Tumgik
#quiero verla con mis amigos pero todos tenemos horarios distintos y yo no tengo buen inter pa transmitir 😔 ay
tomoyoo · 3 years
Text
ya que estamos en el tema de doblaje, salió Thrice Upon a Tlme en español! La voz de Ogata Megumi era demasiado juvenil para hacer la escena final así que cambiaron de seiyuu, en cambio en el latino, Victor Ugarte es el unico doblador clásico que ha interpretado a su personaje por casi 30 años, en cada película, los redoblajes etc etc, y su voz ha madurado al punto que es doloroso escucharlo forzar el tono de niño (y no es muy bueno con los gritos de terror del japonés tbh), así que escuchar a Shinji adulto... Satisfacción pura. literalmente se libró de la maldición de Eva después de todo este tiempo
1 note · View note
Text
Tumblr media
Una vez más ha pasado mucho tiempo. He tenido una fuga de musas bastante grave debido a un episodio de caos en mi vida, pero creo que los tiempos oscuros han llegado a su fin y espero retomar la escritura con la fuerza de mil soles ardientes. De momento disfrutad de este oneshot.
Fandom: Naruto
Pareja: Sasuke y Sakura [AU: Universidad + coffee shop]
Trigger warning: Mención a un encuentro sexual (consentido).
19. Fragmented Truths
Era una de esas mañanas en que el aire parece tener el color de la luz que lo inflama. El inicio del otoño estaba siendo suave y la gente estaba de un humor excelente. Ya habría tiempo, decían, para las temperaturas gélidas y las largas horas de oscuridad.
Naruto estudiaba las tartas tras la vitrina en el mostrador de cristal con más intensidad que sus apuntes prestados a última hora antes de un examen. A su espalda una hilera de clientes carraspeaba y taconeaba, impaciente, mientras él trataba de decidirse. Tras el mostrador Sakura tamborileaba el mismo con las uñas.
-Me estás poniendo de mal humor a la clientela –siseó entre dientes-. Como me dejen propinas de mierda por tu culpa, te acuerdas.
Naruto hizo una mueca.
-Olvidas que yo también soy tu cliente. De todas formas estoy haciendo tiempo hasta que venga Sasuke. Se pone muy pesado si tiene que esperar.
-Tú no dejas propina jamás, así que sal de la fila. Sasuke-kun tendrá que esperar como los demás.
Apenas había terminado de pronunciar estas palabras cuando Sasuke abrió la puerta de la cafetería y pasó de largo la fila hasta colocarse junto a Naruto. Llevaba la mochila colgada de un hombro. Las puntas de su pelo, rebeldes como eran, empezaban a curvarse hacia arriba a medida que se iban secando. Era evidente que había salido de la ducha apenas unos minutos antes. Naruto se incorporó dando un respingo.
-¡Te haces esperar más que una novia griega! –Dirigió una protesta a su amigo.
-Qué sabrás tú de griegos ni de novias –replicó Sasuke chasqueando la lengua. Miró a Sakura de refilón y le dedicó un saludo con la cabeza antes de preguntar-. ¿Has pedido ya?
-No, imbécil, te estaba esperando.
-Podrías haber aprovechado la espera –gruñó Sasuke. Se dirigió a Sakura y le tendió su taza reutilizable-. Americano con un shot de leche fría.
Ella asintió con la cabeza, profesional, y se giró hacia la máquina de café. Un par de personas abandonaron la fila y salieron de la cafetería resoplando con fastidio.
Café Legendario era el pomposo nombre de la cadena de pequeñas cafeterías que habían aflorado en distintos puntos del enorme campus universitario de Konoha. Sakura complementaba la valiosa beca estatal gracias a la que se estaba sacando la carrera con los ingresos que obtenía sirviendo cafés en la única cafetería con una vacante cuando se instaló, que era la que estaba en el extremo opuesto a su facultad, junto a Filosofía y Letras. Después de tres años estaba a un paso de que Kabuto, el encargado, la ascendiese a supervisora y no veía cómo iba a ser capaz de negarse porque progresar en la carrera de barista se encontraba bastante lejos de su propósito en la vida.
Sakura había nacido en Konoha, donde vivió hasta los trece años. Había sido, de hecho, compañera de clase de Naruto y Sasuke; había tenido el clásico enamoramiento platónico de este último al brotar la adolescencia y lloró como una magdalena cuando sus padres le comunicaron su traslado a Iwa por motivos profesionales. No volvió a poner un pie en Konoha hasta el día en que le comunicaron por carta que había sido aceptada en Medicina en su prestigiosa Universidad Metropolitana y allí estaba desde entonces. Su horario se había visto constreñido por clases, prácticas, largas horas de estudio, su trabajo en la cafetería y recuperar el contacto con sus viejos amigos del colegio, la mayoría de los cuales estudiaban también allí. Entre ellos se encontraba Naruto, que al volver a verla a su vuelta declaró que le gustaba tanto como antes de marcharse. Habían pasado tres cursos que él no había ido aprobando con la misma diligencia que los demás pero no había dejado de hacer lo que él consideraba méritos para ganarse la atención de Sakura. A ella hacía tiempo que ya no se le ocurrían más maneras de darle largas sin ser cruel.
