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#Ni sabía que te daban regalos por dar “me gusta”
dr4kuqu3en · 7 months
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¡ 100 «Me gusta»!
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lasamazonas · 4 years
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La Palabra Del Viento... es un cuento !
Esta semana he decidido publicar algo un poco mas diferente. Inspirada por el cuento “El Tiovivo’ he escrito un cuento mío para exhibir mi infinito respeto por la Señora Matute a la que hemos dedicado el mes de enero. ¡Qué lo disfrutéis !
Tiovivo -  Atracción de feria consistente en una plataforma giratoria sobre la que se instalan reproducciones a pequeña escala de caballos de madera, coches, etc.
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                                                      El Tiovivo
El tiovivo es una feria. El tiovivo es vida.
Los carros rojos giraban y giraban, gatos azules con bigotes amarillos, unicornios con cuernos relucientes, giraban y parecían un colorido torbellino de flores. El Perrito los estaba mirando y no se cansaba de verlos. Giró alrededor del tiovivo, izquierda, derecha, una vez incluso tratando de subirse, pero un hombre alto y grande lo detuvo y se lo llevó. El Perrito no tenía dinero de todos modos: estaba hecho jirones, desgarrado, sucio. Su posesión más valiosa era una gorra marrón, que nunca se quitó. Miguel, así se llamaba. Lo llamaban el Perrito porque en lugar de dormir en el orfanato, dormía en la calle. Solo volvió a comer allí, aunque probablemente habría recibido más pan si hubiera fingido ser el animal del que le pusieron , siempre a los pies de la gente. A las enfermeras no les agradaba. Estaban cansadas de limpiarlo todos los días, vestirlo con ropas bonitas, levantarlo y sentarlo a la mesa. Ahora, en cambio, le entregaron una bolsita con la comida del día  y vieron al Perrito sonreír y empezar a correr de regreso al parque con el carrusel. "Niño loco, niño loco. ¿Quién se lo llevará? ¡Nadie!” Dijeron después, sacudieron la cabeza y se fueron a casa.
El tiovivo estaba girando de nuevo y el Perrito lo  estaba mirando de nuevo. Era tan bello. Los adultos lo pasaban  como si no estuviera allí, solo los niños se detuvieron. A Miguel le agradaban los niños. Apreciaron el tiovivo. Sin embargo, El Perrito no parecía un niño. Era demasiado alto, incluso tenía dieciséis años, delgado, seco, una barba creciendo en sus mejillas, un ridículo bigote debajo de su nariz. No parecía un niño en absoluto, el Perrito y todos podían verlo, pero no parecía notar su diferencia. Quizás simplemente no le importaba. Las risas de los niños se podían escuchar desde el tiovivo. Miguel tenía tantas ganas de escalar....
Otro día, otro giro. Hoy el Perrito estaba sentado en un banco que no estaba ni cerca ni lejos del tiovivo, perfecto. Estaba tan absorto en el colorido huracán que no notó a nadie sentado a su lado hasta que el hombre le habló: "Espero que no le importe que me siente aquí". El Perrito ni siquiera volvió la cabeza para mirar: "No me importa señor, siempre que no me impida ver el girador". “¿El girador? "Chico, no es así como se llama." El Perrito se congeló por un momento antes de que el enrojecimiento subiera desde su cuello hasta sus orejas. " No lo sabía." Se quedaron en silencio antes de que volviera a hablar al anciano “ Mi nombre es Pedro. Pedro Alonso, y eso de ahí se llama el tiovivo ". El Perrito finalmente apartó la mirada de la atracción y miró a Pedro. "El tiovivo ..." Miró de nuevo a la construcción "... me gusta ... tiovivo". En ese momento Miguel no notó la leve sonrisa, que crispó el rostro del anciano, lo rejuveneció, aunque nunca llegó a sus ojos.
Con el tiempo los dos hicieron amistad. El Perrito ganaba conocimiento común - nuevas palabras, principios, noticias del mundo y comida del Señor Pedro y el Señor Pedro ganaba distracción de lo cotidiano en la cara de Miguel. Sus conversaciones eran cortas con pausas largas,pero coloridas  y mucho parecidas al tiovivo dando vueltas frente de ellos...
