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#Tiempo Arentino
astillasdetinta · 5 years
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Chispas en el aire: para esta entrega especial, tenemos libros eróticos de Siruela, Hiperión, Visor de Poesía, Planeta y Blatt & Ríos.
"Recordarles el tacto los olores/ el perfume del día poderoso/ la música del mundo y el suntuoso/ regusto de los besos y las flores", dice uno de los Pornosonetos de Mairal. Con este y cuatro otros libros nos encendemos para este San Valentín y para siempre.
Diarios amorosos
Anaïs Nin
Siruela
Pocos escritos exploran la vida amorosa de una mujer con tanto detalle y sutileza como estos diarios no censurados de Anaïs Nin. En ellos se abordan abiertamente los aspectos físicos y psicológicos de esta autora que buscó actuar con plena libertad desde sus deseos sexuales y emocionales. En Incesto (1932-1934) aparecen por primera vez todos los fragmentos omitidos en publicaciones anteriores de sus diarios. Destaca la decisiva transgresión que supuso el incesto con su padre, y que subyace en la mente de una mujer en apariencia tan libre de ataduras y prejuicios. En Fuego (1934-1937), Anaïs Nin prosigue el apasionante relato de su vida. Esta vez la acción transcurre entre París y Nueva York, y aborda sus ya conocidas relaciones con Henry Miller y el psicoanalista Otto Rank. También escribe en estos diarios sobre la guerra civil española, Rafael Alberti, Alejo Carpentier o Constantin Brancusi.
Poemas amorosos del Manyooshuu
VV. AA.
Hiperión
El Manyooshuu o «Colección de las diez mil hojas» es la primera gran antología de poesía japonesa. Recoge unos 4.500 poemas escritos entre los siglos vii y viii. En ella predominan los poemas de cinco versos conocidos como tankas. Entre los temas que los inspiran, el amor, en sus múltiples variantes y circunstancias, es uno de los principales. Las costumbres eróticas de la época eran muy abiertas, la vida amorosa se desarrollaba al llegar la noche y muchas veces de manera furtiva, de ahí el gran número de poemas que giran en torno a ella. La antología recoge tanto poemas de alto contenido erótico como otros que celebran el amor conyugal. Muchos de ellos fueron escritos por mujeres, que disponían de una formación y de una independencia notables. En resumen, en el Manyooshuu las emociones se desnudan desde muy diversas perspectivas, mostrándonos que el amor es un sentimiento que todos reconocemos por igual y que pese a los 1.300 años que nos separan de ella, ésta sigue siendo una obra intemporal y universal.
Sonetos lujuriosos
Pietro Aretino
Visor de Poesía
Pocos hombres tan representativos del espíritu de su siglo como Pietro Arentino (1492 - 1556). El Divino para unos, Azote de príncipes para otros, libertino y desvergonzado para todos, fue una de las figuras más singulares y poderosas de Venecia. Su variada y extensa obra literaria ha determinado que su impar figura siga brillando con luz propia, aunque no pura, en el firmamento de los hombres ilustres del Renacimiento.
Su obra poética fue, durante el siglo pasado y parte del actual, lectura exclusiva de algunos entendidos. Estaba vedada para el público lego, en consideración a las expresiones utilizadas y a las descripciones explícitas que allí se señalan. Sin embargo, vista con ojos actuales, no podemos negarle el valor intrínseco que posee como obra poética y, especialmente, por expresar emociones y sentimientos de la naturaleza sexual del ser humano que le es propia y natural.
Los Sonetos Lujuriosos fueron compuestos para interpretar los famosísimos grabados denominados Posturas, del pintor Marco Antonio Raimondi, copiados de los célebres dibujos de Julio Romano.
Pornosonetos
Pedro Mairal
Emecé
En este libro están reunidos por primera vez mis Pornosonetos. Los publiqué hace tiempo en distintos volúmenes bajo el seudónimo de Ramón Paz, por pudor, para desmarcarme, para librarme de mi nombre. De alguna manera hoy siento que le pertenecen más a él que a mí. Ramón Paz es más que yo, más que un seudónimo, más que un álter ego. Tiene más fuerza, más libertad. En todo caso es un yo atomizado, expandido y sin filtro. Pero cuanto más aclaro que es un personaje, más se pega a mí. Mejor me hago cargo. Una vez una amiga, cuando le aclaré que Ramón Paz no era yo, me dijo: ‘No jodas, sos más vos que nunca’”.
