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#gallo rojo factoria de creacion
lapaseante · 7 years
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MÚSICA PARA MIS OÍDOS (OJOS, PIEL, LENGUA Y NARIZ)
Yo no entiendo de música, por eso me veis muy poco escribir sobre ella en el blog. Y no aprendo, entre otras cosas, porque no quiero hacerlo.
Cuando estudiaba Historia del Arte en la Universidad de Sevilla, los estudiantes sólo teníamos acceso a una asignatura llamada “Historia de la Música”, que disfruté y odié a partes iguales. Hoy, debido a los cambios en los estudios universitarios, esa asignatura ha desaparecido. También, a lo largo de mi vida he tenido la suerte de que mucha gente a mí alrededor me ha enseñado a disfrutar de la buena música. Pero como decía - y al contrario que me ocurre por ejemplo con las artes plásticas- no quiero convertirme en ninguna experta, ya que ésta es una de las pocas disciplinas artísticas, que aún puedo disfrutar casi exclusivamente de forma sensorial, y aunque sé que para hacerlo alguien tuvo que enseñarme de dónde venía el jazz, el flamenco o a reconocer la diferencia entre Mozart y Beethoven, prefiero ir poco a poco, y dejar que la música entre en mi cuerpo a través de mis sentidos, porque es cuando más disfruto y mejor me lo paso.  Me ocurre por ejemplo cuando escucho “Largo al factótum” de “El Barbero de Sevilla” de Rossini y me invade la necesidad de imitar a un director de orquesta, y después ni me acuerdo por qué estaba triste o preocupada, o cuando suena aleatoriamente en mi reproductor “Danse des Adolescentes” de “La Consagración de la Primavera” de Igor Stravinski, y mi cuerpo me pide moverme sin saber por qué. 
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"Largo al factotum"(Peter Mattei), El barbero de Sevilla”. Bartlett Sher (2006). Metropolitan Ópera.
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“Danse des Adolescentes” de “La Consagración de la Primavera” de Igor Stravinski
La semana pasada fui con mi padre a uno de nuestros lugares favoritos, el Café Central de Madrid. Es raro, en cualquier viaje a esta ciudad, que no terminemos la noche en este local o alguno de sus vecinos, y aunque nunca miramos la programación, hasta ahora siempre hemos acertado con la elección. En esta última visita, descubrimos una música maravillosa, Michael Olivera Group, producto de una de las cosas que más me gustan de oír música en directo: el disfrute de los que la tocan. Aquella noche yo seguía sin entender de música, sólo sabía que ese “Ciclón Tropical” que entraba por mis ojos y oídos, llenaba también mi pecho de un aire potente y fresco casi como del que disfruto cuando en yoga hacemos meditación. La energía que estos músicos tenían en su cuerpo iba llegando al mío a través de esas notas musicales. Por supuesto, compré su disco allí mismo; Quería llevarme a casa la sensación de estar en movimiento mirando por la ventana que me transmitió “Raíles”, cuando me sentí serena, fuerte y enérgica, lo mismo que siento al viajar.
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Michael Olivera Group, Café Central (Madrid)
Pero este no es el único disco que he comprado después de un concierto en un bar: la música de Van Moustache, Little Boy Quique o Larry Martin Band me llegó más al corazón que lo último que había oído en la radio. De hecho, el disco que más oí el otoño pasado fue “Empuje”, edición limitada de un proyecto de varios amigos que versionan música de Violeta Parra o Victor Jara. Este último ni siquiera lo compré, me lo regaló uno de sus integrantes.
De vuelta a Sevilla después de este viaje fugaz a Madrid,  me propusieron un plan de viernes noche musical: “Noche de tacos y blues” en Gallo Rojo Factoría de Creación. Y volvió a ocurrir: música conocida y desconocida, distinción de los géneros musicales según la cadencia del movimiento incontrolable de mi cuerpo, y un sinfín de ideas que iban naciendo en mi cabeza, porque lo bueno de sentir la música es que no sólo se mueve tu cuerpo, también tu mente.
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Chiqui Mingo, Nuria Fernández y compañía, en Gallo Rojo, Factoría de Creación (Sevilla)
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