Pedro Alonso siempre estuvo ahí. Miguel simplemente no había prestado atención. El anciano llegó por la mañana, se sentó en el banco frente al tiovivo y miró. Pero no solo estaba mirando el tiovivo. Pedro miró a la gente - tenían prisa, siempre preocupados, como si cada uno de ellos tuviera personalmente el mundo en la espalda. Había excepciones, por supuesto, pero eran tan raras que probablemente Pedro las contaba con los dedos de la mano. Miguel era una excepción. El gorro marrón que llevaba tenía que cambiar y sus zapatos estaban gastados. Su rostro, con su borrachera, lo hacía parecer enfermo, aunque si alguien lo veía correr, rápidamente cambiaría esa definición. Pero los ojos ... Pedro solo había visto unos ojos así dos veces en su vida. Muy limpio, tan ingenuo que uno siente casi pena por ello. Pero para otro eran cálidos y verdes y le recordaron a Pedro en el patio de su casa en el campo...
Miguel casi no miraba al anciano durante sus citas tan frecuentes. En sus ojos era solo el tiovivo y como siempre los colores y el sonido de las risas. Al anciano Señor no le molestaba ese comportamiento sino que  divertía aún más.
Pasaron 6 meses. Un día el Señor Pedro vino silenciosamente y se sentó en el banco a la izquierda del Perrito como siempre. El Perrito pensó que era extraño que el anciano no hablara y volvió a mirarlo. El Señor Pedro no estaba ahí. Ahí estaba un hombre desconocido con cara simpática y ojos azules. “Hola. Tu eres Miguel, no?” Miguel no entendía porque el hombre sabía su nombre pero movía su cabeza afirmando“Quién es usted , Señor? No te conozco, pero no te demores porque este sitio es para otro.” El hombre sonrió a Miguel - una sonrisa triste y empezó a hablar lentamente. Miguel sentia que debia escuchar y por la primera vez en los 3 años desde que había descubierto el tiovivo no lo miraba.
“Miguel, mi nombre es Samuel y soy abogado... ¿Sabes qué hace un abogado, verdad?
“ El Señor Pedro me explico…”
“Muy bien. Algunas veces nosotros los abogados convertimos en carteros y llevamos cartas de una persona a otra, lo sabías?” El Señor Pedro había  mencionado algo como así y por eso Miguel dijo que sí lo sabía al abogado.
“ El Señor Pedro me dijo que cuando una persona no puede dar a una carta en persona, el abogado lo da en su sitio.”
“ Te lo ha explicado Senor Alonso?, muy bien muy bien...Pues, ya es el momento de darte una carta del Senor Alonso. Voy a quedarme aquí mientras lo lees, vale? Y  voy a....”
~15 años en el futuro~
“¡Papá! ¡Papá! Puedo subir al tiovivo, por favor?”
“Si, claro espera que te doy una moneda.”
Se metió la mano en el bolsillo y sacó una moneda brillante. La dejó caer en la mano pequeña del chico y lo miró mientras el niño corría a la atracción. Se sonrió y cogió la mano de su esposa.
“Antes de ser adoptado…” empezó el “vendria aqui cada dia para ver al tiovivo. Me encantaba muchisimo - los colores de los coches rojas, los gatos con bigotes amarillos, unicornios con cuernos relucientes. Me daban mucha felicidad y aunque nunca podía subir y girar, lo quería con todo mi corazón. Aquí en este mismo parque también encontré a mi padre. Lo conocí durante solo 6 meses pero me sentía que lo conocía de toda la vida. Él murió ,pero se negó a irse de este mundo antes de darme los regalos más grandes en el mundo: un  hogar real  y una educación . Estos regalos me ayudaron a encontrarte, amarte y abrazarte. Estos regalos entonces nos ayudaron a tener a nuestro hijo.” La pareja miró al tiovivo, al chico riendo sentado en el coche rojo. El niño los miró y les agito con la mano pequeña.
“Mama! ¡Papa! ¡Mirame, mirame que soy un chofer!
“Si, Alonso, te vemos, bien, hijo!”
El tiovivo los miraba y escuchaba, dando vueltas y vueltas llenas de risas y felicidad. El parque nunca apareció tan vivo.
- Elpis
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lapoesiaembiste · 3 years
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Última entrevista a Martín Adán
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Por Delia Sánchez Pisco.
Año 1985.
Dar testimonio de la lucha constante entre el poeta Martin Adán y su sombra: Rafael de la Fuente Benavides, dos seres antagónicos que compartían un mismo cuerpo pero no el alma, no es tarea fácil cuando los demás no saben ni han sido testigos de ese conflicto.
