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#Movimiento de Trabajadores Excluidos
juanjoseojedadiaz · 8 months
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Llamó a garantizar participación ciudadana y restitución de partidos secuestrados
Manuel Isidro Molina denunció exclusión en reunión sobre cronograma electoral en la Asamblea Nacional
Caracas 08/02/24. (PS).- Manuel Isidro Molina, presidente del Movimiento Popular Alternativo (MPA) rechazó este jueves la forma en que se manejó la asistencia a la propuesta del cronograma electoral, realizado el pasado lunes 5 de febrero en la Asamblea Nacional. “Fuimos excluidos de este evento ya que convocaron públicamente para la tarde y adelantaron la reunión para las 10 a. m. lo que consideramos fue una maniobra indebida por parte del presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez y sus seguidores”.
Explicó que la lista de quienes asistieron al Parlamento fue “restringida y excluyente” asegurando que esto no permitió que desde el MPA se pudieran hacer algunos planteamientos críticos. “Situación en la que coincidimos con los amigos del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y los amigos del Bloque Histórico Popular”.
Señaló que parte de los planteamientos que llevaban a la Asamblea Nacional, consisten en que la elección presidencial “debe realizarse en diciembre próximo, para garantizar la libre participación democrática y la necesaria discusión pública”.
En cuanto al cronograma electoral que acuerde el Consejo Nacional Electoral (CNE) enfatizó que, “debe incluir lapsos suficientes para la restitución de los partidos que ha secuestrado el gobierno con sentencias judiciales amañadas”, al tiempo que recalcó que el órgano electoral “debe legalizar las organizaciones políticas represadas en su vericuetos bajo control absoluto del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV)”.
Manuel Isidro Molina consideró clave que el órgano comicial estimule y garantice la inscripción de nuevos votantes en el Registro Electoral, así como también proceder a la activación en todos los Consulados de Venezuela, el proceso de registro de votantes en el exterior. “Para evitar el fraude nocturno del PSUV en las mesas electorales, el CNE debe establecer una especie de horario bancario con cierre de puertas en los centros de votación a las 6 p.m. garantizando el voto a quienes hayan entrado a esa hora”.
“Cualquier otra reunión que convoque el Poder Legislativo, el Consejo Nacional Electoral o cualquier otra instancia, tanto de los poderes públicos como de la sociedad civil, el Movimiento Popular Alternativo asistirá y personalmente llevaré la voz exigente de la mayoría que no quiere más truculencia, engaños ni trampas”, sentenció.
Por otra parte, el también candidato presidencial independiente argumentó que los tiempos parecieran estarse acelerando, “con manejos irregulares por parte del gobierno mediante el ocultamiento de información a la comunidad nacional y a las organizaciones políticas, a lo que se le suma la utilización de la violencia por parte de organizaciones irregulares del gobierno con actuaciones censurables al margen de la Constitución y de las leyes”.
“Es inaceptable que la represalia a la Venezuela inconforme sea el espionaje, la censura y los ataques delictivos de bandas parapoliciales controladas desde la Sala Situacional de Miraflores con esa aberración que llaman La Furia Bolivariana”, preciso.
Deploró los hechos ocurridos recientemente en la población de Charallave en el estado Miranda, donde un acto de la candidata presidencial María Corina Machado fue atacado con palos y piedras por presuntos colectivos afectos al gobierno de Nicolás Maduro. “Este es un hecho que lamentamos como demócratas y como ciudadanos partidarios y defensores de la paz en nuestra patria, con el llamado a que este tipo de acciones no se repitan”.
Exhortó al Ministerio Público y a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) a “garantizar la seguridad y la paz para el buen desenvolvimiento del proceso electoral presidencial”.
Juan José Ojeda Díaz / Prensa de Solidaridad
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diario-vespertino · 1 year
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Emerenciano Sena, de ser el primer piquetero chaqueño a ser acusado por la desaparición de su nuera
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En las últimas horas la Justicia avanzó en nuevas pistas que comprometen aún más al dirigente social chaqueño Emerenciano Sena, a su hijo César Sena y su esposa Marcela Acuña, por la desaparición y posible femicidio de su nuera, Cecilia Strzyzowski, una joven de 28 años que fue vista por última vez ingresando al domicilio del dirigente social. La desaparición de Cecilia Strzyzowski puso en el foco de las sospechas y tras las rejas a una de las referencias sociales más fuertes de Chaco: la familia Sena. Una de las líneas de investigación que persigue la Justicia tiene que ver con un posible femicidio cometido por César Sena, esposo de la joven chaqueña de 28 años e hijo de Emerenciano Sena y Marcela Acuña, máximas autoridades de Socialistas Unidos por el Chaco, una de las colectoras del Frente Chaqueño en la provincia, que luego se supo que fueron bajados para participar de las PASO del próximo domingo, ante el impacto del caso. Además, se encuentran detenidos otros cuatro integrantes de la organización. Sena y Acuña, candidatos de Capitanich en una lista colectora. Fueron excluidos de las PASO por el impacto del caso Strzyzowski. En las últimas horas se llevó a cabo un allanamiento en un campo perteneciente a los Sena y se recabaron pruebas a partir de rastros de sangre, información proveniente de celulares de diferentes integrantes del movimiento social y hasta el testimonio de Gustavo Melgarejo, uno de los detenidos por la Justicia, que asegura haber visto a la víctima amordazada en una de las camionetas que utilizaba el dirigente. Marcela Acuña, su hijo César Sena y Emerenciano Sena. Hasta el momento, los integrantes del clan familiar se negaron a declarar y permanecen en un silencio inmutable, mientras distintos rastrillajes intentan dar con Strzyzowski, quien desapareció en momentos donde se disponía a viajar a Ushuaia junto a su marido, según indicaron desde la familia de la joven, cuestión que luego fue constatada por las pericias telefónicas. Imagen del casamiento de César Sena y Cecilia Strzyzowski. En este marco, este miércoles 14 de junio por la noche en la ciudad de Resistencia en reclamo de la aparición con vida de Cecilia Strzyzowski. Lo acontecido sacó a relucir un entramado de poder que se regenera alrededor de una organización que se construyó en los albores del movimiento piquetero a fines del siglo pasado y terminó tutelada por los negocios estatales. ¿Quién es y cuál es la historia de Emerenciano Sena? El dirigente social nació el 23 de enero de 1964 en la Isla del Cerrito, a la vera del Riacho Ancho, en Chaco. De padre pesquero y madre trabajadora doméstica, era el séptimo de 12 hijos. En su etapa preadolescente, se había ido a vivir a Barranqueras, localidad ubicada en los márgenes del río Paraná, a unos 15 minutos en auto de la gobernación.  De oficios varios, hizo pie en la construcción como albañil, lo que lo llevó a trabajar en empresas importantes como Techint, Ericsson y Sofer. A los 19 años, se vinculó a la Juventud Comunista y tejió lazos con dirigentes del partido, como Aurelio Díaz, y con referentes que venían de otras experiencias, vinculadas a Montoneros o al peronismo. Con ellos conformará, al interior de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (UOCRA) –y en oposición a su dirección–, la lista “Naranja-Violeta” que intentará construir una perspectiva clasista dentro del sector. Allí tuvo su primera experiencia sindical, realizando paros, boicots y movilizaciones en reclamo por mejoras salariales y de las condiciones de trabajo. Su figura irá tomando preponderancia a partir de 1999. En julio, vecinos y vecinas de Villa Los Lirios realizaron cortes de calle exigiendo respuestas al Estado, luego de que el desborde de una laguna de la zona inundara cientos de casas. Allí tiene lugar el “Barranquerazo”, movilización que dará lugar a la conformación del Movimiento de Trabajadores Desocupados General San Martín, del cual Emerenciano irá convirtiéndose en referente. El activismo de aquellas primeras acciones chaqueñas provenía de una célula que había sido expulsada del PC por plantear críticas hacia la lógica burocrática de la dirección. Emerenciano Sena, era uno de los militantes de ese grupo. El 27 de julio de 1999, tras la falta de respuestas a las constantes movilizaciones y cortes de calle, el MTD General San Martín instaló una carpa en la vereda de la gobernación. La acción fue conocida como “El Rancho de la Dignidad”. Será la medida que le dará al dirigente social más visibilización nacional logrando hacer contactos y articulaciones con el Movimiento Teresa Rodríguez (MTR) y varios MTD que más tarde conformarían la CTD Aníbal Verón. Durante ese año, llevarán a cabo importantes acciones en la ruta 11 en reclamo por mercadería y alimentos, volviéndose una referencia provincial de la lucha de las familias desocupadas. La represión del 17 de julio del 2000 al rancho de la Dignidad, generará un quiebre en el MTD chaqueño, dividiendo el espacio entre un sector ligado a diferentes organizaciones políticas y otra más vinculado al desarrollo de lo social y la figura de Sena. A partir de allí, el referente chaqueño se pondrá a la cabeza del Frente de Liberación Nacional y Social. Desde allí, realizarán un corte de tres días en la ruta 11 para fin de año. Luego de la acción, definirán cambiarse  su nombre a “MTD 17 de julio de Chaco”. Tras varios planes de lucha y en una confrontación abierta con el entonces gobernador radical, Ángel Rozas, Emerenciano Sena será detenido y encarcelado durante meses acusado de “intimidación pública e instigación a cometer delitos” por supuestas amenazas de cortes de rutas y ataques a casas de funcionarios. Tras ser liberado, viajará a Buenos Aires para tejer lazos con las combativas organizaciones piqueteras que se desarrollaban en el sur del conurbano. Tras una breve articulación en la efímera Coordinadora Sur, el chaqueño será el orador que represente dicho espacio en la primera asamblea piquetera nacional realizada en La Matanza el 24 de julio de 2001. Paradojas de la vida, su discurso se condensaba en una crítica al reformismo y se sostenía en la propuesta de una alternativa obrera: Tenemos que cuidar esto y que esto no termine en un grupo de malandras como ocurrió con el Frepaso y el Frente Grande. El enemigo es muy vivo y nosotros tenemos que ser más listos, más astutos. Dónde nos va a llevar el Polo Social o el ARI. Queremos un gobierno de obreros y de trabajadores Durante aquellos años puede verse en Sena un dirigente de base con planteos anticapitalistas y de confrontación directa con el poder estatal, que irá mutando al ritmo de la reconstrucción de la gobernabilidad que lograrán las clases dominantes tras la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre del 2001. La cooptación, los recursos y la deriva de los Sena  Emerenciano Sena junto a Jorge Capitanich. Existe un sinnúmero de ejemplos de dirigentes sindicales y políticos que a lo largo de los años han ido saltando de un lado al otro de la vereda de la lucha de clases. Sin más, el ya fallecido ferroviario José Pedraza, responsable del asesinato de Mariano Ferreyra, había sido integrante de la combativa “CGT de los argentinos” o el caso del mítico burócrata metalúrgico, José Rucci, quien involucionó desde una perspectiva forjada en la resistencia obrera a la dictadura a un cobijo dentro de las filas de la derecha peronista. Para no ir tan atrás en el tiempo, la actual candidata a presidenta, Patricia Bullrich, que pasó de integrar la columna norte de Montoneros a ser la referencia de la reacción y la represión en el país. En el caso del clan Sena, su metamorfosis fue dándose con el paso de los años y al calor de los recursos que el Estado empezará a girarles en tiempos de efectiva institucionalización. Con la llegada de Jorge Capitanich a la gobernación chaqueña, la perspectiva política del movimiento social que conducía irá modificándose y pasando de una oposición acérrima, como ocurría con las gestiones de Rozas y Roy Nikisch, a un acercamiento casi orgánico y poco disimulado con el peronismo chaqueño. Esta simbiosis quedará sellada durante el casamiento entre Sena y Acuña en diciembre de 2012, donde el gobernador será nada más y nada menos que testigo formal de la unión civil. Con la desmovilización de las organizaciones piqueteras posterior a 2003, la construcción dirigida por Sena se sumará a la órbita de “Sueños Compartidos” y los masivos proyectos para la construcción de viviendas populares. Tras una pelea con Sergio Schoklender, que por aquel entonces administraba los fondos de dicha iniciativa, la organización de Sena finalizará el proyecto habitacional a partir de fondos girados por la provincia. ¿Qué nombre elegirán para bautizar el emprendimiento? Barrio “Emerenciano”. La autoreferencia caudillezca no sorprenderá en la zona, ya que para esas alturas la organización se había rebautizado como “Movimiento Socialista Emerenciano”. Los fondos y gestiones le permitieron construir una estructura inmensa de poder, donde las viejas definiciones democráticas y asamblearias que habían acuñado los movimientos piqueteros en sus inicios ya no tenían lugar en la organización chaqueña, concentrándose el poder en el clan familiar. Confesos militantes contra la interrupción voluntaria del embarazo, Sena inauguró, en vísperas del día de la mujer, un playón deportivo con el nombre del femicida “Carlos Monzón”. En marzo del 2022, antes del Día de la Mujer, Emerenciano Sena le puso el nombre de Carlos Monzón a un polideportivo en Chaco. Los años fueron orandando la perspectiva piquetera que genuinamente desarrolló Sena a fines de los noventa, para dar lugar a una concepción empresarial y estatal de la organización popular, la cual necesariamente debía prescindir de las definiciones más genuinas que estructuran a los movimientos sociales en estos tiempos como son la democracia directa, la independencia política, y el feminismo. Al momento de su detención, Sena y Marcela Acuña se aprestaban a participar de la disputa electoral con una boleta colectora de Capitanich, siendo el dirigente social candidato a diputado y su esposa como postulante a la intendencia. Todo quedó suspendido por la Justicia que mientras les prohíbe participar de los comicios provinciales los investiga como responsables de la desaparición y el femicidio de Cecilia Strzyzowski. Notas:  Aurelio Díaz es un referente de la izquierda chaqueña. Décadas después fue diputado provincial por el Partido Obrero (PO). En medio de la detención, Emerenciano Sena, envió un mensaje de watsap  a los integrantes de su organización planteando que la dirección del espacio quedaba a cargo de Díaz, quien horas después salió a desmentir que se haría cargo del movimiento. Por su parte, el PO emitió un comunicado aclarando que Díaz hace tiempo no es orgánico a su partido y salió a exigir una investigación inmediata sobre lo sucedido.   Tijobrae2. Un Fantasma recorre la Argentina. Los Piqueteros (2001) – Ojo Obrero (PO-FIT) https://youtu.be/ZyMBaH32muo  En las últimas horas, el portal de noticias INFOBAE aseguró que Cesar Sena, principal sospechoso para la Justicia, percibe desde el 2022 un sueldo de la Dirección de Administración del Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de Chaco. :::ANRed::: Read the full article
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poavellaneda · 1 year
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Avellaneda y la precarización en el sistema de reciclado
El intendente Jorge Ferraresi reivindica el sistema de cooperativas de hambre y sin derechos laborales.
