Tumgik
#felisa tan
cortazariano · 2 years
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"Ya no tenía ninguna razón especial para acordarme de todo eso, y aunque me gustaba escribir por temporadas y algunos amigos aprobaban mis versos o mis relatos, me ocurría preguntarme a veces si esos recuerdos de la infancia merecían ser escritos, si no nacían de la ingenua tendencia a creer que las cosas habían sido más de veras cuando las ponía en palabras para fijarlas a mi manera, para tenerlas ahí como las corbatas en el armario o el cuerpo de Felisa por la noche, algo que no se podía vivir de nuevo pero que se hacía más presente como si en el mero recuerdo se abriera paso una tercera dimensión, una casi siempre amarga pero tan deseada contigüidad. Nunca supe bien por qué, pero una y otra vez volvía a cosas que otros habían aprendido a olvidar para no arrastrarse en la vida con tanto tiempo sobre los hombros."
(J. Cortázar, Deshoras)
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attorninong · 1 year
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Article 1311. Contracts take effect only between the parties their assigns and heirs, except in case where the rights and obligations arising from the contracts are not transmissible by their nature, or by stipulation or by provision of law. The heir is not liable beyond the value of the property he received from the decedent. If a contract should contain some stipulation in favor of a third person, he may demand its fulfillment provided he communicated his acceptance to the obligor before its revocation. A mere incidental benefit of interest of a person is not sufficient. The contracting parties must have clearly and deliberately conferred a favor upon a third person.
Article 1311 of the Principle of relativity of Contracts states that contracts are generally effective only between the parties, their heirs or assigns. An exception to the general rule is if there is a stipulation in Pour Autrui, this gives the third party beneficiary a cause of action against the promisor for specific performance. In order for a third party to be a third party beneficiary of a stipulation pour autrui there usually has to be a legal or factual relationship between the stipulator and the beneficiary. In order that stipulation pour autrui may be valid, the following requisites must concur.
1. There must be a stipulation in favor of a third person.
2. The contracting parties must have clearly and deliberately conferred a favor to the third person;
3. The stipulation should be a part and not the whole of the contract or the contract itself;
4. The third person must have communicated his acceptance to the obligor before its revocation by the obligee or the original parties;
5. Neither of the contracting parties bears the legal representation or authorization of the third party.
Illustrative Case
Young v Court of Appeals
Facts:
Defendant Philippine Holding, Inc. is the former owner of a piece of land located at Soler St., Sta. Cruz, Manila, and a two storey building erected thereon, consisting of six units; Unit 1350 which is vacant, Unit 1352 occupied by Antonio Young, Unit 1354 by Rebecca C. Young, Unit 1356 by Chui Wan and Felisa Tan Yu, Unit 1358 by Fong Yook Lu and Ellen Yee Fong and Unit 1360 by the Guan Heng Hardware.
The owner, Philippine Holding, Inc. secured an order from the City Engineer of Manila to demolish the building. Antonio Young, then a tenant of Unit 1352, filed an action to annul the City Engineer's demolition Order.
On September 17, 1981, Philippine Holding, Inc. had previously sold the above said property described in the compromise agreement by way of dacion in payment to PH Credit Corporation.
Issue:
Whether or not  the compromise agreement includes an stipulation pour autrui?
Held:
Assuming that petitioner is correct in claiming that this is a stipulation pour autrui, it is unrebutted that she did not communicate her acceptance whether expressly or impliedly. She insists, however, that the stipulation has not yet been revoked, so that her present claim or demand is still timely. As correctly observed by the Court of Appeals, the above argument is pointless, considering that the sale of subject property to some other person or entity constitutes in effect a revocation of the grant of the right of first refusal to Rebecca C. Young.
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novistenada · 2 years
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Septiembre 4, 2022
Susana
¿Qué ves? ¿Qué ves cuando me ves? Cuando la mentira es la verdad
A veces, me pierdo un poco, me olvido de que escribo para contarte películas –y de que quizá también las veo para contártelas– y pongo ese tono seco, desabrido. Me pongo a explicar por qué una película no me gustó tanto, o qué sí me gustó, y todo desbarranca.
Pero con Susana me vuelven las ganas de contarte, de mostrarte. Buñuel apenas la menciona en Mi último suspiro. Las dos únicas cosas que dice son una sobre el final y otra sobre un plano del principio. Un plano deslumbrante en el que una araña peluda, una migala, camina por la sombra en forma de cruz que proyectan sobre el suelo los barrotes de la celda donde está encerrada Susana. La otra cosa que dice Buñuel es sobre el final feliz, un poco inesperado que, según él, parece que no habría que tomarse tan en serio. Aunque yo no estoy muy de acuerdo, me parece un final imprescindible, diría. Y para nada forzado por ninguna necesidad de compensación. Como sea, la película tiene dos finales. Y también se podría decir que tiene dos principios.
Un principio es ese, en el reformatorio. No sabemos nada de por qué Susana llegó ahí, solo que está encerrada en ese lugar infrahumano y que entre tres carceleras la llevan trabajosamente a la celda de castigo, mientras ella, bellísima y furiosa, grita, resiste y patalea. Y ya adentro de la celda, sigue gritando y llora desesperada. Una celda espantosa, como te decía, plagada de alimañas. Este principio es de claroscuros y contrastes, como en una película expresionista, y tiene ratas, un murciélago, la migala, cruces y barrotes. Susana está en una pesadilla y le ruega a Dios que la libere. Y Dios, claro, la libera.
El otro comienzo es en el rancho de una familia feliz –feliz y bastante opulenta–: padre, madre e hijo, un ama de llaves y el capataz de la hacienda. Susana despierta en esa casa, como de un mal sueño, pero para la familia, aunque todavía no lo sabe, la llegada de Susana es el comienzo de su propia pesadilla, las primeras remezones de lo que será un cataclismo en sus vidas firmes y luminosas, que hasta entonces nada contradecía.
Lo que se podría decir es que todo viene de a pares en esta película. Pero no quiero hablar de eso ahora, de cómo parecería que la felicidad de unos dependiera de dejar a otros en la oscuridad –que es también como dejar en la oscuridad muchas cosas de uno mismo–; de cómo si alguien, o algo, se atreve a salir de esa oscuridad, a reclamar una vida a la luz, o un poco, un rato, de luz, el miedo que da es tanto que se es capaz de cualquier cosa para obligarlo a retroceder, a volver a su cueva animal. Y después, hacer como si nunca hubiera existido: desaparecerlo, olvidarlo. Ni de cómo mientras todo en la película lucha y se opone, la verdad aparece por cualquier parte, donde menos se la espera. Susana no es una película de esas, como se dice, “donde nada es lo que parece”: en Susana lo que parece es –aun por sobre lo que se muestra como más real (Im Schein verspricht sich das Scheinlose)–.
Me enredo, ya ves. Lo que quería era mostrarte a esta señora del videíto: María Gentil Arcos. Felisa, en la película, el ama de llaves de la familia feliz, que ha vivido toda su vida con ellos. Una mujer sencilla, llena de supersticiones y de refranes para cada ocasión y, más que nada, devota de su patrona. Lo que ves en ese pedacito no lo vio nadie más que nosotros porque Felisa, ante su señora, que es como aparece casi todo el tiempo, aunque defienda sus opiniones con insistencia, es incapaz de levantar la cabeza y se diría que es todo sumisión y obediencia. Así que esa transformación en el cuarto vacío podría sorprendernos; sin embargo, quizá no nos asombre tanto porque ya la habíamos visto levantar antes la cabeza, aunque solo frente a Susana, para intentar doblegar a Susana. (A Susana que, irredimible, desbarata todo intento de conversión y se pone siempre del otro lado de lo que la congelaría, la cristalizaría –incluso a costa de lo que podría creerse habría sido su propio bien– y que por eso está en constante movimiento).
Pero, además, no nos sorprende porque tenemos la sospecha de que Felisa ha estado haciendo algo más que recitar refranes y tratar de persuadir a su señora, de que su papel en la historia no es tan trivial como podría parecer. La noche de la llegada de Susana es ella, Felisa, la que anuncia la catástrofe que está por caer sobre la casa, y su presagio es como si le abriera la puerta, o como si la pusiera en movimiento. Felisa, claro, no creó el mundo en que Susana, sola, con sus menos de veinte años, vive presa y sin historia en un reformatorio escalofriante; el mundo en que las ricas familias hacendadas, con sus criadas y sus peones, pasan los días sin otra preocupación que la suerte de una yegua que pronto irá a parir. Pero sí puso a andar la fábula en la que, en una noche aterradora de tormenta, esos dos modos de ser del mismo mundo por fin se cruzan. Y si la madre, el padre y el hijo ejercen su incuestionada bondad sin demasiada lucidez y padecen también sin demasiado dominio la irrupción de una violencia y unos impulsos que ni siquiera sabían que latían en ellos; y si Jesús, el capataz de la hacienda, es víctima él también de su propia brutalidad y de su incomprensión; y si Susana, a pesar de su loco movimiento, no podrá nunca evadir su destino, Felisa en cambio es la única capaz transfigurarse de verdad y de influir a consciencia en la suerte de las cosas. Esa mujer pequeña, un poco encorvada, que anda siempre como por detrás de su ama, que le cuchichea al oído y apenas habla con otros es la que nos ha creado este mundo, el mundo de Susana (¡y qué mundo!). Es también la que nos sacará de él, la que nos da a beber el agua del olvido.
cm
Susana, Luis Buñuel, 1951
86 minutos, México, español
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locuradelibrosblog · 2 years
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Gracias Estefanía @mi_libro_de_papel 💙 ・・・ EL ULTIMO GUDARI #ElUltimoGudari @jmnacarino @edicionesb_es 📝Que me ha gustado mucho, mucho esta novela, que es una novela coral y está muy bien escrita, que después de haber terminado su lectura necesitas tiempo para reflexionar. ⚕️ETA en tiempos convulsos, situaciones reales que el autor novela y que te ponen los pelos de punta . 👮‍♂️👮Por un lado tenemos a dos agentes Alkorta y Reyes, buscando al jefe etarra, la banda por otro lado tiene al concejal Xabi en el punto de mira y pretenden perpetrar un atetando y quitarlo de en medio. ⚕️Pipe y su cuadrilla de borrokas, cada vez más involucrados con la banda, mientras que la madre de Pipe, Jone, es la abogada abertzale encargada en la defensa de los etarras se ve envuelta en una vorágine. 📝Felisa, madre de Lierni se ve yendo a visitar a su hija a la cárcel y ya no tiene tan claro que la lucha armada sea lo mejor. 📝No tiene desperdicio ningún personaje, tanto los principales, como los secundarios. Una trama muy bien descrita y con mucha sutileza contada. Una magnifica historia que pretende la reflexión y el no olvidar la situación que se vivió en el Pais Vasco y que todavía es muy difícil hablar. ¡Me ha gustado mucho, recomiendo su lectura! ¿Habéis leído a este autor ? ¿Que os parece ? Os leo en comentarios.    El encuentro está disponible en el canal de Youtube https://www.youtube.com/c/LocuradelibrosPepaMuñoz Gracias como siempre a  @pepa_locuradelibros  @edicionesb_es @jmnacarino @arantzu_sumalla por hacer posible esta lectura y encuentro.   #EncuentrosZoom #LocuraDeLibros #EncuentrosZoomClubDeLecturaLL #ClubDeLectura  #ClubDeLecturaLL #EncuentrosconescritoresLL  #novelaHistorica #reseñasdelibro #librorecomendado (en Club de Lectura LL) https://www.instagram.com/p/Cfwq_uSjOkx/?igshid=NGJjMDIxMWI=
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j-g-t-f · 3 years
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Mascota
¡Buenas noches señorita Mapache! ¡Luce muy bella el día de hoy! Este día (en el que escribo este texto) me encuentro muy feliz, simple y sencillamente porque una vez más me encuentro escribiendo para usted. ¿No es raro, verdad? En serio que escribir estas pequeñas temáticas y personalizadas para usted cada día me hacen sentir alegre, porque sé que al final del día usted las va a leer… Así que… Gracias en verdad por leerlas, por seguir aquí y por tenerme paciencia}
Espero que en el momento en el que esté pasando sus ojitos bellos por estas palabras, haya tenido un día espectacular, que le haya pasado una cosa buena el día de hoy, o que si al contrario, se esté preparando para iniciar una nueva jornada de actividades, sepa usted que es una persona maravillosa, extraordinaria, increíble, audaz, preparada, valiente e inteligente. Sé que hay cosas en la vida para las que a veces no estamos preparados y está bien si no lo estamos o si llegamos a fallar, porque es parte de vivir y es parte de aprender. Sé que usted cada día es una mejor persona y por eso estoy tremendamente orgulloso de usted.
Esta carta nos reúne nuevamente con una palabra que me evoca recuerdos y emociones muy personales: Recuerdos que, literalmente han marcado mi vida y mi forma de ser, no nada más para mí y para otras personas, sino también para el trato que le doy al universo vivo: L a s m a s c o t a s.
Como usted sabrá, mis padres, ambos, son veterinarios. Mi mamá nunca ejerció su carrera por una cosita bien tonta, o sea, yo mero, y mi papá trabajó durante muchos años en una empresa de leche, atendiendo a las vacas de los establos de la empresa, hasta que por un desafortunado juego de volley ball, mi papá tuvo un accidente y dejó de trabajar ahí… Pero esa es otra historia.
