Tumgik
#comicgoals
marthammasters · 3 months
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For all their crossovers it Sickens me that there isn’t Red Sonja/Vampirella yuri….. look and receive my vision comicgoers
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rumble-watch · 4 years
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Pac-Man noises, eatin those pages up! #sequentialart #comicgoals #comicartist #monstrous #ashayhahn https://www.instagram.com/p/B_VJ3qHBI6y/?igshid=1ii5lmwz5x6w1
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artegistfire · 5 years
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You picked the wrong house, bub 
(at Rotterdam, Netherlands)
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sadtea42 · 7 years
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Qué suerte que mi imaginación me acompaña, si no la tuviera, no tendría alma. #characters #tearsland #42 #lifegoals #drawing #comicgoals #yas #soldias #Yiwi #t!
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ahoradameunnombre · 4 years
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¿Por qué no dibujo?
No he podido terminar un solo dibujo, un solo escrito y no me creo con el descaro de decir que las tareas que he entregado están completas. Me siento incapaz de hacer cosas. 
Empiezo una y otra vez: oprimo las teclas, muevo esferos y lápices sobre hojas de cuaderno, pero no logro escribir nada; leo los textos que mandan los profesores, incluso ensayo en mi cabeza las maneras en las que responderé sus preguntas, pero no logro dar ninguna respuesta; mancho mi libreta con los colores, intento con lapíz, me atrevo a mil capas en digital, me alejo de mi dibujo y de nuevo, no logro nada. 
Es como si algo me obligara a mantenerme en silencio, como si desde mi sombra, desde los espejos algo se llevara todo de mí, todas las partes de mí. 
Yo no puedo hablar bien, hay algo mal en mi voz, estoy cansada de repetir todas las veces que he intentado cantar, para luego notar como las notas se cortan a la mitad; me han dicho que canto muy pasito, que casi susurro y hay veces creo que no tengo realmente una voz.
Intento expresarme una y otra vez, con todo lo que tengo pero es imposible, no puedo decirlo no puedo mostrarlo, ni siquiera yo sé que es lo que llevo tanto tiempo intentando decir. Y entonces tengo sus amorosas miradas sobre mí, los susurros en mi oreja: el peso de las esperanzas colgando de mis hombros como una sombra. 
Mis protectores están en todos lados, mirándome desde las puertas abiertas de mi closet,sentados sobre el colchón, escurriendose debajo de las tablas, sus manos agarradas a mis tobillos, su presencia firme a mi lado y yo... 
Intento huir de su presión constante, los amo, intento huir de su presión constante, y entonces corro, y entonces saltó. Creo que esa es la parte de mí que mas me desespera sentir perdida, mi cuerpo, he perdido todo mi cuerpo y no sé por qué y no sé cuando, creo que desde siempre: Habré nacido sin cuerpo: “solo ojos, solo pestañas” eso dijo madre. 
El punto es que corro, corro, salto y camino, una y otra vez en el comedor, de un lado al otro. Hay veces intento caminar de formas distintas, alzo las rodillas hasta el pecho en cada paso, voy de lado, salto en un solo pie, arrastro las plantas de mis pies por las baldosas o intento la manera marcial. Lo más común es que salte: corro cogiendo impulso hasta que salto con todas mis fuerzas y caigo con un ¡plam! triunfante, y entonces lo hago de nuevo.
Sin embargo todos se van cansando del sonido de mis pasos, demasiado fuertes, demasiado ruidosos. Empiezo a oír los comentarios, empiezo a ver sus caras. Ellos intentan ser comprensivos conmigo, no me dicen todo el tiempo que debo parar, creo que saben que no puedo parar. Entonces lo intento en mi cuarto, pongo una mano en las patas de la cama y otra en la pared y salto intentando hacerme ovillo en el aire, y camino.
Creo que lo que más les molesta son mis caras: tengo esta horrible costumbre de imitar con mi cuerpo lo que estoy pensando, nunca lo logro bien, pero vaya que lo intento. Suelo inventarme las historias más absurdas mientras camino y mientras voy cambiando mi expresión imitando las de los personajes en mi cabeza, el resultado suele se bastante incómodo: no soy una buena actriz.
