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#Fernando Areche
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Fernando, Pepe, Pascal, Eric, Baldo... Ardèche et Beaucaire
Au cours d'un road-trip en mobylette qui nous avait mené jusqu'au fest d'Orange où on allait découvrir Dr. Feelgood !
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006 - BICENTENARIO – ANTECEDENTES -
Descendiente de la realeza inca, José Gabriel Condorcanqui, cacique de Surimana, Tungasuca y Pampamarca, adoptó el nombre de Túpac Amaru II y encabezó la más formidable revolución indígena de la época colonial, en protesta por el maltrato que recibían los indios por parte de los corregidores.
Entre sus exigencias figuraba la supresión de los corregimientos y la creación de una Real Audiencia en el Cuzco para una rápida administración de justicia, ya que solo existía la Real Audiencia de Lima para todo el territorio del Virreinato.
A estos reclamos, se unió posteriormente su deseo de separarse del yugo español; es decir, su rebelión, originalmente de tendencia reformista, se convirtió en separatista. Para algunos analistas, fue el iniciador de la lucha por la emancipación política del Perú.
La rebelión estalló el 4 de noviembre de 1780 en el pueblo de Tinta (50 leguas al sur del Cusco) y puso en movimiento a todo el sur del Virreinato del Perú, hasta la región de Charcas. Repercutió, además, en el resto de los dominios españoles de Sudamérica.
El primer episodio de la revolución fue el apresamiento del odiado corregidor de Tinta, Antonio de Arriaga, quien fue ejecutado públicamente.
Acto seguido, Túpac Amaru se puso en marcha hacia el norte contando con la simpatía y adhesión de los pobladores que, en su mayoría, estaban armados de picos, palos, hachas y sólo algunas armas de fuego.
En estas condiciones, ganó la batalla de Sangarará, librada el 18 de noviembre de 1780.
Pero, no quiso todavía dirigirse al Cusco y prefirió retirarse a Tinta, donde el día 27, lanzó un manifiesto explicando las causas que le habían llevado a la sublevación. Poco después, a inicios de diciembre se dirigió al sur, atravesó la cadena del Vilcanota, pasó por Lampa, Pucará y penetró en Azángaro, extenso recorrido con el que pretendía ganar adeptos a su causa.
El virrey Agustín de Jáuregui envió al Cusco al visitador José Antonio de Areche, con poderes extraordinarios para sofocar la rebelión, teniendo como ejecutar inmediato al mariscal José del Valle.
Es así como los españoles, con refuerzos llegados desde Lima, enfrentaron a Túpac Amaru, que ya por entonces (enero de 1781), se había decidido a atacar el Cusco. Sin embargo, éste no pudo doblegar el poderío de las fuerzas realistas y sufrió sendos reveses en las batallas de Checacupe y Combapata, por lo que se vio obligado a retroceder. Los realistas, en su persecución, ingresaron a sangre y fuego a Tinta, que fue totalmente destruida.
El inca, su mujer y sus tres hijos huyeron a la villa de Langui donde fueron apresados por la traición de un partidario suyo. Enseguida, fue a parar a manos de Areche. Sufrió atroces torturas, para que delatara a sus colaboradores cusqueños, pero permaneció hermético. Finalmente fue sentenciado a muerte.
El 18 de mayo de 1781, en la Plaza de Armas del Cusco, Túpac Amaru II fue descuartizado a hachazos, luego de un intento fallido de desmembrarlo usando la fuerza de cuatro caballos.
Previamente, se le obligó a presenciar la muerte de su esposa Micaela Bastidas, de sus dos hijos mayores y de otros familiares y partidarios suyos. Su hijo menor, Fernando, fue enviado a los presidios de África. Sus miembros mutilados fueron enviados a distintos puntos del sur del virreinato y clavados en picas, para que sirviera de escarmiento a las poblaciones rebeldes.
