allá lograron pasar la espera amenamente.
Obviamente terminaste manejando vos el auto que les brindaba el recorrido con el equipamiento completo en caso de cualquier inconveniente, sus no me siento confiado para manejar en esto claramente no eran porque no podía manejar en ningún lado, claro que no.
Mientras luchabas internamente con la sensación de vértigo y los gritos de Namjoon que largaba de vez en cuando por lo nervioso que le ponía la situación, te diste cuenta de que realmente no tenías oportunidad contra él, desde el día que lo conociste estabas absolutamente perdida en todo lo que trajo a tu vida, no caer perdidamente enamorada de él en ese momento parecía casi imposible, justo cuando tus carcajadas y sus gritos hacían más armonía que las canciones establecidas para vivir la experiencia completa.
¿Realmente tuviste alguna chance? Un grandote demasiado amable para sus proporciones y noción de fuerza, que grita insoportablemente cada vez que se frustraba y demuestra su amor y pasión por las cosas dedicándole una enorme cantidad de tiempo junto a ellas.
•
Se adelantó a vos una vez de vuelta en el hotel mientras vos ibas a buscar algo dulce a la pastelería en el restaurante del hotel, decidiéndote por comprar una botella de vino también, solo porque estaba ahí. Una vez en la habitación te encontraste con la imagen de Namjoon con sus mangas arremangadas arrodillado a un lado de la bañera terminando de prepararla. Para relajarte, había dicho.
“Dejame adivinar, ¿quieres que entre con vos?”
Una vez desnuda y sumergida entre las sales de baño y agua en temperatura perfecta no fuiste capaz de despegarle los ojos de encima.
“¿En serio crees que los dos vamos a entrar aquí?” no era una bañera chica como para no soportarlos a ambos, pero era realmente un juego con el destino con su gran contextura más el porte de tu cuerpo.
“Hay que intentar, ¿no?” resolvió, y comenzó a desvestirse en ese momento, sacándote una risita por los movimientos ridículos que hacia intentando, probablemente, imitar tu baile de la noche anterior.
A veces se te olvidaba que él tampoco tenía mucha conciencia sobre su tamaño, pero no ibas a decirle que mitad del agua iba a desbordar el segundo en el que ponga un pie junto a vos.
Una vez colocado en tu espalda y vos entre sus piernas te tomaste muy en serio lo de relajarte, sintiendo como sus dedos trazaban patrones invisibles en la longitud de tus brazos.
Supusiste que, dándole la espalda, pero estando inevitablemente pega a él le dio la seguridad que necesitaba cuando comenzó a hablarte de lo que les faltaba sacar a luz en esos momentos. Esta vez más calmados, disfrutando simplemente la cercanía de sus cuerpos sin nada de por medio, ni dobles intenciones.
“Tenía miedo de arruinarlo todo, no sabía si realmente era posible o si sentías lo mismo, así que lo más fácil era lidiar con los sentimientos hasta que desaparezcan, claramente no lo harían”.
Sonreíste mientras recorrían juntos el tiempo en el que estuvieron sin saber qué eran esos sentimientos, los que los llevaron hasta donde están ahora. De su parte, Yoongi sabía, y eso vino con la revelación de sus verdaderas intenciones tras este viaje, pero elegiste no decir nada mientras también te confesaba como ni si quiera por él pudo averiguar cómo te sentías, eras mucho más reservada con tus sentimientos y era difícil de adivinar.
“Yo también tenía miedo” le confesaste, esta vez vos trazando las líneas de la palma de su mano “pero creo que más de mí misma, nunca me había sentido como vos me haces sentir, sin esa necesidad constante de buscar saber en qué momento tengo que correr, porque me entendías, me protegías, me escuchabas y me traías de nuevo a la realidad cada vez que lo necesitaba” lo escuchaste reír y entrelazó sus dedos.
Con su mentón apoyado en tu cabeza habló esta vez “no creí que fuera posible sentir tanta felicidad, pero aquí estoy”.
Luego de un momento sus manos comenzaron a cubrir más extensión de piel, él optando por comenzar besándote la parte trasera de tu cuello, recorriendo lentamente sobre tus hombros y espalda, al final pidiéndote que te levantes para tener un mejor acceso a tu cuerpo entero, con sus manos recorriéndote cada centímetro y sus labios acompañándolo, pensaste en que no dejó lugar sin besar esa noche.
•
Apenas rozando la oscuridad de tus sueños su voz gruesa te despertó por última vez, “¿qué esperas de todo esto? ¿titulo? ¿planes?”
“Todo. No quiero dejar de sentirme así con vos”.
Suspiró en tu respuesta “yo tampoco,” concluyó “te quiero en mi vida para siempre, como sea”.
“¿La pregunta solo era una excusa para volver a la conversación sentimental, no?”
Sonrió, asintiendo con los ojos cerrados. “Sip”.
“Yo tampoco te quiero fuera de mi vida.”
Suspiró. Luego de un momento de silencio habló por última vez.
“Ah, mi mamá va a estar muy feliz”.
Exitosamente logró sacarte una carcajada en ese momento. “Por fin el sueño de la señora Kim se vuelve realidad”.
DÍA 15
Despertarse el último día no podía describirse ni más ni menos como despertarte en una nube de contento mientras sentías el calor pegándose a tu espalda.
Se habían dormido completamente desnudos, cubriéndose de mundo exterior con una sábana y resguardados del ocasional fresco de la noche por el calor que emanaban sus cuerpos. Namjoon, particularmente, siempre parecía al borde de la fiebre. Suspiraste y te acurrucaste más entre sus brazos, dejando que te presione con su agarre para atraerte más a él, piel con piel tocándose hasta el punto en el que no estabas segura cuales eran tus extremidades y cuáles eran las suyas.
Decidiste despertarlo con caricias en la espalda, estabas especialmente relajada esa mañana, queriendo transmitirle todo el contento que sentías dentro tuyo de que finalmente las cosas parecían caer en su lugar.
Parpadeó un par de veces sin cambiar el ritmo de su respiración, llevando una mano a su cara para despabilarse lentamente sin moverse demasiado con miedo a que tus caricias cesen.
Te sonrió con hoyuelos, ojos cerrados por la luz que entraba a la habitación y labios apretados entre sí. Intentó acercarse a tu boca para robarte un beso que exitosamente esquivaste, provocando que abra ambos ojos, una ceja levantada.
“Tenemos que lavarnos los dientes primero” le dijiste, largando una carcajada cuando por respuesta recibiste un resoplido directo en tu cara. Asqueroso.
Con un brazo arranco las sabanas sobre sus cuerpos, dejándolos a los dos completamente expuestos y obviamente desprendiendo un grito de sorpresa de tu parte. Pasó por encima de tu cuerpo para levantarse de la cama, ganándose más protestas de tu parte, pero nada como la que recibió cuando colocó ambas manos debajo de tus brazos para levantarte sobre tus pies y un poco más, haciendo que rodees su cintura con tus piernas. Pecho con pecho los llevó a ambos a baño, escondiendo la mitad de su cara en la unión de tu cuello y hombro, succionando levemente.
Diligentemente te soltó sobre el frio mármol a un cotado del lavatorio para poner tu cepillo de dientes entre tus dedos, agarrando el suyo y separar un poco de pasta dental en ambos. Te reíste negando con la cabeza, a veces podía ser tan ridículo.
Naturalmente con la boca ya libre de microbios se pegó a tu cuerpo con ambas manos a los costados de tu cara y un beso apasionado uniéndolos, lento y cariñoso, casi como si estuviera memorizando los movimientos de tu boca sobre la suya.
•
Te preguntó si creías que el destino capaz quería esto para ustedes, valijas a sus lados y cuerpos pegaditos mirando el atardecer por el gran ventanal del aeropuerto. Capaz el destino quería esto, o vos habías armado el destino, o fueron ellos, la cuestión es que así eras feliz, y ahí lo querías todo.
“Una vez tuve la idea de mandar todo a la mierda y pedirte que seas mi novia”.
“¿En serio? ¿Y qué pasó?”
“Bueno…” dudó unos segundos “nos contaste que te pusiste de novia, del último imbécil, el tema es cómo había planeado hacerlo”
Sonreíste ante la pasajera molestia, utilizando tu pulgar para dibujar círculos en su mano mientras la sostenías con fuerza.
“¿El cactus que te regalé en tu cumpleaños? Bueno, originalmente estaba pensado en tener una maceta que diga quieres ser mi novia? hasta que desistí de la idea, pero como ya lo tenía resolví que bien podría simplemente dártelo de cumpleaños”.
La pequeña confesión más que risas te recordó del regalo que tenias preparado en tu mochila, este originalmente pensado para su cumpleaños, que estaba a la vuelta de la esquina.
“Te lo voy a dar ahora, primer o segundo día juntos y todo eso” le dijiste mientras buscabas en tu mochila.
Cuando sus ojos encontraron detrás del papel de envoltorio lo que realmente era acompañaron su sonrisa, pero eso no se comparaba a la expresión de sorpresa que inundo su cara entera al momento de ver la firma de lo que traía entre manos.
Era un lienzo pequeño, probablemente no más grande que diez por diez, enmarcaba la silueta de ambos al frente de un atardecer miniatura con colores preciosos, diste vuelta tu teléfono para mostrarle la polaroid que les sacó una pareja en el viaje en uno de los tantos recorridos y que pudieron quedarse. El cuadro era exactamente igual.
“Le pedí un contacto a un par cuando te fuiste al baño, pensaba en testear las aguas y ver si podía conseguir algo para antes de tu cumpleaños, le redacté un muy bien y convincente mail y él” señalaste la firma “me respondió a las horas, creo, como iba a estar en la ciudad por unos días más me ahorró el gasto de envío en hacerlo en esos días, cuando me llegó a la dirección del hotel le pedí al recepcionista si podía guardármelo hasta antes de que nos vayamos”.
Era la firma de uno de sus artistas favoritos que habían tenido la oportunidad de conocer en el paseo de arte y artistas urbanos, claramente aun anonadado por lo que traía entre manos decidiste continuar.
“Es chiquito y no demoró tanto, creo, es original y todo eso, y es tu regalo, la polaroid es mía, vos tenés el cuadrito”.
Joon se rio, abrazándote y apoyando su pera sobre tu cabeza, con un brazo te acariciaba la espalda manteniéndote ahí y en su mano libre todavía sostenía el mini cuadrito para que sea visible a sus ojos.
Cuando te separaste de él, te tomó de nuevo esta vez de tu estomago levantándote ligeramente, y casi por instinto envolviste tus piernas alrededor de su cuerpo, haciéndole más fácil la tarea de mantenerte arriba para besarte mas cómodamente.
“¿A quién más se le podría haber ocurrido eso, si no a mí felicidad?” habló en medio del beso “sos mi felicidad, siempre tengo razón”.
Te sacó una carcajada, y tu respuesta quedó en tu lengua una vez que la oyeron la voz que anunciaba su embarque resonar por todo el aeropuerto.
No se sentía como que uno de los mejores momentos de tu vida esté llegando a su fin, realmente. Pensaste tanto que este día estaría lleno de lágrimas y corazones pesados, pero te sentías más ligera que nunca, burbujeando en felicidad y con una mano entrelazada en la tuya, no se sentía para nada como que nada había terminado, sino más bien como que estaba empezando.
LA VUELTA
De vuelta en casa Yoongi fue el encargado de recogerlos, aunque tenías miedo de que la ausencia de ambos al teléfono lo haya resentido, sonreíste ampliamente cuando lo viste al pie de la escalera mecánica, tirándote a sus brazos una vez que la distancia lo permitía.
“Ni si quiera sabía si iban a volver, me estaba empezando a preocupar por la falta de señales de vida de este lado, ¿saben?” dijo mientras aceptaba el medio abrazo de Namjoon a modo de saludo.
Cuando se separaron casi por instituto tu mano busco nuevamente entrelazarse con los dedos de Nam, no pasando desapercibido por la mirada del más bajo, quien levantó una ceja ante la acción.
“Eso explica muchas cosas” resolvió, casi al borde de tirar un comentario muy fuera de lugar, le golpeaste el costado de su brazo. “¡Yah!, ¿y eso por qué?”
“Nunca estuviste enfermo vos pedazo de mierda” dijiste cada palabra separándola por un golpe a su pecho, sacando risitas de Namjoon a tu lado. “Debí haber sabido cuando mágicamente el día que pusimos pie fuera del país parecías completamente sano, ¡saludable!”
Yoon comenzó a reírse casi histéricamente, coaccionando una sonrisa de tu parte de igual forma. Se encogió de hombros poniendo suficiente distancia entre los dos para que tus manos no lo alcancen y te sonrió antes de comenzar a caminar hacia las puertas del aeropuerto.
“Funcionó ¿no?”
𝚅𝚊𝚖𝚘𝚗𝚘𝚜 𝚍𝚎 𝚟𝚒𝚊𝚓𝚎 𝚊 𝚕𝚊𝚜 𝚎𝚜𝚝𝚛𝚎𝚕𝚕𝚊𝚜 𝚢 𝚊 𝙼𝚊𝚛𝚝𝚎
Cuando se cumplió un año del viaje te encontraste moviendo cajas del camión de mudanzas a su nuevo departamento juntos, vos ejerciendo tu profesión y Namjoon gozando de un nuevo aumento en el trabajo donde aprendió a negociar entre responsabilidades y pasiones.
Todos los domingos se juntan a comer asado con tu familia, hace tres meses ya llevando su propia ración de comida vegetariana. Nueva vida, nuevos hábitos. O al menos, estaban intentando. Los sábados estaban reservados a pasarlos con su familia, tardes de meriendas y juegos de mesa pasaban entre risas y anécdotas, si no eran del viaje eran de algún otro miembro de la familia que quería compartir algo que probablemente ya habían escuchado más de diez veces.
A veces se encontraban visitando la casa de tu abuela en días de semana para merendar y hablar de plantitas con ella, más Namjoon que vos. Sabias que el segundo en el que llegó a su casa con dos masetas de especies que jamás había tenido se ganó completamente su corazón. Y la entendías completamente.
Una tarde, mientras disfrutaban de un café en la terraza de su nuevo hogar, surgió la conversación de agrandar la familia. Te pidió que te saques los auriculares para plantearte la idea, como todas esas veces que te compartía un pedacito del libro que estaba leyendo que particularmente le gustó, explotándote el contexto para que puedas sentir un poquito de lo que siente, y planteó la pregunta. Esta vez él estaba completamente de que ambos sentían lo mismo, y que irías hasta el fin del mundo con él.
Quizás un poco más allá, a la luna o a Marte. Todo, si era con él.
FIN.
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N/A: Por fin!!!
Escribí esto para crear una realidad paralela en donde todo el amor que siento por Namjoon sea correspondido, en donde todas esas palabras que siento que me dice en sus canciones queden plasmadas en conversaciones nocturnas y toda la inspiración que siento de él en mis letras. Es la primera vez que hago algo de esta naturaleza~ sentimental y con propósito y estoy nerviosa pero aaa, aquí estamos.
Para describirlo a él~ usé muchísimas cosas que leí a mis _hermanas_ escribirle porque realmente Namjoon es amor, todo eso y mucho más, y nunca podría describir fiel a la realidad lo que realmente sería tenerlo en mi vida, pero imaginarlo no hace daño ¿o si? La cantidad de veces que lloré escribiendo esto es incontable ya.
Gracias por leerme, siempre <3
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Toda (remix) parte 2 | ot7 x reader.
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✧ Ambientada en Argentina, con lunfardo argentino presente.
✧ Resumen: [leer parte 1] El plan era continuar con la culturización argentina de tus amigos, mostrándoles la experiencia completa y, en el camino, completar la ronda. O, probar otro tipo de noche argentina con tus amigos del otro lado del mundo, donde todo se siente y se acentúa más.

Cuando el sol comenzó a reflejarte en la cara no tardaste en darte cuenta de que no estabas en una habitación, desde entonces tuviste muy poco tiempo para procesar las últimas diez doce horas de tu vida cuando una mano en tu cintura te apretó hacia un pecho desnudo.
La humedad entre tus piernas no te dejaba ni si quiera pensar en que todo lo que había pasado era un sueño, y la necesidad de al menos ducharte crecía con cada segundo de conciencia. Cuando te fijaste ya eran las cinco de la tarde, y Taehyung dormía a tu lado como si apenas fueran las cinco de la mañana.
Después de una rápida ducha, inusualmente relajante como todas las que suelen pasar después de un sábado a la noche, te encontraste con que tenías que volver a ponerte tu ropa de la noche, porque así funcionaba, y no ibas a salir de un hotel con la ropa de tu supuesto amigo con zapatos taco alto en tu mano.
“¿Es necesario?” Lo escuchaste decir a Tae mientras te terminabas de vestir. Para lo único que se había movido era para apoyar la cabeza en contra del respaldo.
“El tema no es si es necesario o no, tengo compromisos”.
“Pregunto, ¿es necesario hacer una joda hoy? ¿No están todos con resaca?”
Porque eso era, la experiencia completa de estar un fin de semana en Argentina. Además de los boliches, cuando estabas en secundaria y en tus primeros años de universidad existían estas reuniones multitudinarias en un punto en común con todos tus amigos y gente que nunca en tu vida habías visto, con la consigna de que cada uno lleve su alcohol, el anfitrión se encargaba de la música, el hielo y el lugar, y duraban más que un boliche. Popularmente conocidas como joda.
Era una casualidad que la residencia que eligieron los mayores para quedarse en las vacaciones tenga pocas restricciones y esté en un área donde sean poco probable las quejas por ruidos molestos, y pensaste, ¿qué mejor que un lugar que realmente no le pertenece a nadie, donde todo lo roto puede reponerse con tan solo pagar sin tener que soportar a nadie más quejarse por ello por los próximos tres meses? Con la libertad de todas las habitaciones de la casa disponible, era la mejor idea que podías haber propuesto para terminar los festejos de tu bienvenida.
Así que ese era el plan, invitar gente, la única etiqueta era que el alcohol no falte y empapar a tus amigos del otro lado del globo en tu cultura de fiesta.
“La diversión es probar la resistencia” le dijiste, con un guiño sacando una sonrisa ladeada de su cara.
“Podríamos quedarnos aquí todo el día y no hacer nada… O, bueno”.
“Tenemos que comer, al menos, y no puedo, tengo que ir, en serio”.
“Podría comerte a vos, y viceversa, y con eso estamos” la seriedad en su tono de voz contrastaba totalmente con su sonrisa y ceja levantada, era mucho.
“¡Taehyung!”
“Okay, okay, te dejo ir, nos vemos más tarde”.
“Me voy, nos vemos más tarde”.
