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#guirigay
propronews · 9 months
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VIII Muestra Ibérica de las Artes Escénicas de Cáceres, una edición decadente
La VIII edición de la Muestra Ibérica cacereña -recientemente celebrada- mantiene la tradición de la inmutabilidad, cual estatua de la monotonía. Como de costumbre, brilló por su ausencia cualquier intento de reflexión y debate sobre la efectividad del modelo de Muestra Extremeña, tan necesario para una región que se pavonea de ser toda una potencia teatral. ¿Quién necesita introspección cuando se tienen grandes Festivales variados y una infinidad de actividades teatrales que, para qué negarlo, conforman una infraestructura teatral tan envidiable que da gusto... mejorar?
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infoprovincia · 8 days
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La campaña escolar de Sala Guirigai ha abierto el periodo de inscripciones
Un año más, Sala Guirigai abre las inscripciones para su programación de campaña escolar de artes escénicas curso 2024-2025, proponiendo a los centros educativos de la región disfrutar de una maravillosa y extensa programación de teatro complementada con diversas actividades paralelas y acompañada de un trato cálido y cercano. La Sala cuenta con un programa con espectáculos para todas las edades…
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ida y venida del mester de librería.
El guirigay que atraviesa la lengua literaria tiene que ver con lo mal que la Generación del 75, mi generación, supo (no supo) recibir esa nueva tecnología que iba a ser el libro electrónico. Hoy la basura en digital (esa de la que ustedes se quejan) se añade a las miserias del libro de papel. Fuimos nosotros, gente que hoy cumplimos los setenta, quienes inculcamos en generaciones de milénials o…
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andietries · 1 year
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I have just realised that this place is literally a Guirigay xD
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littlx-songbxrd · 2 years
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Me acabo de enterar de q existe una palabra en castellano, ns si se utilizará en otros países hispanos, q es 'guirigay'. Q significa guirigay, te preguntarás? Pues ruido/gritos y situaciones similares. Esta es la palabra más Matthew q he escuchado en mi vida, tanto por el significado como por el guiri + gay
- Spanish anon
Esta es la primera vez que escucho el termino guirigay pero es tan mathew que me atrevo a decir que la palabra se la inventaron para él
Tambien FELICES FIESTAS SPANISH ANON <3
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ochoislas · 4 years
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Como Kazuko miró al techo, Izumi la imitó, echando atrás la cabeza. Pegada directamente al irregular techo blanco había una caja de plástico blanco con dos tubos fluorescentes. Incluso mirándola directamente, la luz que proporcionaban al gran espacio que hacía las veces de sala de estar, comedor y cocina era todo menos deslumbrante.
—Triste ¿no? —rio Kazuko. Izumi asintió. Más parecía que la habitación se había oscurecido de repente.
—Es una vergüenza. Llevamos aquí cuatro años y nunca he quitado la tapa para limpiarla por dentro. Las mamparas dejan pasar los insectos y no sé cómo se meten dentro del plafón, pero se han ido acumulando ahí muertos con los años. Siempre me digo que tengo que arreglarlo, pero nunca encuentro el momento, y así han pasado cuatro años.
La sala daba sobre un parque. Y aunque estaba cruzando la calle, los frondosos cerezos junto a la reja eran de buena talla y desde el apartamento de Kazuko se veían tan cerca que parecía que se los podía alcanzar con la mano. Las farolas de vapor de mercurio que iluminaban el parque debían quedar más adentro, porque su luz difusa guiñaba tras el sombrío follaje. Según decía Kazuko había una animada calle comercial detrás, pero sus luces no se veían.
—Tienes muchos insectos aquí ¿no? —comentó Izumi apartando la vista de la noche afuera y mirando otra vez el aplique blanco del techo. En la tapa había tres surcos estrechos a todo lo largo y en el centro de cada uno de ellos una sombra negra y mugrienta. Ahora que sabía lo que era le parecía distinguir que los lunares más apartados de las manchas del centro tenían forma de insectos diminutos, con alitas transparentes y larguiruchas patas.
—Hasta cigarras vienen volando y se pegan con las mamparas.
