- —La clase terminó, ¿qué espera para marcharse? — -su voz es como siempre, con un timbre autoritario que se hacía pasar rápidamente como “grosero” para cualquiera que no lo conociera o tuviese una personalidad sensible. Sus ojos no se apartan en ningun momento del examen que estaba corrigiendo, el aula tipo anfiteatro le daba una visión entera de la clase, de cualquiera que copiara en sus exámenes o de un par de bonitas piernas que le gustaba tener enredadas en la cintura. Por fin se digna a levantar la vista, observando a la otra por sobre el marco de sus finas gafas. - —¿Sabe cual es su problema, señorita Zhou? Es irreverente, di advertencias y no las vi cumplidas — -no quería que le sonría, ni se le insinué sutilmente durante clases, de hecho, prefería si no volvía a tomar ninguna con él. La irreverencia es algo que detesta, pero también que viniendo de ciertas personas, le parecía atrayente y debía mantener su fría careta delante de todas la clase. - —Detesto las insubordinaciones. | @smileflowcr
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El pastel de chocolate que había conseguido con ayuda de Suyeong descansa en la mesa decorada algunos globos de colores mientras la joven coloca un pequeño e improvisado sombrero a su compañera conejita quien le acompañó a preparar todo. Las luces del hogar estaban apagadas y única la fuente de luz eran las velas recién encendidas, sabiendo que el doctor aparecía en cualquier instante. Mei rodea a Wabbit con sus brazos, escondiéndose debajo de la mesa entre suaves risitas para no ser visibles, prestando atención a los pasos que poco a poco iban acercándose a ellas. “¡Feliz cumpleaños, Yohan!” exclama, levantándose como si fuese una caja sorpresa con la sonrisa más radiante en sus labios y acompañada de la criatura entre sus brazos que se movía feliz. De seguro no es la fiesta más ostentosa que el mayo ha tenido, pero deseaba hacer de este día uno memorable para la persona que le brindó otra oportunidad de vivir.
Era un día normal, sin más ni menos. Despertó, se hizo el desayuno y salió de cacería. Recibió en el proceso algunos mensajes de texto, desde Suyeong —siento el único que le animó visiblemente—, la mismísima Lilith y algunos miembros de Nimda Rogue que se enteraron de su día especial seguramente desde su jefa, quien parecía querer fastidiarlo sabiendo que no celebraba, que no encontraba la ocasión tan asombrosa como todos los demás humanos. No obstante, cuando su cacería no fue tan fructífera, decidió comprar algunas cosas para la alacena del hogar, comida para Wabbit y algún snack para Mei.
Debió esperar algo como eso apenas ingresó en el departamento subterráneo, las luces apagadas y la única luminiscencia siendo un par de velas, unos ojos brillantes y dos orbes rojizas alterados por el ser humano. La sorpresa no era tan sorpresa, pero logró arrebatarle una pequeña risa parecida a un resoplido. - —¿Cómo supiste de esto? — -comenta, andando los pasos restantes hasta colocarse al costado de la muchacha, acariciando la coronilla de su cabeza, luego se dirigió al animado animal que parecía tan contento como la chica. Los malos hábitos se pegan, es lo que se recuerda. Aunque no sabía si considerar “malo” que Wabbit estuviese feliz como Mei se mostraba ahora. - —No celebro mi cumpleaños, es solo una vuelta del supuesto sol artificial que hay sobre nuestras cabezas. Pero agradezco el gesto, inclusive le has puesto el numero de velas correcto — -comenta, creyendo que Suyeong y Hyewon tuvieron algo que ver en todo eso, deseando por primera vez que tal vez pudiesen venir más tarde y compartir el pastel con ellos también. - —¿Se tiene que pedir un deseo a las velas? — -cuestiona, pensando en ello. No necesitaba nada, toda la diversión la tenía en la palma de su mano, un cerebro alterado escondido del gobierno y personajes secundarios interesantes en la historia de su vida. El medico echa un vistazo a la muchacha, a su mascota y piensa que tal vez ahora, también encontró una buena familia que cuidar.
Sin más, el más alto sopla las velas.
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