Debe incomodarles mucho más lo que hago mientras camino. No tener cuerpo es incómodo: te sobra demasiada piel, son demasiados ojos, y los dedos, las articulaciones, el molesto punto de dolor en la pantorrilla derecha. Demasiadas molestias. Entonces mientras camino intento quitarme todo eso, creo que eso es lo que hago, nunca es demasiado fuerte, son apenas gestos, ilusiones, promesas que le hago a la yo sin cuerpo detrás de las pestañas y lo ojos.
Lo peor de todo es la espalda, justo allí entre los omóplatos pero no directamente en la columna, un poco más a la izquierda. Como si hubiera un intento de grieta, no, una grieta invertida, un nudo de intenciones, una concentración eléctrica. Se va acumulando y estalla cada tanto, me sacude los hombros y la cabeza, y entonces yo continuo. Me molesta mucho mi espalda, creo que si me arrancara el esqueleto empezaría por mi espalda. Siempre me duele, no mucho, solo un poco. Pero mis amigas nunca la han encontrado tensionada.
Antes hablaba mientras caminaba, pero cuando hablo subo demasiado el volumen. Eso sí que molesta a todo el mundo. Es gracioso, cuando hablo me voy ahogando con mis propias palabras. Hablo rápido y fuerte, seguido, un torrente de palabras inacabable que me deja sin aliento. No es como que logre decir mucho, por eso la gente se cansa de hablar comicgo.
Solía hablar con mis protectores, bueno no ellos, los otros, quizás podría llamarlos los observadores. Ellos que construyen un público sobre mi cabeza, se agolpan en las esquinas del techo cuando comienzo a hablar, y yo solía pedirles que tomaran notas. Ya no les hablo.
También solía hablar con él editor, me peleaba mucho con él, porque como hablo tanto, el solía cortar pedazos enteros de mi discurso para no aburrir. No me gustaba que hiciera eso, quería todo completo, así aburriera a todo el mundo. Ya no discuto con él. Reclamarle algo, sabiendo que le ofrezco una historia tan mala no me parece correcto.
Pasa muy seguido, se acumula tanto en mi cabeza que no logro sacarlo nunca completo, que nunca he logrado organizarlo completo. Mi cabeza es un eco interminable, una pequeña voz empieza hablando allá, en lo profundo, y la siguiente lo repite con más fuerza, y luego la siguiente, he llegado a contar seis de esos ecos antes de que pueda decir o escribir algo. El problema es que la primera voz nunca se detiene continua el discurso mucho más allá de lo que yo puedo seguirla y me exige mucho más de lo que yo puedo darle, es desesperante.
Intento sacar todo lo que pide, aunque nunca he podido seguirle el ritmo. Lleno los dibujos de todas las figuras que se inventa, una tras otra hasta llenar la página. Quiere que todo sea perfecto, y busco mil y un referencias hasta tener algo perecido. Mezclo los colores una y otra vez, buscando el tono preciso, pero no logro encontrarlo nunca. Y nunca se detiene, antes de que pueda terminar algo hay más cosas que se imagina, quiere recrear cada imagen que veo, añadirle cosas hacerlo a su gusto.
Pasa lo mismo cuando intento escribir. He llegado ha proponer hasta setenta historias largas, no buenas, eso lo aseguro, pero sí setenta historias, que me pide escribir y contar a toda prisa. Las cambia todo el rato, las mezcla y las entrelaza, y nunca me deja escribirlas. Estoy segura de que cree que no soy capas de escribirlas, que no merezco escribirlas, que me falta más, que necesito más, que hay que mejorar, hacer mejor la línea de tiempo, ajustar los detalles, encontrar la manera exacta de hacer que todo encaje, y luego ¿por dónde empezar?
Hay veces creo que puedo escapar en los poemas, tengo unos cuantos, y son muy malos. No quiero botar ninguno, me gustan todos, es como si ellos entendieran algo de mí, como si cuando los leyera encontrara algo de mí atrapado en ellos, los leo una y otra vez, como una tonta narcisista. No son buenos pero la voz siempre me ha exigido más y me reclama los versos que no he podido anotar.
