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jloredo9-blog · 5 years
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DE MI ABUELO Y DE MI PADRE
21 y 22 de enero, 2019. En Memoria del 103 cumpleaños del Abuelo y Agradecimiento del 1er año de vida de mi Padre.
I.                 De mi Abuelo
Junio 1994, Terminando exámenes finales del primer semestre universitario, comienzan las vacaciones aún en la mejor época de la vida, con mis amigos de la prepa; Aunque nos dispersamos entre la Ibero, Anáhuac, el ITAM, la Salle, pero seguíamos juntos reuniéndonos con tanta frecuencia como podíamos, algunos como resistiendo ser universitarios. Cualquier pretexto era bueno, nos reunimos siempre en casa de alguno, sobre todo con los que fueron contigo a la universidad. Entre fiestas, reuniones y partidos de fútbol en ese momento creía que así pasaría ese primer verano universitario; como animales, con el simple placer de estar en manada; “Aquellos días”, éramos literal, como un clan; 25 años y de alguna manera todavía estamos juntos, yo los llamo “The Gang” aunque en nuestro grupo de whatsapp somos “Los Campeones” que ´por cierto no tiene nada que ver con títulos de fútbol o algo por el estilo, nunca ganamos uno jugando en la selección de la prepa, viene más bien de un chiste local salido de algún meme auditivo del whatsapp. Pero regresando al tema, ¡no! ese verano sería diferente para mí.
El verano del 94 venía con una mala noticia, mi abuelo materno Julián Escandón, había tenido un fuerte evento que complicó su salud, el cual incluso lo hizo trastabillar por algunos escalones de las escaleras de su casa; aquella escalera legendaria, que por cierto nunca olvidaré, ni las escaleras ni cada uno de los rincones de esa casa, sobre todo aquellos rincones y lugares secretos que compartía con mis primos y que eran escenarios de épicas historias y juegos imaginarios increíbles; En fin, regresando al abuelo, ese evento lo llevó al hospital, el diagnóstico…un aneurisma. Alarmante y mala noticia vendrían largos y difíciles días; Días después y de alguna manera increíble los doctores y nuestros papás nos decían que venía recuperando, ¡que estaba pelando y que el abuelo se recuperaba y pronto…! saldría del hospital!
Junio 29, 1994. Intentando comunicarme con mis papás para preguntar a qué hora saldría el abuelo, no tuve suerte, después intenté con algunos de mis tíos y no lograba encontrar a nadie. En una opción más decidí llamar a casa de mi tía la Dra. Celia Escandón, luego de varios tonos del teléfono contestó su empleada doméstica, pregunté por mi tía o alguno de mis primos y al no estar nadie siguiendo mi intuitiva curiosidad, le pregunté a ella si sabía algo del abuelo; Y ahí fue cuando escuché esa fría frase “El señor murió hace un rato” me quedé pasmado, no recuerdo si algo más se dijo en esa llamada. Así me enteré, de la muerte de mi abuelo Don Julián Escandón Ruíz quien falleció inesperadamente en el hospital Ángeles del Pedregal, el mismo día que algunos esperábamos que saliera de ahí, librando la batalla, ganando un partido importante, estaba jugando la final de hecho.
Junio 28, 1994, este día estuve con él en su cuarto de hospital, al día siguiente lo daban de alta; yo venía del ITAM, que está casi enfrente del Ángeles, ahí lo visité con frecuencia esos días. Me di cuenta de que el abuelo no había comido, ese día le mandaron de nutrición una deliciosa y gigantesca milanesa, una de mis comidas favoritas. Mi abuelo extrañamente no había tenido hambre y con su voz temblorosa por la edad y el deterioro de hospital, pero eso si siempre determinante y con mando, me dijo cómela; sin pensarlo acabe con ella en minutos. Me quedé un rato más con él acompañándolo acostado en el sillón viendo un poco de televisión, porque en realidad no hablábamos mucho, hacerle compañía bastaba para los dos.
Algo sucedió y de aparentemente estar controlado y en recuperación, la vida en segundos cambio de rumbo. Dios y su cuerpo, decidieron que era momento de partir, de coronarse, de dar fin a un ciclo glorioso; Su vida, su historia, su trascendencia y legado, ese día había llegado.
