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#lo voy a dejar bien poquito pero cuento likes !!
nayerimz · 1 year
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' ugh ~ creo que si fallo una vez más, me iré a casa con la cola entre las patas... ¿y si mejor nos vamos a hacer karaoke? '
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myinner-me · 5 years
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Okay… respiro. Uno, dos, tres… respiro. Sé que tengo que escribir esto, pero las palabras simplemente no salen. ¿Cómo debería hacerlo? ¿Lo vas a leer o no? ¿Deberías leerlo? ¿Es prudente? ¿Te molestaría? ¿Te gustaría? ¿Te interesa? No tengo idea. Mi miedo no es escribirte o hablarte. Yo te hablo siempre, y te escribo a veces. Mi miedo es enviártelo, ¿quedaré como estúpida o estaré salvando “esto”? Lo pongo entre comillas porque la mayoría del tiempo siento que no queda absolutamente nada de “esto”. Afortunada o desafortunadamente gracias a mi. No sé qué sentir. Hoy es tu cumpleaños y en lugar de que se me pasara de largo lo tuve todo el día en la mente. Lo tuve presente todo el tiempo. Sentí la necesidad de hablarte, de escribirte, de volver a sentirte. “¿Vale la pena?” Pensé quinientas veces. “No, no creo”, me respondí cada una de ellas. En lugar de que el día de hoy me haya sido indiferente, me recordó todo. Absolutamente todo. El día en el que me di cuenta de que era tu cumpleaños ese mismo día gracias a que no quisiste avisarme, al siguiente año que quisimos ir por sushi y no nos dejaron, al siguiente año que conocimos un restaurante delicioso en el centro para festejar, y éste… que no podemos ni sostenernos la mirada, mucho menos las palabras. En serio, Daniel… (wow es la primera vez que escribo tu nombre en estas cartas que muy probablemente nunca leas). Ya han pasado casi seis meses y sigo pensando, y pensando cómo es que pasé de planear tu regalo y sorpresa de cumpleaños con semanas, si no es que meses, de anticipación a ni siquiera enviarte un mensaje. Claro que intenté hacerlo. Creo que mi necesidad y mis ganas de que me veas son evidentes. Sin embargo mis intentos y estúpidas indirectas me dejan mucho qué desear y me dejan pensando sobre mí misma. ¿En serio me estoy valorando lo suficiente? ¿Por qué sigo rogando a un amor extinto? ¿Por qué sigo aquí? Estas preguntas viven conmigo. Al parecer no puedo vivir sola, o tal vez sólo es el corazón roto, no lo sé. Además, ¿qué se supone que escriba? ¿“Feliz cumpleaños”? ¿No sería algo hipócrita? No te he deseado la felicidad en meses (aunque tampoco la infelicidad y la desgracia, no pienses mal de mí), pero en verdad ¿vendría al caso? ¿qué sigue en mis felicitaciones normales? “Espero que la pases genial” Seguramente la pasaste bien con tu familia, o con tu novia si es que las cosas han cambiado y ahora puedes pasar tu cumpleaños con tu novia. “Te deseo lo mejor” Volvemos a lo mismo de la hipocresía. “Gracias por ser tan genial y estar ahí para mi” Éste punto hasta risa me da por tanta ironía que carga. ¿Ves? No podía felicitarte de cualquier forma sin decir mentiras. Incluso aunque tuviera los huevos para hacerlo. Mira, en este momento puse nuestra playlist. La que me hiciste en mi cumpleaños, ¿te acuerdas? Estoy a dos de llorar porque tengo los recuerdos, los recuerdos del día tan desastroso que fue. Sin embargo, me aferré a ti, como siempre lo hice. Mi error fue pensar que tú también te estabas aferrando a mí… dios mío Fernanda, siempre esperando más de los otros. Puse la playlist para ponerme más sentimental y sacar todas las lágrimas que necesite mientras la música me inunda de recuerdos, de nosotros. ¿Crees que soy muy masoquista? Yo digo que sí, pero también digo que cada vez que me atrevo a escuchar esas canciones, cada vez