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#Milagros eucarísticos y la Sangre de Jesús
unpasoaldia · 8 months
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“Los Milagros Eucarísticos” y la Sábana de Turín
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77jose-ricardo77 · 4 months
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CORPUS DOMINI
Corpus Domini
FIESTAS LITÚRGICAS
30 mayo
La fe en Dios Padre e Hijo y Espíritu Santo (Santísima Trinidad) no es una experiencia lejana o inalcanzable. Al contrario, Dios mismo ha querido permanecer con nosotros bajo la forma del Pan de cada día que se parte y se comparte cada vez que se reviven sus palabras: "Este es mi Cuerpo... Esta es mi Sangre...".
El origen de la Solemnidad de hoy, que reconoce y agradece esta presencia tan cercana de Dios, se halla en 1207 en Bélgica, cuando una joven monja agustina, Juliana de Cornillón, tuvo una visión que presentaba la luna llena con una mancha opaca que empañaba su esplendor. La visión fue interpretada así por los expertos de la época: la luna llena simbolizaba la Iglesia; la mancha opaca era la ausencia de una fiesta que honrase de forma específica el Sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Con el apoyo de numerosos teólogos, se pidió entonces al obispo que aprobara la celebración de esta nueva fiesta. Al año siguiente, Juliana tuvo otra visión más clara, pero todavía tuvo que luchar mucho para que fuera instituida la fiesta; lo consiguió solo en 1247 y a nivel diocesano, cuando Roberto de Thourotte se convirtió en obispo de Lieja.
En 1261, un antiguo archidiácono de Lieja, Jacques Pantaléon, fue elegido Papa con el nombre de Urbano IV. En 1264, impresionado por un milagro eucarístico que tuvo lugar en Bolsena -cerca de Orvieto (Italia), donde él residía- promulgó la Bula Transiturus, con la que instituyó la nueva Solemnidad en honor del Santísimo Sacramento, que había de celebrarse el primer jueves después de la octava de Pentecostés. A Tomás de Aquino se le dio el encargo de componer el oficio litúrgico, cuyo himno más famoso es el Sacris solemniis; la penúltima estrofa, que comienza con las palabras “Panis angelicus”, ha sido musicada a menudo separadamente del resto del himno. Como el Papa Urbano IV murió dos meses después de instituir la fiesta, la bula no fue actuada. Años más tarde, el Papa Clemente V la confirmó. La procesión del Corpus fue introducida por el Papa Juan XXII en 1316.
En 1990, San Juan Pablo II hizo una visita pastoral a Orvieto; hablando de la catedral, dijo: "Si bien su construcción no tiene relación directa con la solemnidad del Corpus Domini, instituida por el Papa Urbano IV, mediante la bula Transiturus, en el año 1264, ni con el milagro de Bolsena del año precedente, es indudable que el misterio eucarístico se halla aquí manifiestamente evocado por el corporal de Bolsena, para el cual se hizo construir especialmente la capilla que ahora lo custodia celosamente. Desde entonces la ciudad de Orvieto es conocida en el mundo entero por ese signo milagroso, que a todos nos recuerda el amor misericordioso de Dios que se ha hecho comida y bebida de salvación para la humanidad peregrina en la tierra. Vuestra ciudad conserva y alimenta la llama inextinguible del culto hacia un misterio tan grande" (17 de junio de 1990).
Del Evangelio según San Marcos
 El primer día de la fiesta de los panes Ácimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena pascual?».
Él envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: «¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?». Él les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario».
Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.
Mientras comían, Jesús tomo el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen, esto es mi Cuerpo».
Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo: «Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. Les aseguro que no beberá más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios».
Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos. (Mc 14,12;22-24).
La Eucaristía, sacramento de la comunión
A la luz de la Ascensión y de Pentecostés, plenitud del Misterio Pascual, el gesto realizado por Jesús durante la Última Cena adquiere un significado aún más profundo: gracias al Espíritu Santo, el sacramento eucarístico nos hace participar hoy del mismo gesto eterno y universal de Cristo, del que todos podemos nutrirnos. La Eucaristía es experiencia de comunión, don de una vida que se convierte en ofrenda de amor, que crea la unidad y la comunión. Dentro de este misterio, el hombre encuentra el perdón que le hace vivir de nuevo y amar.
Eucaristía: un estilo
La participación en la Eucaristía no debe ser solamente un gesto ritual, sino un estilo de vida que nos haga capaces de tomar la vida en nuestras manos para ofrecerla como don a Dios, para dedicarla a los demás. En la Eucaristía comprendemos lo que significa que “el Reino de Dios está cerca”: está presente en la Iglesia que vive de la Eucaristía, que celebra la Eucaristía.
Oración
Señor Jesús,
al enseñarme a seguir al hombre con el cántaro de agua,
me enseñas a seguir los pasos de los que viven el bautismo con seriedad:
ayúdame a imitar a los que llevan una vida elevada.
Señor Jesús,
al invitarme al piso alto,
me pides que abandone una forma de vida plana:
Señor Jesús,
al darme el pan y el vino, tu Cuerpo y tu Sangre,
me enseñas que la vida o es un regalo o no es vida:
ayúdame, alimentado por Ti, a hacer de mi vida una ofrenda agradable al Padre.
Señor Jesús,
al reunir a tus discípulos alrededor de la mesa,
me enseñas que no hay Eucaristía sin fraternidad
y no hay fraternidad sin servicio.
Ayúdame a hacer de mi vida una vida eucarística.
(Oración de A.V.)
