Tumgik
#encima es mejor que borrarle los comentarios
gustingirl · 2 years
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me hice mejor amiga del botón de bloquear boludos
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6x06: “EL ARCANGEL”.
{NUEVA YORK –  DICIEMBRE, 2020} 💬: “Nos vemos en la entrada del parque, tengamos nuestra carrera y vamos a conocernos mejor”. Aquel fue el mensaje que Michael le envío a Emma para confirmar su encuentro. Aunque fuese como fuese él se aseguraría de conseguir un momento con ella. La había estado observando durante un tiempo y notó en ella esa chispa que necesitaba de su lado, esas ganas de ser siempre la mejor y dar todo de sí por conseguir la excelencia, algo que el arcángel valoraba completamente, incluso eran características que tomó en cuenta cuando decidió hacerse con el recipiente mortal que ocupaba en esa ocasión. Esperó lo justo y necesario, medido al milímetro todo, citó a la chica a una hora en punto y en el momento exacto que el reloj marcaba esa hora el arcángel hizo acto de presencia en la entrada del parque, una entrada bastante notoria en favor de que la rubia pudiera empezar a descubrir quién o qué era él, esa sería la primera prueba que Michael tenía para Emma. Había un clima perfecto pero cuando Michael decidió ir las nubes se ennegrecieron y el cielo se encapotó como pocas veces, en ese instante un trueno potente resonó, un trueno que anunciaba la llegada del arcángel en medio de la pasajera "tormenta" apareció con una sonrisa justo al lado de la rubia, no caminó hacia ella, solo apareció alegre y le saludó amablemente. —Hola, guapa. ¿Estás lista? — Iba vestido con un traje de vestir, hasta zapatos de gala llevaba, no estaba preparado para correr, al menos no a los ojos de un mortal. Pero eso no era todo lo raro, a medida que Michael sonreía hacia Emma la tormenta iba desapareciendo hasta que de la nada el sol volvió a salir y el cielo se despejó. —Hay un clima maravilloso para correr hasta la cima, ¿No crees? —. Emma tuvo que hacer un mini viaje a través de un portal para llegar a la ciudad de NY. El clima había cambiado drásticamente de un lugar a otro, pero iba bien preparada ante los cambios constantes. Llevaba unas leggins apegados a sus piernas largas y delgadas, junto a un top deportivo del mismo color. De todas formas, sabía que el calor llegaría a su cuerpo en cuánto comenzara a correr. Llegó mucho antes de lo planeado, pero lo agradeció para así poder quitar los nervios de encima. Emma no era de las que se encontraba así como así con alguien, siempre había sido precavida y lo cierto es que nunca se había dado el tiempo tampoco, siempre encerrada entrenando y trabajando, pero estaba cansada de desperdiciar su vida solo en eso. Quería sociabilizar, reír, divertirse y Michael fue una de las primeras personas que le dio la confianza para hacerlo. Además, tenían en común el gusto por el ejercicio, ¿Qué mejor? Se hizo una cola de caballo en su larga cabellera y se sentó en una de las bancas mientras observaba a un par de personas cruzar por allí y otras tantas correr como ellos planeaban hacerlo. Su bolsillo vibró y Emma le echó un vistazo comprobando que se trataba de Michael. Se colgó una mini mochila en su espalda y emprendió rumbo hacia la entrada, la que no estaba demasiado lejos. Llegó sin saber muy bien si estaba a tiempo o era demasiado tarde, pero a su alrededor no lo divisaba o ella suponía que lo reconocería de inmediato, pero no fue así. Puso su móvil en modo "silencio" justo cuando la pantalla se oscureció sobre sus ojos, lo que llamó su atención. Miró al cielo y suspiró al ver que parecía querer cambiar y, aunque el clima mencionaba que estaría despejado, parecía que los planes de correr o estaban cancelados o serían dos personas corriendo bajo la lluvia y los truenos. Escuchó la voz de un hombre y sus ojos fueron en dirección al sonido de la voz. Su sonrisa se ensanchó al reconocerlo tal y como esperaba, incluso mejor, se atrevía a pensar. De pronto, al observarlo mejor no pudo evitar fruncir el ceño, confundida. — Espera... — fue lo