En esos tiempos nuestros padres pensaban que los jóvenes y los niños, no deberían estar en esos duros momentos, buscando siempre esa protección a la que tendemos de manera natural los padres, aunque para mí hoy como padre creo que es una reacción natural pero irracional; Así que en ese momento ni jóvenes ni niños aún fuéramos los nietos sabíamos lo que sucedía, no era tiempo aún. Nada tendríamos que hacer en el hospital, “ya para qué” quizá los más grandes sí, pensarían mis tíos y mis papás, no lo sé; Sin embargo, al llamar y escuchar la noticia que salió de la voz de aquella empleada vía telefónica colgué me quedé en estado de incredulidad, como con un vacío mental, pero sobre todo emocional. Le dije a Sergio, mi mejor amigo, mi abuelo se murió y sin pensarlo me dijo “Yo te llevo no puedes manejar así” Le dije que si sin pensarlo, solo le pedí que fuéramos a un par de cuadras a casa de mi tía, por mi prima Ana, pensé que ella también debería saberlo e ir conmigo, ella es de mí misma edad, aunque ella lo niegue. Ana es mi eterna compañera, cómplice, casi como mi hermana y decidí que debíamos de ir juntos. Llegando a su casa vio mi cara y me dijo “¿qué pasó? ¡Mi abuelo!” le dije sí, se puso mal y que el estado del abuelo estaba complicado. Sabía que tendría que decirle, solo que ahí cara a cara y con mis otras dos primas a lado, no pude hacerlo y le dije acompáñame por favor. Sin embargo, era inevitable, debía prepararla, y era evidente que con mis lágrimas ella ya lo sabía. El camino de Lomas Verdes a San Ángel era largo y con mucho tráfico, los minutos eran en verdad eternos, Sergio manejaba lo más rápido que podía y él sabe de eso. En un momento sin pensarlo mucho, le dije Ana lo que había sucedido, nuestro entrañable abuelo ya había muerto. Le pregunté que, si ya lo suponía y recuerdo que me dijo, no, pero al verte en el camino me lo imaginé. Solo nos tomamos la mano yo en el lugar del copiloto y ella atrás de mí. No podía dejar que llegáramos al cuarto y ahí enfrentar la noticia, tenía el mismo derecho que yo de ir procesando durante 23 kilómetros y 60 minutos.
Cuando llegamos a su cuarto en el tercer piso, afuera de él estaban todos mis tíos y creo que también estaba mi prima Paloma, mayor que yo e hija de mi tía Celia. Todos con caras de profunda tristeza y la mayoría aun llorando sobre todo mis tías Lulú, Paty, Lala y mi Mamá; mi tía Celia como doctora y mi tía Pelo y Julio, los tres más grandes, creo que los llegué a ver más estables. Al caminar por ese largo pasillo a Ana, Sergio y a mí, nos voltearon a ver con cara de qué ¿hacen aquí? Pero también sin poder decirnos nada, Ana y yo abrazamos a nuestras madres en mi caso un abrazo corto por que de inmediato decidí pasar al cuarto, no sé qué esperaba ver, no había más que la realidad, encontramos su cuerpo sin vida, tapado con las sabanas de pies a cabeza. Aún recuerdo la escena como si fuera ayer incluso vuelvo a sentir ese frío en la espalda y melancolía. Yo solo me abracé de su cuerpo y no le pude decir nada en voz alta, claro ya no me escuchaba; solo dentro de mí le decía que lo amaba y que no entendía por qué si ya iba a salir, que deseaba que esto no fuera cierto, llorando solo sentía como me quebrantaba el dolor por dentro, algo que nunca había sentido antes. No comprendía que no volveríamos a ver el fútbol juntos en su cuarto, él en su sillón y yo acostado en su cama y ocupando su lado, sintiéndome un poco él.
Después de eso velamos al abuelo, esa noche vi tanta gente como en 10 de las fiestas familiares que él solía organizar en su casa o como cuando celebró en un rancho sus bodas de oro con mi abuela; la sala se cerraría por decisión de los tíos más grandes, pero un grupo de tías y sobrinos rebeldes nos negamos y nos quedamos toda la noche junto a él o mejor dicho junto a su cuerpo sin vida. Al día siguiente, su funeral. Dos eventos igual de impactantes, por su naturaleza, pero también por la asistencia descomunal de personas que fueron a despedir “Al Cacique” como le decían, al capitán del equipo, al Patriarca; Todos ahí en una despedida digna de un jefe de una tribu, nuestra Tribu Escandón. Ni siquiera recuerdo haber podido saludar o abrazar a todos y a muchos otros la realidad es que quizá tampoco los conocía. Alrededor del dolor de su partida, las preguntas a Dios, la desconexión emocional y el vacío del alma, buscaba cómo consolar a mi mamá a mi abuela Aurora, a mis primas y a mi primo Héctor que por cierto estuvo estoico todo el tiempo como si no sintiera dolor, aprendió emocionalmente mucho del abuelo, aunque creo que en realidad también fue su hijo. Alrededor del funeral los más cercanos vimos en primera fila, como descendía el féretro y era cubierto por tierra para después sellar el espacio con ladrillos, cemento y terminar con más tierra y así dar fin a la sepultura. A lo lejos sentía a toda esa gente, pero la soledad estaba sentada en mi alma; Alrededor de mí se sentía la gente y se escuchaban murmullos, por todos lados veía personas vestida en negro, con lentes obscuros, con pañuelos secando lágrimas y sollozos que sobre sobrepasaba mi atención y comprensión; muy poco o nada pude hacer para estar presente, presente en consciencia.