Lo viste tirarte un beso al aire antes de darte vuelta y abrir la puerta. No darle más vueltas al tema en tu cabeza era cuestión de simplemente enfocarte y seguir caminando, ahora, había tanto en lo que tenías que enfocarte, tantas cosas por hacer antes de que sea completamente tarde. Tu plan, en definitiva, no era despertarte a esa hora y mucho menos estar yéndote de un hotel a las seis de la tarde con tu ropa de la noche anterior y zapatos en mano.
—
Por supuesto, apenas se abrieron las puertas del ascensor dos ojos grandes y brillosos te encontraron del otro lado, escaneándote silenciosamente con una sonrisa torcida.
“Jungkook”.
“Hola linda, todavía estás aquí” mencionó, mientras te veía entrar al ascensor con él. “¿Dormiste bien? ¿Cómo estás?”
Y quizás podría ser una resaca tardía, o el mareo del ascensor, pero estaba más y más cerca con cada palabra, hasta el punto de sentir su colonia a través del aire.
“Sí, pude descansar” le contestaste, sin romper el contacto visual.
“¿Cómo estás? ¿Estás bien?” Repitió la pregunta que no obtuvo respuesta, y esta vez sí estiró una mano para pasar el dorso de su mano por un costado de tu cara, y era por estar hiper consciente de cada uno de sus movimientos, pero sentiste hasta como su pulgar terminaba de delinear las terminaciones de tu cara mientras hablaba. “¿Bien?”
Las palabras no salían, así que optaste por asentir con la cabeza. Su mirada era hipnotizante, por decir al menos, y con cada paso más cerca tuyo podías ver detalladamente cómo se oscurecía, más y más.
Jungkook cerró la distancia entre sus cuerpos para pasar un brazo sobre tu cintura y estirarse un poco más, apretando los botones correspondientes y finalmente dándole inicio al ascensor para moverse. Pero no se movió, y con la cercanía podías sentir como su presencia quemaba en tus pulmones.
“No puedo tener suficiente de vos…” casi susurró, como si nadie más que vos estuviera destinado a escuchar eso “¿puedo besarte?”
¿De dónde lo habías sacado? Honestamente, si lo hubiera hecho simplemente, te ahorrarías el ver una sonrisa torcida al notar el color rojo en tus mejillas al momento de contestar. Que insoportable. Y completamente a propósito.
“Sí”.
La risita que escuchaste de él se quedó completamente ahogada entre ambos cuando él cerró la distancia esta vez de sus labios, lento, tierno, casi como si estuviera pidiendo permiso de nuevo.
Realmente, después de la previa anoche, no tuvieron otra oportunidad para estar juntos entre tanto que estaba pasando, y de repente… Ya nada más que Jungkook, su boca, sus manos, su respiración pesada y la pierna que se abría paso entre las tuyas para hacerse lugar contra la pared del ascensor ocupaba tu mente. Era él, por todas partes.
El beso se acentuaba conforme el número arriba de tu cabeza en el ascensor decrecía, y cuando su lengua se abrió paso por tu boca rogaste que el ascensor siga para siempre y nunca se detenga, porque en ese momento nada podría llegar a ser más importante que él y la forma en la que exploraba tu boca con una habilidad impresionante.
En ningún momento se separaron, cuando quiso separarse lo pegaste más a tu cuerpo agarrándote de su remera, estirándola con una desesperación imposible, porque besar a Jungkook era eso, embriagarte en él y querer más y más.
Sus manos estaban en todos lados, en tu cara, en tu cuello, en los costados de tu pecho, en tu cintura, en tu culo, en tus brazos, de nuevo en tu cara, en tu nuca, agarrándote firme cuando intentaste tomar un poco de aire, te estaba consumiendo y lo ibas a dejar.
Lo ibas a dejar si el ascensor no hubiera sonado para avisar que estaban en el piso inferior, y al mismo tiempo que las puertas se abrieron sus labios se separaron. Las manos de Jungkook volvieron a tu cara, delineando con ambos pulgares los costados de tu boca mientras él se lamía los labios, nunca rompiendo el contacto visual. Antes de que lograras recuperar completamente la respiración se volvió a acercar, esta vez para dejar un casto beso en la punta de tu nariz.
“Cuidate hermosa ¿sí? Nos vemos en un rato”. Y el hecho de que te haya acomodado el pelo mientras te lo decía no tenía nada que ver de que no seas capaz de verbalizar una respuesta y simplemente sonreírle y asentir de despedida.
Cuando por fin dejaste el ascensor no te perdiste la forma en la que los espejos luchaban para recobrar la claridad por la humedad que se había pegado en ellos. Entonces el calor no estaba solamente en tu cabeza. Bien
—
Lo último que necesitabas ver mientras te aproximabas a tu casa era una figura sentada en el cordón de la calle al frente de tu casa, esperando a que llegues. Con todo lo que estaba pasando por tu cabeza no se te ocurrió darle una vuelta de más al hecho de que tenías veinte llamadas perdidas de Santiago cuando por fin te despertaste. Y no fue hasta verle la cara una vez debajo de Uber que recordaste lo que había pasado segundos antes de que te duermas.
“Necesitamos hablar, amor”.
“No me digas así, y no, vos y yo no tenemos nada de qué hablar”.
“¿No dormiste en tu casa?”
Lo miraste, incrédula. A esta altura del partido no podía seguir preguntando cosas a las que ya sabía la respuesta, siempre buscando lo peor de vos.
“¿Viniste a reclamarme? Si estás aquí para eso no tengo tiempo, tengo cosas que hacer, déjame pasar”. Porque, por si fuera poco, después de un larguísimo día, estaba el tarado de tu ¿ex? bloqueándote el paso por la puerta de tu casa.
“No, no, escúchame, soy un imbécil–“
“Chocolate”.
"Dejame terminar”. No pudo evitar levantar la voz, pero en segundos recobró la compostura, quizás un segundo más tarde porque ya se había ganado una de tus miradas.
“Bueno”.
“Yo te amo, realmente quiero estar con vos y estoy dispuesto a perdonarte todo lo que me hiciste, pero por favor–“
“Yo no quiero que me perdones”.
“Amor… Lo que digo es, podemos arreglar esto, en tanto y en cuanto dejes de verte con ellos, es lo único que pido, y si me amas, vas a hacer esto por mí”.
Definitivamente el dolor de cabeza era resaca tardía esta vez, era imposible lo que estabas escuchando. Desde el segundo en el que quiso siquiera pensar en que iba a ponerte una mano encima eso estaba terminado para vos, pero era en cierto punto gracioso ver como él no se daba cuenta de nada de eso al tener el atrevimiento de plantarse en la puerta de tu casa, hacerte una escena, tratarte como si vos hubieras estado en lo malo, y pretender que te reduzcas simplemente a un perdón y a acatar órdenes. ¿Qué mierda?
La risa irónica que se te escapó al hablar era inevitable.
“Estas completamente demente, llegar a mi casa y pedirme esto, cuando yo creí haber sido clara cuando te amenacé con llamar a los policías que no quería tener nada que ver con vos. Increíble”.
“Pero…”
Te hiciste lugar entre su cuerpo y la puerta para poder abrirla por fin y plantarte adentro, desde la seguridad de un marco entre ustedes, decidiste ser más clara esta vez.
“Por si te quedan dudas, vos y yo terminamos, no te quiero ver, y si me disculpas, tengo turnos que completar”.
Y un portazo amortiguando los gritos del otro lado.
—
Compromisos son compromisos. Y vos estabas comprometida a una cosa esa noche. O bueno, con la más importante, y esa era terminar con el fin de semana que habías planeado para tus amigos. Eso incluía una pequeña previa de comida, ustedes ocho y una picada antes de que llegue el resto. Introducirles el concepto no fue difícil, había cosas similares al otro lado del mundo, lo único malo era que eras la única que sabía cómo prepararla.
Cuando Namjoon, Hoseok y Yoongi te avisaron que iban a comprar bebidas y el hielo, te aseguraste de que sepan a donde tenían que llegar y cómo encontrar las cosas, una vez que sí estabas segura de que sabían cómo desenvolverse al menos con el nombre de las cosas que estaban buscando los dejaste para dedicarte de lleno a preparar la comida para esa noche.
Estaba planeado para que los invitados empiecen a llegar un rato después de que terminen de comer, dejándote el tiempo necesario para preparar la cena y compartir un rato totalmente no incómodo entre los ocho.
Sabías que Seokjin había quedado en la casa, según sus palabras, era quién más tardaba en prepararse y prefería ocupar ese tiempo para sí mismo, obvio, después de eso, ya estabas planeando los mil y un chistes que le ibas a hacer una vez que vuelva a la sala.
Era obvio que en el momento que escuchaste música del otro lado de la pared era él. El volumen no estaba alto, seguramente era para ambientar el lugar, o para disfrutar mejor el preparase, no pensaste mucho al respecto y continuaste con tu tarea.
No lo escuchaste entrar, así que no era de extrañarse el pequeño susto que te llevaste al sentirlo detrás tuyo.
Tampoco era la primera vez que te encontrabas acorralada en contra de esa mesada, esta vez con tus manos ocupadas en la labor de preparar todo para más tarde. Por la posición en la que se había acercado a vos no hiciste más que levantar la cabeza sobre el hombro y hacer contacto con la media sonrisa de Jin, observando cada uno de tus movimientos.
Con el pelo húmedo y gotas de agua corriendo por su nuca, lo sentiste arrimarse más a vos para ver todo lo que habías estado haciendo y, seguramente era la cercanía o el momento, pero agradeciste con todo en vos que esté recién salido de la dicha vestido. La simple imagen en tu cabeza de Jin paseándose con más de lo necesario mostrándose a tu alrededor era demasiado para soportar a estas alturas.
“Si quieres comer algo de esto tienes que esperar” le dijiste, volviendo a enfocarte en tu tarea.
“Okay” contestó, pegando su cuerpo un poco más al tuyo, todavía observando. “¿Cómo estás?”
“Bien, gracias por preguntar, ¿vos cómo estás?”
Cuando se movió para acomodar una de sus manos al costado de tu cintura lo sentiste, apoyándose contra uno de tus muslos, estaba semi duro, y por la posición no podrías haberte dado cuenta de no estar hiper consciente de su presencia alrededor tuyo. Podría ser por tantas cosas, la posición, la música de fondo, la tela fina del vestido que elegiste para esa noche…
Y estarías loca si no aprovechabas esa oportunidad.
“¿Seokjin estás d–?”
“Mira, te juro que no es mi intención” se apresuró en contestar, apartándose un poco de la mesada y dándote espacio para darte vuelta y confrontarlo con una ceja levantada, te encantaba sacarlo de su zona de confort, “pero con todo lo que estuvo pasando, es eso creo, mi cabeza no me deja en paz”.
Con tu tarea olvidada a tus espaldas te acercaste los pasos que él había puesto entre ustedes. No te perdiste la mención de que él también sabía todo lo que había pasado, e hiciste una nota mental al respecto, dejándola ahí para después. Ahora, había cosas más importantes a las que prestarle atención.
“Tu cabeza no te deja en paz…” repetiste, dándole otro tono a la frase, “¿qué tienes en mente Seokjinnie? ¿Tienes… algo que quieras hacer en este momento?”
“Obvio que sí”.
“¿Qué quieres hacerme?” Empujarlo hasta el borde nunca no era divertido, cuando estaban los ocho reunidos haciendo absolutamente nada, tirar uno o dos comentarios y ver como sus orejas se enrojecían y se molestaba al momento de contestar, era un juego entre ambos que habían tomado conforme pasaban los meses. Pero esta vez… No había vergüenza en la forma en la que contestaba, se había convertido en pura determinación, y un poco de destello juguetón que rara vez tenías la oportunidad de ver.
“Quiero hacerte sentir bien, quiero tenerte toda para mí mientras el tiempo me alcance y…” estaba imposiblemente cerca, cada vez más inclinado para igualar las alturas de sus rostros “quiero besarte, y todo lo demás, si me dejas, ahora mismo”.
“¿Ahora? ¿Aquí?” Intentaste seguir el juego, pero la mirada clavada en tu cara te indicaba la seriedad del momento, su respiración chocando con tu cara te dio la pauta de que era en ese momento, los dos solos.
Y si esa noche saliste de tu casa, arreglada y preparada para continuar con lo que habías empezado la noche anterior, nadie se tenía que enterar.
Sin mediar palabra levantaste los brazos para rodear el cuello de Jin con ellos y cerrar la distancia entre sus labios, con un beso profundo y casi hambriento “sí, por favor, sí”. Si no se estuvieran comiendo mutuamente en ese momento, te habría dado vergüenza lo mucho que se podía escuchar la necesidad en tu tono de voz.
Sus manos no tardaron en cerrarse alrededor de tu cintura, acariciando lentamente la zona a través del vestido mientras profundizaba más y más el beso. Fue cuando empezó a explorar más de tu cuerpo con sus manos que se dio cuenta, al momento de pasar una mano por tus caderas y más abajo, que no tenías ningún tipo de ropa interior debajo del vestido.
Con apenas unos centímetros de distancia entre ustedes dos, Seokjin te habló “¿en serio? ¿absolutamente nada abajo?”
Sonreíste, encogiendo un hombro indicando que realmente no era para tanto. Pero, al segundo que sentiste y escuchaste la nalgada, todo tu cuerpo reaccionó ante eso.
Realmente no era ese el por qué decidiste no usar nada debajo, pero en ese momento recordaste todas las veces en las que, en medio del juego de empujar a Jin hacia el borde de sus límites, cada vez que decías algo mucho más sucio de lo que estaban acostumbrados te ganabas una nalgada de su parte. Empezó como un accidente, la primera vez fue casi como un reflejo, una forma de decirte “ya basta” entre risas, y después de asegurarle que estaba completamente bien, se volvió una especie de chiste interno, encontrándose a veces en el medio de la sala de alguna de sus casas, rodeando o el sillón o la mesa, vos desarmada entre risas intentando preservarte después de decir algo completamente fuera de lugar y Seokjin del otro lado intentando alcanzarte para acompañar el regaño con una nalgada de correctivo.
Esta vez, te dejó sin aire, y podías jurar que con esa simple acción estabas lista en segundos para él.
Ambas manos se cerraron nuevamente en tu cintura, esta vez más firme y te dio vuelta, enfrentándote una vez más con el mármol de la mesada, mientras que él se apretaba a tu espalda.
“No puedo creerlo…” casi susurró en tu oído, mientras que con una de sus manos refregaba sobre la zona que recibió la nalgada. “Ahora, tienes que terminar de cocinar ¿no?, yo me encargo del resto”.
Si este era el juego que quería jugar, estabas dispuesta a complacer, siendo tu cuerpo manejado con tanta facilidad entre sus manos, casi parecía como si no fuera la primera vez que lo estuviera haciendo.
Ambas de sus manos subieron por los costados de tu cintura, tortuosamente lento, quizás intentando no distraerte mientras manipulabas un cuchillo picando el apio para la salsa. No se daba una idea de lo que costaba concentrarse para no rebanarte un dedo en ese momento. Estabas dispuesta a jugar, no a volverte loca entre sus brazos.
Sus manos llegaron a la altura de tus pechos, rodeándolos y rozando con la punta de sus dedos tus pezones, ya absolutamente notorios a través de la tela por la cantidad de escalofríos que toda la situación desprendía de vos. Cuando terminaste con el apio, sus manos ya estaban viajando sobre la porción de vestido que cubría tu abdomen, tortuosamente lento hacia abajo, hasta que llegó a tu monte de venus, deteniéndose brevemente para llevar una de sus manos a tu boca, manteniendo la otra ahí.
“Abrí”.
Le hiciste caso, salivando más de lo normal, no tardaste en empapar dos de sus dedos, y lo siguiente que supiste fue su mano explorando los pliegues de tu vagina y complementando la humedad de la zona con sus dedos también empapados.
Fue imposible contener los gemidos que salían de tu boca, y te aplaudiste mentalmente por esta vez no usar ropa interior y un vestido suelto, completamente accesible para situaciones como estas, completamente–
Un dedo adentro, y su mano libre acariciando lentamente una de tus nalgas, despojándola lentamente de la fina tela que las cubría. Combinando los movimientos lentos entre ambas manos, su boca se acercó a tu cuello y utilizó sus labios para recorrer suavemente la extensión de este. Hiciste la cabeza a un lado, dejándole lugar para hacer lo que se le plazca, y ante esta invitación no dudó ni dos segundos en conectar sus labios más profundamente con tu piel, succionando y besando la zona. Y era demasiado, tortuosamente lento cada uno de sus movimientos que sentías que hace horas estaban en la misma posición.
Fue sutil, la forma en la que tu vientre bajo se contraía y tus manos se aferraban con fuerza al mármol, la primera ola de tu orgasmo pasó tan rápido como llegó, dejándote con problemas para recuperar la respiración, incluso en la posición que estabas.
Cuando se separó de tu cuello y sentiste una de sus manos abandonar tu cuerpo, la seguiste hacia la parte trasera de sus pantalones. Por supuesto, pensaste, que iba a entrar en la cocina con un condón en el bolsillo de su jean. Le tomaste el brazo con firmeza mientras utilizabas la otra mano para estabilizarte contra la mesada, tarea que ahora parecía más que complicada.
“Quiero sentirte”.
En ese momento, por sobre tu hombro lo viste, su mirada determinada oscureciéndose en deseo, fue como si hubieras apretado en los botones, dándole el permiso de hacerte todo lo que tenía en mente.
Se sacudió tu mano de su brazo rápidamente para utilizar esa mano libre y pegarte una nalgada de correctivo, era demasiado, pero esta vez él no se iba a resistir. Con esta misma mano posicionó ambas de las tuyas sobre el mármol a la altura de tu abdomen y apresándolas ahí. La otra mano, supusiste, estaba desabrochando su pantalón y liberando su miembro. Lo confirmaste cuando sentiste algo suave golpear en tu espalda baja.
Volvió a posicionar su mano entre tus pliegues, y te diste cuenta de que estaba utilizando tu humedad como lubricante cuando a los segundos la apartó y se estimuló un par de veces antes de posicionarse en tu entrada. Con uno de sus pies te indicó que separes más tus piernas para acomodarse mejor, y cuando sentiste la punta de su miembro tentar sobre tu entrada, supiste que en ese momento estabas completamente jodida.
Te iba a arruinar.
Con su frente apoyada en la parte superior de tu cabeza, sentiste cada centímetro de él entrar en vos, sin perder el paso lento que llevaba con todo esto, lo hacía todo mucho más provocador. En segundos te iba a tener suplicando por más, y algo en vos se inclinaba a pensar que él lo sabía.