-Sakura-chan, yo quiero un cappuccino. No, mejor un matcha latte pero ponle dos shots de sirope de vainilla. No, deja, me llevaré un refresco de aloe vera. Ah, y un sándwich de queso.
-¿Estás comprando el desayuno o escribiendo la carta a los Hokages Magos? –Sasuke le miró con desdén.
-Decídete –Sakura puso encima del mostrador la taza de Sasuke, adornada, como todo, con el dichoso símbolo del abanico.
-Va, mejor no me llevo nada –resolvió Naruto enlazando las manos tras la nuca de manera que sus codos apuntaban hacia fuera-. Total, Jiraiya va a venir a invitarme a ramen a la hora de la comida.
Sasuke dio un sorbo a su taza con aire displicente mientras Sakura apretaba el puño derecho.
-Tienes suerte de que no me dejen pegar a la gente mientras llevo puesto el delantal del uniforme –gruñó.
Sasuke le tendió un billete. Ella procesó el pago aún enfurruñada.
-Tenemos que irnos ya –dijo Sasuke a Naruto-. No quiero llegar tarde a clase por tu culpa –se dirigió a Sakura-. Hasta luego.
-¡Hasta luego, Sakura-chan! ¡Estás guapísima cuando te enfadas! –Se despidió Naruto.
El piropo no logró estirar el ceño fruncido de Sakura, que apresuró a disculparse ante el siguiente cliente. Tardó un buen rato en darse cuenta de que Sasuke había dejado las vueltas intactas en el platillo a modo de propina.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
-Estás saliendo con alguien, ¿verdad?
La bibliotecaria prefirió ahorrarse chistar a Naruto. A esas alturas ya sabía que no servía para nada. Sasuke, en cambio, lanzó una mirada ceñuda a su amigo, pero no contestó. Naruto se dignó a bajar un poco la voz para insistir:
-Oye, idiota, que me lo puedes contar.
-Sí, claro. Si tienes la discreción de una bofetada –fue la respuesta de Sasuke, que subrayó un renglón en sus apuntes.
-Pero somos amigos, ¿no? De todas formas, ¿por qué lo escondes? ¿Es la clase de chica que tus padres desaprueban? ¿Tiene piercings? ¿Tatuajes? ¿Las dos cosas? –Abrió mucho los ojos y bajó aún más la voz-. ¿Es un chico?
Sasuke enderezó la espalda como si le hubieran pinchado.
-No, gilipollas –se pinzó el puente de la nariz-. ¿Se puede saber qué te hace pensar que tengo novia?
Naruto puso morritos y sujetó un boli entre el labio superior y la nariz como si fuera un bigote.
-Te oigo cuchichear por teléfono antes de acostarte –soltó Naruto-. Tiene que ser por fuerza con una tía porque con tus padres hablas a un volumen normal y no tienes más amigos que yo.
Sasuke torció el gesto. Lo único que odiaba más que compartir piso con Naruto era la alternativa de vivir con sus padres y tenerles hasta en la cocina de su vida privada, aunque visto lo visto convivir con Naruto no era muy diferente.
-Está bien –claudicó-, sí estoy viendo a alguien. Y antes de que insistas: es una chica, así que no empieces a ir contando cosas raras por ahí.
-¿Contar cosas raras, yo? –Se escandalizó Naruto-. Estaré demasiado ocupado flipando de que no me lo hayas contado voluntariamente, cabrón.
-Es que a fin de cuentas no es asunto tuyo –Sasuke desvió la mirada hacia sus apuntes. Empezaba a tener claro que Naruto no le iba a dejar estudiar hasta que hubiese satisfecho su curiosidad-. Ya deberías saber que no me gusta ir aireando mis asuntos personales por ahí.
Naruto resopló:
-Tío, con la cantidad de mierda que me he comido contigo, no me vengas con esas. Tengo luz verde para que me cuentes lo que me dé la gana saber. Yo no soy como otros. Tu secreto está a salvo conmigo.
Sasuke se pinzó el puente de la nariz. Naruto debía referirse a cuando probó los porros por primera vez y Suigetsu se lo largó a Itachi. Estaba de acuerdo en que Naruto no se iría de la lengua en ese sentido pero seguía sin tenerlas todas consigo. Naruto cambió de postura por enésima vez antes de seguir insistiendo:
-¿Está buena? ¿La conozco?
-Sí y sí –acabó contestando Sasuke.
Naruto se incorporó de un salto.
-No me jodas que estás saliendo con alguien que conozco y lo has estado escondiendo de mí, cacho capullo
-Conoces a prácticamente todo el campus –Sasuke se permitió esbozar media sonrisa-. Igual si pasases menos tiempo en la cafetería conocerías menos gente. Además habrías logrado aprobar un curso entero.
-Mira, yo he venido a la Universidad a disfrutar de la vida y a entablar relaciones que estarán conmigo para siempre… –empezó a enunciar Naruto su credo vital, pero se detuvo a medias y espetó-. Pero deja de intentar liarme, cabrón. Dime con quién coño estás saliendo. Me voy a poner muy pesado y me voy a acabar enterando.
Sasuke cerró sus libros y recogió los apuntes.
