Tumgik
#igual freud está muerto ya sé
biwifeenergia · 8 months
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no le avisen a freud lo mucho que me gusta la tonada uruguaya
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delosremedios · 4 years
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Parásito/memoria.
1.
La memoria constituye un proceso continuo y vital que siempre invita a hacer la historia. Los recuerdos van cambiando a medida que van pasando los años. Los procesos de la memoria son dinámicos, cambiantes, y además, selectivos. Según Eduardo Galeano, a medida que pasan los años, y los años van cambiando, también cambian nuestros recuerdos de lo vivido, lo visto y lo escuchado. A menudo, ponemos en la memoria lo que en ella queremos encontrar.
Atrapados en ella, jugamos a que encontramos el origen de la vida, a que entendemos a la muerte, a que controlamos el tiempo, a que viajamos por el espacio hasta otro planeta parecido al nuestro donde establecemos una colonia y acrecentamos el linaje. Nos enamoramos de la memoria tan profundamente como es posible; como primer amor tan animado y celoso, como tendero y la cuenta, como enfermo y la cura, como explorador y la obra.
Desde el amor a los recuerdos, la memoria quiere convertirse en un puerto de partida hacia los espacios conocidos y amados, y no en uno de llegada. La identidad del ser y pertenecer deriva de los recuerdos y experiencias en un lugar particular. Las circunstancias históricas, políticas y sociales que conducen al nuevo espacio hacen del amor al recuerdo un proceso en el que se pueden dar, a su vez, procesos de aculturación, y a la misma vez de alienación.
El amor a los recuerdos nos separan de la realidad.
El intento por establecer relaciones de correspondencia con el nuevo espacio no constituye una tarea fácil. La esperanza de que el recuerdo pueda representar una experiencia transitoria hace olvidar que éste pueda llegar a durar el espacio de una vida. Los espacios que se han tenido que dejar atrás, y los diversos elementos que los conforman, son parte de una reconstrucción continua en la memoria de los enamorados porque toda aquella situación inédita e inesperada de su vida significaba perder el espejo múltiple donde había podido mirarse durante decenios, ese vínculo especular y alimenticio que nutría su propia imagen, su más recóndita identidad. Ese amor que le recolecta toda la sangre que va al corazón y le llena los pulmones con aire limpio del campo. El recuerdo y el amor entonces son el mismo contrato.
En el recuerdo hay que volver a vivir largamente para encontrar quién te conozca, quién te reconozca. Porque tu yo más nutricio ya no existe y, como en ciertas obras dramáticas, el personaje ha muerto porque el escenario ya no es el mismo y los actores que te acompañan te son desconocidos. Sin mirada reverberante, sin palabra común, sin cuerpo acreditado, la identidad se hace añicos. Sólo queda ese esqueleto desnudo que deberá buscar provisoria y urgentemente un ropaje que encubra su pérdida y su mediocridad. Falsas proyecciones, disociaciones estériles, imposturas obvias, amañados recursos, se transforman inicialmente en sus mecanismos de defensa frente a la oscuridad del mundo. Echar nuevamente raíces (recuperar el reconocimiento perdido) es tarea de titanes. No se trata sólo de la castración simbólica (de la que habla Freud) sino de la pérdida efectiva de nuestro juego ilusorio, de ese aborto de la esperanza factible que sabe a naufragio y a catástrofe.
La lucha entre el recuerdo y la realidad, entonces, se vuelve el punto de partida para la construcción de un nuevo espacio en el que las personas se refugian al fundamentar su existencia.
El momento se vuelve débil, las experiencias no tienen sentido, las ocasiones no saben igual. Más allá de la costumbre de querer vivir en el recuerdo es necesitar saber más. ¿Qué ha pasado después?, ¿quién fue después?, ¿quién fui después?, ¿quién habrá ahora?, ¿quienes fuimos entonces?, ¿para qué esto?, ¿por qué no el otro?
No hay espacio para el perdón a uno mismo. El conocimiento de la adiccion a nuestros recuerdos es el mismo combustible que aquel libido reprimido.
El recuerdo, ahora, es sufrimiento. El dolor, entonces, es el lamento.
La búsqueda de la cura se lleva a cabo en el exterior. Imposible creer en el simplísimo discurso de la unidad del ser. La personalidad no es algo más que la representación del mundo en ti. La cultura habla por ti, tus círculos sociales te caracterizan, las palabras te utilizan como vehículo para tocar el aire. Los monólogos internos no son realmente monólogos, son diálogos con la fantasía de otros.
Viajar a las afueras del organismo, el dejarte invadir, es casi un suicidio. ¿Y cómo permitir que se conozcan tus recuerdos si ni siquiera tú los entiendes? La gravedad de los miedos es indecente. Casi vulgar.
¿Qué daño puede causar?
Así como la divulgación de la ciencia, la búsqueda de la cura a nuestra adicción por los recuerdos es casi desconocida por completo.
La cura fuera de nosotros, en otra persona, en el amor de aquella, en el lazo, en el infinito espacio que ocupan, en el riquísimo olor de ambos, en el mundo de ideas que suelen generar, en el parásito que ocupa la mente.
El parásito, así le llamo, es el ser formado dentro del mundo de nuestras ideas para decorar el infernal conjunto de recuerdos que ahí se encuentran. Parecido a un agujero negro, el parásito atraviesa cada membrana del cerebro para devorar por completo cada memoria sobre el mal y la tristeza. Como por arte de magia, este ente creado por lo invisible asiste a nosotros para darnos una mejor vida.
El enamoramiento, invisible e inesperado, exonera nuestras almas con un parásito que limpia nuestros adentros; como si nada más existiera, no volvemos a recordar, saboreamos el recuerdo mientras este cuida de nosotros.
Y para encontrarlo hay que volar al espacio. Fuera de acá. Pesadilla de locos solitarios como yo. Volar al inmenso espacio que nos rodea.
Buscar.
Saber dónde está y esperar al mismísimo final de la intriga.
Encontrarme.
2.
Fui al espacio a buscarte.
Llevo veintiún años buscando tu rostro en el espacio.
Canalizando lo inmortal, además de lo nuestro, lo que escribo es absolutamente verdadero; no ha sido obra divina, lo he vivido.
Salgo del sistema solar, atravieso mi alma, soy expulsado por uno de los peldaños que sostienen mis pestañas. Miro con premura. Sé dónde estás. Gigantesca y resplandeciente. Me siento indefenso.
En la libertad de elección, debajo de la inmensidad de cuerpos posibles, estamos nosotros. Carcomidos por otros, buscando el mismo objetivo, inmensamente enamorados, pero subyugados al alteradisimo saber real.
Nuestras palabras son de oro, se intuyen entre ellas y disfrutan jugar entre ellas. Nuestras manos son de gel, se complementan entre ellas, tan simple que parecían estarse esperando. Nuestras miradas son heladas, nuestros abrazos son hirvientes, nuestras maneras son extrañas, nuestros alientos nunca son diferentes.
Nuestros besos son eternos.
Puedo verte desde lejos y parece que eres real. Parece que nunca te voy a alcanzar. Más allá de nuestro destino, no puedo dejar de intentar.
Necesidad o necesidad, ambas mías te pertenecen.
La abrupta sentencia de la verdad, me quedan segundos de vida.
Estoy viajando en mi nave a mil años luz, me faltan varios para poderte alcanzar. No pierdo la esperanza, pero la maquinaria ya está cansada. Vieja y tal vez acabada. El piloto automático sufrió tantas contradicciones por los millones de meteoritos que lanzabas evitando encontrarme. Las fuentes de poder que estaban en los costados ya no sirven por las heladas que pasaban al contactarte. Una de las cabinas de gravedad quedó destruida al manipularse con tus sentidos cristalinos.
Te miro de lejos y me siento insignificante.
Me voy a estrellar con la verdad.
Los recuerdos y la verdad.
Pero el camino está iniciado.
Es fácil querer bajar, mas nunca encontrar el destino.
Es difícil dejar de intentar.
El destino.
El parásito.
El lazo.
El amor.
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lasvocesdelosotros · 6 years
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enero 2018
01
y tienes la penosa sensaciónde que en el crucigrama se deslizó una errataque lo hace irresoluble
Rosario Castellanos
02
La literatura es un acto de dislocación. El lenguaje, los temas, deben ser descolocados, subvertidos, puestos en posiciones incómodas, porque ése es el único medio para sacudir el estado de las cosas.Eso tendría que hacer el arte en general, buscar siempre la posición incómoda.