Una vez que su pelvis se pegó a tu cuerpo, se detuvo completamente, tomándose unos segundos para repartir besos en la parte descubierta de tu espalda. Tus pulmones, a estas alturas, parecían completamente inútiles, no cumpliendo completamente la función de procesar el aire de la habitación, dejándote solo con respiraciones entrecortadas.
“Decime…” Seokjin no estaba mucho mejor, y mientras se las arreglaba para pronunciar cada palabra podías sentir como se alejaba, sacando su extremidad casi por completo de vos, “decime que sos mía, ahora”.
Y una embestida profunda, haciéndote sentir esa leve sospecha de que tus pulmones no funcionaban correctamente más como un hecho de que no estaban funcionando para nada. Con una sensación de estar completamente llena de él, intentaste, dos, tres veces hablar.
“So– Soy… Haceme tuya”.
Nuevamente era como jugar a apretar todos sus interruptores, porque tras tus palabras en segundos estaba embistiendo contra vos, inclinándote un poco sobre la mesada, recibiendo una y otra vez su miembro, sintiendo como eso dentro tuyo se construía con escalofríos tras cada embestida, definitivamente era mucho más largo que el promedio, teniéndote segura de que llegaba a lugares que nunca nadie había llegado.
Si tenías dudas de que la noche de anoche iba a dejar marcas en tu cuerpo, el agarre firme de su mano en tus caderas para mantenerte en lugar tras cada embestida te dejaba la certeza de que iban a quedar marcadas hasta sus huellas digitales en tu piel.
Intentaste con todas tus fuerzas contener cada gemido y exclamación que se escapaba de vos, pero con cada sonido sus embestidas aceleraban el paso, y te llevaba al borde de la locura porque no era necesario pedir más, bastaba con gemir alguna aproximación a su nombre y cada embestida seguía a la otra con mucha más potencia.
Cuando liberó tus manos para estabilizarse él mismo aprovechaste para utilizarlas de soporte, la fuerza con la que arremetía contra tu cuerpo no hacía más que sacudir tu cuerpo, y necesitabas mucho más que el apoyo de tus piernas en ese momento.
Una vez establecido el ritmo se aventuró a recorrer tu cuerpo con su mano libre entre embestida y embestida, llegando finalmente a la parte baja de tu abdomen, apoyando su palma en tu monte de venus y utilizando sus dedos para jugar con tu clítoris, demasiado suave contrastando la fuerza con la que sus caderas arremetían contra tu cuerpo.
Decir que la humedad recorriendo a través de tus piernas no eran un indicativo de los ruidos húmedos que provocaban sus cuerpos al chocar era una completa mentira, y mientras más te estimulaba, menos podías sentir como las partes de tu cuerpo respondían.
Volvió a conectar sus labios con la parte trasera de tu cuello al mismo momento en el que la segunda ola de tu orgasmo llegaba, sacándote gritos de “no pares” una y otra vez mezcladas con el nombre de Seokjin. Agradeciste en ese momento a su mano agarrando firmemente una de tus nalgas, y a los apoyos de tus manos sobre la mesada, porque mientras te cogía a través de tu segundo orgasmo, tus piernas dieron de sí y lo único que te sostenía era su cuerpo contra el tuyo.
Las sacudidas involuntarias de tu cuerpo hacían casi imposible la tarea de sostenerte sobre tus pies, y cuando la punta de sus dedos recorrió lentamente tu clítoris al retirar su mano de la zona, tus piernas empezaron a temblar, provocando que se detenga casi por completo, quedando con su miembro adentro tuyo y dándote la oportunidad de recuperar la respiración.
Con lo que no contaban era que, en ese momento, la puerta de entrada iba a ser abierta estruendosamente, anunciando la llegada de alguien a la residencia.
Intentaste moverte para acomodarte la porción de vestido que estaba levantada, pero Seokjin te mantuvo en tu lugar con ambas manos en tu cadera, acomodando la ropa de ambos él mismo mientras no dejaba de ser un soporte para mantenerte de pie. Cuando dejo ambas manos quietas en vos nuevamente confiaste en soltar una de tus manos para agarrar el cucharón más cercano, e intentaste, con toda la seriedad de mundo, continuar con tu tarea de recuperar la respiración mientras colocabas el apio en la salsa, y empezabas a mezclarlo lentamente.
Seokjin no había salido de adentro tuyo, quedándose completamente quieto en esa posición, podías jurar que sentías su miembro palpitar adentro tuyo.
Yoongi fue quien entró a la cocina cuando Seokjin se asomó por sobre tu hombro para pretender que estaba interesado en lo que sea que estés haciendo, utilizando la amplitud de su espalda para cubrirte completamente. Por suerte, no tomaba tanto tiempo sacar una botella de agua de la heladera.
“Joon y Hobi están bajando las cajas”. Informó Yoongi mientras abandonaba la cocina, hacia quién sabe dónde.
Soltaste el cucharon de golpe empujando el recipiente con la salsa hacia otra parte de la mesada y volviendo a usar tus manos como soporte, sentiste como Seokjin volvía a levantar tu vestido para apoyar sus manos piel con piel sobre tus caderas y continuar con sus embestidas. Haciendo lo mejor para no gemir o llorar de la estimulación de esas embestidas, aguantaste el peso de tu cuerpo en tus brazos mientras Seokjin te cogía a través de su orgasmo. Respirando pesadamente sobre tu cuello, él de igual manera estaba intentando lo mejor de sí para mantener a raya cualquier ruido de origen sexual de escaparse de sus labios.
Cuando salió de vos se dieron cuenta del silencio en el que estaba sumergido la casa, y asumiendo que Yoongi había salido nuevamente, Jin te dio vuelta entre sus brazos, utilizando su agarre en tu cadera para levantarte y sentarte sobre el mármol, colocándose entre tus piernas. Cuando empezó a bajar después de un casto beso en tus labios lo paraste.
“No puedo acabar de nuevo, me voy a desmayar” casi lloraste en súplica, porque realmente era demasiado.
Recibiste una sonrisa ladeada “está bien, no te preocupes”, se agachó un poco más a la altura de tus muslos internos, dejando un beso ahí mismo, tus piernas estaban completamente entumecidas entre sus manos, pero mientras y sus manos en la parte trasera de tus rodillas las mantengan arriba y separadas, no había nada de qué preocuparse “no vas a acabar, solo voy a limpiarte, ¿aguantarías por mí, linda?”
Asentiste. Con un beso en la cara interna de uno de tus muslos, comenzó a utilizar su lengua para recolectar toda la humedad que en algún momento habías sentido que se deslizaba entre sus piernas, y cuando se acercó a tu vagina, no pudiste evitar retorcerte con la sensibilidad y soltar un quejido, entre mezcla de gemido y llanto.
“Tranquila, aguanta por mí, ¿sí? Sé buena, ya termino”.
Rozaba lo insoportable, pero con la sutileza con la que manejaba su lengua alrededor tuyo se te hacía mucho más fácil no pensar en la forma en la que tu cuerpo parecía recibir un shock eléctrico ante cada roce de su lengua con tu clítoris, casi como si fuera accidental. Ni siquiera se inmutó ante el semen saliendo de vos, decidiendo acabar con su tarea continuó ahí abajo hasta terminar. Cuando se despegó de tu cuerpo te rodeó nuevamente de la cintura con firmeza para bajarte de la mesada y colocarte sobre tus pies, asegurándose antes de que puedas mantenerte de pie por vos misma.
Se inclinó, sin desconectar el contacto visual, aprovechó para besarte una última vez, saboreándote a vos y a él juntos en su boca, y poniéndote a pensar en a quién más habrías saboreado en ese momento si todos hubiera ocurrido en la misma noche.
—
Mantener el orden con ellos siete nunca se te hizo fácil, menos cuando necesitabas que se concentren o te presten todos atención a algo que tenías que decir, siempre con pequeñas discusiones de fondo, o manos en puños jugando a las peleas, o piernas chocando entre sí y haciendo que el otro se moleste. En resumen, era caótico.
Pero esa noche era diferente, apenas te diste cuenta de que la atención de los siete se clavaba en vos indistintamente apenas te levantabas para recibir a tus primeros invitados, aprovechaste el momento para saludarlos con más efusividad a cada uno de ellos.
Una vez recuperada, y con una leve visita al baño para componerte, habías terminado de preparar la picada. Justo después de terminar de acomodar el alcohol en las heladeras y el hielo en conservadoras, llegaron los demás chicos, iniciando la noche. Dicho sea de paso, les encantó lo que preparaste. Cuando terminaron de comer te dedicaste a prepararte mejor, maquillaje y peinado, porque la cocina y la cogida te había arruinado lo poco que te habías hecho.
Y al empezar la noche te dedicaste a recibir a tus amigos, tu grupo de amigas de la facultad, los que siguieron en contacto después de terminar el secundario, compañeros de un trabajo que una vez tuviste y quedaron como amigos, amigos de amigos y uno que otro grupo de gente con la que compartían este tipo de reuniones tiempo atrás, cuando se podía. A todos y a cada uno los recibiste con un abrazo y un beso en la mejilla, después de todo ellos estaba ahí por vos, y mientras la casa se iba empacando de gente, ante cada abrazo y beso sentías siete pares de ojos quemar en tu espalda atentamente mirando.
Obviamente, después de cada saludo procedía a introducirlos entre todos, y si alguno de ellos apretaba de más la mano de alguno de tus amigos pretendías que no lo notabas y los despachabas para que se acomoden donde más les guste.
La música retumbaba dentro de tu cabeza, y aunque la mayoría de gente ya estaba en el patio, la música estaba a volúmenes que te obligaban al levantar la voz al momento de saludar. Cuando por fin te liberaste de tu tarea, decidiste que era momento de unirte a la fiesta en cuestión.
La parte trasera de la residencia no estaba completamente llena como para no dejarte caminar sin chocarte con cuerpos bailando, pero sí lo suficientemente como para complicarte la tarea de encontrar a tus amigos y asegurarte de que la estaban pasando bien. En el camino, no perdiste oportunidad cada vez que alguien te estiraba una mano para bailar, aunque sea media canción de cuarteto, que era lo que estaba sonando en esos momentos. Entre carcajadas y vueltas te diste cuenta de que Jimin, Hoseok y Jungkook estaban en una esquina charlando con un par de chicas que no tardaste en reconocerla como una amiga de.
Mientras intentabas descifrar si alguno de los otros estaba ahí con ellos sin dejar de bailar te diste cuenta de que el resto se había incluido no muy lejos de vos en una ronda con tus amigos de curso de inglés, charlando de algo que lograste distinguir tenía que ver con la carne del asado.
Cuando Hoseok, Jungkook y una de las chicas se acercaron más a la parte donde estaban todos bailando, captó tu atención que Jimin se había demorado un poco más.
Cuando la música cambió a algo un poco más fuerte y sensual, el grupo a tu alrededor expandió la ronda para que te pongas en el medio, haciendo uno de tus pequeños shows como estabas acostumbrada, bailando sola en el medio hasta que alguno se acerque a hacerte compañía, y te habrías quedado de no ser porque al levantar la mirada te encontraste con los ojos de Jimin en tu cara, escaneándote entera y muy probablemente juzgando la situación.
Fue imposible evitar la mueca de tu cara en sorpresa cuando inesperadamente recibiste una sonrisa burlona de su parte, pegándose más al cuerpo de la rubia con la que estaba charlando hace unos momentos, invitándola a bailar como vos se los habías enseñado. Sin despegar un segundo la mirada de tu cara te levantó una ceja cuando uno de tus temas favoritos empezó a sonar, ganándose una ceja levantada de vuelta.
Sin tener en cuenta que vos también estabas en una posición similar te saliste de la ronda, dejando a los cuerpos que estaban pegados a vos solos, y mientras te acercabas a esa ronda aprovechaste para escanear la situación completa, encontrándote con las manos de Jimin ligeramente apoyadas en la cintura descubierta de la chica, y ella refregándose contra él sin vergüenza alguna.
Cuando llegaste te tomaste dos segundos para saludar al resto en general rompiendo el clima de sensualidad que habían armado esos dos, y con una mirada de costado te apoyaste en uno de los hombros de Jimin para hablarle al oído y que te escuche sobre la música.
“¿Se puede saber qué estás haciendo?”
Una risa como respuesta no era lo que estabas esperando.
“¿Estás jugando conmigo?” Le preguntaste, esta vez más cerca sin importarte que el cuerpo de la rubia que ahora te dabas cuenta de que no conocías para nada quedara en el medio de los dos.
“¿Qué pasa, linda? ¿Estás celosa?”
“¡¿Eh?!”
La rubia se había corrido de la situación, posicionándose del otro lado de Jimin, y antes de que puedas contestarle otra cosa se dio vuelta completamente ignorándote cuando estabas a punto de hablar y llevando toda su atención a ella.
No puede ser que habías caído en su jueguito, y no porque esta noche parecía todo muy real, o tal vez sí, el hecho de que lo esté haciendo a propósito cuando su juego de celos nunca pasó más allá de una sonrisa burlona a la distancia o una blanqueada de ojos, esto era demasiado, así que para no seguir para ahí esperando absolutamente nada te diste vuelta y te fuiste del lugar, dispuesta a recobrar un poco de tranquilidad de tu cabeza lejos de tanta gente.
Cuando estabas a punto de dejarte caer en el sillón de la sala, ya completamente vacío de personas, una mano se agarró de a tu cintura, evitando que cayeras y llevándote unos pasos atrás. No hacía falta siquiera darte vuelta para verlo, la contextura de su cuerpo contra el tuyo te hacía saber de quién se trataba.
“Hacía mucho no te veía así”.
“¿Así como?” preguntaste, cruzándote de brazos.
“Celosa, me encanta, sos hermosa así” las manos que rodeaban tu cintura se ajustaron más alrededor tuyo, presionando su pecho contra tu espalda.
“Estas loco si piensas que estaba celosa” le respondiste, dándote vuelta en el lugar, provocando que sus manos se deslicen por toda la extensión de tu cintura, “de todas formas, no te vas a salir con la tuya con ese jueguito que hiciste allá afuera”.
“¿A sí? Yo creo que deberíamos discutirlo en un lugar mucho más… privado” te respondió, haciendo que su aliento pegue contra tu cara por la proximidad de sus cuerpos.
Despertó todos tus sentidos, animando a esa sensación de anticipación crecer más y más en vos. Con la mirada fija en sus labios apenas te diste cuenta cuando empezó a empujarte hacia el pasillo de las habitaciones, encerrándolos a ambos en una de las que más cerca estaba. Una rápida mirada alrededor bastó para darte cuenta de que era la habitación de Hoseok.
“¿Ya estuviste aquí?” te pregunto, demasiado cerca de tu cara como para en cualquier momento besarte, pero alejándose de vez en cuando para mantenerte en posición.
“No”.
“¿En la de Seokjin…?”
“En la de Namjoon”.
De nuevo, el juego de los celos, con quién estuviste y con quién estuve.
“Ahora es mi turno” te dijo, acercándose más y más a vos, chocando sus cuerpos y provocando que retrocedas unos pasos, de espaldas al resto de la habitación, cuando sentiste el borde de la cama detrás de tus rodillas, te sentaste. Ante esta acción te devolvió una sonrisa ladeada mientras se lamía los brazos y, al parecer, él también tenía conocimiento de los eventos previos en esa residencia.
“Si supieras todo lo que estoy pensando hacerte”.
Luego todo lo que pudiste sentir era a Jimin por todas partes, con el choque de sus labios te alentó a recostarte sobre la cama, ni siquiera percatándote de que en algún momento se había posicionado encima tuyo entre tus piernas, absolutamente perdida en lo embriagante que era besarlo. Siempre te lo preguntaste, cómo sería, cómo se sentiría, si sabría cómo usar su boca. Casi como si te estuviera leyendo los pensamientos, se separó de vos lamiéndose nuevamente los labios mientras hacía contacto visual brevemente para después esconderse en la curvatura de tu cuello, besando la zona.
La habilidad con la que recorría cada parte de tus clavículas y la lentitud con la que sus manos recorrían todo tu cuerpo, desabotonando tu vestido con una prolijidad impecable te tenía suspirando en segundos.
Apenas separó su boca de tu cuerpo sentiste como de un tirón pasaba el vestido por tu cabeza, dejándote completamente expuesta ante él, quien parecía procesar la imagen en frente con un hambre indescriptible. Si había alguien que físicamente podía hacerte sentir que te estaba cogiendo con la mirada sin tocarte un centímetro de piel, era Jimin.
Se acercó de nuevo a vos como si fuera a reanudar el beso, frenando a centímetros de tu cara para empezar a bajar por tu cuello, sin perder la sonrisa que le sacó el ver tu cara en ese momento, suspiraste cuando sentiste a sus labios rozar por el medio de tus pechos, acompañando con ambas manos en los costados de tu cuerpo, sacando escalofríos por la suavidad con la que acariciaba tu piel, casi haciéndote cosquillas con la delicadeza.
Cuando llegó a tu abdomen frenó por un segundo, dejando que sus manos continúen por la extensión de tus piernas hasta llegar a tus muslos, aferrándose firmemente a la carne de ahí y levantarlas con una sorpresiva rapidez.
Dejándote completamente expuesta ante él comenzaste a sentir cada parte de su presencia en tu cuerpo, la forma en la que su respiración caliente chocaba con la cara interna de tus piernas recorriendo la zona esta vez dejando ligeros besos en cada centímetro de piel, para terminar completamente posicionado entre tus piernas, clavando sus ojos en tu cara antes de siquiera hacer algo.
La anticipación te dejaba con la boca seca y la respiración en la garganta, todo parecía moverse en cámara lenta, o porque él estaba siendo cuidadosamente lento con recorrer cada parte de tu cuerpo o porque sus ojos te exigían un nivel de atención en él que a estas alturas no creías capaz de dárselo. Y en el segundo en el que sus labios entraron en contacto con tu clítoris fue cuando de repente el tiempo volvió a la normalidad, despertando cada terminación nerviosa de tu cuerpo haciéndote reaccionar con un leve espasmo y un gemido. Sin despegar sus ojos de tu cara comenzó a mover su lengua entre tus pliegues, volviendo al ritmo lento que llevó todo este tiempo, y mierda que estabas sensible, porque en el momento que sentiste sus labios pegarse y despegarse de tu clítoris con un leve chasquido sacó un grito de vos, renunciando al soporte de tu cuerpo y llevando ambas manos a su cabeza, para mantenerlo ahí, para decirle no pares, para medirlo, para decirle por favor pará, todo al mismo tiempo.
La pregunta de repente no era si sabía usar esa boca en vos, sino cuánto tiempo le iba a llevar volverte completamente loca con ella.