primero que quiso decir. ¿Habían cambiado los planes y no se había dado cuenta? Cuando quiso decirle, el sonido de los pájaros y la luz del sol golpeó de frente sus ojos, despistándola. ¿Ya no iba a llover? Negó con la cabeza para sí misma y trató de concentrarse en Michael, queriendo no parecer una tonta ya que no había dicho una palabra. — Hey, ho...ola. — logró decir. — ¿Planeas... correr así? ¿Hay alguna fiesta en la cima y no me ha llegado invitación? — bromeó, tratando de darle un ligero ambiente a la situación y de paso, obtener información. —La fiesta la podemos tener aquí mismo si quieres, pero luego de nuestra carrera, no necesitas invitación, sería una fiesta entre nosotros nada más.— Comentó amable a la rubia. Se notaba que iba dispuesta a mandarse un maratón completo si era necesario, eso le hablaba de una mujer preparada, justo como a él le gustaba que fuese la gente. Miró su reloj unos instantes y volvió la mirada a la chica. —¿No te agrada mi traje? El azul es mi color preferido, hace juego con mis ojos y creo que en general me sienta bien, ¿Verdad que sí?— Comentó en tono de broma entre algunas risas casuales para mantener el ambiente animado con la rubia, en ese momento sonó la alarma del reloj y un fugaz brillo azulado emanó de los ojos de Michael. —Vamos.— Le guiñó el ojo a la muchacha y en un abrir y cerrar de ojos desapareció del lugar y se materializó unos cincuenta metros adelante en el camino. —¡Por aquí, Emma! No te quedes atrás o tendré que regresar por ti.— De nuevo aquel brillo azulado en los ojos del arcángel que incluso a esa distancia la rubia seguramente podría observar, pero en ese momento el tiempo pareció detenerse para todo el mundo, para todo el mundo menos para ellos dos, porque Michael empezó a caminar de regreso hacia Emma, la miraba contento y le sonreía, y a medida que se acercaba a ella el tiempo iba retomando su velocidad normal, hasta que finalmente al llegar al lado de ella ya todo se sentía tranquilo y como si nada hubiese pasado. —Vamos.— Repitió la palabra y esa vez comenzó a caminar hacia adelante a paso tranquilo esperando a ver qué hacia ella. Soltó una carcajada ante su comentario. El chico tenía bastante personalidad, ¿Y lo culpaba? Cualquiera con su apariencia la tendría.
Emma relajó los hombros y asintió con la cabeza justo antes de hablar. — Prefiero una fiesta con conocidos, en este caso "semi conocido"... — dijo, haciendo las comillas con sus dedos para enfatizar la palabra.— ...que gente por conocer, — agregó, risueña. — Me agrada, me agrada, — quiso aclararle de inmediato en cuanto a su atuendo. Tenía razón, sus ojos se hacían aún más llamativos con ese color, pero no lo asumió en voz alta. No le quería dar esa satisfacción. — Te queda muy bien, pero esos zapatos te harán doler los pies en la subida, — trató de aclararle, pero era muy tarde para que se fuera a cambiar de ropa, así que daba igual qué estuviera usando, ya era demasiado tarde y dejó ir el tema. Echó a correr de inmediato ya que siempre estuvo lista para comenzar pero tras un pestañeo mientras avanzaba, Michael desapareció del par de pasos que llevaba adelantado y de pronto, estaba mucho más avanzado de lo que esperaba. Su cuerpo se congeló al notar el destello de sus ojos azulados a lo lejos. Aquello no era normal, no era un azul humano, pensó. Miró hacia su alrededor comprobando la cantidad de gente que pudiera ser testigo de lo que podía pasar si ella encaraba a lo que sea que estuviera junto con ella. No, era demasiada gente por la cual dar explicaciones luego a la Clave, tenía que llevarlo a un lugar privado, donde pudiera hacer todo lo posible por hacerlo hablar y sacarle información, así que fingió no haber notado nada y simplemente sonrió y aceleró el paso lo más que pudo, dejándolo atrás claramente gracias a que él estaba de manera pasiva, pero corrió todo lo que pudo cerro arriba, saliéndose del sendero marcado y fue perdiéndose entre los árboles, esperando con esperanza encontrarse en un claro donde poder detenerse para atraparlo. Le gustó la forma en la que la chica encaró la situación, fue hábil evaluando su entorno y se preocupó por intentar llevar una posible confrontación a un terreno sin testigos ni bajas. No podía negar que por dentro se estaba muriendo de risa por la sorpresa que la mujer iba a llevarse si es que él decidía confesarle quien era en ese día. —Oye, estás haciendo trampa, el camino a la cima de la colina no es por allá. ¿A dónde quieres llevarme? ¿Piensas aprovecharte de mí?