-Pedro Mairal
Estados del deseo
Edmund White
Blatt & Ríos
En tiempos en que se documenta ao vivo hasta el último resquicio de las vidas privadas y de los rituales colectivos de ese infierno que son los otros, un libro como Estados del deseo nos recuerda que hasta hace no mucho las sociedades contemporáneas convivíamos con un bien en vías de extinción: el misterio. Vilipendiada, demonizada y perseguida, la cultura gay constituía (aun en los Estados Unidos) una terra incognita que merecía, y exigía, el compromiso de una inspección docta. Dragueado de etnógrafo, Edmund White estudia las costumbres y los caprichos de las comunidades de homosexuales dispersas por el vasto territorio norteamericano a fines de los años setenta, atento a las modulaciones que les imprimen la época, la geografía, las religiones y las distintas tensiones raciales y culturales. El resultado es un informe que para el lector contemporáneo es oro en polvo. O en polvos, porque en su transgresión constante de las reglas de la etnografía straight, White se permite ser observador participante y también informante nativo, compartiendo tragos, experiencias, perspectivas y lecho con quienes lo guían en su periplo. Así las cosas, Estados del deseo es mucho más que la descripción densa de una cultura en la que nos cuesta reconocernos. Es un libro en el que la sed de registro auspicia reflexiones antropológicas hondas y de largo alcance, relevantes hasta el día de hoy, pero que a su vez almacena los sueños y las alucinaciones utópicas de una generación que pocos años más tarde iba a ser diezmada por la crisis del sida.
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walterisaaclezcano · 9 years
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Habla Bob Chow
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En la segunda mitad del 2014 apareció El momento de debilidad (Nudista), la primera novela de Bob Chow, y fue una de las mayores sorpresas literarias del año. En su biografía decía solamente el año de su nacimiento, 1963, y luego: No hace nada.
Lo único que sabíamos de Bob Chow hasta ese momento era que tenía un blog: O comments. También se había convertido en un nombre reiterado en Twitter por el escritor Carlos Busqued (Chaco, 1970): “A Chow lo conozco de la época de los blogs, el suyo era el mejor que leí, y creo que es una joya. Me llamó la atención la avalancha de ideas, la brillantez esquizofrénica de las conexiones que logra, el variadísimo abanico de influencias (Burroughs, Ted Kaczinsky, Frank Zappa) y personajes visitados (el pollo sin cabeza miracle mike, el matemático grigory perelman, el campeón mundial de pacman, diez mil más); una vuelta rara al circuito lógico de pensamiento.”
Luego se supo que había grabado un disco y que lo subió a su perfil de Bandcamp: El verdadero camino hacia el aeropuerto. Es un trabajo rockero y que tiene a la guitarra como pista de despegue.
Ahora bien, ¿de qué trata El momento de debilidad? Se puede decir que es una historia de amor intercalada por mercadotécnica cinematográfica y viajes a lugares lejanos y misteriosos. Pero la trampa magnética de fascinación no estaba tanto en lo que se contaba, sino en la voz que Chow: con una habilidad aforística impresionante, que deja al Indio Solari como un rey del lugar común, que hacía que la historia quedara un poco de lado para concentrarse en esa prosa inaprensible.
Ahora, un día soleado y de mucho viento, estamos en una terraza de Palermo y Chow cuenta: “Nunca intenté publicar. Pasa que yo no creo en golpear puertas, no soy un tipo de fuertes creencias. Es más, tampoco se me había ocurrido escribir una novela. Yo escribía en el blog. Pero algunas personas me dijeron que tenía que escribir una novela: Carlos Busqued, entre ellos.” Después de esa sugerencia se puso delante de la computadora a ver qué pasaba. “Al principio escribía como en trance. Después me pareció que eso no tenía sentido. Así que lo que quedó es una transacción entre momentos de trance y fría lógica aristotélica: hacer como que la cosa tiene un sentido.”
