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Ricardo Jäger
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Psicólogo, estudiante de maestría, psicoanalista en formación, profesor de primaria. Cantante y amante de los cómics.
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ratedryck-blog · 6 years ago
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Ciencia, verdad y psicoanálisis.
“Lo maravilloso de la ciencia es que es verdadera, creas en ella o no”
Neal DeGrasse Tyson, Cosmos: A space Odyssey, 2014
   Yo sí estudio una ciencia. Aún tengo muy presentes aquellas palabras, airosas, llenas de cierto recelo y prejuicios. Esta frase vino de un amigo cercano al referirse a su profesión, en una conversación que incluía las distintas carreras universitarias que cada miembro del grupo había elegido. ¿Por qué la medicina estaría por encima de otras profesiones como psicología, arquitectura, derecho, artes?
El psicoanálisis no es objetivo. Este enunciado fue proporcionado por un estudiante de psicología conductista, pero ¿Qué es objetivo en la mente (psique) humana?
La única finalidad del positivismo es afirmar, sólo afirmar y nunca decir “no” [nunca negar]. Esta fue proporcionada por una compañera de comunicación social, en una especie de crítica al positivismo. ¿Qué crítica podría ser válida con una contradicción en sí misma? No decir que no, cuando ya se ha dicho, prohibido prohibir cuando estás prohibiendo.
Básicamente, la psicología [en un hospital psiquiátrico] está prostituida a la medicina y al positivismo; son conductistas y nos rechazan ahí. Recuerdo que esto fue dicho por un compañero de psicología social, quien prestaba su servicio social en un hospital psiquiátrico. Si bien, la visión social no estaba contemplada en sus delimitaciones, ¿cuáles sí? ¿Por qué? ¿Por qué sí? ¿Por qué no? ¿Por qué calificamos de “prostitución” paradigmas que nos son ajenos? ¿Por qué se pretende hacer crítica descalificando métodos distintos?
Inicio este ensayo con pequeñas citas de frases y diálogos que he escuchado, sólo pocas de muchas de ellas, referentes a lo que es y no es la ciencia, de lo que es y no es el positivismo, de lo que es y no es el psicoanálisis -aunque este último puede ser increíblemente extenso- y la psicología, podría continuar enunciando y ampliando su contenido por páginas y páginas, pero, no es esa la intención. Realmente quisiera responderme, ¿puede el psicoanálisis hacer investigación? ¿Qué se puede investigar? ¿Cómo? Hasta el momento, he realizado tesinas e intentos de investigación, utilizando las teorías psicoanalíticas como apuntalamiento en los marcos teóricos que las delimitaban, como una de algunas teorías que sostendrían los objetivos y los resultados. ¿Por qué una formación universitaria que se autodenomina ciencia social, cualitativa, intentaría encajar con lo cuantitativo al proponer objetivos y buscar resultados?
Claro, toda investigación tiene un punto de partida y uno de meta, se trata de una búsqueda, de esclarecer ciertas interrogantes y cuestionamientos que se han despertado en el llamado investigador. Pero ¿la meta de todo objetivo es ser demostrable? Es decir, ¿toda investigación debe ser demostrable a los sentidos? ¿A lo visible, a lo tangente? ¿Es por eso por lo que la medicina [veterinaria o humana] tiene mayor validez que la psicología o el psicoanálisis? Después de todo, sus resultados o efectos son observables en un periodo de tiempo relativamente corto, una aspirina tiene un efecto más próximo sobre dolores constantes de cabeza que años de análisis.  
Así, la investigación, por lo menos a nivel licenciatura, se sirve de varios requisitos, que tratan de apilar teorías y métodos para validarse a sí mismas. Algunas hacen mención sobre no dedicarse a la repetición [re-producción] del conocimiento, sino a su producción, aun así, año tras año se amontonan, una tras otra, investigaciones que apuntan a los mismos objetivos y se basan en las mismas teorías, aún sin preguntarse si realmente pueden servirse de ellas.
Estos documentos, y creo que toda investigación que busca encajar en lo demostrable, abre con el planteamiento del problema, seguido por una justificación y una hipótesis. Es decir, el por qué, el para qué y a qué queremos llegar, o a qué creemos que vamos a llegar. Siempre tratando de llegar, no hay lugar para un resultado inesperado, entonces, ¿si ya se sabe la respuesta, para que investigar? La hipótesis sería ese final anunciado que debe redactarse y ajustarse bajo el método inductivo-deductivo, es decir, lo que podemos apreciar con los sentidos y cómo estos llevan los fenómenos individuales de lo particular a lo general; así mismo, se apoya de un proceso lógico, una operación mental, la deducción, que va de lo general a lo particular[1].
Después de esa primera parte protocolaria y preliminar, sigue el compilado de paradigmas y epistemologías distintas que sirven de sustento al documento, el marco teórico.  Una recopilación, agrupamiento y sobreposición de distintas teorías, a fin de justificar y hacer válidas las ideas [el conocimiento] que nos ha llevado a las interrogantes hipótesis anteriores; así como justificar y hacer válido los conocimientos que sostienen la investigación.
Posteriormente, se llega al procedimiento, o ese conjunto de técnicas y herramientas que sustituyen la experimentación en las llamadas ciencias sociales cualitativas. Encuestas, entrevistas, herramientas presenciales y participantes, y un largo etcétera. Todos estos métodos han sido ya probados, escritos, aprobados y validados por sus inventores y seguidores. Una parte de ellos no buscan números o estadísticas, pero aun así se basan en la agrupación de datos y su posterior interpretación, a fin de intentar emular la experimentación y demostrabilidad de los conocimientos adquiridos. Se generaliza a través de estos resultados.
Los grandes autores para dichas estrategias son Stephen John Taylor y Robert Bogdan, quienes en Introducción a los métodos cualitativos de investigación (1984), hacen un compilado de técnicas y herramientas, a través de ejemplos para cada una de ellas, mas no a manera de instructivo o recetario. Uno esperaría encontrar en ellos las respuestas a las inquietudes como observador y participante de los fenómenos a estudiar.  Este apartado sustituye a su contraparte cuantitativa, la experimentación, sin embargo, estos métodos han sido probados y comprobados, investigador tras investigador, claro que, a diferencia de los cuantitativos, estas herramientas se permiten pequeñas variaciones en su aplicación dependiendo del contexto, aun así, estas deben estar totalmente justificadas
Posteriormente, llegamos a una sección destinada para el, o los, análisis de los resultados. ¿Qué se entiende por esto? Aquí se hacen las conjeturas y el contraste entre la teoría y la metodología aplicada, es decir, el o los investigadores cercioran que su pilar teórico sea suficientemente solido para sostener, junto con lo observado, si se ha llegado a aquella ansiada meta del éxito. Aquí obtendríamos los datos de haber seguido una experimentación de métodos cuantitativos, la repetición tras repetición de un fenómeno observable. Si no es así, algo mal ha sido aplicado, algo ha sido mal estudiado, muy pocas veces estos accidentes llegan a ser algo aún mejor de lo que se esperaba en un inicio. Pero, también se podría agregar un pequeño símil, la metodología cualitativa vendría a ser una suerte de experimentación, el fenómeno en sí no se repite, sino la manera de proceder, aquella que ya ha sido aprobada por un investigador previo, a menos que esta se esté proponiendo, claro está.
Finalmente, se llega a la conclusión, ese deseado resultado que daría el crédito y el rango de investigador a quien logre llegar aquí. Ahora dichos resultados pueden pasar a ser teorías nuevas, para lo cualitativo, o los datos necesarios para validar leyes físicas o matemáticas. Así mismo, de ratificar y confirmar la hipótesis planteada en un inicio.
A manera de crítica, pretendo hacer ver lo que mi formación universitaria se me instruyó como investigar, la repetición de una serie de pasos que, con la ausencia u omisión de uno de ellos, desembocaría en la nulificación de cualquier resultado obtenido, dejando de lado la especulación, la capacidad creativa misma, e incluso, la incorporación de métodos o teorías distintas al marco teórico recomendado, siendo esta última una contradicción, la producción de conocimiento de la cual se dicen participes, se ha vuelto una mera reproducción de una receta a seguir, sin cambios permitidos, con resultados ya esperados.  
Este tipo de investigaciones intentan seguir el método científico, o lo que se entiende por este, observación, interrogación, hipótesis, experimentación y resultados, siempre haciendo notar el término cualitativo en sus saberes. Pretende validarse todo conocimiento no reproducible, cuantificable, con el estatuto de científico, al seguir sus mismos pasos.
La física, la ciencia que estudia la interacción entre la materia y la energía, es el más claro ejemplo de la aplicación del método científico. Sus leyes, conceptos, definiciones y resultados están escritos con números, fórmulas, obtenidas a través de la recopilación de datos, escribiéndose en forma lineal, dando muy poco espacio a la incertidumbre, a pesar de que de ella misma nace y en ella se sostiene y es la que la guía.
Neal DeGrasse Tyson, un conocido divulgador científico, menciona en uno de sus programas más actuales, Cosmos: a space odiyssey (2014) que LA ciencia, se sostiene de pensadores, aventureros, pioneros y atrevidos que siguieron cinco pasos: desafiar la autoridad, ninguna idea es verdadera sólo porque alguien más lo diga; cuestionarse a sí mismos, no creer en algo sólo porque se cree en ello, creer no lo hace verdadero; probar las ideas a través de observación y experimentación, si una idea falla una prueba, es incorrecta; superar el error, los más grandes se han equivocado; seguir la evidencia hasta donde está pueda llegar, si no hay evidencia, se debe callar.
El psicoanálisis, fácilmente puede hacerse de los pasos anteriores y tomar parte de la bandera de Ciencia, ya que Freud cuestionó y desafió lo ya dicho, al igual que a sí mismo, avanza, se equivoca y corrige, añade más a las teorías anteriores; si bien no pudo experimentar, pudo recopilar el discurso de paciente tras paciente durante décadas, y a partir de ellos elaboró interpretaciones que desembocarían en sus teorías, claro que cada uno de ellos debía presentar similitudes y puntos donde anclarse y comparar, obteniendo así las bases y argumentos que sostendrían al psicoanálisis.
Sin embargo, esta disciplina ha sido víctima del desprestigio por parte de las epistemologías de corte positivista. Corrientes y disciplinas que se dedican al estudio de lo “demostrable”, “cuantificable y “observable”, tachan de pseudociencia, e incluso charlatanería a la teoría freudiana. Si bien, el campo de estudio del psicoanálisis –lo inconciente, el lenguaje, las pulsiones, etcétera- no es cuantificable, y hasta cierto punto, observable (demostrable), describe fenómenos agrupados, ordenados y conexos entre sí[2] del mismo modo que las ciencias llamadas exactas. El mismo Stephen Hawking refiere que es difícil construir, de golpe, una teoría unificadora del Todo, en su lugar, se debe avanzar encontrando teorías parciales[3]. Si bien, él hace referencia a una teoría unificadora de las posturas sobre la física cuántica (de lo pequeño) y la física relativista (de lo enorme), puede aplicarse fácilmente aquí: Freud no pudo llegar a una teoría completa, sin antes, encontrar, cambiar y evolucionar, las piezas de su llamada metapsicología, que harían de base o fondo para todo el edificio de su nueva epistemología.