-Ya estás muy pesado, Naruto, pero como es tu estado natural igual no he habías dado cuenta –repuso Sasuke-. Oye, me voy a ir. He quedado con mi hermano en echarle una mano en preparar su actuación de esta noche.
-¿Itachi toca esta noche?
-Ya te lo había contado, melón.
Sasuke metía sus cosas en la mochila azul marino que rara vez se descolgaba de la espalda mientras Naruto seguía sentado.
-¿Tienes entradas? –Quiso saber.
El hermano mayor de Sasuke, Itachi, era el bajista y compositor de Cría Cuervos, una banda de rock emergente que seguía dando bolos en los locales que rodeaban al campus mientras peleaban por una oportunidad para grabar su primer álbum.
-Tengo pase VIP, faltaría más con lo que me hacen currar de técnico de sonido –respondió Sasuke-. Como sigan dejándomelo a mí voy a tener que pedirles que me lo convaliden por créditos o algo. ¿Por qué lo preguntas? ¿Es que quieres ir?
-No, bueno… -Naruto se rascó bajo la barbilla fingiendo muy mal que no le importaba demasiado lo que Sasuke tuviera que decir-. Le dije a Hinata que conocía a Itachi y que podía colarla en un concierto de Cría Cuervos. Me pareció que le hacía ilusión, así que me preguntaba…
-A Hinata podrías llevarla a un establo y le haría ilusión igual. No te enteras de nada. En fin, hablaré con Itachi y con lo que sea ya te escribo.
-¡Vale! –Contestó Naruto, pero Sasuke ya estaba a tres mesas de distancia.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
De no haber sido por la insistencia de Naruto por conseguir entradas para ir a ver a la banda de Itachi en el bar en el que tocaban Sasuke no se habría librado de él ni en sueños. No habría hallado la manera de deslizarse hasta el portal del edificio que albergaba la Residencia Sarutobi para Señoritas y quedarse allí esperando a su novia, cagado de frío tras la caída nocturna de la temperatura, porque la mujer que lo llevaba estaba más chapada a la antigua que un maldito órgano de iglesia y no permitía que ningún hombre cruzase el umbral de su templo sagrado para jóvenes vírgenes. Según ella, claro.
Sakura abrió la puerta envuelta en una gruesa chaqueta de lana.
-Hola –le saludó.
-Hola –correspondió él.
Sakura tendió la mano y le entregó las vueltas que él había dejado esa misma mañana.
-¿Y esto? –Preguntó Sasuke, confuso.
-Me ha hecho sentirme como si me dieras limosna –protestó Sakura-. No lo necesito. No de ti.
Sasuke inspiró hondo. A veces Sakura era de lo más orgullosa.
-Es una propina como cualquier otra –replicó Sasuke sin llegar a guardarse el dinero-. De hecho es la propina por aguantar a Naruto hasta que he llegado.
-No eres su padre –dijo Sakura apartando una mota de polvo invisible del abrigo de Sasuke.
Él bajó la voz para preguntar:
-¿Está la bruja en casa? –Sakura asintió con la cabeza-. Mierda. Uno de los dos tiene que mudarse a un apartamento en el que podamos tener tiempo a solas.
La joven rio entre dientes. Algo más de un año atrás, cuando empezaron a salir, Sasuke encontró la manera de burlar la vigilancia férrea que Biwako Sarutobi mantenía sobre su castillo para escalar hasta el dormitorio de Sakura y pasar la noche con ella a escondidas. La proeza en sí, seguida por su primera vez juntos inmediatamente después, le había inyectado una cantidad de adrenalina que le había tenido a dos palmos por encima del suelo durante días. No habían vuelto a atreverse a correr ese riesgo después de que otra inquilina de la residencia fuese expulsada unas semanas más tarde por hacer exactamente lo mismo así que durante los catorce meses que siguieron habían estado tirando de hoteles, coches prestados y, en una ocasión, del apartamento de unos amigos que iban a pasar el fin de semana fuera.
-La semana que viene se va de vacaciones al País de los Ríos. Se supone que una de sus hijas va a venir a vigilar el fuerte pero todas sabemos que le parece que la madre es demasiado estricta. Esperamos que levante la mano… y que las visitas sean bienvenidas.
-¿Quieres que venga a verte? –Preguntó Sasuke en un siseo. De algún modo había acortado el espacio con Sakura. Tenía a muy poca distancia sus mejillas enrojecidas por el frío y le llegaba el leve olor de la crema que utilizaba en la cara.
-Quiero que vengas a quedarte todas las noches que puedas–murmuró ella-, Sasuke-kun…
La manera que tenía de arrullar su nombre le derretía. Nunca la tocaba en público, pero quizá podría hacer una excepción…
Sin embargo un pensamiento cruzó entonces su cabeza y no pudo sino verbalizarlo:
-Naruto ha acabado atando cabos. Lo sabe.
La mención a su amigo común logró enfriar el ambiente entre ellos más de lo que la temperatura exterior lo había conseguido.
-¿Qué sabe? –Quiso saber Sakura. Sonó algo más brusca de lo habitual.
-Que estoy con alguien –respondió Sasuke-, aunque todavía no sabe que se trata de ti.
