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Dugin en Shanghai:  Multipolaridad, Unipolaridad y Hegemonía – Tercera Conferencia
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Publicamos aquí la tercera conferencia del profesor Alexander Dugin en China. Como de costumbre la traducción se hizo sobre la base de los videos publicados.
Multipolaridad, Unipolaridad y Hegemonía: teorías y conceptos
Por Alexander Dugin
Tercera Conferencia impartida en el Instituto Chino de la Universidad Fudan, Shanghai,China, diciembre 2018
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En la conferencia de hoy vamos a exponer muchos conceptos. El contenido de esta conferencia será muy complicado. Voy a presentar una aproximación nueva a las Relaciones Internacionales. La primera conferencia versó sobre las teorías clásicas y postpositivistas de las Relaciones Internacionales, y en la segunda conferencia expusé los principios básicos de la geopolítica. Ahora voy a tomar y usar los conceptos tanto de las Relaciones Internacionales como de la Geopolítica para explicar qué son la unipolaridad, la multipolaridad y la hegemonía.
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Vamos a establecer algunos principios. Para entender la multipolaridad y la Teoría del Mundo Multipolar necesitamos entender primero qué es la unipolaridad. La unipolaridad fue la política concreta después de la caída de la Unión Soviética. A esto se le llamó el “momento unipolar”.
La multipolaridad es el concepto o la teoría que desafía la unipolaridad. Existe una especie de oposición o confrontación entre las visiones del mundo unipolar y multipolar. La unipolaridad está basada en algunos principios teóricos – geopolíticos, ideológicos, económicos – y lo mismo vale para la multipolaridad.
Pero la unipolaridad existe, mientras que la multipolaridad no existe aún – está en transición, pero no se ha logrado todavía. Estamos hablando de algo que es en la realidad, pero que está acabando, y de algo nuevo que no ha sucedido o no se ha realizado completamente. Estamos en la transición de la unipolaridad a la multipolaridad. Sabemos que es la unipolaridad, pero no sabemos todavía que será la multipolaridad. Es una pregunta abierta y muy apasionada. Es una perspectiva futurológica.
Existen muchas teorías de las Relaciones Internacionales. Una de las más famosas teorías es la del sistema del mundo bipolar propuesta por Kenneth Waltz, con su división en el campo capitalista y socialista, u Occidente y Oriente el cual, de acuerdo con Waltz, representa una clase de balance. En este sistema un polo limita al otro, pueden cooperar y en su diálogo, confrontación y oposición crean este sistema. El Tercer Mundo fue posible porque existía esta bipolaridad y era una especie de espacio entre los dos. Gracias al sistema bipolar todos los otros podían “existir al margen” de este sistema general mundial.
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Pero cuando la Unión Soviética colapsó, la nueva idea de unipolaridad fue promovida por algunos realistas de las Relaciones Internacionales, el primero de todos fue Robert Gilpin. En lugar del sistema bipolar del más y el menos, de dos polos interactuando en oposición, por ejemplo en el cual Estados Unidos y Occidente representaban el más, y nosotros, el “Oriente”, el menos, Gilpin propuso un sistema o concepto diferente de las Relaciones Internacionales en el que existe un solo polo, el centro absoluto de todo, así que ya no existe un menos, solo un centro que se alza sobre todos. Robert Gilpin ganó su debate teórico con Waltz, porque Waltz supuso que la unipolaridad duraría para siempre, ya que era un sistema mundial más conservador y estable. Gilpin propuso la posibilidad de una situación unipolar.
La unipolaridad ganó terreno en los debates teóricos de las Relaciones Internacionales después del colapso de la Unión Soviética. Ese momento fue declarado como el “momento unipolar” por Charles Krauthammer. El “momento unipolar” significa la creación del concepto de un sistema unipolar en la realidad concreta con un polo y una periferia. Pero Krauthammer no estaba seguro si esto duraría para siempre o si terminaría dentro de poco. Entonces usó con mucha certeza el término “momento unipolar”. Después del fin de la Unión Soviética, fue confirmado el sistema unipolar, por ejemplo, en varios niveles, como el “Fin de la Historia” declarado por Fukuyama. No existía una confrontación entre polos o sistemas, solo existe un sistema: la democracia liberal capitalista con la sociedad de mercado, con Occidente reconocido por todos como el “líder del mundo”. Además, existe Occidente y el Resto. El Resto debe seguir a Occidente – esa es la esencia de la unipolaridad. Existe un único polo, un sistema, un sistema global – eso es la globalización. Así que la unipolaridad era comprender, en términos realistas, el mismo concepto de globalización, el Fin de la Historia o el momento unipolar.
Es muy interesante que el mismo Krauthammer declarara a principios del año 2000 que el momento unipolar quizás había terminado. Esto fue después del ataque del 11-S por terroristas islámicos al Centro Mundial de Comercio de Nueva York, y después del ascenso de Putin al poder. Entonces el momento unipolar ya no era más el orden mundial unipolar, algo había salido “mal” con la unipolaridad. En un estado “normal” algo como los ataques terroristas del 11-S no deberían haber ocurrido, porque ningún Estado podría atacar a los Estados Unidos, ninguna civilización, ningún sistema político, ninguna arma nuclear – no existía ningún poder simétrico o estructural paralelo a los Estados Unidos y al dominio de los Estados Unidos. En estos momentos Rusia se encontraba en una situación muy decadente con Yeltsin, estaba al borde del colapso después de la caída de la Unión Soviética. Pero Putin reafirmó a Rusia como país soberano. Esto fue un desafío al sistema unipolar. Por ejemplo, en el 2007 Putin dio su discurso de Munich donde desafió la unipolaridad y la hegemonía Occidental. En 2008, a pesar del apoyo de Estados Unidos a Georgia, Rusia intervino en Osetia y Abjasia. En 2014, nos reunificamos con Crimea, e intervenimos en Siria. Paralelamente, se produjo el ascenso del modelo chino – como dice Zhang Weiwei – apareciendo un nuevo modelo hegemónico en el horizonte.
Esto significaba una especie de movimiento en contra de la unipolaridad. De todos modos, la unipolaridad prevalecía en el análisis mundial. La unipolaridad terminó, pero el momento unipolar continúa hasta ahora. Es claro para todos que algo anda mal con la unipolaridad, la unipolaridad es inestable y está en declive, pero aún está aquí, y no ha surgido ningún sistema político o internacional nuevo. Estamos viviendo el fin de la unipolaridad.
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La unipolaridad incluye diferentes aspectos. Por ejemplo, podemos dividir la unipolaridad en diferentes grupos de conceptos – unipolaridad abierta o “explícita” y unipolaridad oculta, “secreta” o “implícita”.
La unipolaridad abierta (explícita) es el neoconservadurismo norteamericano y el Proyecto para un Nuevo Siglo Americano promovido por los neocones. Ellos piensan que el discurso neoliberal debe dominar el mundo, y que las naciones liberales deben prevalecer y dominar abiertamente a todas las demás. Estados Unidos debe dominar el mundo, siendo el ejemplo y dictando las normas para todos los países y culturas. Niall Campbell Ferguson, un experto inglés en las R.I., declaró que debemos usar la palabra Imperio para hablar de la unipolaridad: Occidente es un imperio moderno o postmoderno que debe dominar todo el planeta. Ferguson dice que no debemos dudar en usar la palabra “imperio”, la cual ha sido satanizada y criticada, pero nosotros vivimos en un imperio. La metrópolis, el centro de este imperio, es el mundo Occidental, el Norte Rico y existen otras “provincias” del “imperio” que deben ser dominadas desde el centro. Entonces podemos hablar de un imperio Occidental, postmoderno, global, liberal, capitalista y neocolonial en todas sus formas. Esta es la unipolaridad abierta y explícita de la que se habla en los debates de las R.I.
La visión del Pentágono se hace cristalina si echamos un vistazo al mapa estratégico del planeta. Vemos las bases militares norteamericanas en todas partes, excepto en Rusia y China. Es la manifestación concreta de la unipolaridad. Los Estados Unidos intentan controlar el Pacífico, Asia, Europa, África y el Mundo Árabe usando la OTAN. La visión del Pentágono es absolutamente unipolar. Los intereses nacionales norteamericanos y la seguridad norteamericana son considerados por el Pentágono como un valor universal. Desde su perspectiva, es tu deber, el de todos nosotros, defender los intereses norteamericanos. Todos los que desafían el dominio norteamericano son “terroristas” y son tratados como un peligro en la teoría o en la práctica. Cualquier hombre o país que no esté de acuerdo con esta perspectiva es un enemigo. Respecto a Europa, esta idea es traducida en el Atlantismo y la OTAN. La OTAN es el mundo europeo bajo el control de los Estados Unidos. Es una de las expresiones de la unipolaridad. La OTAN es una organización unipolar la cual controla el mundo para beneficiar a un solo polo. Esa es la unipolaridad explícita, manifiesta.
Existe otra unipolaridad, “oculta”, “secreta” o “implícita”, que es el globalismo, el multilateralismo y la llamada “no-unipolaridad” promovida por el jefe del Consejo de Relaciones Exteriores. Podemos llamarla simplemente como “globalización”. La globalización significa que todos los sistemas, sociedades, pueblos y países en el mundo aceptaran el camino Occidental de progreso, desarrollo, derechos humanos, democracia y liberalismo. Y cuando esto pase, no habrá ninguna diferencia entre los Estados Unidos, Rusia, China o África. Todos serán iguales. Pero, ¿en qué sentido? Todo mundo será norteamericano, Occidental y todos reconocerán las democracias liberales y los derechos humanos. Esta es una clase especial de globalismo. No es un diálogo entre países, culturas y civilizaciones. Por ejemplo, Rusia propone los valores rusos y China propone su identidad china. No debe existir ninguna identidad colectiva en este concepto de globalización. Todos serán iguales porque todos serán una estadística individual – sin cultura, sin religión, sin raíces étnicas. Esa es la idea de los “derechos humanos”, confundiendo ciudadano y hombre. Todo hombre es ciudadano. No existen países ni naciones, solo la “sociedad global” y la “sociedad civil global”. No es el unipolarismo abierto, porque los globalistas no dicen que Norteamérica dominara el mundo, sino que dicen “ustedes, los ciudadanos del mundo, dominarán el mundo en un gobierno global” en el cual todos “participaran”. Todos seremos iguales “si aceptan nuestro sistema de liberalismo, democracia, progresismo, derechos humanos, individualismo y nuestra cultura” – ya no sufrirán de un modo jerárquico. El “mundo de ciudadanos” o “cosmopolita” es un programa unipolar al nivel de los valores. La unipolaridad pura en un sentido especial, oculto.
El multilateralismo es la aplicación geopolítica del globalismo. El multilateralismo es una forma de la unipolaridad, pero consiste en la proposición de que Estados Unidos dominara el mundo “con”. Esta es una clase de responsabilidad compartida para dominar el mundo en conjunto con los Estados Unidos, siendo vasallos de los Estados Unidos. Habrá diferentes países que quieran hacer esto porque tendrán algunas preferencias especiales dentro del sistema-mundo global.
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La estrategia unipolar incluye el Atlantismo, el Poder del Mar en términos geopolíticos y la doctrina del dominio de amplio espectro, la cual afirma que, para dominar completamente el mundo, Occidente no debe solo usar el poder duro o el poder militar, sino también el poder suave, cultural, tecnológico, las redes de información y los servicios sociales, controlando otras sociedades desde adentro, no solo desde afuera. Esa es la idea de un dominio de amplio espectro – dominio del aire, el cosmos, el espacio, el mar, la tierra y el interior del cerebro humano. Ese es el proyecto de controlar el comportamiento humano, la psicología, el ser y la mente humana, al codificarlos por diferentes metodologías.
Aquí está la perspectiva geopolítica de la unipolaridad de Estados Unidos como centro.
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Este es también un mapa geopolítico clásico de cómo el Poder del Mar debe controlar el Poder de la Tierra. Desde los mares y océanos, el Poder del Mar – los Estados Unidos y el Occidente global – debe controlar el Poder de la Tierra. La idea es pelear por el Rimland, que es la zona entre el Poder de la Tierra y el Poder del Mar, la zona costera. Esta es la perspectiva clásica que sigue siendo el mapa básico del Pentágono. El Pentágono comprende el mundo más o menos con este mapa. China pertenece a la zona costera, al Rimland, así que no es considerada ni como un enemigo radical ni como un amigo, sino como una zona de control.
Aquí está la unipolaridad implícita, el multilateralismo, bastante diferente de la unipolaridad.
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En el multilateralismo existe un poder principal, el hegemón global y dos satélites centrales – Europa y China. Europa está inscrita y encarna esta estructura latente, y en cuanto a China los globalistas han propuesto el proyecto G2. Hillary Clinton vino a Pekín para proponer esto al gobierno chino. Estas son más o menos las ideas de cómo será el mundo si prevalece el unipolarismo y el multilateralismo. En otros lugares solo habrá caos – no gobierno pro-estadounidenses, porque no necesitarán gobiernos pro-estadounidenses, los cuales son muy difíciles de manejar y ellos ya han destruido gobiernos pro-estadounidenses en Túnez y Egipto. Ya no importa que seas pro-estadounidense o anti-estadounidense, porque todos deberán seguir a los Estados Unidos o terminaras en un baño de sangre caótico. Y ya comenzaron este caos sangriento en África del Norte, promoviendo revoluciones culturales, apoyando toda clase de grupos terroristas para tener razones para intervenir. Al crear caos en esta región, la unipolaridad conservará su poder. Rusia tiene el mismo destino. Si leemos cuidadosamente el libro de Zbigniew Brzezinski, El gran tablero del mundo, dice que Rusia debe ser desintegrada y balcanizada, transformada por medio de conflictos entre distintos grupos étnicos y religiosos.
Existen dos partidos políticos en los Estados Unidos y un gobierno mundial – la unipolaridad explícita y la unipolaridad implícita. Existe la versión “suave” y el mapa previo es la versión “dura”. Estas son las palomas y los halcones.
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La ideología unipolar entraña el universalismo de los valores Occidentales y la ideología de los Derechos Humanos con el concepto de humano vs. ciudadano. El concepto de humano dentro de la teoría de los Derechos Humanos va en contra del Estado Nación y en contra del concepto de ciudadano. Si dices que el ser humano tiene los mismos derechos que el ciudadano, destruyes el concepto de ciudadanía. La migración y la defensa de los inmigrantes no es algo puramente utilitario, sino ideológico. Es la idea de destruir el concepto de ciudadanía, nacionalidad y estado. Ese es uno de los principales objetivos del así llamado movimiento de los derechos humanos. Es algo puramente ideológico – tan ideológico como el Marxismo o el Nacional Socialismo. Es pura propaganda, nada humanitario. Si tu compartes los valores de los derechos humanos, estas del lado de los globalistas, compartes una ideología como el racismo en el Nacional Socialismo o el comunismo y el proletariado en la posición del Marxismo clásico. Los Derechos Humanos son ideología liberal. No son neutrales. No son auto-evidentes. Son puramente ideológicos, como lo era la pertenencia a la raza Aria o a la clase capitalista o proletaria. Si estás a favor de los Derechos Humanos, ya estás controlado por una ideología.
La deconstrucción del Estado Nación es el principal objetivo del liberalismo en las R.I. La globalización es el proceso técnico y económico, y el globalismo es la ideología de la unificación de la humanidad bajo un gobierno mundial. Son diferentes, pero no están en contradicción. Promoviendo la misma ideología y economía, al mismo tiempo estás preparando los antecedentes de la integración política – de la globalización al globalismo solo hay un paso. Son dos niveles del mismo proceso. Podemos promover la teoría de la necesidad del gobierno global para evitar la guerra y destrucción de la humanidad, o puedes ponerla en práctica sin esperar que todos la acepten. Así que el globalismo y la globalización son fuerzas diferentes, pero convergentes.
El Liberalismo en las Relaciones Internacionales es la base teórica para la ideología del multilateralismo, ya que es una ideología en sí misma. La idea de un gobierno global no es una obsesión de los teóricos de la conspiración. Es parte de los manuales clásicos de las Relaciones Internacionales. Si lees cuidadosamente cualquier manual de las R.I., descubrirás que el Liberalismo en las Relaciones Internacionales afirma la necesidad de un gobierno mundial, un sistema supranacional que reemplazará a los Estados en el futuro y progresará para asegurar la paz mundial. No se trata de una teoría conspirativa – es un concepto puramente teórico de las R.I. como disciplina.
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La hegemonía tiene diferentes significados. Primero que todo, existe la dimensión estratégica. Esta palabra griega significa “liderazgo” – un hegemón es el portador de la fuerza o el poder. La hegemonía se puede entender tanto en el sistema unipolar como en el de Gilpin. Si usamos el término hegemonía en su forma singular, con un hegemón o un imperio, entonces hablamos de unipolaridad. En un sentido singular, hegemonía representa el concepto de polo dominante – el polo Occidental.
La hegemonía relativa es un concepto interesante de Mearschmeier, un especialista norteamericano en Relaciones Internacionales, quien intenta establecer una aproximación relativa a la hegemonía. De acuerdo con Mearschmeier, no existe una ley clara o abstracta de si debe existir uno o más hegemones. Es una pregunta abierta: consideremos la hegemonía como un fenómeno existente sin preguntar si debe haber uno, dos, tres o cuatro.
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En el caso de la perspectiva globalista, la hegemonía adquiere una dimensión puramente ideológica. No se trata del liderazgo en el dominio militar y estratégico, sino en el ideológico y cultural, un dominio de los valores y los patrones culturales. Por lo tanto, estas bajo su hegemonía mientras sigas las reglas que no están establecidas para ti. Estas reglas son llamadas “universales” porque Occidente las impuso a todos los demás.
La perspectiva Neoconservadora es la misma que la unipolaridad – la hegemonía estratégica, abierta y explícita del Imperio Norteamericano. O la perspectiva de Trump de un Nuevo Orden Liberal que no está muy definida ni posee una conceptualización científica. Pero Trump dice “Hagamos a Norteamérica Grande de Nuevo”. Qué quiere decir – nadie lo sabe. Está en contra de la versión globalista, la cual crítica. Tampoco es un Neoconservador, porque fue criticado severamente por los neocones durante su campaña electoral. Esta es una hegemonía bastante “extraña”, la cual tal vez no sea hegemonía para nada. Trump usa algunos conceptos con un significado oscuro. Esto es importante, porque puede significar una especie de transición de un orden hegemónico a uno post-hegemónico.
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La principal pregunta de la hegemonía es si existe una hegemonía o varias. Es la misma pregunta de si existe una civilización o varias civilizaciones. La “es” al final de la palabra cambia su significado – como si eres un amigo o un enemigo, blanco o negro, viejo o joven. Si existe una sola civilización, entonces solo puede existir una sola ideología, pero si existen varias civilizaciones, significa que pueden existir ideologías completamente diferentes, incluso opuestas al igual que visiones del mundo. Unas letras pueden crear dos visiones del mundo distinta, ya sea que reconozcamos una variedad de civilizaciones y hegemonías, o si consideramos que existe una única hegemonía o imperio.
En la mentalidad Occidental existe una jerarquía implícita cuando se habla de diferentes sociedades – ya se trata de la historia o de las Relaciones Internacionales. Existe una jerarquía en las Relaciones Internacionales en un sentido cultural también. Todos los tipos de sociedades están divididos en tres categorías (según Occidente): los Civilizados, que es Occidente, los Bárbaros, que son los Orientales, y los Salvajes, que es el Sur. La Civilización es un “orden bueno” y “perfecto”; la Barbarie es un orden no tan bueno y solo es semi o cuasi perfecto; mientras que el Salvajismo no tiene orden. Antes de acabar la Segunda Guerra Mundial, antes del racismo del Nacional Socialismo, Occidente usaba la metáfora del color de la piel para explicar la jerarquía. La Civilización era “blanca”, la Barbarie era “amarilla” y el Salvajismo era “negro”. Esa era la actitud racista normal. Pero después del final del Tercer Reich, resulta imposible continuar con la aproximación racista y todos se volvieron “internacionalistas”. El racismo explicito fue abolido y “olvidado”. Pero el sentido jerárquico es el mismo, solo que en otros términos. Por ejemplo, existe el Occidente desarrollado tecnológicamente con Derechos Humanos, liberalismo, individualismo y seguridad social. Es una ley que no puede ser cambiada. Existe una sociedad desarrollada que es la sociedad Occidental civilizada, existe un segundo mundo de los países del BRICS que intentan alcanzar a Occidente al poseer sus mismos estándares, pero aun “retrasados”, y un Tercer Mundo que no puede entrar en la Civilización. Incluso sin racismo biológico, tenemos los mismos conceptos racistas en esta distinción, porque solo existe una Civilización, un único ejemplo, una única norma – el Occidente. La corrupción, el totalitarismo y el autoritarismo están reservados para el Resto bajo Occidente o al “Occidente de segunda”, tal y como lo son Rusia y China. En la doctrina de Wallerstein existe un centro, el Norte Rico, la semi-periferia y la periferia. Nosotros tratamos con esta jerarquía en todas partes – hoy sin el “racismo” propiamente dicho, pero este racismo está encarnado en su actitud.
Si consideramos este concepto cuidadosamente, podemos deconstruir todos los discursos en las Relaciones Internacionales. El libro de John Hobson sobre la concepción eurocéntrica de las Relaciones Internacionales lo explica perfectamente.
La idea de que existen muchas hegemonías está basada sobre el hecho de que existen muchas civilizaciones, no sólo la Occidental. Otras civilizaciones no son bárbaras o salvajes, sino simplemente diferentes tipos. Si no estamos tratando con la barbarie o una “sub-civilización, Occidente pierde su universalidad, su significado normativo. Es una entre diferentes civilizaciones posibles. La jerarquía es destruida, deconstruida, porque ya no existe una medida común para decir que se es más o menos “desarrollado”. Si decides vivir en el bosque con los animales y sin dispositivos tecnológicos es tu elección o destino, tienes todo el derecho de hacerlo y no tenemos derecho a enseñarte cómo comportarte – es una actitud muy humanista.
Si aceptamos el hecho de que hay distintas civilizaciones, entonces todo este sistema, el sistema colonial Occidental de hegemonía y unipolaridad, explota inmediatamente, porque pierde su base en las Relaciones Internacionales – se produce la completa descolonización del mundo. No puede existir ninguna jerarquía entre las civilizaciones – todas las civilizaciones son iguales, no en el sentido de similares, sino que sus diferencias no pueden ser clasificadas en una jerarquía taxonómica. Tenemos que aceptarlas no solo existiendo en diferentes espacios, sino en diferentes tiempos, ontologías y antropologías. No podemos juzgar una civilización con los criterios de otra.
Por ejemplo, en su caso, los chinos pueden pensar que algunos ritos o derechos de las sociedades cristianas, liberales o de las tribus africanas son desagradables o inaceptables. Las despreciaran desde el punto de vista chino. Lo mismo para ellos: ellos pueden encontrarlos inaceptables desde su civilización o la nuestra. Pero no puedes decir que “tu estas mal, nosotros bien”. No existe un criterio único, universal. Eso significa una revolución epistemológica absoluta en contra del universalismo Occidental. Y demanda una de-colonización.
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Antonio Gramsci usaba el término hegemonía en un sentido ideológico. ¿Cómo puede un marxista, supuestamente materialista y que explica todo en términos de relaciones económicas, llegará una comprensión ideológica de la hegemonía y el capitalismo como hegemonía? Gramsci propuso una perspectiva muy interesante que es muy importante para China. La economía es la base, mientras que la política está en la parte superior, según Marx, lo económico es esencial para la política, la cual es solo una expresión de la economía. Pero cuando Gramsci estudió la experiencia soviética y el leninismo, llegó a la conclusión de que en el Imperio Ruso no existía el proletariado. Nuestro país, Rusia, a comienzos del siglo XX, no estaba industrializado y no existía el proletariado. Entonces la revolución desde el punto de vista marxista era imposible. Marx y Engels afirmaron lo mismo para Rusia y el Oriente – antes de ser completamente capitalistas, atravesando por su experiencia colonial, que Marx veía positivamente y era favorable, porque introducía el capitalismo en sociedades pre-capitalistas y preparaba la futura revolución proletaria. Pero, ¿qué era el leninismo? ¿Cómo era posible una revolución proletaria sin el proletariado?
Gramsci explicó con su teoría que algunas veces la voluntad política de un grupo puede adelantarse al proceso económico. En algunas situaciones, la voluntad política puede reemplazar la base económica y transformar la economía para satisfacer todas las condiciones del marxismo – creando artificialmente una clase proletaria del campesinado. La otra teoría es la de Mao, quien reconoció – en contra de Marx – al campesinado como una clase revolucionaria, lo cual era muy honesto y sincero en el caso de Mao, mucho menos en el caso de Lenin, pero Gramsci comprendió esto bien. Gramsci desarrolló la idea de que algunas veces la cultura era más importante que la política. Puedes ser activo en la cultura sin estar ligado a la política, al partido comunista proletario y sin ninguna clase de relación con la política o la economía. Puedes crear una clase pacto histórico. Los intelectuales pueden hacer un pacto con el capital y servir al capital sin ser parte de la burguesía. Puedes estar al servicio del capital. O incluso ser rico, próspero y parte del sistema burgués, o puedes escoger a la clase trabajadora y pelear en contra del capitalismo. Además, la cultura posee la misma autonomía de la política que la política de la economía. Este es el caso de China; ustedes usan el capitalismo para promover su sociedad e ideales.
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La hegemonía para Gramsci significa que Occidente y el capitalismo global no solo usan la economía y el mercado, y no solo sus expresiones políticas como la democracia y el parlamentarismo, sino también la cultura. Así que esos intelectuales que hacen el pacto histórico son los peores.
La hegemonía es el primero y más importante fenómeno cultural. Esto significa que no solo se trata de una ideología política, sino de una decisión metafísica. Puedes estar a favor del capitalismo como sistemas, como principio metafísico de la liberación total del hombre de cualquier identidad colectiva, o puedes escoger ser fiel a la clase trabajadora, al país, a la sociedad, a la identidad. Es tu decisión. Nadie puede obligar a un ser humano a servir a los intereses políticos o económicos. Los intelectuales, que representan a toda la sociedad, desde que todos, según Gramsci poseen algo de intelectuales, representan la integridad de la sociedad humana como pensadores profesionales. Pero un intelectual no puede pensar fuera de la elección metafísica entre el capital y la clase trabajadora.
Así que la hegemonía es antes que nada un principio metafísico. Puedes estar del lado de la hegemonía mientras vives en una sociedad socialista, o ser pobre, o ser miembro del partido comunista. La hegemonía es una orientación interna. La hegemonía penetra la sociedad, no solo las estructuras políticas y económicas, sino la mente y el corazón. Es un virus metafísico. La hegemonía es liberalismo metafísico, bajo la cual solo trabajas a su favor.
Ahora finalmente llegamos a la multipolaridad.
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Para aclarar que es la multipolaridad, necesitamos hacer algunas oposiciones. La multipolaridad va en contra de la unipolaridad. La multipolaridad se opone al globalismo. La multipolaridad se opone al multilateralismo. La multipolaridad se opone a la hegemonía única. La multipolaridad va en contra de la hegemonía en tres niveles – en lo estratégico, por ejemplo, se opone al dominio militar norteamericano del mundo con bases militares norteamericanas en todas partes excepto en suelo norteamericano. América para los americanos – eso es quizás lo que Trump quiere decir. “Yankee vuelve a casa”. La multipolaridad se opone a la hegemonía ideológica como globalización, liberalismo y derechos humanos. La multipolaridad se opone a la hegemonía en la concepción metafísica de Gramsci, el pacto histórico hecho por los intelectuales. Por último, la multipolaridad es pluriversal – este es un concepto creado por Carl Schmitt. En el universalismo solo existe un único concepto de normas y valores. “Pluriversal” significa libertad de movimiento en distintas direcciones sin una medida única para toda clase de sociedades.
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En geopolítica, la multipolaridad también usa el concepto de los Grandes Espacios o Grossraum de Carl Schmitt, y aquí es cuando llegamos al concepto de “polo” en la multipolaridad. ¿Cómo se puede definir un polo? Un polo es un Gran Espacio y una civilización. Un polo no es sólo estratégico o político; está conectada a una civilización como cultura o un tipo especial de sociedad con valores especiales. Al mismo tiempo no es solo una cultura, sino también un espacio estratégico. Además, en el concepto de polo, existen ambos significados: poder e idea. Los niveles ideológicos y culturales y el poder militar están inscritos en un polo en el espacio, en una geografía política y en una geografía cultural al mismo tiempo.
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Aquí podemos ver un mapa aproximado de cómo los diferentes grandes espacios deberían o podrían ser en un mundo multipolar. Alguno de ellos ya son polos – como los Estados Unidos de América. El gran espacio europeo podría existir y tiene muchas posibilidades de volverse un polo independiente; China es ciertamente el principal precedente para un polo independiente; y la Rusia de Putin está intentando actuar independientemente de los otros polos. Es muy claro que la soberanía rusa ha sido retomada por Putin. Y existe, por ejemplo, el gran espacio de la India; económica y demográficamente la India posee la posibilidad de convertirse en tal polo. América Latina piensa igual. El mundo islámico intenta, al menos a un nivel teórico, volverse un polo. El gran espacio de África y el pacífico son los menos desarrollados. El “desarrollo” no se utiliza en el sentido cultural civilizacional – todos tienen su propia gran civilización – sino como polo, en el nivel de poder, ellos quizás se vuelvan polos en un futuro sistema multipolar. Este es el mapa del orden mundial multipolar. Ya he mostrado el mapa de los globalistas, el Pentágono y el Consejo de Relaciones Exteriores. Este es el mapa ruso de la multipolaridad.
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Pero lo que es más importante, a un nivel práctico, es lo que tenemos ahora, o lo que tendremos mañana, y es una especie de inspiración para la multipolaridad. Podemos ver tres polos aceptados más o menos por el multilateralismo, en su perspectiva globalista – la zona norteamericana, la zona europea y la zona china. Pero como vemos, el multilateralismo es una aproximación oculta de la unipolaridad y piensa que debe haber caos en todas partes fuera de estas tres zonas.
La mayoría de los expertos y analistas Occidentales son completamente parciales, porque la ciencia de las Relaciones Internacionales es parcial y eurocéntrica. Antes de ser aceptado en la comunidad académica, debes hacer tu pacto con el capital. Intentan usar el concepto de gramsciano como una perspectiva del centro – no permitiendo a nadie que no comparta su perspectiva Occidental. Un judío canadiense, Michael Millerman, escribió una tesis filosófica sobre mis ideas, y él fue amenazado con ser expulsado del campo académico y cualquier universidad Occidental porque trataba mis ideas de modo neutral, y no descaradamente. Sus análisis filosóficos eran más o menos neutrales, pero él fue amenazado por la sociedad académica con ser expulsado, porque si tu estas del lado Occidental, debes criticar y satanizar a sus oponentes – esa es la regla normal.
En los análisis políticos comunes, no se reconoce a Eurasia como un cuarto polo – está ausente de todas las descripciones de la realidad futura. Existen diferentes perspectivas para Europa al igual que para China, si acaso esta se convertirá en el mayor enemigo de los Estados Unidos, y existen muchos detalles distintos y puntos de vista diferentes que son aceptados. Pero cuando ellos hablan de Eurasia y Rusia, todos los expertos responden al unísono que “no hay Rusia” o “no habrá un cuarto polo”. Porque si existiera este cuarto polo hoy, la situación de la orden mundial actual cambiaria – no se trata de un orden mundial bipolar, ya que Rusia sigue siendo lo suficientemente grande incluso después de haber perdido la mitad de su territorio y población después del colapso de la Unión Soviética. Con nosotros como un polo independiente es posible que China, Europa y todos los países y civilizaciones puedan afirmarse como polos independientes. Es un punto crucial. Una vez más Rusia está en el lugar correcto en el momento adecuado. Es la clave del mundo multipolar.
Si aceptamos que no existirá más Rusia, sólo un territorio balcanizado, caótico como lo era en la época de Yeltsin, entonces dominará la unipolaridad, la hegemonía y la globalización, y China y Europa serán servidores de la visión multilateralista Occidental. Pero con el cuarto polo, tendremos una situación completamente diferente gracias a la existencia de este cuarto polo, el cual no será universal, no podrá dominar por medio de su hegemonía a China o a Europa – no podemos porque no tenemos una ideología universal o alguna ideología en Rusia. Nuestra debilidad debe ser usada en nuestro favor, porque ahora estamos en una situación en que salvando a Rusia podemos salvar a otros – Europa y China – del dominio Occidental. Sin esto, no seremos capaces de tener un futuro. Es ante todo una perspectiva pragmática.
Con este cuarto polo, tendremos la verdadera multipolaridad, con la oportunidad para la independencia de América Latina, una posible independencia del mundo islámico, una posible independencia de África y la India – todos adquieren la posibilidad de transformarse en un polo y defender su propia civilización. Esta vez, Rusia no propone el colonialismo como en la época de los Zares, ni tampoco alguna ideología. Solo queremos defendernos como una civilización distinta de Oriente y Occidente. En el concepto de multipolaridad, Rusia no es un país o un país Occidental, sino una civilización independiente que es parcialmente Occidental, parcialmente Oriental, pero no es ni Oriental ni Occidental – es una civilización rusa particular.
La aceptación de este cuarto polo cambia toda la imagen. Ahora tenemos la multipolaridad. Teniendo estos cuatro polos podemos ir más lejos y proponer un papel especial para la India, el mundo islámico y América Latina como representantes más o menos de los BRICS.