La tarea de los divulgadores científicos es sencilla, al menos en apariencia. Carl Sagan, Stephen Hawking, Michio Kaku y Degrasse Tyson, son los primeros en saltar a mi mente; así como el psicoanálisis, la astronomía y la física son también parte de mis pasiones, y no podía dejar de lado el tema de investigación para no tomarlo. Pero este espacio no será para hacer una especie de adulación, sino de una manera más crítica. Estos cuatro físicos han dedicado parte de su trabajo a comunicar sus hallazgos, cómo llegaron a ellos, e invitan a otros a acercarse al conocimiento científico, lo hacen de una manera sencilla y comprensible para todo aquel con el conocimiento mínimo de las ciencias naturales, o el interés por ellas. Su tarea es sencilla en apariencia, invitan a otros a acercarse al método científico y a sus conocimientos, sin embargo, la física, la astronomía, la química no son tan sencillas de explicar en términos simples, y requieren de un conocimiento especifico para su comprensión. ¿Y el psicoanálisis, por quienes puede ser abordado, explicado o comprendido?
Es necesario aclarar, no existe EL psicoanálisis, así como no existe LA física o LA ciencia. Si bien Freud fue el precursor e inaugurador de la disciplina, esta fue expandiéndose y ramificándose en diversos métodos y conocimientos teóricos. Fue adoptada, modificada y ampliada por lingüistas, psiquiatras, antropólogos, y un gran etcétera; todos estos conocimientos desembocarían en una práctica curativa que los interconecta, lo individual, lo social, lo psíquico y lo corporal, lo sagrado y lo profano[4]. Aquí puedo traer de vuelta una de las frases de la primera página, “básicamente, la psicología [en un hospital psiquiátrico] está prostituida a la medicina y al positivismo, son conductistas y nos rechazan ahí”; es sabido que la perspectiva médico biologicista de la psicología conductiva, es guiada por el manual de enfermedades mentales, el DSM-V, décadas de investigación y recopilación de datos, así como la experimentación, diseño de instrumentos, describen los padecimientos mentales, desde los más comunes hasta los más raros, así como dar una descripción general de cada una. Por el contrario, el psicoanálisis no es un manual de instrucciones de una técnica curativa o sobre el funcionamiento psíquico.[5]
Respondiendo a la última pregunta, el psicoanálisis puede ser tomado por legos, es decir, debatido y estudiado por personas sin la experiencia analítica[6], sin embargo, no lo es así para poder ejercer la técnica curativa del método que se elija. El psicoanálisis, o bien, la teoría psicoanalítica, puede ser tomada por cualquier persona ajena a ella, para implementarla en sus propios estudios, para debatirla, o bien, a ver critica de la misma. Las teorías psicoanalíticas pueden ser implementadas en investigaciones de corte social para ampliar o explicar mejor los fenómenos que se abordan, ya el psicoanálisis mismo se apoya de las teorías de las ciencias sociales para ejemplificarse o ampliarse.
Durante los últimos tres años me he dedicado a la educación especial, dos de ellos directamente como acompañante terapéutico, en una especie de maestro personal para dos niños, uno por ciclo escolar. En este tiempo seguí las indicaciones de una metodología cognitivo conductual: sustituir una conducta por otra para mejorar el proceso de aprendizaje. El argumento era ser el medio de aprendizaje para un niño con problemas de conducta, emocionales y de aprendizaje, desglosados como si estos tres no partieran de uno solo: el sentir, el pathos.
“Yo estoy aquí, para que aprendas a través de mí”, era el argumento inaugural del trabajo de monitoreo, pero a esto debía agregársele “también para controlar tu conducta, tu trabajo y tus palabras”, mas que un maestro, el acompañante terapéutico se volvía un controlador y carcelario dentro de una institución en la cual el niño ya se sentía prisionero. Este dispositivo se facilitaba gracias a las estrategias que el método cognitivo conductual había descifrado, ya que estadísticamente funcionaban y mejoraban el desempeño académico. Pero ¿y si se tomaba en cuenta la palabra del niño? ¿y si en lugar de disipar las estereotipias o cambiarlas por conductas “apropiadas”, se les entendiera como síntomas y se buscara un origen? ¿si la escucha estuviera bien aplicada ante el sufrir del niño y no se les ofrecieran alternativas burdas a sus conflictos? Quizá la escucha psicoanalítica, o quizá sólo algunos encuadres teóricos podrán encajar mejor y llevar al niño por un camino que él mismo pueda forjar a través de sus propios significados y significantes.
A manera de conclusión
Retomando las preguntas que hago en un inicio ¿qué puede investigar el psicoanálisis? Respondo, todo lo humano, siendo lo humano todo lo que no es natural en él, el lenguaje, los síntomas, la sexualidad, las artes, la enfermedad ¿cómo? Poniendo en primer lugar lo hablado, lo expreso, aquello que pueda adentrarnos en el sentir y sufrir del sujeto y en el sujeto mismo. Sólo a partir de su propia palabra, de su propia creación, es como puede revelar realmente lo que lleva dentro.
Además, la ciencia se entiende, entonces, como aquello que puede ser demostrado a los sentidos, sin embargo, las matemáticas son meramente abstractas. La física se construye de números y fórmulas que construyen un universo a partir de ellas, pero el universo no son números ni fórmulas, estas son únicamente la manera humana de expresar y entender una forma del funcionamiento del todo. Entonces, ¿la ciencia es verdadera? ¿se puede creer en ella? ¿se puede no creer en ella? La ciencia es verdadera en tanto se crea en ella, así como la cura del hechicero, del psicoanalista, de la medicina. No puede funcionar algo en lo que no se cree. El psicoanálisis funciona como ciencia en tanto sus hallazgos, métodos, teorías y discursos sean tratados como un todo o una parcialidad que pueda explicar los fenómenos de lo inconciente, de manera lineal y repetible, cuya experimentación e intervención pueda replicarse una y otra vez, visibilizando sus hallazgos, cuando en realidad está muy lejos de esto. La ciencia no es verdadera, puesto que no hay verdades absolutas, se crea en ella o no, la ciencia es sólo una forma de explicar lo que nos rodea, mas no la única manera, ni el único método.
 Bibliografía
 ·       Freud, Sigmund. (1915), Pulsiones y destinos de Pulsión. En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras completas : Sigmund Freud (Vol. XIV), Buenos Aires, Amorrortu, 1992, pp. 105 – 134
 ·       Hawking, Stephen, (2002). La teoría del todo. El origen y destino del universo. Javier García Sanz (Traduc.), México, Edit. Debols!llo, 2017. 151 pp.
 ·       Pérez Tamayo, Ruy, (1990). ¿Existe el método científico? Historia Y realidad. México, FCE, 2017.  301 pp.
 ·       Tappan Morino, José Eduardo, Epistemología y psicoanálisis. Una mirada al psicoanálisis y la construcción de su conocimiento. San Luis Potosí, Universidad Autónoma de San Luis Potosí, 2004. 279 pp.
                                                    -Notas sobre investigación para el psicoanálisis, 2007,28 pp.
  Filmografía
-       Hanich, Livia et. Al. (productores), Bragan, Brannon et. Al. (Directores) (2014) Cosmos: a space odyssey. Estados Unidos. 20th Fox Television.
 [1] Pérez Tamayo, Ruy, (1990). ¿Existe el método científico? Historia Y realidad. México, 2017, p. 29
[2] Freud, Sigmund. (1915), Pulsiones y destinos de Pulsión. En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras completas : Sigmund Freud (Vol. XIV), Buenos Aires, Amorrortu, 1992, p. 113
[3] Hawking, Stephen, (2002). La teoría del todo. El origen y destino del universo. Javier García Sanz (Traduc.), México, 2017, p. 125
[4] Tappan Morino, José Eduardo, Epistemología y psicoanálisis. Una mirada al psicoanálisis y la construcción de su conocimiento. San Luis Potosí, Universidad Autónoma de San Luis Potosí, 2004, p. 97
[5] Ibid.
[6] Ibidem, p. 105
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ratedryck-blog · 6 years ago
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La tribu del Tótem de la rata sin nombre. Un ensayo psicoanalítico sobre el film Sitcom.
Primer acto (Se abre el telón. Joyeux anniversaire, Papa).
Se escuchan los murmullos de la audiencia, el telón se abre, la obra comienza. La primera escena es incierta. Un automóvil entra a lo que parece una residencia. Se detiene. El conductor baja y entra al hogar. Joyeux anniversaire cantada por varias voces, cantada al hombre que acaba de entrar, joyeux anniversaire, papa, se trata del padre. Los cantos se detienen. Una voz femenina interroga ¿Por qué, Jean? Detonaciones, gritos, horror, angustia y dolor pueden escucharse. Nada puede verse, además de la fachada de una casa de ladrillos naranjas, tejas azules y ventanas blancas. La escena es incierta para la audiencia, ¿Quiénes fueron asesinados? ¿cuántos? ¿por qué? Es incierto, porque no puede apreciarse con la mirada. Lo cierto -hasta este punto- es lo ocurrido: una masacre.
La muerte, el asesinato, para el hombre cultivado, de cultura, o actual en términos de Freud, es impensable, inimaginable, un acto indigno y de maldad[1]. Entonces un acto de maldad habría sido cometido. “¿Así paga un padre una felicitación de cumpleaños?”, juraría que podría escucharlo de alguien a quien la muerte le sea totalmente espantosa y aberrante. Pero, así podría serlo para todos. Excepto en el inconciente, ahí la muerte propia no tiene cabida, sólo la inmortalidad.[2] Sin embargo, el inconciente también mata, desea la muerte, el asesinato del otro[3], mata incluso por pequeñeces, esto genera el horror y la culpa ante el asesinato.
El hombre cultivado no sería tan distinto del hombre primordial, quien cometería asesinatos indiscriminadamente, que sería tan cruel como cualquier animal y no respondería al instinto para cometerlo[4]. El hombre actual acaba y fulmina la vida del enemigo, del extraño, de forma tan despreocupada y pronta como su antecesor[5], incluso, por pequeñeces. Para Freud, la percepción de la muerte propia no es inmediata, es percibida únicamente mediante la muerte de los seres amados y queridos. Jean, el padre, ha matado a su familia. Ha matado a los extraños que habitaban en ellos. Ha fulminado a aquello que podría amenazarlo, aquello que odiaba. Ha provocado la muerte, horror y dolor en su familia. Sin embargo, el canto de las aves sigue, como si nada hubiera ocurrido. La película continúa. Sólo un par de minutos han transcurrido. Varios meses antes, puede leerse en pantalla.
María, la nueva mucama ha llegado, se presenta con la familia. El padre, Jean, los hijos Nicolás y Sofía, y la madre, quien le muestra la casa, que perteneció a la madre de Jean, y este no habría querido dejarla. El teléfono suena, Françoise llama, su voz jamás se escucha. Su mensaje parece corto, se ha contagiado de “eso” y no podrá asistir al compromiso de esa noche. Los planes cambian, ahora María sería la invitada.
