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001. beggin for thread - banks (so I got edges that scratch and sometimes I don't got a filter, but I'm so tired of eating all of my misspoken words). 002. magnetic - jessie j (sometimes I don't even know if I'm wrong or right, I try to drown the sorrow that surfaces every night). 003. superheroes - the script (she's got lions in her heart, a fire in her soul). 004. she’s not afraid - one direction (but she's so afraid of falling in love). 005. masterpiece - jessie j (I still fall on my face sometimes and I can’t color inside the lines ‘cause I’m perfectly incomplete). 006. bad intentions - niykee heaton (I got some secrets I forgot to mention, haven't learned my lesson). 007. do it like a dude - jessie j (you think I can't get hurt like you). 008. dark horse - katy perry (she's sweet as pie but if you break her heart, she'll turn cold as a freezer). 009. chanderlier - sia (party girls don't get hurt, can't feel anything, when will I learn). 010. like a boy - ciara (keep a straight face when ya’ tell a lie). 011. titanium (ft sia) - david guetta (I'm bulletproof, nothing to lose). 012. unbroken - demi lovato (I'm gonna love you like I've never been broken). 013. you don’t know me - ariana grande (until you've walked a mile in my shoes, you don't know me). 014. love me like i'm not made of stone - lykke li (love me when it storms, love me when I fall). 015. big girls cry - sia (tough girl, whose soul aches)

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    Bien, Eze tenía que dejar de sonreír de tal forma si no quería que sus piernas flaquearan al ver aquélla amplia y hermosa sonrisa. Además, sumado a sus bonitas orbes... Santo cielo, aquéllo le recordaba a la Shelby de apenas años atrás, cuando su corazón latía con fuerza nada más verlo. Prácticamente daba igual su estado de ánimo, para el rubio siempre tenía una sonrisa sobre sus facciones con tal de recibir una de vuelta. No obstante, tuvo claro desde un principio que no haría nada para convertir aquélla amistad en algo más; no quería acabar con lo que tenían, no quería arruinar aquélla grandiosa amistad, la cual para ella era la más importante de su vida. Pero ya no tendría aquél problema, ¿verdad? Hacía mucho de aquéllo y sus sentimientos ya no eran los mismos. Si bien aún conservaba gran cariño por el joven, también sabía que ya no sentía nada más que amistad por él. No podía ser de tal modo; simplemente no --o... ¿Se estaba intentando convencer? No, imposible. Además, tenía novio. Vale, su noviazgo con Holden no empezó de la manera más apropiada, puesto que ambos fueron prácticamente puestos en la relación de golpe, pero poco a poco se había empezado a formar algo bonito entre ambos. No era amor, pero como ella decía, algo era. Obligó a hacer desaparecer sus múltiples pensamientos para volver a suplantarlos por una nueva preocupación; ¿por qué el contrario no había contestado a sus bromas? ¿Es que escondía algo? ¿Y si tenía novia? Frunció el ceño, encontrándose al momento preocupada por ello. Dio gracias a que Eze se encontrase más adelante, puesto a que así no vería su rostro lleno de absurda confusión. No debía preocuparse por ello, pero inevitablemente lo hacía. Eso sí, quería creer que como amiga que era y no como algo más. Claro que como amiga, sólo eso. No tardaron demasiado en llegar a la habitación y con suma confianza, siguiendo la petición ajena, se hizo un hueco en la cama entre tanto dulce. “¡No puedo creerlo!” exclamó al ver los famosos Brigadeiros, sorprendida de que el contrario los hubiese traído. “¡Los has traído! Ay, hace taaaanto que no los como” se lamentó, realizando un breve pucherito. Rápidamente y en un fuerte impulso, se abalanzó al cuello ajeno, abrazándolo por el mismo. “No sabes lo mucho que os he echado de menos; a la comida y a ti” acotó con gracia, dejando un suave beso en la propia mejilla del rubio. Y tanto que lo había hecho, pese a que realmente no se había dado cuenta hasta aquél momento, en el que ambos podían disfrutar de la cercanía de cada uno. 