Durante ese proceso de escritura comenzaron a emerger cuestiones biográficas: “El ochenta por ciento de las cosas de la novela son mías: yo viajé a Tahití porque tengo muchos hermanos allá. Pasa que mi viejo hizo muchos viajes a ese país”. Después fue apareciendo el estilo y esa forma particular de construir oraciones trascendentes: “Hay momentos en los que surgen ideas: raras, lindas, originales. Pero cuando las quiero meter en la novela busco la forma más elegante de presentarlas. Tengo que reconocer que me llama la atención el lenguaje en su aspecto significante, y le doy mucha pelota a eso. Basta que aparezca una palabra que no me guste en una página para que yo deje un libro. Es por eso que no leo ficción. A veces leo algo pero para ver cómo escriben. Me gustan más los filósofos contemporáneos.”
Si no es en la literatura entonces, Bob Chow busca en otros territorios, más cercanos a su sensibilidad, el lugar de donde tomar prestados sus materiales: “Tuve cuarenta años de influencias. Por ejemplo, el ocultismo y la experiencia con la secta Rama. O el William Burroughs de los sesenta y setenta, que es el ideal misma de la escritura: la escritura sin escritor. Es desaparecer bajo una tonelada de obra. Por otra parte está Frank Zappa y lo que hace con su arte: las formas que presenta son complejas y representan un paisaje más interesante de ver. Y también me gusta la ciencia y la divulgación científica. Yo hubiera querido ser físico. Además me interesa el contacto extraterrestre, el futuro del hombre y el desarrollo de la inteligencia a través de las máquinas.”  
En breve sale El águila ha llegado. Una novela que fue escrita en un mes y que está en un fervoroso y final proceso de corrección. ¿Qué se puede saber de este nuevo libro? Responde Bob Chow: “Cuando yo estaba grabando mi disco había a mi alrededor gente que estaba en contacto con Gustavo Cerati. A mí, Cerati me empezó a llamar la atención, como personaje, cuando entró en coma. Era el contraste con la vida de divo. Cuando tuvo esa desgracia me identifiqué con él. Mi productora lo vio a Cerati hasta el último día. Bueno, ella me hablaba mucho de él y de su presencia fantasmal. Eso por un lado. Por otro lado, un amigo quería ser personaje de una novela, lo decía en chiste. Pero a mí me sirvió. Y esas fueron las dos ideas que tuve a mano. Y yo justo necesitaba un proyecto nuevo de escritura y me mandé.”
Publicado en Tiempo argentino, 2015.
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walterisaaclezcano · 11 years
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Un clásico policial negro, pero con valor agregado
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Mi ángel tiene alas negras (La Bestia Equilátera), que en su versión original publicada en 1953 se llamó Black Wings Has My Angel, tiene toda la apariencia de ser una novela de género: un policial negro con todas las de la ley. Por su tapa sugerente: primer plano de una femme fatale: figura clásica del cine noir; y por su argumento: Tim Sunblade se enreda –no es el verbo perfecto pero nos sirve para ponernos en situación– con una prostituta, Virginia. Con ella entablará una relación compleja (que incluye amor intenso y las otras caras de esa moneda difícil de conseguir) mientras planea un robo a un camión blindado nos enteramos que es un prófugo y, luego de concretar en desfalco donde hay un asesinato a un guardia, escapan. Pero la novela no termina ahí. Todo lo que ocurre después, y que no vamos a mencionar en esta reseña (aunque podríamos adelantar que coquetea de manera elegante con el género fantástico), amplía el universo acotado de los cercos que establecen las leyes del policial y le da a esta obra un valor agregado que produce inquietud y desasosiego en la lectura.
Escrita por Lewis Elliott Chaze (Louisiana, 1915-1990) quien fuera un veterano de guerra, periodista y novelista que publicó diez novelas a lo largo de su vida, Mi ángel tiene alas negras es la primera vez que se publica en castellano, y en este caso, lo hace con traducción de Carlos Gardini. Forma parte del proyecto de rescate que viene llevando adelante la editorial La Bestia Equilátera para la difusión de autores poco reconocidos o, prácticamente, desconocidos como este caso. Lo que configura un catálogo de rarezas dentro del mercado editorial y establece una propuesta reconocible en las librerías y que impone su personalidad a los lectores. 
Volviendo a la novela. La traducción de Gardini no intenta actualizar o poner al día el lenguaje de Chaze, sino que realiza un fino trabajo de respeto al elegir palabras que pueden parecer añejas, pero que funcionan a la perfección dentro del universo que retrata la historia. Por otra parte, es destacable el ritmo de largo aliento que se mantiene a lo largo de toda la obra, y que permite que se lea prácticamente de un tirón. 
