#calcetos
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petterina · 3 months ago
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A veces pienso en él
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activosdominantes · 4 months ago
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Relato
Era una tarde de sábado cuando Alberto decidió que era el momento de llevar nuestra dinámica al siguiente nivel. Habíamos estado hablando con una zorra brasileña en Grindr, una sumisaza como yo, que estaba ansiosa por servir a Alberto. Nos había dicho que le encantaba ser sometida a base de piezaco y pollón XXL, y que estaba deseando ser dominada por un macho como él. Cuando llegó a casa, estaba vestida con una tanguita de hilito rosa que apenas cubría su culito, y yo llevaba una igual, siguiendo las órdenes de Alberto. A él le ponía muy cerdo vernos a las dos en tanguitas de nenaza, y esa noche no iba a ser una excepción.
Él nos recibió con esa mirada dominante que nos derretía, su voz firme y llena de autoridad. "Vamos, zorras, poneos ahí en el suelo que os vea yo esos tanguitas", dijo Alberto mientras se sentaba en el sofá, con su pantalón de chandal corto que dejaba ver el bulto de su enorme pollón. Nos arrodillamos frente a él, las dos temblando de excitación. "Quitadme las zapas, perras", ordenó, y obedecimos al instante. La brasileña y yo nos miramos, sabiendo que estábamos a punto de entrar en nuestro mundo de sumisión.
Con las manos temblorosas, nos acercamos a Alberto, ese macho que nos tenía completamente dominadas. Él estaba sentado en el sillón, con esa mirada de superioridad que nos hacía sentir como sus putas sumisas. "Vamos, zorras, no os hagáis de rogar", nos espetó mientras nos señalaba sus zapas. Nos arrodillamos frente a él, sintiendo cómo el morbo nos recorría el cuerpo. Empezamos a desatar los cordones, lento, muy lento, como si fuera un ritual sagrado. Cada movimiento lo hacíamos con devoción, sabiendo que estábamos a punto de entrar en contacto con su esencia de macho.
Antes de quitarle las zapas, Alberto nos ordenó: "Lamedlas por encima primero, zorras. Quiero ver cómo os rebajáis". Obedecimos como las sumisas que éramos. La brasileña se inclinó sobre la zapa izquierda, lamiendo la superficie con una devoción que solo una zorra como ella podía tener. Yo me centré en la derecha, pasando mi lengua por encima del cuero, saboreando el sabor a sudor y a gimnasio que impregnaba la zapa. "Así, guarra, lame bien la zapa", me dijo Alberto, mientras me daba un tortazo en la cara con su pie. "Tú, brasileña, no te quedes atrás, chupa ese calceto por encima, que se te quede la puta cara oliendo a piezaco", le espetó a ella, y ella obedeció al instante, metiendo la nariz en la zapa y respirando profundamente.
Las zapas de Alberto eran de esas que solo un macho como él podía llevar. Eran enormes, de un 46, con ese olor a gimnasio, a sudor acumulado de horas de entrenamiento, a virilidad pura. "Alberto calzaba un puto 46, tenía un piezaco gigante y no veíamos el momento de quitarle las zapas para mamarnos el piezaco entero", pensé, mientras seguía lamiendo la superficie de la zapa. El olor era tan intenso que me mareaba, pero me encantaba. "Qué buenas estáis, zorras, así me gusta que me sirváis", dijo Alberto, mientras nos agarraba del pelo y nos obligaba a respirar más profundamente.
Cuando por fin le quitamos la primera zapa, el olor a sudor y a pies nos golpeó como una bofetada. Era un aroma fuerte, intenso, que nos embriagaba. "Así me gusta, guarras, olerme bien las zapas", dijo Alberto, mientras nos observaba con esa sonrisa de macho alfa que nos volvía locas. Nos acercamos las zapas a la cara, oliéndolas como si fueran el mejor perfume. "Huele a macho, ¿verdad, zorras?", nos preguntó mientras nos agarraba del pelo y nos obligaba a respirar más profundamente. "Sí, Alberto, huele a macho", gemimos, completamente sumisas.