Con la humedad entre tus piernas mezclada con su saliva y los movimientos obscenos que Jimin estaba haciendo entre tus piernas te preguntaste por un segundo si, de no ser por la música imposiblemente alta retumbando en cada una de las paredes de la habitación, sería una buena combinación con cada gemido que salía inevitablemente de tu boca. Y la sentiste al momento que tus manos se aferraron a su cabello más firmemente y tus piernas intentaban cerrarse a los costados de su cabeza, la primera ola de tu orgasmo comenzó a golpear, y tan fuerte como llegó pareció tardar años en atravesarte, intentando escapar del agarre de Jimin en tus caderas, ante cada espasmo lo sentías negarse a separarse de tu entrepierna, comiéndote hasta el último de tus espasmos y separándose de vos una vez que tu abdomen había dejado de contraerse.
Cuando volviste en vos intentando recobrar el aliento pudiste descifrar la sonrisa burlona con la que te estaba mirando desde el otro extremo de tu cuerpo mientras se lamía los labios. Sus manos volvieron a sostenerte las piernas para posicionarse una vez más sobre tu cuerpo entre ellas, haciendo que entonces te des cuenta de que estaban temblando, y te diste cuenta de por qué la mirada. Claro, con la fuerza de ese orgasmo cualquiera temblaría.
“Así que entonces sí puedo hacerte temblar solamente con mi boca”.
Fue inmediato. Es como si hubieras tenido otro subidón de energía de repente, esquivando el beso que iban a darse y aprovechando la posición para darle vuelta en la cama, dejándolo abajo tuyo. En segundos lograste deshacerte de su camisa y empezar a desprender su jean al momento que conectaste vos sus labios juntos.
Cuando lograste deshacerte de sus pantalones lo sentiste a través de la tela de su bóxer contra tu muslo, estaba dolorosamente duro, al punto de que cada fricción despertaba una reacción en él, pero aún sin borrar del todo la sonrisa pícara de su cara. Casi desafiante.
“¿Qué vas a hacerme?”
“Voy a borrarte esa sonrisa de la cara” y sin previo aviso te deshiciste de la tela que separaba su miembro de chocar piel con piel con vos, alineándolo en tu entrada y de una sola embestida sentándote completamente en él, definitivamente, borrando cualquier otra expresión en la cara de ambos que no sea de placer absoluto. Cuando recobraste el aliento pudiste posicionarte en con ambas manos en su pecho, y sin despegar sus ojos el uno del otro, comenzaste a balancearte encima de él, embistiendo contra su pelvis una y otra vez, intentando adquirir un ritmo constante mientras tus piernas te lo permitan. Aprovechaste la posición para pasar tus manos por sobre su pecho, recorriendo cada delineación de músculo y prestando especial atención a sus pezones, al segundo que rozaste el piercing en uno de ellos, sentiste como sus piernas se contrajeron embistiendo al mismo tiempo que bajabas en la longitud de su miembro, haciéndolo ir imposiblemente profundo.
La simple idea que representaba recorrer con tus manos su pecho y detenerte en sus pezones, cada uno decorado con una pieza de metal tan delicada como fría te hacía temblar desde el segundo que te enteraste de que se los había hecho, casi siempre quejándose de la sensibilidad de estos, haciéndote viajar entre todas las posibilidades. Ahora, teniéndolo al frente tuyo, y sabiendo exactamente qu�� reacción causaba, no te despegaste de la zona ni por un segundo, provocando incluso que el choque de su pelvis vuelva a estimularte para dejarte al borde.
Cuando apretó sus manos en tus caderas para mantenerte quieta en posición y volver a tomar el control de las embestidas, su ritmo errático te dio la pauta de que estaba llegando a su orgasmo, y como nunca, la simple sensación de él arremetiendo contra tu cuerpo mientras intentaba perseguir su clímax al final lo hizo por vos, teniéndote con tu frente apoyada en su pecho, dejándolo que te coja a través de tu orgasmo mientras él bajaba del suyo.
—
“Tenemos que salir, la fiesta sigue, y hay gente a la que todavía no he visto entre tantos” le dijiste, al momento en el que estabas acomodándote el vestido de nuevo en tu cuerpo.
“No quiero, quédate aquí conmigo, que se jodan los demás…”
“Jimin, vinieron aquí porque yo los invité...”
“No importa, quédate conmigo” intentó una vez más, alargando las vocales mientras se daba vuelta en la cama quedando con la cabeza casi colgando por un costado, intentando seguirte y alcanzarte con sus manos, aunque estaba lejos, seguía intentando como si fuera a llegar en algún momento.
“Vamos, hay gente llegando, vestite dale” fue lo último que le dijiste antes de cerrar la puerta atrás tuyo.
A la última persona que pensabas ver en ese preciso instante era a Santiago entrando por la puerta de la residencia, y en los segundos que te tomó procesar el pensamiento de que no me haya visto mientras terminabas de acomodarte el vestido, te encontraste con su mirada.
Sin pensarlo dos veces se acercó a vos, rodeado de sus amigos, quienes también eran amigos tuyos, todos saludándote y él quedándose atrás, mirándote fijamente con una expresión casi imposible de descifrar.
“¿Qué estabas haciendo?”
“¿Qué te importa? ¿Qué haces aquí? Creí haberte dicho que no quería tener nada que ver con vos hace menos de diez horas”.
“Los chicos me insistieron en salir, no sabía que íbamos a terminar aquí…” dijo, mientras despegaba la mirada fija de tu cara para mirar por sobre tu hombro y fijar los ojos ahí mismo. Cuando te diste vuelta siguiendo su mirada casi rezaste porque Jimin subiéndose el cierre de sus jeans saliendo de la misma habitación que vos no sea con lo que te encontraste, pero ahí estaban.
En el instante que te tomó devolverle la mirada a Santiago tenías ambas de sus manos en tus brazos, apretándote cerca de él para inclinarse a la altura de tu oreja.
“Así que al final sí sos una puta más, ¿no era Taehyung quien me había atendido ayer? ¿Ahora este?”
“Soltame, Santiago”.
“Al final si es verdad que se turnan, me das as–“
Tu cuerpo se movió reaccionando al empujón que recibió Santiago de parte de Jimin, pero al final te soltó para intentar no caerse al piso.
“¿Qué haces imbécil? Si te dice que la sueltes, la sueltas” lo escuchaste a Jimin hablar, casi tan bajo que sería imposible reconocer su voz en otro contexto.
“Sos un insoportable” no tardaste en decir, la bronca te subía desde la punta de los pies extendiéndose por todo tu cuerpo, “ya no te importa a quien cojo o no, ¡y si me cojo a uno, dos tres o veinte, ya no es tu problema!, ridículo” terminaste gritándole, ganándote una cachetada.
Apenas sentiste la picazón en tu mejilla, su cuerpo estaba siendo acorralado hacia un lado de la habitación, cuando parpadeaste y te diste que Jimin era quien estaba agarrándote de la cara para asegurarse de que estés bien, enfocaste los ojos en la escena más lejos, visualizando a Namjoon agarrando a Santiago de la camisa, y apoyándolo contra la pared.
Jungkook estaba justo a un lado, pero con el cuerpo de Namjoon entre ambos, se tomó un tiempo para refregarse la mano, atento a la escena frente suyo. Fue entonces que te diste cuenta de la sangre que empezaba a correr por un costado de la cara de tu ex.
Pensaste que, seguramente, había entrado al momento justo, y no había llegado para evitar el golpe, pero por la mirada en sus caras sabías que lo habían visto todo. Taehyung no tardó en aparecer en la escena, y no habrías adivinado que él también había visto lo que pasó hace unos segundos de no ser porque lo primero que hizo fue acercarse de un costado y luchar contra el cuerpo de Namjoon para poder pegarle justo en el estómago.
Cuando algunos de su grupo de amigos se acercaron para tratar de separarlos apareció el resto, Seokjin poniéndose en frente de dos y no dejándolos que se acerquen a los tres que estaba acorralando a Santiago.
Yoongi se acercó a vos para pasar una mano por tu cara y preguntarte si estabas bien, casi como relevando a Jimin quien se había alejado de vos para evitar una pelea más grande de la que iba a terminar pasando.
Intentando no prestarle mucha atención a la escena a unos metros de vos, te convenciste de que sea lo que sea que le pase a Santiago se lo tenía merecido, y cuando levantaste la mirada para asegurarte de que seguían ahí, te encontraste con Taehyung empujándolo fuera de la puerta, y a Santiago con una mano en la cara, casi como intentando parar la sangre de su cara, inútilmente a juzgar por los manchones en su camisa.
Lo último que necesitabas era sentir lastima por él, así que aprovechaste la conmoción para retirarte a la cocina y prepararte otro trago.
—
Después de lo que pasó, el resto de la noche se desenvolvió tranquilamente, tus amigos que habían llegado con tu ex se acercaron para asegurarse de que estabas bien, una vez que la situación se tranquilizó y se enteraron de lo que pasó, dejaron que Jungkook y Taehyung lo lleve afuera y se acercaron para disculparse con vos por haberlo traído, no tenía idea que estaban tan mal, decían.
El sol no tardó en salir, la música y la gente a tu alrededor te hizo fácil olvidarte de la escena hace unos momentos, siempre teniendo a alguno de los siete a tu lado, te decidiste con darle un buen cierre a la noche, tomando de cada vaso de fernet al que le podías poner las manos.
Más de una vez te encontraste en medio de tus amigos, casi como si estuvieran impidiéndote bailar con alguien más, se turnaban para apoyarse contra tu espalda y acompañar el movimiento de tus caderas con sus manos, alentándote para bajar cada vez más ante cada tema de reggaetón que se ponía.
Las miradas de complicidad no faltaban, y mientras sentías crecer la tensión con el único que quedaba en la lista de espera, confirmabas cada vez más que los siete sabían lo que estaba pasando. Lejos de sentirte ofendida con esto, lo usaste a tu favor, jugando a bailar con otras personas o a tirar miradas de un lado del lugar al otro, contribuías a que cada segundo se haga más pesado que el anterior, cargados de tensión de una manera inimaginable.
“¿Vas a dormir aquí?” Escuchaste a Yoongi preguntar a tus espaldas, la gente se estaba empezando a ir, y el sol de la mañana ya estaba en su plenitud en el cielo.
“No sé, ¿voy a dormir aquí?”
Sentiste levemente una nalgada que ya estabas esperando, aparte del juego de ser atrevida con Seokjin, también estaba el de no obedecer o no contestar una pregunta a Yoongi, por más sutil que sea, siempre se las ingeniaba para hacerte saber que dejes de jugar con él.
Más, ahora, parecía decir exactamente lo contrario.
Alrededor tuyo aún quedaban personas cuando la mano de Yoongi se enlazó con la tuya, tirando de vos levemente hacia el pasillo.
“Vamos, ellos van a limpiar”.
No tardaste en asentir en afirmación con una sonrisa amplia, dejándote estirar hasta la puerta de su habitación, a un lado de la de Namjoon. Obviamente se dio cuenta de tu mirada sobre la madera antes de entrar los dos en la habitación, llamándote la atención con tu nombre.
“¿Quieres dormir aquí? te preguntó, liberando tu mano de su agarre y decidiéndose por colocar sus brazos alrededor de su cintura y acercarte más a su cuerpo.
“¿Quieres que duerma aquí?” le respondiste de la misma manera, levantando tus brazos para rodear su cuello con ellos y acercar su cara a la tuya.
De alguna forma, entre pregunta y pregunta terminaron los dos recostados en la cama, con tu cuerpo encima del suyo y tus piernas rodeando su cadera. Estabas casi impaciente por la lentitud en la que se estaba tomando la situación, y cuando atinaste a bajar una mano a sus pantalones, lograste escuchar un suave golpe en la puerta.
“No, no, no…” lo escuchaste a Yoongi quejarse detrás tuyo mientras te levantabas para atender, el alcohol en tu sangre te hacía ver las cosas mucho más simples en ese momento y no pensaste dos segundos antes de abrir la puerta y encontrarte con Jungkook del otro lado.
“Yoon– ah. Hola linda” se corrigió, saludándote mientras acomodaba su postura contra el marco de la puerta. Desde esa posición claramente podía ver a Yoongi apoyado con sus antebrazos todavía en la cama, y cuando te diste cuenta fue mucho más tarde de que a Jungkook se le haya iluminado la mirada con un destello de algo indescifrable.
“Cerra la puerta” lo escuchaste decirte a Yoongi del otro lado de la habitación, a lo que te diste vuelta y le sacaste la lengua infantilmente, recibiendo una carcajada que luchó en contener.
De todas formas, dejó la comodidad de la cama cuando Jungkook tomó un paso adentro y cerró la puerta detrás suyo, colocando traba casi inmediatamente.
“¿Qué quieres aquí, Jungkook? Andate”. No llegó a acercarse a la puerta cuando Jungkook le agarró del brazo, casi con cara de súplica.
“¿Puedo quedarme?” la pregunta no era ni más ni menos dirigida hacia vos, y en segundos tenías la atención de ambos.
“¿Me estas cargando?” Yoongi volvió su mirada a Jungkook con molestia, presionando los dedos que tenía alrededor de tu espalda para atraerte mas haca él, como si fuera posible.
“Linda…” te miró Jungkook, y si no lo conocieras lo suficiente no habrías notado el destello desafiante en sus ojos, eso y un poco mucho de calentura. ¿Quién eras vos para negárselo?
“Es decisión de él” dijiste, señalando a Yoongi con el pulgar, y riéndote ante la cara molesta de ambos.
Yoongi parecía conflictuado consigo mismo, alternando su mirada entre vos y Jungkook, para finalmente suspirar y mirarte directamente a los ojos “¿vas a poder con los dos?”.
Claramente no era la respuesta que esperabas, no te imaginaste en ese momento que esa era la vuelta que podían tomar las cosas, pero sin un segundo de duda de por medio, asentiste, incapaz de emitir palabra por miedo a qué es lo que pueda salir de tu boca.
Una vez que Jungkook intentó acercarse a vos Yoongi lo empujó, indicándole que se siente en un sofá de una persona a un costado de la cama, con una advertencia de que se comporte se dio vuelta a vos, reanudando el beso. La falta de claridad en tu cabeza seguramente era porque procesar todo lo que estaba pasando, o lo que iba a pasar, era casi imposible en ese momento, cuando lograste enfocarte, se te escapó una risita en medio del beso.
Yoon se separó, cuestionándote con la mirada por la risa.
“Así que sí es verdad” le susurraste, solo para que él escuche “no puedes decirle que no al más chico”.
Recibiste una nalgada, esta vez mucho mas fuerte, resonando a través de la habitación en respuesta. Si no estuvieras consciente de la presencia de Jungkook a un lado tuyo, no habrías notado el suspiro que se escapó de sus labios también en ese momento.
En medio del beso Yoongi aprovechó para desabotonar una vez el vestido de la parte delantera, solo lo suficiente para que le deje deslizar las tiras por tus brazos y dejar tus tetas expuestas para sus manos, aprovechando inmediatamente para masajear la zona sin despegar sus labios ni un segundo.
Bajando una de sus manos para explorar más de tu cuerpo llegó a tu pelvis, y a través del vestido sintiendo también la falta de ropa interior, para luego meter la mano debajo de la tela y tantear el costado de tu muslo para comprobar realmente si su imaginación no le estaba jugando una mala pasada. Cuando soltaste una risita porque sabías lo que se venía, sentiste otra nalgada seguida de la misma mano presionando con fuerza donde había chocado su mano. Definitivamente, la mejor decisión había sido esa.
Una vez que la boca de Yoongi se encontraba recorriendo tu cuerpo en vez de sus manos, tu vista quedó despejada para robarle una mirada a Jungkook al otro lado de la habitación, mirando con atención la escena al frente suyo, por un segundo estabas tan nublada en Yoongi y su boca que te olvidaste de que él realmente estaba ahí, poniéndose duro en sus pantalones.
El primer gemido que te robó la lengua de Yoongi entre tus piernas fue con los ojos fijos en Jungkook, con ambas manos en la cabeza del mayor, lo presionaste más en tu entrepierna para que haga algo más que solo tentativamente pasar su lengua por la zona. Mientras más profundizaba en vos, más cerca estaba Jungkook de sacar su miembro de sus pantalones con la mirada fija en tu cara, sin perderse ninguno de tus expresiones.
Cuando Yoongi se dio cuenta de lo cerca que estabas y de lo poco enfocada en él que estabas se separó, dejándote al borde, casi con una desesperación dolorosa intentaste mantenerlo abajo, pero con casi un poco de fuerza estaba encima tuyo de nuevo, reclamando tu boca como suya, permitiendo que te saborees una vez más desde sus labios.
“¿Cuántas veces acabaste?” con los otros le faltó pronunciar.
La pregunta tardó tiempo en procesarse, y cuando te diste cuenta de que realmente no sabías te encogiste de hombros “no sé, ¿diez? ¿nueve? ¿en las últimas treinta horas?”
El resoplido de su risa chocó con tu cara, caliente todavía por la proximidad de la posición en la que estaban. “Podría hacerte eso en una noche”. La simple imagen de lo que podría ser pasar toda una noche con él te tuvo tragando con fuerza, sin oportunidad de responder nada astuto que ya tenias su boca en la tuya nuevamente.
Cuando volvió a bajar entre tus piernas, cada vez más lento que la anterior, le robaste una mirada a Jungkook, notando como ya había sacado su miembro de entre sus pantalones, estimulándose lentamente, casi como si quisiera coincidir con el ritmo que llevaba Yoongi entre tus piernas. Sin despegar la mirada de tu cara, no supiste si era lo que quería, pero ciertamente te sentiste con la necesidad de cumplir con tus deseos en ese momento.
Con un gemido llamaste su nombre, estirando una de tus manos para que se acerque.
No supiste en que momento Yoongi se había desasido de su pantalón, con la leve sospecha de que no traía nada más abajo, al momento que tu mano hizo contacto con el miembro de Jungkook, el de Yoongi se alineaba en tu entrada, con sus ojos fijos en tu cara esperando por aprobación, cuando asentiste no perdiste tiempo y llevaste el pene de Jungkook a tu boca, gimiendo alrededor ante la primera embestida.
Sacando la misma cantidad de gemidos de Jungkook como los que ahogabas en su pene ante cada embestida brusca de Yoongi empujándote más al miembro del otro, lo sacaste de tu boca antes de apretar los dientes con fuerza y buscar algo de que agarrarte con tu mano libre, el ritmo que llevaba Yoongi contra vos te estaba volviendo loca, casi arrinconándote contra el respaldo de la cama, llevándote al borde una vez más.
“No pares” fue lo que hizo que cambie el ritmo, casi pausando las embestidas en contra tuyo y sacando un quejido de lo más profundo de tu garganta.