que me acuerdo, cada vez que te vuelvo a llorar… sano un poquito más. Cada que te enfrento, puedo verte, pensarte, recordarte con un poquito menos de dolor, con menos lágrimas, con menos nostalgia. También te confieso que la puse para ver si me “espías” al igual que yo. ¿Te cuento algo? Creo que esto se ha vuelto hasta cierto punto enfermizo. No sé de qué me serviría saber la respuesta a si sigues interesado en mí de cualquier manera. De hecho, no me serviría de nada. Porque estoy intentando convencerme de que estás mejor sin mí y de que eso es lo que te importa en este momento. Tus likes, tus tweets, tus seguidores, tu música… todo está ahí. Todo está aquí. ¿Pero sabes?... Estoy cansada. Cansadísima. Cansada de no perderme ni un paso tuyo en redes sociales. Cansada de ENGAÑARME pensando que tu actividad en redes sociales es acorde a tu realidad, como si no hubiera aprendido nada de ti con los tres años que estuvimos juntos. Como si no supiera que prefieres esconderte, no ser visto, no ser notado, y por lo tanto tus redes no dicen nada sobre ti, sobre tu vida, sobre tu estado de ánimo, a menos de que lo hagas a propósito. La verdad es que ya no quiero. Estoy harta, exhausta emocionalmente de seguir pendiente de ti. De seguir vigilándote, de estar pegada, de pensar, de sentir. Todos los días me levanto pensando que voy avanzando y dando un pasito diferente a la  vez. Pero, ¿en serio los doy? ¿En serio estoy avanzando cuando absolutamente todos los días quiero volver a saber de ti?  A veces me da pena, me siento culpable y no contigo… conmigo misma. Parece que me encanta el autosabotaje, parece que me fascina sentirme mal, estar triste… ¿qué me hiciste, Daniel? O mejor aún…. ¿qué me he hecho a mí misma? Ésta se suponía que debía ser tu carta de cumpleaños que sentí necesario escribir. No sabía ni dónde empezar, pero como siempre… me sale la inspiración y las 940 palabras que llevo  hasta ahora. Pero bueno… sé que nunca has disfrutado de tu cumpleaños como se debería, y es por  eso que siempre intenté que fuera un día feliz para ti, lleno de buenos momentos y amor. Siempre, siempre intenté llenarte de amor. Hoy ya no puedo hacerlo. Hoy ya no puedo hacerme cargo. ¿Será eso lo que me cuesta trabajo? ¿Qué hoy ya no puedo hacer nada? Tu día será como tú lo hayas querido llevar y me mata la intriga el saber cómo lo pasaste. Yo creo que la intriga es más el saber si en efecto, estás mejor sin mí, o te equivocaste. Sólo tu sabrás eso. ¿Sabes qué? Yo sé. Yo sé que la única forma de estar mejor está dentro de mí. Está en olvidarme de mi papel de víctima. En levantarme. En seguir. ¿Por qué dejo mi ánimo, autoestima, seguridad,  sentimientos y mi vida entera en alguien al que no le importa? ¿por qué los humanos somos así? ¿por qué nos aferramos a quien decide irse? ¿por qué parece que nada será mejor sin ti? ¿por qué no te puedo dejar ir? A veces, o casi siempre, tengo la esperanza de que vuelvas. Tengo la esperanza de que en verdad no creas lo que me dijiste. Tengo la esperanza de que te des cuenta de que lo que existe entre nosotros es más grande. Pero de nuevo, es Fer esperando más de lo que los demás están dispuestos a dar. De nuevo soy yo ilusionada… y llorando al siguiente día. De nuevo ganas. No tengo ni idea de cómo seguir. Me siento perdida. Sé lo que todos me aconsejan pero no me  siento capaz de seguirlo, de entenderlo. No sé qué dirá el tiempo, pero no ha dicho mucho éstos últimos meses. Así que, en tu cumpleaños me deseo entendimiento, sabiduría emocional, PAZ, luz, todas las vibraciones altas que necesito para salir de esto. Estoy a una semana de volverte a ver, ¿qué voy a hacer? Tal vez lo mismo de siempre, tal vez me de una sorpresa a mí misma. Feli-,  no… feliz no… Cumpleaños.
un pasito a la vez.