     Su sonrisa no hizo nada más que embelesar al joven. La manera en la que arqueaba sus pequeñas comisuras y curvaba sus labios le hipnotizaba. El chispeante brillo que se vislumbraba en sus ojos, y sus hinchados pómulos terminaron por dejarlo anonadado. Aún recordaba cada mirada cómplice que se habían dirigido, cada broma que habían compartido, cada apodo que se colocaban, cada secreto que guardaban. Mantenía aquellos tatuajes que la morena le había hecho simplemente para practicar. Y, por más que los mismos hubieran sido trazados con una tinta deleble, luego los repasó para así mantenerla junto a él por el resto de su vida. Por supuesto que nunca se habría imaginado que la volvería a encontrar. Recordaba a la perfección el día donde el inicio del fin se emplazó. La muchacha tocó su puerta a altas horas de la noche, su obscura melena cubierta de heladas gotas de agua. Le extrañó que a pesar de las brutales condiciones climáticas hubiese corrido hacia él. Desde entonces supo que algo malo estaba por pasar. Y ahí fue cuando le dio la noticia, un pequeño ser humano crecía en su estómago. Cada uno de los músculos del muchacho se tensó, pero aún así no perdió la compostura. En cambio, se dedicó a envolverla con sus brazos y pasar el resto de sus días brindándole apoyo y confort. Recordaba haber sostenido su mano en cada ecografía, contemplando la evolución de dicha entidad a medida que pasaba el tiempo, con suma fascinación. Desde entonces un renovado interés respecto a la vida despertó en su interior. Tan entretenido y ocupado se encontró durante tal período, que cuando el día llegó fue prácticamente insoportable. No le dejaron entrar a la sala de partos, y estuvo alrededor de doce horas caminando de un extremo a otro por los pasillos. Y finalmente, la vio. Una enfermera sostenía a la pequeña hija de Shelby en sus brazos. Y era la criatura más hermosa jamás vista por el rubio. Todos aquellos y muchos otros escenarios cruzaron su mente cual ráfaga al encontrarse con ella. Y la gran nostalgia que arremetió contra las paredes de su conciencia resultó abrumadora. Esbozó una gran sonrisa, dejando de lado todos aquellos pensamientos. Se rascó la nuca con cierto nerviosismo ante su segundo comentario, y un arrebato de culpa oprimió su pecho, debido a que no se encontraba del todo errada. Bastantes rostros habían enmarcados en lo que sería la galería de amoríos del joven, no obstante nadie nunca se había comparado a ella. Intentó suprimir aquella agobiante sensación, limitándose a jalar su brazo con insistencia y apretar el paso hacia la habitación. Subió las empinadas escaleras con gran ímpetu, y tanta fue la energía que necesitó para dicha acción que una pesada exhalación abandonó sus labios al finalmente llegar a la recámara. “Me alegra oír eso” curvó sus comisuras nuevamente, otorgándole a su mirada un ápice juguetón. Abrió la puerta de par en par, haciendo una burlesca reverencia para que la morena penetrase en el ambiente. Cerró la puerta tras ellos, rebuscando entre los cajones sus muy bien guardados aperitivos. Desde salado a dulce y mezclas de ambos, lo había todo. Entre las golosinas de diversos tamaños, formas y colores se destacaban las pequeñas trufas que en su país de origen llamaban Brigadeiros. También había manjares de leche, plátanos fritos, e incontable cantidad de confituras; algunas genéricas y estadounidenses, y otras provenientes de Brasil. “Ponte cómoda” añadió, mientras esparcía la comida por su cama y palmeaba un lugar a su lado.

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Lauren and Louis Tomlinson leaving Libertine Club in London - 6/1

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Lauren with a fan today - 6/3/15(x)

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↳INSTAGRAM @sh3lby uploaded a new photo.

“meeting you guys is what i live for ❤️ “

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@weluvshelbs: omg i want that :-((((

@shelby_ds: shes so lucky omfg

@dasilvaqueen: YOURE SO CUTE WTF 

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@ezsch: So I talked with her after months without seeing eachother.