Alejandro Tarrab
03
EL VIAJANTE REGRESA YA
No es verdad. El viaje no acaba nunca. Sólo los viajantes se acaban. E incluso éstos pueden prolongarse en memoria, en recuerdo, en narrativa. Cuando el viajante se sentó en la arena de la playa y dijo: “No hay más que ver”, sabía que no era así. El fin de un viaje es apenas el comienzo de otro. Es necesario ver lo que no se ha visto, ver de nuevo lo que ya se vio, ver en la Primavera lo que se convierte en Verano, ver de día lo que se vio de noche, bajo el sol donde antes caía la lluvia, ver la siembre verde, el fruto maduro, la piedra que cambió de lugar, la sombra que no estaba aquí. Es necesario regresar sobre los pasos dados, para repetirlos y para trazar nuevos caminos al lado de ellos. Es necesario recomenzar el viaje. Siempre. El viajante ya regresa.
José Saramago
04
“Es imposible vivir sin olvidar” (Nietzsche). El optimista sólo recuerda lo que le hizo feliz. El pesimista, lo que le entristece. El utilitario, lo que le conviene. El masoquista, lo que le duele. El sádico, las desgracias ajenas. Así se forman las profesiones de la memoria. El pasado es una fotografía con retoque: re vela en cuarto oscuro y se ilumina con lápices de colores. Sólo el olvido es una muerte en sepia.
Raymundo Ramos, 'Ars Moriendi'
05
Los amantes se tocan con palabras, y el contacto mismo está hecho de palabras, que pueden repetirse sin fin, maravillándose de lo absolutamente banal, porque su discurso no es un idioma, sino un código que no comparten con nadie más, y porque cada uno se mira a sí mismo en la mirada del otro, en un redoblamiento que va del espejismo a la admiración.
Maurice Blanchot
06
el amor no es precisamente el lugar de la verdad ni el reino de la razón sino que más bien es el lugar del ejercicio de una ceguera. El amor es ciego, suele decirse. No lo es menos cuando apunta al propio Yo.
Isidoro Vegh
07
la salud, al contrario de lo que pregonan los charlatanes naturistas, no era un estado de paz y armonía con el entorno, sino de victoria pasajera sobre el caos, de tenso equilibrio en una cuerda tendida sobre el abismo de la entropía
Jorge Comensal
08
El lunes siempre es el comienzo del futuro verdadero. La esperanza, decía Joseph Brodsky, es un buen desayuno, pero una mala cena. Me duermo pensando en terminar, en comenzar ahora sí, en hacer todo aquello que he pospuesto en la semana que termina. Cada semana es lo mismo. Un dejar pasar. Un no hacer. Un estira y afloja.
Erik Alonso
09
Leyendo a S. Freud
Leo, en un viejo ensayo de Freud:«La vida siempre provoca malestar».¿De modo que esta desazónestas ganas de huir a ningún ladoeste aburrimiento de la gentey aun de las cosas amadaseste malhumor matinal eran, al fin de cuentas, la vida?
Cristina Peri Rossi
10
Pájaros
Oigo los pájaros afuera,otros, no los de ayer que ya perdimos,los nuevos silbos inocentes.Y no sé si son pájaros,si alguien que ya no soy los sigue oyendoa media vida bajo el sol de la tierra.Quizás es el deseo de retener su voz salvajeen la mitad de la estaciónantes que de los árboles se alejen.Alguien que he sido o soy, no sé,oye o recuerda,si hay algo real dentro de mí son ellos,más que yo mismo, más que el sol afuera,si es musical la fuerza que hace girar el mundo,no ha habido nunca sino pájaros,el canto de los pájarosque nos trae y nos lleva.
Eugenio Montejo
11
El lenguaje es esencialmente algo de que disponemos y que, en otra vertiente, dispone de nosotros, nos es entregado en cuanto lo hablamos, pero se apropia de nosotros con sus propias estructuras y delimita el campo de nuestra experiencia.
Vattimo
12
Aprendemos los géneros para considerarlos, sí, pero para después verlos estallar.
Alejandro Tarrab
13
Toda criatura humana está destinada a constituir un profundo secreto y misterio para todas las otras [...] que cada corazón palpitante, es, en algunas de sus figuraciones, un secreto para el corazón más próximo, el que dormita y late a su lado. Y hay en todo ello algo atribuible al espanto.
Dickens
14
En el zapato —dice Heidegger— tiembla la callada llamada de la tierra, su silencioso regalo del trigo maduro, su enigmática renuncia de sí misma en.el yermo barbecho del campo invernal.
15
Cada noche me encuentro aplastadopor los escombros de un día derruido,de un día que fue belloy amorosamente edificado.
Juan José Arreola
16
No sé en qué momento desaparecieron los pies de mi vista. Hoy, mientras me bañaba, me di cuenta de que ya tampoco puedo ver mi ombligo estando de pie. Lo veo en el espejo y por eso sé que está desapareciendo. Ha perdido profundidad y ahora es apenas un asterisco. Pronto va a desvanecerse por completo. Era la única marca visible de que alguna vez viví dentro mi madre, me alimenté a través de ella, fui parte de ella. La única marca de esa prehistoria en la que fui un embrión igual a los embriones de todos los vertebrados y luego igual a todos los mamíferos. Así se ve el tránsito entre ser hija y ser madre, como esa lenta borradura.
Jazmina Barrera
17
Es mudo el acuerdo subterráneo que existe con esa forma escondida; y la relación entre la madre y esa forma viviente, ignota y escondida, es verdaderamente la relación más cerrada, más encadenada y más negra que existe en el mundo, es la menos libre de todas las relaciones.
Ginzburg
18
Ante la tiranía de la búsqueda, podría decirse que no hay nada más difícil que la espera. Cuando todos se van, es necesario aprender a quedarse. Aunque la salvación sólo esté allá donde crece el peligro, como escribía Hölderlin, hay ocasiones en que no queremos ser salvados, en que rehuimos a la trascendencia, en que el mundo es demasiado burdo para seguirle la pista.
Erik Alonso
19
El presente es una casa incompleta.Desde esta casa escribimos también incompletos, porque el futuro no llega, porque el futuro no existeo porque el futuro idealizado se queda en mera idealización. Se escribe en el presente para un futuroque no será. El futuro, en este caso, es el pretexto.
Arturo Loera
20
Saber que no se escribe para el otro, saber que esas cosas que voy a escribir no me harán jamás amar por quien amo, saber que la escritura no compensa nada, no sublima nada, que es precisamente ahí donde no estás: tal es el comienzo de la escritura.
Roland Barthes
21
el relámpago que convierte el pasado en presente. Una súbita conjugación.
Cristina Rivera Garza
22
el grupo contado de hilos que representan la trama de un pasado en el tejido del presente [...] y hay hilos que pueden estar perdidos durante siglos
Walter Benjamin
23
no cren en la vía violentame gustaría creeren algo —pero no creocreer es creer en Dioslo único que yo hagoes encogerme de hombrosperdónenme la franquezano creo ni en la Vía Láctea
Nicanor Parra
24
Unable to perceive the shape of you,I find you all around me.Your presence fills my eyes with your love,It humbles my heart,For you are everywhere.
Guillermo del Toro, La forma del agua
25
una teoría de la memoria donde el olvido es más vasto y más estructurado que el recuerdo, donde el recuerdo es sólo una aventura excepcional del olvido.
Beatriz Sarlo
26
En resumidas cuentas / escribe Nicanor Parra / sólo nos va quedando el mañana.Y él levanta su copa / Por ese día que no llega nunca / Pero que es lo único / De lo que realmente disponemos. Es decir, disponemos de la ausencia, disponemos de una casa que nunca terminade construirse, disponemos de la ideaque trabajamos aunque esa idea nunca se vuelvaalgo concreto. De manera romántica: disponemos de los sueños. Perdón.
* Sé que escribo desde esta casa incompletaque terminará de construir, si es que puede,alguien que no conozco.Y debemos comprender,como escribe Erick Alonso: de todos modos los puntos finales casi siempre son punto y seguido. Ladrillos que han de venir aunque no los veamos. Castillos inflados de cemento frente a nuestra ausencia.
Arturo Loera
27
Cuanto más se lee, menos huellas quedan en la mente de lo que se ha leído: la mente es un tablero en el que hay escritas muchas cosas, unas sobre otras.
Schopenhauer
28
«una forma sin voz ni ojos», «el proyecto remoto y pálido de una persona», «una individualidad concreta y real posibilidad viviente».«Si nos ponemos a pensar en lo que puede deparar el destino, nos preguntamos si no sería sensato y justo no dar nunca la vida y elegir siempre la nada». «[...] amar la vida y creer en ella significa también amar su dolor; significa amar la época en la que hemos nacido y sus abismos de terror; y significa amar, del destino su oscuridad y su tremendo carácter imprevisible».