El pasado sábado 1° de abril, como parte de la campaña electoral, el intendente de Avellaneda (Buenos Aires) Jorge Ferraresi (Frente de Todos-PJ) participó de un acto de presentación de un informe del Programa Argentina Recicla.
Bajo el lema “Promover sistemas locales de reciclado con inclusión social de las y los recuperadores urbanos” el Estado centraliza a los y las cartoneros y cartoneras en cooperativas de trabajo, integrantes del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) en la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (Utep) de Juan Grabois. Todes laburando en la informalidad. Desarrollando las tareas peligrosas de revolver la basura en búsqueda de papeles y cartones, sin ART, ni aportes jubilatorios, ausentes del cobro del Salario Anual Complementario (o más conocido como aguinaldo). Efectuando sus labores a cambio de $34.750 mensuales, que es lo que hoy deposita el Programa Potenciar Trabajo. Mientras el salario mínimo, vital y móvil se ubica en $69.500 y la línea de pobreza supera los $163 mil.
En el acto, junto al jefe comunal, intervino Jhonatan Castillo presidente de la Cooperativa Recicladores Unidos, quien afirmó que “en Avellaneda, gracias a Jorge Ferraresi, esquivamos a los intermediarios” (Avellaneda Hoy, 1/4). Demostrando así que es el Estado el primer precarizador.
Si lo anteriormente informando no alcanzase para ver como la gestión municipal pauperiza las condiciones de labor y salariales se debe recordar que los concejales oficialistas vienen votando de forma negativa, cada vez que se pone en tablas la prohibición de la tracción a sangre, justificando que así “defienden la labor de los recicladores”. Laburantes que deben arrastrar pasadísimos carros por extensas horas.
De este modo, explotando la falsa economía popular, Ferraresi quiere mostrar una ciudad limpia. Mientras la realidad demuestra lo contrario. Las descargas cotidianas de cromo, zinc, plomo y demás metales pesados en aguas, tierra y aire por las decenas de industrias y petroquímicas (en Dock Sud se ubica el polo petroquímico más grande del país) empeorando y envenenando a miles y miles de familias trabajadoras. Solo en Villa Inflamable, sus habitantes, en especial niños y niñas, poseen el triple de lo normal de plomo en sus venas. Descargas sin ningún tipo de control por parte del municipio, ni de la Agencia Cuenca Matanza Riachuelo (Acumar).
En su intervención, el intendente y presidente del Partido Justicialista de Avellaneda afirmó que “las políticas públicas se hacen con los recursos de los que más tienen, no sacándole a los que menos tienen”. De lo dicho a lo hecho hay un gran trecho. El intendente “nac&pop” hace todo lo contrario. El ajuste, tarifazos y el trabajo no registrado es el programa de Jorge Ferraresi. Y lo viene desarrollando desde hace más de una década, con el aval y beneplácito de la oposición patronal (Juntos por el Cambio). Es hora de terminar con los políticos capitalistas responsables del incremento de la pobreza, la miseria y la barbarie ambiental.
Es tiempo de la izquierda y los trabajadores, para desenvolver un programa que defienda el trabajo genuino, bajo convenio de la actividad y con un salario que supere la canasta familiar, terminando con la precarización laboral y el hambre.
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denorteanorte · 1 year
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Grabois: “si nos persiguen o humillan es porque saben que intereses defendemos (…)”
El referente del Frente Patria Grande y del Movimiento de Trabajadores Excluidos MTE, Juan Grabois, presentó su libro, Los Peores (Sudamericana, 2022). Fue ayer martes en el Club Unión Vecinal Monte Viejo, de Beccar. Lo acompañó la referente social, Fernanda Miño, secretaria de Estado en un área de integración socio urbana, y vecina de La Cava. Grabois también exteriorizó que se presentará en…
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estudiogatica · 2 years
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#Fallos Desalojo: Reubicación de las personas pertenecientes al «Movimiento de Trabajadores Excluidos» que desarrollan la actividad de cartoneros en los galpones de la locadora, debiendo desalojar el predio por falta de pago https://t.co/D7XOrlBevJ
— ESTUDIO GATICA (@EstudioGatica) Nov 18, 2022
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jujuygrafico · 2 years
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El ministro Martín desmintió la falsa denuncia difundida por Grabois
Jujuy #Política | El ministro #LuisMartín desmintió la falsa denuncia difundida por #JuanGrabois
El ministro provincial de Seguridad, Luis Martín, negó terminantemente que la Policía de la Provincia haya procedido de manera ilegal en contra de un dirigente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE). Según el comunicado, el ministro dice que echó por tierra la falaz denuncia difundida a través de redes sociales por el piquetero Juan Grabois, quien desde “intereses sectoriales” e…
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elcorreografico · 2 years
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El gerenciador de planes sociales de Grabois dice que lo de Larreta "es fuego de artificio"
#Política #BUenosAires | El gerenciador de #planessociales de #JuanGrabois dice que lo de #HoracioRdriguezLarreta "es fuego de artificio"
El titular del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), Juan Grabois, destacó la presentación del Plan de Gestión del Ministerio de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires que lanzó el gobernador Axel Kicillof junto a la titular de esa cartera, Daniela Vilar, en el Estadio Único de La Plata. El dirigente sostuvo que “hay muchos desafíos en materia ambiental” y celebró el nombramiento de la…
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wingsex6 · 4 years
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escurreplatos acero inoxidable en laminas
Desde hace casi 20 años, OTEC desarrolla soluciones óptimas para el perfecto mecanizado superficial, gracias a un buen desarrollo de técnicas y a la más moderna ingeniería de máquinas y procesos. Siguiendo con las características técnicas de las herramientas necesarias que utilizamos en nuestro taller de mecanizados en Madrid de piezas de aluminio en Madrid, deben estar perfectamente afiladas, pulidas y sin rugosidades en las superficies de desprendimiento. Definición y análisis del sector profesional del título de técnico en mecanizado. Como empresa auxiliar de las industrias de producción, poseemos la suficiente experiencia en el mercado, además de la maquinaria necesaria para la reparación y construcción de piezas mediante procesos de mecanizado para el desarrollo de estas tareas. Mientras tanto, como el instituto no había dejado de investigar, descubrieron las herramientas de programación automática, las cuales se podían utilizar con la programación de los mecanizados CNC. Por ejemplo, podemos realizar el diseño de una pieza en SolidWorks 2018 y posteriormente realizar el programa de mecanizado en Mastercam. Un CNC es un equipo totalmente integrado dentro de máquinas-herramienta de todo tipo, de mecanizado, de corte, por láser, cortadoras, etc. UNIDAD DIDÁCTICA 4. SIMULACIÓN EN ORDENADOR MÁQUINA DE LOS MECANIZADOS POR CORTE Y CONFORMADO.
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Diseñado para moldes y matrices, el mecanizado CAD CAM de Cimatron ofrece gran rapidez y flexibilidad en todas las etapas de mecanizado industrial. Mecanizado CNC: se podrían elaborar diseños complejos, como los que podemos obtener con la impresión 3D, a costes superiores y en periodos de tiempo mayores. Cada uno de estos dos movimientos lo puede tener la pieza la herramienta según el tipo de mecanizado. Mecanizado de piezas manejable y predecible. Existen centros de mecanizado de hasta cuatro cabezales y siete ejes controlados, con motores lineales en los ejes principales X,Y,Z, con cabezales de altas velocidades de hasta 40 000 rpm., con refrigeración interna a través de la propia herramienta, centros de mecanizado para poder trabajar en seco y reducir así los tiempos de fabricación, con reglas ópticas y sistemas de ahorro de energía, y otros con controles numéricos de última generación como los de SIEMENS HEIDENHAIN. Industrias Micromecánicas S.L. trabaja en el mecanizado de piezas de materiales ferricos no ferricos en máquinas convencionales y de control numérico.Trabajamos segun plano, a partir de una muestra, todo tipo de piezas en series cortas y medias. Las siglas CNC se refieren a Control Numérico por Computadora” y es el nombre que se les da a las máquinas herramientas, que a diferencia de las convencionales que son operadas manualmente mediante el uso de palancas y volantes, operan de acuerdo a las señales enviadas desde una computadora previamente programada para realizar el trabajo de mecanizado deseado. Han quedado excluidos los mecanizados abrasivos y los mecanizados por deformación de material en aras de centrar algo el tema objeto de la presentación. Con el mecanizado con máquinas CNC se logró minimizar en gran medida la intervención de la mano de obra humana que era necesaria para mecanizar y fabricar una pieza. El lenguaje detrás del mecanizado CNC se que es el mecanizado código G, y está escrito para controlar los diversos comportamientos de una máquina correspondiente, como la velocidad, velocidad de avance y coordinación. Determinar los procesos de mecanizado por abrasión, electroerosión y procedimientos especiales. Somos una empresa que brinda servicios con maquinarias de alta tecnología CNC a la industria en general, mecanizado de piezas enserie en Tornos CNC y Centros Mecanizados CNC. Con los mecanizados CNC de Sevilla puedes obtener la misma calidad con menos trabajadores y al mismo tiempo conservar los altos niveles de producción. B) Seleccionar útiles y herramientas, analizando el proceso de mecanizado para preparar máquinas y equipos de mecanizado.
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juanalbertoarce · 4 years
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Desafíos del trabajo y la organización gremial ante la Pandemia del Covid
Uno de los temas más debatidos y analizados durante esta pandemia ha sido el trabajo, la parálisis de la economía generada por la cuarentena preventiva ha golpeado fuertemente al mundo laboral.
Múltiples desafíos se abren en este ámbito, a grandes rasgos podríamos dividirlos en dos: por un lado, el más preocupante, es cómo sostenemos el empleo evitando el crecimiento de la desocupación y la pobreza. El segundo desafío que enfrentamos son las transformaciones aceleradas del mundo laboral con el teletrabajo y la economía de plataformas.
Los datos difundidos por la Organización Internacional del Trabajo a través de su observatorio en el cuarto informe Covid19, advertía que durante el segundo trimestre del año 2020 existiría una reducción en cantidad de horas de trabajo en un 10,7%, aproximadamente, con respecto al último trimestre de 2019, lo que corresponde a 305 millones de empleos a tiempo completo (considerando una semana laboral de 48 hs.), esta situación se agrava en las Américas con una disminución del 13,1%.
El organismo internacional también alerto sobre las consecuencias en el trabajo informal, en su tercer informe señala que 1600 millones de trabajadores de la economía informal, que representan un 76% del total en el mundo, se verían afectados por las medidas de confinamiento.  En las Américas concretamente la OIT prevé una reducción de más de 80% en los ingresos de este sector.
En la Argentina, la economía informal gana terreno año tras año, las constantes crisis económicas han vulnerado fuertemente la estructura económica social de nuestro país, esta se ha fragmentando creando realidades muy diferentes para los trabajadores según el nivel del ingreso y protección social. El economista y periodista Ismael Bermúdez detalla que en nuestro país existen alrededor de 5.078.000 trabajadores no registrados, los cuales no reciben aporte a la obra social o contribución a la jubilaciones, representando este número aproximadamente un 35% de los asalariados. La situación se agrava si sumamos a los trabajadores monotributistas, lo que demuestra la vulnerabilidad del empleo en Argentina. Cabe destacar que lo números provienen del último trimestre del 2019, por lo que habrá que prever peores datos para los próximos meses.
Estos números seguramente explican la rápida inserción de las Apps de delivery en nuestra vida cotidiana, las calles muestran la explosión de repartidores de Rappi, Globo, Pedidos Ya o Uber Eats, la pandemia ha hecho más visible a estos nuevos trabajadores que cumplen funciones esenciales de envíos mientas la sociedad permanece en cuarentena
Los repartidores, en su mayoría jóvenes, han encontrado en estas aplicaciones un sustento laboral, claramente aprovechados por las empresas que no los reconocen como empleados sino como colaboradores, siendo las aplicaciones un elemento más de lo que llaman economía colaborativa. Bajo este concepto de colaboración encubren relaciones de dependencia y precarizan a sus trabajadores.
La economía de plataformas como se la ha denominado a las distintas aplicaciones o servicios (Mercado Libre, Uber, Airbnb, etc.), que intermedian entre vendedores y clientes, han puesto en tensión al derecho laboral al no reconocer el carácter de trabajadores a las personas que realizan sus servicios, esto se evidencia con claridad en las apps de delivery que mencionábamos anteriormente.
El repartidor se ve sujeto a arbitrariedades como la obligación de realizar repartos a grandes distancia desde donde se encuentra, depender de las comisiones que definen unilateralmente las empresas  y que no siempre abonan en tiempo y forma, no contar con herramientas de protección o ART, por lo que si se accidentan haciendo un envío pierden su fuente laboral y ante cualquier reclamo que realicen son bloqueados de las aplicaciones sin ninguna explicación.
Otra de las nuevas formas de trabajo que se ha incrementado durante la pandemia del Covid-19 ha sido el teletrabajo (tema que ha sido aborda en profundidad en la nota: Trabajo, teletrabajo y Pandemia, una Reforma pendiente), recluidos en nuestras casas muchos trabajadores se ha iniciado en esta nueva modalidad con pocas herramientas y nula capacitación.
Si bien en principio la idea de trabajar en casa parece acogedora, el teletrabajo esconde muchas trampas con jornadas de trabajo extensas, requerimientos a cualquier hora del día por parte del empleador, utilización de muebles y computadoras del hogar para el trabajo, etc.
A tal panorama desalentador, debemos sumarle la soledad de los trabajadores y trabajadoras frente a su empleador, quien muchas veces aprovecha este estado de vulnerabilidad para no respetar sus derechos fundamentales.
Uno de los rasgos principales en esta nueva modalidad laboral es el derecho a la desconexión  y a establecer pautas claras que ordenen la jornada laboral.
Este derecho es reconocido por la nueva ley de teletrabajo que se debate en el Congreso Nacional.  El proyecto que obtuvo media sanción en diputados establece en su art. 6º la potestad de desconectarse del trabajador, no pudiendo el empleador exigirle tareas fuera de sus jornada e impidiendo que se sancione al empleado por el uso de este derecho.
Otros puntos destacados de la norma es la voluntariedad y la reversibilidad,  en su art. 7º  la ley  dispone “El traslado de quien trabaja en una posición presencial a la modalidad de teletrabajo, salvo casos de fuerza mayor debidamente acreditada, debe ser voluntarioy prestado por escrito, por otro lado la reversibilidad se determina en el art. 8º, donde describe que aquel trabajador que trabajara de forma presencial y optara por la forma de teletrabajo podrá revertir su decisión.
Si bien resulta un avance interesante esta nueva legislación regulando un aspecto nuevo del mundo del trabajo, no debe dejarse de lado que el trabajo presencial será y seguirá siendo el principal elemento productivo.