— Preguntó con un claro tono coqueto a la vez que bromista, aunque eso era lo último que estaba pensando en ese momento. Lo curioso de la situación es que por más que la muchacha corría él iba caminando de manera normal y siempre estaba justo a su costado, no se alejaba, iba codo a codo con ella. —Dime algo, Emma, ¿Dónde aprendiste a correr así? Lo tuyo no es simple velocidad, tienes una forma de moverte muy bien definida, tu mirada no está al frente nada más, miras todo el entorno, estás lista para reaccionar a lo que sea y como sea, aunque... ¿Qué haces cuando las cosas que te pasan no están en tu protocolo habitual?— Para ese momento poco se ocultaba, total no había gente que pudiera verlos, y si lo hubiera fácilmente podría borrarles la memoria para evitar problemas. —No importa que tan lejos corras ni qué tan rápido vayas, no vencerás, hoy no, Emma, no a alguien como yo — . Miraba poco para atrás pero podía sentir por el volumen de la voz de Michael que no iba más que a un par de centímetros de ella y que su voz no se sentía ni en lo más mínimo desgastada con el paso de los segundos que iban cerro arriba. Su corazón latía a mil por hora. ¿Cómo es que no había pensado en la posibilidad de que algo así pasara? Estaba metida en mil líos y cualquiera de ellos podía tenerla atrapada ahora. No estaba del todo preparada, pero debía ser lista para poder ir un paso adelante de lo que fuera la persona con la cual estaba hablando. — Quizás estoy pensando en qué hacer contigo una vez que mis pies se detengan, — respondió con un tono coqueto y a la vez irónico ya que iba en otro sentido, pero quería hacerlo pensar que era de la forma en la que él esperaba. Necesitaba un poco de energía, activar sus runas para ir mucho más rápida. Tenía más resistencia que cualquier ser humano, pero su dosis se acabaría en cualquier momento y allí sí que estaría en desventaja. Que Michael notara su capacidad diferente para correr e incluso su forma de actuar la atrapó con la guardia baja. No sabía con certeza si ya sabía lo que era ella porque parecía que si o simplemente estaba lanzando información al azar para ver si acertaba. Estaban en medio de árboles y oscuridad, pero ya no había tiempo que perder. Dio un salto sobre una roca y giró velozmente para saltar sobre Michael. Con una mano lo empujó bruscamente contra un árbol y mientras hacia eso, con la otra hacia aparecer mágicamente su espada, Cortana y con ella lo apuntó por lo largo del filo de la hoja contra la garganta. — Demando que me digas qué eres y que quieres de mi. Si sabes que atacar a un nefilim está en contra de los acuerdos, ¿no? Tengo derecho a cortarte la cabeza y me excusaré en que intentaste atacarme, — le dijo entre dientes y lo fulminó con la mirada. Emma era veloz y aprovechó eso para sacar una estela del borde de su leggins y manteniéndolo con fuerza contra el árbol, con la mano libre se activó la runa de la fuerza que estaba más a mano, al menos con esa se podía defender un poco antes de que pudiera activar el resto. Ciertamente la reacción de la mujer no la esperaba, o al menos no así de esa forma tan abrupta. Se mantuvo calmado y apacible cuando la mujer lo puso contra el árbol y le amenazó de aquella manera, tal vez a ella no le pareciera pero Michael iba con toda la buena intención del mundo de conocerla y pensaba demostrárselo. —¿Todavía tiene luz celestial? Vaya, Raziel sí que cargó bien esas... Baratijas...