Alta inversión que ha hecho en ese peluche de un sugar glider de tres metros y con un costo de un millón de wones(?)
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Ji Yohan – neurocirujano – 23 años – demisexual/demiromantico
open to: m/m, m/f, m/nb
- —Ya te lo dije, soy un doctor de personas, no de animales — -y no es que les tuviese repudio, tenía un adorable conejito en casa que vivía mucho mejor que él, gracias. Pero una cosa es querer a las mascotas, y otra es lo que se le pedía. - —No puedo consultarlo — -aunque con la hora que era, dudaba que una veterinaria estuviese abierta.
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What a fucking loser, ja ja ja póngale cero(?)
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Catorce lunas habían pasado desde la fatídica noche donde el sueño de su mejor amigo, donde la vida como la conocían desde hace años, se había quebrado sin oportunidad de reparo. El profundo aroma a sangre seguía penetrado en su nariz, sus heridas físicas habían sanado al igual que mantenía en alto la moral de la manada, aunque su corazón se hubiese quebrado en miles de pedazos cuando sintió como su vinculo amistoso, su soulmate platónico, murió esa noche. Él había perdido a Taekyung de la manera más desgarradora posible, pero Suyeong no solo lo perdió a él… sino también a Saem. Su cuerpo, su mente y corazón no pudieron con aquello, quebrandose tan profundamente que le hizo caer en un sueño profundo del cual Yohan comenzaba a dudar fuese a despertar. El lobo en su interior se inquieta, tiene que morderse la mejilla interna hasta sangrar para recuperar fuerza y mantener todo aquello funcionando. “Las manadas son como un cuerpo Yohan, necesitan de un cerebro como el tuyo y un corazón como el mío” es lo que Suyeong decía siempre, pero ¿cómo iban a salir adelante si el corazón amenazaba con detenerse?
Por ende, se acercó a Doyun esa misma mañana, pidiéndole la ayuda que rechazo durante catorce días, en un intento desesperado de conseguir una segunda opinión ahora que no tenía opciones. Yohan lucía delgado, completamente exhausto. El suéter largo que cubría su desnudez superior y los collares que colgaban de su cuello y rozaban su pecho le ayudan un poco a conservar apariencias, pero honestamente, se sentía cansado. Aguarda, en la entrada de la tienda principal donde Suyeong dormía dentro, sus ojos cayendo en el otro theta. - —Está empeorando — -susurra, no queriendo que esa frase llegue a nadie de su manada, pero comunicándose asertivamente con Seungwon.
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psps yohancito, estás listo para ser tío de una mini sully? 🥰
- —Voy a serte completamente honesto y es que estoy un poco consternado con la idea — -comenta, aceptando que carecía de ciertas herramientas para esa nueva etapa. - —No porque desconozca como se hace un bebé y todos los riesgos que estamos corriendo desde el primer instante en que se fecunda, sino en todos los ámbitos emocionales en los que Suyeong se tiene que inmiscuir — -su amigo era lo que se llama coloquialmente, un pica flor, alguien que no se asentaba con una sola persona y aunque parecía dedicado, tenía sus dudas. Él como su mejor amigo, debía apoyarlo, pero también saber intervenir si el momento fuese necesario, hacerle ver que su vida ahora es diferente y debe ser responsable. - —Ni hablar de mi nula capacidad de saber cuidar un bebé, ¿Dónde están los libros de “como ser un tío para dummies” o “como cuidar a tu sobrino sin que se muera en tus brazos”? No odio a los niños, respeto a los niños, ser traído a un mundo tan basto sin pedirlo debe ser abrumador, por eso lloran de inicio a fin durante etapas de su infancia — -y eso le irrita un poco, pero supone que con Sully 2.0. tendrá que aprender a manejarlo. - —Tengo muchas dudas, pero tengo aproximadamente cinco meses para esclarecerlas.
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psps yohancito, qué opinas del nuevo baterista? 🤭
- —Ugh, terrible. No he conocido ni un solo día de descanso y paz desde que Sully decidió que quería que estuviese en la banda — -le daba mala espina, como la gran mayoría de las personas en el planeta tierra. Suyeong era más gentil juzgando a otros, él en cambio dormía con un cuchillo debajo de la almohada. - —Tristemente, no puedo decir lo mismo de sus habilidades. Me encantaría decir que es un inútil sin creatividad ni talento en la batería, pero no es así… lo único malo es su personalidad.
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Siente una perturbación en la fuerza(?)