((WOW, no puedo creer que te escribí todo esto sin llorar!!!))
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blogzanoworld · 7 years
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REFLEXIONES LOZANAS: Barcelona y la distancia de la empatía.
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Hay expresiones de esas prefabricadas para anuncios que dicen más de lo que deben. Cuando hablamos de que “somos ciudadanos de un lugar llamado mundo” apelamos a la concordia, a vivir como sociedad a pesar de nuestras diferencias. A no mirar distinto a otros por ser distintos.
Pero es que precisamente lo somos: distintos.
La sensación de pertenencia es exclusiva de cada individuo por lo que no puedo hablar por todos vosotros. Yo no me siento de este mundo, ni siquiera del país en el que nací y resido. A lo sumo soy de mi calle, de mi gente. Y no, ni mucho menos quiero llevar esto por temas nacionalistas/independentistas aunque sea lo que la sociedad aparentemente desea. Hasta el punto de usar la vida y la muerte como instrumento que obedezca a los intereses particulares de cada uno. ¿No suena absurdo?
El caso es que comparto más con alguien que conozca, como si viene de la Conchinchina, que con un español con el que no me he cruzado jamás. Apenas un madrileño. Siquiera mi vecino, al que habré saludado tres días mal contados. No existe ninguna regla escrita para definir qué nos une a ciertas personas y no a otras, eso a lo que llaman afinidad. Es algo que simplemente sucede. Porque la empatía, aunque se entrena, depende de lo que compartamos con la persona afectada.
Pueden existir y de hecho existen miles de factores relacionados y a cada uno nos influyen en distinto modo. Me duele que solo haya que sentirse mal con lo que la sociedad dicte, o con lo que la prensa venda como desgracia. Que te digan que eres un capullo insensible por no escribir Je suis Charlie en tu muro o por no poner la bandera francesa en la foto de perfil de facebook. Porque eso es lo que supone la diferencia.
Pero estoy dando vueltas en círculos, así que mejor os dejo con la siguiente cita para resumir mi línea de pensamiento.
Eso de extrañar, la nostalgia y todo eso, es un verso. No se extraña un país, se extraña el barrio en todo caso, pero también lo extrañás si te mudás a diez cuadras. El que se siente patriota, el que cree que pertenece a un país, es un tarado mental. ¡La patria es un invento! ¿Qué tengo que ver yo con un tucumano o con un salteño? Son tan ajenos a mí como un catalán o un portugués. Una estadística, un número sin cara. Uno se siente parte de muy poca gente; tu país son tus amigos, y eso sí se extraña, pero se pasa.
Martín (Hache)
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Y esto me lleva a Barcelona. No obstante, primero hay que hacer un alto en el camino y echar la vista atrás. Al día en que unos tipos entraron en la Sala Bataclan y decidieron hacer del Planeta Tierra un lugar un poquito peor.
Recuerdo bien aquella noche porque era mi cumpleaños y tomaba algo con colegas antes de entrar a una discoteca. Entre copas nos enteramos de la noticia y... decidimos volvernos a casa. Es posible que tampoco tuviésemos demasiadas ganas de salir ese día. Es posible.
La realidad es que estábamos cagados.
La gente estaba muriendo asesinada en Siria casi diariamente y mi reacción era poco más que exclamar “¡Qué mal!”, para segundos después continuar con lo que estuviera haciendo y olvidarme del tema. Sin embargo, los incidentes de París me infundieron temor. Miedo de verme allí, en una sala en la que pasármelo bien con los míos, hacer el mongolo... el rollo de siempre. Y de repente, PUM. Gritos por doquier. Cabezas al suelo. Adiós a todo. 