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Milagro Eucarístico en la Parroquia Santa María
Primer Milagro Eucarístico en Argentina, un 8 de mayo de 1992 Jesús se manifestó de forma especial, en hostias que se transformaron en carne y sangre.
Se cumplen 30 años del primer Milagro Eucarístico en Argentina, un 8 de mayo de 1992 Jesús se manifestó de forma especial, en hostias que se transformaron en carne y sangre. Después de la Misa del 1 de mayo de 1992, al hacer la reserva del Santísimo Sacramento, encontraron dos trozos de Hostia sobre el corporal del Sagrario. Los colocaron en un recipiente con agua, una de las formas habituales…
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cesdiazserr · 5 years
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15 citas bíblicas para meditar en la Adoración Eucarística
Citas bíblicas para meditar en la Adoración Eucarística si quieres aumentar el amor a Dios. Adoración Eucarística meditada
En la Adoración Eucarística puedes meditar unas citas bíblicas para ayudarte a incrementar tu amor por la Eucaristía. Uno de los muchos canales que pueden ser utilizados para aumentar nuestra fe, devoción y amor por la Eucaristía es el leer y meditar algunas citas bíblicas, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.
El Antiguo Testamento presenta símbolos y lo que los estudiosos de la biblia llaman Clases de Tipología Bíblica de referencias o alusiones a la Eucaristía que se vuelven una realidad en el Nuevo Testamento.
En otras palabras, lo que está presente en formas escondidas, misteriosas y simbólicas en el Antiguo Testamento brilla con transparente Verdad en el Nuevo Testamento y todo esto puede ser de provecho para tu alma si la meditas durante la Adoración Eucarística.
Habiendo dicho esto, comenzaremos con referencias bíblicas del Antiguo Testamento a la Misa, la Eucaristía y el sacerdocio que nos llevaran a la realidad que está en el Nuevo Testamento donde la Eucaristía, que significa Acción de Gracias, fue de hecho instituida por el mismo Jesús en la Ultima Cena.
Ahora adentrémonos en los infinitos tesoros, el océano infinito de Dios presente en Su penetrante Palabra, a la que llamamos La Biblia.
1. La desobediencia - Génesis 3.
En este capítulo encontramos a Adán y Eva, nuestros primeros padres, que fueron mandados a no comer del árbol del fruto prohibido. Ellos desobedecieron al comer la fruta, primero Eva y luego Adán. A esto llamamos el pecado Original.
La muerte entro al mundo a través del pecado de la desobediencia al comer de la fruta prohibida.
2. El Discurso del Pan de Vida - Juan 6
La muerte llego por comer y desobedecer. Al Contrario, la vida eterna llegara por el comer y obedecer.
El comer esta vez será del fruto del árbol del Calvario, el cual es el Cuerpo y la Sangre de Cristo. El Hijo de Dios mismo afirmo:
"Yo soy el Pan de Vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día".
De una forma única y clara Jesús afirma que nuestra salvación, nuestra vida eterna, depende de que comamos de Él.
3. El sumo Sacerdote - Génesis 14,18-20, Hebreos 4,14-15
Esta figura misteriosa del pasado simboliza a Jesús como el Supremo Sacerdote.
Sin la persona del sacerdote, la Eucaristía o el Pan de Vida no puede volverse realidad.
El sacerdocio es esencial para hacer una realidad la Misa, la Consagración, la Eucaristía y la Santa Comunión.
4. Maná en el Desierto - Éxodo 8
Los israelitas estaban hambrientos por el largo viaje en el desierto. Dios, a través de la instrumentalidad y liderazgo de Moisés, hizo llover sobre ellos pan del cielo, llamado Maná, que significa ¿Qué es esto?
Si no comemos, todos estamos destinados a morir en el plano humano y natural. De la misma manera, si no cuidamos de nuestras almas con el Pan de Vida, estamos todos destinados a morir y perecer por toda la eternidad.
El maná en el desierto es un símbolo o tipo de la Sagrada Eucaristía.
De hecho, Jesús en el Discurso del Pan de Vida, hace referencia a Moisés y el maná en el desierto:
"Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera". (Juan 6,49-50)
5. Cruzando el Mar Rojo - Éxodo 14
El símbolo claro en este pasaje es que los judíos pasaron de la esclavitud a la libertad, guiados por Moisés, su líder. Ellos fueron liberados de la opresión y de la esclavitud de los egipcios. Su salida era a través del Mar Rojo.
En un sentido paralelo, el pecado es la esclavitud en nuestras vidas. Al derramar Su sangre en la cruz del Calvario en el Viernes Santo, Jesús alcanzó para nosotros la verdadera libertad de hijos de Dios.
Al recibir Su cuerpo y sangre, somos fortalecidos, purificados, y hechos más fuertes para así poder pasar de esta vida hacia la vida Eterna en el cielo.
6. Elías el Sacerdote - Reyes 19
Mientras huía por su vida de la malvada Reina Jezabel y el Rey Ahab, luego de un día de viaje, Elías colapsó en un estado de profunda desolación. Esto se convirtió en un sueño profundo que se apodero de él.
Dios envió un ángel a Elías para despertar a este hombre de Dios. El ángel le llevo pan a Elías para que comiese, una primera vez y luego otra. Luego de comer del pan, Elías caminó durante cuarenta días y cuarenta noches gracias a la fuerza que recibió al comer aquel pan.
Este pan llenó a Elías de una súper energía que lo ayudo a caminar todo el trayecto hasta la sagrada montaña donde se encontró al Señor en una suave brisa.
Nuestro viaje hacia la eterna montaña que llamamos Cielo es largo, peligroso, agotador y peligroso. Necesitamos la energía y la fuerza para perseverar en el viaje. Esa energía todo poderosa viene de Jesús, quien es verdaderamente el Pan de Vida y alimento para el viaje hacia nuestro hogar celestial.