“Date vuelta” era una orden, y quién eras vos para decir que no.
Liberando a Jungkook de tu mano, lo observaste sentarse a un lado tuyo mientras que vos te colocabas sobre tu estómago, sin tener tiempo de acomodarte sobre tus rodillas que las manos de Yoongi te posicionaron en un segundo, manejando tu cuerpo a su gusto. Con manos y rodillas apoyadas en el colchón, sentiste la humedad de su lengua una vez más en tu entrada, extendiéndose cada vez más por toda la zona, hasta que sentiste un dedo presionar contra tu ano, utilizando tu propio lubricante para facilitar el ingreso.
La mano de Jungkook en la parte superior de tu cabeza llamó tu atención “¿bien?” preguntó, recibiendo un mmhm en afirmación, no tardaste en volver a envolver su miembro con una de tus manos, acercándose más para volver a llevártelo a la boca, succionando fuertemente con la cara interna de tus mejillas, provocando que reafirme el agarre en tu cabello, estirando un poco para controlar el ritmo que llevabas con tu boca en él, distrayéndote de la tarea de Yoongi atrás tuyo.
Cuando estuviste completamente lista y su boca abandonó tu entrada una vez más, aprovechaste para escalar más en la cama y sentarte sobre Jungkook con tus piernas una a cada lado de su cuerpo. Agarraste a Yoongi de la mano, acercándolo más a ustedes dos, y una vez que lo sentiste presionado con tu espalda, llevaste una de tus manos a la parte trasera de su cuello, acercándolo a un costado de tu cara.
“Los dos” fue lo único que dijiste, mientras que con tu mano libre alineabas a Jungkook en tu vagina, Yoongi hacia lo mismo con su propio miembro en la entrada de tu culo, empujando tortuosamente lento mientras intentabas mantener la compostura.
Si quería jugar a controlarte, esta vez iba a ser bajo tus propias reglas, aunque eso signifique ver completamente blanco al momento en el que ambos tomaron un ritmo parecido, Yoongi embistiendo desde atrás y Jungkook levantando su pelvis para coincidir con sus embestidas.
Con tu mano todavía aferrada al pelo de Yoon, inclinaste la cabeza para apoyar tu cien contra su frente, sintiéndote cada vez más llena de los dos. Al momento que sentiste otra nalgada de Yoongi cuando decidiste moverte un poco provocando que cambien un poco de ángulo, sentiste los labios de Jungkook en uno de tus pezones, aferrándose a este y succionando mientras que con su otra mano acompañaba con masajes, aprendiendo rápidamente cual era una de tus debilidades, le dirigiste una rápida mirada casi no tolerando la imagen en frente tuyo.
La fricción que lograste crear entre sus cuerpos volvía a ponerte al límite, esta vez no controlando los espasmos que arremetían contra tu cuerpo mientras sentías como ambos estaban cada vez más cerca del clímax, casi en sintonía al mismo tiempo que hacían de tu cuerpo suyo. Había manos por todos lados, aferrándose a tus caderas, a tu cintura, en tus tetas, en tu cuello manteniéndote en lugar para que ellos se encarguen de las embestidas, y todo era demasiado, los gemidos que salían de vos se podían confundir con gritos, mezclándose con los gruñidos de los dos al momento de acelerar las embestidas.
Jungkook acabando en vos y mordiendo en una de tus tetas, al mismo tiempo que otra nalgada chocaba con tu muslo por estirar de más el pelo de Yoongi fue lo que te llevó al borde, arremetiendo con tu cuerpo por ¿segunda? ¿o tercera vez? con un orgasmo, y estabas segura de que las contracciones en tu entrada fue lo que terminó con Yoongi al mismo tiempo, apoyando su cabeza en tu espalda siguió con sus embestidas hasta que bajó de su orgasmo.
Con lo estúpida que te sentías en ese momento después de pasar por un orgasmo con la misma intensidad de morder un cable, no registraste el momento en el que Jungkook se fue de la cama, dejando la habitación no sin antes dejarte un beso en tu cabeza, o quizás esa parte la habías imaginado.
De todas formas, una vez que la claridad había vuelto a vos, Yoongi había desarmado las sabanas de la camada para cubrirse a ambos con ella, acariciando un costado de tu cuerpo con sus dedos lentamente.
“No puedo creer que me hiciste compartirte” te dijo al momento que enfocaste tus ojos en su cara.
“Dije que era decisión tuya”.
Con la misma mano que recorría tu cuerpo aprovechó para agarrarte con más fuerza y acercarte a su cuerpo, robándote un beso en ese momento. Mientras se profundizaba te diste cuenta de que volvía a estar duro en medio de sus cuerpos, creciendo de forma imposible en segundos y haciéndote salivar como si nunca lo hubieras probado.
“Tenemos el resto de la mañana para que me hagas tuya” fue lo último que dijiste antes de tenerlo encima de tu cuerpo una vez más.
—
El mundo empezó a girar a tu alrededor una vez que abriste los ojos, obligándote casi inmediatamente a cerrarlos de nuevo, haciendo el mareo mucho peor, te costó estabilizarte en la cama hasta que pudiste levantarte completamente sin sentir que eran los últimos segundos de tu vida. Con la resaca casi martillando desde adentro de tu cabeza, escaneaste la habitación por tu vestido, no encontrándolo por ninguna parte y en su lugar encontrar una botella de agua y pastillas para la resaca a un lado de donde estabas durmiendo.
Al momento de dejar la habitación completamente en soledad atrás tuyo para buscar más agua, apenas notaste que afuera se estaba oscureciendo nuevamente, y pensando en lo poco que habías dormido esa tarde, arrastraste los pies fuera del pasillo.
Claramente, tampoco habías pensado dos veces antes de ponerte una de las camisas que estaban en el piso al salir de la habitación, todavía con el perfume de Yoongi marcandola como suya, deslizandote en la comodidad familiar de no usar nada pegado al cuerpo. Ahora, con un par de ojos curiosos mirando en tu dirección, se te cruza la idea de que no, no realmente.
"¿Desayuno?"... Yoongi miró brevemente por la puerta de vidrio detras tuyo. "O mejor, ¿cena?"
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Toda (remix) | ot7 x reader.
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✧ Ambientada en Argentina, con lunfardo argentino presente.
✧ Resumen: Se levantan las restricciones de la cuarentena y vuelves a Argentina, dispuesta a pasar una noche de boliches y alcohol con tus amigos, sin importarte los inconvenientes de los días pasados. O, tus amigos de Corea van a vacacionar a Argentina una vez que la cuarentena se levantó, y tu novio se pone celoso, haciendo una escena en público llevándote a desquitarte una noche de sábado con los motivos de sus celos.
[parte 2]

Hace un mes anunciaron que el distanciamiento social obligatorio por fin se levantaba, después de meses y meses de ir bajando las restricciones de a poco, todo volvía lentamente a la normalidad, y eso significaba una cosa: volvían los boliches. Estabas festejando tu bienvenida a Argentina. Te la ibas a dar.
Después de pasar dos años afuera de tu país, te volvías desde Corea del Sur para reencontrarte con toda tu familia. Estudiar en el exterior fue una experiencia increíble para vos, pero hacía seis meses habías terminado tu año de intercambio y te quedaste varada por la pandemia.
No había sido todo tan terrible, aunque tu familia, amigos y novio quedaron en Argentina, hiciste nuevos amigos, tus habilidades sociales salieron a florecer cuando más las necesitabas y conociste a Jeon Jungkook en la facultad, quien de a poco fue introduciéndote a su grupo de amigos, los cuales parecían tan unidos a pesar de ser de diferentes carreras y ocupaciones; pero no tardaron ni un segundo en hacerte parte del círculo.
Cuando un chico de primero, ahora sabías que era Jungkook, se te acercó para pedirte los apuntes de inglés de cuarto año, materia que quería adelantar, nunca te habrías imaginado que al terminar todo esto ibas a hasta estar en un avión de vuelta a Argentina con todo tu grupo de amigos detrás tuyo.
No querían dejarte ir, habían pasado mil y una juntos; salieron a comer incontables veces con Taehyung una vez que las restricciones lo permitieron; se juntaban en el departamento de Jimin a jugar videojuegos; tenías tardes de estudios y mates con Namjoon (una vez que les enseñaste qué era el mate, con el equipo que te llevaste desde tu casa, les encantó a todos y siempre te pedían que les cebes uno); Hoseok y Seokjin eran más del karaoke usando el equipo que se había comprado Jungkook para navidad, haciendo competencia de puntos entre los cuatro, y estar cerca de Yoongi significaba aprender de música, aprender de él y de sus estudiantes de medio tiempo. Y después de cada día, a medianoche hacías videollamadas con tu novio, Santiago, quien seguramente recién estaba almorzando al otro lado del mundo. Esa era tu vida, en medio de una pandemia supiste encontrar a tus personas.
Cuando se enteraron de que las restricciones se flexibilizaron cada vez más para permitirte salir de Corea del Sur y volver a tu país, no tardaron en organizar sus horarios y vacaciones para subirse al avión con vos. Ibas a pasar las vacaciones de verano en Argentina con aquel grupo de personas que se hicieron un lugar que esperabas sea permanente en tu vida.
Tu familia y novio fueron a recibirlos en el aeropuerto, después de tanto tiempo sin verlos cara a cara, podías sentir las lágrimas en tu cara y una mano en tu espalda reconfortándote hasta que llegaste a ellos.
La única medida de seguridad que era obligatoria seguir era la semana de aislamiento desde que aterrizas al país hasta estar seguros de no presentar ningún síntoma, así que se organizaron en grupos para pasar esa semana, vos habías coordinado todo con tus papás y Santiago para que los chicos estuvieran cómodos la primera semana que tenían que pasar solos en un país que no conocían. Santiago preparó su casa para que ambos hicieran la cuarentena juntos, para recuperar el tiempo perdido; Jimin, Tae y Jungkook se decidieron por un hotel en el centro de la ciudad, no tan lejos de la casa de tus papás, y el resto había reservado una residencia por el tiempo que se iban a quedar en el país.
Hace un par de días había terminado el aislamiento, y te morías de ganas que tu familia y novio se lleven tan bien con tus amigos como vos lo hiciste desde un primer momento, les prometiste turismo por la zona, hacerles probar muchísima comida tradicional, y ahora que muchos de tus boliches favoritos volvían a estar de inauguración, una noche argentina como correspondía.
—
Tu familia te fue a recibir al aeropuerto junto a tu novio, después de pasar un año sin verlos, verlos a la distancia, pero no a través de una pantalla era como tomar un poco de aire fresco. La única medida de seguridad era la cuarentena obligatoria una vez que bajabas de un avión, así que los chicos decidieron aislarse en un hotel sanitario (ahora más comunes) y Santiago decidió llevarte a su departamento para recuperar el tiempo perdido.
Hace una semana terminó tu aislamiento, y el viernes terminaba el de Jungkook y Jimin que llegaron al país unos días después. Ese sábado estaba agendado que iban a salir a dársela. Te morías de ganas que toda tu familia y tu novio amen tanto a tus amigos como los amabas vos, querías que sí o sí se lleven bien.
Era de esperarse que nada de lo que habías planeado en tu cabeza saliera tal cual a la perfección. La primera complicación fue Santiago, después de dos días de aterrizar, empezaron los planteos. No tenías la culpa de que ninguno de los siete de tus amigos no supiera español y que recurran a vos como su traductora personal, vos te ofreciste después de todo, y cuando respondiste una video llamada de Taehyung solamente tapada con la sabana de la cama de tu novio, las cosas empezaron a explotar de a poco.
“¿Era necesario que te sigan hasta Argentina?” Santiago estaba al lado tuyo, completamente escandalizado de que hubieras estado hablando con tu amigo básicamente desnuda desde su cama.
“¿Te estás poniendo celoso?” Era imposible, pensaste, estabas completamente desnuda en su cama y Tae quería saber cómo se utilizaba el televisor que tenían en el hotel.
“Gorda, lo dejaste que te vea desnuda, ¿me estás cargando?”
“Ay Santiago, sos un exagerado, ni si quiera se me vio más que la cara” le contestaste, levantándote para buscar algo de comer. Habías cortado la llamada hacía nada más que cinco minutos.
“¿No te das cuenta? ¿En serio sos tan ingenua? Si le hubieras prestado atención a su cara…”
“Sos un ridículo Santiago”.
Y toda la semana era lo mismo, sea cual sea la situación en la que le contestabas a alguno de los siete, Santiago tenía algo que decir al respecto, subiendo cada vez más el tono de voz. Y después arreglarlo cogiendo, para volver a los planteos no cinco minutos después de terminar. Pensabas que lo extrañabas más que a nadie, y que era tremendo por haberte bancado tanto tiempo alejada de él, pero era otro boludo más, y ya te estaba hartando. Imposible que en menos de una semana ya habían vuelto a lo que eran antes de que te vayas del país.
—
Era sábado, dos días después de que su aislamiento terminó, los ocho se encontraron en un restaurante a unas cuadras del hotel de los chicos para almorzar y planear que iban a hacer esa noche. Bora Bora estaba de inauguración y era el destino elegido por excelencia, y no solo porque era tu boliche favorito en sus mejores momentos, sino porque tenían que planear tu fiesta de bienvenida.
Estos días fuera del aislamiento se habían dedicado a recorrer todos los lugares turísticos que el tiempo les dejaba, conocer a tu familia un poco más y esta noche les tocaba con tus amigos. Decir que a Jungkook y a Taehyung se habían enamorado del país era poco, y cómo no, si siempre pensaste que en sus vidas pasadas fueron argentinos.
Hoseok y Yoongi pasaba las tardes intentando aprender español con tu mamá, tomando mates y tratando de descifrar qué era lo que ella hablaba con tu papá cada vez que estaban merendando, Jimin los jodía porque era el que más rápido había aprendido a decir “hola cómo estas” pero para el resto, puro inglés.
“Dijiste que esta noche íbamos a hacer algo como… ¿previa?”
“¡Sí!” Respondiste, tu misión era empaparlos de tu cultura argentina, y qué mejor que empezar con los boliches, las previas y todo lo que conllevaba salir de joda una noche en Argentina. “Compramos alcohol, vemos el lugar que más cerca esté del boliche y empezamos a tomar temprano, con música, luces, un par de amigos más, la noche no está completa si no es previa, boliche y after”.
Lo dijiste sin pensar, esas eran tus noches antes de irte del país, antes de conocer a tu novio incluso. Así fue como coincidiste con el de todas formas, en una previa de tus amigas, y terminando juntos el after.
“¿After?” Obvio que Namjoon iba a preguntar, si amaba aprender cada vez más de lo que sea que tengas para enseñarle, “¿un after party?”
“¿Qué se hace en un after?” No tuviste tiempo de dirigirle la mirada si quiera a Hoseok porque tu teléfono empezó a sonar, era Santiago de nuevo.
“Tengo que contestar, un segundo, ya vengo”.
Era un poco triste, porque ni una sola vez quiso juntarse con ustedes, y para colmo, ahora estaba afuera del restaurante, demandándote que salgas. No entendías que tanta mala sangre tenía con tus chicos, eran tus amigos, los que estuvieron cuando él no estaba, tenía que estar feliz de que tenías alguien que te cuide al otro lado del mundo cuando él no podía, supuestamente. Aun así, seguías intentando de juntarlos a los ocho en una misma habitación, y nada.
“¿No quieres entrar a almorzar? Todavía no salió lo que pedimos”.
“¿Estás loca?” Soltó de repente, estaba nervioso, si no lo conocieras mejor dirías que estaba fumado. Resoplaste una risa, típico.
“Calmate conmigo, ¿qué te pasa? ¿qué problema tienes ahora?”
“Desde que te fuiste de casa que no nos vemos”.
“Es que vos no querés estar con ellos, no te entiendo, sabes inglés perfectamente podés unirte a la conversación”.
“Ni en pedo me junto con esos salames”.
“¿Ves? Ese es tu problema, sos un egoísta, no podés aceptar que otra gente me hace feliz también, ni si quiera los conoces y te estás haciendo problema, me haces planteos de la nada–“.
“No, no, no, no son de la nada, ¿podes ser tan puta que ni cuenta te das?” A este punto, ya estaba acabando con tu paciencia, no había hecho nada más que hacerte planteos y ponerte en un lugar de mierda cada vez que podía, y ahora se estaba pasando.
“A tu hembra la tratas de puta, a mí no ¿qué mierda te pasa? ¿cuál es tu problema, Santiago?” No te habías dado cuenta de que ambos empezaron a levantar la voz.
Santiago te agarró del brazo para acercarte a él. “Mírame a los ojos y decime que no te acostaste con ninguno de esos” te miraba desafiante, atrevete a decirme que me metiste los cuernos, eso estaba pidiendo, mientras te apretaba el brazo. Sin decir una palabra trataste de soltarte, pero el apretaba más fuerte, y antes de que empieces a gritar que te suelte sentiste como la presión en tu brazo desapareció.
De la bronca ni te diste cuenta de que las puertas del restaurante se abrieron y cerraron un par de veces más y alguien salió, cuando te percataste de la situación, Taehyung ya lo estaba acorralando a Santiago a un costado de la vereda, lo tenia agarrado de la remera y todas las facciones endurecidas de la bronca.
“La volvés a tocar y…” No terminó de hablar porque Santiago se soltó y amagó con pegarle, pero Tae pudo esquivarlo, te acercaste a los dos con paso firme, tampoco notando cuando Jungkook y Seokjin salieron a la calle, entre los dos separaron a Santiago y Taehyung antes de que alguno empiece una escena en público, con el sol de pleno mediodía.
Lo escuchaste a Jin diciéndole a Tae que se calme, mientras que Jungkook le preguntaba que pasó y trataba de alejar a Santiago sin llevarse una trompada por delante.
“Listo, te vas o llamo a la policía, estas drogado y te van a llevar” por fin te salían las palabras, no querías que por esto terminen todos detenidos, o peor, lastimados.
Santiago te miró incrédulo y después miró a Taehyung cuando te pusiste al lado de él para intentar tranquilizarlo. “Ya entiendo todo” soltó, escupiendo en tu dirección, pero pegándole en el hombro a Seokjin, quien todavía intentaba mantener a Tae a raya. “Sos una puta con todos, ¿cómo hacen? ¿se turnan?” y vos estabas segura de que iba a seguir insultándote de no ser porque, esta vez, Seokjin había desaparecido de al lado tuyo para amagar pegarle una trompada. Capaz era porque Santiago te lo dijo en inglés y lo entendieron todos, o por el escupitajo que tiró en su dirección, o porque ya no podía contenerse más.