Para cerrar, quisiera destacar dos elementos atractivos que tiene la novela y donde se sostiene todo el placer del texto. Uno: la voz del narrador. Una primera persona que cuenta con una gracia que fluctúa entre el humor y la dureza (aunque a veces parecen fundirse). Dos: el personaje femenino principal: Virginia. Ella es quien le aporta a la historia el fuego, la fatalidad y lo imprevisible. Con estos elementos, una voz y una mujer, se construyen 222 páginas de dos destinos insatisfechos con su suerte e inevitablemente trágicos.
(Publicada en el suplemento Cultura de Tiempo Argentino, 2013)
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walterisaaclezcano · 11 years
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Cuadernos de Lengua y Literatura V, VI y VII (Eterna Cadencia) de Mario Ortiz
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Escribir y dejar Obra. Tratemos de pensar un segundo en esa palabra: Obra. ¿De qué manera un autor construye esa serie de textos que circulan, llegan a ciertos lectores y luego (el tiempo es la plataforma que tienen a su favor los buenos libros) conforman un corpus reconocible, ya sea por estilo, por obsesiones o por la manera única de utilizar la sintaxis?  En el caso de Mario Ortiz (Bahía Blanca, 1965) una explicación provisoria se encuentra en el título que usa para todos sus libros: Cuadernos de Lengua y Literatura. Sus escritos parecen responder a una nave madre de donde se desprenden todas sus producciones. Sin embargo, dice Ortiz en el posfacio: “Ese título seco y referencial implica recordarse que uno no escribe una Obra, un libro unitario, sino apenas determinados ejercicios, exploraciones, tentativas”.  
Estos “ejercicios” forman una serie que ya va por su volumen VII. Los tres últimos (Al pie de la letra, Crítica de la imaginación pura y Tratado de fitolingüística) son los que acaban de salir publicados y es una ocasión para celebrar la posibilidad de encontrar y descubrir una voz única (aunque en Bahía Blanca hace más de diez años que hablan de Ortiz como un genio).
Los tres volúmenes tienen una originalidad explícita, ya sea por los materiales con los cuales trabaja (un yuyo específico que crece en una esquina de Bahía Blanca, el alfabeto, las tipografías, una pava, entre otros), o con las formas narrativas de abordarlos: puede ser mediante la Historia, el relato puro y conmovedor, la fotografía, la mitología, la autobiografía, la poesía, incluso la epistemología. Y todas estas “lenguas” guían al lector hacia un lugar impensado: el territorio poético. Las páginas se van sucediendo y de pronto la realidad (esa matrix que está “del otro lado” del libro) se modifica y es posible que las experimentaciones que realiza el autor en estos libros impulsen a que otros las realicen. De alguna manera, hay una intención de percibir lo literario, lo poético, como una forma colectiva, extraña, de mirar y percibir: lo cotidiano es lo desconocido. 
En la página 111, el autor nos pregunta: “¿Existe al menos una posibilidad de sobrevida en la retina y en la memoria de los hombres?” La literatura en general, y este libro en particular, parecen existir para intentar posibles respuestas a este cuestionamiento.  
Un último dato para terminar. En la tapa del libro está el volumen que se viene. Ortiz encontró un televisor tirado. Se lo llevó a su casa, lo puso en el fondo de su casa y lo observa. De ese estudio saldrá un libro. Eso es poesía.     