7. El Buen Pastor - Salmo 23
Posiblemente, para sorpresa de muchos, hay ciertamente notas con un significado eucarístico presentes en este Salmo. ¡Si! ¿En qué manera?:
"Unges mi cabeza con aceite…mi copa esta rebosante…a lo largo de mis días morare en Tu casa Señor por siempre".
Estas tres frases separadas ciertamente tienen connotaciones Eucarísticas y representaciones simbólicas.
Ungir se refiere al sacerdocio necesario para celebrar la Misa; la copa se refiere a la Sangre de Cristo; la Casa del Señor se refiere al Cielo, lo que significa, que si alimentamos nuestra vida con el Pan de Vida y con la Copa de la Salvación llegaremos a nuestro eterno y permanente hogar: el Cielo.
Ahora pasaremos del viejo Testamento al Nuevo Testamento y ahondaremos en las muchas fuentes de inspiración que podemos leer y meditar para hacer crecer nuestra fe, amor y devoción por Jesús quien está verdaderamente presente en el Pan de Vida.
8. Signos poderosos de Jesús - Juan 6
Una vez más regresamos al muy importante capítulo 6 del Evangelio de San Juan. Este largo capitulo nos ofrece tres temas esenciales para nuestra meditación:
Jesús multiplica los panes. Aquí Jesús trabaja un milagro en lo natural para la multitud y para nosotros, como para disponer y preparar nuestra mente, corazón y almas para el milagro de la Eucaristía.
Jesús camina sobre las aguas: Si verdaderamente creemos en el Señor, nosotros podemos realizar milagros. "Señor, yo creo, pero aumenta mi fe" (Mc. 9:24)
Finalmente, como a 2/3 del capítulo 6 del Evangelio de San Juan, se encuentra el Discurso del Pan de Vida. Esta magnífica predica de Jesús nos enseña sin balbucear o tartamudear, con la mayor claridad, que si nosotros queremos vivir para siempre debemos alimentarnos con el Pan de Vida. ¡Por supuesto, esto se refiere a la Eucaristía y la Sagrada Comunión!
9. La Institución de la Eucaristía - Mateo 26
En el contexto de la Ultima Cena, Jesús celebra la Primer Misa en esa noche del Jueves Santo.
En el mismo contexto Jesús instituye y ordena a los primeros sacerdotes; estos son los Apóstoles. Con sorpresa y agradecimiento debemos elevar nuestros corazones en alabanza al Señor por tan sublime regalo.
Que nosotros podamos suplicar por un mayor fe y amor por la Eucaristía, así como implorar al Señor por buenos y Santos Sacerdotes.
10. Jesús está a la puerta y llama - Apocalipsis 3
Este corto y revelador pasaje presenta a Jesús como un peregrino viajero que toca a la puerta.
El dueño de la casa puede tomar la decisión ya sea de dejar la puerta cerrada e ignorar el llamado a su puerta o puede escoger abrir la puerta al viajero e invitarlo a cenar.
La Eucaristía es el Señor tocando a la puerta de tu corazón ahora. ¿Cuál será tu respuesta?
11. Abuso de la Eucaristía - 1 Corintios 11
Este pasaje en la Carta de San Pablo a los Corintios parece explotar. Desafortunadamente, en esta temprana comunidad había miembros que estaban abusando de la Eucaristía. Los más asiduos estaban comiendo y bebiendo, incluso emborrachándose y rechazando a los pobres.
Luego de este escándalo, ellos comían el Cuerpo y bebían la Sangre del Señor, y San Pablo les dice que esto será su propia condenación.
Este pasaje bíblico nos da bases sobre la importancia de recibir la Eucaristía, el Cuerpo y la Sangre de Jesús, en un estado de gracia. De lo contrario, podríamos estar comiendo y bebiendo, ¡no para nuestra salvación, sino para nuestra propia condenación!
12. El Camino de Emaús - Lucas 24
Un hermoso y reconfortante pasaje de la Pascua, en esencia este pasaje nos ofrece un resumen de la Santa Misa en miniatura.
Dos discípulos, alejándose de Jerusalén luego de la crucifixión y muerte de Jesús, se encontraban en las profundidades de la desolación, hasta que un "extraño" se les une. Ese extraño era Jesús resucitado, no reconocible para ellos.
La caminata en camino a esa pequeña posada, hablando con Jesús y escuchándolo, es la Liturgia de la Palabra. El Partir el Pan en la pequeña posada en Emaús es la Liturgia de la Eucaristía.
Una interpretación clave: cuando vivimos y caminamos sin Jesús, vivimos y caminamos en una profunda oscuridad, desolación y tristeza. Sin embargo, una vez Jesús, el hijo de Dios y Luz del Mundo, atraviesa las nubes y brilla en nuestro camino, las nubes de tristeza se disipan y experimentamos un gozo abundante y sobrecogedor 
"¿No es verdad que el corazón nos ardía en el pecho cuando nos venía hablando por el camino y nos explicaba las Escrituras?"
13. El Padre Nuestro
En la Oración del Señor, que comúnmente llamamos "El Padrenuestro", hay siete peticiones. Una de estas se refiere a la Eucaristía y la Sagrada Comunión.
"Danos hoy nuestro pan de cada día…"
Una forma en las que podemos interpretar esto es que nos llama, a tanto como nuestras obligaciones diarias nos lo permitan, asistir a Misa y recibir la Sagrada Comunión incluso todos los días.
