Tumgik
#pensando en unos culitos que andan por hay
easytosmile · 3 years
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Cuando Me lleno de humo siento que subo y más le consumo puro pensar y pensar tarde o temprano me iba tener que dañar.que todo lo bueno llega su final. pero yo pa eso me pongo a forjar.para no bajar del avión .cáigale pal cantón quemando en papeles la Bonga o en blunt .esto no va parrar siempre bien guisado me van encontrar.seńorita Juana vomonos por hay
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ghostlyinternetlove · 4 years
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Hoy sólo quiero sacarme unas cuestiones de encima.
-Es Ocho de Marzo y tenía una maraña de pensamientos haciéndome ruido en la cabeza-
Estoy enojada...
Por las veces en que se quitan el condón o te obligan a hacer cosas que no querés.
Cuando decís que no, cuando decís que te están lastimando y a propósito te lastiman más,
¿Cómo se le llama a todo eso? ¿Amor?
A alguien le dijeron “Solo cogemos cuando vos querés” y es como “???”
Sí, obviamente, ¿Por qué cogería si no quiero? ¿Estás obligada a cogerte a un maje cuantas veces quiera, a la hora que sea sólo porque tienen algún tipo de vínculo? ¿Entienden lo horrible que suena? Léanlo otra vez, “Solo cogemos cuando querés”. Se llama consentimiento, mi hermano.
¿Es que acaso somos muñecas inflables que podes OCUPAR?
No saben la cantidad de violencia simbólica que ejercen o quieren, ansían ejercer sobre nosotras, ni siquiera la entienden, son como animales.
No es de extrañar que te quieran decir groserías a la hora de coger, o pegarte, o degradarte o humillarte
¿Qué quiere decir de ustedes ese afán de demostrar superioridad, esa necesidad de violencia, de control, de poder?
Es decir, hay hombres promedio y después están los Ted Bundy y femicidas ¿Qué les diferencia?
La necesidad de demostrar lo machos que son porque en su día a día se sienten pequeños es la misma. Piénsenlo, medítenlo.
Como cuando casi me violan y el maje del que estaba enculada me dijo “Es que sos demasiado feminista, no sé porqué pensás que el mundo es como en tu cabeza”.
Como cuando mi mamá me dijo que yo sabía lo que podía pasar.
Como las veces que decía algo en clases y pasan de ello, lo desestiman, porque los incomoda y luego un hombre repite lo que dije y se lleva el crédito.
Como cuando un profesor en secundaria nos decía que si no se masturbaban pensando en nosotras no nos querían.
Cuando otro profesor de la nada me vio sentada y me bajó la media.
Como cuando los de último año te acorralaban en los pasillos.
O como cuando aquel imbécil le tocó una teta a una amiga en la subida de las escaleras después de recreo.
Como las veces que te siguen y enllavan la puerta y no sabes cómo correr de ahí.
Como la vez que me hicieron sentir culpable de que me acosaron en la iglesia el 24 de Diciembre del 2017.
Como las veces que me han dicho zorra personas que ni me conocen y bueno, hasta gente que decía quererme.
Cuando me dijeron “Bien me lo habían dicho, seguro en Managua se la cogen entre dos”
Como cuando me dijeron que soy feminista para excusarme y “poder actuar como zorra”
No. Soy feminista porque soy mujer y no tengo PORQUÉ JUSTIFICAR mi conducta ni mis acciones, porque no te debo nada. Nada.
Como la vez que mi profesor me seguía a la biblioteca, al bar central, me esperaba en los pasillos vacíos y me castigaba en clases por no corresponderle.
Como cuando casi me violan en la casa de un amigo.
Y años después, un desconocido.
Y años antes de todo eso, una cara conocida.
Y estoy harta, verdaderamente cansada de dar explicaciones y pedir permiso para hablar, por cómo hablo, por lo que hago con mi cara, con mi pelo, con mi ropa, por cómo camino, por dónde camino, por con quién camino. Harta.
¿Cuánta mierda hay que aguantar de la gente que uno quiere para que uno diga basta?
Cuántas veces te las tienen que pegar para que te vayás, cuántas veces te tiene que levantar la voz, te tiene que empujar, te tiene que revisar el celular, te tiene que hacer mala cara cuando dijiste algo que no le pareció, cuántas veces te pidió que te cambiaras, cuántas veces te dejó sola  cuando le pediste ayuda, cuando lo necesitas, cuántas veces se tiene que cagar en vos antes de un día importante en las clases o el trabajo, cuántas veces te tiene que hacer un cuadro bolo y cuántas veces más te tiene que pedir perdón también bolo para que lo dejés.
Odio la manera en que siempre somos las malas, siempre hacemos mal, si lo perdonas, si lo dejás, si sos muy de dejar pasar las cosas o si sos muy contundente. Si sos muy sensible o si sos muy cortante.