Debido a la carrera de mis padres, tuve contacto desde pequeño con toda clase de animales (sobre todo vacas), pues a ellos les interesaba que aprendiera a tratar con amor, respeto y dignidad a los animales, y para serle honesto, yo adoraba (adoro) estar con ellos, por lo que a muy temprana edad tuve contacto con perros y gatos. Mis primeras mascotas fueron precisamente perros y gatos:
La primera fue Sisi, una perra labrador color negro, de carácter muy dócil pero que adoraba salir a correr por las calles cuando se lograba escapar de la casa. Mis padres le pusieron este nombre porque yo de pequeño a todo respondía que No. LA segunda en llegar fue Felisa, una gata callejera que adoptó mi cochera y el viejo Jetta que mi abuelo le regaló a mi mamá como hogar, así que nosotros le dimos una familia. Ella se sentía tan a gusto ahí que varias veces tuvo a sus bebés ahí y a todos los cuidamos tanto como podíamos, los dábamos en adopción y hacíamos lo posible porque estuvieran cómodos, pero siempre terminaban huyendo.
Un tiempo después llegó Buu, nuestra primera chihuahua. Ella era la consentida de la familia, le dábamos de comer (en ocasiones) comida de humanos y se paseaba por la casa como si fuera de ella. Realmente era la reina de la casa y nadie le decía nada, y tanto era el amor que le tenía la familia, que un día, pensamos que había desaparecido y todos TODOS se pusieron a llorar pensando que se había perdido… Cuando en realidad estaba comiendo un hueso de chuleta debajo de una de las camas.
Durante algunos años tuvimos otras mascotas pequeñas en casa, entre los que puedo nombrar algunos canarios que nacieron de los que mi abuelo cuidaba en su casa, un pequeño tanque con 4 tortugas que nadie me enseñó a cuidar, una iguana que repitió el caso de las tortugas y dos gatos que, lamentablemente vivieron muy poco en casa debido a enfermedades relacionadas a las vías urinarias.
Un tiempo después de cruzar a Buu con su primer novio, ella tuvo a Nacha. Nacha era un poco fea y nerviosa debido a las negligencias que en su momento Buu tuvo con ella, pero a pesar de su porte tan extravagante y su extremo nerviosismo, era la adoración de mi hermana y así o fue durante cerca de 15 años.
La parte triste de tener una mascota, es que te das cuenta de que envejecen un poco más rápido que uno mismo… Por lo que intentamos siempre darle la mejor vida posible y que sepa no sólo que en nosotros encuentran un amigo o compañero, sino una familia, un refugio, un hogar…
Sisi se fue en el 2011 con 12 años de edad. Ella sufría de un tumor en el estómago que la aquejaba. Era un perro realmente fuerte y reciliente, por lo que no nos dimos cuenta cuando enfermo sino hasta que fue ya muy tarde. El día en que ella falleció, yo sufrí de un dolor de abdomen tan increíble que no lo he vuelto a sufrir en mi vida. Su partida me dejó un hueco en mi corazón, pero supe que ya estaba descansando.
Felicia se fue antes que todos. Ella, por su naturaleza callejera, tendía a volver a casa con cachorros encargados, por lo que decidieron en casa esterilizarla y hacer que viviera adentro… Pero cuando se recuperaba, escapó del lugar en donde la tenían y no supimos qué fue lo que le pasó.
Pero con la partida de Sisi y Felicia, dos nuevos corazoncitos comenzaron a latir en casa nuevamente: Moka llegó en 2011, unos meses después de la partida de Sisi. Ella es, sin lugar a dudas, el perro más desordenado e irreverente que he conocido, pero al mismo tiempo, la más fiel y juguetona del mundo. Unos años después, en 2014, Moka tuvo junto con su primer novio a Tacha. Ella se llama así por la letra de una canción (pobrecita, la canción es terrible), pero ella ha sido el perro más dulce y amable que existe, porque vive nada más para dar amor. Tanto así es que nunca la he escuchado ladrar.
Un tiempo después, en el 2012, llegó Mel... Es el gato más antipático, grosero, presumido, desordenado y llama atenciones que he conocido en mi vida… Y el pequeño gordo desmadroso es el animal que más he amado en toda mi vida y dudo que algo así vuelva a pasar. Mel ha estado en mis peores momentos, en los de mayor tristeza y peor humillación. Ha estado cuando más molesto, insignificante y pequeño me he sentido… Y a pesar de su naturaleza tan excéntrica e independiente, Mel siempre ha estado ahí cuando nadie más lo estuvo.
Tiempo después de que Mel, Moka y Tacha llegaron, tuvimos algunas partidas más: Buu, con 17 años de edad y sufriendo ya de algunas enfermedades crónicas debido a su avanzada edad, partió de este mundo mientras buscaba comida en la basura, una de las cosas que más amaba hacer en el mundo. Estoy seguro de que se fue feliz y quiero creer que todos le dimos la vida que merecía.
Unos años después, en 2020, Nacha se unió a su mamá y cruzó el puente arcoíris. Mi hermana peleó, sufrió y lloró como nunca, pues ella era como su hija y la cuido siempre hasta el último momento.
Pero como ya sabrá, la historia sigue y el mundo sigue su marcha. La casa se sentiría muy triste sin mascotas por lo que nuevas vidas pisaron este techo: Pinta y Dayas llegaron hace algunos meses y son las gatas más traviesas que he conocido, pero también las más tiernas y adorables. Mientras que, en el departamento de caninos… Tenemos a Bicho, quien llegó hace algunos meses… Y estoy seguro de que sabe cómo va la situación con ella.
Hay tantas anécdotas con mascotas que tengo que realmente me costaría un libro completo contarle todo lo que he pasado con ellas, pero, una cosa sí le puedo decir: Las mascotas son parte de nuestra vida tanto como nosotros somos parte de la vida de nuestras mascotas, por lo que, en opinión personal, creo que es nuestra responsabilidad hacer su tiempo en la tierra, el mejor que haya tenido en su vida…
Hades tenía a Cerbero… Yo tengo a un gato llamado Mel.
Siempre suyo – Aidoneo
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La isla a mediodía
La primera vez que vio la isla, Marini estaba cortésmente inclinado sobre los asientos de la izquierda, ajustando la mesa de plástico antes de instalar la bandeja del almuerzo. La pasajera lo había mirado varias veces mientras él iba y venía con revistas o vasos de whisky; Marini se demoraba ajustando la mesa, preguntándose aburridamente si valdría la pena responder a la mirada insistente de la pasajera, una americana de las muchas, cuando en el óvalo azul de la ventanilla entró el litoral de la isla, la franja dorada de la playa, las colinas que subían hacia la meseta desolada. Corrigiendo la posición defectuosa del vaso de cerveza, Marini sonrió a la pasajera. «Las islas griegas», dijo. «Oh, yes, Greece», repuso la americana con un falso interés. Sonaba brevemente un timbre y el steward se enderezó sin que la sonrisa profesional se borrara de su boca de labios finos. Empezó a ocuparse de un matrimonio sirio que quería jugo de tomate, pero en la cola del avión se concedió unos segundos para mirar otra vez hacia abajo; la isla era pequeña y solitaria, y el Egeo la rodeaba con un intenso azul que exaltaba la orla de un blanco deslumbrante y como petrificado, que allá abajo sería espuma rompiendo en los arrecifes y las caletas. Marini vio que las playas desiertas corrían hacia el norte y el oeste, lo demás era la montaña entrando a pique en el mar. Una isla rocosa y desierta, aunque la mancha plomiza cerca de la playa del norte podía ser una casa, quizá un grupo de casas primitivas. Empezó a abrir la lata de jugo, y al enderezarse la isla se borró de la ventanilla; no quedó más que el mar, un verde horizonte interminable. Miró su reloj pulsera sin saber por qué; era exactamente mediodía.
A Marini le gustó que lo hubieran destinado a la línea Roma-Teherán, porque el paisaje era menos lúgubre que en las líneas del norte y las muchachas parecían siempre felices de ir a Oriente o de conocer Italia. Cuatro días después, mientras ayudaba a un niño que había perdido la cuchara y mostraba desconsolado el plato del postre, descubrió otra vez el borde de la isla. Había una diferencia de ocho minutos pero cuando se inclinó sobre una ventanilla de la cola no le quedaron dudas; la isla tenía una forma inconfundible, como una tortuga que sacara apenas las patas del agua. La miró hasta que lo llamaron, esta vez con la seguridad de que la mancha plomiza era un grupo de casas; alcanzó a distinguir el dibujo de unos pocos campos cultivados que llegaban hasta la playa. Durante la escala de Beirut miró el atlas de la stewardess, y se preguntó si la isla no sería Horos. El radiotelegrafista, un francés indiferente, se sorprendió de su interés. «Todas esas islas se parecen, hace dos años que hago la línea y me importan muy poco. Sí, muéstremela la pr��xima vez.» No era Horos sino Xiros, una de las muchas islas al margen de los circuitos turísticos. «No durará ni cinco años», le dijo la stewardess mientras bebían una copa en Roma. «Apúrate si piensas ir, las hordas estarán allí en cualquier momento, Gengis Cook vela.» Pero Marini siguió pensando en la isla, mirándola cuando se acordaba o había una ventanilla cerca, casi siempre encogiéndose de hombros al final. Nada de eso tenía sentido, volar tres veces por semana a mediodía sobre Xiros era tan irreal como soñar tres veces por semana que volaba a mediodía sobre Xiros. Todo estaba falseado en la visión inútil y recurrente; salvo, quizá, el deseo de repetirla, la consulta al reloj pulsera antes de mediodía, el breve, punzante contacto con la deslumbradora franja blanca al borde de un azul casi negro, y las casas donde los pescadores alzarían apenas los ojos para seguir el paso de esa otra irrealidad.
Ocho o nueve semanas después, cuando le propusieron la línea de Nueva York con todas sus ventajas, Marini se dijo que era la oportunidad de acabar con esa manía inocente y fastidiosa. Tenía en el bolsillo el libro donde un vago geógrafo de nombre levantino daba sobre Xiros más detalles que los habituales en las guías. Contestó negativamente, oyéndose como desde lejos, y después de sortear la sorpresa escandalizada de un jefe y dos secretarias se fue a comer a la cantina de la compañía donde lo esperaba Carla. La desconcertada decepción de Carla no lo inquietó; la costa sur de Xiros era inhabitable pero hacia el oeste quedaban huellas de una colonia lidia o quizá cretomicénica, y el profesor Goldmann había encontrado dos piedras talladas con jeroglíficos que los pescadores empleaban como pilotes del pequeño muelle. A Carla le dolía la cabeza y se marchó casi enseguida; los pulpos eran el recurso principal del puñado de habitantes, cada cinco días llegaba un barco para cargar la pesca y dejar algunas provisiones y géneros. En la agencia de viajes le dijeron que habría que fletar un barco especial desde Rynos, o quizá se pudiera viajar en la falúa que recogía los pulpos, pero esto último sólo lo sabría Marini en Rynos donde la agencia no tenía corresponsal. De todas maneras la idea de pasar unos días en la isla no era más que un plan para las vacaciones de junio; en las semanas que siguieron hubo que reemplazar a White en la línea de Túnez, y después empezó una huelga y Carla se volvió a casa de sus hermanas en Palermo. Marini fue a vivir a un hotel cerca de Piazza Navona, donde había librerías de viejo; se entretenía sin muchas ganas en buscar libros sobre Grecia, hojeaba de a ratos un manual de conversación. Le hizo gracia la palabrakalimera y la ensayó en un cabaret con una chica pelirroja, se acostó con ella, supo de su abuelo en Odos y de unos dolores de garganta inexplicables. En Roma empezó a llover, en Beirut lo esperaba siempre Tania, había otras historias, siempre parientes o dolores; un día fue otra vez a la línea de Teherán, la isla a mediodía. Marini se quedó tanto tiempo pegado a la ventanilla que la nueva stewardess lo trató de mal compañero y le hizo la cuenta de las bandejas que llevaba servidas. Esa noche Marini invitó a la stewardess a comer en el Firouz y no le costó que le perdonaran la distracción de la mañana. Lucía le aconsejó que se hiciera cortar el pelo a la americana; él le habló un rato de Xiros, pero después comprendió que ella prefería el vodka-lime del Hilton. El tiempo se iba en cosas así, en infinitas bandejas de comida, cada una con la sonrisa a la que tenía derecho el pasajero. En los viajes de vuelta el avión sobrevolaba Xiros a las ocho de la mañana; el sol daba contra las ventanillas de babor y dejaba apenas entrever la tortuga dorada; Marini prefería esperar los mediodías del vuelo de ida, sabiendo que entonces podía quedarse un largo minuto contra la ventanilla mientras Lucía (y después Felisa) se ocupaba un poco irónicamente del trabajo. Una vez sacó una foto de Xiros pero le salió borrosa; ya sabía algunas cosas de la isla, había subrayado las raras menciones en un par de libros. Felisa le contó que los pilotos lo llamaban el loco de la isla, y no le molestó. Carla acababa de escribirle que había decidido no tener el niño, y Marini le envió dos sueldos y pensó que el resto no le alcanzaría para las vacaciones. Carla aceptó el dinero y le hizo saber por una amiga que probablemente se casaría con el dentista de Treviso. Todo tenía tan poca importancia a mediodía, los lunes y los jueves y los sábados (dos veces por mes, el domingo).
