El Caballero Verde
A las orillas del Río Nilo,
un reino del cual nadie recuerda su nombre,
se cuenta la historia de un niño,
que fue leyenda siendo hombre.
Nadie sabe con exactitud cómo tomar este cuento,
algunos dicen que fue una hermosa historia de amor,
aunque también hay quien dice que es un lamento,
de cómo destruir en pedazos un lindo corazón.
Os contaré la versión que se me ha dado,
cada quien su punto de vista tendrá,
mas les advierto, lo próximamente contado,
no se sabe exactamente el final.
CAPÍTULO I
Se cuenta de un valiente caballero,
que creció en medio de las batallas,
pues siendo tan sólo un pequeño,
ya había derribado bastantes murallas.
Un joven simpático pero medido,
cortés pero con un toque de picardía,
por sus ojos verdes de las mujeres querido,
aunque le amaban más por su alegría.
Era un hombre algo apuesto,
pero su astucia a las mujeres asombraba,
de los hombres conseguía su respeto
y cada meta fijada era lograda.
El joven era todo un guerrero,
jamás dio la espalda a una pelea,
fue así como dominó su reino
y se hizo de toda su tierra.
"Príncipe" la gente le llamaba,
pues él mismo decía que para ser rey,
antes debería encontrar a su amada,
una princesa que reinara con él.
La audacia del Príncipe se comentaba,
en varios reinos cercanos se sabía de él,
los reyes vecinos le frecuentaban,
asegurándole a su princesa tener.
Doncellas hermosas le eran presentadas,
todas y cada una presumiendo ser la mejor,
pero el príncipe a todas rechazaba,
asegurando que encontrarla sería su labor.
Toda su vida tuvo una mujer soñada,
no sólo bonita, también de un gran corazón,
de inteligencia muy bien dotada,
que le enamorase aun sólo con su voz.
"Es sólo un sueño" se decía a veces con desconsuelo,
ya agotado de buscarla y no dar con ella,
pues a pesar de que en hallarla pusiera todo su empeño,
no encontraba tan completa doncella
CAPÍTULO II
Son tiempos de magia y deseos,
de reinos con jardines llenos de paz,
de caminos que parecen eternos,
de sueños que se pueden lograr.
En este reino se respira alegría,
se dice que una nueva princesa ronda por ahí,
se dice que le adorna fantasía,
se dice que espera a su príncipe feliz.
Es una princesa tan hermosa como la luna,
nocturna, poética y brillante como tal,
incomparable con mujer alguna,
sólo tal astro se le puede asimilar.
Sus ojos dicen que son de fuego,
negros como noche, intensos como el mar,
se dice que el destino si entras en su juego,
es sólo uno; te vas a enamorar.
La más pequeña de las princesas del reino,
nada es mejor custodiado por el rey,
tan inocente que hasta le perdona el viento,
tímida y dulce como la miel.
Ella sonríe y todo es belleza,
palabra alguna y te hace suspirar,
sus movimientos están llenos de tal sutileza
que pareciera un arte al verle caminar.
CAPÍTULO III
Después de un descanso todos despertamos con hambre,
algunos de comida o quizá hasta de venganza,
un dragón no despierta distinto a cualquier hombre,
pues también despierta y piensa en su panza.
Son ya algunos siglos que llevaba dormido,
es un dragón hambriento, cansado de no hacer nada;
estira su cuerpo, está decidido:
llegó el momento de hacer algunos pueblos... pomada.
Su fuego sigue intenso, no pierde fiereza,
sus alas adormecidas comienzan a estirarse,
sus garras filosas y él lleno de fuerzas,
se enfila a su viaje, sólo piensa en saciarse.
CAPÍTULO IV
Es un lindo día para vagar sin rumbo,
el príncipe verde lo sabe,
si por él fuera recorría el mundo,
pero esta vez será un pequeño viaje.
Ha escuchado maravillas de un reino cercano,
ese que dicen que sus jardines están llenos de paz,
no lo piensa mucho y sólo con un libro en mano,
sale dispuesto a de sus placeres disfrutar.