La llamada de Françoise podría asemejarse a la llamada del destino, esa, que revela un mundo insospechado, donde el individuo queda expuesto a poderes que no entiende[6], el destino ha llamado al héroe y ha transferido toda su espiritualidad a una zona desconocida[7]. Aquí no habría una llamada a un héroe aparente, al menos no en este punto de la trama, pero sí un llamado del destino, en donde las circunstancias cambian y favorecen a los presentes a atenderlo. Françoise no podría asistir al compromiso establecido para esa noche, María, ahora presente ocuparía su lugar.
Cambio de escena. Otro llamado, esta vez a la puerta. Se trata de la pareja de Sofía, David, quien es recibido por una avalancha de besos pasionales y caricias. Son interrumpidos. A David también se le invita a ser parte del banquete que tendrá lugar más tarde. Él acepta. El cuadro cambia. La moral de un mono, como título del artículo que Nicolas lee. Cambio de escena. Hay una proposición sexual, pareciera haber una mayor excitación, por parte de David, al escuchar el menú de la noche que por Sofía misma, un preámbulo al banquete inaugural y fundador.
La puerta se abre, el padre entra, trae consigo un paquete envuelto en una tela roja. La familia se reúne. Es una sorpresa, Nicolas hace dos sugerencias, un loro o una serpiente, la madre espera que no sea un animal. La tela se retira, es un ratón. Los hijos se asombran, la madre se atemoriza y huye de este segundo llamado, se niega a él.  La negativa de la madre es deliberada, aterradora, ante la demanda todavía desconocida, un rechazo total a los nuevos términos que ofrece la vida[8].
El ratón, aún sin saberlo, jugaría dos roles en la trama. El primero, el del heraldo, el responsable de hacer llegar el llamado al héroe, o a los héroes -o antihéroes desduchados- Después de todo, el heraldo puede ser una bestia, una misteriosa velada por lo desconocido[9]. Sólo más adelante, podríamos apreciar el mayor papel de este, aparentemente, inofensivo rodador.  Y sin saberlo, el primero en caer en sus efectos, sería el padre, Jean, al enamorarse de ella cuando la vio. Nicolas es el encargado de llevar al ratón a su cuarto.
Llaman a la puerta. María ha llegado junto con su pareja, Abdú. Ambos, un poco fuera de sintonía con la cena que no era tan estrafalario como la vestimenta de la recién llegada pareja. Pareciera que María quisiera celebrar la invitación al banquete, despegando de su papel de mucama a invitada a la mesa, de una forma muy visible.
En el cuarto de Nicolás algo sucede, el ratón lo mira fijamente, él deja su guitarra, lo mira, parece quedar atrapado en los ojos rojos de roedor. Nicolas lo saca de su jaula, lo acerca a él y lo lleva a su hombro. La madre entra al cuarto abruptamente, ella se atemoriza al ver al animal al hombro de su hijo. Algo ha pasado, la mirada de Nicolas ha cambiado. Sin saberlo, sería el primer afectado, de forma visible, por el pequeño animal. La madre se retira, pide a Nicolás lavarse las manos, ¿qué habrá poseído a tu padre? Se pregunta, sin tener la menor idea de que algo realmente lo ha poseído, y lo hará evidente más tarde. Las manos del joven evitan el agua, no quiere desprenderse de la esencia del ratón, no atiende la petición de la madre. La cena está lista, el banquete ha sido servido.
Segundo acto (Tabú).
La comida se lleva a cabo. Se conversa sobre la situación política del país de origen de Abdú. La madre, lleva la charla con él, sentada justo al centro, como una especie de intermediaria entre su familia y la servidumbre. Aunque ahora, tal diferencia no existe, ahora todos forman parte de un solo colectivo, todos incorporan los mismos alimentos. ¿Podría este ser un banquete totémico? Es una celebración, pero ¿de qué? Quizá, una especie de prefacio a lo que esta por hacerse presente. Se levantan las restricciones[10] de las diferencias sociales, pero no hay un sacrificio, ni animal ni humano, no hay una remembranza a un acto ocurrido que le daría sentido a dicho ritual, es más, ¿es este un ritual? El nuevo clan está ahí, recién formado, pero no se recrea ningún hecho anterior. Nace en este punto. A partir de aquí existe un acto fundante, la primera cena del grupo, de la tribu, el banquete inaugural.
         La cena se interrumpe. Nicolás se levanta, tiene un anuncio importante. Soy homosexual, pronuncia el joven hijo. Se retira. Todos se muestran indiferentes, excepto la madre, se lamenta ante la posibilidad de no poder ser abuela, de no poder ampliar el clan, de no poder lograr el cruce con otros grupos. A partir de aquí, de este banquete, el nuevo clan comenzaría un aparente declive. La llamada del destino, el heraldo en forma de ratón -cuyo doble papel aún no es claro- y la cena se entrecruzarían para llegar, y llevar a los integrantes al encuentro con lo prohibido, con lo sagrado.
         Abdú sería convencido para dialogar con Nicolás, él conoce a los adolescentes, él sabría cómo sacarlo de esa confusión, de esa etapa de la juventud. Él haría de hechicero, que se introduce en eso desconocido, al mundo espiritual, a lo místico y divino para extraer al enfermo de su sufrimiento. Sin saberlo, él también sería afectado por eso sagrado. Entra al cuarto. Intenta iniciar una conversación con Nicolas. Un chillido los interrumpe. De nueva cuenta, el llamado del heraldo hace su aparición, pero de una forma distinta. Esta vez, no seduce con la mirada, no comparte su mensaje [divinidad] al tocarlo. Ahora es con una mordida, como si infectara, a manera de castigo, por tener el atrevimiento de tocarlo[11]. Abdú se acerca a Nicolás para mostrarle la herida. Algo sucede. La actitud de Abdú cambia, se nota distinto. Interroga al joven, ¿desde cuándo sabe de su homosexualidad? Desde esa noche, al igual que él. Acto seguid, Abdú se muestra a Nicolás, pide ser tocado, pregunta sobre la seguridad del joven, no responde, se besan. La madre, al ser convencida de la nula incapacidad de daño de la homosexualidad declarada de su hijo, sube a verlo, a hacerle saber que su madre no lo abandonaría. No se percata -o no acepta- del hecho que acaba de ocurrir, del encuentro de su hijo y uno de los nuevos miembros del clan. Los invitados se retiran. A María se le pide callar, no sacar del clan la declaración del hijo, mientras que a Abdú, se le agradece, como se le agradece a un viejo amigo, a un miembro de la tribu, y no a un recién conocido.
         En un segundo plano, los padres se preparan para dormir, intercambian opiniones sobre la noticia de la cena. Paciencia, pide el padre de manera encriptada. Ella se decide a dormir, busca los labios de su esposo, obtiene un indiferente beso en la frente. Se cubre los oídos. Minutos después, el padre la emula, se dispone a dormir, él cubre sus ojos. Ambos, se ensordecen y ciegan ante lo que acontece y lo que está por suceder, pero no de manera definitiva.
Ahora sería Sofía quien tendría su encuentro con el heraldo, atraída hacia él, por su llamado inaudible; lo toma, lo retira de su jaula, se recuesta con él, pareciera ejercer el acto sexual con el roedor, sus gestos, sus vocalizaciones, la manera de tocar su cuerpo así lo demuestran. David, interrumpe, le solicita regresar a la cama. Una vez ahí, sólo es sometido al rechazo, es tratado como un perro.
         Otro llamado. De nuevo, Sofía lo atiende, sale de la cama sólo para acercarse a la ventana, abrirla, y brincar desde esa abertura hacia el vacío de la noche, hacia la muerte misma, hacia su propia muerte, sólo así podría encontrarse con lo divino, con una existencia postrera más plena y valiosa[12]. Al mismo tiempo, la madre pareciera responder al llamado, de forma distinta, no para ir hacia el heraldo, sino para beber un poco de agua, aunque a pesar de seguir rechazando el llamado, de seguir postergando su encuentro inevitable con lo divino, logra percibir la ventana abierta y a su hija, yaciendo en el suelo, en lo más bajo del hogar.
Después de lanzarse, Sofía habría permanecido algunos meses en estado de coma y quedaría paralizada e insensible en la parte inferior de su cuerpo, postrada en una silla de ruedas. Su estado sería un alivio para la madre, ya que no murió, e incluso sería más fácil de aceptar y conllevar. A pesar de dicho alivio, Sofía preferiría morir o el mismo sufrimiento, si no puedo morir, por lo menos déjame sufrir; si no puede sufrir, o conducirse a su propia muerte, ya que el accidente no fue caer, sino seguir viva, entonces, puede causar sufrimiento a otros. Ahora, ella tendría con un cambio de apariencia total, en cuanto a forma de expresión, vestimenta, de dirigirse a los otros miembros del clan, y, al igual que su hermano, de llevar a cabo el encuentro sexual con su pareja, a quien humilla, golpea, a quien llama perro y trata como tal.
Al mismo tiempo, en la casa sin padres, sin líderes del clan, sin reglas o leyes aparentes, Nicolas y Sofía llevan a cabo orgías, rituales con sus invitados masculinos, David por un lado y hombres de distintas edades, clases y estilos, quienes también, habrían atendido a un llamado, uno literal, un anuncio. Incluso la hermana[13] y un niño serían parte de los juegos de Nicolas. Sofía, al espiar por la rendija de la puerta, escucha a su hermano cantar, puede ver una playa, puede ver eso pacifico, divino que está llevándose a cabo, pero al mostrarse Nicolás a la puerta, se nota oscuridad y silencio a su espalda.
Ahora, María, la mucama, atendería el llamado de la rata sin nombre, del heraldo. El tan sólo tocarlo y tenerlo sobre ella la pondría en un estado -aparente- de transe, de meditación, de haber alcanzado la divinidad. En este estado de claridad, se dirigiría a observar los encuentros de Nicolás y sus invitados. Es sorprendida espiando por David, quien se encuentra herido y con las vestimentas de arneses que Sofía le ha colocado. Ambos llevan a cabo un corto encuentro sexual, no un acto coital, sin embargo, cometerían una ofensa contra Sofía [contra el clan], quien los descubre, interrumpe y amenaza con hacer público su encuentro. Ella, en su enojo, no tendría ánimos de infligir dolor en David, no era digno de eso. Él propone golpearla, pero pierde el interés al notar que para Sofía sería un estimulante y no el mismo sufrir por el que ha pasado.
Después de otra cena familiar, esta vez sin los tres últimos miembros en ser admitidos, una cena donde se incorporan alimentos que fueron usados en una de las orgias de Nicolás -aparentemente todos lo saben, menos el padre, aunque de saberlo quizá no le hubiera importado- una cena donde queda claro el poco o nulo afecto que la madre pueda tener por Sofía, otra discusión entre los padres tiene lugar. Ambos discuten su postura ante los hechos ocurridos en casa, las orgias del hijo, las prácticas de la hija. La madre está angustiada, ¿cómo sus hijos han llegado a eso? Al padre, no le interesa, manda callar y dormir a la madre, nada pasa, él vuelve a cerrar los ojos. La noche trae luz. Él no los ha atendido, y no lo hará ahora que son adultos. No eres más que una rata, exclama su esposa.
