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Así fue el Festival Nuevo Día en Uruguay

El Festival Nuevo Día desembarcó por primera vez en Uruguay, luego de exitosas ediciones en Buenos Aires, La Plata y Rosario. Con un lineup binacional, la nueva generación del under rioplatense tuvo su momento de encuentro.

Por Ginny Lupin Fotos Gino Bomba & Mel Taramasco.

Al caer la noche del jueves, Inmigrantes era una fiesta. Un puesto de venta de remeras improvisado sobre la esquina de Paullier y Guaná, atendido por sus propios músicos, reunía a jóvenes con los ojos muy abiertos, como tratando de entender que esas bandas que escuchan sin parar desde la pandemia estaban a punto de sonar en vivo en un sótano de su ciudad.

La primera jornada de dos, ambas agotadas de manera anticipada, evidenciaba ya en la puerta el cruce generacional que esta movida genera. Un público muy joven, en edad de primeros recitales, converge con veteranos de la escena, que lejos de "pasar la posta" se disponen a compartir la fiesta que propone el Nuevo Día.

El grunge de Neamwave fue el elegido para romper el hielo, pasadas las 22hs del jueves. "¿Está para agitar todo el mundo?" preguntó Joaco (voz y guitarra) y el público respondió tirando el sótano abajo, empezando una rutina de pogo que no se detuvo hasta el último acorde de Mujer Cebra. La banda, que se encuentra pronta a lanzar su primer disco, hizo entrar en calor al público con el adelanto de sus nuevas canciones.

Entre camisetas de Neamwave y público nuevo fascinado con el descubrimiento, nuestro pedacito oriental de la escena de Seattle noventosa cerró su presentación en el Nuevo Día con su vocalista sumergido en el mosh y resurgiendo en brazos de los presentes. La energía por los cielos y la noche recién empezaba.

"A nosotros nos encanta tocar en lugares así. Volver al sucucho, de vez en cuando", confesó Lucy, voz de Dum Chica, apenas bajaron del escenario. Minutos antes, su proto-punk arrollador encendió al público, que para sorpresa de la banda coreó todos los temas. Montevideo fue su primer parada fuera de la Argentina natal y llegaron en pleno torbellino post-DUM, su primer álbum, lanzado a principios de este año. Con un sótano lleno hasta la escalera, la voz de Lucy, de a ratos gritada a lo Luca Prodan, el bajo furioso de Juana y la batería precisa de Ramiro (que vestía una casaca celeste) dieron cátedra de un sonido garage contundente.

Bajo el escenario se congregaban fanáticos fieles, curiosos y caras conocidas de la escena. Contra el escenario Joaco de Neamwave, Kolin de Obelisco y Tuka de Hablan Por La Espalda comandaban el agite, mientras Pato (Mujer Cebra) seguía cada movimiento desde el costado.

El repertorio fue breve pero arrollador, sin pausas salvo para consultar el resultado de Boca-Palmeiras, que se jugaba en simultaneo al show. El gol de Cavani se festejó casi-tanto como los primeros acordes de "Figuritas", principal hit del álbum e himno para la escena que engloba el festival.

Al ritmo de "Terremoto", primer sencillo (2022), el trío se despidió de "la tierra de Jaime Roos" entre emoción y agradecimientos.

A Los Walrus además de aplaudirlos tendríamos que agradecerles. La banda, grandes protagonista de esta nueva ola de underground local, movió cielo y tierra para traer el Nuevo Día a Uruguay. El esfuerzo dio sus frutos. El unico quinteto de la noche tuvo indiscutiblemente el mayor agite de la primera fecha. Desafiando los límites escenario/pista, presentaron las canciones de su próximo disco, La Expansión, liderando el pogo arriba y abajo del escenario.

"Lejos", la canción elegida para cerrar, terminó con el crowdsurfing de Jaso y su guitarra, un guiño a "Yegua" de Babasónicos y un estado de euforia generalizado del que iba a ser difícil bajar. Pasada la medianoche del jueves los músculos pedían un descanso del pogo, pero todavía faltaba el cierre de la primera jornada.