Ha encontrado un lugar perfecto para recostarse,
ahora da sombra un árbol y más tarde mostrará la puesta del sol,
el lugar perfecto para leer y relajarse,
para sus objetivos no encontraría un lugar mejor.
Sentado, recargado en ese árbol,
"El Principito" se devora en instantes;
analiza, comprende y disfruta tan hermosa lectura,
una historia no le había maravillado tanto nunca antes,
y se emociona por vivir como él tan inmensa aventura.
Hasta ese momento todo se vivía muy tranquilo,
leía, respiraba y todo era paz total,
pero de pronto, su corazón aceleró sus latidos,
por una silueta que a lo lejos pudo mirar.
CAPÍTULO V
Quiero salir de este mundo - dijo la princesa enfadada.
Le miran extrañados sus padres "¿a qué se refiere?" no le entienden nada,
toma sus libros, se viste con una chamarra.
"Me voy a leer al parque, ya regresó, sólo les daré una repasada."
"Aquel árbol parece bastante cómodo"
- se dijo a sí misma la princesa.
Caminó hacia él, le pareció el lugar perfecto,
pero casi al llegar se encontró con una ingrata sorpresa:
Al parecer ya dormía ahí otro sujeto.
No quiso molestar, lo rodeó y se fue a otro árbol más lejano,
de por sí al llegar ahí sintió algo muy extraño,
"Total, también hay sombra, no importa que sea menor el tamaño",
pensó y sin hacer ruido se alejó de aquel fulano.
CAPÍTULO VI
"Hace siglos que no como
¿Qué tanto podrá haber el menú cambiado?
Espero que humanos siga habiendo,
me encantaba su sabor bien rostizado.
Quizá de postre me coma algunos niños a la leña"
- ya imaginaba el Dragón su banquete.
"Quizá y me aterrice unas ricas piernitas de niña,
igual y las acompaño con algunos panqueques."
Recorría ya hambriento el dragón por los cielos,
pasaba montes, ya había recorrido un mar,
por su trayectoria se sabía su destino:
seguro daría con aquellos jardines llenos de paz.
CAPÍTULO VII
Roberto se siente extrañamente atraído,
aquella silueta, no es una figura y nada más,
es extraño, pero siente haber reconocido,
algo que en sueños se le había querido mostrar.
Se acerca a ella tratando de ser cauteloso.
Está entre emocionado y también un poco escéptico,
le mira sin que le noten, pero pisa una rama el muy... ruidoso.
Se asusta y disimula haciéndose el simpático.
"Te pareces mucho al personaje de uno de mis libros"
- le dijo como en un tono sospechoso Roberto.
"¿Ah sí? Cuéntame ¿Cuál de ellos?
- Le contestó la dama al momento.
"Esteeee... Uno que habla de hadas, piratas y sirenas"
- le dijo lo primero que le vino a la mente.
"No creo que lo conozcas, yo lo he leído apenas.
Nistá tan padre, pero me lo recomendó mi tío Vicente."
Soltó una risa sin pensarlo mucho la dama,
"He leído muchos, dime, quizá sepa cuál sea.
Dime por qué me parezco, quedé intrigada"
- le dijo jugando, pues no tenía la menor idea.
"Se le parece mucho en el cabello, creo que también de la cara",
contestó Roberto esperando convencer a la jovencita.
"Eres igualita, también de piel clara.
Hermosa. Espero no incomodarla, señorita".
"Claro que no, al contrario; me siento muy halagada.
Sólo espero que se esté refiriendo a una sirena.
Pues claro, no me gustaría para nada,
si a un grotesco pirata se refiriera".
"¡Pero por supuesto!"
- contestó de inmediato Roberto,
pues aunque perdió el contexto,
notó que de otro modo no sería correcto.
"Una Sirena fantástica,
de linda sonrisa y ojos de luceros,
con una mirada pacífica,
y un brillo sin igual en sus cabellos.
Recuerdo que también se decía mucho de su voz,
que si le escuchabas quedabas encantando,
no sé lo que pensará vos,
pero yo de escucharle a usted así he quedado".
"¡Vaya! ¿De dónde han salido tantas palabras lindas?