—Dijo con asombro al ver la estela de la muchacha, y como si nada dio un par de pasos hacia adelante, parecía que la espada lo iba a atravesar, pero no fue el caso, la luz de la espada se apagó, al igual que la estela de la chica y las runas en el cuerpo de la mujer ardieron con intensidad, prácticamente quemando la piel femenina hasta que de la nada desaparecieron por completo. —¿Tienes idea de dónde provienen esas armas? ¿Sabes que alimenta tus runas? ¿Crees que tienes el control por ponerte encima un poco de polvo celestial?— Hablaba con seguridad y un tono que emanaba autoridad solo de escucharle. —Eres una Nephilim, una raza que para purgar el pecado de su existencia quedó condenada a mantener eternamente el equilibrio en el mundo humano. Tú, Emma, no tienes la más mínima autoridad para "demandar" nada de mí. —Iba avanzando paso a paso a cada palabra que le decía. Se le notaba tranquilo pero desprendía un aire de peligro inminente parecía que en cualquier momento podría hacer arder la tierra bajo sus pies. Le quitó la espada a la mujer y en cuanto el arma tuvo contacto con Michael recobró el filo y su brillo fue tan intenso que parecía una estrella resplandeciente en medio de la noche más oscura.  Se alejó un par de pasos de ella y realizó algunos movimientos con la espada, aunque por error alcanzó a tocar un árbol, y aquel pobre árbol termino cayendo de plano al piso. —Mierda...— Dijo soltando una ligera risa por aquel pequeño "error" y luego le devolvió la espada a la mujer. —Te la devuelvo, es muy pequeña para mi gusto, yo soy más de usar lanzas.— Dejó con aquella frase una pista de quién era, y en el momento en el que le entrego la espada a la mujer ese contacto hizo que sus runas volvieran a aparecer y su efecto regresara, pero estaban brillantes, con una luz dorada emanando de ellas, y la sensación que dejaba era que estaban más puras. —No soy tu enemigo Emma, aunque a ti pueda parecerte que sí, vengo aquí en son de paz, una paz que he intentado mantener desde el inicio de la creación. — La chica abrió los ojos ante su respuesta y al ver como la espada se apagaba, lo dejó caer al piso. Nunca había visto que sus armas más valoradas no reaccionaran. No cuadraba con nada, no tenía sentido. Emma se retorció pero no gritó cuando las runas comenzaron a quemarle. Le dolían, por primera vez le dolía de una forma que jamás lo había hecho y el pánico recorrió su cuerpo. Fue ella ahora la que comenzó a dar pasos hacia atrás, no sin antes recoger a Cortana, buscando alejarse. No le daba la cabeza para responderle, ¿Y qué más daba? El hombre parecía tenerlo claro todo, sabía de lo que hablaba. Su mano tembló cuando Cortana se alejó de sus manos y simplemente lo observó como lo usaba y brillaba en sus manos. No entendía, Cortana siempre respondía simplemente a ella y ahora parecía haber abandonado de dueño tan fácilmente. En su mente sólo había una respuesta, pero no estaba entre sus opciones. Era una locura. Nadie había podido tener contacto con un arcángel en toda la historia. Ni siquiera pudo reír cuando el árbol cayó al piso e hizo retumbar la tierra bajo sus pies. Sus ojos no dejaban de mirar su espada y recién pudo respirar cuando se la regresó, a la que abrazó estúpidamente sin darse cuenta de que se había cortado el brazo en el proceso. — Mierda, — se quejó entre dientes, pero solo se concentró en colgarla a su espalda como hacia normalmente. Miró sus brazos y vio sus runas transparentes aparecer. Había agarrado la estela para activar la runa de sanación, pero extrañamente sus runas estaban todas activadas y su cuerpo estaba rodeado de una sensación maravillosa, como si todo el poder de cada una de ellas estuviera activada a la vez. Era imposible, no lo había hecho. Sus ojos brillaron cuando su mirada se encontró con la suya. Se sentía flotando, como si Michael hubiese activado dentro de ella algo que la hacía sentir poderosa y en paz a la vez. — ¿Qué has hecho con mis runas? ¿Me... las has activado? — preguntó, revisando la herida ya sana completamente de una forma tan veloz que jamás le había ocurrido. Ni siquiera con su parabatai era tan rápido. — Eres un arcángel, solo alguien como tú puede... hacer todo eso y... lo que dijiste... tendría sentido. Pero ustedes no se comunican con nosotros. ¿Por qué estás aquí... conmigo? — preguntó, temerosa y a la vez, intrigada. Era todo un honor estar frente a uno de ellos. Solo tenían clases de la historia, pero siempre como parte de un mito. Saber que realmente se estaba comunicando con uno era... fascinante. —Bingo...