Tumgik
#le pisaba todo encima entonces se hacia mierda
tortademaracuya · 10 months
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Soñé que se me arruinaba toda la parte física de la tesis
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obsidianfr3sk · 4 years
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Anárquico amanecer
Oli oli cabeza de frijoli (? Pues este fic es un regalito para mi little sister la @alecjamesartino, hoy es su cumpleaños. Ya es niña grande:’) Pronto se podrá sentar en la mesa de las adultas cuando sea navidad (? YAAAA JAJAJAJAJA
Espero que te guste:’) Me basé en tu línea del tiempo para crearla. No tiene mucho que ver con cómo se interpreta los eventos en la saga (que se por sí es super ambiguo todo xd) o como es en tu... moraverso (? pero la neta me divertí mucho escribiendo a David como el hermano mayor y a Alec como el menor. Tomen esto como un reboot (? JAJAJAJAJAJ
Also, antes de iniciar (? Quiero que veas lo que escribió la Obsi del pasado cuando estaba iniciando este fic y solo tenía en su sistema una taza de café, dos coricos y una mini taquicardia JAJAJAJA
AGARRÁTE MORALECJAMESARTINO PORQUE EL DÍA DE HOY TE VOY A ESCRIBIR UN FIC DEL PINCHE ALEC NUESTRO REY PARA TU CUMPLEAÑOS YA ESÁS GRANDE POR NO DECIR ANCIANA PRONTO PAGARÁS IMPUESTOS Y TENDRÁS QUE ABRIRTE PASO EN UN FUTURO INCIERTO ÓRALE PURO PA’LANTE COMPA USTED ES CHINGONA NO VA A DEJARSE VENCER
Also x2, me inspiré un poqus (mucho) en la canción Crossing The Line, de la serie de Tangled (? SÉ QUE TE CAGAN LOS MUSICALES BRO PERO NO PUDE EVITARLO AJSDHSASKJDBJSA perdona a tu hermana castrosa, ok? Ella te quiere mucho y te desea que cumplas muchos añitos más uwu
Tag list: @nodrianbcyes @dawniebb ​ @healing-winston-pratt ​ @everyone-has-a-nightmare ​
I'm crossing the line!
And I'm done holding back, so look out, clear the track,
It's my turn!
I'm taking what's mine!
Every drop, every smidge.
If I'm burning a bridge, let it burn,
but I'm crossing the line!
And for us,
if we’re over, that’s fine!
La catedral estaba cerrada.
Alec suspiró.
Sacó de su chamarra las llaves que le había robado al padre después de meterse a escondidas a su oficina la semana pasada. El sujeto estaba tan viejo que a Alec le hubiera sorprendido menos que hubiera olvidado cerrarla. Se preguntó cómo lo había hecho si… bueno, él tenía las llaves. Quizás conservó algún repuesto.
Eso qué importa.
Pronto nada lo hará.
Abrió las enormes puertas de la catedral lo más calladamente que pudo. La poca luz que entraba durante el día por los ventanales era prácticamente nula durante las primeras horas de la mañana. El único y débil rayo de sol que había iluminaba a Alec como si de un reflector se tratara. Era extraño ver el lugar completamente vacío y a oscuras, sin las decenas de feligreses llenando los asientos.
Los hipócritas y bárbaros feligreses, que odiaban a los que eran como él, pero que se pavoneaban por la vida, orgullosos de predicar amar al pródigo con sus acciones.
No se sintió intimidado por las estatuas de los terroríficos santos que lo observaban desde arriba y cerró la puerta con sus poderes, sintiendo…
Adrenalina. Pura adrenalina.
Y revuelta.
La catedral de Gatlon City fue la primera y única iglesia a la que David y él asistían. Habían logrado convertirse en miembros queridos de la comunidad; David estuvo en un grupo de jóvenes y Alec destacaba mucho en sus clases de catequismo. Nunca les dijeron la verdad.
Nunca les dijeron que eran prodigios.
David había dejado muy en claro desde el primer día que no debían contarle a nadie. Iba a ser un secreto que se llevarían hasta la tumba, porque en la Unión Americana las cosas para los prodigios no eran tan diferentes a como lo eran en la Federación Europea, les convenía más tener un perfil bajo y “omitir algunas verdades”.
—Por el bien de todos—había dicho David.
Alec, incluso cuando era más joven, no había entendido.