Sakura exhaló un suspiro. Había tratado de engañarse a sí misma durante meses, pero sabía que llegaría el momento en que su relación dejaría de ser un secreto. Sasuke siempre había puesto como excusa a su familia, que tenía tanto poder y ojos en todas partes; sin duda el hecho de que Naruto, que además de amigo en común era el compañero de piso de Sasuke, siguiese tan colgado por Sakura fue un aliciente. Ella se cruzó de brazos.
-¿Todavía?
Sasuke le sostuvo la mirada:
-Al final se enterará. Ya sabes lo cabezota que es.
Sakura entornó la mirada. Él estiró una mano para frotarle el antebrazo en un raro gesto de afecto que sin embargo habría resultado acartonado para cualquier espectador.
-Entonces deberíamos decírselo nosotros –resolvió Sakura. Sasuke frunció el ceño casi por instinto. Claro que la idea no le gustaba, pero Sakura se adelantó al preguntarle-. ¿Prefieres que se entere a través de otras personas? ¿Cómo crees que se sentiría?
Sasuke se apoyó en la pared del portal.
-Francamente –contestó-, nunca me han importado los sentimientos de los demás, sobre todo los de Naruto, y no van a empezar a importarme ahora.
La expresión en el rostro de Sakura le hizo darse cuenta de que había metido la pata, pero ella se recompuso para decir con la mayor frialdad que fue capaz:
-Vaya, anotado.
-Ya sabes a lo que me refiero –chasqueó la lengua Sasuke, tratando de restarle importancia, pero el daño ya estaba hecho.
-Estoy cansada de que saber a qué te refieres sirva de excusa para que seas un gilipollas –soltó Sakura sacándose las llaves del bolsillo-. Buenas noches.
La expresión tuvo un eco ácido en los oídos de Sasuke, que no alcanzó a replicar antes de que ella entrase en el edificio y cerrase la puerta tras de sí. Él masculló un taco y apretó los puños en un acto reflejo. El borde de las monedas que Sakura le había dado se le clavó en la palma: se le había olvidado que todavía las tenía en la mano. Se las guardó en el bolsillo de los vaqueros dando un bufido y se encaminó de vuelta a su apartamento.
El piso de estudiantes que compartía con Naruto estaba a casi media hora a pie de la residencia en la que vivía Sakura, pero decidió no tomar el autobús que salvaba dicha distancia en menos de la mitad de tiempo: necesitaba el paseo. Cuando llegó Naruto todavía no había vuelto del concierto, pero la caminata le había despejado la cabeza. Sasuke se dio una ducha y se preparó un sándwich que se estaba comiendo mientras jugaba a la videoconsola cuando llegó Naruto.
-Hey, si sigues levantado. Buah, qué concierto. Lo que te has perdido –comentó-. Han tocado las mejores canciones.
-Les he visto medio millón de veces –repuso Sasuke sin apartar los ojos de la pantalla, pero preguntó-. ¿Han tocado Duro como la realidad?
-Hombre, claro –Naruto se dejó caer en el sofá, al lado de su amigo-. Nos lo hemos pasado genial, y oye, me parece que a Hinata le gusto.
Sasuke le miró de refilón. Llevaba meses diciéndoselo y de alguna forma Naruto había logrado no enterarse.
-¿Y a ti te gusta ella? –Preguntó.
Naruto se puso a juguetear con el tirador de la cremallera de su cazadora.
-Bueno, es mona –admitió-. Me gustaría darle una oportunidad, pero es que… bueno, ya sabes que a mí quien me gusta es Sakura-chan.
El pulgar de Sasuke se detuvo sobre el botón de pausa del mando que tenía en la mano pero no llegó a pulsarlo.
-Es verdad –dijo al fin-, pero igual va siendo hora de que te olvides de ella.
Naruto no ocultó la sorpresa que le causó la aseveración de Sasuke:
-¿A qué te refieres?
De no haber discutido con su novia un rato antes, se dijo Sasuke, no estaría diciéndole nada de eso a Naruto. Se tomó un instante para añadir:
-Bueno, está… está con alguien.
A su amigo se le descolgó la mandíbula.
-Qué me dices –Sasuke asintió con gravedad-. ¿Y tú cómo te has enterado?
La coartada del videojuego demostró ser de lo más útil para permitirle evitar la mirada inquisitiva de Naruto.
-De casualidad –se limitó a contestar Sasuke.
-¿La viste con alguien? –Insistió Naruto, machacón.
-Sí, una vez –mintió al fin Sasuke, pero se apresuró a añadir-. Luego nos encontramos y me dijo que van en serio.
-Vaya –Naruto pareció desinflarse. Desvió la mirada hacia la pantalla, donde el personaje virtual controlado por Sasuke seguía disparando a sus enemigos-. ¿Qué clase de tío es?
Este no respondió de inmediato. Volvió a pensar en Sakura molesta por sus palabras apenas unas horas antes.
-Un idiota –respondió finalmente.
Naruto resopló:
-Uno pensaría que alguien como Sakura-chan elegiría con más tino.
El personaje de Sasuke derrotó la última oleada de enemigos y un letrero parpadeante le comunicó su hazaña.
-Ya.