— Dijo con una sonrisa cuando ella mencionó que era un arcángel, pensó que lo podría confundir con un ángel común, eso hubiera sido bastante ofensivo, ya le había pasado antes y a Michael no le gustaba en lo más mínimo. Se acercó a ver la herida de la jovencita y al ver que estaba bien la miró a los ojos y le guiñó el ojo. —Qué bien, tu runa de sanación funcionó, la anterior que tenías estaba un poco... Deforme, ¿Dónde aprendieron, enokiano? Lo que escriben parece más caligrafía de niño de kinder que de cazadores entrenados.— Negó con la cabeza y rodó los ojos para ir sobre aquel árbol caído y sentarse en él. —Estoy aquí contigo, Emma, porque hace un rato quedamos en hacer una carrera, y soy un hombre de palabra, vine a correr contigo.— Sabía perfectamente que esa no era la respuesta que ella buscaba, pero tampoco quería recargarla de información de golpe. —Mi nombre es Michael, y hablo en serio, bueno... Este... Hombre, bastante sexy y atractivo por cierto, si yo estuviera en el cuerpo de una mujer, como tú, no perdería la oportunidad de estar con él, ¿O debería decir conmigo? Rayos... Eso es bien turbio... Mejor olvidemos eso, ¿En qué estaba? Oh, sí...—. Se puso de pie nuevamente y se acercó a la rubia viéndola a los ojos mostrando un brillo celeste en los ojos. —Mi nombre es Miguel, conocido en la tierra como San Miguel Arcángel, La lanza del Señor, Michael, Mikael, Mikel, Miche, Mike, y no sé ya cuántos nombres más, soy el líder actual del ejército celestial y guardián encargado del trono de Dios.— Cada vez que dijo su nombre desde el cielo se desprendieron truenos y centellas como afirmando lo que decía, y aunque el ruido era atronador la sensación que dejaba en el ambiente era de regocijo. —Y estoy aquí porque la tierra no es la única en peligro Emma, los demonios y criaturas de sombras que cazas son solamente la punta del iceberg en la verdadera guerra que se está librando. Necesitamos todas las espadas que se puedan a sumar a nuestra causa, padre no está, y yo no voy a permitir que el cielo vaya a una guerra sin tener asegurada una victoria...— Su pecho se encogió y como nunca Emma sintió que le faltaban aire a sus pulmones. Su niña interior gritaba, él no estaba jugando. Lo era. Todas las clases a las que había asistido donde contaban la historia de los árcangeles habían dado sus frutos para sumar 1+1. — La... la runa me la hice a los 10 años cuando tuve mi ceremonia de Ascensión, es el dibujo de una niña, — intentó defenderse como si necesitase la aprobación de él. Tenía sentido que sus runas aún palpitaran brillantes sobre su piel y la hicieran sentir tan poderosa como nunca antes. Dejó su mochila en el piso y a Cortana para sentarse a su lado. Quería escucharlo, quería saberlo todo. No podía evitar sentirse única y especial. ¿Es que acaso dedicarse solo a entrenar había dado sus frutos? ¿No solo habían sido sus profesores los que la consideraban que era la mejor shadowhunter de su generación, sino había traspasado a generaciones más antiguas? Ladeó su rostro para observarlo y abrió la boca sorprendida al saber de que se trataba de Miguel. — No era necesario que me sedujeras con tu físico... digo, eres... tú, el real tú, — titubeó nerviosa y lo siguió  con la mirada cuando se puso de pie, pero ella permaneció sentada. Su descripción no era nada nuevo para ella, lo habían estudiado en su clase de ángeles. Un escalofrío recorrió su espina dorsal cuando los truenos volvieron a invadir el cielo, pero a la vez una sensación de felicidad, una que no solía estar en su interior. — ¿Cómo que una guerra? — dijo, poniéndose de pie bruscamente. Aquella palabra le erizaba los cabellos. No le gustaba. Tenía que hacer algo o luchar hasta el final para evitarlo antes de que fuese demasiado tarde. — ¿En qué te puedo ayudar? — preguntó, decidida a obedecer sus indicaciones. Desde ese momento, era su guerrera. 