Con el tiempo fue dándose cuenta de que Felisa era la única que lo comprendía un poco; había un acuerdo tácito para que ella se ocupara del pasaje a mediodía, apenas él se instalaba junto a la ventanilla de la cola. La isla era visible unos pocos minutos, pero el aire estaba siempre tan limpio y el mar la recortaba con una crueldad tan minuciosa que los más pequeños detalles se iban ajustando implacables al recuerdo del pasaje anterior: la mancha verde del promontorio del norte, las casas plomizas, las redes secándose en la arena. Cuando faltaban las redes Marini lo sentía como un empobrecimiento, casi un insulto. Pensó en filmar el paso de la isla, para repetir la imagen en el hotel, pero prefirió ahorrar el dinero de la cámara ya que apenas le faltaba un mes para las vacaciones. No llevaba demasiado la cuenta de los días; a veces era Tania en Beirut, a veces Felisa en Teherán, casi siempre su hermano menor en Roma, todo un poco borroso, amablemente fácil y cordial y como reemplazando otra cosa, llenando las horas antes o después del vuelo, y en el vuelo todo era también borroso y fácil y estúpido hasta la hora de ir a inclinarse sobre la ventanilla de la cola, sentir el frío cristal como un límite del acuario donde lentamente se movía la tortuga dorada en el espeso azul.
Ese día las redes se dibujaban precisas en la arena, y Marini hubiera jurado que el punto negro a la izquierda, al borde del mar, era un pescador que debía estar mirando el avión. «Kalimera», pensó absurdamente. Ya no tenía sentido esperar más, Mario Merolis le prestaría el dinero que le faltaba para el viaje, en menos de tres días estaría en Xiros. Con los labios pegados al vidrio, sonrió pensando que treparía hasta la mancha verde, que entraría desnudo en el mar de las caletas del norte, que pescaría pulpos con los hombres, entendiéndose por señas y por risas. Nada era difícil una vez decidido, un tren nocturno, un primer barco, otro barco viejo y sucio, la escala en Rynos, la negociación interminable con el capitán de la falúa, la noche en el puente, pegado a las estrellas, el sabor del anís y del carnero, el amanecer entre las islas. Desembarcó con las primeras luces, y el capitán lo presentó a un viejo que debía ser el patriarca. Klaios le tomó la mano izquierda y habló lentamente, mirándolo en los ojos. Vinieron dos muchachos y Marini entendió que eran los hijos de Klaios. El capitán de la falúa agotaba su inglés: veinte habitantes, pulpos, pesca, cinco casas, italiano visitante pagaría alojamiento Klaios. Los muchachos rieron cuando Klaios discutió dracmas; también Marini, ya amigo de los más jóvenes, mirando salir el sol sobre un mar menos oscuro que desde el aire, una habitación pobre y limpia, un jarro de agua, olor a salvia y a piel curtida.
Lo dejaron solo para irse a cargar la falúa, y después de quitarse a manotazos la ropa de viaje y ponerse un pantalón de baño y unas sandalias, echó a andar por la isla. Aún no se veía a nadie, el sol cobraba lentamente impulso y de los matorrales crecía un olor sutil, un poco ácido mezclado con el yodo del viento. Debían ser las diez cuando llegó al promontorio del norte y reconoció la mayor de las caletas. Prefería estar solo aunque le hubiera gustado más bañarse en la playa de arena; la isla lo invadía y lo gozaba con una tal intimidad que no era capaz de pensar o de elegir. La piel le quemaba de sol y de viento cuando se desnudó para tirarse al mar desde una roca; el agua estaba fría y le hizo bien; se dejó llevar por corrientes insidiosas hasta la entrada de una gruta, volvió mar afuera, se abandonó de espaldas, lo aceptó todo en un solo acto de conciliación que era también un nombre para el futuro. Supo sin la menor duda que no se iría de la isla, que de alguna manera iba a quedarse para siempre en la isla. Alcanzó a imaginar a su hermano, a Felisa, sus caras cuando supieran que se había quedado a vivir de la pesca en un peñón solitario. Ya los había olvidado cuando giró sobre sí mismo para nadar hacia la orilla.
El sol lo secó enseguida, bajó hacia las casas donde dos mujeres lo miraron asombradas antes de correr a encerrarse. Hizo un saludo en el vacío y bajó hacia las redes. Uno de los hijos de Klaios lo esperaba en la playa, y Marini le señaló el mar, invitándolo. El muchacho vaciló, mostrando sus pantalones de tela y su camisa roja. Después fue corriendo hacia una de las casas, y volvió casi desnudo; se tiraron juntos a un mar ya tibio, deslumbrante bajo el sol de las once.
Secándose en la arena, Ionas empezó a nombrar las cosas. «Kalimera», dijo Marini, y el muchacho rió hasta doblarse en dos. Después Marini repitió las frases nuevas, enseñó palabras italianas a Ionas. Casi en el horizonte, la falúa se iba empequeñeciendo; Marini sintió que ahora estaba realmente solo en la isla con Klaios y los suyos. Dejaría pasar unos días, pagaría su habitación y aprendería a pescar; alguna tarde, cuando ya lo conocieran bien, les hablaría de quedarse y de trabajar con ellos. Levantándose, tendió la mano a Ionas y echó a andar lentamente hacia la colina. La cuesta era escarpada y trepó saboreando cada alto, volviéndose una y otra vez para mirar las redes en la playa, las siluetas de las mujeres que hablaban animadamente con Ionas y con Klaios y lo miraban de reojo, riendo. Cuando llegó a la mancha verde entró en un mundo donde el olor del tomillo y de la salvia era una misma materia con el fuego del sol y la brisa del mar. Marini miró su reloj pulsera y después, con un gesto de impaciencia, lo arrancó de la muñeca y lo guardó en el bolsillo del pantalón de baño. No sería fácil matar al hombre viejo, pero allí en lo alto, tenso de sol y de espacio, sintió que la empresa era posible. Estaba en Xiros, estaba allí donde tantas veces había dudado que pudiera llegar alguna vez. Se dejó caer de espaldas entre las piedras calientes, resistió sus aristas y sus lomos encendidos, y miró verticalmente el cielo; lejanamente le llegó el zumbido de un motor.
Cerrando los ojos se dijo que no miraría el avión, que no se dejaría contaminar por lo peor de sí mismo, que una vez más iba a pasar sobre la isla. Pero en la penumbra de los párpados imaginó a Felisa con las bandejas, en ese mismo instante distribuyendo las bandejas, y su reemplazante, tal vez Giorgio o alguno nuevo de otra línea, alguien que también estaría sonriendo mientras alcanzaba las botellas de vino o el café. Incapaz de luchar contra tanto pasado abrió los ojos y se enderezó, y en el mismo momento vio el ala derecha del avión, casi sobre su cabeza, inclinándose inexplicablemente, el cambio de sonido de las turbinas, la caída casi vertical sobre el mar. Bajó a toda carrera por la colina, golpeándose en las rocas y desgarrándose un brazo entre las espinas. La isla le ocultaba el lugar de la caída, pero torció antes de llegar a la playa y por un atajo previsible franqueó la primera estribación de la colina y salió a la playa más pequeña. La cola del avión se hundía a unos cien metros, en un silencio total. Marini tomó impulso y se lanzó al agua, esperando todavía que el avión volviera a flotar; pero no se veía más que la blanda línea de las olas, una caja de cartón oscilando absurdamente cerca del lugar de la caída, y casi al final, cuando ya no tenía sentido seguir nadando, una mano fuera del agua, apenas un instante, el tiempo para que Marini cambiara de rumbo y se zambullera hasta atrapar por el pelo al hombre que luchó por aferrarse a él y tragó roncamente el aire que Marini le dejaba respirar sin acercarse demasiado. Remolcándolo poco a poco lo trajo hasta la orilla, tomó en brazos el cuerpo vestido de blanco, y tendiéndolo en la arena miró la cara llena de espuma donde la muerte estaba ya instalada, sangrando por una enorme herida en la garganta. De qué podía servir la respiración artificial si con cada convulsión la herida parecía abrirse un poco más y era como una boca repugnante que llamaba a Marini, lo arrancaba a su pequeña felicidad de tan pocas horas en la isla, le gritaba entre borbotones algo que él ya no era capaz de oír. A toda carrera venían los hijos de Klaios y más atrás las mujeres. Cuando llegó Klaios, los muchachos rodeaban el cuerpo tendido en la arena, sin comprender cómo había tenido fuerzas para nadar a la orilla y arrastrarse desangrándose hasta ahí. «Ciérrale los ojos», pidió llorando una de las mujeres. Klaios miró hacia el mar, buscando algún otro sobreviviente. Pero como siempre estaban solos en la isla, y el cadáver de ojos abiertos era lo único nuevo entre ellos y el mar.
J. Cortázar.
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elconvoy · 3 years
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Inseparables
A menudo no somos conscientes de lo frágil que resulta nuestra cotidianidad. Asumimos que las personas que nos acompañan van a seguir ahí por siempre hasta que, de repente, la rutina se rompe y nuestra vida cambia para siempre. Añoramos, entonces, días anteriores: todo el tiempo que desperdiciamos, los momentos que no exprimimos junto a aquellos que se han marchado. Esta historia trata de dos hermanos, antes inseparables, cuya relación sufrió un deterioro irremediable de un día para otro.
Pero ¿qué podría dividir a dos vulperas que crecieron juntos, que eran uña y carne, que incluso llegaban a predecir –y puede que aún sean capaces de hacerlo– qué estaba pensando el otro con solo mirarlo a los ojos? Todo se remonta a aquella fatídica expedición, algo posterior a la debacle del Cataclismo, que condujo a uno de nuestros grupos a la hoy denominada Isla de las Arenas Negras. Una noche cualquiera, en una caravana cualquiera, en una parte cualquiera de Vol'dun, los dos hermanos se ocupaban de sus quehaceres habituales como comúnmente habrían hecho. Vadim regresaba del Bazar Sepultado con un tarro de ojos de trol frescos para una de sus pociones experimentales; de su lado, Vadoma guardaba reposo en el carro. El hoy brujo ni se molestó en tocar el marco de la puerta: presumió que su hermana ya estaría acostada y no se equivocaba; en lo que erró fue en suponer que carecía de compañía…
–¿Vadoma? –La llamó al pasar.
Los gemidos debieron alertarle, mas tardó unos instantes en procesar lo que estaba aconteciendo. Su hermana yacía tendida en su lecho mientras un compañero de la caravana la embestía con salvajismo. La repentina entrada de Vadim debió de asustar al amigo de Vadoma, que corrió a taparse y a ocultar su rostro.
–¡Cinco minutos más, por favor! –Suplicó la vulpera.
Vadim no se atrevió a responder. Dio marcha atrás prontamente y tal fue su premura que casi trastabilla con las escaleras de acceso al carro. Se entretuvo un rato charlando con uno de los guardias acerca de las alarmantes noticias que procedían de allende los mares. Cuando advirtió que el furtivo amante de Vadoma salía a toda velocidad de su carro, se dirigió allí y pasó adentro, poniendo una expresión de mosqueo poco sutil. Su hermana, vestida con una bata de fina seda de araña, estaba calentando té en la estufa.
–¿Te gusta? –Le preguntó, refiriéndose a la bata–. Me la ha hecho Noorah. Esa chica tiene talento para la costura: ¡es la mejor modista de estas dunas!
–¿No vamos a hablar de lo que acaba de suceder?
–¿Quieres que te lo explique, hermanito? –Se ofreció la vulpera, sonriéndole con un encanto malicioso–.Verás, papá planta una semillita en mamá y…
–Conozco sobradamente la mecánica del sexo, Vadoma…
–¿Ah, sí? Cualquiera lo diría –afirmó mientras servía el bebedizo en dos tazas de barro–. No haces otra cosa que trabajar y trabajar. A no ser que en las visitas que les haces a tus clientes, además de venderles la medicina, les metas un buen supositorio por el…
–Secreto médico, Tardoma –apuntó él–. Me temo que esa información es confidencial.
Su hermana se rio. Contoneó felizmente la cola, contenta de que Vadim hubiese vuelto. Él la correspondió de la misma forma y hasta se unió a sus carcajadas.
–¡Sabía que ibas a salirme por ahí!
–Nos conocemos demasiado bien –Concluyó el vulpera–. Pero la próxima vez, por favor, acuérdate del protocolo que estipulamos para esta clase de… situaciones.
–¡Vale! –exclamó ella, jubilosa–. Dejaré mis braguitas colgadas de la puerta.
–Bastará con cualquier otra prenda menos comprometida…
–¡Entendido! –Vadoma asintió–. Entonces pondré las tuyas.
–Yo no uso… Déjalo.
La maga le tendió su té a Vadim. Su hermano no se demoró en apurar un trago, pese a que estaba hirviendo. Vadoma se lo tomó con más calma, como de costumbre: iba libando pequeños sorbitos mientras veía cómo su hermano intentaba arreglar, con escasa eficacia, el desorden de su parte del carro. El lado de Vadoma estaba perfectamente organizado: había macetas en las que cultivaba distintas clases de flores y de plantas del género de las suculentas, un armario para su ropa, un pequeño escritorio y un cofre gigantesco en el que almacenaba sus libros. El otro extremo del carro, el que habitaba Vadim, era mucho más caótico: su cama estaba sin hacer, los aperos de escritura y papeles con fórmulas garabateadas estaban tirados en la mesa y lo único que se había molestado en recoger era el instrumental alquímico; el resto de sus pertenencias las había ido amontonando sin orden ni concierto.
–Para lo cuadriculado que eres, hermanito, tienes tu lado de la caravana hecho unos zorros –Se burló Vadoma.