¿Por qué pensar en el bien de aquellos que les deseaban el mal?
No supo qué fue lo que cambió dentro de su hermano, pero un día… simplemente explotó. Comenzó a juntarse con gente nueva y se llenó la cabeza de ideas sobre cómo debía ser la sociedad. Empezó a realizar juntas, escribir boletines informativos y a leer por horas libros de filosofía escritos por prodigios de todos los años de la historia.
Sin querer, Alec comenzó a escuchar las conversaciones que tenían los adultos en las reuniones y a conocer sobre lo que esos filósofos de antaño sugerían.
Pero siempre había algo que le terminaba molestando.
Decían que los prodigios, como seres extraordinarios, tenían la responsabilidad con la humanidad de cuidarla y protegerla con sus habilidades.
Sí. A esa misma humanidad que los mataba al nacer, que los abandonaba a su suerte y que los renegaba si tenían el descaro de mostrar quien verdaderamente eran. A esa era la que tenían que proteger.
Qué descaro. Qué puto descaro.
Sobra decir que los echaron de la iglesia.
—Pero está bien—dijo David—.Dios no es la iglesia. Dios está con nosotros siempre, a donde sea que vayamos.
Alec no le dio la razón, pero tampoco le discutió.
Eso no se trataba de Dios.
Se trataba de las personas.
Subió las escaleras al balcón donde el coro cantaba. Alguno de ellos había olvidado el periódico de hace dos días sobre el banco. Había la foto de un cadáver escamoso en primera plana, con el título “PRODIGIO ACUÁTICA AHORCADA Y FILETEADA.”
Fileteada. Como si fuera un animal.
Cuánto asco daban los no prodigios.
Abrió la puerta de la esquina. Detrás de ella, habían otras escaleras, mucho menos cuidadas y más despintadas que las primeras que había subido. Si pisaba un escalón, seguramente rechinarían y despertarían al guardia o al padre o a cualquiera que estuviera rondando por ahí.
Alec se hizo flotar a sí mismo unos centímetros sobre el piso. Casi podía rozar el metal con la punta de sus zapatos deportivos, viejos y sucios.
Las escaleras daban al techo de la catedral.
El sol apenas comenzaba a salir. Los rayos nacientes poco a poco comenzaban a opacar la luz de las estrellas, dejándolas imperceptibles al ojo humano. Las nubes se movían ligeramente sobre el cielo, al ritmo del canto de los primeros pájaros.
Alec dejó caer su mochila, quedando absorto ante la belleza del rosado cielo por unos buenos dos minutos.
Gatlon City no se merecía ese espectáculo.
No como estaba ahora.
Alec se puso de rodillas para abrir su mochila, cuando una figura apareció subiendo ruidosamente las escaleras.
Era David, todavía en sus piyamas, con un abrigo encima y el cabello despeinado.
—Alec James Artino, detente en este instante—le ordenó apuntándolo con el dedo—.No voy a permitir que hagas esto.
Carajo.
—Qué raro—respondió—.No recuerdo haberte pedido permiso.
David sacó un cuaderno de tapas de cuero de sus bolsillos y lo alzó sobre su cabeza.
El diario de Alec.
—Lo sé todo—balbuceó—.Sé hasta el último detalle de tu plan y no voy a permitir que te pongas en esa clase de peligro.
Alec no estaba en peligro.
Ellos lo estaban. Él era el peligro.
—¿Y qué harás al respecto?—le preguntó.
David se quedó callado. Alec sabía bien que no pensaba llamar a la policía. Estaba consciente de lo que le harían a Alec: lo mismo que le harían a cualquier otro prodigio revoltoso.
No importaba si Alec se rindiera o no al final.  Iba a terminar muerto.
Su hermano lo apreciaba lo suficiente para no querer verlo morir de esa forma.
—Sabes qué,—siguió diciendo. Tomó la mochila en sus brazos y se puso de pie—la verdadera pregunta aquí es… ¿qué haces tú al respecto? ¿Qué haces en este preciso momento?
—No entiendo…
Por supuesto que no entiendes, David.
—¿Qué estás haciendo para crear un nuevo mundo?—insistió—¿Sí has pensado en ello o solo te dedicas a meterte en el camino de las personas que sí están haciendo algo?
—Alec, ¡claro que estoy haciendo algo!—respondió cerrando los puños—.Por algo existe…
—La Asociación Cívica de Prodigios de Gatlon City—interrumpió—.Lo sé.