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Aquí podemos ver la diferencia entre el mapa multipolar y el multilateral. Son completamente distintos. Llamó a esto más que un mundo “tripolar” un mundo “cuatripolar” trazando la línea entre los dos órdenes mundiales establecidos en el futuro.
Ahora estamos en una transición. Estamos en un punto de bifurcación en el cual podemos elegir. Nada está garantizado. Estamos viviendo el fin de la unipolaridad, pero no hemos creado todavía el orden mundial multipolar. Es un proceso abierto. Podemos tener éxito o no. Estamos en el medio.
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Este estado de cosas es comprendido de un modo más o menos consciente por algunos grupos académicos en el mundo. La llamamos la “teoría del mundo multipolar”. Mi libro en ruso, La teoría del Mundo Multipolar, que ha sido traducido al francés, está en proceso de ser traducido al inglés y ha sido traducido al portugués, español y otras lenguas, presentando esta teoría e intentando elaborar todos los elementos que he explicado juntos.
El Eurasianismo también es desarrollado por nuestro grupo como una filosofía política que insiste en que Rusia no es un país, sino una civilización parte del mundo multipolar. La Cuarta Teoría Política es otra teoría desarrollada por nosotros en Rusia, junto con grupos intelectuales en Francia e Italia, que invita a superar las ideologías políticas Occidentales – el Liberalismo, el Comunismo y el Fascismo. La Cuarta Teoría Política nos invita a ir más allá del liberalismo, a ser antiliberal, pero no siendo comunista, fascista o nacionalista. Está fuera de ellas, porque la Cuarta Teoría Política no reconoce el universalismo de la modernidad Occidental. Para nosotros, se trata de una invitación a provincializar el Occidente, presentándolo como una provincia del mundo y no como el centro. La Cuarta Teoría Política es la expresión de la multipolaridad.
En China el profesor Zhao Tingyang, con su concepto de Tianxia Tixi, ha desarrollado un concepto del modelo espacial chino que no se reduce a un dominio puro por la fuerza, Badoo, sino como Wangdoo, una hegemonía moral y ética. El concepto de wangdoo describe a China no sólo como Estado, sino también otros países que China influencia no de forma directa, una hegemonía estilo Badoo. Esta es una aproximación multipolar muy importante entre los estudiosos chinos. Yan Xuetong es un realista en las Relaciones Internacionales, pero su defensa de la identidad china puede ser vista como parte de la multipolaridad. Al mismo tiempo, no usa el concepto de polo sino el de “unidades”. El famoso Zhao Weiwei hace una defensa muy importante de las particularidades del desarrollo chino. Es la defensa de la identidad china. También esta Qin Yaqing quien aplica a las R.I. una conceptualización de diferentes interacciones, casualidades y órdenes, que forman una clase de “juego”, basados en diferentes factores que pueden ser resumidos en el sistema de adivinación chino.
En Europa existe la escuela de la Nueva Derecha. La Nueva Derecha Europea es antiliberal y anticapitalista, y también incluye Tradicionalistas. No es la clásica “nueva derecha” norteamericana o británica que es liberal. Alain de Benoist es el principal filósofo de esta escuela. Ellos desarrollaron una nueva teoría en la cual Europa es un polo independiente – completamente independiente de los Estados Unidos de América y amigable hacia Rusia. Promueven este punto de vista teórico con el concepto de Pluriversum, ya que son seguidores de Carl Schmitt. Son un grupo de pensadores muy influyentes y muy interesantes.
En América Latina existen varias escuelas multipolares, por ejemplo, la teoría de “la insubordinación fundante” de Marcelo Gullo Omoedo en Argentina. Existe el “Meridionalismo” de André Martin en Brasil, preocupado con el Sur Global, que es muy cercano a la perspectiva eurasiática. También esta Norberto Ceresole, quien era un peronista de izquierda y que influyó mucho en Hugo Chávez, siendo su principal ideólogo y un partidario de la unificación del espacio latinoamericano.
Lo que resulta interesante es que existen varias teorías de la multipolaridad que intentan encontrar donde están los polos. Podemos verlo en Rusia, que intenta desarrollar la multipolaridad y afirmarse a sí misma como polo; a China intentando ser cada vez más y más independiente de la hegemonía Occidental; a Europa tratando de desafiar el Atlantismo, la unipolaridad y el dominio norteamericano y también en América Latina. Lo que es extraño es que no encontramos un concepto del mundo multipolar en el mundo islámico. Solo tenemos la versión caricaturesca salafí del Califato que debe ser global, y que es tan imposible como teóricamente inexplorada. Pero la afirmación de la identidad islámica y la aceptación de la realidad del mundo están ausentes – no sé por qué. Mi trabajo ha sido traducido al turco, al persa y al árabe. Existe un gran interés, pero no conozco ninguna construcción teórica seria que defienda la independencia del mundo islámico. Todos en el Islam están a favor de ello, pero no estoy hablando de sus opiniones sino en una construcción teórica. Lo mismo para el caso de la India. India pretende ser un poderoso hegemón del Sur de Asia, pero no existen textos – es una civilización muy profunda y desarrollada metafísicamente, pero no muestra signos de una teoría multipolar.
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Así que la teoría del mundo multipolar, la aproximación multipolar, desafía el Eurocentrismo, la Modernidad, el Universalismo y la Hegemonía. Está basada en la premisa de que existen múltiples civilizaciones y se niega a jerarquizarlas. La multipolaridad está basada en el pluralismo antropológico, una evaluación positiva de la diversidad y una nueva lectura del otro. El Otro no es “más o menos lo mismo”, es completamente desconocido para Occidente, para quien el Otro es lo “peor” en su actitud racista colonial tradicional, o en la actitud liberal hacia el Otro va en el mismo sentido. El Occidente carece de una tercera definición del Otro. Los Globalistas dicen que el Otro es exactamente lo mismo que nosotros, mientras que racistas, colonialistas y nacionalistas dicen que son mejores que el Otro. En ningún lugar existe el Otro, porque ambos están completamente obsesionados consigo mismos en una actitud egoísta. Ellos consideran al Otro como lo peor o como lo mismo. Pero, ¿dónde está el Otro? El significado del otro este está perdido.
La teoría del mundo multipolar es un proyecto anti-eurocéntrico para la reprovincialisación de Europa, un retorno a la perspectiva Pre-Colombina. Si partimos de la perspectiva precolombina descubrimos que el mundo estaba ordenado por civilizaciones, sin colonialismo o dominio de Occidente. Existían imperios tradicionales – el Imperio Iraní, el Imperio Otomano, el Imperio Ruso, el Imperio Chino, el Imperio Árabe. Todos están en su perfecto lugar desde un punto de vista de las civilizaciones, pero la Modernidad Occidental impuso al planeta el colonialismo y su dominio. La separación entre América y Europa es parte del mundo multipolar como una clase de retorno al mundo precolombino. Hoy, en Siria, los antiguos imperios han resurgido – lo vemos en el ascenso de Irán, de Turquía y también en Rusia y China. Es un signo del regreso al mundo precolombino.
La teoría de la multipolaridad es anti-moderna porque la modernidad es Occidental. Podemos decir que proponemos una alternativa a la modernidad o una alter-modernidad, pero no estamos de acuerdo con que la modernidad es el destino. La Modernidad fue una elección de la sociedad y la civilización Occidental que llevó a la catástrofe. Tal vez fue el camino del destino histórico de Occidente, pero no es nuestro destino. La Modernidad es un concepto Occidental. La teoría del mundo multipolar es el rechazo de los principios de la Ilustración. La Ilustración es una opción. Aquí sugiero leer al autor francés René Guénon, un francés católico de nacimiento, un filósofo que se convirtió al Islam en el Cairo y que pasó el resto de su vida ahí, entrando en una orden sufí. Es uno de los más grandes autores, el fundador de la escuela Tradicionalista, con una crítica radical a la modernidad y al universalismo Occidental. También recomiendo la lectura de Evola.
Finalmente, la teoría del mundo multipolar es contra-hegemónica. La teoría del mundo multipolar cree que los principales actores no son los Estados, sino las civilizaciones. Las relaciones entre las civilizaciones son consideradas más o menos desde una perspectiva realista, pero la principal diferencia entre el realismo y la multipolaridad consiste en esto: la teoría multipolar versa sobre civilizaciones y Grandes Espacios, no con Estados como el realismo. Pero afirma la soberanía de la civilización. En la teoría multipolar hay un cambio de la soberanía de los Estados a la soberanía de las civilizaciones, por lo cual se aplica el realismo a diferentes sujetos. Un polo es un Gran Espacio civilizacional.
La geopolítica de la multipolaridad implica otro cambio en nuestro entendimiento de la geopolítica. La geopolítica clásica piensa en términos del Poder del Mar, representado por Occidente y el Poder de la Tierra, representado por el Heartland, Rusia. Ahora el Poder del Mar, en la geopolítica de la multipolaridad, es unipolar, hegemónico y globalista, pero el Poder de la Tierra no es únicamente el Heartland. El Poder de la Tierra es todo sistema de polos excepto los Estados Unidos. Todo mundo es Heartland en algún sentido simbólico. No es una geopolítica bipolar, sino una geopolítica multipolar que considera un Poder de la Tierra a toda civilización tradicional. La Tierra, en la interpretación de Carl Schmitt, es primero que todo la tradición, las raíces, el espacio fijo que es el espacio vivo civilizacional. Este es un cambio muy importante en el concepto de Poder de la Tierra en la versión de la geopolítica multipolar.
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Aquí podemos ver las civilizaciones que corresponden más o menos a los Grandes Espacios y el análisis estratégico. El Eurasianismo y la Cuarta Teoría Política son parte de esto.
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quecooking2 · 7 years
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Posted on August 11, 2015 by Ramfis
By: Roger_Noriega
WASHINGTON (Reuters) – Former US Undersecretary for Hemispheric Affairs Roger Noriega says the scandal of Brazilian company Odebrecht “threatens” Dominican President Danilo Medina.
In an article he wrote on the Internet site of the famous American Enterprise Institute for Public Policy Research (AEI), the former senior government official George Bush Jr. explains in detail the Could involve Medina as well as the former Brazilian president Luis Ignacio Da Silva for the aforementioned scandal.
The AEI is a center-right based in Washington, DC. His research is devoted “to questions of government, politics, economics and social welfare,” according to his own statement of principles. Founded in 1938, its stated mission is to “uphold the principles and improve the institutions of American freedom and government.”
AEI is an independent, non-profit organization supported primarily by donations and contributions from foundations, corporations and individuals. Some of its members are considered as the main architects of the second Bush administration’s public policy. His internet address is: aei.org.
Article
The text of the article by Noriega (http://www.aei.org/publication/odebrecht-scandal-threatens-dominican-president/), translated into Spanish, is as follows:
“Odebrecht Scandal Threatens Dominican President
Recent reports suggest that the public corruption scandal involving Brazilian state-owned multinational Odebrecht could have spread to the Dominican Republic. The popularity of President Danilo Medina has actually declined, a month after his supporters in Congress orchestrated a constitutional reform that empowers him to aspire to re-election.
As a result of the investigation of Brazilian state-owned energy company Petrobras, Odebrecht has been accused of bribing government officials to obtain contracts with the state. In a dramatic action, the authorities arrested the influential president of the company, Marcelo Odebrecht, last June 19.
Odebrecht has played a leading role in the Dominican construction industry, and is one of the 21 countries in which the company has a presence. According to the Brazilian magazine Epoca, in January 2013 former President Luis Inacio “Lula” Da Silva traveled to the Dominican Republic to meet with President Danilo Medina and his predecessor Leonel Fernandez on behalf of Odebrecht. According to the report published (by Epoca), Lula apparently lobbied to secure the company (Odebrecht) a contract with the Dominican Corporation of State Electric Companies (CDEEE) for the construction of a thermoelectric plant in Punta Catalina. Within about three months of Lula’s visit, Odebrecht benefited from the contract, in an apparent violation of the rules governing public contracts, and although its price was twice as expensive as a Chinese competing company.
Chinese firm Gezhouba Group Corporation (CGGC) has appealed the decision alleging lack of transparency in the public works auction. The contract to build the coal plant was awarded to Odebrecht-Tecnimont Consortium, although its proposed $ 2.04 billion ($ 2.04 billion) was more than twice the $ 900 million proposed by the Chinese group CGGC. Further, because odebrecht was being investigated at the time the contract was awarded, the company must have been disqualified from participating in the auction.
To date, Odebrecht has not been able to demonstrate that it has the resources to finance the project, which was the reason for excluding other companies from participating in the auction.
Independent MEP Minerva Tavarez, an assiduous critic of President Medina, has publicly quoted rumors in the National Congress that the contract for the Punta Catalina plant was awarded to Odebrecht to raise funds for the re-election of Medina. Officials in the energy sector have dismissed these charges as baseless. Presidential candidate Luis Abinader, who will face Medina in next national elections next May, called on the president to accept an independent audit and investigate scandals involving several public projects: “We ask the president to act as his Counterparts in other countries that have ordered high-level investigations ”
Medina enjoys an extraordinary rate of approval, but his popularity has dropped since his supporters pushed for constitutional reform to allow him to be re-elected a month ago. With Dominican politics heating up ahead of the election, Medina’s aspirations to be re-elected could be jeopardized by the Odebrecht scandal.
Political scandals have hit hard the efforts of several leaders in the region – particularly in Brazil and Guatemala, Dominican President Danilo Medina, could suffer the consequences, if evidence of corruption emerge or if it is presumed that he is evading responsibilities. ”
¿Who is Roger Noriega?
Ambassador Noriega was sworn in as Assistant Secretary of State for Western Hemisphere Affairs on July 31, 2003. Below is an unofficial translation of a brief biography of Noriega, as published by the State Department.
BIOGRAPHY
Roger Francisco Noriega Deputy Secretary, Bureau of Western Hemisphere Affairs Term of appointment: July 31, 2003 to the present.
Roger F. Noriega was appointed by President George W. Bush Assistant Secretary of State for Western Hemisphere Affairs on March 24, 2003; Was unanimously confirmed by the United States Senate on July 30, 2003, and swore on July 31, 2003. Ambassador Noriega is responsible for administering foreign policy and promoting US interests in the region.
Before becoming deputy secretary, Ambassador Noriega was from 2001 to 2003 permanent representative of the United States in the Organization of American States. While in the OAS, he worked with hemispheric leaders to strengthen democracy, advance human rights, foster economic integration, and promote peace and security throughout the Western Hemisphere.
Prior to his appointment at the OAS, Ambassador Noriega was a senior staff member of the US Senate Foreign Relations Committee. From 1994 to 1997 he was a senior member of the International Relations Committee of the United States House of Representatives.
Ambassador Noriega also served as senior policy adviser and alternate representative of the United States in the United States Mission to the OAS from 1990 to 1993 and as principal adviser to Public Information of the OAS from 1993 to 1994.
He has held other positions at the Department of State, with USAID and the Negotiations on Inter-American Affairs and Public Affairs, where he served as program officer from 1987 to 1990 and principal editor / editor from 1986 to 1987. Prior to this, he served as secretary of Press and legislative aide to Congressman Bob Whittaker (Kansas Republican) in the US House of Representatives from 1983 to 1986.
President Bush also named Ambassador Noriega a member of the Board of Directors of the Inter-American Foundation. He is currently an ex officio member of the Board of Directors of the Pan American Development Foundation.
In December 2001, the government of Peru awarded Ambassador Noriega “Grand Master of the Order of the Sun” for his support for the democratic transition and the promotion of human rights in that South American country. In 2003 the president of Nicaragua invested the ambassador Noriega member of the “Order of José Marcoleta” for his actions to preserve and defend democracy in that nation. The Ibero-American Chamber of Commerce of Greater Washington appointed him in 2003 as “ambassador of the year”. He has received the prestigious “Circle of Excellence” award from the Latin Coalition for his leadership.
Born in Wichita, Kansas, in 1959, he attended Washburn University in Topeka, where he received a Bachelor of Arts degree in 1981. He currently lives in Arlington, Virginia.
Former US official Says Odebrecht scandal “threat” president RD Posted on August 11, 2015 by Ramfis By: Roger_Noriega WASHINGTON (Reuters) - Former US Undersecretary for Hemispheric Affairs Roger Noriega says the scandal of Brazilian company Odebrecht "threatens" Dominican President Danilo Medina.
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jgmail · 5 years
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Dugin en Shanghai: Las Relaciones Internacionales y la Geopolítica – Primera conferencia
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Traducimos las conferencias del profesor Alexander Dugin en China. Como son conferencias orales, se puede encontrar en el texto múltiples repeticiones y formas entrecortadas de expresión típicas de las exposiciones habladas.
Conferencia dictada en la Universidad Fundan, Shanghai, China, diciembre del 2018
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Esta conferencia versará sobre el conocimiento de las Relaciones Internacionales. Será dedicada a la disciplina, la ciencia, de lo que es conocido como las Relaciones Internacionales. El curso completo consta de cuatro conferencias. La primera estará dedicada a las Relaciones Internacionales como disciplina. La segunda a la geopolítica. La tercera a la teoría del mundo multipolar. La cuarta estará dedicada a China en todos estos campos del pensamiento teórico y académico.
Pero no podemos entender la lógica de este curso sin conocer lo básico de las Relaciones Internacionales, la geopolítica y la multipolaridad. Necesitamos entender que las Relaciones Internacionales son una disciplina Occidental. ¿Qué significa disciplina Occidental” o ciencia Occidental? Ahora, en la actual situación, debemos se cuidadosos, porque conociendo la postmodernidad, la crítica a la modernidad y la antropología moderna, seremos capaces de distinguir lo que es Occidente. La ciencia Occidental y Occidente a menudo intenta imponerse a sí mismos como universales. Este es el aspecto imperialista de la mentalidad Occidental. El pensamiento Occidental es etnocéntrico, y mucho más que etnocéntrico, ni siquiera reconoce su propio etnocentrismo. Esta clase de racismo implícito es peor que el racismo explícito. Los liberales Occidentales dicen que “nosotros definimos los valores universales”, pero cuando preguntamos qué significan esos “valores universales”, comienzan a explicar los valores Occidentales como universales – individualismo, libertarismo, progreso, materialismo. No hay lugar para la metafísica, el espíritu, la creencia en el alma o la vida del más allá. Esto es producto de la civilización Occidental, un producto histórico que pretender ser universal.
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Cuando olvidamos que las Relaciones Internacionales, y muchas otras, sino casi todas, las ciencias que estudiamos en las universidades, son Occidentales, entonces estamos desconociendo un aspecto muy importante. Caemos en la trampa de ver estas disciplinas, teorías y ciencias como algo universal. Necesitamos recordar que estamos relacionándonos con una visión Occidental – y sobre todo en la Relaciones Internacionales más que en cualquier cosa. Porque esa es la visión Occidental de como son las cosas.
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Además de eso, si hoy día en China o en Rusia, nos consideramos a nosotros mismos como sujetos de la historia, no simples objetos de la historia hecha por otros, entonces deberemos tener presente esta distinción. Eso no significa que debamos negar la ciencia Occidental, resistirnos a la ciencia Occidental, o ignorar la ciencia Occidental. Sino que debemos recordar que es una visión Occidental etnocéntrica. Necesitamos una especie de Muralla China en este campo epistemológico.
Cuando tu conexión de internet se detiene en las fronteras de tu país, tu estas intentando distinguir entre lo que está mal y lo que es posible en la cultura china. Necesitamos establecer la misma muralla en el campo epistemológico.
Las relaciones internacionales tratan del Estado como tal. Esto es muy importante. En el centro de esta ciencia, de esta disciplina, se encuentra el concepto de “nación”. Los Occidentales consideran que la nación es un valor político. El Occidente piensa la política en términos del “Estado nación” la cual es la norma desde la paz de Westfalia, y es su actitud formativa. La Nación es un Estado nacional (Etat-Nation), no es ni el pueblo ni el grupo étnico. Las Relaciones Internacionales son relaciones entre Estados. ¿Qué clase de Estados? Estados Occidentales modernos. Este es el primer y más importante principio. Cuando estamos tratando con el concepto de Estado, estamos tratando con un concepto histórico Occidental acerca de cómo la realidad política debe ser organizada y estudiada.
Este es el paradigma moderno. “Paradigma moderno” significa Occidental, pero no toda la historia de Occidente, sino sólo la modernidad. La modernidad transformó la mentalidad Occidental y sólo ha recuperado parte de la mentalidad tradicional Occidental de la Edad Media y la Antigüedad y la ha transformado en algo distinto, una nueva versión. Las Relaciones Internacionales nacieron como disciplina a comienzos del siglo XX. Es Occidental y moderna. La modernidad Occidental es diferente a la premodernidad Occidental. Esto es muy importante desde un punto de vista histórico.
El siguiente punto es que siempre existe una jerarquía implícita en las Relaciones Internacionales. Podríamos decir que es una jerarquía “oculta”. El concepto Occidental de Relaciones Internacionales está basado sobre la idea de que existen ejemplos de Estados “normales” y relaciones “normales”, y son precisamente las del mundo Occidental. Todo el resto se consideran que son subdesarrolladas o no-Occidentales, pero se esfuerzan y tienden a volverse Occidentales. Esta es una clase de jerarquía.
Estos son los cuatro principios que se deberían recordar al estudiar las Relaciones Internacionales, y, sugeriría, también otras ciencias. Las Relaciones Internacionales son una disciplina Occidental y moderna. La ciencia no es universal, sino que esta definida histórica, geográfica y étnicamente. Refleja el etnocentrismo o “Eurocentrismo” Occidental.
Las Relaciones Internacionales no son universales, sino que reflejan un punto de vista de la parte Occidental de la humanidad. Esto nos abre la puerta para preguntarnos como los no-Occidentales debería ver las teorías de las Relaciones Internacionales. ¿Son posibles? ¿Son deseables?
Las Relaciones Internacionales son una disciplina moderna que trata con el Estado moderno y el sistema internacional creado bajo el tratado de Westphalia, cuando se produjo el paso del sistema internacional de la premodernidad a la modernidad, cuando los Estados nacionales soberanos fueron aceptados como actores normativos en la política global. Este no era el caso antes, cuando la religión y las dinastías jugaban un papel esencial. No existía un concepto de calculo puramente racional en los intereses nacionales o del cuerpo del soberano en el Estado. En lugar de ello el Estado tenía una misión, una misión religiosa, una dimensión religiosa – como lo era la política católica en Europa. Con el fin de la Guerra de los Treinta Años, un nuevo sistema político fue establecido y aceptado como universal, normativo, progresivo, y necesario para todo el mundo.
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Las R.I. nacieron a comienzos del siglo XX en Inglaterra y Suiza como una “tentativa” de conceptualizar la ciencia política internacional, y ahora está establecida como una ciencia académica reconocida y una disciplina de Occidente, e imitando a Occidente en todas partes. Cuando enseñó Relaciones Internacionales en Rusia es exactamente igual a como son representadas en el resto del mundo.
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Entonces, las Relaciones Internacionales estudian las relaciones y las interacciones entre los Estados. El tema fundamental son las relaciones de Estado a Estado, no de persona a persona o de cultura a cultura. El Estado es considerado como el Estado Occidental moderno – soberano y secular. Secular significa que no existe un aspecto religioso o una misión reconocida por el Estado, es completamente racional. La soberanía significa que no existe un gobierno mucho más alto que el del Estado. El Estado es el punto más alto. No existe un dios sobre el Estado y el Estado es el profeta de sí mismo. Esta es la clase de absolutización del Estado que hace cualquier cosa. No existe otra autoridad. Ese es el concepto básico de soberanía. El soberano es quien no es gobernado por nadie más o recibe su legitimidad de alguien más. Esa es la definición de soberanía de Jean Bodin. Fue aplicada primero por los protestantes a la política, y dirigida en contra de la autoridad de la Iglesia Católica, la cual pretendía ser una autoridad supranacional por encima del Estado, y después de eso fue reconocida como norma. La esencia de la soberanía es moderna, y es anti-imperial.
Por ejemplo, en la historia china, de acuerdo con el profesor Zhao Tingyang [1] (赵汀), existe el badoo (霸道) y wangdoo (王道). Badoo (霸道) es el poder basado en la fuerza de la hegemonía, el cual no reconoce ninguna otra autoridad. Wangdoo (王道) es una especie de poder moral y espiritual o místico del emperador. Este no es solamente más grande, sino es completamente diferente, un cambio cualitativo. No es soberanía. Es una misión. Wangdoo (王道) es una misión. La soberanía es moderna y es badoo (霸道).
El Estado es concebido como separado de la religión, las tradiciones étnicas, la cultura y la civilización. El Estado es nacional. ¿Pero qué significa nacional en la política moderna? El Estado está basado en la ciudadanía individual. El concepto de Estado normativo considera al individuo como sujeto del Estado., y todos los individuos, unidos en el Estado nación, son los ciudadanos. Quien no es ciudadano está fuera del Estado. Todos los ciudadanos son políticamente iguales. El concepto de Estado nación es burgués y moderno. No es tradicional. No reconoce clases u otras formas de profesión o diferentes capas de la sociedad – ellas no tienen significado político en el Estado nacional moderno. La nacionalidad está basada en la ciudadanía individual.
El Estado moderno, como sujeto de las Relaciones Internacionales, sin una misión, seria racional, egoísta y tiene un interés nacional claramente calculable. Es un organismo racional. La nación es una creación racional la cual existe en función de organizar a los individuos y proponerles alguna clase de orden y estructura. Si los individuos no son felices con ella, pueden cambiarla. Ese es el concepto de “tratado público social” (contrato). Porque el Estado no tiene nada de trascendental, nada por encima de él, ninguna misión, puede ser rehecho, recreado, destruido, y creado de nuevo, si los individuos o los ciudadanos deciden hacerlo. Está basado en un tratado público o en un acuerdo, esa es la naturaleza contractual del Estado moderno. Es casi como un acuerdo entre, por ejemplo, grupos económicos. Ellos pueden decidir poner su capital junto, y pueden decidir ya no hacerlo y crear una nueva firma. Entonces el Estado es concebido o pensado como una especie de firma comercial. Estas son sus raíces burguesas.
Se cree que el Estado moderno es soberano, entonces no existe autoridad superior a él. Y el Estado moderno es opuesto al Imperio. Es opuesto al Estado religioso, a la comunidad arcaica. Está basado en el concepto de progreso. Es visto como algo que viene históricamente “después” del Imperio, los Estados religiosos y las comunidades arcaicas, todas ellas consideradas como premodernas, mientras que el Estado moderna es la forma de organización política más “novedosa” y “progresista”. Así que el Estado moderno, como concepto burgués, sólo adquiere sentido cuando se lo contextualiza dentro del “progreso”. Si desafiamos el concepto de progreso, todo caerá hecho pedazos. Ningún Estado moderno tiene significado fuera del progreso. Progreso, modernidad y Estado moderno van juntos. El concepto de progreso está contenido en el Estado moderno.
La jerarquía implícita en las Relaciones Internacionales concibe todos los Estados como “Occidentales” o “similares a Occidente”, “modernos” e “iguales”, y cosas por el estilo. La realidad es diferente, porque los Estados, como son, no son como se cree iguales. Existen Estados grandes, Estados enormes y Estados pequeños – todos ellos son soberanos, y todos tienen su lugar dentro de las Naciones Unidas, pero Mónaco y Luxemburgo – Estados soberanos – y China, son incomparables, como un gran sol frente a un diminuto grano de arena. No son iguales.
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Pero, curiosamente, la jerarquía de las Relaciones Internacionales contradice que cada Estado soberano es igual a otro [2]. De todos modos, existe y existen debates en las Relaciones Internacionales sobre como explicar y representar esta jerarquía. El viejo racismo Occidental juega un rol importante aquí [3]. El racismo apareció en la época colonial y, poco a poco, paso a paso, clasificó en tres clases humanas. El racismo declara que existe una primera clase de humanidad – la humanidad “blanca”, una segunda clase la humanidad “amarilla”, y una tercera clase la humanidad, la más inferior, la humanidad “negra”. Esto se reflejó en la “antropología” del siglo XIX, en Morgan, por ejemplo, con algunas explicaciones de estos términos. El blanco” significa civilización”; amarillo” significa barbarie” o cuasi-civilizados” y negro” significa salvajismo”, o salvajes” sin ninguna idea de civilización, viviendo en el bosque como recolectores, pequeños campesinos o cazadores.
Podemos ver lo mismo en las Relaciones Internacionales de ahora – aunque formalmente sin racismo, porque fue desacreditado por la Alemania Nazi – donde existe una jerarquía implícita, no oficial que divide todos los países en tres grupos: el Primer Mundo, o el centro del sistema en Wallerstein [4], que es el Norte rico. Es la civilización Occidental, blanca, europea y americana. Es el viejo racismo, en el que los “blancos” son el Primer Mundo porque ellos son más “progresistas”, ricos, “más desarrollados”, tienen más “derechos humanos”, son más liberales, libres y felices. Esta es la vieja historia normativa y etnocéntrica del sistema imperialista, hegemónico y colonial. Aunque ahora no está “conectado” al racismo, el Primer Mundo es un concepto racista. Es la trasposición del antiguo racismo al nuevo plano político liberal. El Segundo Mundo en el sistema de Wallerstein es llamado la “semiperiferia”, representada por China, América Latina, India y algunos Estados orientales, presentados como la “barbarie”. El Occidente dice que ellos son “corruptos”, “autoritarios”, “totalitarios” y no poseen “derechos humanos”. Ellos tienen regímenes cesaristas dictatoriales y corruptos, pero son como “nosotros” – como el Primer Mundo – en la “forma”, y nosotros los “ayudaremos” a desarrollar los derechos humanos, los valores liberales, la transparencia para que algún día nos alcancen y sean también “blancos”.
Entonces existe el Tercer Mundo. Esa es la periferia y, como Thomas Berger y Huntington decían, este es el “resto” de “Occidente y el resto”. Es subdesarrollado y está bajo la influencia de los hegemones del Segundo y Primer Mundo.
Esta es más o menos la jerarquía implícita. Los autores más honestos, como Krasner [5], Hobson [6] y otros reconocen esta jerarquía. Pero este es un momento vergonzoso, porque reconocer la jerarquía implícita en las Relaciones internacionales es lo mismo que reconocer la naturaleza “racista” en la forma liberal de pensar. Este es un problema para la “corrección política”, así que intentan evitar ese aspecto. Pero está implícito, en cualquier caso presente.
Ahora veremos el contenido de la ciencia de las Relaciones Internacionales.
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Las Relaciones Internacionales como disciplina tiene diferentes escuelas. Son diferentes en muchas formas. La primera escuela “clásica” que fue establecida fue la escuela positivista. ¿Qué significa “positivismo”? Positivismo significa que esta escuela reconoce la existencia de una realidad “externa” o “material” que es el tema de las Relaciones Internacionales. Existen Estados, interacciones entre los Estados, naciones y economías, y estas existen independientemente de cómo nosotros las describimos. Existen hechos positivos que nosotros observamos, estudiamos y exploramos dentro del tema de las relaciones. Esta es la visión pre-mecánica-cuántica de la realidad. Es el “viejo materialismo” que cree que todo existe por sí mismo, y que la presencia humana describe o trata con esta realidad positiva que siempre está afuera y es independiente de nuestra interpretación. Nuestra interpretación depende de la realidad, la cual no depende de nuestra interpretación, sino que es independiente.
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Existe la escuela post-positivista, la cual a ganado más y más importancia en la ciencia de las Relaciones Internacionales. Está basada sobre el postmodernismo, especialmente en la epistemología de Michel Foucault, la cual niega la existencia de los hechos positivos y describe los hechos positivos como una lucha epistemológica. De acuerdo con Foucault la voluntad de saber es la voluntad de poder. Esta es la base ontológica hipercrítica del postmodernismo, que no cree en la existencia de nada fuera de nuestro entendimiento. Esta es la visión de la mecánica cuántica. En la mecánica cuántica la posición del observador está conectada al proceso mismo. Los procesos con o sin observador son diferentes. Este es un concepto introducido por la filosofía postmoderna basada en la deconstrucción del discurso. Según los postpositivistas no existen las Relaciones internacionales. No existe el Estado sin explicaciones, documentos y textos. Todo es escritura, todo es habla y discurso, y al cambiar el discurso cambiamos la realidad. Esto es muy importante. Sugeriría a los estudiantes chinos estudiar con mucha atención la postmodernidad. Es un campo de investigación en crecimiento, y si no comprendemos los principios básicos del postmodernismo, no podremos entender nada del Occidente actual. Porque el Occidente actual nos afecta, no seremos capaces de entendernos a nosotros mismos sí no comprendemos la postmodernidad. La semiperiferia no le presta suficiente atención a la postmodernidad. Necesitamos estudiarla porque, de lo contrario, nos engañaremos fácilmente en muchos aspectos.
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La escuela postpositivista no cree en la existencia de la realidad material. Ella piensa que la realidad material es creada en el proceso de hablar, pensar y discutir sobre esta “realidad material”. Esta es la concepción del último Wittgenstein que consideraba que no existen hechos positivos, porque todo hecho positivo estaba cargado de una interpretación. Son los “juegos del lenguaje” los que crean la realidad. Sin sentido, no existen las cosas. Las cosas nacen en el proceso de los juegos del lenguaje. Este es el principio básico de la postmodernidad.