(Publicado en el suplemento Cultura de Tiempo Argentino, 2013)
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walterisaaclezcano · 11 years
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hoy el cielo está azul y blanco con manchas azul brillante y una luna pálida y pequeña y voy a destruir nuestra relación
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  Si uno ingresa el nombre de Tao Lin (Alexandria, Virginia, 1983) en la versión estadounidense de Wikipedia la foto que ilustra el artículo es reveladora: se lo ve a Tao Lin inmerso en la computadora con los auriculares puestos. Es decir: un hipster (público al cual apunta conmover) conectado a lo virtual y, como corresponde a un hipster, desconectado de las emociones reales. Ahí, en esa imagen, se puede apreciar el dictum que moviliza las historias, sobre todo el tono en el que están narradas, con una languidez por momentos provocadora, y el carril por el cual transitan los relatos reunidos en su primer libro editado en castellano, trabajo realizado por la reluciente Dakota Editora con traducción nacional de Valeria Meiller y Lucas Mertehakian: hoy el cielo está azul y blanco con manchas azul brillante y una luna pálida y pequeña y voy a destruir nuestra relación. Con un título largo, y tal vez indulgente, que no guarda demasiada relación con el contenido, esta obra nos muestra una variada gama de personajes que tienen como hilo conductor el estar desencajados de su entorno, apáticos y alienados. Este desajuste, o mejor dicho perplejidad, no se traduce en ninguna emoción ni acción violenta, sino que los personajes optan por la fuga mental y espiritual para depositar todas sus aspiraciones en el automatismo.
La prosa de Tao Lin, seca, dispersa y caprichosa, seguramente fruto de su relación fogosa con la tecnología actual (tiene Facebook, Twitter y Tumbrl que los actualiza constantemente) ha llamado la atención en su país, en España y en varias partes de Latinoamérica (fue tapa de The Stranger y de Quimera a raíz de la publicación de la que es su obra mas conocida: Richard Yates) donde se lo posicionó como un referente del “neo minimalismo” y de una forma posible de narrar la actualidad y percibir la manera en que los nativos digitales van a acercarse a la literatura.
En estos quince relatos se puede apreciar dos bloques de textos. Por un lado los cuentos de personajes (Richie, Taupei, Taiwan y El novelista, entre otros), que son los mejores. Y por otro lado los relatos lúdicos, donde el divertimento pasa por desacralizar cualquier norma que ate las relaciones de causa/consecuencia con la realidad (Cáncer, Delfines, La pared que camina).  
Alejado de la profundidad y el psicologismo, y con las oraciones unidas por una relación de proximidad, no de cohesión y coherencia, estos textos nos acercan a un autor cuya apuesta estética se mueve en la delgada línea que, según el ojo que mira, puede despertar adhesiones indiscriminadas o todo lo contrario. 
  (Publicado en Tiempo Argentino, 2012)
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walterisaaclezcano · 12 years
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Zombies en tierras argentinas
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Dentro de la cultura de masas, los zombies ocupan un lugar de privilegio. Retratados en infinidad de cómics, series y películas exitosas, logran capturar la emoción atávica y el miedo irracional que significa pensar en el fin de los tiempos tal cual los conocemos. Son sujetos importantes del imaginario paranoico-social que todavía prevalece con fuerza merced a la fascinación por la antropofagia y el terror de concebir la muerte de la humanidad bajo los dientes de esa dualidad fantástica, que contiene en sí mismo dos los misterios más oscuros que tenemos como especie, llamado muerto-vivo.
Dentro del campo literario académico, los zombies, como partes trascendentes del género sci-fi y el  fantástico, han sido relegados al rincón marginal del los géneros considerados “menores”.  Ahora bien, fuera de esos círculos, o mejor dicho en el mundo real, estas criaturas gozan de buena salud. De un tiempo a estar parte, los muertos vivos han ido ocupando cada vez más espacio. 
El referente más inmediato lo tiene el ganador de un concurso, el Indio Rico 2007, Berazachussetts, de Leandro Ávalos Blacha (Entropía, 2007). Una excelente novela que tiene una protagonista zombie inolvidable: Trash, una mujer desmesurada, en su peso y sus acciones, que se encuentra en territorios reconocibles y travestidos del conurbano Sur, junto a cuatro ancianas, un intendente corrupto y varios integrantes del universo Kitsch: Lía Crucet, Sandra Smith y Las Primas, etc. Esta obra toma como eje la cultura popular para ejercer sobre ella una mirada despiadada, y muy divertida. Desde este punto de vista es posible hablar de una intervención política.
Más cercana en el tiempo están los cuatro cuentos de 380 voltios de Esteban Castromán (Pánico el Pánico, 2011), donde se incluye en uno de ellos, Estampida de zombis título más que elocuente, el costado más alucinado y clase b del género, con toda la destrucción que eso implica. Teniendo en cuenta el grado de catástrofe que se retrata en el cuento, la arremetida contra las propiedades en el corazón de Capital Federal, es innegable una lectura en clave política. La catástrofe vista como una interrupción de los estratos sociales y la destitución de los valores capitalistas, cuyo bastión es la propiedad privada, arroja perspectivas inquietantes acerca de la utilización del género y su grado de efectividad para opinar sobre el presente.      