En otras palabras, el pan de cada día podría ser interpretado como una misa diaria y comunión diaria.
Aquellos que se han formado el habito de la Misa y Comunión Diaria han encontrado que no pueden vivir sin este alimento. Prueba hacerlo: Misa y Sagrada Comunión diaria.
14. Recibiendo a Jesús y a María - Lucas 1,36
Cuando Nuestra Señora dio su consentimiento a nuestro Dios a través del Arcángel San Gabriel con las palabras de su Fiat/Sí:
"Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad". (Juan 1,14)
El Papa San Juan Pablo II hacia un paralelo entre el sí de María a Dios y nuestro AMEN cuando recibimos a Jesús en la Sagrada Comunión.
En este sentido, el SÍ de María resulta en el recibir a Jesús en su corazón, mente, cuerpo y alma; así como nuestro AMEN cuando recibimos a Jesús en la Misa da como resultado que Jesús entre en el propio centro de nuestro ser.
Por esta razón, es importante rogar a María por la gracia de recibir a Jesús con fe, devoción y amor en la Sagrada Comunión.
15. El Magníficat - Lucas 1
Concluimos con una nota Mariana tomada de un gran amante de María, San Luis de Montfort, que nos dejó la Verdadera Devoción a María.
En lo relacionado a la Misa, la Sagrada Comunión y la Eucaristía, San Luis dice que una de las mejores formas en las que podemos rendir un verdadero agradecimiento a Jesús luego de recibirlo en la Sagrada Comunión es al rezar el Magníficat de María:
"Mi alma proclama la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador..."
A través de la intercesión del más puro e Inmaculado Corazón de María podemos todos hacer crecer nuestra fe, creencia, devoción y amor por Jesús con frecuentes Misas y Santas Comuniones.
En verdad, Jesús es el Pan de Vida y cualquiera que coma Su Cuerpo y beba Su Sangre tendrá vida eterna en gozo, paz y felicidad para siempre en el Cielo.
"¡Oh, sacramento santo, oh sacramento divino, toda alabanza y toda acción de gracias sea todo momento tuyo!".
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edadmedia2019 · 5 years
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Comer y dejar de comer: eucaristía y ayuno en la Baja Edad Media
“[El Padre] bajo doble especie / dio carne y sangre / para que en esta doble sustancia / se alimentara todo hombre” escribe Tomás de Aquino en su poema O Salutaris Hostia en el siglo XIII. Para este entonces la Eucaristía ya es un sacramento altamente importante en la Iglesia Católica y, como bien sugieren los versos del Santo, tanto la hostia como el vino son un consumo constante para los creyentes y casi diario para el clero. De hecho, el desarrollo de la cristiandad en la Baja Edad Media, con sus diferentes dogmas, es de gran influencia en las prácticas alimenticias. En efecto, el hecho de que una institución de tan alta influencia, como lo era la Iglesia, estableciera tanto ritos como pecados y castigos altamente relacionados con la alimentación determina inevitablemente hábitos en la vida cotidiana de los creyentes. Dicho fenómeno se da especialmente en la Europa Occidental con la Iglesia Católica Romana y se manifiesta particularmente en hombres y mujeres clericales de todo tipo de órdenes episcopales, aunque incide necesariamente en toda la población. Así pues, es posible considerar las diferentes dimensiones que relacionan comida y cristiandad en la Edad Media y observar cómo las prácticas religiosas sobrepasan las fronteras de la Iglesia, afectando los hábitos cotidianos y la concepción misma de lo que es comer. En este orden de ideas, es preciso exponer la historia de la Eucaristía junto con otros términos que la acompañan (gula y ayuno), la influencia que estos tuvieron en la vida cotidiana y, finalmente, la influencia de todo ello en la materialidad y la preparación del pan y del vino eucarístico.
 Si el tema a considerar es la alimentación bajo-medieval en su influencia cristiana es inevitable comenzar examinando la Eucaristía, sacramento del que se desprenden más adelante otros elementos importantes para tratar dicha cuestión. También llamada la Santa Cena, la Eucaristía aparece por primera vez alrededor del año 200 D.C bajo el pretexto de haber sido establecida originalmente por el mismo Jesús. En efecto, en el evangelio de Lucas (22:19-20) se relata al respecto de Jesús en su Última Cena lo siguiente:
Después tomó el pan en sus manos y, habiendo dado gracias a Dios, lo partió y se lo dio a ellos, diciendo: “Esto es mi cuerpo, entregado a muerte en favor de ustedes. Hagan esto en memoria de mí”.  Lo mismo hizo con la copa después de la cena, diciendo: “Esta copa es la nueva alianza confirmada con mi sangre, la cual es derramada en favor de ustedes”
Desde entonces, la Alta Edad Media establece la Eucaristía como un hábito cristiano cuyo objetivo era, esencialmente, la unión de los creyentes y de las poblaciones entre sí. En efecto, como menciona la historiadora medieval Caroline Walker Bynum en una de sus obras, “Rich and poor, Jew and Gentile, coward and hero, all celebrated together. Eating Christ's body was an inclusive act, one that created community” (1987, p.49). El sacramento nace entonces como una práctica inclusiva, el pan eucarístico jugando el rol de símbolo de la diversidad en la unidad. Además, es desde entonces el más importante hábito alimenticio de la religión cristiana: la hostia y el vino se convierten en la comida de los cristianos por excelencia.
