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La luna y el humo, testigos mudos,
de aquel amor que ya no existe más,
de aquella pasión que fue un alarido
y ahora solo queda un dolor fugaz.
La luna, siempre fiel compañera,
nos vio juntos en la oscuridad,
y el humo, símbolo de nuestra hoguera,
se elevó con nuestro amor sin piedad.
Pero todo cambió en un instante,
como un soplo que apaga una vela,
y ahora solo queda un vacío constante,
una herida que nunca se sella.
La luna sigue brillando en el cielo,
y el humo se disipa en el viento,
pero mi corazón sigue en duelo,
por aquel amor que fue un tormento.
La luna y el humo, ahora me recuerdan,
de aquellos días llenos de pasión,
cuando todo era felicidad eterna,
y ahora solo queda desolación.
Así es la vida, cruel e implacable,
nos da amor y también nos lo quita,
y aunque la luna y el humo sean impalpables,
mi dolor por ti nunca se marchita.
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