–Ya lo pondré todo en su sitio más tarde.
–A mí no me mires: yo no tengo prisa –afirmó la vulpera, dándole otro chupito a su taza de té–. Tú, en cambio, pareces sobresaltado… ¿A qué viene tanta bulla a estas horas? Lo que sea que estés haciendo, ¿no puede esperar a mañana?
–Puede que recibamos a una paciente –declaró su hermano.
–Ohm. ¿Y quieres que me vaya? ¿O estás dispuesto a compartirla? –Insinuó Vadoma, sonriéndole con travesura.
–Esto es serio, Vadoma. He oído rumores en el Bazar Sepultado: la expedición que enviamos a esa perturbadora isla ha fracasado… Ha ocurrido algo –señaló–. Han avistado un bote en la costa, tripulado por una niña. Ayúdame.
La vulpera, muy dada a los juegos y a las chanzas siempre que se le presentaba la oportunidad, mudó instantáneamente su actitud: esbozó una sonrisa comprensiva y asistió a Vadim en el adecentamiento del carro. Fuera quedaban las bromas, pues ambos habían acordado volcarse en las víctimas de la expedición fallida. Sin embargo, pese a haberse criado en la misma casa, su forma de proceder no podía ser más disímil: en tanto que Vadim lo movía todo muy rápido, urgido por los pronósticos funestos del Bazar Sepultado, Vadoma conservaba la cabeza fría e iba apilando las cosas según un plan estipulado. Siempre habían actuado así: Vadim perseguía resultados inmediatos y atajaba los problemas de manera expeditiva, en tanto que su hermana proponía soluciones más efectivas y duraderas a largo plazo. Por eso se complementaban tan bien: Vadoma mitigaba el exceso de ambición de su hermano y aliviaba su nerviosismo; y Vadim acicateaba a su hermana para que no se durmiera en los laureles ni se distrajera con fruslerías. Formaban un tándem casi perfecto.
–¿De verdad necesitas TANTAS plantas? –espetó Vadim mientras desalojaba uno de sus tiestos–. Un día de estos me voy a despertar en Zuldazar.
–¡Eso sería magnífico, hermanito! Ah, por cierto, ten un poco más de cuidado con Felisa –dijo, refiriéndose a un arbusto de aloe vera–. Vas a dañar sus hojas.
–¿Les pones nombre a las plantas?
–Sí, claro. Y hablo con ellas.
Su hermano hizo una pausa para observarla con extrañeza.
–Sabes… que sus procesos cognitivos son, digamos, inexistentes, ¿no?
–¡Pues claro que sí, tontorrón! Pero contarles historias y cantarles me sirve para entretenerme y para estructurar mis ideas. Además, a ellas les agrada y les beneficia –Vadim la contempló con incredulidad–… Por el dióxido de carbono de nuestras exhalaciones, bobín: se alimentan de él. ¿Ves como hasta las actividades más triviales poseen, en ocasiones, una vertiente científica y una utilidad práctica?
–Y divertida, por lo visto –agregó él, sonriéndola–. Sobre todo cuando a ti te conviene.
Vadoma se encogió de hombros.
–Disfruto de las pequeñas cosas: una tacita de té, unas pastitas para acompañar –enumeró–. Solo hay una cosa que me gusta cuando despliega una GRAN extensión…
La vulpera dibujó una silueta elocuente en el aire.
–Déjame adivinar: ¿la lectura?
Vadoma le guiñó el ojo con complicidad.
–¡Nos conocemos demasiado bien, Babadim! Je, je, je.
Su hermano cabeceó positivamente, relajado. El sentido del humor de Vadoma surtía el efecto de un bálsamo sobre su estado de ánimo: lo sosegaba y lo centraba en la tarea.
Media hora más tarde, varios vulperas trasladaron a su carro a una chiquilla en estado crítico. La cachorra, de pelaje naranja y moteado, frisaría los once o doce años de edad. Una infección oscurecía su pelambre y lo plagaba de estrías doradas: el mal de las Arenas Negras, como sería denominado con posterioridad. Estaba febril y casi inconsciente, de modo que tuvieron que depositarla en un camastro. Por lo demás, era la primera vez que nuestra gente hacía frente a esta dolencia y a pesar de sus dilatados conocimientos, los dos alquimistas no supieron diagnosticarla ni paliarla. Apenas si lograron atenuar y ralentizar los síntomas, pero poco más. Tras estabilizar a su paciente, consultaron decenas de libros en busca de referencias, sin éxito, y al cabo de cuarenta y seis largas horas, en las que ninguno de los dos pegó ojo, Vadim estampó sus zarpas sobre la cubierta de cuero del Libro Mudo: la herencia maldita del Lirio Rojo.
Vadoma estaba preparando otro té que les ayudase a mantenerse despiertos, empero cuando vio a su hermano girar furiosamente las páginas del Libro Mudo, frenó en seco y lo aferró por las muñecas.
–Déjame, Vadoma. Ya lo hemos hablado infinidad de veces…
–Sí, ya lo hemos hablado: el Libro Mudo es peligroso –sancionó la vulpera, con un rostro grave y preocupado–. Tiene que haber otra solución, Vadim. Con un poco de paciencia daremos con ella, ¡ya lo verás!
–No tenemos tiempo: la niña morirá –juzgó él, liberándose del agarre de su hermana–. Además, no es la primera vez que leo el Libro Mudo. ¡Ni tú tampoco! ¿Por qué íbamos renunciar a la sabiduría de nuestro pueblo?
–Porque el Libro Mudo es el causante de la desaparición de nuestros padres.
–Eso no lo sabes. Es solo una conjetura.
–¡Una conjetura probable, Vadim! –gritó Vadoma, que normalmente no solía perder así los estribos–. ¿Por qué si no le pidieron a Koopa que lo custodiase? ¡Solo nos reveló su ubicación porque se olvidó de que tenía que guardarles el secreto!
–Serénate: no va a sucedernos nada –vaticinó–. Además, nuestras reservas de sangrita son mínimas. No es que podamos formular ningún encantamiento…
La vulpera estaba temblando de ira y principalmente, de miedo. Había ido a por las tazas de té, mas estaba tan alterada, tan trémula, que derramó su contenido al suelo. Su hermano se percató del percance y en lugar de reprenderla, se puso en pie y acarició sus hombros y sus mejillas. La sonrió pletórico de dulzura y de confianza.
–Podemos hacerlo, Tardoma.
–No quiero perderte a ti también –confesó ella, sin alzar la vista de sus pies.
–No me perderás. Ya sabes lo que dicen de los bichos malos…
–¿Que inoculan toxinas?
Vadoma elevó la mirada al fin. Los dos hermanos cambiaron sonrisas cómplices.
–Escucha: toma el aire unos minutos –propuso Vadim–. Pide que cocinen algo apetitoso de comer y tráenoslo.
–¿No decías que el tiempo apremiaba?
–Sí, pero tú tenías razón, Vadoma: si continuamos así, corremos el riesgo de desfallecer. Y eso sería desastroso para esta chica.
La vulpera asintió, conforme.
–Ahora vuelvo. Y por favor, ten cuidado –Se despidió.
Cuando regresó al carro, Vadim estaba tirado en el suelo, con los iris teñidos de una tonalidad carmesí antinatural. Se estremecía con violencia y sobre su pelaje blanco había empezado a propagarse la enfermedad de las Arenas Negras. Vadoma dejó caer instantáneamente el plato de ensalada que portaba y se arrodilló junto a él. No permitió que la dominase el pánico: le administró un anticonvulsivo y lo arrastró a su cama.
–¿Qué has hecho, Vadim…?
–No… no funcionó –aseveró, entrecerrando los párpados–. No tenía… suficiente lirio rojo.
El vulpera se desmayó. Su hermana se tapó el hocico con las manos mientras unas exiguas lágrimas rodaban por sus mejillas. Después de tantos años y ante la amenaza inminente de perder a su hermano, al vulpera con el que había compartido la totalidad de su existencia, cualquiera se desmoronaría y se fracturaría en mil pedazos. Cualquiera lo haría, pero Vadoma no. Se obligó a respirar profundamente para tranquilizarse y se puso en pie. La maldición progresaba a un ritmo acelerado en Vadim; sin duda, debido el uso imprudente de la magia de sangre. Debía actuar deprisa o su hermano moriría en cuestión de minutos. Caminó con aplomo hacia su cama, se arrodilló y buscó bajo la misma, en un cajón, una pequeña arqueta que había escondido hacía tiempo. La llave era un enrevesado conjuro que solo ella conocía y que, pese a la tensión y al temor, acertó a pronunciar correctamente y sin confundir las sílabas. Dentro del cofre descansaba un cubo de hielo encantado que albergaba una forma fúngica en su interior. Le comunicó calor por medio de un hechizo de fuego (irónicamente, la especialidad de su hermano) para descongelarlo; lo hizo rápido, pero escrupulosamente, a fin de no afectar al hongo. Cuando lo hubo deshelado, volvió con su hermano: su estado había empeorado y estaba a punto de experimentar un colapso orgánico total. Junto a él, la cachorra a la que habían intentado curar se encontraba en circunstancias análogas: ambos estaban al borde de la muerte.
–La niña –Susurró Vadim, que debía de haber permanecido milagrosamente consciente–. Salva a la niña…
La vulpera no vaciló: depositó el champiñón en el pecho de su hermano y rezó. Sus oraciones fueron oídas y el tratamiento dio resultado esta vez: la seta había drenado la afección y se había marchitado hasta tornarse en polvo; y lo más importante: Vadim estaba a salvo. Fue la primera vez –y quizás la única hasta tiempos recientes– que alguien consiguió sanar el mal de las Arenas Negras: una proeza que no se repetiría en un lustro. La cachorra falleció al cabo de una hora y Vadim, tras haber reposado un par de días, se repuso enteramente. La Bruja de las Arenas Negras aún no había visitado Vol'dun, pero el Convoy y sus primeras caravanas estaban alerta ante lo que pudiese acaecer. Un par de semanas más tarde, esa entidad pisaría las dunas y provocaría estragos; mas hasta que eso pasase, Vadoma y Vadim podrían gozar de algo de paz.
La vulpera le preparó un té a su hermano, que había salido del carro para admirar el firmamento y con aún más embeleso, si cabía, la cordillera fronteriza con Nazmir. Desde el incidente, Vadoma y Vadim no habían cruzado demasiadas palabras. Tampoco eran precisas: ambos intuían qué estaba pensando el otro.
–No sabía que tenías ese champiñón –dijo Vadim–. ¿Es de los fungarinos?
La maga afirmó con el cuello.
–Estuve fuera de Vol'dun un tiempo, ¿recuerdas? Obtuve muchas semillas curiosas… y también eso –explicó–. Fue un regalo.
–Decidiste retomar la tradición de los Caminadunas.
–También es nuestro legado –Se defendió ella–. No solo lo que está vertido en las siniestras páginas del Libro Mudo, Vadim.
Lentamente, Vadim le propinó un sorbo a su taza de té.
–¿No vas a culparme?
Vadoma negó.
–Hiciste lo que pudiste para salvarla –razonó–. Es típico de ti sacrificarte por los demás, aun a costa de tu integridad mental y física.
–Igual que es típico de ti priorizarme frente a cualquier otra cosa…
–Eres mi hermano.
Vadim guardó silencio durante un minuto. Su hermana bebía completamente callada.
–Con ese champiñón podrías haber curado a la chica.
–¿Vas a culparme tú a mí…?
Vadim sonrió y negó con energía.
–Al contrario: de no haberla pifiado yo, la habríamos salvado. Era tu último recurso, ¿verdad?
Vadoma no respondió. Su hermano suspiró hondamente.
–Ya veo: te la estabas reservando por si en algún momento yo metía la pata –dedujo–. En todo caso, si hubiese estudiado mejor el Libro Mudo y la sangrita, esto no habría ocurrido. Habríamos podido sanarla. Ya sabes lo que decía mamá…
–Que las posibilidades de la magia de sangre son teóricamente ilimitadas –Citó la vulpera–. Pero ¿y si estaba un error?
–¿Crees que nuestros padres consagraron sus vidas a un error?
–Puede ser –contestó Vadoma. Ingirió un trago de su taza–. Solo sé que ya no están aquí y que la sangrita guarda relación con lo que les sucedió.
–Razón de más para investigarla, para averiguar cuál fue su suerte y para evitar más tragedias.
–¿Y también para seguir sus pasos y acabar condenados o quizá muertos?
Ninguno de los dos abrió la boca en un buen rato. Finalmente, Vadim resopló.
–Estoy montando una expedición a Nazmir –Le informó–. Si no surgen más imprevistos, saldremos en par de meses. Zenko ya me ha otorgado su aprobación y con su apoyo y su labia, los voluntarios no se demorarán en aparecer.
Vadoma, confusa, frunció el entrecejo.
–No me lo habías consultado.
–No quiero arrastrarte por esa senda, Vadoma...
–No lo haces –opuso ella–. Iría contigo gustosa.
–Y entonces ambos correríamos peligro –concluyó él–. Además, tú no deseas hacer eso: odias el lirio rojo y todo lo que representa.
Vadoma apretó los ojos y desvió la mirada.
–¿Por qué no eres capaz de renunciar a esa horrible piedra? –Preguntó con voz apagada y triste.
Su hermano no replicó esta vez.
