Tumgik
#la magia de que tarde tanto en responder es que suelo poder resolver las cosas en ese plazo. manifesting
manaosdeuwu · 1 year
Text
prendiendo velas. espero que para cuando me junte con mi amigo para ponerlo al día con mi vida y el con la suya ya se haya resuelto el problema actual
4 notes · View notes
burntbrainx · 7 years
Photo
Tumblr media Tumblr media
Leer anterior: Parte B.
Parte C.
Entre unas cosas y otras llegó la tarde, en unas pocas horas había avanzado más rápido de lo que esperaba y había terminado el libro tras casi una semana de escrutinio. Al terminar solo me había quedado clara una cosa, que me quedaba mucho que aprender para llegar a comprender la magia, y que no sabía cuánto más para poder usarla. Mientras decidía qué hacer, le preguntaba a mi madre sobre mis primas, qué hacían estos últimos años y si había hablado con mis tíos sobre lo que había pasado. Yo no sabía que se solía hacer en estos casos, si habría funeral o nó, o si era prudente darle el pésame al menos por teléfono aunque no me hubieran dicho nada del suceso… Dudas a las que mi madre respondió extensamente contándome todos los detalles que había conocido sobre el tema, la mayoría de ellos obvios si te parabas a pensar un poco.
Ella me contó que no nos habían dicho nada claro porque se trataba de una investigación criminal, y ese mismo era el motivo por el que no se podía oficiar un funeral hasta que no se recibiera permiso del juez, y que sobre el pésame no tendría que preocuparme porque  mi padre se había encargado ya de ello.
En cuanto a mis primas, mi madre me hizo un completo resumen de los últimos diez años de sus vidas en los cuales apenas había tenido contacto con ellas, explicándome como Sara estaba estudiando Botánica en Valencia y Nuria Lenguas Muertas, pero que estaba “de Erasmus” en Milán ese año. Al parecer Sara fue a visitarla unos días una semana antes de que las encontraran, y que no sospecharon que algo fuera mal hasta el tercer día que Nuria faltó a la universidad. A parte de todo eso, lo normal de esperarse en esta situación, que mis tíos estaban pasándolo fatal, y que mi madre misma no se lo terminaba de creer todavía.
Después hice lo lógico, buscarlas en Facebook y Twitter y ver sus perfiles, fotos, y comentarios en general para ver si encontraba alguna pista que se pudiera relacionar con lo sucedido. Pero nada de nada, no habían rellenado los campos de información; nunca ponían la ubicación de las fotos, que además eran siempre en interiores, la mayoría de ellas selfies además.
Pero el hecho de verlas, de leer de sus opiniones y vivencias diarias, el acercarme a ellas después de tanto tiempo en este tipo de circunstancias, me entristecía profundamente y me provocaba una ardiente ira que crecía a cada foto que pasaba, a cada tweet que leía.
Las lágrimas comenzaron a invadir mi rostro enrojecido intentando reprimir el llanto, en un intento de disimular ante la posibilidad de que Guillermo lo descubriera, encogí la cara entre los antebrazos echada sobre la mesa desahogando mi furia en un sordo sollozo. Me llevó varios minutos volver a calmarme, sólo gracias a la incipiente determinación que me obligaba hacer cuanto estuviera en mi mano para encontrar a los culpables.
Me hallaba en una situación muy compleja; no conocía los detalles de la escena del crimen en Milán, ni a ninguno de los conocidos de mis primas, tampoco tenía a nadie a quien recurrir que supiera más sobre la situación de las amenazas de la familia o los magos… Lo único que se me ocurría es que tuviera relación con los vampiros debido al extraño silencio que el ayudante de mi abuela había dejado escapar, y claro, su posterior reacción también había sido muy sospechosa. Aunque fuera poco, pensé que valía la pena intentarlo, así que me puse a buscar en la vasta biblioteca libros que tratasen sobre los vampiros para que me dieran una idea más clara de cómo actuaban.
En poco más de media hora había encontrado varios libros bastante interesantes y
subí a mi habitación directamente para evitar que Gillermo me viera investigar el tema. No había hecho más que empezar a leer cuando empecé a quedarme dormida. El cansancio había hecho estragos tras el duro día que había vivido; un momento perfecto para tomarme aquel baño que había estado posponiendo.