La escuela postpositivista desafía el status quo de la ciencia moderna en general y de las Relaciones Internacionales en particular. Los postpositivistas atacan a la escuela positivista como “idiota” afirmando que pertenece al pasado. Los postmodernistas son también progresistas, pero progresistas críticos. La mayoría de ellos son de izquierda, pertenecientes al marxismo cultural, el trotskismo, el nihilismo y un sinfín de escuelas izquierdistas, socialistas y pro-comunistas. Ese es el porque el postpositivismo desafía el orden existente. Es un tanto revolucionario en la medida en que pretende transformar la epistemología de las Relaciones Internacionales y esto significa transformar la realidad, que es igual al discurso sobre la realidad. Este es el texto en la versión de Derrida. No existe nada además del texto. Si cambiamos el texto, cambiamos la realidad. Este es el aspecto revolucionario de la escuela postmodernista y postpositivista.
La escuela positivista existe desde hace cien años y está establecida con debates, diferentes conferencias y cientos de miles de libros y manuales escritos a favor de una u otra teoría. Y existen controversias.
Pero el postpositivismo en las Relaciones internacionales es nuevo y está ganando cada vez más y más terreno, y tiene que ser tenido en cuenta. En cualquier conferencia de las Relaciones Internacionales habrá un representante de esta escuela. Son escandalosos y pueden parecer marginales, pero ya son parte de la disciplina. En los manuales dedicados a las Relaciones Internacionales, existe una parte dedicada a la exposición de las doctrinas postpositivistas. Ya no son una innovación. Ahora son parte de la disciplina, aunque estén creciendo y desarrollándose, y siguen siendo controversiales y escandalosos, pero son parte de la disciplina.
Existe una tercera clase de escuela de las Relaciones Internacionales que no existe aún como una teoría académica aceptada. Pero ha aparecido y comienza a expandirse. Solo ha dado sus primeros pasos. La llamó la escuela multipolar que está en proceso de creación. No existe como una escuela establecida aún, sino que está dando sus primeros pasos. Es precisamente a esta escuela que dedicaré mi tercera conferencia, pero para poseer una visión general de las relaciones internacionales debemos introducirlas primero.
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La escuela multipolar desafía el etnocentrismo, la modernidad, el universalismo y la hegemonía global Occidental. Alberga ciertos paralelos con las estructuras postpositivistas. Está basada en la premisa de que existen varias civilizaciones, lo que no afirman los postmodernos. Los postmodernos son universalistas, progresistas y creen en la liberación, la democracia y la ilustración, pero pretender “iluminar la ilustración”, “desarrollar el desarrollo” y “hacer la modernidad más moderna”. Creen que la modernidad no es lo suficientemente moderna. Pretender liberar y llevar a sus últimas consecuencias el proceso de liberación. La postmodernidad es una clase de modernismo futurista.
La escuela multipolar no acepta el progreso lineal ni el estatus normativo de Occidente. El sistema multipolar trata con diferentes civilizaciones, sin ninguna jerarquía. Se basa en la incomparabilidad completa de las diferentes civilizaciones, que debemos estudiar sin tener en cuenta el estado normativo de Occidente. Ese es el nuevo aspecto de la multipolaridad. Se basa en el pluralismo antropológico y en una evaluación positiva de la diversidad. Aquí el concepto del Otro se estudia de manera completamente diferente que en el enfoque occidental tradicional. Podemos decir que el enfoque multipolar no es occidental, y es una escuela de Relaciones Internacionales antioccidental. Eso explica por qué no está tan desarrollado y por qué no está presente en los manuales, y por qué no se menciona durante las discusiones y debates. Se encuentra fuera de lo que se entiende globalmente como occidentalocentrismo. No es el eurocentrismo. Así que no es casual que esta teoría haya sido desarrollada en la semi-periferia. Basado en la nueva antropología de Eduardo Viveiros de Castro y de Eduardo Kohn, que afirma que las tradiciones arcaicas tienen su propia ontología y gnoseología y que debemos aceptarlas como humanas y no como subhumanas, como lo hace la epistemología Occidental progresista y racista.
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En cuanto a las principales escuelas positivistas en las Relaciones Internacionales, hay dos escuelas principales: el realismo, representado y fundado por Morgenthau y Carr, y el liberalismo, representado por Angell, el presidente estadounidense Woodrow Wilson y Zimmerman. En cualquier universidad normal, se puede aprobar los exámenes si comprendemos el realismo y el liberalismo, porque estos son los principales enfoques que enseñan sobre las relaciones internacionales en las instituciones convencionales, normativas, occidentales (y no occidentales).
¿Qué es el realismo en las relaciones internacionales? El realismo es la idea de que no debe y no puede haber organizaciones supranacionales. Los realistas creen en la soberanía en el sentido que he explicado. Debido a que los realistas creen en la soberanía, piensan que existe un caos en las Relaciones Internacionales. El caos en las Relaciones Internacionales es algo distinto del “caos” en el lenguaje normal. No es desorden, sino la ausencia de un nivel más alto de autoridad que podría obligar legalmente al Estado a hacer cualquier cosa. Los Estados son absolutamente libres, y si no pueden ser obligados a hacer una cosa o impedir que hagan otra o castigarlos legalmente, entonces solo puedes castigarlos y obligarlos ilegalmente. De modo que las relaciones internacionales como campo siempre se basan en este caos, porque la soberanía es soberana, y al reconocer la soberanía como un principio absoluto, solo puede haber relaciones de poder. Si eres más poderoso, puedes obligar a otro, pero no por ley, legalmente, sino por la fuerza. Esto es posible y normal, eso es realismo. Mides fuerzas. Por ejemplo, ¿Cómo pueden sobrevivir los países y los Estados? Siendo el “más grande” o el “más grande” entre los “grandes”. Por ejemplo, hay una pequeña Ucrania y una gran Rusia. Rusia ataca a Ucrania y Ucrania llama a Washington y dice: “Por favor, vengan, los rusos nos atacan”, y los rusos no vienen. Siempre hay una situación abierta. Pero cuando los ucranianos reprimen a los rusos que viven en Ucrania, llaman a Rusia: “Moscú, por favor, ayúdanos, queremos volver a la Madre Patria”. Todo aquí no es “legal” o “igual”, son relaciones de poder. Si puedes hacerlo, hazlo. Invade Crimea, invade Taiwán, invade Hong Kong, si puedes hacerlo. No tienes que esperar cuando eres lo suficientemente fuerte. Esa es la actitud realista. Puedes aceptar que te sentirás decepcionado con alguna posición, y puedes ser un perdedor, o podrías ser un ganador; podrías lamentarlo o podría comenzar una guerra, y puedes hacer la paz. La guerra no es el destino en esa situación, pero es posible, y es real durante toda la historia.
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Eso es realismo, la idea de que todo será así para siempre, como en la historia, como ahora y por la eternidad. La mayor parte de los expertos norteamericanos son realistas. Cuando hablamos de Occidente, y sobre todo de los Estados Unidos o Gran Bretaña, al menos la mitad de los expertos, tal vez más, son abiertamente realistas. Eso no es nacionalismo, ni es fascismo, sino que se llama realismo en las Relaciones Internacionales, que representa una escuela de pensamiento que es implícitamente eurocéntrica, y se creó en Europa sobre la base del concepto normativo del Estado y la soberanía.
La otra “mitad” de los expertos son liberales. ¿Qué es el liberalismo en las Relaciones internacionales? Es diferente del liberalismo en las artes, la política y la economía. El liberalismo posee un significado muy concreto y preciso en las Relaciones Internacionales. No es liberal un chico inconformista risueño quien es amigable, mientras que los realistas son halcones malvados y agresivos. ¿Qué significa entonces? Que existe un progreso en las Relaciones Internacionales, que está precedida de un sistema de Estados, o un sistema realista, tendiendo hacia un nuevo sistema con un gobierno mundial. La idea de liberalismo en las Relaciones Internacionales reconoce la necesidad de crear un nivel supranacional de toma de decisiones que deberá ser aplicado legalmente a todos los Estados. Es la creación de otro tipo de Estado – un Estado por encima de los Estados. En este sentido, cuando un gobierno mundial este establecido, todo mundo deberá seguir las órdenes de este gobierno mundial justo como todo ciudadano sigue las órdenes del gobierno de su Estado nación. Es el mismo sistema, pero establecido a un nivel global, planetario. Se explica gracias al concepto de progreso. Tanto los progresistas como los liberales son progresistas, pero los realistas lo aceptan en un sentido relativos, mientras que los liberales creen en él más que en cualquier otra cosa. Existe también el pacifismo entre los liberales, porque ellos tal vez consideren la guerra como un gran mal e intentan evitarla a través de la manipulación y la destrucción de quienes no piensan como ellos. La guerra es para ellos matar a quienes no aceptan el gobierno mundial.
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Esta idea, al igual que los derechos humanos, está basada en el liberalismo de las Relaciones Internacionales. Intenta hacer a los ciudadanos y a los humanos iguales, lo cual solo es posible aún nivel supranacional si nosotros reconocemos los mismos derechos de un ciudadano, como parte de un Estado Nación, y al ser humano como un ser con ninguna conexión concreta a un estatuto político, en una versión cosmopolita. Si tu reconoces ambos como legalmente iguales, entonces necesitarás de un gobierno mundial para impulsarlo y obligarlo. Necesitarías de alguna clase de nivel de autoridad para poder obligar a los diferentes Estados Nación a tratar a los seres humanos del modo en que el gobierno global de los liberales piensa que deben ser tratados legalmente. El liberalismo intenta debilitar a los Estados Nación, al reducir su soberanía, e instalar un orden internacional en lugar del caos. esta es la otra mitad de los expertos occidentales de las Relaciones Internacionales.
El liberalismo en las Relaciones Internacionales es globalización, cosmopolitismo, individualismo, ideología de los derechos humanos, progreso, y la idea de destruir los Estados nación y destruir cualquier clase de ciudadanía para crear una “ciudadanía mundial”. Para lograrlo, es necesario disolver los Estados nación, porque ellos pretenden ser soberanos.
El debate de estas dos escuelas representa la historia del siglo XX. La creación de la Liga de Naciones después de la Primera Guerra Mundial, la creación de las Naciones Unidas, el Tribunal de la Haya, la Unión Europea, y la Corte Europea de Derechos Humanos – todos estos fueron intentos de implementar la teoría liberal de Relaciones Internacionales. No se trata de un acuerdo entre los Estados, sino que es el liberalismo en las Relaciones Internacionales. Está basada en el progreso y la afirmación de que el Estado Nación no es perfecto, como dicen los realistas, sino que es una etapa del desarrollo humano social, político y cultural.
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El globalismo y la globalización son la primera la primera teoría, en el pensamiento, no en los hechos. Es un discurso representado por los liberales. El liberalismo en las relaciones internacionales abiertamente clama la creación de un gobierno mundial y la deconstrucción de los Estados Nación. No se trata de una teoría conspirativa. Es parte de los manuales, la cual tu puedes ver si lees con cuidado los manuales existentes sobre Relaciones Internacionales en cualquier país. Quizás resulte sorprendente descubrir que el concepto de gobierno global no es una teoría conspirativa o la idea que una pequeña élite pretende imponer, sino que es una teoría abiertamente reconocida – una de las dos principales teorías reconocidas en las Relaciones Internacionales.
Existen otras dos escuelas también positivistas. Una de ellas es la escuela inglesa que es una especie de “camino intermedio”. Los representantes de esta escuela dicen que debe existir la soberanía de los Estados, y no el gobierno mundial, pero los Estados más desarrollados deben crear un “club” que no castigara, sino que “excluirá” o hará presión sobre los otros – ese sería el G8 que fue transformado en el G7. Rusia fue castigado por el “club” en la escuela inglesa. Fue ilegal. No existen instituciones – solo el club. Ellos pueden aceptar a alguien y excluir a los otros. Esta es una constante de la escuela inglesa – existe el orden, pero está basado en los acuerdos y reglas del club – no en la ley, un gobierno mundial, sino en un club global. Hedley Bull, John Burton y Barry Buzan, quien es el más brillante de los expertos de la escuela inglesa – me gusta mucho – y quien explica la transformación del sistema internacional a través de la historia, es una sociología histórica de las Relaciones Internacionales.
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Existe también la escuela marxista de las Relaciones Internacionales. Pero no es conocida por nosotros porque no es estalinista, maoísta o soviética. Es más bien trotskista. Nuestra política china y rusa y las tradiciones en China y Rusia estaban basadas en el realismo, con algunos “detalles” especiales acerca del progreso, socialismo, sistemas sociales, pero eran más o menos abiertamente rusocéntricas o chinocéntricas. Pero la escuela marxista de relaciones internacionales es otra cosa. Afirma que existe un mundo global desde el principio: el capitalismo. El capitalismo es global y la división entre Estados Nación es una especie de formalidad que no representa la realidad. El capitalismo nació en Occidente, y debió expandirse por toda la tierra. Y sólo cuando todo el mundo sea capitalista y sea liberal, ya no habrá más naciones, pueblos o razas, sino solo clases – sólo dos: la capitalista arriba, de naturaleza internacional, y el proletariado abajo, también internacional. Los marxistas en las Relaciones Internacionales están en contra de los ejemplos de Rusia y China porque para ellos son alguna clase de “versión nacional” del comunismo. Ellos insisten que las Relaciones Internacionales – todas – deben ser absolutamente internacionales – sin nacionalidad, sin tradición, sin lenguaje, sólo relaciones de clase entre los burgueses internacionales y el proletariado internacional. Y cuando sean internacionales significará que el capitalismo ganó. Y después vendrá la revolución. Pero antes, debe ser global. Así que ellos son muy cercanos a los liberales: “déjenlos ganar y después vendremos nosotros”. Este es el concepto de multitudes e Imperio de Negri y Hardt [7].
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Estas son más o menos las dos principales escuelas, que representan la mayor parte de las Relaciones Internacionales. En los Estados Unidos, por ejemplo, todo mundo es ya sea liberal o realista. Esa es su posición normal, incluso en los debates. Trump es realista y Hillary Clinton es liberal. Entonces puede haber realistas buenos, realistas malos, liberales locos – no importa. Hablamos de ideas.
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Pero la escuela postpositivista es más interesante en mi opinión. Existen teorías normativas que, si nosotros creamos una norma, ella no refleja la realidad, pero crea la realidad y todos seguirán la norma. Si castigas a alguien en la calle por violar alguna norma, poco a poco esta norma, que no refleja nada, crea en las personas un comportamiento “correctivo” por esta norma. Al cambiar las normas, cambiamos la realidad – esta es la versión modesta del postpositivismo.
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La teoría crítica de Cox [8], Gill [9] y Linklater [10], intentan criticar las ideas liberales y realistas que son inconsistentes con un punto de vista postmoderno, mostrando que defienden el status quo y son parciales – política, intelectual y estructuralmente. La teoría crítica muestra cómo el discurso de las Relaciones internacionales es parcial. Ese es su principal propósito. La teoría postmoderna, como la de Ashley [11] y Der Derian [12] dicen que las Relaciones Internacionales consisten únicamente en textos y solo textos. Esta es la aplicación de Derrida a las Relaciones Internacionales. Si deconstruyes los textos, veras que no hay nada detrás de ellos. Todo está basado en información corrompida de los acontecimientos. Si cambias la información de los acontecimientos y reordenas los hechos”, inmediatamente obtienes una imagen distinta de la realidad. Este es el “perro persiguiendo su cola”. El poder suave es una parte aplicada de esta idea. La teoría postmoderna está basada en la deconstrucción de los discursos de las Relaciones Internacionales.
La siguiente sería la teoría feminista de Enloe [14], Tickner [14] y Donna Haraway [15]. El feminismo en las Relaciones Internacionales afirma que todas las Relaciones internacionales han sido hechas, concebidas, descritas, propuestas y promovidas por hombres en una especie de jerarquía… Si ponemos a la mujer en lugar del hombre, ella seguramente creará la paz, la prosperidad, la amistad y las buenas relaciones entre los países. No habrá Estado, ni patriarcado, ni jerarquía, ni verticalidad en las Relaciones Internacionales. Será una descripción completamente diferente de la realidad. Si una mujer no pretende ser un hombre al tratar las Relaciones Internacionales, y si la mujer intenta continuar siendo “la mujer” y describir la realidad desde el punto de vista de la mujer, entonces se producirá una construcción completamente diferente de las Relaciones Internacionales. Es la relativización del dominio masculino en las Relaciones Internacionales. Es una teoría en desarrollo, y sugiero tomar el feminismo en serio. No es un chiste; es parte de la civilización moderna.
En la sociología histórica de las relaciones Internacionales, Hobden y Hobson [16] intentan poner en su contexto el discurso sobre las Relaciones Internacionales. Criticando el punto de vista occidentalocéntrico y eurocéntrico.
Y existe la teoría constructivista de Onuff [17], Katzenstein [18] y Wendt [18]. Afirman más o menos lo mismo que los otros. Parten de que es necesario reconstruir, y no sólo deconstruir, las Relaciones Internacionales. La principal tesis de Onuff es que “nosotros construimos el mundo”. Vivimos en el mundo el cual nosotros hacemos. No existe el mundo. El único mundo que existe es el que nosotros hacemos. Esta es su idea principal. Se trata de una alucinación o imaginación inmóvil y congelada. No existe la realidad positiva, entonces creamos el mundo que soñamos, el mundo que queremos. Es posible ya que vivimos en un orden imaginario.
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La escuela multipolar, de la que solo evocaré algunos aspectos, incluye el eurasianismo y la teoría del mundo multipolar y la cuarta teoría política, que es precisamente en lo que estoy trabajando. Hay muchos textos que son más o menos aceptados como la posición de la estrategia rusa en las Relaciones Internacionales y la tradición de realismo ruso. Está ganando popularidad en Rusia. Puedes ver cómo Putin ha creado la Unión Euroasiática. La multipolaridad es muy importante y ha sido abordada por el Ministro de Relaciones Exteriores, Lavrov. Eso es algo en lo que estoy trabajando.
Existe la escuela china, que incluyen a Zhao Tingyang (赵汀阳) [20], Qin Yaqing (秦亚青) [21], Yan Xuetong (阎学通) [22], y Zhang Weiwei (张维为) [23]. El concepto de aproximación de estos autores no es solo el realismo, aunque Yan Xuetong es realista. Sin embargo, todos ellos intentan partir de las singularidades de la civilización china y sobre todo del concepto de Tianxia Tixi (天下体系), la cual remite a las relaciones históricas chinas con otros pueblos como algo no puramente hegemónico, ni por la fuerza ni impuesta. Vietnam es un ejemplo muy interesante. Aceptó la cultura china en todos sus detalles, pero jamás reconoció su control físico directo, por medio de la fuerza bruta, y luchó en contra de China en sus intentos de someterla y al mismo tiempo siendo parte del universo chino, y opuesto al caso de Japón que subyugó a Corea, el imperio de Tianxia (天下), no es sólo China como Estado, sino China como polo de civilización con múltiples aristas. La idea de defenderlo en la situación actual es una idea revolucionaria, porque desafía todos los otros discursos, justo como el Eurasianismo desafía el occidentalocéntrismo. Existen muchas similitudes entre ellos.
Existe también la Nueva Derecha europea de Alain de Benoist, el GRECE francés y la Nueva Derecha francesa. No son liberales, sino antiliberales, no son nacionalistas, sino europeístas, ni católicos ni cristianos, sino paganos, con muy interesantes ideas para recrear la civilización europea premoderna. Porque ellos viven en el interior de la globalización y la civilización moderna Occidental sus observaciones y teorías son muy importantes para los países y culturas fuera de Occidente.
La Teoría de la Insubordinación Fundante [24] es una teoría muy interesante de Marcelo Gullo Omodeo de Argentina el cual representa la idea de que, básicamente, América Latina no debería estar sometida a América del Norte y el orden global mundial. Esta es una idea muy famosa y desarrollada en América Latina. Está creciendo en importancia. Marcelo Gullo Omodeo hace parte del discurso multipolar el cual es completamente nuevo en las Relaciones Internacionales.
Y existe el autor brasileño Andre Martin, con su O Meridinalismo, el cual expone la idea de que el Sur debe ser una unidad alternativa al Norte, no siguiendo o intentando igualar al Norte, sino crear diferentes relaciones entre América Latina y, por ejemplo, África y los países del Sudeste Asiático. Este es un concepto muy importante basado en la multipolaridad.
Lo que es importante en todas ellas es que retan el eurocentrismo. Consideran que las Relaciones Internacionales son provinciales en su Estado presente, conceptos provinciales Occidentales como pretendidamente hegemónicos, universalistas, colonialistas, imperialistas. Intentan reducir la teoría de las Relaciones Internacionales a un contexto mucho más amplio, defendiendo los derechos de los pueblos y civilizaciones en lugar de los Estados Nación o el gobierno mundial. Existen liberales, realistas y postmodernistas.
Podemos considerar los debates en las Relaciones Internacionales, entre realistas y liberales en las Relaciones Internacionales. Esa es la mayor parte de la ciencia. La disciplina de las relaciones Internacionales está dedicada a esta pregunta: como los liberales consideran que es posible la paz si reducimos la soberanía de los Estados, y como los realistas responden lo contrario, porque todos intentan usar las instituciones internacionales a su favor. Los realistas dicen que las Naciones Unidas son un fracaso, los liberales dicen que es mejor a que no existan instituciones internacionales. Existen miles de libros al respecto. Claramente lo que es discutido en Occidente al nivel práctico en las Relaciones Internacionales gira alrededor de ello. Los norteamericanos hablan con honestidad acerca de esto y llaman las cosas por su nombre. No tienen vergüenza y hablan acerca de la hegemonía, el realismo, el caos, el internacionalismo, confrontan sus argumentos y se atacan mutuamente. Pero son honestos al respecto y solamente ellos lo son. Cuando se va Europa solo existe la corrección política. No existe el realismo en Europa. Es imposible. En Europa los realistas en las Relaciones Internacionales son “fascistas”, con los que no existe la cordialidad. Existe una cantidad aplastante de liberales en las Relaciones Internacionales en Europa. En las manuales seguramente leerás las disputas de los realistas como Morgenthau, Carr y el caos en las Relaciones Internacionales, pero en los debates oficiales de la diplomacia europea, prevalece exclusivamente el liberalismo en las relaciones Internacionales. Y la práctica de esto es la Unión Europea, la cual es una estructura supranacional que revela cómo el liberalismo en las Relaciones Internacionales es una realidad. No es una broma. Son liberales. Antes existían diferentes posturas, como el gaullismo de Charles le Gaulle por ejemplo. El realismo ha existido en la historia de Europa, y toda su historia moderna fueron luchas, guerras y peleas entre naciones, pero hoy el liberalismo es absoluto y prevalece sobre todo. El realismo no es reconocido. Es hipocresía. Promueven los derechos humanos siempre y en todas partes, incluyendo cuando destruyen un país para robarle sus recursos, como por ejemplo libia, pero todo fue por los “derechos humanos”. Puedes matar en favor de los derechos humanos, invadir, destruir y apoyar a islamistas radicales si eso apoya los “derechos humanos”. Los estadounidenses dicen “es nuestro negocio, y los negocios son negocios, no es nada personal” y cerramos nuestros ojos cuando hablamos de Arabia Saudita en algunas situaciones porque son nuestros aliados, y los abrimos cuando hablamos sobre Rusia y cuando nada pasa en Rusia simplemente lo imaginamos e inventamos una historia.
En ese sentido, reconozco a los Estados Unidos como un ejemplo de un lugar normal y honesto de debate entre realistas, quienes son considerados como una parte completamente normal de la sociedad – la mitad de los estadounidenses son realistas – y la otra mitad son liberales, quienes intentan satanizar a los realistas ahora, y esto es lo que sucede en Europa, con la elección de Trump. Es realista, es honesto, son aliados, América Primero, y los liberales argumentan que “no, no eso es nacionalismo”. Y los liberales han perdido. Eso demuestra que el realismo representa la mitad del espectro político de la elite política de los Estados Unidos, y ellos mismos reconocen que “no es algo personal”. Simplemente es una escuela de las Relaciones Internacionales pura y honesta en los Estados Unidos de América. En la Europa contemporánea no existe claramente esta posibilidad. Los liberales satanizan a los realistas llamándolos “fascistas”, “extremistas”, “agentes de Putin”, “hackers rusos” y demás. Pero ahora, en Italia, Hungría y algunos otros países existen, por ejemplo, gobiernos realistas. Existen realistas de izquierda y de derecha. El realismo existe en Europa a pesar de la corrección política y el globalismo.
El otro debate – mucho más interesante y cargado con ironía y humor – es el que existe entre positivismo contra postpositivismo, el cual es filosófico, pero que en las Relaciones Internacionales adquiere una dimensión especial. Recomiendo a los filósofos, y a los filósofos chinos, prestar atención al postmodernismo en las Relaciones Internacionales al igual que al postmodernismo en su sentido más amplio. No me refiero únicamente a la filosofía abstracta y al jugar con conceptos como las mesetas de Deleuze o Lacan, sino a las Relaciones Internacionales en la vida diaria que veras como funciona el postmodernismo.
Los otros temas de debate son el universalismo y el eurocentrismo contra la pluralidad de civilizaciones. Esta es la teoría multipolar que a penas está en sus primeras etapas de desarrollo.
Los principales principios del realismo son:
La soberanía absoluta:
Caos en las Relaciones Internacionales,
El interés nacional completamente basado en el calculo racional,
El mercantilismo en el comercio exterior, lo que significa que el Estado debe controlar el comercio exterior por medio de impuestos,
No existe la legitimidad supranacional,
Pesimismo antropológico.
Es interesante que los realistas digan que el Estado debe existir porque los hombres son “malos”, y para ponerlos en orden debemos tener un Estado – de lo contrario se comportarán de modo impredecible y lo destruirán todo. Así que son pesimistas e intentan poner a los hombres en su lugar basados en un acuerdo mutuo. No creen que los hombres puedan cambiar con el progreso. Permanecerán siendo iguales.
Los principios del liberalismo son:
Soberanía relativa,
Es posible pasar del caos al orden en las Relaciones Internacionales creando un sistema legal supranacional, los intereses internacionales deben prevalecer – lo cual es incomprensible para los realistas, para quienes no existen los intereses internacionales ya que estos no existen,
Liberalismo en el comercio, compra y venta sin ningún vinculo con ningún monopolio estatal en el comercio exterior, y ninguna regulación en la política económica extranjera,
Y la paz universal es un imperativo. La guerra es lo peor de todo, si no se trata de la “guerra santa” en contra de los enemigos de la sociedad abierta,
Gobierno mundial, globalización política, internacionalismo (y algunas veces pacifismo),
Optimismo antropológico, o idea de progreso, que los humanos pueden ser mejores, más pacíficos, más amigables, más risueños, mas iguales,
La educación y el progreso son medios políticos para destruir los Estados Nación usando la epistemología para promover su visión del mundo,
Los derechos humanos y los individuos son norma universal. No existe el concepto de ciudadano como en el realismo, sino el de individuo que es un concepto global.
Si lo observamos en su conjunto, vemos que existe una oposición simétrica – concepto contra concepto, afirmación contra negación. Lo que el realismo afirma y acepta, los liberales se oponen y niegan en las Relaciones Internacionales. Veremos la simetría en este debate y, al decir verdad, podemos encontrar bases intelectuales en ambos. No es el caso de “ignorantes” contra “sabios”. Es una forma de mentalidad en contra de otra forma de mentalidad. Puedes escoger tu posición.
La escuela inglesa o del “término medio”:
Los estados son soberanos:
No existen organizaciones supranacionales legítimas, pero el caos en las Relaciones Internacionales debe ser ordenado de algún modo. Esto debe ser hecho a través del concepto del club de los más poderosos. El club de los menos poderoso no posee ninguna influencia.
Los Estados forman el sistema internacional y este sistema puede ser reflejado, corregido y controlado indirectamente por el club.
Potestas indirecta (en latín), un concepto desarrollado por Carl Schmidt.
El marxismo en las Relaciones Internacionales es:
El sistema capitalista es global,
Los Estados Nación son ficción,
Las diferencias entre realistas y liberales son inútiles y mal entendidas, y la división entre Estados capitalistas es superflua frente al antagonismo vertical entre burgueses y proletarios.
Son necesarios el capitalismo, la globalización, el cosmopolitismo y la reducción de la sociedad a un grupo de individuos. Esto creará el verdadero internacionalismo.
Las contradicciones en el sistema capitalista crecerán – esta es la diferencia con los liberales para quienes las contradicciones disminuirán.
El crecimiento de la clase media es una mentira para los marxistas, y la pauperización será total.
Todos los pueblos y culturas del mundo están obligados a repetir el desarrollo económico de Occidente. En ese sentido, son racistas.
En el globalismo futuro, también los proletarios se volverán globales, se producirá la revolución mundial y la burguesía será destronada. Esa es su diferencia con respecto al futuro.
Los principios del postpositivismo son:
El campo teórico de las Relaciones Internacionales es una construcción artificial.
No existe una realidad independiente, y el sujeto de las Relaciones internacionales no son los Estados, pueblos y civilizaciones, porque todos son creados en el proceso del discurso. Nosotros creamos el sujeto de las Relaciones Internacionales al hablar de las Relaciones Internacionales.
Todos los discursos son necesariamente parciales – no existe el discurso objetivo neutral o científico, porque tú sirves a uno u otro poder. Las Relaciones Internacionales no reflejan los Estados sino la voluntad de sus creadores.
Las Relaciones Internacionales son la pelea por el dominio y la hegemonía, y nada más. Se trata de pura propaganda política. Todas las Relaciones Internacionales, de acuerdo a los postpositivistas, no es otra cosa que propaganda política directa para someter a toda la humanidad e instalar un sistema operativo en lugar de otro.
No existe la necesidad de crear una nueva teoría crítica en contra de los discursos de poder en las Relaciones Internacionales. Existe una fuerte crítica en contra de todas las teorías positivas en las Relaciones Internacionales como variedades de la dominación, discurso autoritario – es un concepto postmoderno.
Existe una variedad de propuestas que están basadas en la versión postpositivista de las R.I., siendo muy variada y sin unidad.
Notas:
[1] Zhao Tingyang (2005). Tianxia Tixi: Shijie Zhidu Zhexue Daolun [Tianxia System: An Introduction to the Philosophy of World Institutions]. Nanjing: Jiangsu Jiaoyu Chubanshe.
[2] Krasner S. Sovereignty: Organized Hypocrisy. Princeton: Princeton University Press, 1999.
[3] Hobson J.M. The Eurocentric Conception of World Politics: Western International Theory, 1760–2010. Cambridge: Cambridge University, 2011.
[4] Wallerstein I. Geopolitics and Geoculture: Essays on the Changing World-System. Cambridge:Press Syndicate, 1991.
[5] Krasner S. Sovereignty: Organized Hypocrisy. Princeton: Princeton University Press, 1999.
[6] Hobson J.M. The Eurocentric Conception of World Politics: Western International Theory, 1760–2010. Cambridge: Cambridge University, 2011.
[7] Michael Hardt and Antonio Negri, Empire, Harvard University Press, 2000; Idem. Multitude: War and Democracy in the Age of Empire, New York: Penguin Press, 2004.
[8] Cox R.W. Production, Power and World Order: Social Forces in the Making of History. New York: Columbia University Press, 1987.
[9] Gill S. American Hegemony and the Trilateral Commission. Cambridge: Cambridge University Press, 1991
[10] Linklater A. Critical Theory and World Politics: Citizenship, Sovereignty and Humanity. L, NY: Routledge, 2007.
[11] Ashley R. The Eye of Power: The Politics of World Modeling // International Organization. Vol. 37. No. 3 Summer 1983.
[12] Derian Der J. Antidiplomacy: Spies, Terror, Speed, and War. NY; London: Blackwill, 1992.
[13] Enloe Cynthia. Bananas, Beaches and Bases: Making Feminist Sense of International Politics.London: Pandora Press 1990.
[14] Tickner A.B., Wæver O. International Relations Scholarship around the World. N.Y.: Taylor & Francis, 2009.
[15] Haraway Donna. “A Cyborg Manifesto: Science, Technology, and Socialist-Feminism in the Late Twentieth Century” // Simians, Cyborgs and Women: The Reinvention of Nature. New York; Routledge, 1991. C. 149–181.
[16] Hobden Stephen, Hobson John M. Historical Sociology of International Relations. Cambridge: Cambridge University Press, 2001.
[17] Onuf Nicholas. World of Our Making: Rules and Rule in Social Theory and International Relations. Columbia: University of South California Press, 1989.
[18] Katzenstein Peter J. Civilizations in World Politics: Plural and Pluralist Perspectives. London, UK: Routledge, 2010.
[19] Wendt Alexander. Social Theory of International Politics, Cambridge University Press, 1999.
[20] Zhao Tingyang (2005). Tianxia Tixi: Shijie Zhidu Zhexue Daolun [Tianxia System: An Introduction to the Philosophy of World Institutions]. Nanjing: Jiangsu Jiaoyu Chubanshe.
[21] Qin Yaqing. (2007). “Why Is There No Chinese International Relations Theory”// International Relations of the Asia Pacific. vol. 7, No.3.
[22] Yan Xuetong. (2015). Shijie quanli de zhuanyi: zhengzhi lingdao yu zhanlue jingzheng [The Transition of World Power: Political Leadership and Strategic Competition]. Beijing: Beijing daxue chubanshe.
[23] Zhang Weiwei. China Wave, The: Rise Of A Civilizational State. New Jersey: World Century Publishing Corporation, 2012.
[24] Marcelo Gullo Omodeo. La Teoría de la Insubordinación Fundante. Buenos Aires: Biblos, 2008.
