somyil

[somyil]

’ hola amigo~ ’ saluda al pequeño, y el niño a su costado imita sus palabras, dándole unas suaves palmaditas al menor como si él mismo no fuese otro niño. ethan, ante ello, sonríe y vuelve la atención hacia su guardiana. ‘ ¿es algo tuyo o tú también adoptaste a un niño al azar? ’ inquiere, quizás para saber qué tanto ha de cuidarse para ser un adulto responsable frente al pequeño. ‘ pft, por supuesto~ — noah, escoge uno para contarles ’ le pide, y el niño se pone de inmediato en búsqueda de un chiste en el libro que el mayor sostiene frente a ambos. después de un rato, pregunta: «¿sabes cómo suena el teléfono de un carpintero?» 

“¿Adoptaste a un niño al azar?” Inquiere, mirándolo raro. Juzgándolo un poco. ¿Quién querría adoptar a un niño porque sí? “Es mi hijo,” responde, sin embargo. No tiene nada que ocultar. Sal parece querer hacerse amigo del otro niño, mirándolo con ojos de niño amistoso y vistiendo su mejor sonrisa, con un aura ansiosa típica de él. Sal desvía su mirada a Somyi, como buscando qué responder ante lo que se le ha dicho. “¿Cómo suena?” Pregunta devuelta, esperando que esa sea la respuesta que busca. Algo similar sale de la boca de Sal, que vuelve a posar su mirada en los dos ajenos.

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      ‘ ¡sí! clavelito silvestre panhan ’ entona el nombre completo del animal acompañándolo de aires de grandeza, como si acabase de introducir a un miembro de la realeza. ‘ sal es súper lindo ’ apunta a contraria, repitiendo el mismo adjetivo, pero es que siente que no podría cansarse de decirlo. ‘ puedes tocarlo si quieres ’ habla al menor, acariciando la cabecita y cuello del pato para enseñarle cómo es. ‘ ya sé qué quería, es que tiene uno parecido en casa ’ dígitos van a atrapar el muñeco, dándole cuerda para que empiece a caminar y, a la vez, clavel lo acompaña, imitando sus movimientos con gracia. ‘ es listísimo ’ asiente con orgullo, irguiéndose de vuelta para quedar a la misma altura que contraria. ‘ qué va, me siguió sin que me diera cuenta ’ aprieta labios en un leve mohín de claro lamento. ‘ ¿tú qué hacías? ¿ya terminaron? ’ se refiere, claro, al trueque de libros o lo que fuera que se estuviera realizando en el interior de la biblioteca. ‘ si quieren podemos merendar aquí cerca, tengo frutas de sobra ~ ’

“¿Clavel silvestre?” Repite, mientras Sal pasa su mano detrás de la contraria, imitando su movimiento. También, repite el nombre del animal, pero de la misma forma que lo ha entonado Berry, para luego dejar ir una risita infantil. Está lo más feliz que lo ha visto en bastante tiempo, con una emoción nerviosa que le deja en claro que su felicidad es rebosante y pura. Le aplaude cuando el pato imita los movimientos ajenos. Genuina fascinación. A Somyi se le escapa una risilla, silenciosa, mientras cruza sus brazos en su torso. “¿Suele seguirte sin que te des cuenta? Es la primera vez que veo un pato de mascota. Hasta he visto gallinas, pero nunca patos.” Admite, negando de la incredulidad. Con esa misma incredulidad sigue al animal con la mirada, Sal imita cualquier cosa que haga el pato, diciendo cuak como que él también fuera uno. “Sí, ya hicimos unos trueques y conseguí algunos libros que me interesaron. Sal igual consiguió algunas cosas. A su edad, es mostrarle y ver si le interesa,” explica por Sal, siguiéndolo con la mirada. “¿Tú también? ¿O te distrajiste con el pato?” Inquiere, antes de asentir, accediendo a su idea. Ella estaba sintiendo un poco de hambre igual, y Sal no comía desde antes de que llegaran. Era hora para un receso con comida. “¿Tendrán algún lugar cómodo y silencioso? Ya estoy cumpliendo mi cuota de gentío diario.” Señala, luego, con el mentón a Clavel y Sal. “Parecen llevarse bien.”