—¡No me digas! ¿En el centro de Tokio? ¡Es increíble!
—Bueno, las prefiero a las esfinges. Mira que eso de ahí no serán más que mosquitas, pero como he dejado que se acumulen ya tantas muertas, me da reparo mirar. Al principio me daba igual, pero ya llevo un año o así que la verdad no me atrevo a abrirlo. Pero supongo que antes o después tendré que limpiarlo. —Dejó de observar el techo y le llenó la cerveza a Izumi. Su hijita de seis años dormía ya en la habitación contigua. Izumi había llegado después de la hora de meterla en la cama, como le había recomendado Kazuko. Llevaban seis meses sin verse.
—Hablar de polillas, cigarras y todo eso me trae recuerdos. Las esfinges se colaban a veces en casa, hasta cuando era ya adolescente. Hoy día con tantos edificios de cemento ya no se ve ni una hormiga.
—Nosotros nos encontrábamos a menudo babosas y grillos en la cocina, y en el sobrado se escuchaba escarbar a los ratones —dijo Kazuko regocijada. Habían ido juntas al mismo instituto en Tokio veinte años antes.
—Ya. Nosotros no armábamos un cisco por eso; menos con las esfinges. No sé por qué pero siempre estábamos cenando cuando entraba una y entonces se montaba un guirigay. Teníamos que apagar las luces y buscar periódicos mojados. Hasta que uno no la atrapaba no nos podíamos sentar otra vez.
—Las alas esas empolvadas que tienen, qué grima ¿no? Mi niña no soporta ni las mariposas de la col, esas blanquitas. Se echa a llorar cuando una se le acerca.
Izumi se rio: —Y luego estaban los escarabajos dorados. Ponerse a atraparlos era no acabar. Yo les retorcía la cabeza y los tiraba otra vez fuera. Aunque ahora me acuerdo que una vez me dio por juntar cada noche los bichos que mataba y contarlos —se le animó la voz recordándolo—. Ya sabes que el último año de instituto nos quedábamos despiertas hasta muy tarde. Pues bueno mi habitación estaba arriba y la luz de la mesa atraía miles de hormigas aludas. Eran una verdadera plaga. No era posible ignorarlas, así que cada vez que una aterrizaba en mi mano o en mi cuaderno, le daba un cate; hasta que un día se me ocurrió pensar que ya habría matado un porrón de ellas y empecé a preguntarme cuántas serían. Supongo que fue entonces que empecé a reunirlas. Cuando las conté me llevé una sorpresa, y luego seguí a ver cuantas podía juntar, por no sé qué morbo. Con que una se acercara a mi mesa... ¡zas! Creo que recuerdo un montoncito de aludas muertas junto a mis libros, ya me dirás las que habría. Tienen unos cuerpos tan chupados... era un poco como reunir las virutas de borrador. Bueno tampoco es verdad. Yo me daba cuenta que aquello no era muy sano y no debía darme por ahí. Cada vez que veía de soslayo el montón me tenía que parar de nuevo a contarlas, regodeándome en el puntaje. Aunque sabía que era absurdo —le sonrió a Kazuko. Ésta tenía una expresión típica de su etapa escolar, con la boca algo torcida a la derecha, enseñando los dientes como en una morisqueta: —¿Así que ése era el tipo de cosas en las que te entretenías, no? Después de todo no me voy a extrañar, es propio de ti.
—¿Ah sí? —Izumi trató de recordar cómo era ella en la escuela, pero no fue capaz de hacerse una idea. De su íntima Kazuko, sin embargo, conservaba la impresión de una chica arrojada pero que no parecía cercana a nadie en la escuela.
—Sí, desde luego —contestó Kazuko—. Todo el mundo hablaba de cómo te cambiabas para natación. Mientras las demás en el vestuario andaban con mil tapujos, poniéndose el bañador por debajo de la ropa, tú te quedabas completamente en cueros y luego te lo ponías la mar de a gusto.
—¿Y eso que tiene que ver con las hormigas aludas?
La carcajada de Izumi le pintó a Kazuko una agria sonrisa: —Pues sí que tiene que ver.