La madre, ahora se rendiría ante el llamado de la rata. No puede ignorarlo más. Se deja seducir por el heraldo, por su mirada. Ella, lo toma fuera de su jaula, con aso en un inicio, después parecería conectarse con ella, por fin puede sentir una comunicación, amor y afecto reales. Después de tanto haberse negado al llamado, después de haber sido hostigada por el ser divino, ese que es la imagen del yo vivo dentro del laberinto cerrado por nuestra propia psique desorientada[14], no existe salida, no hay puertas de escape, más que seguir aferrándose a sí misma o dejarse doblegar por aquella bestia. La madre por fin es doblegada.
Una vez habiendo aceptado el mensaje, el llamado de lo divino, se dirige y entra al cuarto de Nicolás. Se ha decidido a actuar, ha encontrado una cura para -desde su punto de vista- infeliz homosexualidad, incluso cree que de haber actuado antes, darle amor a su hijo, aquello no habría sucedido. De nuevo, el tapiz de la playa es enfocado, aquella que ha sido contemplada como la divinidad alcanzada. El acto sexual es llevado a cabo, entre madre e hijo, el tabú del incesto ha sido profanado.
Hasta ahora, todos los miembros de la familia, a excepción del padre, han sido alcanzados por el mensaje del heraldo, la rata, el contacto entre lo divino y su tribu. Hasta ahora, estos miembros han tenido un cambio drástico en sus personas, especialmente en el ámbito de su sexualidad, la homosexualidad, el sadismo, las orgias, y ahora, el incesto, eso tan temido por cualquiera de las tribus donde rige el tótem existe la norma de evitar que los miembros de este entren en comercio sexual entre ellos[15]. Y ahora, la madre habría cometido una de las más graves faltas para la tribu, el incesto. Aunque ya había sido ejercido con anterioridad, por David y María, si bien ellos no son familia consanguínea, ambos pertenecen a la misma tribu, de la misma familia, y aún sin un parentesco directo, existe un impedimento absoluto para la unión sexual[16], razón por la que Sofía es entendida, y denigra una vez más a David, esta vez quitándole el grado de perro y expulsándolo del clan.
El tabú es entendido como lo sagrado, lo peligroso, lo impuro y prohibido[17]; es la dualidad entre lo misterioso y la prohibición de lo sagrado, de tocarlo o alcanzarlo[18]. El tabú es el miedo devenido objetivo del poder demoniaco que se cree escondido en el objeto tabú[19], el miedo de tocarlo, pensarlo, invocarlo. Lo demoniaco entendido como el horror al castigo de ejercer lo prohibido, de tocar lo sagrado sin la autorización apropiada. Todo osado en cometer el tabú será castigado, aislado, expulsado, muerto por los otros miembros del grupo. En esta ambivalencia existe cierta tentación, un placer de contacto y a la vez una necesidad de obediencia y aborrecer de ella[20]. El tabú es algo complejo, pero hace operar las leyes de las tribus, le da un lugar y una posición a cada miembro. Sin embargo, en este clan, parece ser que las leyes dejaron de existir, desde la llegada del mensajero de lo divino. El incesto, el sadismo, las practicas sexuales desmedidas son ejercidas ante un padre que se ha cegado y una madre que se ensordeció. Y, aun así, el incesto entre madre e hijo parece haber no sido una falta, ya que el padre lo sabe, pero parece ignorarlo. El único que ha mantenido un orden, lo único que ha otorgado un grado de satisfacción, lo único que pudo unir y dar amor al grupo, fue la rata, aún después de haber irrumpido en la vida cotidiana de la familia. El tabú puede percibirse, como aquellas prohibiciones entendidas y heredadas por la cultura y las sociedades.
Es tabú aquello de lo que no está permitido hablar, practicar, pensar si acaso, son prohibiciones que están en contacto con castigos que van más allá de la carga en la conciencia moral, aquello que se sabe con la máxima certeza[21], que las prácticas sexuales incestuosas y homosexuales son abominables, la conciencia moral es la desestimación interna de nuestras propias mociones de deseo[22]. Sin embargo, en la familia, las cosas no pueden seguir en aquel frenesí. La cordura parece haber alcanzado a la madre después de saber de la reciente homosexualidad de Abdú, algo se anuda en ella. Sugiere a su familia acudir por ayuda, un retiro que puede curarlos, una terapia de 4 días en el campo. Los hijos aceptan, el padre declina, cree no necesitarlo, nuevamente se hace invisible y se enclaustra de los otros miembros. En su estancia, logran deducir lo que ha sucedido: la rata, desde su llegada todo cambió, deben deshacerse de ella. Sin embargo, Jean, el padre, el primer y último miembro en escuchar y aceptar el llamado ha sido alcanzado por la divinidad de la rata.
 Tercer acto (Tótem).
Nos encontramos, entonces, con el segundo papel de la rata, ya no es un simple heraldo enviado por el destino, ha traído el mensaje de lo divino pero ahora se ha convertido en el vínculo entre aquello sagrado y los miembros de la nueva tribu, la ha fundado, les ha otorgado libertad a sus deseos, la libertad de satisfacer sus necesidades de placer y sufrimiento a su antojo, con la única excepción de no ser tocado sin su llamado o autorización, puesto que sería mordido, y con esto, infectado con la liberación de sus deseos, pero en una forma que le traería el infortunio y no la satisfacción. La rata se ha convertido en el Tótem de la familia.
Un tótem tiene la forma de un animal inofensivo y comestible, o la de uno peligroso y temido[23], en este caso, es ambas, o parecería serlo: una pequeña rata, un inofensivo roedor, que puede provocar el más profundo miedo en las personas. Las ratas suelen ser relacionadas con lo bajo, la suciedad, la enfermedad, ellas y sus parásitos -las pulgas- fueron las principales transmisoras de la peste bubónica en la Europa Medieval; pero esta rata sería blanca, como si fuera un mensaje de pureza, vendría de un laboratorio y estaría sana, no habría de qué preocuparse. Nos sería lo visible de lo que la familia habrá de preocuparse, sino por su carácter indecible e indescriptible, aquel que es transferido por su mirada, su chillido y el contacto con él.
El tótem se hereda por línea materna o paterna[24], es el padre quien lo inserta en el grupo, quien lo lleva su morada, es él quién en su ceguera, en su incapacidad de operar como ley, les entrega el tótem, que ahora habría de ser el proveedor de vida, de deseo y de cumplimiento del castigo. El tótem es siempre marca de pertenencia a un grupo[25], es el representante visible de la religión de la tribu, corporiza la comunidad y veneración del grupo[26]. El tótem da, pues, el sentido de pertenencia a una familia, todos los miembros [hijos] del tótem son familia, aún sin compartir el mismo linaje de sangre, el tótem es lo sagrado y es mayor su peso que el de la descendencia misma: el tótem es la sangre misma del hombre[27].
La madre, Nicolás y Sofía, han encontrado un nuevo edén. Los tres flotan, por separado y unidos, han encontrado una nueva manera de sentirse libres y un grupo de nuevo, es como si la influencia de la rata se hubiera marchado. Traición. Ni el haber tocado al animal sin consentimiento, ni el atrevimiento del incesto representaría una falta tan grave como la de desconocer al tótem, quien debe ser adorado en todas sus formas, quien no debe ser ignorado, quien hace imperar todas las normas de la tribu. El padre, introductor del Tótem Rata, hará cumplir su ley. Joyeux anniversaire, papa es cantada e interrumpida por el arma en manos de Jean. Todos los miembros de la tribu, acogidos por la rata están en el hogar. El grupo se dispersa y protege, Nicolás cubre a Abdú, mientras María protege a David, Sofía huye y la madre, con horror expectante, interroga, ¿por qué, Jean? Nueve disparos son efectuados, mientras la tribu grita, sufre, muere sin importar la protección de ellos mismos. La purga fue efectuada, darle la espalda al Tótem sería pagado con la muerte. El padre ha sido acusador y verdugo del, ahora, cruel tótem, quien recorre los recién formados cadáveres, investigando si aquellos traidores han muerto; observa al padre castigador, lo mira fijamente, y Jean a él, la comunicación tácita es clara. El tótem da su última comanda, un último disparo, morir por su nombre, por su orden. El teléfono suena, interrumpe abruptamente la fantasía de Jean, todo ha sido un sueño. La madre habla, lo han descubierto, es la rata quien ha infectado con su malicia a la familia, deben deshacerse de ella. Jean lo sabía, acepta el nuevo llamado. Debe evitar el destino que ha visto, debe acabar con el mal que ha acechado a su familia, la cuál él debía proteger, por meses.
Parece que el padre vacila, contempla las fotografías de su familia en tiempos anteriores, tiempos mejores, al mismo tiempo observa a la rata, se acerca a ella y la toma con cierta ternura, la lleva a la cocina. Una vez ahí, la deposita en el horno, lo enciende, un chillido se escucha, la bestia ha muerto. Pero, no conforme con el asesinato de la rata, el padre cocina y come al tótem, parece disfrutar de su degustación. El padre ha cometido una falta aún mayor al de dar la espalda al tótem: darle muerte y comerlo. Los miembros de los clanes totémicos tienen la obligación de no matar al animal y abstenerse de su carne[28]. Se ha efectuado la falta más grave después del incesto, del comercio sexual entre los miembros de la misma estirpe. Se ha violado el tabú, de tocar, asesinare e incorporar lo sagrado.
El retiro ha terminado, los hijos y la madre han regresado al hogar. Todos parecen haber recuperado sus antiguas vidas, su pasado más tranquilo. Jean no responde y es la madre quien sube a buscarlo. El padre no lo sabría, pero el tabú violado se ha vengado a sí mismo[29]. El padre se ha convertido en una rata. Se ha cumplido el reproche profético de la madre: eres una rata. La prohibición fue violada, el padre ha adquirido la carga peligrosa[30] del tótem, ha profanado el tabú y se ha convertido en el animal mismo. De inmediato ataca a la madre, aquella mujer que apartó a los hijos de su ley y ordenó su erradicación. Nicolás responde a los gritos, responde a un nuevo llamado del destino, del héroe. Así mismo, Sofía abandona e ignora su estado de minusvalía para atender el llamado de su madre. David ha regresado, vestido en blanco, e igualmente, sube por aquel camino hacia lo divino, Nicolás y él enfrentan a la bestia para proteger a la mujer que los ha sacado del mal en el que vivían intoxicados. Sofía continúa subiendo, ha logrado entrar a escena, clava una y otra vez el cuchillo que daría muerte a todo lo que no sólo representó lo divino, sino la impureza en sus vidas, además del mismo padre de la tribu. Los hermanos se habrían unido para hacer lo que individualmente no podrían, asesinar al padre[31]. Lo hicimos, lo matamos, exclama la madre, han acabado con el mal del mundo.