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‘ creo que todavía no abandono a mi niño interior y por eso me es fácil relacionarme con ellos ’ considera que es algo que todo el mundo debería lograr, el no olvidar que alguna vez también fueron como les más pequeñes. supone que con la joven allí, haetsal debe rondar cerca también, por lo que vuelve a recorrer los rostros de les niñes hasta poder dar con él. entonces, le dedica una pequeña sonrisita. se siente extraño, pero desconoce el verdadero por qué; y dalbit no es alguien que indague mucho con respecto a cosas que le hacen sentir de cierta manera, temeroso de lo que podría llegar a descubrir. tras ponerse de pie, se acerca a sal para entregarle el peluche. ‘ ¿puedes cuidarlo por un rato? dijo que quería conocerte ’ cuando sus manos están libres, se acerca hasta la mayor. ‘ nunca pregunté cuántos años tiene sal — se ve como un niño adorable ’

Sal deja de contener aquella energía que contenía por culpa de la timidez de estar entre tantos niños probando lo mismo que él, y se abraza al elefante con su vida, entre risitas de felicidad. “Sal tiene tres años,” contesta, con su vista fija en el niño, que ahora le decía algo al elefante y pretendía que el elefante le contestaba diciéndole algo al oído. “Y sí, por alguna razón salió adorable.” No puede evitar pensar que hay algo en los genes de su padre, que ambos Dalbit y ella comparten, que ahora se manifiestan tanto en el medio hermano como en su hijo. Aunque igual se cuestiona que tanto de eso será realidad y que tanto son ya ideas suyas. Retoma la idea de Dalbit, entonces, para comentar, “yo tengo abandonada a mi niña interior desde hace años, pero creo que con Sal nos llevamos bastante bien.” Se encoge de hombros. “Es como un hermanito, pero yo me tengo que preocupar de que siga vivo, limpio y educado.”

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Lauren se inclina y le pregunta a su pequeño si le gustaría enseñarle los dibujos que ha hecho sobre el libro, quizá con la esperanza de que pudiera encontrar en Sal un potencial amigo. Después de dudar un poco, la respuesta son dos asentimiento. Luego camina hacia Sal, donde se acomoda en una silla contigua. Mientras les mira interactuar es que escucha la voz de Somyi, justo a su lado. “Ah– no,” niega sonriendo. Ni siquiera se sorprende; no es la primera vez en el día que sacan aquella conclusión. “El papá real no pudo venir así que acordamos que le acompañaría yo. Parece que le gustan bastante los libros, quién sabe si algún día termina como parte de Alejandría,” al hablar ladea primero su cabeza hacia ella, no buscando desconectar la mirada del escenario que ofrecían los infantes. A lo último mira a la mujer de reojo. “¿Sal lo está disfrutando? No parece haber mucha posibilidad de llevar a cabo aventuras en este lugar.” 

Ve, pero no escucha, a Sal hablar, y ya sabe que probablemente el otro niño no vaya a entender una mierda. De todos modos, lo ve interactuar. Tiene pocas ocasiones para interactuar con otros niños, y aún así sabe exactamente qué hacer. “El papá real,” repite. “¿Eres el papá de repuesto? --- Yo solía esconderme detrás de libros cuando era chica. Tenía una biblioteca muy completa en temas de magia, y debí leerlos casi todos. Me fascinaba, de alguna forma.” Ella igual ladea la cabeza hacia él para conversar, pero al final termina encarándolo. “Pero soy de Morrigan.” Aquella es la conclusión a la que llega con su pequeño pedazo de vida que le comparte, para contradecir de alguna forma las visiones que tiene para el pequeño. Y frunce un poco los labios, incitándolo a dar una opinión al respecto, como aquel día en que él le mencionó que era de Spektra. “¿Te parece que no?” Vuelve su mirada a los infantes y deja escapar un suspiro. “Creo que depende de su definición de aventura, de la cual no tengo idea.”