Ese pequeño paréntesis era exactamente lo que necesitaba, el poder relajarme y desconectar por unos momentos de toda aquella avalancha de emociones mezcladas con el desconocimiento del peligroso mundo sobrenatural en el que me estaba adentrando.
Toda la confusión que sentía se había transformado en una calma activa que por primera vez en ese día me permitía considerar las cosas con tranquilidad. Podía por fín centrarme y pensar en cuál podría ser la razón por la que los vampiros, después de firmar una tregua con los magos, de repente quisieran hacer algo así, y, ¿por qué precisamente a mis primas?. Una pregunta imposible de responder leyendo solo un puñado de manuales. Haría falta mucho conocimiento del trasfondo de su cultura, o tener un vampiro al que poder preguntarle directamente... una locura dada mi situación.
Salía del baño secándome el cabello con una toalla, cuando oí el ruido de la puerta al abrirse en la planta de abajo, así que bajé las escaleras para ver de quién se trataba.
Mi abuela entraba por la puerta cargada con varias bolsas, quitándose el sombrero y una kilométrica bufanda de camino a la cocina, todo sin emitir apenas un sonido con ese aire altivo y enérgico que la caracteriza.
- Hola abuela - saludé secamente entrando a la cocina.
- ¡Ah!, hola Soffie, estabas ahi... - respondió quedamente. - ¿Has cenado ya?
- Todavía no. - respondí apoyándome en el marco de la puerta sin parar de frotarme el pelo.
- Pues aquí traigo comida china, -anunció sacando unos envases de comida para llevar de la bolsa y poniéndolos sobre la mesa. - escoge lo que quieras, el resto se lo llevaré a Guillermo, que tengo que hablar con él.- dijo mientras subía al piso de arriba quitándose la chaqueta.
La mayoría de nuestras conversaciones solían ser así, cortas y frías, sobre temas rutinarios donde no cabía mucho el contacto humano, fruto de los años de separación y de su carácter autoritario del que siempre había hecho gala. Estaba abriendo una lata de té frío de la bolsa de la comida cuando el timbre de la puerta sonó, sin pensarlo, fui a abrir como si se tratase de algún invitado de mi abuela que se había quedado rezagado.
Al mirar por la mirilla comprobé que no se trataba de ningún amigo de mi abuela, sino de un mensajero que portaba un paquete entre las manos, no pensé que representara ninguna amenaza, por lo que abrí pero con la cadena echada para preguntar primero.  
Al otro lado de la puerta había un hombre vestido con un uniforme de color azul marino y una franja caqui en la parte superior de la chaqueta, con una etiqueta sobre su pecho que tenía escrito su nombre “Leo”. Su cara estaba tapada parcialmente por una gorra a juego con su uniforme donde bordado se podía ver el nombre de la empresa “Cargo Express”.
- Hola, traigo un  paquete para Josephine Montrêssor - informó del nombre de mi abuela con una entonación francesa perfecta, que leía en un formulario sobre una carpeta de plástico que sostenía con la otra mano.
- Si, soy su nieta, yo misma te lo cojo que está ocupada.-  acepté abriendo totalmente la puerta y situándome frente a él con la toalla húmeda cubriendo aún mis hombros; momento en el que pude verle más claramente el rostro.
Aunque era bastante más alto que yo, no parecía mucho mayor, como mucho tres o cuatro años más; era un chico muy guapo, con el cabello negro peinado hacia atrás y pillado con la gorra, dejando solo algunos mechones a los lados de su cara.Tenía una complexión fuerte y atlética, como podía apreciarse en los músculos de sus antebrazos expuestos al estar remangadas las mangas. Su piel estaba algo pálida pero con tonalidad mediterránea, tenía unas facciones muy seductoras y angulosas, labios carnosos, unas cejas fuertes y pobladas, estilo belleza clásica italiana pero sin barba. Sus ojos eran de un color azul intenso muy profundo como el océano, los cuales, estaban clavados en los míos con una expresión de sorpresa más propia del que ve un fantasma que de quien viera a alguien por primera vez.  
