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Mamá

No quiero usar eufemismos: falleció mamá. Las palabras menos dolorosas que encuentro para sustituir esa realidad son: “se ha disuelto físicamente”. Sea cual sea tu edad, cuando eso pasa, cuando tu madre muere el andamiaje completo de tu vida se cimbra, se viene abajo. Hay que volver a comenzar desde el principio.

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Chicago

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El juego de gemas. No me gusta jugar ningún juego de mesa, pero qué belleza de tablero a medida que se va llenando de estos coloridos vidrios.

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Desfile en la Ciudad de México. Aniversario de la Independencia Nacional. Columna de militares frente al Palacio de Bellas Artes.

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Mi música

La música que quiero escuchar tiene que sobreponerse y destacar sobre tanto ruido; sobre la música casi siempre horrorosa y estridente que llevan en los autos, por encima del runrunear de motores, del ensayo de aquella banda de guerra de aprendices, del acostumbrado estallido de pólvora en este pueblo cuetero… Quiero escuchar mi música y casi no encuentro la forma.

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Música de concierto llevada a la calle. ¡Qué maravilla! Beethoven interpretado por la Banda del maestro Arpero, en la feria de Santa Ana Maya, Michoacán.

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Confusión

A veces mi letra es tan ilegible (fea e ilegible) que una palabra suele confundirse con otra. Por ejemplo AYER con AZAR. El resultado, sin embargo, da lugar a un maravilloso tema de especulación filosófica: ¿pueden encontrarse elementos de azar en el ayer, en el tiempo pasado? 

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Estantería de huellas

Huelva, España. Viernes 3 de octubre de 2003

Ayer por la noche fue la inauguración de la exposición Pintores Mexicanos en Caja Rural de Huelva. Asistió mucha gente y todo salió bien. El día empezó con una visita a la Radio Popular de Huelva. Entrevistaron a Jorge González de la Parra. Por cierto, entre más lo conozco más lo admiro por ser excelente persona. Visité el Mercado del Carmen. Se parece mucho a los mercados de México. Ahí se pueden comprar frutas, pescado, verduras, etcétera. Hay muy pocos puestos en la calle y, Según me dijo Rodolfo (otra excelente persona), todos son de gitanos.

Ayer me excedí en la parranda. Tomé vino afrutado al medio día en casa de Rodolfo. Luego, en la cena que nos organizaron en Aljaraque, un pueblo cercano, tomé más tinto, una copa de vino blanco y un vaso de cerveza. Regresamos a la Universidad a las 3:30 de la madrugada de hoy y todavía me puse a enviar correos.

Al medio día visitamos las carabelas en Palos de la Frontera. De aquí partió Cristóbal Colón hacia aquel incierto viaje.

He realizado también mis primeros dibujos aquí, en España, en mi cuaderno de diario. Creo que todo bien.

Ahora espero que abran el comedor. Debo romper mi régimen vegetariano, pues aquí casi no preparan verduras. Comeré un poco de pescado.

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Estantería de huellas.

9 DE MAYO DE 2023

Estoy seguro que, si escribo, conjuro el maleficio autoinfringido, detengo la catástrofe que ya tocaba a mi puerta. ¡Cuánto tiempo ha que solté la disciplina de trabajar en la pintura! Hoy, con nuevo ímpetu, la estoy recuperando. Para empezar, lo escribo y lo decreto.

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Un niño. Richard. Que sea adorable o que fastidie no depende de él, sino de uno. Es asiduo visitante del convento donde pinto, pues su madre (o abuela, no sé bien) es mujer que reza en el grupo de los martes. Suele andar por ahí jugueteando cerca de mi andamio. Dice que le gusta cómo va quedando la pintura y, a veces, me abruma con tantas preguntas, pues no me deja concentrar. Aun así, trato de tener paciencia y siempre le contesto con tono amigable. Es niño y todo le da curiosidad.

 Me contó Richard que su padre le dice José. Cuando yo le dije Richard, me respondió: “Tú puedes decirme José”.

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SURREALISMO SANMIGUELENSE

En una puerta de San Miguel de Allende, Guanajuato, México, encontré esta belleza espeluznante.

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LA RIQUEZA SEGÚN STEFAN ZWEIG

Las buenas lecturas pueden ayudar al derribamiento de esos monumentales monstruos llamados prejuicios. Por desgracia pasan generaciones sin que se ponga en duda la más arraigada y perniciosa creencia acerca de cuestiones que son de vital importancia para el bienestar de la sociedad. Me refiero a bienestar en su sentido auténtico y elevado, no a la actual identificación que se hace de ese valor con el hedonismo más pedestre.