David abrió más los ojos, como diciendo “¡Exactamente! ¿A qué quieres llegar?”
Oh, Alec sabía a dónde quería llegar.
—¿Y has logrado algo?—le preguntó retóricamente—¿Algo ha cambiado los últimos cinco años que nos hemos sentado por días enteros en las puertas del congreso o marchado pacíficamente por las calles?—miró hacia el horizonte, pero no se fijó en el cielo, sino en la ciudad—.Yo no he notado ningún cambio. Gatlon City sigue siendo igual de mierda que cuando llegamos a ella.
—No digas “mierda”.
Apretó la mochila. Alec iba a empezar a decir lo que se le diera la gana.
—¿Crees que vas a cambiar el mundo con plantones?—exclamó—¿Con discursos llenos de rodeos y palabras dulces? ¿Enserio crees que así es como funciona el mundo?
—¡El mundo es más complicado que eso!—respondió David—¡Es más complicado que eso y lo sabes! ¡No estás pensando claro!
Pero no. David se equivocaba. Ciertamente, Alec jamás había pensado tan claro como ahora.
Metió sus dos manos a la mochila.
—No pensabas lo mismo cuando me diste esto—y sacó el reluciente casco dorado.
David retrocedió como si Alec lo hubiera apuntado con la más peligrosa de las armas.
Como si él no fuera el arma más peligrosa de todas.
—Lo robaste… Lo tomaste de entre mis cosas—murmuró—.Te dije que te lo daría cuando…
—No, no lo robé, David—lo corrigió bruscamente—.Solamente tomé lo que es mío. Eso no tiene nada de malo.
Pensó que ahí se había terminado la discusión. Que su hermano mayor entendería, se daría la vuelta y dejaría que Alec comenzara lo que tenía que comenzar.
Pero David abrió sus brazos.
Podía escuchar sus palabras dentro de su cabeza. Las mismas que le decía cuando intentaba consolarlo.
Ven conmigo, pequeña pesadilla. No tengas miedo.
Lo odiaba. Enserio lo odiaba cuando hacía eso.  
El Alec de hace diez años probablemente hubiera corrido hacia su hermano mayor como un idiota. Pero el Alec de ahora se quedó en su lugar, desafiante.
Ya no era un niño. Ya no necesitaba que lo consolaran. Ya no tenía miedo
Y sobre todo, ya no era una pequeña pesadilla.
David se dio cuenta que eso ya no iba a funcionar. Entonces, se fue acercando lentamente.
—Alec, escúchame—siguió diciendo—.Sé que estás cansado y molesto…
Por supuesto.
—… porque yo también lo estoy.
¿Lo estás?
—Yo también he vivido lo que tú has vivido.
Cierto…
—…y sé de primera mano el odio que… ellos nos tienen a los que son como nosotros.
Dices que lo sabes…
—Pero te aseguro que destruir el mundo no es la solución.
…pero si lo supieras de verdad, no me detendrías.
—Te di el casco para que algún día pudieras ayudar a otros con tus poderes. Que fueras el más fuerte entre los fuertes, que defendieras al más débil entre los débiles, y que algún día te conocieran como la persona que hizo de este mundo uno mejor.
David le tomó sus manos cubiertas con guantes negros. Las de él eran callosas y parecidas a las de un señor de mayor edad. Lo miró a los ojos por un segundo. Eran azules con destellos dorados que solamente Alec notaba.
Porque conocía ese rostro tan bien como conocía el propio.
—Si haces lo que tienes en mente, vas a quemar el último puente que queda entre nosotros.
¿Entre nosotros y ellos? ¿O entre tú y yo?
Él no entendía. Por más que se parecieran y por más que quisieran las mismas cosas, David jamás iba a ver el mundo como él lo hacía. No valía la pena arriesgar su visión de las cosas por alguien que no se tomaría la molestia de hacer lo mismo por él.
David también era un hipócrita.
—Y así será—dijo Alec dándole un ligero apretón.
Le sonrió.
David no lo valía. Alec sí.
Y le regresó la sonrisa.
—David, te diré algo—susurró—.El puente que dices… ya se incendió.
