Bitácora que narra las crónicas de un avezado capitán, amante del licor y de las buenas epopeyas. Litérato y melómano. Un hombre poco común que transita las corrientes marinas en compañía de una singular doncella de cabellos como fuego; su almirante rubí.
Estimado Capitán. Las palabras que ahora recibes no serán las más acordes a la ocasión y carecerán de la belleza solemne que alguna vez gozaron, y con las cuales, nuestros torpes pasos imaginaron y recorrieron caminos en una época pasada. Sin embargo, y a pesar de esta falencia, he reconvenido dedicarte unas cuantas sílabas, torpes y mal escritas, para hacerte saber la felicidad que se asienta en mi pecho al tener, una vez más, la gracia de acompañarte en este nuevo ciclo solar que más que añadirte años de vida, te otorgan una cantidad significativa de experiencia y sabiduría. Sumado a ello, la dicha de que se me haya conferido la oportunidad de desearte lo más bello en un día tan especial como hoy.
Como te habrás fijado, este espacio no es más que un cúmulo de pequeñas bitácoras y pequeñas notas náuticas al azar. Es probable que nada tenga mucho sentido, y que aún menos se compare con la dulzura de aquél obsequio que, en mi turno de ‘existir’, me entregaste. Sin embargo, y a sabiendas de mis pocas habilidades para planear algo lo suficientemente decente, he decidido arriesgarme a compartir pensamientos y sentimientos. He decorado este espacio para que ínfimos recuerdos y partes de mí hacia ti queden grabados. Y aun si un día nuestros pies trazan otros rumbos, espero recuerdes que existe este ámbar cavado aquí, escondido en una cajuela pequeña que lleva el dulce apodo que recibes con cariño: Capitán.
Un 14 de enero de 2019, un capitán retornó (por vez primera) de su larga travesía. Aunado a este encuentro, muchas más noches de espera en altamar acompañaron, sin embargo, la consigna siempre fue la misma para esta joven almirante: Sabré aguardar por el retorno del Capitán a navío.