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LA MULTIPOLARIDAD. DEFINICIÓN Y DIFERENCIACIÓN ENTRE SUS SIGNIFICADOS
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15.01.2016
Alexander Dugin
Desde un punto de vista puramente científico, hasta la fecha todavía no existe ninguna teoría plena y completa de un mundo multipolar (TMM), ni puede ser hallada en las teorías clásicas y en los paradigmas de las Relaciones Internacionales (RI). En vano trataremos de buscarla en las últimas teorías post-positivistas. No está desarrollada plenamente en su orientación final, el ámbito de la investigación geopolítica.
Una y otra vez este tema es abiertamente entendido, pero aún así se deja “entre bastidores” o se trata de una forma demasiado sesgada dentro de las relaciones internacionales.
Sin embargo, cada vez más y más trabajos sobre las relaciones exteriores, la política mundial, la geopolítica, y de hecho, la política internacional, se dedican al tema de la multipolaridad. Un número creciente de autores trata de comprender y describir la multipolaridad como modelo, fenómeno, precedente o posibilidad.
El tema de la multipolaridad fue abordado de una u otra forma en las obras del especialista en RI David Kampf (en el artículo “The emergence of a multipolar world” [“La emergencia de un mundo multipolar”]), el historiador de la Universidad de Yale Paul Kennedy (en su libro The Rise and Fall of Great Powers [Auge y caída de las grandes potencias]), el geopolítico Dale Walton (en el libro Geopolitics and the Great Powers in the XXI century: Multipolarity and the Revolution in strategic perspective” [Geopolítica y las grandes potencias en el siglo XXI: La multipolaridad y la Revolución desde la perspectiva estratégica]), el politólogo estadounidense Dilip Hiro (en el libro After Empire: Birth of a multipolar world [Después del imperio: El nacimiento de un mundo multipolar]), y otros. El más próximo a comprender el sentido de la multipolaridad, en nuestra opinión, fue el especialista en RI británico Fabio Petito, que intentó construir una alternativa seria y fundamentada al mundo unipolar sobre la base de los conceptos jurídicos y filosóficos de Carl Schmitt.
El “orden mundial multipolar” es también repetidamente mencionado en los discursos y escritos de personalidades políticas y periodistas influyentes. Por ejemplo, la ex secretario de Estado Madeleine Albright, quien primero llamó a los Estados Unidos la “nación indispensable”, declaró el 2 de febrero de 2000 que los EEUU no quieren “establecer y hacer cumplir” un mundo unipolar, y que la integración económica ya había creado “un cierto mundo que incluso puede ser llamado multipolar”. El 26 de enero de 2007, en la columna editorial de The New York Times, se escribió abiertamente que el “surgimiento de un mundo multipolar”, junto con China, “ocupa ahora su lugar en la mesa en paralelo con otros centros de poder tales como Bruselas o Tokio”. El 20 de noviembre de 2008, en el informe “Global Trends 2025” del National Intelligence Council de los EEUU, se indicaba que la aparición de un “sistema multipolar global” debe esperarse en un plazo de dos décadas.
Desde 2009, el presidente estadounidense Barack Obama fue visto por muchos como el presagio de una “era de multipolaridad”, creyendo que orientaría la prioridad estadounidense en política exterior hacia las potencias emergentes como Brasil, China, India y Rusia. El 22 de julio de 2009, el vicepresidente Joseph Biden dijo durante su visita a Ucrania: “Estamos tratando de construir un mundo multipolar”.
Y, sin embargo, todos estos libros, artículos y declaraciones no contienen ninguna definición precisa de qué es el mundo multipolar (MM), ni, por otra parte, una teoría coherente y consistente sobre su construcción (TMM). El tratamiento más común para la “multipolaridad” es solamente una indicación de que, en el actual proceso de globalización, el centro indiscutible y núcleo del mundo moderno (los EEUU, Europa y el más amplio “Occidente global”) se enfrenta a ciertos nuevos competidores – prósperas o simplemente poderosas potencias regionales y bloques de poder pertenecientes al “segundo” mundo. Una comparación de los potenciales de los EEUU y Europa por un lado, y de las nuevas potencias emergentes (China, India, Rusia, Iberoamérica, etc.), por otro, convence cada vez más a uno de la relativa superioridad tradicional de Occidente y plantea nuevas preguntas acerca de la lógica de otros procesos que determinan la arquitectura global de fuerzas a escala planetaria – en la política, la economía, la energía, la demografía, la cultura, etc.
Todos estos comentarios y observaciones son fundamentales para la construcción de la Teoría del mundo multipolar, pero de ninguna manera suplen su ausencia. Deben tenerse en cuenta en la construcción de una teoría tal, pero vale la pena señalar que son fragmentarias y desiguales en su naturaleza, no llegando siquiera al nivel de generalizaciones conceptuales teóricas primarias.
Pero, a pesar de esto, las referencias al orden mundial multipolar se escuchan cada vez más en las cumbres oficiales y en las conferencias y congresos internacionales. Vínculos con la multipolaridad están presentes en un importante número de acuerdos intergubernamentales y en los textos sobre seguridad nacional y defensa estratégica de una serie de influyentes y poderosos países (China, Rusia, Irán, y parte de la UE). Por lo tanto, hoy más que nunca es importante dar un paso hacia el inicio de un desarrollo pleno de la Teoría del mundo multipolar, de acuerdo a los requisitos básicos de la erudición académica.
La multipolaridad no coincide con el modelo nacional de la organización mundial según la lógica del sistema de Westfalia
Antes de proceder cuidadosamente a la construcción de la Teoría del mundo multipolar (TMM), deberíamos distinguir estrictamente el área conceptual investigada. Para ello, debemos tener en cuenta los conceptos básicos y definir aquellas formas del orden mundial global que ciertamente no son multipolares y ante las cuales, en consecuencia, la multipolaridad se presenta como una alternativa.
Vamos a empezar con el sistema de Westfalia, que reconoce la soberanía absoluta del Estado-nación y construye el ámbito jurídico de las relaciones internacionales sobre esta base. Este sistema, desarrollado después de 1648 (el final de la Guerra de los Treinta Años en Europa), ha pasado por varias etapas de su desarrollo, y en cierta medida ha seguido reflejando la realidad objetiva hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Nació del rechazo a las pretensiones de los imperios medievales al universalismo y la “misión divina”, y estuvo en correspondencia con las reformas burguesas en las sociedades europeas. También se basaba en la suposición de que sólo un Estado-nación puede poseer la máxima soberanía, y que fuera de ella no hay ninguna otra entidad que tuviera el derecho legal de interferir en la política interna de ese estado, independientemente de qué objetivos y misiones (religiosas, políticas o de otro tipo) la guiaran. Formado a mediados del siglo XVII hasta la mitad del siglo XX, este principio predetermina la política europea y, en consecuencia, fue transferido a otros países del mundo con ciertas modificaciones.
El sistema de Westfalia fue originalmente relevante sólo para las potencias europeas y sus colonias eran consideradas simplemente como su continuación, no poseyendo el suficiente potencial político y económico para pretender ser una entidad independiente. Desde principios del siglo XX el mismo principio se extendió a las antiguas colonias durante el proceso de descolonización.
Este modelo de Westfalia asume la plena igualdad jurídica entre los Estados soberanos. En este modelo, existen tantos polos de decisión en política exterior en el mundo como Estados soberanos hay. Por inercia, esta norma sigue vigente y todo el derecho internacional se basa en ella.
En la práctica, por supuesto, existe desigualdad y subordinación jerárquica entre varios estados soberanos. En la Primera y la Segunda Guerra Mundial, la distribución del poder entre las mayores potencias del mundo condujo a un enfrentamiento entre bloques separados donde las decisiones se tomaban en el país más poderoso entre sus aliados.
Como resultado de la Segunda Guerra Mundial, debido a la derrota de la Alemania nazi y las potencias del Eje, el esquema bipolar de las relaciones internacionales (el sistema bipolar de Yalta) se desarrolló en el sistema global. El derecho internacional siguió de jurereconociendo la soberanía absoluta de cualquier Estado-nación, pero de facto, las decisiones básicas sobre las cuestiones centrales del orden mundial y de la política mundial se tomaron sólo en dos centros, en Washington y en Moscú.
El mundo multipolar difiere del sistema de Westfalia clásico por el hecho de que no reconoce al Estado-nación independiente, legal y formalmente soberano, tener el estatus de un polo de pleno derecho. Esto significa que el número de polos en un mundo multipolar debería ser sustancialmente menor que el número de estados-nación reconocidos (y, por tanto, no reconocidos). La gran mayoría de estos estados no es capaz hoy de proveer su propia seguridad o prosperidad de cara a un teóricamente posible conflicto con la potencia hegemónica actual (los EEUU). Por lo tanto, ellos son política y económicamente dependientes de una autoridad externa. Siendo dependientes no pueden ser los centros de una voluntad verdaderamente independiente y soberana en relación a las cuestiones globales del orden mundial.
La multipolaridad no es un sistema de relaciones internacionales que insista en la igualdad jurídica de los Estados-nación como el estado real, fáctico de los asuntos. Esa es sólo la fachada de un muy diferente cuadro del mundo basado en un verdadero, más que nominal, equilibrio de fuerzas y de capacidades estratégicas.
La multipolaridad opera no con la situación tal y como existe de jure, sino más bien de facto, y esto procede de la afirmación de la desigualdad fundamental entre los Estados-nación en el moderno y empíricamente corregible modelo del mundo. Además, la estructura de esta desigualdad es que los poderes secundarios y terciarios no son capaces de defender su soberanía en ninguna configuración de bloque transitoria, ante un posible desafío externo por parte del poder hegemónico. Esto significa que la soberanía es una ficción legal hoy.
La multipolaridad no es bipolaridad
Después de la Segunda Guerra Mundial fue desarrollado el sistema bipolar de Yalta. El mismo continuó insistiendo formalmente en el reconocimiento de la soberanía absoluta de todos los Estados, principio sobre el cual la ONU fue organizada y continuó el trabajo de la Sociedad de Naciones. Sin embargo, en la práctica, aparecieron en el mundo dos centros de toma de decisiones a nivel mundial, los EEUU y la URSS. Los EEUU y la URSS eran dos sistemas político-económicos alternativos, el capitalismo mundial y el socialismo mundial, respectivamente. Fue así como la bipolaridad estratégica se fundó sobre el dualismo ideológico y filosófico, el liberalismo contra el marxismo.
El mundo bipolar se basaba en la comparabilidad simétrica de la potencial paridad económica y estratégico-militar de los bandos en guerra, estadounidense y soviético. Al mismo tiempo, ningún otro país afiliado a un bando en particular tenía ni remotamente un poder acumulativo comparable a los de Moscú o Washington. En consecuencia, había dos hegemón [potencias hegemónicas] a escala mundial, cada una rodeada por una constelación de países aliados (medio-vasallos, en un sentido estratégico). En este modelo, la soberanía nacional formalmente reconocida perdió gradualmente su peso. En primer lugar, los países asociados ya fuera a uno u otro hegemón eran dependientes de las políticas de ese polo. Por lo tanto, dichos países no eran independientes y los conflictos regionales (desarrollados generalmente en áreas del Tercer Mundo) rápidamente ascendían hasta una confrontación de dos superpotencias que buscaban redistribuir el equilibrio de influencia planetaria en los “territorios en disputa”. Esto explica los conflictos en Corea, Vietnam, Angola, Afganistán, etc.
En el mundo bipolar también existía una tercera fuerza, el Movimiento de Países No Alineados. Consistía en algunos países del Tercer Mundo que se negaron a tomar una elección inequívoca a favor del capitalismo o del socialismo, y que en su lugar prefirieron maniobrar entre los intereses antagónicos globales de los EEUU y la URSS. En cierta medida, algunos tuvieron éxito, pero la posibilidad de no alineamiento supone en sí la existencia de dos polos, lo que en mayor o menor medida equilibra al uno con el otro. Además, estos “países no alineados” no eran capaces de crear de ninguna manera un “tercer polo” debido a los parámetros principales de las superpotencias, la naturaleza fragmentada y no consolidada de los miembros del Movimiento de los No Alineados, y la falta de alguna plataforma socio económica general conjunta. El mundo se dividió en el Occidente capitalista (el primer mundo), el Este socialista (el segundo mundo), y “el resto” (el Tercer Mundo). Además, “todos los otros” representaban en todos los sentidos la periferia mundial, donde de vez en cuando aparecían los intereses de las superpotencias. Entre las propias superpotencias la probabilidad de conflicto estaba casi descartada debido a la paridad (específicamente en la garantía de la asegurada destrucción nuclear mutua). Esto hizo que las zonas preferidas para la revisión del equilibrio fueran los países de la periferia (Asia, África, América Latina).
Tras el colapso de uno de los dos polos (la Unión Soviética se derrumbó en 1991), el sistema bipolar también se derrumbó. Esto creó las condiciones previas para el surgimiento de un orden mundial alternativo. Muchos analistas y expertos en RI hablaron con razón acerca “del fin del sistema de Yalta”. Mientras que reconocía de jure la soberanía, la paz de Yalta fue de facto construida sobre el principio del equilibrio de dos hegemón simétricos y relativamente iguales. Con la salida de uno de los hegemón de la escena histórica, el sistema entero dejó de existir. Llegó el tiempo de un orden mundial unipolar o “momento unipolar”.
Un mundo multipolar no es un mundo bipolar (tal y como lo conocíamos en la segunda mitad del siglo XX), porque en el mundo de hoy no hay ningún poder que pueda resistir sin ayuda de nadie el poder estratégico de los Estados Unidos y los países de la OTAN y, además, no hay una ideología generalizadora y coherente capaz de unir a una gran parte de la humanidad en una fuerte oposición ideológica a la ideología de la democracia liberal, el capitalismo y los “derechos humanos”, sobre la que los Estados Unidos basan ahora una nueva hegemonía única. Ni la Rusia moderna, ni China, ni la India, ni ningún otro estado puede pretender ser un segundo polo en estas condiciones. La recuperación de la bipolaridad ideológica es imposible debido a razones ideológicas (el final del atractivo popular del marxismo) y técnico-militares. En cuanto a estas últimas, los EEUU y los países de la OTAN tomaron tanto la delantera durante los últimos 30 años que la competencia simétrica con ellos en las esferas estratégico-militar, económica y técnica, no es posible para un solo país.
La multipolaridad no es compatible con un mundo unipolar
El colapso de la Unión Soviética significó la desaparición tanto de una superpotencia simétrica y poderosa, como de un gigantesco campo ideológico. Era el final de una de las dos hegemonías globales. Toda la estructura del orden mundial es desde este punto irreversible y cualitativamente diferente. Unido a esto, el polo restante – liderado por los Estados Unidos y sobre la base de la ideología capitalista liberal-democrática – se mantiene como fenómeno y ha seguido ampliando a una escala global su sistema socio-político (la democracia, el mercado, la ideología de los “derechos humanos”). Precisamente, esto se llama un mundo unipolar u orden mundial unipolar. En tal mundo, hay un solo centro de toma de decisiones sobre las principales cuestiones mundiales. Occidente y su núcleo, la comunidad euroatlántica liderada por Estados Unidos, se encontraron con el papel de única hegemonía restante disponible. El espacio entero del planeta en tal entorno es una regionalización triple (descrita en detalle por la teoría neo-marxista de I. Wallerstein): – Zona Núcleo (“Norte rico”, “centro”), – Área de la periferia mundial (“Sur pobre”, “periferia”), – Zona de Transición (“semi-periferia”, incluidos los principales países desarrollándose activamente hacia el capitalismo: China, India, Brasil, algunos países del Pacífico, así como Rusia,  que preserva por inercia un significativo potencial estratégico, económico, y energético).
El mundo unipolar pareció ser finalmente una realidad establecida en la década de 1990, y algunos analistas estadounidenses declararon sobre esta base la tesis del “fin de la historia” (Fukuyama). Esta tesis defendía que el mundo se volverá totalmente homogéneo ideológica, política, económica y socialmente, y que entonces todos los procesos que tienen lugar en él no serán ya un drama histórico basado en la batalla de ideas e intereses, sino más bien una competición (y relativamente pacífica) económica de los participantes del mercado – similar a como se construye la política interna de los regímenes liberales democráticos libres. En esta interpretación, la democracia se convierte en global y el planeta está compuesto sólo por Occidente y sus alrededores (es decir, los países que se integrarán gradualmente en él).
El diseño más preciso de la teoría de la unipolaridad fue propuesto por los neoconservadores estadounidenses, quienes hacían hincapié en el papel de los EEUU en el nuevo orden mundial global. A veces proclamaron a los Estados Unidos como el “Nuevo Imperio” (R. Kaplan), o la “hegemonía global benevolente” (U. Kristol, R. Keygan), anticipando la ofensiva del “siglo americano” (The Project for the New American Century [El Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense]). En la visión de los neoconservadores, la unipolaridad ha adquirido una base teórica. El futuro orden mundial fue visto como una construcción estadounidense-céntrica, cuyo núcleo son los Estados Unidos como árbitro global y encarnación de los principios de “libertad y democracia”, y con una constelación de otros países que se estructura en torno a este centro, reproduciendo el modelo americano con mayor o menor exactitud. Éstos varían en la geografía y en su grado de similitud con los Estados Unidos: – En primer lugar, el círculo interior, los países de Europa y Japón, – en segundo lugar, los países liberales prósperos de Asia, – por último, todo el resto.
Todas las zonas situadas alrededor de la “América Global”, independientemente de su órbita política, son incluidas en el proceso de “democratización” y “norteamericanización”. La difusión de los valores estadounidenses marcha en paralelo con la puesta en práctica de los intereses prácticos norteamericanos y la expansión de la zona de control directo estadounidense a escala global.
A nivel estratégico, la unipolaridad se expresa en el papel central de los Estados Unidos en la OTAN, y además, en la superioridad asimétrica de las capacidades militares combinadas de los países de la OTAN sobre todas las demás naciones del mundo.
Paralelo a esto, Occidente es superior a otros países no occidentales en su potencial económico, nivel de desarrollo de alta tecnología, etc. Lo más importante: Occidente es la matriz donde se formó históricamente el sistema establecido de valores y normas que actualmente se considera como el estándar universal para todos los demás países del mundo. Esto puede ser llamado la hegemonía intelectual global que, por un lado, mantiene la infraestructura técnica para el control global, y por el otro, se encuentra en el centro del paradigma planetario dominante. La hegemonía material va de la mano de las hegemonías espiritual, intelectual, cognitiva, cultural y de la información.
En principio, la elite política estadounidense se guía precisamente por este enfoque hegemónico conscientemente percibido, no obstante, por parte de los neoconservadores se habla con claridad y transparencia acerca de ello, mientras que los representantes de otras orientaciones políticas e ideológicas diferentes prefieren expresiones más suavizadas y eufemismos. Incluso los críticos del mundo unipolar en los Estados Unidos no cuestionan el principio de la “universalidad” de los valores estadounidenses y el deseo de su aprobación a nivel mundial. Las objeciones se centran en qué medida este proyecto es realista a medio y largo plazo, y en si los EEUU son capaces de soportar solos la carga del imperio mundo global.
Los desafíos a tal dominio estadounidense directo y abierto, que parecía ser un hecho consumado en la década de 1990, llevaron a algunos analistas estadounidenses (concretamente a Charles Krauthammer, que introdujo este concepto) a plantear el fin del “momento unipolar”.
Pero, a pesar de todo, es exactamente la unipolaridad la que en una u otra manifestación – abierta o encubiertamente el modelo del orden mundial – se convirtió en una realidad después de 1991 y permanece así hasta nuestros días.
En la práctica, la unipolaridad coexiste con el sistema de Westfalia, que aún alberga los restos de la inercia del mundo bipolar. La soberanía de los Estados-nación todavía es reconocida de jure, y el Consejo de Seguridad de la ONU aún refleja parcialmente el equilibrio de poder correspondiente a las realidades de la “Guerra Fría”. Por lo tanto, la hegemonía unipolar estadounidense está presente de factojunto con una serie de instituciones internacionales que expresan el equilibrio de otras épocas y ciclos en la historia de las relaciones internacionales. El mundo está constantemente recordando las contradicciones entre la situación de jure y de facto, sobre todo cuando los EEUU o una coalición occidental interviene directamente en los asuntos de estados soberanos (a veces incluso evitando el veto de instituciones tales como el Consejo de Seguridad de la ONU). En casos como el de la invasión estadounidense de Irak en 2003, vemos un ejemplo de una violación unilateral del principio de la soberanía estatal (ignorando el modelo de Westfalia), la negativa a tener en cuenta la posición de Rusia (Vladimir Putin) en el Consejo de Seguridad de la ONU, y las sonoras objeciones de los socios de Washington en la OTAN (el francés Jacques Chirac y el alemán Gerhard Schroeder).
Los partidarios de la unipolaridad más consecuentes (por ejemplo, el republicano John McCain) insisten en la aplicación del orden internacional de acuerdo con la verdadera correlación de fuerzas. Ofrecen la creación de un modelo bastante diferente al de la ONU, la “Liga de Democracias”, en el que la posición dominante de Estados Unidos, es decir, la unipolaridad, hubiera sido legislada. La legalización de un mundo unipolar y el estatus hegemónico del “Imperio Norteamericano” en la estructura de las relaciones internacionales pos-Yalta es una de las posibles direcciones de la evolución del sistema político mundial.
Está absolutamente claro que un orden mundial multipolar no sólo difiere de uno unipolar, sino que es su antítesis directa. La unipolaridad asume un hegemón y un centro de toma de decisiones, mientras que la multipolaridad insiste en algunos centros, ninguno de ellos poseyendo derechos exclusivos y por lo tanto teniendo que tomar en cuenta las posiciones de los demás. La multipolaridad, por lo tanto, es una alternativa lógica directa a la unipolaridad. No puede haber compromiso entre ellas: en virtud de las leyes de la lógica, el mundo es ya sea unipolar o multipolar. A partir de ahí, no es importante cómo se formula jurídicamente ese modelo en particular, sino la forma en que es creado de facto. En la era de la “Guerra Fría”, diplomáticos y políticos reconocieron a regañadientes la “bipolaridad”, que era un hecho evidente. Por lo tanto, es necesario separar el lenguaje diplomático de la realidad concreta. El mundo unipolar es el orden mundial efectivo hasta la fecha. Sólo se puede discutir acerca de si es bueno o malo, si es el amanecer del sistema o, alternativamente, el ocaso, y si va a durar mucho tiempo todavía o, por el contrario, terminará rápidamente. En cualquier caso, el hecho permanece. Vivimos en un mundo unipolar, y el momento unipolar todavía dura (aunque algunos analistas están convencidos de que está llegando a su fin).
El mundo multipolar no es un mundo no polar
Los críticos estadounidenses de la unipolaridad rigurosa, y especialmente los rivales ideológicos de los neoconservadores concentrados en el “Council on Foreign Relations” [“Consejo de Relaciones Exteriores”], ofrecen otro término en lugar de unipolaridad: la no polaridad. Este concepto se basa en la idea de que los procesos de globalización continuarán desarrollándose y que el modelo occidental del orden mundial expandirá su presencia a todos los países y pueblos de la tierra. Por lo tanto, la hegemonía intelectual y la hegemonía de los valores de Occidente continuarán. El mundo global será el mundo del liberalismo, la democracia, el libre mercado y los derechos humanos, pero el papel de Estados Unidos como potencia nacional y buque insignia de la globalización, según los defensores de esta teoría, se reducirá. En lugar de una hegemonía norteamericana directa, emergerá un modelo de “gobierno mundial”. Éste contará con la presencia de representantes de diferentes países,  unidos por valores comunes y esforzándose por establecer un espacio socio-político y económico unificado en todo el mundo. Una vez más, se trata de un “fin de la historia” análogo al de Fukuyama, descrito en términos diferentes.
El mundo no polar estará basado en la cooperación entre los países democráticos (por defecto), pero poco a poco el proceso de formación debería incluir a actores no estatales – ONGs, movimientos sociales, grupos de ciudadanos independientes, comunidades en red, etc.
La característica principal de la construcción del mundo no polar es la disipación de la toma de decisiones desde una entidad (ahora Washington) hacia muchas entidades de nivel inferior – en dirección a los referéndum planetarios en línea acerca de los principales acontecimientos y actividades que afectan a toda la humanidad.
La economía sustituirá a la política y la competencia del mercado barrerá todas las barreras arancelarias de los países. El estado estará más preocupado por el cuidado de sus ciudadanos que la seguridad tradicional, y marcará el comienzo de la era de la democracia global.
Esta teoría coincide con las características principales de la teoría de la globalización y se presenta como una etapa hacia la sustitución del mundo unipolar, pero sólo en las condiciones promovidas hoy por los EEUU y los países occidentales en lo que respecta a sus modelos socio-políticos, tecnológicos, y económicos (la democracia liberal). Estos modelos y sus valores se convertirán en un fenómeno universal y ya no existirá la necesidad de la protección estricta de los ideales democráticos y liberales – todos los regímenes que se resisten a Occidente, a la democratización y a la norteamericanización en el momento de la aparición del mundo no polar, deben ser eliminados.
La élite de todos los países debe ser similar, homogénea, capitalista, liberal y democrática – en otras palabras, “occidental” – independientemente de su origen histórico, geográfico, religioso y nacional.
El proyecto del mundo no polar es apoyado por una serie de grupos políticos y financieros muy poderosos, desde los Rothschild hasta George Soros y sus fundaciones.
Este proyecto estructural aborda el futuro. Está pensado como una formación global que debería sustituir a la unipolaridad y establecerse tras su estela. No es una alternativa, sino más bien una continuación, y será posible sólo como centro de gravedad de la sociedad que se desplaza desde la combinación actual de la alianza de dos niveles de hegemonía – la material (el complejo militar-industrial estadounidense y la economía y los recursos occidentales), y la espiritual (normas, procedimientos, valores) – hacia una hegemonía puramente intelectual, junto con la reducción gradual de la importancia de la dominación material.
Es decir, es la sociedad global de la información, donde los procesos principales de decisión y de dominio se desplegarán en el campo de la inteligencia a través del control de las mentes, el control mental, y la programación del mundo virtual.
El mundo multipolar no se puede combinar con el modelo de mundo no polar, porque no acepta la validez del momento unipolar como preludio de un futuro orden mundial, ni la hegemonía intelectual de Occidente, la universalidad de sus valores, ni la dispersión de la toma de decisiones en la multiplicidad planetaria independientemente de la identidad cultural y de civilización preexistente. El mundo no polar sugiere que el modelo de melting pot [de crisol] estadounidense se extenderá al mundo entero. Como resultado, esto borrará todas las diferencias entre pueblos y culturas, y una humanidad individualizada, atomizada, será transformada en una “sociedad civil” cosmopolita sin fronteras. La multipolaridad implica que los centros de toma de decisiones deben estar lo suficientemente elevados (pero no exclusivamente en manos de una sola entidad, como lo están hoy en las condiciones del mundo unipolar) y que las especialidades culturales de cada civilización particular deben preservarse y fortalecerse ( pero no disolverse en una sola multiplicidad cosmopolita).
La multipolaridad no es multilateralismo
Otro modelo del orden mundial, algo distanciado de la hegemonía directa de los Estados Unidos, es un mundo multilateral (multilateralismo). Este concepto está muy extendido en el Partido Demócrata de los Estados Unidos, y está formalmente unido a la política exterior de la administración del Presidente Obama. En el contexto de los debates de política exterior estadounidense, este enfoque se opone a la insistencia de los neoconservadores en la unipolaridad.
En la práctica, el multilateralismo significa que los EEUU no deberían actuar en el campo de las relaciones internacionales basándose enteramente en su propia fuerza y ​​poniendo a todos sus aliados y “vasallos” ante los hechos consumados obligatoriamente. En su lugar, Washington debería tener en cuenta la posición de sus socios, persuadir y argumentar sus propuestas de solución en un diálogo a pie de igualdad, y atraerlos a su lado mediante argumentos racionales y, a veces, propuestas de compromiso.
En tal situación, los Estados Unidos deberían ser el “primero entre iguales”, en lugar de el “dictador entre sus subordinados”. Esto impone a la política exterior de los Estados Unidos ciertas obligaciones para con los aliados en la política global, y exige la obediencia a la estrategia general. La estrategia general en este caso es la estrategia de Occidente para establecer la democracia global, el mercado y la aplicación de la ideología de los derechos humanos a escala mundial. En este proceso, EEUU, siendo el líder, no debería equiparar directamente sus intereses nacionales con los valores “universales” de la civilización occidental en cuyo nombre actúan. En algunos casos, es más preferible operar en una coalición, y a veces incluso a hacer concesiones a sus socios.
El multilateralismo difiere de la unipolaridad por el énfasis en Occidente en general, y especialmente en su componente “basado en valores” (es decir, lo “normativo”). En cuanto a esto, los apologistas del multilateralismo convergen con los que abogan por el mundo no polar. La única diferencia entre el multilateralismo y la no polaridad es sólo el hecho de que el multilateralismo hace hincapié en la coordinación de los países occidentales democráticos entre ellos, y la no polaridad incluye también como actores a autoridades no estatales (ONGs, redes, movimientos sociales, etc.).
Es significativo que en la práctica, la política de multilateralismo de Obama, como repetidamente expresó él mismo y la ex secretario de Estado estadounidense Hillary Clinton, no es muy diferente de la directa y transparente era imperialista de George W. Bush, en cuyo período los neoconservadores fueron dominantes. Las intervenciones militares continuaron (Libia), y las tropas estadounidenses mantuvieron su presencia en el ocupado Irak y en Afganistán.
El mundo multipolar no coincide con el orden mundial multilateral, ya que se opone al universalismo de los valores occidentales y no reconoce la legitimidad del “Norte rico” – ya sea solo o en conjunto – para actuar en nombre de toda la humanidad y servir como único centro de toma de decisiones en la gran mayoría de temas importantes.
Resumen
La diferenciación del término “mundo multipolar” de la cadena de alternativas o similares esboza el campo semántico en el que vamos a seguir construyendo la teoría de la multipolaridad. Hasta este punto, hemos hablado solamente de lo que no es el orden mundial multipolar, negaciones y diferenciaciones que en sí mismas nos permitirán en contraste distinguir una serie de características constituyentes y muy positivas.
Si generalizamos esta segunda parte positiva, derivada de la serie de distinciones hecha, obtenemos aproximadamente esta imagen:
1. El mundo multipolar es una alternativa radical al mundo unipolar (que existe de facto en la situación actual), debido al hecho de que insiste en la presencia de unos pocos centros de toma de decisiones estratégicas globales a nivel mundial, independientes y soberanos.
2. Estos centros deberían estar suficientemente equipados y ser económica y materialmente independientes para poder defender su soberanía frente a una invasión directa por parte de un enemigo potencial a nivel material, y la fuerza más poderosa en el mundo de hoy debe entenderse como tal amenaza. Este requisito se reduce a ser capaz de soportar la hegemonía financiera y estratégico-militar de los Estados Unidos y los países de la OTAN.
3. Estos centros de toma de decisiones no deben aceptar el universalismo de los estándares, normas y valores occidentales (democracia, liberalismo, libre mercado, parlamentarismo, derechos humanos, individualismo, cosmopolitismo, etc.) y pueden ser totalmente independientes de la hegemonía espiritual de Occidente.
4. El mundo multipolar no implica un retorno al sistema bipolar, porque hoy no hay una sola fuerza estratégica o ideológica que pueda resistir sin ayuda a la hegemonía material y espiritual del Occidente moderno y de su líder, los Estados Unidos. Debe haber más de dos polos en un mundo multipolar.
5. El mundo multipolar no considera seriamente la soberanía de los estados nación existentes, que es afirmada sólo a nivel puramente jurídico y no es confirmada por la presencia de suficiente potencial de poder estratégico, económico y político. En el siglo XXI ya no es suficiente con ser un Estado-nación para ser una entidad soberana. En tales circunstancias, la soberanía real solo puede alcanzarse mediante una combinación y coalición de estados. El sistema de Westfalia, que sigue existiendo de jure, ya no refleja la realidad del sistema de relaciones internacionales y requiere revisión.
6. La multipolaridad no es reducible a la no polaridad, ni al multilateralismo, porque no sitúa el centro de la toma de decisiones (el polo) en el gobierno mundial, ni en el club de los EEUU y sus aliados democráticos (el “Occidente global”), ni al nivel de redes sub-estatales, ONGs y otras entidades de la sociedad civil. Un polo debe estar localizado en otro lugar.
Estos seis puntos definen toda una gama para un ulterior desarrollo de la multipolaridad y encarnan sus principales características suficientemente. Aunque esta descripción nos lleva significativamente a la comprensión de la multipolaridad, es todavía insuficiente para ser calificada como una teoría. Esto no es más que una determinación inicial con la que apenas da comienzo la teorización completa.
10/11/2015.
(Traducción Página Transversal).
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jgmail · 5 years
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LA IDEA DE EURASIA. EL EURASIANISMO COMO CAMINO HACIA UNA MULTIPOLARIDAD REAL
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26.04.2016
Alexander Dugin
Los cambios en el significado original del eurasianismo
Diferentes términos pierden su sentido original a través del uso diario a lo largo de muchos años. Nociones fundamentales tales como el socialismo, el capitalismo, la democracia, el fascismo, han cambiado profundamente. De hecho, se han vuelto banales.
Los términos "eurasianismo" y "Eurasia" también tienen algunas incertidumbres porque son nuevos, pertenecen a un nuevo lenguaje político y el contexto intelectual al que pertenecen sólo se está creando en la actualidad. La idea de Eurasia refleja un proceso dinámico muy activo. Su significado se ha vuelto más claro a lo largo de la historia, pero tiene que seguir desarrollándose.