Jungkook empujó a Santiago para evitar que Jin le pegue, y se puso en medio de los dos, agarrando a su amigo del pecho para frenarlo.
“Vamos adentro” resolvió Tae, mirándote a los ojos, notando lo mierda que te estaba haciendo la situación.
“Jin, vamos, no vale la pena” Jungkook intentó calmarlo, pero lo conocías, sabía que la vena en el cuello era por apretar la mandíbula por tanto tiempo, él también estaba enojado.
“Santiago, voy a llamar a la policía” le dijiste por última vez sacando tu teléfono antes de ver la mirada de asco que te dirigió y por fin se dio la vuelta para subirse a su auto e irse. Suspiraste una vez adentro y con los platos de comida al frente de ustedes, tuviste que explicarles a todos que estabas bien, y que no se iba a repetir, que no sabías que le había pasado para ponerse así con vos, pero que tenían que enfocarse en pasarla bien esta noche, cueste lo que cueste.
—
Una de tus amigas de toda la vida decidió poner departamento para la previa, Bora Bora quedaba a dos cuadras, y el hotel de los chicos también estaba en la zona, estaba todo absolutamente perfecto para la noche.
Se juntaron en la recepción del hotel para llegar todos juntos al departamento de tu amiga, y decir que todos estaban como siempre te habrías imaginado que lucirían si salían una noche en argentina era un entendimiento, la mayoría de camisa y jean ajustados, o rasgados, con la piel brillante, totalmente en sintonía con el top y la mini negra que elegiste para esa noche.
Tu amiga se encargó de organizarte la bienvenida, de invitar a sus amigos, tratando de que la noche empiece lo mejor posible. Santiago también estaba invitado porque se te pasó comentarle la escena que había hecho esa mañana, pero después de lo que pasó, era mejor que ni aparezca.
“¡Por fin!” Soltaste un alarido cuando tu amiga sacó de la heladera una botella de fernet y una coca, como lo extrañaste.
El departamento estaba congestionado de gente, todos dándote la bienvenida, y tus chicos tímidamente atrás tuyo intentando captar lo que pasaba mientras que por lo bajo les traducías lo básico de las conversaciones, cuando se sintieron más cómodos con el lugar y encontraron gente que tuvo la compasión de hablarles en inglés, te relajaste.
Acomodándote la mini te fuiste a la cocina, totalmente predispuesta a prepararte un buen vaso de fernet y darle por iniciada a la noche.
“Ustedes niños coreanos, van a probar lo que es el amor de mi vida después de un año de hablarles de este maravilloso trago sin parar” les llamaste antes de desaparecer detrás de la pared que dividía los espacios donde estaban, escuchando como se reían de tu emoción sonreíste para vos misma.
Empezaste a preparar las cosas en la encimera y a medir la cantidad de fernet que le ponías, y viste su sombra antes de sentirlo. Había varias personas en la cocina junto con vos, pero cada uno en la suya. Sentiste el calor de su cuerpo en toda la parte trasera de tu cuerpo, acorralándote cada vez más contra la encimera en orden de llegar a un costado de tu cara y ver qué estabas haciendo. Estabas a la altura de Jimin con los tacos que elegiste para la noche, y él se acercó a ver como preparabas el trago.
“¿Es dulce?” Te preguntó, y no supiste por qué, sentiste un escalofrío. En ese momento pensaste que capaz era porque el vaso con hielo te rozó el cuarto de abdomen que tenías descubierto. Sentiste sus manos en tu cintura y lo viste de reojo cuando puso su pera en tu hombro, “¿me va a gustar?”
“Tienes que probarlo, no puedo decirte” le contestaste, intentando no pensar en la cantidad de piel expuesta que tenías ahora en contacto con el cuerpo de Jimin.
Pero era normal, ustedes eran así siempre, él era así con los otros chicos también. Cuando por fin le diste un sorbo al fernet, sentiste la explosión de sabor en tu boca relajándote de a poco. Te diste vuelta, sin dejar que Jimin se separe un centímetro de tu cuerpo. Su respiración te rozaba la mejilla y capaz era tu imaginación, pero sostenerle la mirada hoy era particularmente más difícil que cualquier otro día, quizás era el perfume mezclado con su arma natural tan cerca de tu nariz, o la sonrisa que tenía dibujada en la cara.
“Probá” le dijiste, y la mano que estaba en tu cintura pasó por todo el costado de tu cuerpo hasta recorrerte el brazo y agarrar la jarra de tus manos. Con la otra mano apoyada en la encimera, cuando se inclinó para hacer el trago, parecía que se estaba tirando cada vez más encima tuyo, y viste de cerca como la espuma del fernet quedaba prendida en esos labios carnosos.
“Es imposible que nunca haya probado esto antes” soltó, después de un segundo en silencio y tomando otro trago, te reíste, porque todo estaba normal de nuevo, y saliste de donde te tenía básicamente acorralada.
La música explotaba, así que te diste vuelta y tuviste que gritarle para que te preste atención.
“Trae el vaso, hay que hacerle probar a los otros”.
En un punto de la noche, se armó un pequeño espacio en la sala con vos en el medio, estabas determinada a enseñarles experimentar una noche argentina con todas las letras. Sabías que iba a ser un poco difícil que se sientan cómodos con la cantidad de contacto que salir un sábado a la noche requería, así que decidiste era momento de una pequeña clase de boliche, para romper las barreras culturales y todo eso.
A Hoseok le encantaron las clases de cuarteto y a Seokjin las de cumbia, tenían un algo con la música que los hizo aprenderse rápido el ritmo y los pasos básicos, y mientras la música en el lugar cambiaba de un género a otro, cuando empezaron a sonar las letras más sucias y el resto de la habitación se acaloraba lentamente, decidiste que esto también era algo que tenían que aprender.
“Esta es la parte más interesante” empezaste a hablar, sacando a Jimin de la rondita con un tirón de su brazo, “en Argentina, mientras la música se pone más caliente, nosotros también” agarraste la mano de Jimin y las colocaste en tu cintura, recibiendo una sonrisa torcida de su parte. Sentías los ojos del resto en esa parte de tu cuerpo, pero todo era por fines educativos, claro.
“¡Uh! ¡Perfecto!” tu canción favorita empezó a retumbar en los parlantes, y empezaste a moverte al ritmo de la música “generalmente, cuando alguien se les acerca a bailar, va a estar de frente, y esto se baila un poco más pegados” acercaste a Jimin a tu cuerpo, dejando que una de sus piernas quede en medio de las tuyas; y totalmente consciente de lo sucio que era este baile para verlo, empezaste a moverte, poniendo tus manos en su cadera e indicándole que tenía que moverse igual que vos.
“Y lentamente va a ir dándose vuelta para terminar así” mientras pronunciabas tus palabras, sentías la respiración de Jimin bien cerca de tu cuello, hasta que quedó en tu nuca mientras te diste vuelta, dándole la espalda y dejándolo atrás tuyo. Conectaste miradas con Jungkook quien miraba toda la situación atentamente. Comenzaste a mover las caderas de un lado a otro, “la clave está en dejarse llevar” se lo estabas diciendo a él, por alguna razón esta noche tenías muchas ganas de jugar.
“¿Entendido?” Preguntaste, mirándolo directamente a los ojos. Te separaste de Jimin casi perdiendo el equilibrio por lo juntos que estaban sus cuerpos, y los recorriste a los siete con la mirada, cuando los sentiste destensarse, continuaste “a no pasar vergüenza, si alguien se les acerca a bailar, mejor dejarse llevar, acá lo importante es el contacto físico, por supuesto”.
Mientras se distendían entre las personas, sentiste un escalofrío en el cuerpo cundo Jungkook fue directamente a vos, apretándote a un costado de toda la gente.
“¿Bailamos?” toda remix, uno de tus temas favoritos para pasar la noche, empezaba a sonar por los parlantes y te reíste, qué coincidencia.
Asentiste sin sacarle los ojos de encima, repetiste lo que habías hecho hace unos momentos con Jimin, rodeándole el cuello con tus brazos, y empezaron a moverse de un lado a otro, acercándose cada vez más. Jungkook tenía las manos frías por el vaso de fernet que acaba de dejar a un costado, y cuando te paso las manos por la cintura, piel con piel, sentiste como los bellos de tu cuerpo se erizaban.
No te sacaba los ojos de encima, si no supieras mejor dirías que entendía cada palabra de la canción y de saberla te la podría estar cantando palabra por palabra. Esa conexión era tan intensa que, de no ser porque de vez en cuando no coordinabas los movimientos terminaban riéndose de sus propios errores, la tensión iba a ser insoportable.
Los parlantes saturaban la canción, y nunca agradeciste tanto no poder ni si quiera escuchar tus pensamientos, porque el movimiento de su cuerpo contra el tuyo te estaba encendiendo de una forma que no era la intencionada a esas horas de la noche, le echaste la culpa a lo sensual de la canción, pero cuando sentiste que las manos en tu cintura te empezaban a mover para que te des vuelta, jurabas que ibas a perder la cabeza ahí mismo.
El movimiento de tu cuerpo obligaba a las manos de Jungkook a cubrir más piel de la que probablemente tenía intencionado tocar, pero nunca las separó de tu cuerpo, acompañando cada movimiento. Una vez de frente al resto de la sala y con tu espalda pegada a su pecho, pudiste ver como nadie les estaba prestando atención, y en cierto punto eso te tranquilizaba.
Ya no era el calor de la habitación, o la sensualidad de la canción, cuando sentiste su respiración en tu oreja, empezaste a tragar duro, y todas aquellas noches en Corea de golpe volvían a tu memoria, todas las madrugadas que se quedaban despiertos solos los dos, acurrucados en un costado del sillón, o cuando te pasaba a buscar en la facultad en invierno para que no pases frio, y manejaba con una mano en tu pierna, nunca más allá, pero nunca menos. Pero era imposible todo lo que pasaba por tu cabeza, porque él sabía que estabas de novia, ¿no?
“Me estas volviendo loco” fue como si todos tus sentidos reaccionaran ante sus palabras, casi susurradas en tu odio. Cadera con cadera, pudiste sentirlo completamente en tu muslo, y no era imaginación el bulto que se apretaba con tu mini que luchaba con no subirse de tus piernas.
Con una mano lo agarraste de la nuca cuando empezó a besarte el hombro en esa posición, sí, estaba completamente loco por actuar de esa forma en una habitación llena de gente, así que usaste tu cuerpo para empujarlo un poco de donde estaban parados, llegando al pasillo del apartamento, con la luz un poco más tenue y sin gente alrededor que pueda cuestionar sus acciones.
“Jungkook–” tu idea era retarlo, pero te dio vuelta para quedar de nuevo pegada a su pecho y te agarró la cara con sus manos. Si decías que no extrañabas sus manos en tu cuerpo estarías mintiendo, pero tenerlo así de cerca casi que lo compensaba.
“Si alguien se les acerca a bailar…” te dijo, resoplando una risita, su aliento a fernet te chocaba directamente en la boca, y te costó un minuto entender que estaba hablando de tu lección de baile de hace un momento “yo solamente quiero bailar con vos, no me interesan las otras”.
Lo último que escuchaste antes de que cierres la distancia entre ustedes e hicieras que choquen sus labios fue un aireado “decime que esta noche voy a poder tenerte”.
El beso era desesperado, con ganas, con todas las noches en las que casi pasaba encima, pero que ninguno de los dos se animaba, después de todo, esta noche era tu noche, y te merecías pasártela bien.
Sus manos viajaron hasta tu cintura, mientras que tus brazos se enganchaban en su cuello de nuevo, él bajaba y bajaba por donde podía, al estar completamente aplastada entre la pared y su pecho, mucho no podía abarcar.
Cuando sus respiraciones empezaron a agitarse, quisiste separarte, pero él te agarró con ambas manos en tu culo, no dejando que te separes, sacando un pequeño gemido de tu boca en medio del beso. Podías sentir lo duro y grande que estaba, y era cuestión de tiempo para que alguien los interrumpa en esa situación.
La música estallaba adentro de tu cerebro, y cuando te separaste de él para recobrar la respiración, lo viste escanear el lugar con la mirada. Con un poco de distancia pudiste ver como tu labial había totalmente desaparecido de tu cara para desparramarse un poco en sus labios, que suerte que traje para replicarme, penaste. Y no pudiste pensar mucho más porque en cuestión de segundos, la oscuridad te había enceguecido y cuando Jungkook se lanzó a tu boca de nuevo, te diste cuenta de que los había encerrado al baño, el cual estaba casualmente cerca del pasillo en donde estaban.
Entendiste que sus intenciones no eran parar, pero aun así lo escuchaste preguntar “¿puedo tocarte?” a lo que solamente pudiste responder con un gemido y un movimiento de la cabeza en afirmación.
Sus manos no tardaron en recorrerte todo el cuerpo de arriba abajo, el top que elegiste para esa noche completamente desacomodado por la cantidad de veces que paso sus manos por tus tetas. Tus manos dejaron su cuello para pasar por toda la extensión de su pecho y aterrizar en su cinto, mientras lo desabrochabas sentías sus manos en la parte baja de tus muslos, al borde de tu pollera mini, y levantándola poco a poco. Se separó un poco para mirarte, “¿está bien?”.
“Sí, por favor, por favor”.
Y como si eso fuera el interruptor que lo encendió completamente, te levantó la pollera colocando ambas manos en tu culo, masajeando con euforia, cuando terminaste con su cinto él apuro sus manos para desprenderse el jean y bajarlo un poco para dejar expuesto el elástico de su bóxer y la marca de su miembro en este.
Volvió a tu boca cuando te sintió las manos en su miembro, apartando el bóxer del camino y estimulándolo un par de veces. Sus manos estaban en todas partes de tu cuerpo, y aun así sentías que querías más de él. Querías sentirlo adentro tuyo de cualquier forma.
Jungkook tenía una mano entre sus cuerpos y la otra firmemente agarrándote una nalga para mantenerte en lugar. Sus manos te estaban haciendo suya, completamente enloqueciéndote cuando sentiste que los dos dedos que pasaba por sobre tu clítoris a través de la tanga no eran suficientes.
Te imaginaste lo que sería meterte su miembro a tu boca, cuanto entraría realmente sin ahogarte, y que tan rápido podías hacerlo venir solo con tu lengua, pero en ese momento necesitabas otra cosa, y se lo hiciste saber.
“Necesito más” salió como un gemido, la música y la gente amortiguada por la puerta detrás suyo disimulo la desesperación en tu voz. Jungkook aprovecho el beso para darles vuelta a los dos, quedando vos con la espalda en la puerta del baño. Era lo más seguro, pensaste mientras lo veías llevarse dos dedos a la boca.
“Si, amor” te dijo, con la respiración acelerada, si vos estabas necesitada, no era mucho más que él.
Con la misma mano que había llevado a su boca, la paso por todo el medio de tu cuerpo, frenando en el monte de venus y corriendo lentamente la tanga a un lado, para dejar expuesta tu vagina. “Esta noche, lo que vos pidas” y con esas palabras entro en contacto directo con tu clítoris, masajeando lentamente, suavemente, como si nada en el mundo los estuviera apurando.
Pasaron unos segundos así, y podías sentir lo mojada que estabas con la facilidad en la que sus dedos se movían por tu vulva, era injusto que él también quiera jugar en una situación así. Agarraste su miembro y lo masajeaste, dejando que el pre-semen lubrique toda tu mano, con un movimiento particularmente duro, sacaste un gemido de él, y en ese momento aprovecho para deslizar un dedo adentro tuyo, tensándote por un segundo y sacando otro gemido que tanto intentabas contener.
Te estaba volviendo loca con los besos en tu pecho y las manos entre tus piernas, intentaste lo mejor contener tus gemidos por si alguien se acercaba, pero te estaba desarmando toda la cordura que te quedaba.
“¿Habrá condones acá?” Te preguntó entre besos a lo que negaste con la cabeza.
“No hace falta, me cuido” le dijiste, pero al ver que nada había cambiado en sus movimientos, agregaste “nunca lo hice sin condones, y confío en vos”.
Era eso, de nuevo, tus palabras habían activado algún interruptor en él, a lo que se agachó para agarrarte una pierna por detrás de la rodilla, levantándola y casi haciéndote perder el equilibrio. Te agarraste a su cuello con ambas manos de nuevo, soltando su miembro con el miedo de perder el equilibrio. Con su mano libre Jungkook agarró su miembro para acercarlo a tu entrada, te miró con hambre en sus ojos, la tenue luz que entraba de la pequeña ventana del baño te dejaba ver el brillo de sus ojos.
Paso su propio miembro un par de veces por toda la extensión de tu vulva, causándote un escalofrió cada vez que pasaba sobre tu clítoris. Estaba loquísimo, era imposible que se aguantara las ganas de llenarte en ese momento, sabías que lo necesitaba tanto como vos. Estabas a punto de decirle algo cuando apartaste la mirada y aprovechó para alinearse y embestir, de una vez entrando casi por completo.
El aire que había en tus pulmones te había abandonado completamente, y aunque hubieras querido decirle algo de todas formas, ya nada tenía sentido en tu cabeza, lo único que sentías era su miembro adentro tuyo, llenándote casi completamente de una sola embestida y aunque la música estaba todavía adentro de tu cabeza, pudiste escuchar como un sonido gutural se escapaba de su garganta mientras intentaba contenerse adentro tuyo. Era grande, muy grande, y él lo sabía porque te dio unos segundos para ajustarte a su tamaño.
“Tan apretada…” lo escuchaste largar en un suspiro, para después volver a conectar sus labios y empezar a moverse lentamente. Cuando se separó de beso no se alejó, mantuvo su frente apoyada con la tuya y profundizó las embestidas, aumentando el ritmo cada vez más.
Las embestidas fueron cada vez más rápidas, al punto de que casi te tiene sin importar la cantidad de sonidos que salían de tu boca.
Entonces escuchaste el golpe en la puerta. Ambos se congelaron completamente, vos todavía con ambos brazos alrededor de su cuello, y el sin soltar la pierna que había levantado desde que empezó a embestirte. Intentó calmar sus respiraciones para hablar, pero decidiste que estaba mucho más destruido que vos.
“Oc–h” una embestida, le agarraste del pelo de la nuca y se lo estiraste, retándolo para que se quede quieto. “Ocupado”.
“Ah, perdón” era Namjoon, después ibas a tener tiempo de preocuparte por eso, no cuando Jungkook había reanudado el beso, esta vez completamente errático.
Metió la mano que no sostenía tu pierna entre sus cuerpos, comenzado a masajearte el clítoris nuevamente. La posición de sus cuerpos causaba una fricción que sabías iba a hacer que acabes en nada, y su estimulación era todo lo que necesitabas para terminar temblando bajo sus manos.