Por referencias de mi buen amigo Martín Rosas, extraordinario consejero bibliográfico, conocí al escritor Austriaco Stefan Zweig (1881-1942). Víctima, como muchos otros judíos de la persecución nazi; desterrado  de su patria y de cualquier otro territorio europeo, elaboró su autobiografía poco antes de que, por sus propias manos, pusiera fin a su vida. Tanta fue su decepción de la humanidad. “El mundo de ayer” es el título que eligió para ese libro de publicación póstuma.

Para quienes disfrutamos de la literatura biográfica e histórica, es fascinante desde sus primeras páginas, no sólo por su refinado estilo narrativo, sino porque —seguramente sin proponérselo— resulta en buena medida didáctico. (Aunque estoy elaborando este texto cuando apenas avanzo en el primer capítulo, ya me ofreció materia prima para reflexionar y comprender algunos aspectos de la cultura europea y la religión judía).

¿Cual es el prejuicio que escuchamos desde que éramos niños? Que los judíos tienden a la persecución de la riqueza material como principal sentido de su vida. “Parece judío”, algo así suele decirse al referirse a quien trabaja con extremado fervor, es extremadamente codicioso y busca oportunidades para hacer jugosos negocios. Este prejuicio pinta de color equivocado al verdadero miembro de la religión y cultura judía. Stefan Zweig lo explica así:

“Obtener riqueza significa para él nada más que un peldaño, un medio para alcanzar al objetivo verdadero, de ningún modo la finalidad intrínseca. La voluntad verdadera del judío, su ideal inmanente, es elevarse a la esfera espiritual, ascender hacia una capa cultural superior. En el judaísmo ortodoxo oriental, donde tanto las debilidades como los méritos de toda la raza se manifiestan más intensamente, encuentra esa supremacía de la voluntad tendiente a lo espiritual por encima de lo meramente material, su expresión plástica: el hombre piadoso, el erudito en materia bíblica es mil veces más considerado dentro de la comunidad que el rico; aún el más acaudalado preferirá dar su hija por esposa a un intelectual pobre que a un comerciante”.

No necesito agregar más a lo que escribió alguien que, en congruencia con su propia tradición, rechazó la herencia industrial paterna y prefirió dedicarse a la creación literaria.  

La riqueza ha de comprenderse, entonces, siempre acompañada por las dos más deseables especificidades: lo espiritual y lo cultual. Por supuesto que sin detrimento de los satisfactores materiales básicos para la vida de las personas.

Ahora bien, ¿la riqueza en sí misma impide el progreso espiritual? Aunque las palabras de San Mateo (19:16-26) parecieran indicar que así es, en realidad no me parece que sea acertada esa interpretación ni esa creencia. Es, desde mi punto de vista, otro prejuicio que ha penetrado en la mentalidad de buena parte de la feligresía. El desprecio demagógico de los lideres hacia personajes destacados por su actitud emprendedora y ambiciosa utilizan esa idea maniquea con fines políticos. Desde luego que habría que distinguir entre varias clases de riqueza: la obtenida legalmente mediante un continuo e inteligente trabajo empresarial, y la otra, la que ha sido alcanzada por medio de corruptelas empresariales y políticas y la explotación inhumana de trabajadores y recursos naturales.

“Os aseguro que un rico difícilmente entrará en el reino de Dios. Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de Dios” (Mateo 19:23-24). ¿Qué significado tienen esas palabras? Me esfuerzo por comprender su sentido más verdadero; pero, ¿acaso puede resultar exitosa la búsqueda de un sentido único y verdadero? Confieso que no sé. Una persona que alguna vez estuvo ligada a una de las vertientes del cristianismo me explicó que esa parábola se refiere a una circunstancia histórica: los ricos de los antiguos pueblos israelitas se desplazaban montados en camellos. Las dimensiones de las puertas de los templos eran relativamente pequeñas y eso impedía el paso de los acaudalados. Necesariamente debían dejar afuera equipaje y montura. Pero, ¿qué más puede decirse de esas palabras que en apariencia desacreditan a la riqueza sin dar mayores explicaciones? Me atengo a razonamientos pragmáticos y prefiero no despotricar contra la riqueza y quienes la cultivan, como antes he dicho, de modo legítimo y como un justo derecho. No vaya a ser que por maldecirla se nos nieguen los sanos beneficios que ella puede concedernos, como comprar comida suficiente, pagar el alquiler del estudio, servicios como energía eléctrica e Internet y comprar de vez en cuando algún libro.     