Luego, pasamos a sus calcetos. Estaban tan sudados que se notaba la humedad al tacto. "Vamos, zorras, quitádmelos", ordenó, y nos pusimos a trabajar. El calceto izquierdo estaba pegado a su piezaco, y tuvimos que tirar con fuerza para quitarlo. Cuando por fin lo conseguimos, el olor a pies sudados del gimnasio nos hizo gemir. "Ufff, qué asco, zorras, ¿verdad?", nos dijo mientras nos escupía en la cara. "No, Alberto, nos encanta", respondimos, limpiándonos el lapazo con la mano y lamiéndonos los dedos.
La brasileña se centró en su pie izquierdo, lamiendo entre los dedos con una dedicación que solo una zorra como ella podía tener. Yo me encargué del pie derecho, chupando cada dedo como si fuera un manjar. El sabor a sudor y a macho me volvía loca. "Así, zorras, chupadme bien los dedos", gruñó Alberto, mientras se manoseaba el paquetazo a través del pantalón. "¿Queréis olerlo, verdad?", nos preguntó, y nosotras asentimos como dos perras en celo. Se bajó el pantalón y nos dejó oler su rabo de macho. El olor era tan fuerte que nos abrió el coño de morbo. "Qué buenas estáis, zorras, así me gusta que me sirváis", dijo, mientras nos empujaba más hacia sus pies.
La brasileña seguía lamiendo su pie izquierdo, metiendo la lengua entre los dedos y chupando cada rincón. Yo, por mi parte, no me quedaba atrás. Me centré en su talón, lamiéndolo con pasión, saboreando cada gota de sudor. "Venga, zorra, no te quedes ahí, lame también la pierna", me ordenó Alberto, y obedecí sin dudar. Su pierna era peluda, fuerte, de macho. La lamí desde el tobillo hasta la rodilla, sintiendo cómo el vello se me metía en la boca. "Así, zorra, lame como la perra que eres", me dijo mientras me daba otro lapazo en la cara.
En un momento dado, Alberto escupió en su propio pie y nos lo acercó a la cara. "Chupadme el escupitajo, zorras", nos ordenó, y nosotras obedecemos al instante, lamiendo su piezaco con devoción. "Qué buenas estáis, zorras, así me gusta que me sirváis", dijo, mientras nos empujaba más hacia sus pies, completamente sumisas.
Mientras lamíamos, no podíamos evitar mirar el bulto de su pollón debajo del pantalón de chandal. "Eh, eh, no os distraigáis, guarras", dijo Alberto, agarrando nuestras cabezas y guiándonos de nuevo hacia sus pies. "Venga, chupadme bien esos piezacos, que luego os voy a dar vuestra recompensa".
En un momento dado, Alberto nos dijo: "Ven, abre la boca", y nos echó un lapazo en la boca. Obedecimos al instante, sintiendo el sabor de su saliva mientras seguíamos lamiendo sus pies. La brasileña y yo nos besamos, compartiendo el sabor de sus pies y su saliva, mientras Alberto se manoseaba el rabo, cada vez más empalmado.
"Venga, zorras, frotaos el chochito con el tanguita", ordenó Alberto, y obedecimos al instante. Él se echó un lapo en la mano y nos lo puso en la puerta del coñito, haciéndonos gemir de placer. La brasileña dio un tirazo al popper y se volvió una pedazo de perra, lamiendo y chupando con más ganas que nunca.
"Mirad lo que hay aquí, perras", dijo mientras se agarraba el paquete y nos lo acercaba a la cara. "¿Os gusta una buena tranca gorda, eh, perrillas? Jaja, esto es lo que os vuelve locas, unas guarradas como vosotras". El olor a macho nos embriagó al instante, y no pudimos evitar gemir mientras olíamos su rabo a través de la tela. "Oled bien ahí los huevos, que acabo de venir del gimnasio", nos dijo, mientras nos daba un tortazo en la cara a cada una. "Tú, perra, huele bien el capullo, que hay pollón para las dos", añadió, riéndose de nuestra sumisión.