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‘ podrían ser ambas. ’  y era su esperanza, en realidad. sin embargo, optar por el concilium resultaba una idea que reprocharía menos, especialmente cuando tan acostumbrado estaba a usarlo.  ‘ ¿el crucigrama? de mi madre. ’  contesta, y luego se dirige al hombre que atendía mesón, volviendo con ejemplar de espiritismo entre sus brazos después.  ‘ ah, a veces olvido lo entretenido y diabólico que es usar concilium. ’  y antes de añadir, suelta pequeño resoplido:  ‘ ¿tú conseguiste algo bueno por aquí? ’

“Yo igual lo olvido, llevo tiempo sin usarlo.” Pero sí, sí es diabólico y entretenido, y a veces muy útil. Sobre todo en contra de gente que no sabe escuchar, o muy orgullosa para cooperar. Ambas opciones componían el 80% de su familia, si no más. “¿Tu madre sabe que trajiste su crucigrama para estafar gente?” inquiere tranquila, hojeando un libro al azar. “Conseguí algunos sobre herbolaria para probar nuevos ungüentos, aunque busco algo sobre transmutación. Si ves uno, podrías avisarme.”

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“sucedió algo” asiente con su cabeza. “es que… es que incendié dos libros” confiesa mirando a su compañera de aquelarre. “me estaba poniendo desodorante en el baño y de repente llamas” resume la historia sin entrar en mucho detalle. “¿cómo crees que vayan a tomárselo los de alejandría?”

Pensó que el chisme involucraría a más personas, pero de todos modos se queda pensando en el caso. Adopta una pose que dice exactamente eso, sobándose el mentón con el dedo índice. “Te estabas echando desodorante…” repite. “¿Cómo es que llegó a los libros? ¿Dónde están las cenizas?” inquiere. Pero independientemente de la respuesta, tiene ya una conclusión. “Finge que no pasó nada. No le digas a nadie de ese aquelarre, finge que nunca pasó.”

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Inhala profundo. Al exhalar asiente y responde, sin elaborar demasiado. “Contigo o con Sal, quien desee hacer el intercambio.” Entonces el nene le suelta de la mano para recibir el segundo libro, ese que la mujer le ofrecía. Lo sopesó entre sus manitas sin preocuparse en cuánto tiempo le tomaba decidirse. Para ayudar, Lauren se le acuclilló a un lado. “¿Qué te parece? ¿No luce como un intercambio justo?” Medio intenta sostener el ejemplar del intercambio para mostrarle cómo es el interior, eso por fin le ayuda a aceptar y, con una efusividad renovada, entregarle su libro a Somyi entre asentimientos. “¿Cómo se dice?” Pregunta suavecito y apoyándole la palma en el hombro. Como respuesta, el chiquillo murmura un gracias al mismo tiempo que abraza su nuevo artículo. “¿Crees que ese le guste a Sal?” Pregunta poniéndose de pone de pie y luego acariciándole la cabecita a su pequeño.

Mientras él tiene su momento con el chiquillo, ella le acerca el libro a Sal, que lo acepta contento. Incluso, hasta le pregunta por sus crayones, para hacer uso del librito de inmediato. Está buscándolos en la mochilita del niño, cuando llega el agradecimiento, y Somyi sólo le dedica una sonrisa y un asentimiento. Sal, más efusivo, grita un ‘¡Me encanta!’ tan gutural que casi suena como un gruñido. El pequeño monstruito. Le pasa sus crayones, y se va a instalar a una de las mesitas. “Creo que ahí tienes tu respuesta,” dice, cruzándose de brazos, con la mirada fija en donde se encuentra el niño. “A Sal le gusta todo,” comenta entonces, volviendo su mirada a Lauren. “¿Y tú? ¿De dónde lo sacaste?” Le dedica una mirada fugaz al niño. “¿Es el turno con papá?” 

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   ‘ oi, ¿cuántas veces te tengo que decir que no me sigas a los sitios? ’ se queja a su pato, refunfuñando porque, siempre, se daba cuenta cuando es demasiado tarde. así que, en las puertas de la biblioteca, cree que puede encargarse con transmutación, pero antes de que se de cuenta, el animal escapa, acercándose a un niño y, concretamente, pretendiendo alcanzar el juguete que este porta. ‘ ¡no, no! ’ se queja, poniéndose de cuclillas para contenerlo, alzando iris con intención de disculparse con la madre: ‘ ¡somyi! ’ una mano escapa enérgica para saludarla. ‘ clavelito está en uno de sus días de intenso ’  vira iris, pero rápido se fija en el menor. ‘ ¿eres sal? a ver, a ver, ¿cómo es que eres tan lindo? ~ ’ 