Me sonroja, me pone usted muy nerviosa.
Es muy lindo, déjeme que se lo diga,
pero me intriga su comparación tan generosa."
"Le pido de la manera más sincera me disculpe,
incomodarla nunca fue mi intención,
pero todas estás palabras que le dije,
me salieron por un extraña inspiración.
Ya imagino lo que estará pensando,
que trato de coquetearle o algo así.
Y bueno... Quizá esté acertando,
pero le aseguro que ese no era el fin."
- Soltaron ambos una risa un poco nerviosa,
sonrieron y se miraron a la ojos.
Nunca antes hubo escena más hermosa,
pues hasta el sol quiso dejarlos solos.
"La noche amenaza con llegar y aún no sé su nombre"
- se dirigió Roberto a la dama".
"Quizá lo sabrá cuando me lo pregunté,
yo se lo diré encantada".
"Jajaja claro, por supuesto,
ahora mismo se lo he de preguntar,
dígame... ¿Con quien tengo el gusto?"
"Dígame usted con quién desea hablar".
Se carcajearon los dos al instante,
fue una reacción casi automática,
desconozco el porqué completamente,
pues aún no existía la llamada telefónica. 🤷🏻♂️
"Mi nombre es Fabiola,
soy la princesa más pequeña de este reino.
Y aunque fue una plática algo extraña,
fue también para mí un gusto conocerlo."
"El gusto y más que eso ha sido mío,
pero lo dice como si ya se despidiera"
"Así es, pues a mis padres he prometido,
que regresaría antes de que anocheciera."
"Permítame acompañarle,
sería peligroso que regrese usted sola,
le aseguro no molestarle,
entiendo que debe llegar a temprana hora."
"Para nada sería una molestia,
pero sinceramente no debería de tener por eso preocupación,
vivo aquí ya muy cerquita
¿Qué puede pasarme? ¿Me raptará un dragón?"
- Se rieron ambos sabiendo que era una despedida,
Roberto con un movimiento de cabeza asintió,
Fabiola le regaló una sonrisa,
se miraron y se dijeron adiós.
CAPÍTULO VIII
"¡Vaya, vaya!
¿Pero qué es lo que veo allí?
¿Es una deliciosa dama?
¡A ésta ya me la serví!"
El dragón tiene en la mira ya a su presa,
camina distraída por el parque una doncella,
se trata ni más ni menos que de la princesa,
sin saber que le han dictado ya una condena.
De manera silenciosa el dragón le acecha,
en un instante le toma con una de sus garras,
la primer misión ya está hecha,
ya sólo le falta devorarla.
La princesa sorprendida sólo puede emitir un grito,
no sabe de repente qué está pasando,
mira como le llevan sin destino,
no sabe ni quién la está raptando.
"Eres mía, te miras deliciosa, ya quiero comerte"
- Susurra el hambriento dragón.
"¡Espera! ¡No me comas! ¡Detente!...
Te suplico, otórgame el perdón."
"Ni lo sueñes"
- le contesta el dragón llevándola aún por los cielos,
"Me perteneces,
y esos huesitos ya sueño con comerlos".
Se detienen en lo alto de un peñasco,
el dragón arroja a la pequeña princesa,
mira el resultado de su atraco
y se dispone a comerle con mucha fiereza.
La princesa le mira derrotada,
derrama una lágrima al sentir inevitable su fin,
cuando el dragón se mete en su mirada
"¿Qué haces? ¿Por qué me miras así?" 🥺
El dragón se siente confundido,
nunca había mirado belleza igual,
pues hasta el peor de los malditos,
se conmovería con algo similar.
Quedó encantado con lo que veía,
era lo más hermoso que en su vida había capturado,
pues aunque muchos tesoros ya tenía,
joya tan preciosa jamás había encontrado.
"Eres hermosa, creo que más hermosa que jugosa,
quizá no se la mejor opción comerte,
me gustas mucho, estoy pensando en otra cosa,
creo que mejor serás mi juguete".
La princesa se queda sin palabras,
siente un gran alivio aunque sea por el momento,
el dragón la toma de nuevo con sus garras
y vuela hasta su cueva de regreso.
