somethingst
somethingst
Something T
4 posts
Attempt at a literary blog
Don't wanna be here? Send us removal request.
somethingst · 6 years ago
Text
El Rancho
Por Something T.
Sabe a tortillas, muchas muchas tortillas.
Y a esperanza, esperanza pura, de esa que solo se consigue al convivir con gente que te inspira.
Se ve como un cielo estrellado, millones de puntos luminosos, que nos observaban. Observaban personas pequeñitas, congregadas para darse calor. Y a veces caían, caían para vernos mas de cerca. Entendernos, escucharnos. Porque había algo especial en nosotros. Había una intensidad, irradiábamos emociones. De todo tipo, buenas y malas. Frustración, pasión, amor, enojo, compañerismo, ganas de cambio, pero mas que nada identidad, cada uno formamos una identidad nueva ahí, o al menos yo lo hice.
Suena a acentos, 1973 millones de kilómetros cuadrados representados en distintas formas de hablar. También suena a risas, risas distintas, despreocupadas, creo, a alomejor lo contrario, preocupadísimas, no importa, como sea, risas intensas, fuertes, catárticas incluso. También a conversaciones, dos personas llorando a causa de lo que sentían sobre personas que conocieron menos de 3 semanas atrás. Suena al himno nacional mexicano, extrañamente cantado después de escuchar desgarrantes historias que nos debieron haber dejado sin voz. Lo cantamos para curarnos, o tal vez para distraernos, se como sea retumbo dentro de mi. Se escucha como música también, mucha, mucha música, saliendo de bocinas, guitarras, violines, pianos y ukeleles. Pero mas que nada de bocas, algunas angelicales y otras mas bien terrestres. También suena a discusiones, gritos incluso, y llanto también, gritos de enojo, llantos de frustración y despedida. Pero estos nada más agregan al la biblioteca de sonidos.
Se siente como un desgarro, porque ese lugar no existe, dejo de existir hace tiempo, y duele que así sea. Pero también se siente como abrazos, esos que nos damos cada ves que nos vemos, abrazos gritones, envolventes, abrazos felices, como pocos. Abrazos que recuerdan  los que nos dimos cuando nos estábamos yendo, pero que reconfortan, y llenan cuando menos un poco de esa esperanza que nos dio aquel lugar.
0 notes
somethingst · 6 years ago
Text
Red By Something T.
It was fatiguing, excruciatingly so, almost painful in fact. He had the most marvelously lethargic job, in that wonderfully boring company. Which in fact had its headquarters in the graytown, the most outstandingly common and inauthentic city.
Red was… how can I say it, its least remarkable individual, certifiably normal, magically simple minded, and basically unidentifiable among his peers. He had spectacularly miniscule characteristic that made him stand out, his name. All of the citizens in graytown had numbers to identify themselves. He remarkably had a color. No one knew exactly why, his parents passed when he was 10, and he barely remembered anything that happened before that. Nevertheless all of his other characteristics were so overwhelmingly, indisputably regular, that people normally glossed over his small quirk, he was as invisible as someone can be. But that’s the thing, even him, the person I just described, in paper the perfect boring no one, found his job unbearable. He had click to a single button, for 10 hours straight. That doesn���t sound bad you might think, you can drift off and think about dancing in the middle of the street, and maybe wait for a car to come, and jump off the last second imaginable. But Red didn’t have the possibility of this thrill. He had to pay attention, at all times, every time the red light would go off, he had to click his button. There was no pattern, no way to predict it, he just had to sit there, and wait, for 2, 3 or 4 seconds for the light to turn on. If he missed one, he would lose weeks worth of pay. I would be able to stand that, I have heard many utter those words. Believe me you wouldn’t last a week. A month maybe. That faithful day marked Reds 20th year on the job. There is no need to say he didn’t have friends, or a family. In fact no one that worked in the company did. Its not like he liked the job either. But it was all he knew. He started working at age 15. He didn’t do much before that. He complained about it at first. To himself that is, there was no one else he could talk to. But for the past 15 years he hadn’t thought about it much, that didn’t mean he wasn’t bored anymore. He was used to it, not incredibly so, but just enough so he could bare it. Nevertheless that day, there was something different, he couldn’t bare it anymore, or he didn’t want to. The thing is, the absurdist menial task he had done for years on end. Had become impossible to continue doing.