—Yo también tenía vergüenza, te diré. Pero era cabezona. Era como decir: ¿para qué tanta tontería si somos todas chicas y así es más fácil?
—Pues lo mismo es. Ser cabezona o tomarte las cosas demasiado a pecho. Meterte en camisa de once varas, vamos.
Izumi la miró a los ojos: —Si a eso vamos ¿y tú? ¿no hiciste lo mismo?
—Pero yo no tenía en la cabeza desde el principio tener a la niña —replicó Kazuko mirando fijo la palma de su mano.
—Había algo que te empujaba a meterte hasta las trancas en el asunto ¿o me equivoco? No era por la niña, pero tampoco por él...
Kazuko no contestó de primeras.
—Bueno, es una forma de verlo —dijo por fin—. Como su mujer no era de las que se alteran por nada, quizá quise ver cómo lo tomaba. Si ella no hubiera sido tan indulgente con el amorío de su marido igual nunca hubiera tenido al bebé... Poner celoso a alguien así cuesta trabajo.
—Yo hubiera pensado lo contrario.
—Mientras no te importa, pues sí. Pero cuando estás lista para el careo definitivo, y no pasa nada... Yo estaba loca por una gran escena; que su mujer se plantara aquí desquiciada con un cuchillo en la mano... Cuando leía tales historias en los periódicos, suspiraba. Aunque si lo piensas, ella podía haber estado deseando lo mismo. Igual no deseándolo, pero esperanzada quizá.
Izumi apartó la mirada y la dejó vagar tras las puertas cristaleras del balcón, a la par que decía: —En conclusión, que en verdad nadie quiere que lo maten por celos. O habría asesinatos por todas partes.
Kazuko miró también a los árboles: —Cierto, pero llega un momento en que (y una misma no sabe cómo llegó a eso) te parece que de verdad es lo que te queda. No es que quieras que te maten, es que llega un momento en que de pronto te das cuenta que ya lo han hecho... No te puedes distraer.
Tsushima Yūko
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mariantobalina · 5 years
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Martín y el cerezo
La casa de Martín era una gota en el océano del campo, en un páramo de cardos, piedras y huesos tostados al sol milenario. Un secarral inabarcable donde una sola brizna le bastó a un zahorí para encontrar la única agua que ahora aprovechaba el pozo. Junto a él y frente a la puerta, aquella brizna creció hasta convertirse en un milagro: un hermoso cerezo que durante casi cien años clavó profundamente sus raíces nudosas en la tierra buscando el agua.
Cada primavera, le regalaba sus flores al viento alegre que jugaba a repartir pétalos en una nevada tardía. En verano, los frutos rojos como la sangre atraían a los pájaros que formaban un guirigay entre las ramas. Entonces Martín disfrutaba de aquel diminuto oasis de vida asediado por la tierra yerma.
El resto del año veía pasar los días uno tras otro apoyado en el quicio de la puerta, soñando con irse de allí. Sus hermanos ya se habían marchado muchos años antes. De vez en cuando le escribían y le hablaban del mar, de cómo el agua acariciaba la arena en los días mansos y de cómo se estrellaba contra el rompeolas en los de furia. Le decían que allí la humedad te entraba por los poros; aquí en cambio te curtías masticando polvo seco.
Aquella mañana de verano, un pajarillo en una rama lo trajo de vuelta de sus pensamientos. Separado del resto, lo miraba de perfil y piaba. Martín se acercó al pozo y sacó un cubo de agua que volcó en un plato grande de barro bajo el árbol. Enseguida acudieron decenas de pájaros a beber y a lavarse las plumas.
Densas gotas de sudor le resbalaban desde la frente hasta el cuello de la camisa, así que entró y se lavó la cara. Sin secarse, cogió un vaso de vidrio, lo puso bajo el grifo y lo abrió sin miramientos. Salió un potente chorro de agua fresca y con él, disparado, algo que produjo un ruido y un chapoteo al caer. Lo miró más de cerca y lo que vio lo dejó boquiabierto: dentro había una pequeña sirena que daba vueltas y más vueltas. La larga cola verde y la roja melena flotaban tras ella con un raro efecto a través del relieve del cristal grueso.