Cuando un “amigo” o conocido te acosa y es inapropiado, si le contestas con un “sobre loquito, dale pues” y sos condescendiente, después es un “ah pero ella nunca le puso un alto”, pero si lo haces y les expresas tu inconformidad y lo incomoda que te ponen la respuesta es “uy maje, no sabía que no aguantabas una broma, sos de azúcar, así trato yo a mis amigas, sos una exagerada”.
Así que sí, las mujeres recibimos mierda en todas las esferas de nuestra vida.
En el colegio, en la universidad, en el trabajo, en la casa. De parte de gente que no nos conoce, pero sabe quiénes somos, de nuestras ex parejas, de parte de las actuales, de los tales culitos que sólo quieren usarte, de la persona que amas.
Solía sentirme sola, verdaderamente sola. Las mujeres me han salvado de esa desesperante realidad.
Recuerdo cuando me vine a vivir a Managua y al final del primer cuatrimestre con mi compañera de proyecto de Reflexión Teológica, nos estábamos desahogando. Esta maje es una de las personas más inteligentes que conozco, siempre prestaba libros en la biblioteca, vive con su mamá y su hermano, su papá era un violento, se separaron, no es responsable, y después de contarle lo sola que me sentía, lo que me hacía falta llegar de clases a una casa en que alguien me estuviera esperando y con quien pudiera hablar me respondió diciéndome que las puertas de su casa siempre iban a estar abiertas para mí.
Eso es un ejemplo de lo que la solidaridad entre mujeres es y significa, es incondicional y es probablemente una de las cosas más puras que existe.
Realmente nunca he estado sola, desde que recuerdo siempre ha habido una mujer guiando mis pasos, acompañándome o recordándome lo valiente que puedo ser.
Y leyendo o escuchando mujeres haciendo arte, en cualquiera de sus expresiones siempre me ha reconfortado porque de alguna forma siempre vamos a lograr identificarnos a través de nuestras vivencias, de nuestros dolores, de nuestras luchas y de nuestras alegrías y esto último me importa enunciarlo porque es tan común y creo que no es lo suficientemente apreciado o reconocido, como nos alegramos por la otra y cómo esa alegría se vuelve nuestra y es... no sé, no les puedo describir ese sentimiento, pero sé que lo entienden.
Porque nosotras no encontramos lazos de camaradería en solapar mierda, ni en denigrar a otros, ni en creernos más. Nosotras nos encontramos como espejos a pesar de las diferencias en la resistencia. En el amor. En el llanto. En el sentir. Porque sentimos y abrazamos eso que somos.
Y es que leyendo a Emily Dickinson, a Rosario Castellanos, Pizarnik, a Storni, a Simone, A Virginia Woolf, a Maya, a Atwood, a Austen, a Sexton, a Dworkin, a Audre, a Plath, a Elena Garro, a Gabriela Mistral (el otro día estaba leyendo una recopilación de Gabo y decía algo como “De tres premios Nobel de literatura que ha obtenido América Laguna, dos fueron chilenos, Uno de ellos, Pablo Neruda, el poeta más grande de este siglo” me pegué una arrechura porque MISTRAL>NERUDA, es como Elena Garro>Octavio Paz, no sé si sabían, pero Octavio Paz, premio Nobel de Literatura, le quemaba y rompía lo que escribía a su mujer, que fue inmensa, por miedo, por complejo de inferioridad. Y le decía loca. En tanto Neruda, iba de mujer en mujer, usando y desechando, pobre Matilde y pobre su hija, Malva, también) pero bueno, volviendo al punto, leer a otras mujeres es darse cuenta de que tenemos una muchedumbre y una diversidad de voces dentro de una misma y que están ahí contenidas, que tenemos que dejarnos salir de nosotras mismas para que nuestra voz se haga una junta con todas las otras que andan por ahí, buscando encontrarse, y reconocerse.
Acuerparse.
Recuerdo leer el Diario de Ana Frank, como a los siete y llorar y llorar porque sentía que había dos Anas dentro de ella, una buena y otra... que no tanto. Esta era una niña que me doblaba la edad, pero en quien me hallaba.
«Deambulo por las habitaciones, bajando y subiendo escaleras, y me da la sensación de ser un pájaro enjaulado al que le han arrancado las alas violentamente y que en la más absoluta penumbra choca contra los barrotes de su estrecha jaula al querer volar. Oigo una voz dentro de mí que grita: ¡Sal afuera, al aire, a reír! Ya ni le contesto; me tumbo en uno de los divanes y duermo para acortar el tiempo, el silencio y también el miedo atroz, ya que es imposible matarlos»
A los siete me sentía así y hoy, a los diecinueve, igual.