Estabas cerca, él estaba errático, sentías que respirar quemaba, cuando tratabas de recuperar el aliento, otra embestida te lo sacaba de los pulmones y los gemidos que salían de tu boca eran irreconocibles.
Usando la pierna que tenías levantada lo aportaste más contra tu cuerpo, como si eso fuera posible. Lo escuchaste gemir, grave y con la respiración cortada. “No pares” le advertiste, solo por si acaso.
No era la mejor posición para llegar al orgasmo, sentiste tu cuerpo temblar, mover ligeramente tu pierna había cambiado el ángulo de las embestidas y en segundos estabas tocando el cielo. Estabas segura de que, si no estuvieras tan apretada contra la puerta y su cuerpo, te habrías caído al piso de lo fuerte que te estaba llegando el orgasmo; él seguía embistiéndote mientras acababas, sentiste todos los músculos de su cuerpo que estaban en contacto con tu cuerpo contraerse, y cuando sentiste calor en tu vientre, confirmaste que también estaba acabando, sin dejar de moverse un segundo persiguiendo ahora su propio orgasmo.
Empezó a desacelerar las embestidas bajando de su orgasmo, hasta casi quedarse inmóvil dentro tuyo, y conectando sus labios en un beso típico de un post-orgasmo, suave y lento, completamente contrastando con lo que acaban de hacer. Sacó lentamente su miembro de tu entrada, atajando su semen de correr fuera tuyo con la mano que ya estaba sobre tu vagina. Estabas hiper sensible, por lo que te sintió temblar ante el roce y te sonrió, robándote un pico.
Cuando terminaron de acomodarse la ropa, secándose la transpiración y asegurándose de que volvían a estar presentables y sin una gota de maquillaje desparramado (gracias a Dios, el resto de tu maquillaje salvo el labial había aguantado como un campeón), planearon como salir sin ser dolorosamente obvios.
“Salgo yo primero, y me voy afuera sin que me vean, vos terminas de arreglarte y sales del baño, después yo entro por la puerta principal y vemos que les decimos”.
Parecía un plan, así que con un beso de despedida lo viste salir del baño mientras vos te tomabas unos minutos para recobrarte mentalmente y acondicionarte físicamente de lo que acababa de pasar.
—
Llegar al boliche y encontrarte con la música no solo en tu cabeza sino resonando en cada parte de tu cuerpo era lo que tanto habías esperado por meses y meses. Para la hora que era, hasta las VIPs de Bora Bora estaban a tope, apenas con lugar para caminar entre la gente.
Cuando más temprano te encontraste al resto y notaste lo alegres que estaban, te acordaste de que se suponía debían llegar un poco tomados al boliche, pero con lo que había pasado todo el alcohol de tu sistema se había drenado dejándote completamente lucida. Jungkook charlaba alegremente con Seokjin de algo que había pasado esa mañana, con una sonrisa de punta a punta.
Se decidieron por vodka para la noche, algo más en el terreno de todos, lo conocido. Vos ya estabas contenta con haberlos introducido en el mundo del fernet, tu misión estaba cumplida.
Hoseok se te acercó cuando empezó a sonar cuarteto de fondo, pidiéndote bailar para demostrarte que si había prestado atención a tu mini clase. Te sorprendió que hubiera reconocido el ritmo, así que con gusto pasaron los siguientes tres temas bailando en el medio de la ronda. Se turnaron con Jimin y Yoongi para sacarte a bailar, en una de esas terminaron los cuatro agarrados de la mano bailando en una mini ronda en el centro, haciendo lo mejor para no caerse de cara, cuando llegó el momento de los giros terminaron todos enredados y se separaron entre risas.
Terminaste de vuelta en la ronda con Seokjin y Namjoon, uno a cada lado, justo a tiempo para cuando empezó a sonar Bad Bunny por los parlantes. A él si lo conocían, a esta música podían sentirla, y decidiste que era momento de lucirte en la pista de baile como tanto te gustaba hacer. Pasaste un brazo por los hombros de Nam y el otro por los de Jin, y con la euforia que te invadía el cuerpo, empezaste a moverte de un lado a otro colgada entre ellos para bailar la canción lo más provocativa posible, sacando risas nerviosas de los dos.
“¿Qué les dije? ¡Que se relajen!” Soltaste, sin dirigirles la mirada, y escaneando el lugar, observando como todo tu grupo entraba en confianza con el lugar de a poco. Te diste vuelta para enfrentarte a Jin, enganchando tus manos atrás de su cuello y dejándolo a Namjoon detrás tuyo. Pillaste a Seokjin mirando sobre tu hombro, probablemente a Nam.
“¿Y Santiago?” Lo sentiste a Namjoon acercarse más a tu cuerpo, no dejaste de moverte cuando sentiste sus manos en tu cintura. Las cosas que te hacía sentir que sus manos grandes cubran toda tu piel expuesta. El pensamiento ya no te ponía nerviosa, estabas más relajada, más atrevida.
Jungkook y Taehyung estaban en la barra, y por sobre el hombro de Seokjin antes de contestar a la pregunta, hiciste contacto visual con Jungkook. Se apoyó en la barra con un codo, dándole la espalda a esta, mientras seguía charlando con Tae probablemente esperando los tragos, sin despegarte la mirada.
Sin desviar la mirada tampoco, contestaste. “Esta noche estoy sola, después veré que pasa con eso”.
Jin te sonrió al escuchar la respuesta, poniendo sus manos en tus caderas, un poco más abajo que las de Namjoon, y empezó a menearse junto a vos. Rompiste la conexión de miradas con Jungkook para prestarle atención, y aprovechaste para desenganchar tus manos y llevar una hacia atrás de tu cuerpo, agarrándolo de la nuca a Joon y acercándolo más a tu cuerpo, para quedar pegadita entre los dos.
Cuando sentiste que empezaban a endurecerse, intentaste culparle a la falta de costumbre a ese tipo de fricción en público, con música caliente de fondo. Seokjin se acercó a tu cara, bajando un poco más y conectando sus labios con tu cuello. Era el alcohol, pensaste. Y cuando las manos de Namjoon se ajustaron en tu cintura, pegándote más tu espalda a su pecho, sabías que la noche iba a ser mucho más larga de lo que habías llegado a imaginar.
Sentiste una mano estirarte del brazo y sacándote de en medio de los dos, llevándote al centro de la pista. Tuviste que reajustarte la mini porque hoy tu ropa parecía no quedarse en donde debía. El dueño de la mano llevándote al centro de la pista era Hoseok, y con la sonrisa de su cara te diste cuenta de que estaba absolutamente consciente de lo que estaba pasando ahí hace unos segundos.
Hoseok te dejó en el medio y con una rápida recorrida de miradas a todos los que te rodeaban, empezaste a bajar sola en el medio, los movimientos sensuales de tus caderas atraían todas las miradas, casi hambrientas, seguías diciéndote que el alcohol era lo que los estaba desinhibiendo esa noche a todos.
Volviste a encontrarte frente a frente con Hoseok y sonreíste, colocando ambas en sus hombros, empezaron a sincronizar los movientes de sus caderas, de un lado a otro. Notaste lo mucho que sus caderas se soltaban y no podías evitar pensar en cómo seria en la cama. Definitivamente era el alcohol.
Terminaste de espaldas a Hobi, haciendo contacto visual con Yoongi y Jimin, sonriendo con picardía, los llamaste a los dos al centro para ponerse en frente tuyo y bailarles, con una mano en el hombro de cada uno. La situación empezó a calentarse y sus cuerpos a rozarse cada vez más. Acercaste a Yoon un poco más desde sus caderas, provocando que metiera una de sus piernas entre las tuyas y rozando ligeramente con tu entrepierna. No te olvidaste lo sensible que todavía estabas, e involuntariamente te sobresaltaste.
Notándolo, Yoongi se acercó a tu oído para hablarte. “¿De travesuras?” La sonrisa torcida con la punta de su lengua afuera te mareó, era la chispa de sus ojos que te quito el aire en ese momento, y otro roce para escucharlo decir “si mi pierna te sigue tocando, ¿mi jean va a terminar mojado?”.
Estabas perdida en éxtasis, euforia y alcohol, todas las sensaciones de esa noche ya eran un montón, y la sensación de estar apretada entre sus cuerpos era lo suficientemente erótica como para volver a encenderte esa noche. Sentías sus manos en tu cuerpo, y estaba bien, porque Jimin tenía los ojos cerrados, y Yoon parecía estar dispuesto a jugar con vos. Hoseok, en cambio, crecía en sus pantalones ante cada roce que tus caderas provocaban con su pelvis. Y de repente era un montón.
Terminó la canción y aprovechaste para alejarte de la ronda un poco, con la excusa de ir a la barra por otro trago, te apartaste para tomar aire. Sí, un poco de aire era lo que necesitabas.
Al darte vuelta no esperabas encontrarte con la mirada preocupada de Namjoon en vos, pero ahí estaba, de brazos cruzados y esperando por vos. Hizo contacto visual y te llevó a un rincón un poco más alejado de las personas alrededor.
“¿Estas bien, linda?” Preguntó, colocando una mano en una de tus mejillas e invadiendo completamente tu espacio personal.
“Sí, solamente acaloradísima, hay humedad”.
Joon soltó una risita, porque era totalmente obvio echarle la culpa al clima después de todo lo que había estado pasando.
“Quedé preocupado por lo de esta mañana” te dijo, la música en esta parte del boliche era más tenue, pero aun así lo suficientemente fuerte para obligaros a mantenerse demasiado cerca para hablar. “Tendría que haber salido también”.
“Estoy bien, está bien”.
“¿Estás segura, nena?” Su pulgar se movía en tu mejilla como intentando consolarte, pero no era necesario, no era algo que querías de todas formas, querías pasarla bien.
Asentiste con la cabeza, “no quiero pensar más en eso” le contestaste, tomando un paso más cerca, nuevamente agradeciendo por la altura que te sumaban los zapatos que elegiste para esa noche, para facilitarte mucho más todo, “no quiero pensar más en él”.
“Estoy para lo que necesites” sabías que eso no tenía que sonar como lo hizo, pero con la proximidad de sus cuerpos, lo embriagada en él que ya estabas, todo su cuerpo estaba rodeándote, te dejaste llevar. Te acercaste un par de centímetros más y sentiste como él cerraba la distancia entre ustedes dos.
Era un rincón en el que difícilmente podía verlos alguien, y pensaste si capaz Namjoon ya lo tenía planeado cuando fue a buscarte a un costado de la pista de baile.
El beso era lento, profundo, se estaban explorando, y no era la primera vez, pero esta vez no te comía la culpa de lo que podría pasar si alguien los veía, esta noche estaba hecha para que la disfrutes a su máximo, y eso era lo que estaba pasando.
“¿Bien?”
Asentiste, mientras sentías sus manos en tus piernas, recorriendo lentamente alrededor de tu pollera y levantándola tan solo un poco. Cuando sus dedos rozaron tu clítoris por sobre la tanga que tenías puesta, saltaste en el lugar, la sensibilidad no había mejorado, y podías casi sentir lo mojada que estabas hasta ese punto.
Cuando Namjoon empezó a jugar con los costados de tu tanga, con su mano escondida entre sus cuerpos, pensaste que quizás usar cualquier tipo de ropa interior esa noche había sido un error, pero no importó cuando sentiste sus dedos entrar en contacto con tu piel, con tu ropa interior a un lado.
Joon rompió el beso para mirarte con los ojos oscuros, sacando la mano de entre sus cuerpos y llevando su mano al frente de sus caras. Sus dedos estaban empapados, y no podías dejar de preguntarte si era todo tu propio lubricante o también un poco de Jungkook.
“Estas muy mojada” sonaba casi como un gruñido, todo su peño retumbando ante sus palabras.
“Antes… en la previa, Jungkook y yo…”
“Ya sé” te cortó, provocando que te sonrojes y alejes la mirada.
“¿No te molesta?”
Se inclino para volver a unir sus labios, sonriendo y pegándote más a su cuerpo, cuando se separó se llevó los dedos húmedos a su boca, limpiándolos.
“No, porque ahora te tengo para mí”.
Ese simple acto fue lo que te encendió completamente y entendiste que necesitabas salir de ahí, cuando miraste alrededor para saber si alguno del grupo estaba cerca, te encontraste con la mirada de Hoseok clavada en tu cara, apoyado en una pared a unos cuantos metros, también separado del grupo.
“Te quiero llevar conmigo” lo escuchaste a Namjoon volver a conectar con vos, y lo miraste a los ojos, cerrando nuevamente la distancia entre sus labios. Había algo en ese beso que era sucio, no solo saborearte a vos misma, pero el hecho de que todo eso estaba pasando en público y con la mirada de Hoseok clavada en vos, te calentaba demasiado.
“Vamos a buscar al resto” le dijiste, antes de que la situación escale y no estés en tus cinco sentidos para indicarles a todos como volver.
Con una determinación única Namjoon logró reunir al resto, y si había molestia en la cara de Taehyung y Jungkook, podía todo estar todo en tu imaginación. Vos cumpliste con despedirte de tus amigos y avisarles que te retirabas con tu grupo y se dirigieron todos a la salida.
Los metiste en un Uber a los más chicos, indicándoles a donde tenían que bajarse y deseándoles suerte. No pasó por alto la forma en la que los tres veían la mano de Namjoon alrededor de tu cintura sin apartarte de su cuerpo mientras esperaban en la salida, y decidiste que era problema para tu yo del día siguiente.
Cuando llegaron a la residencia te diste cuenta de que dos de los cuatro chicos estaban absolutamente perdidos, apenas llegando cada uno a su respectiva habitación. Le dirigiste la mirada a Hoseok mientras Namjoon sacaba agua de la cocina para vos, y lo viste sacar un pucho del bolsillo. No pudiste decirle nada cuando Joon apareció en tu campo de visión y dijo sus buenas noches para llevarte de la mano a la habitación que suponías era que le tocaba a él.
Cuando escuchaste que la puerta se cerró atrás tuyo no pasaron ni dos segundos que tu cabeza estaba rebotando contra la almohada, la presión del cuerpo de Namjoon por encima tuyo, y su respiración errática volvía a ponerte en tono con lo que habían dejado a medias hace unos minutos.
“Quiero comerte entera” lo escuchaste decir entre medio de un beso, sus manos estaban por todas partes, desprendiendo tu corpiño, bajándote tu pollera, despojándote de toda tu ropa interior por primera vez en la noche.
“Hacelo, haceme tuya”.
Con un gruñido empezó a bajar con besos a lo largo de tu cuerpo, prestándole especial atención a tus tetas. Sentiste las puntadas que te dejaba cada vez que te hacia un chupón cerca de tus pezones, perdiste la cuenta cuando pasó de tres y no podías evitar desarmarte entre sus manos y boca.
Bajó por la extensión de tu abdomen, dejando otro chupón al lado de tu ombligo y cuando quedo al frente de tu monte de venus, sentiste como sus manos te levantaba las piernas por sobre su cabeza para darle una mejor visión de tu vagina.
“Puedo ver lo mojada que estás” dijo en un suspiro, no estabas segura de sí a sí mismo o a vos, de todas formas, le respondiste con un gemido.
Se salteo desde tu monte de venus hacia la cara interna de tus muslos, ya a la altura de su cara, aprovechando para dejar chupones ahí también. Ibas a estar toda marcada para cuando termine con vos, pero no te importaba, lo que te importaba ahora es que te haga suya.
De la desesperación, llevaste ambas manos a su cabeza, estirando del pelo de su nuca para bajar su cara más a tu entrepierna, no aguantabas más, lo querías ahí, querías que te coma entera, no había noche en donde no te imagines esos labios grandes y carnosos succionándote el alma. Y te complació, porque estaba tan hambriento de vos que lo sentiste cuando el primer lengüetazo fue directamente a tu cerebro.
No perdió tiempo y cumplió su palabra, te comió entera, juntando cada gota de humedad con su boca, desarmándote completamente solamente con su boca, y llegó la necesidad de retorcerte porque el placer era insoportable. Con ambas manos atrás de tus rodillas, te apretó más contra la cama y te mantuvo en tu lugar mientras él te controlaba con su boca. Los ruidos obscenos que salían de ahí hacían eco en la habitación junto con tus gemidos, y te sentías tan cerca que no pudiste si quiera avisarle cuando sentiste electricidad recorrer por todo tu cuerpo y localizarse en la parte baja de tu vientre.
Con un gemido tan fuerte y agudo que tranquilamente podría haber sido un grito, dejaste a tu cuerpo temblar bajo sus manos y perseguir tu orgasmo con las caderas, hundiendo su cara mucho más en tu vagina.
Cuando subió y conectó sus labios con otro beso desesperado y hambriento, te diste cuenta de que él todavía estaba vestido, y eso era inaceptable. Mientras intentabas aclarar tu cabeza post-orgasmo, hiciste lo posible para desprenderle los botones de la camisa y seguramente terminaste mandando a volar un par cuando se la arrancaste, dejando su pecho brilloso en sudor a plena vista.
“Te quiero adentro mío” casi suplicaste. Lo que provocó que se separe bruscamente de vos, lo viste desabrocharse el pantalón y mandándolo a volar, liberando su erección y, mierda. Mierda.
Grueso, grande y con la punta ya roja por haberle negado atención por tanto tiempo, pedía que lo lleves al fondo de tu garganta. Pero cuando intentaste organizar tus ideas, Namjoon ya estaba encima tuyo de nuevo, esta vez juntando tus piernas con una mano y levantándolas por sobre su cabeza para dejar en exposición y a su disocian tu vagina.
“Ya estas bien estiradita, Jungkook se encargó de eso por mí ¿no?” Estaba demente, un gemido se te escapó a forma de afirmación. “Decime cuánto me quieres”.
“Me estás volviendo loca” atinaste a responder, era injusto que te haga pedirlo, él no iba a poder aguantar mucho más tampoco.
“Pedímelo”.
“Te quiero adentro mío ahora mismo, quiero que me cojas hasta que me olvide de cómo me llamo” y cuando terminaste tu frase lo sentiste entrar completamente en vos, de una embestida insertó su miembro adentro tuyo y te desacomodó, nuevamente, todos los pensamientos de lugar.
Sin darte tiempo para recobrar el aliento, empezó a embestirte con brutalidad, escuchando como el eco de sus cuerpos chocar resonaba por toda la habitación. Con la fuerza que utilizaba para mantenerte las piernas juntas, estabas segurísima de que se iba a sumar a las marcas que te iba a dejar esa noche, pero no importaba, no importaba nada más que no sea su largo miembro entrando en vos una y otra vez, cogiéndote estúpida.