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Durante una guardia comenté en la cena lo hipócritas que son nuestras sensaciones, el sentirnos unidos a un suceso por simple cercanía geográfica. Lo que se me ha ocurrido denominar: la distancia de la empatía. ¿Qué tiene de especial un francés del que no sé nada de un sirio del que no sé nada? Fue entonces cuando la adjunta sentada a la mesa asintió y me dio la razón, por lo que imagino que tan desencaminado no andaría. Me dijo que somos humanos, después de todo.
Os cuento esto porque cuando escuché lo del ataque a Barcelona me sorprendí a mí mismo por lo bien que encajé la noticia. La Sala Bataclan no me dejó pegar ojo. Barcelona me hizo preguntarme si la gente que conozco estaría bien y después a la cama. Decidme que debería ver a un médico.
Antes de que os echéis a mi cuello justifico mi respuesta. Simpatizo más con un barcelonés que con un parisino no por proximidad, sino por el simple hecho de que he entablado relación con más habitantes de la Ciudad Condal que con los de la Ciudad de las Luces. Por otro lado, me identifico más con alguien que entra por la noche a un local con amiguetes que con la persona aleatoria número 214 que pasea por la Rambla. Y, fundamentalmente, si me veo en ambas situaciones me agobia sobremanera imaginarme en un espacio cerrado, echado implorando por mi vida, mientras unos desgraciados con armas juegan a la selección natural.
Además de que me voy acostumbrando al terrorismo.
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Ya comenté en una ocasión que la violencia ha terminado por saturarnos y nos ha vuelto insensibles. Charlie Hebdo nos pilló desprevenidos, con los pantalones bajados. Lo que va llegando ahora... hasta nos lo esperamos, lo vemos venir. Empieza a parecerme habitual. Es terrible que estemos acostumbrados al horror. Al dolor constante.
Creo que la lección global es que no podemos elegir qué nos afecta más o menos. Que aceptemos cuanto antes que somos unos hipócritas porque nuestras emociones no tienen ni control ni sentido, solo suceden. Que no debería existir una competición sobre reacciones, decidir cuáles son lícitas y cuáles no y juzgar a otros por ello. 
Quizás nos convenga preocuparnos de otras cosas. Como preguntarnos si hemos hecho lo suficiente como sociedad para integrar a personas del estrato social como las que han perpetrado los atentados. O si el Estado que llora estos sucesos no debería cesar las relaciones comerciales con regiones lejanas que nos amenazan de muerte, a las que abastecemos de armas por dinero e intereses territoriales cortoplacistas. O si nos conviene seguir hablando de conspiraciones y en definitiva crear un cisma entre nosotros, tal y como los propios terroristas anhelan, en lugar de centrarnos en lo importante, permanecer unidos y mermar la propagación del miedo.
Pero supongo que soy un idealista empedernido.
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Justo 1 año antes del incidente en la Sala Bataclan fallecía mi abuelo. Y no digo “justo” de manera trivial, porque de nuevo era mi propio cumpleaños. Si me permito recordar ese día con mayor tristeza estoy seguro de que lo concebiríais como normal. Una vida probablemente destinada a su fin frente a decenas con aún demasiado que disfrutar. Curioso.
Luego están los que te llaman la atención por no poner #TodosSomosBarcelona. No quiero ser cabrón porque suelo dejar a la gente decir lo que quiera... pero ya que se consideran los adalides de la concordia frente a los que no hacemos eso, ¿qué cambia? No seamos ingenuos.
Ah, espera. Que lo importante es conseguir likes, visitas y esas cosas. Pues ya que sirve de tanto:
BARCELONA IS NOT SPAIN. SPAIN IS BARCELONA.
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