Natalia Giznburg
29
La vida es un continuo riesgo, vivir es exponerse. La abstención del ermitaño se resuelve en delirio solitario, la fuga de los amantes en muerte cruel. Otras pasiones pueden seducirnos y arrebatarnos. Unas superiores, como el amor a dios, al saber o a una causa; otras bajas, como el amor al dinero o al poder. En ninguno de estos casos desaparece el riesgo inherente a la vida: el místico puede descubrir que corría detrás de una quimera, el saber no defiende al sabio de la decepción que es todo saber, el poder no salva al político de la traición del amigo. La gloria es una cifra equivocada con frecuencia y el olvido es más fuerte que todas las reputaciones. Las desdichas del amor son las desdichas de la vida.
Octavio Paz
30
Creo que la madurez no es un crecimiento, sino un desarrollo; que un adulto no es un niño muerto, sino un niño que sobrevivió. Creo que todas las mejores facultades de un ser humano maduro existen en el niño, y que si estas facultades se estimulan en la juventud, actuarán bien y sabiamente en el adulto, pero si son reprimidas y se les niega en la infancia, refrenarán y estropearán la personalidad adulta.
Úrsula K. Le Guin
31
Nothing in life will call upon us to be more courageous than facing the fact that it ends, but on the other side of heartbreak is wisdom.
Zach Baraff
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kallitkalma · 4 years
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La voz ausente
-Pero, como si fuera una obsesión, la soledad había aparecido reclamando su lugar
-Es hermosa y lo conmueve como cada vez que la tiene en frente, pero entendió que hace tiempo esa belleza no es para él.
-Aquella aseveración de Michael Foucault seguía siendo cierta y aun hoy, a pesar de los avances de la ciencia la farmacología. Las enfermedades mentales siguen provocando miedo, cuando no vergüenza.
- Ama el hospital. Para él, la salud pública es un milagro argentino, uno de los bastiones que todavía permanecen en pie a pesar de la llegada de cierta política que pretende ponerle un precio a todo y que, en su afán por destruirla, fue dejando a los hospitales sin elementos, sin gas, sin mantenimiento y pagando a los profesionales unos sueldos de miseria. A pesar de eso, con una dignidad que enorgullece, el personal resiste y se encarga de hacer todo casi con nada. Allí están los mejores médicos, los profesores que envidian las universidades privadas, esos que no pueden comprarse con dinero, jugando su prestigio y sosteniendo una enseñanza práctica clínica que sigue siendo uno de los orgullos del país
 - Le gustaba caminar por ahí, aunque más le gustaba antes, cuando no estaba enrejado, cuando era un lugar abierto. En cambio, ahora todo es distinto. La ciudad entera se ha ido convirtiendo en una enorme prisión donde se encierran los que quieren sentirse seguros, sin comprender que de ese modo la mayoría queda del otro lado de la reja y que esa exclusión es la causa del dolor y más violencia.
- Se ha acostumbrado a ese dolor permanente que lo habita. Lo siente recorriendo esa sangre todo el tiempo como una condena o como una bendición. Después de todo, muchas veces el dolor es lo único que le recuerda que está vivo
- Y a él la pasión lo seduce y lo aprisiona, porque tiene una característica que lo fascina: con una cara mira al amor, y con la otra a la muerte,
- Ese día aprendió dos cosas, que el terror puede tomar las formas más vulgares y que debía aprender a respetar el miedo
-Y el trabajo de duelo invita justamente a eso: a no esperar más llamados, a aceptar que el otro no va a venir, a quitarnos su presencia del cuerpo, aunque en el intento nos vayamos despedazando. No es fácil porque aunque la persona muerta ya no está afuera, todavía late en nuestro interior
- Potenciales incomprobables que niegan una verdad que hiere: la vida no tiene lógica ni justicia. El cine y la literatura saben mucho del tema, por eso abundan las historias de personas que vuelven atrás del tiempo para corregir algún detalle intentando cambiar el desenlace de los hechos.
- Recuerda la sentencia de Aristóteles: lo que ha sido ha sido y ni Dios mismo puede cambiarlo.
- Siempre me gustó esa imagen de Julieta tan perturbada en el balcón, sintiendo que ya no le es posible torcer su destino.
- Una postura digna de Sartre, Algo así como que somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros.
- ¿Y vos lo amabas?- No al menos como anhelo amar. Era una gran persona y me necesitaba. Pero yo no quiero ser necesitada, quiero ser deseada y desear. Quizás mi postura le cause gracia. A lo mejor le parezco tan ingenua como Julieta.
- No obstante ¿por qué habría de asombrarse, si todo en la vida le ha salido mal? Siempre fue así, y debe admitir que es probable que jamás logre escapar a ese destino.
- No es lo mismo el pasado que la historia. Porque el pasado es una sucesión de hechos que ocurrieron hace tiempo y están allí, inmodificables. En cambio, la historia es otra cosa. Es la apropiación que cada uno hace de ese pasado. ES algo que late, vibra y que esta vivo, y por eso el psicoanálisis cura. Porque a diferencia del pasado, la historia si puede cambiarse.
- Pero no soy una nena, y sé que estas cosas pueden pasar sin significar nada más que un hermoso encuentro sexual, Si es así, me ducho me visto, te dejo la llave abajo con el empleado de seguridad y nunca vas a saber más nada de mí. Eso si la camisa me la llevo.
- Como no llevaba ni drogas ni armas, y los libros que leía no estaban prohibidos, les parecía inofensivo. Jamás notaron el poder que late en las páginas de Sigmund Freud, José Hernández, Julio Cortázar o Víctor Hugo. No entendían que el pensamiento era su verdadero enemigo.
- Sigue lloviendo en buenos Aires y, sin buscarlo, un recuerdo le dibuja una sonrisa.
- No hay caso, sos un tango, y no tenes cura. Por eso te gustan tanto los días nublados y lluviosos. Porque es como si por un momento, Dios te estuviera dando la razón.
- Él tenía los ojos cerrados y una sonrisa dibujada en la boca el viento le movía el pelo y pensé que era la única persona en el mundo con la que podía ser yo mismo, la que podía entenderme y aceptarme como soy.
- Sin embargo en esta ocasión, el protagonista no es un actor, sino un hombre que le genera cosas que todavía no puede entender y se parecen mucho a lo que siempre soñó encontrar.
- Cuando el paciente enmudece, es porque lo invade una angustia tan grade que le impide la aparición de la palabra, un sufrimiento que le inunda el cuerpo y no lo deja respirar.
- No todo puede decirse con claridad porque, más allá del sentido de las palabras, como sombra entre las sombras, se esconde un significado latente que escapa a la voluntad de quien habla. Hace tiempo que el psicoanálisis descubrió la existencia de un discurso que, casi como una ajenidad habita e cada ser humano y cuya aparición deja una sensación de extrañeza.: el discurso del inconsciente. Un universo fuera del dominio de la razón que, en sus deseos de hacerse oír, encuentra disfraces para eludir la represión.
- Las bibliotecas de esos lugares donde, tanto la humanidad como cada sujeto, guarda aquello que lo constituye, le interesa o lo apasiona. Pararse frente a una biblioteca es pararse frente al tiempo. Ya sea el tiempo que fue, el que es o el que jamás podrá ser, pues cada libro que leemos es uno que no podremos leer.
- El obispo respondió: en mi puerta no se pregunta al que entra por ella si tiene un nombre, sino si tiene algún dolor. Y le recomendó que jamás pregunte el nombre de alguien que pide asilo porque es que más necesidad de asilo tiene es aquel al que más le cuesta decir su nombre.
- Hoy por suerte los homosexuales no necesitan esconderse, porque después de una intensa lucha, han logrado que se reconozcan sus derechos.
- Roció le conto que, antes de echarse a llorar, él le manifestó que la locura era el precio que alguien debía estar dispuesto a pagar si quería una pasión verdadera
- Porque soy psicoanalista, y he aprendido que, al contrario de lo que pensaba aquel franciscano, la verdad habita en lugares oscuros y de difícil acceso, solo al alcance de quien se atreva a escuchar lo que nadie quiere oír.
- Pansas como los griegos, que aquello que no se dice es como si nunca hubiera existido
- Siempre le extraño la capacidad de ciertas psiquis perturbadas para captar las emociones ajenas. Algunos sostienen que se trata de un don. El piensa que, si así fuera, sería un consuelo muy pobre a cambio de tanto dolor.