El eurasianismo como una lucha filosófica
La idea euroasianista representa una revisión fundamental de la historia política ideológica, étnica y religiosa de la humanidad, y ofrece un nuevo sistema de clasificación y de categorías que supera los clichés estándar. La teoría eurasianista comprende dos etapas - un periodo formativo del eurasianismo clásico a principios del siglo XX por parte de intelectuales inmigrantes rusos (Trubeckoy, Savickiy, Alekseev, Suvchinckiy, Iljin, Bromberg, Hara-Davan etc.) seguido por las obras históricas de Leonid Gumilev y, por último, la constitución del neo-eurasianismo (segunda mitad de los años 80 del s. XX hasta la actualidad).
Hacia el neo-eurasianismo
La teoría clásica de Eurasia, sin duda, pertenece al pasado y se puede clasificar correctamente en el marco de las ideologías del siglo XX. El eurasianismo clásico puede haber pasado, pero el neo-eurasianismo se ha dado un segundo nacimiento, un nuevo sentido, escala y significado. Cuando la idea eurasianista surgió de sus cenizas, se hizo menos evidente, pero desde entonces se ha puesto de manifiesto su potencial oculto. A través del neo-eurasianismo, toda la teoría eurasianista ha recibido una nueva dimensión. Hoy no se puede pasar por alto el gran período histórico del neo-eurasianismo y debemos tratar de comprenderlo en su contexto moderno. Además, vamos a describir los diversos aspectos de esta noción.
El eurasianismo como una tendencia global; la globalización como cuerpo principal de la historia moderna
En un sentido amplio, la idea eurasianista e incluso Eurasia como concepto no corresponden estrictamente a los límites geográficos del continente euroasiático. La idea de Eurasia es una estrategia a escala global que reconoce la objetividad de la globalización y el fin de las "naciones-estados" (Estados-nación), pero al mismo tiempo ofrece un escenario diferente a la globalización, del cual no resulta un mundo unipolar o un único gobierno mundial. En su lugar, ofrece varias zonas globales (polos). La idea eurasianista es una versión alternativa o una versión multipolar de la globalización, pero la globalización es actualmente el proceso mundial más fundamental que está decidiendo el vector principal de la historia moderna.
Paradigma de la globalización - paradigma del atlantismo
El Estado-nación de hoy se está transformando en un estado global; estamos frente a la constitución de sistemas de gobiernos planetarios dentro de un sistema económico y administrativo único. Creer que todas las naciones, clases sociales, y modelos económicos pueden súbitamente comenzar a cooperar con la base de esta nueva lógica mundial es un error. La globalización es unidimensional, un fenómeno univectorial que trata de universalizar el punto de vista occidental (anglosajón, norteamericano) acerca de la mejor manera de manejar la historia humana. Es (muy a menudo relacionada con la represión y la violencia) la unificación de las diferentes estructuras socio-políticas, étnicas, religiosas y nacionales, en un solo sistema. Es una tendencia histórica occidental y europea que ha alcanzado su punto máximo durante la dominación de los Estados Unidos.
La globalización es la imposición del paradigma atlántico. La globalización como atlantismo trata absolutamente de evitar esta definición. Los defensores de la globalización argumentan que cuando no haya alternativa al atlantismo dejará de haber atlantismo. El filósofo y político F. Fukuyama escribe sobre el "fin de la historia", que en realidad significa el fin de la historia geopolítica y del conflicto entre el atlantismo y el eurasianismo. Esto apunta a una nueva arquitectura de un sistema global sin oposición y con un solo polo, el polo del atlantismo. También podemos referirnos a él como el Nuevo Orden Mundial. El modelo de oposición entre dos polos (Oriente-Occidente, norte-sur) transforma el modelo centro-periferia (Centro - Occidente, "Norte rico"; periferia-sur). Esta variante de la arquitectura mundial es completamente ajena al concepto del eurasianismo.
La globalización unipolar tiene una alternativa
Hoy en día el Nuevo Orden Mundial no es más que un proyecto, plan o tendencia. Es muy grave, pero no fatal. Los partidarios de la globalización niegan cualquier plan alternativo para el futuro, pero hoy estamos experimentando un fenómeno a gran escala, la contra-globalización, y la idea eurasinista coordina a todos los oponentes de la globalización unipolar de una manera constructiva. Además, ofrece la idea concurrente de la globalización multipolar (o globalización alternativa).
El eurasianismo como pluriverso
El eurasianismo rechaza el modelo de mundo centro-periferia. En lugar de ello, la idea eurasianista sugiere que el planeta consiste en una constelación de espacios de vida parcialemente abiertos los unos a los otros. Estas áreas no son estados nacionales, sino una coalición de estados, reorganizados en federaciones continentales o "imperios democráticos" con un alto grado de autonomía interna. Cada una de estas áreas es multipolar, incluyendo un complicado sistema de factores étnicos, culturales, religiosos y administrativos.
En este sentido global, el eurasianismo está abierto a todos, no tiene en cuenta el lugar de nacimiento, la residencia, la nacionalidad o la ciudadanía de alguien. El eurasianismo ofrece una oportunidad de elegir un futuro diferente del cliché del atlantismo y de un sistema de valores para toda la humanidad. El eurasianismo no se limita a buscar el pasado o a preservar el statu quo, sino que lucha por el futuro, reconociendo que la estructura actual del mundo necesita cambios radicales, que los estados-nación y la sociedad industrial agotaron todos sus recursos. La idea eurasianista no ve la creación de un gobierno mundial sobre la base de los valores democrático-liberales como la única vía para la humanidad. En su sentido más básico, el eurasianismo en el siglo XXI se define como la adhesión a un mundo multipolar.
El atlantismo no es universal
El eurasianismo rechaza absolutamente el universalismo del atlantismo y del americanismo. El modelo de Europa occidental y Norteamérica tiene muchas características atractivas que se pueden adoptar y elogiar, pero como un todo no es más que un sistema cultural que tiene el derecho a existir en su propio contexto histórico, junto con otras civilizaciones y sistemas culturales.
La idea eurasianista protege no sólo los sistemas de valores anti-atlánticos, sino la diversidad de estructuras de valores. Es una especie de "poliverso" que proporciona un espacio de vida para todo el mundo, incluyendo los EE.UU., y el atlantismo, junto con otras civilizaciones, porque el eurasianismo también defiende las civilizaciones de África, ambos continentes americanos, y el área del Pacífico, paralelamente a la madre tierra euroasiática.
La idea eurasianista promueve una idea revolucionaria mundial
La idea eurasianista a una escala global es un concepto revolucionario mundial, llamado a ser una nueva plataforma para la comprensión mutua y la cooperación para un gran conglomerado de diferentes poderes: estados, naciones, culturas y religiones, que rechazan la versión atlántica de la globalización.
Si nos fijamos en las declaraciones e informes de distintos políticos, filósofos e intelectuales veremos que la mayoría de ellos se adhieren (a veces inconscientemente) a la idea eurasianista.
Si pensamos en todos aquellos que están en desacuerdo con el "fin de la historia", nuestro ánimo aumentará y el fracaso del concepto norteamericano de seguridad estratégica para el siglo XXI, conectado con el mundo unipolar que constituye, será mucho más realista.
El eurasianismo es la suma de obstáculos naturales, artificiales, objetivos y subjetivos en el camino de la globalización unipolar; ofrece una oposición constructiva y positiva a la globalización en lugar de una simple negación.
Estos obstáculos, sin embargo, permanecen sin coordinación por ahora, y los defensores del atlantismo son capaces de maniobrar con facilidad. No obstante, si estos obstáculos de alguna manera pueden ser incorporados en una fuerza común, integrarán algo unido y la probabilidad de victoria serán mucho más seria.
El eurasianismo como el Viejo Mundo (continente)
El Nuevo Mundo es una parte del Segundo Viejo Mundo o, en un sentido más específico y estrecho de la palabra, el eurasianismo es aplicable a lo que llamamos el Viejo Mundo. La noción del Viejo Mundo (tradicionalmente relacionada con Europa) puede considerarse en un contexto mucho más amplio. Es un super espacio multi-civilizacional, habitado por naciones, estados, culturas, etnias y religiones conectadas entre sí histórica y geográficamente por un destino dialéctico. El Viejo Mundo es un producto orgánico de la historia humana.
El Viejo Mundo a menudo se opone al Nuevo Mundo, el continente americano, descubierto por los europeos y transformado en una plataforma para una civilización artificial, donde se crearon los proyectos europeos del modernismo. Se construyó sobre ideologías producidas por el hombre como una civilización purificada del modernismo.
Los Estados Unidos fue la posterior creación de la "sociedad perfecta", formada por intelectuales de Inglaterra, Irlanda y Francia, mientras que los países del Sur y América Central permanecieron como colonias del Viejo Mundo, y Alemania y Europa del Este fueron menos influidas por esa idea de una "sociedad perfecta".
En términos de Oswald Spengler, el dualismo entre el Antiguo y el Nuevo Mundo puede ser llevado a los opuestos: cultura-civilización, orgánico-artificial, histórico-técnico.
El nuevo mundo como Mesías
Como un producto histórico de Europa Occidental durante su evolución, el Nuevo Mundo se dio cuenta de este destino de "mesías" demasiado pronto, cuando los ideales de la democracia liberal de la Ilustración se combinaron con las ideas escatológicas de la secta protestante radical. Esto se llamó teoría del Destino Manifiesto, convirtiéndose en el nuevo símbolo de fe para generaciones de estadounidenses. De acuerdo con esta teoría, la civilización norteamericana superó a todas las culturas y civilizaciones del Viejo Mundo y, en su forma universal actual, es obligatoria para todas las naciones del planeta.
Con el tiempo, esta teoría se enfrentó directamente, no sólo con las culturas de Oriente y Asia, sino que entró en conflicto con Europa, que a los estadounidenses les parecía arcaica y llena de prejuicios y tradiciones anticuadas.
A su vez, el Nuevo Mundo se alejó de la herencia del Viejo Mundo. Inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, el Nuevo Mundo se convirtió en el líder indiscutible en la propia Europa con los "criterios de verdad" de otros. Esto inspiró una correspondiente ola de dominio estadounidense y, paralelamente, el comienzo de un movimiento que busca la liberación del brutal control geopolítico, transoceánico, estratégico, económico y político del "hermano mayor".
La integración del continente euroasiático
En el siglo XX, Europa se dio cuenta de su común identidad y paso a paso comenzó a moverse hacia una unión común, capaz de garantizar la plena soberanía, la seguridad y la libertad para sí misma y para todos los miembros.
La creación de la Unión Europea se ha convertido en el evento más importante que ayudó a Europa a recuperarse de su condición de potencia mundial junto a Estados Unidos. Esa fue la respuesta del Viejo Mundo al desafío excesivo del Nuevo Mundo.
Si tenemos en cuenta la alianza de los EE.UU. y Europa Occidental como vector atlántico de desarrollo europeo, la integración europea bajo los auspicios de los países continentales (Alemania, Francia) puede llamarse un eurasianismo europeo. Esto se hace más y más evidente si tenemos en cuenta la teoría de la Europa desde el Atlántico hasta los Urales (de Gaulle) o incluso hasta Vladivostok. En otras palabras, la integración del Viejo Mundo incluye el vasto territorio de la Federación Rusa.
Por lo tanto, el eurasianismo en este contexto puede definirse como un proyecto de integración estratégico, geopolítico, y económico del norte del continente euroasiático, considerado la cuna de la historia europea y la matriz de las naciones europeas.
Paralelamente a Turquía, Rusia (al igual que los antepasados ​​de los europeos) está conectado históricamente con las naciones túrquicas, mongolas y caucásicas. Rusia da a la integración de Europa una dimensión euroasiática en ambos sentidos, simbólico y geográfico (identificación de eurasianismo con continentalismo).
Durante los últimos siglos, la idea de la integración europea ha sido propuesta por la facción revolucionaria de las élites europeas. En la antigüedad, intentos similares fueron hechos por Alejandro Magno (la integración del continente euroasiático) y Genghis Khan (el fundador del imperio más grande de la historia).
Eurasia como Tres Grandes Espacios de vida integrados a través de meridianos; los Tres cinturones de Eurasia (Zonas meridianos)
El vector de integración horizontal es seguido por un vector vertical.
Los planes eurasianistas para el futuro suponen la división del planeta en cuatro cinturones verticales (zonas meridianos) de norte a sur.
Ambos continentes americanos formarán un espacio común orientado y controlado por los EE.UU. en el marco de la Doctrina Monroe. Esta es la zona del meridiano del Atlántico.
Además de la zona antedicha, se han previsto otros tres. Son las siguientes:
   • Euro-Africana, con la Unión Europea como su centro.    • Zona Rusia-Asia Central.    • Zona del Pacífico.
Dentro de estas zonas se llevará a cabo la división regional del trabajo y la creación de áreas de desarrollo y corredores de crecimiento.
Cada uno de estos cinturones (zonas meridianos) harán de contrapeso entre sí y todos ellos juntos harán de contrapeso a la zona meridiano del Atlántico. En el futuro, estos cinturones pueden ser la base sobre la cual construir un mundo multipolar: el número de polos será mayor que dos, sin embargo, su número será mucho menor que el número actual de Estados-nación. El modelo eurasianista propone que el número de polos debe ser cuatro.
Las zonas meridiano en el proyecto de Eurasia se componen de varios "grandes espacios" o "imperios democráticos". Cada uno tiene una relativa libertad e independencia, pero se integra estratégicamente en una zona meridiano correspondiente.
Los grandes espacios corresponden a los límites de las civilizaciones e incluyen varios estados-nación o uniones de estados.
La Unión Europea y el Gran Espacio árabe, que integran el Norte de África, el África Trans-Sahariana y Oriente Medio, forman Euro-África.
La zona de Rusia- Asia central está formado por tres Grandes Espacios que a veces se solapan entre sí. El primero es la Federación de Rusia, junto con varios países de la CEI, miembros de la Unión Euroasiática. El segundo es el gran espacio continental del Islam (Turquía, Irán, Afganistán, Pakistán). Los países asiáticos se cruzan con los de la CEI en esta zona.
El tercer gran espacio es Hindustan, que es un sector auto-dependiente de civilización.
La zona del meridiano del Pacífico está determinada por un condominio de dos grandes espacios (China y Japón) y también incluye Indonesia, Malasia, Filipinas y Australia (algunos investigadores la conectan con la zona del meridiano de América). Esta región geopolítica es un verdadero mosaico y se puede diferenciar a través de muchos criterios.
La zona del meridiano americano consta de los Grandes Espacios estadounidense-canadiense, Central y de América del Norte.
Importancia de la cuarta zona
La estructura del mundo basada en zonas de meridiano es aceptada por la mayoría de los geopolíticos estadounidenses que buscan la creación de un nuevo orden mundial y una globalización unipolar. Sin embargo, uno de los obstáculos es la existencia del espacio meridiano de Rusia-Asia Central: la presencia o ausencia de este cinturón cambia radicalmente el panorama geopolítico del mundo.
Los futurólogos atlantistas dividen el mundo en las tres áreas siguientes:
  • Polo de Estados Unidos, con la Unión Europea y su rango periférico cercano (Euro-África como una excepción) y   • Las regiones de Asia y el Pacífico como su rango periférico lejano.   • Rusia y Asia central son fraccionadas, pero sin esto como una zona meridiano independiente, nuestro mundo es unipolar.
Esta última zona meridiano contrarresta la presión norteamericana y ofrece a la zona europea y a la zona del Pacífico la capacidad de actuar como polos de civilización auto-dependientes.
El verdadero equilibrio multipolar, la libertad y la independencia de los cinturones de los meridianos, los Grandes espacios y los estados-nación, dependen del éxito de la creación de la cuarta zona. Por otra parte, no es suficiente con ser un único polo en un modelo bipolar del mundo: el rápido progreso de los Estados Unidos de América puede ser contrarrestado sólo por la sinergia de las otras tres zonas meridiano. El proyecto eurasianista propone este proyecto de cuatro zonas a un nivel geopolítico estratégico.
[...]
El eurasianismo como Weltanschauung
La última definición del eurasianismo caracteriza una Weltanschauung específica: una filosofía política que combina tradición, modernidad, e incluso elementos de la posmodernidad. Esta filosofía tiene como prioridad la sociedad tradicional; reconoce el imperativo de la modernización técnica y social (sin separarse de la cultura tradicional); y se esfuerza por adaptar su programa ideológico a la sociedad postindustrial, de la información, llamada posmodernismo. El posmodernismo elimina formalmente las posiciones contrarias de la tradición y el modernismo, desmontándolas y equiparándolas. El postmodernismo eurasianista, por el contrario, promueve una alianza de la tradición y la modernidad como un impulso constructivo, optimista, enérgico, hacia la creación y el crecimiento. La filosofía eurasianista no niega las realidades descubiertas por la Ilustración: la religión, la nación, el imperio, la cultura, etc. Al mismo tiempo, los mejores logros de la modernidad se utilizan ampliamente: los avances tecnológicos y económicos, las garantías sociales, la libertad del trabajo. Los extremos se tocan entre sí, fundiéndose en una teoría unificadora armoniosa y original, inspirando ideas frescas y soluciones nuevas para los problemas eternos que la gente ha enfrentado a lo largo de la historia.
El eurasianismo como una filosofía abierta
El eurasianismo es una filosofía abierta, no dogmática, que puede ser enriquecida con nuevos contenidos: la religión, los hallazgos sociológicos y etnológicos, geopolíticos, económicos, la geografía nacional, la cultura, la investigación estratégica y política, etc. Además, la filosofía eurasianista ofrece soluciones originales en contextos específicos culturales y lingüísticos: el eurasianismo ruso no será el mismo que en las versiones francesa, alemana, o iraní. Sin embargo, el marco principal de la filosofía permanecerá invariable.
Principios del eurasianismo
Los principios básicos del eurasianismo son los siguientes:
  • El diferencialismo, la pluralidad de sistemas de valores frente a la dominación convencional obligatoria de una ideología (primero y ante todo la democracia liberal estadounidense);   • La tradición versus la supresión de las culturas, dogmas y descubrimientos de la sociedad tradicional;   • Los derechos de las naciones frente a los "billones de oro"* y la hegemonía neocolonial del "Norte rico";   • Las etnias como valores y sujetos de la historia frente a la despersonalización de las naciones, encarceladas en construcciones sociales artificiales;   • La justicia social y la solidaridad humana frente a la explotación y la humillación del hombre por el hombre.
Nota de la traducción:
*El “Billón de oro” (en ruso: золотой миллиард), en el mundo ruso parlante, es un término que hace referencia a las personas relativamente ricas en países industrialmente desarrollados, o en Occidente.
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jgmail · 5 years
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Neomarxismo (el tercer paradigma)
por Alexander Dugin – 
El tercer paradigma más popular en las relaciones internacionales (RI) -después del realismo y del liberalismo- es el neo-marxismo. Este modelo se basa en un enfoque anticapitalista y anti-burgués en el análisis de las RI, como es característico del marxismo, y por esta razón se encuentra excluido del discurso político dominante en los Estados capitalistas. Una verdadera disonancia cognitiva divide el axioma liberal-capitalista (ya sea el nacional de los realistas o el transnacional de los liberales) y el marxismo, cuando se trata de enfoques filosóficos fundamentales para la sociedad moderna y la evaluación de sus principales procesos políticos, económicos y sociales. Al mismo tiempo, los enfoques marxistas de las RI, usan conceptos y teorías altamente desarrolladas basadas en el discurso científico y racional, confiriéndoles un grado de relevancia científica, independientemente de si se consideran de acuerdo con la metodología de análisis de los marxistas, o por los partidarios de la ideología burguesa. Por lo tanto, el neomarxismo en las RI teóricamente podría ser utilizado en un contexto ideológicamente neutral, y ser incluido en la comprensión de la estructura de las RI por la clase liberal dominante.
Immanuel Wallerstein: Sistema-mundo
La teoría del “sistema-mundo” de I. Wallerstein se considera que es el ejemplo clásico de este modelo neo-marxista de las RI.
Wallerstein basa su teoría en las siguientes fuentes:
   • el marxismo
   • las ideas de Fernand Braudel
   • La teoría de la dependencia (Singer – Prebisch)
Según Wallerstein, el sistema capitalista se estableció originalmente como un fenómeno global y por lo tanto la globalización existe desde hace aproximadamente 500 años. La división de los países europeos en Estados-nación, en este modelo, fue sólo una etapa de transición. En todos los niveles, la clase burguesa se desplaza hacia la integración en una entidad unificada que trasciende las fronteras nacionales y constituye el núcleo de la burguesía internacional. La lógica del capitalismo, el principio de libre comercio, y la búsqueda de nuevos mercados convierten esto en una realidad. Por lo tanto, el capitalismo era original y esencialmente transnacional, lo que explica por qué la globalización y el debilitamiento de las fronteras de los estados no es algo único, sino más bien la formación de una estructura espacial común del sistema capitalista a escala mundial.
La clase burguesa es en consecuencia la “clase globalista”, que en la actualidad controla la localización espacial y geográfica del “Norte rico” (el “Occidente global” o el “núcleo” del sistema mundial). El centro de la burguesía mundial es Occidente, donde se concentran el capital, la tecnología avanzada, y los beneficiarios de los principales procesos económicos en la economía global y el poder político mundial. El hecho de que todavía existan estados-nación y sus administraciones correspondientes no afecta fundamentalmente las funciones del sistema-mundo, ya que las principales decisiones sobre las relaciones internacionales no son hechas por los gobiernos o el estado, sino por la élite capitalista global, cosmopolita, formada por los representantes de las diferentes naciones – de los fantasiosos clásicos norteamericanos a los empresarios europeos, los jeques del petróleo, los nuevos oligarcas rusos, y los nuevos ricos del Tercer Mundo. Este es el “núcleo” del nuevo marco de gobierno.
El otro lado de este “sistema-mundo” es la zona de la periferia global, el Tercer Mundo, donde se concentra el proletariado mundial. Aquí se encuentran las poblaciones miserables, abyectamente pobres, des-empoderadas, de los países más pobres del mundo. Esta periferia es la ubicación espacial del proletariado mundial, los Misérables. Los pueblos de este ámbito, por otra parte, se mantienen bajo la fuerte influencia de las estructuras políticas nacionales y regionales y, en contraste con la burguesía mundial y sus representantes regionales, todavía no comprenden su naturaleza de clase y necesitan de la solidaridad de clase. Si bien la globalización constituye el modelo legal del orden mundial, cada vez más porciones del proletariado mundial toman parte en los procesos de migración. Bajo la presión de graves circunstancias materiales, se ven obligados a trasladarse a nuevos espacios y a mezclarse con otras secciones y otras naciones y grupos étnicos. Es en el transcurso de esta migración que el proletariado mundial del Tercer Mundo es “internacionalizado” y comienza a darse cuenta de su papel histórico como futura clase revolucionaria. Los países más desarrollados integran a estos representantes de las secciones “inferiores” en la sociedad desarrollada, elevándolos así a un mayor nivel de auto-reflexión histórica y social. Por lo tanto, en una escala global, el sistema mundial crea gradualmente la condición previa para la revolución mundial que será posible en la siguiente etapa, última de la globalización, en la que todo el sistema capitalista, llegando al final de la expansión de sus fronteras naturales y geográficas, se enfrentará a una serie de crisis económicas, financieras y políticas que lo colapsarán.
Otro elemento importante de la estructura global de la teoría neomarxista está compuesto por los países de la semi-periferia. Algunas de las “grandes potencias” están incluidas en esta lista y, a pesar de tener mayor potencial que las sociedades del Tercer Mundo, sin embargo, todavía están en una posición de subordinación respecto a la región del “Norte rico”. Los países típicos de este tipo son los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Estos países tienen enormes recursos económicos y militares, y potencial tecnológico, pero a la vez son dependientes de los países occidentales por la tecnología, la logística y la organización de la economía en varios niveles, desde la política a las normas sociales, legales y culturales. Estos países semi-periféricos forman el llamado “segundo mundo” donde la burguesía aún no se ha integrado en la clase burguesa mundial, y donde los proletarios no sufren condiciones tan miserables como en el Tercer Mundo. Según Wallerstein, esta semi-periferia no es una alternativa al capitalismo global, sino que es sólo un fenómeno temporal. En línea con los procesos de globalización, se ven obligados a seguir a los países del “Norte rico”, lo que significa que su élite burguesa se integrará en la clase global y el gobierno mundial tarde o temprano, y la migración mezclará a sus obreros con los del Tercer Mundo, causando la internacionalización del proletariado. Como resultado, los países de la semi-periferia colapsarán y sus restos serán integrados en el sistema mundial sobre una base de clase, la burguesía se integrará en el “Occidente global” y las clases más bajas caerán en medio de la masa cosmopolita de los inmigrantes, y perderán rápidamente sus características nacionales y culturales. De acuerdo con los neomarxistas, el “sistema-mundo” de este modo se completará tras la disolución de los países de la semi-periferia, sólo entonces, para hacer frente a la crisis y el colapso de la mano de la revolución proletaria mundial.
De acuerdo con I. Wallerstein, el sistema mundo está hoy en día llegando a los límites de su desarrollo. Los códigos económicos, sociales, culturales, informativos y tecnológicos de la globalización están penetrando profundamente en la periferia y no tienen más espacio para una mayor expansión. Esto significa que el capitalismo global está cerca de su desaparición histórica, habiendo aparecido bajo determinadas circunstancias históricas sólo para conocer más tarde el apogeo de su modelo realizado. Hoy en día, todo el “sistema-mundo” está en medio de una crisis peligrosa y la ideología liberal que forma su base ha desaparecido junto con otras alternativas ideológicas (representadas en el pasado por el comunismo).
Wallerstein afirma que “las limitaciones estructurales de los procesos de acumulación de capital sin fin que controlan nuestro mundo han llegado a su fin y ahora están actuando como frenos funcionales… Crean ahora una situación caótica… Cincuenta años más tarde, este caos es la creación de un nuevo orden mundial”.
De este modo, la globalización moderna no es el comienzo de un nuevo proceso, sino el final y la terminación de uno viejo, cuyo fin será inaugurar una “era de transición”, que Wallerstein no especifica, admitiendo que nos enfrentamos a la incertidumbre.
Este análisis del “sistema-mundo”, describe e interpreta con precisión ciertos procesos en curso en el mundo moderno. Incluso desde un punto de vista puramente pragmático, los expertos en RI cada vez más a menudo se basan en él o extraen del mismo para analizar ciertos fenómenos individuales. Desde 1960, en el campo de la investigación científica teórica, este enfoque ha demostrado ser una teoría útil junto con el realismo y el liberalismo. Hoy en día, los libros de texto sobre esta disciplina lo describen como el tercer paradigma de las RI, que debe ser estudiado por todos los especialistas. Sin embargo, el debate político y las declaraciones de los políticos y los expertos dirigidas al público en general excluyen casi por completo cualquier reconocimiento de este análisis.
Las paradojas del Alter-globalismo (el trotskismo y el anarquismo en las RI)
Cabe añadir que, así como el capitalismo era, según Marx, un mal que había que combatir, pero sin embargo un fenómeno progresista en comparación con la sociedad de castas del feudalismo, así es la globalización según la perspectiva de Wallerstein, un mal necesario. Los partidarios del neo-marxismo se llaman a sí mismos “anti-globalización” en la medida en la que apuntan a la naturaleza burguesa de este proceso y derivan sus posiciones ideológicas en oposición a la burguesía mundial. Sin embargo, creen que la globalización es inevitable y un desarrollo tecnológico histórica y materialmente predeterminado que es incluso “mejor”, o “progresista”, en comparación con los estado-nación de los países de la “semi-periferia”. Los neo-marxistas modernos entienden que la revolución proletaria mundial sólo es posible después de la victoria de la globalización, y no antes. Para enfatizar esto, se hacen llamar “alter-globalistas”, es decir, “globalistas alternativos.” Ellos no actúan contra la globalización en sí, sino contra la élite burguesa mundial, ya que asumen que la internacionalización del proletariado mundial que acompaña a la globalización es un positivo e inevitable proceso de correlación. Esto explica la reticencia de los alter-globalistas a aceptar en sus filas fuerzas que, a pesar de ser radicalmente anti-globalización y anti-globalistas, actúan como tales desde el punto de vista de la preservación de la soberanía nacional o de la identidad religiosa. Los alter-globalistas consideran que los estados-nación deben ser abolidos en las tres zonas del sistema-mundo, y por lo tanto repiten las críticas de Marx de los movimientos anti-burgueses que tienen una orientación feudal o clerical. La distinción de los factores y actores que siendo anti-burgueses todavía no son comunistas se discute en parte del Manifiesto del Partido Comunista. A su vez, los alter-globalistas históricamente están de acuerdo con su enemigo, la burguesía mundial, contra las fuerzas “anti-globalización” consideradas por los neo-marxistas como “reaccionarias”.
Sin la globalización, la internacionalización de las clases planetarias y el gobierno mundial, la revolución proletaria es imposible. Esta comprensión determina el enfoque de este paradigma de las RI sobre la globalización como un proceso históricamente inevitable e incluso necesario. Hasta que la internacionalización de la burguesía se haya completado a una escala mundial, el proletariado mundial, a su vez como una fuerza internacional y global, no será capaz de darse cuenta de su destino histórico real en el mundo. Esta formación de la conciencia proletaria mundial se considera imposible sin una intensa migración global, una mezcla racial y cultural de masas empobrecidas del mundo, y la pérdida paralela de las identidades étnicas, culturales, religiosas y nacionales de la humanidad. La burguesía cosmopolita global sólo puede ser enfrentada por un proletariado cosmopolita mundial – esta es la única manera de realizar una verdadera revolución proletaria de acuerdo con los neo-marxistas.
Es fácil distinguir en todo esto la continuidad de la versión trotskista del marxismo a la que los neomarxistas a veces apelan abiertamente. Trotsky criticó la teoría del régimen de Stalin acerca de la posibilidad de construir el socialismo en un solo país, como fue formulada por Stalin en 1924. Junto con Lenin, Trotsky creía que la victoria de la revolución proletaria en un país es posible sólo como un preludio a la puesta en marcha de la revolución mundial. Si esto no se realiza, entonces el socialismo degenera necesariamente en la burocracia y sólo dificulta la revolución mundial en lugar de contribuir a ella. Esta es la esencia de la crítica trotskista del sistema estalinista. Los neomarxistas en las RI basan sus teorías en esta lógica e insisten en que la revolución proletaria sólo puede ser radicalmente internacional y global, es decir, en todo el mundo. Cualquier intento de construir el socialismo en un solo país (o en unos pocos) es visto como una restricción de la contradicción de clase a un contexto nacional y que ralentiza los procesos en lugar de acelerar el momento histórico deseado. De ahí la actitud de los neomarxistas hacia ciertos países de la semi-periferia. El hecho de que la internacionalización de las clases sea desacelerada artificialmente y parcialmente bloqueada por las políticas nacionales en estos países ,es visto como la inhibición de los diseños implícitos y explícitos del sistema-mundo. En consecuencia, estos países contribuyen a la desaceleración del proceso histórico y a retrasos inútiles.
Este concepto se explora con gran detalle en los libros de los principales teóricos de la alter-globalización, A. Negri y M. Hardt. En su terminología, comprenden el sistema-mundo como el “Imperio”, con los EE.UU. y la clase burguesa mundial en su centro. Estos últimos se oponen a la “multitud”, los individuos fragmentados y atomizados privados de su estatus social y de las características sociales de la élite mundial. Estos “multitudes” se conciben como la clase revolucionaria del futuro capaz de sabotear el “Imperio” mundial. Pero esto es viable sólo después de que el “imperio” haya ganado. Por lo tanto, de acuerdo a la lógica neomarxista y alter-mundialista de esta escuela de RI, se debe permitir al “Imperio” ganar lo más pronto posible con el fin de completar la creación del “sistema-mundo” con un único gobierno mundial a su cabeza. Sólo entonces llegará el momento de la insurrección de las multitudes.
Fuente: Katehon.
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La escuela inglesa en las relaciones internacionales
por Alexander Dugin – Principios fundamentales
La escuela inglesa ocupa una posición especial dentro de las teorías de las Relaciones Internacionales (RI). Por lo general, no se considera como un paradigma independiente, ya que tiene características comunes con el realismo y el liberalismo, siendo una combinación original de elementos característicos de ambos enfoques. De hecho, no puede ser considerada como la síntesis de estas dos escuelas ya que sus representantes tienen posiciones bastante originales en algunas cuestiones, lejos tanto de los realistas como de los liberales.
Fundada por el australiano Hedley Bull [1], esta escuela se caracteriza por una elevada atención al análisis social de las relaciones internacionales en su conjunto.
Hugo Grotius: Derecho Natural
Uno de los fundadores de la Escuela inglesa de las RI es el teólogo protestante, jurista y filósofo Hugo Grotius (1585-1683). Grotius uno de los primeros en planteó la teoría de la paz mundial universal como la meta hacia la que los pueblos deben esforzarse. Al mismo tiempo, propuso tres características de la guerra justa:
· La autodefensa;
· La compensation de los daños después de una agresión;
· La retribución
Por otra parte, Grotius insistió en el hecho de que después del comienzo de la guerra (guerra justa o no), los que toman parte en ella deben seguir varias reglas (jus in bello). En particular, estas son los derechos de los prisioneros de guerra, y la distinción entre combatientes y no combatientes, etc.
Los principios introducidos por Grotius se convirtieron en la base del derecho internacional.
Un principio importante de Grotius fue la idea de la libertad de los mares, es decir, la existencia de alguna parte de la tierra que está abierta a todas las naciones y pueblos, y que no puede ser considerada como zona de control exclusivo de un estado en particular. Por lo tanto, Grotius prepara la base para una comprensión global de la política mundial.
