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#El púber P*
escritosdemundo · 11 months
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De la película al recital y de la fiesta al libro: Lu Ciana. Plaga xombi sodomita, por El púber P*
El púber P es un performer, escritor y admirador profundo de Batato Barea. Ha escrito los libros: Lu Ciana. Plaga xombi sodomita (2013; 2023) y Machos de campo (2017). Genera desprecio en los señores mayores, cis heterosexuales de clase altísima, con ínfulas de populares en un salón de cortesanos que le hacen loas por dádivas. En un cine puede ocurrir la peor de las tragedias o la mejor de las…
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llortfiguerola · 2 years
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No podem fer-hi res… el xiquet ho porta a la sang! Coses d’un pre-púber creador 😅 #petitgrancreador #artemoji #emoticon #emojis #emoji #memes #mobilart (at Menlo Park, California) https://www.instagram.com/p/Clb3fx1N0nR/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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marcozamudioart · 2 years
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La brujería en ALICE Cuando me encontraba haciendo los últimos cuadros de mi serie ALICE IN THE DARKNESS, decidí poner de manifiesto una de la cargas más pesadas que tiene el cuento de Carroll, LA BRUJERÍA. ¿Cómo lograr hacer entender al espectador la terrible sensación del poder que ejercía sobre una púber una mujer que la envidiaba por su belleza, teniendo también una belleza brutal y cómo hacerlo por la terrible carga de Disney que solo desvirtualizó dicha obra? https://www.instagram.com/p/ClF8zwwO_f_/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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rosauradiez · 4 years
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Conversaciones de la sobremesa
—Pero vos cuando te separaste, ¿no estabas un poco enojada también? —le pregunté a mi suegra que sé que cuenta las cosas desprejuiciada, al detalle, prolija, sin pelos la mandarina.
—Yo, mirá, cómo te lo digo —hace una pausa y se acomoda el flequillo— estaba furiosa, lo quería matar —dice mientras aprieta un manojo de aire como si fuera una bola quística de bronca, como si de verdad fueran los testículos de mi suegro hace veinte años atrás. —Si no hubiera sido porque fue, era o es, un pelotudo, —y lo dice mordiendo la p, extirpándose la palabra del labio— yo no me hubiera enterado, ¿me entendes lo que te digo? Un pelotudo.
—Si hubiera sido más reservado, ¿decís?
—Si no me hubiera echado la culpa de que se gastaba mucho en teléfono. Porque César estaba con que yo llamaba mucho a Peri y a Mabel, que es verdad, estabamos al teléfono todo el día. —Periquita y Mabel son las mejores amigas de mi suegra, las mentoras del frustrado plan de envenenamiento, frustrado claro porque ninguna se animó, ni mi suegra, a la cicuta en la manzana, la fruta preferida de César.
Suegros se volvieron a casar al tiempo de la reconciliación, eso vendría a ser a los cinco o seis años de haberse separado. Cada vez que Novio lo cuenta traspone los ojos tiernos del púber que sufrió la separación de papi y mami y dice se amigaron y fue el día más feliz de mi vida. Esa unión los volvió a poner en rituales similares a los anteriores a la separación. Suegra trabaja en la casa, Suegro en la oficina y a la noche luego de la cena, de postre una manzana. La manzana tiene que ser marca Corona, de la Familia Corona, amigos íntimos de ambos. Ella después de comer levanta los platos y le busca a César una manzana de cáscara roja rutilante, un plato y un cuchillo Tramontina. El, César, pela la manzana despreciando un espesor exagerado de cáscara en el plato y hace fracciones de gajos generosos que encastra en el cuchillo-serrucho y luego reparte a los comensales, o sea nosotros. Después, recién ahí, la sobremesa.