Se soltó del agarre de David y con sus poderes, lo lanzó hacia el lugar por donde había llegado. David apenas pudo agarrarse del barandal para no caer de espaldas y rodar por las escaleras. Lo único que Alec vio antes de cerrarle la puerta en la cara, fue su ceño fruncido en preocupación y sus labios formando la palabra: “¡NO!”.
Le puso candado a la puerta. Más le valía a David irse antes de que comenzara.
El amanecer se había tornado naranja. Ya no había estrellas. Alec y su casco eran las últimas que quedaban.
No. Él no era una simple estrella.
Ace Anarquía sería una supernova.
Sí, puede que el puente estuviera en llamas.
Puso su mano delante de él y fijó su mirada en el edificio más cercano.
Pero yo sé caminar sobre el fuego.
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groczon · 5 years
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Una caja llena de sorpresas.
Este no es un texto de frases profundas aleatoriamente colocadas con palabras espontáneas por doquier. Este texto es más bien una simple historia, así que no esperes más.
Carne fresca, recién graduado, bien pendejo... Ya saben, saliendo de la preparatoria pues. 
Por alguna extraña razón decidí salir de mi hermoso Puerto de Veracruz. El calor es infernal allí, sí; pero créanme que no existe nada mejor que ver todas las putas mañanas el amanecer morado que ofrece el horizonte del mar. Jamás lo aprecié realmente hasta que llegué al corral de bolillos. Lo siento, casa.
Llegué con el optimismo al 100, el cuero en alto y las pantuflas bien puestas. No niego que con una que otra tosida también a causa del PUTO smog; está bien culero ese pedo, la neta.
Recuerdo perfectamente que arribé en este puerto para provincianos un 3 de junio de 2017, y a los tres días ya estaba yendo a mi primer concierto; ¡tuve demasiada suerte ese día! Una chica me regaló un boleto, me pichó la chela, cotorreamos, conocí gente “famosa”, etc.; un buen día pues. Esto fue lo que provocó decirme: “Creo que estás en el lugar correcto, Norris”.
El primer día de clases fue curioso. Una chica me mentó la madre porque pensaba que yo me había equivocado de baño, cuando fue ella la que se confundió realmente. Luego de la vergüenza comenzamos a platicar y en el transcurso del día se nos unieron otras dos personas: una de Ecatepunk y otro de Toluquish, así le dice el pendejo. Hoy en día solamente sigo siendo cercano con el cabrón que come chorizo.
Todo iba perfecto, adrede y fluido: me sentía bien. Y como todo buen primersemestriano, iba con tooooooodo ¡a la verga, compa! Estaba soltero, ¿qué es lo peor que podía pasar?
Ya saben cómo funciona este pedo y no se me vayan a hacer pendejos:  1.- Primero visualizas a las presas. 2.- Convives con elles. 3.- Clasificas en tres categorías: me la rifo y me cae chido; me la rifo, pero no me cae chido; y que Dios me agarre confesado. 4.- ATACAR. Bueno, yo estaba tranquilamente cursando por la fase tres cuando de repente ¡pum! Llegó la cabrona.
¿Por qué nunca nos sentimos completos?
¿Por qué siempre buscamos todo en el vacío?
Y ¿por qué verga intentamos construir encima de una pantalla?
Tal vez sea miedo o tal vez sea estupidez, vale verga. Lo que yo pienso es que toda esa mierda es la que vuelve divertido todo esto, tu simple día a día.
No quiero tener todo a la mano, ¡quiero saltar por las cosas que deseo!
No quiero estar cerca de todo, ¡quiero viajar a mi destino!
No quiero que alguien me ame desde un principio, ¡quiero que alguien me permita amarle y su instinto sea la reciprocidad!
Tal vez simplemente seamos una especie estúpida que busca complicarse la vida o tal vez que la vida se complique es un requisito obligatorio en este viaje... ¿Quién sabe? Deme dos boletos por favor.
Recuerdo que la vi y verga... “se me volaron las ideas, chaval”, diría el Cortés.
Pena, angustia, nervios, sentía de todo en ese momento. Instantáneamente me pregunté a mí mismo: “¿No que de cacería, perro?”... Pues por lo que estaba viendo, parece que iba a ser una temporada de patos demasiado corta.
Agarré valor para hablarle a la semana de haberla visto. Comencé la plática preguntándole si conocía a Dromedarios Mágicos, un artista de Pop Folk, a lo que ella me contestó con un frío y seco “nelparingas”. “¡No sueltes la cuerda, pendejo!”, me dije. Entonces procedí a explicarle quién era este men y que la chingada. Yo sólo veía su mirada desinteresada hacía mí... ¡carajo! ¡Ese no podía ser el fin del Hombre Araña!