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El cabreo y el espejo.

De la serie Estantería de huellas.

28 de octubre de 2023

Lo difícil es colocar la primera línea. Luego, por una especie de inercia, se precipitan las palabras en un caudal interminable, formando ríos, estrepitosas cascadas que más adelante, en remansos aparentes, llenan páginas y más páginas. Sólo espero muestren, pese a su turbulencia de arena revuelta, lo que siente mi corazón, lo que anhela, lo que lo encabrona en estos tiempos especialmente aciagos. Claro, hablo de la vulgar codicia y mediocridad de casi todos los que se han colocado en la cumbre del poder a base de mentiras y tranzas y no cumplen con su deber más indispensable: guiar al rebaño para salir del lodazal.

Pero... debieras girar la mirada hacia otro lado. Hacia ti mismo, por ejemplo. Observarte en el espejo con mirada paciente y benévola para no caer en eso a lo que eres tan propenso: el desaliento, los sentimientos de culpa y los inútiles remordimientos. Corregir lo de afuera no está en tus manos. Quizá se convirtieron las masas y las instituciones en un muerto desahuciado. Hay mucho que remodelar en tu propio corazón.  

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¿VALE O NO VALE?

No debo sentirme defraudado. Nadie me prometió que la gente iba a apreciar mi esfuerzo por traer a la realidad unas pinturas que nadie encargó, ni por anotar en mi cuaderno tonterías como esta. Resulta increíble que a estas alturas de mi vida no haya comprendido que la humanidad, como si fuese un mueble de apartados postales en una vieja oficina de correos, está dividida en mundos. En muchos mundos, para ser más preciso. Lo que para unos es valioso, importante, para otros resulta ser un racimo de trivialidades que carecen de interés. Lo malo es que hay una incurable necedad por intentar a toda costa hacer comprender a todos los demás que lo que hago posee algo de valía. Nadie me aconseja esto, pero yo me lo digo ahora: tú sigue trabajando; que no te importen los likes ni los aplausos.  

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CHIAPAS DE ROSARIO CASTELLANOS

Además de pasar horas de placentero entretenimiento, puede conocerse el carácter de una sociedad como la chiapaneca si se lee una novela como “Balún Canán”. Terminé su lectura la noche anterior y me deslumbró la escritura de Rosario Castellanos. El tiempo de la historia transcurre cuando estaba vigente en todo su empuje el cardenismo, allá por los años 50s del siglo XX, cuando la repartición de los latifundios tomaba impulso en muchas regiones del país.

Pero no solo la temática sociohistórica tiene valor en esta novela, sino, sobre todo, su estilo, su estructura, la construcción de los personajes que se mueven por esos escenarios selváticos e incomprensibles, a veces, para nuestra mentalidad occidentalizada y moderna. Los conflictos sociales, la constante tensión entre los indios de la selva lacandona y los hombres y mujeres blancos —los dueños de las tierras y de los medios de producción—, son sólo una parte ya de por sí interesante de la historia. Los dramas personales y familiares —amores espinosos, mitologías asfixiantes, machismo, racismo, venganzas, suicidio, brujería— van haciendo acto de aparición a lo largo de sus páginas con un lenguaje que es narrativo, pero de igual manera poético. Por algo “Balún Canán” es un libro clásico e imprescindible de la literatura mexicana.

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"Hielo", Serie Encuentros móviles.

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Alrededores de Tlalpujahua, Michoacán. ¿Te gustaría poseer una foto como esta, firmada por su autor, para colocarla en tu hogar? Solicita informes por mensaje privado y estaré encantado de atenderte. Las obras fotográficas son un género al alcance de cualquier bolsillo. Apoya a los creadores adquiriendo obra directamente con ellos. Di sí a: #obradearteparatodos

Podrás encontrar más de Jorge López Medina en Instagram: jorgelomeart, y en Facebook: https://www.facebook.com/complejoartistico?cft[0]=AZXqAzVt05Y78tYOalzthwezqr7z9q-RTDh6kB_x-H4hzUSyQoES-5izFj3aSMtqnxrBhv3jUy-SZF91cBEIwt3wOl19oeyuo6x4Un5znCMJxuAAA9G9oASc5-TA46YCBKA&tn=R]-R