Poco a poco, Alberto fue sacando el capullo por la pierna del pantalón, dejando ver una cabeza gruesa y brillante, pero no era solo una gota de presemen lo que salía, sino un chorro de lefada que babeaba por su rabo, de lo cachondo que estaba. "Mirad cómo me estáis poniendo de cerdo, perras", nos dijo, mientras nos empujaba hacia su entrepierna. "Venga, lamed lefa ahí bien, que hoy vais a zampar polla como nunca". Obedecimos al instante, lamiendo esa lefada pegajosa que nos volvía aún más sumisas, compitiendo por tragar más, por demostrarle a Alberto quién era la más guarra. "Venga, zorras, aquí tenéis popper", nos dijo, mientras nos acercaba el frasco a la nariz. La brasileña y yo inhalamos profundamente, sintiendo cómo ese olor químico nos abría el coño de morbo y nos convertía en unas auténticas cerdas. "Así me gusta, perras, poneros bien guarras", nos dijo, mientras nos empujaba hacia su pie y su rabo
La brasileña se puso a lamer su pie con una obsesión enfermiza, chupando cada rincón como si fuera su única razón de existir. Yo, por mi parte, me centré en su rabo, tragándomelo hasta la garganta con una devoción que solo una perra sumisa como yo podía tener. Sentía su capullo golpeándome la campanilla, pero no me importaba, me esforzaba en zampar hasta los huevos, demostrándole a Alberto que era una auténtica tragapollas. La brasileña, mientras tanto, no paraba de lamer su pie de arriba abajo como una poses, escupiendo el talón, metiéndose los dedos en la boca hasta ahogarse, como si fuera su polla. Era una escena de lo más guarra, y Alberto no podía estar más cachondo.
"Eh, eh, no te distraigas, zorra", me dijo Alberto, dándome un tortazo en la cara mientras yo me recuperaba de haberme quedado embobada viendo a la brasileña intentar tragarse el pie entero de Alberto como si fuera su polla. "Venga, sigue mamando que hoy vas a tragar polla hasta que te salga por las orejas", me dijo con esa voz ronca que me hacía temblar. Obedecí al instante, volviendo a zampar su rabo hasta el fondo, sintiendo cómo su tronco me abría la garganta y me dejaba sin aliento. La brasileña, por su parte, seguía lamiendo su pie como una auténtica perra, escupiendo y tragando cada gota de sudor como si fuera su última comida.
De repente, Alberto agarró el popper y le dio un tiro él también, inhalando profundamente. La sensación de ser unas putas a su servicio se magnificó al instante, y él se volvió un auténtico cerdo, brutal y violento. "Venga, zorras, abrid bien la boca", nos dijo, mientras nos agarraba de las cabezas y nos metía su rabo hasta la garganta. "Tragad, perras, tragar mi cipote, que hoy os voy a dejar bien clarito quién manda aquí". La brasileña y yo nos turnábamos, una mamando su rabo mientras la otra lamía sus huevos, sintiendo cómo el sabor a macho nos embriagaba. "Eh, eh, no os peleéis, guarras", nos dijo, mientras nos daba pollazos en la cara y nos escupía en la boca. "Chupadme bien el rabo, que hoy os voy a dejar la boca bien abierta".
Luego, Alberto puso una pierna encima del sofá y nos folló la garganta con esa fuerza bruta que solo él tiene. "Toma, perra, ¿te gusta? ¿Eh? ¿Te gusta que te folle la boca con mi cipote?", me dijo mientras me empujaba contra la pared, cada embestida más fuerte que la anterior. La brasileña, por su parte, se puso a lamer sus huevos, relamiéndose cada centímetro como si fuera un manjar. "Así me gusta, zorra, lame bien mis huevos, que después te voy a dar cipote", le dijo, mientras le agarraba las tetas y las apretaba con fuerza.
