Ha terminado por refugiarse en uno de los bares más desocupados del lugar, donde la música parece parte del ambiente y los murmullos de las personas no son suficientes como para distraerla, incluso la mirada inquisitiva del barman pasa inadvertida. Se encuentra totalmente ensimismada en el libro que está leyendo, que no es capaz de notar la presencia a su lado hasta que escucha su voz, pero sin saber lo que ha dicho, responde — No me mires así, es muy común que la gente venga a leer mientras se toma un trago.
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