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Escuchó a la joven con una sonrisa posada sobre sus labios, realmente feliz por ver cómo a la castaña le iban las cosas de maravilla. Se lo merecía, claro que lo hacía. Respecto a su último comentario, su mirada no evitó posarse sobre el ya abultado vientre que la contraria poseía. Admiraba a la chica como a ninguna otra, y es que, al contrario que si misma, ella tenía el coraje y la valentía que a ella le había faltado años atrás, cuando vivió la misma situación. “Estoy taaaaan feliz por ti” y sin pensarlo, se abalanzó a la castaña para darle un abrazo cariñoso. “Aunque he de confesar que me ha ofendido eso de conejos folladores... ¿Qué hay de malo en eso?” bromeó, apretujando un más el cuerpo ajeno antes de separarse por completo. “Ay, dentro de nada te veo eligiendo nombres... Y estoy segura de que las patadas ya se habrán vuelto frecuentes” rió. “Recuerdo que a mí--” calló repentinamente. ¿Pero qué hacía? ¿Cómo casi había soltado aquéllo? Sin duda alguna, no podía soltar eso como si nada. “Uhm, nada” intentó arreglar, replicándose interiormente lo tonta que podía ser a veces.

“Nunca me imaginé estar así, aquí… ahora” murmuró, con la vista fija en el paisaje que deleitaban a sus ojos. “Siempre pensé que iba a ser como mamá” admitió, dejando que una pequeña sonrisa se posara sobre sus labios. “Siempre pensé que iba a terminar tirada en algún lugar, sin saber ni siquiera mi nombre por lo ebria o lo drogada… viviendo de los hombres con los que me acostaba, sin ningún tipo de futuro, totalmente en la ruina” dejo escapar un suspiro, jugueteando con los anillos de sus dedos, clavando ahora sus ojos verdosos en la persona que la acompañaba. “Quien diría que un programa lleno de ebrios y conejos folladores me llevarían al mejor momento de mi vida” soltó una risita y dejo que el viento la acariciara. “Estoy feliz, estoy feliz porque tengo una… gran, gran familia, que ahora se va agrandar más inclusive” colocó una de sus manos sobre su vientre de ya cinco meses. “Estoy feliz porque estoy aquí, ¿viva? Si, es un motivo para estar feliz, también” 

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“Oh no, estoy totalmente libre” aseguró la joven, asintiendo con rapidez. De hecho, un plan como aquél era el que buscaba desde un principio; algo que, básicamente, lograse sacarle de su aburrimiento. “Así que podemos ir juntas a saciar nuestra curiosidad” bromeó, arrugando su nariz con gracia. “Sólo queda el no perdernos y-- Espera, ¿sabes cómo ir? ¿Hay que coger el metro o directamente un taxi?” quiso saber, buscando ahora algún otro folleto por sobre la mesa que tenían delante. Sonrió al encontrar uno y buscó la sección en la que venían los mapas, aunque, si tenía que ser sincera, nunca había sido buena leyendo éstos.

La castaña frunció los labios, haciéndole saber a Shelby que tenía razón. Era difícil elegir entre las tres opciones. —Siempre he tenido esa curiosidad, y ahora que lo mencionas, —hizo una pausa para observar un momento las fotografías del folleto. —Creo que iniciaré con el Palacio. —resolvió alegremente. —¿Estás ocupada? ¿Quieres ir conmigo, Shelbs?

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Manteniendo la tan amplia sonrisa, no dudó en tomar el móvil cuando éste se le fue ofrecido. No tardó demasiado en encontrar la cámara y en dejarla lista para capturar el instante, por lo que ya sólo quedaba que la joven posase. “Entonces listo, primero te hago la foto y después subimos” asintió, dispuesta a hacer ambas cosas. No es que fuese tampoco muy fan de las alturas, pero aquéllo valía la pena. “Ahora ponme una graaan sonrisa y posa, uhm, como quieras” bromeó, comenzando a alejarse para realizar la captura. 