"Y tú, guarra, no pares de zampar", me dijo Alberto, mientras me daba más tortas en la cara y me escupía en la boca. "Mirad qué guarras estáis, babeando como perras en celo", añadió, riéndose de nuestra sumisión. La brasileña y yo no parábamos de lamer, compitiendo por tragar más, por demostrarle a Alberto quién era la más sumisa. En un momento, me atraganté con su rabo, tosiendo y sacándolo de mi boca por un segundo. Alberto no tardó en reaccionar. "¿Qué coño haces, guarra? ¿Te crees que esto es un juego?", me gritó, mientras me agarraba de la nuca y me metía el cipote hasta la garganta de una embestida brutal. "Toma, perra, para que aprendas a zampar hasta el fondo. ¡Hasta los huevos, joder!", me dijo, ahogándome con su tronco mientras yo intentaba recuperar el aire. La brasileña, viendo la escena, no paraba de lamer sus huevos peludos, pero Alberto también la "castigó". "Tú también, zorra, lame bien mis huevos, que si no te voy a dar cipote hasta que te salga por las orejas", le dijo, mientras le metía el rabo en la boca y la obligaba a tragar hasta los huevos.
Finalmente, Alberto nos puso a cuatro patas en el suelo, las dos juntas, con la boca abierta y los ojos llenos de sumisión. "Venga, zorras, hacerme una paja con los labios", nos ordenó, mientras se colocaba entre nosotras, cada una a un lado de su rabo. Obedecimos al instante, lamiendo y chupando cada centímetro de su tronco, mientras él se escupía en el rabo para que lo lamieramos aún más.
En un momento, la brasileña se distrajo lamiendo su piezaco, y Alberto no lo perdonó. "Eh, eh, ¿qué haces, puta? ¿Te crees que puedes dejar mi rabo sin mamar?", le dijo, mientras le daba un azote en las nalgas y le metía el cipote hasta la garganta. "Toma, perra, para que no te distraigas. ¡Zampa bien, coño!", le gritó, ahogándola con su tronco. Yo, por mi parte, seguía lamiendo su rabo y sus huevos, pero Alberto también me "castigó". "Tú también, guarra, no pares de zampar", me dijo, mientras me daba un tortazo en la cara y me metía el rabo hasta el fondo. "Ahí, perras, piezaco y pollón, piezaco y pollón, zampando bien, coño", nos dijo, mientras nos daba azotes en las nalgas y nos ponía el pie al lado de la polla para que lamiéramos ambas cosas a la vez. "Así me gusta, guarras, servidme bien", gruñó, mientras nos echaba un lapazo en la cara y nos hacía tragar cada gota de su saliva.
"Vamos, zorras, seguidme a la ducha", ordenó Alberto con esa voz grave que nos hacía temblar de sumisión. Obedecimos al instante, arrastrándonos como las perras que éramos, con los tanguitas empapados de excitación. La brasileña y yo nos miramos por un segundo, sabiendo que lo que venía nos iba a dejar aún más sumisas, si eso era posible.
En la ducha, Alberto nos empujó contra la pared fría, el agua caliente cayendo sobre nosotras mientras nos arrodillábamos en el suelo. "Abrid bien la boca, guarras", gruñó, y antes de que pudiéramos reaccionar, el primer chorro de su meada caliente nos golpeó la cara. La brasileña y yo abrimos la boca como buenas perras, compitiendo por tragar más, por demostrarle a Alberto quién era la más sumisa. "Ahí, perras, ahí zampando meada, así es como tenéis que estar las zorras", dijo mientras nos regaba sin piedad, el líquido dorado corriendo por nuestras caras, pechos y tanguitas.
De repente, Alberto cambió el ángulo, apuntando hacia sus propios pies. "Mirad, putas", dijo, y empezó a mearse el pie derecho. La brasileña y yo, con la cara aún chorreando de meada, nos quedamos mirando, relamiéndonos los labios y tratando de abrir los ojos entre el líquido caliente que nos cegaba. Entonces, Alberto me agarró del cuello con fuerza, obligándome a lamer su pie mientras seguía meándolo. "Lame, perra, lame el meo de mi piezaco", me ordenó, mientras con el otro pie me pisaba la espalda, haciéndome arquearme de placer y dolor. "¿Qué haces ahí parada, guarra? Venga, coño, lame bien, que después te voy a reventar el culo a pollazos".
La brasileña, viendo la escena, no pudo evitar gemir de morbo. "Tú también, zorra", le dijo Alberto, escupiendo en su cara y obligándola a lamer su otro pie, ahora cubierto de meada y saliva. Nosotras obedecimos, lamiendo con devoción, sintiendo cómo el sabor a sudor, meada y macho nos embriagaba. "Así me gusta, perras, servidme bien", gruñó, mientras nos daba tortazos y nos escupía en la cara para que no nos distrajéramos.