Al final debíamos partir a casa del abuelo una vez más a estar juntos ahora sin él; después de una infinidad de abrazos, cariño, animo, palabras de “lo siento mucho” “estamos con ustedes” etc, teníamos que ir cerrando el capítulo y continuar, siguieron las misas, reuniones y despedidas alrededor de Don Julián “El Cacique” yo prefiero llamarlo simplemente Mi Abuelo.
De la resignación, estar sin él, entender, aceptar y del seguir adelante.
En lo personal por un buen número de años consecutivos seguí acudiendo a aquel lugar, el panteón español, nos ocupamos por mantenerlo limpio y arreglado, restauramos la tumba, como si quisiéramos tener un lugar digno para él y no olvidarlo. Pero en lo más profundo de mi lo que yo encontraba ahí era un espacio para mis pensamientos, para hablarle, aunque sabía que el ya no estaba más ahí, para contarle cosas, sueños, miedos, dudas, para pedirle que se revelara, preguntarle si me escuchaba y seguir con ese tipo de preguntas: ¿Dios existe? ¿habrás visto a Jesús?, pedirle señales, que se manifestara, me preguntaba si todo esto valía la pena. Yo creía que me escuchaba que veía esas señales, un pájaro, una mariposa algo que en ese momento para mi cobraba un significado. Ahí pasé días de mucha introspección, de búsqueda, lágrimas y desahogo, junto a él me cuestionaba sobre mi propia vida, mis decisiones mi camino, mis confusiones y miedos. Después de un tiempo las preguntas fueron haciéndose menos, mis visitas pasaron a ser ahora un acto de honra. Poco a poco como siempre pasa, dejé de ir tan seguido, ya acumulaba meses para volver a ir, eso sí siempre procurando la dignidad de su tumba que para mí y algunos de mi familia siempre fue importante. A veces hacía visitas ya sin períodos continuos, sin embargo, siempre volvía a aparecer yo ahí en algún momento específico de mi vida; volvía a verme ahí en ese lugar, en su tumba en el cuartel G; Hoy puedo imaginarme esa escena como de película, tomada con un dron, verme desde arriba, ahí solo sentado junto a su lápida o en la zanja de desagüe viéndolo de frente, solo pensando y muchas veces ni siquiera eso, solamente estando ahí sin nada y sin nadie.
 Noviembre 21, 2011. Muchos años después cuando mi queridísima abuela Aurora Romero, su compañera de vida, murió (para la cual escribiré exclusivamente) a los que creemos en la vida eterna, nos gusta pensar que finalmente lo acompañó. En ese momento decidimos exhumar su cuerpo y juntar sus cenizas en un nicho. Hoy las cenizas de mis abuelos junto a mi tía “Pelo” están en la iglesia Gratia Plena en Lomas Verdes, Estado de México. A una cuadra de la casa de mis padres. Creo que ese día mi madre descanso y de cierta manera encontró confort en su corazón. Ahí tenemos entonces de manera simbólica, gran parte de nuestra historia como familia. Nuestro legado, nuestras anécdotas, nuestros valores, es decir un buen pedazo de nuestra vida misma, en algunos casos un pedazo fundamental y estructural de nosotros.
Después de mis visitas al panteón y luego de mucho entendimiento y trabajo emocional, creo firmemente que la importancia de una tumba, un nicho o las cenizas, es totalmente personal y válido en todos los casos. En particular para mi si es importante e incluso es un espacio o un lugar que facilita acceder a tu interior y a la conexión con el recuerdo o el alma de esa persona, o bien es como un puente para el recuerdo y para la honra. Pero, aunque parezca un tanto ambivalente también hoy creo que no es tan relevante; Como sí lo es la acción de tenerlos día a día en nuestro corazón. Como siempre he dicho mi opinión es que la importancia está en hacer inmortales a las personas que amamos a través de nunca olvidarlos y realmente dejarlos vivir en nuestro corazón por siempre. Ese momento es donde realmente triunfa una vida, ese es el momento donde realmente impactaron la vida de ciertas personas, que sin importar el tiempo y el espacio ellos siguen VIVOS y aquí con nosotros. Si aquí, mi abuelo sigue aquí conmigo.
Desde la ruptura total de mi corazón en el verano de 1994, mi corazón fue cicatrizando con el tiempo hasta llegar a sanar, fue un camino largo, pero junto a la razón, el entendimiento de la muerte y sobre todo en la aceptación de la muerte como parte de la vida. Entendí que para mí todo esto sanaría si podía dejar mis pensamientos, hacer consciencia de mi alma y desde el corazón dejar que la energía se liberará, fluyera libre y así estaría lejos del dolor. Todo esto acompañado con una fuerte fe en Dios. Con estos conceptos como base creo que es buena idea colocar la muerte como la parte CUMBRE de la VIDA. Sin preguntas, sin tiempos, sin espacios, sin mayor lógica, sin ciclos naturales, simplemente en energía positiva y simbólicamente es el momento de CORONAR la vida.