"Aquí te quedaras, quiero tenerte sólo para mí,
yo te tendré muy bien cuidada,
yo me ocuparé siempre de ti,
aquí nunca te faltará nada".
CAPÍTULO IX
Roberto sigue pensando en la princesa,
quedó completamente cautivado,
más allá de su belleza,
por lo que en sus palabras había encontrado.
"Pareciera que ya la conocía de antes",
se decía mientras caminaba de regreso,
cuando en ese preciso instante,
escuchó un grito de ayuda muy intenso.
Volteó de inmediato en busca de la dama,
"¡Princesa!" - gritó al ver incrédulo lo que ocurría,
miró como extrañamente era raptada
por un dragón que él no sabía que existía.
"¡Pero qué rayos es eso!"
-pensó el joven sorprendido,
sin poder asimilar el suceso
y escuchando su feroz sonido.
"¡Yo te salvaré, princesa!"
-gritó el joven sin saber si era escuchado,
"Iré por ti, es una promesa!"
-insistió convencido de lograrlo.
Derramó unas lágrimas de impotencia,
aparte de sentirse consternado,
pues él podía sentir que esa princesa,
era la mujer que tanto había soñado.
De regreso en su reino
buscó toda información de la bestia aquella.
Y encontró en un viejo libro,
dónde vivía según decía la leyenda.
A caballo algunos días,
navegando otros más,
pero eso no importaría,
él prometió que la había de salvar.
Muchas batallas ya tenía,
pero ninguna como ésta,
siempre fue hombre de estrategias,
nunca luchó contra semejante fiera.
"Ser paciente esta vez no es una opción,
es hora de desenfundar la espada,
está vez no es suficiente la intención,
acción será la única manera de salvarla."
"No temas princesa, ya voy en camino,
no tengas miedo, combatiré al dragón,
me importa poco cuál sea el destino,
yo por salvarte pondré mi corazón"
Por medio de un halcón mensajero,
Roberto trataba de darle esperanza,
le escribía pidiéndole que fuera fuerte,
pues mientras que ella se tuviese confianza,
a él le daba la fuerza suficiente.
"No vengas por mí, no tiene sentido.
El dragón me tiene muy bien custodiada,
aquí me quedaré, este es mi destino,
será mejor esperar y que me deje partir mañana.
Tuyo es mi corazón y sé que al tuyo le pertenezco,
siempre serás el hombre de mis sueños.
No importará si en el proceso fallezco,
Serás el dueño de mis recuerdos más bellos."
-Le parecía absurda a la princesa la idea de enfrentar al dragón,
es una fiera indomable, de furia desatada,
estaba convencida de que la única solución,
era esperar a que la bestia se cansara.
CAPÍTULO X
Roberto continuó,
llegó con su armadura verde convencido de enfrentarlo,
cuando el dragón lo vio,
no podía ni siquiera imaginarlo.
El joven príncipe sabía que sus posibilidades eran mínimas,
sus probabilidades eran cercanas al cero,
pero todo ese panorama él lo traducía
con un simple "Debo de ser certero".
Fue una batalla de horas,
llamaradas de fuego ardiente el joven esquivaba,
eran insuficientes sus armas,
ninguna de ellas al dragón alcanzaba.
El joven cada vez se miraba más agotado,
el dragón parecía no perder fuerza,
pero fue entonces cuando por un costado,
mostró el dragón su singular flaqueza.
Sólo una oportunidad tenía,
una estocada solamente era su opción,
utilizando lo que le quedaba de energía,
su filosa lanza justamente acertó.
"¡Hemos derrotado al Dragón!"
-gritó lleno de júbilo el atrevido caballero,
sólo bastaba pelear con corazón,
y que siempre eso fuese lo primero.
"Ahora ya eres libre, puedes venir conmigo."
-Le decía él buscándole la cara a a su amada.
"Somos constructores de nuestro destino,
una vida juntos nos aguarda."
"Pero... Creo que estás un poco confundido"
-Contestó la princesa un poco apenada.
"Yo te dije que mi corazón era tuyo,
pero nunca te pedí que fuera rescatada."
-FROG.
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