Discutieron durante semanas, pero Vadim seguía resuelto a viajar a Nazmir para aprender los secretos de la magia de sangre. La plaga de las Arenas Negras tan solo fortaleció su determinación de adentrarse en lo desconocido, creyendo que era lo mejor para todos: para los vulperas, para las caravanas del Convoy y para Vadoma. También asumió la responsabilidad de la defunción de aquella cachorra, cuando no le correspondía hacerlo. Por su parte, Vadoma comprendió que su camino y el de su hermano divergían inevitablemente y tomó una decisión madura: dejarlo ir y seguir adelante. Tras eso retuvieron el contacto, pero ya no residían en el mismo carro y poco a poco, sus conversaciones fueron volviéndose cada vez más esporádicas y tibias. De la noche a la mañana pasaron de ser un dúo inseparable a pertenecer a mundos diferentes, especializarse en disciplinas distintas y entablando amistades no compartidas. ¿Les fue bien? En algunos sentidos, sí, pero no en otros. Vadim se enfrascó en los misterios de la magia negra y transitó senderos prohibidos, sin reparar del todo en que su luz en la oscuridad había sido desde siempre su hermana y cayendo en algunos de sus peores vicios. Vadoma sí que acusó la ausencia de su hermano e intentó llenar ese vacío de una manera desesperada, lo que la colmó de decepción y angustia; un desgarro que apenas si se entrevé tras su alegre fachada y que quizás termine por consumirla.
Pero ¿es esta división el fruto de unas circunstancias excepcionales, de un evento desafortunado, o las semillas de la ruptura ya habían sido plantadas y solo esperaban el momento adecuado para germinar? Que sea el lector el que responda a esta cuestión y el que reflexione si, a la larga, el alejamiento fue la mejor solución para los hermanos.
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cyberlass2077 · 2 years
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V/ "Venus" (Valerie Quiroz): [27] Born in the streets of Heywood, Night City, V had a happy yet difficult life. Her parents tried their best to educate her, but had limited resources. That was until she met Jackie Welles as a teen. V quickly developed a crush on her best friend, and planned to ask him out, but was too late as Misty already got to him first. Still, she continued to be close to be friends with Jackie, until his death. Heartbroken, distraught, and suicidal, V refused to fall in love with anyone else after her childhood friend's tragic death. After completing the main story, she quickly left Night City, and her parents, and moved far, far away from the pain of the past. Black with neon blue, shoulder length hair, lightly tan skin, dark blue eyes, blue/black lipstick and eyeshadow, and glossed over teeth. Mexican-American. Adopted a blonde cyborg girl named Victoria and an autistic Japanese girl named Stella. [Ace/Aro] (Cyberpunk 2077)
Bree Ryu Akira: [22] After her poor parents moved to the United States to start a better life than be in the streets in the dangerous neighborhoods of Japan, her grandmother became a successful restaurant owner to provide enough money for her granddaughter’s education. After she graduated, Bree became a corporate, the secretary, personal assistant and secret friend of Hanako Arasaka. After meeting V and Goro Takemaura during the main story, she started dating Takemaura and eventually became his girlfriend, and finds out her grandfather was from the Arasaka bloodline. As half Japanese from her dad’s side and half white from her mom, she has a soft rosey-pale tone, green eyes and hot pink hair. Skilled hacker. Her parents live with her in her manor, inside of Westbrook. Her grandmother's restaurant is within Japantown [Straight] (Cyberpunk 2077)
"Eileen Oz", Bernice Jackson: [30] Born and raised all her life in Westbrook in a religious black household, Bernice was set up for glory. When she was 13, she became a movie actress and voice actor, and continued her career until she finally got her own TV gossip show, "The Ozz (Odd) Topic, with Eileen Oz", where the studio is in the City Center. After getting her car stolen, she met River Ward after he was assigned to her case, and was hooked in. After spending too much time on the case with each other, they both fell in love and started dating, and eventually married. Black, with dark brown eyes and afro hair, and Red-yellow and gold arm and neck implants, along with facial and joint wiring. [Straight]
Felisa "Feli" Bonucci: [23] Born to an Italian immigrant family that was living in Watson, she was a bright and rather "quirky" girl, with a decent high school education. She was shown how to cook like her father, but followed the footsteps of being an engineer and inventor like her mother. After graduating from college, she became a technician and started working for the Moxes at Lizzie's Bar. And in the basement, she met Judy, her new co-worker. Judy gradually warmed up to Feli, and they started a romantic relationship, and eventually became girlfriends. Lime neon green hair with a shaved cut on the right side of her head, green and blue eyes, and fair skin. She had hand and elbow implants installed to help her with electricity and stable movement while working on dangerous appliances. [Lesbian]
Mélanie "Miss Prick" Royer: [27] After her French family moved to Watson when she was a baby, fate wasn't so kind with her. Even if her dad was providing her with money for college, Mélanie blew it all off on cigarettes and booze to satisfy her distaste towards her life. After her parents kicked their good for nothing daughter out, she fully embraced the "street kid" mentality and became a merc. Long dark brown hair in a high ponytail, One blue and one brown eye (her right eye has a burn scar), and tan skin. [Straight]
Wei Qiang: [24] Her grandparents moved to Little China in Night City to get away their Communist home on the other side of the world. Born and raised to value family and friends first, she is a sweet and caring, and would willingly help anyone to back up on their feet. Since the age of 17, she has been a waitress at her family's restaurant. Although she is not part of the gang, Qiang is friends with some of the Tyger Claws members, and even invited them to her parents' restaurant at one point (to which they gladly accepted). She is currently learning Kung Fu and Karate, but prefers not to immediately use violence. Long black hair, with twin hair buns, fair skin, and dark brown eyes. Qiang can speak Vietnamese, Japanese, Korean, English and Spanish, other than her first language. [Straight]
Ae Sang-Ook: [27] Ever since he was a child, Sang-Ook dreamed of becoming a singer, but never seem to find his voice...or the right crowd to support him. So, he moved from South Korea to the good ol' USA to start a new life, living in his own apartment in the Little China sub-district. After settling in, he came across the Samurai playing on the radio, and fell in love with their songs. Sang-Ook felt inspired to meet Kerry Eurodyne, and after some chatting, he decided to help the poor singer move on from Johnny's shadow. A year later, after Kerry's storyline, Sang-Ook and Mr. Eurodyne are dating, motivating each other in songwriting. Sang-Ook has short and stylish lavender purple hair, fair skin and purple irises, with facial implants. [Gay]
Casey Gordon: [25] Born into the Bakkers clan of Nomads, along with his younger sister Europa. When the clan started getting low on food, the siblings offered to go to the city to make some money and buy enough food for everyone, and were given permission to leave. After settling in to their own apartments, Casey started training to become a boxer to win bets and started fixing vehicles earn money, while Europa was doing her own thing. While visiting the Badlands again, he ran into Panam Palmer. After helping her with a gig, they traded some secrets and dreams, and gave each other's numbers. They chatted and met each other for a month before deciding to go out on a date and hook up at Casey's apartment. After that, Panam became Casey's girlfriend. He has short, blonde and messy hair, tan skin and light blue eyes. He has several tattoos and scars over his arms and legs. [Straight]
Europa Gordon: [23] After her and Casey went their separate ways, Europa decided to become a fashion designer. She studied Entropism, Kitsch, Neomilitarism, and Neokitsch to understand the fashion trends of Night City, and qualified for a job as an assistant designer. After a few months of selling her own designs and outfits, Europa finally was able to become an independent tailoress. Shoulder length blonde hair, light blue eyes and fair skin. She has Cyberware implants to help her hear gossip better and keep her hands steady from shaking. [Bisexual]
Emperatriz "Empera" Castanon, the "Viper": [25] Despite being the only child of two tyant corps, Empera isn't spoiled. Rather, she's a disciplined and loyal netrunner to her father and his work of creating weapons and robots for the U.S. army. She's swift, cunning, and merciless- both to the people who she screws over in blackmail, and to her father's enemies. She started a unsteady relationship with Meredith Stout after her father asked her to help the senior corp, and after realizing they had a lot in common, they started dating. Emperatriz is also efficient In martial arts and swordsmanship, and duel weld with her twin katanas that her mother gave her for her 18th birthday. When handling victims from afar, she uses ninja stars. Long black hair, pale skin, dark blue-ish grey eyes, and had facial implants built in her jaw so that it can open up her facial plates and reveal "fangs", which are two syringes with sharp needles used to either inject poison or suck out blood from a person's neck or wrists. She also had a male genitalia implant. [Lesbian]
Lê Quỳnh Chi, "Black Widow": [?] After surviving a near fatal gunshot wound to the chest, Chi was on the brink of death until Mr. Castanon, owner of the Spanish corporation, Military Engines and Cyberware Automation (M.E.C.A.), offered her a choice: either die on her death bed, or become a human experiment in testing out various mechanical armor, with the rewards of a penthouse and the title of Head of Security. She agreed. Chi was then tested on a variety of mechanical suits, and eventually, cyborg implants that enhanced her vision (facial implants, such as "fangs" similar to that of Emperatriz, and ocular Cyberware that gave her implants that look like the eyes of a spider), strength (arm and shoulder Cyberware), and agility (she gained the body of a spider to replace the lower half of her body). Mr. Castanon, as a gift, had machine guns built into the spider's abdomen, and hidden internal glands that produce the same material spiders use to spin webs. During a corporate meeting with Arasaka and several other companies, Chi met Adam Smasher, and the two developed a platonic and respectful relationship. Bleached white hair, greying skin, and red lenses in her Cyberware eye implants. Acts as Emperatriz's nanny, and is often hanging out with her. She is Vietnamese, but also speaks Japanese, Korean, Chinese, English, French, Italian and Spanish. [?]
Websites that I used for the character design: here
And here!
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brandonnatali · 3 years
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2021 Hongqi S9 – 1,400 PS production hypercar to be unveiled at the Milan Design Week in early September
The production version of the Hongqi S9 hypercar is ready to be unveiled, and it will done so at the Milan Design Week that kicks off in early September, Automotive News reports.
The Hongqi S9, designed by the famous Walter De Silva, is the first of several ultra-luxury S series sports cars to come. Production is said to be limited to 99 units, and the hypercar will reportedly pack a cutting-edge 4.0 litre twin-turbo plug-in hybrid V8 powertrain that develops 1,400 PS. With the assistance of three electric motors, Hongqi says the S9 will do the century dash in 1.9 seconds.
Silk EV and FAW (the two firms that teamed up to create the S9) are clearly pulling out all the stops to position the S9 against established automakers like Ferrari and Lamborghini. Firstly, the automaker is in the midst of setting up shop in the elite Emilia-Romagna region, known as Italy’s ‘Motor Valley’.
It has also hired former Ferrari CEO Amadeo Felisa as a member of the senior advisory board, and as the special advisor to the executive chairman. Roberto Fedeli, former executive for Ferrari, Alfa Romeo and BMW has also been named as Hongqi’s new chief technology officer. These high profile hires are just two of many other handpicked for their experience with Italian luxury and performance marques.
The first batch of cars are expected to be delivered in 2022, with prices reportedly starting from around 10 million yuan (RM6.5 million). Production will take place either in Italy or the Jilin Province in China.
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ylfra · 6 years
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Mist by Felisa Tan Via Flickr: Misty morning in Skagway, Alaska
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cortazariano · 2 years
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"Un día del segundo año la vio nítidamente al salir de un sueño y le dolió con un dolor amargo y quemante, al fin y al cabo no había estado tan enamorado de ella, total antes era un chico y Sara nunca le había prestado atención como ahora Felisa o la rubia de la farmacia, nunca había ido a un baile con él como su prima Beba o Felisa para festejar la entrada a cuarto año, nunca lo había dejado acariciarle el pelo como Maria, ir a bailar a San Isidro y perderse a medianoche entre los árboles de la costa, besar a Felisa en la boca entre protestas y risas, apoyarla contra un tronco y acariciarle el pecho, bajar hasta perder la mano en ese calor huyente y después de otro baile y mucho cine encontrar un refugio en el fondo del jardín de Felisa y resbalar con ella hasta el suelo, sentir en la boca su sabor salado y dejarse buscar por una mano que lo guió, por supuesto no le iba a decir que era la primera vez, que había tenido miedo, ya estaba en primer año de ingeniería y no le podía decir eso a Felisa y después ya no hizo falta porque todo se aprendía tan rápido con Felisa y algunas veces con su prima Beba."