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merokonyxrowle · 5 years
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»  Kala Rocosa,  Sur de Europa, Mar 31 2019
PARTE II
A una parte de él le habría gustado saber en que estaría pensando ahora mismo, conocer sus pensamientos más íntimos de la morena le habría dado más ventajas que explotar, pero desgraciadamente carecía del don de la legeremancia —
Mmmm… me temo que la belleza y el amor están muy sobrevalorados sirenita.
— Le dolía no ser el rey de sus pensamientos, de no estar en su corazón y eso le daba a pensar que él solo había sido un simple juego para la morena. Y solo pensar en ello lo enfurecía aún más. —
Y yo cazo a monstruos sedientos de corazones que se esconden bajo pieles humanas, fingiendo, creyendo que son humanas cuando en realidad son monstruos.
— No era cierto, aunque fuese sirena para él había sido especial pero no se lo iba a decir, no iba a dejar que esta lo dañase más, era mejor enterrar sus sentimientos más puros bajo un muro de frialdad, rencor y desprecio.
Pobre sirenita que pese tener un corazón forjado en aguas negras se cree que es humana. — Ver la furia en su mirada, le satisfacía pues esta iba exponiendo su debilidad, pero el comentario que hizo ella también tuvo el mismo efecto que sus anteriores palabras. Se sentía dolido y por unos instantes la miro lleno de furia. — Lo que viese o dejase de ver no es tú asunto sirenita. — Necesitaba controlarse, pero esta no se lo estaba poniendo fácil pues la pregunta que le hizo, provoco que este presionase un poco más con la daga en el cuello. — Eso ya no importa. ¿O acaso la curiosidad te está matando por dentro? ¿Tanto deseas saberlo? También quieres los detalles de esa noche tan…. ¿Placida? — Intentó contratacar como pudo, esperando ver la reacción de esta. ¿Se enfadaría?, ¿se mostraría indiferente?
Magnus tenía el orgullo herido,  a ella no la engañaba porque sabía que así era,  ahora estaba mostrando su peor cara: La de un rey a punto de perder su ¿reinado?   Estaba segura que el cotilleo de que el doble del vikingo Nyxkru habría ganado fuerza a estas alturas y para mañana todos sabrían lo patético que había estado Magnus Harfang. Meroko soltó una risita amarga cuando soltó aquello:  
Eso es todo cazador,   a qué esperabas para matarme? Tantas semanas juntos,  tantos viajes…..cuando ibas a matarme? ¿Cuándo me rindiese a tus encantos y me follases?  Já,  puedo ser un monstruo pero mira bien cómo te pongo
— le cogí de la polla de forma improvista sorprendiéndole en el acto.   —
Tu ego herido porque no conseguiste de mí lo que consigues con otras,   por tener a un tío que vale más que tú y cien mil veces tú que la escoria que estás hecha.
—  Magnus me apuntaba en el cuello pero no me importó.  Lo sentía bien y de hecho empezaba a enrojecerse porque estaba muy cerca.  Mi mano soltó su bulto con una cara de cabrona bitch especial de la casa.  
__ Soy humana porque no nací siendo sirena __ confesé tranquilamente enarcando una ceja.  — Pero ten por seguro que como sirena puedo adentrarme a tus peores pesadillas como ninguna otra lo haya hecho.  Mi crueldad no tiene límites y solo tienes que esperar para ver.  — mis ojos brillaron creyéndome superior,  bueno,  realmente me creía como una reina poderosa con mis habilidades y mi astucia.  Él…él era un simple cazador y sin su daga auténtica creo que no podría hacerme realmente daño.   Vi un poco de furia en su mirada por lo que me reí un poco más. — ¿Detalles con una niñata que ni sabe follar?  ¿Sabes con cuantos hombres he amanecido Magnus?  Sabes lo que es el placer de la sangre recorriendo tu desnudez mientras llegas al orgasmo más increíble,  el éxtasis de los hombres al desearme y probarme? —  amaba mucho el sexo y con él,  extrañamente me había contenido.  Quería ver más furia en sus ojos,  que el supiera que había estado con miles y miles de hombres porque yo no era de nadie.  Ellos me pertenecían.  Él me pertenecía.  