En las muchas entrevistas que mantuve con Rafael de la Fuente Benavides y pese a que nuestra amistad parecía tener raíces ya profundas, él defendió indesmayablemente la privacidad de ambos:
-No trates de robarme mi agonía.
-¿A qué agonía se refiere, don Rafael?
-Nadie comprende lo que es llevar a cuestas a un excéntrico poeta bohemio, que pretende exclusivamente paz y soledad y que a la vez tiene dentro de si a un hombre deseoso de que los demás se percaten de que Rafael de la Fuente es un ser humano tan igual que otro y gusta de la compañía.
-Sin embargo, usted se niega a recibir visitas, ¿por qué?
-Todos vienen en busca de Martin Adán, a nadie le interesa conocer a Rafael de la Fuente Benavides.
-¿Por qué no facilita las cosas para que la gente conozca a ambos?
-No. Todos vendrían solo con el propósito de comprobar si es cierto lo que dice tal o cuál periódico. Además, a Martín Adán pueden escudriñarlo cuanto quieran a través de sus obras. A Rafael de la Fuente, ¡no!.....Le hacen daño.
-¿Quiénes le hacen daño?
-Mis experiencias con los periodistas no han sido muy agradables. Sus fantasías son más grandes que las mías y lastiman a seres que sufren y piensan.
-¿Algún periodista en concreto le causó daño?
- ¡Muchos! ... jamás quisieron respetar mi voluntad e insensibles ante mi dolor no escucharon mis ruegos ni de los médicos y enfermeras cuando me hallaba enfermo. Hacían ruidos espantosos, todos querían vanagloriarse a costa de mi sufrimiento. Aún me persiguen en mis pesadillas, los gritos de los reporteros, las cámaras de los fotógrafos y las potentes luces de la televisión. Aquello fue un atropello incalificable.
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Gotitas como perlas friolentas bañan su frente mientras las palabras le brotan exaltadas ante estos amargos recuerdos. ¡No comprendía la parte más dolorosa y desagradable de nuestra profesión!
-Sabiendo que soy periodista, ¿por qué me recibe?
-Pequeña periódista, qué triste batalla te espera combatir. ¡Pobre de ti cuando sientas las dentelladas de la humanidad! No sabes que en lugar de hacerte un bien te lego una responsabilidad de la cual tal vez no salgas bien librada.
Sus palabras caen como cascadas que logran estremecerme
-¿Considera que Martín Adán es un gran poeta?
-La crítica es la que lo cree, yo opino que solo es un versero.
-¿Quién considera que fue el mejor poeta peruano?
-Sin duda alguna, José María Eguren, sus versos logran calar muy hondo.
-¿Lo conoció?
-Claro. Yo lo admiraba mucho. Tanto que para pertenecer al grupo de Eguren que se encontraba formado por intelectuales de la clase media baja y en la cual no me daban cabida por mi origen supuestamente aristocrático tuve que cambiar mi nombre Rafael de la Fuente por el de Martin Adán.
-¿Y por qué Martin Adán y no otro nombre?
-Bueno.. yo aspiraba la aceptación de todos, entonces tomé el nombre de un mono y lo asocié al primer nombre.
-¿Quiere decir con esto que comparte la teoría de Darwin?
-Hasta la fecha no he encontrado otra explicación más lógica.
-¿Otros intelectuales que haya tratado?
-A Luis Alberto Sánchez y José Carlos Mariátegui, entre otros.
-¿Qué opinas de las obras de Luis Alberto Sánchez?
-Sánchez siempre ha sido un investigador de la historia literaria, sus escritos muestran datos que él recogió de las crónicas pasadas y otros que inventó al no hallarlos. Sin embargo, debo resaltar que es un gran crítico.
-¿Qué puede decir de José Carlos Mariátegui como político?
-A Mariátegui lo visitaba todos los martes, pero nunca hablábamos de política. Él sabía que a mí no me gustaba, así que nos enfrascábamos en largas conversaciones sobre asuntos netamente intelectuales.
-Pero usted ha leído la obra de Mariátegui y por lo tanto sabe la doctrina que pregona, ¿qué opina al respecto?
-Yo respeto mucho las ideas de Mariátegui, pero creo que el Perú no está preparado para asimilarlas y mucho menos para asumirlas.
-En su mesa hay varios escritos de Valdelomar, ¿gusta de sus obras?