The room lit up, with that light homologous to him, he tried to click the button, as he had done literally countless times before, but this time it felt like he physically couldn’t. His finger burnt, he felt like it was melting, thankfully or faithfully this meant his finger flexed down and finally pressed the button.
After, spasms started, he felt like he would black out, he started sweating, and shivering at the same time. It was the warmest cold and the chilliest heat he had ever felt. His white office started turning yellow, then purple, then blue, somewhat orange, brown, black.., crimson, deep deep crimson. Spiraling, all of them together, and then more, more colors than he had ever seen, some how more colors than any body had ever seen.
Then nothing. Absolute and untethered void. Afterwards everything. He felt connected to every single thing around him, all of the colors in the world. He then could connect to the black spots above and he went inside them, he could see the colors that they saw. He was above graytown, it was not so gray anymore, there was plenty of red to be honest.
A second later he was back, the extreme temperatures had left, his office was white again, all of the colors were gone. But he felt different somehow, something had come back to him, he felt more himself than he had felt in years.
0 notes
somethingst · 6 years ago
Text
La infinidad de la ausencia
By Something T
Estaba en el fin del mundo
Mi voz desaparecía,
La nada llenaba todo
Callada me recibía.
Un silencio bullicioso.
Un color apabullante.
Una nada delineante.
Un vacío esplendoroso.
Estaba en el fin del mundo
Congelada hasta mi mente,
La inmensidad sigue kilómetros
La ausencia en mi algo enciende.
Frente a la inmensidad de la ausencia
Frente a un silencio que sofoca,
Un grito se dispara de mi boca
Buscando una prueba de mi existencia.
0 notes
somethingst · 6 years ago
Text
El Kiwi
Interpretación de la biografía de W. I.
Por Something T.
W. no sentía los dedos de sus pies, se encontraba helándose en aquellas montañas, en una pequeña carreta. Llevaba meses en camino, y parecía que nunca iba a llegar, en esos momentos casi se dio por vencido. Pero recordó porque lo hacia, las 300 bocas en el orfanato que dependían de el. Eso le permitía seguir, como lo había hecho los últimos tres meses.
-       “Gringo, Quiere ponche?”
En un abrir y cerrar de ojos se alejo de aquel cálido frio, y empezó a sentir el gélido calor de la hoguera.
Se había transportado kilómetros kilómetros, y también unos cuantos años. Había dejado China y estaba de vuelta en aquella curiosa posada en México.
Desconcertado, analizo lo ocurrido. Unos segundos atrás, había sobre escuchado una desplazante conversación. Una persona le estaba presentando a alguien a otra. El nombre que escucho, “Something G.”(unos pocos minutos después sabría que el nombre completo era B.G.) lo transporto a otro lugar, otro mundo, otra vida. Aquel apellido retumbo como un trueno, un bombardeo, una percusión antigua. Pero a la vez como una caricia, una gota de lluvia, un bufido de una bestia de Shandan. Se fue Arbenz y vino Mao. Ese sonido, le recordó a los hombres rojos trabajando la tierra, a los majestuosos artilugios que creo en ese tiempo. Esa palabra le recordó al polvo dorado por el que arriesgo su vida, y a las caras de sorpresa cuando al fin regreso al orfanato. Ese apellido le recordó las sonrisas que lo motivaron, y también los momentos de mayor tensión que ellas mismas lo empujaron a sobrepasar.
Saco su mochila, y empezó a buscar desesperadamente, de ella saco un sobre amarillo. En el cual estaba la confirmación de sus sospechas, el porque aquel apellido, G., lo había transportado a su vida pasada.
Le recordó al kiwi, a aquel masivo pájaro oriental que lo cuido por tantos años. El kiwi le había dado una carta para un “Something G.”
El kiwilo abrazaba, era la despedida. No sabría cuando lo volvería a ver. Si es que lo haría. Estaba a punto de salir de su oficina en el orfanato.
-       -Espera, cuando vayas a Nueva York, dale esto a M. G.