(J. Cortázar, Deshoras)
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veritomonetta · 4 years
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LAS DESPEDIDAS Mientras preparaba contenido para mis clientes, abrazada por el humor, comentando con ellos estrategias para "ser queridos", de pronto me soltaron las sonrisas y me atraparon las lágrimas. Leí un texto de una amiga que despedía a su padre. De pronto su padre se convirtió en el mío, en mi Danito querido, en mi abuela, en Isa, en muchos seres que me regalaron amor en envuelto con papel y lazo; y que de repente salieron de gira por quién sabe qué galaxia desconocida. Las despedidas cuestan, me cuesta cada mañana cuando le doy un beso a mi Xavito y a mi Diego (Sí, míos), y vuelvo dos o tres veces hasta que escucho el "Ve con cuidadito con el coche que tienes que volver", que mi patata me recita cada mañana. Cómo no va a costar una muerte con lo que cuesta una vida!! Es tan comprensible, nos invitan a aceptarla, a pensar que la muerte es una consecuencia de la vida, un paso más que hay que asumir con valentía y tragando una saliba amarga y salada. ¡Quiero llorar hasta que ría! Ahora me duele mi compañero viejito y peludo, me duele tanto... Lo extraño, lo busco, lo esquivo, sigo acomodando la casa en función a su torpeza, a sus pelos volátiles y luego me doy cuenta que, no es que salió a dar un paseo, sino que se emancipó para siempre, que un pinchazo lo llevó a volar, como cuando se pincha un globo y sale disparado, así. Las despedidas duelen, como cuando hace unos días mi Daniel (también mío) se subió en un tren hacia Madrid y ya está en Buenos Aires. Me duele mi mami Felisa, la distancia, la quiero abrazar y tomar unos mates con ella. Poner unas monedas juntas en "Caritas" (un código que compartimos) y reírnos a carcajadas. Me duele mi hermano Diego, sus ocurrencias y cuando me arregla la cabeza. Las despedidas te quitan la valentía, la fortaleza, te alejan y te acercan a la vez. Son como ese bocado que te apartas para el final, lo disfrutas pero se termina y piensas, por qué no mastiqué más despacio. Mi lilolalolilolalolailoleré es por esos que hoy han dicho adiós, al cartero, a un amor imposible, a la botella de agua que se han terminado por obligación. A los que se despiden del cigarrillo, y de una abuela que molaba todo. (en Las Playetas, Oropesa del Mar) https://www.instagram.com/p/CDEC7lwHKad/?igshid=174qu6v8k67xv
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ademasvossoselsol · 6 years
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Del anochecer a la noche cerrada, por caminos de palabras que iban y venían, de manos que se encontraban un instante sobre el mantel antes de una risa y otros cigarrillos, quedaría un viaje en taxi, algún lugar que ella o él conocían, una habitación, todo como fundido en una sola imagen instantánea resolviéndose en una blancura de sábanas y la casi inmediata, furiosa convulsión de los cuerpos en un interminable encuentro, en las pausas rotas y rehechas y violadas y cada vez menos creíbles, en cada nueva implosión que los segaba y los sumía y los quemaba hasta el sopor, hasta la última brasa de los cigarrillos del alba. Cuando apagué la lámpara del escritorio y miré el fondo del vaso vacío, todo era todavía pura negación de las nueve de la noche, de la fatiga a la vuelta de otro día de trabajo. ¿Para qué seguir escribiendo si las palabras llevaban ya una hora resbalando sobre esa negación, tendiéndose en el papel como lo que eran, meros dibujos privados de todo sostén? Hasta algún momento habían corrido cabalgando la realidad, llenándose de sol y verano, palabras patio de Bánfield, palabras Doro y juegos y zanjón, colmena rumorosa de una memoria fiel. Sólo que al llegar a un tiempo que ya no era Sara ni Bánfield el recuento se había vuelto cotidiano, presente utilitario sin recuerdos ni sueños, la pura vida sin más y sin menos. Había querido seguir y que también las palabras aceptaran seguir adelante hasta llegar al hoy nuestro de cada día, a cualquiera de las lentas jornadas en el estudio de ingeniería, pero entonces me había acordado del sueño de la noche anterior, de ese sueño de nuevo con Sara, de la vuelta de Sara desde tan lejos y atrás, y no había podido quedarme en este presente en el que una vez más saldría por la tarde del estudio y me iría a beber una cerveza al café de la esquina, las palabras habían vuelto a llenarse de vida y aunque mentían, aunque nada era cierto, había seguido escribiéndolas porque nombraban a Sara, a Sara viniendo por la calle, tan hermoso seguir adelante aunque fuera absurdo, escribir que había cruzado la calle con las palabras que me llevarían a encontrar a Sara y dejarme conocer, la única manera de reunirme por fin con ella y decirle la verdad, llegar hasta su mano y besarla, escuchar su voz y verle el pelo azotándole los hombros, irme con ella hacia una noche que las palabras irían llenando de sábanas y caricias, pero cómo seguir ya, cómo empezar desde esa noche una vida con Sara cuando ahí al lado se oía la voz de Felisa que entraba con los chicos y venía a decirme que la cena estaba pronta, que fuéramos enseguida a comer porque ya era tarde y los chicos querían ver al pato Donald en la televisión de las diez y veinte.
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unaformadehablar · 4 years
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ESCRIBIR, NO PRESCRIBIR*
Una forma de hablar. Taller de relatos de ida y vuelta.
Grupo de aprendizaje, disfrute y conversación.
 *desde el principio de este proceso me han inquietado los ámbitos semánticos tan opuestos de estos términos tan cercanos morfológicamente. Recurro a esa confrontación para titular este texto que cuenta la experiencia desplegada en Una forma de hablar. Una tensión que estuvo en el punto de partida del proyecto como inquietud original que lo inspiró y ha latido siempre de fondo como lugar de resistencia y por ello, de aprendizaje.
‘Cada vez más raro es encontrarse con gente que pueda  narrar algo honestamente. Con frecuencia cada vez mayor se difunde la perplejidad en la tertulia, cuando se formula el deseo de escuchar una historia. Es como  si una facultad que nos parecía inalienable, la más segura entre las seguras, nos fuese arrebatada. Tal, la facultad de intercambiar experiencias.’[1]
 En las primeras líneas de su texto, Walter Benjamin introduce la figura de El narrador a través de la de Nikolái Leskov  sosteniendo que ‘presentárnoslo no quiere decir aproximarlo, sino más bien aumentar la distancia que nos separa de él’. Es desde una determinada lejanía cuando aparecen ciertos rasgos que de otra manera, no habíamos llegado a percibir. Aparecen, dice Benjamin, ‘al observador que está a la correcta distancia y en el ángulo correcto de visión. Esta distancia y este ángulo nos los prescribe una experiencia que tenemos ocasión de hacer casi cotidianamente.’
A partir de estas palabras, me parece interesante pensar en la idea de alejarse, de tomar perspectiva para tratar de ver algo y poder narrarlo. Hacerlo además poniendo el foco en lo cotidiano de esa posibilidad, es decir, en lo accesible de ese lugar desde el que aprehender la distancia. Podríamos a partir de ahí, pensar en el aprendizaje como una forma de poner la atención en aquello -a nuestro alcance- que nos da a ver algo, algo que está ahí cerca, que sin más nos rodea o convive con nosotros. Me pregunto si esa distancia no se parece también a la que sitúa la palabra en el marco de una conversación y hace del espacio común un lugar propio.
En lo habitual de esa posibilidad está también el sentido de la experiencia de aprendizaje que hemos llevado a cabo en Una forma de hablar. Una cotidianeidad sostenida en la cercanía al motivo -la excusa que nos lleva a aprender como algo que nos es contemporáneo- pero también en el tiempo pasado juntas, un tiempo expandido que nos ha permitido habitar un ritmo lento y hacer en el largo plazo. Aquí se ha tratado más que de un saber ver, de ensayar juntas maneras de mirar lo que estaba a nuestro alcance.
Aun teniendo en cuenta la distancia histórica que nos separa del texto de Benjamin y sabiéndonos situadas en un lugar muy diferente, encuentro en estas palabras algunas cuestiones que me permiten empezar a hablar del proceso del que este blog pretende dar cuenta: lo vivido a lo largo del año que ha durado Una forma de hablar. Me refiero al deseo de escuchar una historia como punto de partida para acercarnos a las obras, la facultad de intercambiar experiencias como modo de articular una conversación y la capacidad, el intento en nuestro caso de narrar algo, cuestiones que sitúan nuestro proceso de aprendizaje como grupo de personas que aprendemos juntas.
Desde su origen, Una forma de hablar no pretendía articular narraciones decididas y cerradas, no prescribía un proyecto, pero sí se proponía ensayar intentos de intercambio de experiencias. Poniendo el foco en la tentativa, el proyecto se planteó como la apertura de un proceso largo, esto era fundamental, que pusiera en juego la posibilidad de hacer experiencia o, dicho con Benjamin, ‘colocarnos a la distancia correcta’ en nuestro trato con el arte contemporáneo. El arte, las exposiciones, son aquí los lugares desde los que situar la conversación en torno a lo contemporáneo y  poder hablar así, sobre la contemporaneidad como circunstancia histórica. La escritura, el lugar de resistencia a ciertas lógicas productivistas, un lugar sin forma cerrada donde más que argumentar con palabras decididas, hemos buscado pronunciar sonidos, imaginar significados y transmitir palabras resbaladizas a través de gestos que jugaban con lo artístico.
Esta escritura como intento de narrar se ha convertido en la forma de hacer en este proceso de aprendizaje. Como apuesta metodológica tiene que ver con una necesidad de tejer relatos en la que se instala y actualiza cierta experiencia de aprendizaje, por parciales y fragmentarios que estos relatos sean. En su fundamento, la metodología preveía articular una narración como forma artesanal que incorporara las huellas físicas de esa voz y ese cuerpo que narran.
Desde la importancia del ejercicio, la conversación en Una forma de hablar quería abrir espacios para dudar, para desplazar certezas y para decir desde el tartamudeo. Una tentativa que tratara de colocarnos en ese correcto ángulo de visión, en esa distancia. El interés ha estado en el intento como algo que hemos hecho juntas y como lo que de verdad hemos compartido.
Así, la lectura del texto de Benjamin, me da pistas hoy para pensar juntas narración, distancia y experiencia en el ámbito del aprendizaje y hacerlo desde un marco histórico, preguntándome por su actualidad. Es por todo esto que Una forma de hablar ha sido también, además de grupo de aprendizaje, un taller de relatos de ida y vuelta que ha manejado las distancias que exigen la mirada y la escritura. Las distancias desde las que se hace experiencia. Añadimos al aprendizaje, el disfrute y la conversación por situar la propia expectativa.
  Una forma de hablar es un proyecto pensado como parte de la línea de trabajo de Aprendizaje colectivo de CentroCentro en su cruce con la línea conceptual que abordaba El cuerpo como transmisor del proyecto de dirección artística de  Soledad Gutiérrez para CentroCentro. Desde ahí nació como resistencia a enunciarse en términos de objetivos-destinatarios, como forma de privilegiar la experiencia y establecer el compromiso de no prescribir resultados: dar lugar a una conversación habilitando un espacio donde poder dudar, perder el equilibrio y arriesgar con las formas de decir aún a costa del error. Era importante esto porque era también una sospecha que estaba detrás de la pregunta que habilitaba todo el proceso: ¿Cómo aprendemos juntas en un centro de arte contemporáneo?
Escapándose de los patrones rígidos de diseño de proyectos, pensó en abrir una conversación entre mujeres que funcionasen como grupo de aprendizaje ligado al centro. Para ello hubo que escuchar primero a esas mujeres y saber quiénes eran, por lo que el proceso de configuración del grupo, también lento y en paralelo al de definición del proyecto, fue una parte fundamental en sus modos.
El proyecto se fue pensando desde una invitación a hacer abierta que me propuso CentroCentro. En diálogo con él se fue configurando a partir de conversaciones que manejaban textos entre sus fuentes y que iban situando la acción en el marco del proyecto del centro, pero también en el de lecturas que han ido acompañando el proceso y que se han llevado al grupo[2].
También en ese origen se sitúan las conversaciones con los grupos de posibles mujeres participantes que en un principio yo imaginaba. Buscando configurar el grupo, me dirigí a la red de Espacios de Igualdad del Ayuntamiento de Madrid estableciendo una relación de complicidad con algunas de sus usuarias y trabajadoras basada en el deseo de poner algo en marcha sin saber exactamente qué. En esos momentos construimos también, quizás sin saberlo, un lugar en el que aprender a ser y estar donde se jugaba cierta confianza, desde su perplejidad inicial y mi promesa frágil que era en todo caso, la del intento. Esta invitación a formar parte del grupo se lanzó también de forma abierta a través de la web de CentroCentro.
El proyecto ha tenido una dinámica basada en encuentros estables, acontecidos mayoritariamente en CentroCentro con una frecuencia semanal a lo largo de todo el curso, y ha contemplado el trabajo con artistas bajo la forma de encuentros-taller de dos sesiones programados trimestralmente. Estos talleres con Patricia Esteban, María Jerez y Patricia Esquivias, se proponían además de generar otro tipo de dinámicas más ligadas al hacer, abrir la conversación a otras interlocuciones y lenguajes y facilitar momentos de apertura pública del proceso al que se invitaba a todo tipo de públicos interesados.
Conscientes de que la devolución juega un papel en el marco de las políticas culturales públicas, hemos querido cuidar tanto las formas de lanzar invitaciones a participar, como la acogida a las personas que han asistido a estos talleres y la forma de contarnos. En este sentido, el trabajo de la diseñadora Susi Bilbao nos ha ayudado a componer un material gráfico que, a modo de intervención en el espacio colgando pequeños blocs con notas (interrumpida por el confinamiento y el cierre temporal del centro), nombra la experiencia e intenta compartirla como por sorpresa con el resto de visitantes de las exposiciones de CentroCentro.
Tanto los talleres de artista, como el material generado con Susi y algunos de los momentos de las sesiones semanales mantenidas por el grupo aparecen relatados en el Tumblr de Una forma de hablar. Las voces que hablan, las manos que los escriben, dibujan, graban, montan son las de Felisa Yerga, Ana María Colmenares, Mayte López, Pilar Couso, Teresa Riaza, Carmen Esteban, Lucía L. Mendo , Marisa González, María Teresa García de la Hera, Josefa Mazo, Salomé Moreno, Marian Peñacoba y las mías.