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Cuando las noticias de que Suyeong había muerto comenzaron a llegar, Yohan no podía creerlo. Era como ver un Dios, una criatura omnipotente, ser destruida por aquello que tanto odió y por lo que él mismo juró destruir. Lo que fue un rumor entre los rebeldes, se volvió una realidad y el basurero donde el sinónimo de deidad para él, había perecido, se convirtió en su ultima morada. Yohan nunca tenía arrepentimientos, aseguraba que todas sus decisiones malas o buenas, aportaban algo a su crecimiento como humano. Pero esa noche, tuvo la primera regresión en su vida, el no poderse despedir. El luto se volvió rabia, contra si mismo por no detenerlo y decirle que se mantuviera con él, separarlo de Karel que eran solo problemas y rabia con Suyeong, porque sabía que nada ni nadie podría separarlo del hombre que sostenía su corazón en sus frías y robóticas manos. Pero Karel lo soltó, como aquella vez en el pasado y como ahora, llevándolo a su inminente muerte. Lo que fue culpa y rabia, se convirtió en locura cuando viéndose al espejo, se dio cuenta de que él tenía el poder de traerlo de regreso.
Meses de búsqueda y cobrarse miles de favores de las personas de la ciudad Luminosa, es que dio con el laboratorio donde su adorado Suyeong descansaba, donde las luces demasiado blancas, que lo mantenían iluminado en su féretro de cristal y agua gelatinosa, no le favorecían para nada a su cuerpo demacrado, conectado a tubos que mantenían sus sistemas funcionando. Ah, ahora podía entenderlo, la fragilidad del ser humano y el porque todos buscaban la inmortalidad. El cuerpo orgánico se echaba a perder, y si uno de los órganos se detenía, todos los sistemas lo harían. Suyeong dormía, su pecho subía y bajaba gracias a que sus pulmones funcionaban con ayuda de máquinas, pero el agujero en su caja torácica, indicaba la falta de algo muy importante y la razón del porque estaba ahora en esa posición más cerca de la muerte que la vida, del porque Yohan y muchos más habían decidido seguirlo en cuanto a sus enseñanzas y lo que profesaba, la razón del porque ese humano tan simple y que podría ser fácilmente remplazado, le había hecho buscarle por mar y tierra como un hombre famélico y sediento.
Suyeong había perdido el corazón, pero Yohan sabía dónde encontrar uno…
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El sonido de agua recorre las tuberías de su laboratorio subterráneo, el féretro de cristal está abierto pero el pecho está completamente cerrado, un color rojo fuego se enciende en la caja cada que el corazón de Lilith bombea en el pecho de su mejor amigo, el único que ha tenido. El científico limpia la piel orgánica con una solución para mantenerla suave, sin que se agriete, sin que el cascaron se rompa antes de que el cuerpo vuelva a despertar. Yohan acaricia la prótesis izquierda, aquella que el colocó sobre el hombro de Suyeong aquella noche cuando apareció en su laboratorio, desangrado y con un brazo arrancado. Le salvó la vida, aun y cuando el pirata odiase no ser de carne y hueso. Y otra vez, le había salvado la vida, pero dudaba que en esta ocasión le agradeciera por su ardua labor de conseguirle un corazón que nunca se detendría, que nunca morirá. Lilith ya no existe, Yohan ha perdido el interés en la revolución y ahora que todos habían perdido a su mártir, Yohan podía tener a Suyeong para si mismo, mantenerlo dormido en el féretro de cristal y agua por toda la eternidad.
Yohan eleva su mirada desde el pecho hasta un rostro, donde un par de ojos están muy abiertos y le observan fijamente. No tiene temor a pesar de la escena macabra, porque Suyeong no está exactamente despierto, solo son reacciones de un cuerpo que pelea contra la sangre nueva que bombea en su ser. Es como un muerto en vida, una criatura que carece de bondad. El científico sonríe, y aquellos ojos que antes le miraban brillantes y con cierta diversión, ahora le observar con un deje de frialdad y rencor. - —Sé que siempre quisiste vivir como un ser humano completo y morir como tal, Sully. Pero no podía dejarte marchar, ¿lo entiendes? — -es su ultimo acto egoísta, aquel que debió�� hacer inclusive antes de que todo aquello iniciara, antes de que su querido y adorado amigo perdiera la característica más grande se su persona, el corazón. Aquel cuerpo gruñe, o es el sonido que percibe, pero no se mueve, la maquinaría sigue incrustada en su piel y el órgano vital sigue palpitando en contra de la voluntad del ente. Yohan lleva una de sus manos para obligarlo a cerrar los parpados, sosteniendo la cabeza de Suyeong entre ambas palmas y se inclina para besar su frente. Hay devoción, pero sobre todo, una palpable obsesión con mantener con vida a la única persona que lo entiende. - —Descansa por ahora, mi buen amigo. Te prometo te sentirás mejor después.