El trabajo de plataformas y el  teletrabajo  dan señales sobre el futuro del trabajo, mayor trabajo remoto, orden impartidas por aparatos tecnológicos, algoritmos que definen tareas o las evalúan, mayor soledad en los puestos de trabajo, inserción paulatina de la inteligencia artificial, son algunos de los ejemplos que empezamos a avizorar.
Grande es el desafío de los sindicatos quienes deben mantener las redes de solidaridad de trabajo, ya sea teniendo relación personalizada con cada trabajador que desempeñe tareas de su hogar o contactando a los repartidores de las apps. Así también promoviendo la regulación de estas nuevas modalidades que aprovechan los huecos de derecho huyendo de todo control.
Ante esta nueva realidad, podrán decir el trabajo asalariado ha muerto, ahora somos todos colaboradores e inundaran los medios y la redes con lo grandes beneficios por venir. La organización colectiva gremial deberá luchar contra estas falsas promesas y defender los derechos laborales. También crear nuevos como el derecho a la desconexión, que de novedoso parece tener poco frente a las luchas por la jornada laboral de 8 horas desde hace 100 años.
Lo central sigue siendo mantener la dignidad del trabajo y garantizar la condición de trabajadores, como lo viene realizando el gremio lanzado por los Movimientos Sociales, la Unión de Trabajadores de la Economía Popular, que busca representar a las personas que desarrollan tareas en la economía informal, como los recicladores urbanos, cooperativistas, personas que desarrollan tareas de cuidados, entre otros para que puedan acceder a una obra social, aporte jubilatorios o sueldo anual complementario.
Por ello, ante una realidad tan dinámica acelerada en sus cambios por la pandemia del Covid 19,  resulta fundamental la organización sindical. Como menciona el Papa Francisco estos son los centinelas del atalaya, que vigilan desde la muralla de la ciudad del trabajo, pero su tarea no solo es proteger a los que están dentro de las murallas sino también a los que están fuera, protegiendo los derechos laborales del que no los tiene o ha sido excluido del trabajo.
Publicado en repliegue.com.ar
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adjose · 6 years
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Hombre en situación de calle apareció muerto a balazos en Argentina
Hombre en situación de calle apareció muerto a balazos en Argentina
Un hombre en situación de calle, que denunció a la Policía de la Ciudad por golpearlo y humillarlo, fue asesinado de cinco balazos en el pecho.
La víctima se llamaba Andrés Vieira y tenía 35 años. Su cuerpo acribillado apareció en la madrugada del sábado en inmediaciones del bar Alcatraz, en Rivadavia al 3600.
El domingo pasado, un oficial que se trasladaba en el móvil 2546 de la policía porteña…
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jgmail · 5 years
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Lucha de clases
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Introducción
La lucha de clases apunta hacia arriba, en exigencia de los privilegios que le son negados. Quien está arriba toma medidas para no caer abajo, el que está abajo intenta en todo momento alcanzar la altura y el privilegio del que está arriba. Ahí está la importancia de la solidaridad de clase – sin solidaridad no hay revolución, sino capitalismo. El deseo de estar arriba, la lucha por alcanzar los elevados privilegios de unos pocos se convierte en zanahoria que hace avanzar al burro con la carga cuando este es solo individual. La publicitación de casos como el de Richard Branson, dueño de Virgin, que teóricamente comenzó siendo únicamente un parado sin futuro, fomenta este afán cómplice de trepar.  El capitalismo utiliza y explota el anhelo de todos nosotros  por alcanzar los privilegios de las clases altas. De lo que se trata es de trabajar solidariamente, colectivamente, para acabar con  esta desigualdad explotadora y no caer en las redes, en la orgía de ambiciones mezquinas y rivalidades miserables a la que nos arrastra tantas veces esta  malvada lógica del capitalismo.
La competitividad y el individualismo deben ser substituidos por la colaboración y la solidaridad.
Lucha de clases
Ernst Niekisch
El siguiente texto fue publicado en noviembre de 1932 en la revista “Widerstand”. Estas líneas escritas por Niekisch tienen hoy todavía validez. Del mismo modo que en aquel entonces la clase política de la República de Weimar acordó una alianza con las potencias vencedoras de Versalles,  se ha realizado tras la Segunda Guerra Mundial una simbiosis con el imperialismo occidental y el globalismo del capital.
Para una definición más cercana de la lucha de clases, por “proletariado” debe entenderse la totalidad de los trabajadores asalariados. Extensible, además,  a  la economía de servicios y a  ocupaciones postindustriales – y basadas en la sociedad de comunicaciones – así como a  la sociedad industrial en general, siempre sobre las premisas de la propiedad privada de los medios de producción y el trabajo asalariado y dependiente de esos medios de producción. En definitiva sobre la explotación capitalista desde arriba y la contradicción  de clases en general.
I.
La diferencia de clases y la oposición que existe entre ellas sobre fundamentos tangibles, es un hecho que descansa inevitablemente en las particularidades de la naturaleza humana, ademas de en la forma de las sociedades humanas y su estructuración. En los tiempos de la “sociedad orgánica” (estamental-feudal) se escondían las contradicciones entre las clases tras las tensiones siempre irresolutas entre los distintos estamentos. Rico y pobre, señor y siervo, empleador y empleado, pero también noble y burgués no son de ningún modo únicamente las polaridades de un conjunto armonioso que se complementaban mutuamente, sino que mostraban una situación explosiva que debía  ser domada  por la estructura social, que debía ser combatida incesantemente por ésta.
Cuando el sentimiento de oposición de clases se eleva hasta convertirse en voluntad de luchar contra esa oposición, entonces se convierte esta oposición de clases en lucha de clases. La oposición de clases es algo que existe más allá de la voluntad humana. La lucha de clases es una consciente culminación de esta oposición, y que es  alcanzada por voluntad humana. La oposición de clases se la encuentra uno, la lucha de clases debe ser organizada. La oposición de clases es un estado de cosas, la lucha de clases es una puesta en movimiento. Si la oposición de clases es el destino, la lucha de clases es la rebelión contra ese destino.
Las divisiones de clases son verticales. Éstas van de abajo hacia arriba. Abajo se soportan las cargas, la presión de la totalidad descansa sobre las espaldas de los que ahí se encuentran. Cuanto más se sube, más ligero se siente uno, con mayor libertad se puede mover uno y  más puede estirar cabeza y hombros. La mirada de abajo hacia arriba es distinta a la mirada que se hace de arriba abajo. Abajo no hay nada que pueda ser envidiable para el que se halla arriba. El que está arriba no tiene ningún motivo para desear el destino de los que se encuentran por debajo suyo. Él disfruta su elevada condición, su excelsia, cada vez que baja su mirada hacia abajo. En cambio, lo alto que es mirado desde abajo, se muestra como el mejor, el más feliz de los destinos. Uno está excluido de él mientras permanece abajo, en definitiva se sufre y envidia cuando se contempla hacia arriba, a los privilegiados.  Este hecho sencillo y básico constata que existen diferencias, las diferencias de clase.
Así es comprensible que la voluntad de lucha de clases sólo puede ser realmente entendida desde abajo.  El que está arriba encuentra la situación del orden mundial bien atada para no perder su elevada posición.  Quien está favorecido, piensa siempre estarlo con justicia. Él está, en el marco de la oposición de clases, en el lado  de la luz. Allí no se desarrolla ningún impulso para tomar combatientemente los espacios que se hallan en el  lado de la sobra. La burguesía está así siempre a favor del no-cambio, del Status Quo, de la Reacción – toda energía transformadora es automáticamente enemiga de ella, pues es potencial amenaza a su orden, al orden que le garantiza la continuidad de sus privilegios. La lucha de clases apunta siempre hacia arriba, en exigencia de los privilegios que le son negados. Quien está arriba toma todas las medidas para no caer abajo en cuanto la lucha de clases comienza. Todos los que están arriba tienen muy buenas razones para estigmatizar la lucha de clases como la peor  infamia y  el más terrible sacrilegio. Arriba se está muy bien. Para poder seguir sintiendose  seguros en su comodidad, es necesario que los que esten abajo se acomoden a este estado de cosas con la misma satisfacción. Lucha de clases significa para ellos lo que un terremoto: que  el suelo sobre el que  tan cómodamente se han establecido se tambalee. “La lucha de clases debe ser desterrada como mal absoluto”: sobre esto están arriba todos de acuerdo. Cuando abajo se esté también de acuerdo, entonces se habrá acabado con la lucha de clases; el que está arriba, no necesitará tener nunca más el temor de ser derribado de sus privilegios. Pero abajo no están todos de acuerdo. Existe un creciente anhelo  de atacar hacia arriba. Aquellos que no poseen nada más que las cadenas que los esclavizan, siempre volverán a tentar la suerte para  ganarlo todo. Así pues, nunca será silenciado el ruido de la lucha de clases mientras éstas sigan existiendo.
II.
El marxismo afirma que la fuerza proulsora de la historia es la lucha de clases. Para él la historia no es otra cosa que la “historia de la lucha de clases”. Él mismo es la más completa empresa histórica de  profundizar   la conciencia de clase  de las masas  oprimidas a nivel global y de empaparla con el fanatismo de la voluntad de lucha de clase. Su interpretación histórica es uno de los medios para  alimentar esta voluntad de lucha. Él explica la historia del mismo modo que quiere hacer historia.
Desde hace 70 años el trabajador alemán ha sido educado para la conciencia de clase. No existe en el Mundo ningún trabajador cuya voluntad de lucha de clases  haya sido más azuzada. Sin embargo el trabajador alemán, hasta la fecha, todavía no ha llegado al día en el que se haya aventurado a la revolución del proletariado. 1918 fue un simple derrumbamiento: la política de coaliciones posterior a él no fue una lucha de clases sino un servicio lacayo al orden burgués. La causa del proletariado en su lucha de clases nunca ha conseguido hasta el momento actual la posibiliad de hacer historia en Alemania.
III.
Lucha de clases fue el leantamiento de la burguesia  francesa contra el orden social feudal en el año 1789. Bajo los sucesores de Luis XIV (El Rey Sol), se fue hundiendo pedazo a pedazo la posición mundial de Francia. Perdió sus posiciones en América, se vió superada por Prusia y Austria, el endeudamiento del Estado paralizó su capacidad de movimiento en política exterior, etc.  La capa feudal dominante despilfarró una brillante herencia histórica, estaba en camino de llevar a Francia a la completa ruina. Se convirtió en una fatal administradora de las necesidades vitales de su pueblo. ¿Existía un mejor protector de estas necesidades vitales? La burguesía reivindicó el poder serlo. Los  aristócratas exilados, que azuzaron a las potencias extranjeras desde Coblenza contra Francia traidoramente, confirmaron la validez de esta reivindicación.
La burguesía ahuyentó a la nobleza por puro instinto de clase. Pero ésta se había ganado ya el ser expulsada por motivos de política nacional. La transformación fue mucho más que un acontecimiento social. En la Revolución Francesa se unió  la lucha de clases con una ardiente preocupación nacional.  El pueblo francés salvó su patria de la europa reaccionaria cuando decapitó a su rey y a su nobleza. El derribo del orden anterior le trajo grandes beneficios sociales, pero este derribo tuvo sobretodo una función nacional. La lucha de clases burguesa fue la forma por la que, ante la fuerza de los acontecimientos, podía ser defendida la lucha por la autodeterminación de Francia  de la incompetencia de sus clases dirigentes anteriores y de las potencias extranjeras. La lucha de clases fue un medio de la lucha nacional. Fue la lucha nacional y no la lucha de clases lo que finalmente  le dio a los acontecimientos su verdadero sentido. La oposición de clases fue azuzada hasta el nivel de lucha de clases para que se convirtiera en el impulso político necesario para la salvación nacional y en definitiva, de todos los franceses en su conjunto. La burguesía francesa se convirtió en la  clase soberana porque su lucha de clases se subordinó  a las necesidades políticas y nacionales de Francia en su conjunto. La lucha de clases de la Revolución Francesa no se agotó en su propio contenido porque  la burguesía francesa construyó un nuevo poder nacional y político, y tomó la responsabilidad del país:  ella quedó vencedora en la lucha de clases porque llevó con éxito la causa nacional hasta el final.
Del mismo modo que el pueblo de Francia se protegió del hundimiento de su país a causa de una clase dirigente podrida, también salvó  el trabajador de Rusia a su patria de la fatalidad de la disolución y la colonización por parte de poderes extranjeros en 1917. La clase alta feudal y aristocrática de la rusia zarista  se vendió a los enemigos del pais. Le pusieron un precio a la independencia nacional: la garantía de sus inaceptables privilegios y comodidades. De este modo se convirtió  la mera existencia de esa clase alta  en un peligro para Rusia; si Rusia quería conservar su libertad e independencia debía aniquilar esa corrompida clase alta. Se habían convertido en aliados y agentes de  las potencias occidentales,  la simple defensa de sus privilegios de clase era   traición a la patria. Por consiguiente, les correspondía el destino de todos los traidores. Así, la Eterna Rusia pasó a manos de los partisanos, de los regimientos de trabajadores. Lenin fue reclamado como  fiducidario de los intereses nacionales y del pueblo ruso de la noche al dia. La lucha de clases no hubiera tenido esa fuerza incendiaria si no hubiera sido cargada con la dinamita de la cuestión nacional. Anteriormente, la lucha de clases ya se puso de manifiesto como realidad, pero no tenía ni el filo ni el impulso necesarios para conquistar el poder. Sólo era un leve calor en las vigas de la estructura que quería derribar. Éste devino grande, convirtiéndose en un inmenso fuego, purificador de todo lo podrido, en el momento en el que tomó la responsabilidad de la causa nacional. También la revolución rusa fue una revolución nacional. La voluntad de lucha de clases del proletariado  ruso tuvo su función política. Fue  la moral del soldado, la que puso en movimiento a la clase trabajadora para tomar las riendas de un  pais mal gobernado.
IV.
Es un hecho penoso el que  los trabajadores alemanes con conciencia de clase, aparten la causa obrera de la causa nacional. Esto afecta tanto a socialdemócratas como a comunistas. Ellos se obstinan en su egoismo de clase, dogmáticamente centrado en si mismo y por lo tanto políticamente incapaz a nivel nacional y colectivo. Sus motivos, por si mismos, carecen del suficiente peso político como para gobernar a todo el pais. Con su actitud están eludiendo la responsabilidad de ser la necesaria herramienta que arregle la totalidad de los problemas del pais en estos dias, entre los cuales, la desigualdad de clases es sólo uno más; muy importante, pero no el único. La Socialdemocracia y el Partido Comunista son figuras sin vida, les falta la resolución de penetrar de pleno en la problemática alemana. El modo de entender la lucha de clases de los socialdemócratas, se convirtió en seguida en una frase vacía; ésta no intimidó en absoluto a los acomodados bugueses alemanes, más bien se sumó a ellos, y en seguida ha acabado convirtiéndose en un movimiento en manos de la burguesía, la política exterior francesa y su opresión de nuestro país. La lucha de clases desde la perspectiva del Partido Comunista, en cambio,  se ha dispersado  en una cacofonía sin sentido. Se esforzó por representar la revolución mundial, pero acabó siendo cautivo de los intereses de Rusia en suelo alemán (1).