Martín se acercó el vaso a la cara y la sirena dejó escapar una fila de burbujas al verle el ojo negro tan grande y deforme. Se apartó rápidamente para no asustarla más y dejó con cuidado el vaso cubierto con un plato sobre la mesa de la cocina. La sirenita apoyó las manos en el vidrio y lo miró con atención. Luego intentó empujar el plato para escapar sin siquiera haber sopesado las posibilidades.
Sentado en una silla de anea a pocos pasos, la observaba fascinado. Después de unos minutos se acercó y levantó el plato. Con dos dedos, la sacó por el pelo y se la puso en la palma de la mano. La sirenita se rascó la cabeza y lo miró, brillante y resbaladiza, con ojos de pez. Las escamas eran irisadas y quiso verlas a la luz del sol. Cuando salieron la sirenita resplandeció como un diamante.
Se sentó en el brocal para examinarla con más detenimiento, pero ella se le escurrió entre los dedos y saltó al pozo con la agilidad de un pez que escapa del anzuelo. La vio sumergirse entre los renacuajos y enterrarse en el lodo. Buscó por todas partes algo para sacarla, pero no encontró nada lo bastante largo. Las chicharras atronaban ya en el aire pesado del mediodía y se rindió.
Se volvió y se vio frente al páramo polvoriento. Pensó en saltar él también para vivir en un mundo donde nadaría acompañado en un frondoso paisaje de algas, pero miró al fondo y no vio más que barro. Se quedó inmóvil hasta el anochecer, aferrado al brocal como a un salvavidas. Entonces se fue hacia la casa, cogió algo de ropa y, sin cerrar la puerta, echó a andar hacia el sur.
Literato Cuatrojos
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unpensadoranonimo · 5 years
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Demasiadas notas
Entre las numerosas escenas inolvidables de la película 'Amadeus', recuerdo una que se supone reproduce un hecho real. El joven Mozart ha presentado ante el Emperador —que es realmente quien le da de comer— un fragmento de su recién compuesta ópera 'Las bodas de Fígaro'. Numerosos cortesanos asisten expectantes al momento. También está presente Salieri (que, por cierto, nunca fue ese malvado que retrata Milos Forman, pero no perdamos el hilo). Todos ansiosos por escuchar el dictamen del Emperador. Terminada la interpretación de la pieza, José II se toma un poco de tiempo para encontrar la forma de decir lo que piensa, hasta que suelta esa frase memorable que ha quedado en la memoria como juicio tan idiota como insensible: "¡Hay demasiadas notas!". Mozart, entre pasmado e indignado, intenta replicar: "¡Majestad, las notas son exactamente las necesarias!". Pero la sentencia es inapelable: demasiadas notas, porque —según el Emperador— hay un límite a las notas que el oído puede escuchar en un momento preciso.
Y según se mire, José II tenía razón. El músico de Salzburgo estaba entonces liderando sin saberlo un cambio de época musical que incluía composiciones mucho más cromáticas, con orquestaciones mucho más sofisticadas que las escuchadas hasta entonces por el oído del Emperador y su corte.
Existen hoy demasiadas personas que se comportan en su vida con una actitud no muy distinta a la de José II. Y destacan algunos, desde sus posiciones de poder o de representación política. Son gente a la que le molesta nuestro país y nuestro entorno tal como es, con su enorme complejidad y con la riqueza que de ahí se deriva. Demasiadas notas, piensan en el fondo, cuando la realidad contradice su corta visión. Probablemente, a veces no es cuestión de mala fe: es atrofia en sus oídos. Pero lo cierto es que están más cómodos reduciendo la melodía que quieren escuchar a unas pocas notas. Es un ejercicio de simplificación fantasiosa que hoy comparten, por ejemplo, gente como el 'president' de la Generalitat, el inquilino de Downing Street y el de la Casa Blanca, o tipos como Salvini. Y, por supuesto, también esos cortesanos que rodean de forma acrítica a estos líderes en sus burbujas. Igualmente, en un marco ya ciertamente mucho más autoritario, el líder bolivariano de Venezuela… o algunos inspirados por él más cercanos a nosotros…
Existen por supuesto grandísimas diferencias entre las distintas realidades políticas y sociales que cada uno de esos personajes pretenden gobernar, transformar o liderar. Pero todos ellos son gente que se acerca a sus respectivas sociedades y al mundo en general con una adaptación del burdo "¡demasiadas notas!". En sus oídos, quizá incluso en su cerebro, no existen mecanismos para percibir e interpretar una realidad mucho más sofisticada. Creo que los que hoy llamamos líderes populistas tienen ese clarísimo elemento en común.