Para cuando Mujer Cebra tomó el escenario, la victoria de Boca era un hecho y la comitiva argentina, con amplia mayoría xeneize, entró en modo festejo. El trío venía de presentarse en Chile y recalaron en nuestro país antes de emprender viaje a México, donde se estarán presentando a fin de mes. Además, el próximo martes lanzarán su nuevo disco, Clase B, que estarán presentando el 18 de noviembre en Niceto. En la cresta de la ola, su esperado paso por Uruguay cerró por lo alto la noche de jueves.

Si bien todas las bandas contaron con hinchada y coro asegurado en la audiencia, en Mujer Cebra no quedó tema sin ser gritado. Mientras Jaso (Los Walrus) filmaba la secuencia con una videocámara y entre el público se veía disfrutar a los Fede (Morosini de Julen y la Gente Sola, Cáceres de Incluso si es un Susurro Soviético); "Fantasma", último sencillo de la banda, se cantó como un himno. Quizás sea recién en ese momento, siendo testigos de la comunidad que el Nuevo Día engloba, que entendimos lo que la concreción de esta fecha significa para la música a ambos lados del Río de la Plata. Que la escena creció lo suficiente como para llenar dos fechas donde nadie paró de saltar. Que acá tambien pasan cosas .

Bajando las escaleras del Tazú, era fácil identificar aquellos que tenían su debut en el Nuevo Día esa noche y los que, como quien escribe, arrastrábamos ya una madrugada sin dormir. Recostados contra alguna columna, con los primeros vasos de cerveza en la mano y la expectativa a flor de piel, quienes consiguieron entrada para el viernes 6 antes del rapidísimo sold out llenaron el sótano poco antes de las 22hs.

Encargada de abrir la segunda fecha del festival, Flor Sakeo y su banda tomaron el escenario, calmando la sed de agite con una dósis de su EP, Alba. Poseídos por la cadencia envolvente de los riffs que Flor Sakeo propone, Los Walrus (ahora audiencia) fueron los insitadores del primer pogo de la noche.

Si bien la banda mantuvo la energía al máximo durante todo el set, los picos de sinergia entre su distorsión y el público fueron la presentación de un tema nuevo ("Espiralidad", "Espiral" o "Casualidad", pendiente de bautismo), propuesto por Flor dos días antes del show y el cover de "I wanna be your dog" de los Stooges, insignia punk que hizo temblar el piso de la sala.

"¡Toque bocina! Me quedé sordo en el show de El Club Audiovisual" dicen los pegotines de la banda de pop sónico y lejos de exagerar, adelantan la potencia de sus shows en vivo.

Los bonaerenses llegaron a Montevideo para presentar su nuevo disco, homónimo, lanzado en agosto de este año. Con un show dedicado a Cavani (la fiebre bostera seguía, a pesar de que Delfi―voz―sea de River), El Club desencadenó rondas de pogos interminables que dejaron el cansancio de la semana en el olvido. De a tramos shoe-gaze (propio de su primera etapa), entre coqueteos punk que rápiadmente se sumergen en melodías pop con las guitarras como protagonistas, el cuarteto conquistó al público uruguayo sin objeciones.

En su segunda experiencia Nuevo Día (participaron también en la primera edición de este año, en el Teatro Vorterix), destacaron la importancia de estas instancias en la escena. "Como movida, nos estamos metiendo en el mundo, estamos teniendo una voz y nos están escuchando", explicó Matías (guitarra y coros).

Los Buenos Vampiros llegaron a Tazú con un cargamento de merchandising, su característica estética oscura y un volantazo en las tendencias futboleras del festival. Con una camiseta de Peñarol y al grito de "¡Aguante Estudiantes!", su baterista no se dejó intimidar por el clima azul y amarillo que tiñó el Nuevo Día.

La banda marplatense de post punk prepara su tercer disco, mientras el segundo (Destruya!, 2022) sigue sonando fuerte. Con un set que repasó sus dos materiales de estudio y adelantó algo de lo nuevo, los Buenos Vampiros pusieron la cuota de oscuridad que un festival como el Nuevo Día demanda.

A pesar de los problemas técnicos (tuvieron dificultades con un pedal de bombo apenas comenzaba su presentación), los Buenos Vampiros se metieron al público en el bolsillo, generando el primer "olé olé" del viernes. Con un contundente "Aguante los Estómagos", la banda se despidió de Montevideo. A juzgar por la cantidad de camisetas con su nombre, no tardarán en volver.