Seguí platicándole de música y de mi banda (también tenía que ensalzarme), y ¡ella mantenía esa jodida mirada!... Hasta que por fin logré hacer click mencionando a una banda llamada Kasabian.
Le conté que de ir a un concierto, el más probable al que asistiera era el de ellos; sin embargo, ella me interrumpió diciendo que también tenía planeado ir a ese mismo concierto. Yo estaba a punto de decirle que esa banda no me latía tanto como para pagar uno de sus boletos; peeeeero ella dijo que iría, así que me chingué.
Le dije que ya tenía boleto y que si quería ir conmigo. Ella dijo que sí y yo sonreí, me sentí feliz. El problema yacía en que no tenía boleto y ME QUEDABAN $200 PARA LAS SIGUIENTES DOS SEMANAS NO MAMEN. Mas este pedo se trata de solucionar problemas, ¿no? Así que después de exhaustivo análisis de opciones con mis roomies de aquellos días, opté por la única opción viable que habíamos vislumbrado: ir al casino.
Era la primera vez que pisaba un casino e iba con mis tenis rotos, una playera de animales moneados, el pantalón que más me apretaba y una cara de emoción para atraer toda la suerte del mundo a mi lado.
Escogí la ruleta porque me gustó cómo giraba, tenía muchos colores. 18 negro porque tenía 18 años en ese entonces y entre el rojo y el negro pues... el negro obviamente.
Giró la que no es rusa y gané. Grité, salté, abracé de la puta emoción. Primera ruleta y me llevé una muy buena ganancia. ¡Ahora ya tenía para el boleto y además para comer bien durante las dos siguientes semanas! Esto mismo no sucedió la segunda vez que fui, pero esa es otra historia. Lo único que no podía sacar de mi cabeza en ese momento era que tal vez todo está sucediendo por algo, ¿no? Me agrada pensar eso.
El mero día le confesé entre carcajadas todo lo que tuve que hacer para poder ir al concierto con ella. La criatura bien linda me dice que no había pedo, que pudimos haber salido otro día... ¡Mamadas! Le dije que todos los hombres bien sabemos que ese era mi único tiro, ¡no podía desaprovecharlo! Aparte, realmente quería salir con ella. Se lo dije, se chiveó y seguimos fumando. El Hombre Araña seguía en acción.
Le escribí una canción. Tal vez no la que yo hubiese querido, pero la canción ya está escrita.
A esas alturas ya no estábamos bien. Me gusta pelear por una relación. Siento que realmente todo se puede trabajar a tal grado que se llega a un equilibrio con lo que sea que estés haciendo. Realmente me esforcé, lo juro... pero ese instinto no era recíproco. 
He pensado también que tal vez mi cinismo lo cagó todo. También he pensado que sus reacciones tan negativas hacia algunas de mi acciones, aunque yo las viera benévolas, fue el culpable. También he llegado a pensar que tal vez mis reacciones fueron las detonadoras del declive... a estas alturas ya no me importa. Si no me viene nada específico a la cabeza, o soy muy idiota o nunca sabremos realmente qué nos enojó tanto.
La canción se llama “Me hablas como si estuvieras llorando / Exilio”.
La invité a salir y esa caminata se extendió hasta la madrugada. La cabrona casi me gana en billar y eso que le estaba enseñando a jugar. Terminamos en un parque hablando de cada uno hasta como por las 3:00 am. Le pregunté si tenía hambre, aceptó y le ofrecí unos deliciosos tacos de espagueti insípido con tortillas embarradas de mayonesa. No saben cómo me latió el corazón cuando aceptó comer esa reverenda mierda.
Vimos las cuatro primeras películas de la saga del Juego del Miedo y nos fuimos a dormir. Bien linda estaba haciendo su camita (porque esta morra sí que está enana) con las sillas de la sala para dormirse allí. Yo sólo me reí, le dije que se dejara de pendejadas y que se viniera a la cama, la de verdad. 
Hasta la fecha ella no admitiría que ella fue la que me besó primero... pero ella fue. Literalmente dejó caer su cabeza sobre la mía. Fue un putazo con beso, un puteso.
Ya no me sabe igual.