En el derecho, Grotius fue el primero que introdujo la noción de “ley natural” humana en la jurisprudencia, común en la modernidad, que es universal para todas las culturas y épocas. Esta “ley natural” se conectó a la naturaleza humana, que él consideraba como buena, y orientada a la cooperación racional con otras personas (optimismo antropológico). Dijo que el arreglo de los conflictos entre las naciones siempre trae la paz.
También existe una “ley voluntaria”, que consiste en la ley divina representada en los textos sagrados, y una ley hecha por el hombre, creada bajo diferentes circunstancias. Tanto las leyes divinas como las hechas por el hombre afectan a la sociedad mediante el Estado, donde se produce la interacción entre los derechos naturales y voluntarias. Dios determinará el curso que se debe seguir, y siempre tiene un buen propósito; la voluntad humana puede ser tanto buena como mala. El objetivo de la sociedad es crear estados en los que la ley natural sea más fundamental que una voluntaria, y esté en armonía con la ley moral divina.
La Comunidad Mundial
Los representantes de la Escuela inglesa (H. Bull, M. Wight [2], J. Burton, J. Vicente [3], etc.) introdujeron el concepto de “comunidad mundial” o “sistema mundial”. Su objetivo es hacer hincapié en que los estados independientes (considerados como los principales actores de las relaciones internacionales), de manera colectiva, representan no sólo una aglomeración mecánica de individuos egoístas, trabajando sólo para intereses privados (como los realistas insisten). También trabajan para la “comunidad”, el sistema social, que define deliberadamente el contexto social, y a veces, el político, del comportamiento de los actores y los acontecimientos internacionales. Este proceso se desarrolla como sociedad que distingue estatus sociales y las funciones de sus miembros, dando a cada componente su dimensión social. Esa es la razón por la que la soberanía, de acuerdo con la Escuela inglesa, del estado debe ser reconocida por los otros estados y requiere reconocimiento mutuo. Por lo tanto, la soberanía no sólo es la característica autónoma del estado, sino al mismo tiempo, es el producto de la interacción social en el plano internacional.
Esto significa que el caos y la anarquía en la teoría de las relaciones internacionales son relativos, y representan un tipo especial de sistema, sometido a estudio racional y cambios intencionales.
La relativización del caos en un entorno internacional hace al representante de la Escuela inglesa cercano a los liberales clásicos. Por otra parte, hay algunas ideas comunes con las teorías neoliberales, con base en el alcance de las acciones de los actores. Sin embargo, al mismo tiempo, los teóricos de la Escuela inglesa están de acuerdo con los realistas en su evaluación del factor de la hegemonía en el modelo general de las relaciones internacionales, y en crear sus teorías sobre un pesaje real del poderoso potencial de las grandes potencias, como las características clave y cruciales de todo el sistema de relaciones internacionales, lo que a su vez los acerca a los realistas.
Esta incertidumbre en la clasificación no desapareció, y ahora varios especialistas en RI han propuesto su propia interpretación del lugar de la Escuela inglesa en las principales categorías de las relaciones internacionales, insistiendo a veces en que son los “idealistas de la Guerra Fría” (J. Mearsheimer [4]), o, a veces volviendo a la clasificación más común como parte del realismo.
El contexto sociológico en el análisis de las RI ha sido destacado por las teorías de R. Aron, que es un representante incondicional del realismo.
La escuela inglesa afectó a algunas teorías positivistas de las relaciones internacionales, que serán discutidas más adelante. En particular, se formó la sociología histórica y el normativismo.
Hedley Bull: la sociedad de Estados
Hedley Bull (1932-1985), el fundador de la escuela inglesa de las RI, nació en Australia, pero hizo su carrera académica en la London School of Economics and Political Science. El trabajo principal de Bull es el libro Anarchical Society [5], que describe en detalle el principio de la anarquía en las RI. Bull sugiere que la anarquía puede interpretarse de una manera muy específica, como algo completamente independiente de los patrones de comportamiento egoísta de los actores (Estados-nación) en el que los realistas insisten. Más bien, postula un gran sistema caracterizado por una sociedad de estados, sometida a control supranacional (al que los liberales aspiran). Bull en cierto modo continua las ideas de Aron, y propone considerar esta anarquía como un campo de interacciones sociales donde los actores son parcialmente independientes, pero a veces se afectan entre sí y están bajo la influencia común del sistema.
Bull tiene una definición especial de un estado. Para llamar a una unidad un estado, deberá:
1) Introducir la soberanía sobre un grupo de personas;
2) Controlar determinado territorio;
3) Tener un gobierno.
Un número de estados son un sistema de estados sólo si tienen un cierto nivel de interacción, ya que las decisiones tomadas por uno afectan a los demás. En este caso, son una “parte de un todo” relativa (el sistema de estados). Sin embargo, de acuerdo con Bull, el sistema de los Estados no es idéntico a la sociedad de estados. La sociedad de estados aparece “cuando un grupo de estados, consciente de ciertos intereses y valores comunes, forma una sociedad en el sentido de que se conciben a sí mismos estando obligados por un conjunto de normas comunes en sus relaciones entre sí y compartiendo el trabajo en las instituciones comunes”.
Bull ve a la comunidad mundial definida por la “anarquía” (“o sociedad anárquica”), llegando a esto desde el principio de soberanía (por lo tanto, Bull está de acuerdo con los realistas), como portadores de algunos valores que pueden ser llamados morales. Según él, la sociedad internacional debe:
1) Protegerse a sí misma como un sistema internacional, basado en los principios de las relaciones interestatales;
2) Reforzar la independencia de los miembros de la sociedad internacional, apoyar la paz, proporcionar un nivel de vida social, y restringir la violencia (el derecho de la guerra);
3) Respetar sus obligaciones (es decir, seguir el principio de reciprocidad);
4) garantizar la estabilidad de la propiedad (que se afirma en el mutuo reconocimiento de la soberanía) [6].
Tal forma de interrelacionar los Estados soberanos crea una comprensión especial de la “anarquía internacional”, identificada, en este caso, con la “Sociedad Internacional”. Esta no es una estructura supranacional que limita de jure la soberanía en la forma en es defendida por los liberales en las RI, y sin embargo tampoco la colisión libre de unidades completamente independientes donde se rechazaron todas las normas en sus relaciones (como los realistas lo interpretan).
Bull cree que la “sociedad internacional” tiene como objetivo garantizar dos principios fundamentales: el orden y la justicia. Considera que el orden y la justicia constan de tres niveles [7].
Orden
Justicia
Orden social
Justicia social
El orden internacional
La justicia internacional
Orden mundial
La justicia global
La introducción de estos niveles permite la creación de un modelo de “sociedad internacional”, donde se mitigarán las claras divisiones entre la política nacional y la exterior, pero en comparación con la globalización y la desoberanización defendida por los liberales (especialmente los neo-liberales), las funciones del Estado se mantienen. En lugar de las prioridades egoístas del interés nacional, estas funciones se transforman gradualmente para proporcionar orden y la justicia, tanto a nivel local como global.
John Burton: la sociedad mundial
Otro representante de la Escuela inglesa, también de Australia, es John Burton (1915-2010); desarrollando las ideas de Hedley Bull, propone el concepto de la “Sociedad Mundial”. Burton analizó las razones de los conflictos en las relaciones internacionales, y encontró que los conflictos no son causados por los intereses nacionales, sino por la estimación subjetiva de los objetivos individuales, que puede formarse a través de los diálogos sociales (como ocurre en la sociedad normal, a pesar de las contradicciones de deseos e intereses). Según Burton, si consideramos los estados como sistemas sociales, sus interacciones podrían ser explicadas por el mismo esquema; sería posible evitar cualquier conflicto y las guerras, y los cambios sociales armonizados se reflejarían en las transformaciones apropiadas de los sistemas sociales. Burton insiste en que el conflicto siempre se puede resolver muy al principio, ya que es una disfunción social y no algo más serio.
Burton cree que la razón de la guerra es que los estados son incapaces, por alguna razón, de avanzar hacia los cambios sociales que se ocupan de las disfunciones internas del entorno. Es por eso por lo que el estado es el origen del conflicto, ya que se retrasa a la hora de responder rápidamente a la dinámica de los cambios sociales. Por esta razón, es importante cambiar el principio de la “seguridad nacional” (en el que los realistas insisten) por el principio de la “seguridad global”.
Martin Wight: el sistema de Estados
Otro famoso representante de la Escuela inglesa de las RI es el inglés Martin Wight (1913-1972). Fue profesor en la London School of Economics and Political Science. Wight desarrolló la idea de un “sistema de estados” como un desarrollo especial en las relaciones internacionales, que no corresponde a la intersección de los intereses nacionales egoístas (como los realistas creen), o en la coexistencia de los Estados democráticos, creando estructuras nacionales (de acuerdo con los liberales) [8]. Wight cree que el principio de los Estados soberanos es un impedimento al desarrollo del sistema social a escala internacional. En su concepto principal de “sistema de estados”, el “sistema” se opone al “estado”.
Después de la muerte de Wight, su principio de trabajo en las teoría de las RI fue sistematizado y publicado por Hedley Bull, que cooperó activamente con él.
Barry Buzan: los sistemas internacionales en la historia del mundo
La nueva ola de la Escuela inglesa en las RI se inició en la década de 1990, cuando la globalización y la intensificación de las interacciones sociales entre los diferentes estados cambiaron de escala, mostrando la relevancia de aquellos conceptos que destacaron en primer lugar el elemento de la interacción social en el cuerpo de la teoría de las RI.
Así, el especialista inglés en RI Barry Buzan [9], junto con su co-autor Richard Little, propuso la sistematización de los “sistemas internacionales” históricos [10]. Propusieron considerar el sistema de las RI como un modelo jerárquico con los siguientes niveles:
– individual
– Subunidad
– Unidad
– Subsistema
– Sistema
Cada uno de los sistemas internacionales es específico en la calidad y la intensidad de la cooperación a cada nivel. Por otra parte, cada nivel puede corresponder a cierto fenómeno social.
El análisis de los sistemas internacionales se lleva a cabo en tres niveles:
– Investigación de la interacción (que puede ser lineal o no lineal, así como diferir en el nivel de intensidad);
– Análisis estructural (siendo parcialmente un modelo estático de sistematización de una unidad);
– Examen del proceso (transformación de la identidad de cada nivel y su correlación).
Por otra parte, es importante considerar estas interacciones cualitativamente. En este caso, pueden estar unidos en las siguientes categorías:
– Guerra;
– Unión.
[1] Bull H. The Anarchical Society. A Study of Order in World Politics. New York: Columbia University Press, 1977
[2] Wight Martin. System of States. Leicester University Press, 1977
[3] Vincent R. J. Human Right and International Relations. Cambridge: Cambridge University Press, 1986
[4] Mearsheimer John J. E. H. Carr vs Idealism: The Battle Rages On // International Relations, Vol. 19 No 2.
[5] Bull H. The Anarchical Society. A Study of Order in World Politics
[6] Bull H. The Anarchy Society. A Study of Order in World Politics. P. 16-19
[7] Ibid. P. 3-21
[8] Wight M. System of States. Leicester: Leicester University Press. 1977
[9] B. Buzan is also know as the post-positivist of historical sociology that appeared within the English School Concept.
[10] Buzan B., Little R. International System in World History. Oxford: Oxfors University Press. 2010.
Fuente: Katehon.
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El neoliberalismo
por Alexander Dugin – El desarrollo del paradigma liberal clásico es el neoliberalismo (a veces se describe como paradigma independiente de las RI, el “transnacionalismo”). Los liberales (M. Doyle [1], J. Rosenau [2], Jr. Nye [3], R. Keohane [4], etc.) prestan especial atención al proceso de globalización, la creación de un espacio unido económico, informativo, cultural y social, así como a la difusión de los valores democráticos de Occidente en todos los demás países, y su profunda introducción en las estructuras sociales y en la vida. Los liberales consideran la globalización como la aprobación de su paradigma, reclamando la creación de estructuras nacionales, incluso del gobierno mundial (una dirección mundial). Los neoliberales recalcan que las ONG, las estructuras sociales (el movimiento de derechos humanos, Médicos Sin Fronteras, los observadores electorales, Greenpeace, etc.) junto con los estados, comienzan a tener gran influencia en el mundo moderno afectando a los procesos de la política exterior del Estado.
Robert Keohane: interdependencia y diversificación de actores
La teoría neoliberal clásica (la teoría de la interdependencia) fue creada por los politólogos americanos Jr. Nay y R. Keohane [5]. Se dice que son los principales teóricos del transnacionalismo.
El liberal británico Ramsay Muir (1872-1941) estuvo en la raíz de la creación de esta teoría, introduciendo el concepto de “interdependencia” en 1933, y anunció que la destrucción de la distancia entre las personas a través de las técnicas cambia los parámetros de la guerra y de la paz [6]. Más tarde, otro liberal, Karl Kaiser, que introdujo el concepto de “política transnacional” [7], desarrolló esta idea. Keohane y Ney formaron esa teoría en un sistema.
De acuerdo con esta teoría, la era de los estados nacionales como los principales actores en las relaciones internacionales ha pasado, y ahora los estados soberanos son parte de unidades activas, junto con las estructuras industriales (dentro del país) y diferentes grupos sociales, que reciben un acceso más amplio al dominio de las relaciones internacionales e incrementan su  actividad a nivel transnacional [8].
En su teoría, Keohane subraya que la interdependencia de la sociedad moderna complica el sistema de relaciones internacionales.
Las relaciones entre los estados son internacionales. Son importantes sólo para las teorías de las RI clásicas, y los realistas insisten en su predominio. Las estructuras infra-estatales (diferentes industrias, partidos políticos, etc.) tienen diferentes relaciones intergubernamentales, cuya importancia crece gradualmente. La situación se complica debido a la intensificación del tercer tipo de relaciones, las transnacionales. La tendencia moderna más importante es el hecho de que la jerarquía entre los niveles desaparece gradualmente. Por lo tanto, en tales circunstancias, el uso de la fuerza militar pierde su utilidad. Keohane propone aceptar la siguiente condición como el estatus de la fase de desarrollo de la relación internacional: “mientras crece la interdependencia, el riesgo de resolver el problema por medios militares disminuye”.
Keohane trabajó en la cuestión del “gobierno global” [9]. La tesis del “gobierno” tiene un significado clave en el contexto del neoliberalismo, que dos estados y sociedades se acerquen, los neoliberales lo consideran no sólo creación del Estado mundial, sino como de la organización social basada en los principios de la democracia y la sociedad abierta donde, en lugar del “poder vertical” (el gobierno), deben prevalecer las instituciones de gobierno flexibles.
Joseph Nye: el “poder blando”
Fue Joseph Nye quien introdujo la definición de “poder blando” [10] haciendo hincapié en la importancia de la idea, las normas y los factores metodológicos intelectuales de la globalización y la democratización a escala mundial [11]. Los realistas son partidarios del “poder duro”. Los liberales acentúan las más delicadas herramientas de las redes de influencia. Los neoliberales desarrollaron la división típica de los liberales de la “alta política”, incluyendo las relaciones de los estados, y la “baja política”, incluyendo las relaciones culturales, sociales, así como las económicas, apareciendo en un nivel más bajo entonces las relaciones políticas directas. La “baja política” puede tener un fuerte efecto en la “alta política”, como la exportación de películas a escala global puede aumentar el prestigio del Estado, a pesar de que el arte no está en una esfera política directa. Lo mismo se aplica al desarrollo de las redes comerciales, marcas, etc. Todos estos factores, según Nye, son una parte del “poder blando”. Otro concepto similar propuesto por Nye es el de “poder inteligente”, el uso de códigos racionales, la atracción, la tentación y otras estrategias delicadas en lugar de la dura coacción física.
Acontecimientos tales como la creación de la UE, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y el Tribunal de La Haya, de acuerdo con los neoliberales, son el prototipo del futuro orden mundial, donde aparecerá la institución que es más competente que los Estados nacionales. Las funciones del Estado serán gradualmente limitadas hasta que desaparezcan por completo.
Walter Russell Mead: poder “pegajoso”, “punzante” y “dulce”
Hay otras descripciones del poder que pueden ser llamados intermedias o mixtas, de poder “blando” y “duro”. Por lo tanto, Walter Russell Mead propuso los términos “pegajoso”, “punzante”, y “dulce”, que es la base de la hegemonía estadounidense.
El primero de ellos está conectado a la economía y, como regla, a los diferentes programas de donanciones estadounidenses para otros países, así como a las relaciones comerciales bilaterales que permiten “pegarlos” a los EE.UU. en términos de dependencia económica.
El segundo, es decir, “el poder punzante”, está conectado con el poder militar, sin embargo, esta máquina militar está dirigida a objetivos de acoplamiento, no a llevar a cabo una guerra a gran escala. Por lo tanto, es importante el desarrollo de “armas inteligentes”, tales como aviones no tripulados, etc.
El tercero, el poder “dulce”, es sinónimo del “poder blando” de Ney [12].
James Rosenau: la turbulencia en las RI
La imagen más detallada y general del paradigma neoliberal de las RI fue elaborada por el politólogo estadounidense James Rosenau (1924-2011). Rosenau introdujo la teoría de la “turbulencia en las RI” [13], que es sobre todo la suma de las tendencias transnacionales.
Esta teoría dice que, además de la democratización y la globalización, la estructura de la relación internacional cambia y se complica en su calidad. Las opciones que caracterizan las relaciones internacionales están cambiando fundamentalmente desde el sistema de Westfalia. Anteriormente, había dos niveles de interrelaciones internacionales: individual (ciudadana), y estructural (estatal). La política interna son las relaciones entre el individuo y la estructura; la política exterior, entre la estructura y la estructura. El gobierno era una estructura en la que el individuo no era importante y no tenía ninguna influencia en la política exterior. Esto permitió el establecimiento de otros modelos de RI donde el eje dominante era el eje de la estructura-estructura. En el mundo moderno, mediante la transferencia del modernismo al postmodernismo (de la sociedad industrial a la post-industrial), el papel del individuo creció significativamente. Rosenau introdujo la noción de “individuo hábil”, en lugar de “individuo-ʎ”, es decir, un individuo ordinario que no tiene competencias en política exterior, no tiene capacidad para efectuarla y deja todo el poder a la estructura (lo que es evidente en las relaciones internacionales). El “individuo hábil” tiene la oportunidad de participar en una red de procesos culturales y económicos a nivel transnacional y, finalmente, tiene un efecto sobre la estructura política. Así la influencia de las la ONG’s, las corporaciones transnacionales y las redes está creciendo. Eso hace al sistema de relaciones internacionales no lineal y turbulento.
La turbulencia, según Rosenau, se basa en la identidad que los individuos modernos han desarrollado en una sociedad democrática: 1) la identidad del Estado (la ciudadanía), 2) la identidad de red (los vínculos transnacionales), 3) los vínculos de la identidad local (comunes).
La segunda y la tercera identidad no están cubiertas por el Estado y pueden ser completamente abolidas por las estructuras legales y cualificadas. La segunda identidad puede afectar a la naturaleza transnacional, aunque las fronteras y territorios estén bajo el control de las administraciones nacionales. La tercera identidad es relativamente dependiente del Estado, así como puede ser excéntrica al mismo: la etnia, la confesión, la profesión pueden unir a grupos en diferentes estados. En la sociedad moderna, el papel de la segunda y la tercera identidad aún crece de forma permanente, en comparación con la primera, lo cual crea un nueva simetría en la política, incluyendo la política internacional.
Las relaciones internacionales crearon el modelo de turbulencia, donde junto a los actores estatales, se dan papeles importantes a las redes y a las estructuras locales. Todos juntos crean el enfermizo sistema no jerárquico en constante cambio.
Dale Walton: La imprevisibilidad y la revolución en la estrategia
Este modelo está cerca del concepto de Dale Walton [14] respecto a una revolución en la cuestión de la estrategia. D. Walton cree que la situación moderna en las relaciones internacionales es el período de transición que está conectado con los cambios en la imagen geopolítica del mundo, y se caracteriza por la impredecibilidad del comportamiento de los actores. Una revolución en la estrategia, según Walton, requiere un cambio radical de visión en la política.
La última revolución fue en la era de los descubrimientos (siglo XVI), después comenzó la era post-colombina, que terminó en el siglo XX. Cada período ha cambiado radicalmente la imagen estratégica del mundo, el espacio y los retos principales del mundo, y ha creado una transformación de la comprensión, de la evolución de la dinámica de las reglas del juego.
Hoy en día, algo similar es causado por la globalización, cuando el equilibrio de lo importante y lo sin importancia se hace diferente en calidad y, al mismo tiempo, cambia de manera imparable. Los grupos pequeños (por ejemplo, las estructuras terroristas internacionales) son capaces de afectar a grandes actores (Estados). Tal asimetría trae un radicalmente nuevo mapa del mundo donde, dentro y fuera, la política y las estrategias ya no son fijas como lo eran antes.
Andrew Moravcsik: estructuralismo liberal
En respuesta a la creación de la teoría del neoliberalismo estructural de las relaciones internacionales, algunos autores neoliberales intentaron crear el modelo liberal estructuralista. Esta fue la iniciativa de Andrew Moravcsik, que propuso el análisis estructural del proceso de globalización, en el ejemplo de la UE, cómo interactúan el círculo político y otros actores, superando las fronteras nacionales mediante la comprensión racional de las ventajas estructurales que se ganaban a través de la integración, la intensificación de los procesos económicos, la apertura y la globalización [15].
De acuerdo con Moravcsik, la globalización y la creciente interdependencia social y económica entre las sociedades es la tendencia principal de la historia del mundo, y el análisis correcto de la política mundial sólo puede ser llevado a cabo a través de la aceptación de este hecho estructural. El mundo global es la estructura que se centra en las principales tendencias del desarrollo de las sociedades y las relaciones entre ellas. Pero si el neorrealista sigue insistiendo en que esta estructura mundial se basa en el equilibrio de poder, Moravcsik, teniendo en cuenta las “ventajas” de la globalización, se refiere a la estructura del mundo como una estructura transnacional potencialmente unida, naturalmente encaminada a la apertura y a la solidaridad.
Zbigniew Brzezinski: el ajedrez mundial
Un caso completamente diferente de liberalismo es el del famoso estratega y científico geopolítico estadounidense Zbigniew Brzezinski, el constante socio y colega del realista Henry Kissinger. Brzezinski cree que la tendencia principal de la política mundial es la globalización y la ulterior creación de un Gobierno y de un Estado Mundial. Al igual que Woodrow Wilson, cree que los EE.UU. tienen un papel importante en este proceso: ser un abanderado de la democratización, la modernización y la internacionalización. Sin embargo, si la mayoría de los liberales se centran en el pacifismo y en la solución pacífica de los conflictos, Brzezinski, por el contrario, presta atención a la destrucción de los regímenes no democráticos, especialmente los comunistas, insistiendo en que la existencia de las sociedades no democráticas y de los regímenes totalitarios y autoritarios amenaza el desarrollo pacífico de la humanidad y ralentiza la creación del Gobierno Mundial. Por eso el autor basa sus opiniones en textos geopolíticos clásicos y se refiere a una confrontación capitalista y socialista, luego de la OTAN y Rusia, como una competencia entre los dos proyectos ideológicos de orden mundial: el globalista y democrático (liberal), por una parte, y el autoritario y no liberal, por otro lado. Estando de acuerdo con la fórmula liberal de que “las democracias no se atacan entre sí”, insiste, por otra parte, en la parte no expresada de la misma: “pero atacan a las no-democracias, luchando hasta el final”. Por lo tanto, promueve proyectos estratégicos de desestabilización de aquellos estados que Brzezinski incluye como “no democráticos”, especialmente en Rusia.
En su libro The Grand Chessboard [“El gran tablero”] [16], Brzezinski describe la estructura de los intereses norteamericanos, y en general occidentales, en Eurasia, que, según él, consisten en el debilitamiento y la división de Rusia, cortándola de los países de la CEI e integrando sus partes en diferentes regiones vecinas. Pero su proyecto se basa, no en los fríos intereses nacionales de Estados Unidos como estado, sino en la demanda de democracia global y de globalización que, según él, se ve impedidas por una Rusia soberana e independiente.
[1] Doyle M. Liberalism and the World Politics // American Political Science Review, 80 (4), 1151-1169, 1986
[2] Rosenau J. Turbulence in World Politics: A Theory of change and Continuity. Princeton. 1990
[3] Nye Jr., Juseph S. Bound to Lead: The Changing Nature Of American Power. New York; Basic Book, 1990
[4] Keohane Robert O. After Hegemony: Cooperation and Discord in the World Political Economy. Princeton, 1984.
[5] Keohane Robert O., Nye Joseph S. Power and Interdependence: World Politics in Transition. Boston: Little, Brown and Company, 1977
[6] Muir Ramsay. The faith of a liberal. London. 1933
[7] Kaiser K. Interdependence and autonomy // Morgan R., Kaiser K (ed.) Britain and Germany. London: Oxford University Predd, 1971
[8] Keohane Robert O. After Hegemony: Cooperation and Discord in the World Political Economy. Princeton, 1984.
[9] Keohane R. Power and Governance in a Partially Globalized World. New York: Routledge, 2002
[10] Nye Joseph, Soft power: The Means to Success in World, NY: Public Affairs, 2004
[11] Nye Joseph, Soft power: The Means to Success in World, NY: Public Affairs, 2004
[12] Mead W. Power, Terror, Peace and War: America’s Grand Strategy in a World at Risk. Vintage. 2006
[[13] Rosenau J. Turbulence in World Politics: A Theory of Change and Continuity. Princeton: Princeton University Press, 1990
[14] Waltlon D. Geopolitics and the Great Power in the Twenty-fist Century: Multipolarity and Revolution in Strategic Perspective. Routledge. 2009
[15] Moravcsik A. Taking Preferences Seriously: A Liberal Theory of International Politics // International Organizations 51 (4): 513-53.1997.
[16] Brzezinski Z. The Grand Chessboard. Basic Books. 1997.
Fuente: Katehon
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Teoría de las Relaciones Internacionales de los liberales clásicos
por Alexander Dugin – Richard Cobden: las instituciones nacionales
Los primeros liberales (incluyendo el político inglés R. Cobden [1], el Presidente de los EEUU W. Wilson, y el pacifista N. Angell [2]), en sus principales tesis, se oponen a los realistas, ya que para ellos el régimen político (para ser más específicos, la democracia o la no democracia) es crucial en el análisis de las RI. Si los países son democráticos, evolucionan constantemente con miras a la creación de un sistema por encima del estado, y a la aparición de instituciones especiales por encima del gobierno. En tanto los otros países se democraticen, se unirán a estas instituciones. Es por eso que el principio del egoísmo nacional y la “auto-ayuda” pueden ser incluidos en el proceso de democratización, que puede ser la base de la integración de la sociedad civil mundial y de las diferentes sociedades, todavía divididas por las fronteras nacionales, en una sociedad civil democrática.
El precursor del liberalismo fue el activista político inglés Richard Cobden (1804-1865), el ideólogo de las transformaciones burguesas y constante partidario del pacifismo. Cobden ofreció las tesis fundamentales para el liberalismo, incluyendo el hecho de que el comercio entre los estados es la mejor medida preventiva para los conflictos militares. Cobden insiste en que las instituciones nacionales deben introducirse a que sean capaces de regular las relaciones entre los estados, limitando su libertad de hacer la guerra e instándolos, en algunos casos, a elegir la paz y la cooperación, incluso sin su voluntad. Cobden considera el libre comercio como el medio más eficaz para hacer la paz y contrarrestar las guerras. La defensa del libre comercio hizo de Cobden un oponente radical de todas las formas de “proteccionismo” y uno de los primeros defensores de la globalización, la cual es una consecuencia lógica del desarrollo del comercio mundial y de la promoción de la paz.
Cobden insistió en la estrecha cooperación entre el Reino Unido, EE.UU. y Canadá, en la creencia de que los lazos económicos intensivos favorecerían el desarrollo armonizado de la cooperación comercial con todos los miembros, y detendrían los conflictos y disputas que eran inevitables debido a la competencia entre la madre patria y sus antiguas colonias en el Nuevo Mundo.
Norman Angell: La gran ilusión
Norman Angell (1873-1967) es un autor clásico, que dio al liberalismo una forma teórica completa. Pacifista convencido e internacionalista, recibió el Premio Nobel de la Paz en 1933.
Sus ideas principales están representadas en su libro The Great Illusion [La gran ilusión] (1911), que refutaba totalmente el imperialismo, así como la idea de que la conquista, la colonización y las guerras exitosas favorecen la prosperidad económica de la nación: la seguridad, el control sobre los recursos naturales y el desarrollo del comercio.
La teoría de Angell se basa en tres puntos principales:
· El desarrollo de la industria y el libre comercio a escala internacional conduce a la creciente interdependencia del Estado, lo que convierte la posibilidad de un conflicto militar en algo no rentable e irracional, por lo tanto, es un método eficaz de fortalecimiento de la paz;
· Los Estados tienen que adoptar prácticas económicas y políticas más exitosas, que son de las del “libre comercio”, el “mercado liberal” y la modernización industrial. Un día todos los países seguirán este camino, haciendo del planeta una zona de paz y libre comercio;
· El gobierno y los activistas políticos quedan detrás de las nuevas tendencias en las relaciones internacionales y continúan utilizando el lenguaje imperialista y militarista, así como el uso de argumentos nacionalistas, los cuales no favorecen nuevas condiciones liberales (que era lo que Angell llamó la Gran Ilusión).
Angell, sobre la base de estos principios, propone concentrarse en el tercer punto y crear una imagen política e ideológica de los procesos internacionales de conformidad con el proceso objetivo, en su opinión, de desarrollo ecónomico, industrial y en la esfera social, que ya se hizo irreversible y pronto se hará más evidente y global. Es por eso que la gente debe negar a los Estados nacionales y seguir unida al orden transnacional, creando la institución del Gobierno Mundial y otras estructuras de gobierno global.
Las tesis creadas por Angell fueron muy criticadas por los realistas (desde el Almirante A. Mahan hasta E. Carr). Comenzó así la primera ola de los principales debates en las RI donde Angell desempeñó un papel principal.
Woodrow Wilson: la Democracia Global y sus enemigos
El vigesimoséptimo Presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson (1865-1924), fue el primer presidente de Estados Unidos con un título en ciencias políticas (PhD). En su práctica política utilizó estrictos principios morales, el pacifismo y un liberalismo consistente. El hecho de que fuera la cabeza de la gran potencia mundial, tomando parte activa en los procesos del mundo, dio a su opiniones y teorías especial importancia para los procesos globales.
Por lo tanto, Wilson, frente al drama de la Guerra Civil, siempre mantuvo el odio hacia la guerra y la garantías de que ninguna ganancia material podía excusar los conflictos militares. Al mismo tiempo, se unió a la Primera Guerra Mundial ya que estaba seguro de que era la guerra por el liberalismo contra el militarismo alemán (es decir, la guerra justa de Grotius).
Woodrow Wilson expresó su visión del mundo en sus famosos Fourteen Points [Catorce puntos], que representan un programa consistente y estricto de la dirección de los EE.UU. hacia el papel de potencia global, cuya misión es la de establecer toda una democracia mundial, el libre comercio y la paz. Wilson, un seguidor del liberalismo clásico, cuyo símbolo fueron sus Fourteen Points, consideraba el futuro de las personas como un avance hacia adelante en pos del comercio pacífico y una sociedad industrialmente desarrollada, donde los Estados agresivos estarían bajo la presión de los Estados democráticos, y comenzarían gradualmente a democratizarse y modernizarse, y por lo tanto, las relaciones entre dos potencias liberales se armonizarían, se pacificarían, en base a intereses económicos comunes y a un sistema de seguridad conjunto. Al mismo tiempo, al margen del aislacionismo tradicional de los EE.UU., Wilson propuso a los EE.UU. interferir en los procesos del mundo, actuando como el garante activo de la democracia, la libertad y el progreso. La estrategia de Wilson se convirtió no sólo en la forma principal de la política estadounidense en el siglo XX, sino también en la conexión fundamental entre la teoría liberal de las RI y la práctica política mundial a gran escala.
Al igual que la Institución de la gestión nacional, el control y el campo de las negociaciones democráticas pacíficas, Wilson propuso la creación del proyecto de la Sociedad de las Naciones, que, según él, estaba destinada a convertirse en la estructura internacional de un nuevo mundo pacifista. A pesar de que la Sociedad de Naciones fue incapaz de detener la Segunda Guerra Mundial, después de 1945 el mismo ideal liberal se repitió en las Naciones Unidas.
Alfred Zimmern: el Gobierno Mundial
Uno de los representantes del liberalismo clásico fue el teórico inglés Alfred Zimmern (1879-1957). Fue uno de los más destacados internacionalistas y liberales, y apoyó activamente la Sociedad de las Naciones. Su libro publicado en 1936 era sobre la Sociedad de Naciones [3], y sigue siendo uno de los textos más importantes en este ámbito. Zimmern describe el modelo deseable, “ideal”, de existencia pacífica de los regímenes democráticos, unidos en un sistema progresivo que conduciría gradualmente a la creación de una institución nacional de gestión. Según él, el prototipo de un órgano nacional de este tipo, el “gobierno mundial”, es la Sociedad de las Naciones.
Comprendiendo la importancia del factor cultural en los procesos de integración social, Zimmern fue uno de los iniciadores de la creación de la UNESCO.