La escena final es clara. El padre ha muerto. Desde tres caminos distintos, los antiguos miembros de la tribu del tótem de la rata sin nombre han llegado en pares, vestidos de negro, a pie al funeral de Jean. Son más conmovedores los mensajes inscritos en piedra que las expresiones de los asistentes, burla, satisfacción y desprecio pueden notarse en los rostros de cada uno. Aquello que los unió e intoxicó ha perecido. Ellos se abrazan, como los héroes que son, puesto que han sido capaces de combatir y triunfar sobre sus propias limitaciones[32], sobre aquello que llevó su vida a un límite, al sufrimiento. De nuevo, un llamado de Françoise interrumpe la escena, de nuevo se ha contagiado de “eso” y no podrá asistir, esta vez, en lugar de sustituirla, la ignoran. No aceptarán más llamados. Una nueva rata aparece sobre la tumba del padre, se postra sobre uno de los mensajes El tiempo pasa, las memorias perduran; lo que unió a la tribu ha muerto, pero ese vínculo entre ellos persistirá.
A manera de conclusión.
         Toda sociedad, todo grupo familiar, tribu, todo grupo que ha sido trastocado y que ha transmitido su legado a través de la cultura, responde a leyes, a creencias, a rituales y castigos, a posiciones y dispositivos dentro de sus mismos grupos. Cada una de estas sociedades. Obedece y teme a dos grandes instancias, al tótem y al tabú, obedecen y temen a la dualidad y a los opuestos; como el día y la noche, lo sagrado y lo demoniaco, lo divino y lo impuro, ambas polaridades se depositan en cada uno. El tótem garantiza protección, pertenencia y seguridad, pero también se le mira con miedo, se le respeta y se le odia. Así mismo, el tabú, es una limitación, una prohibición, cometerlo garantiza un castigo, y a su vez, alcanzar un grado superior al que al miembro infractor se le habría conferido. Los héroes, los hechiceros y los jefes, serían los únicos capaces de ponerse en contacto con lo divino y lo demoniaco, sólo sus manos serían dignas de hacerlo, sólo ellos habrían sido llamados por el destino, por la herencia de su sangre o las capacidades de curación que han desarrollado.
Toda sociedad responde a las leyes, a sus beneficios y castigos, la cultura se ha encargado de ser el dispositivo por el que este mensaje sea transmitido junto con toda su carga simbólica implícita en ella. La herencia de los tótems y los tabúes se han permeado junto con todo el discurso de obediencia y temor, de tentación a alcanzarlos y profanarlos. Sitcom, nos muestra como una familia francesa, construye un tótem a través/sobre (de) un pequeño animal, que ha llegado a ellos después de haber seducido la mirada del padre. uno muy distinto al que Freud plantea en Tótem y tabú, para mí, el escrito que anuda toda la teoría psicoanalítica, ya que puede explicarse y explicar la metapsicología, el Complejo de Edipo, las neurosis y un sinfín de teorías parciales. Este padre, Jean, es totalmente indiferente ante los actos impuros de sus hijos, los justifica y los invisibiliza., no reclama a las hembras del grupo ni es castigador sobre los miembros, no ejerce una ley aparente, pero sería muerto por los hijos, quienes lo han odiado por, justamente, haber sido nada frente a esa figura.
En esta familia francesa, distintos tabúes [al menos dentro de nuestra percepción] son cometidos, el comercio sexual desmedido, permitido por la rata, ha desenfrenado la vida cotidiana del clan. Para los espectadores, los actos carnales han infringido tabúes, ya que la herencia cultural nos ha permeado con ellos, esta familia ahora pertenece a otra instancia y obedece a otras leyes, por lo que sus actos no representaban una ofensa para sí mismos. Sólo el desconocimiento y muerte del tótem serían castigados. Así mismo, en las sociedades actuales, se sigue obedeciendo a instancias e instituciones que son designadas como ley y representantes de estas, se les sigue temiendo y respetando; así mismo, siguen existiendo los distintos niveles, posiciones y designaciones sociales, roles específicos y llevan a cabo sus tareas y encomiendas, siguen existiendo jefes, hechiceros y héroes. Se sigue obedeciendo al tótem, quien a través de su mito, ha fundado su ley y su tabú.
 Bibliografía
 -       Campbell, Joseph (1949). En : Luisa Hernández (Traduc.), El héroe  de las mil caras. Psicoanálisis de mito. México, FCE, 1972
 -       Freud, Sigmund:
·       (1913) Tótem y tabú. Algunas concordancias en la vida anímica de los salvajes y de los neuróticos En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras completas: Sigmund Freud (Vol. XIII). Buenos Aires, Amorrortu, 1991
·       (1915) De guerra y muerte. Temas de actualidad. En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras completas : Sigmund Freud (Vol. XIV). Buenos Aires, Amorrortu, 1992
  Filmografía
-       Delbosc, Olivier; Missoner, Marc (productores), Ozon, François (Director) (1998) Sitcom. Francia. Fidélité Productions
[1] Freud, S. (1915) De guerra y muerte. Temas de actualidad. En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras completas : Sigmund Freud (Vol. XIV). Buenos Aires, Amorrortu, 1992, p. 297.
[2] Ibidem, p. 290
[3] Ibidem, p. 298
[4] Ibidem, p.293.
[5] Ibidem, p. 298
[6] Campbell, Joseph (1949). En: Luisa Hernández (Traduc.), El héroe de las mil caras. Psicoanálisis de mito. México, FCE, 1972, p. 36.
[7] Ibidem, p. 40
[8] Ibidem, p. 44
[9] Ibidem, p. 38
[10] Freud, S. (1913) Tótem y tabú. Algunas concordancias en la vida anímica de los salvajes y de los neuróticos En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras completas: Sigmund Freud (Vol. XIII). Buenos Aires, Amorrortu, 1991, p. 147
[11] Más adelante volvería a ser mordido, pero esta vez parecería que Abdú buscaría esta agresión de la rata, a modo de volver a sentir toda esa excitación que lo desbordó frente a Nicolás, para así integrarse a las reuniones del joven.
[12] Óp. Cit. 1915 p.296
[13] En este punto no se es claro si Sofía y Nicolás habrían cometido el tabú del incesto -a desarrollar más adelante- ya que la madre, al interrumpir, los descubre sólo jugando con una pequeña ruleta.
[14] Op. Cit. 1949 p. 41
[15] Óp. Cit. (1913) p. 13
[16] Ibidem, p. 16
[17] Ibidem, p. 27
[18] Ibidem, p. 31
[19] Ibidem, p. 32
[20] Ibidem, p. 37
[21] Ibidem, p. 73
[22] Ibid.
[23] Ibidem, p. 12
[24] Ibid.
[25] Ibidem, p. 114
[26] Ibidem, p, 116
[27] Ibidem, p. 123
[28] Ibidem, p. 12
[29] Ibidem, p. 29
[30] Ibidem, p. 30
[31] Ibidem, p.  143
[32] Óp. Cit. (1949) p. 19
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ratedryck-blog · 7 years ago
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No. Lee, por favor, lee.
Todos hemos sido tóxicos. A veces tienes que hacerte un psicoanálisis de ti mismo y darte cuenta que a veces la persona tóxica no es la otra persona si no tú mismo.
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ratedryck-blog · 7 years ago
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Hay una historia detrás de cada persona. Hay una razón por la que son lo que son. No es tan solo porque ellos lo quieren. Algo en el pasado los ha hecho así, y algunas veces es imposible cambiarlos.
Sigmund Freud (via belle-indifference)
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ratedryck-blog · 7 years ago
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ratedryck-blog · 7 years ago
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El enamoramiento empieza con mariposas en el estomago, el amor llega cuando desaparece el enamoramiento y te das cuenta que conoces todos los defectos de la persona a la que amas y sin embargo no cambiarias ni uno solo, porque simplemente.. no sería lo mismo
Luis Miguel León (via lapildoradelafelicidad)
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ratedryck-blog · 7 years ago
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ratedryck-blog · 7 years ago
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Inhibición, síntoma, angustia y el yo en la anorexia.
Fue en la licenciatura, durante el módulo que abordó las teorías psicoanalíticas de aparato psíquico y psicopatología, que tomé el tema de la anorexia. A través de 5 entrevistas, Miguel, Rosario, Paola, Ana y Mónica, emitieron, en su discurso, la experiencia que vivieron durante meses. Ellos tocaron temas como lazos familiares, exigencias socioculturales, relaciones amorosas, y el sufrir que padecieron durante dicho tiempo.
Debo aclarar que no es mi intención tomar en un 100% aquel escrito, sino, releer aquellas entrevistas, y obtener información que en ese entonces pude pasar por alto, añadiendo y complementando con la teoría freudiana abordada durante el módulo.
Durante la elaboración de dicho documento, se tomaron elementos teóricos referentes a la pulsión, narcisismo y oralidad. En esta ocasión, se abordarán las partes discursivas que puedan ejemplificar las teorías freudianas sobre el yo, síntoma y el principio del placer. Siguiendo esta línea, pero no necesariamente en ese orden, me dirijo a responder algunos cuestionamientos, entre ellos, ¿por qué la anorexia es un síntoma? ¿cómo se vive la compulsión a la repetición en la anorexia?, y ¿qué provoca en ellos?
Es común que, al hablar de psicoanálisis, se ejemplifiquen las teorías de forma gráfica o, por lo menos, aquellas que serían las más representativas. Me surge, de pronto, la clásica imagen del iceberg que vendría a dar cuenta de la división conciente e inconciente, siendo la punta, la parte más pequeña aquella que esquematizaría la parte conciente, o del yo, y la parte bajo la superficie, el inconciente. Este clásico ejemplo dejaría de una forma tajante una división única entre conciente e inconciete.
Freud explicaría, en un momento determinado de la construcción paradigmática de su teoría, que sería, lo reprimido aquello inconciente (icc), lo latente, susceptible de conciencia lo preconciente (pcc), y finalmente, lo conciente (cc)[1]. Sin embargo, estas distinciones no serían suficientes para dar cuenta de aquello que sea o no percibido, entonces, el yo sería la cara que daría cuenta de la percepción de los estímulos internos hacía el mundo exterior, y recibiría los estímulos del exterior, sería la organización coherente de los procesos anímicos del sujeto.[2]
Al yo no podrían llegar las representaciones inconcientes, debido a la represión, pero puede hacerlo todo aquello susceptible y latente, como un recuerdo o información que puede evocarse en determinada situación. El ejemplo más claro, el nombre de algún conocido, o alguna fecha de un suceso vivido. El preconciente, a pesar de no se conciente en gran parte, tampoco se encuentra sumergido, en su totalidad en el inconciente. Todo lo reprimido es inconciente, pero no todo lo inconciente está reprimido[3].
Para Freud, la conciencia es la superficie del aparato anímico, es la cara o superficie que percibe al mundo exterior, algo no puede ser conciente si no ha sido percibido, y si no tiene una conexión con la palabra (percepción-palabra), es decir, restos mnémicos que fueron percepciones y pueden devenir concientes.[4]
Ahora bien, el yo podría dar a entender que, al ser esa parte conciliadora con lo externo, también podría dar el juicio de razón y ejercer su voluntad propia, tanto en lo interno con lo externo. Freud ejemplifica con un jinete y cómo este se dejaría llevar por la voluntad del caballo. El yo suele trasponer en acción la voluntad propia como si fuera la suya propia.