Acerca de mi cicatriz interna, al igual que las cicatrices externas que tengo varias, cada una habla de una experiencia y un aprendizaje específico; He aprendido a tocarlas, a acariciarlas, a delinear con mis dedos y a aprender de ellas. A entender que algunas quedan como un recordatorio otras como una alerta, pero sin duda lo más importante es lograr que ese recuerdo ya no sea doloroso. En mi cicatriz del corazón con la muerte de mi abuelo, no quedó más dolor y quedó más que un recuerdo, quedó un legado, quedó una admiración por la historia, por su historia en particular. Aprendí que es más importante lo que dejó, que lo que se fue y no volverá; Aprendí que es más importante el presente y que seguirá siendo muy importante en el futuro; El abuelo me dejó tiempos llenos de enseñanza, de esperanza, de ilusión, de inspiración, de intención por seguir sus pasos, por siquiera pretender parecerse un poco a él; me enseñó la importancia de pasar por este mundo y dejar una huella, pero una huella lejos de lo material, una huella incuantificable; Esa huella que por medio del caminar de la vida dejas en el corazón de las personas. Ahí, justo ahí en ese momento en ese aprendizaje es donde encontré su eternidad, desde entonces TENGO UN ABUELO INMORTAL.
Ahora me toca a mí ser consciente y entiendo que nadie debería vivir la vida de alguien más, ni si quiera imitarla o emularla. Estoy consciente que será mi propia huella la que me toca dejar y mi propio libro de vida escribir; por lo tanto, será totalmente diferente a la vida y huella de mi abuelo, pero…siempre, siempre, siempre, les aseguro que mi huella lleva una parte esencial de él y esto para, mí es un gran honor.
Gracias a Dios que le dio vida a mis antepasados, que le dieron vida a mi abuelo y que le dio esa luz, esa fuerza para impactar con tal magnitud, para ser implacable, contundente y letal (metafóricamente hablando) me refiero a la fuerza de su personalidad y de su espíritu, creo que mi abuelo logró impactar muchas vidas y si en esto me equivoco, no importa, al menos la mía literalmente la cimbró.
Gracias, porque al final de su vida ese 29 de junio de 1994 en el hospital con esa sábana cubriéndolo, mi Abuelo Julián llegó a su CUMBRE TRIUNFANDO y levantando los dos puños, como si estuviera celebrando un gol de final de copa mundial; Y con mi fe pienso que ahí instantes después tuvo la oportunidad de ver a Dios, de ver el rostro de Jesús, sonreír con su mueca con la boca chueca y levantando sus enormes cejas abriendo más sus ojos, ver el cielo y ver entonces a sus padres abrazarlos y seguramente con esa voz tan de él decir simplemente “GRACIAS ya llegue”
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II.               De mi Padre
Junto a mi abuelo Julián, está mi padre Marcos Loredo, como mis referentes en género más grandes para aprender a caminar y vivir la vida; tomar ejemplos, consejos, decisiones y levantar la cara con la seguridad de que pisando fuerte, en el suelo están quedando esas huellas que me corresponden dejar al paso y que con consciencia y responsabilidad quedarán bien plantadas.
Diciembre, 2017. A la luz de una época navideña donde en lo particular acepto como uno de mis gustos culposos, esto desde la visión de todo un macho alfa lomo plateado, claro. Esta época del año para mi sin duda es la favorita. En mi familia siempre he peleado por mantener las tradiciones, por seguir haciendo lo que los abuelos nos enseñaron, por hacer lo imposible por reunir a la mayor parte de la familia, por hacer lo imposible para hacer los romeritos y el bacalao, por cenar pavo y caldo de camarón y sí, también por adornar, poner un árbol, el gran nacimiento y alumbrar todo alrededor de una época que hoy significa muchas cosas, para muchos hoy devaluadas y comercializadas y en casos extremos hasta banalizada, pero al final para mí y en mi familia prevalece una semilla de la verdadera esencia de esa época navideña, que es un gran puente para conmemorar el nacimiento de Jesucristo.
 Diciembre 22, 2017. Un día de milagros; Después de un largo día en el que mis padres se ocupaban de una de estas tradiciones, el bacalao con la receta de la abuela Aurora. Con las grandes porciones que mi padre acostumbra al preparar sus alimentos, siempre abundante, siempre un poco más; y así se perfilaba el bacalao del año: jitomate, cebollas, ajo, aceitunas, aceite de olivo y más ingredientes.