Sal suelta un gritito que parece ambos una risa y, pues, un grito de miedo. De cualquier forma, parece fascinado por su atacante, sin poder quitarle los ojos de encima ni cuando su dueña lo agarra. Lo que sostiene él es un pollito de juguete que, si le das cuerda, sale andando por si solo. El niño suelta una risita nerviosa, probando a ver si le dejan tocar al animal. “Ah, Berry. ¿Este es clavel?” inquiere Somyi. No está preocupada, percibiendo constantemente el aura de Sal y lo calmado que este todavía está, a pesar de la emoción de estar en presencia de una mascota tan inusual. Él sonríe dudoso a Berry, y luego le ofrece el pollito a Clavel. Claramente quiere ser su amigo. “¿Qué haces con un pato en la biblioteca? No me digas que también lee.” 

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El nene que llevaba de la mano le insistió a que caminara más rápido, a lo que Lauren reía entre pasos suaves. Cuando llegaron detrás de una de las personas, ladeó la cabeza y alzó la voz. “Disculpa, ¿puedo tener tu atención un momento? A mi amigo le gustaría participar en el intercambio de libros. ¿Le ayudarías?” Al mismo tiempo el mencionado alzó el artículo que buscaba entregar: un libro de infantes garabateados con crayolas.

Su mirada pasa del libro, al niño, a él. Alza las cejas, pero Sal parece interesado en el libro que el otro niño ofrece para intercambio. “¿Y... quieres intercambiar conmigo o qué?” Porque no sabe cómo puede ella, en específico, ayudar más allá de eso. Sólo sabe que eso existe y que se está llevando a cabo allí. Saca el libro que le pertenecía a Sal, de páginas gruesas, interactivo. Increíblemente colorido y de bonitas ilustraciones. “¿Qué dices? ¿Tenemos trato?” inquiere, pero esta vez al infante. “Porque tu amigo se equivocó, y si quieres vitrinear un poco tienes que ir al mesón.”

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sentado en medio de un círculo de niñes, comiendo uno de los pockys que saca de la cajita en el bolsillo de su chaqueta, es el peluche de elefante que descansa en su regazo quien se lleva principalmente la atención. ‘ se llama dumbo, como el de disney, sí ’ confirma en compañía de varios asentimientos cortitos. ‘ está buscando un nuevo hogar porque dijo que le gustaría vivir aventuras con alguien más~ ’ se inventa historia con facilidad, aunque la verdad es que no tiene lugar para más felpudos en su habitación… y su madre le dijo que se lo regalara a algune niñe. atención se desvía hacia figura más alta entre tantos pequeñites. sonríe. ‘ … ¿quieres un pocky? ’

“No, no me gustan.” Pero de todos modos le devuelve la sonrisa, agradeciendo la oferta con una señal de la mano. Su hermanito. Sal miraba con ilusión desde el círculo de niños, entre unos más altos que él, tanto al elefante como los dulces. “No sé si eres tú o es el elefante el que atrae a tanto niño, pero pareces cómodo,” comenta. Tal vez es un comentario innecesario, pero se siente como algo nuevo que ahora conoce de Dalbit. Es raro, porque no puede dejar de sonreír. “Casi pareces uno de ellos.” 

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          mirada repasa las mismas líneas que niño junto a él intenta leer en voz alta, libro de chistes manteniéndolos entretenidos a los dos, y provocando escandalosas risitas en el más pequeño. ‘ ah, mira lo que lograste~ vienen a regañarnos otra vez ’ asume, cuando percibe la presencia de tercere en la habitación, hacia quien el pequeño dirige su atención de inmediato. ‘ juro que intentaré enseñarle a reírse en voz baja, pero antes, ¿quieres escuchar un chiste? ’ 

Desde atrás de Somyi, el mínimo recelo de unirse a otro niño que sintió Sal se esfumó tan pronto las carcajadas se hacen sonoras, y el pequeño de tres años corre a unírseles. “¿Un chiste?” lo medita, pero Sal ya está instalado, y entonces no parece mala idea. “Ya, sí, dale,” accede con una seña, sentándose cerca. “Pero más te vale que sean graciosos.” 