La persona anoréxica se cree capaz de dominar y dirigir su estado, de controlar y ejercer poder sobre su cuerpo y por ello se vale de diversos medios para lograr mantener su delgadez y el ideal que impera en este síntoma, es decir, tratar de no experimentar el hambre, librarse del cuerpo y de sus necesidades:
“(…) Claro que veía todos los síntomas, todos los síntomas, pero nunca imaginé que era alguna enfermedad, ¿me explico? O sea, uno de los pensamientos que nosotros tenemos es “yo lo puedo controlar (…)” – Paola
Al hablar de anorexia suele atribuírsele el carácter de enfermedad, como un conjunto de síntomas que hay que desaparecer o sustituir mediante cambios en la conducta del llamado enfermo. Los centros a los que ingresaron dos de los cinco entrevistados poseían características similares: incomunicación, falta de espejos, así como horarios y dietas establecidas para cada uno de los usuarios. El incumplimiento de alguna de estas normas era severamente castigado. El comer se volvía un martirio que una solución:
“(…) yo veía la comida y pensaba, por Dios, esto es demasiado, no voy a poder con tanto [pasta, atún, manzana y galletas maría en pequeñas cantidades]. Pero no podías no comerlo, te revisaban la boca y los alrededores de la mesa para comprobar que habías comido. Si te negabas, te hacían comerlo a la fuerza (…)” -Paola
“(…) comer ahí, era horrible, era más por la fuerza que por gusto (…)” -Rosario
El yo cree que puede dominar al ello. Ello sería la continuación del yo que se comporta como inconciente. Así como el yo lidia con lo exterior, ello lo hace con las exigencias internas. En el ello se libra el conflicto entre libido y la pulsión de muerte[5].
El síntoma, para Freud, sería un indicio y sustituto de una satisfacción pulsional interceptada por la represión, mediante este proceso, el yo consigue evitar (desviar o inhibir) el devenimiento conciente de la representación que era portadora de una moción desagradable.[6] Así mismo, se explica que la inhibición se debe a una rebaja de la función, una renuncia frente a la angustia. Para que la función se vea afectada, o inhibida, Freud explica que en la inhibición es perceptible el extrañamiento de la libido, deterioro o pérdida de una función orgánica específica, obstaculización y desvío de la meta, prevención por medidas de aseguramiento, interrupción de la función, una reacción que protesta contra lo acontecido después de ejecutada la función[7].  De manera explícita, Freud menciona que la inhibición, o perturbación de la función nutricia se debe al displacer frente al alimento por quite de la libido[8]. La angustia nunca viene de la libido reprimida[9], es un afecto que posee un carácter displacentero especifico frente a sus respectivas acciones de descarga. La angustia es la reacción frente a una situación de peligro, el yo evita la situación y se sustrae de ella[10].  Así podría entenderse que, la anorexia, tiene origen ante la inhibición de comer, frente a la angustia que le genera el alimento frente al yo.
Aquí, los 5 entrevistados coinciden, llegado un momento, comenzaron a rechazar el alimento, ya que les causaba asco, terror [de engordar], o comenzaban a reducir la cantidad de calorías [alimento] o buscaban sólo aquello que no podría hacerlos engordar [una manzana al día, una hoja de lechuga, comer sólo cereal, sólo tomar agua]. Todos, logran mencionar “me angustiaba”, “me aterraba”, ya sea la cantidad de alimento, o el alimento mismo.
“(…) a mi novia le gustan los helados y me llevaba a comer unos helados, era unos heladotes pero enormes. Yo sufría tanto porque decía “no manches, esto me va a costar días de no comer, digerir el helado” (…)” -Miguel
         Ahora, una vez tocado el yo, ello, inhibición y angustia, intentaré dar respuesta a la primera pregunta, ¿por qué la anorexia es un síntoma?
 Los síntomas son el resultado de un conflicto que se libra en torno a la satisfacción pulsional, regido por el principio del placer; se engendra como un retoño del incumplimiento del deseo libidinal inconciente, son la respuesta al conflicto entre un ello que busca la satisfacción pulsional y un yo que busca mantenerlo lejos de la conciencia. El síntoma sirve como defensa y a los intereses del yo. Pero ¿qué contenido inconciente (del ello) se juega en la anorexia?
Para Freud, existen dos clases de pulsiones que actúan sobre la sustancia viva: las que conducen a la muerte, y aquellas que perpetúan la vida[11]. Las pulsiones de muerte serían aquellas que buscan llevar al sujeto a la muerte, mediante su camino natural, mientras que las pulsiones sexuales se opondrían a esta muerte. El hambre vendría a ser una pulsión que buscaría la preservación de la vida, pero en la anorexia, esto pareciera no operar, sin embargo, sería equivocado pensar que el hambre no se siente. Ya que las pulsiones sexuales son difíciles de educar[12]. El hambre no se deja de sentir. Comer hielo, masticar chicle, tomar sólo agua, pretenderían arrancar esa necesidad de comer, esa “ansiedad por tener algo en la boca”, esas “ganas de masticar algo y sentir que lo comes”.
El síntoma anoréxico sería eso, el conflicto en la oralidad. Cerrar la boca al alimento, prohibir la entrada y la incorporación del objeto de identificación. Hay algo en ese objeto que no quiere ser ingerido. El objeto amado deviene persecutorio[13], junto con este, las exigencias del mundo externo y las superyoicas se tornan agresivas contra el yo. El deber ser, se presenta ante el yo como una exigencia única, difícil de cumplir.
“(…) Entonces mi mama toda su vida luchó porque yo no fuera gordo (…) siempre se preocupó, me acuerdo que hacía de comer súper sano (…)” – Miguel
“(…) luego igual mi mamá, íbamos a comprar ropa, y le decía: “¿Quiero una falda?”, y ella: “Ay, no, se te va a ver horrible, ¿Ya te diste cuenta cómo estás de gorda?” (…)” -Rosario
“(…)estar delgada, estar en tu peso normal es estar bien (…) yo estaría sumamente feliz estar delgada, porque también es sinónimo de aceptación, bueno aceptación contigo, y es que si tú te aceptas entonces los demás te van aceptar, y yo siempre he querido ser aceptada por los demás, siempre he querido ser aceptada por la sociedad… por eso pues sigo los parámetros que marca la sociedad(…)”. – Ana
El yo está sometido a tres servidumbres: el ello, el mundo externo y el superyó[14]. Siendo este último complejamente severo con el yo. Exigiendo aún más que los dos restantes y sometiendo al yo a insoportables puniciones al fallar al cumplimiento del ideal.
“Si llegaba a comer una embarrada de cajeta y bueno yo me flagelaba porque “¿cómo se me ocurría comerme una cosa de esas?”, entonces venían las purgas (…)” - Paola
Así mismo, la anorexia trae consigo un riesgo de muerte latente. El cuerpo cambia, sufre, adelgaza, desaparece; y aun así, es un riesgo invisible para quien lo padece. No son capaces de ver el riesgo que representa.
“(…) me decían “te ves muy bien delgada”, “te ves muy bien”, entonces, me gustó esa idea y se me quedó, entonces de ahí me agarré y fue cada vez más delgada, y pasó de ser “te ves muy delgada” a decir “¿qué te pasó? te ves muy delgada” (tono de sorpresa y asombro), entonces yo ya sabía que no era como “te ves bien” sino que era “te ves enferma”, pero a mí, era como, me sentía un pavo real, ya sabía que lo decían en mal sentido, pero a mí me hacía sentir bien porque sabía que estaba delgada y era lo que yo quería (…)” - Paola
El principio del placer buscaría, en un inicio, la disminución del displacer. Pero ¿qué podría haber de placentero en la anorexia? El principio de realidad opera, de forma tal, que le haría al yo tolerar cierta parte del displacer para alcanzar el placer mediante un rodeo[15], mediante un anclaje en la realidad. El placer no sería satisfacer el hambre, sino cumplir con las exigencias del ideal, de la imagen que se le exige. ¿Dónde quedaría entonces la realidad?
El sujeto sufre, hambre, autopuniciones, debilidad, cansancio, y cambios irreversibles en su cuerpo [amenorrea, esterilidad]. El mismo principio de realidad queda distorsionado: puedo llegar a ser delgado, pero necesito dejar de comer para lograrlo. Viven una realidad distorsionada, frente al espejo ven algo que les desagrada, aún habiendo bajado 80kg, aún siendo modelos o deportistas. Frente a sí mismos, no logran observar la imagen cadavérica que de ellos se desprende, no logran contemplar el daño que se causan, sino lo contrario, van logrando su cometido. Si bien, el yo no logra percibir placer, puesto que sufre, es en el inconciente donde el principio del placer estará teniendo éxito. El placer se muda a otra instancia. El yo sufre, el inconciente triunfa.
Al igual que las pulsiones, o la represión, la anorexia no se establece en un momento único [de una vez y para siempre], se vale de la compulsión a la repetición. Se trata, pues, de la repetición de lo reprimido inconciente. El principio del placer intentaría ahorrar el displacer sentido con la liberación de lo reprimido, en tanto el yo pretendería soportar el displacer mediante el principio de realidad. La compulsión de la repetición no puede hacer más que provocar displacer al yo, puesto que revive y trae a la luz operaciones de mociones pulsionales reprimidas. Así mismo, devuelve vivencias pasadas que no contienen posibilidad alguna de placer, que en su momento no pudieron ser satisfechas[16].
“(…) el chiste era no comer para no engordar, el chiste era vomitar para no engordar… ese fue mi fin, mi objetivo era ese…”-Rosario
En la anorexia, el yo sufre, ante los castigos del superyó, las exigencias y amenazas del mundo externo; el cuerpo sufre se deteriora, da señales de alarma y auxilio que son ignoradas. En ese sufrir para el yo, en ese displacer, existe placer para lo inconciente, que pide y logra salir una y otra vez, en forma de repetición. Existe satisfacción a través del displacer. La angustia frente al objeto persecutorio que se niega a ser incorporado traería consigo el estado final de quietud, fin único de la pulsión de muerte. El yo cree lograr su objetivo al inmaterializar su cuerpo, al incorporar lo inmaterial [hielo, chicle], al desaparecer, así como pudo sentirse invisible ante la mirada de otros, como invisibles son los rasgos de muerte que ahora se presentan. Existe aquí una paradoja y una contradicción. El yo se siente satisfecho al saber su cuerpo delgado por discurso de otros, pero su distorsionada percepción de la realidad le impide ver dichos cambios, sucumbiendo a los castigos por no lograr cumplir con las exigencias del mundo exterior. Así como la anorexia cierra el paso a los alimentos, cierra la boca para emitir la palabra, aquella que le ha sido acallada, minimizada o ignorada, al no cumplir con dichas exigencias. En la anorexia, se repite la negación del alimento, día tras día, la negación del objeto amado, la angustia que el alimento representa, el terror a engordar. Así mismo, el sufrir y la cercanía a la muerte son constantes que se presentan cada vez que la boca del anoréxico se cierra.
[1] Freud, S. (1923) El yo y el ello. En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras completas : Sigmund Freud (Vol. XIX). Buenos Aires, Amorrortu, 1992 P. 17
[2] Ibidem, p. 18
[3] Ibidem, p. 19
[4] Ibidem, p. 22
[5] Ibidem, pp. 21 – 29
[6] - (1926) Inhibición, síntoma y angustia. En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras completas : Sigmund Freud (Vol. XX). Buenos Aires, Amorrortu, 1992, p. 87
[7] Ibidem, p. 84
[8] Ibid.