10:00 pm. Cerca de esta hora, mi padre comienza a sentir cosas extrañas en su cuerpo, dolor de cabeza, dolor en la quijada, debilidad y una necesidad de recostarse. A pasos tambaleantes, inseguros y sin consciencia plena, en la mesa de la cocina donde desmenuza el bacalao se levantó lentamente para ir al a sala murmurando a mi mamá “me siento un poco mal” ahorita vengo. Mi mamá notó que algo no andaba bien al oír eso y su tono de voz y dejando los jitomates de lado, lo acompaño y a la par pegó un sutil grito “Bam Bam, tu papá no se siente bien” De inmediato bajé corriendo sin saber qué esperar, llegué y apenas acostamos a mi padre en el sillón de la sala, luego de unos minutos, tratando de controlar su respiración y sentir mejoría, le pregunté que tenía, para saber si ir al hospital, pero no quiso, nos pidió que lo ayudaramos a subir a recostarse. Con trabajo alcanzamos a subir escaleras y llegar al cuarto, a su cama, y con apenas unos minutos ahí vi que seguía sintiéndose muy mal, con temor le pregunté de nuevo si llamábamos a una ambulancia o nos íbamos al hospital. Luego de aguantar un poco más, como siempre él lo hace, accedió y me dijo mejor sí vamos. Mi padre jamás diría eso, es de los tipos duros que cree que debe aguantar y que todo va a pasar y que además no debe decir nada, claro para no asustar, otra vez la historia de la sobreprotección mal aplicada se repite. Corrimos a tomar algunas cosas y al coche, en pocos minutos manejando furiosamente, que para mí fueron eternos, estábamos ya en urgencias en el hospital Satélite, ahí lo atendieron, creíamos que era un infarto lo trataron como tal ya que tenía todos los síntomas de haber tenido uno de estos eventos cardiacos, pero algo raro sucedía, en el ecocardiograma no se registraba. Nos recomendaron hacerle estudios de inmediato, pero debíamos esperar porque en ese momento no había el personal para hacerlo en el hospital o bien debíamos hacerlo en algún otro lugar y trasladarlo. El doctor, en corto, nos recomendó esperar a que pasaran los días festivos, ya que por el momento no habría servicios funcionando a toda capacidad y si lo que le pasó fue un infarto, este ya había pasado y salido con vida de él y ya tenía medicamento adecuado, ah, pero eso sí, si veíamos otro cuadro parecido o síntoma volviéramos rápido. Así, en esa situación un tanto surrealista para mí, pedimos su alta voluntaria y fuimos a pasar tres largos días a la casa.
Diciembre 24, Teníamos que esperar a que hubiera servicios y doctores especializados disponibles en el seguro, sería mejor, a mí me parecía increíble pero así lo hicimos. Pasamos la noche buena en casa, acostados en el mismo cuarto, pendientes y acompañándonos los tres, sin bacalao, sin romeritos, ni pavo, ah, pero eso sí mi mamá, quizá evadiendo un poco la situación, siguió ocupada en la cocina, preparando el bacalao 2017. De una manera inexpresable mente lenta, fueron pasando los minutos, horas y días; mi papá cada vez se sentía peor, empezaba incluso a tener diferentes semblantes y tonos de piel, casi no hablaba, después comenzó a desvariar mentalmente y a sentirse muy mal. Tres días aguantó el viejo, con la fuerza de un gran guerrero de 20 años, librando una batalla interna donde su cuerpo por dentro literalmente estaba siendo desgarrado; nosotros no sabíamos lo que realmente pasaba, pero sin darnos cuenta los milagros ya habían empezado y su cuerpo resistía. Por redes sociales pedí algunas recomendaciones de cardiólogos. Y aunque después vimos que fueron movimientos y decisiones lentas, tuvimos el apoyo y consejos de doctores y amigos vía telefónica.
Diciembre 25, Uno de los amigos, el Doctor Daniel Ortiz de la Peña, el hermano de mi mejor amigo Sergio, me dijo: Bam Bam, si fuera mi papá yo ya estaría en urgencias de cualquier hospital. En ese momento luego de hablar con mi hermano por teléfono, decidimos llamar a una ambulancia, mi hermano encontró el servicio de ambulancia y llegaron relativamente rápido con un grupo de varios jóvenes con equipo de intervención y para cargar a una camilla a mi papá. Ahí siguieron sucediendo milagros, porque mi padre aguantó algo que normalmente un cuerpo humano no puede hacerlo. A la par de todo esto, mi tía la Dra. Celia Escandón, quien estaba de viaje, nos habló del código infarto y decidimos así ir directo al Hospital Siglo XXI en vez de a su clínica, lo cual sería el procedimiento ordinario, con el riesgo y sin la certeza de poder tener acceso a ser atendido ahí, sabiendo lo difícil que es entrar a este gran hospital. Llegamos al hospital y fue ingresado de manera rápida, seguía Dios con mi padre, las chicas de acceso que normalmente hacen un poco más difícil la situación, nos ayudaron a que eso fuera viable y entrar de inmediato, incluso una de las chicas, empleada del hospital fue como un ángel, porque siguió ayudando a mi padre durante su posterior y larga estancia ahí. En urgencias, le hicieron un primer estudio donde con gran certeza en el análisis para el diagnóstico la radióloga/cardióloga en turno, vio algo que no le gustó y pidió repetir el estudio, que como resultado ahora sí con contundencia ratificó su diagnóstico: Disección total de la Aorta (es decir la arteria estaba desgarrada desde el corazón y hasta la altura del apéndice), ¡wtf! La Aorta es una de las arterias principales y de irrigación de órganos vitales; Sin duda mi padre tuvo la gran fortuna de seguir en un mano tomado por Dios y después en la otra tomado del grandes Doctores; Sin embargo, en ese momento no lo sabíamos, al contrario, las noticias no eran buenas, diagnóstico certero, pero fatal, las caras de las internistas que hablaron con nosotros eran en verdad escalofriantes. Nos daban datos fríos, algo así como que había 3 etapas importantes: la 1ª etapa el procedimiento quirúrgico. La explicación nos las dio a los 4 (a mi padre, mi madre, mi hermano y a mi) yo apenas escuchaba a lo lejos la voz con la explicación y entendí pocas cosas de la ruptura, de la prótesis y demás, pero hubo un dato que me quedó grabado y era que las tasas de mortalidad en ese tipo de cirugías rondaban entre el 70% y el 90%; es decir, de cada 10 cirugías de este tipo sobreviven de 1 a 3 personas. Y había que considerar la edad y condiciones de salud de cada paciente, las cuales mi papá tiene todo lo que me pregunten y una pastilla para ello.  