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La guerra entre Oriente y Occidente
Averiguando de lugares sobre el canto, llegué hasta los datos de un Instituto cerca de Congreso. Me resulta difícil llegar hasta Palermo, cuando voy para mis clases de canto. No me lo tomo de forma profesional, solo me gusta cantar. Y de todos esos lugares en donde consulté, me mandaron una invitación para una videollamada, tipo «Zoom» para promocionar el Instituto. Me interesó, solo para escuchar. Lo primero que observé fue un vídeo promocionando el lugar. Después habl�� el director, un hombre con voz ronca; se disculpó, porque le dolía la garganta. Nos habilitó el chat para preguntar sobre el Instituto. Sentí como que solo se trataba de algo comercial, en donde repetía constantemente que otorgaban títulos oficiales. Yo escribí varias preguntas; en total sumábamos dieciséis. El director explicó que si nadie preguntaba más, iba a concluir la reunión. Una de las primeras preguntas que hizo un alumno fue sobre los aranceles. Con respecto al canto, dijo que cobraban $ 43 000 y algo similar de matrícula. Después, en la mensajería de mi celular, me dijeron que las clases se repartían tres veces por semana; las de canto, de cuarenta minutos y después había una clase en línea de más tiempo. En una palabra, todo ese dinero, que no es poco, distribuido en tan solo cuarenta minutos miserables de canto. ¡Ni loca la dejes a la profesora ir al baño, porque te descuenta diez minutos de la clase! ¡Imagínate, lavarte las manos y otras cosas! No quiero ser grosera. Después, las clases «online» (en línea), tú pagas tu Internet, tu electricidad y tu computadora. Tu casa, un espacio privado, termina siendo público.
Bueno. Pasando a otro tema, la Una (Universidad Nacional de las Artes) me dejó pensando en el tema de las conspiraciones. Yo siempre vi gente conspirada. La primera vez que lo presencié fue con mi familia. Mis padres enterraban documentos en el fondo de la casa. No creo que haya sido una orquídea que ocultara mi padre. Mis hermanos, tan poco confiables, no se entendía si formaban un equipo con mis padres o no. En realidad, con los años entendí que en temas de conspiraciones, esa gente no se quiere ni se defiende. Digamos que forma como un núcleo de personas que se encuentra unidad por un fin. ¡No me preguntes cuál, porque yo nunca fui parte de ellos! Incluso, recuerdo una vez, cuando mi padre fue a ver a un viejo amigo y yo escuché que le dijo: «no te olvides que los dos estamos en la misma causa». Así que yo sufrí por los conspiradores desde mi más tierna edad.
Retomando el párrafo anterior, si pensamos en conspiraciones enseguida va a llegar a nuestra mente todas las mentiras de los mismos conspiradores o pensamientos de personas cautivas por ellos, que les lavaron el cerebro y que les hicieron creer cualquier pavada. Y la primera división que haces es ricos y pobres o derecha e izquierda; también, judíos y no judíos o negros y blancos. Pero si lo analizas más de forma como una macroidea, entenderás que existe una división tajante muy promocionada dentro del Islam, que es Oriente y Occidente. No te rompas la cabeza para entender una cosa u otra. Simplemente, observa el mundo y su gente. Si analizamos algo diferente de lo occidental, ¿qué te llega a la mente? Pues: la India milenaria, pero para mí es un país distinto, pero unido a lo occidental, no un país que confronta. Después tenemos a los judíos, sin embargo, se han asimilado muy bien con Occidente y hasta operan como accionistas del Banco Mundial. Por otro lado, tenemos a los árabes, que parecen como algo totalmente separado del orbe. Podemos dividir los bandos por religiones, pero no creo que eso sea una verdadera diferencia, sino más bien una pantalla o fantasía para ocultar algo más grande. Y llegamos hasta la China, Corea del Norte y Corea del Sur, todos países considerados como Oriente y con una cultura tan distinta de Occidente que da para pensar. Y esa fue mi idea este viernes, cuando hablaba un profesor en Lengua.
En una palabra, después de todo el análisis anterior, Oriente y Occidente sería la guerra real. Por supuesto que esto es solo una hipótesis. Y todo lo demás, como la riqueza, los judíos y los negros serían como el mundial de fútbol, el espectáculo que tapaba las torturas que la dictadura cometía con la gente en aquella época oscura. Es decir, lo que se muestra y lo que se oculta. En mi caso, dentro de mi familia, se mostraba ante los demás una familia normal, como cualquiera; sin embargo, entre bambalinas, se escondían documentos y falsas identidades.
Oriente y Occidente es la diferencia más notable en el mundo. Cuando yo estudié Bellas Artes, apenas vi muy poco de la India, del Arte Islámico y del Arte de la China. Todo giraba en torno a lo europeo y se centraba en los pintores de Francia. Un mundo diverso, pero muy diferente de Oriente. Y también queda separado del mundo Irán, pero ese sería un tema aparte.
La cuestión es que la Una, que es una universidad pública me hizo pensar. Nunca subestimes el poder del estudio y de los ámbitos educativos. Esa es la mejor herramienta que puedes obtener para salir de la ceguera. En mi caso, permanecerá en mi memoria lo que mis padres ocultaban. Mi mundo en aquel entonces resultaba muy pequeño, tal cual el protagonista del libro «Desde el jardín». Cuando vives una vida encerrado, como en cautiverio, tal cual yo la viví, no entiendes lo inmenso que es el mundo que te rodea. Sin embargo, nunca subestimes al que nada posee o que ignora todo lo que el mundo enseña, porque muchas veces, ese mismo mundo busca mostrarte hechos que en realidad esconden problemas mayores. Aquí en la Argentina, mientras la gente festejaba el mundial de Fútbol, en las comisarías torturaban personas. Creo que descubrí lo que millones ocultan, la guerra entre Oriente y Occidente.
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