Obelisco, los abanderados del hardcore montevideano, pusieron el pie en el acelerador para cerrar el festival con una cuota astronómica de energía. Exceso de pogo, toma del escenario por parte del público y la presentación de nuevos temas (acaban de grabar su nuevo disco, próximo a lanzarse) hicieron de su set el broche de oro de las dos jornadas.

La reciente reestructura de la banda, con la incorporación de Camila en bajo y voz, aportó un componente melódico que transformó el vivo de Obelisco, brindándoles una frescura renovada.

Con los últimos acordes, la sensación en el sótano céntrico fue de felicidad nostalgica. La primera edición del Nuevo Día en Uruguay nos dejó la certeza de que hay muchísima música sonando fuerte en la región, motivando a público y músicos a seguir apostando por una escena diversa y profesional que se encuentra en pleno crecimiento. ¡Esto recién empieza!

Si te perdiste el festival, o si querés revivirlo, la transmisión completa del Nuevo Día está disponible en el canal de YouTube de El Bloque Radio. Además, muy pronto vas a poder ver el registro de cada show junto a las entrevistas que realizamos en vivo con lxs artistas.

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De freestyler a artista consagrado - Lit Killah en el Teatro de Verano.

Lit Killah llenó el Teatro de Verano para presentar su primer álbum, Mawz. La cobertura del show en palabras e imágenes de Arde.

Por: Ginny Lupin Fotos: Mel Taramasco

Mauro Monzón es uno de los principales exponentes del género urbano en Argentina. Bajo el seudónimo Lit Killah, siguió el camino “típico” de la escena, compartido con colegas como Duki, Wos o Paulo Londra: primero incursionó en freestyle, improvisando en las plazas de su zona. Le siguió El Quinto Escalón - principal competencia de rap de la Argentina y gran semillero de artistas que cumplió 10 años esta semana - y no mucho después los primeros temas solistas, el coqueteo con el reggaetón, el fenómeno del trap y ahora la consagración como artista urbano. De las plazas, a los boliches, al Gran Rex. Esto vivió Lit Killah de manera meteórica desde los 16 años. Hoy tiene 22 y el Teatro de Verano es solo una parada más en su ascenso a las grandes ligas. 

Mawz

Su llegada a Montevideo se dio en el marco del lanzamiento de su primer álbum y uno de los mejores materiales que diera la movida urbana de Argentina en el pasado año. Titulado Mawz, el álbum homenajea el camino de Lit Killah desde sus primeros acercamientos a la cultura del rap (muy unida al skate y los graffitis, de hecho el propio nombre del material era la firma con la que graffiteaba en la adolescencia); hasta su realidad actual como exponente de una escena musical que no ha hecho más que crecer en los últimos años. 

Mawz tiene 14 temas, incluyendo 6 colaboraciones con grandes nombres del género urbano y un freestyle completamente improvisado en el estudio. Con la producción del hit-maker Big One (y la participación del productor Oniria en algunas canciones), y moviéndose por los matices de beats un poco más electrónicos, reggaetoneros o rockeros (estos últimos cobrando fuerza al reinterpretar las bases con banda en las presentaciones en vivo); Lit Killah logró lo impensado con su primer material de estudio: unificar a la escena urbana, dejando atrás peleas históricas para dar lugar a una etapa de comunidad. Si las plazas fueron la adolescencia de estos artistas, con Mawz comienza el camino de la adultez; una madurez que se manifiesta tanto en lo musical como la comunicación entre el medio. Quizás por eso, tres de los temas que más agitó el público anoche en el Teatro de Verano fueron el remix de Además de Mi - definido por algunos como el nuevo “Tumbando el Club Remix”; en lo simbólico de agrupar numerosos artistas de la escena para enterrar los beefs, priorizando la música - Mala Mía junto a Duki y Dejame Tranki con KHEA, dos artistas con los que Lit Killah presentó diferencias en el pasado. Es que sus seguidores festejan las constantes colaboraciones como si la escena misma se tratara de una “superbanda”, y los artistas lo saben. 

Del disco al escenario.