La cirugía consistía en algo así cómo quitar una parte vital de tu cuerpo, poner una prótesis tipo manguera, y hacer una reconexión del sistema sanguíneo, ver el funcionamiento de los órganos y esperar; A partir de ahí entonces podíamos pasar a la etapa 2, la de supervivencia postoperatoria. Antes de subirlo a operar, él estaba perfectamente consciente incluso él firmó su carta responsiva, nos despedimos de él, y en verdad debería haberse sentido como una despedida, yo no la sentí así; el solo nos dijo “no olviden que los amo y les encargo mucho a su mamá”. Lo acompañamos a pie de camilla hasta el piso de cirugía y ahí se lo llevaron hasta donde están esas frías puertas que cierran solas y no te dejan pasar más. Los que nos quedamos, lloramos y nos abrazamos, pero había algo, algo que hacía que tuviéramos fe y tuviéramos esperanza.
Para este momento, unos días antes había recordado el blog de Lalo López y su ejército de sanación, si no lo han leído no se lo pierdan es un ejemplazo de vida (El diario de un Guerrero por Lalo López www.diariodeunguerrero.tumblr.com) Por redes sociales anunciamos la situación de mi papá y pedimos un gran favor, unirnos en oraciones y buenas vibras, lo que cada quien quisiera o creyera para la salud de mi padre, resultado de esto tuvimos muchísimo apoyo, teníamos nuestro ejército de sanación y ahí en correspondencia, ofrecí informar por ese medio la situación de mi padre.
En larga espera, pero asombrosa noticia de un recorte en las horas esperadas de la cirugía, es decir en una cirugía de 7 horas aproximadas el doctor la realizó en 3:30 horas; Yo había bajado para terminar el trámite de donar sangre, por lo que mi mamá recibió sola la gran noticia: “la cirugía fue un éxito” aguantó y sobrevivió el procedimiento, el doctor consciente de la condición de mi padre recortó los tiempos maravillosamente para no tener más riesgos o daños colaterales. Ahora ya tenía una prótesis de Aorta que irriga los órganos. Pero no hemos terminado, empieza de inmediato y sin descanso el segundo round, la 2ª etapa, la sobrevivencia en el proceso postoperatorio y la normalidad de todas las funciones o bien evaluar los daños colaterales de ese tipo de cirugía.
El segundo round comenzó bien pero de nuevo llegaron malas noticias, se fueron complicando uno a uno algunos de sus órganos; unos con mayor intensidad que otros; unos con más debilidad, como sus pulmones que en ese momento albergaron una neumonía, de la cual se defendía débilmente por que la nicotina la cual dejó de consumir hacía unos 30 años, pero que cuando la consumió lo hizo al ritmo de dos cajetillas al día, pues obviamente había dejado daños permanentes y pulmones débiles; pero así débilmente y con apoyo técnico especializado de altísima tecnología decidieron seguir peleando. Al igual sus riñones e hígado tendrían que pelear sus batallas, La más difícil fue la lucha de sus riñones, los cuales también tuvieron que ser asistidos con dosis de medicamentos y procesos de nuevo con equipo de alta tecnología para la hemodiálisis y ayudar a desintoxicar la sangre de su cuerpo, su semblante era ya amarillo, amarillo muerte lo llamó yo, porque me ha tocado verlo en otros casos de personas que adoro y se han ido (historias que merecen también ser contadas)
Ahí seguía mi padre sedado, entubado, con infecciones y peleando día a día una batalla diferente, durante exactamente 30 días en la unidad de terapia intensiva. Las noticias buenas, regulares y malas iban y venían diario. Bajo una sedación total inducida, no sabíamos sobre el estado mental el cual sería parte del tercer round una vez que pudiera ganar el segundo round. En este tiempo no dejamos de tener fe, de recibir mensajes, bendiciones, cadenas de oración, misas, apoyo de los más cercanos, pero también de los más lejanos, que en realidad no lo son; Tuvimos apoyo de visitas, aunque no podían entrar a verlo, pero estuvieron: sus hermanos, cuñados, sobrinos, todos. Y fue entonces que los milagros se revelaban con claridad. Los doctores y el ejército de sanación todo, empezó a mejorar, comenzaron las pruebas y empezó a respirar mejor, entonces quitaron los tubos de respiración artificial poco a poco; después permanente a respirar solo; no podía hablar o lo hacía muy bajito, después balbuceaba, hablaba cosas sin sentido, un día entero me habló en inglés y deliraba totalmente, me pedía que lo ayudara con algunas cosas extrañas, decía haber visto a su mamá. Su estado continuaba grave, el riñón no cedía y daba mucha batalla, pero luego de tres hemodiálisis, empezó a jalar, ganó una, otra, otra, ganó pequeñas batallas hasta ganarle y finalmente se deshizo de la infección que generaba la disfunción renal, si una vez más Dios y los doctores con él, además de su fuerza física y sus ganas de vivir. Así ganó el segundo round y pasó a la 3 etapa la recuperación en piso. De la cual hay poco que contar, muchos días buenos, malos, pero siempre con fe y perseverancia; Después de un mes, de tener un cuerpo totalmente debilitado, sin fuerza, con llagas, mi padre resistió el evento. Con la ayuda de cientos de personas que se unieron en oración a nuestra familia, recibimos apoyo emocional de mucha gente y cientos de mensajes por redes sociales, por whatsapp videos con mensajes muy emotivos que nos hacían llorar de emoción. De esta manera dejando totalmente la vida de mi papá en manos de Dios y los doctores, nos bendijeron con un gran milagro, su recuperación total.