-La prosa de Valdelomar es suave y sencilla, en cuanto a sus versos creo que Valdelomar era capaz de hacerle bellos versos hasta a una bacinica
-¿Qué opina de la poesía de cesar Vallejo?
-Las obras de Vallejo no van conmigo, no obstante no niego su gran calidad de poeta.
-¿Sus escritores favoritos?
-Aparte de Joyce, Proust y los clásicos, leo a Allan Por y a Óscar Wilde. Y por último todo lo que caiga en mi mano.
Luego a modo de reflexión, dijo:
-Un escrito o un libro de un poeta clásico es como la Biblia. Todos desean tenerla. No está al alcance de todos entenderla. Pocos la leen.
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La entrevista se desarrolló la segunda semana de diciembre. El estado anímico del poeta era radiante, tras dos meses de duro enclaustramiento en cama. Acababan de quitarle el yeso de la pierna.
Tres días antes de navidad volví a visitarlo. Martín estaba sentado sobre la cama leyendo un periódico.
-¿Cómo se encuentra, Don Rafael?
-¿Cómo crees que puede sentirse este viejo cuerpo? Cada día se hace más difícil pagar mi penitencia...¡estoy cansado de luchar! Busqué refugio en la soledad para vencer el vicio y apartarme de la gente que empezó a asfixiarme. Pero entonces solo me dolía el alma y no el cuerpo como ahora.
Luego nos ponemos a hablar de la Navidad. Me pide que le describa el ambiente del albergue y de todo Lima. Conforme escucha, su rostro va dulcificándose y su mente empieza a traer recuerdos del pasado al presente:
-En las cenas pascuales de mi niñez todo era alegría, nunca me faltó un regalo, pero...el que yo esperaba jamás llegó.....¡tal vez deseaba demasiado!
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markson-history · 7 years
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In the name of love [Mark; Jackson]
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🍃 Seelie 🍃
➡ Privado  📝 In the name of love 📆 Martes 11 de Julio ⌚ 10:05 hs 🏠 Ciudad | Hogar
Había estado lloriqueando por los rincones casi todo el fin de semana, se lamentaba por no ser lo suficientemente bueno como para ser un padre, que si no podía saber si quiera cuantos leoncitos venían en camino entonces cómo podría criarlos. Un sin fin de dramas que acongojaban al seelie y hacían sufrir al pobre vampiro que no sabía ya como decirle a su esposo que se tranquilizara, que él ya lo sabría.
Para el ruso era importante tener una persona como él a su lado, necesita ese apoyo cuando se desmorona. Mark es muy autosuficiente pero lo que hacía quebrar las relaciones pasadas era que cuando él se sentía mal, en vez de ayudarlo llovían reclamos. Así que aunque parecía que dicha agonía no terminaría nunca con el paso de los días se fue calmando y echándose muchísimas horas a meditar, pero no funcionaba, tal vez por sus nervios, así que optó por distraerse con la música, el piano siempre ayudaba y de paso quiso estrenar el violín que le regaló su padre.
El violín sonaba espléndido, no tenía esas notas únicas del stradivarius de su madre pero se sentía más cómodo empleando aquel instrumento propio que el de Irina. Siempre que volvía a tener un reencuentro con aquel instrumento erraba las primeras notas, pero ya luego de varias canciones la melodía fluía como si saliera directamente desde su corazón. Fue en esos momentos que escuchó un murmullo melódico que incluso despertó la curiosidad en Neón.
— ¿Escuchaste eso?
— Vuelve a tocar...—Espetó el silfo. Y así hizo.
Recién fue para esa mañana que se notaba que algo andaba bien en su animo, su marido podía dar por hecho que estaba mucho más estable y tranquilo, casi con el mismo humor de siempre solo que con una sonrisa de felicidad tenue. Había bajado con la maceta en la mano hacia la cocina a prepararse un té con algunas hierbas que le daban más energías y mientras estaba allí llegó un paquete. Luego de firmar al correo que debía de odiarlos por vivir tan alejados de la civilización dejó la caja envuelta sobre la mesa del living y se volvió por su té a beberlo lentamente.
— ¡Jackson! ¡Llegó algo para ti! —Gritó, él ya sabía que era, porque lo había encargado especialmente para el alemán.