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“no, lo siento, no sé nada de libros que no sean fanfiction o de wattpad” responde sin dejar de mirar la pantalla de su switch sentada en el suelo como si no pasara gente y tuviera que casi saltar sus piernas. tal vez se tendría que haber quedado en su casa. ​

“¿Y qué mierda haces en la biblioteca entonces?” A pesar de la agresividad de sus palabras, no se percibe hostilidad de ella como persona. De hecho, a simple vista parece bastante aburrida. Su mirada se enfoca en el aparato. “¿Qué es eso? No luce como un celular.” 

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“¿si te cuento algo me prometes que no le dices a nadie?” se dirige a la persona más cercana mordisqueándose las uñas de acrílico. hay un poco de preocupación en su expresión pero se esfuerza por sonreír para disimular un poco. 

Se encuentra con su mirada antes de decir, “sí.” Es una mentira, por supuesto. “Lo prometo. ¿Sucedió algo?” Observa a su alrededor, entonces, por si hay algo fuera de lugar. Sin embargo, espera paciente su respuesta. 

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‘ ¿crees que alguien quiera cambiar este libro de crucigramas por este libro de espiritismo? ’  le pregunta a la primera persona que cruza su camino, enseñándole ambos ejemplares.  ‘ o tendr�� que usar el concilium ~ ’

Cuando estudia la situación, es más por el descaro del chico que por las opciones que le presenta. “Sólo si son increíblemente ingenuos o imbéciles.” Sal repite esa última palabra adoptando aires de malilla. “¿De quién es? Usa concilium, o se reirán en tu cara.” 

[somyil]

@scrapbook7m 

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text * berry & somyi.

berry: oh ~ ¿crees que cuando morimos nos quedamos toda la eternidad en el estado mental en el que estábamos antes de morir? eso es interesante, implica que no hay avance ni crecimiento personal, qué suplicio. debe ser complicado existir así, supongo que no le vino mal una alegría.

berry: ¿mi dirección? omg ..... calla, calla

berry: sí, sí. un amigo mío los puede ver. ¿cómo lucirán? tiene que ser interesante verlos.

berry: sí, amigas 😎

berry: ¿tienes un hijo?

berry: aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa foto, foto, foto

berry: ¿cómo se llama? ¿es igual de lindo que tú?

berry: ¡que se venga! y puede conocer a clavel

berry: es mi pato 🦆

somyi: ¿Y tú crees que se completa la vida después de la muerte? ¿Que se sigue creciendo? Yo creo que se congela el tiempo y ya no se aprende más. Después de todo, no puedes existir como tal. Sólo merodeas, en modo espectador.

somyi: Debe ser molesto si no sabes distinguirlos de los vivos. Imagínate teniendo una conversación con un espectro en un lugar público sin darte cuenta, y los que no pueden ver te ven hablando con el aire. Ridículo.

somyi: Sí, tengo un hijo, tiene tres años. Se llama Haetsal, le digo Sal.

somyi: [imagen]

somyi: ¿Cómo mierda se cuida a un pato?

[somyil]

💌 ( somyi )

Lauren: No, nada, no dije nada.

Lauren: ¿Rara y fea? Eso es un poco superficial, mira que es una bici muy noble y leal.

Lauren: Jajajajajaja nunca quieres perder.

Lauren: Tú misma lo has dicho, sería algo entre él y yo, así que espero no escuchar que el triciclo también es raro y feo.

Lauren: Hipotéticamente hablando, claro.

Lauren: Quién sabe, capaz las bicis termina convirtiéndose en un potencial deporte a seguir, ¿no sería emocionante? Descubrir pasiones desde tan pequeño.

Lauren: ¿Cuándo es tu cumpleaños?

somyi: Bueno, no la conozco tanto para verle otras cualidades más que lo fea y rara.

somyi: ¿Me quieres hacer perder?

somyi: Con tu gusto por bicicletas, tal vez sí sea un triciclo feo y raro. Pero daría igual si a Sal le gusta, hipotéticamente hablando.

somyi: Yo no usaría emocionante para describirlo, pero supongo que es bueno. Lo apoyaría. Sobre todo si no me hace gastar dinero que no tengo.

somyi: Si fuera así, capaz se acuerde de ti durante toda su vida :).

somyi: Cumplo en agosto. Tienes mucho tiempo para hipotéticamente hacerme un regalo.

somyi: ¿Tú?