Enero 22, 2019. Hoy en día a un año de haber salido del hospital en ambulancia, mi padre camina un poco lento y a veces con la ayuda de un bastón y también trastabilla un poco, a veces se le olvidan algunas cosas y se abruma, pero su condición cerebral es perfecta. También su corazón late fuerte y su cuerpo funciona con una prótesis arterial que irriga sangre a sus órganos. Su arteria Aorta literalmente desgarrada entre la membrana media y la membrana exterior que fue donde se fue acumulando gran cantidad de sangre lo que originó un grandísimo aneurisma, que gracias a Dios y a todo lo ya descrito no se reventó y causó su muerte inmediata. Como si reventó aquel aneurisma de junio de 1994, de mi abuelo Julián.
No tengo duda de que Dios estuvo con él, los médicos fueron increíblemente certeros y diligentes, De manera espontánea por un tercero, nos enteramos de que en algún momento de esos días, hubo una llamada de uno de los mejores amigos de mi papá, y fue operado por lo que yo considero el mejor cirujano cardiólogo del instituto Siglo XXI, y no solo por su puesto, sino porque le salvó la vida a mi papá quien además estaba de vacaciones y regresó a operarlo, otra “ayudita” más, mejor dicho bendición.
Mi padre tuvo a su familia que incluye grandes amigos de vida, siempre a su lado, algunos lograron colarse al cuarto, otros orando y mandando buena vibras, otros por medio de nosotros su esposa e hijos, pero todos juntos obraron lo que al final para mi familia fue Nuestro Milagro de Diciembre del 2017. Y créanme mi padre dista mucho de ser santo, pero tiene mucha fe es un hombre de Dios, con su fe puesta en Jesucristo; Y todos nosotros y este ejército de sanación que pusimos en manos de Dios y los doctores, Dios decidió dejarlo un poco de tiempo más con nosotros, y mi abuela (la mamá de mi papá) a la cual estoy seguro de que vio en el hospital como me lo dijo, tendrá que esperar un poco más para reunirse con él y coronarlo allá en el cielo. Por todo esto… GRACIAS SIEMPRE DIOS.
GRACIAS SIEMPRE, SIEMPRE, SIEMPRE A TODOS, ustedes saben quiénes son.
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*Noviembre 20, 2018. Cumpleaños de mi papá
III.              De los dos. De Mi Abuelo y de Mi Padre.
Con ellos de mi lado y como referente mi Abuelo y mi Padre, me enseñan a escribir historias de esfuerzo, de superación, de usar primero la cabeza, aunque la verdad también me enseñaron a usar la fuerza bruta de ser necesario, a forjar un carácter en el fuego, a venir de abajo, a no desistir ante los embates de la vida; aunque el dolor y los golpes parecen no dejarte, me enseñan a que levantarte siempre es mandatorio y que debemos levantarnos siempre una vez más, que el número de veces que caigas, a tener humildad y ser respetuoso, a ser fiel y leal a tu familia y amigos. También me enseñan a no levantarte solo, sino que, al levantarte, salir y seguir adelante, puedes ir levantando en el camino a aquellos que ves que han caído o a los que están por caer; me enseñan que es bueno cuidar a los que en nuestro camino van y hasta los que no quieren caminar; Pero para esto hay que cuidar de nosotros mismos y tener la fuerza de llevar a más con nosotros.