—Ese domingo volvimos de la quinta tarde, tipo nueve. Como todas las noches subí al lavadero a meter ropa. Me quedaba hasta tarde lavando porque imagínate, cinco pibes, el olor a pata esa edad impregna hasta la botamanga. Había pedido el resumen del teléfono para controlar las llamadas. —Me acuerdo que mi papá nos hacía lo mismo a mi hermana y a mi, nos controlaba las llamadas porque hablar por teléfono era carísimo. Jamás hubiera pedido por mi cuenta la lista de teléfonos a los que llamábamos porque era literal prendernos fuego, un autoboicot a nuestras charlas con amigas. —Mientras se lavaba la ropa marqué los números con un resaltador amarillo y pasé por las habitaciones a preguntarles uno por uno a los chicos si eran suyos. Ya no se cuánta ropa había lavado, pero eran la una de la mañana y tenía dos registros que los chicos me dijeron no, mamá, yo ese número no lo conozco.
—¿Y a César no le preguntaste?
—No. César dormía, el se levanta temprano, antes que yo. Llamé a uno de los números. Hola, me dicen. Voz de mujer. Corté. No puede ser, pensé. Pensé muchas cosas, pensé me equivoqué al marcar, es la mujer de algun cliente de César, qué se yo. Qué estupida. —lo dice con la mirada hacia arriba, cómo si le hablara a su yo del pasado. —Llamé al otro número. Hola. La misma mujer. Me quería morir. Este hijo de puta me está cagando. Ay, me quería morir. Cuando te dicen que te lo tenes que imaginar, que no puede ser que te tome por sorpresa una cosa asi, que la mujer sabe cuando el tipo la está cagando. Mentira. Yo no sabía nada, ni me lo imaginaba. —La miro y no distingo la bondad de la ingenuidad en su relato, en su cara, en su historia. Pero le creo y me interesa tanto saber por qué no lo despertó de un tubazo en la pelada, por qué no le puso en la cara los numeritos marcados con resaltador, por qué no le dijo levántate pelotudo que el que gasta en teléfono sos vos.
—Esa noche dormí muy mal —sigue— me desperté antes que todos, muy temprano. Casi que seguí de largo. Me acuerdo que estaba en la cocina preparando el desayuno para lo chicos porque tus cuñadas no, pero los otros tres iban a la escuela todavía. César entra y me dice algo, no se qué, no lo escuché, directamente le pregunte de quién es este teléfono, o de quienes son estos teléfonos, algo así. Porque las llamadas eran un relojito, o al mediodía o a la noche, cuando yo preparaba la comida. Se puso violeta, empezó a decir míos no son, estás loca, deben ser tuyos o de los chicos, que me estás diciendo, estás equivocada, que esto, que lo otro.
—Te lo negó. —Me hago la sorprendida, como si no pudiera creer que el señor que reparte gajos de manzana con el cuchillo desde la cabecera de la mesa fuera un pusilanime, un incapaz de blanquearle a la madre de sus hijos que hablaba con otra en el bobario adolescente de la llamadita, y encima con una tipa que por poco había terminado el secundario unos años antes que su hija mayor.
—Me lo negó hasta que le dije que yo llamé, que me atendió una mujer y que se busque donde ir porque en mi casa no había lugar para el. Esa noche durmió donde el hermano y después se alquiló el departamento en Diaz Vélez.
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rocarvaj · 7 years
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Un amigo trajo a S a mi casa. Tomábamos cerveza y hablábamos. Lo típico. Él era algo raro al tratar, pero no se reprimía al mostrar el afecto hace poco adquirido hacia uno. Su aspecto era algo desconcertante, tenía una cara y vello facial que lo hacían ver un adulto con cierto dejo de rudeza. Sin embargo, su cuerpo era casi el de un púber; delgado y frágil. Vestía religiosamente de negro.
Algunas veces veíamos unos videos porno de una rubia gringa rubia que podía hacer deepthroats como si nada y a la vez dejaba que el hombre eyaculara dentro de su boca. Esto nos tenía impactados (hay que pensar que en esa época Internet no era tan rápido como para tener acceso a pornografía en abundancia). S era particularmente entusiasta al respecto.
Probablemente debido a que empecé a pololear no lo vi más. Hasta que un día mi amigo aquel que trajo a S a mi casa me llama, para decirme que S se había suicidado. [Julio 22, 2011]
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