Lo mismo podría preguntarte a ti Sirenita, ¿Cuándo esperabas a tomar mi corazón?— Sin embargo, cuando ella lo agarró de su miembro le dirigió una mirada fulminante llena de rabia, pero aun así él tenía el control, era él quien apuntaba su daga contra su cuello pero eso no quitaba que fuese doloroso tener que escuchar las palabras de la morena. Palabras que aparte de ofensivas le herían más de lo que él aceptaría nunca. —Te aconsejo que no seas tan bocazas o acabaras mal, Sirenita.— Advirtió con más seriedad mientras aplicaba un poco más de presión. — Ahora mismo estoy presionando sobre tu vena yugular, cabréame y no llegaras viva al próximo amanecer, te desangraras y yo disfrutare viendo tú agonía e desesperación en ver que la herida no va a sanar…  
Tras escucharla de nuevo, puso los ojos en blanco. — ¿Crees que me das miedo con tus amenazas? Querida, no sabes quién soy, ¿crees que con lo de hoy he quedado hundido? No te negaré que ha sido un duro golpe…  — Le dirigió una mirada fría, pero tras escuchar sus palabras esta se suavizo por unos instantes a la vez que él soltaba una sonora carcajada. — ¿La verdad? Me importó bien poco que no supiese follar, ¿no sabes el placer que da desvirgar a una chica? Quitarle la inocencia, enseñarla a ser mujer… y Reddington tiene unos pechos muy apetitosos y su vagina mojada… era un manjar divino… — Soltó con todo el descaro de mundo, ansioso de ver algún atisbo de ira o celos en la morena. — Puede que hayas estado con muchos, pero no creo que tantos como mujeres con las que he estado yo…  — Te hubiera dicho de unirte a la fiesta, pero estabas demasiado ocupada con tu amiguito en el rio…
Deja de llamarme sirenita— aprieto ambos puños porque estoy harta de que me nombre así,  de hecho prefería que me llamase zorra antes que ese apodo cursi y estúpido,   sonaba a como si fuera una sirenita de cuento como Ariel de Disney.   Al menos ese era mi punto de vista.  Sentí el filo de mi hoja presionando contra mi cuello pero no me preocupaba,  si llegaba a degollarme sabía que volvería a vivir porque no era su daga especial.  Daga que se encontraba con Lilith estudiándola y esperaba saber información sobre ella.   —¿Éstas seguro de eso? ¿Sabes las veces que intenté matarme y no funcionó?— dije con una sonrisa cabrona sin embargo mi voz sonó cargado de rencor y rabia sin desviar mis ojos claros de los suyos.  
“Él no me conocía,  él no entendía ni una mierda sobre mí y mi condición. “
Magnus era duro de roer pero los dos lo éramos,  si se sentía ofendido bien que sabía cómo esconderlo por lo que,  cuando empezó a hablar sobre Varun me quede completamente impasible.  Yo también podía jugar a ser dura como una piedra.  La rabia ya había pasado.   Ahora tocaba la diversión,  mostrarle que yo era más inteligente que él y muchísimo más hábil.  Ni un atisbo de celos.  Si esperaba verlo solo vería una cierta sonrisa suficiente,  digna de una reina sin miedo a un rey destronado y a punto de fracasar o…morir.  
Lo que no me esperaba era sus últimas palabras. — Mi amigo en el río? Vaya no puedo dejarte solo que corriendo tienes que venir a espiarme,  Magnus.  Bueno,  estás en todo tu derecho de odiarme,  estaba con mi ex el vampiro,   el único que puede conocerme quién soy de verdad.  Pero digamos que en ese momento en Halloween solo estábamos reencontrándonos después de que lo creyera muerto.   —  y es ahí cuando le miro más como humana que con la zorra que soy,  pues él en definitiva  creyó cosas que no eran.   Así que durante todo este tiempo el hijo de puta ha estado jugándomela….”Basta,  que empiece la acción.”