La sensibilidad de tu clítoris te hacia retorcerte cada vez que su cuerpo te rozaba la zona por la posición en la que estaban. Cuando una de sus manos dejó tus piernas para pegarte una cachetada en una de tus nalgas, te sentiste volver a llegar al clímax en ese segundo, apretándote imposiblemente al redor de él, haciéndolo perder un poco el ritmo de sus embestidas y volviéndolo un poco más errático.
“Voy a acabar” te avisó, casi en pregunta, y lo único que pudiste hacer fue gemir su nombre y llevar tus manos a sus bíceps, manteniéndolo en el lugar. Quizás fue el calor en tu vientre cuando él se liberó dentro tuyo lo que hizo que tu orgasmo se alargara, pero sintió que duraba por siempre mientras intentabas recobrar la respiración.
Namjoon se recostó a tu lado, recién entonces sacando su miembro de vos, y repitiendo lo que hizo Jungkook, con una de sus manos intentó evitar que su semen se escapara de tu entrada. Aprovechó la posición para llevarte a su pecho, y lentamente mover tus cabellos de tu cara con su mano libre.
“¿Cómo estás?”
Asentiste, sintiendo como no te salía la voz en ese momento, te tomaste unos segundos para recuperar la normalidad de tu garganta.
“¿Cómo me llamo?” Le contestaste, sacándole una sonrisa adormilada y provocando que ambos se rían con gusto.
“¿Quieres dormir aquí?” Te preguntó, pero por alguna razón pudiste ver que realmente eso no iba a pasar. No podía estar seguro de que ibas decirle que no, así que evitaste contestarle buscando tu teléfono en alguna parte de la cama.
Al desbloquearlo viste los mensajes de Tae, de no hace cinco minutos atrás.
“¿Estás despierta? – No puedo dormir – ¿Dónde estás?” un audio.
“Estoy en la residencia”.
“¿Vas a volver a tu casa?”
“No quiero volver así”.
“Estoy en camino”.
Después del rápido intercambio miraste a Namjoon, luchando con el sueño para esperar una respuesta tuya, y le sonreíste, dejándole un beso casto en los labios. “No, me voy, no te preocupes, me visto y estoy saliendo”.
Él asintió, agarrándote de la cara para plantarte otro beso y dejarte levantarte, acomodándose mejor para dormir completamente desnudo sobre su cama. No te dejaste tomarte más de cinco segundos para apreciar la vista, y empezaste a levantar toda tu ropa para volver a vestirte. Del apuro no te habías sacado los zapatos, que conveniente.
Saliendo de la habitación te encontraste con Hoseok todavía en el living, te mortificó por un segundo el hecho de que podría haberte escuchado, pero no importaba. Las palabras de Santiago llegaron a tu cabeza en ese momento. ¿Y qué si se turnaban? Él quería creer que eras una puta, y esta noche le ibas a dar el gusto de cumplir sus palabras.
Te paraste en frente del sillón, al frente suyo, con la intención de despedirte y avisarle que en nada Taehyung iba a buscarte. Cuando lo nombraste despegó la espalda del respaldo, y con la cara a la altura de tu ombligo te acercó a él con ambas manos en la parte baja de tu cadera, casi haciéndote perder el equilibrio.
“Tengo unos minutos” es todo lo que pudiste procesar para que salga de tu boca, y la sonrisa de Hoseok te dio a entender que era más que suficiente.
Te apartaste unos centímetros para deshacerte de la tanga, que a estas alturas del partido ya no servía de nada mantenerla puesta, y te dejaste el resto de ropa intacta. Hoseok seguía cada movimiento con la mirada mientras se desprendía el pantalón. Te sentaste encima de él, con una pierna a cada lado de su cintura, y sentiste su miembro rozar con tu entrada. No habías prestado atención, pero cuando lo sentiste entrar, maldijiste.
Mierda. ¿A caso todos tenían que ser tan grandes?
No te perdiste la lentitud con la que ingresó en vos, sin necesidad de juego previo por lo absolutamente empapada que estabas allá abajo. Lo viste a los ojos mientras sentías como te llenaba de a poco, y la posición hacía que te sientas aún más llena que todas las veces anteriores. O la intensidad de su mirada, podía ser cualquier cosa.
Te levantó la mini a la altura de la cintura, dejando tu culo expuesto para que sus manos lo masajeen a gusto. Con ambas manos apretando, empezó a moverte de arriba abajo sobre él, indicándote el ritmo que tenías que seguir. Y estabas agotada, absolutamente movilizada y sensible, y no podías seguir el ritmo que él te pedía. Metió una mano entre sus cuerpos, intentando alcanzar tu clítoris y sonriendo cuando te sintió alejarte y estremecerte levemente.
“Es una lástima que solamente tenga tiempo de hacerte acabar una vez”.
Se aprovechó de tu sensibilidad, con su boca prendida en tu cuello, una mano estimulándote y la otra guiando tus caderas para que lo montes, empezó a mover él también su pelvis, levantándote con cada embestida, acelerando a casa segundo, entrando y saliendo una y otra vez, haciendo que gemidos ahogados salgan directamente de tu garganta.
En esa misma posición, cuando la mano que permanecía en tu cadera al parecer se cansó de indicarte el ritmo, te pegó una cachetada en el culo, para indicarte que le sigas el ritmo. Estaba cerca, y vos estabas persiguiendo el cuarto orgasmo de la noche. La claridad del día estaba empezando a entrar por las ventanas, pero no te importaba, querías terminar de nuevo, estabas por terminar de nuevo, tu cuerpo te lo pedía, encima de Hoseok, los dos casi completamente vestidos, montándolo.
“De nuevo” le pediste.
Te pegó otra nalgada “¿así?”
“Sí, sí, por favor, de nuevo”.
Y con dos nalgadas más, la última que seguramente quedaba marcada con la forma de su mano en vos, llégate de nuevo al clímax, y esta vez tu cuerpo no pudo sostenerte como lo venía haciendo. Temblando perdiste el ritmo, dejando que Hoseok te coja durante tu orgasmo, lo sentiste gruñir y sabías que eso era suficiente para hacer que él se venga junto a vos. Adentro, de nuevo.
Con la última embestida escucharon el timbre de la residencia, anunciando que era hora de que te vayas. Intentando recobrar la fuerza en tus piernas, te pusiste de pie dejando que el miembro de Hoseok se deslice de adentro tuyo. Sentiste como el semen corría por tu pierna, y el timbre sonó de nuevo. Hoseok pareció haber notado lo mismo, y sin levantarse del sillón, te acercó un poco más a la altura de su cara, para separar tus piernas ligeramente y pasar la lengua por la cara interna de tu muslo, recolectando lo que derramabas con su lengua.
Gemiste, porque era demasiado, porque la imagen que te estaba regalando era injusta post-orgasmo de los dos, y completamente cogido, lamiendo su propio semen y anda a saber de quién más, te dejó un beso en la pierna, y te hizo señas de que te dejaba ir. De camino pasaste por la cocina para limpiar el resto con una servilleta de papel, después de todo tu ropa interior estaba en alguna parte de la casa, y ahí se iba a quedar. Con una sonrisa te diste vuelta antes de abrir la puerta y le lanzaste un beso al aire, provocando que se ría y te lo devuelva.
“Nos vemos mañana”.
Sí, claro, los días seguían después de esta noche. Claro.
—
Taehyung te esperaba con un Uber en la puerta de la residencia y se dirigían de nuevo a su hotel. Cada uno de los chicos tenía una habitación separada y te ofreció terminar la noche con él así descanses, obviamente consciente de todo lo que acababa de pasar.
Una vez adentro de su habitación el silencio era ensordecedor. Taehyung aprovechó para dejar sus cosas en la mesita de luz y volver a acercarse a vos, esta vez mucho más cerca, más invasivo. Levantó una mano para acomodarte el cabello detrás de la oreja.
“¿La pasaste bien hoy?” su voz era dulce, como las caricias de su mano al costado de tu cara. Tan solo podías pensar en lo exhausta que deberías estar ante sus ojos, pero el aun así hacía de cuenta que no lo notaba.
Asentiste con la cabeza, inclinando la cabeza para perseguir el toque en tu mejilla.
“¿Tienes sueño?” Negaste con la cabeza. “¿No tienes sueño?” te volvió a preguntar, esta vez en un tono más burlesco. Volviste a negar, esta vez con una sonrisita en tus labios.
Te alejaste de él para poner tu teléfono en la mesita de luz como había hecho él, y sacando el control de la tele de ahí. La prendiste y pusiste en YouTube uno de tus temas favoritos. Taehyung siguiendo tus movimientos con una sonrisa divertida.
“¿Vas a dormir en eso?” Le preguntaste, señalando a la camisa desarreglada y a los jeans ajustados que se pegaban a sus muslos. Mentalmente limpiaste la baba que corría de tu boca, pero no era momento de ser tan obvia.
“No” sonrió, levantando una ceja. Cuando empezó a desabotonarse la camisa aprovechaste el momento para sacarte los zapatos, por fin, después de una larguísima noche tus pies estaban libres al fin, y con unos cuantos centímetros menos, podías notar claramente la diferencia de altura con él.
Pusiste una playlist que conocías muy bien cuando te reincorporaste y lo viste como, sin camisa, Tae se quedó parado en medio de la habitación sin desprender la mirada de tu cuerpo. Te acercaste luego de poner play y de la mano lo llevaste al borde de la cama, obligándolo a sentarse con un pequeño empujón. Los músculos de su abdomen se contrajeron con el movimiento, y pudiste sentir como capaz la habitación alrededor tuyo se movía un poco.
“Me gusta esta canción” te comentó, inclinándose hacia sus antebrazos en la cama, dándose espacio para tener una mejor visión de tu cuerpo. Toda remix sonaba por los parlantes de televisor una vez más en la noche.
“¿Sabes de qué va?” Le preguntaste, dándote vuelta y disfrutando lo que tu mente había elaborado en ese momento. Lejos estabas de querer terminar la noche así como así. Y después de darte cuenta de que el único que no había disfrutado de tus bailes esa noche era Taehyung, decidiste no dejar que termine el día sin al menos darle una probada de lo que era una noche argentina con todas las letras.
Sus manos se pegaron a los costados de tu cintura cuando empezaste a mover tus caderas de un lado a otro entre sus piernas, bajando tortuosamente lento para su gusto.
“Que tu novio no te merece” respondió, reacomodándose atrás tuyo para tener una mejor vista de tu culo moviéndose sobre él, y cuando la mini empezó a desacomodarse estabas casi segura de que se dio cuenta que no tenías nada abajo. Lo escuchaste tragar “y que conmigo la vas a pasar mejor”.
Continuaste con el baile hasta estar completamente pegada a su entrepierna, y moviéndote en círculos lo podías escuchar resoplar. Estaba creciendo en sus pantalones y sabías que lo estabas volviendo loco.
Sabías que era uno de los únicos que te había visto salir del pasillo después de Jungkook, que te había visto bailar con Seokjin y Namjoon, y podrías jurar que estaba consciente de lo que Yoongi te estaba haciendo en la pista de baile. Si no supieras mejor, jurarías que también te escuchó con Hoseok antes de venir al hotel, y todas esas veces que llamaba a momentos inoportunos, que lo disfrutaba cuando contestabas agitada, o mojada.
Se levantó, cambiando de posiciones y tirándote contra la cama delicadamente, trepando sobre vos, estaba agitado. Fue él quien cerró la distancia de sus labios en esa posición, y en nada el beso se convirtió en un juego de devorarse completamente, desesperado, necesitado.
Lo sentiste recorrer tu cuerpo con sus manos, desprendiendo y desatando a medida que pasaba, dejándote completamente desnuda una vez más, a su merced. Cuando acercó su mano a tu entrepierna y apenas rozó tu vulva sin realmente tocar nada, y te estremeciste, se separó un poco para mirarte.
“¿Cuántas veces acabaste hoy?”
“Cuatro”.
“Mierda…” susurró, bajando y repartiendo besos en tu cuello. Continuó bajando y se detuvo en una de tus tetas, chupando y besando, masajeando con su mano libre la otra. “¿Vas a poder aguantar otro más?”
La pregunta era sincera, en cierto punto notabas su preocupación y no diferente a la tuya de saber si tu cuerpo iba a aguantar sin colapsar.
“Sí”.
Conectó miradas con vos mientras seguía bajando, lento y entre besos hasta posicionarse entre tus piernas. Tanteó con la lengua, sin romper la conexión para ver tu reacción, y ese pequeño estimulo mando una reacción a todo tu sistema nervioso. Otro lengüetazo, y la misma reacción. Cunado, lentamente estableció un ritmo lento y tortuoso de comerte, luchabas por sostenerle la mirada, porque de nuevo, era mucho, y él sabía lo que estaba haciendo.
“No… no pares” luchaste por decirle, intentando agarrar su cabeza con tus manos, pero te las sacó del camino antes de alcanzarlo, poniéndolas ambas con una sola mano sobre tu estómago, inmovilizándolas.
La música de fondo ya no era nada más que ruido de fondo, murmuras indistinguibles, y tu cerebro empezaba a nublarse de nuevo, cuando ya era casi imposible mantener los ojos abiertos y los gemidos en línea, Tae se separó, ganándose una queja de tu parte, estabas tan cerca.
“Tae…” gemiste, en suplica.
“Ssshhh amor, ¿cómo me quieres?”
Volviste a gemir su nombre, no te importaba, querías terminar, estabas tan cerca, era un hijo de puta, camuflado de ternura y cuidado te estaba enloqueciendo a propósito. Cuando se quedó sin hacer nada, volviste a gemir su nombre.
“Tan necesitada… ¿no te fue suficiente?”
“Taehyung…”
“¿Puedes darte vuelta por mí?”
Obedeciste sin una palabra de por medio, colocándote en tus rodillas y dejando tu culo en vista, estabas desesperada de que algo pase que no te diste cuenta cuando Tae aprovecho el momento para deshacerse de su pantalón y bóxer. Cuando pasó la punta de su miembro entre la ranura de tus nalgas sentiste lo realmente, realmente grande que era, y empezaste a dudar de si ibas a ser capaz de tomarlo entero.
Sentiste su cuerpo pegarse a tu espalda, dejando besos entre tus omoplatos mientras lentamente entraba en vos, tortuosamente lento, dejándote acostumbrarte a cada centímetro que colocaba adentro tuyo, y se quedó quieto esperando a que te acostumbres. A pesar de lo ridículamente lubricada que estabas en ese entonces, sentiste incluso un pequeño dolor por lo mucho que te estaba abriendo en ese momento, pero los segundos que te dio para acostumbrarte bastaron para convertir ese agudo dolor en pura necesidad de que te desarme completamente.
Los besos suaves en tus omoplatos y nuca contrastaban totalmente con lo caliente que te sentías en la parte baja. Suspiraste y empezaste a moverte debajo de él, casi rogando porque se moviera y él con una mano en el hueso de tu pelvis te mantuvo quieta.
“Despacio”. Tomó nuevamente el mando de la situación al comenzar a embestirte lentamente, tortuosamente lento, haciéndote gemir suplicando por más.
Lo sentiste acomodarse para cambiar el ángulo, sacando casi por completo su miembro y embistiendo de una vez llenándote completamente. De nuevo, esa sensación de quedarte absolutamente sin aire, pero esta vez quemaba, es como si físicamente no pudieras recobrar el aliento porque ya estaba de nuevo otra embestida sacándote el aire. Con la fuerza de sus caderas parecía empujarte cada vez más, pero te mantenía en lugar con las manos en tu pelvis, tanteando por estimularte una vez más.
Estabas tan sensible por todos los orgasmos que tuviste que sentías que solo con su miembro podías alcanzar el clímax, si seguía clavándote contra la cama con cada una de sus embestidas, era probable que llegues otra vez en minutos.
Ya no te importaba contener los gemidos, los gritos ahogados que se escapaban de vos ante cada embestida, y parecía que escucharte encendía a Tae cada vez más, así que aprovechaste y soltaste todo lo que intentaste contener a lo largo de la noche.
Con un lado de tu cara pegada al colchón, y tus rodillas apenas sosteniéndose por sí mismas, volviste a sentir el pecho de Tae pegarse a tu espalda, embistiendo cada vez más fuerte y profundo, estaba cerca, podías sentir como sus músculos se tensaban alrededor tuyo intentando contenerse un poco más. Finalmente llevaste tu propia mano hacia tu entrepierna, acariciando la zona y sintiendo como entre tus dedos el miembro de Tae entraba y salía de tu entrada. Quizás fue la imagen, o darte cuenta de que estaba sincronizando sus movimientos con la música de fondo, pero cuando sentiste el calor dentro tuyo con un gemido que llevaba tu nombre, te dejaste ir y perseguiste tu orgasmo junto con él.
Recobrar el aire parecía casi imposible, todo tu cuerpo temblaba y sabías que, de todos, este había sido el orgasmo que más fuerte había pegado, por lo débil que tu cuerpo ya estaba. Suspiraste intentando recomponerte, y sentiste las sábanas cubrir tu cuerpo y unos fuertes brazos moverte de posición con cuidado.
Terminaste frente a frente con Tae, absolutamente exhausta te acurrucaste en su pecho y sonreíste ante el beso en la frente que te plantó antes de acomodarse mejor para finalmente caer dormidos ambos.
—
Estabas a punto de caer rendida cuando escuchaste tu teléfono sonar en algún lugar de la habitación. Tae también lo escucho y pareció localizar el sonido más rápido que vos. Se dio vuelta y lo levantó de su mesita de luz a donde previamente lo habías dejado. El nombre de contacto “Santi” se podía leer, y arriba te fijaste que eran las diez de la mañana. La noche se había hecho eterna, y todavía no terminaba.
“Dejalo…”
Taehyung contestó. Por la proximidad de sus cuerpos y el silencio de la habitación, pudiste escucharlo de otro lado de la línea. “Amor, por favor, necesito que hablemos, perdón…”
“¿Quién es?” Su voz rasposa y gruesa estaba aún más acentuada por el cansancio, y si no hubieras pasado por todo lo que pasaste esa noche, le reclamarías por haber contestado tu teléfono, pero ahora no importaba.
“¿Dónde está?”
“Está durmiendo, no molestes, adiós” una risita se te escapó cuando escuchaste que los gritos del otro lado se cortaron porque Tae había colgado el teléfono.
“Vamos a dormir, linda, fue un largo día para vos”. Te dijo, dándote otro beso en la cabeza.
Te acomodaste nuevamente en su pecho, pensando en lo jodida que ibas a estar después de esta noche, o mañana, lo que sea. Pero no era problema tuyo, realmente. Era problema de tu yo del futuro, así que, con eso en mente, caíste rendida ante el cansancio.
[parte 2]
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