Sobre las 22 horas de ayer y acompañado de una intro instrumental que adelantaba el protagonismo asumido por la banda a lo largo de la velada; Lit Killah subió por primera vez al escenario del Teatro de Verano.  Antes, promediando las 21, fue el turno de Tour Power - colectivo que reúne a los artistas locales Suite, Vema, Tomy SJ y Joakon - quienes prepararon al público para la llegada del argentino.  Así, en medio de gritos y gradas llenas de expectativa, Lit Killah abrió su show con California, corte de difusión de Mawz y gran muestrario de la exploración musical que marca esta etapa del músico (él mismo lo define como “lo más cercano a crear un estilo”). Le siguió un repaso por algunas de sus colaboraciones, tanto con colegas argentinos como con la uruguaya Agus Padilla - que no se hizo presente en el show para interpretar Tan Bien, el tema que comparten en el cual se luce por demás la sección de vientos.  Y es que si elegimos destacar dos aspectos del show que Lit Killah presentó en nuestro país, en primer lugar tiene que estar la banda. Nunca es sencillo pasar de la grabación al vivo, pero para un artista joven, cultor de un género donde la producción musical no escatima en recursos para lograr que un tema sea vistoso, el desafío de diseñar un recital que vaya más allá de cantar sobre una pista es enorme. Eso sin tener en cuenta los dos años alejados del escenario por la pandemia y el entrenamiento vocal que el artista llevó a cabo para pasar de rapear a cantar melodías.  Es por eso que el versionado de su cancionero para esta gira se lleva el oro y los aplausos. Gran trabajo que habla de una producción pensada y un artista principal que no duda en dar un paso atrás para dejar que sus músicos se luzcan cuando la canción lo amerita. 

Por otra parte, otro aspecto de la realidad a la que debieron enfrentarse muchos de los artistas consagrados durante 2020/21 (como es el caso de María Becerra o Tiago PZK, entre otros) es el pasaje de las colaboraciones al vivo. Y si bien parte de la comunidad formada en torno a la escena urbana garantiza invitaciones a participar unos en los shows de otros, es también cierto que la internacionalización de su música limita estas posibilidades. Sería un caos de costos y agenda pretender que todos los artistas viajaran juntos para interpretar sus feats, pero la forma en que esto se resuelve en vivo altera radicalmente la calidad del show. Nadie quiere pagar una entrada para escuchar la voz de un artista que no está presente sonando por pista, sin embargo, esto suele ser la norma.  No es así el caso de Lit Killah, quien si bien incluyó una alta cuota de feats en su setlist de ayer (son, al fin y al cabo, los favoritos del público), supo cómo amoldarlos a su puesta en escena. Casos como el de Además de Mi fueron acortados, y en los duetos como Tu Mensaje junto a FMK, Lit Killah supo armonizar su voz en vivo con los versos grabados de sus colegas; logrando versiones únicas que hicieron delirar a la audiencia.

Uno de los grandes momentos de la noche se dio en forma de bloque a mitad del show; empezando con Bufón, single del año 2018 que marcó el comienzo de una nueva era para Lit Killah como solista, tanto en lo musical como en la línea estética que su proyecto mantiene hasta el día de hoy. Con la banda nuevamente en el foco, el artista decidió continuar su viaje al pasado y conectar con las raíces de su carrera de la mano de un freestyle sobre el beat que los músicos creaban en el momento; dando gala de la técnica que lo consagrara en el rap improvisado hace no tantos años. Este punto del show es clave para entender la profesionalización del género: del pibe que le tiraba una buena rima a Duki en los escalones de una plaza, con otro adolescente haciendo beatbox como base - a presentarse con banda completa en uno de los principales escenarios de su país vecino. Y pensar que en el auge de El Quinto Escalón la consagración era tener un micrófono compartido y una tarima como escenario.  Para cortar con la nostalgia y responder a lo que mide en redes (teniendo en cuenta que un hit actual es definido sólo a través de un challenge de Tik Tok), llegó el turno de La Trampa es Ley; último single solista del artista, que samplea un clásico del Chaqueño Palavecino para una vez más tender fronteras entre distintos géneros musicales. Si se quiere, el encuentro entre la tradición argentina de antes, y la música que los posiciona a nivel mundial en la actualidad. 

