Tumgik
#quería hacer algo por el día de la hispanidad
flash56-chase05 · 8 months
Text
Forjador
Él recordaba aquel día con bastante detalle.
Pese a los años que habían pasado desde entonces, en la piel de sus brazos aún podía percibir el familiar cosquilleo del viento y el roce de la corteza del árbol tras el que había intentado esconderse.
Aún podía rememorar cómo la voz de su padre había retumbado por el campo, interrumpiendo el silencio que tanto se habían esforzado en mantener. Desafortunadamente, el apresurado ritmo de su corazón en aquellos momentos también le había impedido comprender sus palabras.
Los segundos de silencio que lo prosiguieron le habían parecido eternos.
Y más cuando, a pesar de que el árbol ocupaba la mayor parte de su campo visual, era plenamente consciente de que la figura de su padre continuaba al otro lado.
La segunda vez que su padre había hablado, él había sido capaz de reconocer su nombre y había tragado saliva antes de reunir el valor suficiente para salir de detrás del árbol y caminar en su dirección.
Aunque la vegetación a sus pies jamás le había resultado tan interesante.
El pesado suspiro de su padre no se había hecho esperar.
(Estaba bastante seguro de que, si al tragar saliva no hubiese hecho tanto ruido, era muy probable que hubiese podido escuchar alguna que otra risa de los que proseguían escondidos).
Su padre le había reclamado que lo mirase a los ojos tras haber recorrido poco más de la mitad del trayecto. Él había tragado saliva antes de obedecer, aunque su atención se había visto atraída de inmediato por un destello a la altura de su pecho, aislado del que emitía la armadura de por sí.
El brillo, según había podido apreciar, provenía de una serie de ornamentos metálico acoplados en la superficie de una pequeña vaina de madera. Un pequeño pomo alargado sobresalía de uno de sus costados, con una capa de barniz tan brillante y suave que ni siquiera parecía del mismo material que la carcasa.
Apenas se había dado cuenta de que tenía la boca abierta hasta que su padre le había puesto una mano bajo el mentón y había juntado sus dientes.
—E-Esto... —Había alzado su rostro hasta encontrarse con los ojos almendrados de su padre—. ¿E-Es...?
Las comisuras de los labios del hombre se habían alzado.
Y, a continuación, había hincado una rodilla para quedar a su altura y extender la funda en su dirección.
—Ya es hora de que tengas una propia y dejes de destrozar las de madera. —Su padre había rodeado su fina muñeca con sus dedos y le había obligado a sujetar la vaina.
En cuanto su padre la había soltado, el peso le había obligado a utilizar ambas manos. Y, aun así, había necesitado apoyar la punta en el suelo para evitar que se le escapase de su agarre.
Había sentido sus mejillas enrojecer ante la sonora carcajada de su padre. Sus labios se habían presionado entre sí mientras se esforzaba para que el picor de sus ojos no fuese a más.
Una presión en su hombro le había obligado a alzar de nuevo su rostro hacia él.
—Adelante, pruébala. Sácala para acostumbrarte a ella.
Él había parpadeado antes de agachar su rostro de nuevo hacia la carcasa. Había retirado con lentitud una mano temblorosa de la vaina y la había apoyado sobre la empuñadura.
Sus dedos se habían presionado en las pequeñas hendiduras que podía percibir, prácticamente imperceptibles a simple vista, y se había sentido con la necesidad de inspirar hondo.
Con un simple tirón, el filo de la espada se había encontrado libre de la vaina. El retroceso en respuesta había hecho que su agarre sobre la empuñadura se aflojase, aunque los dedos callosos de su padre sobre los suyos habían evitado que la espada se le escapase por completo.
También le habían permitido captar con mayor exactitud cada uno de los detalles del mango, incluyendo una pequeña inscripción a un costado.
Su padre había sujetado su mano y había guiado su brazo en una estocada; un gesto demasiado familiar si no hubiese sido por el peso de la hoja. Y aquella sensación no había hecho más que empeorar cuando su padre le había soltado y había vuelto a apoyar el filo en el suelo.
Él no se había visto capaz de apartar sus ojos de la punta, cuya superficie reluciente había quedado enturbiada por el barro.
—Solo tienes que limpiarla. —La voz de su padre le había hecho sobresaltarse, aunque no lo suficiente como para alzar su rostro. Tampoco las manos que había depositado sobre sus hombros—. Te acostumbrarás a utilizarla con el tiempo. Confío en ti.
A continuación, se había puesto en pie y le había dado la espalda. Apenas había podido escuchar cómo sus pasos habían ido perdiendo fuerza; sus manos estaban presionadas con tanta fuerza en la empuñadura que sus nudillos se habían quedado blancos.
Y había intentado levantarla.
Hasta que lo había conseguido.
Y después había tratado de controlar sus movimientos con ella.
Hasta que lo había conseguido.
Después de todo, era un regalo de su padre.
Y la había llevado consigo incluso después de su muerte, aunque, con el tiempo, la empuñadura había quedado tan desgastada que había tenido que cambiarla por una de latón. No mucho tiempo después, había tenido que fundir la integridad de la hoja para asemejar sus dimensiones a las de los siglos posteriores.
Pero la había mantenido junto a él la mayor parte del tiempo.
Hasta el momento en el que había tenido que entregarla como herencia.
12 notes · View notes