Volteo a ver a los participantes de aquella conversación que lo había desplazado en el tiempo. Era un hombre cansado, otro hombre un poco mas, y una mujer que aun quería tragarse al mundo. Se acerco. Estaban hablando su lengua natal. La lengua de aquel país al cual no podía regresar.
-       Hello,  I am W. I.
-       Oh, Hi I am B. G.
-       Hi, I am The Muralist
-       Hola, I am El grabador
-       I am sorry for interrupting. Heard you speaking English and decided to join in. What are you discussing?
-       Oh well, my friend here has a book he wanted to show to B. It’s a book of etchings of the Chinese Cultural Revolution.
W. estaba corriendo. Bueno al menos su corazón lo hacia, el mas bien estaba parado muy quieto, inmovible para ser exacto. Se les había caído la batería, aquella batería disfuncional y acaudalada. W y The Britt habían sacado todo lo que tenia adentro aquel artilugio y lo habían llenado de oro. Esa dorada sustancia que salvaría a los niños del Orfanato del Kiwi. Aquel material maldito que si los soldados encontraban los matarían en el instante. Pero justo antes de subirla al avión se les cayo. Ninguno de los quería mirar abajo.
Ambos seguían con la vista al frente, su vida dependía de lo que verían cuando su mirada descendiera. Era como si el no saber que había pasado mantendría el futuro indeciso, sus vidas seguras. Los militares ya los estaban viendo, eran de la milicia roja, eso no importaba demasiado. Cualquiera de los dos bandos los ejecutaría de haber visto aquel mineral azafranado.  
Seguían sin querer saber el resultado de aquel fatal momento. De alguna manera el tiempo termino anunciándoles su futuro. Los hombres armados los observaban, y no hacían nada. Estaban seguros. Al menos por el momento, la batería había aguantado.
Pareció que ambos notaron este hecho casi al mismo tiempo, voltearon abajo, levantaron la pila y siguieron caminando como si nada. Pasaron enfrente de los hombres zurdos, subieron la batería al helicóptero. The Britt se fue con el metal del que colgaban sus vidas y las de todos aquellos huérfanos. No volvería a ver a W en 4 meses ya que el se quedo a recibir el siguiente cargamento del mineral. Cuando por fin se reencontraron The Britt,��pensó que era una alucinación, ya que lo daba por muerto.
-       Could I look at that after you B.? I have, lets say, a special interest on the topic.
-       Sure, if you want we can go look at it together, I am sure the Muralist and El grabador have things to discuss. We can take it and look at it right.
-       Definitely, I hope you find in interesting. If I may ask W, what´s your, how did you call it? Special interest on the subject.
-       Oh, I lived in China around that time.
W y B Se fueron a sentar cerca de la fogata, y empezaron a pasar las hojas del libro.
De esta forma lo vieron, por lo que parecieron horas, y W se mantuvo ahí haciendo comentarios sobre algunas cosas que veía. B parecía interesada, y sus comentarios eran muy precisos, como si supiera mas sobre China que lo que estaba diciendo.
Cada imagen le recordaba historias, días, paisajes, demasiados para contarle cada una a B. También demasiadas para escribir en su diario, o en este texto para ser honesto. Entonces no lo hizo, por lo tanto yo tampoco. Ver imágenes, era de alguna forma mas sencillo, estaba preparado, no lo transportaba de la manera que lo hacían otras cosas, como conversaciones o nombres.
Sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos al pasar una hoja B, W se quedo callado, quieto, se perdió un poco de nuevo.
Estaba mirando fijamente un poster, por su entendimiento del dialecto de esa zona decía “Esta ciudad ha sido liberada por el ejercito rojo”. Llevaba 3 días en ese poblado, en su camino a Shandan, al orfanato. El oro esta vez iba en su ropa. Pulverizado en su cinturón y zapatos. En lingotes en su pantalón. Era una mina andante en un mar de agua regia.
En los 3 días que llevaba ahí, no había visto un solo soldado carmesí, y el poblado parecía estar controlado por el ejercito el emperador. Por eso miraba con fascinación el poster, ya que parecía ser una paradoja, una sátira, o una burla.
Decidió no hacer caso a lo que decía, y regresar a su hotel, no era seguro caminar por el pueblo a esas horas de la noche.