Luego, Alberto nos hizo ponernos a cuatro patas en el suelo de la ducha, los tanguitas empapados y pegados a nuestros cuerpos. "Venga, zorras, abrid bien las piernas", ordenó, y nosotras obedecemos al instante, sintiendo cómo el chorro caliente de su meada nos golpeaba directamente en la puerta del coño, empapando los tanguitas y haciéndonos gemir de placer. "Mirad qué guarras estáis, zorras, mojadas de mi meada", dijo, mientras nos daba lapazos en las nalgas y nos escupía en la cara. "Esto es lo que sois, perras, unas meaderas, unas sumisas que solo vivís para servirme". Alberto nos llevó ahora al borde de la cama, todavía empapadas de su meada y sus lapazos. "Vamos, zorras, que hoy os voy a reventar a pollazos", nos dijo con esa voz ronca de macho que nos hacía temblar. Agarró su rabo descomunal, una tranca gruesa de 22cm que parecía más un arma que una polla, y empezó a darme pollazos en la puerta del coño, cada golpe más fuerte que el anterior. "Toma, perra, ¿te gusta? ¿Eh? ¿Te gusta que te dé con mi cipote en tu puto chocho?", me escupía mientras yo gemía, sintiendo cómo cada golpe me dejaba más caliente, más sumisa, más suya.
Y entonces, sin avisar, me la metió de golpe, hasta los huevos, como si quisiera reventarme por dentro. "¡Aaaah, Alberto!", grité, sintiendo cómo ese tronco me abría en dos, llenándome por completo, hasta el punto de que casi no podía respirar. "traga nabo pedazo de guarra, ahora si que vas a chillar con la reventada que te voy a meter", me dijo, agarrándome de las caderas y empezando a embestir con esa fuerza bruta que solo él tiene. "Toma cipote, perra, cómete bien mi pollón, que hoy te voy a dejar bien abierta", gruñía, cada embestida más salvaje, más profunda, más humillante.
La brasileña, ahí a un lado, inhalando popper como si no hubiera un mañana, gimiendo cada vez que él le acercaba el frasco a la nariz. "Dale un tiro al popper, zorra, que se te abra el puto coño y lo pidas a gritos", le ordenó, y ella obedecía al instante, tragando ese olor químico que la dejaba aún más sumisa, más cachonda, más perra. "Mirad qué guarras estáis, las dos ahí, pidiendo polla como las meaderas que sois", nos dijo, escupiéndome en la cara mientras seguía dándome con esa fuerza que me dejaba sin aliento.
"Tragad, perras, tragar mi cipote, que hoy os voy a dejar bien clarito quién manda aquí", nos gritaba, cada embestida más fuerte, más profunda, más humillante. 
Mientras me follaba a cuatro patas en el borde de la cama, Alberto no dejaba de gruñir, cada embestida más fuerte que la anterior. "Eres mi puta, ¿verdad?", me preguntó, agarrando mi pelo y tirando de él con fuerza. "Sí, Alberto, soy tu puta", gemí, sintiendo cómo su rabazo de 20 cm me reventaba por dentro, llegando hasta lo más profundo de mi ser. La brasileña, en lugar de estar a mis pies, estaba ahora lamiendo los sobacos sudados de Alberto, relamiéndose con devoción mientras olía el aroma intenso a macho que desprendía. "Chúpame bien el sobaco, zorra", le ordenó, y ella obedecía al instante, lamiendo cada rincón, cada gota de sudor, mientras gemía de placer.
De repente, Alberto me tiró al suelo de una hostia, haciéndome caer de bruces. "Ponte a cuatro patas, perra", me gritó, y yo obedecí al instante, sintiendo cómo me penetraba de nuevo, esta vez con más fuerza, como una bestia en celo. "Gime, guarra, gime como la perra que eres", me dijo, mientras me daba tortazos en las nalgas y me escupía en la cara. La brasileña, viendo la escena, no pudo evitar gemir de morbo, pero Alberto no la dejó fuera. "Tú también, zorra, lame mi pie", le ordenó, escupiendo en su planta y obligándola a lamerla con devoción. "Así me gusta, perras, servidme bien", gruñó, mientras seguía follándome con esa intensidad que me hacía perder el control.