 Jia Er Jackson
La verdad era que su preocupación crecía con los días, no era precisamente por la cantidad de hijos que podría tener, de hecho aquel tema paso a segundo plano cuando vio a su esposo tan triste y preocupado. Las emociones de Mark podía sentirlas a kilometros, aunque estuviera cazando ahi estaba al presencia de su esposo, estaba preocupado, quizás este no demostraba todo ese dolor mientras estaba con él, pero era un vampiro y podía escucharlo sollozar.  Aunque los días pasaran, la preocupación seguía ahi, no sabía como acercarse a Mark para tranquilizarlo, el aceptaba todo, porque amaba a su esposo, se caso con el para vivir la eternidad a su lado, si eso significaba criar a más de veinte hijos, lo aceptaría, no como algo que le daba la vida a afrontar, sino porque serian sus hijos y los amaría así fueran miles de ellos, todos híbridos, pequeños seelies o vampiros. Como siempre, la música de Mark era lo que más le relajaba, se perdía en un mundo diferente, donde solo existía tranquilidad. Dormir era parte de cada día, estaba acostumbrandose a la vida de un vampiro, la vida nocturna, al salir el sol Jackson descansaba, aunque no para generar energías, ultimamente las energías las tomaba al beber sangre, dormir era nada más para tener un momento de relajación.  El grito de su esposo lo alerto. ¿Que podía llegar para él? No tenía contacto con sus padres, amigos no tenía, ¿Por qué enviarían algo para él? Ni siquiera había dejado su dirección en algun lugar para una entrega de las compras de los posibles bebes, ya que aun no quería comprar la cantidad de cunas inexacta. Bajo las escaleras cual humano, una de las tantas cosas que seguía manteniendo de su vida anterior dejando sus habilidades a un lado. Termino por observar como su esposo bebía su infusión mientras el caminaba hasta la caja en la sala.  —¿Realmente es para mi? ¿Por qué? — Se preguntó mientras se acercaba a esta.  Abrir el paquete fue cosa sencilla, pero encontrarse con esa caja ya le ponía las cosas dificiles. ¿Que se supone que era? Más bien el porque. Miro a su esposo atento a sus expresiones y volvio a la caja. Cuando la abrió lo primero que vio fueron esas letras escritas en la tarjeta. Tuvo que releerlas un par de veces para cerciorarse que no estaba leyendo mal. ¿Gemelos? ¿Eran dos? Con los pequeños zapatos en sus manos se giro a su esposo dejando que este viera como lentamente una sonrisa se apoderaba de sus labios.  —Son... ¿Es enserio? —La felicidad que tenía no le dejo contener sus impulsos de ariano y solo se acerco a Mark para abrazarlo con fuerza.— ¡Son dos!
 Mark
El seelie no quitaba la vista de su esposo, cada una de sus reacciones incluso lo confuso que se veían al haber recibido un paquete para él cuando el remitente estaba en la misma casa. Bebió un poco más de la infusión para luego hacerla a un lado pues sabía que Jackson iría a por él y no quería abstenerse a darle un abrazo. Finalmente al ver su sonrisa es que se calmó un poco más, si bien de ser siete a dos era un número mucho más cómodo continuaban siendo dos personitas más a las cuales cuidar, las que se robarían demasiado tiempo de sus padres y esperaba que eso no pusiera maricón al alemán. Lo abrazó asintiendo con suavidad.— ¿Te gusta?... Sí, amor... son dos... una niña y un niño. —Al rebelarle el sexo de ambos lo estrujó contra su cuerpo queriendo sentir su fría piel contra la propia. Se sentía tan feliz que su corazón podía hablar por ambos en aquellos momentos. Lo apartó apenas para observar a la planta que estaba sobre la mesada a su lado, ahora se sentía bien de poder enseñarle cuales eran los pimpollos de los cuales florecerían sus dos bebés. — Este de aquí es nuestro pequeño Edmond, está bastante escondido... y la niña esta del otro lado, justo aquí, un poco más arriba de él... —Buscó su mirada con entusiasmo— Debemos buscarle un nombre. Esperaba que Sergei también se alegrara de los gemelos, y Mark le agradecería eternamente ya que fue su regalo el que hizo que se percatara de cuantos eran.— Al parecer a los bebés les gustó más el violín, cuando comencé a tocar se alborotaron... y pude distinguir dos sonidos diferentes el uno del otro... Me recordaron a los bebés humanos, cuando escuchan la voz de su madre y se mueven en su vientre.