Y hablando de referencias a pájaros, recuerdo “Yo sé por qué canta el pájaro enjaulado” de Maya Angelou, a quien amo profundamente. Los papas de Maya se separaron y la mandaron, a ella y a su hermano, a vivir en el Sur de Estados Unidos con su abuela y su tío lisiado, al último tenían que  esconderlo en entre las papas y las cebollas cuando el KKK hacían ronda por esos lados. A Maya la violó el novio de su mamá a los siete años, fue a juicio, ella tuvo que testificar, el hombre salió de la cárcel y lo mataron, ella sintió que sus palabras mataron a un hombre así que entró en mutismo por cinco años.
«The caged bird sings
with a fearful trill,
of things unknown,
but longed for still,
and his tune is heard
on the distant hill,
for the caged bird sings of freedom.»
 Pude hablar de que me abusaron hasta los 17, estaba en clase y el profesor hablaba de los mecanismos que tenía la universidad para denunciar el acoso, de que teníamos que acudir con pruebas y fue de esos momentos, en que es como si tu alma se separara de tu cuerpo y pudieras observarte desde afuera, que me escuché decirle a mi amigo Pedro, “pero es que no es tan sencillo, a mí me violaron a los 6 y todavía no sé cómo decirlo” pero lo estaba diciendo, y salió tan natural y fue una afirmación por primera vez.
Toda la vida desde que tenía memoria recordaba una serie de imágenes entrecortadas y me preguntaba ¿Eso es un sueño recurrente o un sueño de hace mucho tiempo que sigo recordando? Porque no quería ni contaminar mi cabeza con el pensamiento de “No, eso realmente pasó y aunque querrás enterrarlo mil metros bajo tierra va a seguir saliendo a la superficie de tus pensamientos. Y no se va a ir”.
Y no se ha ido. Pero al menos puedo enunciarlo, a mí misma, a otros. Al menos pude buscar ayuda, y vaya que les agradezco a todas las mujeres que han estado ahí para mí en todo el proceso.
Así que, un día, un amiga me llamó para preguntarme sobre el tema y mi mamá me escuchó, así que estábamos en la calle comiendo y me dijo “Vos te acordás de...”
Y casi vomito. Nunca hable porque tenía miedo y asco... y vergüenza. Pero ella sabía. Yo le dije, a los 6. Yo le dije. Y ella puso una denuncia y habló con una psicóloga. Y le pregunté si mi papá sabía y sí, también sabía. Tampoco dije nada porque sentía que lo iba a destrozar en pequeños pedacitos, porque lo recuerdo diciéndome con lágrimas en los ojos que no saludara de beso, que no estaba obligada a abrazar siquiera a alguien que no quisiera, que no confiara demasiado en los adultos, que por favor siempre le contara todo. Y cuando me decía eso, yo no sabía cómo decirle que entendía porque lo hacía y que igual, ya me había pasado.
Odio el hecho de que una vez que te abusan, quedás como enferma para el resto de tu vida. Sólo no se va, sólo no se supera, sólo se afronta de otra manera.
Odio pensar en mí como una víctima, lo detesto.
Odio pensar en ese hombre interactuando con sus sobrinos.
Odio que por años lo seguí saludando igual.
Odio que toda la vida me dijeron, no te quedés muy cerca de -, te mira de forma extraña.
Odio verlo en misa, estirando la lengua a la hora de la comunión.
Odio verlo con pareja y ella sin imaginarse quién realmente es.
Odio que he tenido el impulso de decirle a niños que no se acerquen a él, nunca.
Odio que lo sigo cubriendo y amparando con mi silencio.
Odio que ni siquiera puedo decir su nombre.
Odio que cuando pienso en eso y estoy sola siento rabia, pero puedo llorar.
Odio que cuando se me viene eso a la cabeza, pero estoy acompañada, no puedo llorar, me siento atrapada y siento como todo se encoge y las paredes y la gente me asfixian.
Odio cuando hacen chistes de violaciones porque empiezo a temblar de odio.
Odio que no se imaginan lo que me ha pasado y esperan que me ría con ellos.
Odio que nunca comprendí porqué desde niña nunca he podido dormir como una persona normal.
Odio que a veces paso horas vomitando sin poder controlarlo.
Odié cada segundo que me sentí sola en esto.
Me reconozco el hecho de que he podido sobrevivir, pero como cuesta.
Odio pensar en lo que me pasó y odio vivir a la defensiva.
Odio mirar hacia atrás cada 30 segundos.
Odio caminar con las llaves entre los dedos.
Odio a esos policías apostados afuera de los portones que me dicen asquerosidades cuando voy a comprar cigarros. Odio que a estos no les puedo sacar el dedo o decirles el asco que me dan.