Evito los lugares que frecuentábamos. Probablemente con el tiempo vuelva; pero ya no será el mismo paisaje.
Me gusta decir que mis recetas culinarias están “hechas a la azafrián”; es una combinación de nuestros nombres. Siendo honesto, sí suena vergas ahora que lo pienso.
¿Perdí mi sazón o ese café realmente estaba caliente? Espero sean las papilas gustativas quemadas porque me esforcé realmente por conseguir ese sazón: ella merecía comer rico.
Volvimos una tradición ir a cada “martes de mezcal” en Caradura sin importarnos qué bandas fuesen. Ya saben, apoyando la escena ¡wooh!
La tradición comenzó cuando vi que Niños Héroes iba a tocar allí en un martes de mezcal. ¡Me mama esa banda! No me la podía perder, así que no tuvimos otra elección; mas que ir.
Estuvo de huevos: nos traían el mezcal a la mesa, nos tocaron asientos amueblados, buena visión al escenario y un mesero que se merecía la propina. La noche transcurría normal hasta que ella utilizó la Táctica Sagrada de la Aldea Oculta en la Panocha: el “¿qué somos?”. A lo que yo bien vergudo respondí: “¿Qué quieres ser?¿Nos la rifamos?”. Entonces ella volteó la carta trampa “¿tú quieres?”; y yo lancé la pokebola “yo sí, ¿y tú?”; y ella contraatacó escribiendo en la Deathnote: “Sí”. Básicamente jamás le pedí concretamente que fuera mi novia; pero yo creo que sí se dio a entender la idea.
Fue el comienzo de algo que yo describiría como hermoso, sin importar el final que haya tenido porque ¿quién se fija en el final si hay una gran historia detrás?
La semana que terminamos fui a trabajar en cosas de Marsupia, mi banda, a Puebla (y a empedar también, no les miento) el fin de semana. Por azares del destino, un amigo está ahorita trabajando con el vocalista de Niños Héroes, algo que está bien chingón. Le platiqué lo que había sucedido y pues obviamente tuvimos que ir por unas bien frías. Terminando de contarle todo lo que pasó le pregunto que qué tranza con su vida. Me cuenta que ya tiene proyectos importantes en camino, todo normal en su vida amorosa y que NIÑOS HÉROES SE ESTABA SEPARANDO. 
Este bloque no tiene nada profundo, solamente quería contarles esta pinche casualidad mórbida del destino.
Viajamos juntos, vivimos juntos, dormimos juntos, nos bañamos juntos, nesfliseamos juntos: lo normal y bello de una relación.
“Todo siempre debe terminar”. A mí me hervía la sangre siempre que ella decía eso ¡y vaya que lo decía!
¿Por qué nos casamos con esa pendeja idea del “final inevitable”? ¡El único final seguro que uno debe tener en cuenta es la misma muerte y nada más! De ahí en fuera tú escoges qué es lo que quieres terminar, qué es lo que quieres mantener, qué es lo que quieres trabajar; así de sencillo.
No puedes excusarte diciendo que era el modo, la forma en que tenían que ser las cosas. Al igual que tus acciones, también decides tus reacciones; así que no seas cobarde y toma siempre una decisión al respecto. No dejes que los demás escojan que va a ser de tu historia.
Vaya caja de sorpresas que es esa chica; pero más sorpresa tuve yo al descubrir que el hecho de que estuviéramos tanto tiempo juntos, no implicaba que íbamos a pensar igual. Reacción: sigamos trabajando.
Más sorpresa tuvo ella al darse cuenta que su paciencia era más limitada de lo que ella juraba. Reacción: respétala.
Más sorpresa tuve yo al ver que todo de lo que me había enamorado, y espero que sea viceversa, era justo lo que estaba destruyendo nuestra relación. Reacción: aún se puede.
Ella aplicaba la de terminarme y volver al instante. Supongo que le gusta esa adrenalina. Y en algunas ocasiones me confesó que lo que más la motivaba a seguir era justo mi motivación por arreglar las cosas siempre, sin excepción.
Yo quería estar con ella. Punto.
Sin embargo, la sorpresa más grande la tuvimos los dos el día en que yo decidí dejar de pelear...
Vaya caja de sorpresas fuimos los dos, agente. Procuremos de hoy en adelante ni siquiera tener la más mínima sorpresa para uno mismo, ¿va?
Acción: seguir adelante.
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