 Jia Er Jackson
Dos, solo eran dos. No era que le aliviará que así fuera pero ya tenía confirmado por completo que sus hijos serían dos y por como lo decía Mark parecía que ambos estaban en perfecto estado. ¿Una niña y un niño? La pareja, wow. Siempre pensó en Edmond e imagino como criarlo, tener a una pequeña haría todo diferente, sería un padre celoso, si su esposo ya tenía una belleza unica, ¿Que tal si su hija...? Dios, sería todo un celoso, protegería a su pequeña princesa. No podía contener esa felicidad, de hecho su sonrisa permanecía en sus labios haciéndose notar por completo, ya que mostraba su dentadura mientras se acercaba hasta sus pequeños para reconocerlos. Su mirada siguió las manos de su esposo soltando una risa nerviosa cuando vio finalmente a sus hijos.— Woh...—Soltó un suspiro.— Dios. —Mordió levemente sus labios antes de soltar una nueva risa y abrazar a su amado robando rápidamente un beso de sus labios.— Ya veremos como llamarla, debe ser un nombre especial. Será una pequeña princesa...—Dijo sin quitar la mirada de Mark.  Le hubiera encantado tener ese tipo de conexión que su esposo tenía con sus hijos, poder escucharlos o sentirlos más allá de la energía que emanaba la planta. Pero sus pequeños solo podían nacer bajo esa habilidad que tenían los Seelies, los vampiros ni siquiera tenían la posibilidad de procrear, pero gracias a su esposo tenían la oportunidad de tener hijos incluso por creación natural de su propia sangre. Era increible como un mundo como ese estaba oculto a los ojos humanos, de no ir a esa academia, no hubiera conocido a Mark y mucho menos tener la vida que tenía en ese momento, era el destino que deseaba verlo feliz como lo estaba en ese momento.  —¿Como fue?...—Pregunto tomando las manos de este sin quitar la mirada de los pequeños. Rodeo el cuerpo de su esposo para abrazarlo por la espalda mientras mantenían la conversación pero en conjunto con sus pequeños.— ¿Que sentiste? Cuentamelo... Me gustaría poder sentirlos como tu. ¿Entendiste algo? Anda... Quiero saber
  Mark
 Observando a los pequeños se rió, Jackson andaba más preguntón que nunca y lo comprendía, Mark tenía esa facilidad de poder jugar y averiguar cosas de sus pequeños que él no, pero eso no quería decir que no interactuaban. Los niños eran mitad vampiros y por ende si tenían formas de comunicarse con su otro padre. — No se como explicarlo, es difícil... solo era un murmullo pero si cerraba los ojos podía verlos como luciérnagas, como si alumbraran la oscuridad de mis párpados. No lo sé, fue muy bonito... —Ladeó un poco el rostro para verlo mientras le acariciaba las manos con las cuales el alemán lo abrazaba.— Tú eres un vampiro, tienes otro tipo de habilidades, por eso es que estoy casi seguro que vas a poder diferenciarlos como una especie de ecolocalización. Ya sabes, como un radar, ellos siguen las notas musicales... pero podemos hacer un intento diferente... ¿Quieres? Sabía que la respuesta sería positiva, además los niños ya se encontraban mucho más grandes, estaban en la recta final de su florecimiento y es por eso que era el mejor momento para que el vampiro pudiera sentirlos. El seelie tomó una bocanada de aire y comenzó a cantar, entonando las estrofas de una canción de su cantante favorita, estaba seguro que al estar cantando acapella sus pequeños intentarían imitar la melodía del piano.  —Be still, my love I will return to you... however far you feel from me you are not alon... I will always be waiting and I'll always be watching you... Speak to me... Eran hadas y vampiros, seguramente él los veía como luciérnagas cuando cerraba sus orbes pero Jackson notaría más su parte vampirica. También estaba curioso de saber como se comunicarían con él ya que estaban todos juntos en la misma habitación.