Naruto anunció que iba a beberse una cerveza a la salud de la información recién adquirida y se dirigió a la cocina. Sin embargo cuando volvió Sasuke se había esfumado y la puerta de su habitación estaba cerrada. Naruto se encogió de hombros y se llevó el botellín a su cuarto.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Siempre había ajetreo en las cafeterías del campus pero había una especie de hora mágica, hacia las siete de la tarde en épocas sin exámenes, cuando prácticamente todos los estudiantes se habían terminado sus clases y estaban a punto de cerrar, y entonces el ritmo se calmaba. La clientela se disipaba y sólo algunos aventureros compraban lo poco que quedaba en los expositores de comida, donde los precios se reducían drásticamente, ya que lo que no se vendía al final de la jornada acababa en la basura.
Al principio Sakura se llevaba a la residencia lo que sobraba, pero acabó cansándose de comer siempre lo mismo. A fin de cuentas, nunca faltaba algún empleado nuevo que la sustituía en esa tarea. Esa tarde, unos días después de su discusión con Sasuke, sólo quedaba una clienta, una doctoranda a la que llamaban Macchiato porque siempre tomaba lo mismo, así que Sakura empezó a retirar las tartas del expositor. Una de sus compañeras de la residencia le había pedido un trozo de bizcocho de plátano, así que decidió adelantarse un poco al cierre para asegurárselo. Casi pudo oír cómo rodaban los ojos los demás empleados cuando la puerta de la cafetería se abrió a menos de media hora de echar el cierre.
-Hola, Sakura-chan –oyó la voz cantarina de Naruto.
La aludida se giró hacia su amigo.
-Hola, Naruto –le devolvió el saludo-. Creo que nunca te había visto por aquí a esta hora.
Él esbozó una de sus deslumbrantes sonrisas.
-Tenía ganas de verte -contestó.
Sakura le devolvió la sonrisa.
-¿Te pongo algo?
Naruto estudió por enésima vez la oferta de bebidas en la pizarra tras Sakura y finalmente dijo:
-Un espresso doble.
-Ni de broma. Con lo activo que eres ya, te daría una taquicardia, y a mí un ataque de nervios –replicó Sakura.
Naruto se puso de morros:
-Pero es lo único que no he probado de la carta. ¿No dicen que el cliente siempre tiene razón?
-Esa afirmación hace aguas por todas partes –Sakura puso los brazos en jarras-. El cliente pocas veces tiene razón, si es que llega a tenerla alguna vez.
Sus compañeros, que asistían al intercambio con gesto distraído, hicieron ruidos de asentimiento. Naruto se encogió de hombros:
-Bueno, si tú lo dices, será verdad. Entonces quiero… a ver… un chai latte.
Sakura asintió y se dispuso a servirlo.
-¿Qué te trae por aquí? –Le preguntó.
-Vengo todo el tiempo –repuso Naruto, como quitándole importancia a su presencia allí.
-Sí, pero nunca a esta hora –insistió Sakura.
Él se demoró un segundo en confesar:
-Quería que me confirmes algo que me han dicho.
Sakura le tendió su bebida. Él pagó con tarjeta.
-¿Más cotilleos de los tuyos?
-Bueno… no exactamente.
Sakura supo que Naruto estaba siendo discreto, para variar. Le indicó con la cabeza que la siguiera mientras iba a sacar la basura. Acabaron en la parte de atrás de Café Legendario, y sólo entonces Sakura se dirigió a él:
-¿Qué has oído?
Naruto carraspeó y dio un sorbo tentativo a su chai latte, que todavía estaba muy caliente, antes de contestar:
-Que estás saliendo con alguien. ¿Es verdad? -No hizo falta que Sakura contestase, porque la manera en que dejó caer los hombros habló por sí sola-. Así que sí. Entonces, ¿no tengo posibilidades contigo?
Aunque siempre había demostrado estar colgado por ella, nunca le había preguntado tan directamente.
-Lo siento, Naruto –contestó Sakura-, pero no te veo de esa forma.
Él desvió la mirada un tanto apesadumbrado. Finalmente se frotó la nariz y confesó:
-Todavía pensaba que podía llegar a pasar algo entre nosotros.
Sakura calló. Ella misma había sido testigo cuando muchos de sus amigos le decían que dejase de ser tan pesado, que no le correspondía. Se encogió de hombros:
-Las cosas son como son –fue cuanto se le ocurrió decir, porque no iba a disculparse. No tenía nada por lo que disculparse. La preocupación que se asentó entonces en su cabeza fue quién se lo había contado y, sobre todo, quién más lo sabía-. Oye, Naruto, ¿quién te lo ha dicho?
-¿Mmm? Sasuke, claro. -A Sakura le costó muchísimo disimular su sorpresa. Sasuke y ella no habían hablado ni por Line desde que discutieron ante la residencia unos días atrás-. No me esperaba que supiera algo así, pero bueno, ya me contó que se encontró contigo y con tu chico por casualidad.
Así que Sasuke se había ahorrado la revelación de que su novio era él. Sakura sintió que iba a tener que dedicar unos instantes a reflexionar acerca de qué pensaba de eso. Frotó el pavimento con la puntera de su deportiva izquierda con aire pensativo.