Pero el virus se sigue expandiendo. Para demostrarlo dos ejemplos que vamos a ampliar: La editorial digital CEC editó Viene bajando, primera antología argentina del cuento zombi. Y El poeta Luis Greco viene desarrollando en su perfil de Facebook una serie de poemas sobre los zombies de Eva Perón, Néstor Kirchner, Ricardo Alfonsín, etc.
  Relatos Zombies
  Vienen Bajando, La primera antología del cuento argentino zombie (http://www.elcec.com.ar/home) intenta dar cuenta de una problemática estética contemporánea, explica Carlos Godoy, uno de los editores en el prólogo. Nicolás Mavrakis, otro de los editores junto a Juan Terranova, cuenta que el libro tuvo su origen “a partir de la temática del pasado como disputa ordenadora del discurso político y periodístico, nació la pregunta sobre qué pasaría si los muertos regresaran a poner las cosas en orden por sí mismos. Esos zombies son en buena parte los "muertos no velados" de los últimos 40 años de historia argentina.” La nómina de autores se conforma a partir de amigos “lo que después se cristalizó como institución en el Centro de Estudios Contemporáneos: iba a ser el primer proyecto editorial del grupo, entonces iba a funcionar dentro de sus fronteras. Hubo muchas reescrituras y un proceso de edición bastante salvaje entre los autores. El criterio para el orden de los cuentos fue en cierta forma cronológico, desde la aparición de los zombies hasta su extinción”.
Vienen Bajando entonces puede leerse no sólo como una poderosa reunión de relatos acerca de un género complejo, de hecho fue galardonado como uno de los libros del año 2011 por el blog literario Hablando del asunto, sino también como un paneo generacional acerca de nuestra realidad y la apropiación del género para ser utilizada como arma de largo alcance en la proyección de ideas perturbadoras sobre nuestra  herencia política.
  Poeta zombie 
  Lucio Greco, autor inédito que publica en su perfil del Facebook, escribe cosas como estas: Eva se levanta/ después de tanto tiempo/ la piel brillante/ brillante//…// Eva se levanta aturdida/ y en un segundo todo se le viene encima/
Eva recuenta su historia/ su muerte/ su cortejo.// Recuerda ser embalsamada/ ser violada por unos cuantos milicos/ recuerda los golpes en la caja.
A la pregunta de dónde surgen sus poemas, Lucio dice que “hace algunos años terminaba de darle forma a una saga de poemas porno y se me ocurría la idea de escribir sobre zombis, poesía + zombis se me figuró en ese momento un territorio vacío y me metí del todo. Los primeros poemas eran bastante referenciales al cine del género (a las películas de Romero o de Fulci) pero enseguida apareció Buenos aires, el cementerio de Lobos y Cristina… se puso telúrica la cosa. A partir de ahí los protagonistas fueron casi todos figuras políticas.”  Las figuras más trascendentes de la escena política nacional retornan como zombies para buscar venganza, sin embargo se percibe también cierta revancha del que escribe: “me gusta, me divierte y estimula burlarme de los gobernantes. Para mí somos de otra especie, me parecen patéticos todos. Me rompen mucho las bolas los escritores, músicos y “artistas” que apoyan al gobierno. Entonces escribo y en los poemas los mato a todos, rápido y sangriento como un relámpago, o lento como una fruta que se pela.” Frente al atractivo surrealista que implica combinar poesía y zombies el autor explica que le “encanta la imaginación puesta al servicio del gore. El laburo de esos tipos que se rompen los sesos inventando nuevas formas en las que a un zombi le reviente la cabeza, o se le salga un brazo, o se le caigan los ojos; o poniendo en la pantalla las más horribles formas de ser comido vivo por una horda de caminantes. Otro aspecto que me encanta del género (y en Walking Dead se ve muy claro) es el laburo sobre los sobrevivientes, esos grupos siempre distintos, donde aflora lo peor de cada uno y que hace que muchas veces el peor enemigo no sea el muerto que olisquea la puerta”.
  (Publicado en Tiempo Argentino, 2012) 
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