  Este blog pretende ser un ejercicio de escritura según la hemos ido entendiendo y dando forma juntas, en su relación con el lugar que ha ocupado en el proceso,  como espacio desde el que pensar nuestro trato con el arte contemporáneo. Hacer de la escritura un espacio de resistencia a lo prescrito para ejercitar la mirada y la conversación en unos tiempos expandidos. Cada entrada de este blog recoge un momento del proceso y lo hace desde las voces-sujetos de la experiencia pero también desde sus/nuestros cuerpos, bajo una variedad de formatos que nos han permitido ensayar y experimentar con el puro intercambio. El resultado no se propone tanto mantenerse fiel a lo ocurrido sino, más bien atender a cierta experimentación con las maneras de contarlo que sí dan cuenta de las distintas formas como nos hemos acercado a las obras de arte y las hemos ido conversando.
Lo que aquí sigue es una serie de relatos que cuentan los momentos de este proceso que dimos en llamar Una forma de hablar. De ello nos interesa siempre más el cómo. Es una voz plural que se recoge en distintos formatos: pistas de audio, textos descriptivos, relatos de ficción, dibujos, fotografías, videos… y que funciona no solo como relato, sino también como archivo de lo vivido. El orden del acontecer de esa experiencia es inverso a su aparición en el blog, por lo que habría que situarse en el extremo opuesto de las entradas publicadas para iniciar su lectura de forma cronológica.
El blog, es también un soporte más que ha hecho posible podernos comunicar en la distancia del confinamiento, salvar la relación con lo narrado y presentar lo vivido, pues la conformación de este blog ha tenido lugar durante los meses finales de la experiencia marcados por las circunstancias de la pandemia. La relación con esta plataforma visibiliza también nuestro ‘no saber’ –del que tanto hemos hablado en nuestros encuentros-  y nuestra relación amateur con lo digital y este tipo de registros. A pesar de todo, ponemos en valor el lugar que nos ha hecho transitar necesariamente ese no saber hacer, el de cierto tipo de tartamudeo a veces doloroso para enfrentar el mundo y sus circunstancias y que genera tanta frustración.
Estos meses de distancia física nos han mantenido atentas al ejercicio de contarnos, volcadas sobre el cuidado de nosotras mismas y haciendo del grupo de aprendizaje también un grupo de apoyo mutuo y cuidados a partir del deseo de estar y seguir.  
Me pregunto si tendría sentido trazar algún tipo de relación entre la distancia que tomada de Benjamin me sirve para empezar este texto y esta otra distancia con la que termino, la impuesta por un virus y un estado de alarma que ha condicionado nuestras vidas a lo largo de los últimos meses y que tanto nos ha dado a pensar. Tal vez el sentido de detenernos, de alguna manera, en la necesidad de construir y mantener los lugares que nos permiten aprender y aprehender el mundo que se nos presenta resbaladizo. Una forma de hablar ha querido ser uno de esos lugares, un lugar desde el que ir y venir y al que esperamos volver a llegar.
 Sara Martín
Comisaria, facilitadora y participante de Una forma de hablar
[1] Benjamin, Walter ‘El Narrador’ ediciones metales pesados. Santiago de Chile, 2016
[2] Me refiero, por ejemplo, al trabajo sobre la conversación entre Rancière y Javier Bassas ‘El litigio de las palabras’ y sobre citas de diferentes autoras, también en relación con las exposiciones, que van apareciendo en las distintas entradas del Tumblr.
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elconvoy · 3 years
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Cartas familiares (Viaje a Roanapur)
Carta de Vadim
Querida Vadoma:
Te escribo aún desde la cubierta de la Mordida de Jani, en tanto que un pequeño sáurido la ha tomado con mi toga y ha decidido arrancarle un retal y jugar a colocarlo sobre una pila de basura que el capitán Rokkey ha amontonado en la sentina bajo la premisa de que "de algo servirá". Bueno, si todos actuásemos según esa lógica, de algo servirá que te mande esta carta a pesar de que sepa que tardará varios días (o semanas) en llegar y pese a que nos hayamos visto hace tres escasas jornadas. Están tan espaciadas nuestras reuniones familiares últimamente que te confieso que esperaba haber pasado más tiempo contigo, pero estoy convencido de que nuestros mutuos viajes comportarán oportunidades provechosísimas para la adquisición de conocimientos y de que nuestros padres se sentirían orgullosos de nosotros. Lo siento, sé que te repatea la idea de que asuma que continúan vivos, pero tengo fe plena en sus capacidades: eran… no, son dos de los alquimistas más brillantes del Lirio Rojo, a fin de cuentas. ¿Acaso no iban a arreglárselas? Doquiera que estén, estoy seguro de que no se han olvidado de nosotros.
Lo cierto es que me aburro un poco. Las conversaciones con los miembros de la tripulación están resultando poco estimulantes (como ya anticipaba), no hay nada que estudiar y ya me he releído los libros que había seleccionado unas tres veces. Además, me pone de los nervios el síndrome de Diógenes del que hace gala el capitán Roc del Viento… Me consuela la idea de que pronto arribaremos al Puerto Buenaventura, un lugar emocionante –en palabras del Raposo– en el que aspiro a profundizar más en mis investigaciones alquímicas. Hablé personalmente con Riki y me contó que la maquinaria de los goblins era un prodigio de la ingeniería y que disponían de todo nuestro instrumental científico, pero automatizado y optimizado por la tecnología. Me acompañan unos cuantos vulperas deseosos de estudiar mecánica y otros que sencillamente han manifestado curiosidad por el estilo de vida de los goblins, por sus mercancías y por los servicios que ofertan. ¡Creo que el Convoy podrá aprender mucho de esta experiencia! Además, Zenko le ha visto el filón a esto de enviar caravanas a otras partes de Azeroth para asimilar lo mejor de otras culturas. Tú, sin ir más lejos, has ido a la ciudad de Suramar: sede de la magia arcana y de las ciencias esotéricas; y sí, una región donde hay un montón de especies florales y animales. Y unicornios. Sí, sé que te gustan, no lo niegues: se parecen a aquel peluche de narval que nos regaló la tía Koopa, ¡pero en versión terrestre, herbívora y cuadrúpeda! Je, je, je.
No hay mucho más que te pueda relatar por el momento. Lo primero que haré en cuanto desembarque será buscar unos aposentos junto con el resto de nuestra expedición y al día siguiente, dirigirme a las oficinas de la Corporación Karma. Según tengo entendido, son ellos quienes gestionan los asuntos farmacológicos en la isla y opino que el Lirio Rojo podría beneficiarse de cooperar con ellos. ¡Eso deseo, al menos! Estoy… un poco intranquilo, la verdad. Necesito que esto salga bien. No podría soportar que terminase en otro fracaso, como el de la Caravana Inundada en Nazmir. Aún confío en las posibilidades de la magia de sangre. Nuestros padres lo hacían y además, ya es tarde para retractarse: me he pasado décadas investigándola…
Un caluroso abrazo,
Vadim.
PD. Dale recuerdos a Felisa de mi parte, con un extra de CO2 de mi hálito.
Carta de Vadoma
Querido Vadim:
¡Gracias! Felisa II ha teleabsorbido tu CO2 y se alegra de corazón de que se lo hayas remitido. Lamentablemente, Felisa I falleció en una prematura Edad de Hielo que se desató en mi carro hace unos días. Que en compost descanse…
Primero de todo, ¡tranquilízate, bobín! Si estuviera ahora mismo contigo, te metería un buen coscorrón. ¡Sabes que siempre he sido siete veces más fuerte que tú! ¡Y veloz! (A pesar de lo que insinúa tu denigrante apodo). Por una parte, celebro que te hayas repuesto tan rápido de lo que ocurrió en la Caravana Inundada. Sinceramente creo que no fue culpa tuya y que NO deberías hacer COMO SIEMPRE y apechugar tú solo con todas las responsabilidades. Hay más miembros del Lirio Rojo que participaron en los experimentos, ¿sabes? ¡Y Hermanas Fatídicas! La culpa es como el pastel: si se reparte entre varios, se disfruta más; o en este caso, duele un poquito menos.
Yo estoy contentísima en Suramar, por cierto. ¡Deberías ver las calles de esta ciudad! Además, el otro día montamos una cabalgata y nos recibieron con aplausos y lanzándonos flores. Todos salvo unos imbéciles… Unos tal… ¿Nathandre? ¿Hojaldre? No oí con claridad el nombre de su Casa (sus casas son como nuestras caravanas, pero en pomposo: uno de los estamentos sociales más elevados e inoperantes de la existencia). Violca está entusiasmada con los unicornios y ha mandado a todas las alpacas de vuelta a Vol'dun. Tobb se va a poner furioso. Ya me lo imagino gritándoles a Tora y a Vano en plan: "¡tengo demasiadas alpacas de mierda, se me comen los cactus de mierda, mierda, MIERDA, MIERDA!". Je, je, je… La verdad es… que añoro un poco las dunas: ya sabes, ese magnífico paisaje estéril, repleto de productivos entretenimientos como perseguirte la cola, vigilar a las serpientes que acechan y… bueno, tú y yo. En todo caso, estoy progresando MUCHÍSIMO con mis investigaciones botánicas. ¡Dentro de poco podré enviarte un par de capítulos para nuestro nuevo libro! ¿No te lo había dicho? Ya es hora de dejar atrás el pasado y de olvidarnos de ese mamotreto del Libro Mudo. ¡Redactemos una nueva y mejorada guía sobre herboristería y gemas mágicas! Estoy echándole el ojo a una cachorrita que tal vez nos podría ayudar en ese apartado: aunque va de chulita y de "yo puedo con todo", es evidentísimo que esa tal Aki esconde algo. ¡Se lo acabaré sacando! Ji, ji.
Espero que te diviertas en Roanapur y que continúes mandándome cartas con regularidad. Ufff, alguien debería inventar un sistema de mensajería más veloz que los buitres. No es por ofender a los pajaritos de Colibrí, ¡pero es que son muy lentos!
Te quiere,
Vadoma.
Carta de Vadim
Tardoma,
¡Como siempre, te has demorado muchísimo en contestar! Estaba deseando informarte acerca de mis avances en el Puerto Buenaventura, que son numerosos y muy significativos. Pero antes de nada, me alegro de que estés entusiasmada y coincido contigo en que debemos editar un nuevo libro: no podemos privar a nuestros eruditos de todos los datos que estamos acumulando. ¿Qué tal te suena El Botánicum para el título? ¿Quizás algo pedante? En cualquier caso, seguro que tus polillas celebran tus nuevas adquisiciones florales. La última vez que visité tu carro, el Jardín de las Mariposas parecía la mismísima selva de Zuldazar. ¡Ahora solo te falta meter un poni ahí dentro!
Nuestra gente se ha adaptado bien a la vida en Roanapur: es lo que tienen los goblins, que parecen muy amables y te ofrecen todo tipo de comodidades hasta que, de golpe y porrazo, te llega una factura estratosférica. Dado que no éramos demasiados, nos hemos… dispersado un poco. ¡Mea culpa, supongo! He estado tan absorto con mi nuevo empleo en la Corporación Karma que hasta he llegado a olvidarme de la premisa original de nuestro viaje. Deberías ver las instalaciones de la compañía farmacéutica, Vadoma: están provistas de lo último en máquinas para el centrifugado de las muestras y el análisis de los cultivos. Además, realizan una labor caritativa dentro de la sociedad: en lugar de marcar y de proscribir a sus criminales, los reeducan en un centro penitenciario al que llaman El Asilo. Precisamente, mi actual línea de trabajo guarda relación con la terapia conductual y con los efectos de la magia de sangre en pacientes que padecen depresión. ¡Hemos descubierto que una pizca de un compuesto derivado de la sangrita incentiva la restitución del ánimo, proporciona energías físicas y aumenta el vigor sexual! Conseguí sanar a una elfa de sangre suicida que estaba internada (por su propio bien) en el Asilo. Ahora permanece en fase de observación, pero me han garantizado que en cuestión de semanas la liberarán y que si el tratamiento surte éxito, financiarán otros proyectos míos y pondrán a la venta –a un precio razonable– la medicación. Por supuesto, la patente me pertenece a mí, de modo que podré asegurar su distribución gratuita a los vulperas de nuestras caravanas y de Vol'dun. ¡Ya verás, Vadoma! ¡Nos vamos a hacer de oro! Y en el proceso, ayudaremos a muchas personas.
Solo hay algo que no comprendo del todo. Algunos ciudadanos del Puerto Buenaventura aborrecen al Raposo. Vale que es molesto, presumido, charlatán, chulo, temerario, impulsivo, terco y un tanto bocazas, pero no es para tanto, ¿no? El otro día un cazarrecompensas me confundió con él y casi me arrojan al Asilo. El incidente se zanjó deprisa, en cuanto un miembro de la compañía me identificó; pero aun así, me sentí ultrajado y he interpuesto una demanda contra el orco que me capturó. Creo que lo van a mantener encerrado en el Asilo durante una temporada, porque no es la primera vez que se comporta de este modo con nuestros compañeros vulperas. ¡Y mejor así! Dicen que someten a terapia a quienes ingresan al Asilo para eliminar futuras tendencias delictivas. Aún no comprendo del todo la legislación en torno a ese aspecto, pero me parece una idea espléndida: en vez de castigar, es mejor instruir. Zenko y el resto del Convoy deberían extraer un par de lecciones de las medidas de la Corporación Karma y tratar con más misericordia a nuestros hermanos Sinarena, ¿no te parece?
Espero que sigas bien y por favor, no tardes tanto en responderme la próxima vez.
Un afectuoso abrazo,
Vadim.