-Es verdad –le siguió el juego.
-¿Hay algún motivo por el que lo lleves en secreto? –Se interesó Naruto-. ¿Va todo bien con él?
Sakura se metió las manos en los bolsillos traseros del pantalón. Decidió que podía ser sincera, al menos un poco.
-Bueno, nunca has escondido que te gusto. Posiblemente no fuese la decisión más acertada, pero no quería que… lo pasaras mal al enterarte.
Él se encogió de hombros.
-Bueno, pues ahora ya lo sé y no me he rasgado las vestiduras, ¿no? No hace falta que me protejas como a un niño para que no sepa que los Hokages Magos son los padres, Sakura-chan. Puedo aceptar que estés con otro tío, pero no que haya secretos entre nosotros. Somos amigos, ¿no? Buenos amigos.
Sakura tragó en grueso sintiéndose peor todavía. Cuando acabara saliendo a la luz que era Sasuke con quien estaba saliendo, porque se acabaría sabiendo, las cosas iban a explotarles en la cara.
-¿Sakura-chan?
Ella alzó la mirada hacia su amigo. Había estado perdida en sus pensamientos durante unos segundos.
-¿Sí?
-Que somos amigos, ¿verdad? –Quiso asegurarse Naruto.
Sakura trató de esbozar una sonrisa tranquilizadora.
-Por supuesto.
Había un rincón especial en el infierno reservado para mentirosos como ella.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Una semana después de su última conversación con Sakura, Sasuke decidió que iba siendo hora de enterrar el hacha de guerra. Había esperado que fuese ella quien iniciase el gesto de reconciliación, pero al ver que no llegaba, se dio cuenta de que seguramente fuese su turno de dejar a un lado el orgullo e inclinar la testuz. En un descanso entre clases se hizo con su teléfono móvil y escribió en Line:
“Hola” “Quiero hablar contigo. Puedo ir a tu residencia más tarde?”
Se suponía que Biwako Sarutobi estaba fuera. Estaba perdiendo un montón de oportunidades de hacerlo con Sakura en la residencia por un cabreo estúpido.
Ella no contestó de inmediato; su respuesta, de hecho, se demoró casi dos horas:
“Perdona, estaba en clase. Sí, deberíamos hablar, pero tengo turno de cierre en la cafetería”
“Voy a buscarte”, se apresuró a proponer Sasuke. Sabía que a Sakura le gustaba que lo hiciera. “Podemos cenar por ahí”
Su siguiente respuesta saltó tras unos agónicos minutos de espera:
“Vale”
Sasuke pasó el resto de su clase usando su teléfono subrepticiamente para buscar un restaurante con el que impresionar a Sakura.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Esa tarde Kabuto le ofreció a Sakura el puesto de supervisora, como había temido, y aunque se negó aduciendo que debía centrarse en sus estudios, la explicación generó cierto mal ambiente, ya que su jefe no había esperado que rechazase la propuesta. No estaba del mejor humor, precisamente, cuando Sasuke llegó a Café Legendario. Vestía una camisa en vez de una de sus típicas camisetas, algo inaudito en él. Tomó asiento para esperarla, pues Kabuto no parecía dispuesto a permitirle escaparse unos minutos antes, no después de que se hubiera negado a recibir un ascenso.
Sasuke leía los mensajes en el chat que tenía con su hermano y su primo Shisui, tamborileando con los dedos en la mesa cuando oyó a su espalda la irritante e inconfundible voz de Naruto:
-Eh, Sasuke, ¿qué haces aquí… y con esas pintas?
Mierda, se dijo Sasuke mientras se giraba hacia su compañero de piso. No era el mejor momento. Naruto golpeó la palma de su mano con el puño cerrado al caer en la cuenta:
-¡Ah, ya sé! Estás esperando a tu chica, ¿no?
Sasuke se aclaró la garganta. Estaba metido en la encerrona perfecta y la culpa no la tenía nadie más que él.
-Sí –contestó.
-¿Y no hay mejor sitio que la cafetería del campus? Espera, ¿no será… -bajó la voz en tono confidencial- Macchiato?
La doctoranda que siempre ocupaba la misma mesa estaba ausente en ese momento, aunque todas sus cosas estaban donde siempre. Sakura les había hablado de ella y de su apodo, así que era casi una vieja conocida para ellos.
-Claro que no –replicó Sasuke.
-Ah, hola… chicos –les saludó entonces Sakura, que llevaba todavía el uniforme. Ver allí a Naruto la había dejado descolocada.
-¡Hola, Sakura-chan! Mira qué pintas lleva Sasuke, más relamido que un pavo real va –gorjeó Naruto.
La pareja intercambió una mirada de circunstancias.
-Desde luego –fue cuanto alcanzó a decir Sakura.
-Es que va a encontrarse con… -empezó a decir Naruto, pero se detuvo a media frase cuando se le ocurrió que quizá su amigo llevaba su noviazgo tan en secreto como el de ella. Tuvo que atajar- alguien.
Sakura se aclaró la garganta.
-No me digas.
Sasuke la miró de refilón y entonces decidió que en una situación como aquella no podía resolverse de ninguna otra manera que con la verdad completa y sin adulterar.