El carácter burgués del Tratado de Versalles, su opresión sobre el pueblo alemán, es en la actualidad el desafío que  la clase trabajadora debe tomar. Es necesario conquistar  la emancipación como trabajadores, pero también como pueblo. Su voluntad de lucha de clase debe unirse a la voluntad de autodeterminación de Alemania. La socialdemocracia persiste ante este desafío en un llamativo mutismo. El comunismo alemán se ha sentido ocasionalmente inclinado a responder a este desafío, pero no han sido más que maniobras tácticas y superficiales. Ahora ya, hasta esos tanteos  se han dejado de lado y ha vuelto de nuevo a cerrarse en su egoismo de clase. El que se esté imposibilitando la necesaria conexión entre la lucha de clases contra la opresión de la burguesía  y la lucha por la autodeterminación de Alemania contra la opresión de las potencias occidentales, está favoreciendo a las fuerzas de la  Reacción, y también  al fascismo  en su camino hacia el poder. La clase alta alemana, la burguesía, está pactando y colaborando con el enemigo extranjero, ella está pactando con Versalles del mismo modo que intentó pactar la clase alta rusa, la corrompida aristocracia feudal rusa, con Francia, Inglaterra, Japón y America en su momento. Ella está vendiendo el pais a las potencias occidentales, entregando sus riquezas a los Trusts interncacionales  y endeudando al Estado, llevándolo hacia la catástrofe sólo en su propio beneficio, perjudicando al conjunto de la Nación. Su política es la política del prostituirse al mejor postor. Ella ha perdido cualquier autoridad moral para seguir donde está.
Pero no está habiendo nadie que tome la herramienta que salve a Alemania. Sólo mediante una lucha de clases alentada por el anhelo de libertad y soberanía de los alemanes puede salvar la situación actual. La lucha de clases por si sola se está demostrando del todo insuficiente, su aliento no basta  para tomar una tamaña tarea histórica bajo su responsabilidad. (2)
Y así permanece esta tarea sin hacer.
Y así puede el orden burgues continuar desmantelando el sistema de protección social.
Esto es lo trágico de la situación alemana actual: el que la necesaria unión entre la causa del proletariado y la causa nacional no se esté realizando ni siquiera en sus aspectos más elementales.
La voluntad de lucha de clases,  entendida así, más preocupada por su pureza que por su aplicación práctica, no liberará ni siquiera la capa social de la que se cuida.
La voluntad de lucha de clases como órgano político y contenido en la voluntad vital nacional es aquello que otorga la libertad a los pueblos.
(1) Tählemann era el hombre de Estalin en Alemania, el cual tras una serie de movimientos dudosos tomó la dirección del KPD (Partido Comunista Alemán), tal era la dependencia de este partido de Rusia, que  incluso las intrigas y divisiones entre trotskistas y estalinistas por la toma del poder en Moscú acababan repercutiendo en él. Tal y como también se vió a partir del primero de mayo de 1937 en la Guerra Civil Española, los partidos comunistas (de la Tercera Internacional) se convirtieron en agentes de una especie de imperialismo ruso de izquierdas y no de la revolución obrera a nivel mundial. La mayor parte del pueblo alemán no estaba dispuesto a votar una opción que significaba el  convertirse en  un satélite de rusia (como acabaría sucediendo después de la Segunda Guerra Mundial). Ése fue un obstáculo decisivo para el comunismo en Alemania y probablemente lo que le dio el triunfo al nacionalsocialismo. El problema alemán era obrero, pero también nacional – hablamos de un pais oprimido por las potencias occidentales, constantemente humillado (prohibición de Fuerzas Armadas propias, ocupacion del Ruhr, constantes exigencias económicas a un pueblo empobrecido, política exterior en manos de los vencedores de la Primera Guerra Mundial, etc.). La mayor parte del pueblo alemán exigía una revolución contra la clase burguesa vendida a los intereses extranjeros: Tanto por cuestiones de clase como nacionales. El partido comunista  alemán no supo estar en el lugar necesario  porque era más ruso que alemán. Finalmente, y para desgracia de Alemania y Europa,  fue el nacionalsocialismo quien supo aunar    la causa del proletariado  y la causa nacional.
(2) Esta formula, la unión de la causa del proletariado con la causa de la autodeterminación nacional,  es la que acabaría siendo adoptada por muchos paises del Tercer Mundo en su proceso de descolonización 30 años después. Al igual que ellos, Alemania se encontraba en este período de entreguerras bajo el control económico, y en gran parte también político,  de las potencias occidentales.
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Las organizaciones sociales volvieron este jueves a las calles para exigir cambios en la política económica del gobierno nacional: "Se está planteando la necesidad de un verdadero paro nacional"
Las organizaciones sociales volvieron este jueves a las calles para exigir cambios en la política económica del gobierno nacional: “Se está planteando la necesidad de un verdadero paro nacional”
Tanto las organizaciones sociales nucleadas en la Unidad Piquetera y la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP) como las que conforman Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) se manifiestan este jueves en el centro de la Ciudad de Buenos Aires para protestar contra los lineamientos económicos del gobierno nacional. Los primeros se concentraron temprano en Plaza de…
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patoanacoreta · 3 years
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¿POR QUÉ LAS CLASES DOMINANTES TEMEN A LA HISTORIA?
HARVEY J. KAYE
Nota previa a ¿Por qué las clases dominantes temen a la historia? de Harvey J. Kaye
José Gandarilla
Este texto nos fue enviado especialmente por su autor para que figurase en las páginas de Memoria. Revista de crítica militante, gesto que enaltece a nuestro colectivo y al trabajo editorial que emprendemos, sin embargo, no es solo ese hecho lo que justifica su inclusión, sino la innegable actualidad que conservan las proposiciones ahí vertidas.
El escrito de Harvey J. Kaye es el discurso íntegro que ofreció en ocasión de la recepción del Premio Isaac y Tamara Deutscher, y fue leído en la London School of Economics, el 8 de noviembre de 1994. Ahí muestra, con rigor, la pertinencia del enfoque historiográfico al que liga su trabajo, por ello transitan en sus páginas referencias no solo a los historiadores marxistas británicos sino a ciertas figuras de la tradición revolucionaria de las clases desposeídas como es el caso, por supuesto, de Marx, Rosa Luxemburgo, Lenin, Gramsci (y lo hace, recordemos, en un momento en que aparece en toda su vigencia el alegato sobre el “fin de la historia”, y las posturas posmodernistas, a las que sugiere tomar muy en serio, en un contexto en que todavía están frescos los sucesos de la caída del “socialismo real”), pero también está presente su sutil advertencia sobre la posible refuncionalización de una lectura del pasado a los fines de apuntalar la política del poder, cuando, en un procedimiento, propio de los grupos conservadores y las nuevas derechas (punto que hoy se revela hasta más vigente que entonces) se pretende quitar el filo cuestionador de los hechos y memorias de la gesta histórica, y se opta por neutralizar su sentido, para hacer de aquellos acontecimientos (bajo un encubridor revisionismo) un repertorio integrable en la tarea cívica del adoctrinamiento, del olvido; o ejemplo de polarizaciones indebidas que fracturan la sociedad e impiden su “sano” desarrollo. Ante ese potencial uso reaccionario del pasado, nuestro autor esgrime los planteos de la llamada historiografía desde abajo, lugar de enunciación que lo mismo incluye los trabajos de quien reconoce como su mentor, Victor Kiernan, como los del propio homenajeado, Isaac Deutscher.
Kaye no duda en mostrarse, para las cuestiones de los Estados Unidos (potencia en declive, pero con ambiciones recobradas de supremacía global), como un heredero de los movimientos por una democracia profunda, la que abolió la esclavitud, la que pelea por el reconocimiento de los derechos civiles, contra el racismo y el resurgente fascismo; esa historia que quedó plasmada en ciertos pronunciamientos de sus fundadores, en el gesto de Rosa Parks, en la narrativa de Gore Vidal o Toni Morrison; que encuentra su relato crítico en los trabajos de Eugene D. Genovese o Noam Chomsky, y en la de tantos otros pensadores e historiadores radicales (entre los cuales el propio Kaye se cuenta). De ahí que, en su disertación, subraye la condición de peligrosidad que puede asumir el trabajo del historiador ante los intereses y las prácticas de las clases dominantes, cuando éste hace su opción, como lo señalara Howard Zinn, otro de sus autores de preferencia (fallecido hace once años), en un pasaje significativo de su clásico libro:
“en esa inevitable toma de partido que nace de la selección y el subrayado de la historia, prefiero explicar la historia del descubrimiento de América desde el punto de vista de los arahuacos; la de la Constitución, desde la posición de los esclavos; la de Andrew Jackson, tal como la verían los cherokees; la de la Guerra Civil, tal como la vieron los irlandeses de Nueva York, la de la Guerra de México, desde el punto de vista de los desertores del ejército de Scott, la de la eclosión del industrialismo, tal como lo vieron las jóvenes obreras de las fábricas textiles de Lowell; la de la Guerra Hispano-Estadounidense vista por los cubanos; la de la conquista de las Filipinas tal como la vieron los soldados negros de Luzón; la de la Edad de Oro, tal como la vieron los agricultores sureños; la de la I Guerra Mundial, desde el punto de vista de los socialistas; y la de la Segunda vista por los pacifistas; la del New Deal de Roosevelt, tal como la vieron los negros de Harlem; la del Imperio Americano de posguerra, desde el punto de vista de los peones de Latinoamérica”
Otro aspecto que revela actualidad del texto reside no solo en apuntar cómo es vista la historia por los grupos y clases dominantes, sino también cómo en los ojos de los poderosos puede llegar a percibirse esa ansiedad, ese temor a “las clases peligrosas”, a los de abajo, cuando éstos toman en sus manos los rumbos de sus vidas. Por la fecha en que fue escrito, uno no puede sino tener en mente el accidentado proceder de Carlos Salinas de Gortari, brazo ejecutor del quiebre histórico que significó la implementación del consenso de Washington en México, su figura desencajada y una mirada que traslucía entre miedo y odio, luego del alzamiento zapatista, los primeros días de enero de 1994. Por otra parte, en este 2021, que se conmemoran los 500 años de la caída de Tenochtitlan, se esperan hondos debates sobre el tema, que también esperamos atender en estas páginas, ante los retos que se abren en la coyuntura problemática por la que atravesamos, parte de cuyos problemas remiten sus orígenes más remotos a aquellos procesos fundantes (colonialismo, racismo, clasismo, discriminación). Justamente, frente a la persistencia de una idea de nación “solo para unos cuantos”, la que pretendió imponerse en la tentativa oligárquica y elitista del neoliberalismo, como antes lo fue con el porfirismo, es que se alza hoy la propuesta constructiva de una Cuarta Transformación, a la que se oponen, desde los grupos dominantes, todo género de obstáculos; eso, y el hecho de que hoy contemos con un Ejecutivo al que le gusta y practica la historia (y la entiende simbólica y materialmente como un espacio de permanente disputa), son algunos de los motivos por los que juzgamos oportuno publicar esta importante contribución de Harvey J. Kaye.
1989 fue el año del bicentenario de la Revolución Francesa, y -a pesar de las maquinaciones de las clases dirigentes en Occidente y en Oriente- los acontecimientos de ese año parecieron ser una dramática prueba viviente de que los grandes ideales de 1789 no solo eran recordados, sino que aún eran una acción inspiradora y animadora. A través de Eurasia y más allá, hombres y mujeres lucharon nuevamente por la libertad, la igualdad, y la democracia. Las rebeliones reivindicaron el control de los espacios públicos y derribaron a gobernantes y a regímenes. Hubo triunfos, como la caída del Muro de Berlín, y hubo tragedias, como la masacre de la plaza de Tiananmen. Pero de conjunto, estos eventos recordaron al pueblo a nivel mundial sobre el deseo popular de libertad y la demanda del “poder al pueblo”. Había razones para celebrar y para creer que todavía habría más por venir.
Y, sin embargo, en pocos años, la esperanza y la sensación de la posibilidad engendrados por esos eventos y por el final de la Guerra Fría han sido superados por otros acontecimientos, más oscuros, y el orden espiritual del día se ha convertido en un orden de desesperanza y cinismo. Emulando a las tradiciones más brutales de nuestro siglo, la política del nuevo orden mundial ha sido aparentemente dominada por la codicia, el odio, y las masacres; tristemente, solo necesitamos mencionar a Somalia, Bosnia, Ruanda. La propia vida europea está marcada por el resurgimiento de los nacionalismos, los fascismos, la xenofobia, de una forma de lo más extravagante, en vista de los trágicos éxitos de los nazis en sus intentos de librar al continente de judíos, el antisemitismo.
Al mismo tiempo, y seguramente contribuyendo en una proporción masiva al fortalecimiento de estas brutalidades, el mercado ahora gobierna en todo el mundo -al Norte y al Sur, subsumiendo todo y a todos bajo el mando del capital, intensificando las ya groseras desigualdades, mientras los ricos se hacen más ricos y los trabajadores más pobres- y amenaza con destruir al movimiento obrero occidental y a su mayor conquista, los gobiernos socialdemócratas.
Se vuelve cada vez más difícil ganar audiencia para el “bien público” o el “bienestar común”. El discurso público y los pensamientos privados a lo largo del espectro político parecen aceptar -como dijo el neoconservador estadounidense Francis Fukuyama- que estamos ante el “fin de la historia”.[1] Con el triunfo global del capitalismo, se cree que hemos llegado al término del desarrollo histórico mundial, la culminación de la historia universal, que no solo implica el colapso de la Unión Soviética sino enviar a todas las variedades del socialismo al cementerio de la historia. Pueden surgir fundamentalismos y particularismos para desafiar al capitalismo liberal, pero no son una alternativa universal al mismo, ni ahora ni en el futuro. De hecho, el estudio reciente del mundo hecho por Edward Luttwak hace que la misma tesis de Fukuyama parezca totalmente optimista. En lugar del liberalismo, Luttwak ve “el fascismo como la ola del futuro”.[2]
En cualquier caso, las posibilidades de la democracia radical se han agotado; el mayor progreso y desarrollo de la libertad y la igualdad está excluido, para siempre. Se declara, y así se lo percibe, que pensar de otro modo, no solo es utópico, sino peligroso.
No acepto esa presunción, y no cederé ante ella. No estamos satisfechos; y nuestras exigencias y satisfactores no son simplemente materiales. La historia y sus posibilidades políticas progresivas no están resueltas.