 Sin embargo, la Baja Edad Media trae consigo cambios en el sacramento Eucarístico, que pasa de ser un simple rito alimenticio a tener un significado de mayor peso. En efecto, si bien Jesús habría pronunciado que el pan era su cuerpo y el vino su sangre, dichos términos no causan problemas conceptuales ni debate alguno hasta mucho después, entre el siglo IX y XII. En dicho momento, el problema de la naturaleza de la comida eucarística se convierte en un tema teológico y en una discusión constante, además de cambiar toda la relación que tendrían los creyentes con Dios a la hora de realizar el sacramento. Un ejemplo claro del debate es lo que Pascaline Turpin llama la “querelle eucharistique”, una discusión en el siglo XI entre el teólogo francés Bérenger de Tours y el italiano Lanfranc de Pavie al respecto. El primero afirma que tanto el vino como la hostia son tan solo símbolos de la sangre y el cuerpo de Jesús, retomando la idea de San Agustín de que el sacramento eucarístico es el signo de una realidad sagrada: la presencia de Cristo es entonces “in figura”, simbólica. Lanfranc, por el contrario, asegura que Jesús está milagrosamente presente en toda corporalidad a la hora de hacer el sacramento. La hostia y el vino no son entonces un simple signo del cuerpo y la sangre de Jesús sino que con tanto signo como significado de ello (Turpin, 2011). Más adelante, en el siglo XII, surgiría un debate acerca de si el cuerpo de Jesús estaría siempre presente en el alimento eucarístico o solo a la hora de la consagración. La conclusión general fue que hasta no haber pronunciado las palabras “Hoc est enim corpus meum” sobre la hostia y el vino, Jesús no aparecería en ninguno: “since a body cannot exist without blood and since the blood was clearly not yet present, the wine not having been consecrated, Peter the Chanter concluded that the body could not be present until the words over the wine were said” (Bynum, 1987, p.53).
Dichas discusiones aportan, más tarde, los términos de transubstanciación (presencia de Jesús en la hostia y el vino) y concomitancia (necesidad de consagración tanto del cuerpo como de la sangre antes de dicha transubstanciación). De hecho, se empieza a implementar un cambio terminológico: antes de la consagración sería preciso decir “pan de altar”, después sí podría llamarse hostia. Además, cambia el significado del sacramento como tal. Efectivamente, deja de ser una oportunidad de reunión de creyentes para convertirse en un momento de adoración a Jesús. Ya no se trataba de esperar a comer la hostia y tomar del vino para dar muestra de fe sino que tan solo con la mirada se podía presenciar el milagro de la llegada de Cristo en manos del sacerdote (Bynum, 1987). La importancia que el sacramento gana en ese entonces con el enriquecimiento conceptual del vino y la hostia lleva, finalmente, en el siglo XIII a proclamar una festividad en honor al sacramento: el Corpus Christi. Sería propuesta en 1208 y oficializada en 1264 por el papa Urbano IV.
Paralelamente a este desarrollo de la Eucaristía, evoluciona también el hábito del ayuno. Se practica no sólo en las fiestas santas, tales como la Cuaresma, sino también en gran relación con el sacramento eucarístico. Es allí donde se puede empezar a evidenciar la influencia de una práctica en apariencia puramente religiosa en la vida cotidiana de la Europa cristiana. En este sentido, la Santa Cena promovía el ayuno en dos aspectos, uno relacionado con lo sacramental y el otro con lo pecaminoso. Por un lado, era precisa cierta preparación para poder consumir de manera correcta el pan y el vino eucarístico. Un ayuno previo limpiaba el cuerpo y lo disponía para recibir de manera correcta el sacramento. Como bien dice Caroline Bynum: “renunciation of ordinary food prepared the way for consuming Christ.” (1987, p.3). Por otro lado, era necesario llegar libre de pecados a la hora del sacramento. En este orden de ideas, el ayuno era tanto un castigo proscrito en algunos casos después de la confesión como una forma de luchar constantemente contra la gula. Entre los pecados capitales, este era el que le abría las puertas a los demás y, por ende, el que era evitado con más fervor: “Jerome and Cassian had taught that meat and wine excited sexual lust and that gluttony was the basic source from which flowed other sins” (Bynum, 1987, p.82).
Así pues, la Eucaristía influencia la vida cotidiana de los creyentes, quienes al fin y al cabo eran mayoría poblacional en la Europa occidental bajo-medieval. Lo hace, entre otros, introduciendo una práctica de ayuno intensa que más que nada influencia a las mujeres de la época. En efecto, parece ser que dichas prácticas causan los primeros casos de lo que después los especialistas llamarían trastornos alimenticios, Santa Catalina de Siena siendo tal vez el mayor ejemplo de ello. Las causas son múltiples. En primer lugar, en la mayoría de los casos las mujeres religiosas se comprometían con su fe y castidad desde más temprana edad que los hombres. Eran, si se quiere, más devotas. Esto, además, tenía seguramente fuerte relación con los arquetipos que se tenía de hombres y mujeres religiosos en la época. Efectivamente, como dice Bynum, “Both men and women saw female saints as models of suffering and inner spirituality, male saints as models of action” (1987, p.25). De esta forma, una mujer dispuesta a tomar el voto de castidad o de pertenecer a una orden estaba más dispuesta al sufrimiento que un hombre que tomaba sus mismos pasos, pues seguía el ejemplo de los modelos femeninos religiosos por excelencia. Entre ellos, María Magdalena era la figura que más apelaba al ayuno pues, según una leyenda medieval, habría dejado de comer durante años en el desierto de Marsella. En segundo lugar, las mujeres eran, en general, más dadas a relacionarse con la comida. Eran quienes permanecían en mayor contacto con la producción y distribución de la comida, la cocina siendo un espacio más que nada femenino. Adicionalmente, parecía haber más indicaciones relacionadas con la comida para mujeres que para hombres. De hecho, los hombres del clero solían escribir al respecto. Finalmente, en cuanto a la Eucaristía en específico, las mujeres estaban más íntimamente ligadas a los milagros que se le atribuían al sacramento: como dice Peter Brown, “the eucharistic miracle is almost entirely a female genre” (Bynum, 1987, p.76). Así pues, las mujeres eran más dadas a prepararse para dicho sacramento puesto que veían más probable una realización milagrosa.