Si bien breve, el show fue extremadamente dinámico, manteniendo la energía  tope en cada momento. Mientras canta hit tras hit, Lit Killah recorre el escenario con comodidad, se ríe y agradece al público con una cercanía familiar. Y el público responde, entre otras cosas, porque hablan su mismo idioma.  No sólo se trata de gente joven admirando a gente joven, sino que manejan los mismos códigos, entienden y disfrutan de una cultura compartida. Por eso cuando Lit Killah comenzó a streamear por Twitch durante la pandemia sus transmisiones rápidamente se llenaron de comentarios y en cuestión de semanas su nombre estaba instalado en la comunidad streamer; porque los mismos chicos que hacen coreografías virales en TikTok al ritmo de En La Oscuridad, miran a otros chicos jugando videojuegos en vivo en Twitch, se tiñen el pelo de blanco, se visten con un mismo estilo.  Y quizás sea esa conexión desde lo generacional que hace genuinas las interacciones de Lit Killah con su público uruguayo, a kilómetros de distancia del retrogusto demagogo que tantas veces dejan los artistas internacionales reiterando lo fantástico que es Uruguay. De alguna manera, un “gracias guachines” de Lit Killah es más significativo.

El cierre fue con Apaga El Celular, su primer hit, que maneja un sonido muy diferente al Lit Killah de Mawz, pero se adapta bien al formato de banda completa. La gente grita, el artista sonríe. Piden bis y cumple. Lit Killah volvió entonces para Flexin, single que con la producción de Bizarrap se convirtió en el primer hit de la pandemia. Y esta vez sí, con una ronda de aplausos, se despidió de su público; listo para volver a Argentina. Allá lo espera la casa que comparte con FMK, Rusher King y Tiago PZK; una suerte de Factoría de Warhol trapera que frecuentan también Duki y su novia Emilia, María Becerra, el productor Big One, streamers como El Demente, entre otros. Así, rodeado por “los de la casa”, la filial reducida de “los del espacio” (colectivo extendido que incluye visitantes y amigos); Lit Killah y su comunidad seguirán transformando la escena musical de la región, con nuevos sonidos, nuevas reglas y - sin dudas - mucha nueva música. 

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Quebrar pogueando con Dillom - Post Mortem en el museo

Al mejor estilo Rocketpower, pero con el propio Dillom en lugar de Limp Biskit, el jueves la Sala del Museo dejó todo en el pogo de Post Mortem.

Por Ginny Lupin Fotos Mel Taramasco

La entrada de la Sala del Museo la noche del jueves 12 de Mayo parecía el set de filmación de Night of the living dead, el clásico de terror de George Romero. Jóvenes con remeras blancas ensangrentadas, ordenados en una fila de fusión gótica urbana que da la vuelta la manzana. No es la primera vez que el local frente al puerto agota las entradas de uno de sus shows, pero sí una rara ocasión en que - incluso 20 minutos antes del horario pautado para la apertura de puertas - el público ansioso copaba las calles de la zona.  Pasadas las 20, en la vereda se escuchaba a chicos coreando temas del argentino YSY A, otros tantos sacando fotos que documentaran la previa al “velorio” más esperado del año. Adentro, los que iban pasando especulaban con el setlist sobre la música de fondo; aunque una hora después poco podría distinguirse entre los gritos de euforia y la voz nasal de esta generación: Dillom desembarcaba en Montevideo.

¿Quién dijo que el pogo era patrimonio exclusivo del rock? Ya hablamos de que Dillom es imposible de encasillar, pero aún así habita el enorme paraguas contemplado por la movida urbana, un género no puntualmente asociado a la “cultura de agite”. Sin embargo, la audiencia de Dillom no tiene nada que envidiarle a las bandas pesadas en lo que a saltos y mosh respecta. “En Argentina yo y los Ramones en NYC” no es una barra aleatoria en su single Pelotuda; pocos artistas pueden causar el tipo de impacto que causa Dillom. Un pibe de 21 años que dice “manchen una remera de rojo” desencadenando unas mil personas que siguen el dresscode. Chicos y chicas saltando, en llanto, pre-adolescentes con sus hermanxs más grandes compartiendo la música. Dillom es un fenómeno que le pertenece a una nueva generación, una generación que recién está ingresando al mundo de la música en vivo, en un país donde muchos recitales están restringidos a mayores de edad. Pibes y pibas que empezaron a escuchar música en pandemia cuando no pasaba casi nada de manera presencial. Jóvenes recién están saliendo y entienden estas instancias como una misa, el encuentro con lo que los mueve. 

Ese es el clima en la Sala del Museo sobre las 21 horas, cuando se apagaron las luces y empezó el delirio. 