Pongamos a Torra, por ejemplo. Para él, lo que llega desde la sociedad catalana tiene sin duda demasiadas notas. Y como tal, es una realidad fea, profundamente incómoda en la medida en que Cataluña en su conjunto produce armonías muchísimo más ricas y diversas que los que sonidos de la única melodía mono-tono que ese hombre sabe interpretar o es capaz de escuchar. De hecho, la novedad está ahora en que incluso el propio coro independentista lleva tiempo incorporando nuevas notas y acordes, en algunos casos con un muy notable cambio de escala y de ritmo. Y ahí están algunos de sus intérpretes intentando que la ejecución simultánea de tantas notas y ritmos dispares no se convierta en un guirigay insoportable. No les será fácil, no solo porque ya se ha demostrado que la partitura original estaba mal escrita, sino también por la ausencia de un director al que respeten todos los músicos. Con el agravante de un Puigdemont desnortado al que nadie sabe ya qué papel adjudicar en la orquesta o en el coro.
Tampoco se encuentra cómodo ante su realidad un tipo como Boris Johnson, empeñado en imponer en su país —desde una posición de minoría e incluso con tics autoritarios que parecían difíciles de imaginar en esa isla— un nuevo marco político, económico y social encerrado en sí mismo, destinado a empobrecer a los británicos, que dañará gravemente las perspectivas de los más jóvenes. Pero para ello necesita reducir todo su discurso a una melodía falsamente sencilla, de la que se suprimen todas las cadencias y timbres (en su caso, básicamente la procedentes de la dura realidad del comercio y la economía internacional) que harán imposible sus sueños y obsesiones.
Ese rechazo a melodías complejas con gran diversidad o la incapacidad de captarlas se refleja a veces también en el mensaje que difunden algunos medios de comunicación en determinados asuntos. En tiempos de mensajes de 240 caracteres, o incluso de blogs de 6.000 caracteres como el que está Ud. leyendo; en tiempos de mensajes políticos reducidos a una frase brillante y ensayada para el canutazo ante la cámara, no siempre se logra articular posiciones matizadas, complejas; composiciones que incluyan acordes con muchas notas o añadan contrapuntos, aun a riesgo de caer en disonancias que resulten incómodas para los oídos de la audiencia.
Y no se trata de ir añadiendo perspectivas para protegerse en una especie de cómoda equidistancia, tan criticada, a veces con razón. Comparto la opinión de que no todo admite una total neutralidad, o la misma cantidad de argumentos a favor y en contra. Hay afirmaciones que son verdad, y otras que son mentira, y como tales deben denunciarse. Hay asuntos, valores, que afectan a la dignidad de las personas, al bienestar general o a los derechos individuales, y ahí un discurso simple y directo puede ser en ocasiones el único legítimo: en ciertos temas, quien necesita matizar mucho es probable que carezca de principios. Pero sí me parece un error llamar equidistancia al esfuerzo de intentar profundizar o al menos identificar la necesidad de hacerlo; a la exploración de las razones que expliquen —aunque quizá no justifiquen— incluso las posiciones políticas o sociales más alejadas de la propia. Y todo ello, también en esos temas y debates que a muchos nos hacen 'hervir la sangre', e incluso si ello comporta el riesgo de reconocer algo de verdad en lo que dice 'el otro'.
Hoy me estreno en este respetado medio con este primer artículo, invitado a compartir periódicamente opiniones sobre el entorno social y político que nos afecta en España y en Europa. Será un honor. Aunque temo que para algunos las piezas sonarán quizá con demasiadas notas.