Carta de Vadoma
Querido Babadim (ya que tú te burlas de mí, te pienso pagar en especie):
No me sorprende en absoluto que la Corporación Karma esté subvencionando tus investigaciones, mas te ruego que seas precavido. Entiendo que te emociona la idea de poner a prueba tus teorías sobre la sangrita en un ambiente controlado y que tomarás las precauciones pertinentes, pero la experiencia nos ha enseñado a ser cautelosamente optimistas con… bueno, con todo. Acuérdate de lo que sucedió con las Arenas Negras y por favor, no asumas riesgos innecesarios esta vez. Repito: ¡NO ASUMAS RIESGOS INNECESARIOS! Grábatelo en esa norme cabezota tuya con orejas de murciélago.
;w; (¿Te gusta mi emoticono de murciélago de la fruta? ¡Je, je, je!)
Con respecto de lo que me cuentas acerca de la caravana… ¿Qué te tengo dicho del tema de la culpabilidad? Vadim, NO puedes responsabilizarte de todo y de todos. Lamento hacer de mamá (¿o de papá?), pero es como aquella ocasión en la que tú y otros tantos atolondrados entrasteis en esa nave de la Legión. ¡Y ni siquiera me avisaste de lo que te disponías a hacer! (Porque sabías que te habría acompañado, claro. UwU). Recuerdo que estuviste MESES preguntándote qué ocurrió con los que no salieron de la nave. Me parece un milagro que tú y el resto de Rompejuramentos regresaseis con vida, por más que os hayan crecido garras, cuernos, escamas y otra clase de apéndices mutantes… Y más después de haber oído esas historias sobre los pactos demoníacos que… Uff, es que se me pone el pelo como el flequillo de un grúmel. ¿Estás totalmente seguro de que no recuerdas NADA de aquel episodio? Que sepas que continúa preocupándome que firmaseis un contrato con un Señor Demoníaco y que ni siquiera seáis capaces de retener las cláusulas del mismo, pero imagino que no se os presentó otra alternativa en aquel momento… Pasase lo que pasase, NO fue culpa tuya; como tampoco lo fue lo que aconteció en la Caravana Inundada, ni el hecho de que los integrantes de tu actual caravana se hayan disipado por las calles del Puerto Buenaventura. Ya son mayorcitos, ¿no crees? ¡Pueden cuidarse a sí mismos! ;)
Yo estoy bien, Vadim, y de hecho ayer conocí a la realeza: un dragón hada –es como una lagartija, pero con alas de mariposa y mágica– GIGANTE y rosa que era real, ¡te lo prometo! Se hacía llamar Reina Mab y había huestes de dragones hada a su servicio. ¡Tenía una corona y un cetro enjoyados MONÍSIMOS! Los dragones hada pueden trasladarse entre dimensiones y estoy estudiando la manera de que accedan a transportar nuestra correspondencia. Estoy convencidísima de que podríamos incrementar la velocidad de los envíos en un 5000% si les suministramos los estímulos correctos. De momento, la Reina Mab me ha propuesto que participe de una sesión de cuentacuentos en la dimensión etérea del Sueño Esmeralda. No creo que me lleve más de una o dos noches, así que he aceptado sin dudar. Por si acaso, le he pedido a Violca que cuide de mis plantas y de mis mariposas: tengo entendido que el tiempo transcurre de forma distinta en otros planos de la existencia. ¡No vaya a ser ahora que me ausente accidentalmente durante un mes o dos! Sería gracioso, ¿no te parece? xD
Por favor, Vadim, a riesgo de resultar pesada, insisto: sé que cuando te ilusionas con algo te da igual todo, pero ten cuidado con tus investigaciones y recela de esa Corporación Karma. Están poniéndotelo todo en bandeja de plata y no te imponen traba ninguna: o están MUY desesperados u ocultan algo que tú ignoras.
Besitos de fresa,
Vadoma.
PD. El Botánicum suena hiperpedante. ¡Vadim el Pedantín ataca de nuevo!
PDD. Pese a todo, me gusta. Nos lo quedamos. :D
PDDD. He descubierto un mundo de expresiones iconográficas con los emoticonos.
Carta de Vadim
Querida hermana:
Te escribo estas líneas desolado porque a pesar de tus vehementes súplicas, desoí tus advertencias y he cometido un grave error. Otro más… La Corporación Karma no es lo que aparenta: han transcurrido semanas y aún no han soltado a la primera paciente que recibió mi tratamiento, pese a que su sintomatología ya casi ha remitido del todo. Aducen razones que me suenan a… tecnicismos legales, ¡a excusas! Y en cuanto a aquel cazarrecompensas estúpido que me atrapó, fui a visitarlo a su celda la otra noche y no parecía el mismo. Estaba cambiado, dócil, extremadamente solícito. Es como si le hubiesen lavado el cerebro. Claro, le han trepanado el córtex frontal, o eso rezaba su ficha. Empiezo a creer que la naturaleza de los experimentos que se realizan aquí es bastante siniestra y mis primeras indagaciones al respecto están resultando ser de lo más perturbadoras. Por no decir que los trámites de mi patente no avanzan hacia ninguna parte: es como si quisieran prolongarlos ad infinitum para quedársela…  Aunque, si te soy honesto, estoy comenzando a cuestionarme las implicaciones éticas y los efectos secundarios de la misma y no estoy seguro de querer que se asocie mi nombre a ella. Necesitábamos conducir más pruebas sobre la medicina y ya la están comercializando… ¡Me prometieron que permanecería en fase de testeo por lo menos un mes más! Y existe una probabilidad de que induzca al infarto en pacientes con patologías coronarias, como quedó demostrado en las etapas preliminares del desarrollo del fármaco… Esto no me gusta nada. Voy a buscar la manera de salir de aquí cuanto antes. Ahora solo tengo que localizar a los demás e informarles de mis sospechas. Espero que compartan mis aprensiones, porque yo me siento decepcionado y… francamente asustado, Vadoma.
Si recibes este mensaje, ponte en contacto con Zenko lo antes posible. Dile que…
Un mordisco de dragón hada imposibilita la lectura del resto de la carta.
Carta de Vadim
Vadoma:
¡No puedo esperar más! ¿Dónde está la ayuda que solicité?
Están persiguiéndome… ¡Han contratado al cazarrecompensas lobotomizado del que te hablé para que me atrape! Desde el día en el que me di de baja en la Corporación Karma comencé a notar que alguien me espiaba… ¡Es él! No puedo acercarme a los demás; no sin ponerlos en peligro. Les he dejado pistas, documentación para informarles de todo lo que he visto y escuchado en esa maldita empresa: el proyecto Leviatán y su estudio de las energías de la Muerte y de algo a lo que denominan Plan D. ¡Pero no sé dónde están! Esta ciudad es demasiado grande y laberíntica… Ni siquiera estoy seguro de que no vayan a interceptar mi mensaje. Creo que he vuelto a sobreestimar mis facultades…
No puedo hacer nada más por ellos. ¡Tengo que irme de aquí! Con suerte estarán a salvo: mientras no los relacionen conmigo, mientras atiendan a mis advertencias y abandonen la isla lo antes posible, estarán bien… Estarán bien, ¿verdad?
¿Por qué no me contestas, Vadoma? Me siento tan aislado y perdido…
Regreso a Vol'dun. No puedo posponerlo más o me darán caza. Cuéntaselo a Zenko, ¡dile que los nuestros siguen ahí! Quizás él pueda avisarles…
Te quiere,
Tu hermano.
Al final de la misiva han garabateado algo con una letra muy diferente y tosca:
"¿QUIERES AL VULPERA, R.? MIL MONEDAS DE ORO O NO HAY TRATO".
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kiro-anarka · 6 years
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CRÍMENES DEL FRANQUISMO Las víctimas de Billy El Niño reclaman a Europa que investigue los casos de tortura en España Cinco de las personas que han sufrido torturas a manos del ex policia de la Brigada Político-Social Antonio González Pacheco han presentado una petición al Parlamento Europeo para que inste a la Comisión Europea a investigar estos delitos.
Traer a Europa la voz de las víctimas. Ese es el objetivo con el que han llegado hoy a la sede del Parlamento Europeo en Bruselas cinco de las personas que han presentado querellas por delitos de torturas contra Antonio González Pacheco, conocido como ‘Billy El Niño’, miembro de la Brigada Político Social que se dedicó a la represión de los grupos opositores al régimen franquista.
“La tortura es un delito consuetudinario reconocido en todos los países, pero España no comparte esa visión”, ha afirmado Begoña Lalana, abogada de la Coordinadora estatal de apoyo a la Querella Argentina contra los crímenes del Franquismo (CEAQUA), que ha acompañado a Bruselas a Felisa Echegoyen, Rosa María García Alcón, Chato Galante, el eurodiputado Willy Meyer y José Miguel Urbán, quien también presentará una querella por torturas contra Billy El Niño próximamente. Lalana ha explicado en la sede europea que en España aún existen mecanismos de impunidad que impiden que las víctimas puedan tener acceso a la justicia y acceso a la verdad.
González Pacheco es uno de los 22 imputados en la querella argentina contra los crímenes del franquismo, cuya instrucción lleva siendo bloqueada por la Administración española desde su comienzo en 2012.
Las cinco personas querellantes han acudido a la sede del Parlamento Europeo en Bruselas con el fin de entregar a la Comisión de Peticiones del organismo la reclamación para que, desde la Comisión Europea, se inicie una investigación sobre los casos de torturas cometidas por Billy El Niño. “No son solo reclamaciones políticas, hay mucho trabajo detrás de este informe”, ha señalado Lalana a la asistenta de la eurodiputada Cecilia Wikström (Grupo de la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa), que preside la Comisión de Peticiones. Tras trasladar esta petición, se han reunido con Josep-Maria Terricabras, eurodiputado de Esquerra Republicana de Catalunya y portavoz del próximo informe sobre derechos humanos en la Unión Europea. “El último caso de torturas que tenemos reportado es de 2016, esto no es solo hablar de memoria histórica, aunque es lo más sangrante, sino de impunidad”, ha afirmado Chato Galante al eurodiputado. También ha recordado la invitación hecha a Billy El Niño para la celebración del patrón de la policía por parte de la comisaría de Ciudad Lineal, en Madrid.
Terricabras ha afirmado que estudiarán las 400 enmiendas presentadas al borrador del informe para intentar incluir en este menciones a la falta de acceso a la justicia para las víctimas de casos de tortura, aunque ha avisado de que en el grupo encargado de este informe se acordó no mencionar a países en concreto. “Hay mucho facha suelto”, ha continuado Terricabras, tras señalar que su experiencia en Europa “es que solo podemos tener un poco más de esperanza que en España, pero espera a cuando la mayoría de europarlamentarios sea de extrema derecha, como va a ocurrir pronto”.
A día de hoy, además de las 19 querellas contra Billy El Niño contempladas en la querella argentina contra crímenes del franquismo, en los juzgados españoles se han presentado nueve querellas más en Madrid, con el apoyo de Ceaqua, de las que han sido archivadas ocho, y otras tres querellas en Asturias contra otros miembros de la Brigada Político-Social.
Felisa Echegoyen fue una de las personas que denunciaron en Argentina las torturas recibidas a manos de Billy El Niño. “La juez María Servini admitió a trámite esta querella y desde 2012 ha intentado tomarnos declaración para poder ratificar nuestras denuncias, pero España frenaba cualquier tipo de petición que hacia y no han podido seguir adelante en cuanto al tema de las torturas”. El pasado año decidió presentar una querella contra Billy El Niño en los juzgados de Madrid, pero ha ya sido desestimada. “La juez dice que no puede considerarse un delito de lesa humanidad porque no era un ataque sistemático y organizado contra una parte de la población. Precisamente es eso lo que hicieron, ir contra un sector de la población”, relata Echegoyen. “Tanto a mi como a centenares de víctimas se nos está negando el derecho a la justicia; el Parlamento Europeo, la Comisión o quien corresponda debería decirle a nuestro gbierno que tome nota y permita que Pacheco y otros torturadores sean juzgados”, continúa. “No se hace ninguna investigación”, señala Lalana sobre las querellas presentadas contra Billy El Niño. “Las magistradas que juzgaron el caso de Inés Madrigal investigaron aunque los delitos estuvieran prescritos, pero en estos casos no nos dan acceso a investigar. Ni tan siquiera se ha tomado declaración a los querellantes para que ratificaran su denuncia”, continúa.
En la rueda de prensa posterior a estas reuniones, la eurodiputada Izaskun Bilbao (PNV), miembro del Grupo de Memoria Histórica en el Parlamento Europeo, ha subrayado que, además de la negativa por parte de la justicia española a investigar los casos de tortura y las condecoraciones otorgadas a policías acusados de estos delitos, como Antonio González Pacheco, los sucesivos gobiernos españoles de distinto signo han otorgado cerca de 40 indultos a policías acusados de torturas. “Esta impunidad es insólita en Europa. Impedir que Billy El Niño, acusado de delitos de lesa humanidad, que no prescriben, sea juzgado es banalizar estos delitos”, concluye la eurodiputada.
Por su parte, Miguel Urbán (Podemos) ha acusado al comisario de Derechos Humanos y al presidente del Parlamento Europeo de negarse a recibir a las víctimas de torturas. “España es la única nación que no ha tenido un proceso de reparación a las víctimas, una anomalía a la que hay que poner punto y final”, ha retomado Willy Meyer, ex eurodiputado por Izquierda Unida y uno de los querellantes contra Billy El Niño.
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