Sin embargo, el espíritu de lucha se mantuvo entre sus partidarios, quienes, encabezados por Diego Cristóbal Túpac Amaru (primo suyo), se mantuvieron en pie de lucha hasta principios de 1782.
El horrendo sacrificio de Túpac Amaru y la represión feroz de la rebelión (cuyo saldo, según el cálculo de los mismos represores, fue de 120.000 hombres andinos muertos​), avivó más la rebeldía contra la dominación española. Obligó a la corona española concentrar sus fuerzas en el sur peruano, de modo que dicha zona se convirtió en el último bastión del poder español en Sudamérica. Además, en su momento el sacrificio de Túpac Amaru II no resultó estéril, pues a raíz de esta rebelión se suprimieron los corregimientos y se creó la Real Audiencia del Cuzco, tal como lo había exigido el inca rebelde. ​
La rebelión de Túpac Amaru constituye, a decir del historiador Carlos Daniel Valcárcel, «el movimiento anti-colonialista, reivindicador y precursor de justicia social e independencia política más importante que haya tenido el Perú. Su valor aumenta si lo recordamos como un suceso anterior a la revolución francesa - que tantos otros movimientos propició -, acaecido cuando todavía la revolución separatista estadounidense estaba en plena pugna». BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ – (1821-2021) – [email protected]
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Tupac Amaru, nació en 1740, siendo descendiente del último Inca Felipe Túpac Amaru. Estudió en el Colegio San Bernardo del Cuzco para indígenas nobles e hijos de caciques. Estuvo casado con Micaela Bastidas Puyucahua, teniendo tres hijos: Hipólito, Mariano y Fernando
Además de cacique de Tungasuca, Surimaná y Pampamarca en la provincia de Tinta, fue comerciante y arriero, llegando a ser un burgués provinciano. Poseyó cocales en Carabaya, chacras en Tinta, vetas de minas y fue dueño de 350 mulas con las que se dedicaba al arrieraje entre el Alto y Bajo Perú. Era un caballero cortesano, hablando con perfección castellano y quechua.
En 1770 peticionó con éxito ante la Audiencia de Lima el reconocimiento de su título de cacique de Tinta, y comenzó a gestionar la confirmación de sus derechos de descendiente principal de los incas. Reclamó el Marquesado de Oropesa, encontrando cerrada oposición del Colegio Electoral del Cuzco. El ataque de los electores fue dirigido a su identidad, subrayando que era forastero, provinciano, mestizo e hijo ilegítimo, de manera que no poseía derechos para heredar ese marquesado. Además, siendo mestizo una veintena de caciques nobles no lo patrocinaron, prefiriendo aliarse a los españoles.
Hubo un largo período de preparación conspirativa de la rebelión de 1780, iniciándose cuando desaparecieron el gobernador de Potosí, Ventura Santelices, y su tío Blas Túpac Amaru, encargados de gestionar ante Carlos III la abolición de la mita y otras cargas que sufrían los indígenas.
Premeditó un golpe contra Antonio Arriaga, corregidor de Canas y Canchis (Tinta), apresándolo tras una emboscada, haciéndolo ahorcar públicamente el 10 de noviembre de 1780 en la plaza de Tungasuca, arengando sobre los objetivos de su movimiento: abolir mitas, repartimientos y exterminar malos corregidores, asumiendo el nombre y título de Túpac Amaru Inca.
Su rebelión estuvo sustentada en una red de parentesco, movilizando a sus familiares y allegados de Tinta. Luego Quispicanchis fue la provincia más susceptible de ser movilizada, porque una rama de su familia residía allí. Como varios parientes ejercían el arrieraje, sus manifiestos fueron distribuidos por el gremio de arrieros en rutas normales. Obtuvo la solidaridad de numerosos caciques que suministraron hombres y provisiones. También la reciprocidad, la mita y el tributo como vínculos comunales fueron utilizados en organizar su rebelión.