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hola yohan, dicen por ahí que hay un omega que te altera por completo(?) 🥰
Yohan bufa, dejando de lado su libro solo para rodar los ojos en las cuencas. - —No sé por qué para todo el mundo ha sido un evento tan importante el hecho de que tenga debilidad por un omega… como si no fuese un alfa — -él no iba por ahí burlándose de todos los alfas que eran tan débiles para dejarse doblegar por un par de feromonas y un aroma a omega en celo… o tal vez si fue tan burlón y ahora le tocaba una especie de karma. - —Más raro sería que no fuese débil, estaría descompuesto como alfa. Ahora, si me disculpas, estoy leyendo y nutriéndome el cerebro. Gracias.
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- —La clase terminó, ¿qué espera para marcharse? — -su voz es como siempre, con un timbre autoritario que se hacía pasar rápidamente como “grosero” para cualquiera que no lo conociera o tuviese una personalidad sensible. Sus ojos no se apartan en ningun momento del examen que estaba corrigiendo, el aula tipo anfiteatro le daba una visión entera de la clase, de cualquiera que copiara en sus exámenes o de un par de bonitas piernas que le gustaba tener enredadas en la cintura. Por fin se digna a levantar la vista, observando a la otra por sobre el marco de sus finas gafas. - —¿Sabe cual es su problema, señorita Zhou? Es irreverente, di advertencias y no las vi cumplidas — -no quería que le sonría, ni se le insinué sutilmente durante clases, de hecho, prefería si no volvía a tomar ninguna con él. La irreverencia es algo que detesta, pero también que viniendo de ciertas personas, le parecía atrayente y debía mantener su fría careta delante de todas la clase. - —Detesto las insubordinaciones. | @smileflowcr
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Que la niña sea igual a Suyeong debe ser una señal divina, es exactamente lo que siempre deseo.
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Yohan espera paciente a que las clases de los más pequeños terminen, los cachorros abandonando las tiendas de enseñanza y sus maestros no muy lejos de ellos. Los niños se veían interesados y sorprendidos en ver al doctor en esa zona de la manada, los adultos lo miraban más con ojos brillantes y que ellos creían saber porque razón estaba ahí. Los pómulos se le pintan muy sutilmente de rosado por una vergüenza que nacía acerca de que él nunca se interesaba en nadie más allá de lo normal, por ende, verlo ahí esperando a un omega en especial y que el mundo lo sepa, le pone algo incomodo. - —Las clases terminaron, ¿por qué siguen pegados a ti? — -es lo primero que dice al ver a Manweol con un par de cachorros cerca, arqueando una ceja de forma juguetona. - —Ah ya veo, quieren ser vacunados.
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El pastel de chocolate que había conseguido con ayuda de Suyeong descansa en la mesa decorada algunos globos de colores mientras la joven coloca un pequeño e improvisado sombrero a su compañera conejita quien le acompañó a preparar todo. Las luces del hogar estaban apagadas y única la fuente de luz eran las velas recién encendidas, sabiendo que el doctor aparecía en cualquier instante. Mei rodea a Wabbit con sus brazos, escondiéndose debajo de la mesa entre suaves risitas para no ser visibles, prestando atención a los pasos que poco a poco iban acercándose a ellas. “¡Feliz cumpleaños, Yohan!” exclama, levantándose como si fuese una caja sorpresa con la sonrisa más radiante en sus labios y acompañada de la criatura entre sus brazos que se movía feliz. De seguro no es la fiesta más ostentosa que el mayo ha tenido, pero deseaba hacer de este día uno memorable para la persona que le brindó otra oportunidad de vivir.
Era un día normal, sin más ni menos. Despertó, se hizo el desayuno y salió de cacería. Recibió en el proceso algunos mensajes de texto, desde Suyeong —siento el único que le animó visiblemente—, la mismísima Lilith y algunos miembros de Nimda Rogue que se enteraron de su día especial seguramente desde su jefa, quien parecía querer fastidiarlo sabiendo que no celebraba, que no encontraba la ocasión tan asombrosa como todos los demás humanos. No obstante, cuando su cacería no fue tan fructífera, decidió comprar algunas cosas para la alacena del hogar, comida para Wabbit y algún snack para Mei.