-De hecho, Naruto… -se puso de pie-, mi novia es Sakura.
Como para puntuar la frase, se puso más cerca de ella, justo a su lado. Naruto les contempló de hito en hito.
-Espera, ¿cómo? ¡Pero si dijiste que habías visto a Sakura con su novio! –Trató de entender la situación Naruto.
Sasuke rodó discretamente los ojos.
-En ese momento no quería que supieras que estoy saliendo con ella.
-¿Qué? ¿Por qué? –Preguntó Naruto, alterado.
Sakura intervino entonces:
-Por lo que te dije el otro día: no queríamos que te molestases de que estemos juntos.
Naruto les miró alternativamente con la boca abierta. Fue un instante de silencio de lo más tenso en que hasta el resto de la cafetería pareció enmudecer.
-Vamos a ver… ¡Vamos a ver! –Exclamó Naruto-. ¿Me habéis estado mareando con medias verdades, cabrones, para ocultarme que estáis saliendo, y todo porque pensabais que me iba a enfadar?
Lo dijo de una forma que consiguió que Sasuke y Sakura intercambiaran una mirada de soslayo cargada de vergüenza. Los nudillos de él rozaron los de ella de forma completamente intencionada. Naruto soltó un bufido:
-En el fondo esperaba que pasara, ¿sabéis? Es decir, a ti siempre te gustó Sasuke –se dirigió a Sakura-, e Ino y los demás comentaban a veces que seguías igual. Tú lo has ocultado mejor –habló entonces a su amigo-, aunque había veces que hacías y decías cosas que me hacían sospechar que no eres tan de piedra como te gusta fingir, pero no sospechaba que la sangre había llegado al río hasta este punto.
-Naruto… -trató de intervenir Sakura.
-Naruto, ¿qué? –Replicó él-. Tienes que reconocer que esto lo habéis hecho fatal. Estoy muy cabreado.
Ella entornó los párpados. Su amigo no exageraba, y todavía ni siquiera había preguntado cuánto tiempo habían estado escondiéndole su relación. Saber que llevaban nada menos que catorce meses de relación secreta destrozaría su amistad de manera irreparable.
-Yo insistí –dijo de repente Sasuke-. Si quieres liársela a alguien, aquí me tienes. No eres el único al que se lo hemos ocultado. No he querido contárselo a nadie porque cuanta menos gente lo sepa, menores son las posibilidades de que la cantinela les llegue a mis padres, ya sabes lo controladores que son. Ni siquiera Itachi lo sabe.
La última parte logró que la ira de Naruto se desinflase para dar paso a la perplejidad. No podía tomárselo a título personal si su mejor amigo no se lo había confiado tampoco a su hermano mayor. Naruto se rascó la nuca.
-¿En serio es por tus padres? Sé que son un poco plastas, ¿pero tanto?
Sasuke se limitó a negar con la cabeza. Se había negado a hacer pública la relación para evitar que sus padres intentaran monitorizar cada aspecto de la misma como si fuera un criminal cumpliendo la condicional porque al principio no tenía más expectativas respecto a la misma que pasar un buen rato, pero a medida que pasaba el tiempo se había ido dando cuenta de que lo que tenía con Sakura era especial y tenía futuro. Cuando no abría la boca para soltar alguna estupidez como que no le importaban sus sentimientos, claro. Naruto volvió a contemplarles alternativamente y finalmente cruzó los brazos:
-Bueno, esto ha sido un mal trago. Sigo enfadado, que lo sepáis.
-Lo sentimos, Naruto –contestó Sakura, y a continuación puntualizó-. Yo lo siento. Sólo traté de evitar hacerte daño, pero me equivoqué.
-Hacía tiempo que Sakura quería contártelo –añadió Sasuke-. Fui yo quien se negó, y en el proceso me porté como un idiota –la miró de refilón.
-El idiota con el que está saliendo –ató cabos Naruto al recordar la noche en que Sasuke le contó que la había visto con su novio.
Sasuke asintió con la cabeza, no sin cierta gravedad. Los dedos de Sakura rozaron el dorso de su mano en una caricia furtiva.
-¿Podrás perdonarnos, Naruto? –Preguntó Sakura con tono implorante.
Este estudió sus rostros. ¿A quién quería engañar? No se le daba bien estar enfadado durante demasiado tiempo, aunque seguía dolido.
-Lo intentaré –prometió, aunque tratándose de él era seguro que lo lograría. Sakura le frotó el brazo con gesto afectuoso-. En cualquier caso, creo que me debéis una y bien gorda.
-¿Qué tienes en mente? –Preguntó Sasuke, temiéndose que Naruto fuese a tomarse confianzas aprovechando la situación.
Este se metió las manos en los bolsillos con expresión falsamente inocente.
-Bueno, ibais a salir, ¿no? Podríamos ir los tres por ahí, como en los viejos tiempos.
Sasuke torció el gesto como si se hubiese tragado algo muy amargo.
-Ni de coña –espetó.