[9] Ibidem, p. 104
[10] Ibidem, p. 122
[11] - (1920) Más allá del principio del placer. En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras completas : Sigmund Freud (Vol. XVIII). Buenos Aires, Amorrortu, 1992, p. 45
[12] Ibidem, p, 10
[13] Op. Cit. (1923) p. 44
[14] Ibidem, p. 56
[15] Op. Cit. (1920) p. 10
[16] Ibidem, p. 20
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ratedryck-blog · 7 years ago
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De pulsiones y organizaciones. Un pequeño recorrido de las teorías sexuales infantiles.
Hace tiempo, una vieja amiga me comentó que suele iniciar la redacción de sus ensayos con alguna anécdota, la mayoría de las veces, refiriéndose o parafraseando a algún escritor latinoamericano, como Borges o Benedetti, pero siempre yendo en la misma dirección de aquello a lo que se va a referir en dicha redacción. Quizá, esta vez trate de emularla, sin embargo, no haré referencia a algún escritor latinoamericano, sino a mi experiencia propia.
Fue en una reunión familiar, quizá una fiesta, quizá una comida como mero pretexto para convivir, fue hace años y los detalles ya fueron olvidados; fue una de aquellas reuniones donde los más pequeños suelen hacer de las suyas y terminan metiéndose por lugares prácticamente inaccesibles para los más grandes, aquellos lugares que al pasarlos resultan bañados en lodo y cubiertos de todo tipo de suciedad, que se pueden encontrar por los jardines más grandes y descuidados. En fin, recuerdo que fueron un par de primos, un varoncito y una niña, los más pequeños entonces. Sus madres optaron por darles un baño en uno de los lavaderos de dicho jardín, prácticamente a la vista de todos, ahora viene uno de los momentos que más se me han grabado desde que he comenzado a familiarizarme con la teoría de la sexualidad infantil freudiana: mientras los dos pequeños se encontraban frente a frente, ya sin ropa, listos para el baño, la pequeña bajó su mirada por el cuerpo de su primo, observó sin soslayar un pequeño gran detalle que era inevitable no notar, señaló aquel detalle de la que era carente y dijo con una voz de asombro “¿qué es eso? ¿Por qué yo no tengo uno? ¡Yo quiero uno de esos!”
Con la anécdota anterior pretendo iniciar la redacción, de lo que ha sido la forma en la que he comprendido las teorías de la sexualidad infantil que Sigmund Freud ha descrito en gran parte de su obra, y que ha sido la introducción a la maestría en Clínica Psicoanalítica a la que se me ha dado la oportunidad de formar parte.
Al hablar de sexualidad, la mayoría de las personas suelen abrumarse o aterrarse, se sobresaltan, lo sexual es lo indecoroso, de lo que no se habla, ya que no se le permite ser enunciado[1], ahora, si se habla de una sexualidad infantil, es aún peor. Los niños se miran como seres puros, inocentes e incapaces de maquilar fantasías o deseos de ese orden, de lo perverso, puesto a que la sexualidad ha sido pervertida,  al dejar de lado o retrasar la unión de los genitales, que es considerada la meta sexual normal[2], o el coito como medio de reproducción. Es como si la sexualidad apareciera de pronto, esporádicamente y de la nada, en la pubertad con los cambios hormonales y la maduración de los órganos genitales[3],como si no existiera un preámbulo a su devenimiento.
Freud menciona que “el recién nacido trae consigo al mundo una sexualidad”[4], es decir, una carga de sensaciones placenteras que lo acompañan y acompañarán el resto de su vida, pasando por la infancia, latencia, pubertad y vida adulta. Es con la infancia más temprana que el cuerpo del bebé es investido con cariño o amor de la madre[5], podríamos decir que la madre libidiniza a su hijo, pero no completamente, sino a partir de zonas específicas, algunas previamente destinadas, sectores del cuerpo (piel o mucosas) que al ser estimuladas provocan sensaciones placenteras[6]; podría entenderse que serían entonces sensaciones corporales provocadas por estímulos efectos de contacto físico, como roces o caricias, pero esta libidinización va más allá del simple contacto. También entran el juego la mirada, la voz y sin dejar de lado, la nutrición del bebé. Estos sectores del cuerpo, piel o mucosa, son designadas bajo el nombre de Zonas Erógenas[7].
Freud comienza el primero de sus Tres Ensayos de la Teoría Sexual, equiparando al hambre con la libido, el hambre como resultado de la pulsión de nutrición, y la libido, de la pulsión sexual[8].  En esa misma obra se menciona, en una nota agregada en 1910, que existe un problema con el vocablo alemán para libido, que es Lust, que puede referir tanto a necesidad como satisfacción[9].  En estos tiempos, es muy fácil recurrir a la tecnología para buscar el significado, o traducción, de cualquier palabra extranjera. En un buscador cualquiera, la palabra Lust arroja, por lo menos, 18 traducciones posibles, pero siempre jugando en este ir-y-venir de contraposiciones necesidad-satisfacción. Es en esta dualidad en la que me refiero a libidinización de las zonas erógenas, la madre carga con satisfacciones placenteras duchas zonas, a la vez que crea la necesidad de ser alcanzadas de nuevo. Es entonces cuando podemos hablar de la pulsión.
Sería hasta 1915 que Freud agruparía, o propondría una definición más completa, a lo que se referiría con pulsión, mientras tanto, en sus Tres Ensayos, menciona que se puede entender como “la agencia representante psíquica de una fuente de estímulos intrasomática de continuo fluir”[10]; son estímulos que vienen desde lo somático, del interior, que no son acalladas de una sola vez, fluyen constantemente, reaparecen, se transforman, buscan ser satisfechas una y otra vez. Las pulsiones varían una de otra, dependiendo de su fuente y su meta. De nuevo apareciendo un ciclo de necesidad y satisfacción. En ambos casos, la satisfacción puede no ser alcanzada.
Hace algunos años, consulté a un amigo que se encontraba estudiando alemán sobre las traducciones y significados de algunos vocablos de aquel idioma, entre ellos elegí Trieb, la palabra alemana para pulsión. Más que una respuesta, obtuve otra pregunta: Trieb... ¿Tiene que ver con instinto? Esa pregunta surge en mí cada vez que se habla de la -ahora- polémica traducción de Luis López Ballesteros, en sus tiempos elogiada por el mismo Padre del psicoanálisis. Bien, ¿tiene que ver con instinto? En las primeras ediciones al español se hace esta traducción, instinto. No fue hasta después de Lacan que las traducciones, como la de José Luis Etcheverry, toman al Trieb como pulsión.
Quizá la respuesta a la pregunta se encuentra en ese mismo tiene que ver, puesto a que no existe una traducción literal para Trieb, pero sí bastantes significados de esta. Si bien, instinto hace alusión a un sentido más biologicista, coinciden, a mi parecer, en que ambas provienen del interior, como una voz o una necesidad del ser de buscar cumplir con una necesidad.
Ahora bien, las pulsiones comienzan, desde la teoría freudiana, en lo oral. Es en la oralidad que despierta el autoerotismo, como el chupeteo en el niño, un placer ya dado y ahora buscado en el cuerpo propio[11]. Aquí da inicio a la sexualidad del niño, la obtención de placer, el contacto con otro cuerpo, la erogenización de sus labios (y el mismo pecho materno). La repetición de la satisfacción de una necesidad nace de aumentar el placer para disminuir el displacer que punza en una zona erógena.[12] Se busca en el exterior la cancelación de la tensión interna. Se vuelve una repetición, un ciclo, debido a que la pulsión es constante, es incansable. Sin embargo, Freud también menciona que es la cualidad del estímulo lo que determina la sensación placentera, más que la propia parte del cuerpo designada como erógenas, entonces, es la cancelación del estímulo interno por parte de un estímulo externo, sobre la zona erógena, lo que provoca la sensación placentera, designada como meta sexual de la sexualidad infantil[13].
Entre las zonas erógenas del cuerpo infantil también se encuentran, aquellas que, ciertamente, no son las principales portadoras de las mociones sexuales primeras, las zonas genitales. El infante puede llegar a ellas por simple casualidad, pero sin dejar de lado la carga de sensaciones que se resienten al ser estimuladas, incluso con el más leve roce, pero despertando, e instaurando, una necesidad de repetición[14]. Nace así, lo que Freud considera como masturbación infantil, descomponiéndola en tres fases, lactancia, latencia y el onanismo de la pubertad[15].
Es en la segunda de estas fases, que se activa aproximadamente al cuarto año de vida, que la pulsión sexual suele reaparecer en la zona genital. Este segundo despertar deja las “más profundas (inconcientes) huellas”[16] en la memoria; así mismo, Freud menciona que determinan el desarrollo de lo sano y la sintomatología de la neurosis si el sujeto llegase a enfermar después de la pubertad[17]. Durante este periodo, estos recuerdos parecieran tener una supresión, y llegaran a ser olvidados en la llamada “amnesia infantil”. Esta amnesia, cubre los primeros años de vida, hasta el sexto u octavo año de vida, deja entrever “jirones” de lo que fue nuestra vida infantil temprana. Del mismo modo que la segunda fase en la masturbación infantil, esta amnesia encubre las huellas más profundas de la vida anímica, del mismo modo que determinan el desarrollo posterior[18].
Es en esta etapa, donde convergen la segunda fase de la masturbación infantil y la amnesia, la latencia sexual infantil, donde surgen las llamadas inhibiciones sexuales, es decir, diques que inhabilitan el acceso de la pulsión sexual, a manera de bloqueos como asco, vergüenza, o reclamos morales.[19] Estos diques pudieran surgir en el niño como una idea conciente, sin embargo, recaen en ellos, procesos inconcientes más profundos, distintos de la satisfacción pulsional, que sofocan el displacer de la necesidad.
Alguna vez escuché la queja de una conocida, ella comentaba que, a pesar de llevar más de dos años con su entonces pareja, las relaciones sexuales eran eventos realmente esporádicos, efímeros y bastante distanciados uno de otro; la razón, él refería que los olores entremezclados de las sustancias genitales le provocaban un asco incontrolable, puesto que “era un olor muy similar al que tenía el cuarto de su mamá cuando era niño, en el que no le gustaba pasar mucho tiempo”. A manera de contexto, y de forma muy resumida, él creció únicamente con su madre y hermano mayor. La madre tenía visitas de hombres con quienes se encerraba en su cuarto por horas, él no mencionaba este último hecho, pues su hermano comentaba que “no lo recordaba o incluso lo negaba”. Debo remarcar que siempre me llamó la atención la forma en la que este joven relataba los hechos como si una no tuviera que ver con la otra, como si las visitas no tuvieran que ver con los hedores impregnados en la habitación materna, como si estos no tuvieran que ver con que él ya fuera participe primero del surgimiento de estas secreciones al ser un actor en sus propios actos sexuales con mujeres. Me refiero a ese saber que no se sabe, esa manera en que la represión actúa sobre ciertos recuerdos, impidiendo que lleguen a lo conciente, que engendran desvíos, a manera de sofocación o resistencias a las pulsiones sexuales.