Debió esperar algo como eso apenas ingresó en el departamento subterráneo, las luces apagadas y la única luminiscencia siendo un par de velas, unos ojos brillantes y dos orbes rojizas alterados por el ser humano. La sorpresa no era tan sorpresa, pero logró arrebatarle una pequeña risa parecida a un resoplido. - —¿Cómo supiste de esto? — -comenta, andando los pasos restantes hasta colocarse al costado de la muchacha, acariciando la coronilla de su cabeza, luego se dirigió al animado animal que parecía tan contento como la chica. Los malos hábitos se pegan, es lo que se recuerda. Aunque no sabía si considerar “malo” que Wabbit estuviese feliz como Mei se mostraba ahora. - —No celebro mi cumpleaños, es solo una vuelta del supuesto sol artificial que hay sobre nuestras cabezas. Pero agradezco el gesto, inclusive le has puesto el numero de velas correcto — -comenta, creyendo que Suyeong y Hyewon tuvieron algo que ver en todo eso, deseando por primera vez que tal vez pudiesen venir más tarde y compartir el pastel con ellos también. - —¿Se tiene que pedir un deseo a las velas? — -cuestiona, pensando en ello. No necesitaba nada, toda la diversión la tenía en la palma de su mano, un cerebro alterado escondido del gobierno y personajes secundarios interesantes en la historia de su vida. El medico echa un vistazo a la muchacha, a su mascota y piensa que tal vez ahora, también encontró una buena familia que cuidar.
Sin más, el más alto sopla las velas.
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Yohan ojalá puedas un día checarme el miocardio, porque palpita por ti(?)
ay a mi khe, como si yo fuera tu doctor o khe
- —Técnicamente, el miocardio no palpita, el miocardio PERMITE que el CORAZÓN palpite. ¿Qué nunca fuiste a la escuela?
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yohan, algún día vas a matar a tu equipo de investigación (?)
- —Tonterías, es un sujeto que viaja constantemente por el desierto y una mujer que ha dedicado su vida a investigar fauna y flora, ¿cómo van a morir por algo tan pequeño? — -aunque no lo dijera, tenía mucha fe en sus compañeros de aventuras, a quienes honestamente, no sabe como consiguió como tal. - —No deben temer a un Guardian gigante de las ruinas, como dijo Yeshúa, levántate y anda. Para eso es su existencia, para funcionar.
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La reunión había sido un éxito, tal cual había esperado el neurocirujano. Tenía algunos miedos acerca de que tal vez no podría ser abierto en sus afectos con Manweol si había otras personas, que tal vez solo quería mantenerlo escondido como un secreto sucio cuando el mayor, se merecía muchísimo más que eso. Podía respirar tranquilo ahora que, se observó a si mismo reaccionando a él y aceptando que efectivamente, no había persona en el universo entero que tuviese un poder más grande sobre él, que Manweol. Yohan recoge la basura de la sala, junto con otro par de cartones sobrantes de las cervezas y la pizza, observando a Suyeong prácticamente tendido sobre su alfombra y con Saem muy cerca, acariciando su cabello y ambos murmurando palabras que el medico no podía descifrar gracias a la cercanía entre sus rostros, las pequeñas risas ebrias repartidas en besos y claro estaba, una devoción abismal que podía ver entre los dos. Les avisa sobre la habitación restante, pero no parecía que ninguno de los dos quisiera moverse de su “nido de amor” y considera traerles algunas cobijas y almohadas por si desean simplemente dormir ahí. Con su basura en mano, vuelve a la cocina donde Manweol terminaba de fregar los platos y vasos que usaron, sonriéndole un poquito antes de colocar los desechos en su respectivo recipiente para reciclarlos mañana. - —Están muy ebrios, no creo que se levanten pronto —le avisa al artista, lavándose las manos para luego de eso, acercar al otro hasta él y abrazarlo por la cintura, dejando un beso sobre sus labios. - —¿Cómo te sientes tu? ¿Ha sido bueno volver a beber luego de tanto tiempo, hm? — -habla despacio, dejando que las luces tenues y amarillentas de su departamento, los bañen en una intimidad que comparten desde hace semanas. Le encanta la sensación de que sus manos enteras, puedan amoldarse a esa figura cincelada, con curvas perfectamente aplicadas en las zonas correctas, y aunque Manweol es una persona alta y atlética, siempre se le antoja como pequeña y frágil debajo de su contacto.
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