En otras provincias se produjo una resistencia étnica, al ser considerado impostor por ser mestizo, no obteniendo el decisivo apoyo de los doce ayllus reales del Cuzco. La rebelión provocó recrudecimiento de antiguas rivalidades étnicas, dividiendo los caciques en leales y rebeldes. Además muchos caciques debieron defender privilegios y propiedades alcanzadas con los españoles, significándoles riqueza, prestigio y poder.
El ejército tupamarista poseyó una composición social mixta, alentando la participación de criollos en la rebelión, porque poseían cultura, manejo de armas de fuego e importantes conexiones. Los cargos más elevados fueron ocupados por caciques, mestizos y criollos. Los privilegios otorgados a criollos fueron considerables, oficiando de amanuenses, secretarios y consejeros del caudillo.
Túpac Amaru tuvo especial cuidado en convocar a caciques y curas. Los curas estaban vinculados como compadres con los rebeldes, o poseían estrecho contacto al ser párrocos de comunidades rebeladas. La mayoría pertenecía al bajo clero y hablaban lenguas nativas, proporcionándoles importante acercamiento cultural con la masa. Cuando el respaldo de los caciques confluyó con el del clero, se propagó rápidamente la rebelión.
Programa del movimiento
Entre los dirigentes y la masa campesina existían diferencias culturales. El programa que postulaba la abolición de la mita, repartos, alcabalas y aduanas, estaba dirigido a criollos, mestizos, indios nobles: todos los que podían leer y comprender los bandos, buscando unificar las castas detrás de objetivos antifiscales y una posición anticolonialista.
Con las masas usaban un lenguaje simbólico, manifestándose en el uso de instrumentos musicales tradicionales, banderas, insignias y vestimentas incaicas, así como un lenguaje con implicancias mesiánicas vinculadas al mito de Inkarrí, por lo cual el Inca no era solamente rey y soberano legítimo, sino también redentor y salvador de los indígenas.
Su objetivo primordial habría sido la creación de un reino independiente de España, erigiéndose una monarquía incaica. Fueron creados un ejército y una administración. Se suprimieron cargas que pesaban sobre los indígenas eliminando las divisiones en castas, imponiéndose una tributación única para todos, libertad de comercio y trabajo.
La contradicción entre el programa de los dirigentes y las masas campesinas no podría resolverse sino con la radicalización general del movimiento, planteándose una auténtica revolución social cuando las masas se precipitaron contra todo símbolo de opresión, no distinguiendo entre españoles y criollos al atacar haciendas, minas y obrajes.
Errores tácticos del Inca
Entre sus acciones bélicas se destaca la batalla de Sangarará, librada en noviembre de 1780, desastrosa para los españoles. ¿Por qué en circunstancias favorables y con muchos partidarios dentro del Cuzco, cuando podía haber realizado una entrada victoriosa, Túpac Amaru no lo hace? Quienes hablan de su falta de decisión no toman en cuenta factores de orden militar: sus tropas, si bien más numerosas que las españolas, eran inferiores en preparación y armamento.
No toma Cuzco durante el primer asedio ni al comenzar el segundo pocas semanas después, perdiendo tiempo intentando convencer al cabildo de la ciudad. Permaneció sin atacar desde fines de diciembre de 1780 hasta el 8 de enero de 1781, día en que comenzó una batalla que no definió la situación e imprevistamente Túpac Amaru levantó su sitio. Nunca se aclaró porqué su estrategia fue defensiva, en lugar de agresiva. Un mes antes de su derrota, Túpac Amaru dirigió un oficio al Visitador Areche negando que su intención fuera destruir el Cuzco. Era un símbolo tan sagrado, que por su doble filiación cultural no lo podía destruir.
José Gabriel Túpac Amaru fue tomado prisionero el 6 de abril de 1781 y ejecutado al mes siguiente con casi toda su familia en el Cuzco, aunque su rebelión libertaria sería considerada uno de los antecedentes más importantes de la independencia de los países sudamericanos.
Autor: Lic. José Oscar Frigerio para revistadehistoria.
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