En el relato anterior se entrelazan (o podrían llegar a hacerlo), la latencia sexual infantil, el sujeto del relato se hallaba alrededor de los 6 años, inhibiciones sexuales, amnesia infantil (represión), e incluso, las formaciones reactivas, que se entienden como “fuerzas anímicas contrarias (…) que construyen, para la eficaz sofocación [del] displacer”[20], siendo el aparente olvido o negación de las visitas a la habitación de la madre, el asco provocado por los olores y la pérdida del deseo o sublimación de la pulsión.
A la par de estas teorías sexuales infantiles, aquellas que hablan de las pulsiones sexuales, su satisfacción o su desviación, existen aquellas que hablan sobre la organización genital infantil, es decir, aquellas que se estructuran a partir de los caracteres y diferencias sexuales anatómicas y su implicación en un sentido inconciente para el sujeto, es decir, su devenir anímico para la vida posterior a las fases de infancia, latencia y pubertad.  Ahora, haré un regreso a las zonas erógenas, en especial a las zonas genitales.
Como mencioné anteriormente, el punto de partida de la vida sexual del infante es el mamar del pecho materno[21], propiamente la ganancia de placer a través del chupeteo. Así mismo, Freud menciona, en su conferencia número 20, que el niño pasa de la lactancia al chupeteo de su dedo, encontrando así placer y los objetos de amor en su propio cuerpo, tornándose así autoerótico. Es cerca del tercer año de vida del infante, que las zonas genitales comienzan a excitarse y se busca la ganancia de placer a través de la masturbación (como se mencionó anteriormente). Freud señala que la sexualidad infantil en esta época es muy similar a la del adulto, con la única y gran diferencia de la diferencia de los sexos, debido a la carencia del primado de los genitales[22]. Es el primado del falo aquello que sustituye la diferencia anatómica e instaura un único genital existente, el masculino.[23]
Así como en la anécdota que relaté a manera de introducción, puede que los niños de diferentes sexos miren la diferencia anatómica del otro; la falta o la sobra, el tener o no tener, era, hasta este punto, totalmente desconocido para el pequeño o la pequeña. Freud sugiere que es en este punto en el que se inaugura el complejo de castración. Este complejo se sostiene sobre la falta del genital masculino, puesto a que ya ha sido castrado[24]. No es sorpresa que el niño comience a preguntar por el pene de la madre, cuando este tiene alrededor de 3 años, o por el miembro de animales, objetos inanimados o parientes cercanos, mostrando siempre gran interés por esta zona del cuerpo, incorporándolo incluso en dibujos o señalándolo en juguetes o figuras antropomórficas; así mismo, expresa desasosiego al recibir un “Yo no tengo/no tiene pene” por respuesta a su constante pregunta “¿tienes/tiene pene? Aquí Freud sugiere que el niño llega a la conclusión de que estas personas (especialmente mujeres) despreciables[25], debieron, quizá, ser castigadas y mutiladas al haber trasgredido alguna norma. En el caso contrario, en la niña, compara su propio órgano genital, sintiéndolo superior al suyo, cayendo víctima de la envidia del pene (“yo quiero uno de esos”).
Ahora se tienen dos posiciones distintas, quien tiene y quien carece. El niño, quien tiene, se siente víctima de una amenaza, la de perder un órgano increíblemente preciado y de quien no lo tiene, la niña, quien se siente castrada, castigada y quiere tenerlo[26]. La niña se niega a no tenerlo, abraza la idea de que su propio clítoris es un pene pequeño, surgiendo entonces un sentimiento de inferioridad y cierto recelo y sentimiento de rivalidad contra otros niños pequeños. De la misma forma, culpa a su propia madre de esta falta y mutilación. Sería hasta la pubertad, que la niña deje la masturbación clitorídea (práctica masculina) y la mude a un desarrollo de la feminidad, impulsado por oleadas represivas de esta fase del crecimiento.[27]
Añadiendo a lo anterior, el niño toma como cierta la amenaza a partir, no de la enunciación de algún adulto que desempeñe su educación y que no esté de acuerdo con su obrar manual sobre su órgano, sino que es realmente aceptable en el momento en el que vislumbra el cuerpo castrado de una niña. Así mismo, es con esta aceptación de la amenaza que el niño pone en báscula el aprecio por su propio órgano o mantener las satisfacciones generadas por su propio Edipo, entrando en juego posiciones narcisistas en las cuales el niño preferirá su órgano. Mientras la niña, ya castrada, se mueve del deseo de tener un pene, a poder parir un hijo (del padre).  
Conclusión
Muchas personas podrían tener ideas equivocas sobre lo que realmente puede entenderse por sexualidad infantil, no se trata del coito, reproducción o ideas perversas en tanto a su contenido, sino que se refieren en cómo el niño se estructura en el mundo como sujeto a partir de sus más primitivas interacciones con los objetos que le rodean e interactúan con él, los progenitores, en primera instancia. Así mismo, existen impulsos que surgen del interior, que son una frontera entre lo somático y lo anímico, que tienen un origen y una meta, un objeto móvil y una carga placentera o displacentera. El cuerpo del niño se convierte en un lienzo en el que el contacto con el mundo exterior y los estímulos que puedan venir de este, forman en él distintas características que lo marcarán a para su vida futura. Así mismo, el interior, está regido por pulsiones que buscan ser satisfechas a partir de lo que lo externo ha determinado. Pudiendo nunca volver a encontrar aquello que ha dejado su huella en dicho lienzo.
La sexualidad puede entenderse cómo la forma en la que el cuerpo puede obtener satisfacción de las necesidades, a través de la ganancia de placer y disminución de las sensaciones displacenteras o tensiones que surgen del hambre de la misma. Así, la infancia es la etapa del desarrollo donde quedan instauradas las más profundas huellas inconcientes que determinan la vida y las sintomatologías neurótica e histérica. Por tanto, la sexualidad infantil es la primera etapa del desarrollo en la que se establecen las formas y vías de satisfacción pulsionales, así como los objetos que determinan dicha satisfacción.
Además, existe todo un entrelazado entre lo intrasomático (pulsiones) y la forma en la que se organiza con las zonas erógenas y las genitales. Tomando al Complejo de Edipo y de castración como fase final de la sexualidad infantil, antes de entrar a la latencia. Etapa en la cual la represión y la amnesia sofocan los recuerdos y evitan su paso a lo conciente. Como resultado, quedan formadas las tres estructuras psíquicas, yo, ello y superyó.
Sin embargo, la obtención de dichas estructuras no determina un sepultamiento completo de la sexualidad, ni una supresión completa de lo vivido en la infancia, puesto a que, de ser así, Freud jamás hubiera encontrado en los síntomas de sus pacientes su origen en la infancia. Así mismo, el Complejo de Edipo no es superado del todo, determinando, en hombres y mujeres, el tipo de objeto sobre el cual buscarán la satisfacción de sus propias necesidades.
La sexualidad queda en el cuerpo, en los lazos y vínculos que el sujeto hace con el mundo externo y como lo lleva a su propio interior, y, aun así, va más allá de cualquier discurso moral, popular o biológico. Ha pasado un siglo, y las teorías psicoanalíticas siguen encontrando los mismos diques (culturales, morales, políticos y científicos) que impidieron a Freud el instaurarlas como una ciencia reconocida.
   Bibliografía
Freud, Sigmund, (1905) Tres ensayos de teoría sexual. En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras Completas: Sigmund Freud (Vol. VII) Buenos Aires, Amorrortu, 1992, pp.111-124
-(1907) El esclarecimiento sexual del niño (Carta abierta al doctor M. Früst. En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras Completas: Sigmund Freud (Vol. IX). Buenos Aires, Amorrortu, 1992, pp. 111-122
- (1916) 20ª conferencia. La vida sexual de los seres humanos. En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras completas : Sigmund Freud (Vol. XVI). Buenos Aires, Amorrortu, 1991, pp. 277-291
- (1916) 21ª conferencia. Desarrollo libidinal y organizaciones sexuales. En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras completas : Sigmund Freud (Vol. XVI). Buenos Aires, Amorrortu, 1991, pp. 292-308
- (1923) La Organización genital infantil (Una interpolación en la teoría de la sexualidad). En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras completas : Sigmund Freud (Vol. XIX). Buenos Aires, Amorrortu, pp. 141-150
- (1925) Algunas Consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica de los sexos. En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras completas : Sigmund Freud (Vol. XIX). Buenos Aires, Amorrortu, pp. 259-276
Referencias  
[1] Freud, S. (1916) 20ª conferencia. La vida sexual de los seres humanos. En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras completas : Sigmund Freud (Vol. XVI). Buenos Aires, Amorrortu, 1991, P. 227
[2] - (1905) Tres ensayos de teoría sexual. En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras Completas: Sigmund Freud (Vol. VII) Buenos Aires, Amorrortu, 1992, p. 136
[3] - (1907) El esclarecimiento sexual del niño (Carta abierta al doctor M. Früst. En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras Completas: Sigmund Freud (Vol. IX). Buenos Aires, Amorrortu, 1992, p. 116
[4] Ídem
[5] Es cierto que dichos afectos maternos son transmitidos al hijo desde etapas aún previas al alumbramiento, sin embargo, este tema no será tratado en esta redacción.
[6] Freud Op. Cit. (1905), p. 166
[7] Ibid.
[8] Ibidem, p. 123
[9] Ibid.
[10] Ibidem, p. 152
[11] Ibidem, p. 164
[12] Ibidem, p. 167
[13] Ibidem, p. 166
[14] Ibidem, p. 170
[15] Ibid.
[16] Ibidem, p. 172
[17] Ibid..
[18] Ibidem, p. 159.
[19] Ibidem, p. 161
[20] Ibidem, p. 162
[21] Freud, Op. Cit. 1916, p. 287
[22] - (1916) 21ª conferencia. Desarrollo libidinal y organizaciones sexuales. En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras completas : Sigmund Freud (Vol. XVI). Buenos Aires, Amorrortu, 1991, P. 297
[23] - (1923) La Organización genital infantil (Una interpolación en la teoría de la sexualidad). En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras completas : Sigmund Freud (Vol. XIX). Buenos Aires, Amorrortu, p. 146
[24] Ibidem, p. 147
[25] Ibidem, p. 148
[26] Freud, S. (1925) Algunas Consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica de los sexos. En J. L. Etcheverry (Traduc.), Obras completas : Sigmund Freud (Vol. XIX). Buenos Aires, Amorrortu, p. 271
[27] Ibidem, p. 274
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ratedryck-blog · 7 years ago
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Justo hoy terminé un primer libro, compilado de cuentos de Lovecraft, justo hoy me llamaron para informarme que seré contratado para un nuevo empleo, y justo hoy me informaron de haber sido aceptado en la Maestría. Hoy se sumergen algunos de mis miedos, hoy comienza una nueva etapa en mi vida. "Cthulhu existe también, supongo, en ese refugio de piedra que le sirve de abrigo desde que el Sol era joven. Su ciudad maldita se ha hundido otra vez [...] Cthulhu tuvo que haber sido atrapado por los abismos submarinos, pues si no el mundo gritaría ahora de terror. [...] Lo que ha surgido ahora puede hundirse y lo que se ha hundido puede surgir". H. P. Lovecraft
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