Sin embargo, considero a la idea del “fin de la historia” con la mayor seriedad. No lo hago simplemente porque la apariencia de la presuntuosa obra de Fukuyama sea un golpe literario y comercial inteligentemente sincronizado, orquestado con el apoyo financiero patrocinado por una fundación de la Nueva Derecha dotada corporativamente, sino porque -a pesar de lo ilusoria que realmente pueda ser- esta idea ha articulado otra vez a las perennes ambiciones y sueños de las potencias para hacer de sus regímenes y órdenes sociales no solamente omnipotentes y universales sino inmortales. Y, al menos por ahora, ella parece captar en una sola frase la visión histórica dominante.
Para aquellos de nosotros que todavía aspiramos a promover los ideales críticos y democráticos de la Ilustración y de la era de la Revolución, continúa presentándose la vieja cuestión: ¿qué hacer? Y, sin embargo, parecería haber una cuestión previa, e incluso más urgente: ¿de dónde podremos obtener el apoyo, la esperanza, y una sensación de posibilidad, cuando se debe admitir que hay razones sustanciales para ser pesimista?
Más inmediatamente, no puedo hacer nada mejor que citar al mismo Deutscher: “Me parece que la conciencia de la perspectiva histórica”, escribió, “ofrece el mejor antídoto al pesimismo extravagante, así como al optimismo extravagante sobre los grandes problemas de nuestro tiempo”.[3]
Más allá de eso, lo que tengo en mente puede chocarles como algo bastante perverso. Quiero que miremos plenamente y con profundidad en los ojos de las clases dominantes y dirigentes. Percibamos lo que ellos ven. Victor Kiernan, el extraordinario historiador británico de los imperios, del estado-nación, y de tantos otros temas, jamás dejó de recordarme que nuestros dirigentes han podido asegurar su dominio una y otra vez porque ellos están más unidos, son más conscientes de su clase y, políticamente, más inteligentes. Ellos están habitualmente en el puesto de mando; nosotros no; de modo que por más ansiedad de autoengañarse que puedan tener (y es imperioso que traten de hacerlo), están mejor posicionados para espiar el camino que tienen por delante y el que dejan atrás.
Mi opinión es que por más imponente que pueda ser el poder de las clases dominantes, y por más sumiso que pueda parecer el pueblo sobre el que lo ejercitan, los ojos de las clases dominantes no reflejan seguridad y confianza, sino aprensión y ansiedad. ¿Qué es lo que ven? ¿Qué es lo que reconocen? ¿Qué es lo que saben? El historiador radical estadounidense Howard Zinn apunta a una respuesta:
Cuando nos deprimimos al pensar en el enorme poder que los gobiernos, las corporaciones multinacionales, los ejércitos y la policía tienen para controlar las mentes, aplastar a los disidentes, y destruir las rebeliones, deberíamos tener en cuenta un fenómeno que siempre encuentro interesante: Quienes poseen un enorme poder están sorprendentemente nerviosos sobre su capacidad para aferrarse a su poder. Reaccionan casi histéricamente ante los que parecen ser débiles e inofensivos signos de oposición (…) ¿Es posible que la gente con autoridad sepa algo que nosotros no sabemos?[4]
En las miradas y acciones de los poderosos, podemos descubrir qué es lo que les preocupa así y, al mismo tiempo, recordar lo que parece estar casi en el olvido. Al fin y al cabo, tendremos que preguntarnos: ¿Por qué las clases dominantes temen a la historia?
*
Tengo una historia para relatar, que llevo conmigo desde hace varios años. No es larga, ni grandiosa, ni épica en sus dimensiones. Y, seguramente, hay muchas otras, más poderosas. No obstante, pienso que puede servir como un punto de partida.
A comienzos del otoño de 1986, uno de mis colegas, Craig Lockard, dejó sobre mi escritorio un artículo del Far Eastern Economic Review que relataba las dificultades y adversidades de un joven disidente, Yu Si Min, ante el poder y las autoridades de Corea del Sur.[5] Craig pensó razonablemente que mis estudiantes y yo lo hallaríamos como algo intrigante, pues se refería a un texto que habíamos estado leyendo y discutiendo en clase.
La historia comienza en 1978, cuando Yu partió, desde su ciudad provincial sureña, hacia la capital, pues había sido aceptado para estudiar economía en la más prestigiosa institución académica del país, la Universidad Nacional de Seúl.
Ese fue un momento tremendo para él y su familia. Yu era el quinto de seis hermanos; sus padres habían escatimado y ahorrado durante muchos años para lograr que él pudiera continuar sus estudios. Como él mismo dijo, al dejar su hogar familiar, él podía realmente sentir la “mirada orgullosa de su madre sobre sus hombros”; y en el camino, él juró que seguiría una carrera lucrativa para compensar a sus padres por todos los sacrificios que habían hecho.
Sin embargo, la vida en Seúl no era como la que había esperado. Yu se sorprendió por los bajos salarios y las terribles condiciones de trabajo que sufrían los trabajadores, especialmente las mujeres y las adolescentes, y antes de finalizar su primer año en la universidad se había puesto a dar clases nocturnas en un distrito fabril, una actividad que pronto atrajo sobre él la atención de las autoridades.
Finalmente lo detuvo la policía. Lo interrogaron durante tres días, tratando de descubrir si estaba alentando huelgas y organizando sindicatos, que eran actividades prohibidas por el gobierno.
Cuando se declaró la ley marcial en mayo de 1980, Yu fue uno de los miles de manifestantes arrestados por exigir la restauración de los derechos democráticos como la libertad de prensa y de reunión y la legalización de sindicatos obreros independientes. Su primera estadía en la cárcel fue de tres meses. Durante ese tiempo fue golpeado regularmente. Luego, al recuperar la libertad, fue inmediatamente reclutado por el ejército. Siendo un conocido manifestante estudiantil, sufrió un duro tratamiento y, como otros que compartían su misma situación, fue enviado a una unidad que patrullaba la zona desmilitarizada que separa las dos Coreas. Esta práctica supuestamente pretendía elevar la conciencia de la amenaza del Norte a la seguridad del Sur porque, junto a las temperaturas bajo cero y los frecuentes hostigamientos, había un constante “peligro de tiroteos repentinos”.
Relevado del servicio en la primavera de 1983, Yu fue readmitido en la universidad. Sin embargo, unas semanas después de su regreso se sumó a manifestaciones y pronto fue arrestado de nuevo, esta vez acusado de asalto, luego de que él y otros estudiantes detuvieron a varios agentes policiales “descubiertos al espiar en la universidad”.
Sentenciado a un año de cárcel, Yu fue puesto en “confinamiento solitario (…) aislado del resto del mundo”. Su celda tenía
1,8 metros de largo y 1,2 metros de ancho, con nueve agujeros para ventilación del tamaño de una moneda. Las paredes y el piso estaban cubiertos con espuma plástica para evitar cualquier filtrado de ruido y una puerta doble que obstaculizaba cualquier vista del corredor más allá de ella. “Lo primero que se me ocurrió”, dijo, “fue que sería mejor que aprendiera a llevarme bien con el silencio”.
Yu se mantuvo ocupado con labores de punto. Pero (siempre el estudiante) se preparó un plan de estudios riguroso de 150 tomos de la literatura mundial, incluyendo “todo lo de Dostoievski y de Tolstoi”. Sin embargo, hubo dos obras que le fueron prohibidas, por ser consideradas “subversivas”: Glimpses of World History [Vislumbres de la historia mundial] y What is History [¿Qué es la historia?].[6]
Mis alumnos se preguntaban por qué esos dos libros en particular fueron considerados “subversivos” ¿Qué los hacía “especiales”? Casi de inmediato, pensaron que era porque Nehru había sido un rebelde triunfante contra el imperio y un prominente líder del movimiento no alineado, y Carr había sido el autor de una monumental (y simpatizante) Historia de la Unión Soviética. Pero algunos de mis alumnos siguieron examinando sus respectivos capítulos, suponiendo que los censores realmente leyeron las obras que separaron de las otras. Al hacerlo, descubrieron que Vislumbres de la historia mundial se había originado en la década de 1930, a partir de las cartas escritas por Nehru desde las cárceles coloniales británicas a su joven hija, Indira. Basadas en el universalismo, el humanismo y el marxismo, y reconociendo las alzas y bajas de las fuerzas sociales, las cartas narran una historia global del imperio y la independencia, de la reacción y la revolución, y de la destrucción y la innovación creativa.
En el siguiente, en el libro que se suponía que todos ellos estarían leyendo, ¿Qué es la historia?, vieron cómo Carr discutía enérgicamente contra el pesimismo que prevalecía entre sus pares. Él afirmaba que aun con sus desastres, la historia moderna es progresista, porque seguimos viendo la expansión mutua y la profundización de la razón y la libertad. Y en esos términos, Carr convoca a sus colegas historiadores a reconocer sus responsabilidades intelectuales y políticas y “a presentar desafíos fundamentales, en nombre de la razón, a la manera actual de hacer las cosas”.[7]
Al ver estos libros desde el punto de vista de los poderosos, o sea, de la oficina de los censores de la prisión, mis alumnos coincidieron en que los mismos eran incuestionablemente “subversivos”. Pero, preguntaron entonces -y los amé cuando lo hicieron-, ¿no sería eso también verdad, al menos en cierta medida, de la historia crítica en todos los regímenes de poder y riqueza desiguales?
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He contado la historia de Yu Si Min porque creo que recrea en un microcosmos la compulsión universal de las clases dominantes a controlar no solo la política y la economía, sino también la cultura y el pensamiento; más específicamente, la memoria histórica, la consciencia, y la imaginación. Allí, en su celda carcelaria, en su improvisado gabinete de lectura, físicamente aislado y solitario, Yu estaba totalmente bajo el mando del estado. Aparentemente confiados, sus guardianes le permitieron el acceso a muchas obras literarias; pero en verdad, estaban siempre preocupados y vigilantes, y obligados a impedirle leer dos de los libros solicitados, las obras que abordaban específicamente la historia.[8]
La experiencia de Yu en la cárcel evoca un largo historial de represiones, ocultaciones, mistificaciones, corrupciones y falsificaciones de la historia. Ante nosotros está el archi-antidemócrata Platón, exponiendo dialógicamente en su República un proyecto de una sociedad ordenada en clases -en la que los poetas y los proto-historiadores deben ser cuidadosamente regulados, y el consenso debe basarse en una gran fabricación histórica:
“Ahora,” dije “¿podemos idear una de esas mentiras -del tipo de las que surgen cuando lo exige la ocasión (…) para inventar una noble mentira y convencer con ella ante todo a los dictadores mismos, y si no al menos al resto de la comunidad?”
“¿A qué te refieres?”, preguntó.
“No se trata de nada nuevo”, dije, “sino de un caso ocurrido ya muchas veces en otros tiempos (…) pero que nunca pasó en nuestros días ni pienso que pueda pasar, es algo que requiere grandes dotes de persuasión para hacerlo creíble”.[9]
(Curiosamente, la República de Platón bien podría haber sido una de las “grandes obras” permitida en el plan de estudios en la cárcel de Yu).
Distinguiendo claramente entre “el pasado” como una invención ideológica y “la historia” como un saber crítico, en The Death of the Past [La muerte del pasado], J. H. Plumb resume sucintamente el desfile de las elaboraciones de la clase dominante y los usos de las mismas desde la época antigua hasta la presente: “El pasado estuvo permanentemente involucrado en el presente, y todo lo que consagraba al pasado -los monumentos, las inscripciones, los registros- eran armas esenciales en el gobierno, para asegurar la autoridad, no solo del rey, sino también de quienes a cuyo poder él simbolizaba y santificaba…”.
Hoy, Plumb podría haber subestimado la persistencia del pasado, y los continuos esfuerzos de las élites para componerlo y dirigirlo, pero apreciaba su importancia esencial: “Los mitos y leyendas, las dinastías y las genealogías (…) las interpretaciones liberales y los destinos manifiestos (…)  Todos los soberanos necesitaron una interpretación del pasado para justificar la autoridad de sus gobiernos (…) El pasado siempre ha sido el esclavo de la autoridad”.[10]
Nuestro propio siglo no está libre de esas prácticas. Siguiendo la consigna del Partido en la obra 1984 de Orwell, “quien controla el pasado controla el futuro, quien controla el presente controla el pasado”, los regímenes totalitarios y autoritarios han buscado constantemente dominar y manipular la memoria pública y privada. Fue cierto con el nazismo y el fascismo, ha sido cierto con el comunismo, y ha sido cierto con una gran cantidad de dictaduras más pequeñas, aunque no necesariamente más benignas.
Aunque comparadas con las devastaciones de la blitzkrieg (guerra relámpago) y las conquistas y el asesinato organizado de seis millones de judíos, la quema de libros y las perversiones del pasado parecen crímenes menores, jamás se las debe pasar por alto, porque el tratamiento criminal de la historia por parte de los nazis sirvió para racionalizar y justificar ante el pueblo alemán sus posteriores crímenes contra la humanidad. Quienes niegan que haya ocurrido el holocausto pueden estar ejerciendo su derecho a la libre expresión (y demostrar que las clases dominantes no tienen un monopolio absoluto para tratar de suprimir el pasado), pero también están cometiendo atrocidades contra la memoria y la historia. La presencia de neo-nazis en las calles de Europa, junto al re-ascenso de políticos fascistas, es escalofriante.[11]
La censura en la Unión Soviética comenzó bajo Lenin como una “medida transitoria”. Sin embargo, como David Remnick escribe en Lenin´s Tomb [La tumba de Lenin]: “El Kremlin tomó tan seriamente a la historia que creó una burocracia masiva para controlarla, para inventar lenguaje y contenido, de modo que las purgas asesinas y arbitrarias se convirtieron en un “triunfo sobre los enemigos y espías”, y el tirano reinante, en un “amigo de todos los niños”.[12]
Isaac Deutscher relata cómo, al comienzo de las campañas de Stalin contra sus rivales, “comenzó la prodigiosa falsificación de la historia que iría a descender como una avalancha sobre los horizontes intelectuales de Rusia” y cómo, al comienzo de la década de 1930, iba exigiendo falsedades y encubrimientos cada vez más masivos. Con las farsas judiciales, las purgas, las hambrunas, las deportaciones, los campos de concentración, y los asesinatos por millones, Stalin y el Partido impusieron una gran “conspiración del silencio”.
Luego de más de un cuarto de siglo, los horrores y las mentiras, y la represión de toda referencia a ellos, fueron tan estrechamente unidos que los sucesores de Stalin no pudieron admitir que se aflojaran demasiado los controles. ¿Cómo podían hacerlo, si todos ellos habían sido sus “cómplices”?[13] El mismo Kruschev apreció plenamente el poder del pasado y paradójicamente, rindió uno de los mejores (aunque no eran universalmente merecidos) homenajes a mi profesión que jamás haya oído: “los historiadores son gente peligrosa, capaces de invertir todo patas para arriba. Hay que vigilarlos”.