La biografía misma de Catalina de Siena da cuenta en muchos sentidos de los aspectos femeninos relacionados con el comer y el dejar de comer de las prácticas cristianas. Devota desde muy temprana edad y convencida con fervor de ello a pesar de su familia, Santa Catalina se dedica desde muy pequeña al ayuno junto con otras prácticas cristianas. Muy pronto, su única comida común fue el alimento eucarístico, que recibía casi a diario y ansiaba intensamente. En efecto, su confesor y biógrafo más cercano, Raimundo de Capua, decía al respecto que “Her longing for more and more frequent communion was so intense that when she could not receive it her very body felt the deprivation, and her forces seemed to droop”. (Bynum, 1987, p.168). De hecho, la misma obra de Catalina de Siena, en especial sus Diálogos, demuestran la importancia del sacramento eucarístico y su dimensión alimenticia para la Santa. Entre otras, estas son las afirmaciones que hace: “el alma se pone a los pechos de Cristo, que es la caridad, y saca de él la leche de la virtud, en la que halla la vida de la gracia.” (1378, p.229) al respecto de la relación con Jesús a la hora de la comunión; “Esta luz verdadera, si el alma no se halla preparada como se debe para tanto santo misterio, no permanece en ella, sino que desaparece, y queda en el alma mayor confusión, oscurecida por las tinieblas y gravada con su culpa.” (1378, p.261), al respecto de la preparación necesaria para limpiar el cuerpo y disponerlo a una adecuada eucaristía; y, “ves que no sólo con los sentidos corporales debéis recibir y ver este sacramento, sino con los sentidos espirituales, preparándolos con afecto de amor para recibirlo y paladearlo.” (1378, p.263), al respecto de las múltiples dimensiones que para ella significaba comer, más allá del acto físico como tal. Más allá de eso, sin embargo, parecía que para Catalina el ayuno se habría vuelto un acto involuntario y que incluso Jesús, en visiones, le habría pedido que parara y comiera con su familia. Ella, sin embargo, había sido incapaz de hacerlo, prueba de que dicha práctica se vuelve algo más que un hábito cristiano: es allí que los primeros trastornos alimenticios aparecen en las mujeres.
Ahora bien, una última influencia de la Eucaristía en la vida cotidiana y en las prácticas alimenticias de las personas de la época fue la forma misma de relacionarse con la comida. En efecto, el sacramento añadió y modificó significados atribuidos al concepto de comer. Como dice Bynum, “medieval people often saw gluttony as the major form of lust, fasting as the most painful renunciation and eating as the most basic and literal encountering with God” (1987, p.2). Así pues, comer tomaba gran fuerza y engrandecía la relación del creyente con Dios mismo, pues se convertía a través del sacramento en una vía directa para encontrarse con el Señor. Además, con el establecimiento de la transubstanciación en la Baja Edad Media, comer la hostia se cargaría de un gran peso: “to eat God was imitatio crusis” (Bynum, 1987, p.67), era sufrir cual lo había hecho Jesús en la cruz. Comer, por ende, termina siendo para los cristianos, y sobre todo para el clero, mucho más que nutrirse y saborear: era una acción mística de gran importancia. En fin, en esta infografía se resumen los impactos del sacramento eucarístico en la vida cotidiana bajo-medieval. 
En última lugar, el pan y el vino de altar en tanto que alimento sacramental fue sujeto de múltiples debates acerca de su preparación. En este orden de ideas, las fuentes más fidedignas acerca de la receta adecuada para prepararlos son las obras teológicas mismas que declaraban los ingredientes propios para llevar a cabo una buena hostia y un buen vino. Entre ellas, las más específica es la Tercera Summa Teológica de Tomás de Aquino. Allí, el autor resuelve dudas teológicas acerca de la pertinencia de los diferentes ingredientes para el alimento en cuestión. En cuanto a la hostia, Santo Tomás aclara lo siguiente:
Pues bien, entre todas las clases de pan, el de trigo es el que los hombres más comúnmente utilizan, ya que las otras clases de pan parece que se han introducido cuando faltaba el de trigo. Por lo que se cree que Cristo instituyó este sacramento utilizando pan de trigo. El cual, por otra parte, es de mayor alimento, por lo que es mejor para significar el efecto de este sacramento. Por consiguiente, la materia propia de este sacramento es el pan de trigo. (1274)
Allí, además, menciona que el trigo debe estar sin levadura ni almidón, puesto que dichos elementos se obtienen del “trigo corrompido”, además de afirmar que es posible mezclar el trigo con otros cereales de ser necesario, pero esa mezcla debe ser mínima pues, de lo contrario, también se corrompe el trigo y el alimento no se vuelve apto para el sacramento. En cuanto al vino, dice que debe ser solamente preparado con vid, puesto que “la vid significa mejor el efecto de este sacramento, que es la alegría espiritual, pues está escrito (Sal 103,15) que el vino alegra el corazón del hombre” (Tomás de Aquino, 1274). Debe, además, evitarse que el vino se corrompa avinagrándose. Finalmente, el vino debe mezclarse con agua para llevar a cabo el sacramento: “esta mezcla se adapta a la representación de la pasión del Señor… [y] esta mezcla sirve para significar el efecto de este sacramento, que es la unión del pueblo cristiano con Cristo” (Tomás de Aquino, 1274). Todo esto, sin embargo, se puede considerar únicamente para la Iglesia Occidental. En Europa oriental, la Iglesia Ortodoxa se consagraba con hostias con levadura y eran más laos en cuanto a los ingredientes utilizados para el sacramento.