Al escuchar la propuesta de la muchacha, Gabriela no pudo hacer más que alegrarse. Tanteó sus bolsillos y, tras un pequeño mini-infarto por no haberlo localizado a la primera, lo extrajo de su campera–. Realmente me encantaría –admitió, extendiéndole su móvil–, ambas cosas: la foto y subir. Me han dicho que la vista es hermosa, no pienso perdérmela –dejó escapar una pequeña carcajada.

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“Merde, sí. Esa en definitiva es una de las que mejor sé pronunciar; no por nada llevo la vida quejándome desde que pusimos pie en París” aseguró en broma, dejando escapar un par de risas. “Eso sí, quitándole el pequeño problema con el idioma, estoy encantada con el lugar” añadió, asintiendo un par de veces. No mentía al decir aquello, puesto que estar en tierras francesas había arribado en ella cierta emoción y felicidad. De hecho, al fin de al cabo, la lengua hasta podía ser considerado un problema no de mucha importancia. “¡Claro! Hace no mucho que comí, pero sinceramente de nuevo tengo hambre... ¡Y más si es por algo tan delicioso como los macarons o unos buenos crêpes! Se me hace la boca agua de tan sólo pensarlo” confesó entre risa y risa, dispuesta a acompañarla a por algo de comer.

–Bonjour, merci, merde. Más nada– formó un puchero, podía sentir como su estómago sonaba y le daba vergüenza tener que parecer un concierto de tripas en pleno restaurant. Sus mejillas se tornaron de un color carmesí debido a la pena que tenía en ese preciso momento. –¿Quieres ir a un lugar donde sepan hablar inglés? Estoy muriendo, literal, de hambre.

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   Difícil le resultaba el dejar de sonreír ahora que estaba a su lado. Si es que ni siquiera para hacer una broma podía dejar de hacerlo. Estaba sumamente contagiada por la alegría que el contrario parecía desprender ante su encuentro, la cual en realidad directamente se posicionó sobre su cuerpo al reconocerle. Aún recordaba las risas que tuvo que dejar atrás al llevar a cabo la dura decisión de dejar su país natal. Pero tuvo que hacerlo, por mucho que le doliese el dejarlo atrás, sabía que aquello era lo mejor para si misma. En ese momento comprobó que lo había extrañado más de lo que había pensado. Mucho más, de hecho. A día de hoy aún no había conocido a nadie que se comparase con el joven que tenía en frente, y es que él era demasiado especial para ello. Nadie podría llegar a igualarle o superarle, o al menos, aquélla era su más sincera opinión. Una risa escapó de sus labios al escuchar sus burlas. Sí, en definitiva, hasta éso había echado de menos. “No he encogido, déjame” se quejó con un tono demasiado infantil, sin embargo dejando entrever una sonrisita en el proceso. Ladeo su rostro con gracia, arqueando ahora ambas cejas con sutileza. “Seguro que estás hecho todo un rompecorazones” acotó en broma, mas el simple pensamiento de que el chico tuviese a otras chicas en su vida más que ella le propiciaba un sentimiento para nada gustoso en su cuerpo. Incluso se sentía de alguna forma egoísta por siquiera pensar aquéllo, y es que ella no podía hablar mucho sobre ello, puesto que técnicamente tenía novio --del cual, probablemente, el contrario no sabía nada. De todas maneras, ella no podía sentirse celosa de algo tan estúpido como eso... ¿Verdad? No, claro que no. Aquello no era lo que le pasaba, o al menos pretendía convencerse de tal forma. Carcajeó al sentir los besos del cachorro por todo su rostro, pero lo hizo aún más al escuchar el comentario ajeno. “Deja que me de amor, lo necesito” bromeó, volviendo a poner toda su atención en el pequeño animalito de entre sus brazos. No obstante, ésta no duró mucho; en nada, ya se encontraba siendo guiada hacía el hotel. Afianzó ambas manos entrelazadas, segura de no separarse ni por las entusiasmadas fans que se arremolinaban en torno a la puerta del edificio. “¿Has traído golosinas de Brasil? ¡Eso-- eso es maravilloso! No sabes cuanto echo de menos la comida brasileña” aseguró la joven, antes de hacerse paso entre la multitud. 