Aunque los días más oscuros no regresaron, la historia siguió estando bajo una estrecha supervisión y regulación -con “deshielos” ocasionales, seguidos regularmente por nuevas “purgas”- hasta la glasnost y la perestroika a mediados de los ochenta. Sin embargo, Gorbachov no era un tonto. Incluso él habría preferido, al menos al comienzo, no ampliar la apertura y la reestructuración a las cuestiones del pasado. No fue sino hasta que imaginó que, permitir el reexamen y la revisión pública de los registros históricos, lo ayudaría a socavar a su oposición, que él mismo exigió que se llenaran los demasiado numerosos “espacios en blanco”.[14]
Habiendo sido tan bien supervisados, los mismos académicos profesionales al comienzo dudaban si emprender el entonces permitido reexamen de la experiencia soviética. Pero otros no, y muy pronto el estudio sobre el pasado histórico se fue afirmando en todos lados. Recuerdo claramente el anuncio del gobierno soviético en mayo de 1988 de que, en vista de los grandes cambios en curso, se estaban cancelando los exámenes de historia de la universidad. Con el tiempo, se cancelarían muchas más cosas que eso.
Los errores de cálculo de Gorbachov, si suponemos que nunca pretendió realmente provocar la desintegración de la Unión Soviética, también invitaron a la renovación y el rescate de la política y la historia en Europa Oriental. En 1988, en el vigésimo aniversario de la “Primavera de Praga” y el aplastamiento del experimento checoslovaco sobre la democracia socialista, el grupo disidente “Carta 77” emitió una declaración que concluía con el siguiente párrafo:
Solo pedimos la verdad. La verdad sobre el pasado y la verdad sobre el presente son indivisibles. Sin aceptar la verdad sobre lo que sucedió es imposible abordar correctamente qué está sucediendo ahora; sin la verdad sobre lo que está sucediendo ahora es imposible mejorar sustancialmente el estado de cosas existente.
En las repúblicas bálticas, la insurgencia política fue acompañada por los pedidos de la publicación de los “protocolos secretos” del pacto Hitler-Stalin que habían sellado sus destinos. En forma similar, los cambios en curso en Polonia, por los que durante tanto tiempo lucharon los trabajadores y los intelectuales de “Solidaridad”, generaron una serie de “revelaciones” históricas, referentes a las acciones soviéticas antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Y en Hungría, junto con las demandas populares por la reforma política, se organizó un “Comité por la Justicia Histórica” para proseguir la recuperación del pasado enterrado de la Revolución de 1956.[15]
Encubiertas desde 1945, las fuerzas nacionalistas extremistas y reaccionarias asumieron el poder en cada uno de estos casos, amenazando en sus respectivas personificaciones, con reemplazar a la represión comunista de la memoria y de la historia con las represiones nacionalistas. No obstante, la importancia de la historia para los movimientos de liberación de 1989 confirmó las palabras del novelista checo Milan Kundera: “la lucha del hombre contra el poder, es la lucha de la memoria contra el olvido”.[16]
Más hacia el Este, la dirección comunista china, a pesar de todos sus proyectos revolucionarios, en realidad renovaron el manejo del pasado de sus antecesores imperiales y de quienes lo estudiaron. De hecho, Mao y sus cuadros, al decir de Jonathan Unger, estaban aún más decididos a controlar los mensajes impartidos en las obras históricas para inclinar esos mensajes para que favorezcan a las líneas políticas oficiales y extirpen las disidencias u oposiciones que podrían estar ocultas en las alegorías históricas (…) En resumen, los historiadores debían ser los siervos de los propagandistas del Partido.[17]
El grado de control ejercido desde 1949 ha variado, aunque obviamente no tanto como las direcciones historiográficas dictadas por las cambiantes medidas políticas y económicas del gobierno. Por su parte, los mismos historiadores, y otros recreadores del “pasado” chino, en algunas ocasiones, aunque infructuosamente, han alzado su voz para defender el “derecho a recordar”. En 1989, con una petición apoyando a los estudiantes y trabajadores que se movilizaban en la plaza de Tiananmen, un grupo de escritores de Shanghai pidió una “investigación histórica libre”. Sin embargo, luego de la masacre de la noche del 4 de junio, llegó la predecible reacción ideológica, comenzando con la maquinaria de propaganda gubernamental, que describió a la violenta represión al movimiento democrático por parte del ejército como acciones que se tomaban contra los “contrarrevolucionarios”.
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Es difícil tratar a las clases dirigentes de los estados liberales contemporáneos en las mismas páginas como las relacionadas con las experiencias del fascismo y el comunismo. Pero nuestras élites dominantes no son inocentes, y debemos esforzarnos para no olvidar que las instituciones, leyes y costumbres que las limitan son resultado de largas y continuas luchas desde abajo.
En los años que precedieron a la Segunda Guerra Mundial, la educación japonesa era un instrumento ostensible de adoctrinamiento, para cultivar en los niños la creencia de que la expansión de la nación en el exterior era una campaña sagrada para poner “a todo el mundo bajo un mismo techo”, y garantizar que ellos promovieran “la lealtad al emperador y el amor al país”. Todos los libros escolares eran sometidos a revisión y certificación por el Ministerio de Educación. Pero luego de la derrota de Japón y la subsiguiente ocupación estadounidense, se reformaron las prácticas educativas y dentro de ciertos lineamientos, se permitió a los docentes elegir sus textos. Pero esto no duró mucho.
Hacia la década de 1950, triunfó el conservador “Partido Liberal Democrático” y contra la oposición del sindicato de los maestros, reinstituyó el control estatal sobre la educación y la autorización de los libros de texto. Así fue como, a pesar de la creciente historiografía científica, el gobierno pudo prohibir en los libros las referencias específicas a las atrocidades cometidas por el ejército imperial japonés durante la Segunda Guerra Mundial. La más infame de ellas fue la “violación de Nanking” en 1937. Recientemente -debido a las persistentes campañas legales por parte de liberales e izquierdistas y, tal vez, lo que fue incluso más importante, debido a las presiones de los gobiernos de los países que habían sufrido las depredaciones japonesas- las prohibiciones han sido reducidas o retiradas. Sin embargo, el control y la censura estatal de los libros de texto continúan vigentes.[18]
En diversos grados, la distorsión y la obstrucción del pasado histórico por parte de las élites dirigentes han caracterizado a la historia pública y a la educación histórica en todos los antiguos países del Eje, generalmente con la aquiescencia, e incluso la avidez de sus antiguos enemigos, durante la Guerra Fría, y contra la izquierda. Recordemos la política de la amnesia en los austríacos cuando se adherían a la imagen de sí mismos como “las víctimas” del expansionismo alemán; o las iniciativas “históricas” del canciller alemán, Helmuth Kohl, que abarcaban desde la ceremonia del homenaje de Ronald Reagan en el cementerio militar alemán de Bitburg en 1985 hasta sus posteriores planes para conmemorar el quincuagésimo aniversario del complot para asesinar a Hitler, que deliberadamente excluía a los representantes socialistas y comunistas en los movimientos de la resistencia. También podemos registrar aquí a más de medio siglo de prevaricatos y equívocos políticos en Francia, engendrados por el “síndrome de Vichy” de esa nación.[19]
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Desde que se abrieron los archivos en Berlín y en Moscú, los secretos estadounidenses y de otros países occidentales sobre los crímenes estatales y corporativos cometidos bajo la protección de la Guerra Fría, recién están empezando a filtrarse. Acuerdos secretos con nazis y fascistas, espionaje doméstico y persecución a comunistas, pruebas de radiación atómica sobre personal militar y civil, asesinatos y derrocamiento de gobiernos, planes para un ataque nuclear preventivo… empiezo a sonar como Oliver Stone, el productor del filme JFK.
Y aún nos queda el comentario de un ex funcionario de los Estados Unidos, de que “posiblemente, un tercio de la historia estadounidense está clasificada como secreta”. (Ni siquiera comenzaré en absoluto a preguntar sobre todos los “Official Secrets” ocultos en algún lugar de la Gran Bretaña).
Más aún, en los Estados Unidos, y quizás no menos que en Japón, los libros de texto de historia en las décadas de la posguerra han excluido o limitado las referencias a los más oscuros sucesos y a las persistentes luchas sociales que configuraron la historia de la nación y continúan haciéndolo. Partidarios del consenso respecto a la Guerra Fría y de proseguir con el anticomunismo a nivel nacional e internacional, los libros universitarios de historia unánimemente han representado la expansión estadounidense hacia el oeste y las intervenciones en el extranjero, referenciándose con el Destino Manifiesto, la defensa del hemisferio, y/o el apoyo a las luchas anticoloniales.[20] Naturalmente, la democracia fue un tema central en las narrativas de progreso de estos libros; sin embargo, ignorando las persistentes limitaciones, exclusiones y opresiones, estos textos expusieron, mucho antes que Fukuyama tuviera la edad suficiente como para pensar sobre ese tema, una imagen de los Estados Unidos en la posguerra como la culminación de la historia occidental y mundial.
No solo los libros escolares, que son los más oficialistas de las historias públicas, sino también toda la cultura de masas estadounidense, desde Madison Avenue hasta Hollywood, proyectaron esta presunción. Desde la década de los cincuenta hasta la de los sesenta, liberales y conservadores parecieron compartir la creencia histórica de que en los Estados Unidos éramos testigos del “fin de la ideología”.[21] Quienes resistían a esta visión fueron debidamente marginados y carecían de credibilidad. O así pareció durante un tiempo.
Fomentada en parte por la misma contradicción entre la historia relatada y la historia vivida, la izquierda radical estadounidense se había renovado en la década de los sesenta. Y las luchas por los derechos civiles de las minorías raciales y étnicas, por los derechos sociales de los pobres, por la igualdad de derechos de las mujeres, y por el cese de las guerras imperiales, junto a la menos celebrada pero no menos notable insurgencia de la clase obrera por sus derechos y por la democracia en el lugar de trabajo,[22] estos movimientos promovieron serias reformas en la política y la economía estadounidense.
Estas luchas también inspiraron revisiones radicales en el estudio y en el pensamiento históricos, incluyendo la socialización y la democratización del pasado, o sea, la recuperación e incorporación en los registros históricos de las previamente ignoradas experiencias y acciones de clase, raza y género.
Desgraciadamente, aunque esto también era predecible, estas campañas y conquistas democráticas también provocaron profundas reacciones por parte de la élite en el poder, crecientemente preocupada porque las diversas luchas de esa época estaban al borde de unirse en un amplio movimiento radical-democrático y de esta forma promover reformas en una escala aún más grande. En declaraciones públicas y manifiestos, como el informe de la Comisión Trilateral de 1975, La crisis de la democracia, los voceros de la clase empresarial declamaban que los políticos occidentales enfrentaban una “sobrecarga gubernamental”, más específicamente, una “crisis” en la que los problemas de la “gobernabilidad” surgían de esa “sobrecarga”. Se planteaba claramente que la amenaza provenía desde abajo: de las minorías, las mujeres, los grupos de interés público, y los sindicatos; pero los verdaderos culpables que se eligieron fueron la universidad y otros “intelectuales que buscan adoptar nuevos estilos de vida y nuevos valores sociopolíticos” (léase, historiadores y otros del mismo tipo).[23]
De este modo, durante los últimos 20 años hemos estado sometidos, en los Estados Unidos, y en gran parte por las mismas razones, en Gran Bretaña, a lo que Ralph Miliband identificó como una “guerra clasista desde arriba” contra las conquistas del liberalismo y la socialdemocracia y los cambios progresistas causados por las diversas luchas en los años sesenta. Y un acentuado rasgo de estas “revoluciones desde arriba” ha sido la vigorosa y concertada campaña para reconfigurar la memoria histórica, la conciencia, y la imaginación, cuyo clímax iba a ser la proclamación de que realmente habíamos arribado al “fin de la historia”.[24]
Fuertemente alentados y lucrativamente financiados por las élites empresarias, Ronald Reagan y Margaret Thatcher, junto a sus seguidores y serviles lacayos republicanos y conservadores, expusieron en forma brillante versiones míticas de la historia de sus respectivas naciones. Las distorsiones y obstrucciones vulgares del pasado fueron incesantes, pero en particular, podríamos recordar a Reagan remontándose a unos Estados Unidos supuestamente más felices, más seguros, y económicamente más robustos, que existieron alguna vez, dependiendo de la ocasión, antes de las revueltas y los programas de la “Gran Sociedad” de los años sesenta o, en algunos casos, antes del “New Deal” de los años treinta. Para Thatcher, los buenos días de antaño eran aquellos en los que se suponía que prevalecían los “valores victorianos”, y el pueblo británico había sido más autosuficiente, mejor, y más emprendedor y filantrópico (en una combinación determinada, presuntamente, por las circunstancias de clase de cada uno).
Reagan y Thatcher hablaban del pasado como una época de “valores comunes” e insistían sobre la necesidad de restablecerlos. Estos no eran arranques de nostalgia, sino una artillería dirigida contra los liberales, los sindicalistas, los socialistas, las feministas, los pobres, y las minorías raciales y étnicas. Reagan y Thatcher ofrecían una retórica del consenso cuya verdadera intención era fortalecer una política de división social y una economía política de la acumulación del capital y la desigualdad de clases.
Más aún, las ambiciones de los líderes de la Nueva Derecha de restaurar “el pasado” no eran meramente retóricas. En el lenguaje neo-macartista, declaraban su hostilidad hacia la obra científica y pedagógica de los nuevos historiadores, e iniciaron “batallas culturales”, convirtiendo a la “crisis de la educación histórica”, pregonada y exaltada por los medios, en una muy importante cuestión cívica, si no es que relacionada con asuntos de la defensa [nacional]. Luego, bajo el pretexto de responder a la ignorancia de los estudiantes y la propagación de la amnesia histórica, los ministros republicanos y conservadores de educación introdujeron esquemas sin precedentes para “normas nacionales” y “currículos nacionales”, en los cuales la Historia iba a ser un tema central. E hicieron todo lo posible para que las narrativas dictadas en esos programas de estudio y currículos contribuyeran al perfeccionamiento de los órdenes conservadores deseados.
En esta edad del espectáculo y del entretenimiento, los esfuerzos de la Nueva Derecha para subordinar la educación histórica han sido mejorados, o incluso eclipsados (al menos en los Estados Unidos), por las reconstrucciones empresariales del pasado. Pensando particularmente en las representaciones de la Avenida Madison (como se llama a la industria de la publicidad) de los años sesenta, un colega, algo mayor que yo, me advirtió hace algunos años que “en una protesta, puedes escupir sobre el sistema capitalista. Alguna compañía lo recolectará, lo refinará, y lo envasará. Y tu madre lo comprará para regalártelo en Navidad”. En el cine, la televisión y la publicidad, el pasado y el presente son esterilizados y mercantilizados; y ahora tenemos la propuesta de la Corporación Disney, de crear un nuevo parque temático que se llamará “Los Estados Unidos de Disney”, que promete -y aquí uno se queda pasmado, no sabiendo si reír o llorar- crear “representaciones realistas del pasado de la nación”, incluyendo el esclavismo y la Guerra Civil. En una forma verdaderamente orwelliana, nos servirán la historia para el “Fin de la Historia”.