No esa noche, cuando tenía planeado reconciliarse con Sakura, llevarla a su residencia, jugarse el pellejo colándose en la misma como la primera vez y hacer que se retorciera de placer hasta perder el sentido. Como si le hubiese leído el pensamiento, su amigo esbozó una sonrisa de zorro travieso pero se quejó con tono lastimero:
-Así que, ¿me ocultáis lo vuestro durante quién sabe cuánto tiempo y ahora no podemos salir por ahí para celebrar que seguimos siendo amigos? ¿Qué clase de desalmado eres?
Sasuke endureció la mandíbula. Tenía tan claro que Naruto estaba poniendo a prueba su paciencia que le quemaba en la lengua el comentario desdeñoso que estaba a punto de ladrarle, pero Sakura se adelantó al invitarle con tono jovial:
-Tienes razón. Deberíamos salir a cenar los tres juntos.
Su novio le dedicó una mirada fija a modo de súplica muda mientras Naruto celebraba:
-¡Genial!
Ella le devolvió una expresión de desmayo. Sabía tan bien como él que los enfados no tenían vidas largas cuando se trataba de Naruto, pero a Sasuke no le costó adivinar que, después de lo mal que habían quedado al admitir que no le habían contado que estaban juntos, no quería disgustarle más. Exhaló un suspiro muy leve antes de acceder:
-De acuerdo.
Su amigo esbozó una deslumbrante sonrisa al salirse con la suya. Sakura, por su parte, venció los hombros y dijo en tono conciliador:
-Chicos, vamos a cerrar. Esperadme fuera, ¿de acuerdo?
Ellos asintieron y la vieron dirigirse a la barra para ponerse a limpiar, como el resto de sus compañeros, mientras Kabuto hacía caja. Los dos salieron a la calle a esperar. Unos minutos más tarde vieron salir a Macchiato de la cafetería a paso vivo. Al verla alejarse, Sasuke masculló:
-Que llegaras a pensar que estaba con ella…
-Bueno, como somos colegas no se me ocurrió que pudieras liarte con la chica que me gusta sin al menos tener la cortesía de comentármelo –replicó Naruto con retintín apoyándose en una de las rejas a las que se solían encadenar las bicis-. Aunque supongo que debería haber empezado a olerme la tostada cuando me dijiste que tenías novia, que la conocía y apenas unos días después, que Sakura estaba saliendo con alguien, pero claro, los amigos no se esconden cosas así.
-¿Piensas echármelo en cara mucho tiempo? –Preguntó Sasuke. Imitó la postura de su amigo.
-Por lo menos hasta que nos graduemos –dijo Naruto.
A Sasuke se le escapó una risa nasal.
-Ambos sabemos que a mí me queda menos que a ti.
Naruto hizo una mueca.
-Soy capaz de empujar las clases que me quedan para licenciarme cuando tú y lo sabes –repuso. Sasuke se ahorró una respuesta. No le faltaba razón: a cabezonería nadie ganaba a Naruto-. Oye, voy a hacerme a un lado con Sakura-chan.
-Vaya, gracias –contestó Sasuke con poca convicción.
-No me des las gracias –apostilló Naruto, ignorando el sarcasmo en las palabras de su amigo-. Limítate a cuidar de ella. Le has gustado durante mucho tiempo. Uno tiene que saber admitir la derrota, pero si le haces daño te daré una paliza.
Sasuke desvió la mirada. Llevaba más de un año con Sakura y ya había descubierto que, para un chico tan endurecido por su vida familiar como era él, hacerles daño a otras personas era sencillo. Sin embargo seguía aprendiendo cómo evitar hacer y decir cosas que les hacían terminar como habían pasado los últimos días. Tenía suerte de haber dado con una chica con la rara virtud de la paciencia.
-No voy a cagarla con Sakura –prometió a media voz.
Naruto asintió enérgicamente con la cabeza.
-Que no esté peor contigo de lo que estaría conmigo –añadió.
A Sasuke se le ocurrió que podría dar muchas respuestas sarcásticas a ese comentario, pero comprendió a qué se refería Naruto.
-Descuida. Ella… -hizo una pausa para ordenar sus pensamientos. No se le daba bien hablar de sus sentimientos y menos todavía con Naruto, al que llevaba años dando caña, pero hizo un esfuerzo-. Sakura me importa. Me importa mucho, y voy a tratarla de manera acorde.
Su amigo desinfló en pecho en un evidente gesto de alivio.
-Entonces me parece bien –concluyó.
Sasuke frunció los labios. Sakura apareció entonces por un lateral de la cafetería tras haber salido por la parte de atrás. Se había cambiado y estaba enredada guardando sus llaves en un bolsillo de la mochila, así que se le escaparon las expresiones graves de los dos chicos, así que intervino en la conversación preguntando:
-¿De qué hablabais?
Naruto enderezó la espalda dando un saltito.
-Le decía a Sasuke que os doy mi bendición –anunció.
-Qué generoso –respondió Sakura, pero su sonrisa era genuinamente feliz.
Este, sin embargo, hizo una mueca:
-Te estás volviendo tan agria como él.
-Para nada –le contradijo Sasuke colocándose al lado de Sakura. Había en su postura una cercanía que sólo alguien como él sería capaz de transmitir limitándose a estar de pie junto a otra persona.
-Bueno, ¿vamos? –Les animó ella.
Los chicos asintieron, y los tres juntos se alejaron de la cafetería.
4 notes · View notes