     Sus dedos resbalaron por los costados ajenos, describiendo las marcadas curvas que se presentaban con sumo cuidado, como si de un escultor puliendo su más elaborada obra de arte se tratase. Intentando grabar hasta el más mínimo detalle de la figura ajena en su memoria, el rubio recorrió descaradamente su cuerpo con la mirada, para ascender nuevamente y hacer contacto visual con aquellos verdosos y despampanantes luceros que siempre le habían fascinado. Por más que era poseedor de ojos claros y muchas personas se los habían elogiado, consideraba que no eran más que un par de rocas brillantes en comparación con los de la contraria. Sus coloridas iris lo hipnotizaban, retándolo a explorar sus entramados similares a los de una tela de araña. Oh, pero cuánto la había extrañado. Cómo había echado de menos el dulce tono de su voz, seguido por tan armónicas carcajadas que podrían anonadar hasta a la entidad más vil existente. Sus delicados movimientos llenos de gracia, su andar tan característico, cada aspecto por más mínimo que resultase lo creía magnífico. Digno de cientos de espectadores, admirando la belleza dentro de la simpleza. Aún recuerda el dolor de su pérdida, cómo éste le arrebató todo deseo de continuar, de mantenerse cuerdo. Pero aún así le había hecho una promesa, la de no permitir que su partida le costase la vida. Puesto a que ella le había devuelto todo lo que alguna vez le habían arrebatado. Era la única razón por la que había endurecido su carácter, enarbolado su mentón y seguido adelante. De otra manera, no sabría cómo continuar. Y allí la encontraba nuevamente, y su jovialidad era inocultable. Aquellas reflexiones se esfumaron cuando la muchacha en cuestión habló nuevamente. “No, podría jurar que te has encogido” negó, con un evidente deje burlón a la hora de pronunciar tales palabras. Arrugó su nariz enternecido al sentir el cálido tacto contrapuesto, tomándolo por las mejillas con tanta suavidad. Una sutil risa abandonó sus labios ante su próximo comentario, debiendo él llenar sus pulmones de aire para contenerse. “No lo sé… Sólo sigue ocurriendo” se encogió de hombros, permitiendo que aquél carcajear se prolongase por un par de segundos antes de que presionase sus labios con fuerza para acallarse. “Y yo tengo todo el tiempo del mundo para escucharlas, créeme” replicó, sin borrar aquella sincera sonrisa que había decorado su fisonomía desde que le había reconocido. Se alejó un par de centímetros más para que la joven pudiera alzar al cachorro, escondiendo sus manos debajo de sus axilas para calentarse. “Me parece que le agradas” observó, debido a que su can no paraba de propiciarle amistosos besos a la morena. “Eh, ese es mi trabajo” enfatizó, con cierta diversión. Asintió enérgicamente al oír a Shelby concentrándose únicamente en ella. “Me has leído la mente” murmuró, tomándola de la mano en un acto impulsivo y arrastrándola en dirección al hotel. “Agradece que me he traído kilos de golosinas desde el Brasil” 

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“Oh vamos, algo de distracción no nos vendría mal” se quejó la morena, mas a la vista de que sus réplicas no causarían ningún efecto en él, finalmente suspiró y desistió. “Bien” murmuró, adentrándose completamente al lugar. Se sentó con total confianza en una de las camas y arqueando ambas cejas, acotó lo siguiente. “No me voy a mover de aquí hasta que me cuentes que te pasa. Te notó más gruñón que de costumbre y, aunque a veces no lo parezca, realmente me preocupas” admitió, encogiéndose de hombros.