El trabajo de Zimmern muestra la inmportante transición liberal británica desde el Imperio Británico al orden mundial globalista. Si los realistas británicos prefieren funcionar dentro del Imperio y del concepto de “intereses nacionales británicos”, los liberales volvieron gradualmente el discurso al contexto de la coexistencia de los estados democráticos, al estar en la zona de influencia histórica del Imperio Británico, usándolo como método teórico para preparar la transición del orden post-colonial. Así, Zimmern introduce la noción de la Commonwealth británica en su libro The Third British Empire [El Tercer Imperio Británico] [4] que posteriormente fue reconocida universalmente. Para Zimmern el proceso de descolonización debe traer lógicamente la coexistencia pacífica sobre la base de la cultura y los valores comunes (de las “normas internacionales de la civilización”), formados según el modelo de la democracia inglesa. El Imperio se transforma gradualmente en la zona de prosperidad económica común. Zimmern propuso las variantes de los sistemas internacionales a través de la creación de instituciones por encima del estado.
En la década de 1930, Zimmern promovió activamente la Sociedad de Naciones, pero sus ideas no se llevaron a cabo con éxito y fueron consideradas por sus críticos como una “predicción no cumplida”. Sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial y la creación de la ONU, volvieron a ser relevantes de nuevo y fueron tomadas en consideración por los liberales.
Zimmern y su visión optimista del mundo y del desarrollo de la democracia fueron duramente criticados por el realista E. Carr. Él y Zimmern son un dúo clásico de dos escuelas de las RI antagonistas.
[1] Cobden R. Political writings. 2 vol. London: Fisher Unwin, 1903.
[2] Angell N. The Great Illusion – a Study of the Relation of Military Power to National Advantage. London: Heinemann. 1910.
[3] Zimmern A. The League of Nations and the rule of Law, 1918-1935, London: MacMillan, 1936.
[4] Zimmern A. The Third British Empire. New York: Columba University Press, 1928.
Fuente: Katehon.
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Principios del liberalismo en las Relaciones Internacionales
por Alexander Dugin – El optimismo antropológico de los liberales
Los principales oponentes de los realistas eran y siguen siendo los liberales. Al mismo tiempo, el paradigma liberal comparte algunas opciones básicas. Al igual que los realistas, los liberales consideran por lo general a los países modernos occidentales como el estándar universal, que es utilizado en su pensamiento teórico. Sin embargo, los liberales se diferencian de los realistas en varias posiciones.
En primer lugar, al contrario que los realistas, los liberales creen que la naturaleza de la sociedad humana, y su representación política como el Estado, está expuesta cualitativamente a los cambios (se supone que en el buen sentido). Por lo tanto, la forma política de la sociedad puede evolucionar y en algún momento salir del dominio del Estado, el egoísmo y el individualismo nacional. Y, a su vez, eso significa que la cooperación, la interacción y la integración entre diferentes Estados sobre la base de los ideales morales y los valores comunes, es posible bajo ciertas circunstancias.
En sus obras filosóficas, los liberales se inspiran en las ideas de Locke sobre la neutralidad de la naturaleza humana, su capacidad de mejorar a través de la educación, al igual que los realistas se inspiran en el concepto de Hobbes de que el ser humano es naturalmente egoísta, agresivo y malo (su famosa afirmación “homo homini lupus est”).
Contrariamente a los realistas, que consideran al Estado como el principal actor en los procesos que ocurren en las Relaciones Internacionales, independientemente de uno u otro régimen político, sistema o especialidad ideológica, los liberales sí prestan atención a la cuestión de si un régimen político, en uno u otro Estado, es considerado democrático o no, sobre la base de los hechos creados en sus conceptos de RI. El factor decisivo es si el Estado es democrático o no (esto incluye el parlamento, el mercado, la libertad de los medios de comunicación, la separación de poderes, elecciones, etc.). Para los partidarios del paradigma liberal, las relaciones entre los Estados democráticos ofrecen otras estructuras que las relaciones que se dan entre los otros Estados no democráticos, y entre los Estados no democráticos y democráticos. Los liberales están seguros de que la democracia desarrollada en la política interior influye radicalmente en la política exterior del Estado.
La teoría de las relaciones internacionales del liberalismo se basa en una importante declaración: “las democracias no se atacan unas a otras”. Esto significa que los regímenes democráticos se tratan entre sí como los ciudadanos en el Estado: en lugar de la agresión, la coacción, la violencia o la jerarquía, etc., las relaciones se basan en la competencia pacífica, en relación con la prioridad del derecho, la racionalización de las relaciones y los actos. La democracia se puede repetir al nivel de las relaciones internacionales, dicen los liberales. Eso significa que esta teoría de las RI no es la lucha de todos contra todos y la satisfacción del propio egoísmo de uno, sino la llamada “anarquía de Locke” (o “anarquía de Kant”, según A. Vendt), es decir, la pacífica y abierta colaboración entre diferentes Estados, aun cuando sus intereses nacionales se contradicen entre sí (al contrario que la “anarquía hobbesiana”, que afirma que el Estado es un lobo, que es lo que los realistas creen). Sobre la base del programa democrático es posible crear estructuras tradicionales [1] para convertir el sistema en el caos.
Principios fundamentales de la teoría del liberalismo en las RI
· La escuela del liberalismo en las RI se opone a la tesis principal de la escuela del realismo en las RI. Para los liberales: los estados nacionales son importantes, pero no son los únicos actores, y en algunos casos ni los principales, en las relaciones internacionales;
· Puede existir una institución especial que pueda tener el control sobre los Estados nacionales soberanos;
· La anarquía puede ser, si es posible, eliminada o armonizada, pacificada y modernizada;
· El comportamiento del Estado en el escenario mundial no sólo se somete a la lógica de la aplicación máxima de los intereses nacionales, sino también a los valores comunes, reconocidos por todos los Estados (por supuesto, democráticos);
· El gobierno estatal no es la única institución responsable de la política exterior, su comprensión y puesta en práctica (los ciudadanos comunes de las democracias no pueden ser individuos -ʎ, sino el “individuo hábil” según J. Rosenau [2], y en este caso pueden entender eficazmente los procesos de las RI, e incluso tener influencia sobre ellos parcialmente);
· La seguridad del Estado contra las posibles amenazas externas es el objetivo de toda sociedad, y la forma más directa es la democratización de todos los países del mundo (ya que las “democracias no se atacan entre sí” y buscan una manera de eliminar los conflictos y las contradicciones pacíficamente sobre la base de un compromiso);
· Los Estados democráticos están en un estado de paz relativa, firme y garantizada, y sólo los Estados no democráticos y otros actores políticos mundiales (tales como los terroristas), amenazan con la guerra;
· El Estado y la naturaleza humana cambian permanentemente, mejorando y desarrollando el aumento de la libertad, la fortaleza del proceso de democratización, el incremento de la tolerancia y la responsabilidad civil (que puede ser una oportunidad para evolucionar todo el sistema político mundial, y la negativa gradual de la estricta estructura hierática, y de los recursos y tecnologías materiales);
· El último nivel de las RI y la comprensión de las estructuras de los acontecimientos, es averiguar las motivaciones y valores estándar e ideológicos, así como los factores objetivos y los mecanismos, que tienen una base racional y material.
Como podemos ver, los partidarios del liberalismo son completamente opuestos a los representantes del realismo. Las disputas entre ellos ayudan en su mayoría al desarrollo de la teoría de las RI como una ciencia.
[1] Woolf, Leonard. International Government. London: Allen & Unwin, 1916.
[2] Rosenau J. Turbulence in the World Politics: A Theory of Change and Continuity. Princeton, 1990.
Fuente: Katehon.
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El liberalismo en las Relaciones Internacionales. Condiciones teóricas previas
por Alexander Dugin – La segunda teoría más importante de las relaciones internacionales, junto con el realismo, es el liberalismo. Conectado conceptualmente con la economía y la política, en las RI representa algo especial. Hay algunos casos en los que los liberales no aceptan los principios liberales de las RI sobre la economía y la política,prefiriendo en su lugar el realismo o, por el contrario, quienes no aceptan estrictamente los principios del liberalismo en la economía y la política, pero siguen la teoría del liberalismo de las relaciones internacionales. Para entender esto, debemos discutir algunos términos introductorios del liberalismo en general.
En política, el liberalismo es la aceptación del individuo como valor superior, considerando su aislamiento de las conexiones de la identidad colectiva. La libertad defendida por los liberales políticos es, en primer lugar, la “libertad de” (J. Mill). Al definir concretamente qué es exactamente aquello de lo que los liberales quieren liberarse, podemos mencionar de forma consecutiva el Estado, la religión, la identidad social, étnica y racial, y recientemente, la ciudadanía y la identidad de género fija (el género). En general, se puede decir que el liberalismo político está dirigido a la liberación individual de todas las formas de identidad colectiva. Es la estrategia política liberal de estar siempre en contra de cualquier forma y práctica que restringa la libertad individual.
Hay liberalismo de “izquierda” y de “derecha”: el liberalismo de “derecha” insiste en que la aplicación de la igualdad de oportunidades, una jerarquía social basada en la desigualdad económica (ganador vs perdedores), es una restricción de la libertad, ya que tiene en su base las mismas posiciones de partida; el liberalismo de izquierda supone que la desigualdad real favorece el aumento del espacio de la libertad de una persona en lugar de la libertad de otra, por lo que que debe ser mejorada.
El liberalismo económico es el principio del libre mercado, sin la interferencia del gobierno en la economía, el laissez-faire (libre competencia, no interferencia en la economía, libertad de empresa ilimitada) y el libre comercio. Está regido por la mano invisible y se “autorregula”, es decir, un mecanismo de los procesos económicos en el caso de que no existan instituciones de gobierno. Según los liberales, en la economía, siguiendo el egoísmo razonable y no teniendo restricciones exteriores, a excepción de las de los competidores, los individuos, funcionando libremente, eligen la estrategia óptima de auto-enriquecimiento y logran el mayor éxito.
El liberalismo en la política y en la economía por lo general van de la mano, pero hay algunos casos en los que los dos tipos de movimiento pueden existir por separado, por ejemplo, la China moderna une la economía liberal con la política no liberal (en realidad, anti-liberal: el comunismo).
En las relaciones internacionales, el liberalismo hace hincapié en otros conceptos. La filosofía del liberalismo en las RI cree que las sociedades humanas necesitan ser mejoradas y seguir el camino del progreso. La misma naturaleza humana debe ser mejorada a través de la educación o sin ningún tipo de ayuda, por lo que es posible construir un futuro basado en el intelecto, la cooperación y el intercambio sin ningún tipo de restricción, compulsión y herramientas de violencia. La paz es un estado más aceptable para una persona que la guerra, por lo que tarde o temprano el mundo se enfrentará a la situación de que la guerra simplemente desaparecerá como principio. Esto ocurrirá porque la sociedad se hará más moderna, democrática, comercial y liberal. En este caso, el Estado no será necesario más, y la primera era del gobierno nacional del mundo se basará, no en el principio del poder político, sino más bien en los principios de control de gestión y unidad económica (firma, corporación, dominio, etc.).
La teoría de las RI del liberalismo supone la exportación de la democracia como el contenido principal de la política exterior, es decir, la norma del liberalismo político de extinción de los otros países. Además, esto se debe combinar con la expansión de la economía de mercado y la sustitución de las relaciones político-económicas y de mercado entre los Estados.
El principio fundamental de los liberales se formula como: “las democracias no se atacan entre sí”. Los propios liberales lo consideran como la ley de las RI. Lo explican diciendo que en los regímenes democrático-liberales, las masas tienen una gran influencia en las élites políticas. Como la guerra es una carga para las masas, siempre se sentirán inclinadas a la paz. Si se iniciara un conflicto entre dos Estados democráticos, la presión de la masa se dirigiría al gobierno para una solución pacífica que evitara la guerra, y para instar a los gobiernos a resolver la cuestión mediante un acuerdo. Por otro lado, los regímenes liberales, del mismo modo, favorecerían la apertura del Estado y el crecimiento permanente de la capacidad de comunicación entre los países, que harían irrelevantes las fronteras y las diferencias. Y, por último, el principio de libre comercio equilibraría las economías de todos los países y crearía gradualmente una zona económica común donde un conflicto militar sería imposible.
Antes de comenzar a considerar las principales escuelas y autores representativos de la teoría del liberalismo en las RI, es importante abordar los filósofos que formaron la base de la filosofía liberal a principios de la Nueva Era.
En primer lugar, el liberalismo encuentra sus raíces liberales cristianas en la salvación de Cristo de toda la humanidad. Aparece un hombre nuevo, listo para el progreso espiritual y el perfeccionamiento personal. Este optimismo antropológico de la Nueva Era recibió la comprensión secular del humanismo de la Ilustración, donde una de las principales tendencias fue poner la fe en la persona, en su perfección, conciencia y racionalidad. Si la teoría del realismo en la RI, en su condición ideológica previa, se refiere más o menos a un pesimismo antropológico, el liberalismo, por el contrario, creó su teoría sobre la base del optimismo antropológico.
John Locke: el individuo y su perfección
El otro autor principal de la escuela del liberalismo en las RI es el inglés John Locke (1632-1407). Locke ofreció una radicalmente nueva naturaleza humana respecto a la de Thomas Hobbes. Según Locke, la naturaleza humana fue proporcionada primero por la racionalidad y la tolerancia, es decir, una inclinación por las buenas intenciones. Al mismo tiempo, es una tabula rasa, y, de manera decisiva, las connotaciones de la mente humana se forman a través de las impresiones de la experiencia y la educación. El estado natural del ser humano de Locke no es “la guerra de todos contra todos”, como dijo Hobbes, sino la disposición pacífica de las personas de sí mismos y de su propiedades. El individuo goza de la seguridad y de la paz, así como de la propiedad privada, que es parte fundamental de su derecho natural. Al mismo tiempo, Locke dijo que la naturaleza humana tiene algunas tendencias egoístas y viciosas, que pueden empeorar con la ayuda de la mala educación.
Por lo tanto, la verdadera naturaleza humana, según Locke, es neutral, incluso con cierta inclinación hacia el bien y a ser pacífica. Para fijar las inclinaciones positivas y estructurar la moral y la mente de la sociedad humana, se deberá llevar a cabo la política de educación. El Estado, que es, según Locke, el resultado del “contacto social” (como decía Hobbes), está dirigido a la educación moral de sus ciudadanos, proporcionando una buena paz y la lucha contra el mal. Sólo es necesario cuando hay una necesidad de garantizar los derechos naturales (la libertad, la propiedad privada, la seguridad). Si la sociedad los proporciona (Locke la llamó la “sociedad civil”), entonces el Estado no es necesario más. Por otra parte, si el Estado limita los derechos naturales, la sociedad puede destruirlo a través de una rebelión democrática.
Locke fue el primero que ofreció introducir los principios de la separación de poderes para limitar el poder del Estado sobre la sociedad y establecer la división del gobierno bajo el control mutuo.
Todos estos principios constituyen la base de la filosofía del liberalismo, desde la declaración más importante sobre el principio de la “perfección” de la naturaleza humana, es decir, la capacidad humana y social para ser mejores, más pacíficos y más razonables. Al mismo tiempo, Locke une el progreso de las sociedades con la democracia y la propiedad privada. La tesis del sentido instrumental del Estado, sirviendo a la “sociedad civil”, se convirtió en objeto de los liberales, al contrario del Leviatán de Hobbes, usado en la ideología realista.
Emmanuel Kant: Sociedad Civil y mente trascendental
El otro autor clave de la teoría del liberalismo en las RI es Immanuel Kant (1724-1804). La filosofía de Kant, en general, se basa en la creación de la institución especial de la “razón pura”, que es trascendental, es decir, característica principalmente para todo el mundo. De este modo, Kant formó la “regla de oro”: “Haz a los demás como te gustaría que te hicieran a ti”. Las personas comprenden mejor su individualidad a través del crecimiento de la racionalidad universal. De este modo, Kant es un partidario de la “antropología positiva”, insistiendo en que cualquier individuo, desarrollándose conforme a su naturaleza, lógicamente busca la racionalidad común, por lo que la sociedad se desarrolla hacia la racionalidad, la paz y la responsabilidad mutua. La sociedad civil no es sólo una sociedad de individuos, según Kant, sino una sociedad de individuos que desarrollan sus características razonables, por tanto, mejorándose a sí mismos.
Aquí está la idea política de Kant sobre la “paz universal” como el orden internacional óptimo.
El Estado, según Kant, encuentra su terreno de juego en una República, cuyo sentido es que prevalece, no con una categoría especial (no la élite, no la monarquía, no la mayoría: Kant estaba en contra de la democracia), sino con la “propia norma”. Es el principio del “Estado legal”, donde la ley expresa toda la racionalidad, es decir, funciona como la forma directa de la “mente trascendental”. La racionalidad, que aparece en el derecho, debe ser para los gobiernos, las élites y las masas. Pero si ambos estados siguen esta idea, pueden fundamentar sus relaciones sobre la base de las normas de la mente común. Por otra parte, la mente, según Kant, promueve la ética, la paz y la racionalidad cuando soluciona conflictos y contradicciones. Es por eso por lo que dos Repúblicas prácticamente garantizan la paz. Si dos Estados son legales, eso será una garantía para la paz universal. Si su sociedad civil realiza su potencial universal, el progreso humano alcanzará su apogeo.
Para Kant, no importa si la naturaleza humana es noble o egoísta, lo más importante es que es razonable. Si es así, la racionalidad se abrirá y será aceptada por todos los individuos, y la pacífica “sociedad civil” se creará sobre su base.
Fuente: Katehon.
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jgmail · 5 years
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El neorrealismo (estructuralismo)
por Alexander Dugin – Kenneth Waltz: equilibrio de poderes y bipolaridad
Un teórico de la política estadounidense, Kenneth Waltz, es visto como el creador del neorrealismo. Waltz sofistica el esquema realista, incluyendo en él la concepción de la “estructura” de las relaciones internacionales.
En lugar del caos y la anarquía (realismo clásico) las relaciones internacionales se convierten en el campo del permanente cambio del equilibrio de poderes, su articulación, pero el potencial rectificado mantiene todo el sistema mundial en una posición o, en algunos casos, provoca sus cambios. Por lo tanto, la soberanía y su alcance, así como la capacidad de poner en práctica el interés nacional, no sólo dependen del Estado y de sus rivales y competidores en cada caso particular, sino de toda la estructura del equilibrio global de poderes. Y la estructura, en su opinión, influye activamente en el contenido y la extensión de la soberanía nacional, así como en la formulación de los intereses nacionales.
El realista clásico comienza su análisis desde el Estado individual. El neorrealista, después de Waltz, lo inicia a partir de la estructura global, integrada por los Estados individuales e influyendo en su perfil. Al mismo tiempo, como los realistas clásicos, el neorrealista dice que el principio fundamental de la política del Estado en las relaciones internacionales es el principio de la “auto-ayuda”.
Waltz describe en detalle la teoría de que el mundo bipolar es la disposición más estable de las relaciones internacionales, sobre la base del equilibrio de las dos hegemonías (norteamericana y soviética). La estructura en sí, no los intereses de los Estados nacionales, determina el alcance de la política exterior de los Estados de todo el mundo. La estimación de los intereses nacionales (y, en consecuencia, su aplicación) comienza a partir del análisis de la bipolaridad, la localización de cada Estado en el mapa mundial del espacio bipolar con el consiguiente carácter geopolítico, económico, ideológico y político.
De acuerdo con Waltz, la bipolaridad es la forma más rentable del equilibrio de fuerzas, ya que limita las posibilidades para la revisión cualitativa del statu quo por parte de los actores-Estados: todo el espacio del mundo se divide entre dos centros y sus satélites, e incluso los cambios locales se vuelven poco probables, ya que implican automáticamente en el conflicto a dos superestados que son capaces de destruirse mutuamente, así como a toda la humanidad, bajo la colisión nuclear directa.
La disolución de la URSS y, en consecuencia, del mundo bipolar en 1991, fue demasiado inesperada para los realistas como Waltz, él mismo y sus seguidores no lo previeron, estando seguros de la estabilidad de la estructura bipolar. Sin embargo, cualquier cambio empírico del sistema puede traer resultados repentinos en los casos particulares, y algunos nuevos cambios en todo el sistema de relaciones internacionales, pueden hacer relevantes de nuevo las teorías estructuralistas de Waltz, como suele ocurrir con las teorías científicas.
Robert Gilpin: Teoría de la estabilidad hegemónica y el orden mundial bipolar
El otro representante importante del realismo es el especialista en Relaciones Internacionales Robert Gilpin, que se concentró en los estudios de la estructura hegemónica. En su opinión, cualquier orden mundial tiene en su centro cierto poder hegemónico, el hegemón. Puede ser el único que crea la monopolaridad en el mundo, o el mundo puede constar de dos potencias hegemónicas, creando la bipolaridad (que estudió Waltz). Pero no puede haber ningún hegemón más. Con este enfoque el movimiento neorrealista estaba preparado para el año 1991 y el fin de la Guerra Fría, ya que pensaban en la posibilidad de la hegemonía monopolar, que se hizo más evidente al final del s. XX, representada por la dominación global de los Estados Unidos.
De acuerdo con Gilpin, cualquier hegemonía construye su propio sistema de orden internacional, asume la responsabilidad de los conflictos en la zona de su influencia y lleva a la periferia las normas del centro. Por lo tanto, dice Gilpin, la hegemonía se agota, gastando su energía desde el centro hacia la periferia, socavando su poder. Los que están bajo el control hegemónico, tarde o temprano, adoptarán habilidades económicas, militares y tecnológicas y, cada vez más fuertes, destruirán el orden mundial existente a su favor. Entonces, se produce el período de guerra del uno contra el otro, la degradación social, económica, cultural, hasta que una nueva hegemonía aparece.
Después de 1991 las teorías de Gilpin fueron ampliamente aceptadas y muestran de modo científico el mundo monopolar y la hegemonía estadounidense. En lugar de dos hegemonías, ahora es el turno de la única hegemonía estadounidense que define la estructura de las relaciones internacionales a escala global. Estas ideas también fueron desarrolladas por otros autores del movimiento tales como S. Walt y M Rupert.
Sin embargo, en este caso, el realista está seguro de que hay intereses internacionales en el centro del sistema. Bajo las circunstancias del mundo monopolar, se trata del interés nacional de un Estado (los EE.UU.) que está situado en el centro de la hegemonía mundial y es su fuente. Los otros países se incluyen en la imagen asimétrica correlacionando sus intereses nacionales a escala regional con su estructura global.
Al mismo tiempo, Gilpin tiene como objetivo mostrar que la hegemonía no es el estado rentable para un país, que tiene que gastar su energía para controlar las zonas de su influencia, que causan su entropía. El destino de la URSS es un buen ejemplo en este caso. Y, según Gilpin, los EE.UU. se enfrentan al mismo fin. Gilpin dice que el mundo monopolar es injusto, no sólo para aquellos que se convierten en el objeto de la hegemonía, sino para aquellos que son su sujeto. Una lógica tal recuerda mucho a la actitud colonial racista de R. Kipling en la difícil “Carga del hombre blanco”.
Gilpin ofrece introducir el concepto de “guerra hegemónica”, que describe como la consecuencia de la distribución desigual de los recursos entre las diferentes instituciones políticas. El que quiere reforzar sus ventajas, entonces es el que lleva a la guerra. Otro pretende redistribuir los recursos a su favor, y eso es un motivo para iniciar una guerra. Si Waltz, siguiendo las ideas del realismo clásico, cree que la guerra es la causa de la anarquía en las relaciones internacionales, es decir, no existe una institución que pueda detenerla, para Gilpin este no es el motivo, sino la circunstancia consiguiente, y el motivo real de la guerra es la voluntad de dominar, es decir, de crear el orden mundial de la hegemonía y de estar a la cabeza del mismo.
John Mearsheimer: Neorrealismo ofensivo
Un representante aún más clave del neorrealismo norteamericano, que da una importancia significativa a la hegemonía, es John Mearsheimer, quien junto a sus seguidores solían ser llamados los realistas ofensivos. Esto muestra las diferencias en la comprensión de la estructura de las relaciones internacionales. Waltz cree que en un momento u otro los Grandes Estados, en su competencia, decidirán limitar sus pretensiones por razones de seguridad, concentrándose en la defensa. Mearsheimer insiste en que la hegemonía siempre está centrada en el fortalecimiento de su poder y en debilitar a sus rivales, de lo contrario, puede perder su momento de dominación.
Mearsheimer, sin embargo, cree que la hegemonía global, es decir, el mundo monopolar, es imposible en todos sus términos, ya que significaría una sobre-extensión de la infraestructura que ningún gobierno podría permitirse, incluso los más poderosos. Es por eso que cualquier hegemonía tiene que ser sólo regional, observando estrictamente que la competencia hegemónica que podría limitar sus intereses no aparezca en la zona de su influencia. La hegemonía podría interferir en regiones lejanas sólo cuando los Estados locales no puedan evitar, por sí solos, la aparición de la hegemonía entre ellos, siendo capaz de someterlos a su ideología y de desafiar a los poderes lejanos.
Mearsheimer piensa que los EE.UU. son la hegemonía regional que es amenazada por China, que se está convirtiendo en hegemonía regional también, y que será capaz de competir con los EE.UU. en la región del Pacífico por lo menos. Predice la futura colisión entre China y los Estados Unidos.
Mearsheimer es bastante crítico con la política israelí y aún más crítico con el lobby pro-israelí estadounidense, al que dedicó uno de su libros, escrito junto a otro famoso neorrealista, Stephen Walt. De acuerdo con Mearsheimer, las formas del lobby israelí no sólo van en contra de los intereses nacionales de los Estados Unidos, sino que son perjudiciales para los intereses nacionales israelíes, impulsándolo a acciones irreflexivas y racistas contra los palestinos y las naciones árabes vecinas (criticó severamente las acciones militares de Israel en el Líbano, en 2006).
Mearsheimer es defensor de la proliferación de armas nucleares ya que, en su opinión, eso puede proporcionar plenamente la seguridad regional de las grandes potencias y armonizar la política mundial.
El realismo defensivo
A veces, el realismo defensivo se distingue del neorrealismo. Los realistas defensivos defienden que la anarquía en el mundo hace que el Estado se vuelva “obsesionado” por su seguridad. Esto provoca el “dilema de la seguridad”, cuando un Estado intenta aumentar su nivel de seguridad (por lo que la seguridad es considerada como un juego de suma cero) que conduce a la inestabilidad, ya que sus oponentes reaccionan aquí en su propio nivel de seguridad, con el objetivo de restablecer el equilibrio. Es la causa directa de la carrera de armamentos.
Los principales teóricos del realismo defensivo son Stephen Walt, Kenneth Waltz, Stephen Van Evera, Shiping Tang, Charles Glaser.
C. Glaser cree que el Estado, en algunos casos, puede informar mutuamente sobre sus intenciones pacíficas. Si un Estado puede probar a otro que su intención es buena, el “dilema de la seguridad” se puede anular.
Al mismo tiempo, el realista defensivo, al contrario que uno ofensivo, supone que la política interna del Estado puede influir de alguna manera en la política exterior, lo que los hace cercanos a los liberales en la política internacional.
El hiperrealismo de B. Chellaney
El otro tipo de neorrealismo es el llamado hiperrealismo. El representante más destacado del movimiento es Brahma Chellaney.
Los hiperrealistas ven en las relaciones entre los Estados el ciclo infinitamente repetido de las repeticiones. Creen que los conflictos y la competición entre los Estados no pueden convertirse en paz y amistad (excepto en los casos en que se unen para luchar contra un enemigo común), por lo que las mejores herramientas para alcanzar los objetivos políticos son las amenazas y el uso de la violencia. Como la mayoría de los otros realistas, los hiperrealistas están seguros de que la mejor y más eficiente manera de obtener la paz y la estabilidad es la acumulación de poder militar y estar listo para usarlo. Además, los hiperrealistas rechazan, de hecho, todas las objeciones de sus oponentes sobre el crecimiento activo del gasto en armamento, así como dudan mucho del papel eficiente de las instituciones, las leyes y los acuerdos en la política mundial. El hiperrealista tiene en cuenta sólo el poder y la fortaleza, las otras cosas son “ilusión humanitaria”. La guerra siempre tiene lugar cuando los competitivos Estados se dan cuenta de que la otra parte se ha vuelto demasiado poderosa o demasiado débil.
Steven Krasner: “fuerte” VS “débil”
Un activo representante del neorrealismo moderno es el estadounidense Steven Krasner.
Krasner distingue en sus teorías un concepto como el de “Estado débil” que, en su opinión, es el factor de inestabilidad y amenaza para los “Estados poderosos”. El “Estado débil” es incapaz de asegurar la aplicación de las leyes en su territorio, y eso crea condiciones favorables para que aparezcan los centros del terrorismo internacional. Krasner supone que para evitar esto los “Estados débiles” deben estar bajo el control de los “Estados fuertes”, que tienen la hegemonía mundial y regional. El hecho de que el Estado sea débil es suficiente para interferir en sus asuntos internos. Esta idea se desarrolla en su teoría de la “soberanía gradual”, en la creencia de que no todos los Estados nominalmente soberanos deben considerarse como plenamente soberanos. Los verdaderos Estados soberanos existen sólo en los Estados desarrollados democráticos occidentales. En el concepto, Krasner estudió los regímenes del Tercer Mundo, demostrando que los liberales en las relaciones internacionales tiene la tendencia equivocada, en su opinión, de observarlos desde la ayuda económica y el apoyo técnico a su desarrollo, cuando, según Krasner, al igual que otros Estados tienen como objetivo el poder y la seguridad. Al recibir el apoyo de Occidente tratan de convertir éste en poder potencial. En algunos casos, esto puede provocar nuevos conflictos y amenazas para el propio mundo occidental.
El otro tema desarrollado por Krasner en una especie de acercamiento no realista en las relaciones internacionales, es la idea de la toma de decisiones en la política exterior. Según él, todas las decisiones importantes en esa esfera deben ser tomadas en su mayoría por los altos funcionarios (en primer lugar por el Presidente), y no por la burocracia anónima, sin mandato legítimo de la sociedad para su actividad en las relaciones internacionales.
Katehon
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jgmail · 5 years
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El realismo clásico
por Alexander Dugin – Uno de los fundadores del realismo clásico fue el filósofo político estadounidense Hans Morgenthau (1904-1979). Su obra principal es la Política entre las naciones, donde señala los grandes principios de su filosofía política. Morgenthau tiene como objetivo oponerse a la, en su opinión, excesivamente “optimista” comprensión de los procesos políticos a escala global que era común entre los científicos políticos estadounidenses de la primera mitad del siglo XX; y para lograr su objetivo, señaló de diferentes formas los principios fundamentales de la ciencia política, indicados por Maquiavelo y Hobbes. Por lo tanto, Morgenthau actualiza el punto de vista escéptico de los filósofos clásicos de la modernidad política acerca del tema de la propia naturaleza humana que, no sin la influencia de los socialistas, comenzó a ser entendido con demasiado entusiasmo. Morgenthau trató de llamar la atención sobre el punto de vista de que la naturaleza humana es espontánea y egoísta (axioma de Hobbes: el hombre es un lobo para el hombre), y la gente trata de utilizar cualquier situación para satisfacer sus inclinaciones individuales. Es por eso que cualquier proyecto político, incluso de carácter internacional, debe tener en cuenta este hecho y comprender todos los riesgos que aparecen en cualquier momento cuando se alcanza un nuevo y patente nivel de libertad o de independencia. Por lo tanto, liberar al Leviatán (el Estado con su violencia legítima) no sólo es prematuro, sino incluso imposible en el futuro, según Morgenthau, ya que la libertad encuentra el egoísmo agresivo y es capaz de destruir cualquier buena intención. Es por ello que Morgenthau sugiere seguir la lógica de Maquiavelo y separar la moralidad personal de los intereses del Estado, así como los estatutos legales, y tomar en cuenta sólo los dos últimos factores. Hay aquí una consecuencia, la del abandono de la moralidad en la política global.
Las Relaciones internacionales (RI), explica, podrían convertirse en una teoría científica completa, sólo si se basan en el principio de los intereses nacionales, describiendo las categorías de fuerza y ​​de poder. El significado de “intereses” incluye todos los principales factores del Estado como un actor interactuando con los otros actores. La noción une:
– La estimación racional de las necesidades del Estado (recursos, economía, espacio, energía, demografía, etc.); – La voluntad de las élites políticas para lograr los resultados necesarios; – La existencia objetiva de la fuerza, industrial, militar y potencial de los recursos.
El político eficiente es la persona que es capaz de realizar y poner en práctica el interés nacional más correctamente. Él juega el papel del cabeza de familia diligente y con los pies en la tierra que puede asumir la responsabilidad de poner en orden el área de todo el Estado y mantenerse en la parte superior, llegando a alcanzar los objetivos definidos y declarados. El interés nacional está cambiando constantemente, pero en la práctica siempre puede ser valorado con mayor o menor precisión por cualquier Estado, a pesar de la preferencia subjetiva. Esto es lo que hace de las RI en la práctica una verdadera ciencia, según Morgenthau. La determinación del interés nacional es un proceso bastante racional, así como el resultado de cómo uno u otro gobernante o político fue capaz de lograr el objetivo definido. Así que en todo este ámbito, con los intereses nacionales cruzándose con las interacciones de los Estados nacionales, el sistema es apropiado para modelar, interpretar racionalmente y elaborar. Morgenthau afirmó que el derecho objetivo, no los buenos propósitos y las invocaciones idealistas, era el que regía la sociedad. Sin embargo, esto toma en consideración que toda ley permite alcanzar los objetivos con mayor precisión y más eficientemente.
