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Un niño en una ciudad nueva
En el corazón de México, fue fundada una ciudad planeada como modelo nacional para impulsar la industrialización del país, les prometo que este dato es relevante para todas las historias que se están por contar. Esta ciudad fue nombrada Fray Bernardino de Sahagún, pero todos la conocen como Ciudad Sahagún.
Siete años después de su fundación, en 1961, nació mi papá, el sexto de 9 hermanos, dentro de una familia con raíces profundas en los Altos de Jalisco, pero con la visión clara de que el futuro estaba más allá del rancho. Mis abuelos, con determinación y esperanza, dejaron atrás la tierra que los vio nacer para construir un porvenir con más oportunidades para ellos, sus hijos, y las decenas de nietos que estaban por venir (tranquilos, sólo somos 24). Mis abuelos, con mucho esfuerzo y con sus propias historias, lograron lo que soñaban: darles a sus hijos más oportunidades. Y, aunque la nostalgia de su tierra natal siempre estaría presente, con el paso de los años sabrían que tomaron la decisión correcta, y toda la tribu Valadez somos muestra de ello.
A mi papá le tocó nacer y crecer en una ciudad que aún no encontraba su identidad, no era tan grande para ser una metrópolis pero tampoco tan pequeña para ser un pueblo, lo que si es seguro es que era un punto de encuentro para todos aquellos que estaban en la búsqueda de progreso, pues esto fue lo prometido por el entonces presidente, Adolfo López Mateos, y los que lo siguieron después de el, aún en la actualidad.
La infancia de mi papá comenzó con una gran banda sonora. En México, los tríos románticos estaban en su esplendor. Los Panchos cantaban “Sin ti”, Javier Solís conquistaba con “Sombras”, y César Costa, uno de los grandes ídolos del rock & roll en español, sonaba con “La historia de mi amor”.
Mientras tanto, al otro lado del mundo, la música en inglés traía nuevos sonidos. Elvis Presley hacía suspirar a todos con “Can’t Help Falling in Love”, mientras que The Everly Brothers encantaban con “Crying in the Rain”. The Platters, con su estilo elegante, seguían sonando con “Smoke Gets in Your Eyes”.
Era una época donde los bailes en las fiestas eran con danzones, boleros y rock & roll, donde los jóvenes soñaban con autos grandes y chamarras de cuero, mientras que en las casas aún se reunían alrededor de la radio para escuchar radionovelas y los boletines informativos.
En las calles de Sahagún, la vida giraba en torno a la industria, pero esta nueva comunidad también sacó provecho de los terrenos baldíos para las tardes de futbol y descubrir cada rincón de esta ciudad que crecía junto con el.
1961 fue más que un año de nacimiento; fue el inicio de una vida llena de historias.

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¿Cómo me recordarán cuando ya no esté?
Hola. Me encantaría presentarme contigo pero mi nombre aquí no es relevante. Lo que debes de saber es que soy hija, la hermana de en medio entre una hermana mayor y un hermano menor, esa que encontró su camino lejos del hogar pero que todos los días añora poder volver a casa. Soy hija y no me cansaré de decirlo por que tuve la fortuna de poder crecer en una familia completa, una familia amorosa y que ha sabido atravesar y sobrevivir juntos a todas aquellas adversidades que la vida nos ha ido poniendo enfrente, una tras otra pero juntos.
Soy la orgullosa hija de mi madre, que siempre nos recibe con comida calentita en su casa, esa mamá que aprendió a hacer de todo, en mi mamá hay una hija, una hermana, una esposa y una abuela, una confeccionista y diseñadora de modas, una estilista, una cocinera, una artista que tiene el don de hacer todas las manualidades que te puedas imaginar, en mi mamá hay amor, más del que muchas veces podíamos merecer. En mi mamá hay valentía y hay fuerza, en mi mamá hay el mejor ejemplo de mujer.
También soy la orgullosa hija de mi padre, quien es capaz de quedarse descalzo con tal de que tu no tengas que tocar el suelo frío, hay un gran proveedor, en mi papá vive el mayor ejemplo que tengo de resiliencia, mi papá me enseño a trabajar, en mi papá veo honestidad y fortaleza, la que a veces se esconde detrás de la inseguridad y la incertidumbre, en mi papá veo todo lo que una mujer merece en su vida, en mi papá veo admiración.
Y aquí, justo aquí es donde me quiero centrar, es de mi papá de quien quiero hablar porque el tiene mucho que decir. Hace poco me dijo que, nosotros pudimos conocer a nuestros abuelos, incluso bisabuelos, pero lo que hay detrás de ellos es algo que sólo podemos saber por los demás y que en algún momento ese recuerdo dejará de existir, pues no habrá quien hable más de ti. Por eso llegué aquí, por que sus historias no merecen morir con el paso de los años, no merecen quedarse en el recuerdo de unos cuantos, merecen quedarse y perdurar, merecen ser vistas desde los ojos de mi papá.
Este proyecto en conjunto con mi papá tiene la intención de documentar tantos recuerdos como nos sea posible.
Y aquí comienza el camino para mantener vivo el legado de este Valadez....
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