–Paso. No se me viene en gana conocer el maldito sitio, créeme cuando te digo que ya lo hago lo suficiente.–escupió el francés, indispuesto a abandonar su habitación. Sus días habían sido turbulentos, perderse por largas semanas no estuvo en sus planes, pero estaba de vuelta. Y no, no sabía si era algo bueno.–Piérdete.

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Sentada en el lobby del hotel, la joven intentaba contactar con su progenitora. Quería hacerle saber que, por fin, había pisado suelo francés; y es que no se le iba a olvidar nunca las anécdotas que su madre le contaba sobre su pequeña estadía en la misma ciudad. No obstante, ésta no se lo cogía, por lo que probablemente estuviese descansado o algo parecido. Dispuesta a dejar la llamada para más tarde, finalmente una voz captó toda su atención. “Difícil decisión” murmuró la joven, ahora reflexionando cuál de todas aquellas propuestas era la mejor. “Creo que el Palacio de Versalles es una opción bastante interesante” acotó, encogiéndose de hombros. “Siempre he tenido la curiosidad de ver cómo de magnífico es el interior. Ya sabes, comprobar si es igual o mejor que como se suele ver en las fotos.”

Después de haber visto el caos en el lobby del hotel, a la castaña le costó cierto trabajo volver a salir. No entendía como algunas fans podían ser tan apasionadas, sin embargo, admitía que le causaba gracia ver como sus amigos sufrían a veces por ello. Con unos folletos en mano, la ojiazul tomó asiento en una banca para poder decidir a dónde iría ya que los gritos habían cesado. Al cabo de un rato le costaba decidirse, todos los lugares eran diferentes y hermosos a la vez. —¿Torre Eiffel, Catedral de Notre Dame o el Palacio de Versalles? —preguntó luego de  escuchar unos cuantos pasos cerca de ella, esbozando una sonrisa al darse cuenta para quien iba dirigida su interrogante.

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Ladeó su cuerpo al escuchar cómo alguien se dirigía a su persona, sonriendo una vez que reconoció a la joven. Frunció el ceño y negó, con una mueca llena de pena sobre sus labios. Ambas estaban en las mismas, puesto que lo que le había contado le había pasado más de un par de veces desde que había pisado suelo francés. “Nada de nada. Bueno, ya sabes, del merci y poco más no paso” aseguró, manteniendo la mueca sobre sus labios. Y no es que la joven no supiese más lenguas que el inglés, pero el francés no estaba entre ellas; si la quitaban del inglés, portugués e , incluso, español, estaba completamente perdida. “¿Has probado con señas o algo? Antes me tuve que defender así, porque, de verdad, entonces no hay manera de que te entiendan. A no ser que tengas la suerte de que te atienda alguien bilingüe, cosa que sería lo ideal” finalizó, encogiéndose de hombros. 

Lo único que Luna conocía en Francés era una pequeña porción de una canción que su madre les cantaba hace muchísimo tiempo a los mellizos no se acordaba muy bien de como decía pero sabía que era Francés, no le agradaba la idea de estar en un país donde desconocía completamente su idioma natal. Se moría de hambre después del vuelo de Canadá a Francia, bajó hasta el comedor del hotel donde se hospedaba toda la producción y elenco del reality y se apoyó en la barra para pedir. –Me puedes dar por favor: Un pie de limón, una soda y un brownie por favor– explicó vagamente, estaba cansada del vuelo. A lo que el moso le respondió ‘’excusez-moi?’’. La rubia se retiró frustrada de ahí después de varios intentos de hacerle entender que quería, pero sus intentos fueron fallidos. Se acercó hasta una persona del reality. –¿Sabrás como hablar Francés? El tipo ese no me entendió– chasqueó su lengua.