Creo que soy bastante narcisista con esto de leer y releer mis propios poemas. Pasar las hojas de mi libreta una y otra vez mientras contemplo mis dibujos, mientras busco algo en mis dibujos. Revisar una y otra vez las historias que no he escrito. Y contemplarme por largos ratos en el espejo.
Por más cuestionable que suene lo del espejo tiene una razón: no me busco a mí en el espejo. Mirarme a los ojos es invocarla a ella. Ella está atrapada en el espejo, bueno no sé si atrapada, solo sé que vive allí y que detrás del reflejo de la puerta hay un negro absoluto que intenta devorarla. Yo la invoco mirándome, es más bonita que yo. No la he mirado mucho últimamente, tampoco ella me ha buscado, supongo que también se cansará de mí.
Las sombras también me acompañan todo el rato, son cuatro sombras: una negra llena de cadenas, una gris oscuro llena de lampreas, una gris claro seria, y una casi invisible de silueta agradable. Me gusta mirarlas de vez en cuando, aunque dan miedo cuando se extienden por las escaleras hacia el primer piso oscuro. Es mejor tenerlas cerca, cuando no están malas cosas pasan.
Ellas no están en los días blancos, los odiosos días blancos, el cielo plano como una hoja de papel, la falta de color, el mundo gris, la hora gris de las seis de la tarde extendida durante todo un día, amenazante todo un día. Esos días sin color no puedo sentir muchas cosas y tengo la sensación de que estoy apunto de desaparecer, de que me moriré, de que ese día terrible, y ese cielo inmenso durarán para siempre en la muerte.
Yo no quiero morir, nunca lo he querido, suena estúpido pero le temo a la inseguridad de la muerte, a la paradoja de la vida después de la muerte, a ese continuar eterno, al castigo sin final de la siempre existencia. Yo preferiría acabar con todo, convertir todo en vacío, ser para siempre un vacío dentro del infinito vacío: que no exista nada, que nada nunca halla existido, que nada nunca exista. 
Pero el vacío no puede ser. Es imposible llegar al vacío, hace mucho que me he resignado a ello. Lo mejor, entonces es llenarlo todo, rellenar de figuras los dibujos, inventarse mil historias, nunca destruir los poemas fallidos. Por eso debo comer tanto, madre dice que me estoy engordando, y es cierto: pierdo la cintura. Pero es bueno comer, es bueno comer y tomar café dulce, tomar jarras enteras, de todas formas nunca me impiden dormir, aunque yo no quiera dormir.
Es divertido recordar que de pequeña solía congelarseme el estomago, así le decía yo: de repente sentía un vacío frío desde la traquea hasta los instestinos, un hueco helado en la mitad de mi torso que no podía alcanzar ni calentar con nada. A los médicos nunca les importó, creo que el asma era de mayor relevancia. Nunca nadie me dio una respuesta.
Tengo otro hueco en la cabeza, detrás del cráneo, justo donde termina su larga curva, una hendidura en el hueso, como si allí se hubiese unido el cráneo al formarse. Una entrada sellada a mi cerebro gelatinoso. Algo me dice que puedo abrir con mis dedos esa puerta, que solo basta introducir los indices y empujar hacia los lados y que entonces el cráneo se me abrirá en dos. Pero hay una capa de piel, y de nuevo lo toco prometiendo lo que no voy a cumplir.
¡Ay este tosco cuerpo mío! Siempre he soñado con bailar, un profesor me dijo una vez que tenía cuerpo de bailarina, pero tengo un cuerpo sin voz, un cuerpo sin ritmo. No logro enlazar el bamboleo de las caderas al pulso de la música y me voy desesperando, mi pecho me exige alcanzarlo, mi corazón llora por poder llegar a él. Pero no tengo cuerpo con qué bailar en el país de los mil ritmos.
La música siempre ha sido ese tipo de misterio para mí: cuando intento escucharla me quedo quieta, quietísima. Entonces mi cabeza va desarmando los componentes, algo que no se le da muy bien, y creo disfrutarlo. A la par algo extraño va creciendo en mi cuerpo, una incomodidad, un dolor en los oídos. Intento acomodar el volumen: muy fuerte, muy bajo, muy incomodo. Quiero arrancarme las orejas. La música ha sido arrancada de mí.