- Pablo observa al hombre que tiene en frente pero sus ojos miran mucho más lejos. Ve a su padre que también paso su infancia internado en un hogar. Si no lo hubieran rescatado el abrigo de esa mujer que lo amó tanto, es probable que, al igual que Dante, hubiese terminado enloquecido. Piensa además en cada uno de los chicos que sufren la injusticia de una vida miserable, los que han visitado hogares o reformatorios, los abandonados, los que piden plata o limpian vidrios en las esquinas, los que son echados de los bares por pretender vender flores o pedir un plato de comida, y piensa sobre todo, en aquellos que en este mismo instante duermen en la calle muertos de frio y lo invade una fuerza que lo revela
- Dante santana respira profundo y lo mira con gratitud. Duda y, por un instante parece aceptar su propuesta hasta que su cara se relaja, recobra la calma y, emocionado, afirma en tono de pregunta:- Pablo ¿Usted me reconoce?
- Hay momentos en la vida en los que pareciera ser que Dios existe. Instantes fugaces en los que todo se ordena de un modo casi perfecto y el mundo aparenta cobrar algún sentido.
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tararira2020 · 4 years
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| Arta |
«Un Lutscher», Conrado. Marginalias a la hipótesis sobre la sexualidad infantil
Antonella Sorrentino
Struwwelpeter es el libro más famoso de toda Alemania, el más vendido y también el de mayor circulación. (...) Y aunque nadie pueda decir en qué radica la misteriosa fascinación que despierta en todos, es un hecho probado que ejerce sobre los niños, y desde hace mucho tiempo, una especie de hechizo muy poderoso. (Mark Twain)
Me aventuro a afirmar que el estilo argumentativo de Freud atraviesa toda su obra. Mi clave para la lectura de “La sexualidad infantil” de 1905 fue deducir la hipótesis con la que Freud ensaya1: “La existencia de una pulsión sexual en la infancia posee el carácter de una ley”(Freud, 2011, p.157). De esta afirmación pueden desprenderse al menos dos lecturas: la universalidad de la sexualidad infantil y la imposibilidad de pensarla sin su aspecto significante2. Esto nos remite a la ley simbólica por excelencia con la que se rige la sexualidad en la teoría de Freud: la premisa universal del falo -teoría sexual infantil- que al igual que la novela familiar niega la diferencia entre los sexos.
Freud, que no es al estilo piagetiano un observador de niños, construye su hipótesis en base a los relatos de sus analizantes, sosteniendo sus argumentos en la indagación psicoanalítica y tomando las palabras que circulaban en su época. La sexualidad se ubica entonces en la intersección entre el niño y el campo del Otro -el Otro del lenguaje- ya que no se puede pensar la sexualidad sin dicho aspecto de lenguaje; es por ello que tiene el carácter de una ley puesto que hace referencia no solamente a la universalidad de la sexualidad infantil sino también a la ley que es significante por estructura.
“(...) en lo referente a la instancia de la sexualidad, la situación es la misma para todos los sujetos, así sean niños o adultos -todos se enfrentan sólo con la sexualidad que pasa por las redes de la constitución subjetiva, las redes del significante- la sexualidad sólo se realiza mediante la operación de las pulsiones en la medida en que son pulsiones parciales, parciales respecto a la finalidad biológica de la sexualidad.” (Lacan, 2003, p. 184)
Freud desprende del chupeteo3 los rasgos esenciales y el carácter universal de la sexualidad infantil. Una pequeña nota de James Strachey, su traductor al inglés, remite a uno de los personajes del clásico cuento alemán infantil Der Struwwelpeter para mostrar que los términos que utiliza Freud para designar una de las manifestaciones de la sexualidad infantil eran términos corrientes alemanes sobre la crianza de los niños: “El Conrad de Struwwelpeter, de F.H Hoffman, era un «Lutscher»{Chupeteador}” (Nota del traductor nº 11, p. 163, tomo VIII). Más allá de ser un detalle precioso acerca de la traducción es una indicación clínica.
F. H. Hoffman escribió Pedro Melenas y compañía como regalo navideño para su hijo. El escritor y médico alienista no encontraba un libro con enseñanzas sobre modales y hábitos para niños: decide escribirlo él mismo. La belleza de los breves relatos sobre distintos personajes (Paulina, historia a la que la banda alemana Rammstein4 dedicó una canción; Pedro Melenas; Conrado…) no radica en la moraleja que traen, sino en el modo en el que están escritas. Los poemas de esta antología están compuestas con una cuidada sonoridad que acompañan el sentido que de ella se desprende. Son, si se quiere, intraducibles5.
La historia de Conrado, el personaje citado por Strachey en La sexualidad infantil, es la de un niño al que su madre le advirtió que no se chupara el dedo porque sino el sastre se lo cortaría. La madre se marchó, Conrado no obedeció, el sastre entró y de un tijeretazo despojó al avergonzado niño de sus pulgares. En una de sus clases Germán García6 invierte la idea de que la castración está en el cuerpo de la madre: “no es la ausencia de pene en la madre, sino que es no encontrar en otro cuerpo el formato de su cuerpo, es esa discordancia. La castración está en el niño”. Los niños son “urdidores de novelas” y Conrado teje la ficción del sastre para explicar esa discordancia, para dar sentido al efecto de la castración o el impacto de lalengua (pensemos en la bella sonoridad del relato) en el cuerpo del niño.
El sastre no es un personaje aleatorio en esta historia. Strachey, nos regala otro detalle en el historial de “El hombre de los lobos”, caso en el que Freud intenta novelar algo de la infancia de Serguéi Pankéyev. El traductor advierte al lector que quien le corta la cola al lobo en el cuento infantil de los siete cabritos es nada menos que el sastre que en alemán es Schneider (cortador), sustantivo derivado de un verbo. Luego agrega que beschneiden es circuncidar. Esto no es un dato lingüístico, que “sastre” sea una palabra derivada de circuncidar, indica que la castración es una operación del lenguaje.
Lacan incluye a la pulsión entre los conceptos fundamentales del psicoanálisis y la define como un montaje porque nada tiene de natural ni de instintivo: “un concepto límite entre lo psíquico y lo somático”, la intersección entre el cuerpo del niño y el campo del Otro. Alan Pauls se refiere a der Struwwelpeter como un “monstruo teratológico”, pero no por el aspecto de los personajes. Cuando un cuento es leído por un adulto a un niño muestra que está compuesto de tres cosas disímiles: la imagen, el texto7 y la voz; los tres registros: imaginario, simbólico y real. Las palabras y el cuerpo son elementos diametralmente distintos y el niño es narrador testigo: “allí donde las dimensiones deberían estar soldadas -prueba evidente, aún para el incauto recalcitrante que es el niño leído, de que el cuento que le leen no es un bloque compacto sino un artefacto mal armado de fuerzas divergentes” (Pauls, 2018, p. 74).
El texto de Freud enseña la incompatibilidad de esa mezcla siempre heterogénea entre el lenguaje y el cuerpo del niño. La indicación de Strachey no se refiere sólo a la traducción, sino a lo clínico: que Freud denomine a la práctica de goce del niño tomando una palabra popular del Otro de su época muestra que aunque el lenguaje sea materialmente distinto al goce, no es el uno sin el otro, son las dos caras de una misma moneda a la que Lacan llama parlêtre.
Anexo:
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La Historia de Chupadedos8
«Conrado-le dice su querida madre.
Tengo que salir y no puedo llevarte,
así que pórtate bien hasta que venga a buscarte.
Sé bueno y dulce y por el amor de Dios
no te chupes el dedo , querido mío,
porque sino vendrá el sastre, ya lo sabes,
con su tijera corta-pulgares.
De las manos te los hará saltar
tan rápido y tan fácil
como si de papel fueran esos pulgares.»
Pero, ¡ay!, antes que la madre se hubiera ido
¡el pulgar en la boca Chupadedos había metido!
Y entonces, ¡plaf!, la puerta se abre,
y, ¡waaa!, entra con sus tijeras el sastre,
tijeras enormes que sólo buscan una cosa:
¡los pulgares!
Blande su arma buscando los dedos
y ya da cortecitos para dejarlos parejos
mientras el niño casi escupe la lengua
con un grito de terror que al mundo da la vuelta.
¿Quién podría decir la amarga pena
de la madre al ver al niño cuando regresa?
Muerto de vergüenza la esperaba Chupadedos,
perdidos para siempre los más gordos de sus dedos.
Bibliografía:
- Freud, S. (2003) Obras completas. Buenos Aires: Biblioteca Nueva.
- Freud, S. (2011) Obras completas. Tomo VII. Buenos Aires: Amorrortu.
- Grüner, E. (2015) Un género culpable. Buenos Aires: Godot.
- Hoffmann, H. (2012) Pedro Melenas. Buenos Aires: Barba de abeja.
- Hoffmann, H. (2015) Pedro Melenas. España: Impedimenta.