Fue a dormir, a los pocos minutos ya roncaba, yo en su situación no lo hubiera logrado, para el parecía sencillo. Despertó al siguiente día, y fue a caminar por el poblado de nuevo. Para su sorpresa el poster que había visto la noche anterior parecía haberse reproducido. El pueblo estaba tapizado.
Todo ese día el pueblo fue mas caótico de lo normal. El pueblo se convirtió en un solo organismo, un insecto, que zumbaba sin cesar. En dos sentidos para ser exactos, no dejaban de moverse, ni de hablar. Parecían mitad nerviosos mitad emocionados. W no podía esperar para salir de ese organismo, pero no era posible, primero porque no tenia transporte, pero también porque seria sospechoso.
Por la tarde, los últimos objetos estáticos del pueblo, los soldados de Chian Kai-Shek, empezaron a zumbar también. Intentaban parecer calmados, pero era demasiada la tensión. W no sabia que harían, a decir verdad tampoco le interesaba, el solo necesitaba que todo se detuviera, de alguna forma o otra para poder seguir su camino.
Logro dormir a pesar del zumbido, pero a las pocas horas despertó, había demasiada conmoción. Fue a la ventana de su cuarto, que daba a la salida del pueblo. La abrió, y vio el resultado del caos del día anterior, todo el ejercito del emperador salía del poblado, algunos 100 soldados marchaban en fila huyendo.
A pesar de esto la conmoción continuo, Wf ue a la otra ventana, y vio a la mayoría del poblado en la plaza del pueblo. Esperaban al ejercito rojo. Lo que paso a continuación sorprendió a W como pocas cosas lo habían hecho hasta ese momento, UN solo solado colorado entro a la plaza. Una sola persona, al retomar el espacio publico, había retomado el poblado entero.
-       Hey were you listening to me?
-       I am sorry, that etching of the poster, it reminded me of something…
-       Well are you going to tell me?
W procedió a contar la historia que yo describí arriba. Claro, no de la misma manera, la conto de esa forma cautivante que solo el sabía.
-       So the book is that authentic?? I should buy it then
-       I guess, lets go tell El grabador that you want it
-       Hey, i think I would like to buy this from you
-       Alright that´s amazing, it would be $$$
W jalo a B para un lado.
-       Hey, No way you are paying $$$ it is worth $$ at the most, I can even try to get one for you.
-       All right I will tell him I changed my mind.
Bvolvió con el grabador y le regreso su libro. Luego fue a buscar a W de nuevo, era interesante platicar con el.
-       So, I wanted to continue our conversation, actually I believe I had heard the story you told me about the soldier.
-       Really, from whom?
W no pensaba que muchas personas conocieran esa historia, ni siquiera esa táctica del ejercito rojo chino.
-       Well, my uncle, who I don’t specially, like also lived in China for a while, he told my brother about this Chinese tactic. He told me.
W, aún mas curioso prosiguió a preguntar lo que había estado ansioso por saber desde el inicio de la noche.
-       Is your uncle´s name M.G. by any chance?
-       Yeah… how did you know?
B se veía extremadamente sorprendida, bueno ahora que lo pienso se veía mas bien consternada.
-       Well, funnily enough I have a letter for him.
-       All right, that is strange, who gave it to you? Please tell me you don’t know him. If you do, I am not like him, believe me.
-       You really don’t like him do you? No its not from me, its from el kiwi.
La cara de B se relajo por primera vez en el ultimo minuto y medio, el que W no conociera a M.G. pareció reconfortarla.
-       Oh I know him, he stayed in my house when I was 4 or 5 years old, How do you know him?
-       He was the principal of the orphanage I was taking the gold to. Can I give you the letter?
-       Well I have no idea when I will see him but I guess I can safe guard it.
W saco la carta de su viejo amigo y se la dio a esta nueva conocida, con la que parecía tener muchas conexiones. Ninguno de los dos lo sabia, pero en esa carta el kiwi le pedía a M.G que le encontrara una pareja a W, que el era un hombre bueno. Curiosa petición, ya que aún cuando M.G no encontró una pareja para W, alguien de su familia lo hizo.
1 note · View note