La apertura estuvo a cargo del local Knak con la participación estelar de Davus. Los exponentes del género urbano de nuestro país no habían sido anunciados como parte de la fecha, por lo que su presentación fue una grata sorpresa para el público; que recibió con entusiasmo hits como RICKY y adelantos del EP de Knak Korta, recién salido del horno. 

Luego del breve set de los uruguayos, llegó el turno del plato principal. Dillom se presentó segunda vez en Montevideo (la primera fue en 2019 en el marco del festival La Nueva Generación donde representó a la Rip Gang junto a su colega MuereJoven, también en el Museo del Carnaval). Esta vez, sin embargo, lo hizo acompañado de banda completa. ¡Y qué banda! Fermin Ugarte, también productor de Post Mortem, hizo bailar a los asistentes rompiéndola en bajo, teclas y sintetizador. Gringo (quien reparte su tiempo entre la Post Mortem band y CXVERNXS, bruta banda metalera de la vecina orilla) dio gala de guitarra, agitando su pelo larguísimo al son de la música.   que tambien fue productor de post mortem y la rompe en teclas, bajo y sinte. Gringo el violero que toca en CXVERNXS una bruta banda de metal y revolea sus pelos largos con trap tambien . Completaba el cuadro Haye en la batería fuerte, dinámica y precisa. 

El set fue completísimo para el repertorio del artista, que repasó Post Mortem de pe a pa, intercalando el álbum con sus temas más clásicos.  El arranque fue con el track que da nombre al disco, precedido por Demian, el relato narrado por Mario Pergolini que también forma parte del álbum y fue un gran recurso para instalar el clima. Le siguieron Rili Rili, Piso 13 y Side - el costado más pesado de Dillom, quien se estiraba para tocar las manos del público desde el primer tema. 

Con cambio de vestuario - ateniéndose él también al dresscode pautado de remera blanca manchada con “sangre” - se escuchó la pauta de Bohemian Groove, sello del artista; una suerte de brindis para la Rip Gang que si bien no acompañó el cruce del río, siempre está presente. 

No faltaron las colaboraciones, aunque simbólicas ante la ausencia de sus compañeros: sonaron así por pista las voces de L-Gante en Hegemónica, Saramalacara en Rocketpower y Muerejoven en Coach. 

También hubo cambio de vestuario - Dillom también sumado al dresscode de remera blanca manchada con “sangre” - y apareció la “utilería en forma de bolsas de consorcio simulando un cadáver desechado. No es la ambientación completa que ensombreció al teatro Vorterix e incluía un coche fúnebre estacionado en la puerta; pero es bastante considerando que acá nunca nos llega el combo completo de puesta en escena. 

Dillom se tomó varios espacios para agradecer a sus seguidores por agotar la fecha, no sólo en palabras sino también gestos. Los fans más antiguos tuvieron su tiempo de brillar cuando sonaron A$AP y Casipegado, ambos del 2019, quizás ajenos para quienes se subieron a la Dillomneta tras el lanzamiento del disco. 

También hubo espacio para lo emotivo cuando, precedido por un interludio con Toda la Gente, llegó el momento íntimo del show. Sauce, 220 y La Primera, quizás los temas más melódicos y “sensibles” de Dillom fueron cantadas con el micro en la jirafa y las voces del público más fuertes que la del artista. Una pena el manejo del humo en este momento que de a ratos bloqueaba demasiado la vista; aunque el clima cercano se consiguió de todas maneras.

Sobre el final, Dudade y OPA explotaron como los hits que son, la gente saltando, ronda de pogo, empujones, abrazos y manos en el aire, como bendiciendo. A Dillom lo sigue un fanatismo febril que haría temblar a los Beatles; pero que es a la vez serio, solemne. Lo idolatran y le gritan, pero como a un referente, con un agradecimiento siempre implícito en su devoción. Un fenómeno tan único como quien lo genera, que fue curioso de presenciar el pasado jueves.

OPA podría haber sido el adiós, pero Dillom volvió con Amigos Nuevos, momentazo del disco y del recital que corona todo el mood Post Mortem, posicionando a Dillom como el artista completo que es. La despedida, que esperamos sea un hasta pronto, fue con Reality; y cumpliendo con la tradición (a pesar del nerviosismo de los encargados de seguridad) Dillom saltó a los brazos de su público. “Dejo el alma en el moshpit” canta Saramalacara en Rocketpower y así fue el jueves - el alma por la música, el sacrificio por su público.