- Lacan, J. (2003) El Seminario: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.
- Pauls, A. (2018) Trance. Buenos Aires: Ampersand.
____________________________________
1 Que Freud escriba “Tres ensayos para una teoría sexual” no es un detalle sin importancia, el género del ensayo no sólo implica pasar del tratado científico a la conversación, sino que supone también una operación de lectura de quien escribe: “Y eso transformaría al ensayo en una especie de autobiografía de lecturas: no tanto en el sentido de los “libros en mi vida” , sino más bien en el de los libros que han apartado al ensayista de su vida: que lo han hecho escribir, derramar sus lecturas sobre el mundo en lugar de atesorarlas en no sé qué interioridad incomunicable” (Grüner, 2013, p. 29).
2 Paralelamente a sus Tres ensayos para una teoría sexual, Freud escribía su texto sobre “El chiste y su relación con lo inconsciente”. Por un lado, la sexualidad, y por el otro, la palabra.
3 Sobre este punto pueden consultarse "Fragmento de análisis de un caso de histeria" y La sexualidad infantil en “Tres ensayos para una teoría sexual”.  
4 Hilf mir del disco Rosenrot lanzado el 28 de octubre de 2005.
5 Quien supo de esto fue Mark Twain al intentar conservar en su traducción de estos poemas al inglés la música que los acompaña en alemán.
6 La cita corresponde a las notas que tomé en la clase del 14 de Junio de 2018 del curso anual de Germán García Una historieta del psicoanálisis. Configuraciones dictado en el Centro Descartes.  
7 “(que, incomprensible por definición, funciona como imagen, aunque una imagen dotada de un sentido perturbador, que se da por sentado, puesto que alguien, en efecto, puede leerlo, pero que para el niño está encriptado)” (Pauls, 2018, p. 73).
8 Corresponde a la traducción de Eric Schierloh, para la edición artesanal de Barba de abejas.
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elvendedordecorales · 4 years
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Pero sé que esto siempre acaba mal
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Se acerca el final del confinamiento. Hoy voy a permitirme un post que no me permitiría si este blog no fuera anónimo.
A lo largo de estos meses, me sentía tan solo que cada noche me acostaba abrazado, intentando imaginar que dormía con alguien (y siempre una misma persona). Ese ritual, más propio de un niño pequeño que de alguien con mi trayectoria, consigue apaciguar (un poco) la ansiedad que me persigue por las noches.
Quien no ha vivido en soledad jamás podrá entenderlo. Mi familia nunca está. Mis pocos amigos están demasiado lejos, y a veces siento que no me quieren. Cuando Freud hablaba de los orígenes de la civilización, se refería a dos fuerzas primordiales (y enfrentadas) en el subconsciente humano: Eros, el placer, entendido como pulsión sexual pero también como ocio, banalización; y Thánatos, la autodestrucción, entendido como la pulsión que conduce a todos los seres humanos a hacerse daño y desear su muerte. Las normas impuestas desde los orígenes fundacionales de nuestra sociedad (su teoría de la ‘horda primitiva’) habrían relegado al Eros a un plano inferior de la conciencia, limitando el acceso al placer de los hombres mediante la coerción social. Así, los placeres reprimidos de los hombres serían la causa de un imperante deseo de autodestrucción; la solución sería encontrar un equilibrio que le diera un aliento para vivir mediante el acceso al amor.
Phillipp Mainländer (1841-1876) localizaba el origen del deseo de autodestrucción en el momento de formación del cosmos. Adelantándose a la teoría del Big Bang (1948), propuso (en un sentido poético y metafísico; sin ninguna aspiración científica) que el universo se había formado a partir de la implosión de Dios, quien no habría soportado más su soledad y la falta de significado de la vida (problemática seguramente inspirada por Schopenhauer) y se habría acabado suicidando. De esta manera, todos nosotros seríamos solo fragmentos incompletos de Dios, que buscan reunirse de forma precaria, puesto que aunque algunos se unan nunca se dará una reunificación total. Siendo imágenes incompletas del Paraíso, nuestra única salvación y destino es, a juicio de Mainländer, la muerte y, cuanto más pronto, mejor. Por eso, el filósofo alemán instaba a 1) no dejar descendencia, puesto que implicaría traer otro alma condenada a sufrir, 2) suicidarse tan pronto como fuera posible, puesto que vivir es sufrir (siguiendo la fórmula schopenhaueriana) y solo un masoquista perpetuaría su existencia. 
Nietzsche, quien leyó y quedó marcado por Mainländer (tomando de él esa manida idea de ‘Dios ha muerto’), creía que la única posibilidad de superar el dolor de la existencia (lo que Cesare Pavese llamaba ‘el oficio de vivir’; o Camus escenificaba con el mito de Sísifo) era mediante el aprovechamiento de ese dolor para fortalecer el alma. La ‘voluntad de poder’ nietzscheana consiste en calmar los demonios mediante el aumento de la capacidad. Por eso, Nietzsche decía aquello de que él hubiera podido ser jardinero: pues el jardinero, al igual que su ideario, consigue que de las raíces más profundas, retorcidas y oscuras germinen las flores más hermosas.
A mí me cuesta mucho resistir el dolor. La única forma de amainarlo es consagrando mi vida al trabajo, escondiendo mi debilidad y tratando de obrar bien con los demás. Pocos intentan ayudarme, y eso no está en mi mano, pero sí está en mi mano reducir el dolor de los otros para que prosperen. La mayoría no tienen la culpa; simplemente, desconocen esta forma de dolor. Nunca se han planteado estas cosas. Su visión es demasiado limitada.
Duermo cada noche abrazado (imaginariamente) a alguien que, fuera de mis pensamientos, no me quiere. De hecho, ya me ha rechazado. Y, a pesar de eso, lo necesito. Todos buscamos nuestras propias formas de sobrellevar la autodestrucción, y conseguir que vivir sea, al menos, soportable.
· · ·
Fotografía: Leer, André Kertész.
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punxroutine · 8 years
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Carne feliz
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Por Dany Dandy
“Pregunté a un hombre lo que era el Derecho.
Él me respondió que era la garantía del ejercicio de la posibilidad.
Ese hombre se llamaba Galli Mathias. Lo devoré.”
Manifiesto Antropofágico 1928
Oswaldo de Andrade
  –De morro yo también quería ser médico –dijo mientras prendía un cigarro–. Pero como no tenía recursos me hice carnicero.
–Yo no estoy seguro si quería ser médico, pero salud –le contesté y chocamos los tarros–. Además no creo que haya mucha diferencia entre nuestras profesiones. Ayer en el quirófano, el residente de guardia cauterizó de más el músculo y el olor a carne quemada no me dejó pensar en otra cosa que bistec. Siempre me pregunto a qué sabe la carne humana. Estoy seguro de que es mucho mejor que cualquier corte de ganado Brahman o Angus.
Juan se cagó de risa y pidió dos mezcales.
Me contó que a veces hacía jales para los Zetas y me enseño las manos. Hacía un par de años le habían cortado tres dedos con un machete y tuvo que irse de raid a Monterrey en un tráiler a que se los pusieran de vuelta en el Hospital Universitario. Ahora sólo podía doblarlos hasta la mitad y con esos sostenía el cigarro. Dice que desde entonces siente un respeto muy cabrón por los médicos.
Pedimos más cerveza. La rockola de la cantina tocaba una canción de Rihanna y un par de chicas foráneas improvisaban una coreografía mientras los borrachos de la barra las miraban entre confundidos y fascinados.
Juan les ordenó que nadie las molestara para que pudiéramos seguir hablando. Tenía la mirada de un niño perverso y estaba más ebrio que yo. Había algo en él que me recordaba a mí.
Sacó una bolsita con coca y me ofreció un pase:
–I can get you anything you want vato; you know? ¿Hablas inglés? I used to live in Texas for around five years as an illegal immigrant until I got deported for dealing cocaína. I had big GMC truck, full of bitches and dollars. Pero así es la vida primo –y volvió a cagarse de risa, se puso un tarjetazo por la nariz y siguió hablando.
No sé cuántas cosas dijo en ese tren, en inglés, en español y con la mandíbula apretada. Sus ojos se subían al mismo tren y se iban quién sabe a dónde. Succionaba la colilla arrugando la cara mientras sacaba humo por la nariz y por la boca hablando como chimenea.
El entusiasmo en su habladuría me parecía tierno y se me ocurrió que Juan se guardaba en realidad algo mucho más oscuro. Para ese punto habíamos establecido ya, ese vínculo de empatía y confianza que se decreta entre dos personas que comparten cervezas y drogas.