Fuente: Ignasi Guardans
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ocioenlinea · 5 years
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Un viaje por la integración
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La obra aborda el primer contacto de los niños con una persona sorda y la situación de los mares
Este fin de semana el Colectivo Pies Hinchados ofrecerá dos funciones de su más reciente obra No oigo nada, soy de palo… tengo orejas de pescado, un espectáculo de clown para la familia que se centra en la sordera y el cuidado del medio ambiente. De acuerdo a la directora, María Pescador “la historia comenzó porque nosotros trabajamos una obra anterior con la comunidad sorda que se llama La luz que causa una bala en la cual nosotros fuimos ganadores el año pasado de la Muestra Estatal de Teatro… ha tenido mucho éxito y yo quise seguir trabajando con ellos pero ahora con una obra dedicada a niños”.
Pescador investigó entre las personas de la comunidad sorda y sus alumnos “qué pasa cuando los niños conocen por primera vez a una persona sorda, cuáles son las preguntas que le genera. A partir de eso comenzamos a improvisar y a sacar el texto”. Haciendo honor al lema del colectivo “El teatro es para todos y todas” la obra se aprovecha de la corporalidad del clown, el guirigay, la lengua de señas, los títeres, la música y la danza para ofrecer una obra accesible a todo tipo de público a partir de los cuatro años de edad.
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La obra se desarrolla en el fondo del mar con personajes marinos “son inadaptados que tienen diferentes formas de comportarse, se encuentran con el sordo y tratan de encontrarle la cura para que pueda escuchar”. Cada personaje nos muestra una reacción distinta desde la lástima hasta el deseo de no escuchar nada, conforme la historia avanza, los personajes descubren “como hay gente igual que nosotros pero tenemos que aprender a comunicarnos con ellas también”.
Además, los personajes deben de lidiar con el medio en que se encuentran “todo lo trabajamos con basuras literalmente, lo que se encuentra debajo del mar que son bidones, bolsas de plástico, popotes y algunos plásticos que podrían caer al agua. Toda la escenografía está deteriorada, llena de lama, arena porque estamos tratando de asimilar que ellos viven en un lugar completamente contaminado”. Aprovecha la oportunidad de conocer una obra que busca concientizar a través una propuesta vasta en la que seguro pasarás un buen rato y aprenderá un poco de la lengua de señas.
TENGO OREJAS DE PESCADO
24 de agosto, 18:00 H.
AUDITORIO DE LA RIVERA, Boulevard de Jin XI 110, Ajijic
25 de agosto, 18:00 h.
TEATRO ALARIFE MARTÍN CASILLAS, Av. Prol. Alcalde 1351, Col. Miraflores
Precios: Entrada general $100. Niños, maestros, estudiantes y tercera edad $80. Discapacidad $60
Andrea Rodríguez. No.1145. 230819
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encirculos · 5 years
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Los ministros del Real Despacho, en aquellos amenes isabelinos, eran siete fantoches de cortas luces, como por tradición suelen serlo los consejeros de la Corona en España. El presidente, Don Luis González Bravo, zorro viejo en el corral político, había procurado encaminarles por caminos de avenencia con los espadones revolucionarios, pero algunos de los consejeros, traspasado de escrúpulo beato, hubo de contárselo en el torno a la Monja de las Llagas, y la seráfica, afligica con el horror de aquella contaminación, se lo sopló en la oreja a la Reina Nuestra Señora. El Majo del Guirigay -nunca las momias apostólicas le perdonaron el remoquete- tañó el primer barrunto por los hipos de paloma buchona, con le habló en un Consejo su Majestad Católica. Tomó de allí cautela y puso en entredicho al Señor Coronado, Ministro de Gracia y Justicia. El presidente del Real Consejo, fallidos los volubles ánimos de liberalizarse, gobernó en aquellos amenes isabelinos supeditado a las camarillas chascarilleras y rezadoras de las palaciegas antecámaras
Ramón María del Valle-Inclán. Viva mi dueño
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janisjcb · 6 years
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HISTORIAS (Parte III)
Confesiones
 Para un buen entender y gran discernimiento. He hablado de amores y lejanos recuerdos que nublan mi realidad.