Mis manos se levantan con fuerza contra su brazo,  terminando alejando la daga fuera de mí y con mi otra mano le sujeto el hombro.   — Me he cansado de tu voz y de ver tu cara esta noche,  humano.  — soy menuda y él es muchísimo más bajo pero me apartó y me alejo tres pasos hacia atrás,   cuando rápidamente me aparto para esquivar su ataque.   — Los he visto más rápidos  
¿Tanto te molesta que te llame así?— Mejor, porque irritado como estaba él y tan lleno de rencor lo que más anhelaba era borrarle esa sonrisa de diva reina de su rostro. En cuanto de lo que ella había intentado matarse y que no funciono lo único que hizo al respecto era tan solo mantener la hoja afilada en el cuello, aunque en realidad no quería dañarla, solo quería darle una lección y ese era el momento en que ella debería rendirse, el instante que deja atrás su orgullo de reina dejando paso al instinto de supervivencia, quería verla suplicar más que nada... —Lo estoy, créeme mi familia lleva cazando sirenas desde hace siglos…No. No te espié, solo estaba paseando y te vi con él. — Sin embargo, su explicación no le resultaba convincente, ¿de verdad se creía que él iba a creer en lo que le estaba diciendo? — Ya claro, reencuentro, ¿y luego te fuiste a la cama con él no? Responde Meroko. — Le exigió, dejándose de juegos por primera vez, quería la verdad, quería saber que había ocurrido en Halloween. Lo necesitaba más de lo que estaba dispuesto a asumir. Pero entonces ella acabó esquivando su ataque y eso lo cabreo un poco más de lo que estaba. — ¡Cállate zorra! — Bramó el castaño más enfurecido que nunca, lanzándose encima de ella la inercia del salto y luego todo el peso muerto de su cuerpo para caer sobre ella. — Dame una sola razón por la que no debería de clavarte mi daga en tu oscuro corazón…
Como simple respuesta apreté más los labios,  ya le había dicho el qué y no tenía porqué repetirme continuamente.  Él mismo me confirmó que su familia cazaba y mataba sirenas desde tiempos inmemorables…no me sorprendió la noticia pues había pensado en ello,  curiosamente,  de alguna forma el puto jodido destino me había puesto en mi camino a un cazador experto en matar sirenas.  ¿Pero sería capaz de matarme a mí?  Eso estaba por verse.  Parecía que el simple juego me excitaba y me alegraba.  
Permanecí callada hasta cuando me dijo que no estaba espiándome sino que me había visto con él.   No,  no me fui a la cama con él.  Fuimos a disfrutar de la velada y buscar a mi tía,  que por cierto,  ésta liada con él.  Pero no tengo porque darte más explicaciones Magnus Harfang,  esta es la verdad y la única verdad porque después de hoy no pienso hacer que me conozcas más de lo que ya has hecho.   —  la verdad se veía en mis ojos así como la confianza que tenía en mí misma.  
Ahora éramos enemigos y enemigos seríamos para siempre.  No podríamos confiar en el uno como en el otro,  los dos lo sabíamos.  Por eso mi lado oscuro podía disfrutar de él fuera como fuera,  aunque no fuera yo misma…
Me reí con diversión al verlo enfurecido y llamarme zorra,   era estupendo desquiciarle y de hecho deje que me atrapase en sus brazos terminando contra el suelo y su cuerpo encima de el mío.  — ¿Razón? No las hay Magnus Harfang,  solo aquí tenemos una pregunta:  ¿Eres capaz de hacerlo? —  le miré fijamente a los ojos con esa mirada de cabrona en mis labios.  Poco después silbé.  Yo solo supe porqué de ello y él lo entendería más tarde.  Mis labios se acercaron a los suyos:  Dime Magnus,  realmente deseas hacerlo? — solté mi aliento contra su boca de forma provocadora.  Jugando con él.  Eso es lo que iba hacer.  Jugar como mis muñecos,  como él hacía con sus jodidas muñecas.  
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