           En última instancia, considerando otras dimensiones técnicas y materiales de la preparación del alimento eucarístico, se puede constatar que con el desarrollo del concepto de transubstanciación y concomitancia llegan también cambios físicos en el altar. En efecto, la hostia y el vino se empiezan a adorar en tanto que cuerpo y sangre de Jesús, por lo que, por ejemplo, en el siglo XII se empieza a estampar a Jesús en la hostia (Bynum, 1987) con la ayuda de moldes “compuestos por dos espátulas que se juntan con la ayuda de dos asas curvadas que actúan como una palanca” (Leclercq, 1910). Ahora, en cuanto a las personas encargadas de prepararla, en 1576 en concilio de Milán establece que sólo el clero puede encargarse de ello y, más adelante en 1631 se establece que “"en cada ciudad haya una persona encargada de hacer los panes de altar con el mejor y más puro trigo y de la manera que se le indique. Él debe hacer con anterioridad un juramento de cumplir fielmente los deberes de su oficio. No se le permitirá comprar a otros el pan que se utilizará en el Santo Sacrificio” (Leclercq, 1910). Antes de ello, sin embargo, los panaderos solían encargarse de preparar la hostia. Esta imagen demuestra algunos elementos mencionados anteriormente. 
           En conclusión, el sacramento de la Eucaristía se desarrolla lo suficiente en la Baja Edad Media como para llegar a causar un impacto considerable en la vida cotidiana de la población. Entre otros, redefine la relación misma de las personas con la comida e introduce una práctica constante en los más devotos: el ayuno. En específico, las mujeres se ven afectadas por dichas prácticas de manera directa y es posible considerarlas causantes de los primeros casos de anorexia y bulimia. Todo ello causó, necesariamente, cambios físicos y debates teológicos en cuanto a la materialidad misma del pan y el vino eucarístico. Alimentos que, al fin y al cabo, hacían parte del día a día de un gran número de personas para la época.
Bibliografía
Aquino, T (1274). Tercera Summa Teológica. Recuperado de: http://hjg.com.ar/sumat/d/c74.html
Bynum, C. W. (1987). Holy Feast and Holy Fast : The Religious Significance of Food to Medieval Women. Berkeley: University of California Press. Retrieved from http://search.ebscohost.com.ezproxy.uniandes.edu.co:8080/login.aspx?direct=true&db=nlebk&AN=40049&lang=es&site=ehost-live
C., De Siena, Santa. (1956). El diálogo. Madrid: Rialp.
Leclercq, Henri. "Host." The Catholic Encyclopedia. Vol. 7. New York: Robert Appleton Company, 1910.
Turpin, P. (2011). Querelle eucharistique et épaisseur du sensible : Bérenger et Lanfranc. Revue des sciences philosophiques et théologiques, tome 95(2), 303-322. doi:10.3917/rspt.952.0303.
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cesdiazserr · 5 years
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¿Qué es la Misa?
¿Crees que la misa es aburrida?
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¿Sabes qué es la Misa? ¿Es aburrida la misa y todo lo que sucede en ella? ¿O somos nosotros quienes llevamos el aburrimiento puesto?
¿Que es la Misa para ti? ¿Crees que la Misa es aburrida? La misa es un acto central precioso de adoración en la vida de todo católico. Cuando participas de la Santa Misa, estás participando de una comunión universal con todos los ángeles del Cielo junto a todos los Santos de Dios y todas las creaturas divinas, potestades que existen en el firmamento, para pasar un tiempo maravilloso y glorioso con Dios Creador, y al mismo tiempo, recibir las fuerza, sus gracias, bendiciones y toda la fortaleza interior que necesitamos para avanzar en nuestro camino cristiano
¿Qué es la Misa?
Antes que nada, debes saber que el nombre "Misa" viene de la bendición final (palabra en Latin) pronunciada por el sacerdote: "Ite missa es" que significa: "enviar" como Jesucristo envió a sus discípulos al mundo a predicar la buena nueva.
La Misa es nuestra manera de mostrarle a Jesús que lo amamos y cómo le expresamos nuestro agradecimiento por el Don de la salvación que derramó sobre toda la humanidad.
A través de la Iglesia queJesús fundó en San Pedro, Dios nos pide que obedezcamos el tercer mandamiento participando de la Fiesta de la Misa.
En su Carta a los Corintios, San Pablo nos habla de la Misa de una forma que busca exhortar a todos a participar de ella de forma que la adoración sea agradable a Dios
"Que cada uno se examine a sí mismo antes de comer este pan y beber esta copa; porque si come y bebe sin discernir el Cuerpo del Señor, come y bebe su propia condenación... Así, hermanos, cuando se reúnan para participar de la Cena, espérense unos a otros". (1 Corintios 11, 28-29.33)
La celebración de la Santa Misa no ha cambiado mucho desde el comienzo de los 2.000 años de historia de la Iglesia (CIC 1345). La Misa es un SACRIFICIO perfecto de adoración, un SACRAMENTO y una COMUNIÓN donde Jesús, nuestro Señor, está presente en su Palabra, en su sacerdote, en la reunión de su pueblo, y muy especialmente en las especies eucarísticas.
La Misa como Sacrificio.