Consideremos nuevamente la variable motivación, pero universal e incansable, de las clases dominantes y dirigentes para subordinar no solo al presente sino al pasado. Sin duda, no hay que ser un marxista para reconocer las ambiciones hegemónicas implicadas cuando un mercenario de cualquier poder proclama que el actual orden de las cosas es eterno. Comprendidos política e históricamente, los intelectuales generosamente subsidiados de la Nueva Derecha con su proyecto del fin-de-la-historia se encuentran en la misma fila que los intrigantes en la República de Platón con su “noble mentira”; todos ellos están decididos a impedir la democracia, no a mejorarla.
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¿Qué tiene la historia que tanto aflige a las clases dominantes y gobernantes, que se ven obligados a controlarla y comandarla? Milan Kundera responde, invirtiendo a George Orwell:
El pasado está lleno de vida y su rostro nos excita, nos ofende y por eso queremos destruirlo o retocarlo. Los hombres quieren ser dueños del futuro sólo para poder cambiar el pasado. Luchan por entrar al laboratorio donde se retocan las fotografías y se reescriben las biografías y la historia.[25]
No es la certidumbre la que autoriza esas acciones, sino la inquietud; no es la convicción sobre el curso de la historia lo que lleva a la clase dominante a declararla “finalizada”, sino la angustia inducida por lo que ellos ven en ella.
Comencé proponiendo que miremos directamente a los ojos de los poderosos, para descubrir lo que ellos ven, lo que reconocen, lo que saben. Debí haber preguntado: ¿Qué es lo que ven, pero tratan de ocultar? ¿Qué reconocen, pero intentan negar? ¿Qué saben, pero tratan de esconder? Boris Kagarlitsky nos recuerda una afirmación de Marx sobre la censura: “La ley contra un estado de ánimo no es una ley del estado promulgada para sus ciudadanos, sino la ley de una parte contra otra. (…) Las leyes contra una forma de pensar son el grito involuntario de una mala conciencia”. Sin duda. Pero no es solo esa culpa la que impone las proscripciones. Sabiéndolo, Kagarlitsky agrega lo siguiente, con el efecto, intencional o no, de dirigir nuestro pensamiento más allá de las experiencias del fascismo y el comunismo: “Introducen la censura quienes temen a la opinión pública; la misma existencia de la censura es una señal de que el pensamiento de oposición está vivo y no puede ser erradicado; que junto al ‘partido’ burocrático dominante también hay un partido democrático de facto”.[26]
¿Por qué las clases dirigentes temen a la historia? Porque, más allá de sus crímenes, y más allá de las tragedias e ironías que tanto exigen esperanza y entusiasmo, ellos ven y saben, al igual que sus predecesores, que la historia ha sido, y sigue siendo, un proceso de luchas por la libertad y la justicia. Y cada vez más, al menos desde fines del siglo XVIII, ha sido, como el difunto Raymond Williams dijo una vez, una Larga Revolución,[27] en cuyo corazón político se halla la lucha por la libertad, la igualdad, y la democracia.
Además, ellos perciben que a pesar de las muchas veces en que la historia ha supuesto la “experiencia de la derrota” para los pueblos y las clases que han tratado de hacer lo contrario, la Larga Revolución también ha ofrecido grandes victorias. Buscando una razón para la esperanza, Ronald Aronson se aventura a decir:
Los verdaderos progresos históricos en la moral social humana han ocurrido mediante esas luchas. Se abolió la esclavitud, se ganaron derechos democráticos, se han prometido y alcanzado ciertos elementos de dignidad e igualdad, se finalizaron guerras, y otras se evitaron, solo porque hemos actuado. Imaginado, a veces desesperadamente, y otras veces con confianza, en las visiones colectivas, movimiento tras movimiento, que se sacrificaron y agitaron; parcialmente logrado y después legitimado por la ley y la costumbre, el progreso social se había hecho realidad en cada paso del camino.[28]
En verdad, ya sea en la resistencia, la rebelión o la revolución, no son solo las victorias las que pesan; también las derrotas han contribuido a la creación de la democracia. Los “Niveladores” y los “Cavadores”: sectas radicales que surgieron durante la guerra civil inglesa del siglo XVII, las posteriores generaciones de los Ludditas Radicales, artesanos ingleses que protestaban contra las nuevas máquinas que destruían el empleo en el siglo XIX, y los artesanos y proletarios Cartistas; los sans-culottes y los comuneros parisinos; los esclavos negros rebeldes en el continente americano; los metalúrgicos radicales, granjeros populistas, obreros socialistas, y los jornaleros “Wobbly”, nativos e inmigrantes en los Estados Unidos; los campesinos, vaqueros y obreros revolucionarios de México; los trabajadores que defendían a la España republicana y sus camaradas en las brigadas internacionales; los partisanos de la Europa ocupada y los luchadores judíos en el gueto de Varsovia; los manifestantes anti-apartheid en Sharpeville en Sudáfrica; y los estudiantes y obreros chinos de 1919 y 1989, todos ellos, en sus respectivas maneras, aportaron a la lucha.
Mi abuelo, ruso judío, que vino a Estados Unidos después de la revolución rusa de 1905 y participó en las campañas como un joven socialista en el Lower East Side de Nueva York, me pasaba, cuando yo era un niño, sus ejemplares de las obras de Tom Paine. Entre ellos, el folleto revolucionario Common Sense, en donde Paine escribió con valentía: “Tenemos en nuestro poder comenzar el mundo otra vez”. En los años 1776, 1789, 1810, 1848, 1871, 1910, 1917, 1945, 1949, 1959, 1968, 1989, 1993, y en tantos otros momentos radicales y democráticos, grandes y pequeños, se renovó esa posibilidad.
Digan lo que digan, los poderosos no lo han olvidado. Ni tampoco han olvidado el desafío que expresó Rosa Luxemburgo mientras escapaba del arresto por parte de los proto-nazis Freikorps que la asesinarían: “«El orden reina en Berlín» ¡Esbirros estúpidos! Vuestro «orden» está edificado sobre la arena. Mañana la revolución ya se elevará de nuevo con estruendo hacia lo alto y proclamará, ante vuestro terror, en medio del bronce de las trompetas: «¡Fui, soy y siempre seré!»”.[29]
Desde hace tiempo, el relato democrático atormenta al imaginario de las clases dominantes. Hoy lo hace aún más, porque es el mismo cimiento sobre el que se apoya la legitimidad política contemporánea. Por muy falsas, hipócritas o blasfemas que sean sus palabras, durante gran parte de este siglo XX, y durante mucho más tiempo en los Estados Unidos, sus dirigentes y gobernantes se han visto obligados a hablar dentro de y para un discurso democrático; y a menudo, un discurso enraizado en un momento revolucionario. Por más limitadas, degradadas o evisceradas que estén las instituciones, la idea del “gobierno por el pueblo” se ha convertido en la piedra angular ideológica del gobierno moderno. Como comenta John Dunn acerca de ese pilar, “en la historia del mundo (…) no hay nada que para los seres humanos goce de esa misma autoridad sin límites; y esto sucede prácticamente en todo el mundo”.[30]
Irónicamente, el mismo contenido de la ideología hegemónica sirve para recordarnos nuestros ideales democráticos y nos ofrece la posibilidad de realizarlos aún más. A veces esto es obvio; pero, de nuevo, a veces -especialmente en nuestras políticas liberales del fin-de-la-historia- hay que escuchar cuidadosamente, muy cuidadosamente, para apreciar la ansiedad de las élites gobernantes.
Veamos cuando en 1992 el demócrata William Jefferson Clinton asumió la presidencia de los Estados Unidos, luego de doce años de gobiernos republicanos conservadores. En su discurso inaugural exhortó a los estadounidenses “a ser audaces, abrazar el cambio y compartir los sacrificios necesarios para que progrese la nación”.
Hay que recordar que Clinton buscaba relacionar su pretendida “visión política” con la del autor revolucionario de la Declaración de la Independencia, Thomas Jefferson. Luego de su peregrinaje a la casa de Jefferson en Monticello y luego de un viaje al distrito de Columbia a lo largo de la ruta recorrida por el tercer presidente en 1801, el discurso inaugural de Clinton estaba cargado de referencias jeffersonianas. Recuerdo en particular un comentario: su afirmación de que “Thomas Jefferson creía que para preservar los mismos fundamentos de nuestra nación necesitaríamos drásticos cambios de vez en cuando”.
Pero, por supuesto, como todos los que fueron niños en los años sesenta (como Clinton) lo sabe, eso no es exactamente lo que dijo el Padre de la Patria. Las palabras que el propio Jefferson profirió fueron: “Sostengo que una pequeña rebelión de vez en cuando es algo bueno, y tan necesaria en el mundo político como las tormentas en el mundo físico”.
¿Cómo deberíamos interpretar la “revisión” del revolucionario Jefferson? ¿Como un acto inocente? ¿Como un acto a favor de la reconciliación política nacional? O, como afirmé (aunque esperando que se demostrara lo contrario): ¿Como un acto a favor del orden existente por parte de otro representante de la clase dirigente, que después de haber hecho su campaña en el nombre del “cambio”, no tenía intención alguna de realmente despertar la memoria y la imaginación histórica estadounidense, por el temor de que el pueblo pudiera realmente intentar hacerlo?
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Desde la celda en la prisión fascista, que se suponía que lo quebraría y que, físicamente, finalmente lo hizo, Antonio Gramsci escribió estas palabras a su joven hijo, recordándonos, desde la base, de dónde podríamos obtener sostén, esperanza, y optimismo:
Mi querido Delio, me siento un poco cansado y no puedo escribirte mucho. Tú escríbeme siempre y acerca de todo lo que te interese en la escuela. Creo que te debe gustar la historia, como me gustaba a mí cuando tenía tu edad, porque concierne a los hombres vivos, y todo lo que se refiere a los hombres, a cuantos más hombres como sea posible, a todos los hombres del mundo en cuanto se unen entre sí en sociedad y trabajan y luchan y se mejoran a sí mismos, no puede dejar de gustarte por encima de cualquier otra cosa. Pero ¿es así?[31]
Con el mismo espíritu, Howard Zinn explica modestamente su “Failure to Quit” [No renunciar]:
Puedo comprender el pesimismo, pero no creo en él. No es simplemente una cuestión de fe, sino de evidencia histórica. No una evidencia abrumadora, sino solo para dar esperanza, porque para la esperanza no necesitamos la certeza, sino la posibilidad. A pesar de todas esas afirmaciones confiadas de que “la historia muestra…” y “la historia prueba…”, la esperanza es todo lo que nos ofrece el pasado… Cuando oigo tan frecuentemente que hay pocas esperanzas para un cambio en los años noventa, también pienso en el desaliento que acompañaba al inicio de los años sesenta.[32]
Atormentados por lo que ven y saben sobre el pasado y la realización del presente, los poderosos reconocen, como lo hiciera Kruschev, que en la medida en que continúan sus labores científicas y pedagógicas, los historiadores pueden ser “gente peligrosa”. No solo somos capaces de empuñar los poderes del pasado contra los poderosos mismos, sino de -al ofrecer desafíos históricos a la desesperación y el cinismo- hacer aportes radicales a la memoria, la conciencia y la imaginación populares.
¿Qué hacer? El mismo Deutscher escribió una vez que el papel de los intelectuales “es seguir siendo eternos disconformes”. Me gusta eso. Sin embargo, en reconocimiento y apreciación de los temores de los poderes fácticos, llevaría esa idea más allá, de una manera que, estoy seguro, él habría aprobado.
Aprovechando un término de mi mentor, Victor Kiernan, afirmaría que nuestra responsabilidad y tarea es asegurar, testimoniar, y promover críticamente la memoria profética de la lucha por la democracia.[33] De este modo, para los historiadores marxistas y otros radicales, el proyecto fundamental sigue siendo el mismo: la recuperación del pasado, la educación del deseo, y el cultivo, como el propio Gramsci urgió, de:
una concepción histórica, dialéctica del mundo (…) que comprenda al movimiento y al cambio (…), que aprecie la suma del esfuerzo y del sacrificio que el presente ha costado al pasado y que el futuro está costando al presente (…) y que concibe al mundo contemporáneo como una síntesis del pasado, de todas las generaciones pasadas, que se proyecta en el futuro.[34]
¿Por qué las clases dominantes temen a la historia? Porque saben que por más antigua que sea la idea democrática, la narrativa democrática moderna, en realidad solo comenzó recién. Como reflexiona Joel Kovel en su reciente estudio del macartismo: “Sí; la variante socialista que fue un callejón sin salida, bajo el nombre del comunismo soviético, finalmente fracasó estrepitosamente. Pero el orden capitalista, con todos sus brillantes logros, no ha triunfado, solo ha ganado”.[35]
Las cosas se harían más fáciles si pudieran ser de otra manera, pero el futuro crecimiento y desarrollo del capitalismo y de la democracia no pueden ir juntos. El crecimiento del primero exige necesariamente que se restrinja la democracia o incluso se contraiga aún más.
La globalización en curso de las relaciones capitalistas de explotación y opresión significa, como ya lo ha sido antes, que las victorias democráticas conseguidas previamente serán severamente cuestionadas, y las nuevas aspiraciones democráticas continuarán siendo duramente confrontadas. Pero como lo dijo Deutscher en La revolución inconclusa “(salvo por una aniquilación nuclear), la historia no llegará a su término en ninguna parte”.[36]
La cuestión es que la clase trabajadora y otras luchas desde abajo continuarán afirmándose. De hecho, en formas que aún tenemos que descubrir, el capital mundial también posibilita que surja su oposición dialéctica a escala global. Sobre la buena posibilidad de que nuestras propias acciones sí importen, debemos trabajar duro para asegurar, que esas luchas, sean nacionales o internacionales, también se inspiren en la memoria profética de la libertad, la igualdad y la democracia.No podemos saber qué ocurrirá, pero estemos seguros de que nuestros opresores están convencidos de que se renovará la histórica y perenne demanda del poder al pueblo. Y eso se refleja en sus ojos.
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* Presentado originalmente como el discurso del Isaac and Tamara Deutscher Memorial Prize, en la London School of Economics, el 8 de noviembre de 1994. Una versión más resumida fue publicada en la revista internacional de derechos humanos Index on Censorship, vol. 24, Mayo 1995. La versión definitiva, enviada especialmente por su autor para ser publicada en Memoria. Revista de crítica militante, corresponde al capítulo segundo del libro Kaye, Harvey J., Why do ruling classes fear history? and other questions, New York: St. Martin’s Press, págs. 7-28. Agradecemos la traducción del inglés al español que amablemente ha elaborado Francisco T. Sobrino.