Así que no sé por qué le platiqué que en mi primer año de medicina había mordido el cerebro de un muerto en el anfiteatro. Había comenzado como una apuesta estúpida que me inventé para tener una excusa y probar un cerebro. A cambio recibiría como paga una caja de cigarros. Por cierto nunca me pagaron. Cuando por fin tuve la masa encefálica escurriendo formol entre mis dedos de látex no se me ocurrió otra cosa que metérmelo en la boca. Seguramente Freud habría tenido algo que decir al respecto. Las meninges tenían una textura suave y resbalosa; entre piel de delfín y ala de murciélago. Lamí la anatomía de las cisuras y chupé el cerebelo como si fuera un hueso de durazno. El formol cubrió mis papilas gustativas con una película espesa y amarga que me apendejaba la lengua para hablar. De todos modos, para evitar ser expulsado procuré no dejar impresa mi huella dental.
A Juan le divertía mi historia. Sonreía enseñando unos dientes picudos y luego estalló de risa de forma flatulenta. Pasó su brazo por encima de mi hombro y me dijo:
–Te voy a platicar algo nomás porque estás igual de pirata. Yo si he comido gente –luego hizo una pausa para hacerla de emoción y se paró al baño.
Yo pedí más mezcal. Pocas veces he sentido una emoción así.
Las chicas seguían bailando y los borrachos de la barra jugaban dominó.
Cuando Juan volvió a la mesa, se empinó el caballito de golpe, limpió su boca con la manga, y me dijo:
–El primero que me comí fue por supervivencia. Cruzamos a los United de mojados y nos encontramos un cuerpo flotando en el rio. Survival homie. De ahí pos ya sabes, no teníamos comida. Te comes al muerto o te mueres. Medio lo mal-cocimos en la fogata y lo agarramos a mordidas. Estuvo bien salvaje. Para cuando me comí al segundo ya era un vicio. Te juro por ésta –haciendo una cruz con los dedos– que nunca he comido una mejor carne. A ese ya lo cocinamos acá gourmet y como ya venden vino en el Oxxo de Galeana, pues nos pusimos fresas. Barbacoa de cerebro y taquitos de cachete con cabernet. No mames, buenísimo –y se chupó los dedos excitado.
Me explicó que el ejército y la marina andaban bien perros y ya no podían andar tirando cuerpos mutilados por donde les diera la gana, así que ahora mejor se los comían.
Esa noche no pude dormir. No pude dejar de pensar en Juan; caníbal logrado. Me daba risa: Juánibal.
Lo imaginaba con su mandil de carnicero salpicando las paredes y su cara de sangre; destazando una pierna, diseccionando un hígado o mordiendo una víscera cruda.
Al día siguiente pedí un pedazo de bistec en el restaurante del pueblo. En el noticiero de la tarde hacían un reportaje de la industria ganadera, producción en masa de carne inyectada con clembuterol y condiciones insalubres en las granjas. Imágenes de pollos desplumados vivos aleteando sin control y cientos de vacas mugiendo amontonadas, colgadas cabeza-abajo de unos ganchos donde un tipo les corta una oreja o le pica el cuello. Según expertos en la materia el estrés puede causar serias reacciones negativas en el sistema inmune del ganado, predisponiendo infecciones y disminuyendo la calidad de la masa magra. Animales asustados; leche agria, huevos mutantes y carne pinche. Sin mencionar que son deficientes en vitaminas y nutrientes.
Con razón el bistec sabía a mierda. Pedí la cuenta y me fui. Yo quería comerme a la mesera.
No creo que Juan se coma a las mejores personas. Probablemente sean sicarios o narcos de otro cártel, con el cerebro atrofiado por la piedra y el cuerpo malvivido. Drogadictos y violadores con Sida, migrantes desnutridos, mentes torturadas, corazones podridos. Él dice que no hay nada mejor. Yo no estoy seguro.
Días después lo volví a ver en la cantina. Esta vez yo estaba más pedo, jugábamos dominó y la rockola tocaba “Piel canela” de Tin Tan. Le hablé a Juan sobre la sofisticación de la antropofagia como arte culinario y escupió cerveza por la nariz en un ataque. Consumiríamos solamente carne de primera calidad, escogida a mano. Carne feliz, gente bien alimentada; niños, deportistas y vírgenes. Pastel de carne vegana y ensalada de súper modelo. Bajo ninguna circunstancia consumiríamos gente enferma, a menos que el platillo así lo requiriera, tal como el caso de un diabético para cocinar carne agridulce al estilo cantonés. Lo más importante sería apegar nuestra metodología al protocolo de salud básico de la Norma Oficial Mexicana para evitar morir de kuru o por algún otro prión.
Juan estaba cagado de risa, me dijo que sentía mariposas en la panza.
A la semana siguiente volví al restaurante, me senté en la misma mesa y pedí otro pedazo de carne. La mesera traía puesta una blusa de tirantes sin brasier y el verano sudaba su escote con gotas de sal. Los bordes laterales de sus tetas redondas asomaban de la blusa cuando alzaba algún brazo para acomodarse el cabello o para limpiar una ventana o nada más para que la siguiera viendo. Las feromonas que despedían sus axilas peludas se penetraban en mi cerebro volviéndome primitivo. El gafete prendido de su pecho decía “Melisa”. Tenía alrededor de unos veintitrés años y las piernas le llegaban hasta el cielo. No me molestaba en lo más mínimo que tuviera cara de ratón ni un discreto bigote sobre el labio; sus nalgas apretadas en chikishorts bailaban una sobre la otra, caminando hacia a la cocina o a la barra, para traerme otra XX Lager con una sonrisa de lado.
–Provecho, chulo.
Ella sabía lo que estaba haciendo. Yo era suyo. Me dijo que salía a las nueve. Y volví a sentir esa misma emoción de la cantina.
Cuando terminó de trabajar fuimos de vuelta a mi casa. Bebimos un par de caguamas, fumamos un gallo de kush, y puse el disco God is good de Om. Melisa saltó encima de mí y rodamos por el piso. Hicimos el amor como animales. Ella gritaba “¡CÓMEME!” Sus fluidos escurrían por mis barbas mientras sus manos sostenían mi cabeza contra su vagina. Meneaba la cadera hacia adelante y hacia atrás cogiéndose mi cara, gritando que me la comiera toda. Hasta que enterré mis dientes en la suave carne de su vagina y los fluidos que escurrían de mi boca se volvieron sangre. Melisa tuvo un fuerte orgasmo y enseguida cayó en síncope.
Mientras estaba inconsciente, tendida sobre mí y respirando pacíficamente, tomé un cuchillo de cinco dedos, acomodé su cabello a un lado del cuello y enterré el metal frío entre la tercera y la cuarta vértebra cervical, causándole la muerte por paro respiratorio. Ella ni siquiera se dio cuenta. Parecía como soñando. La sonrisa de su rostro permanecía feliz, igual que su carne. Era bellísimo.
–Ahora si te voy a comer toda, ratonsita –le susurré al oído.
La acosté de espaldas, besé su culo cariñosamente y le di una fuerte nalgada. La emoción que había sentido en la cantina y en el restaurante se multiplicaba palpitando en mis globos oculares e hizo metástasis a mis labios. Mi vientre, mi glande, mis manos, invadiendo todo mi cuerpo. Poseído por la excitación me ensalivé el glande y se la volví a meter. Al amor verdadero no lo separa la muerte.
Sintiéndome ya poeta me comí sus nalgas, a mordidas, así como Juan se comió al primero; crudo. Mientras dentellaba los glúteos totalmente sedado por la excitación, el cuarto me daba vueltas y el sabor a hierro de su sangre se coagulaba en mi boca. A pesar del salvajismo el sabor no era el que esperaba, aunque no sabía con certeza qué esperar. La grasa cruda de sus nalgas gordas era difícil de masticar y la textura granulosa me daba más asco de lo que me excitaba. Vomité un par de veces y luego quedé dormido sobre las heridas.
Cuando desperté, el sueño persistía. Me miré borrosamente tomar un bisturí y diseccionar el cuerpo de Melisa parte por parte sobre una plancha, en tercera persona. Separar los huesos de la carne y de las vísceras en diferentes bolsas. Lavar la mierda de los intestinos con una manguera, vaciar los riñones en el fregadero y beber un poco de orina para espabilarme. Era como una película que había visto en mi cabeza un millón de veces. Funcionaba casi en automático. Al terminar la sinfonía guardé todo en el congelador.
–Hay Melisa pa’ rato –me dije.
Lo que sé de cocina, lo aprendí hace poco mirando un canal de YouTube. Deshidraté un par de tiras de la carne de sus piernas en el horno, agregué una parte de sal, cociné a fuego lento un diente de ajo, media cebolla, dos tomates, dos chiles serranos, un puñito de chile piquín y cilantro con un poco de aceite. Luego guisé la carne con tomate verde, cebollines, pimientos y agregué tres claras de huevo.