Ellos dos, mi Abuelo y mi Padre son siempre ejemplo de una Honestidad Inquebrantable. Que no hay nada que se compare con el dormir con una conciencia tranquila. Que nunca atropellaste o vendiste a nadie, que tus cosechas fueron gratificadas con esfuerzo y trabajo honesto, que ni uno solo de tus logros fueron sucios, de serlo así no debes considerarlos un logro; Me enseñan que el fin no justifica los medios y que no hay nada por encima de tu honestidad. Los dos mi Abuelo y mi Padre estando en lugares y posiciones con grandes oportunidades y proposiciones para hacerse de una buena riqueza material, los dos escogieron el mismo camino, el de dormir tranquilos y levantar la cara y ver siempre a los ojos a sus esposas a sus hijos a sus hermanos, a sus amigos, aunque esto les costó enemistades, envidias y rencores y si también lejanía de “amistades” y también algunas carencias claro; pero con la certeza de que lo que consiguieron fue con trabajo honesto y fueron fieles a sus valores. Mi abuelo y mi padre me enseñan que la verdadera riqueza no es lo que tienes en la cartera, ni en el banco, ni en los bienes materiales, si no que la verdadera riqueza es esa que está en a las personas que tienes contigo, lejos o cerca no importa, pero sabes quiénes están contigo y ahí comienza y termina la verdadera riqueza. Mi abuelo y mi Padre me enseñan que todo lo demás cae por consecuencia y en consecuencia y al tiempo caen los resultados. Así entonces lo que hoy me queda grabado en piedra es esa definición de riqueza: La riqueza de quienes están contigo.
Ambos, mi Abuelo y mi Padre también compartían otra característica o más bien una cualidad y es una intensa voluntad por dar. Por dar lo poco o mucho que tengan; pero dar y compartir siempre.
Mi abuelo daba todo a todos, a sus hijas, a sus hermanos, a sus primos a su familia política y hasta a su familia heredada por mi Bisabuelo, ¿qué grandeza y corazón puede hacer eso? Por todo esto Gracias Siempre Abuelo.
Por otro lado, mi Padre me ha enseñado el verdadero amor de un padre a sus hijos; donde, no importa lo indeseables que nos pongamos, lo geniudos que estemos, lo malagradecidos que seamos, la memoria corta que hemos desarrollado, la mecha corta que explota, la indiferencia de añejarse, el olvido de donde venimos, lo separados que seamos porque tenemos muchas cosas que hacer, lo importantes que nos hemos vuelto, porque no tenemos tiempo, porque no tenemos ganas, porque no tenemos dinero o porque tenemos mucho, porque somos vulnerables, porque estamos tristes , porque estamos enfermos, porque somos débiles. Todo esto a lo que yo le llamo “lo imperfecto del amor del hijo a un padre” Mi padre hoy, día a día, me enseña a dar todo y más a tus hijos, sin esperar nada a cambio; sin cansarte, sin arrepentirte. Me enseña a amar a alguien por encima de ti mismo, gracias por tu bendición diaria. Por todo esto Gracias Siempre Pa.
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En alguna parte de mi reflexión pienso como hacer y cómo poder tener la oportunidad de cambiar esa condición imperfecta del amor de un hijo al padre, pero hacerlo en vida. Esa condición de amor inverso que naturalmente no se da, o no se da al menos en la misma proporción, ni en la misma dirección; es decir de ida y vuelta. Que en verdad solo lo entendemos cuando eres Padre y puedes ver reflejado y a futuro lo que será ese imperfecto amor.
Por alguna razón que no alcanzó aún a captar al cien pero que la mayoría logramos entender, esta condición de amor de ida y vuelta al menos en la misma medida es cuando ya es tarde, cuando ya no lo podemos hacer. Cuando la muerte llega y con ella llegan las reflexiones, algunos arrepentimientos e incluso algunas culpas que nos caen a solas, a veces en un cuarto solos y llorando por el que se fue, pero más bien por lo que no hicimos con él o ella, o para él o para ella; Lo único que hoy puedo captar es que hay que trabajar en tener conciencia, hacer lo debido y responsabilizarte de la relación, para así estar en posición y con las emociones necesarias para compartir ese momento como un triunfo, como ganar ese partido final y levantar los dos brazos junto a ellos y en realidad honrar esa Coronación.
Al final de estos relatos que hoy escribo, veo que mi abuelo y mi papá tienen más parecido de lo que yo pensaba; ellos no comparten sangre ni un solo dato genético. Pero ellos compartieron otras cosas más importantes: valores, honor, respeto, agradecimiento y solidaridad. Y si me preguntan, ¿que habrán compartido entre ellos dos? lo que sé es que compartieron un gran respeto mutuo.
Así, que hoy en el que fuera el cumpleaños 103 de mi abuelo y a un año del renacimiento de mi padre, le doy gracias a Dios por permitirme estar exactamente en el lugar en donde estoy. En el lugar donde me puso y donde a partir de ahora me enseña uno más de sus de sus caminos.
                                                                             Por, J. Julián Loredo Escandón.
“Ensanchar la vida, en vez de alargarla” decía Lalo López en su Lucha de un Guerrero.  www.diariodeunguerrero.tumblr.com
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