El tema principal y el criterio principal de la política exterior del Estado es la pregunta: ¿cómo influye la política en los intereses y el poder del Estado? Si se logran los intereses y el poder crece, tal política es objetivamente correcta y exitosa. Cómo es visto esto por los otros actores en el sistema internacional, en realidad no importa, ya que el principio de la soberanía y el caos en el sistema internacional de las RI, no permiten la existencia de una institución que pueda juzgar y condenar a los actores soberanos: tal juicio (condena) limita la soberanía o es hecho por otros actores que tienen su propio punto de vista y hacen sus propios cálculos, de acuerdo con sus propios intereses nacionales.
Hans Morgenthau es considerado, con razón, como un filósofo clásico del realismo en las RI, ya que sus obras resumen de forma brillante y con seriedad las principales teorías y principios del realismo en general.
Reinhold Niebuhr: El pesimismo antropológico y el pecado original
Un activista religioso y político estadounidense, Reinhold Niebuhr (1892-1971), hizo una gran contribución a la formación del realismo. Al ser un pastor protestante, Niebuhr criticó duramente a los optimistas antropológicos pensando que “creer en la posibilidad de que la humanidad se puede mejorar es una forma de orgullo demoníaco”. En lugar de ello, centró su atención en el problema del “pecado original” y consideró a la humanidad como un ser dirigido hacia el mal. La estrategia correcta para la sociedad, bajo estas circunstancias, de acuerdo con Niebuhr, es aceptar ese hecho y, en una expresión de modestia y humildad, utilizar instrumentos políticos para no permitir que se muestre la naturaleza oscura. Esta posición fue llamada “realismo cristiano”. De acuerdo con esto, Niebuhr justificó guerras, la represión y la persecución política de los activistas políticos y sociales que representan las posiciones del humanismo radical.
Niebuhr criticó a los “liberales”, “utopistas” y “pacifistas” que, escribió, sobrevaloran la inclinación humana a la bondad y su voluntad de crear una sociedad basada en el amor y la comprensión mutua. En lugar de ello, ellos abren la caja de Pandora, descubriendo el abismo del orgullo. Es por eso que en la política del Estado, como dijo Hobbes, Niebuhr encuentra la limitación de la libertad de los individuos con respecto a los intereses de la mayoría. Interpretando su posición en el marco de las RI, después de la II Guerra Mundial afirmó su teoría de que la URSS y sus aliados debían ser contenidos de forma activa, ya que eran los portadores del “comunismo radical”, y propuso hacer de un anticomunismo activo y ofensivo la base de la política exterior de los EE.UU. y de los países occidentales.
Edward Carr: tener o no tener
Otro reconocido filósofo clásico del realismo en las relaciones internacionales es el científico, historiador y diplomático inglés Edward Hallett Carr (1892-1982). Carr no se refería a sí mismo como un realista estricto, pero su posición en contra de los liberales en los asuntos internacionales, sus críticas al “utopísmo” y al optimismo acerca de las instituciones nacionales, lo empujaron efectivamente al realismo como una ciencia aceptada.
Carr da su punto de vista acerca de la estructura general de las relaciones internacionales, la cual tiene como base, en su opinión, la división principal de todos los Estados (siendo el Estado, como lo era para todos los realistas, el actor principal) en naciones que “tienen” o “que no tienen” . Esto introduce en la estructura del orden mundial una imagen radicalmente opuesta: – “Tienen” países (Reino Unido, Estados Unidos, Francia, etc., los vencedores en la IGM), destinados a salvar el statu quo, el equilibrio de poder existente en la política internacional, así como a consolidar el orden existente con fórmulas morales. – “No tienen” países que (Alemania, la URSS, Japón, etc.), por el contrario, quieren revisar el orden existente y cambiar la situación a su favor.
Al mismo tiempo, Carr cree que el pacifismo de los países que “tienen” se basa en el hecho de que están satisfechos con la situación actual, y la disposición de los países que “no tienen” se basa en su agraviado estado. Sin embargo, ambos tipos funcionan de esta manera no a causa de una actitud moral o amoral en las relaciones internacionales, sino por puro egoísmo nacional y por la estimación racional de sus propios intereses. La guerra y la paz, en cada caso, se convierten en decisiones puramente pragmáticas de una equiparación, pero muy diferente: los primeros porque quieren que todo siga sin cambios, los segundos que cambie a su favor. La lógica conduce a Carr a reconocer la relevancia de Marx y del marxismo, que consideran las relaciones entre la burguesía y el proletariado en el mismo sistema. La burguesía necesita orden, estabilidad y calma; el proletariado es capaz de cambiar su posición miserable sólo durante cataclismos, golpes y revoluciones.
Este es el realismo que trata de interpretar la realidad del sistema internacional en la otra cara de los “mitos moralistas” y la “utopía”, y que está en la base de la interpretación de Edward Carr de la historia política de la URSS, que él describe en su obra de catorce volúmenes, convirtiéndose en uno de los autores más respetables en sovietología. Sus oponentes entre los liberales le echaron en cara su “simpatía hacia Lenin y Stalin”, mientras que él trató de encontrar una objetividad y una lógica bastante pragmática a unos u otros pasos dados por las autoridades soviéticas, basados en estimaciones imparciales y racionales de los intereses nacionales. En 1919 Carr, mientras participaba en la Conferencia de Paz de París, predijo que el Ejército Rojo ganaría la guerra civil rusa y la creación del renacimiento de una estructura de estado poderosa y moderna. Hizo un llamamiento al gobierno británico para que dejase de apoyar al Ejército Blanco y comenzara a cooperar con los bolcheviques. Más tarde se Carr acercó al activista social y político ruso D. S. Mirsky (1890-1939), uno de los creadores del movimiento Eurasia. Es probable que su conocimiento de la cultura rusa (Carr había aprendido ruso en Ruga y había sido lector de literatura clásica rusa), y la estrecha amistad con Mirsky influyeran en la profunda comprensión de Carr de la política soviética, y en lo razonable de su predicción acerca de la regeneración de los bolcheviques como uno de los protagonistas más importantes del mundo después de la II Guerra mundial.
Raymond Aron: sociología de los sistemas internacionales
Raymond Aron (1905-1983) es un filósofo político y sociólogo francés que contribuye a la creación de la teoría de las RI. Al mismo tiempo, sus conceptos tienen un notable carácter sociológico que por lo general son excluidos por el pragmático realismo clásico de la escuela anglosajona.Supone un nuevo cambio en la ciencia. Aron afirma sus principales puntos de vista y concepciones en su clásico libro Paix et guerre entre les nations (Paz y la guerra entre las naciones), publicado por primera vez en 1962, que se convirtió en un éxito de ventas.
Aron basa su análisis en la sociología de Max Weber y su interpretación del Estado como “la única institución que tiene el derecho a la violencia”. Centrándose en el principio, él viene con una tesis realista de la anarquía en las relaciones internacionales. Aron afirma que, siendo anárquico, caótico por definición, todo el sistema de las relaciones internacionales no puede ajustarse a una teoría con relaciones causa-efecto. En lugar del enfoque causal, propone introducir el principio de “Verstehen” de Weber en la sociología, para analizar la cooperación entre los Estados. Tal actitud no es por lo general para crear como un sistema estándar para el comportamiento del Estado, o con los otros bajo diferentes circunstancias, sino para ayudar a entender por qué actúan de tal o cual manera, para encontrar sus verdaderos objetivos generalmente ocultos por la propaganda, la elocuencia, y la ideología. Aron llama a este enfoque Praxeología, es decir, análisis inductivo sustancial de la praxis particular.
Aron introduce la noción de un “sistema internacional”, que él define como un “número de unidades que interactúan, siendo capaces de involucrarse en una guerra común”. En cuanto a la actitud principal de las RI entre los Estados, se le considera un autor clásico por su idea de que la posibilidad de conflictos militares es resultado del reconocimiento de la anarquía internacional.
De acuerdo con Aron, la guerra puede tener como causa el deseo del Estado de aumentar su poder, seguridad, o para obtener la gloria. Los dos primeros factores son “objetivos” y “materiales”. El tercero es parte de los valores. Los valores, el código cultural y las actitudes sociales, son propuestos por Aron para ser tenidos en cuenta en la identificación de los intereses nacionales, junto con las razones materiales.
El sistema internacional se caracteriza principalmente por la correlación de las potencias participantes. Aron cree que el sistema internacional puede ser bipolar y monopolar, así como homogéneo cuando se basa en un Estado con sistemas políticos similares, y heterogéneo cuando los sistemas y regímenes son completamente diferentes e incluso opuestos.
El énfasis en la sociología, los valores y los códigos culturales hecho por Aron en sus obras, lo separa de los otros filósofos clásicos de las RI, acercándolo a los representantes de la escuela inglesa de las RI (H. Bull, M. White).
Henry Kissinger: destino de diplomático
El autor clásico del realismo en las RI es el político y activista social profundamente norteamericano, Henry Kissinger. Ex asesor de Seguridad Nacional de los EE.UU. (1969-1975) y Secretario de Estado (1973-1976). Kissinger era un político muy activo en la década de 1960 y hasta los años 90. Este período incluye su activo papel en la relajación de las tensiones entre los EE.UU. -con Nixon a la cabeza- y la URSS -con Brezhnev, (la distensión)-, y la normalización de las relaciones entre Estados Unidos y China.
Kissinger no era solamente un político, sino un filósofo político del realismo en las RI; esto queda demostrado en el libro donde describe no sólo los aspectos de su carrera política, sino que detalla los fundamentos teóricos de su trabajo sobre la base de una particular y estudiada filosofía política.
Kissinger, al igual que los otros realistas clásicos, se basa en el principio de los intereses nacionales y la supremacía soberana ilimitada del Estado en el sistema internacional. Por lo tanto, reconoce por completo el principio de la anarquía y no establece el objetivo de poner orden de una u otra forma. Un enfoque tal requiere que todos los Estados sean tenidos en cuenta, son conceptualmente similares a pesar de su régimen político y sistema, la existencia o la falta de democracia, el mercado libre o la libertad de expresión. Cualquier Estado para un realista es la estimación racional de sus intereses nacionales, que sus gobernantes políticos tratan de poner en práctica de manera más eficiente. Por eso, explica Kissinger, el único factor que debe tenerse en cuenta es la política real, y si se utiliza con habilidad, sin prestar atención a la apariencia ideológica y moral, es posible alcanzar resultados impresionantes.
Aplicando prácticamente los métodos del realismo, Kissinger consideró a la URSS y a China no sólo como representantes de una ideología hostil para los EE.UU., la OTAN y Occidente en general, sino como Estados nacionales con específicos intereses nacionales, áreas de influencia y objetivos racionales. Discutiendo de intereses bajo algún tipo de pragmatismo puro con el “adversario ideológico”, Kissinger fue capaz de obtener en la práctica un fortalecimiento de las posiciones de los Estados Unidos en el siglo XX. Excluir la ideología, la moral, el respeto de los derechos humanos, las libertades, etc., le permitió llegar a un acuerdo con Moscú, así como con Beijing, que predeterminaron dos procesos importantes en la política mundial del período de la Guerra Fría: la relajación de las relaciones entre la URSS y los EE.UU., y la normalización de las relaciones chino-estadounidenses a principos de la década de 1970, que provocó las futuras reformas de los años 80 en China. Ambos procesos fueron iniciados por Kissinger y contaron con su participación activa. Comprendiendo los verdaderos asuntos económicos de la URSS y China, y dándose cuenta claramente de las pérdidas y de los beneficios del lado norteamericano tanto como del equilibrio entre los intereses nacionales, Kissinger construyó un sistema de diplomacia eficaz que redujo los riesgos de conflicto nuclear entre dos potentes Estados, ayudó a China a integrarse en la economía mundial y, muy probablemente, se convirtió en la razón de la disolución del Pacto de Varsovia y de la URSS, cuando la vigilancia de Moscú fue eficientemente “adormecida” por su realismo.
Fuente: Katehon.
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jgmail · 5 years
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Nota acerca de los enfoques realistas
por Alexander Dugin – Ahora volvemos al tema sobre la base de las condiciones teóricas previas examinadas anteriormente. Con sus antecedentes históricos, se creó una de las escuelas más fundamentales en las Relaciones Internacionales (RI): el realismo.
El realismo tiene diferentes tipos, los más importantes son:
– El realismo clásico (H. Morgenthau, R. Niebuhr, E. Carr, H. Kissinger, R. Aron, etc.)
– El realismo geopolítico (A. Mahan, H. Mackinder, N. Spykman, C. Schmitt, etc.)
– El neorrealismo (K. Waltz, R. Gilpin, S. Walt, etc.)
Todos los realistas comparten, más o menos, los mismos axiomas principales, y de acuerdo con éstos, evalúan la estructura de las RI. Siguen por completo los principios fundamentales de la política europea de la era moderna:
Estos axiomas son:
– Los principales actores de la RI son los Estados nacionales;
– La soberanía de los Estados nacionales prevé la ausencia de instituciones normativas que excedan las fronteras estatales;
– En vista de ello, cada Estado actúa con anarquía (caos) en la estructura de las RI;
– El comportamiento del Estado se guía por la lógica del logro máximo de los intereses nacionales (que debe determinarse en cada caso);
– La autoridad del Estado soberano es la única institución que es competente para conducir la política internacional, comprenderla, ponerla en práctica (los ciudadanos comunes o los individuos no tienen lugar en las RI en lo relativo a influir en sus procesos);
– La seguridad del Estado, de cara a una posible amenaza externa o a la competencia, es el objetivo principal de la política de gobierno del Estado en las RI;
– Todos los Estados están en guerra potencial entre sí por sus intereses egoístas (la guerra se convierte en realidad cuando el conflicto de intereses alcanza un grado crítico);
– La naturaleza del Estado y la naturaleza humana se mantienen inalteradas, a pesar de todos los cambios históricos se ven obligadas a seguir siendo las mismas en el futuro;
– El aspecto real de los procesos de las RI es muy distinto del aspecto normativo;
– El último nivel de comprensión de los acontecimientos en las RI, que ocurren en la estructura, es la revelación de los factores y las regularidades objetivas, que tienen una base racional y material.
Soberanía absoluta
El realismo en las RI es definido, como loentiende el sistema de Westfalia, como una ley universal, existente incluso en las primeras etapas de la historia, pero entendida y creada por la mayoría de los países desarrollados sólo a partir del siglo XVII. La base de este enfoque es la primacía del principio de la soberanía del Estado nacional y el significado aceptado de los “intereses nacionales”. Al mismo tiempo, los realistas se muestran escépticos hacia la creación de instituciones internacionales legales o de otro tipo, que reclamen regular los procesos de las RI sobre la base de normas y valores legales que tengan carácter internacional (por encima del nacional). Cualquier punto de vista acerca de la restricción de la soberanía del Estado nacional es considerado por los realistas como “idealismo” (E. H. Carr) o “romanticismo” (C. Schmitt).
Los realistas defienden que toda reunificación o, a la inversa, que cualquier disolución de Estados tradicionales conduce a la aparición de nuevos Estados nacionales, condenados a repetir, a niveles superiores o inferiores, el mismo esquema que se plantea con los principios invariables de la soberanía y los intereses nacionales; y el Estado, bajo cualquier circunstancia, sigue siendo el único actor en las RI.
(Traducción Página Transversal).
Fuente: Katehon.
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jgmail · 5 years
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El realismo y el Estado soberano
por Alexander Dugin – Si combinamos las principales posiciones de los tres autores clásicos de la ciencia política (Maquiavelo, Hobbes y Bodin),obtendremos la estructura fundamental del campo de las Relaciones internacionales (RI). Prácticamente todos los representantes de las teorías clásicas (positivistas) están de acuerdo en ello, en general. Pero la característica realista de las RI es que considera dicha estructura como constante, invariable y estándar. Según ellos, los tres -el Príncipe, Leviatán, y la soberanía- constante e invariablemente señalan un aprendizaje a través del cual son vistas todas las interacciones en las RI. Esto significa que, para los realistas:
– El único sujeto de las RI es el Estado nacional creado sobre la base de un contrato social, determinado por la necesidad de la autodefensa de los individuos egoístas, y para instaurar el orden en el estado depredador natural de la anarquía (Leviatán);
– El Estado nacional es gobernado por la élite política (el “Príncipe”) que trabaja sobre la base de la eficiencia, la voluntad, y con vistas a retener el poder, basada en una moral que difiere de la generalmente aceptada, si es que tiene alguna;
– El Estado es absolutamente soberano, es decir, no tiene ninguna institución sobre él que pueda ser capaz de limitar su libertad de acción o hacerle tomar en cuenta nada, salvo los intereses nacionales.
Los tres puntos forman la base de la comprensión realista de las RI. Tratando con un actor como el Estado nacional moderno, describiendo sus propios cambios teóricamente según Maquiavelo, Hobbes y Bodin, es posible crear el modelo teórico de las RI.
Llegamos así a una cuestión muy importante: todas las principales filosofías políticas de la era moderna se basan en la consideración de un Estado y crean sus teorías desde el centro hacia la periferia, donde se encuentran las fronteras de los Estados. La lógica de los realistas es la estructura también: el Estado es el actor principal de las RI, ya que se concibe a sí mismo, comienza a partir de sí mismo y no de cualquier otra cosa. La prioridad de la política interna sobre la exterior está en la raíz del fenómeno de la soberanía (así como del poder político y de la violencia legítima). El Estado nacional es considerado como una unidad absoluta, independiente, y funda su actividad en una lógica totalmente autónoma.
Sin embargo, el carácter específico de las RI es tener en cuenta no sólo un actor en el escenario, sino a muchos de ellos en sus interacciones. Esto exige nuevas conceptualizaciones.
La anarquía internacional
La escuela realista de las relaciones internacionales, sobre la base de la ciencia política de la era moderna, establece más conclusiones. La esfera de las RI, como la de la relación entre los Estados soberanos, es el campo de la anarquía (el caos), donde cada actor (el Estado) funciona sólo con respecto a sus intereses egoístas. Si, de acuerdo con Hobbes, la anarquía dentro del Leviatán es eliminada por el propio Leviatán, fuera, por el contrario, existe la anarquía. Es por eso que la guerra entre los Estados es una manifestación natural de las RI, la naturaleza como la batalla entre leviatanes. No hay institución más alta sobre el Estado soberano, por lo que éste se guía sólo por sus intereses, voluntades y recursos en las relaciones con los demás Estados. Los intereses, voluntades y recursos son calculados y aplicados por la élite política, es decir, el “Príncipe”, siendo capaz de demostrar su eficacia de gobierno, conservar el poder y lograr (por cualquier medio) sus objetivos. Por lo tanto, la política exterior del Estado se convierte en una parte de las responsabilidades de la institución personificada en el Leviatán, es decir, el portador de la soberanía, o el “Príncipe” (individual o colectivo). No son necesarios otros factores para identificar la naturaleza de este campo de las RI: es el campo de los poderes independientes (los Estados), las voluntades y los intereses que son limitados por las oposiciones y potencialidades de los otros jugadores. Al contrario que en el sistema político nacional, no hay Leviatán (cuyas decisiones sea obligatoro observar), ni soberanía (que el otro deba obedecer), ni “Príncipe” que haga uso de las élites nacionales y les dicte sus objetivos y métodos. Existe la pura anarquía, el caos. Y es la otra cara de la disposición ordenada, racional y estricta de la sociedad a nivel político interno.
La Paz de Westfalia: un momento histórico en la creación de un nuevo orden internacional en Europa y en el Mundo La posición teórica, de acuerdo con la mayoría de los filósofos clásicos de las RI, se hizo realidad después de la Paz de Westfalia, cuando se celebró en Europa el primer congreso diplomático y dos acuerdos de paz, el Tratado de Osnabrück y el Tratado de Münster (14 de mayo y 24 de octubre de 1648), poniendo fin a la Guerra de los Treinta Años, que dividió Europa por motivos religiosos (los católicos contra los protestantes). También es el año en que terminó la Guerra de los Ochenta Años entre España y su antigua provincia, que tenía un trasfondo religioso. Los acuerdos influyeron en el Sacro Imperio Romano, España, Francia, Suecia, los Países Bajos y sus aliados representados por los duques del Sacro Imperio Romano. La Paz de Westfalia creó los nuevos principios del orden internacional europeo basado ahora en el reconocimiento de la soberanía de todos los Estados a pesar de sus diferencias religiosas. Por lo tanto, era un sistema que correspondía completamente a la estructura teórica de los filósofos políticos clásicos de la era moderna: sus ideas fueron confirmadas por los representantes de los más poderosos Estados de Europa, y se convirtieron en la base de la ordenación real del espacio político en Europa.
Al mismo tiempo, como señalan los representantes modernos de la sociología histórica en las RI, en primer lugar, el principio de soberanía correspondía plenamente sólo a los Estados europeos, pero no correspondía a las colonias ni a los países no europeos (por ejemplo, Asia), Estados que eran considerados con “ausencia” de soberanía o con una soberanía “dividida”. Sin embargo, aunque las RI como ciencia son completamente eurocéntricas, este hecho no modificó la estructura general en absoluto; se lleva a cabo normalmente con los actores básicos, los Estados nacionales, considerados como soberanos por defecto. En el caso de los Estados europeos, las normas y los hechos fueron en su mayoría armonizados, y en otros casos considerados como cosas “atrasadas” y “anómalas” que deben ser mejoradas (a través del pensamiento de la modernización).
El sistema de Westfalia, en su posición teórica, reconoce la soberanía de todos los Estados nacionales fortaleciendo el espacio europeo y, poco a poco, se convierte en el modelo básico de la estructura política del mundo entero. El principio de la soberanía de los Estados nacionales es el principio fundamental de la estructura política del mundo moderno y, como resultado, el sistema westfaliano sigue existiendo hoy en día.
(Traducción Página Transversal).
Fuente: Katehon.
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jgmail · 5 years
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Condiciones teóricas previas del realismo. Bases filosóficas
por Alexander Dugin – El realismo en las Relaciones Internacionales (RI), como paradigma, es el más desarrollado y generalizado de las escuelas académicas en este campo. La discusión entre las escuelas realista y liberal, siendo la segunda más importante y generalizada, puede servir en sí para elaborar los principios fundamentales, los conceptos y métodos en las RI; y de ello podemos generar reglas reconocidas y definir los límites de la ciencia.
Los realistas ofrecieron una serie de principios, algunos de los cuales fue aceptados por diversos representantes de las otras ramas en las RI, incluso si su interpretación difiere. En particular, los realistas introdujeron dos conceptos fundamentales: la anarquía en las RI y el estado-centrismo (el Estado es el único actor que toma decisiones soberanas en la política internacional). Sin embargo el realismo ha basado sus teorías, a su vez, en los autores clásicos de la ciencia política de la época moderna, incluidos los fundadores de las teorías del Estado moderno: N. Maquiavelo, T. Hobbes, y J. Bodin. El núcleo de la teoría realista está basado en la filosofía política.
La fundación del movimiento realista en las RI y, más ampliamente, de una discusión general de esta ciencia, es el principio de que el Estado nacional moderno es el actor principal. Por lo tanto, toda este campo de las RI es, ante todo, el campo principal de estudio (y el único para el realista) de las interacciones internacionales de los Estados soberanos. Teóricamente, esto viene de tres fuentes principales políticas y filosóficas: El Príncipe de Maquiavelo, Leviatán de Hobbes, y la teoría de la soberanía de Bodin. Todo esto en su conjunto forma la teoría del Estado moderno, que se convirtió en una base de la ley de Europa (jus publicum Europaeum) y, después de la Guerra de los Treinta Años, influyó en la Paz de Westfalia, de la cual obtuvimos la soberanía de Westfalia. Así la teoría se convirtió en la práctica. J. Hobson considera la soberanía de Westfalia como la expresión del hecho, de facto y de jure, de que el Estado nacional es el actor principal, la “teoría del Big Bang en las Relaciones Internacionales”, haciendo hincapié en que desde el inicio de la época de la Paz de Westfalia, tal visión del Estado se convirtió no sólo dominante, sino universal, la norma, y ​​la única posible.
Esto lleva a la conclusión de que este campo en las RI es el de las relaciones entre los Estados nacionales, que son los actores fundamentales. Este hecho es reconocido por los representantes del paradigma positivista de las Relaciones Internacionales, con la sutil diferencia que los realistas hacen, que el Estado es absoluto, y se niegan a aceptar la importancia de cualquier otro factor político transnacional o interno que estructura el sistema de las RI. Los liberales en las RI, por el contrario, completan la lista de otros factores con aquellos actores: empresas transnacionales, ONGs, etc. Los marxistas en las RI creen que los factores internacionales junto con las contradicciones de clase tienen una importancia decisiva, ya que, según el marxismo, las clases burguesa y proletaria son internacionales por definición y esto significa que sus intereses no están limitados por las fronteras nacionales.
Ahora pasaremos a algunos detalles de los axiomas teóricos, que son la base de la comprensión de la naturaleza, las funciones y las estructuras del Estado moderno por parte de los fundadores de la filosofía política de la era moderna.
El Príncipe (por N. Maquiavelo)
El filósofo italiano Nicolás Maquiavelo (1469-1527) es uno de los primeros teóricos del Estado moderno. Concentra su atención en la imagen de un príncipe, pero con esto no quiere decir el monarca tradicional cuyo gobierno se basa en las tradiciones que están garantizadas por las presiones históricas, sociales y políticas que deben seguirse para persistir, sino en un nuevo príncipe, es decir, un político que puede crear un Estado, un sistema político desde cero, basándose en su voluntad y su mente. Maquiavelo está interesado en este tipo de nuevo Príncipe principalmente porque tenía el objetivo de basar las creaciones políticas en la racionalidad, la voluntad y la eficiencia.
Maquiavelo considera (o crea) un nuevo objeto político que no existía en la Edad Media y en la Antigüedad; es el Estado moderno, siendo un instrumento eficaz de organización social en el respeto de los intereses del líder (este nuevo Prince); pero su eficacia debe ser demostrada. El nuevo Príncipe (al contrario que el antiguo) no sólo debe conferir su poder en la sociedad actual, con sus profundas tradiciones y órdenes que tiene que seguir, sino crear una sociedad, el orden y, durante su creación, fortalecer su poder y demostrar su eficacia por sus acciones. Al mismo tiempo, Maquiavelo considera a la religión y la tradición como las construcciones sociales de aquellos que antes jugaban el papel que el nuevo príncipe cumple ahora, y que habían creado las tradiciones políticas y sociales que son la base de la persistencia política y cultural. Este enfoque de Maquiavelo de la religión fue la razón por la que el Vaticano prohibió su obra.
El Estado maquiavélico no tiene otro propósito excepto el objetivo de la dominación del nuevo Príncipe, ya que todas sus instituciones y principios deben tener un objetivo absolutamente práctico y también demostrar su eficacia. El carácter determinado de su gobierno es tal que los cambios en las reglas políticas se hacen justo en el momento en que son aprobados por uno u otro de los objetivos. La fórmula “el fin justifica los medios”, si no en su forma, en su contenido, podría ser utilizada en el contexto de Maquiavelo, y es utilizada para comprender el Estado en la filosofía política de la era moderna en general. Por ejemplo, Maquiavelo, en su otro trabajo, Discursos sobre la primera década de Tito Livio, defiende ideas republicanas que nos permiten comprender la imagen política del Príncipe como la imagen colectiva del poder político, independientemente de si tiene un carácter individual (monárquico) o colectivo (republicano). En ambas situaciones, es importante que el Estado sea considerado como el mecanismo totalmente instrumental del gobierno, del cual emanan la eficiencia de la asunción del poder y su retención por la élite gobernante (el nuevo Príncipe), y la expansión y protección de los territorios nacionales es el principal objetivo de los gobernantes, y es uno de los principales criterios de eficiencia y estabilidad de su gobierno.
La característica de la filosofía política de Maquiavelo que es aceptada por la mayoría de los filósofos políticos de la época moderna, es la división de la esfera de la moral en dos componentes: la moralidad personal y la del Estado. Como la moralidad personal es tradicional y se puede explicar racionalmente, la moral del Estado por el contrario se basa en el logro eficiente de los objetivos y, bajo algunas circunstancias, esto puede contradecir las normas de la moral personal. Por lo tanto, Maquiavelo afirma que para asumir el poder y retenerlo, en algunos casos extraordinarios, el nuevo Príncipe puede descuidar la moral: envenenar, estafar, asesinar, violar, sobornar, mentir, etc. puede ser aprobado por los propios intereses del poder o los intereses del Estado (por ejemplo, para defender la integridad territorial). Maquiavelo no se inmiscuye en la existencia de la moral personal, en la creencia de que tiene el derecho a existir y que es suficiente para regular las normas de comportamiento. Para el Príncipe, sin embargo, la moral dominante son otros criterios y estimaciones, normas y procesos, que son evaluados por su capacidad de lograr objetivos de manera eficiente y, respectivamente, retener el poder y defender los intereses nacionales del Estado.
Así, mientras que la mayoría de los expertos encuentran las ideas de Maquiavelo cínicas y amorales (recordemos que la expresión “Old Nick” [“Viejo Nick” (Nicolás)] se utiliza en el argot político inglés como otro nombre para el “diablo”), su influencia en las concepciones políticas de la era moderna es impresionante.
El Leviatán (por T. Hobbes)
El otro teórico clave del Estado nacional moderno fue el filósofo inglés Thomas Hobbes (1588-1679). Hobbes creó su teoría basándose en el pesimismo antropológico, es decir, la seguridad de que el estado natural de las personas, dejadas a su libre albedrío, es la anarquía, la violencia, el egoísmo y la voluntad de satisfacer sus necesidades materiales a expensas de los demás, que son las causas de todos los factores en esta “guerra de todos contra todos”. Hobbes tiene la importante fórmula del “el hombre es un lobo para el hombre” (homo homini lupus est). La naturaleza egoísta del ser humano crea obstáculos en el camino hacia la creación de una sociedad armonizada, la cooperación, y elimina el altruismo y la solidaridad. Sin embargo, la gente tiene intelecto. La cualidad adicional que los animales no tienen (o que reemplazan por los instintos), permite a las personas darse cuenta del poder destructivo del estado natural y llegar a la conclusión de que es importante crear una restricción artificial a la “guerra de todos contra todos”. Así, según Hobbes, la gente encuentra la necesidad de un “contacto social”, es decir, el acuerdo fundamental en el que todos están de acuerdo entre sí para renunciar al logro ilimitado, sin restricciones, de sus necesidades egoístas, en favor de las normas generalmente aceptadas. Pero el egoísmo del estado natural, es decir, de la misma naturaleza humana, dice Hobbes, exige ser restringido mediante la violencia de una institución capaz de prevenir los actos violentos. Es por eso por lo que se establece una institución acordada socialmente que debe ser coercitiva, potente, e intimidante, pudiendo hacer uso de la violencia contra quienes empiezan a romper las reglas aceptadas devolviéndonos al estado natural (la anarquía). Por lo tanto, Hobbes llega al concepto del Leviatán, un fantástico monstruo bíblico, que vive en el mar y que aterra a la gente común. El Leviatán es el señor de la tierra, creado por la gente en el proceso de sus interacciones sociales para prevenir la autodestrucción, y frenar la anarquía. El Leviatán es el Estado moderno.
A diferencia del Estado tradicional de la Edad Media y, sobre todo, del Imperio, el Leviatán no tiene ninguna misión, ningún objetivo histórico o espiritual positivo, ningún destino divino. El Leviatán no tiene ningún objetivo de mejorar la naturaleza humana, Hobbes cree que eso es imposible y poco realista. El Leviatán solamente previene la anarquía y la autodestrucción de la humanidad. Esa es toda su función. Al mismo tiempo, el Leviatán se crea por iniciativa de las masas, es hecho a mano, es el producto de las conclusiones racionales humanas y de la comprensión de su naturaleza social (francamente asocial).
Tal significado del Estado se convierte en una de las principales formas de cómo se interpretan el gobierno y la política en la era moderna, y es más o menos aceptado por los representantes de la ciencia política moderna.
El Leviatán es un instrumento de violencia legítima (como lo es la esencia del Estado, definida por Max Weber), ya que es el producto de un acuerdo y la encarnación de la naturaleza humana racional superando su estado natural (animal). Dentro del Leviatán está la competencia, la sociedad se organiza de tal manera que no hay anarquía. La unidad funciona como institución del racionalismo colectivo, determinando las reglas de comportamiento individual en el ámbito de la interacción, y teniendo el potencial de fuerza para castigar a aquellos que van más allá de las reglas.
Teoría de la soberanía (por J. Bodin)
El tercer autor clave de la filosofía política de la era moderna es Jean Bodin (1530 a 1596). Jean Bodin estuvo interesado por diferentes ámbitos: de la teología a la filosofía natural e incluso la demonología, pero sobre todo sus ideas influyeron en la esfera de la ciencia política: se convirtió en el primer teórico de la soberanía como concepto. Según Bodin el gobernante es el soberano que no tiene ninguna institución de poder por encima de él, excepto Dios. En el siglo XVI, cuando Bodin vivía y trabajaba, el concepto estaba dirigido contra la Iglesia Católica Romana, insistiendo en que, en varios casos, la política de los reyes europeos estaba hecha para seguir las normas cristianas, en particular, estando de acuerdo con el Papa sobre estas cuestiones. Bodin mostró una idea completamente diferente (protestante, de hecho) del Estado, que no tendría como objetivo la “felicidad de la gente” (como lo era según Aristóteles y la escolástica católica), sino, en cambio, el de ser un acuerdo racional y artificial de los asuntos. El principal instrumento de tal acuerdo racional es la soberanía.
(Traducción Página Transversal).
Fuente: Katehon.
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