Esta es la pena y condena que he aprisionado en estos años. Hablar de sustancias azuladas y destellos de estrellas fugaces que se muestran por el filo de mi ventana. La luz dejó de entrar y el frío hielo comenzó albergarse sobre mi corazón.
 La habitual mujer de sueños y perseverancia se cubrió bajo los sollozos de las mujeres sin futuro.
Los bosques dejan caer sus hojas secas, la muerte de ellas es inminente. Se acerca algo más que el silencio de la noche y el guirigay de las multitudes. Es el estruendo, el rechinar de los cofres guardados en el ciberespacio. Intangible y sin logros de esta mente perturbada; me alejé de todos aquellos discípulos que se reunían para botar sobre aire el confeti envenenado por las risas. He callado por la disciplina mental, alterando y guardando neuronas para mis noches de copas. Es estupendo sentir ese calor de oriente y su aroma de otoño alejarse de mis cabañas. Contemplo segundos e instantes de realidad, pero la verdad no somos nada en un mundo de nadie.
Al parecer las negras y gélidas noches no colaboraron para que el amor vuelva a brillar como lo hacen las galaxias en su infinidad.
 Janeth
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infoprovincia · 23 days
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La compañía mallorquina Teatre Sans comienza la XIX Temporada de Artes Escénicas en Sala Guirigai de Los Santos de Maimona
La prestigiosa compañía abre la temporada en Sala Guirigai con “El Gran Manicomio” un texto inspirado en los poemas de la poeta punki Antonina Canyelles Colom, la vieja rockera que nunca muere, la poeta sin censura ni filtros, nacida en Palma en 1942 y cuyos poemas brillan sobre el escenario de la mano del director Pere M.Mestre en un espectáculo con siete actores y actrices realizado en…
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ida y venida del mester de librería.
El guirigay que atraviesa la lengua literaria tiene que ver con lo mal que la Generación del 75, mi generación, supo (no supo) recibir esa nueva tecnología que iba a ser el libro electrónico. Hoy la basura en digital (esa de la que ustedes se quejan) se añade a las miserias del libro de papel. Fuimos nosotros, gente que hoy cumplimos los setenta, quienes inculcamos en generaciones de milénials o…
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spanish-podcast · 3 years
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Una nueva semana, y una nueva "Newsletter" del Miércoles (018), con "el guirigay", "Quien canta, su mal espanta", y mucho más.
New week and a new "Newsletter del Miércoles!, with "el guirigay", "Quien canta, su mal espanta", and much more.
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kazvent · 3 years
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El conector USB-C se actualizará para soportar carga a 240 W
https://ift.tt/3i0bWlb
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La llegada del estándar USB4 parecía que iba a poner algo de orden en la ensalada de especificaciones de esta tecnología de conectividad con carácter supuestamente universal. La última revisión adopta el formato USB-C (también conocido como Type-C) como única interfaz física, pero eso no quiere decir que todos los cables USB-C vayan a ser iguales, en parte porque el propio estándar USB-C es un guirigai tecnológico de primer orden que se desarrolla en paralelo. Al mismo tiempo, las necesidades del hardware actual y de próxima generación implican la necesidad de seguir evolucionando el… Leer noticia completa y comentarios » from ElOtroLado.net https://ift.tt/3fLjKEt via IFTTT
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ochoislas · 4 years
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INSCRIPCIÓN DE UNA MUERTE QUE PINTÉ
Todo lo nacido de causa con la misma acaba; pero la causa primera ¿de dónde nace? Las palabras me faltan, mi cerebro se embota. Tales dichos llevé a la vieja de oriente, y la vieja de oriente no quedó satisfecha. El viejo de occidente se apartó ceñudo. Escribí la cuestión en una galleta y la di a los perros, mas no la quisieron. Concluyendo que sería un nefasto guirigay, amasé vida y muerte en una gragea y la di a una calavera del páramo. Al punto se irguió de un salto, empezó a cantar y a bailar para mí una larga balada de las tres edades, un baile portentoso de los tres mundos. Tres veces bailó tres mundos, tres edades... la luna se pone en Ch'ang-an, dobla medianoche.
Ryōkan
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