Esa mañana desayuné al aire libre, escuchando a la filarmónica de Leningrado interpretar el concierto para chelo y orquesta en La Menor de Robert Schumann en el viejo tocadiscos. Una fresca brisa perfumada por las montañas de la sierra de Arteaga acarició mi rostro que miraba contemplativo al horizonte mientras retiraba lentamente el tenedor de mis labios. Melisa era realmente deliciosa. La acompañé con un vino tinto del Oxxo atendiendo a la recomendación de Juan.
Para el desempance, fumé marihuana en una pipa de madera de nogal tallada a mano, con la pierna cruzada y un té de hierbabuena con miel de agave.
Pensaba en los desayunos de la reina de Inglaterra, de los emperadores romanos o incluso de los faraones egipcios.
–Me la pelan todos. Machacado de Melisa.
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andresrapoport · 4 years
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REFLEXIONES EN CUARENTENA DÍA 54 (12/05/20)
Soñé que estaba en un cohete flotando en el espacio. (Siempre me sonó infantil la palabra “cohete”, no sé bien por qué, de hecho al principio iba a poner “nave” pero me pareció al cohete). ET cohete tenía grandes ventanales por donde se veía un mar de estrellas que quitaba el aliento (no como el corona pero casi), pero no podía ubicar la Tierra por ningún lado, cosa que me inquietaba un poco. ¿Tan lejos estaba de casa? No tenía certezas. ¿Cuál era mi misión? Tampoco lo sabía. Sí puedo decir que me acompañaban dos personas más, que pueden o no haber sido George y Jerry de “Seinfeld". Yo creo que sí, que eran. Soy fan de la serie, así que me gané que aparezcan en mis sueños. ¿Me van a venir a cobrar los bolos? Aunque estos yanquis son capaces de cualquier cosa. ¿Pero por qué mi subconsciente me ubicó en el espacio con ellos? Solo Dios sabe. Y Freud. Pero Freud está muerto. Y según Nietzsche, Dios también. Ambos se llevaron el secreto a la tumba. Me gusta pensar que se murieron juntos, perseguidos por la policía, lanzándose a un precipicio en un auto descapotable agarrados de la mano. Sí, a lo Thelma & Louise, pero Dios & Freud. Hacete un tema con eso, Fito Páez. O mejor no, no hagas más temas que así estamos bien. En algún momento estallaba una discusión entre todos los tripulantes del cohete, no recuerdo el por qué, pero yo la extinguía diciendo que no tenía sentido pelearnos mientras vivíamos una experiencia que la abrumadora mayoría de las personas no iba a vivir jamás. Ahora que escribo esto, me congratulo por lo sensato y lúcido que fui en el sueño. Me vendría bien sacar a relucir esa sensatez en la vida despierta también. Después nos quedábamos dormidos los tres, hasta que por un intercomunicador nos avisaban desde la Tierra que estábamos empezando el descenso, que ellos controlaban el cohete, y que íbamos a tener 20 minutos de silencio de radio al ingresar a la atmósfera (ahora que lo pienso, esto último lo saqué de “Apollo 13”, la peli en la que Tom Hanks se sube a una nave para irse a la luna después de sobrevivir varios años en una isla desierta, cualquier cosa con tal de no estar con su familia ese tipo). El cohete pegaba unos sacudones y yo sentía miedo, pero Jerry (creo que era él) me decía que me tranquilizara, que igual que en su sitcom no pasaba nada. Después el sueño incurría en una elipsis, y de pronto seguíamos dentro de la nave pero ya en la Tierra, apoyada en lo que supongo era un camión que recorría la calle de un pueblo. Ahora a través de los ventanales se veía gente que nos saludaba entusiasmada, como si fuéramos héroes. Quizás lo éramos, aunque no recuerdo haber hecho nada heroico en el espacio, salvo estar ahí y volver. No digo que sea poco, pero tampoco es que volvimos con la vacuna del coronavirus entregada a nosotros por alguna civilización extraterrestre. Aunque nunca llegué a revisar mi mochila.
Un amigo compartió un video en whatsapp de una animación que muestra a dos monigotes caminando, corriendo, en bici, y la distancia que tienen que mantener entre sí para evitar el peligro de contagio. La saliva y otros fluidos corporales aparecen como una nube roja expulsada al aire por uno de los monigotes. Un poco impresionante, la verdad. Da la impresión de que la policía le pegó un tiro por romper la cuarentena haciendo running, y el otro monigote se aleja para no ser salpicado. Pero bueno, se lo mostré a mi hijo menor enseguida. Todo sea por educar. Lo que sí, el video está en alemán. No pude evitar sentir que era un instructivo que insta a mantener la distancia con los judíos. Yo sé que no todo lo alemán es de por sí antisemita, pero hicieron bastante para ganarse el preconcepto. Además de ganarnos dos mundiales sobre la hora. Malditos nazis.
Otro sueño que tuve: estaba en un bar, participando en un taller literario coordinado por Guillermo Barros Schelotto. Aunque bien podría haber sido Gustavo, el hermano mellizo. No los conozco tanto como para distinguirlos. Aunque imagino que Guillermo es más adepto a la literatura norteamericana del siglo XX, y Gustavo especialista en gauchesca y literatura rioplatense. En determinado momento pensaba que era raro que fuera en vivo y no por zoom, dadas las circunstancias. Sí, eso me parecía raro, no que fuera un Barros Schelotto el que daba el taller, porque en mis sueños por lo menos no soy prejuicioso. Me estoy dando cuenta ahora de que soy bastante mejor persona soñando que despierto. Qué tema. Y bueno, me voy a dormir.
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danielwayne87 · 5 years
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La cosa del árbol
Estaba estudiando con un grupo de amigos – Ricardo, Rubén, Ramos y yo -  sobre la vida de Sigmund Freud, cuando llegamos a una parte en la que se hablaba de su consumo frecuente de drogas. Como jóvenes veinteañeros teníamos la inquietud de probar alguna droga ilegal, por lo que nos convencimos entre los cuatro de probar alguna droga a la primera oportunidad. Por ese entonces, aparte de estudiar en la universidad, Ricardo y yo trabajábamos por las tardes en un cine, se dio la casualidad que a los pocos días de hablar sobre el consumo de drogas unos compañeros se hicieran “famosos” entre el equipo de limpieza del cine por sus ausencias cada vez más frecuentes. Cada vez que regresaban, se les veía con las pupilas dilatadas, muy ansiosos, muy enérgicos, y se limpiaban constantemente las fosas nasales, y uno de ellos, era el proveedor. Ricardo y yo nos acercamos a este compañero para preguntarle por las drogas que vendía; nos dijo que tenía varias, pero las más vendidas eran la cocaína y la marihuana.
Nos ofreció cocaína, pero al no tener efectivo en ese momento, decimos esperar, y ese mismo día al salir del trabajo Ricardo y yo fuimos a mi casa a buscar información de los efectos y duración de los mismos de la cocaína y de la marihuana.
Al día siguiente con dinero en mano llegamos al trabajo buscando al que sería nuestro proveedor, pero para nuestra mala suerte ese día él había descansado, teníamos que esperar al día siguiente. Al día siguiente llegamos y al ver al proveedor le compramos una bolsa de tamaño mediano de hierba, yo le hablé por teléfono a Ramón para que me alcanzara en el cine y le di una mochila con la bolsa que acabábamos de comprar, y nos pusimos de acuerdo para vernos esa noche en casa de Ricardo para probar esta hierba.
Llego la noche, se terminó el turno, y yo personalmente estaba ansioso, tenía miedo, sabía que si mi madre se enteraba de que compre y consumí una droga ilegal me mataría, estaba por decidir irme a mi casa, pero al salir veo a Rubén que nos esperaba a Ricardo y a mí en su coche, sabía que cualquier objeción que pusiera seria inmediatamente invalidada por cualquiera de los dos y terminarían convenciéndome, así que decidí no decir nada, solo le mande un mensaje de texto a mi mamá avisándole que ya había salido del trabajo y que, como le había dicho días antes, iría a pasar la noche a casa de Ricardo.
Yo, Daniel, siempre he sido un tipo nervioso, me altero con mucha facilidad, por lo que, honestamente, no suelo hacer cosas que “mis padres desaprobarían” pero en esta ocasión, estaba decidido a hacer algo que me habían repetido en cientos de ocasiones que no hiciera, total, ¿que podría salir mal? Habíamos leído que podría pasarnos, y solo encontramos que entraríamos en un estado de euforia, que los sentidos no estarían al 100% por lo que se recomendaba al consumidor no estar fuera de casa, asi que, tomando en cuenta eso, pensé que estaba todo cubierto, no estaríamos solos y no saldríamos de la casa, como dije, nada podría salir mal, o al menos eso pensaba.