Nos encontrábamos solos en aquel largo pasillo, con el eco de nuestras respiraciones como único acompañamiento, inmersos en uno de esos raros momentos donde parece que el tiempo se ralentiza a tu alrededor y tu mente se colapsa intentado resolver el misterio de la persona que tienes en frente.   
El silencio se prolongó bastante más de lo normal, y aunque al principio estaba distraída contemplando su atractivo físico, me encontraba cada vez más desconcertada por su extraña reacción al verme, como si me conociera de algo.
- Perdona, ¿nos conocemos? - pregunté intrigada inclinándome hacia delante y acercándome levemente, cosa que lo hizo retroceder ligeramente sin mutar su reacción, estaba paralizado con esa cara de entre asombro y pánico creando un instante demasiado largo.
La toalla que estaba sobre mis hombros se deslizó hacia el suelo provocando que mis ojos la siguieran con la mirada así como los del repartidor, dejando al descubierto el colgante que me había regalado Guillermo, hasta entonces escondido por la tela, que pendía de mi cuello encendido en una intensa luz rojíza que se balanceaba en el vacío.
El golpe del paquete contra el suelo rompió el silencio de ese interminable lapso, dejándome poco tiempo de reacción, tan sólo para ver cómo se alejaba por el corredor a una velocidad vertiginosa, muy por encima de lo humanamente posible, alcanzando en un segundo las escaleras al otro lado del pasillo con otros seis pisos de por medio.
- ¡Espera! - llamé demasiado tarde, me encontraba sola en la entrada del duplex tomando conciencia repentinamente de lo que acababa de suceder. Recogí lentamente del suelo el paquete, y distraída aún, entré inspeccionándolo con cuidado pero sin haber asimilado completamente la situación. La luz del péndulo se había disipado, pero no cabía duda de que hace escasos segundos había estado completamente roja, no lo había imaginado, lo había visto con mis propios ojos. Sin duda era roja. ¡Era un vampiro!
- ¿Quién era? - me sorprendió mi abuela ya de vuelta mientras bajaba las escaleras abrochándose una rebeca.
- ¿Eh? - respondí sobresaltada e indecisa de contarle lo que acababa de pasar. Todo aquello era ya demasiado para mi saturada mente.
- Ha llegado un paquete, ¿no? - continuó ella sola advirtiendo mi extraño comportamiento, y acercándose a cerrar la puerta, que había olvidado completamente y que seguía estando abierta.
- Ah, si… si, eso, - respondí insegura casi tartamudeando. La sangre se agolpaba en mi cuello y no pude apartar la vista del paquete ni darle una respuesta adecuada, porque un aluvión de ideas descabelladas inundaban mi mente, y no sabía si podría aprovechar lo que acababa de pasar de alguna forma. Había sido todo demasiado rápido. Demasiada coincidencia además, que justo cuando estaba investigando el tema, y pensando que sería más fácil preguntarle directamente a un vampiro, va y aparece uno. Sea como fuere, siempre podría decírselo después de haberlo pensado con más calma. Decidí precipitadamente. - Toma, es para tí.
- Estás muy rara, ¿ha pasado algo?
- ¡No! No… es solo que era un chico muy guapo y… - mentí intentando disimular mi nerviosismo al tiempo que le entregaba el paquete.
- Desde luego… No puedes permitirte pensar ahora en esas tonterías, y menos como están las cosas. - me aconsejó con tono de reproche abriendo el paquete mientras andaba pausadamente revisándolo dirigiéndose hacia el pasadizo que conducía a la biblioteca.
Al irse un inmenso vacío se apoderó de la casa, quizá era más bien mi propia sensación de bajón tras aquella explosión de adrenalina que había sufrido momentos antes. La flojera se hizo dueña de mi cuerpo y me dejé caer con desgana en una silla junto a la mesa de la cocina. Demasiado que considerar en tan corto espacio de tiempo, tan solo un día, y tenía muy claro que ya nada volvería a ser como antes. Sólo una cosa estaba clara: lo que acababa de suceder, el fortuito encuentro con aquel vampiro, sin duda debía de tratarse de un mensaje del universo que me mostraba mi camino a seguir. Mi destino.
Fin del capítulo.
0 notes