Odio recordar que cuando teníamos 12 e íbamos a comprar comida frente a emergencias después de danza fueron de las primeras veces que nos acosaron y que a mis amigas les daba miedo que yo les respondiera a esos hombres.
Odio recordar el hombre en moto y con casco parqueado frente a pizza Roma que se empezó a masturbar cuando íbamos pasando después de clases.
Odio recordar al hombre en bicicleta que nos dijo que nos destrozaría la vagina a las dos cuando veníamos de correr en Fátima.
Odio recordar al maje que nos siguió desde la gasolinera de Sutiaba hasta Laborio.
Odio pensar en los dos hombres que nos siguieron desde La Asunción hasta la U de M.
Odio pensar en el maje que me siguió desde el cementerio hasta la puerta de la UCC.
Odio soñar con el hombre que casi me viola en la puerta de mi casa.
Pero también odio pensar que no sólo los desconocidos nos ultrajan, también lo han hecho conocidos, gente que creía amigos, mis novios. ¿Qué haces cuando la gente que amas no está exenta de violentarte?
Si algo me han enseñado las mujeres en mi vida es “Encontrá una voz y no la soltés nunca, es todo lo que tenés.”
Así que después de toda una vida en que me han querido tratar de prepotente, muy ruidosa, con demasiadas opiniones, demasiado exigente, demasiado demandante, de que no tengo saciedad, de que no sé conformarme, demasiado expresiva, demasiado emocional, demasiado enojada, demasiado triste, con demasiadas energías, no lo suficientemente humilde, que es mejor en ciertas ocasiones calmarse o callarse o guardarse lo que se piensa, sienta y opina. Sólo quiero decirle a todo ese ruido “No”. No te voy a dar la comodidad de mi silencio, no me van a amedrentar de esta manera con mi consentimiento nunca más. Sólo quiero decirles que su “Mujer que sabe latín, no tiene marido ni tiene buen fin” ya no significa nada para mí.
Tengo una amiguita en León que vende chicles y sueño con verla un día de uniforme, igual que a mí hermana de 10. Sueño con un mundo menos brutal para las mujeres y con un país que no las mate. Con un país donde no las obliguen a parir, donde no las obliguen a saludar de beso a su abusador, donde no las maltraten, donde todos los días tengan alguien, aunque sea una persona que las abrace y les diga que ellas pueden lograr lo que sea, que pueden ser escritoras, doctoras, abogadas, lo que sea, pero no que solo lo digan, un país que les garantice cumplir esas metas, un país que las proteja.
Porque Nicaragua es un país con nombre de mujer; pero en el que matan a sus mujeres.
Porque el año pasado hubieron 63 femicidos.
Porque en este año van 14 femicidios.
Porque por si lo olvidaban, ese 63 y ese 14, no son cifras. Son mujeres.
Son personas. Tenían una madre, tenían familia, tenían amistades, tenían sueños, tenían anhelos, tenían cosas que les dolían y cosas que las hacían felices. Como yo y como vos.
Y no se murieron porque sí. Les arrebataron el derecho a cumplir con sus sueños, les arrebataron las risas y los llantos, les arrancaron la vida.
Por último, recordar pedacitos de este poema, que es mi ancla para días como estos. Y gracias, a todas las mujeres, por existir, por ser, por levantarse todos los días y dar la lucha, en las aulas, en las calles, en los mercados, en el campo, en las oficinas, en todos lados. Mi papá siempre me ha dicho que las mujeres nacieron con temple y sí. Me lo demuestran todos los días. Gracias.
 “You may write me down in history
With your bitter, twisted lies,
You may trod me in the very dirt
But still, like dust, I'll rise.”
“Did you want to see me broken?
Bowed head and lowered eyes?
Shoulders falling down like teardrops,
Weakened by my soulful cries?”
“Just like moons and like suns,
With the certainty of tides,
Just like hopes springing high,
Still I'll rise.”
“You may shoot me with your words,
You may cut me with your eyes,
You may kill me with your hatefulness,
But still, like air, I’ll rise.”
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easytosmile · 3 years
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Aeriz live resin sugar Strawberry Jelly
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easytosmile · 3 years
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Member berry crumble
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easytosmile · 3 years
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Gorilla Cookies for dessert ✌🏼🤘🏼🔥🤘🏼
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easytosmile · 3 years
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No puedo dejar de pensar en aquella morena chula ,chingao no puedo sacarla de mi mente .
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easytosmile · 3 years
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Me dasayune un rico bongaso de alíen bubba 🤤😵💭
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easytosmile · 3 years
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Estoy en la búsqueda de la playa de piedras de la luna .
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easytosmile · 3 years
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Tirando cruising por los freeways con un pre forjao volando 🔥🔥🔥🔥✈️✈️✈️✈️
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