Antes de cualquier fiesta o celebración tiene que haber algo de dar, algo de sacrificio. El elemento sacrificial de la Misa ocurre dentro del sonido de 4 campanas.
Primera campana: es una llamado. El Espíritu Santo está siendo invocado sobre los dones del Pan y del Vino. La Iglesia nos pide que estemos de rodillas en este momento porque es a Dios a quien estamos adorando y esperando.
Segunda campana: suena después de las primeras palabras de consagración: "Este es mi Cuerpo".
Estas palabras hacen exactamente lo que Jesús hizo en la Última Cena. Esa noche antes de morir, Jesús se sostuvo a sí mismo en sus manos, sacrificó Su Cuerpo al Padre por todos nosotros.
En este punto de la Santa Misa, el sacerdote muestra la muerte de Jesús en el Calvario de una manera incruenta, tal como Cristo lo hizo en la Última Cena.
El sacerdote, por el poder de Cristo, actúa en la persona de Cristo, y por las palabras de consagración, transforma el pan en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.
Tercera campana: suena después de que el sacerdote dice las segundas palabras de consagración: "Esta es mi Sangre...".
Jesús transformó el vino en Su Sangre al final de la Última Cena. Él mostró su muerte, su sacrificio de amor. Mostró su CUERPO y su SANGRE separados y los ofreció a Dios Padre.
El sacerdote en la Misa hace lo mismo: transforma el pan en el Cuerpo de Cristo y luego el vino en la Sangre de Cristo.
En la Última Cena, Jesús llamó al pan consagrado SÓLO SU CUERPO, y al vino consagrado SÓLO SU SANGRE. Esto fue hecho para mostrar Su sacrificio eterno (la separación de la Sangre del Cuerpo, que siempre significa muerte) bajo las formas de pan y vino hasta que Él regresa con toda su Gloria.
Por lo tanto, son las consagraciones SEPARADAS de pan y vino las que explican la naturaleza sacrificial de la Misa. Es el mismo sacrificio ofrecido en la Cruz sólo en el Calvario, como en la Última Cena, de manera incruenta.
Cuarta campana
Esta campana suena en la Comunión del sacerdote. Anuncia el fin del elemento sacrificial de la Misa.
Se hace sonar cuando el sacerdote consume la preciosa Sangre. Como cuando Cristo dijo en la Última Cena:
"He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión, porque les aseguro que ya no la comeré más hasta que llegue a su pleno cumplimiento en el Reino de Dios". Y tomando una copa, dio gracias y dijo: "Tomen y compártanla entre ustedes. Porque les aseguro que desde ahora no beberé más del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios". (Lucas 22,15-18)
Cristo no bebió la última copa habitual de la celebración pascual de la Última Cena hasta que, al día siguiente, en Su crucifixión, se le dio vino agrio mientras padecía en la Cruz, y entonces Cristo dijo: "Todo está consumado", (Juan 19,30), y murió por nosotros en un perfecto sacrificio de amor.
La Misa: Sacramento de la Eucaristía.
La Misa es la Fiesta que Dios escogió para traer a Cristo REALMENTE vivo y presente bajo las apariencias del pan y del vino.
Después de la consagración, el pan y el vino ya no son pan y vino, sino que son, en realidad, Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. No estamos hablando en sentido figurado o un sentido metafórico como lo creen algunos.
En el Evangelio de San Juan, Jesús habla LITERALMENTE acerca de darnos de comer su Carne y su Sangre. Muchos de sus seguidores lo dejaron solo cuando dijo esto, pero no por eso, Cristo echó atrás este regalo milagroso.
En la Eucaristía ocurre la TRANSUBSTANCIACIÓN (el pan y el vino se transforman en el Cuerpo y la Sangre del Señor), y creemos esto por la Fe, porque Jesús lo dijo LITERALMENTE y Su Palabra es verdadera. Su Cuerpo y Sangre es alimento para nuestras almas:
"Si no comemos y bebemos la Carne y la Sangre del Señor, no tenemos vida en nosotros". (Juan 6,53).
No estamos adorando un pedazo de pan o vino, estamos adorando LA REAL PRESENCIA VIVA del Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor.
En el Sacramento de la Eucaristía, Jesús permanece presente aquí en la Tierra con nosotros de una manera muy real, visible y tangible.
La Misa es comunión.
Celebrar la Santa Misa es también celebrar una COMUNIÓN completa con Cristo y su pueblo santo, debido a que en la Última Cena (cuando se instituyó la Eucaristía) Jesús oró para que todos seamos uno:
"Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste". (Juan 17,21).
Este deseo de unidad de Nuestro Señor tiene su expresión más plena en la Comunión Eucarística. En cierto modo, nos convertimos en lo que comemos. Sin esta perspectiva, las palabras del Padre Nuestro, "danos hoy nuestro pan de cada día", carecen de todo su significado.
En la comunión, Dios quiere que tengamos una relación íntima, profunda y estrecha con su amor, que nos convirtamos en miembros eucarísticos de su Cuerpo y seamos multiplicadores de su esperanza.
¿Que es la Misa? Una adoración preciosa.
En la Misa, el sacerdote hace realmente presente el Sacrificio de la Cruz, y trae en Cuerpo, alma, Sangre y Divinidad a nuestro Señor en las especies del Pan y del Vino. Un Milagro tan maravilloso como esto solo se le pudo haber ocurrido a Dios, un regalo precioso para nuestros corazones
Entonces, ¿Crees que la misa es aburrida? Tantas cosas que pasan en ella y que muchos pasan desapercibidos.
"Señor, danos un corazón puro para amarte siempre y como te lo mereces".
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