Llegamos a la casa de Ricardo, el único que faltaba era Ramón, Ricardo le llamo y dijo que llegaba en 30 minutos, los cual me parecieron eternos, como ya mencione, estaba nervioso, MUY nervioso. Mis amigos se dieron cuenta, ellos también estaban nerviosos, en mayor o menor medida que yo. Pasaron los 30 minutos y Rubén aun no llegaba, decidimos esperar un poco más de tiempo, y comenzamos a platicar de diversas cosas, recordar tonterías que habíamos hecho o dicho ese día en la escuela, o como unos meses atrás, habíamos hecho una práctica en la universidad donde diseccionamos una cabeza de puerco, para poder ver cómo era un cerebro en vivo, la profesora, que era médico y psicóloga, nos mencionó entre broma que, al ser difícil conseguir un cerebro humano, nos quedaba solo ver el de un cerdo, que era el más parecido al nuestro, luego, al no saber más de que hablar, alguien comenzó a contar una “historia de terror” que no asusto a nadie, yo ya estaba desesperado.
La espera termino, esperamos a Ramón poco más de hora y media, al parecer no conseguía convencer a sus padres que estaría con nosotros. Enseguida sacamos el papel para forjar y, como pudimos comenzamos a hacer los cigarros, dado que en ese tiempo aún no había tantos tutoriales o cosas por el estilo, batallamos en hacer un buen cigarro. Salimos al patio, que era bastante grande, nos sentamos en el piso y comenzamos a fumar, la idea era que cada uno se fumara su propio cigarro, pero al ser inexpertos desperdiciamos bastante hierba por lo que al final nos quedamos con pocos cigarros por lo que íbamos compartiendo de uno en uno. Yo pensé que el efecto sería inmediato, pero no pasaba nada, y lo mencione a mis amigos, cuando uno dice algo así como – “ya cállate, deja disfrutar” – y eso hizo que estallaran las carcajadas entre los cuatro. Pensé, - “ok, es oficial, esta cosa ya está haciendo efecto” - seguíamos fumando, riendo, hablando de cosas sin sentido, se terminó la hierba y parecía que el efecto ya estaba pasando, seguíamos en el patio, ya era casi las 2 de la mañana, Ricardo y Rubén fueron a la cocina a ver que había de comer, Ramón y yo nos quedamos platicando, cuando, se escucha un ruido en los árboles, dado que en esa zona hay muchos gatos no le dimos importancia, -“ a de ser otro gato” – pensamos en voz alta. Al poco tiempo se escucha un ruido espantoso, parecía una pelea de gatos; el árbol de donde provenía el ruido no tenía muchas hojas, pero al ser de noche nuestra visibilidad era limitada, de pronto vemos como un gato baja precipitosamente del árbol, visiblemente lastimado; dado que el ruido fue demasiado pensamos que entre 2 o mas gatos habían atacado a este que bajo, alzamos la vista y lo que vimos nos dejó sin habla. Ante nosotros estaba un ser grande, de color rojo, que nos miraba fijamente, no podríamos decir que era algo antes visto, y no nos quedamos a averiguar que era, corrimos a la casa y salimos por la otra puerta gritando que había algo en el árbol, Ruben no quiso averiguar de que hablábamos, solo nos siguió y con relativa calma salió de la casa y nos dio un aventón a cada uno, Ricardo no nos hiso caso y se quedó, le rogamos que se fuera con nosotros o a casa de su madre, pero el se negaba, asi que solo le pedimos que cerrara bien la puerta del patio a la casa. Al llegar a mi casa me dice Rubén – “tranquilo wey, de seguro lo que sea que creíste ver debió ser por efecto de esa madre, relájate, mañana si quieres nos damos una vuelta a la casa de este wey” – “órale va” – le conteste – “lo bueno que mañana es sábado” – me baje del carro y me metí a mi casa, con el susto hasta el hambre se que había quitado. Trate de no hacer ruido, me metí a mi cuarto y apenas toque mi colchón, quede profundamente dormido. No pude descansar, soñaba que la cosa del árbol me perseguía, yo trataba de escapar y corría lo más rápido que podía, y al darme cuenta de que no podría escapar, decía hacerle frente, y comenzaba a pelear contra ese ser; era dueño de una increíble fuerza, fue en ese momento que me di cuenta que yo era un gato, - ERA EL GATO QUE HABIA VISTO LA NOCHE ANTERIOR!!. En mi intento por escapar distraje mi mirada por unos segundos, fue en ese momento que sentí un zarpazo en un costado, caia del árbol y sentía como mis fuerzas se iban poco a poco, luego el sueño termino. Tuve más sueños los cuales no logro recordar, solo sé que al despertar estaba muerto de miedo, tenía la certeza de que algo les había ocurrido a mis amigos, pero no podía dejar de pensar en lo que me había dicho Ruben, que quizá todo sea un mal viaje, efecto de la droga. Decidí tranquilizarme, desayune, aun era temprano como para ir a ver como estaban los demás. Pasaron las horas y mi miedo y ansiedad desaparecieron, ya estaba convencido del mal viaje que había tenido. Realice mis tareas pendientes, estudie un poco para un examen que estaba próximo, y cuando estaba por comenzar a alistarme para irme al trabajo me llama Ricardo, me dice que vaya a su casa lo más rápido posible. Me visto con lo primero que encuentro y corro a su casa, mi amigo sonaba muy asustado. A una cuadra de su casa veo que Ramón también está de camino a casa de Ricardo, al llegar Ricardo nos ve y nos pregunta – “chavos, ¿Qué fue lo que vieron en la noche?” – en este punto mi miedo regreso y solo sentía como se apoderaba de mí, al mirar a Ramón supe que se encontraba en la misma situación que yo, atinamos a decir  - “no lo sabemos, poro igual solo fue el efecto de la droga, no fue nada” – Ricardo nos mira no muy convencido y nos dice – “vean lo que encontré esta mañana.” – acto seguido se voltea para mostrarnos el árbol donde escuchamos el ruido, tenía unas grandes marcas de garras en el tronco, a un lado, un rastro de sangre, y unos metros más adelante estaba el cadáver del gato, me asuste, pero vi algo que llamo mi atención, estaba muerto de miedo, pero me acerque al cadáver. Moví un poco el cuerpo del gato, y al verlo el horror me paralizo, pues este gato tenía un zarpazo del lado izquierdo, justo como en mi sueño, no cabía duda, en mi sueño yo era este gato.
Decidí no decir nada, sabía que mis amigos no me creerían.
Pasamos el resto del día en casa de Ricardo, como podíamos, hablábamos con los vecinos para saber si habían oído algo raro durante la noche, pero lo único que conseguimos fue que se burlaran de nosotros porque escucharon el ruido que hicimos y de cómo salimos corriendo, según ellos, por un mal viaje de la droga (era difícil que no supieran que fuimos nosotros los que fumamos hierba). Por la tarde, sabiendo que si buscábamos a los dueños del gato nos culparían de su muerte, decidimos enterrarlo en el patio, Ricardo nos aseguró que su papá casi no estaba en casa así que no se daría cuenta del bulto de tierra, además de que procuramos ocultarlo un poco con las plantan que tenían ahí.
Pasaron los días y poco a poco dejamos de hablar del tema, hasta un par de meses después, estábamos reunidos de nuevo los cuatro en mi casa, compramos un par de cervezas, y comida, ya habíamos pasado los exámenes finales y necesitábamos relajarnos del ajetreo escolar. De pronto, sin previo aviso, Ramón recordó lo ocurrido esa noche, lo aterrorizado que estaba al ver esa cosa en el árbol, y como estaba petrificado al ver el cadáver del gato al día siguiente, acto seguido, temblando de miedo nos confesó que  había tenido un sueño muy extraño, soñó que el era la criatura del árbol y que, tenía como objetivo atacar a Ramón, pero el gato se cruzó en su camino, quizá quería defender su territorio, o quiso ayudarnos, nunca lo sabremos, fue en ese momento que yo les relate mi sueño, de cómo pelearon esa cosa y el gato, y de cómo, en mi sueño, el gato perdía el conocimiento. Luego de un rato, llegamos a la conclusión de que jamás sabríamos que era esa cosa, y porque quería atacar a Ramón, solo estábamos seguros de una cosa, nunca habíamos visto algo semejante y deseábamos con todo nuestro corazón no volver a vivir una experiencia similar.
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