** Harvey J. Kaye es Ben & Joyce Rosenberg Professor de Estudios sobre Democracia y Justicia, en la Universidad de Wisconsin-Green Bay. Además de numerosos trabajos sobre historiografía marxista, ha publicado Tom Paine and the Promise of America (2006) y Take Hold of Our History: Make America Radical Again (2019).
[1] Francis Fukuyama, The End of History and the Last Man (Nueva York, 1992). Para una discusión de esas ideas ver Lutz Niethammer, Posthistoire: Has History Come to an End? (Londres, 1992).
[2] Comentarios de Edward Luttwak en “El fascismo como la ola del futuro”, London Review of Books, 7 de abril de 1994.
[3] Isaac Deutscher, Herejes y renegados (Barcelona, Ariel, 1970), pág. 7
[4] Howard Zinn, Declarations of Independence: Cross-Examining American Ideology (Nueva York, 1990), pág. 294.
[5] Shim Jae Hoon, “A Rebel with a Cause Pays the Price for Dissent”, Far Eastern Economic Review, Julio 10, 1986.
[6] Jawaharlal Nehru, Glimpses of World History (Oxford, 1989); y E. H. Carr. What is History? (Nueva York, 1962).
[7] E. H. Carr, What is History?, pág. 207
[8] Debo agregar aquí que los últimos párrafos del artículo de la revista informaban que mientras estaba en la prisión, Yu fue despedido una vez más de la Universidad y cuando fue liberado se dedicó a traducir y corregir pruebas de libros para ganarse la vida. También militó en una organización de ayuda a las familias de los presos políticos. Además debo afirmar claramente que al contar esta particular historia, no quiero faltar el respeto hacia los escritores de obras de ficción. La prohibición de sus obras y los ataques y encarcelamientos sufridos por tantos de ellos ofrecen un testimonio más que amplio de su capacidad de incitar el miedo en el corazón de los poderosos.
[9] Platón, La República, www.um.es/noesis/zunica/textos/platon,republica.
[10] J. H. Plumb, The Death of the Past (Nueva York, 1969), pág. 40 (Hay edición en español, Barcelona: Barral, 1972).
[11] Deborah Lipstadt, Denying the Past (Nueva York, 1993); Paul Hockenos, Free to Hate: The Rise of the Right in Post-Communist Eastern Europe(Nueva York, 1993).
[12] David Remnick, Lenin’s Tomb (Nueva York, 1993), pág. 4.
[13] Isaac Deutscher, El profeta armado, Trotsky: 1921-1929 (Ciudad de México, Era, 1966), y El profeta desarmado, Trotsky: 1929-1940 (Ciudad de México, Era, 1966); La revolución inconclusa. Cincuenta años de historia soviética (Ciudad de México, Era, 1967).
[14] Ver Remnick, Lenin´s Tomb y R. W. Davies, Soviet History in the Gorbachev Revolution (Londres, 1989).
[15] Sobre estos acontecimientos, ver el número doble de Across Frontiers, Nros. 4/5, (invierno-primavera 1989).
[16] Milan Kundera, El libro de la risa y el olvido (Barcelona, 2000), pág. 2.
[17] Jonathan Unger, Introduction a J. Unger, ed., Using the Past to Serve the Present: Historiography and Politics in Contemporary China (Nueva York, 1993), págs. 2-3.
[18] Ver Ian Buruma, The Wages of Guilt: Memories of War in Germany and Japan (Nueva York, 1994).
[19] Ver Henry Rousso, The Vichy Syndrome, traducido al inglés por Arthur Goldhammer (Nueva York, 1991).
[20] Frances Fitzgerald America Revised (Nueva York, 1980).
[21] Ver Godfrey Hodgson, America in Our Time (Nueva York, 1978), especialmente págs. 67-99.
[22] Ver Barbara Ehrenreich, Fear of Falling (Nueva York, 1989), especialmente el capítulo 3, “The Discovery of the Working Class”, págs. 97-143.
[23] Michael Crozier, Samuel P. Huntington, y Joji Watanuki, Crisis of Democracy: Report on the Governability of Democracies to the Trilateral Commission (Nueva York, 1975), págs. 6-7, 9, 113-15). Hay edición en español: “La gobernabilidad de la democracia”, Cuadernos Semestrales. Estados Unidos: perspectiva latinoamericana, Núms. 2-3, mayo de 1978, págs. 377-397 [Nota del editor].
[24] Ver Harvey J. Kaye, The Powers of the Past: Reflections on the Crisis and the Promise of History (Minneapolis, 1991).
[25] Milan Kundera, El libro de la risa y el olvido, pág. 22.
[26] Boris Kagarlitsky, The Thinking Reed (Londres, 1988), pág. 105.
[27] Raymond Williams, La larga revolución (Buenos Aires, 2003).
[28] Ronald Aronson, The Dialectic of Disaster (Londres, 1983), págs. 301-2.
[29] Rosa Luxemburgo, “El orden reina en Berlín” en Luxemburgo, Rosa y Carlos Liebnecht, La comuna de Berlín, Ciudad de México: Grijalbo, 1971, pág. 76. [Nota del editor].
[30] John Dunn, Democracy. The Unfinished Journey (Oxford, 1992), pág. 239.
[31] Antonio Gramsci, Cartas desde la cárcel  (Caracas, 2006), pág. 60.
[32]  Howard Zinn, Failure to Quit: Reflections of an Optimistic Historian (Monroe, Maine, 1993), pág. 157.
[33] V. G. Kiernan, “Socialism, the Prophetic Memory”, en H. J. Kaye, Poets, Politics and the People: Selected Writings of V. G. Kiernan (Londres, 1989), págs. 204-28.
[34] Antonio Gramsci, Selection from the Prison Notebooks (Nueva York, 1971), págs. 34, 35.
[35] Joel Kovel, Red Hunting in the Promised Land (Nueva York, 1993), pág. 243.
[36] Isaac Deutscher, La revolución inconclusa. 50 años de historia soviética (Ciudad de México, Era, 1967), pág. 13.
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revistamariategui · 3 years
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Segunda Vuelta: ¿Cómo se manufactura la opinión pública?
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En estos momentos, el poder empresarial, alarmado y todavía sin creerlo, debe ya disponer de los técnicos más reputados en la manipulación de la opinión pública. Su objetivo: impedir que el maestro de escuela del sombrero campesino gane en la segunda vuelta.
Jorge Rendón Vásquez
Revista Mariátegui 28/04/21
Los mecanismos de la manipulación
En estos momentos, el poder empresarial, alarmado y todavía sin creerlo, debe ya disponer de los técnicos más reputados en la manipulación de la opinión pública.
Su objetivo: impedir que el maestro de escuela del sombrero campesino gane en la segunda vuelta.
Apenas conocidos, los resultados de la votación del 11 de abril último, la mujer de la dinastía fujimorista se dirigió a los demás candidatos que venían detrás y los conjuró a unirse a ella contra el peligro comunista, la amenaza contra la democracia y la libertad, etc., etc. Contaba con que esos 15 candidatos que, de un modo u otro, habían sido financiados por el dinero empresarial, se le acercasen, unos sumisamente, otros con cierta reticencia y otros condicionando su apoyo a ciertas concesiones. Hasta Verónica Mendoza, la candidata de Juntos por el Perú, le manifestó su adhesión tácita que expuso en las entrevistas que concedió en ciertos canales de TV, declarando que el maestro ganador no le inspiraba confianza y que lo pensaría, justo lo que los técnicos del poder empresarial querían que dijera.
El marqués del Premio Nobel de literatura y neoliberalismo tardó unos días en convencerse de que esta vez sería imposible encajar una hoja de ruta como la que le metieron a Ollanta Humala, y declaró que la mujer de la dinastía fujimorista era la alternativa para salvar a la democracia de una dictadura comunista y para “hacer las reformas necesarias que conviertan al Perú en un país justo, libre y moderno”. Quien era para él un monstruo corrompido y de entraña dictatorial se había transformado en una encantadora y virtuosa reina.
En esta campaña, las piezas requeridas para la manipulación de los electores se mueven armónicamente, como los músicos de una orquesta conducidos por el director o, con menos precisión, como los jugadores de un equipo de futbol aleccionados por su director técnico. Nada queda al azar, salvo lo que no puedan dominar. Esas piezas son los periódicos, ciertas revistas, incluidas las que pretenden ostentar independencia de criterio, las estaciones de radio, los carteles, los volantes, los twits, whatsaps y los chismes o runrunes, todos en el presupuesto del poder empresarial.
El runrún limeño
Desde la época de la colonia, las clases alta y media de Lima se han movido por los chismes. Cuando se quería infiltrar en la conciencia de la ciudad una noticia, una creencia, una indiscreción o un propósito se largaba desde un centro un runrún que iba pasando de la boca de alguien al oído de otro, y todos colaboraban para difundirlo: los burócratas, los porteros, los sirvientes, las damas de la sociedad y los hombres de la llamada gente bien. Y pronto, todo el mundo, dando por ciertos esos chismes y sin que les importase su veracidad o lógica, ardía de indignación, se complacía, sonreía o reía a expensas de las víctimas de la comidilla. Los indios, negros, mestizos y pardos, excluidos absolutamente de la educación y la vida política y cultural, recibían también esos chismes y, a su modo, reflejaban la opinión llegada desde arriba.
Luego la república, en sus doscientos años, ha continuado regida por esa manera de modelación de la pública opinión. Pero ahora, impactando, primero, a las clases media y profesional, de manera que lo que se considera la opinión pública es, ante todo, la opinión de estas y, en particular, las de Lima. Abraham Valdelomar lo decía con una imagen literaria: “El Perú es Lima, Lima es el jirón de la Unión, el jirón de la Unión es el Palais Concert y el Palais Concert soy yo”. El Palais Concert era un café-restaurante donde Valdelomar estableció su cuartel general, se reunía con sus amigos y les sacaba el cuero a quienes caían bajo su lupa por algún “secreto” o suceso que valía la pena difundir, y, probablemente, largaba sus runrunes, en ciertos casos tal vez con una sonrisa sarcástica. Uno de los mayores enemigos del gobierno de Velasco fue esa ola de runrunes que el poder empresarial blanco echaba a correr y le desestabilizaba la adhesión, por convicción o disciplina, de la oficialidad de las fuerzas armadas, constituida por un segmento de la clase profesional a cargo de la defensa nacional.
La estrategia del poder empresarial
Neutralizar la estrategia de alienación electoral es difícil, mas no imposible, pero, primero, hay que conocerla.
¿Hacia dónde apuntan los estrategas de la manipulación en el período previo a la segunda vuelta?
No hacia los electores de la derecha, es decir, a las clases propietarias de los medios de producción y de renta que, en la primera vuelta, se dispersaron entre el montón de candidatos aventureros y de los residuales partidos políticos a los cuales financiaron. No, porque esos electores son suyos y no necesitan ser convencidos: todos ellos votarán por la mujer de la dinastía fujimorista.
Sus baterías disparan hacia el campo de los electores populares que votaron por las dos opciones de izquierda y por ciertos candidatos populistas y aventureros, electores que son la inmensa mayoría de la población votante de los cuales dependen los resultados del sufragio. Las clases propietarias y, en particular, sus núcleos duros, son tan minoritarios que no llegarían ni al 1% de la masa electoral. Sin los votos populares los candidatos de la derecha y, en este caso, la dama de la dinastía fujimorista, son nada.
¿Cuál es la táctica de los directores de la campaña del poder empresarial para colocar en mejor posición a su candidata?
Primero, sembrar la duda en las clases media y trabajadoras sobre lo que maestro de escuela pueda hacer: que hará un pésimo gobierno, que alejará las inversiones, que no habrá “chamba”, que no tiene equipo técnico, que acabará con las libertades, que impondrá una dictadura comunista, etc., etc.
Esta campaña ya está dándoles resultados. El teléfono fijo y el celular me permiten constatarlo: me han dicho lo mismo una señora que en su juventud militó en algún grupo contestatario, una arquitecta que siempre apoyó las candidaturas de izquierda, un venerable patriarca de la cultura indígena, un dirigente sindical, un médico que se batía por los derechos de los galenos trabajadores, un pensionista asiduo concurrente a los eventos culturales hasta antes de la pandemia: dudan del maestro de escuela; es de izquierda sí, pero de qué clase de izquierda, y a lo mejor es verdad que es “terruco” o que está vinculado con el narcotráfico. Ninguna de estas personas se ha preguntado si lo que les han soplado o han visto en algún periódico o en la TV es cierto. El runrún no necesita probar sus bolas. Se presumen ciertas, incluso ante la exhibición de la prueba en contrario.
Segundo: la estrategia de los técnicos en manipulación del poder empresarial magnifica hasta el absurdo lo que el maestro de origen campesino podría hacer si llegara a la presidencia de la República y exageran hasta la deformación lo que dijo en la campaña precedente a la primera vuelta. No les importa si lo que él y otros candidatos dijeron podrían hacerlo o no, si la Constitución, de la que no es posible prescindir para hacer cualquier cosa, lo permite o no. Esto no interesa a los fines de la manipulación electoral. Lo que les importa es que la gente lo crea, y vote, finalmente, por la mujer de la dinastía fujimorista o en blanco o anule su voto. El objetivo es quitarle votos al maestro de escuela.
Lo que un presidente de la República puede hacer realmente
Para columbrar lo que el candidato ganador podría hacer desde el gobierno se requiere contrastar la realidad económica, política, legal y cultural de nuestro país con sus proyectos y antecedentes. Lo demás es cuento.
Los poderes del presidente de la República son muy limitados; se concretan a la gestión de los servicios públicos desde los ministerios, los cuales están regidos por leyes. Corresponde al congreso de la República debatir y aprobar las leyes que puedan cambiar el país y, entre ellas, las de reforma constitucional. Recuérdese que para aprobar una ley orgánica se precisa 66 votos de los 130 y que para modificar la constitución en dos legislaturas son necesarios 87 votos cada vez, y que Perú Libre, el movimiento del maestro, sólo tiene 37 representantes, lo que demandará consensos y elasticidad en bien del país.
Lo que es seguro es que si en la segunda vuelta gana la mujer de la dinastía fujimorista no habrá ninguna posibilidad de cambio a favor de las clases trabajadoras y los sectores de la población pobres y empobrecidos, y que tendremos un nuevo capítulo del autoritarismo y la corrupción de la década del noventa. ¿Acaso no está procesada penalmente por lavado de activos y otros delitos?
En cambio, si gana el maestro de escuela, habrá la certeza de la propuesta de los cambios que nuestro país necesita. Lo que ha de interesar a los electores populares es ese poder de propuesta, es decir la decisión de avanzar hacia el progreso social, sobre lo cual no debe caber ni un jerónimo de duda.
Si quienes se identifican con el maestro de escuela y sus propuestas cumplen sus tareas cívicas de apoyo con fe y sin bajar la guardia triunfarán en la titánica faena de colocar a un hombre del pueblo en la presidencia de la República.
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elcorreografico · 6 years
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