En un momento dado, Alberto decidió cambiar de postura. "Tú, zorra brasileña, vente aquí", dijo, señalando hacia su entrepierna. La brasileña obedeció al instante, montándose encima de Alberto mientras él se tumbaba en el sofá. "Menudas tetazas de zorra", dijo Alberto, mientras le agarraba las tetas y las chupaba con avidez, mordiendo sus pezones hasta hacerla gritar de placer. "Cabálgame bien, perra", le ordenó, y ella no tardó en obedecer, moviéndose con esa cadencia que solo una sumisa como ella podía tener, sacando el rabo entero de Alberto y zampándoselo hasta los huevos con cada embestida.
Mientras tanto, yo me aseguraba de seguir sirviendo a Alberto, lamiendo sus pies y oliendo su cuerpo, sintiendo cómo el olor a sudor y a macho me volvía aún más sumisa. "Lame, perra, lame bien", me dijo, mientras me daba tortazos y me escupía en la cara. La brasileña, por su parte, no paraba de gemir, cabalgando a Alberto como una poses, sintiendo cómo su rabazo de 20 cm le reventaba el coño y le llegaba hasta el ombligo. "Así me gusta, zorra, cabálgame como la guarra que eres", le dijo Alberto, mientras le agarraba las caderas y la empujaba con más fuerza, haciéndola gritar de placer.
Finalmente, Alberto nos hizo arrodillarnos frente a él, las dos juntas, con la boca abierta y los ojos llenos de sumisión. "Venga, zorras, lamerme bien el capullo y los huevos", ordenó, mientras se machacaba su enorme rabo con esa fuerza que nos volvía locas. Nosotras no parábamos de lamer, suplicando entre gemidos: "Por favor, Alberto, píntanos la cara de blanco, queremos tu lefa". Él nos miraba con esa sonrisa de macho alfa, sabiendo que nos tenía completamente dominadas.
"Poned la cara, putas, que os voy a lefar el careto", gruñó Alberto, mientras nos daba pollazos en la cara para que no nos distrajéramos. De repente, empezó a escupir lefa en toda nuestra cara. La brasileña recibió dos lefazos que le cubrieron toda la cara, mientras a mí me seguía echando por la boca. Su rabo no paraba de escupir lefada caliente, y nosotras no hacíamos más que corrernos del gusto, gimiendo como las perras sumisas que éramos.
Con toda la cara llena de lefa, Alberto seguía metiéndonos la polla en la boca. "No desperdiciéis nada, eh, guarras", nos dijo, mientras nos acercaba con el rabo la lefa que nos cubría la cara. Con la lefa de la cara de la brasileña, me metía la polla en la boca de nuevo, haciéndome tragar cada gota. La brasileña y yo nos corrimos por el coño al mismo tiempo, sintiendo cómo el placer nos invadía por completo.
"Bien hecho, perras", dijo Alberto, satisfecho, mientras nos miraba con esa mirada dominante que nos derretía. Nos miramos, la lefa nos rebosaba por toda la cara y teníamos aún el coño dilatado de habernos tragado los 20 cm de rabazo a 4 patas.
Alberto nos tenía de rodillas, nuestras bocas babeadas y nuestros ojos vidriosos, llenos de sumisión absoluta. "Venga, zorras, que hoy no salís de aquí sin tragaros hasta mi última gota", gruñó mientras se agarraba ese rabazo grueso y palpitante, embadurnándonos la cara con el precum que goteaba sin parar. Nosotras, como las putas adictas que éramos, no dejábamos de lamerle los huevos y el capullo, compitiendo por ver quién lo chupaba mejor, gemidos ahogados saliendo de nuestras gargantas.
"No os mováis, guarras", nos advirtió, mientras nos acercaba su verga sudorosa para que limpiáramos con la lengua cada resto de lefa de nuestras propias caras. "Lamed bien, que no quede ni una gota". Obedecimos como las perras sumisas que éramos, lamiendo su rabo y sus huevos con devoción, sintiendo cómo se le volvía a poner duro al rozar nuestras lenguas.