 Jia Er Jackson  Realmente lo envidiaba, en el buen sentido de la palabra. Queria poder sentir a sus hijos, hablarles y escucharlos, pero no sabía controlar todas sus habilidades, en realidad ni siquiera habia comenzado con las más sencillas. Un vampiro a esas alturas debería hacer lo común, leer los pensamientos, la telekinesis, velocidad y habilidades básicas, pero el nada más desarrollo algunas de ellas, las otras las salto con tal de buscar una forma de ganarle al maldito sol, queria retomar una vida normal en la que logrará sacar a su familia a dar un paseo como cualquier familia humana y no tener que esperar a que el sol se perdiera.  No pensó que probablemente en una de esas tantas habilidades básica podría encontrarse la forma de comunicarse con sus hijos y sentirlos tal cual lo hacía su esposo. Siempre vio a la planta como algo puro en comparación a lo que su raza era, en sus pensamientos comunicarse con la naturaleza era imposible, era un ser oscuro e impuro, diferente, aunque ni siquiera lo había intentado hasta que su esposo le pidio sentir las energias de su pequeño hijo. —Quiero hacerlo... Pero, ¿Como? —Pronunció sin quitar su mirada de los hermosos ojos de su esposo.  De algo podían estar seguros sus pequeños, eran testigos de todo el amor que se tenían el uno al otro. Si ellos podían sentir sus emociones en esos días, notarían como cada día se enamoraba más de su esposo, como cada uno de sus movimientos le causaba una sonrisa, el solo verlo causaba que la sensación de su corazón volviera a él, estaba seguro que sus hijos podían sentir ese tipo de emociones.  Cuando escucho a su amado cantar, de ser humano su piel sería de gallina, puesto que esa voz realmente lo relajaba, la música de Mark en general domaba a ese ser oscuro que era Jackson incluso antes de ser un vampiro. en un principio pensó que Mark había hablado, pero era imposible que lo hiciera primero que nada porque se encontraba cantando y por otra parte lo que había escuchado no eran palabras concretas, eran balbuceos como los de unos bebes.  —¿Qué?...—Se extraño y acerco su mano hasta la maceta.—Sigue cantando...
 Mark
El seelie sabía como comunicarse con ellos simplemente porque aún se mantenían dentro de las flores del baobab y eso le daba ventaja como especie, sin embargo en cuanto nacieran ambos podrían comprenderlos si no educarlos con los mejor de ambas estirpes y no solo eso, si no que comprenderían por los dolores o problemas que ellos pasarían. Él podía no entender ciertas cuestiones vampíricas que tendrían sus bebes, pero para ello estaba Jackson, para enseñarle también como cuidar a los pequeños de aquellos inconvenientes. — I can't let go you're every part of me... The space between is just a dream... You will never be alone... I will always be waiting and I'll always be watching... We are one breath apart, my love and I'll be holding it in 'till we're together... hear me call your name and just speak, speak to me, speak to me, speak... A ese punto su voz estaba incitando a los pequeños a revolotearse, era casi lo mismo que cuando una madre embarazada comía algo dulce, en cuanto llegaba al bebé éste se alegraba, pues ya que había descubierto que esos dos pequeños les gustaba la música y quería comunicarse más, los alentaba a que su otro padre también los escuchara. Compartir esos pequeños descubrimientos con él lo hacían sentir realmente vivo, más por la forma en que le había pedido que no dejara de cantar... ya los estaba escuchando.
 Jia Er Jackson Híbridos de dos razas que nunca antes se habían unido, dos completamente diferentes, sus hijos serian una nueva especie de criaturas en aquel mundo sobrenatural. Aunque una parte de ellos fuera su nueva naturaleza vampirica, envidiaba el que su esposo pudiera comunicarse con ellos, mientras el solo podía sentir una sola energía emanar de la planta, claro, hasta el momento en el que unos cuantos balbuceos se escucharon de la nada.  Una de las habilidades que debía desarrollar un vampiro, era la telepatia, la facilidad de comunicarse con sus pensamientos como poder escuchar los ajenos, pero estaba seguro de estar lejos de desarrollarla, jamás lo había intentado, pero ahi estaba, escuchando unas voces provenientes de la planta y no estaba seguro de ser por alguna habilidad suya. Era su esposo y la forma en la que le cantaba, dejaba que sus hijos respondieran a esa hermosa voz que de igual forma, a él, lo tranquilizaba.  —Creo que nuestros hijos disfrutan tanto como yo el escucharte.—Pronunció acercando sus manos para acariciar tan hermosas hojas de sus pequeños.— ¿Tendrá el mismo efecto que produce en mi? —Tomo una pausa.— ¿Lo pueden sentir? —Pregunto esta vez a sus pequeños.  Una sonrisa de padre baboso apareció en sus labios, estaba feliz, finalmente había logrado escuchar la voz de sus hijos, pequeños balbuceos pero que sin duda alguna expresaban la misma emoción que el sentía en ese momento.  —Ellos me entienden...
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