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Había estado de aquí para allá toda la mañana, por lo que había llegado a un punto en el que tanto sus pies como su estómago habían comenzado a quejarse de forma inevitable. Siendo de aquél modo, no dudó en entrar a la primera cafetería que encontró por su paso. Así podría comer unos deliciosos y verdaderos crêpes franceses. Se sentó y una vez hubo pedido aquéllo, sólo le quedó esperar a que éstos se los trajesen con rapidez, así que, con tal de entretenerse, comenzó a revisar cada una de sus redes sociales. Este hecho fue interrumpido por la voz de cierta muchacha, a la que no dudó en prestar atención, más curiosa que nada. Con una mueca, respondió. “Siéndote sincera, le has ido a preguntar a la persona menos indicada” aseguró entre risa y risa, ladeando su rostro ahora hacia el joven, el cual miraba a ambas con el ceño fruncido. Nuevamente prestó atención a la contraria, encogiéndose de hombros. “Prueba con señas o algo, no sé” volvió a reír, y es que, tenía que admitirlo, había tenido que salir de un par de apuros a través de éstas mismas. No obstante, alzó su dedo índice al acordarse de lo que había tenido que comprar con anterioridad, por si acaso. “Tengo por aquí, uhm, un diccionario... Tal vez te sirva de algo” explicó, rebuscando por su bolso.

Disfrutaba de su estadía en París mucho más de lo que había imaginado, pero era inevitable al estar en contacto con una de las ciudades más importantes en cuanto a la moda se refería (no la mejor, en su no tan humilde opinión, pero aún así le agradaba). Después de recorrer unos cuantos almacenes, decidió detenerse en una cafetería, pues tanta caminata le había dado hambre. Se acomodó en una de las mesas que quedaban al aire libre, y esperó a que la atendieran, cuando, sin previo aviso, un joven de cabellos oscuros se acercó, posando una sonrisa encantadora. Dijo algo en francés que Adara no pudo comprender, aunque, en su defensa, él hablaba demasiado rápido. “Eh, sí, eso…” Mordió su labio inferior, girando la cabeza en busca de ayuda externa, hasta que dio con un rostro conocido. “¡Oh, oye!” Exclamó a la persona. “¿Tienes idea de algo de francés? Juro que yo me defiendo, pero… Estoy totalmente perdida ahora. ¿Podrías traducirme lo que él dice?”

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Shelby no podía estar más feliz en aquel momento. Pisar suelo francés siempre había estado entre una de sus tantas cosas que tenía que hacer sí o sí, y por fin lo estaba cumpliendo. Nadie lo sabía, pero la joven mantenía consigo una lista de todos aquellos lugares que deseaba visitar e, increíblemente, el reality acertaba con cada uno de sus destinos. Estando ya frente a la gran edificación que era la Torre Eiffel, se encontró a su lado con una joven igualmente maravillada con lo que sus orbes presenciaban. “Realmente lo es” acotó a su lado, dejando de lado la increíble vista para centrarse en la rubia. Ésta se veía incluso más maravillada que si misma, por lo que una amplia sonrisa fue lo que sus labios lograron realizar una vez una idea se plantó sobre su mente. “¿Quieres que te haga una foto? Ya sabes, para que siempre recuerdes éste momento” se encogió de hombros, aún sonriente. “También, si quieres, podemos subir después. Dicen que las vistas desde lo alto son fantásticas” agregó, recordando lo que su madre solía contarle sobre ésta misma ciudad, a la que había viajado cuando era apenas más joven.

De pequeña solía soñar con visitar París. Muchos la llamarían ‘la ciudad del amor’, y así era conocida, pero Gabriela prefería llamarla ‘la ciudad de las maravillas arquitectónicas’. Era consciente que en París no se encontraban las mejores construcciones, pero le parecían ciertamente preciosas las edificaciones tales como ‘El Arco de Triunfo’, ‘La Torre Eiffel’ y demás. Al llegar al Hotel echó un vistazo por el ventanal y, tras dejar su equipaje en la habitación, salió a la carrera para conocer la ciudad que tanto le atraía. Gabriela se detuvo frente a la Torre Eiffel y guió su mirada hasta el punto más alto de ésta, maravillada por lo que estaba viendo–. Es increíble –logró murmurar después de un momento, aún sin poder creer que cosas como aquellas podrían haber sido construidas e ideadas por humanos.