Alberto, al vernos tan envilecidas, no pudo evitar excitase otra vez. "Joder, qué putas más degeneradas… Os vais a llevar otra", murmuró con una sonrisa sádica. De repente, levantó su piezaco sudado y lo apoyó en el sofá, justo frente a nuestras caras. "Ahora, zorras, mirad cómo os voy a dejar aún más asquerosas".
Con su verga en una mano y el pie en alto, empezó a machacarse el rabo otra vez, gruñendo mientras la lefa volvía a brotar. Primero nos escupió otra tanda en la cara, pero esta vez, antes de que pudiéramos tragarla, empezó a embadurnar su propio pie con su semen. "Chupad, perras, que hoy no os vais sin saber a qué sabe mi lefa mezclada con mi sudor".
Nos abalanzamos como dos mariconas chupapollas, lamiendo su piezaco lefado con desesperación, mientras él nos daba azotes con su verga en las mejillas. "¡Más fuerte, coño! ¡Lamed como las putas baratas que sois!". Alternábamos entre su pie mugriento y su polla, chupando, tragando, ahogándonos en su sabor a macho.
Cuando ya no pudo más, nos empujó al suelo y nos hizo limpiar su rabo a lengüetazos, hasta dejarlo reluciente. "Así se hace, perras. Hoy habéis servido bien… pero mañana volvéis por más", dijo, dándonos una última palmada en el culo antes de dejarnos tiradas, empapadas de lefa, con el coño palpitando y la garganta ardiente.
Era una humillación gloriosa, y lo peor era que ya estábamos deseando repetirlo.
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whectic · 7 months ago
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hola, neva!!!
¿cómo estás? soy calceto, sí, a bastian no se le ocurrió ponerme un nombre más imbécil pero bueno, tocó. soy como una versión más gatuna de él, yiaaaa, weboz traz traz jajjjaaaaaj eeee, no nada, perdón es que sé me escapan los enanos al bosque,, me pidió que te diera algo muy importante, tienes que bajar solo un poquitito más y BAM, disfrútalo mucho!!!
— 🐱
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viciobueno · 7 months ago
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Vicio de calcetos y popper
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petterina · 7 months ago
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Hoy una chica en twitter preguntaba ¿Cuántos crushes tenéis?
Solo uno respondí, Calceto. Ese hombre melancólico que me gusta stalkear.
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diraltaempresas-blog · 7 years ago
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La Tribu Socks
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La Tribu Socks es una tienda online de calcetines de alta calidad diseñados y fabricados en España. Nuestros calcetos son originales y únicos, con diseños divertidos pero combinables, y con un packaging innovador que representa nuestra esencia y marca. Read the full article
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prdoa · 8 years ago
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#malditabuenasuerte #mbs13 #socks #sockgame #sockdoping #calcetos #thesocksmakeththekit #iamspecialized_road
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putomariconlamezapas · 7 years ago
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Zapas Air Max BW Classic mazo curradas
Calcetos Adidas currados
Size EU 46, US 12
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soflying369 · 3 years ago
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camisas y jeans lo mejor
zapatillas frescas lo mejor
yokis y calcetos
aire fresco
con lentes hache dé
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petterina · 3 years ago
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La vida y el amor en éstos tiempos
-Soñé con mi crush
 nos dimos miles de besos!
-Cálmate y baja las revoluciones,
 solo fue un sueño
-Pero, es que le di muchos besos!
Calceto
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sitiosenlaweb · 8 years ago
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8 errores de novato en online marketing que hice Costa Rica (506) 8322-2771 - [email protected]
Construir tu marca en línea es un proceso lento, incluso aunque estés haciendo todo bien. Cuando empecé a bloguear y le agregué un soporte de medios de comunicación social para, hice una tanda gigante de errores de marketing tipo novato.