La nariz me la he intentado arrancar muchas más veces: desde pequeña ha habido algo mal en ella, pica, rasca, incomoda. No es que no me guste, por estética jamás me la cambiaría. Me gusta mi nariz, mi madre me la regaló cuando era tan solo una bebé, la esculpió con sus dedos, la  masajeó hasta darle forma. No es eso, sino que hay algo raro en mi nariz, algo que no debería estar ahí, quizás sea la nariz misma.
Algo similar sucede con mis ojos, mi madre amaba mis ojos, y sus pestañas largas colgando como cortinas cafés desde los párpados. Mi madre amaba mi mirada. Pero ahora habla como si en algún momento yo hubiera perdido los ojos, como si yo ya no tuviera ojos, como si yo ya no la mirara. Por eso creo que me rasco tanto los ojos, porque me molestan que estén ahí cuando yo sé que ya no tengo ojos.
Todo se va acumulando, me exige que escriba más, que diga más, pero yo no puedo decir más, no he dicho nada, no sé que quiero decir, no sé que quiere que diga, no sé que está diciendo. Los nudillos se mueven de formas extrañas. Todo se va acumulando, el cansancio también, con todos sus dolorcitos en el vientre.
Pero yo no quiero dormir, hay algo mal en mí cuando duermo. Yo no puedo soñar, casi nunca he soñado, también me cuesta quedarme dormida. Cuando era pequeña amaba dormir, lo hacía en todas partes, de la nada, me acomodaba y dormía, todos los lugares eran perfectos. Pero alguien me ha robado la capacidad de dormir. Odio la noche, no confío en la noche, quiero dormir de día con la luz de las tres de la tarde, quiero vivir para siempre en la luz de las tres de la tarde.
Ellas pueden lo que yo no, las envidio, tienen algo que yo no. Estoy segura de que ellos las prefieren y que las miran todo el tiempo, que las prefieren, que las aman. Sus dramas son sinceros y complicados, sus personajes completos y coherentes Yo soy cobarde, yo los decepciono, yo no hago lo que debería hacer y me rindo muy pronto, muy pronto. Me canso fácil, pero no quiero dormir. Y aún así creo que ellas me están quitando algo, veo como me roban lo poco que me queda, se están llevando las palabras de mi voz.
Intenté hablarlo con las psicólogas: la primera no me dijo nada, la segunda no tuvo tiempo, la tercera me mandó con el psiquiatra pero no pude ir, y la cuarta me dijo que a mí no me pasa nada, que nunca me ha pasado nada. Tiene sentido, a mí no me pasa nada, soy una niña feliz. Aquí no pasa nada, no tengo miedo. Afuera no caen los muertos por las balas, aquí se puede hablar. No hay excusas para no hablar, no hay excusas para no hacer la tarea y perder las materias. No hay excusas, no hay nada.
Me intento explicar por qué no puedo dibujar nada. Me intento explicar por qué no puedo llegar a ninguna conclusión. Me intento explicar por qué he cambiado tanto. Intento buscar lo que he perdido. Intento regresar. No sé si lo intento lo suficiente, soy débil, soy tonta. No sé si lo intento lo suficiente. Soy peso muerto en las espaldas de todos. Me acostaré en el colchón y dormiré en una cama que no merezco. La cabeza me duele cuando intento.
Todo esto es real, malditamente real y ya no sé que hacer, solo queda seguir intentando, aunque me rinda a la mitad, aunque luego me toque reanudar. Pero... no me gusta estar sola, es más fácil en equipo, es más fácil con otros, es más lindo con otros. Pero ellos rompen las promesas, a ellos les incomodo, yo no puedo comunicarme con ellos. Ellos sólo existen para competir, ellos sólo quieren competir, ellos me obligan a competir. Estoy cansada de correr.
Todo esto es real, no estoy mintiendo, no me estoy inventando nada.
Solo quería intentar explicarme porque no puedo dibujar. Pero aún no lo sé.
Estoy cansada...
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narutokids · 7 years
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Mitsuki by ComicGoals
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