Una vez que accidentalmente publiqué un artículo de una veterinaria que hablaba de gatos en la página corporativa de Facebook de mi empresa, que lógicamente no tenía nada que ver con los gatos, a menos que hubiese sido hablar de un Gato en SEO. Lo más gracioso es que este artículo de gato tuvo un compromiso mejor que mi propio contenido "altamente orientado". Bueno, supongo que los animales lindos siempre traen un montón de compromiso, pero ese no era el tipo de compromiso que estaba buscando.      
Aquí están algunos de los errores de marketing importantes, y tan omunes, que hice y si repetís este mal modelo podrías poner el crecimiento de tus medios sociales en riesgo. Esto puede hacer que tenga un efecto negativo mucho más importante en tu presencia digital que un simple post de un gato (CALCETO) de forma accidental.            
1. Si comenzas a blogeuar, te leerán.
Si bien es genial que comences a bloguear, que estés empezando a hacer tu trabajo. No confiés en alguien que tropezará accidentalmente con tu blog; incluso el mejor contenido necesita promoción. Ahora sabemos que "un gran producto no se promueve a sí mismo". Suponiendo que su contenido es de primera categoría, todavía necesita estar activo en los sitios de redes sociales para empujar este contenido donde la gente lo vea.
Leer más acá: https://goo.gl/ZCw5Sy Gustavo Guardado Roa - https://goo.gl/ViYKe0 -
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darkcruisingbar · 5 years ago
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Jueves 20 de febrero/Thursday, February 20. De 20h - cierre/ From 8p.m - closing DarkFit Ven despues del gym y sigue sudando con los tíos del Dark. Nos ponen muy cachondos los calcetos, pantalones cortos , chandal, zapas y cualquier tipo de rollo deportivo. Come after the gym and keep sweating with the guys of the Dark. We are very horny socks, shorts, tracksuit, shoes and any type of sports roll. Código/Code: todo tipo de ropa deportiva, sino os dejaremos en gayumbos/ all kinds of sportswear, but we will leave you in underwear DARK CRUIING BAR Carrer de Ticià 22 - Palma www.darkcruisingmallorca.com @dark_cruising_palma #cruisingbar #cruisingmallorca #gaymsllorca #mallorcagay #sportwear #sportweargay #fitgay #gaybaleares (en Darkcruisingbar) https://www.instagram.com/p/B8yT4RYKAyw/?igshid=1hdi9e3vl6qea
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petterina · 3 years ago
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Caramelo
10:00 de la mañana, y yo durmiendo. Es sábado.
Nuevamente siento ese olor a caramelo e intento abrir los ojos, pero aún siento la sensación de letargo que me produce la pastilla de las alergias.
Poco antes soñaba con Calceto. Ya han sido varias noches y me encanta, porque me deja una grata sensación que me envuelve por algunas horas.
No se si el aroma a caramelo y Calceto estén asociados, o solo es coincidencia. No lo sé, pero alguien dijo por ahí que los ángeles huelen a caramelo, y puede ser. Estoy segura que un ángel se deja caer por éstos lados a veces.
Y bueno, en cuento despierto se esfuma el olor y Calceto. Y como caída del cielo, vuelvo a mi extraña vida.
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lizetho-calceto-blog · 8 years ago
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Creí ser más difícil de olvidar...vaya que me subestimaba.
@lizetho-calceto
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darkcruisingbar · 8 years ago
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Hoy jueves 9 de noviembre… De 20h a Cierre “Dark Fit” “Noche para tíos que se pierdan con los calcetos, pantakas cortos , speedos ,ciclistas.. chándal. Si te vienes después del gym bien currado mucho mejor”. Código: ropa deportiva, sino m��nimo gallumbos **10€, incluye De 20 a 22hs. Dos consumiciones nacionales De 22hs a Cierre 2 cervezas/refresco/zumo ó 1 Copa Nacional Saca tu lado oscuro...Ven al Dark!! C/Ticià 22 Palma www.darkcruisingmallorca.com Síguenos en: Twitter/@Darkcruisingbar Instagram/Darkcruisingbar Trumbl/Darkcruisingbar PlanetRomeo/DarkCruisingMallorca Whatsapp:652392264 **Si esta información te molesta, por favor bloquea nuestro perfil. Un abrazo y gracias
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putomariconlamezapas · 7 years ago
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Joder para estar a cuatro patas lamiendo zapas y calcetos
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